Cuentas por cobrar: la valoración del sector forestal de Honduras

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Descripción

Cuentas por cobrar: la valoración del sector forestal de Honduras José Guillermo Flores Economista Forestal, Ph.D. Consultor GIZ/CLIFOR

Tegucigalpa, Julio de 2015

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Cuentas por cobrar: la valoración del sector forestal de Honduras José Guillermo Flores Economista Forestal, Ph.D. La deforestación y degradación de bosques en Honduras En el 2012, el Sub Comité Nacional de REDD1 seleccionó un área sub-nacional para este programa con el propósito de levantar una línea base de emisiones de carbono por deforestación y monitorear su comportamiento (MGM Innova, 2014). El límite del área de referencia es la delimitación espacial del dominio analítico de toda la información sobre los agentes de deforestación, patrones de uso del suelo y cambio de cobertura vegetal que se han presentado en un periodo 10-15 años. En este caso, el área de referencia tiene un enfoque sub-nacional conformada por 8 de las 16 regiones del país de Honduras, las cuales cubren un área total de 64,130.17 km2 para un periodo de análisis de 10 años. Durante el período 2000 – 2010, hubo una pérdida de 902,949.35 ha de bosque, sin embargo, durante este mismo período se recuperaron 352,908.33 ha; obteniendo una pérdida neta de 550,041.01 ha de cobertura boscosa. La pérdida de 550.041,01 ha de bosque, representa la disminución en 12,8% de la superficie de bosque presente al inicio del análisis (año 2000). Teniendo en cuenta el período calculado con el promedio ponderado de las fechas de las imágenes (11.3 años), se tiene una pérdida anual de cobertura boscosa de 48,676.2 ha/año, en la zona sub-nacional de REDD+. Tabla 1. Tasas de deforestación para los diferentes períodos en el área piloto sub-nacional de REDD+

Período

Años

A1 (ha)

A2 (ha)

r (%)

2000 - 2005

6.2

4,313,118.22

3,984,512.11

-1.28

2000 - 2010

11.3

4,313,118.22

3,763,077.21

-1.21

Los resultados de la anterior tabla, ratifican que en el período 2000 – 2005 se presenta la mayor pérdida anual de cobertura boscosa (53,000.1 ha) y por lo tanto la mayor tasa de deforestación entre los períodos analizados (1.28%). Para el período 2000 – 2010, el porcentaje de disminución de bosque por año es de -1.21%. La tasa de deforestación anual del período 2000 – 2010 resultante en este análisis, es cercana a la calculada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para Sur y Centro América en el período 1990 – 2001; donde se encontró que 58,970 ha de bosque fueron deforestadas anualmente en el período y que la tasa de deforestación anual para este período era de -1.1%. Las diferencias encontradas entre cada período (1990 – 2000 para la FAO y 2000 – 2010 para REDD+) es que el estudio de la FAO, cubrió la totalidad del país, mientras que el estudio referido empleó imágenes solamente de la zona piloto sub-nacional de REDD. La conclusión es que en 1

Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques, parte de la Convención de Cambio Climático de la cual Honduras es signataria. Actualmente, Honduras está en proceso de preparar su estrategia nacional de REDD+ y como parte de este proceso, ha creado el Sub Comité REDD para la implementación de la misma. Parte de ello es el establecimiento de un área piloto nacional.

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esta región piloto se encuentra la frontera agrícola que siempre muestra una tasa mayor de deforestación que el resto del país. Por ello es que se denomina “frontera agrícola”. Si las cifras oficiales del país estiman que la extensión total de bosques es de 5,398,137 ha, utilizando la tasa de la FAO en el área restante de la sub-nacional y la estimada en el área piloto sub-nacional de REDD, equivale a una deforestación de 60,611.4 ha/año, como promedio anual desde 1990. El tema de degradación es más difícil de estimar con alguna precisión y confiabilidad aunque la Estrategia REDD+ contempla un sistema de monitoreo, reportaje y verificación que permitirá hacerlo en el futuro, Vale decir, sin embargo, que los grandes contribuyentes a la degradación son los incendios forestales, la tala selectiva e ilegal, las plagas forestales y el “raleo” intensivo, especialmente de los bosques nublados, con el propósito de sembrar café. Esta última actividad se ha multiplicado desde que el INA y el IHCAFE han fomentado la titulación de tierras dedicadas al cultivo del café, la degradación de los bosques nublados, aun en las áreas núcleo de áreas protegidas, es una actividad constante y destructiva de la biodiversidad y peor aún, de la capacidad de esos ecosistemas de producir agua para riego, energía y consumo humano. Por su parte, los incendios forestales también son de los mayores contribuyentes a la degradación especialmente de los bosques de pino, tanto productivos como de conservación. El daño a la regeneración natural, a la flora y fauna y a la misma diversidad genética es incalculable, sin mencionar la significativa contribución de carbono en sus compuestos más dañinos, que los incendios forestales y las quemas agrícolas de pequeños y grandes como la caña, emiten a la atmósfera.

Políticas de desarrollo agropecuario, renta de lo no sostenible La década de los ’70 vio el surgimiento de inquietudes, a nivel del planeta, de alimentar a su creciente población, asegurando, de “alguna forma” la conservación de los recursos naturales y la protección del ambiente. Bajo los auspicios de la cooperación internacional, se realizaron inventarios globales de los suelos para evaluar las potencialidades de los recursos del planeta para el desarrollo. Sin embargo, estas valoraciones han introducido cambios mayores en el uso de la tierra hacia usos más “rentables”.2 Estas políticas de valoración provocaron un sesgo sustancial al desarrollo de la agricultura y especialmente de la ganadería, aún en áreas cuyos suelos no permitían esa intensidad de uso en forma sostenible, entre 1950 y 1990, por lo que se aumentó la cobertura de pastos en 23% y de granos básicos en 17%, a costa de la deforestación y pérdida de la cobertura boscosa de 40% en el mismo período (Censos Agropecuarios de 1952 y 1993). Sin embargo, aun utilizando los mismos parámetros de rentabilidad de la tierra que se usaban en aquellos tiempos, los precios internacionales mostraron una pérdida, en términos reales, de 44% en el período 1960-1990, mientras que la madera aserrada, solamente entre 1970 y 1990,3 se apreció en casi 400%).4 A pesar de algunas recuperaciones cíclicas en algunos años en 2

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No cabe duda que un pequeño país como Honduras, de cara a la pobreza de su población, ha buscado mejorar ingresos produciendo rubros que le sean más “rentables” en el corto plazo. Por falta de información para la década de los ‘60, se utiliza como año base 1970. Toda literatura apunta que el valor real antes de ese año era aún menor. Según el Banco Mundial, en el siglo pasado , se observó un descenso en los términos de intercambio de los rubros de producción, entre las dos primeras décadas del siglo XX y el comienzo del siglo actual, un descenso equivalente al 50%,

