Crimen y castigo en la mar: el archipirata Contradis y la inquietud marítima del Mediterráneo Occidental a comienzos del s. V

October 27, 2017 | Autor: D. Alvarez Jimenez | Categoría: Patristics, Maritime History, Mediterranean Studies, Late Antiquity, Piracy, Roman Society
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Descripción

XVI. La religión del mar. Dioses y ritos de navegación en el Mediterráneo Antiguo. Eduardo Ferrer Albelda, Mª Cruz Marín Ceballos y Álvaro Pereira Delgado, coords. XV. Grecia ante los imperios. V Reunión de historiadores del mundo griego. Juan Manuel Cortés Copete, Rocío Gordillo Hervás y Elena Muñiz Grijalvo, coords. XIV. Salvación, infierno, olvido. Escatología en el mundo antiguo. Eduardo Ferrer Albelda, Fernando Lozano Gómez y José Mazuelo Pérez, coords. XIII. Piedras con alma. El betilismo en el mundo antiguo y sus manifestaciones en la península ibérica. Irene Seco Serra. XII. Ofrendas, banquetes y libaciones. El ritual funerario en la necrópolis púnica de Cádiz. Ana María Niveau de Villedary y Mariñas. XI. De dioses y bestias. Animales y religión en el mundo antiguo. Eduardo Ferrer Albelda, José Mazuelos Pérez y José Luis Escacena Carrasco, coords. X. Las instituciones en el origen y desarrollo de la Arqueología en España. María Belén Deamos y José Beltrán Fortes, eds. IX. Imagen y culto en la Iberia Prerromana: Los pebeteros en forma de cabeza femenina. Mª Cruz Marín Ceballos y Frédérique Horn, eds. VIII. Testimonios arqueológicos de la antigua Osuna. José Ildefonso Ruiz Cecilia. VII. Entre Dios y los hombres: El sacerdocio en la Antigüedad. José Luis Escacena Carrasco y Eduardo Ferrer Albelda, eds. VI. Arqueología en Laelia (Cerro de la Cabeza, Olivares, Sevilla). Antonio Caballos Rufino, José Luis Escacena Carrasco y Francisca Chaves Tristán. Catálogo completo de nuestras publicaciones en la página web

Esta obra se acerca al análisis de la piratería desde una perspectiva dual, es decir, tanto desde la óptica de quienes sufren el supuesto acto pirático, como de quienes lo protagonizan de forma activa. Lo verdaderamente importante del hecho pirático es la perspectiva, quien define a la piratería y a los piratas, y las intenciones que se esconden tras las medidas políticas, bélicas y propagandísticas de quienes se enfrentan a ellos. Hoy en día, a todos nos resultan familiares los términos “pirata” y “piratería” a partir de los libros, las películas y los medios de comunicación. Las imágenes y conceptos que nos evocan forman parte de la vida contemporánea y la cultura popular, en muchos casos con consideraciones positivas, o cuando menos, con una visión “romántica” de los mismos, pero, como se demuestra en este trabajo, durante la Antigüedad, la aplicación de la etiqueta “piratas” a ciertas comunidades del Mediterráneo constituyó a menudo una deliberada distorsión de la verdadera naturaleza de estos grupos, cuya actividad fue definida no por ellos mismos, sino por quienes la padecieron.

SPAL MONOGRAFÍAS XVII SPAL MONOGRAFÍAS

XVII Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas, Eduardo Ferrer Albelda, Enrique García Vargas (coords.)

XVII. Piratería y seguridad marítima en el Mediterráneo Antiguo. Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas, Eduardo Ferrer Albelda y Enrique García Vargas, coords.

El estudio de la piratería durante la Antigüedad ha sido una cuestión científica que ha pasado determinados períodos a lo largo de la historia de la historiografía y que se encuentra en boga en los últimos años. Este trabajo colectivo supone la primera aportación desde la Academia española, con la colaboración de notables especialistas internacionales, a este tipo de estudios.

Listado de autores Genaro Chic García Philip de Souza

Piratería y seguridad marítima en el Mediterráneo Antiguo

Piero A. Gianfrotta Adolfo J. Domínguez Monedero César Fornis Eduardo Ferrer Albelda Enrique García Riaza Antoni Puig Palerm Isaías Arrayás Morales Feliciana Sala Sellés Sonia Bayo Fuentes Jesús Moratalla Jávega Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas David Álvarez Jiménez Antón Alvar Nuño

Piratería y seguridad marítima en el Mediterráneo Antiguo

Últimos títulos publicados en la Colección SPAL MONOGRAFÍAS

Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas Eduardo Ferrer Albelda Enrique García Vargas (coords.)

PIRATERÍA Y SEGURIDAD MARÍTIMA EN EL MEDITERRÁNEO ANTIGUO

Alfonso ÁlvArez-ossorio rivAs, eduArdo ferrer AlbeldA, enrique GArcíA vArGAs (coords.)

PIRATERÍA Y SEGURIDAD MARÍTIMA EN EL MEDITERRÁNEO ANTIGUO

SPAL MONOGRAFÍAS Nº XVII

UNIVERSIDAD DE SEVILLA. SECRETARIADO DE PUBLICACIONES Sevilla 2013

Colección: Spal Monografías Núm.: XVII

comité editoriAl: Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones) Eduardo Ferrer Albelda (Subdirector) Manuel Espejo y Lerdo de Tejada Juan José Iglesias Rodríguez Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros Isabel López Calderón Juan Montero Delgado Lourdes Munduate Jaca Jaime Navarro Casas Mª del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Adoración Rueda Rueda Rosario Villegas Sánchez

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o trasmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

Motivo de cubierta: Albanta S.L. Interpretación libre de la Crátera de Aristonotos (primera mitad del siglo VII a.C. Palacio de los conservadores de Roma: un navío de guerra ataca a un barco mercante).

© SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2013 c/ Porvenir, 27 - 41013 Sevilla. Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] web: © ALFONSO ÁLVAREZ-OSSORIO RIVAS, EDUARDO FERRER ALBELDA, ENRIQUE GARCÍA VARGAS (coords.) 2013 © DE LOS TEXTOS, LOS AUTORES 2013 Impreso en España-Printed in Spain Impreso en papel ecológico ISBN: 978-84-472-1531-7 Depósito Legal: SE 153-2014 Maquetación e Impresión: Pinelo Talleres Gráficos, Camas-Sevilla.

ÍNDICE

Prólogo Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas .........................................................................

9

Violencia legal y no legal en el marco del estrecho de Gibraltar Genaro Chic García ............................................................................................

15

War, piracy and politics in the Mediterranean 500-30 BC Philip de Souza ...................................................................................................

31

Pirateria e archeologia sottomarina: rinvenimenti, luoghi e circostanze Piero A. Gianfrotta .............................................................................................

51

Piratería en Magna Grecia y Sicilia: mecanismos de prevención y contención Adolfo J. Domínguez Monedero ........................................................................

67

Leisteía institucionalizada en la guerra de Corinto César Fornis........................................................................................................

87

La piratería en los tratados entre Cartago y Roma Eduardo Ferrer Albelda ......................................................................................

95

El tratamiento de los piratas en el ius belli romano-republicano Enrique García Riaza .........................................................................................

127

La piratería en el archipiélago balear en la Antigüedad ¿sólo una causa de la intervención romana del 123 a.C.? Antoni Puig Palerm ............................................................................................

145

Entre Oriente y Occidente. La acción de piratas y corsarios en el marco de las guerras silanas Isaías Arrayás Morales .......................................................................................

167

Dianium, Sertorio y los piratas cilicios. Conquista y romanización de la Contestania ibérica F. Sala Sellés / S. Bayo Fuentes / J. Moratalla Jávega ....................................... 187

Sexto Pompeyo ¿un pirata romano? Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas .........................................................................

211

Crimen y castigo en la mar: el archipirata Contradis y la inquietud marítima del Mediterráneo Occidental a comienzos del siglo V David Álvarez Jiménez ......................................................................................

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Riesgo pirático y amuletos mágicos en el Imperio Romano Antón Alvar Nuño ..............................................................................................

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Crimen y castigo en la mar: el archipirata Contradis y la inquietud marítima del Mediterráneo Occidental a comienzos del siglo V*

David Álvarez Jiménez UCM-UNIR-ASOCIACIÓN BARBARICUM

Resumen: Si bien la historiografía reciente ha desafiado la concepción sobre la desaparición de la piratería en el Imperio Romano, en torno a este tópico el mundo tardoantiguo no ha sido revisitado en profundidad hasta recientemente. A través de estas páginas se ofrecen diversos testimonios sobre la pervivencia del bandidaje marítimo desde finales del siglo IV y sobre todo en las primeras décadas del siglo V antes de que los vándalos ejerciesen su hegemonía en el sector del Mediterráneo Central. La discusión versa sobre todo tipo de testimonios procedentes de fuentes fundamentalmente escritas y en particular en torno a dos episodios protagonizados por el archipirata Contradis y Melania la Joven. Abstract: Although the present historiography has challenged the traditional notion of the piracy’s disappearance under the Roman Empire, concerning this topic the Late Roman world hasn’t been revisited deeply till recently. Several testimonies regarding sea banditry are displayed through the following pages, from the end of the fourth century but fundamentally dated in the first decades of the fifth century, that is, just before the Vandal hegemony on the Central Mediterraneum waters was deeply felt. This research deals primarily with testimonies that come from textual sources and in particular the analysis is focused on two episodes starred by the archpirate Contradis and Melania the Younger.

En las siguientes páginas voy a analizar una serie de evidencias en torno a la piratería de las primeras décadas del s. V, es decir, aquellos actos constatables de bandidaje marítimo localizados en el Mediterráneo Central y previos al dominio naval que los vándalos ejercieron por méritos propios a mediados de la centuria. La evidencia es fragmentaria, pero es necesario estudiarla en profundidad y de forma correlacionada. En la primera *  Este artículo proviene de una investigación mayor que se corresponde con mi tesis doctoral titulada “La Piratería en la Antigüedad Tardía” y dirigida por la Dra. Rosa Sanz Serrano, y cuya publicación está próxima. Mail de contacto: [email protected]

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David Álvarez Jiménez

parte de esta contribución me centraré en el análisis de cierta evidencia generalizadora sobre el devenir de la piratería a fines del s. IV y principios del s. V, amén de un ejemplo concreto de ésta, mientras que en la segunda ya procederé a analizar dos de los principales testimonios de piratería no solo del Bajo Imperio romano, sino de todo el Imperio desde que la política oficial romana determinó la inexistencia de la piratería. Por una parte, los piratas que confrontó Melania la Joven y a continuación los extremadamente interesantes testimonios en torno al archipirata Contradis, el único del mundo tardío del que conocemos su nombre. CONSIDERACIONES GENERALES Y ANTECEDENTES INMEDIATOS DE LA INQUIETUD MARÍTIMA DE LA CUENCA OCCIDENTAL DEL MEDITERRÁNEO Aunque el debate aparentemente está superado y hoy día la mayor parte de la historiografía, o al menos aquélla enfocada al estudio del latrocinium marítimo1, estima que la piratería pervivió durante el Alto Imperio, si bien obviamente redimensionada, todavía se mantiene como tesis válida un resurgimiento dramático de la misma en el Bajo Imperio. De esta manera ciertos autores como A. H. M. Jones han considerado que la navegación a partir de la época de los tetrarcas se vio profundamente afectada, estableciendo una relación entre el decaimiento del comercio y la inseguridad de las vías de comunicación2. Una realidad que vinculan principalmente con el palpable decaimiento del poder naval romano durante el Bajo Imperio en el Mediterráneo. No obstante, no conviene exagerar este hecho ni tampoco adelantarlo a pleno siglo III como pretendieran Christian Courtois o Chester G. Starr3. Si bien esta pretensión es cierta, con sus importantes matizaciones, en el ámbito atlántico, en el Mediterráneo resulta bien difícil de certificar aunque sí que parezca innegable apreciar una decadencia en la armada bajoimperial de acuerdo a lo establecido en la Notitia Dignitatum, el único documento tardío que refleja el estado de las fuerzas militares imperiales, si bien éste es un texto complejo de utilizar, y asimismo también al resto de evidencia textual contemporánea o al propio relato histórico, como lo demuestra la hegemonía marítima vándala de mediados del s. V. De hecho, la Notitia nos ofrece una nueva reorganización naval del Occidente romano que, a mi modo de ver, resulta muy interesante, con el debilitamiento de las grandes flotas pretorias de Miseno y Rávena y la emergencia de nuevas flotillas locales situadas en zonas sensibles en lo que respecta a la tranquilidad marítima. 1. Véase sobre esta discusión Álvarez Jiménez (2010: 37-144). 2. Jones (1964: 825); Rostovtzeff (1971: 451 y 471), en esta última matiza su tesis y señala que el comercio decayó no solo por culpa de la piratería o de las invasiones, sino por la falta de “clientes”. Louis (1965: 298); Heichelheim (1982: 103); Monaco (1996: 247-249); Levy (1967: 89); Remondon (1979: 185); Casson (1994: 315); Southern (2001: 267). Opiniones similares en Salway (1981: 455); Meijer (1986: 231; 2002: 152); Starr (1989: 79); Garnsey & Whittaker (1998: 315). MacMullen (1988: 192) después de criticar las debilidades del ejército bajoimperial señaló que “security suffered not only around the periphery of the empire but in the interior as well, where the poorest, most intractable terrain fell back into the hands of the brigands and pirates”. 3. Courtois (1939); Starr (1993: 198).

