Crítica de la gestión mediática de la guerra y el heroísmo patrio bélico

July 22, 2017 | Autor: Darío Muñoz-Onofre | Categoría: Cultural Studies, Media Studies, Estudios Culturales, War Propaganda, Estudios de la Gubernamentalidad
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Crítica de la gestión mediática de la guerra y el heroísmo patrio bélico1 Darío Reynaldo Muñoz Onofre2

Resumen En este documento se analizan los medios de comunicación como industrias de opinión y propaganda bélica. Igualmente, reconoce su papel en la promoción de la guerra total en el año 2002 en Colombia y la terminación anticipada de los diálogos que buscaban acuerdos de paz entre el gobierno nacional y las Farc entre 1998 y 2002. Así mismo, se pone en evidencia la relación de mutua constitución entre discursos mediáticos y opinión pública favorable a la guerra, en el contexto de la proliferación de afectos nacionalistas alrededor del heroísmo bélico. Finalmente, se llama la atención sobre la actual coyuntura electoral y el riesgo que conllevaría un nuevo triunfo de la apuesta bélica y se abandonen los esfuerzos por la terminación de la guerra y la búsqueda de la paz. Palabras clave: Propaganda bélica, nacionalismo, industrias de opinión.

Abstract This paper analyzes the media as industries of opinion and propaganda war, and recognizes its role in promoting the war in 2002 in Colombia, and the early termination of the talks seeking peace agreements between the national government and the FARC between 1998 and 2002. It highlights the relationship of mutual constitution between media discourse and public opinion in favor of war, in the context of the proliferation of nationalist feelings about the heroism of war. It also draws attention to the current electoral process and the risk of war triumphing again and abandoning efforts to the end of the war and the search for peace. Keywords: Propaganda war, nationalism, industry opinion

Celebro que la Cátedra Unesco de Comunicación de este año proponga una agenda académica centrada en la necesaria reflexión entorno al avance hacia la terminación del conflicto armado como uno de los pasos importantes para construir paz con justicia social. Me vinculo a este esfuerzo colectivo con el fin de proponer un análisis crítico entorno al papel de los medios de comunicación en un país en medio de una guerra de larga duración. El análisis apunta a poner en evidencia cómo las prácticas comunicativas y las personas que las ejecutan en los medios masivos, privados y públicos, tienen el enorme reto de contribuir a impulsar y consolidar la terminación de las expresiones armadas y violentas del conflicto sociopolítico en el país. Para ello, en primer lugar, trazo un sucinto panorama de memoria histórica para reconocer, a través de ejemplos concretos, la manera

como a principios de 2002 la revista Semana registró los acontecimientos relacionados con la crisis de las negociaciones políticas que buscaban acuerdos de paz entre el gobierno nacional y las Farc. En este marco, señalo por qué considero que esta revista contribuyó a promover la aceptabilidad de la guerra total en la opinión pública. En segundo lugar, muestro cómo esta gestión mediática de la guerra también se expresó en las políticas visuales y audiovisuales del Ejercito Nacional, en el marco de las campañas publicitarias “Los héroes en Colombia, sí existen” y “Fe en la causa”. Afirmo que la gestión mediática de la guerra en el país se desarrolló alrededor de la producción discursiva y material de lo que denomino masculinidades heroicobélicas, que identifico como el ícono por excelencia del nacionalismo patrio gestado en medio y a través de la guerra. Finalmente, mi aporte a esta cátedra desemboca en la formulación de los que considero los retos de una comunicación social para la paz.