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la década anterior, hubo un descenso real en precios, a niveles muy bajos. Desde 1970, los precios reales de los productos básicos agrícolas, en general, han descendido a un promedio anual de 3% por año (Lines, 2004). De manera que, aun sólo valorando (miópicamente) un único producto maderable, entre más producimos carne y granos básicos, más deforestamos y más pobres nos volvimos (Flores y Paz, 1996): Figura 1. Cambios en el precio real de granos y carne versus los de la madera aserrada (UNCTAD, 2013)

Índice de precio real

250.0 200.0 150.0

GRANOS Y CARNE

100.0

MADERA ASERRADA

50.0

1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2008

0.0

Otro indicador amenazante a los bosques de Honduras es el monocultivo. El monocultivo ha provocado una fuerte fragmentación y homogenización del paisaje. En el Caribe, se pasó del bosque inundable (humedales) a banano y ahora, en forma progresiva, a palma africana, con un área sembrada de 140 mil hectáreas (SAG et al., 2012) mientras solo se da la protección a 34,000 hectáreas de bosques inundables, fragmentados. Las áreas invadidas por palma africana dispersas, comprenden el 80% del litoral continental. Los cambios han sido rápidos, a partir de 1920. En la vertiente Caribe los cambios han sido provocados por los monocultivos de banano, plátano, piña, café, cacao, cultivos limpios (Maíz, frijoles y arroz), palma africana y ganadería. Figura 2. Cambio de uso de bosque secundario a palma africana en zona de Mientras que en la vertiente del Golfo de Fonseca los amortiguamiento de un área protegida. cambios han sido provocados por los monocultivos de algodón, melón, ganadería y camaricultura (Rivera et al., 2012, Hansen et al., 2013). No cabe duda que el creciente desarrollo de usos y actividades en las zonas costeras de Honduras, junto al ineficaz manejo de este espacio y sus recursos, han llevado a que estos frágiles y dinámicos ámbitos enfrenten cada día fuertes impactos y presiones claramente insostenibles (Caviedes, et al., 2013).

equivalente a 1% por año y al 30% entre 1950 y el año 2000. Sin embargo, la volatilidad de estos precios apunta a un “boom” a partir del 2001 y en estos últimos años generando expectativas que empeoran el panorama para los bosques de Honduras.

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En cuanto a los cambios de uso de la tierra, Vallejo (2011) señala lo siguiente: “Es evidente que la falta estrategias y prácticas de ordenamiento del uso del suelo han generado las políticas nacionales sin tomar en cuenta las elementales medidas orientadas al ordenamiento territorial. Es significativa la falta de investigación respecto a los impactos que las diferentes políticas sobre recursos naturales tienen sobre el territorio y la población, más allá de la satisfacción de determinados grupos de poder. Las políticas con enfoque de desarrollo agropecuario insostenible han sido especialmente negativas. Los grandes agroindustrias protegidas por los gobiernos nacionales se asentaron desde finales del siglo XIX en las mejores tierras agrícolas, o talando amplias áreas de bosque para manejar monocultivos como banano, caña de azúcar, palma africana y piña; la ganadería extensiva desarrollada en tierras de ladera ha impulsado a los agricultores de subsistencia a destruir las montañas desde hace décadas. El cultivo del café pese a que supuestamente tiene impactos negativos de poca significancia, también ha sido factor de deforestación en virtud de los incentivos para su promoción y los desincentivos para mantener la cobertura forestal; también de degradación del bosque por la introducción de especies exóticas en los hábitats y por prácticas de producción inadecuadas. El bosque de coníferas ha sido degradado y reducido en su densidad, principalmente por la actividad agropecuaria e incentivos asociadas con la misma. El 20.2% de las tierras del país se encuentran sometidas a una actividad de sobreuso (PNMC/OEACOHDEFOR, 1992), especialmente porque el 56% de la población rural desarrolla sus actividades agrícolas de subsistencia en tierras de ladera (SERNA, 2001). Las cuencas altas reportan una fuerte deforestación, producto de la alta concentración de actividades agropecuarias y en general de un uso inadecuado de la tierra. La alta tasa de deforestación, principalmente en el bosque latifoliado, ha contribuido a alterar el régimen hidrológico, dando como resultado inundaciones, sequías y altos niveles de erosión que concluye en el azolvamiento de los ríos y en la disminución de los mantos acuíferos (SERNA, 1997). Más de la mitad de los préstamos hechos a Centroamérica durante los años sesenta y setenta por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo se destinaron a la producción de carne para exportación (CIFOR, 1996). Desde principio de los sesenta hasta inicio de los ochenta, Honduras obtuvo la mitad de los préstamos dirigidos a Centroamérica, de los cuales un tercio fue para proyectos ganaderos. Entre 1970 y 1994, el Banco Central de Honduras proporcionó un crédito interno de L. 2, 145, 000,000 para cría de ganado (18.3 por ciento del total) y L. 132,000,000 para silvicultura (1.1 por ciento del total) (SRN, 1994 citado por CIFOR, 1996).

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A principios de los años noventa del siglo pasado, cuando entraba con gran vigor el movimiento conservacionista, en el país fueron implementadas medidas políticas, legislativas y administrativas para fomentar el cultivo del café, sin importar la naturaleza jurídica de la tierra, ni la vocación del suelo donde se pretendiera asentar este cultivo; al mismo tiempo se introdujeron políticas de ajuste estructural en el Sector Agrícola incorporadas en la Ley para el Desarrollo y la Modernización del Sector Agrícola de 1992. Las consecuencias sociales, económicas y ambientales de estas medidas no han sido dimensionadas pero se introdujo cambios drásticos, entre ellos la invasión masiva a tierras de vocación forestal para cultivar café y con el ajuste estructural en el Sector Agrícola se redujo lo forestal a nivel de subsector, subordinando la institucionalidad forestal a la agrícola donde lo silvícola no es prioritario, con lo cual se disminuyó los estándares de protección a los bosques. Todo este proceso histórico y los experimentos de desarrollo, han mostrado que el modelo agroexportador, el crecimiento demográfico, los patrones desiguales de distribución de los recursos y las formas inadecuadas de explotación de la tierra, han traído como consecuencia la deforestación de grandes extensiones de bosque….” Vallejo (Ídem) continúa señalando una serie de otras causas de la deforestación y degradación de bosques en Honduras que redundan en una pérdida de cobertura boscosa y de ecosistemas y sus servicios que han sido menospreciados por los formuladores de políticas sobre el uso de la tierra. Los bosques de pino históricamente, han sido los menos deforestados. Sin embargo, hoy, con la gran emergencia que se presenta por la afectación del Dendroctonus sp., de los bosques de pino, las medidas de salvamento requieren la limpieza de grandes franjas de protección y de cortes de salvamento que, concomitantemente con las medidas de reactivación de la ganadería y el café, pueden ser el medio más eficaz para un Figura 3. Extensiones de bosque pinar cambio de uso de esas áreas. En Olancho, una visita reciente de afectadas por el Dendroctonus sp. este Consultor, confirma que más de un 30% de los bosques de pino están siendo afectados por esta plaga y creciendo en una forma acelerada. De nuevo, ante la disyuntiva de encontrar motores de crecimiento económico, el país busca el camino de los indicadores económicos tradicionales que presentan un mejor potencial, conforme a los métodos tradicionales de valoración.