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Sin embargo, la evidencia pirática de este período aunque es escasa e irregular, es ciertamente representativa de un trasfondo mucho más amplio. En contraste con el Alto Imperio, en donde pese a la retórica imperial –oficial o de sus voceros afines– que afirmaba la seguridad marítima como un hecho verdadero y que es desmentido una vez que se analiza la evidencia textual, epigráfica o material, una retórica que se mantiene en el Bajo Imperio, la evidencia podría parecer mayor, pero considero que esta mayor preponderancia obedece más a los intereses del momento y del autor que a una realidad palpable, si bien no niego que el fenómeno pudo recrudecerse conforme la vigilancia marítima se debilitaba. De hecho, incluso en el caso de la piratería vándala, la mejor atestiguada y conocida, si bien muchas de las fuentes del período han desaparecido o se encuentran mutiladas, se sufre un importante bloqueo informativo que hace complicado reconstruir sus peripecias navales de una forma coherente. No obstante, pese a todo, disponemos de evidencias, fundamentalmente escritas, tanto literarias como jurídicas –lamentablemente, las materiales, epigráficas o arqueológicas son más complicadas de usar– y que, pese a su naturaleza dispersa, nos ofrecen una perspectiva sobre la seguridad marítima a fines del s. IV y principios del s. V, justo antes del comienzo del conflicto vándalorromano4 y que representa el marco cronológico de este artículo, mientras que, de acuerdo a los objetivos de este estudio, el marco geográfico queda confinado a las aguas occidentales del Mediterráneo. En primer lugar, y sin realizar distinciones entre la cuenca occidental y oriental del Mediterráneo, si bien este artículo tiene como objeto analizar la primera, es necesario referenciar aquellas noticias provenientes esencialmente de los grandes doctores de la iglesia que denunciaron la omnipresente y generalizada amenaza de la piratería, tal y como ya Cipriano atestiguase a mediados del s. III, y que considero esenciales para encuadrar el contexto de este período5. Estos comentarios se sitúan mayoritariamente a finales del s. IV o a comienzos del s. V, antes de que los vándalos hicieran valer un nuevo status quo naval y, por tal situación, son especialmente válidos para conocer cual era el estado de la seguridad marítima de este período. Nuestra principal fuente es Juan Crisóstomo, obispo de Constantinopla, quien señalase en su Homilía al Evangelio de Juan, con evidente afán providencialista, que la malicia estaba presente por todo el orbe incitando al deseo de fama y riqueza, al crimen y al asesinato y, como prueba de estas aspiraciones nefastas, señala directamente a los bandidos que acechan en los caminos y a los piratas que rondan los mares (θάλαττα πειρατὰς)6. En otra obra suya, en su Quod nemo laeditur nisi a se ipso comenta la maldad del mundo, la confusión y la extensión de la violencia a todos los niveles de la sociedad y que se perpetran tanto en la ciudad como en el campo o en el desierto, en el mar (θαλάττῃ) y en tierra (γῇ)7. Es cierto que el tema de la piratería 4. Que, siguiendo a E. F. Gautier, he calificado como Cuarta Guerra Púnica. Álvarez Jiménez (2011; 2012). 5. Cipriano Ad Donatum. 1.2. 6. Juan Crisóstomo Hom. in Joh. 64.4: ἀπὸ τούτου φιλαρχία καὶ ὑπεροψία· ἐντεῦθεν ὁδοὶ λῃστὰς μιαροὺς, καὶ θάλαττα πειρατὰς ἔχει· ἐντεῦθεν οἱ κατὰ τὴν οἰκουμένην φόνοι, ἐντεῦθεν τὸ γένος ἡμῶν διέσπασται. Ὅπερ ἂν ἴδῃς κακὸν, ἀπὸ ταύτης ὂν ὄψει· τοῦτο καὶ εἰς τὰς Ἐκκλησίας εἰσεκώμασε. Juan Crisóstomo es aún más explícito aún sobre la amenaza pirática en Hom. in Ep. Rom. 11.18. 7. Juan Crisóstomo Quod nemo laeditur nisi a se ipso 1: καὶ ταῦτα ἐν πόλεσι καὶ ἐν χώραις καὶ ἐν ἐρημίαις καὶ ἐν γῇ καὶ ἐν θαλάττῃ τολμώμενα. Véase asimismo, Quod nemo laeditur nisi a se ipso 6, en donde destacara, de una forma metafórica, la peligrosidad en la tierra y el mar; Καὶ πρὸς αὐτὰς ἀνέβη λοιπὸν τὰς νεφέλας ἡ πυρὰ

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y el mar en general es uno de los topos favoritos de Juan Crisóstomo, como bien indicase Antonino González Blanco8, pero por su recurrencia ha de entenderse como una referencia a su tiempo como también ocurre en otras amplias, en cuanto a noticias, referencias de autores del Imperio de Occidente como Tiranio Rufino, Paulino de Nola o Ambrosio de Milán o asimismo en la Historia Lausiaca de Paladio. Unas apelaciones que, en mi opinión, de ningún modo han de contemplarse como mera retórica sino como reflejo de la sociedad de su tiempo. Por otra parte, tales referencias sobre el peligro del mar en conexión a la piratería no eran patrimonio absoluto de los autores cristianos y se encuentran en autores poco sospechosos de profesar su fe como Juliano o Claudiano. Aunque sobre Rufino hablaremos más adelante en relación con un testimonio destacado de la Vida de Melania la Joven de Geroncio, el obispo Ambrosio de Milán realizó una aseveración en su De offices Ministrorum especialmente indicativa cuando denuncia en tono apologético la banalidad del comerciante que viaja día y noche, que acumula tesoros y mercancías, que se perturba por los vaivenes de los precios para que un día sea atacado por latrones o, nervioso ante cualquier retraso en sus ganancias, se tope con la desgracia de un naufragio9. Por su parte, unas décadas después Paulino de Nola realizó, tanto en sus epístolas como en sus poemas, veladas menciones al peligro pirático, del que debía ser bien consciente, debido a la cercanía de la ciudad de Nola, situada a poco más de veinte kilómetros de Nápoles, respecto al mar. De este modo, por situar un único ejemplo, ofreció en una epístola una panorámica no muy positiva, en comparación con el valor de la tierra, sobre el comercio marítimo puesto que en el mar conviven el comprador, el vendedor y el pirata10. En una línea muy similar, la Historia Lausiaca de Paladio, escrita hacia el año 419 o 420 nos ofrece una referencia indirecta y generalista sobre el peligro de la piratería. Es la historia de Paesio e Isaias, hijos de un mercader hispano, que no sabían que hacer con la abundante herencia de su padre y dudaban sobre si continuar con sus negocios puesto que entre los peligros que acompañaban a la vida del comerciante se situaban tanto los naufragios como los piratas. Finalmente, abrazaron, como no podía ser de otra manera, la vida monástica11. Obviamente, esta historia es muy sospechosa y habría que ver en ella una reflexión moralizante sobre la condición humana y la ­dedicación al καὶ γῆν καὶ θάλατταν ἡ κάμινος αὕτη κατέλαβε καὶ ὁ μὲν σβεννύων τὴν φλόγα ταύτην οὐδείς·. Véase también Juan Crisóstomo In I Cor. 23.8 y De Virg. 24.2. 8. González Blanco (1980: 153-159). Otras menciones de piratería en general de Juan Crisóstomo son: De Sac. 3.11; Hom. in Is. 4.4; Hom. in Matth. 75.3; Hom. in Ep. I Cor. 23.8; Hom. in Gen. 30.1; De bap. Christi 1 ; De resurr. Mort. 1; De Sancta pent. 1.3; De laud. S. Pauli 4 ; In S. Eustath. Mart. 3 o In S. Iulianum mart. 1 9. Ambrosio Off. ministr. 1.49: Nonne vanum est ut mercator noctibus ac diebus conficiat iter, quo aggregare possit thesauri acervos, merces congreget, conturbetur ad pretium, ne forte minoris vendat quam emerit, aucupetur locorum pretia, et subito aut latrones, in se invidia famosae negotiationis excitet, aut non exspectatis serenioribus flatibus, dum lucrus quaerit, naufragium impatiens morae incidat? 10. Paulino de Nola Ep. 24.20: aut enim mare interjacet, aut praedo intercipit, aut cupidior praevenit, aut praefertur opulentiur. Véase, asimismo, otra referencia de Paulino si bien más genérica en Ep. 34.9. 11. Paladio Hist. Laus. 14: “¿qué estilo de vida abrazaremos, hermano? Si seguimos el comercio que nuestro padre siguió, tendremos que dejar también a otros el fruto de nuestros desvelos y afanes. Además, tal vez sucumbiremos a los peligros de los ladrones o del mar”. Finalmente, como no podia ser de otro modo, emprenden la vida monástica para hacer un buen uso de las riquezas heredadas y “no perder sus almas” / Ἐπὶ ποίαν ἔλθωμεν μέθοδον τοῦ βίου, ἄδελφε; ἐὰν ἔλθωμεν ἐπὶ τὴν ἐμπορίαν ἣν μετῆλθεν ὁ πατὴρ ἡμῶν, καὶ ἡμεῖς ἑτέροις ἔχομεν καταλεῖψαι τοὺς πόνους· ἴσως δὲ καὶ κινδύνοις περιπεσούμεθα λῃστρικοῖς ἢ θαλαττικοῖς. Δεῦρο τοίνυν, ἐπὶ τὸν μονήρη βίον ἔλθωμεν, ἵνα καὶ τὰ τοῦ πατρὸς ἡμῶν κερδήσωμεν, καὶ τὰς ψυχὰς μὴ ἀπολέσωμεν.

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dios cristiano, infinitamente más elevada que la dedicación al comercio, siempre sospechosa en la conciencia romana. No obstante, lo importante es la aseveración sobre la peligrosidad del mar, ligada primordialmente a la piratería, que bien podría relacionarse con la cuenca occidental del Mediterráneo por el origen hispano del padre, si bien no se le puede adscribir a este episodio una localización geográfica precisa en consonancia con las referencias anteriormente expuestas. Las apelaciones a la piratería en las obras de la patrística no son infrecuentes y son utilizados los piratas como elementos más del discurso, a la manera de los textos de los autores paganos, con el fin de desprestigiar a un rival, en este caso eclesiástico o herético, pero por otra parte se constatan asimismo apelaciones a hechos reales, a amenazas tangibles como el bandidaje y la piratería, referencias ambas a menudo fundidas e inindistinguibles entre sí en los escritos de estos autores. De este modo, las menciones de cariz censurador respecto a los males de su tiempo, entre las que se encuentran estas admoniciones universales a la piratería, servían a un evidente propósito providencialista de denuncia sobre la moral y los peligros del período. Las menciones a los protagonistas del latrocinium o de la λῃστεία reflejan, por ejemplo, algunos de los peores excesos morales de su sociedad como la lujuria desordenada12 o la avaricia extrema13, unos excesos a los que ofrecía respuesta la propia iglesia pues14, no en vano, el oponente de Dios, Satanas y los demonios eran incluso conceptualizados como bandido y pirata. Es decir, el pirata y el bandido eran elementos reales que podían metaforizarse como elementos espirituales pero que, aún así, no dejaban de ser representaciones del mundo tangible. Sin embargo, y al igual que estimo para la retórica altoimperial, la apelación a la piratería se puede y debe interpretar como un reflejo ciertamente interesado de la sociedad de su tiempo15. No obstante, como se ha indicado, tales referencias sobre el peligro del mar en conexión a la piratería no eran patrimonio absoluto de los autores cristianos. De este modo, recordemos la siguiente diatriba que el emperador Juliano les dedicaba a los cínicos –que se encuadra dentro del conflicto intelectual que mantenía con éstos– en su séptima oratio: “¿en qué se diferencian éstos, dime, por los dioses, de los que practican el bandidaje en el desierto y de los que ocupan las costas para atacar a los navegantes?”16. De modo similar, 12. Como, por ejemplo, en Lactancio Div. Inst. 6.19.6-10 y en Agustín De catechizandis rudibus 16. 13. Juan Crisóstomo In I Cor. 23.8 o Agustín de civ. Dei 4.4. 14. Por ejemplo, León Magno Ep. 167.2. 15. Álvarez Jiménez (2010: 230-232). 16. Juliano Or. 7.210A: Διαφέρουσι γὰρ οὗτοι τί, πρὸς τῶν θεῶν εἰπέ μοι, τῶν ἐπ’ ἐρημίας λῃστευόντων καὶ κατειληφότων τὰς ἀκτὰς ἐπὶ τῷ λυμαίνεσθαι τοῖς καταπλέουσι. La traducción que ofrezco es de Óscar Patón Cordero, doctor en Filología Griega por la UCM, quien gentilmente me ha ayudado. Utilizo su traducción, porque no me resulta convincente la de José García Blanco editada en Gredos por su acentuado manierismo en esta sentencia. Juliano insiste en el uso de este símil en este mismo parágrafo cuando insiste –aquí si hago uso de la traducción de García Blanco– de esta manera: “Dicen que en que desprecian la muerte [los cínicos], como si esta locura no fuera propia también de los piratas. Pues el que entre vosotros es llamado poeta y mitólogo, según reveló la Pitia a los piratas que la consultaron, ese héroe y demon dice sobre los que ejercen la piratería en el mar: como los piratas que errantes por el mar exponen sus vidas [Homero Od. 3.7374]. ¿Qué otro testimonio buscas de la locura de los piratas? A no ser que alguien diga que esos perros son más valientes que estos perros, y estos perros más impúdicos que aquellos piratas. Pues éstos, inconscientes de su depravada vida, se lanzan a lugares solitarios no tanto por miedo a la muerte como por vergüenza, mientras que los cínicos, errando por los lugares públicos, siembran el desconcierto en las leyes comunes

