\"Cordal\" y, en su camino, \"cuerdo\". Probable etimología y origen de dos voces muy cervantinas

September 7, 2017 | Autor: J. García Sánchez | Categoría: Semantics, Cervantes, Etimology, Semántica, Quijote Cervantes lectura locura cordura, Etimología
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Descripción

CORDAL Y, EN SU CAMINO, CUERDO. PROBABLE ETIMOLOGÍA Y ORIGEN* DE DOS VOCES MUY CERVANTINAS JAIRO JAVIER GARCÍA SÁNCHEZ Universidad de Alcalá 1. CORDAL Y CUERDO EN CERVANTES Cordal es una voz que recoge el Quijote para hacer referencia a las muelas del juicio, esto es, a las que en la edad adulta nacen en las extremidades de las mandíbulas del hombre. La palabra aparece hasta en cuatro ocasiones en dos pasajes distintos de la novela, uno en cada parte1. En el primero de ellos, Sancho, a petición de su señor, comprueba las muelas que le quedan a éste tras haber salido malparado de la batalla contra los rebaños de ovejas y sus pastores: “–¿Cuántas muelas solía vuestra merced tener en esta parte? –Cuatro –respondió don Quijote–, fuera de la cordal, todas enteras y muy sanas” (Q, I-XVIII, 196a).

En el segundo, Sancho defiende el uso de refranes encadenados, ante los consejos en sentido contrario que le da Don Quijote para gobernar la ínsula, y aduce, como remate, cuatro que se le ofrecen pintiparados2. En el primero que esgrime se mencionan las muelas cordales: * Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia: Digitalización de la Gran Enciclopedia Cervantina. HUM2006-06393 y como actividad del Grupo de Investigación: Seminario de Filología Medieval y Renacentista de la Universidad de Alcalá: CCG06UAH/HUM-0680. También como parte del proyecto de investigación Semántica y sintaxis de los verbos con doble participio en español: herencia latina e indoeuropea en la diátesis y en la voz (ref.: 1003040011), financiado por la UAM y la Comunidad Autónoma de Madrid. 1 Cfr. GEC, s.v. cordal. 2 Véase Rosenblat (1971: 35 y ss.) respecto del uso de los refranes por parte de Sancho, así como también de este pasaje en concreto.

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“–¿Qué mejores –dijo Sancho– que “entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares”, y “a idos de mi casa y qué queréis con mi mujer, no hay responder”, y “si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro”, todos los cuales vienen a pelo? Que nadie se tome con su gobernador ni con el que le manda, porque saldrá lastimado, como el que pone el dedo entre dos muelas cordales, y aunque no sean cordales, como sean muelas, no importa; y a lo que dijere el gobernador no hay que replicar, como al “salíos de mi casa y qué queréis con mi mujer”. Pues lo de la piedra en el cántaro un ciego lo verá. Así que, es menester que el que vee la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo, porque no se diga por él: “espantóse la muerta de la degollada”, y vuestra merced sabe bien que más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena” (Q, II-XLIII, 430a).

Con ese refrán, que en sus versiones anteriores aludía a las muelas molares y no propiamente a las cordales3, se venía a significar que no conviene mediar o meterse a poner paz entre parientes cercanos. Sancho lo emplea aquí, como el resto de sentencias, para dar a entender que no se debe replicar al gobernador. En las Novelas ejemplares, concretamente en La Gitanilla, también se hace mención de las muelas cordales en una expresión que recuerda la del refrán: “¿Veen estas muchachas, mis compañeras, que están callando y parecen bobas? Pues éntrenles el dedo en la boca y tiéntenlas las cordales, y verán lo que verán” (Git., 520b).

Cordal se vincula etimológicamente a cuerdo, palabra que aparece con profusión en varias obras cervantinas4, como el mismo Quijote o El Licenciado Vidriera, donde la oposición cuerdo/loco representa una de las claves de la trama5.