Sesgos erróneos en la asignación de capital aplicada en el mundo y en Honduras específicamente Durante la última década han surgido o se han acelerado diferentes crisis concurrentes de diversa índole: la crisis del clima, de la diversidad biológica, del combustible, alimentaria, del agua y, finalmente, 6

del sistema financiero y del conjunto de la economía. La escalada de las emisiones que cambian el clima sugiere que la amenaza del cambio climático podría descontrolarse, con posibles consecuencias desastrosas para el hombre. El impacto en el precio del combustible a partir del 2008, y el consiguiente incremento del precio de los alimentos y las materias primas, indican la existencia de debilidades estructurales y de riesgos que aún no se han resuelto. En lo que respecta a la seguridad alimentaria, no parece que, a nivel general, se haya comprendido la naturaleza del problema ni que se estén buscando soluciones colaborativas para dar con la manera de alimentar a una población creciente. La escasez de agua dulce es ya un problema mundial, y las previsiones señalan que en 2030 el desequilibrio entre la demanda anual y el suministro renovable de agua dulce será aún mayor. Además, se están agravando problemas sociales persistentes desde la pérdida de empleos y la inseguridad socioeconómica, hasta la pobreza, y una estabilidad social amenazada. Si bien las causas de estas crisis son diversas, básicamente todas comparten un mismo elemento: la asignación evidentemente incorrecta del capital. Durante las dos últimas décadas, una gran cantidad de capital se destinó a propiedades, combustibles fósiles y activos financieros estructurados con los instrumentos consecuentes; comparativamente, se invirtió muy poco en energías renovables, eficiencia energética, transporte público, agricultura sostenible, protección de los ecosistemas y de la diversidad biológica, y conservación del suelo y el agua. La mayoría de las estrategias de desarrollo y crecimiento económico promueven una rápida acumulación de capital físico, financiero y humano, a costa de un agotamiento y una degradación excesivos del capital natural, del cual forman parte nuestros recursos naturales y ecosistemas. Al agotarse las reservas mundiales de riqueza natural, a menudo de forma irreversible, este patrón de desarrollo y crecimiento ha afectado negativamente al bienestar de las generaciones actuales, planteando enormes riesgos y desafíos a las generaciones futuras. Las recientes crisis múltiples son sintomáticas de este modelo. Las políticas y los incentivos de mercado actuales han agravado el problema de la mala asignación del capital, ya que no exigen a las empresas que rindan cuentas sobre sus actuaciones a nivel social y ambiental. “Los mercados sin restricciones no se diseñaron para resolver los problemas sociales” (Yunis, 2007), así que es necesario mejorar las políticas públicas, incluyendo medidas de fijación de precios y reguladoras, para cambiar los incentivos de mercado perversos que hacen que el capital se asigne de manera inadecuada y que se ignoren las externalidades sociales y ambientales. Asimismo, ejemplos exitosos de todo el mundo, especialmente de países en desarrollo, están reconociendo y demostrando el papel de la aplicación de regulaciones, políticas e inversiones públicas adecuadas en favorecer la introducción de cambios en el modelo de la inversión privada (PNUMA, 2010). El Informe sobre Economía Verde del PNUMA (2010), pretende aclarar varios mitos y malentendidos sobre las consecuencias económicas de enverdecer la economía mundial, a la vez que ofrece a los encargados de la formulación de políticas, directrices oportunas y prácticas sobre cuales reformas son necesarias para desbloquear el potencial productivo y laboral de una economía verde.

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Quizás el mito más extendido es el que afirma que la sostenibilidad ambiental sólo puede ser obtenida a costa del progreso económico. Hoy en día existen pruebas sustanciales de que el enverdecimiento de las economías no obstaculiza la creación de riqueza ni de oportunidades laborales, y son muchos los sectores verdes que ofrecen oportunidades notables de inversión y de crecimiento en términos de riqueza y puestos de trabajo. Hay que subrayar, no obstante, que se deben crear nuevas condiciones favorables para promover la transición a la economía verde, y en este sentido los formuladores de políticas en todo el mundo deben poner manos a la obra, de inmediato. Otro mito es que la economía verde es un lujo que sólo se pueden permitir los países ricos o, lo que es peor, que se trata de una imposición con la que el mundo desarrollado pretende impedir el desarrollo y perpetuar la pobreza de los países en desarrollo. Contrariamente a esta idea, existe una plétora de ejemplos de transiciones verdes que se están produciendo en distintos sectores en el mundo en desarrollo que merecen ser imitadas y copiadas en otros lugares. En el último cuarto de siglo la economía mundial se ha cuadriplicado, beneficiando a centenares de millones de personas (FMI, 2006). Sin embargo, en el mismo periodo de tiempo, el 60% de los principales bienes y servicios de los ecosistemas del mundo, de los que depende el sustento del ser humano, se han degradado o utilizado de un modo insostenible (Ecosystem, 2005). Así pues, el crecimiento económico de las últimas décadas ha sido alcanzado agotando los recursos naturales, sin dar tiempo a que las reservas se regeneren y permitiendo la degradación y pérdida generalizadas de los ecosistemas. Por ejemplo, sólo el 20% de las poblaciones de peces comerciales, la mayoría correspondiente a especies con un precio más bajo, se explota por debajo de su capacidad; el 52% se explota al máximo, sin expansión posible; en torno al 20% se explota por encima de su capacidad, y el 8% se ha agotado (FAO, 2009). El agua dulce comienza a escasear y se prevé un incremento del estrés por déficit hídrico en un plazo de 20 años, cuando las reservas de agua satisfarán las necesidades de solo el 60% del mundo (WRG, 2008); el rendimiento de la actividad agrícola ha aumentado debido fundamentalmente al uso de fertilizantes químicos (FAOSTAT, 2009), con lo que se ha reducido la calidad del suelo (Müller et al., 2009), y no se ha puesto freno a la creciente deforestación – 13 millones de hectáreas de bosque se perdieron anualmente en el periodo 1990-2005 (FAO, 2010). La carestía ecológica está afectando seriamente a toda una gama de sectores económicos de los que depende el suministro de alimentos del hombre (pesca, agricultura, agua dulce, bosques) y el sustento de los más desfavorecidos. La escasez ecológica y la desigualdad social son rasgos definitorios de una economía que está muy lejos de ser “verde”. En Honduras, una situación similar se muestra al ver que este sesgo en la inversión de capital ha provocado la pérdida de 1,515,285 hectáreas en los últimos 25 años. Hoy, el impacto de estas políticas ha provocado un evidente cambio climático que, en Honduras, resalta un Corredor Seco que se extiende desde occidente hasta la zona sur. Este Corredor está constituido por 64 municipios (32.3% del país) donde se concentra la mayor pobreza que afecta a Honduras, donde más del 60% de los niños menores de cinco años sufren de desnutrición crónica y donde el 91.7% de la población vive con menos de US$1.81 diarios. 8

Figura 4. Impacto de la sequía en el Corredor Seco, la pobreza y la economía hondureña (Fuente: Alianza del Corredor Seco, presentado por Diario La Prensa, 2014).