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el poeta Claudiano en el año 404 hizo una comparativa entre el destino de Alarico y el de los piratas comunes a colación de la derrota de éste en Pollentia, puesto que le consideraba preso del destino17. Para el siglo IV apenas contamos con información sobre la piratería en la cuenca mediterránea occidental, salvo escasas referencias y solo voy a citar una por su cercanía al s. V. Ésta aparece en una epístola escrita hacia el año 396 por el célebre senador Quinto Aurelio Símaco en donde nos ofrece una muy interesante información referente a un ataque sufrido por un amigo suyo llamado Censorino, que también era miembro del orden senatorial y al que se ha identificado con Celio Censorino, un antiguo gobernador de Numidia18. En esta carta intenta consolarle de su reciente encontronazo con unos piratas. Aunque no aparezca la localización de este asalto hunc vero piraticae depraedationis ictum19, debería considerarse el sur de Italia, en los alrededores de la ciudad costera y famoso lugar de retiro en la antigüedad de Baiae (la moderna Baia, en Campania), pues allí Censorino tenía propiedades20. Sin duda, la tradición de piratería en la zona era bien conocida en el tiempo como quedaría probada con la permanencia de una statio de la classis Misenensis en la cercana Puteoli durante el Alto Imperio. Al parecer, las pérdidas de Censorino tuvieron que ser cuantiosas, si hacemos caso a las siguientes palabras de Símaco en las que se congratula de que solo hubiese implicado un quebranto económico, pues indicó que “al recorrer en mi lectura la enumeración de tus pérdidas, el desagrado al introducir una conducta ciudadana no mejor ni más pura, sino peor y más repugnante”; Καταφρονοῦντες θανάτου, φασίν· ὥσπερ οὐκ ἐκείνοις συνομαρτούσης ταυτησὶ τῆς ἀπονοίας. Φησὶ γοῦν ὁ καθ’ ὑμᾶς μὲν Ποιητὴς καὶ Μυθολόγος, ὡς δὲ ὁ Πύθιος λῃσταῖς χρωμένοις ἀνεῖλεν, ἥρως καὶ δαίμων, ὑπὲρ τῶν ληιζομένων τὴν θάλατταν »Οἷά τε ληιστῆρες, ὑπεὶρ ἅλα τοί τ’ ἀλόωνται Ψυχὰς παρθέμενοι». Τί οὖν ἔτι ἕτερον ζητεῖς ὑπὲρ τῆς ἀπονοίας τῶν λῃστῶν μάρτυρα; Πλὴν εἰ μὴ καὶ ἀνδρειοτέρους ἂν εἴποι τις τῶν τοιούτων κυνῶν ἐκείνους τοὺς λῃστάς, ἰταμωτέρους δὲ τῶν λῃστῶν ἐκείνων τοὺς κύνας τουτουσί. Οἱ μὲν γὰρ συνειδότες αὐτοῖς οὕτω μοχθηρὸν τὸν βίον οὐ μᾶλλον διὰ τὸ τοῦ θανάτου δέος ἢ τὴν αἰσχύνην τὰς ἐρημίας προβάλλονται, οἱ δ’ ἀναπατοῦσιν ἐν τῷ μέσῳ τὰ κοινὰ νόμιμα συγχέοντες, οὐχὶ τῷ κρείττονα καὶ καθαρωτέραν, ἀλλὰ τῷ χείρονα καὶ βδελυρωτέραν ἐπεισάγειν πολιτείαν. [Αἰδημονέστεροι νῦν οἱ πολλοὶ τούτων γεγόνασιν ἱκανῶς, ἴσως τινὲς αὐτῶν ἰταμευσάμενοι τὰ πρῶτα.]. 17. Claudiano de VI Cons. Hon. 132-140: “como una nave de piratas que, funesta por todo el mar, cargada con los despojos de sus crímenes y después de haber saqueado durante largo tiempo numerosos navíos, fue a dar con una poderosa trireme de Guerra mientras intenta conseguir una presa según su costumbre. Desprovista de sus remeros abatidos, debilitada por las rasgaduras de las alas de sus velas, privada de su timón, maltrecha por habérsele quebrado sus vergas, juguete del piélago la zarandean el viento y las olas hasta pagar al fin el castigo en el mar que ella había asolado” / qualis piratica puppis, quae cunctis infensa fretis scelerumque referta divitiis multasque diu populata carinas incidit in magnam bellatricemque triremim, dum praedam de more putat; viduataque caesis remigibus, scissis velorum debilis alis, orba gubernaelis, antennis saucia fractis ludibrium pelagi vento iactatur et unda, vastato tandem poenas luitura profundo. John C. Rolfe, el editor y traductor de los poemas de Claudiano en la Loeb Classical Library, consideró acertadamente este pasaje como un ejemplo más de como Claudiano utilizaba motivos relacionados con el mundo real –y no solo míticos– en sus panegíricos. Rolfe (1919: 146-147). Una opinión compartida más tarde por Christie (2006: 315). Este último texto no es solo interesante por su aportación relativa a la ubicuidad de la piratería en todos los mares imperiales, sino también porque aporta la única evidencia imperial que incide en el procedimiento habitual utilizado por la armada imperial romana en el combate contra ésta. 18. Así es considerado en PLRE I p. 169. 19. Símaco Ep. 8.27.1. 20. Cercanas a las que el mismo Símaco tenía: Símaco Ep. 6.9.11. Sobre Baiae, Símaco y las posibilidades que ofrecía a los diversos honestiores que disfrutaban de las cualidades de la zona, véase Salzman 2004: 86-92.

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ha sucedido al placer”21. Por otra parte, Censorino no fue el único que sufrió el ataque pirático puesto que, como indica Símaco “los reveses que has soportado junto con un gran número de gentes encuentran algún alivio en la compañia”22. Resulta aleccionador sobre la cotidianidad de la piratería en aquel tiempo el siguiente y muy estoico consejo de Símaco a su amigo: “tu espíritu debe armarse con el valor y la razón contra estos azares, también debes adquirir esperanza en una situación mejor. A menudo ha vuelto a la estabilidad lo que vacilaba; para los hombres nada es eterno; frecuentes alternativas hacen girar las situaciones de los mortales y la vida es una huida de todo”23. Esta fortuita nos retrotrae a ciertos fragmentos jurídicos recogidos en el Digesto en donde la piratería era vista como una contingencia más de la vida de la mar24, una tesis que aparece reforzada por unas palabras del filósofo contemporáneo Temistio en una de sus oraciones privadas titulada “El Sofista”. En este texto, Temistio asume para sus propósitos retóricos la identificación con un mercader e indica que asumiría que los vientos no siempre son adecuados, que no siempre se gana dinero con el cargamento que se transporta y que habría que vérselas con tormentas, con rocas ocultas, con la necesidad de tener que tirar el cargamento para no ir a pique y, en lo que nos interesa, de vez en cuando lidiar con alguna banda de piratas (πειρατικὴν) que califica como “otro tipo de tormenta y más severa que las aguas embravecidas” (χειμῶνα ἕτερον τοῦτον τοῦ κλύδωνος χαλεπώτερον)25. De manera que, de nuevo y en una fuente contemporánea, se identifica aquí al pirata como un hecho circunstancial, uno más entre los posibles peligros que afrontaba el hombre de mar como el mal tiempo, como la tormenta. En definitiva, una fortuita como fue calificada por Símaco. LA PIRATERÍA PREVÁNDALA DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL Una vez que se han ofrecido diversos testimonios generalizadores en torno a la existencia de la piratería en el tránsito de los siglos IV al V, voy a analizar a continuación los dos episodios de piratería más impactantes de este espacio y tiempo. Aunque podría mencionar más ejemplos del mundo occidental, como aquéllos que se derivan de las epístolas de Paulino de Nola, de los mangones de San Agustín o del cercano Mar Adriático, o incluso un mayor análisis del dispositivo naval del Mediterráneo tardío de acuerdo a 21. Símaco Ep. 8.27.1: sed cum percurrerem lectione enumerationem dispendiorum tuorum, voluptati successit offensio. No obstante, estas pérdidas no debían suponerle ningún daño irreversible como se deduce de 8.27.2: paucis ista perstrinxerim, cum tibi pro eruditione plura succurant. 22. Símaco Ep. 8.27.1: et illa quidam adversa, quae cum plurimis pertulisti, more humani ingenii habent aliquod de societate solacium. Al parecer, la máxima de “consuelo de muchos, mal de tontos” no iba con Símaco. 23. Símaco Ep. 8.27.2: contra hace fortuita virtute atque ratione animus armandus est, spes quoque adsumenda est meliorum. saepe titubantia in solidum reverterunt; nihil hominibus aeternum est: volvunt mortalia vices crebrae, et in omnium rerum fuga vivitur. 24. Álvarez Jiménez (2010: 138-141). 25. Temistio Orat. 23.286a: οὐ γὰρ εἰ ἐμπορίας μετεποιούμην, ἵλεων ἀεὶ τὴν θάλατταν λογίζεσθαι ἐχρῆν καὶ τὰ πνεύματα ἐξ οὐρίας καὶ τὸ χρυσίον ἀεὶ προσαυξόμενον ἐκ τοῦ φορτίου, ἀλλὰ καὶ χειμῶνας καὶ προβόλους καὶ ἐκβολήν, ἔστι δὲ ὅτε καὶ πειρατικὴν ὁμιλίαν, χειμῶνα ἕτερον τοῦτον τοῦ κλύδωνος χαλεπώτερον. Estas palabras se enmarcan en su defensa contra aquellos que le acusaban de sofista y no de verdadero filósofo. Sobre esta controversia, véase Vanderspoel (1995: 235-239).

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la Notitia, unos temas que analizaré en ulteriores publicaciones, me voy a centrar únicamente en los casos de los piratas de Melania la Joven y del archipirata Contradis. En primer lugar, en la Vida de Melania la Joven se nos informa de un suceso de piratería en el Mediterráneo central que bien podría considerarse característico de estos tiempos. Según nos cuenta el relato, Melania la Joven, después de dejar Roma y prestarle visita a Paulino de Nola, decidió embarcar hacia África con la intención de seguir con la liquidación de sus propiedades en su afán por perseguir una vida pía acorde a sus exacerbados sentimientos cristianos. Sin embargo, este viaje en el que estaba acompañada por su marido Pipiano y un enorme séquito de incondicionales, fue momentáneamente truncado por una tempestad que les obligó a arribar a una isla cercana a Sicilia. Allí, Melania se topó con una isla cautiva por una factio de piratas que son denominados reiteradamente bárbaros. Éstos capturaron a los notables de la isla junto a niños y mujeres y pedían a cambio de su liberación y la no destrucción de la ciudad, una enorme cantidad de oro. Estas gentes habían conseguido buena parte del rescate salvo 2500 monedas de oro que les fueron donadas por Melania y, de este modo, consiguieron recobrar su libertad tanto los habitantes de la isla como una dama distinguida, a cambio de otras 500 monedas adicionales y que presumiblemente había sido capturada en otro ataque. Asimismo, Melania les otorgó adicionalmente a estas víctimas otras 500 monedas para evitar su caída en la miseria26. Hay varios aspectos realmente interesantes en este relato, aunque primero vamos a encuadrar este suceso en sus coordenadas geográficas y cronológicas. Por una parte, esta isla, desde el primigenio primer estudio del Cardenal Rampolla, fue identificada como una de las islas Eolias, con Lípari en concreto, que se sitúan a muy escasa distancia de la costa septentrional de Sicilia27. Por otra parte, el viaje se debe situar justo inmediatamente antes del saqueo godo de Roma del año 41028. Lo primero que debemos destacar es que ningún autor ha negado la veracidad de este relato, o al menos se ha preocupado por desmentirlo, si tenemos en cuenta la casi unánime postura a favor de la identificación del anónimo autor con Geroncio. Ciertamente, no creo que debamos albergar dudas sobre la factualidad del evento pese a que hoy día no se admita la tesis del Cardenal Rampolla que defendía la presencia de Geroncio, siendo 26. Geroncio Vit. Mel. 19: “une île que les barbares avaient investie, après avoir enlevé les principaux personnages de la ville avec femmes et enfants ; les barbares avaient investie, après avoir enlevé les principaux personnages de la ville avec femmes et enfants ; les barbares leur demandent une grosse somme d’or : s’ils la donnaient, ils seraint délivrés ; sinon eux-mêmes seraient massacrés, et la ville incendiée. Une fois que les saints eurent débarqué, l’évêque l’apprend, et, avec d’autres, vient à leur rencontre, tombant à genoux, en disant : «Tout l’or que nous demandent les barbares, nous l’avons, sauf deux mille cinque cents pièces». Eux avec empressement les leur fournirent et libérènt du joug des barbares tous ceux de la ville. Leur ayant donné encore cinq cent autres pièces, et du pain et des provisions qu’ils avaient apportés, ils sauvérent les malhereux aussi bien de la famine que de l’angoisse. Non contents de cela, pour une femme distinguée de chez eux tombée aux mains des barbares, ils fournirent cinq cents pièces d’or et la rachetérent”, en Gorce (1962: 169). 27. Debido a que, dejando aparte las grandes islas del Mediterráneo occidental, en el camino de Melania solo había una isla con una sede episcopal y ésta era Lipari. Rampolla del Tindaro (1908: 95). Asumido también por Gorce (1962: 169); Clark (1984); Blázquez Martínez (1998b: 341). Casualmente, tenemos otra noticia relacionada con la piratería y la isla de Lipari, si bien de época republicana. Lipari al igual que Malta mantenía pactos de hospitalidad –léase “protección”– con grupos de piratas a cambio de que no atacasen ni a la isla ni a sus habitantes: Busuttil (1971: 308-310). 28. PLRE 1, p. 593; Murphy (1956: 90). Casualmente, en Lípari sería exiliado Atalo, el emperador títere de los visigodos en el año 417, Próspero Chron. 1263.