Gestión mediática de la guerra A finales de 2001 y principios de 2002 la revista Semana dio cuenta de los acontecimientos relacionados con la crisis de las negociaciones políticas que buscaban acuerdos de paz entre el gobierno nacional del presidente Pastrana y las Farc. Dar cuenta de los acontecimientos, sin embargo, no lo podemos interpretar ingenuamente como el registro neutral de los hechos o la representación fiel de los mismos. Tanto en las portadas, como en sus reportajes e imágenes identifico en Semana una decidida apuesta múltiple: posicionar la inevitabilidad de la guerra, hacer ver el incremento del poderío militar del Ejército Nacional, reforzar el perfil terrorista de las Farc y presentar a Uribe como la mejor alternativa presidencial. No sólo construye un discurso de polarización, también propicia la toma de posición por parte de la población y, sobre todo, promueve en ella la aceptabilidad y la normalización de la guerra. De manera que el discurso verbal-escrito y visual de esta revista produce y no solo refleja la materialidad de la guerra. Esta afirmación presupone un enfoque de análisis que integra los planteamientos de tres autores: la publicidad y la opinión pública como “tecnologías de gobierno” de la población (Foucault, 2006, 2007), las “máquinas de expresión” y su papel modulador de los deseos en las sociedades contemporáneas (Lazzarato, 2006) y la “videopolítica” como modalidad mediática y de información en las “democracias de sondeo” (Sartori, 2003). Bajo este enfoque, los sondeos de opinión, los medios de comunicación, la propaganda, la publicidad y el marketing político son discursos y técnicas que modulan las creencias, los afectos y los deseos, a la vez que producen determinada opinión pública y gobiernan las conductas de una población. El discurso mediático produce la verdad como un efecto de poder y apunta a dirigir la conducta de la población. Mediante procedimientos de veridicción, genera un particular tipo de opinión pública favorable a la guerra. De tal manera que los medios masivos de comunicación pueden interpretarse como industrias productoras de opinión y consentimiento. El análisis detallado de las ediciones de Semana publicadas entre diciembre de 2001 y mayo de 2002, víspera de la elección presidencial de aquel momento, permite reconocer la inmanencia de un discurso periodístico y una política visual específicos y su incidencia en por lo menos cuatro coyunturas: la creciente polarización del conflicto armado interno, la terminación de los diálogos con las Farc, la guerra total contra esta guerrilla y el surgimiento y consolidación de la Política de seguridad “democrática”. Ello es patente en la manera como una de las portadas de enero de 2002 interpeló la opinión pública nacional. De modo bastante alarmante y dramático, presentó la inminente guerra total. Y lo hizo superlativa e hiperbólicamente a través de una consigna de interrogación que en letras mayúsculas abarcó todo el espacio de la portada. Se preguntó “¿CÓMO SERÍA UNA GUERRA TOTAL?”, en medio de un fondo negro (de luto) y en letras blancas y rojas (de sangre), estas últimas resquebrajadas por una presunta bala que las atraviesa (Semana, 2002, 14 de enero-21 de enero). El artículo principal de la sección Nación de esta edición retomó dicha pregunta y, en medio de un sugestivo fondo camuflado, afirmó: “en medio del póker de Pastrana y las Farc ese es el interrogante en la mente de los colombianos”. Este discurso presupone la preocupación de la población colombiana y asocia performativamente su mentalidad con la guerra. Reconozco un efecto performativo similar en otro artículo que apareció unas páginas después titulado “Guerra: ¿Qué tan listos?”. Este se preguntó por la capacidad militar de las Fuerzas Armadas Colombianas para enfrentar a la guerrilla de las Farc y afirmó que en definitiva dicha capacidad se ha fortalecido notablemente gracias a los aportes financieros y técnicos del Plan Colombia, aun cuando estos no podían usarse abiertamente para una eventual, pero inminente campaña bélica contra dicha guerrilla. Ya en una de las ediciones de diciembre de 2001 se había comenzado a barajar este inminente escenario bélico en el que comenzó a perfilarse el candidato Uribe como el principal protagonista. La sección Nación registró su propuesta “audaz” de pedir más ayuda militar y

financiera internacional en el marco del Plan Colombia y también difundió su principal objetivo, a saber, lograr la aprobación para que esa ayuda pudiera usarse oficialmente en el combate armado contra las Farc: … ese esquema de cooperación traería más recursos, más helicópteros e instrucción militar extranjera para fortalecer la capacidad de reacción de la ciudadanía y de la Fuerza Pública frente a amenazas de ataques guerrilleros, actos terroristas o masacres. (Semana, 2001, 17 de diciembre-24 de diciembre, p. 40).

En este contexto de veridicción discursiva, la Política de seguridad “democrática” (Departamento Nacional de Planeación, 2003) adquirió un nivel de normalización anticipada que la convirtió en absolutamente necesaria y deseable, así como en el “único” modelo gubernamental viable. El discurso mediático gestionó una opinión pública favorable a la guerra reiterando de manera performativa3 la verdad sobre el enemigo interno, produciéndolo como “monstruo narcoterrorista” (Muñoz, 2012). La veridicción periodística también se produjo alrededor de la campaña presidencial del candidato mencionado. Las ediciones de febrero de 2002 registraron performativamente su ascenso rápido e inédito en los niveles de reconocimiento, favorabilidad y aceptabilidad. Su oposición a la última prórroga del proceso con las Farc anunciada el 7 de octubre de 2001, llevó a que la intención de voto a su favor ascendiera al 23% y a que, desde entonces, esta tendencia ascendente no se detuviera hasta llegar al 59.4% dos días después de la ruptura del proceso de diálogo con las Farc y un mes antes de las elecciones presidenciales (Semana, 2002, 4 de febrero-11 de febrero). La apuesta bélica del candidato ganó una creciente aceptabilidad en las sucesivas encuestas que midieron la intención de voto a principios de 2002, momento en que, por contraste, predominó en la opinión pública la percepción de fracaso frente al proceso de diálogo con las Farc (Semana, 2002, 4 de febrero-11 de febrero, p. 26)4. Finalmente, el sorpresivo triunfo de su propuesta gubernamental en la primera vuelta de las elecciones presidenciales con un 53% de la votación total, significó un amplio margen de aceptabilidad pública de lo que se anunció explícitamente como el inicio de un gobierno que le apostaría abiertamente a la guerra y de una guerra que marcaría profundamente la modalidad de gobierno que se practicaría en adelante.