La Alianza por el Corredor Seco (2014) describe este sesgo en la asignación de capital, en la forma siguiente: “El sector agropecuario, es el más importante de la economía hondureña, con un aporte aproximado de la cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB), pero la posibilidad de expansión productiva sostenible se ve reducida, ya que sólo el 13% de las tierras son Figura 5. Degradación del capital natural en el aptas para la producción agropecuaria. Corredor Seco de Honduras. Fuente: Diario El Heraldo. Esto ha provocado una expansión de la frontera agrícola, sobre áreas de vocación forestal, incrementada por el acelerado crecimiento poblacional (2.8% anual), la mala distribución de la tierra ya que el 79% de las explotaciones agrícolas existentes son de pequeños productores de subsistencia que ocupan el 17.6% de la superficie total agrícola, ubicados principalmente en suelos de laderas poco fértiles, con menor potencial agropecuario, y con una área promedio de finca de 2.4 hectáreas (SECPLAN 1993). Bajo estas condiciones, el sector agropecuario se presenta con un débil desempeño, agravado por otros factores entre los que destacan problemas de inseguridad jurídica (relacionados con tenencia de la tierra); poca disponibilidad y altos costos de recursos financieros, (para los pequeños productores); baja productividad de la mano de obra; deficiente infraestructura; bajo nivel tecnológico; problemas de acceso a mercados y falta de atención adecuada al deterioro del ambiente, que entorpecen el mejoramiento de la agricultura y el desarrollo rural de Honduras”. (Alianza para el Corredor Seco, 2014).

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Y ahora …… Honduras, uno de los países más vulnerables del mundo Honduras se ha visto gravemente afectada por los fenómenos meteorológicos por muchas décadas, a tal grado que fue identificado como el país más afectado por el cambio climático. El Huracán Mitch, fenómeno meteorológico que ocurrió en el año 1998, dañó de manera severa, la infraestructura, la agricultura, etc., en un monto estimado de US $3.8 billones, trayendo como consecuencia, un retroceso a la economía nacional. Durante los últimos 30 años, Honduras ha sufrido un aproximado de 50 desastres naturales, con un costo de US$4.7 billones, afectando de manera desproporcionada las cosechas y el aumento a los precios de los alimentos (Alianza para el Corredor Seco, 2014). Con el Huracán Mitch, además de provocar daños en el 90% de su extensión, produjeron un retraso social y económico de alrededor de diez años, exacerbando los altos niveles de pobreza con los que ya venía luchando. Miles de viviendas fueron totalmente destruidas, se fraccionaron y destruyeron carreteras, vías interurbanas y rurales y puentes, dejando a los hondureños incomunicados. Las inundaciones labraron el sustento de la tierra en la agricultura, inhabilitando la capacidad productiva hasta por diez años. Las pérdidas en la industria, el comercio y el desarrollo urbano significaron desempleo, fuga de capitales, involución productiva y económica. La irreparable pérdida de más de 12.000 vidas de hondureños que perecieron (entre muertes y desaparecidos) y la profundización de la pobreza, es hoy el hecho más lamentable en la historia nacional, que exhibe la profunda vulnerabilidad del país. En todos los casos, el riesgo y la vulnerabilidad de Honduras, frente a eventos naturales y sus impactos directos e indirectos, deben ser analizados en función de diferentes aspectos. El huracán Mitch hizo ver la fragilidad, la vulnerabilidad y la susceptibilidad del país a los desastres de origen natural, en relación con los aspectos sociales, económicos, culturales, ambientales, de infraestructura, sanitarios y demás, de tal forma que las principales amenazas a partir de este evento, son los de origen hidrometeorológico, ya que todos los cauces de ríos y quebradas quedaron azolvados, por lo que las lluvias que anteriormente ocasionaban daños en la costa norte, actualmente inundan varias zonas en todo el territorio nacional, causando desastres en la zona central, especialmente en la ciudad capital Tegucigalpa. La región norte o caribeña es la primera en recibir el impacto de los fenómenos hidrometeorológicos, ya que se encuentra en la ruta de dichos fenómenos. La región sur es afectada por las constantes sequías y es más susceptible al fenómeno de El Niño. Hoy se identifica un corredor seco donde la vulnerabilidad a la sequía es el factor exacerbante de la pobreza y de la frágil seguridad alimentaria. La experiencia del huracán Mitch en Honduras, dejó varias lecciones que han impactado la presente y futura vulnerabilidad de los ecosistemas de Honduras (Flores y Santos, 1998): Los ecosistemas boscosos mayormente afectados por el Mitch fueron los que más frecuentemente han sido incendiados y progresivamente degradados y, por lo tanto, son los de menor densidad de cobertura boscosa.

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No quedó ningún ecosistema inalterado, aún los bosques densos fueron afectados en un 30%, porque estaban en los departamentos más impactados por el huracán. Los bosques más densos se encuentran en las áreas protegidas, pero con muy poca presencia institucional y su densidad se debía básicamente a su inaccesibilidad más que por su manejo efectivo. El 58% de los disturbios en el bosque latifoliado ocurrió en los departamentos afectados por la Figura 6. Pérdida de los cauces en el deforestación (principalmente Atlántida y Colón), por Litoral Atlántico debido al Huracán Mitch el cambio de uso y la corta ilegal, especialmente de (Flores y Santos, 1998). la caoba. El uso agrícola-ganadero insostenible en suelos de vocación forestal exacerbó las consecuencias del impacto, contribuyendo al deslave de los suelos y al azolvamiento del cauce de los ríos, especialmente en las cuencas medias de ambos litorales, con consecuencias graves en las características hidrográficas de ambas planicies costeras (Figura 4). La ausencia de un manejo forestal sostenible agravó los impactos del huracán en muchos bosques de coníferas. En la época post-Mitch, el país ha venido sufriendo una variedad de eventos climáticos, y de crisis económicas y sociales, que han contribuido a un aumento en la pobreza. Hoy, el cambio climático y repetidos desastres naturales han seguido mostrando las mismas lecciones aprendidas y han hecho que Honduras sea considerada uno de los países más vulnerables del mundo y de los más pobres de América Latina. Asimismo, esto nos ha conducido a encontrarnos, a nivel mundial, entre los 16 países con las peores condiciones en su inseguridad alimentaria identificada como grave. Este es el principal desafío que debe enfrentar Honduras como país. Este desafío está directamente relacionado con la pobreza y la pobreza extrema, que, en los últimos años, ha crecido de manera alarmante.