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apenas un adolescente, en el séquito que acompañaba a Melania durante su estancia en Roma, el viaje a África y el posterior a Jerusalén29. No obstante, esta refutación no evita que pensemos que Geroncio conociera de primera persona el relato de tales hechos puesto que durante muchos años se mantuvo fiel a Melania en Jerusalén y dirigió durante bastantes más años el monasterio que ésta fundó en el Monte de los Olivos. Es decir, si aceptamos la autoría de Geroncio deberíamos aceptar sus palabras en relación a este suceso al igual que se admiten la mayor parte de los datos proporcionados en la biografía. Ciertamente, la inclusión de este capítulo al igual que todos los demás que conformaban la Vida de Melania la Joven no era gratuita y Denys Gorce tiene razón al señalar que tanto éste como muchos otros mostraban “l’evocation d’une activité bienfassante, animée d’une telle charité et servie par de tels moyens qu’elle revêt l’ampleur pour le monde d’alors d’une véritable assistance publique”30. Desde luego, la intención era resaltar el comportamiento piadoso y humanitario de la aristócrata en un momento de extrema necesidad para los pobladores de Lípari. No podemos olvidar que la suma a pagar por los isleños era astronómica31, si bien no conocemos la totalidad de la cantidad a pagar, aunque para una persona del nivel económico de Melania no supusiera quebranto alguno, puesto que no repercutió en absoluto en su febril actividad constructora de monasterios32. Hay ciertos aspectos que llaman –y mucho– la atención de este fragmento. Por una parte, aunque no ofrece detalles sobre la negociación entre Melania y los piratas, sin duda ésta se produjo en atención a una circunstancia particular: el importante despliegue de seguridad que acompañó a la peregrina y que debía conformar parte de su séquito. Probablemente le acompañaron saltuarii de sus propiedades para protegerla a ella, a su familia, al resto del séquito y al asombroso caudal de bienes que debían acompañarle en su obra pía a lo largo del Mediterráneo de peligros asemejables al de estos piratas. Precisamente, la confluencia de la presencia de este dispositivo armado y la inmensa riqueza que atesoraba Melania debió impulsarle a buscar una solución pacífica que acompañase su apologética missio. Por otra parte la identidad de los protagonistas suscita muchas dudas. Estos piratas son denominados bárbaros, pero ¿ésta era su identidad? Tengo mis severas dudas. En aquel momento los vándalos aún no habían llegado al mar y, por otra parte, no tenemos constancia alguna de que hubiera piratería germánica venida desde el Atlántico o de los mauri desde el norte de África. Y aunque Vitantonio Sirago y Serge Lancel apuntaran a los godos como los piratas de Lipari33, esta identificación me parece dudosa y levanta más interrogantes que certezas. Hacía largo tiempo, desde el siglo III, que los godos habían dejado de lado la piratería y cualquier contacto con el mar34 y dudo mucho que hubieran tenido el tiempo suficiente para aprender las artes de la navegación con la conveniente 29. El primero en hacerlo fue Adhemar d’Ales, en un artículo que no he podido consultar (D’ALES, A. (1906) “Les Deux Vies de Sainte Melanie la Jeune”, Analecta Bollandiana 25: 401-450; esta afirmación en las pp. 407-408). Una tesis seguida por Gorce (1960: 61) y Clarke (1984: 13-16). Por su parte, Cooper (2005: 13-14), afirma que la autoría de la Vida de Melania la Joven debería dejarse en el aire y, siguiendo a Gorce, niega que Geroncio escoltase a Melania en estos viajes. 30. Gorce (1960: 66-67). Véase la apologética interpretación de Rampolla del Tindaro (1908: 96-97). 31. Por ejemplo, si atendemos al salario anual de los soldados según el derecho romano: 25 sólidos a fines del siglo IV, CTh 7.7.13 y 30 solidos poco después, Nov. Val. 6.3. 32. Véase Blázquez Martínez (1998ª). 33. Sirago (1988: 439); Lancel (2002: 312). 34.  Álvarez Jiménez (2013)

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pericia como para dedicarse a la piratería en las difíciles aguas del Mediterráneo central. No en vano, poco después Alarico intentó cruzar con su pueblo la franja marítima que separa Italia del norte de África y el resultado no pudo ser más negativo precisamente por su inexperiencia naval35. Asimismo, su objetivo, tal y como aparece en las fuentes, era trasladarse a África de acuerdo a unas motivaciones en cierto punto muy similares a las de los posteriores vándalos y, por ello, porque quería trasladar a un pueblo por completo, dudo mucho que tuviera algún interés en realizar acciones de piratería aisladas como éstas. Por otra parte, tampoco creo que Alarico hubiera querido dividir sus fuerzas o tuviera interés en buscar más botín en las islas del Mediterráneo, especialmente en islas tan pequeñas e insignificantes como las que conformaban el archipiélago Eolio, puesto que ya tenía bastante con preocuparse con sus andanzas en Italia y los beneficios que de allí pudiera obtener. Aún más, si estos piratas hubieran sido godos, con toda probabilidad Geroncio hubiera dejado por escrito que la mano de Alarico estaba detrás de esta rapiña y más cuando apenas unas líneas atrás, consignaba que éste y sus visigodos habían saqueado las propiedades que acababan de vender en la Campania y glorificaba la buena fortuna y decisión de Melania36. Hubiera resultado extraño que alabase primero su inteligencia a la hora de vender sus tierras antes de que la tormenta bárbara las alcanzase y luego asumiese con sentimiento cristiano la pérdida de parte de ese beneficio con la entrega del rescate a unos piratas godos. Los únicos bárbaros susceptibles de identificarse, por su cercanía, con estos piratas podrían ser los sármatas asentados como laeti en Italia por iniciativa de Constantino37. La Notitia Dignitatum nos ofrece un completo listado de sármatas asentados en dos focos principales, el norte de Italia y el sur. En el sur nos aparece un Praefectus Sarmatarum gentilium per Brittios et Lucaniam y un Praefectus Sarmatarum gentilium Apuliae et Calabriae38, es decir, los mandos de los sármatas más proclives a ser responsabilizados de estos actos. De acuerdo a un trasfondo pirático permanente podría explicarse este asentamiento tan anómalo –por su disposición geográfica en el interior del Mediterráneo lejos de cualquier amenaza conocida en la misma Italia y situados en las zonas costeras– como una medida defensiva contra la piratería rampante, amén de la lucha contra el bandidaje endémico de la zona39. Esa sería una más de las explicaciones y absolutamente complementaria con la más frecuente que les ha considerado como un asentamiento de granjeros laeti que ocuparían los agri deserti del sur de Italia con la obligación de aportar reclutas 35. Jordanes Get. 157. Obviamente, el paso a África dependía de la ayuda marítima de los provinciales italorromanos. 36. Geroncio Vit. Mel. 19, en Gorce (1962: 165-166). 37. A partir de Anon. Val. 32 y Origo Constantini imperatoris 2.3 y 8.30. 38. ND Occ. 42. Asimismo también aparecen laeti sármatas en la Galia en el mismo apartado y en ND Occ. 40 en Britania, aunque la naturaleza y cronología de estos últimos sea totalmente distinta. Sobre estos últimos véase Richmond (1945); Christie (2006: 304-305). 39. Grelle & Volpe (1994: 26-27 y 80), citan como causas de este asentamiento tanto el redoblamiento de unas tierras marginales abandonadas como el combate contra el bandidaje ligado al pastoreo transhumante. ­Asimismo, hipotetizan con el mantenimiento asimismo de un numerus Cimbriorum por la aparición en la cercana Lucera de dos inscripciones que atestiguan su presencia (AE 1969-1970, 159 y AE 1983, 246). Véase también Volpe (1997: 253). Lo curioso es que Francesco M. de Robertis en su importante artículo sobre el bandidaje terrestre endémico del meridión italiano, no solo no vincule a los sarmatae gentiles con la lucha contra este bandidaje, sino que ni siquiera mencione a los laeti: de Robertis (1978). Otro interesante estudio sobre el bandidaje en el sur de Italia, si bien únicamente para el siglo III, es Riess (2007).

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al ejército40. El otro grupo de bárbaros susceptible de ser considerado es el de los alamanes, del que sabemos que a fines del siglo IV estaban asimismo presentes en Italia como laeti. No obstante, su zona de asentamiento era el valle del Po, lejano a las costas del sur de Italia y por ello descarto que tuvieran la posibilidad de aprender los rudimentos de la navegación41. Curiosamente, el mismo rescripto imperial del año 400 que menciona a los laeti sármatas y alamanes nos indica que algunos de ellos habían desertado y erraban vagabundos con el fin de evitar el reclutamiento en el ejército42. Este rescripto no nos indica nada sobre las actividades de estos vagabundos, pero la vinculación entre deserción y depredación estaba bien fundamentada en el mundo antiguo y como gentes huidas de sus obligaciones, pocas posibilidades de mantenimiento tenían a la vista más que el latrocinio o la huida permanente. Y los sármatas del sur de Italia bien podían acceder a la costa por su cercanía y no nos faltan ejemplos de bárbaros que así lo hicieran. Baste recordar la denuncia del obispo Alipio en Oriente43 sobre el aprendizaje de la navegación por parte de ciertos bárbaros a manos de provinciales romanos o el posterior aprendizaje de las artes de la mar por parte de los vándalos en Hispania. No obstante, aunque no pudiera descartarse al cien por cien que fueran elementos exógenos al mundo romano, sean incursores bárbaros o laeti, considero que es muy factible considerar a los piratas de la Vida de Melania como meros piratas “criminales” romanos, es decir, la piratería endógena o desarrollada en el interior del Imperio, de acuerdo al modus operandi tradicional que emplearon en sus actos. La explicación a esta categorización como bárbaros quizás se encuentre en la misma consideración que recibieron los bagaudas44. Salviano nos ofrece un buen ejemplo en su análisis sobre estos campesinos levantiscos, cuando describe de una forma vehemente que tras ser agredidos brutalmente por los magistrados romanos, habían perdido sus derechos romanos y sacrificado el honor del nombre romano (postquam jus Romanae libertatis amiserant, etiam honorem Romani nominis perdiderunt), puesto que las autoridades habían trastocado sus infortunios en crímenes que aparecen delimitados por un nombre otorgado desde el mundo romano para desprestigiarles y que les hace rememorar sus pérdidas (Et imputatur his infelicitas sua, imputamus his nomen calamitatis suae, imputamus nomen quod ipsi fecimus). De tal manera, empezaron a actuar realmente como bárbaros a consecuencia de la incapacidad obligada de seguir siendo romanos (necati inciperent esse quasi barbari, quia non permittebantur esse Romani)45. 40. Son mencionados los laeti, en general, en CTh 7.20.10 y 13.11.10, en concreto los sármatas en 7.20.12 del año 400, junto con los alamanes que mencionaremos más adelantes. Jones (1964: 620 y 1256-1257 con n. 26); Elton (1997: 131); Volpe (1997: 251-253). 41. Estos laeti alamanes aparecen en CTh 7.20.12 del año 400. Jones (1964: 1256-1257 con n. 26); Drinkwater (2007: 162 y 166-168). 42. CTh 7.20.12 del 400: Quisquis igitur laetus Alamannus Sarmata vagus vel filius veterani aut cuiuslibet corporis dilectui obnoxius et florentissimis legionibus inserendus testimoniales ex protectoribus vel cuiuslibet dignitatis obtinuit vel eas, quae nonnumquam comitum auctoritate praestantur, ne delitescat, tirociniis castrensibus imbuatur. 43. CTh 9.40.24 = CJ 9.47.25. 44. Sobre los bagaudas en época de Salviano, véanse preferentemente las distintas contribuciones realizadas por Bravo (1983; 1984; 1988). 45. Salviano 5.6: De Bacaudis nunc mihi sermo est, qui per malos judices et cruentos spoliati, afflicti, necati, postquam jus Romanae libertatis amiserant, etiam honorem Romani nominis perdiderunt. Et imputatur his infelicitas sua, imputamus his nomen calamitatis suae, imputamus nomen quod ipsi fecimus. Et vocamus

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Aquí Salviano utiliza un lenguaje de conmiseración que se asemeja en buena medida al que utiliza al hablar de los bárbaros en oposición a su objetivo principal de crítica: las clases ricas de la sociedad romana contemporáneas, la jerarquía imperial y las profundas injusticias de su tiempo. No obstante, a diferencia de lo que escribió sobre los bárbaros, la piedad que muestra hacia los bagaudas parece más sincera y franca puesto que, a fin de cuentas, éstos eran provinciales aunque sus desgracias, provocadas según él por la avaricia de los poderosos, les habían conducido al barbarismo. Una condición que habría de considerarse como el abandono de las leyes romanas. Otro tanto ocurriría con estos piratas “bárbaros”. Sin la conmiseración que merecían los bagaudas, su recurso a la criminalidad, que obviamente conllevaba no solo apartarse sino enfrentarse a las leyes romanas, un rasgo definitorio de los latrones antiguos, y que les hacía merecedor del apelativo de bárbaros y más aún si tenemos en cuenta que sus actividades se inscribían en un período de tan gran dificultad como era el del paso de los visigodos de Alarico por Italia. Pero aún contamos con otro ejemplo bien claro de esta asunción entre barbarie y bandidaje, o más bien del crimen como barbarie, en la figura de los Boukoloi del Delta del Nilo o de los cilicios/isaurios de Asia Menor46. Estos, nominalmente ciudadanos del imperio, recurrían tanto al latrocinio terrestre como naval y eran considerados como bárbaros por ello y, por tanto, deberíamos asumir la vinculación entre crimen y barbarie como modos de vida próximos entre sí y contrarios al orden establecido –de acuerdo a las categorías oficiales romanas y que, en palabras de Ramsay MacMullen y Brent. D. Shaw, podrían calificarse como un-Roman o un-person47. No obstante, tenemos que recalcar que estas poblaciones siempre se habían mostrado refractarias al dominio romano y si lo comparamos con las palabras de Geroncio, comprobamos como los piratas que afrontó Melania suponían una escalada en la amenaza y la negritud de su tiempo. Estos piratas no moraban en lugares recónditos y temidos por el viajero, sino que actuaban en el corazón del Mare Nostrum, en las inmediatas proximidades de la península Itálica y en la médula del Imperio. Estos así llamados “bárbaros” acechaban los corredores de la ruta comercial más importante de la rebelles, vocamus perditos, quos esse compulimos criminosos. Quibus enim aliis rebus Bacaudae facti sunt, nisi iniquitatibus nostris, nisi improbitatibus judicum, nisi eorum proscriptionibus et rapinis, qui exactionis publicae nomen in quaestus proprii emolumenta verterunt, et indictiones tributarias praedas suas esse fecerunt, qui in similitudinem immanium bestiarum non rexerunt traditos sibi, sed devorarunt, nec spoliis tantum hominum, ut plerique latrones solent, sed laceratione etiam et, ut ita dicam, sanguine pascebantur? Ac sic actum est ut latrociniis judicum strangulati homines et necati inciperent esse quasi barbari, quia non permittebantur esse Romani: acquieverunt enim esse quod non erant, quia non permitebantur esse quod fuerant coactioque sunt vitam saltem defendere, quia se jam libertatem videbant penitus perdidisse. Aut quid aliud etiam nunc agitur quam tunc actum est, id est, ut qui adhuc Bacaudae non sunt, esse cogantur? Quantum enim ad vim atque injurias pertinet, compelluntur ut velint esse, sed imbecillitate impediuntur ut non sint. Sic sunt ergo quasi captivi jugo hostium pressi. Tolerant supplicium necessitate, non voto. Animo desiderant libertatem, sed summam sustinent servitutem. Los denomina bárbaros también en 5.5. 46. Ciertamente, según SHA Tyr. 26.5-6 no solo cita que bajo Galieno se les rodeara de un limes, sino que también se les consideraba bárbaros debido a la rebelión de Trebeliano, pues denique post Trebellianum pro barbaris habentur. Por citar un ejemplo de tal redenominación, veánse las siguientes palabras del Conde Marcelino del año 441: Persae, Saraceni, Tzanni, Isauri, Hunni finibus suis egressi Romanorum sola uastarunt, es decir, se les ponía en el s. V en la misma categoría que a los persas o a los hunos. Shaw (1984: 42), en relación a los boukoloi, y Shaw (1990: 233 y n. 103), en relación a los cilicios/isaurios. Las páginas que le dedica Catherine Wolff en su monografía sobre el bandidaje oriental al retrato físico y moral del bandido, que en buena medida se correspondía con la viva imagen del bárbaro: Wolff (2003: 25-30). 47. MacMullen (1966: vi); Shaw (1984: 21-24).