Masculinidades heroico-bélicas: Baluarte de la pasión por la guerra Esta modalidad gubernamental normalizó la guerra, logró el consentimiento de sectores amplios de población y despertó en ellos sentimientos nacionalistas de orgullo patrio. A mi modo de ver, estos tres aspectos se materializan en la escultura viva que vemos en este momento y en la relación que con ella establecen los transeúntes. Ella suscita admiración patriótica, sobre todo en los niños y las niñas que se acercan a regalarle monedas, saludarla, festejarla y estrecharle la mano. Ella encarna lúdicamente el prototipo del héroe colombiano fabricado por las políticas visuales y audiovisuales que el Ejercito Nacional puso a circular mediáticamente a partir de la implementación de la Seguridad “democrática”. Reiteración performativa de escenas, narrativas e imágenes a través de las cuales los soldados del Ejército Nacional se erigen en héroes bélicos de la patria. En mi investigación hallé evidentes precursores visuales de esta estrategia publicitaria en la revista Semana. La edición de febrero de 2002 ya referida describió en otro de sus artículos periodísticos cómo durante los años del Plan Colombia creció significativamente la potencia tecnológica aérea de las Fuerzas Armadas, sobre todo con el aprovisionamiento de los bélicamente célebres y técnicamente reciclados “Black hawk”. También relató cómo este crecimiento significó un giro a favor de las fuerzas militares del estado en el rumbo de la guerra. En las fotos que lo ilustran se observa avanzar con determinación a un grupo de jóvenes pilotos a quienes denomina en su título “halcones de la noche”, estableciendo una metonimia textual y visual entre ellos y los helicópteros mencionados. Esta suerte de metonimia recrea un tipo particular de “masculinidad hegemónica” (Connell, 2005) asociada a la guerra y a los valores de valentía y arrojo necesarios para el combate, tal y como literalmente se expresa en la pregunta que acompaña el título mencionado: “¿quiénes son estos valientes hombres?”. Este tipo de hombría, que he denominado en otro escrito masculinidad heroico-bélica (Muñoz, 2011) y que es el baluarte de la guerra en nuestro país, es el resultado de ensamblar en un mismo cuerpo la tecnología militar y la humanidad de los soldados. Sin embargo, también se ensamblan iconografías de superhéroes norteamericanos y candidatos presidenciales que prometen ser el “primer soldado de la patria”. La edición de febrero de 2002 reiteró performativamente este tipo de masculinidad, pero encarnado en el sorpresivo y “audaz” candidato que de repente comenzó a encabezar las encuestas de opinión (Semana, 2002, 4 de febrero- 11 de febrero). La imagen de la portada presenta un fotomontaje de plano medio que hibrida la novedosa y “audaz” figura del candidato con la del famoso superhéroe estadounidense con vocación de justicia universal. Justo en el momento en que se traviste para convertirse en el gran héroe que salvará la patria de las amenazas