Hacia un modelo más sostenible En septiembre de 2014, la Naciones Unidas publicó un informe de una comisión especial sobre el tema del cambio climático y el crecimiento (Naciones Unidas, 2014). El argumento de base del documento es que, dado el curso que está siguiendo el cambio climático y el deterioro de la base de recursos naturales que requiere el crecimiento económico, es imposible continuar con el modelo de desarrollo que nos ha traído hasta esta situación. Es necesario, por lo tanto, cambiar, implementando nuevos modelos económicos que hagan viable un mayor desarrollo, una mejoría en el clima y en la naturaleza del planeta y un mayor bienestar para la población mundial en su conjunto. El informe concentra sus recomendaciones para asegurar la idoneidad de las inversiones en los próximos 15 años: “Los próximos 15 años de inversión también determinarán el futuro del sistema climático del mundo. El cambio climático causado por las emisiones de gases de efecto 11

invernadero del pasado ya está ocasionando serias consecuencias económicas, especialmente en las áreas más expuestas del mundo. Si no se toman acciones determinantes en los próximos 10 a 15 años, que conllevarían a un máximo de emisiones globales y luego a un descenso, es casi seguro que el calentamiento global promedio aumentará en más de 2°C, el nivel que la comunidad internacional acordó no exceder. Bajo las tendencias actuales, el calentamiento podría superar los 4°C hacia finales de siglo, con impactos extremos y potencialmente irreversibles. El aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero … más la demora en reducir las emisiones, hace que sea cada vez más costoso cambiarse a una economía de bajo consumo de carbono. El futuro crecimiento económico no tiene por qué copiar el modelo de alto consumo de carbono y distribución desigual del pasado. Ahora existe un inmenso potencial para invertir en mayor eficacia, transformación estructural y cambio tecnológico en tres sistemas clave de la economía:” Así, este informe identifica tres sistemas económicos y tres motores que deben interactuar en conjunto para lograr una redefinición del desarrollo hacia una independencia del carbono. La Figura 7 muestra este modelo:

Figura 7. Los tres motores del cambio

Dado el enfoque de este documento, nos concentraremos en el motor de uso de la tierra, respecto al cual, el informe de Naciones Unidas resume lo siguiente:

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De ese 25% de emisiones de GEI provocado por el sector agropecuario, 17% (o sea, 68% del total del sector) se debe a la deforestación y a la degradación de los bosques. ¿Dónde nos equivocamos en este camino de desarrollo? ¿Qué factores contribuyeron a esta asignación de valores que nos han conducido por esta senda tan insostenible?

La limitación en el modelo que ha conducido a las decisiones sesgadas en la inversión de capital en Honduras Una gran limitación en los análisis de desarrollo económico y que ha conducido a este sesgo en las inversiones, es que el PIB solamente mide el producto bruto. No nos dice nada acerca del ingreso en el largo plazo ni tampoco contesta preguntas como “¿Son el ingreso y el crecimiento sostenibles? ¿Habrá iguales oportunidades de ingreso para las futuras generaciones?” El origen de esta limitación es que el PIB sólo incluye una parte del comportamiento económico pero no dice nada acerca de la riqueza y de los activos subyacentes en la obtención de este producto y en la generación de ingresos. Por ejemplo, cuando un país explota sus yacimientos minerales, está agotando su riqueza pero esto no se evidencia ni se refleja en el PIB. Se contabiliza la producción de carne bovina en el sector agrícola pero no el agotamiento del bosque en los casos cuando esta producción es basada en áreas que se han deforestado. En otras palabras, el PIB no tiene un contenido metodológico que incluya el capital natural. Las significativas contribuciones de los bosques y humedales a la economía y a la producción agrícola no se consideran o están escondidas en las cuentas nacionales. Ya hemos mencionado lo que no se contabiliza en las cuentas nacionales y se contabilizan en otras cuentas – pero eso es cierto de todos los sectores primarios. Sin embargo, en lo que a bosques se refiere, casi sólo los productos maderables del bosque se cuentan y no así sus valiosos bienes y servicios ambientales que contribuyen a la economía de 13

otros sectores y al bienestar de la sociedad, tales como el secuestro o almacenamiento de carbono y los servicios de regulación de agua que benefician a la irrigación, que están escondidos y su valor se le atribuye al sector agrícola; igualmente ocurre con el agua para energía y el agua para consumo industrial y humano, como se detalla más adelante. Es fundamental, tanto para los países desarrollados como para las economías en desarrollo, de ir más allá del tradicional PIB y comenzar a incorporar su capital natural en sus cuentas nacionales en una forma integrada, para tomar mejores y más sostenibles decisiones económicas.

El capital natural debe tomarse en cuenta El capital natural es un activo crítico, especialmente para los países con bajos ingresos, donde este capital natural puede constituir hasta un 40% de la riqueza total (WP, 2013). Para estos países, el sustento de muchas comunidades de subsistencia depende directamente de la salud y sostenibilidad de sus ecosistemas. La incorporación del capital natural en las cuentas nacionales puede apoyar mejores decisiones para un desarrollo más inclusivo como también justificar un uso más intensivo de los ecosistemas. La contabilidad del capital natural puede proveer estadísticas detalladas para un mejor manejo de la economía. Por ejemplo, las cuentas de ecosistemas pueden ayudar a países ricos en biodiversidad, a diseñar estrategias de manejo que optimicen el equilibrio entre los costos de intercambio del ecoturismo, la agricultura, el sustento de subsistencia, y los bienes y servicios ecosistémicos tales como la recarga de agua y la protección contra las inundaciones. La contabilidad de ecosistemas no sólo provee una herramienta para maximizar el crecimiento económico sino que también provee los medios para identificar quién se beneficia y quién debe cargar con el costo del cambio en el ecosistema, ayudando a los gobiernos a medir si su crecimiento es inclusivo o no. La contabilidad del capital natural es más que su medición e información, también sirve para saber qué sectores consumen qué recursos (como el agua, por ejemplo). El objetivo es una mejor planificación, un mejor sistema de valoración y por ende, una mejor toma de decisiones. Un esquema más integral de evaluación del papel de los bosques en la economía nacional mejorará la valoración de los beneficios de la sostenibilidad de los bosques y de la conservación de las áreas protegidas. Figura 8. Corte, dragado y relleno de manglares para proyectos turísticos en Roatán, Islas de la Bahía

El no conocer el valor del capital natural puede conducir a decisiones que resulten en pérdidas que afecten a los más pobres. El patrón de la carne y los granos básicos de Honduras, antes citado, es un ejemplo de ello. Otro ejemplo consiste en la falta de valoración de los servicios de protección de los manglares la cual ha conducido a su remoción en pro de granjas marinas, playas artificiales y/o proyectos turísticos que, en muchos casos, han significado la pérdida del sustento 14

de comunidades costeras pobres por la pérdida del hábitat de muchos de sus alimentos y sus medios de sustento, así como por el aumento en su vulnerabilidad a las inundaciones. La clave está en no solo medir el valor total de los activos naturales sino que en medir la distribución de sus beneficios entre los diferentes actores y la dependencia de cada grupo en el capital natural, especialmente para los sectores más pobres y vulnerables.