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cuenca occidental, la que conducía desde la fértil África a la Roma eterna. Precisamente, por este hecho, no deberíamos dudar de la pervivencia de la piratería en estos corredores marítimos durante toda la historia imperial pero en este instante, cuando el poderío naval antaño poderoso de la classis Misenensis parecía evaporado, su presencia debía hacerse más ominosa y más propensa a hazañas como ésta, la captura de una isla entera y la consecución de un botín inmenso. De hecho, tenemos otro texto que complementa al de Geroncio pues indefectiblemente trata la misma realidad y los mismos hechos. Es de Rufino de Aquileia y declama que cómo es posible que un hombre pueda dedicarse a la escritura cuando está desprotegido ante las armas del enemigo, cuando contempla la devastaciones de los campos y ciudades por parte de éste, cuando tiene que huir de los peligros del mar y ni siquiera alberga seguridad en el exilio48. Este texto, el prefacio a la traducción latina de la obra de Orígenes Homiliae in Numeros/ Adnotaciones in Numeros, fue escrito hacia el 410 en Sicilia y quizás fuera lo último que escribiera antes de morir. Parece una alegoría retórica sobre el peligro que acechaba la época en la que vivía, pero aún si lo fuera no dejaría de tener valor como testimonio de la piratería rampante de la época, pero éste no es el caso. Rufino pertenecía al séquito que acompañó a Melania y a Pipiano desde Roma y, por tanto, estuvo embarcado en el navío que abandonó la costa italiana y que llegó a Lípari49. Aquí Rufino cita dos tipos de devastaciones bien conocidas por él, la de Alarico en tierra y la de los piratas en la mar. Así pues, la afirmación de Rufino no puede considerarse únicamente como una percepción negativa general de su tiempo, de los peligros que acuciaban tanto en la tierra como en la mar, que, por otra parte, también puede y debe contemplarse, sino como un testimonio también particular de un episodio que el propio Rufino vivió en primera persona50. No obstante, y pese a lo interesantes y representativos que son los testimonios anteriores, es en la década del 430 en donde encontramos las evidencias de piratería más impactantes. Comencemos por Próspero de Aquitania. En su crónica aparecen dos testimonios piráticos de dos años consecutivos. Así, para el 437 señala que unos desertores ­federados bárbaros ejercieron la piratería51 y en su entrada del año 438 indica que unos piratas saquearon muchas islas y devastaron Sicilia52: Eodem anno piraticam barbarorum foederatorum desertores exercuerunt / “en el mismo año bárbaros desertores de los federados se dedicaron a la piratería” (Próspero de Aquitania Chron. 1330).

48. Rufino de Aquileya Praef. ad lib. Orig. in Num. 1.9-13: in conspectu etenim ut videbas etiam ipse nostro Barbarus, qui Regini oppidi miscebat incendia, angustissimo a nobis freto, quando Italia solum Siculo dirimit, arcebatur. (CCL 20, 285). La obra de Orígenes en griego se titulaba Ωριγενουσ εκλογαι Εισ τουσ αριθμουσ. 49. Murphy (1956: 90); Mratschek-Halfmann (2001: 547). Lancel (2002: 312) es la única excepción. Según este autor francés, Rufino sí que había formado parte del séquito de Melania desde su partida de Roma pero considera que murió antes del encuentro con los piratas de Lípari. Este razonamiento no tiene lógica, puesto que el encuentro con estos piratas bárbaros tuvo lugar en el trayecto que les llevaba desde tierra firme a Sicilia, donde murió el santo y no al contrario. 50. Como lo vinculó acertadamente Clark (1984). 51. Próspero de Aquitania Chron. 1330: eodem anno piraticam barbarorum foederatorum desertores exercuerunt. 52. Próspero de Aquitania Chron. 1332: hoc quoque anno iidem piratae multas insulas, sed praecipue Siciliam vastavere.

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Hoc quoque anno iidem piratae multas insulas, sed praecipue Siciliam vastavere / “en este año también los mismos bárbaros saquearon muchas islas, especialmente Sicilia” (Próspero de Aquitania Chron. 1332).

Aunque no se especifique, creo más que razonable suponer que ambos episodios están relacionados y hacen referencia a un mismo marco geográfico, al litoral itálico y a las grandes islas del Mediterráneo occidental, no solo Sicilia sino también Córcega y Cerdeña53. Incluyo Italia y estas islas entre los territorios afectados por estos piratas, aparte de por su inmediata proximidad geográfica, porque correlaciono con estas actividades una remisión de impuestos ordenada por Valentiniano III en el mismo año 438 para estos territorios –y también para África–54. Aunque en este rescripto no se alude directamente a las acciones de estos piratas considero que hay buenas razones para suponer que la violencia está en la base de esa remisión. Teniendo en cuenta la coyuntura histórica, estimo que éste es el modo más adecuado de explicar la reducción de la tasación en unos territorios que no habían sido dañados por ninguna amenaza externa conocida salvo el caso de África, cuyo estado y necesidad de esta remisión quizás se pueda explicar a consecuencia de la estancia vándala en el norte de África –en aquel momento consentida–. Asimismo, se ha de destacar que en el segundo parágrafo de este título, De indulgentiis reliquorum, se alude a otra remisión similar directamente vinculada con la violencia pirática, la que ejercieron los vándalos en Sicilia en el año 44055. Es cierto que el lenguaje de esta última reducción es más obvio pues se indica que remissio tributorum pro vastitatis qualitate concessa, pero también es necesario añadir que, en otras famosas conmutaciones, como las establecidas para la Italia dañada por las campañas de los godos de Alarico, tampoco se utiliza un enunciado de ese tipo56. Por supuesto que hubo más remisiones de impuestos cuyo origen no se encontraba en la violencia57, pero no veo cual podría ser la razón para tal indulgencia sobre las islas del Mediterráneo occidental salvo la amenaza planteada por esta temible banda de piratas.

53. Como insinuase Villedieu (1984: 259 n. 265), para quien Cerdeña pudo haber sido afectada por los piratas mencionados por Próspero. 54. Nov. Val. 1.1: nde illustris et praecelsa magnitudo tua secundum saluberrimam suggestionem suam, quae proposito nostro placere gestiens cogitationes suas ad provinciarum remedia semper extendit, universis possessoribus hac pragmatici nostri auctoritate sciat esse consultum, ita ut, quidquid in reliquis superiorum temporum residere calculi publici ratio deprehenderit, in quartam usque indictionem per omnes provincias atque insulas Italiae, per Africam vero tertiae indictionis debita titulis fiscalibus eximantur. Quae cum nihil publico nomini proficiant, exhaustum tamen possessorem redimentemque semper indutias continuis dispendiis inquietant. Quod nunc omne et in perpetuum penitus remittentes nihil ex hac functione constituimus tabularia publica retinere omnisque recidivae calumniae aditus praestruentes praecipimus nihil exactoribus de praedictarum dumtaxat indictionum reliquis umquam, nihil licere iudicibus. 55. Nov. Val. 1.2. No obstante, hay que señalar que en otra ocasión previa a esta, hacia el 410, los africanos fueron agraciados con otra remisión, si bien considerantes Africae devotionem y no en el contexto de los años 430, caracterizado por la presión vándala. CTh 11.28.6. 56. CTh 11.28.7, del 412 o 413 y CTh 11.28.12, del 418. Sobre estas remisiones, Jones (1964: 204-205). 57. Véase CTh 5.11.11; 5.12.3; 11.1.5; 11.5.2; 11.7.4; 11.16; 11.28.1-6, 8-11 y 13-17; Nov. The. 26.1; Nov. Maj. 2; Nov. Marc. 2 y 3.1. En algunos de estos casos, aunque no conozcamos las circunstancias concretas, es de suponer que algunas vinieran condicionadas por la presión bárbara. En lo que respecta a África, disponemos de algunas novelas de Valentiniano en las que se alude directamente a la remisión de impuestos de los afectados por la conquista vándala de Cartago: Nov. Val. 13.1 y 45.

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A este testimonio indirecto, debemos añadir otros dos más. El primero es de nuevo de Salviano de Marsella. En su De Gubernatione Dei nos recalca que “ninguna parte del mundo quedaba al margen de la destrucción fatal” e incluso afirma que la guerra se deja sentir en el mar, puesto que constata la devastación de ciudades en “los graneros imperiales de Cerdeña y Sicilia”58. Desde luego, tenemos que señalar que esta referencia, que se inscribe en el negro marco del contexto violento que vivía el occidente del imperio, está interpolada entre dos alusiones referentes a las acciones de los vándalos, su entrada en Hispania59 y su paso a África y captura de Cartago60. Una datación que concuerda precisamente con la temporalidad reflejada por Próspero en su crónica. Por ésta y otras razones considero que esta referencia de Salviano bien puede ocultar este episodio de piratería entremezclado entre estos hitos en la historia de los vándalos y plenamente independiente de los actos de estos últimos. El problema principal en torno a esta adscripción es la cronología de la obra de Salviano. Sabemos que escribió su De Gubernatione Dei en la década de los años 44061, aunque últimamente se ha ajustado su fecha de publicación al mismo año 44062. Lo cierto es que esta información de Salviano nos ayuda a situar cronológicamente su obra en esta fecha temprana puesto que, aunque hace alusión a la conquista vándala de Cartago, no especifica en absoluto las incursiones piráticas del año 440, ni la indefensión de Italia ante estas, ni el nuevo tratado del 442 entre Genserico y Valentiniano ni el nuevo status quo alcanzado después de esta fecha en el norte de África. Se podría argumentar que los conflictos indicados por Salviano y que sacudieron el mar occidental podrían hacer referencia a las acciones de los piratas vándalos63, pero resulta extraño que Salviano no mencionara al mismo tiempo la suerte simultánea de las costas de Italia, que también resultaron afectadas, o la 58. Salviano 6.12: ostremo, ne qua pars mundi exitiliabus malis esset immunis, navigare per fluctus bella coeperunt: quae vastatis urdibus mari clausis, et eversis Sardinia ac Sicilia, id est, fiscalibus horreis, atque abscissis velut vitalibus venis. 59. Salviano 6.12: transcenderunt in Hispaniae terras populi Wandalorum. Mutata quidem est sors Hispaniorum, sed non mutata vitiositas. 60. Salviano 6.12: Africam ipsam, id est, quasi animam captiavavere rei publicae. Ecquid? ingressis terram illam gentibus barbaris, forsitan vel metu vitia cessarunt? aut sicut corrigi ad praesens etiam nequissimi quique servorum solent, modestiam saltem ac disciplinam terror extorsit! Quis aestimare hoc malum possit? Ciscumsonabant armis muros Cirtae atque Carthaginis populi barbarorum; et ecclesia Carthaginensis insaniebat in circis luxuriabat in theatris. 61. Su obra fue escrita con total seguridad después de la captura por los godos del magíster utriusque militae per Gallias Litorio en Toulouse (7.40) y de la toma de Cartago por los vándalos (7.12) y antes de que los hunos se convirtieran en una amenaza grave para el Imperio en el año 450 puesto que son descritos por Salviano como aliados (7.9). 62. Maas (2000: 307). Por el contrario, a Lagarrigue (1975: 11-15), en el prólogo de su edición de Salviano para Sources Chretiennes le parece adecuado el arco cronológico tradicional (439-451), aunque no descarta en absoluto una fecha anterior y en la p. 14 pone como ejemplo el episodio relativo a Cerdeña que analizamos aquí, qué para él pudo ser un acto de piratería temprano protagonizado por los vándalos. Por su parte, para Lepelley (2002: 65) habría sido redactada entre el 445 y el 450. Anteriormente, Schmidt 1953: 87 señaló que el ataque a estas islas, que vincula con el asalto pirático vándalo del 440, demostrarían que la obra es posterior a esta fecha. Por su parte, (Blázquez Martínez 1998c), simplemente se posiciona por situar esta obra en la década de los años 440. 63. Así opinan, por ejemplo, Schmidt (1953: 36 y 87); Stein (1959: 319); Meloni (1975: 180); Villedieu (1984: 227-228); Aiello (2004: 727) y, como indiqué en la nota anterior, Lagarrigue (1975: 14). Para Rowland (2001: 103) este pasaje de Salviano se coloca entre el 408 y el 455. Como ya he señalado, se debe afinar más sobre todo si tenemos en cuenta la fecha de composición de la obra de Salviano.