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Conocida es la tendencia de Sancho a modificar los refranes; cfr. Rosenblat (1971: 37). Hernán Núñez, el Comendador Griego, a quien el mismo Cervantes cita en el Quijote en palabras de la Duquesa comparando los refranes de Sancho con los suyos (Q, II, XXXIV), había escrito “Entre dos muelas molares, nunca metas tus pulgares”, y “No metas las manos entre dos muelas molares, que te prenderán los pulgares”. Cfr. Hernán Núñez, Refranes o proverbios en romance, p. 96 –§ 2968, f. 47r– y p. 169 –§ 5296, 84r–. Pedro Vallés asimismo recoge esta última versión. Cfr. además Coll (2004: 148 –§ 220–). 4 En más de cincuenta ocasiones hemos hallado el adjetivo cuerdo / -a en las obras de Cervantes. De entre ellas, sin duda, la más prolífica en su aparición es el Quijote, que llega a las 34 menciones (7 en la primera parte y 27 en la segunda); le siguen El licenciado Vidriera, con 5, y La Galatea, con 4. 5 Castilla del Pino (2005) subraya la integración de ambos conceptos en Cervantes, para quien “no se trata del dilema cordura o locura –eso está a la vista desde la primera a la última página del Quijote–, sino de la conjunción cordura y locura, como nos ejemplifica en la figura de Don Quijote y en la del licenciado Vidriera, que son locos, sí, pero también cuerdos” (Castilla del Pino, 2005: 69). “Cervantes nos impone su concepción de un loco, pero cuerdo, Don Quijote, un personaje que adquiere su identidad precisamente en la supresión de la alternativa excluyente: loco, luego no cuerdo; cuerdo, luego no loco” (Castilla del Pino, 2005: 47-48).

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Cuerdo lo hemos visto ya en el segundo de los pasajes citados del Quijote, dentro del refrán con el que terminaba la retahíla de los que Sancho profiere locuazmente en su argumentación (“más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena”). Ahí se opone a necio, si bien, como acabamos de decir, tanto en el Quijote, como en El Licenciado Vidriera, así como en las demás obras en las que cuerdo se documenta, suele oponerse a loco, las más de las veces con mención explícita y haciendo uso de figuras literarias basadas en el juego de contrarios. Los dos extractos siguientes, el epitafio que le puso Sansón Carrasco a Don Quijote y la alocución del licenciado Rueda ya cuerdo, definitorios en cada una de las obras, lo reflejan bastante bien: “Yace aquí el Hidalgo fuerte / que a tanto estremo llegó / de valiente, que se advierte / que la muerte no triunfó / de su vida con su muerte. / Tuvo a todo el mundo en poco; / fue el espantajo y el coco / del mundo, en tal coyuntura, / que acreditó su ventura / morir cuerdo y vivir loco” (Q, II-LXXIV). “–Señores, yo soy el licenciado Vidriera, pero no el que solía: soy ahora el licenciado Rueda; sucesos y desgracias que acontecen en el mundo, por permisión del cielo, me quitaron el juicio, y las misericordias de Dios me le han vuelto. Por las cosas que dicen que dije cuando loco, podéis considerar las que diré y haré cuando cuerdo. Yo soy graduado en leyes por Salamanca, adonde estudié con pobreza y adonde llevé segundo en licencias: de do se puede inferir que más la virtud que el favor me dio el grado que tengo. Aquí he venido a este gran mar de la Corte para abogar y ganar la vida; pero si no me dejáis, habré venido a bogar y granjear la muerte. Por amor de Dios que no hagáis que el seguirme sea perseguirme, y que lo que alcancé por loco, que es el sustento, lo pierda por cuerdo. Lo que solíades preguntarme en las plazas, preguntádmelo ahora en mi casa, y veréis que el que os respondía bien, según dicen, de improviso, os responderá mejor de pensado” (LV).