El Sistema de Cuentas Económico-Ambientales Integradas La riqueza es lo que apuntala el ingreso que genera un país. Incluye edificios, activos manufacturados tales como la maquinaria usada en la industria, infraestructura vial y puertos y activos naturales tales como tierra, bosques, minerales y energía. La riqueza contable o contabilidad ecológica mide esos y otros activos y bienes de capital que son insumos para nuestro bienestar económico. El Sistema de Cuentas Nacionales (SCN), en uso desde la década de los ’60 (aunque en una forma incompleta) contiene algunas disposiciones para la contabilidad ecológica pero pocos países lo consideran. Sin cuentas de riqueza, sin que se tome en consideración el capital natural, los países tienen una figura muy incompleta acerca de sus fuentes futuras de ingreso, al igual que la valoración de una empresa sería incompleta si no se analizara sus balances contables. El capital natural incluye los recursos que podemos reconocer y medir tales como minerales y energía, madera de los bosques, tierra agrícola, la pesca y el agua. También incluye los servicios ecosistémicos que son, en su mayoría, invisibles para la mayoría de personas: servicios tales como filtración del aire y del agua, protección contra inundaciones, almacenamiento de carbono, polinización para cultivos y los hábitats para peces y para la vida silvestre, la belleza escénica y la recreación. Estos valores no son fácilmente reconocidos por los mercados así que no sabemos realmente cómo contribuyen a la economía. Por esta razón, generalmente se dan por descontado aunque no sabemos qué haríamos sin ellos. Un gran paso se ha dado con la adopción del Sistema de Cuentas Económico-Ambientales Integradas por parte de la Comisión de Estadísticas de las Naciones Unidas. Este sistema es un método internacionalmente aceptado, al par de las Cuentas Nacionales, para contabilizar los recursos naturales materiales. El reto está en convencer a los decisores de políticas sobre sus beneficios y de crear las capacidades para implementarlos. El diseño de un sistema de contabilidad nacional de la renta y del patrimonio más integral debe ser una prioridad, sobre todo en los países con más riesgos de pérdida de ecosistemas y de biodiversidad, como es el caso de Honduras. No obstante, se debe reconocer que en Honduras existen dificultades para determinar estos valores con una base real y justa, en el más corto plazo: No existe suficiente conocimiento sobre el valor de los ecosistemas de Honduras.

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Ha habido “estudios” con un sesgo más romántico que científico, que han conducido a sobrevalorar algunos bienes y servicios que muchos consideran “impagables”. No hay claridad sobre quienes tienen el derecho a poseer, comprar o vender los servicios ecosistémicos o ambientales. Sin embargo, no cabe la menor duda que se hace necesario tomar decisiones al respecto, en el más corto plazo, para poder adoptar las medidas que se requieren para aplicar los principios de un sistema integrado de cuentas ambientales y económicas que contemple el valor del capital natural y su agotamiento o depreciación, para tomar decisiones económicas más sostenibles en Honduras.

Una estimación preliminar de valores para el sector forestal de Honduras Como se manifiesta anteriormente, en Honduras ha faltado la consideración de su capital natural y, como consecuencia, la desaparición de sus bosques en pro de otros usos no sostenibles de la tierra, ha traído más pobreza. Sin embargo, considerando los adelantos y facilidades que existen hoy sobre los Sistemas de Cuentas Nacionales (SCN) y la aceptación del Sistema de Cuentas Ambientales y Económicas Integradas (SCAEI), Honduras cuenta con alguna información que le ayudará a iniciar su planificación integral y a identificar los estudios específicos que llenen estos vacíos de información. Este documento trata de hacer unas estimaciones preliminares, algunas basadas en algunas investigaciones previas y otras basadas en estimaciones razonadas por este consultor con base en conceptos teóricos y en información secundaria y disponible.

Valores de bienes atribuidos a otros sectores Los valores atribuibles al subsector de silvicultura solamente son los de la madera en rollo y nada más. Bienes transables como la madera aserrada, la madera contrachapada, resina, productos secundarios como muebles, tarimas y otros, son atribuidos al sector industrial, su transporte en las diferentes etapas de la cadena de valor, son atribuidos al sector transporte y sus importaciones y exportaciones, al sector comercio. Si bien es cierto que la crisis económica mundial ha causado una contracción de los mercados mundiales de productos forestales, especialmente aquellos asociados con la construcción, como la madera aserrada, la madera contrachapada y los muebles, los productos forestales más importantes de Honduras, también la falta de inversión y pérdida consecuente de competitividad del sector forestal hondureño han tenido un significativo impacto en la reducción de la contribución del sector al PIB nacional (Flores, 2015).

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PORCENTAJE

6.0

% DEL PIB NACIONAL

4.0 2.0

% DEL PIB AGRÍCOLA

2013

2012

AÑO

2011

2010

2009

2008

2002 2003 2004 2005 2006 2007

0.0

Figura 9. Contribución del PIB del sector forestal al PIB agropecuario y al PIB nacional

Es claro en esta gráfica, que no solamente ha descendido la contribución porcentual del sector con respecto al PIB Nacional sino que también con respecto al PIB Agrícola, siendo menos del 1% en el caso del primero y menos del 4% en el caso del segundo. Cierto que la Ley Forestal del 2007 crea el sector forestal pero eso no cambia el nivel de significancia del mismo en la economía nacional, según las cuentas tradicionales, para los analistas económicos y para los decisores de las políticas nacionales y de la asignación de recursos.

VOLUMEN EN MILES M3

VOLUMEN APROVECHADO (miles M3 EN ROLLO) 1,000.0 800.0 600.0

PINO

400.0

LATIFOLIADO

200.0

TOTAL

0.0 2002 2004 2006 2008 2010 2012

AÑO

Figura 10. Tendencia en el volumen de aprovechamiento (ICF, 2013)

El descenso en la producción primaria, en lo que es ya una mínima contribución a la economía nacional medida con la regla de los indicadores estándar, se refleja en todo el comportamiento del sector. No

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cabe duda que la contracción de la economía mundial ha influido directamente en el valor de la producción, tanto por volumen como por precio.