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i­mpotencia de Valentiniano III para afrontarlas, un tema al que el clérigo marsellés podría haber extraído bastante jugo en su crítica a la sociedad de su tiempo y para extender su discurso providencial sobre el advenimiento bárbaro. Asimismo, sabemos gracias a la evidencia contemporánea que los vándalos no afectaron las costas sardas en este ataque. Así pues, considero que ésta es una interpolación ajena al breve relato que hace de la trayectoria de los vándalos. De este modo, si consideramos el relato perfectamente cronológico de Salviano, se sitúa entre la llegada de los vándalos a Hispania y la toma por parte de éstos de Cartago y se corresponde con lo expuesto por Próspero quien, no olvidemos, era contemporáneo a los hechos que relataba. Si hubieran sido los vándalos los autores de estas incursiones, insistimos, tanto Salviano como principalmente Próspero lo hubieran especificado con rotundidad y éste no es el caso. Las disrupciones de las islas necesariamente debían estar protagonizadas por los piraticam barbarorum foederatorum desertores de Próspero64. Se ha de constatar un tercer testimonio que fue resaltado con anterioridad por F. M. Clover y que pertenece a Olimpiodoro, si bien me parece más complicado de aceptar por su ambigüedad. Este historiador griego, del que apenas contamos con fragmentos, nos detalla como Alarico detuvo su paso debido a la presencia de una antigua estatua de época republicana erigida en Regio (Bruttium) que había sido consagrada originalmente como defensa tanto contra el fuego del volcán Etna como contra el ataque de bárbaros por vía marítima. Sin embargo, según Olimpiodoro, una vez que fue derribada la estatua por orden de un tal Asclepio, administrador de las posesiones del patricio Constancio y de Gala Placidia, Sicilia sufrió el fuego del Etna y el ataque de unos bárbaros65, que Clover identificó con los piratas de Próspero66. No obstante, este episodio resulta sospechoso y podría vincularse tanto a los piratas de Próspero como a la banda que saqueó Lipari narrada en la Vida de la Melania la Joven –también denominados bárbaros– o, finalmente, a cualquier otra factio pirática similar que actuase en estas aguas puesto que la obra de Olimpiodoro tiene como horizonte cronológico final el año 425. De esta manera, considero que este pasaje se debería tomar como una prueba más de la inquietud marítima que vivía esta área durante las décadas previas al dominio vándalo de la mar. Pero no solo Próspero nos ofrece información concreta sobre piratería, sino que también en la crónica del conde Marcelino se ofrece una información que no solo complementa al anterior cronista, sino que, en mi opinión, es ininteligible si no se vincula con las entradas de Próspero. Este autor nos indica que en el 438 “el bandido Contradis fue capturado y matado conjuntamente con sus piratas y compañeros” (Contradis praedo cum piratas suisque

64. Próspero Chron. 1330. 65. Olimpiodoro (Block.) fr. 16: Ὅτι τὸ Ῥήγιον μητρόπολίς ἐστι τῆς Βρεττίας, ἐξ οὗ φησὶν ὁ ἱστορικὸς Ἀλάριχον ἐπὶ Σικελίαν βουλόμενον περαιωθῆναι ἐπισχεθῆναι· ἄγαλμα γάρ, φησί, τετελεσμένον ἱστάμενον ἐκώλυσε τὴν περαίωσιν. Τετέλεστο δέ, ὡς μυθολογεῖ, παρὰ τῶν ἀρχαίων ἀποτρόπαιόν τε τοῦ ἀπὸ τῆς Αἴτνης πυρὸς καὶ πρὸς κώλυσιν παρόδου διὰ θαλάσσης βαρβάρων· ἐν γὰρ τῷ ἑνὶ ποδὶ πῦρ ἀκοίμητον ἐτύγχανε, καὶ ἐν τῷ ἑτέρῳ ὕδωρ ἀδιάφθορον. Οὗ καταλυθέντος, ὕστερον ἔκ τε τοῦ Αἰτναίου πυρὸς καὶ ἐκ τῶν βαρβάρων βλάβας ἡ Σικελία ἐδέξατο. Κατέστρεψε δὲ τὸ ἄγαλμα Ἀσκληπιὸς ὁ τῶν ἐν Σικελίᾳ κτημάτων Κωνσταντίνου καὶ Πλακιδίας διοικητὴς καταστάς. Contrástense las dos traducciones de R. C. Blockley y la de F. M. Clover (1993d: 145), mientras que el primero traduce que la estatua tenía como cometido “to prevent the barbarians from crossing by sea”, Clover indica que servía “for prevention of attack by sea of barbarians”. 66. Clover (1993d: 149-150).

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comitibus captus interfectus est)67. Aunque Brian Croke haya sugerido que esta información de Marcelino, que supone basada en una fuente constantinopolitana local desconocida, haga referencia al Helesponto, considero que se equivoca68. El problema de esta adscripción de Croke es que se basa en un castillo de humo construido a partir de una interpretación general de los testimonios de Próspero, que según él, harían referencia a una situación general de inquietud pirática en el Mediterráneo –una amenaza que reitero fue perenne en la historia antigua– y a una mala lectura de un artículo de F. M. Clover. Utiliza a este autor como fuente para hablar de un contexto de bandidaje marítimo en la zona del Helesponto, pero Clover únicamente hacía referencia al episodio de Sebastián y no utiliza este hecho para hablar de una situación de emergencia pirática en esas aguas69. Sin embargo, si Contradis hubiera sido Sebastián o un seguidor de éste, Marcelino lo hubiera especificado aunque, por otra parte, hubiera resultado difícil de justificar en su crónica por una razón bien práctica: Marcelino detalló la muerte del propio Sebastián en su entrada correspondiente al año 43570. De esta manera, me parece muy casual que aparecieran dos informaciones sobre diferentes piratas en dos crónicas analísticas y referentes a acontecimientos sucedidos en el mismo año. De hecho, la naturaleza de las fuentes en las que aparecen estas informaciones lleva a concluir que el acontecimiento pirático tuvo que ser de primera magnitud, ciertamente resonante, pese a que no dispongamos de más datos que los expuestos. Las crónicas de naturaleza analística, tan frecuentes a partir del s. V, se caracterizaban por ofrecer la información más importante de la forma más sintética posible o al menos los datos que se consideraban de mayor interés. En el caso de Próspero, este mismo autor conoció de primera mano los acontecimientos de los que hablaba pues debió de morir poco después del 455, el año en que se cierra su crónica71. Es decir, como testigo presencial de los efectos de estas piraterías, dio pleno valor a lo que estaba detallando, lo que nos evidencia la importancia de su amenaza como quedaría corroborado por el conde Marcelino. Éste, que murió hacia el 53472, reafirma esta relevancia no solo porque recogiera el dato de estas piraterías sino también porque recurrió a otra fuente distinta al propio Próspero, lo que ratifica la gran repercusión contemporánea de estos sucesos piráticos. Lo cierto es que estas míseras aportaciones –lo digo por su tamaño no por su calidad– nos aportan datos interesantísimos. Por una parte, Próspero nos indica que los piratas eran unos federados desertores mientras que Marcelino nos aporta el nombre del cabecilla, Contradis. Ante esto, muchos han señalado en un sinsentido a los vándalos como culpables sin aportar soporte documental alguno73. 67. Marc. Comes Chron. 438.1: Contradis praedo cum piratas suisque comitibus captus interfectus est. 68. Croke (1995: 82). Una idea que ya había sido propuesta por Brooks (1911: 465). 69. Clover (1993b: 71-72). 70. Murió en la corte vándala a instigación de Genserico. Marc. Comes Chron. 435, no obstante es necesario constatar que la cronología proporcionada por Marcelino en torno a esta cuestión es errónea. 71. Humphreys (1996: 156). 72. Sobre la vida y obra del conde Marcelino, véase Croke (2001: 17-47). 73. Así lo consideran Schmidt (1953: 82, 84 y 204), a quien siguen Giunta (1956: 121-122); Clover (1993b: 71); Demougeot (1979: 513); Muhlberger (1990: 108); Cracco Ruggini (1995: 264 n. 164); Wilson (1988: 167 n. 273) o Gil Egea (1998: 227-228), si bien con ciertas matizaciones; por otra parte, acierta al cuestionarse si estos piratas tenían alguna relación con Contradis, Rowland (1977: 95), aunque en (2001: 103 y n. 291) parece rectificar y señala de forma acertada que los vándalos hasta después de la toma de Cartago, en

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Con respecto a la definición de estos piratas como antiguos federados, es cierto que el propio Próspero nos habla de la paz concertada entre los vándalos y Valentiniano III en el 43574, que perfectamente puede considerarse un acuerdo de federación75 pero, aún así, nada hace pensar que esta consideración semántica implique que los protagonistas de estas razzias fueran los vándalos como bien aseverasen Christian Courtois y Piero Meloni76. Teniendo en cuenta que en todas y cada una de las ocasiones en las aparecen actos protagonizados por los vándalos en la Crónica de Próspero se les cita por su nombre o el de su rey, Genserico, sería extraño que ésta fuera la única ocasión en que no lo hiciera, aún más cuando son explicitadas tanto sus razzias del 440 como el saqueo de Roma del 45577. Desde luego, identificar a estos piraticam barbarorum foederatorum con los vándalos resultaría una anomalía extraña en la propia obra del cronista puesto que, no podemos olvidar, la obra de Próspero fue reeditada en varias ocasiones por éste. Si hubiera querido enmendar un error, lo habría hecho78. Sería extraño que en la continua revisión que hizo de su obra no hubiera reescrito este pasaje y les hubiera identificado correctamente por su nombre. Y lo mismo ocurre con Paulo Diácono, quien posteriormente también mencionó este episodio en su Historia Romana al reflejar que per idem tempus piratae multas insulas praecipueque Siciliam populati sunt79. Esta referencia parece a todas luces idéntica a la de Próspero y, de hecho, considero que este último es la fuente en la que se basa Jordanes para este aserto y, como en ésta tampoco parece indicarnos que estos piratas fueran vándalos. Estos actos de piratería están situados cronológicamente en la obra de Paulo antes de la toma de Cartago por Genserico80 y después de una referencia a la persecución del catolicismo por parte de los vándalos arrianos81. Hubiera resultado extremadamente fácil para el monje señalar a los vándalos como los protagonistas de estos actos si verdaderamente éstos hubieran protagonizado las razzias puesto que, al igual que Próspero, también cita sus incursiones navales posteriores identificándolos plenamente82 y, por otra parte, no se puede olvidar el carácter profundamente antivándalo de su obra. el otoño del año 439, no disponían de la capacidad naval necesaria para ejercer una piratería generalizada. No olvidemos que poco después se cerraba la temporada de navegación. 74. Próspero de Aquitania Chron. 1321: pax facta cum Vandalis data eis habitandum Africae portione. 75. Aunque tengo enormes dudas sobre la conveniencia de aplicar los mismos parámetros a este acuerdo que a otros tratados de federación contemporáneos firmados por el Imperio como consideran Clover (1999c) y Schwarcz (2004: 52-53), quienes coinciden con la postura de Gautier (1932: 184). Desde luego, no creo que el despojo de propiedades de ciudadanos romanos para ofrecérselas a los bárbaros, con la huida subsiguiente pueda indicar un pacto de federación sino, al contrario, la asunción de los hechos. No obstante, sobre este tema, véanse mis aportaciones en Álvarez Jiménez (2010) y que serán publicadas en una monografía de pronta aparición titulada “Los vándalos. El reino pirata”. 76. Courtois (1955: 191 n. 1); Meloni (1958: 175); Meloni (1975: 179-180). En esta línea véase Thompson (1980: 84); Villedieu (1984: 259 n. 265). 77. Las ocasiones en que aparecen los vándalos en su crónica son: Prospero Chron. 1230, 1237, 1278, 1295, 1304, 1321, 1327, 1329, 1339, 1341, 1341, 1342, 1344, 1347, 1348 y 1376. El asalto a Sicilia aparece en 1341 y el saqueo de Roma en 1376, la última entrada de la crónica. 78. Véase Muhlberger (1990: 56-69 y 78-127) donde analiza las ediciones de los años 433, 445, 451 y 455. 79. Paulo Diácono Hist. Rom. 13.12. 80. Paulo Diácono Hist. Rom. 13.14. 81. Paulo Diácono Hist. Rom. 13.12. 82. Paulo Diácono Hist. Rom. 13.14 sobre su ataque a Sicilia del 440 y 13.16 sobre la toma de Roma. Courtois 1955: 191 también señala el testimonio de Paulo Diácono al tiempo que destaca también la figura de Contradis en este contexto.

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Pero no solo se le ha atribuido a los piratas de Próspero un origen vándalo, también se ha supuesto este origen al mismo Contradis. Ludwig Schmidt fue el primero en realizar esa identificación, aunque no encontrase mucho eco en la historiografía posterior con la reciente excepción de Javier Pampliega. Para Schmidt, Contradis derivaría de Guntharix, un nombre relativamente frecuente tanto entre los vándalos como entre otros germanos83, a través de una deformación previa en la fuente griega en la que se basó Marcelino que habría transformado el original nombre germánico en Γόνθαρις84. Es decir, aunque Marcelino efectivamente hubiera transformado el nombre germánico Guntharix en Contradis, no tenía porqué identificarse este pirata con un vándalo. Pero hay razones filológicas suficientes para rechazar esta identificación como me indicó Fernando Castejón Luque, filólogo griego de la UCM, debido a las dificultades lingüísticas que entraña esa transformación85. Por otra parte, el continuador de la crónica nos menciona al godo Guntharius, el rebelde dux de Numidia, que pretendía hacerse con el poder del África reconquistada a los vándalos en el siglo VI86. Resultaría extraño que el continuador, cuya obra es conocida a partir del Manuscrito T de la Universidad de Oxford –copia a partir de la cual realizó su edición Theodor Mommsen de la crónica y que según el propio Croke fue obra de un único escriba en una fecha relativamente cercana a la obra original–87, mencionase a un Guntharius mientras que el original utilizase una variante deformada del original. Por otra parte, si el manuscrito en el que se basó Mommsen es tan cercano al momento definitivo de redacción, el riesgo de que el escriba cometiera un error debería minimizarse más aún si hay otro Guntharius en un texto tan poco voluminoso como era esta crónica. Por supuesto, no podemos afirmar con seguridad que esto no ocurriera o que la fuente 83. Véase PLRE 1: 574-577 y PLRE 2: 525-526. 84. Schmidt (1953: 84); Pampliega (1998: 248 y 250). 85. Muy amablemente, Fernando Castejón Luque me ha señalado que hay varios argumentos en contra: Si el conde Marcelino era bilingüe (Croke 2001: 21), y conocía el nombre de Γόνθαρις, lo que es bastante probable, resulta bastante extraño que lo tradujera, como tal, por Contradis: a) la “γ” griega pasa ya universalmente al latín como “g”, y no como “c”; si bien es cierto que en latín antiguo no se distinguía c de g (por ejemplo, el nombre de Julio César, Gayo, se escribía con C), también es bastante raro que en esta época se aplique, pues el latín habría delimitado bastante bien ambos fonemas desde hacía unos tres siglos y en griego no hay posibilidad de confusión. b) Normalmente, el latín transcribe θ por th, aunque este problema, si se quisiera, podría salvarse arguyendo que la aspirada se habría encontrado en contexto de vibrante (thr > tr) y habría resuelto la aspiración. c) Hay un cierto problema con el grupo trabado. “Guntharix” no lleva trabada, y tampoco “Γόνθαρις”, y si en efecto Marcelino era bilingüe, no hubiera cometido un error semejante (aunque, ¿podría ser un error no de traducción, sino de copia?). La traducción latina habría desplazado la “a”, contra toda espectativa (metátesis). No obstante, también indica algunas posibilidades que explicarían este cambio: “Contradis” es un tema en -i (Contrad-is), mientras que en griego es un tema en i + dental (Γόνθαρις, -ιδος casi siempre, porque el acusativo lo hace como un tema en -i: Γόνθαριν), lo que podría acercar ambos términos. Si uno quisiera unirlos, podría alegar los siguientes fenómenos: a) El nombre de Guntharix es un tema en gutural (Guntharic-s, -icis), que sin embargo se traduce al griego como un tema en dental, de donde se traduce como tema en -i (a partir del genit. Γονθάριδος, se obtendría un nominativo -dis, algo en principio posible). Una evolución de la traducción latina a partir del griego sería relativamente esperable sería: *Gontharidis > Gonthradis > Gontradis (metátesis de “a”). b) Habría que suponer, no obstante, que en el proceso de copia se corrompe el nombre. Un copista, por poner un ejemplo, confunde el supuesto nombre original traducido del griego, que debía ser algo así como Gont(h)aridis (a partir del genit. griego Γονθάριδος) y lleva a cabo una hipercorrección (es decir, “corrección de algo que en realidad no estaba mal”), deformándose así el nombre. No obstante, un bilingüe no traduciría nunca Γ por C, ni convertiría la raíz θαριδ- en thrad- > trad-. 86. Marc. Comes Chron. 547.6. 87. Croke (1995: xxv).