El significado de cuerdo, opuesto a loco, además de a necio, ya entonces y también ahora equivale a ‘sesudo6 (= sensato7), juicioso, prudente’8, esto es, representa 6 Buen ejemplo de formación adjetival en -udo (< lat. -ūtu), con cierto valor aumentativo, a partir de una base nominal en -u (lat. sensu > esp. seso) que haría referencia a una parte del cuerpo humano. En este caso, frente al port. sisudo ‘severo, ceñudo’, el esp. sesudo tiene el significado generalmente favorable de ‘razonable, inteligente’. Véase Laurent (1998: 28 ss. y 34). Malkiel (1974: 18) señala, respecto de esta palabra, que sesudo ‘sabio, prudente, sensible’ es una formación que evoca una cualidad moral o intelectual basada en un tema de referencia no estrictamente anatómica (seso ‘sabiduría, entendimiento, prudencia’), si bien seso en todas las épocas significó también ‘cerebro’ y, por ese hecho, puede mediar como ninguna otra formación entre el grupo anatómico y el que no lo es. 7 Sensato responde a una formación adjetival en -ātu(m) de la misma base que sesudo (seso < sensu), pero de introducción reciente y culta. Hoy se prefiere a sesudo siguiendo con la corriente de declive de varios de los adjetivos en -udo. Véase Laurent (1998: 40 ss.). Por eso la hemos glosado aquí. 8 Cfr. Aut., s.v.

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valores deseables en personas no enajenadas de edad adulta. Lo de edad adulta no es baladí, puesto que la cordura y la sensatez se alcanzan entonces. Precisamente el paralelo niño-loco, que asimismo se establece con frecuencia9, puede resultar, también por su oposición a cuerdo, muy interesante. 2. CORDAL Y CUERDO ANTES DE CERVANTES Cuerdo se documenta en castellano desde sus orígenes; aparece en el Cid la forma cuerdamientra, y en Berceo, cuerdo10. También se encuentra ya en Berceo el derivado cordura, que repite el modelo de locura (o el de mesura, ventura, natura […] con las que rima)11. Cuerdo es voz iberorromance y casi exclusiva del castellano, pues solo hallamos además su cognado cordo en portugués antiguo y en gallego. Esa variante no diptongada, cordo, aparece a lo largo del s. XIII, y aún después, en Castilla, pero en esos casos se trata de un nombre propio romano, del que luego hablaremos. Así, en la Quinta parte de la General Estoria de Alfonso X se nombra en repetidas ocasiones a Cordo-Cordus en el texto de Lucano–: “Ca era estonces en aquellas tierras allí un romano que dezían Cordo”12. Por otro lado, en un texto de 1293 se habla de “El Rey Cordo”13, pero aquí hay confusión por metátesis con el rey griego Codro14. Cordal debe ser posterior; cuando menos, se ha documentado más tardíamente. El DCECH, s.v. cuerdo, documenta por primera vez cordal en el Quijote, pero este adjetivo, en referencia a las muelas del juicio, ya había aparecido con anterioridad. El vocablo era ya común en tratados médicos y, en particular, de la dentadura, del s. XVI15, y ya antes, Nebrija, tanto en su Diccionario latino-español de 1492, como en su Vocabulario español-latino de 1495, lo había recogido haciendo corresponder 9 Bien conocido es el proverbio que reza “Los niños y los locos dicen las verdades”, recogido, entre otros, por Pedro Vallés en su Libro de refranes y sentencias, p. 75 –v. 2203– y por Sebastián de Horozco en El Libro de los proverbios glosados, p. 60 –v. 238–. 10 Cfr. DCECH, s.v. Véase, además, Alonso, DME, s.v. 11 Cfr. G. de Berceo, La vida de San Millán de la Cogolla, pp. 158 y ss. (est. 402, 408 y 420). 12 Cfr. Almeida Cabrejas (2004 II: 393 y ss.). 13 Castigos, BNM, ms. 6559, 39r, de acuerdo con el CORDE. 14 La metátesis también afecta a las menciones de Cordo en la Quinta Parte de la General Estoria, que acabamos de señalar, ya que en alguna ocasión se lee Codro en lugar de Cordo. Cfr. Almeida Cabrejas (2004 II: 399). 15 “Las muelas llamadas cordales, que nacen después que comienza la barba” son mencionadas así por Juan Valverde de Hamusco en la Historia de la composición del cuerpo humano, impresa en Roma en 1556. Por otro lado, en el Coloquio breve y compendioso sobre la materia de la dentadura y maravillosa obra de la boca, publicado en Valladolid en 1557, su autor, el Bachiller Francisco Martínez de Castrillo, dice respecto de las muelas cordales: “Esas nacen al cabo de todas y como nacen a la postre y se forman de sobras o se corrompen o caen de presto, al fin son de poca dura, como fruta de otoño”. Cfr. Ceballos Salobreña y García de Sola (1991: 53 y 62).