terroristas que la asechan. El análisis de esta imagen no puede eludir el hecho de que, de repente, en esta edición Semana se convirtió en un cómic que reproduce la tradicional ficción moral dicotómica héroe-villano y hace un llamado al público para que reafirme de qué lado está. Pero más allá de esta caricaturización de la cruda realidad de la guerra, enfoco geopolíticamente el análisis de esta imagen: No resulta casual que se haya escogido al superhéroe norteamericano para introducir la estirpe bélico-heroica del candidato, puesto que a este lo comenzaba a investir el súper poder de la ayuda financiera y tecnológica del Plan Colombia, que finalmente se convertiría en el factor militar definitivo para darle un giro al conflicto armado interno a favor de las fuerzas del estado, en el marco de la llamada “guerra global contra el terrorismo” que se desató como reacción militar frente a los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. El efecto de verdad de estas políticas discursivas y visuales radica en que producen performativamente un héroe que promete ser invencible en medio de la escenificación caricaturizada y teatralizada de una guerra total. La imagen resulta ser mucho más que una simple representación simbólica. Ante todo, condensa e impone una evidencia histórico-política que se normaliza y se vuelve incontrovertible a fuerza de la reiteración insidiosa, auspiciada por las industrias de la información y la opinión. Un poder de veridicción similar es ejercido en las campañas publicitarias del Ejército Nacional “Los héroes en Colombia ¡Sí existen!” y “Fe en la causa”. Este tipo de propaganda bélica corrobora el carácter performativo, político y de veridicción que producen las imágenes visuales y audiovisuales. Tanto en un caso como en el otro, la repetición ritualizada, exaltada e insidiosa de actos, enunciados e imágenes funciona como una fuerza naturalizante y normalizadora, en este caso, de héroes masculinos destinados a salvar la patria y a sacrificarse a cualquier costo en la empresa bélica. La consigna enunciada en voz en off durante una de las propagandas da cuenta de esta estirpe heroicobélica: “Nuestros héroes están en el cielo, para darte tranquilidad en tierra. Recorren las frías montañas, para que disfrutes en familia el calor de hogar. Nunca se detienen, para que tú puedas descansar. Permanecen despiertos, para que tus hijos sueñen un mejor país. Estas fiestas disfrútalas en paz y tranquilidad, nuestros héroes están para protegerte. Los héroes en Colombia ¡Sí existen!” (Ejército Nacional de Colombia, sf.)

La política audiovisual de esta propaganda bélica conmueve y vincula afectivamente al espectador con la cotidianidad estoica del soldado de la patria, héroe guerrero y también mártir. En consecuencia, facilita condiciones de identificación con la causa bélica común y sentimientos de aceptabilidad y fe. La consigna se enuncia en primera persona, con voz cálida, segura, protectora y proveedora mientras que la cámara establece un contacto íntimo, personal y horizontal entre quien observa el audiovisual y el soldado que se encuentra en plena campaña militar en medio de un inhóspito paisaje selvático. Logra el contacto virtual y afectivo del ciudadano común, sentado quizás cómodamente en la sala de su lugar de residencia, con el protagonista heroico de la escena bélica, quien se presume garantiza la comodidad cálida de la sala residencial. La vinculación afectiva de la población con las propagandas bélicas y las políticas visuales y editoriales analizadas se produce de manera voluntaria, deseante y hasta cierto punto moral y pasionalmente porque, finalmente, para quien recibe esta serie dinámica de consignas e imágenes sin decodificarla, ¿no resulta del todo conmovedor descubrir con efecto de realidad a los soldados de la patria en su tarea de custodiar las libertades y asegurar la vida cómoda de quienes los observan plácidamente desde su sala de televisor? Cuan estratégica resulta la publicidad en medio de la guerra puesto que es el principal recurso para gestionar un público que la acepte y la desee. Las principales industrias mediáticas nacionales aún hacen circular estas campañas publicitarias y actualmente gestionan la fe en la causa bélica. Interpelan, en el sentido de Althusser (2003), a la población colombiana a no desfallecer en el apoyo incondicional a sus soldados para que éstos no pierdan su moral combativa heroica.

Retos de la comunicación social para la paz Para terminar, planteo una serie de retos éticos, políticos, históricos y culturales que a mi juicio tenemos los colombianos y colombianas en la coyuntura actual, especialmente las y los profesionales de la comunicación social, y sobre todo los medios masivos de comunicación: Refrescar la memoria histórica para reconocer en nuestro pasado reciente la manera como se gestó y naturalizó una modalidad bélica de