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o­ riginal de Marcelino hubiera transformado el nombre, aunque como hemos indicado estimo improbable esa transformación de Guntharis a Γόνθαρις. Por otra parte, desde una perspectiva histórica tampoco tiene sentido. Marcelino nos indica que el pirata Contradis y su banda fueron capturados y ejecutados sumariamente, como correspondía según el derecho romano a todos los de su clase, es decir, a piratas. No obstante, si hubieran sido vándalos me extraña que no se hubiera publicitado en su debida manera su derrota como ciertamente sí ocurrió con las escasas victorias romanas sobre los piratas vándalos88. En mi opinión, necesariamente deben tener relación los piratas de Marcelino con los citados por Próspero. Pero ¿qué federados? Lo cierto es que no tenemos pista alguna. Se propuso identificarlos con los godos federados del Imperio pero, con razón, Hagith Sivan desdeñó esta posibilidad, puesto que ésta es una tesis basada en el débil argumento de que años más tarde los mismos godos afrontarían la piratería sajona en la costa de Aquitania. En cambio, Sivan propone identificarles con desertores del ejército de la Galia89, una posibilidad como cualquier otra, pues su plena identificación parece imposible de resolver sin ayuda textual suplementaria90. Por otra parte, no considero la posibilidad –apuntada anteriormente en mi análisis de los piratas aparecidos en el relato de la Vida de Melania– de que estos pudieran corresponderse con los laeti sármatas del sur de Italia citados por la Notitia Dignitatum. Un prefecto del pretorio como Próspero debía conocer perfectamente la diferencia jurídica entre federados y laeti y no creo que en una crónica, obra en la que la concisión y concreción primaban por encima de otros factores, hubiera cometido ese error. No obstante, aunque la identificación certera del origen de estos piratas sea un imposible, aún cuando descarto por completo identificarlos con los vándalos, quizás se pueda extraer algún dato sobre su líder, Contradis. De este nombre no tenemos paralelos onomásticos latinos, griegos o bárbaros en los textos o en la epigrafía. Sin embargo, existe otra opción pues quizás se pudiera contemplar este nombre como una construcción ad hoc, un epíteto más que un nombre de pila. Es decir, un nombre de guerra que inspirase temor construido a partir de “Contra Deos”, es decir “que se atreve a rivalizar con los mismos dioses”91. No podemos olvidar que no ha sido nada infrecuente a lo largo de todos 88. En Córcega y Cerdeña. Hidacio 176-177 y Sid. Ap. Carm. 2.366-367. 89. Sivan (1987: 766-767). En la p. 767 n. 38 propone a esos desertores del ejército romano en la Galia. No obstante, los visigodos no fueron quienes se ocuparon directamente de los sajones sino que se lo encargaron a un galorromano llamado Namacio como nos indica una epístola de su amigo Sidonio Apolinar Ep. 8.6. 90. Una posibilidad es relacionar a estos piratas federados desertores con los exinde gentibus, quae uti navibus nesciebant que ayudaron a Bonifacio en el 427 según Próspero Chron. 1294 aunque me parece improbable por la distancia temporal y, de hecho, creo que tiene razón Schmidt (1953: 74) cuando indica que éstos bárbaros que desconocían la navegación eran los federados godos con los que contó el comes Africae Bonifacio en el momento en que África era invadida por los vándalos. Al igual que ocurre con los piratas de sus entradas posteriores, Próspero tampoco es capaz de identificarlos. No obstante, lo dudo y, como discurriré más adelante, creo que estas alusiones hacían referencia a piratas criminales romanos. 91. De hecho, contamos con un atractivo testimonio de Cicerón. En su De natura Deorum nos señala que “Diógenes el cínico, al menos, solía decir que Hárpalo, que era tenido por un bandido feliz en aquellos tiempos, daba testimonio en contra de la existencia de los dioses, por el hecho de vivir tan prolongadamente y con aquella suerte” y, a continuación, nos informa de algunas Cicerón de las tropelías piráticas que cometió el tirano de Siracusa Dionisio (430-367 a. C.) contra algunos templos griegos, poniendo en boca del tirano la siguiente frase “¿Veis, amigos, qué buena navegación deparan los dioses inmortales a los sacrílegos?”. De nat. Deo. 3.83: Diogenes quidem Cynicus dicere solebat Harpalum, qui temporibus illis praedo felix habebatur, contra deos

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los períodos de la historia la adopción por parte de los piratas de alias o sobrenombres que inspirasen tanto temor entre las víctimas como respeto entre sus compañeros. Ese es el caso de muchos de los que conocemos el nombre en la antigüedad como algunos cilicios tardorrepublicanos que se hacían llamar Agamenón, Seleuco, Heracleo o Pirganio92 o incluso entre los bandidos terrestres como en el caso de Bulla Felix, el “afortunado”. Incluso podemos teorizar con la idea de que este sobrenombre de Contradis fuera otorgado por sus víctimas y fuera transmitido con temor entre las gentes que habitaban las costas del Mediterráneo occidental. Ambas posibilidades, la adopción voluntaria o la adscripción por terceras personas son posibles y, de hecho, responderían a la misma finalidad Así pues, es hora de que extraigamos una visión global de todos estos testimonios y pistas. Tal y como se puede observar, fundamentalmente durante los años 437 y 438, se produjo una explosión de piratería en el Mediterráneo Occidental. Digo explosión porque aunque no dudo ni un segundo de que la piratería perviviese durante toda la época imperial romana93, ni que hubiera en épocas pasadas factiones similares a las reflejadas, parece claro que en aquellos años el nivel de la amenaza representada por este Contradis y su banda de veteranos federados desertores superó con mucho los horizontes habituales. Resulta obvio que la causa de su dedicación a la piratería era el abandono voluntario del ejército –un destino en absoluto inhabitual tanto para desertores como para veteranos, como discutí ampliamente en mi tesis doctoral94– y, asimismo, la constatación de que esta aventura criminal no resultaba excesivamente complicada, de acuerdo al abandono militar naval del occidente romano del que eran plenamente conscientes estos incursores. Ciertamente esta factio pirática provocó extensos daños en las islas del Mediterráneo y, muy probablemente, también en la Italia costera como se deduce a partir del testimonio de las fuentes aludidas. No podemos olvidar que las fuentes eran muy remisas a detallar accesos de piratería y el hecho de que dos cronistas analísticos como Próspero y el conde Marcelino lo hicieran nos indica a todas luces que la disrupción causada, avalada en mi opinión por la novela de Valentiniano III y por Salviano, fue enorme.

testimonium dicere, quod in illa fortuna tam diu viveret… ‘Videtisne’, inquit, ‘amici, quam bona a dis inmortalibus navigatio sacrilegis detur?’. No podemos olvidar que Dionisio I también participó de actividades piráticas en el sur de Italia, en la Magna Grecia como nos indica Ormerod (1997: 128). Sobre Dionisio I véase Caven (1990). Por otra parte, véase también los siguientes versos de la primera epístola del Ponto de Ovidio: Nec me nominibus furiosus confero tantis: saeua deos contra non tamen arma tuli, Ovidio ep. ex Pontus 1.25-26. Por supuesto, en el ámbito de las disputas religiosas aparece esta denominación, tal y como ocurriría con la asimilación del pirata y bandido al rival religioso o al herético, valga como ejemplo Cipriano Ep. 6.3, quien denomina a los judíos como contra Deos por no aceptar al dios cristiano. Bien pudo haber sido una denominación surgida de alguien vinculado a la esfera eclesiástica o simplemente la impunidad y atrocidad de los piratas comandados por este Contradis o su comportamiento, particular o general, contrario a los valores religiosos lo que pudo suponer la asignación del nombre. Aunque, también cabe la posibilidad apuntada en el texto principal de que el propio pirata se hiciera denominar así para inspirar miedo y temor entre sus posibles víctimas. 92. Véase Rauh (2003: 197): “in the popular consciousness pirates assumed stature larger than life, assuming flamboyant nommes de guerre”. 93. De hecho, quizás podamos asumir que la información de Ursacio en su prefacio a las Homiliae in Numeros/ Adnotaciones in Numeros de Orígenes concerniente al peligro de la mar en el momento en que Alarico se encontraba en el sur de Italia, planificando su paso al norte de África, haga referencia a la piratería que afectase la costa meridional de la península y la cercana Sicilia. 94. Álvarez Jiménez (2010: 256-264).

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Finalmente, Marcelino nos indica que Contradis y su banda fueron capturados y ejecutados, tal y como el derecho romano prescribía. Posiblemente, dado el débil estado de la armada de guerra occidental, tal captura solo pudo producirse en tierra, en un ataque a la base desde la que lanzaban sus operaciones de saqueo y en donde encontraban refugio, aunque ante la carencia de más datos tampoco se pueda descartar que fueran apresados por sorpresa en el transcurso de una de sus incursiones. Fuera como fuera, sin duda el esfuerzo demostrado por las autoridades militares romanas, si es que ellas fueron realmente quienes llevaron a cabo esta represión –pues tengo severas dudas aunque entre dentro de lo posible– nos demuestra un buen funcionamiento de la inteligencia romana aunque, como es lógico, permanezcan muchas dudas sobre todos y cada uno de los aspectos y rasgos de estas razzias y el final de esta factio. Además, aunque resulta poco menos que indudable suponer que hubo más bandas de piratas en el Bajo Imperio romano y por ello no debemos tomar estas referencias de los cronistas como elementos únicos de distorsión en un remanso de paz acuática, no deja de ser curiosa la mera existencia de la piratería en estas dos obras cronísticas. Como bien argumentó David Braund, la piratería era un fenómeno situado muy por debajo de la dignidad del historiador95, pero, entonces, ¿por qué fue citado este episodio? Al respecto, Brian Croke explica la aparición de este testimonio en relación al pensamiento y teoría historiográfica del conde Marcelino “el papel jugado por el destino en la explicación histórica anterior, había sido reemplazada por Dios. El castigo y el favor divino entonces proporcionaban el mecanismo causal para la historia humana”96. Esta explicación es perfectamente válida para explicar también las citas de Próspero y su trasfondo historiográfico pues, no en vano, fue Eusebio de Cesarea el creador de este modelo en el que se basaron los autores de la cronística posterior, pero no la considero plenamente satisfactoria. La razón que se ha de contemplar se corresponde, sin duda, con la relevancia que adquirió Contradis y el profundo impacto que supuso en la sociedad romana contemporánea. Y a partir de esa clave es donde se infiere la lectura providencial cristiana: el criminal no escapaba a su castigo, pese a que fuera tan importante y temido como este Contradis. Por otra parte, hay una serie de datos arqueológicos más o menos contemporáneos que podrían estar vinculados con ataques de piratería como la destrucción de Olbia, los pecios destruidos encontrados en el puerto de ésta, en la isla de Cerdeña o la destrucción de la villa costera de Casignana Palazzi en Reggio-Calabria. Con respecto a la evidencia arqueológica sarda, R. J. Rowland consignó unos daños contemporáneos que no tienen porque estar asociados necesariamente con las acciones de los vándalos vándalos, sino con esta piratería criminal que infestaría las aguas de la isla. El primer dato que debemos 95. Braund (1993). 96. Croke (2001: 209): “a chronicle provides little scope for elaboration on the causes of meaning of events and the larger pattern of history. Historical causation was considered a relatively simple matter. In the Christian world-view, reflected in the chronicle of Marcellinus, the role played by fate in the historical explanation of earlier times has been replaced by God. Divine punishment and favour now provide the causal mechanism for human history”. Aparte de esta entrada, explica la introducción de entradas como la de la derrota de los vándalos (534), el castigo a los rebeldes Eugenio (394.2), Arbogasto (394.3) o Rufino (395.5) y otras entradas similares (418.1, 420.2, 422.2 o 425.1). Finaliza Croke esta reflexión diciendo que “Within this historical scheme discerning the mind of God in human events is very important. Prophecy and portents fulfil this function in Christian discourse, especially in chronicles such as that of Marcellinus”.