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muela cordal con dens genuinus16. De esa misma época (1492), sería un cancionero donde asimismo parece encontrarse, aunque nos ha llegado en una copia muy posterior17. Ya en el compendio de rimas que constituye La Gaya Ciencia, fechada hacia 1475, Pero Guillén de Segovia había citado la palabra cordal18, si bien no sabemos con seguridad cuál es el valor que ahí hay que darle. Conviene recordar que una forma cordal se halla mucho antes, en el Libro de Alexandre19, pero esta palabra nada tiene que ver con la que aquí estamos analizando, ya que es un derivado igualmente en -al, pero de cuerda20. La homonimia es un fenómeno que debemos tener siempre presente, especialmente en esta ocasión con este grupo de palabras, pues la identidad o similitud formales pueden haber repercutido en la interpretación de las voces, e incluso en su propia configuración. 3. ETIMOLOGÍA ACEPTADA HASTA AHORA De cuerdo se ha señalado que procede del lat. cor, cordis ‘corazón, ánimo’21, y, más en concreto, que sería un derivado regresivo de un arcaico *cordado, descendiente regular del lat. cordatus, derivado éste a su vez de cor, cordis. El lat. cordatus es palabra de época arcaica (Ennio, Plauto, Afranio) y tardía (Lactancio, San Agustín y otros autores cristianos), y entre los clásicos sólo la usó Séneca. *Cordado no se ha documentado, aunque sí la variante prefijada acordado, sinónimo de cuerdo desde Berceo hasta el s. XVII22.

16 Cfr. Nebrija, Diccionario latino-español, s.v. dens genuinus y Vocabulario español-latino, s.v. muela cordal. 17 El CORDE da la fecha de 1492 para este cancionero, aunque, en realidad, se trata de una copia del s. XVIII, como se señala en la obra de la que se extrae la cita: Dutton (1990: 103). Por dos veces leemos en él (muela) cordal: “y el que tiene cargo della / por persona principal / en una muela cordal / aosadas tan buena y tal / que os podes cagar en ella” (Dutton, 1990: 159 –f. 548r del manuscrito–) y “Los dientes son la barrera / y las muelas especial / aunque la muela cordal / casa es para quien quiera” (Dutton, 1990: 160 –550v–). 18 Cfr. La Gaya Ciencia de P. Guillén de Segovia, p. 86. 19 “Si uno pedié agua, el otro dava cal; / el que pediá mortero, dávanle el cordal; / lo que dizié el uno, el otro fazié al; / ovo toda la obra por ende a ir mal”. Cfr. Libro de Alexandre, p. 400 –estrofa 1509–. 20 Alonso, DME, s.v. cordal, le da a cordal el significado de ‘cuerda, cordel, soga’, y suma a la documentación del Libro de Alexandre, la de cordal de La Gaya Ciencia de Pero Guillén. Puede resultar interesante, por otro lado, la homonimia y ambigüedad en el uso de cuerda (‘juiciosa’ / ‘soga’) con la que juega el propio Cervantes en su comedia Pedro de Urdemalas: “Que apenas sabrá mi hermana / mi pena, cuando esté llana / a darme treinta florines, / por poner ella sus fines / en ser cuerda, y no de lana” (PU, III, 126-130). 21 Cfr. DRAE, s.v. 22 Cfr. DCECH, s.v.