gobierno y, especialmente, nuestro papel y el de los medios de comunicación en esa naturalización. Reconocer y cuestionar las políticas visuales y audiovisuales que estimularon y continúan actualmente promoviendo el consentimiento, la aceptabilidad y la deseabilidad de la guerra en la población colombiana. Identificar e interrogar las prácticas culturales mediante las que aún hoy se despiertan las más inadvertidas pasiones y adhesiones bélicas. Al respecto destaco el reciente documental codirigido por Claudia Gordillo y Bruno Federico, titulado “Apuntando al corazón”, como una manera creativa y crítica de problematizar la gestión de emociones favorables a la guerra. Impulsar prácticas comunicativas y producciones culturales que se propongan como meta desnaturalizar el ícono de la masculinidad heroico-bélica. Desprestigiarlo como baluarte de la guerra en nuestro país. Destaco aquí los esfuerzos que realizan los diferentes colectivos de objeción de conciencia al servicio militar obligatorio. Hombres jóvenes que desean para si mismos un destino distinto a esta masculinidad, tan ampliamente promovida como alternativa laboral y proyecto de vida para la población joven por parte del Ejército Nacional. Generar opinión pública favorable a la terminación de las prácticas armadas y violentas como vía privilegiada para afrontar el conflicto sociopolítico en Colombia. En este sentido, llamar la atención sobre el papel de los medios masivos de comunicación en la perpetuación de la guerra o, por el contrario, en la generación de condiciones para la construcción de salidas políticas para el conflicto armado interno. Así, aceptar y promover la exploración amplia de alternativas políticas y económicas para garantizar la sostenibilidad del fin de la guerra y la búsqueda de horizontes de paz. Mantener una postura crítica frente a la actual coyuntura electoral y mantener vigentes criterios que nos permitan prevenir el riesgo de que como hace doce años nuevamente triunfe la apuesta bélica y se abandonen los esfuerzos por la terminación de la guerra y la búsqueda de la paz. En suma, convoco al público de comunicadores y comunicadoras aquí reunidos a que mantengamos una postura de oposición creativa y política para que nuestra fe no resulte comprometida en apoyar la causa bélica. No practiquemos la fe en la causa.

Referencias Althusser, L. (2003), Ideología y aparatos ideológicos de Estado. Freud y Lacan, Buenos Aires, Nueva Visión. Butler, J. (2001), El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, México D.F., UNAM-Paidós. –––––– (2002), Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”, Buenos Aires, Paidós. Connell, R. (2005), Masculinities, Berkeley, University of California Press. Departamento Nacional de Planeación, Colombia (2003), “Plan Nacional de Desarrollo (2002-2006). Hacia un Estado comunitario”, en Departamento Nacional de Planeación [en línea], disponible en http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/Portals/0/archivos/documentos /GCRP/PND/PND.pdf, recuperado: 15 de abril de 2011. Ejercito Nacional de Colombia (sf.), “Los héroes en Colombia ¡Sí existen!”, en Ejército Nacional de Colombia, disponible en http://www.ejercito.mil.co/index.php?idcategoria=228741&pag=3, recuperado: 12 de mayo de 2011. Foucault, M. (2006), Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France (1977-1978), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. –––––– (2007), Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France (1978-1979), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. –––––– (2009), El gobierno de sí y de los otros. Curso en el Collège de France (1982-1983), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. Lazzarato, M. (2006), Por una política menor. Acontecimiento y política en las sociedades de control, Madrid, Traficantes de sueños. Muñoz, D. (2012), “Pasiones bélicas. Gestión de la guerra en Colombia en la primera década del siglo XXI”, Nómadas, Universidad Central, No. 37, octubre 2012, pp. 89-103. Disponible en: http://www.ucentral.edu.co/images/stories/iesco/revista_nomadas /37/37_6m_pasiones_belicas.pdf –––––– (2011), “Masculinidades bélicas como tecnología de gobierno en Colombia”, La Manzana, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, Vol. 5, No. 9, diciembre 2011. Disponible en: http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num9/index.html. Semana (2001, 17 de diciembre-24 de diciembre), “‘Help!’ La propuesta de Uribe Vélez de pedir más ayuda militar internacional, es confusa, no muy viable, pero audaz”, núm. 1024, pp. 40-42. –––––– (2001, 17 de diciembre-24 de diciembre), “Halcones de la noche. Los pilotos de combate están cambiando el rumbo de la guerra en

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2 Psicólogo y Magister en Estudios Culturales, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Investigador y docente en la Facultad de Psicología de la misma universidad. Iniciará en 2014 el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Campinas, Brasil. Miembro del Colectivo Hombres y Masculinidades, Colombia. E-mail: [email protected], [email protected].

3 Esta concepción del poder performativo de las consignas, las prácticas culturales y las imágenes en la gestión de opinión pública se enmarca simultáneamente en los planteamientos de: Butler (2001, 2002), sobre la performatividad; Althusser (2003), sobre la ideología como práctica cultural y; Foucault (2009), sobre los procedimientos de veridicción. Esta es la perspectiva epistémica desde la cual entiendo los efectos performativos y los procedimientos de veridicción.

4 Desde la perspectiva analítica que asumo, las prácticas y técnicas consistentes en convocar, registrar, medir y publicitar la opinión pública no son entendidas como procedimientos científicos para conocer y explicar el comportamiento de la población y su modo de expresión a través de la opinión, como si población y opinión fueran entidades escindidas e independientes de esos procedimientos. Entiendo la tecnología de opinión como una práctica gubernamental, es decir, una técnica de conducción de conductas y, a la vez, un modo de producción de verdad y subjetividad.

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