VOLUMEN EN MILES M3

Figura 11. PRODUCCIÓN MADERA ASERRADA DE PINO (MILES M3, ICF, 2013) 600.0 500.0 400.0 300.0 200.0 100.0 0.0 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

AÑO

No obstante ello, es necesario recalcar que estos indicadores generados por el tradicional sistema de cuentas nacionales, no reflejan una realidad sobre la contribución del sector forestal a la economía nacional, local y sectorial. Aun con todo y este comportamiento cíclico de productos muy relacionados y dependientes del comportamiento económico de los mercados de productos forestales hondureños, es importante señalar que la mala asignación de productos a otros sectores es la primera de muchas subvaloraciones del sector forestal y de su principal recurso, el bosque, las cuales en seguida se detallan. Valores de bienes escondidos o no reconocidos La leña sigue siendo la principal fuente energética de los hondureños, tanto en hogares como en pequeñas y medianas empresas (Ídem). Nada de esto está contabilizado en las Cuentas Nacionales. Honduras muestra un alta dependencia de la leña, la cual se estima en el 42.8% de la energía de uso final. (SREP, 2011), el consumo doméstico de leña alcanzaría los 7.3 millones de Figura 12. Muchas MIPYME como M3/año para el año 2000, lo que panaderías, consumen leña hasta la fecha. representaría el 92% del consumo total nacional de madera; dentro de este porcentaje, predomina el consumo domiciliar rural con 5.5 millones de M3/año, equivalente al 75% del consumo nacional. 2.6 millones de hondureños siguen cenando a la luz de las velas y cocinando con leña, ya sea por falta de acceso a la energía eléctrica o por el alto costo de este servicio.

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Sin embargo, solamente esta actividad genera un valor por año es de US$ 41.6 millones por año y un equivalente de más de 30,000 empleos anuales, casi todos en el sector rural. Según la CEPAL esta es una de las mayores ventajas del sector forestal – la generación de empleo en las comunidades rurales. La importancia de la leña en el balance energético nacional se refleja en la Figura 13. Ante la crisis de los precios del petróleo, el desempleo y la pobreza, este consumo de leña tenderá a mantenerse o a aumentar. Estos valores sociales y económicos no son reconocidos como contribución del sector forestal en el Sistema de Cuentas Nacionales.

Figura 13. Balance energético de Honduras 2009 (SERNA 2010)

Valores de bienes y servicios ambientales de los bosques, tampoco reconocidos Por otro lado, la función de los ecosistemas boscosos sobre el régimen del agua, está ampliamente demostrada y es evidente (Jiménez, 2001): Tienen altas tasas de evapotranspiración, proceso fundamental en el ciclo hidrológico. Poseen altas tasas de infiltración y baja escorrentía superficial (menos del 2% de la lluvia incidente). Proveen una alta protección al suelo contra la erosión superficial. Protegen de deslizamientos superficiales (menores de 1 metro). En vista que con los bosques hay menos escorrentía superficial, se produce menos agua inmediata que es la que causa crecidas en los torrentes o quebradas, evitando las consecuentes inundaciones y destrucción de puentes e infraestructuras. Debido a su mayor impacto en la infiltración, los bosques también mejoran la calidad de las aguas. Por lo mismo, los bosques evitan que se sequen nacientes en el período de estiaje y reducen la sedimentación y azolvamiento de embalses y de cauces, reduciendo así también la frecuencia e intensidad de inundaciones. Suárez de Castro (1980) reporta que, en Centro América, la eficiencia de infiltración del bosque, fue 68.9%, del pasto, 24.7% y del suelo desnudo, 6.3%. En cuanto al almacenamiento de agua en el suelo, los ecosistemas boscosos también tienen un fuerte impacto en el promedio anual, en el período seco y en el período lluvioso, aun comparado con el cultivo del café:

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Uso de la tierra Bosque siempre verde Cafetales densos Cafetales en surco

Promedio anual

Período

327 251 130

Seco

Lluvioso

224 111 12

400 350 180

Tabla 2. Contenido de agua almacenada (en mm) en el suelo durante el año y durante los períodos lluvioso y seco (Jiménez, 2001)

Contrario a lo afirmado por el subsector cafetalero, el café en cualquier forma, aun con sombra densa, muestra evidentes desventajas con el bosque (Hagedorn, 1996): Intercepción

Bosque

% de la lluvia % de la intercepción del bosque

26.3 100.0

Café con sombra densa 21.2 80.6

Café con sombra escasa 13.9 52.9

Café sin sombra 11.7 44.5

Tabla 3. Intercepción de la lluvia por tipo de uso del suelo

Estos dos cuadros anteriores claramente muestran el error cometido en el establecimiento de incentivos a la actividad cafetalera que ha permitido titulación en tierras forestales y ahora, hasta en bosque nublados y en áreas protegidas para el cultivo del café. El precio se pagará en escasez, por las comunidades que dependan de estos ecosistemas para su agua. Beneficiando a la mayoría de los habitantes del país, los bosques regulan la producción anual de: 315 millones de m3 de agua para uso doméstico. A las tasas vigentes, este volumen tiene un valor anual de US$ 79 millones. 606 millones de m3 de agua que generan 325 millones de kwh/año con un valor de US $41.3 millones Agua para riego constituye la mayor demanda de uso del agua: 1,153 millones de m3 de agua para el riego en agricultura, regando unas 73,000 ha por año, apenas el 18% de la superficie irrigable. Enormemente subvalorado, pues su precio es apenas US $15.06/hectárea, escasamente genera un total por año de US$ 1.1 millones.

Figura 14. Usos del reconocidos entre los servicios de los bosques

agua no bienes y

El sector agrícola es el mayor consumidor de agua con el 65%, no sólo porque la superficie irrigada en el mundo ha tenido que quintuplicarse sino porque no se cuenta con un sistema de riego eficiente, razón principal que provoca que las pérdidas se tornen monumentales. Le siguen el sector industrial que requiere del 25% y el consumo doméstico, comercial y de otros servicios urbanos municipales que 20

requieren el 10%. Para este año 2015, el uso industrial alcanzaría el 34% a costa de reducir al 58% los volúmenes destinados para riego y al 8% los destinados para otros usos. El consumo total de agua se ha triplicado desde 1950 sobrepasando los 4,300 millones de m3/año, cifra que equivale al 30% de la dotación renovable del mundo. La investigación en cambio climático y uso de la tierra en los trópicos, se ha enfocado mayormente en el análisis de los impactos de la deforestación y los efectos del uso de la tierra en las emisiones de gases de efecto invernadero y de carbono. Sin embargo, se han hecho algunos estudios para tratar de cuantificar el potencial del uso sostenible de la tierra para secuestrar y acumular carbono en los ecosistemas tropicales. Con base en ello, se han venido desarrollando mecanismos que permiten asignar recursos para reducir estas emisiones y disminuirlas mediante la reducción de la degradación de los bosques. Por otro lado, los bosques, especialmente en nuestra latitud tropical del planeta, juegan un papel preponderante en el almacenamiento de carbono. Durante el último siglo, aproximadamente 150 Pg5 de carbono han sido liberadas a la atmósfera, como consecuencia de los cambios en el uso del suelo. Esto equivale a casi 30 años de emisiones de quema de combustible fósil (Kanninen, 2001). En Honduras, asumiendo un 70% de conservación en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, el carbono almacenado, SOLAMENTE EN LAS ZONAS NÚCLEO, se estiman en 523 mil millones de toneladas, las que, a un valor de US$5/tonelada, en los mercados voluntarios, equivale a US$ 2,613.4 millones. (Método Ganancias-Pérdidas, basado en cambios anuales aproximados).6 Nótese que aquí se está dejando por fuera a más de 50% de los demás bosques de Honduras que son productivos, en el sentido que se aprovechan para producir bienes maderables y otros productos forestales no maderables (Flores, 2014). Finalmente, es importante señalar que, en 1990, Costa Rica decidió hacer algunas de estas consideraciones para estimar el agotamiento de su capital natural en su desarrollo nacional. Descubrió que si hubiese construido balances nacionales en 1970 y de nuevo en 1989, estos hubieran reflejado que en ese período, Costa Rica habría consumido sus activos naturales valorados en más de un año de su PIB, sin ninguna reposición (WRI y CCT, 1991), En resumen, entre los valores asignados a otros sectores y los valores escondidos o no reconocidos del sector forestal, el valor preliminar estimado suma a US$ 2,828.5 millones por año (Tabla 4).7