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Hay unanimidad general, que parece corresponderse con una tradición continuada, de que se llegó a cuerdo a partir de *cordado (< cordatus) por formación regresiva, como hueco de aocado/ahuecado o pago de pagado23. Alfonso de Palencia, en su Universal vocabulario en latín y en romance de 1490, vinculaba ambos términos en la definición del segundo: “Cordatus es cuerdo y conuenible y dispuesto para seguir la prudençia”24. Es comprensible que esta relación se produjera, ya que cordatus tenía en latín el significado que hoy le damos a cuerdo. Cordal, por su parte, surgiría –así se piensa– como derivado adjetival de cuerdo y en principio, como tal adjetivo, no se le conoce otra aplicación distinta a la de las muelas tardías o del juicio. 4. EL LAT. CORDUS, “LA MADRE DEL CORDERO” A nuestro parecer, sin embargo, estas palabras, cordal y cuerdo, plantean un entramado etimológico distinto y, al mismo tiempo, una mayor sencillez explicativa, que pasa por tener en cuenta una voz no considerada hasta ahora: el adjetivo latino cordus (chordus). Este adjetivo tenía en latín el valor de ‘tardío, nacido tardíamente’ y se aplicaba por lo general a plantas o vegetales, y sobre todo a animales; tan es así que está también en el origen de cordero. En efecto, nadie discute que cordero, el nombre de la cría de la oveja, procede de un vocablo latino-vulgar *cordarius, derivado del lat. cordus. Fue su uso preferente junto a agnus, la voz que designaba el ‘cordero’ en latín, ya atestiguado por Varrón, y la posible colisión homonímica que tendría lugar en hispanorromance entre esta palabra latina y annus ‘año’ lo que pudo determinar la introducción de cordus y de su derivado en el campo de agnus y el consiguiente cambio léxico25. Cordus no tiene una etimología conocida, aunque los romanos lo relacionaron con el gr cÒrion ‘placenta, secundinas, pares, membrana que envuelve el feto en el seno materno’. Así lo vemos en el texto de Varrón: “Dicuntur agni cordi qui post tempus nascuntur ac remanserunt in uoluis intimis: uocant chorion, a quo cordi appellati”

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Cfr. Diez, EWRS 443, s.v. cuerdo, Meyer-Lübke, REW § 2228, y Menéndez Pidal (1976: 284 y

612). 24

Cfr. Alfonso de Palencia, Universal vocabulario en latín y en romance, 94vb. Véase DCECH, s.v. cordero. Ahí se apunta que el portugués ha podido conservar agnu (> anho, distinto de ano [< annu]) junto a cordeiro; no así el español y el catalán occidental. El tipo *cordarius es común al portugués (cordeiro), castellano, catalán occidental (corder) y parte del gascón (courdè, en Landas y Altos Pirineos). En la Romania se dan otras formas derivadas de cordus como cordyaira ‘oveja que aún amamanta’ en Val de Bagnes (Suiza), el calabrés curdascu ‘cordero tardío’ y algunos resultados de una forma re-cordus: langued. regor, prov. alp. recourdoun, sic. riurduni. 25

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[se llaman corderos “tardíos” los que nacen después de su tiempo y han permanecido en el interior de la matriz, esto es, el chorion, del que se llaman “cordos” (‘tardíos’)] (Varrón, Rust. 2, 1, 19).

La explicación varroniana de agni cordi tiene dos partes: la primera (qui post tempus nascuntur ‘que nacen después de su tiempo’) da la auténtica definición del adjetivo latino; en la segunda parte (remanserunt in uoluis intimis ‘han permanecido en el interior de la matriz’) se ve una anticipación del significado de la palabra griega transcrita a continuación (chorion = cÒrion), como base derivativa de la latina (a quo cordi appellati). Está claro que es a esa palabra griega a la que se debe la grafía chordus26 y no al homónimo grecolatino chorda (‘cuerda’), como aduce el DCECH, s.v. cordero, citando la propia definición de Varrón. El adjetivo cordus no se limita, no obstante, a su uso junto a agnus como ‘cordero tardío’. En el ThLL, s.v. se documentan, además, otras posibles aplicaciones, como las que hacen referencia a los cereales, al heno o a cierta fruta, en las que actúa como sinónimo de serotinus ‘tardío, que viene tarde –generalmente referido a un fruto–’: “Corda frumenta, quae sero maturescunt, ut fenum cordum” [cereales corda (‘tardíos’), que maduran tarde, como el heno cordum (‘tardío’)] (Paul. Fest. p. 57, 13 L). “Cordum serotinum. ideo uvae quae tarde nascuntur, cordae appellantur” [cordum, tardío. Por esto las uvas que nacen tarde, se llaman cordae (‘tardías’)] (Gloss., V 58, 40). “aluntur autem commodissime […] autumnali faeno, quod cordum vocatur; nam id mollius et ob hoc iucundius est quam maturum” [Pero (las ovejas) se alimentan de forma muy conveniente […] de heno otoñal, que se llama cordum (‘renadío’), pues es más suave y por esto más agradable que el temprano] (Colum. 7, 3, 21).