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constatar es el de los enterramientos encontrados en el interior de Olbia en un estrato de destrucción97. Un documento reforzado por el hallazgo en el muelle de la misma ciudad de ocho embarcaciones romanas con evidentes rastros de incendio y encontradas por el arqueólogo Rubens d’Oriano que, aunque Rowland descarta que prueben la destrucción de la ciudad, señala que bien pudieron ser hundidas a propósito para que no cayeran en manos de los vándalos o de otros piratas. No obstante, Rowland señala la incertidumbre cronológica que rodea ambos hallazgos y los considera anteriores al s. V, en especial el estrato de destrucción de la muralla, mientras que para los barcos hundidos sostiene que no hay datos suficientes como para fijar una cronología exacta, si bien también se le ha otorgado una cronología cercana al año 45098. Estas afirmaciones son extremadamente interesantes, puesto que reflejan la existencia de una piratería permanente que amenazaría la costa sarda en época tardorromana de la cual serían los máximos exponentes, los que alcanzaron mayor categoría de amenaza, los piratas descritos por Próspero y el conde Marcelino que considero una misma realidad. Asimismo se podría relacionar con las actividades de Contradis y su banda la destrucción de la villa costera de Casignana Palazzi en Reggio-Calabria, cuya cronología resulta difusa por la indefinición cronológica de los restos cerámicos, si bien sus excavadores la sitúan hacia el 425. Aunque vinculan los daños de la villa con las actividades piráticas de los vándalos, resulta imposible históricamente esa identificación pues en aquel momento aún se hallaban en Hispania aprendiendo las artes de la navegación y ejercitando sus primeras acciones de bandidaje marítimo. Por ello, considero más probable asignar esta destrucción –si es oportuno– a la factio de Contradis o de otro pirata criminal similar99. En las páginas anteriores se ha diseccionado buena parte de la evidencia de piratería constatable en la cuenca occidental del Mediterráneo en las primeras décadas del s. V. Esta evidencia es ciertamente escasa pero a su vez muy representativa de lo que debió ser un fenómeno bien extendido en todas las aguas del mundo tardoantiguo como siempre ocurrió a lo largo de toda la Antigüedad, tal y como la historiografía reciente ha constatado. Sin embargo, estas referencias piráticas tienen su propia identidad y rasgos específicos en contraste con la evidencia de piratería anterior de este sector geográfico, amén de la espectacularidad que nos ofrecen estos grandes testimonios. Por una parte, en lo que concierne tanto 97. Asimismo, en su opinión y que se podrían corresponder con otra amenaza como la de estos piratas: Rowland (2001: 103); Dyson & R. J. Rowland (2008: 176). 98. Rowland (2001: 103). Al igual que Rowland, no he podido encontrar ninguna publicación científica relativa al descubrimiento de Rubens d’Oriano. Al igual que él, que citó el descubrimiento a partir de una información del periódico italiano “Unione Sarda”, voy a citar a otra publicación similar, en este caso inglesa del año 2001: http://www.independent.co.uk/news/world/europe/dig-uncovers-vandal-fleet-691336.html. En una entrevista al propio d’Oriano, indica que “this is like a photo of an act of war, one of the early Vandal smash-and-grab raids along the Tyrrhenian coast of Italy including Sicily and Sardinia”, explained the chief archaeologist, Rubens D’Oriano. “The boats are all empty and close to one another, indicating they were destroyed almost simultaneously”. La misma información detalla que se encontraron rastros de incendio en los navíos hundidos. Pohl (2004: 40) también considera la mano de los vándalos detrás de estos hundimientos, como Christie (2006: 315-316), quien sostiene que o fueron hundidos por los vándalos o por los lugareños con el fin de bloquear el puerto. Asimismo, véase la lectura más reciente de Pietra (2008: 1752), quien pese a reconocer que su hundimiento debió ser anterior al saqueo de Roma del 455, lo vincula a la acción vándala y su intento de desarticulación del sistema annonario imperial. Hoy día se encuentra este pecio alojado en el Museo Archeologico di Olbia. 99. Barello & Cardosa (1991: 675-676).

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a la evidencia de la factio de Contradis, el primer archipirata del que conocemos su nombre en época imperial, obtenida de las crónicas de Próspero y el conde Marcelino, como a los piratas de Melania la Joven, bien podría parecer el reflejo de una situación de emergencia desconocida desde que Augusto proclamase el sometimiento de los mares en su Res Gestae, pero ¿se corresponde con la realidad? Ésta es una pregunta complicada de resolver de acuerdo a la naturaleza de las fuentes imperiales y a su tradicional renuencia a detallar cualquier tipo de acción o desafío hacia el orden imperial derivado de la pax romana si bien se reconocía tácitamente su existencia como un fenómeno más de la vida en la mar. No obstante, pese a esta realidad innegociable, resulta razonable suponer que la amenaza pirática pudo incrementarse en este período, principalmente en concordancia con el debilitamiento progresivo de la armada imperial desde el siglo IV, para alcanzar unos picos de peligro importantes en el Mediterráneo central conforme a la actividad de la banda de Contradis y de acuerdo precisamente a la propia naturaleza de las fuentes que nos detallan sus correrías y final. No en vano, la cronística apenas relata aquellos hechos que el autor consideraba esenciales de ser recordados y tal realidad revela la importancia de los hechos que se han referenciado. Las noticias ulteriores a los acontecimientos piráticos en torno a este sector prácticamente son inexistentes y se supeditan por completo a la amenaza marítima que plantearon los vándalos en el contexto del conflicto que mantuvieron con Roma y que se puede calificar como una verdadera Cuarta Guerra Púnica100, en donde los vándalos hicieron un uso muy activo de la piratería. Sin embargo, no se puede dudar sobre la pervivencia del bandidaje marítimo en el Mediterráneo durante el resto de la tardoantigüedad hasta que los musulmanes se convirtieron en la siguiente mayor amenaza de la mar. No en vano, la piratería no dejo de ser un fenómeno perenne en estas aguas hasta bien entrado el s. XIX. BIBLIOGRAFÍA AIELLO, V. (2004): “I Vandali nel Mediterraneo e la cura del limes”, en M. Khanoussi; P. Ruggeri & C. Vismara (ed.), L’Africa Romana 15. Ai confini dell’Impero: contatti, scambi, conflitti: 723-739. Carocci editore, Roma. ÁLVAREZ JIMÉNEZ, D. (2010) La piratería en la Antigüedad Tardía. Universidad Complutense de Madrid, Madrid. —— (2011): “Sidonius Apollinaris and the Fourth Punic War”, en D. Hernández de la Fuente (ed), New perspectives on Late Antiquity: 158-172. Newcastle upon Tyne, Cambridge Scholar Press. —— (2012): “Anibal vándalo y la ‘Cuarta Guerra Púnica’: el uso del recuerdo púnico en el contexto del conflicto vándalorromano”, en S. Remedios; F. Prados & J. Bermejo (eds.), Aníbal de Cartago. Mito y realidad: 465-500. Polifemo, Madrid. —— (2013): “La aventura marítima de los godos en el Mediterráneo Oriental”, en D. Álvarez Jiménez, R. Sanz Serrano & D. Hernández de la Fuente (ed.), El espejismo del bárbaro. Ciudadanos y extranjeros al final de la Antigüedad: 87-113. Universitat Jaume I de Castellón, Castellón. BARELLO, F. & CARDOSA, M. (1991): “Casignana Palazzi”, Mélanges de l’École Française de Rome. Moyen Age 103: 669-687. 100. Álvarez Jiménez (2011); (2012).

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David Álvarez Jiménez

SALZMAN, M. R. (2004): “Travel and Communication in the letters of Symmachus”, en L. Ellis & F. L. Kidner, Travel, communication, and geography in late antiquity: sacred and profane: 81-94. Ashgate, Aldershot. SCHWARCZ, A. (2004): “The settlement of the Vandals in North Africa”, en A. H. Merrills (ed.), Vandals, Romans and Berbers. New perspectives on Late Antique North Africa: 49-57. Ashgate, Aldershot. SCHMIDT, L. (1953): Histoire des Vandales. Payot, Paris. SHAW, B. D. (1984): “Bandits in the Roman Empire”, Past & Present 105: 3-52. —— (1990): “Bandit Highlands and Lowland Peace: The Mountains of Isauria-Cilicia”, Journal of the Economic and Social History of the Orient 33/2: 199-233 y 237-269. SIRAGO, V. (1988): “Incontro di Agostino con Melania e Piniano”, en M. Fabris (ed.), L’Umanesimo di Sant’Agostino. Atti del Congr. Intern. Bari 28-30 ott. 1986: 629-648. Edipuglia, Bari. SIVAN, H. (1987): “On Foederati, Hospitalitas, and the Settlement of the Goths in A.D. 418”, The American Journal of Philology 108/ 4: 759-772. SOUTHERN, P. (2001): The Roman Empire from Severus to Constantine. Routledge, London. STARR, C. G. (1989): The influence of Sea Power on Ancient History. Oxford University Press, New York. —— (1993): Roman Imperial Navy 31 B. C. – A. D. 324. W. Cornell University Press, Ithaca. STEIN, E. (1959): Histoire du Bas-Empire. Tome I, De l’état romain à l’état byzantin (284-476). Desclée de Brouwer, Bruxelles. THOMPSON, E. A. (1980): “Barbarian invaders and Roman collaborators”, Florilegium. Carleton University Annual Papers on Classical Antiquity and the Middle Ages 2: 71-88. VANDERSPOEL, J. (1995): Themistius and the Imperial Court: Oratory, Civic Duty and Paideia from Constantius to Theodosius. University of Michigan Press, Ann Harbor. VILLEDIEU, F. (1984): Turris Libisonis: Fouille d’un site romain tardif à Porto Torres, Sardaigne. Oxford, BAR International Series 224. Oxford. VOLPE, G. (1997) : Contadini, pastori e mercanti nell’Apulia tardoantica. Edipuglia, Bari. WILSON, R. J. A. (1988): “Towns of Sicily during the Roman Empire”, en H. Temporini (ed.), Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt. Politische Geschichte (Randvölker: Sizilien und Sardinien; Italien und Rom; Allgemeines), vol. 11.1: 90-206. Walter de Gruyter, Berlin. WOLFF, C. (2003): Les brigands en Orient sous le Haut-Empire romain. École Française de Rome, Rome.

XVI. La religión del mar. Dioses y ritos de navegación en el Mediterráneo Antiguo. Eduardo Ferrer Albelda, Mª Cruz Marín Ceballos y Álvaro Pereira Delgado, coords. XV. Grecia ante los imperios. V Reunión de historiadores del mundo griego. Juan Manuel Cortés Copete, Rocío Gordillo Hervás y Elena Muñiz Grijalvo, coords. XIV. Salvación, infierno, olvido. Escatología en el mundo antiguo. Eduardo Ferrer Albelda, Fernando Lozano Gómez y José Mazuelo Pérez, coords. XIII. Piedras con alma. El betilismo en el mundo antiguo y sus manifestaciones en la península ibérica. Irene Seco Serra. XII. Ofrendas, banquetes y libaciones. El ritual funerario en la necrópolis púnica de Cádiz. Ana María Niveau de Villedary y Mariñas. XI. De dioses y bestias. Animales y religión en el mundo antiguo. Eduardo Ferrer Albelda, José Mazuelos Pérez y José Luis Escacena Carrasco, coords.

X. Las instituciones en el origen y desarrollo de la Arqueología en España. María Belén Deamos y José Beltrán Fortes, eds. IX. Imagen y culto en la Iberia Prerromana: Los pebeteros en forma de cabeza femenina. Mª Cruz Marín Ceballos y Frédérique Horn, eds. VIII. Testimonios arqueológicos de la antigua Osuna. José Ildefonso Ruiz Cecilia. VII. Entre Dios y los hombres: El sacerdocio en la Antigüedad. José Luis Escacena Carrasco y Eduardo Ferrer Albelda, eds. VI. Arqueología en Laelia (Cerro de la Cabeza, Olivares, Sevilla). Antonio Caballos Rufino, José Luis Escacena Carrasco y Francisca Chaves Tristán. Catálogo completo de nuestras publicaciones en la página web

Esta obra se acerca al análisis de la piratería desde una perspectiva dual, es decir, tanto desde la óptica de quienes sufren el supuesto acto pirático, como de quienes lo protagonizan de forma activa. Lo verdaderamente importante del hecho pirático es la perspectiva, quien define a la piratería y a los piratas, y las intenciones que se esconden tras las medidas políticas, bélicas y propagandísticas de quienes se enfrentan a ellos. Hoy en día, a todos nos resultan familiares los términos “pirata” y “piratería” a partir de los libros, las películas y los medios de comunicación. Las imágenes y conceptos que nos evocan forman parte de la vida contemporánea y la cultura popular, en muchos casos con consideraciones positivas, o cuando menos, con una visión “romántica” de los mismos, pero, como se demuestra en este trabajo, durante la Antigüedad, la aplicación de la etiqueta “piratas” a ciertas comunidades del Mediterráneo constituyó a menudo una deliberada distorsión de la verdadera naturaleza de estos grupos, cuya actividad fue definida no por ellos mismos, sino por quienes la padecieron.

SPAL MONOGRAFÍAS XVII SPAL MONOGRAFÍAS

XVII Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas, Eduardo Ferrer Albelda, Enrique García Vargas (coords.)

XVII. Piratería y seguridad marítima en el Mediterráneo Antiguo. Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas, Eduardo Ferrer Albelda y Enrique García Vargas, coords.

El estudio de la piratería durante la Antigüedad ha sido una cuestión científica que ha pasado determinados períodos a lo largo de la historia de la historiografía y que se encuentra en boga en los últimos años. Este trabajo colectivo supone la primera aportación desde la Academia española, con la colaboración de notables especialistas internacionales, a este tipo de estudios.

Listado de autores Genaro Chic García Philip de Souza

Piratería y seguridad marítima en el Mediterráneo Antiguo

Piero A. Gianfrotta Adolfo J. Domínguez Monedero César Fornis Eduardo Ferrer Albelda Enrique García Riaza Antoni Puig Palerm Isaías Arrayás Morales Feliciana Sala Sellés Sonia Bayo Fuentes Jesús Moratalla Jávega Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas David Álvarez Jiménez Antón Alvar Nuño

Piratería y seguridad marítima en el Mediterráneo Antiguo

Últimos títulos publicados en la Colección SPAL MONOGRAFÍAS

Alfonso Álvarez-Ossorio Rivas Eduardo Ferrer Albelda Enrique García Vargas (coords.)

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