5 6

7

Un Pg (Petagramo) equivale a un billón de toneladas métricas. Este método no es el mejor, pero para tener una idea aproximada sin contar con más información, es suficiente Hay varios valores que no han sido incluidos en este documento por falta de información y/o de investigación. Estos valores incluyen la protección de suelos, la reducción de vulnerabilidad de comunidades, la protección de costas y comunidades costeras, la fauna y, en general, la biodiversidad, entre otros. No cabe duda que esto provoca una agenda de investigación para el Sistema de Investigación Nacional Forestal (SINFOR).

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Origen

Volumen (En millones de M3)

Valor estimado (en millones de US$)

PIB silvicultura e industria

0.6

51.4

Leña

7.5

41.6

Agua para consumo humano

315

79.1

Agua para hidroenergía

606

41.3

Agua para uso industrial

114

0.6

1,153

1.1

Agua para riego Carbono (sólo el SINAPH) Valor total

2,613.4 -

2,828.5

Tabla 4. Valores preliminares del sector forestal por año

Conclusiones 1. Los sesgos en la inversión de capital, basados en modelos de valoración corto-placistas, han conducido a Honduras a un proceso de deforestación que han puesto (y continúan poniendo) sus suelos en usos no sostenibles, han empobrecido al país como resultado del largo plazo. 2. Los modelos de “rentabilidad” en el corto plazo, prevalecen hoy en día y, debido a la crisis de plagas en los bosques de pino y al incentivo para la ganadería, podría causar un repunte en la deforestación (especialmente en el pino) provocada por un cambio de uso y generar un mayor sesgo en la asignación de capital. 3. En los bosques nublados, la mayoría de los cuales están en áreas protegidas, el incentivo a la actividad cafetalera que permite la titulación de tierras, aunque sean de vocación forestal o que estén en áreas protegidas, pone en precario la conservación de las fuentes de agua para una mayoría de comunidades y de zonas de riego, por la disminución en la producción y regulación de los regímenes de agua. El precio de esta degradación de bosques nublados será la escasez de agua en esas regiones y comunidades. 4. En Honduras, una situación similar se muestra al ver que este sesgo en la inversión de capital ha provocado la pérdida de 1,515,285 hectáreas de bosque en los últimos 25 años. A los valores de los bienes y servicios de los bosques, estimados en este documento, esto corresponde a una pérdida en valor equivalente a US$ 794 millones. 22

5. El uso insostenible de la tierra es uno de los factores más importantes y críticos para que Honduras hoy sea uno de los países más vulnerables del planeta ante los frecuentes eventos meteorológicos y el cambio climático. 6. Esto también ha contribuido a que la inseguridad alimentaria del país sea considerada como una situación grave por la Comisión Especial de Cambio Climático de las Naciones Unidas. 7. Una gran limitación en los análisis de desarrollo económico y que ha conducido a este sesgo en las inversiones, es que el PIB solamente incluye una parte del comportamiento económico pero no dice nada acerca de la riqueza y de los activos subyacentes en la obtención de este producto y en la generación de ingresos. En otras palabras, el PIB no tiene un contenido metodológico que incluya el capital natural. 8. El capital natural es un activo crítico, especialmente para los países con bajos ingresos, donde este capital natural puede constituir hasta un 40% de la riqueza total. 9. La riqueza es lo que apuntala el ingreso que genera un país. Incluye edificios, activos manufacturados tales como la maquinaria usada en la industria, infraestructura vial y puertos y activos naturales tales como tierra, bosques, minerales y energía. La riqueza contable o contabilidad ecológica mide esos y otros activos y bienes de capital que son insumos para nuestro bienestar económico. 10. Una estimación de preliminar que todavía no incluye muchos otros servicios ecosistémicos o ambientales, del sector forestal de Honduras, es de US$ 2,828.5 millones por año.

Recomendaciones Pero ¿qué pueden hacer los legisladores, los gobernantes y la opinión pública para impulsar sus respectivas sociedades en este camino hacia un desarrollo inclusivo, resiliente y de alta calidad? ¿Cómo rediseñar las políticas, las inversiones y las regulaciones para garantizar una transición que no implique sacrificios para la población y que permita reducir los costos del desarrollo, que son tan elevados en una economía de alto consumo de carbono? El informe de Naciones Unidas (Ídem), en su Plan de Acción Global plantea diez recomendaciones a los actores políticos: “Las primeras seis recomendaciones proveen las condiciones necesarias para la formación de un marco firme y aceptable para adoptar inversiones de bajo consumo de carbono, resiliencia climática y crecimiento. Los últimos cuatro aspectos apuntan hacia oportunidades vitales de cambio que podrían conducir al crecimiento futuro y la disminución de riesgos climáticos en las ciudades, uso de las tierras y los sistemas energéticos”.

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La implementación de estas medidas puede conducir a una reducción significativa de las emisiones y de los peligros del cambio climático. La transición no será fácil y los gobiernos deben comprometerse a guiar sus sociedades por esta senda. “Hará falta liderazgo político firme, participación activa de la sociedad civil, además de visión de futuro y decisiones inteligentes.” Para Honduras y para el sector forestal específicamente, es urgente adoptar medidas que orienten la inversión de capital hacia el cumplimiento de lo recomendado por las Naciones Unidas en los próximos 15 años, pero que aseguren además: 1. De inmediato, eliminar los incentivos perversos a la conservación y desarrollo del bosque, especialmente los subsidios y las titulaciones. 2. De inmediato, solicitar asistencia a la comunidad cooperante, para implementar un Sistema de Cuentas Ambientales y Económicas Integradas en el más corto plazo. Ello implica también proveer los fondos de investigación, monitoreo y evaluación de los diferentes indicadores que requiera la medición objetivamente verificable de los bienes y servicios ambientales de los bosques y del sector forestal, en general. 3. Asignar la prioridad en decisiones y asignación de capital, incluyendo recursos presupuestarios, para el sector forestal público y privado, especialmente orientados a restaurar los bienes y servicios perdidos y a conservar los que todavía existen, estableciendo los mecanismos que permitan su reconocimiento y pago por la sociedad hondureña. 24

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