Cordus, por otro lado, tuvo existencia incluso como cognomen27; hubo romanos que se llamaron Cordus, seguramente en origen por haber sido ‘hijos tardíos’ o ‘no esperados’. Kajanto (1965: 295) recoge Cordus –y derivados como Cordianus, Cordilla, Cordinus, Cordulus– dentro del grupo de los cognomina relacionados con el nacimiento, y en concreto, con el nacimiento tardío. El nombre de Cordo, heredero de ese Cordus latino, alcanza la época bajomedieval –ya lo hemos visto–, y se

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Cfr. Ernout-Meillet, s.v. cordus. Cfr. ThLL Onomasticon, s.v. Cordus, y, también, Kajanto (1965: 73 y 295).

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atestigua asimismo como apellido entre los firmantes de varios documentos de compraventa28. Cordo se sigue manteniendo hoy como apellido. Vemos, por tanto, que cordus no tenía una aplicación única, sino que, más bien al contrario, podía ir acompañando, con un valor general de ‘tardío, de nacimiento tardío’, a los nombres de distintos referentes o seres vivos: animales, vegetales e incluso personas. 5. LAS MUELAS DEL JUICIO O TARDÍAS, ESTO ES, CORDALES Volviendo a las muelas del juicio, comprobamos que éstas han recibido distintos tipos de denominaciones desde la Antigüedad29, que en general se inspiran en la idea de ‘sabiduría’ o en la del carácter tardío de su aparición. Los griegos les dieron al menos tres nombres: swfronistÁrej ‘(dientes) de la sabiduría’, Ñy…gonoi ‘(dientes) tardíos’, y krantÁrej ‘(dientes) últimos que terminan, que completan la serie’30. Otro término, el de kritÁrej ‘jueces’, apenas se atestigua una vez31. El primer nombre, swfronistÁrej ‘(dientes) de la sabiduría’, a partir de swfron…zw ‘tornarse sabio’, aparece en Hipócrates, y su motivación nos la da ya muy claramente Rufo de Éfeso: “swfronistÁraj de, toÝj ™swt£tw kaˆ ™sc£touj, ¹nika ¨n d¾ swfrone‹n ¥rcwntai, fuomšnouj ›na ˜katšrwqen” [‘pero (se llaman) muelas del juicio los últimos dientes del fondo, que nacen, cuando comienzan a tener juicio, uno de cada lado,’]. Avicena traduce ese término al árabe con ese mismo valor de ‘sabiduría’ y Berenguer Da Carpi, que glosa otra voz árabe, emplea, de igual manera a como harán otros tratadistas anatómicos posteriores, la expresión latina dens sapientiae. Es obvio que esta asociación semántica pasó a la lengua popular, pues en las lenguas modernas se conoce a las muelas del juicio con denominaciones similares: fr. dent de sagesse, it. dente del giudizio, port. dente do siso, cat. queixal de seny, ingl. wisdom tooth, al. Weisheitzahn, etc. Por su parte, el nombre de Ñy…gonoi ‘(dientes) tardíos’, formado a partir de Ñyš ‘tiempo después’ y de g…gnomai ‘nacer’, parece tener correspondencia o traducción, en principio, en el latín serotinus, adjetivo adoptado para la muela del juicio en la nomenclatura anatómica internacional, usado antes por tratadistas del siglo XVIII, como Monro, y que Plinio ya había empleado –como también cordus–, aunque no para las muelas del juicio; para éstas Plinio usó el adjetivo genuini ‘(dien-

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Cfr., por ejemplo, Martino Cordo, Miguel Cordo, Iuan Cordo… en documentos extraídos del CORDE. 29 Quiero agradecer al Prof. Enrique Montero Cartelle, de la Universidad de Valladolid, la ayuda que me ha proporcionado en el rastreo de estas denominaciones. 30 De acuerdo con Julio Pólux. Véase Barcia Goyanes (1980: 167 y ss.). 31 Véase Cootjans y Gourevitch (1984-1985: 195).

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tes) de las mejillas’32, esto es, el mismo que glosa Nebrija en su Vocabulario. Plinio sigue mal las lecciones de Aristóteles y confunde las muelas del juicio con las muelas en general al denominarlas con ese adjetivo33; como hemos visto, la confusión llega hasta Nebrija. Winslow y Soemmerring, en la segunda mitad del XVIII, emplean, además, los adjetivos tardus y tardivus. Relacionada estrechamente con la noción de ‘tardío’ está la de ‘último’, que reflejaba el griego krantÁrej ‘(dientes) últimos’, de kra…nw ‘acabar’. Este es el nombre que empleó Aristóteles para referirse a las muelas cordales: “fÚontai d/oƒ teleuta‹oi to‹j ¢nqrèpoij gÒmfioi, oÞj kaloàsi krantÁraj, perˆ t¦ e‡kosin œth kaˆ ¢ndr£si kaˆ gunaix…n” [‘Los últimos dientes del hombre que brotan hacia los veinte años en hombres y mujeres son los llamados kranteras (los que completan)’]34. Celso los llama “ultimi, qui sero gigni solent” [‘los últimos, que suelen aparecer tardíamente’]35 y Séneca usa el mismo adjetivo, aportando también un sentido cronológico: “pubertas et ultimus ille dens surgenti iuuentae terminum ponens” [‘(llega entonces) la pubertad y aquel último diente, que pone término a los progresos de la juventud’]36. En fin, el caso es que, tal como vienen a decir Cootjans y Gourevitch (19841985: 195 y ss.), como las muelas del juicio son las últimas en salir y como su erupción ocurre después de la edad en que se supone que se alcanza el juicio o sabiduría, estas dos ideas –sabiduría y tardías– se reencuentran en los términos que designan estos dientes. 6. NUESTRA HIPÓTESIS: CORDAL, CUERDO (< CORDUS) Llegados a este punto, parece obvio pensar que en algún momento, que todavía no podemos precisar, cordus, o su derivado cordalis, con el significado de ‘tardío’, se debió aplicar a las muelas del juicio, esto es, a las muelas que nacen tardíamente, pues, de hecho, éstas recibían denominaciones con ese valor. Es muy posible que, a consecuencia de ello, cordus ‘tardío, que nace tardíamente’ se impregnara del significado de la otra calificación de esas muelas, las del juicio, las de la sensatez, las de la sabiduría, y, así, cordus (> cuerdo) pasaría a tener también el significado de ‘juicioso, sensato’.

32 “Homini nouissimi, qui genuini uocantur, circiter uicensimum annum gignuntur” [‘los que salen los últimos al hombre, que se llaman “(dientes) de las mejillas”, aparecen alrededor de los veinte años’]. Plin., Nat. 11, 166. 33 Véase Cootjans y Gourevitch (1984-1985: 197-199) y Pline L’Ancien, Histoire Naturelle, Livre XI, ed. y trad. de A. Ernout y R. Pépin, p. 171. 34 Arist., Historia Animalium, II, 1, 501b 4. 35 Cels., 8, 1, 9. 36 Sen., Benef., 4, 6, 6.

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Es decir, la aplicación de cordus a las muelas del juicio, llamadas ya así, como hemos visto, desde los griegos, y que eran de nacimiento tardío, pudo ser la vía por la que el adjetivo (cordus > cuerdo) adquirió el significado de ‘juicioso, sensato’. Cordal, por tanto, no tendría como significado primigenio el de ‘relativo a la cordura, sensatez’, no sería sinónimo en primer término de ‘(muela) del juicio’, sino que, como derivado de cordus, respondería al valor de ‘tardío, nacido tardíamente’. Y cuerdo, en consecuencia, no derivaría de cordatus –derivado a su vez de cor, cordis–, sino que procedería directamente de cordus, y habría adquirido el significado de ‘sensato, juicioso’ al aplicarse y asociarse a las muelas que tradicionalmente se habían llamado del juicio y luego también cordales. Está claro que el juicio, la sabiduría o la sensatez se adquieren en la edad adulta, no cuando se nace o se es imberbe, de igual manera a lo que sucede con la aparición de las muelas cordales. Éstas surgen en un momento tardío, cuando se tiene uso de razón, en una edad en la que se ha alcanzado o se ha debido alcanzar ya el juicio o la sensatez mencionados. Si se asocian ambos conceptos (‘tardío, adulto’ y ‘sensatez’), como fácilmente pudo y debió acontecer a la luz de las distintas denominaciones que recibieron las muelas del juicio o cordales, no nos ha de extrañar que desde cordus/cordo - cordal ‘tardío’, ayudado por su aplicación a estas muelas, se llegara a cordus/cordo - cordal ‘juicioso’. Éste, el de ‘juicioso’, sería finalmente el valor que prevalecería en la forma iberorromance cordo/cuerdo, mientras el de ‘tardío’ se mantendría, aunque un tanto oculto por la evolución semántica del adjetivo, en el derivado cordal. Es probable que cordus se aplicara a las muelas del juicio antes que su derivado cordalis (> cordal), de manera parecida a como sucedió con cordero, que a partir de un agnus cordus se acabó convirtiendo en el derivado *cordarius. Podemos incluso pensar que si tenemos un *cordarius (> cordero), derivado de cordus, para significar ‘cría de la oveja’, y no cordus mismo (> cuerdo), cuando cordero tiene atestiguado su origen en la expresión latina (agnus) cordus, eso puede deberse a que cordus se mantuvo vivo con su significado original de ‘tardío’. De esta forma, cuando agnus quedara finalmente elidido, cordus seguiría significando ‘tardío’ y el derivado *cordarius, en solitario, pasaría sin problemas a expresar la noción de ‘cordero, cría de la oveja’37. Alfonso de Palencia –volvemos a citarlo– recogía en su Universal vocabulario la definición de corda justo antes de la de cordatus, que ya hemos señalado, y justo después de la de cor cordis. En ella se decía que “corda son los frumentos que maduran tarde y asi dizen al feno cordo o tardio”38. Es obvio que Alfonso de Palen37

El DCECH, s.v. cordero, señala que cordarius habría designado primero la carne y la piel del cordero, y sólo después se habría aplicado al animal mismo. El port. cordeira tiene también el significado de ‘piel de cordero’. 38 Cfr. Alfonso de Palencia, Universal vocabulario en latín y en romance, 94vb.

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cia glosa la cita de Paulo Diácono, que también habíamos visto antes, pero lo que resulta de especial interés es que se emplea cordo con el valor de ‘tardío’ en ese momento: año 1490. Eso significa que entonces, cuando cordal ya se había atestiguado, cordo existía o, al menos, se documenta, como cultismo, con su genuino valor de ‘tardío’. Menos dudas nos deben quedar ahora de que cordal se deriva de cordus/cordo ‘tardío’, y de que cuerdo tiene ese mismo origen. Sería muchísima, demasiada casualidad que las muelas del juicio, las muelas tardías, se hubieran acabado llamando cordales, como derivado de cuerdo, y que esta palabra no tuviera relación con cordus/cordo ‘tardío –como lo son las cordales–’, de la que cuerdo, además, parece proceder diáfanamente en el plano fonético. Esto último –la evolución fonética expedita, sin obstáculos de ningún tipo– es algo en lo que, por evidente, no hemos insistido, pero que, como es lógico, no deja de tener importancia en el apoyo de nuestra hipótesis. No obstante, conviene seguir teniendo en cuenta las otras posibilidades etimológicas, que no debemos descartar, como la del lat. cordatus. La homonimia o la paronimia pueden contribuir a que haya más de una causa en el desarrollo de un determinado fenómeno y eso también puede haber ocurrido aquí. En el cambio semántico de cordus ‘tardío’ a cuerdo ‘juicioso’ pudo haber influido, además de la aplicación del adjetivo a las muelas del juicio, la proximidad formal del parónimo latino cordatus y su derivado romance acordado. En cualquier caso, todo ello no vendría sino a reforzar nuestra idea de que la base etimológica de cordal y de cuerdo, palabras que Cervantes supo usar tan apropiadamente, ha de estar en el lat. cordus. Eso es lo que hemos tratado de mostrar aquí.

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