CONVIVENCIA Y CONFLICTO EN CONTEXTOS LOCALES DE INMIGRACIÓN: ARTICULACIÓN DE ESPACIOS DE SOCIABILIDAD EN LOS BARRIOS MADRILEÑOS

September 6, 2017 | Autor: M. Martínez Aranda | Categoría: Conflict, Conviviality, Convivencia, Social Conflict, Migración, Conflicto
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Revista Ciencias Sociales 28 /Segundo Semestre 2012

CONVIVENCIA Y CONFLICTO EN CONTEXTOS LOCALES DE INMIGRACIÓN: ARTICULACIÓN DE ESPACIOS DE SOCIABILIDAD EN LOS BARRIOS MADRILEÑOS

Paloma Gómez Crespo 1 y Mª Adoración Martínez Aranda 2

Este artículo explora la articulación entre los espacios comercial, educativo y público desde el punto de vista de la sociabilidad en contextos locales de inmigración, con el fin de aportar elementos para el análisis de la conflictividad en las relaciones vecinales cuando quienes interaccionan pertenecen a distintos orígenes culturales y/o nacionales. Para ello se centra en dos aspectos: 1) cómo repercute en la gestión de la conflictividad que las relaciones y prácticas de los usuarios en alguno de estos espacios se proyecten en otros espacios de sociabilidad y 2) cómo se interpreta esa proyección por parte de los vecinos cuando esas relaciones y prácticas implican a personas y/o grupos de distintos orígenes. Palabras clave: Contextos Convivencia, Conflicto

Locales,

Migración,

Barrios

Multiculturales,

This article explores the link between commercial spaces and public education from the point of view of sociability in local immigration contexts. It aims to provide an input for the analysis of conflicts in neighboring relations –developed whenever those who belong to diverse cultural or national backgrounds interact. The paper is focused on two aspects: 1) how the conflict management is impacted whenever the relations and practices of users in any of these spaces influence other social spaces; and 2) how does this projection is understood by neighbors when those relationships and practices take place among individuals or groups from different origins.

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Paloma Gómez Crespo es Doctora en Antropología Social, profesora del Departamento Antropología Social y Pensamiento Filosófico Español, y miembro del Instituto de las Migraciones, Etnicidad y Desarrollo Social (IMEDES), de la Universidad Autónoma de Madrid. Email: [email protected]. 2 Mª Adoración Martínez Aranda es Licenciada en Antropología Social, Magíster en Antropología de Orientación pública y miembro del IMEDES. Email: [email protected].

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Keywords: Local contexts, Migration, Multicultural Neighborhoods, Living together, Conflict

INTRODUCCIÓN Hablar de sociabilidad es hablar de situaciones donde la interacción entre individuos y grupos puede adoptar la forma de convivencia, coexistencia y hostilidad, lo que, en última instancia, conlleva hablar del conflicto y su regulación (Giménez, 2005 y 2009). En esto se centra el Proyecto de Investigación I+D “Conflictividad y migración en contextos locales. Una aproximación teórico-práctica a la convivencia y la mediación, de donde surge el presente artículo 3. Con él queremos compartir parte del análisis y la reflexión que llevamos a cabo sobre una problemática fundamental para la cohesión social.

LA SOCIABILIDAD Y LOS ESPACIOS DE INTERACCIÓN VECINAL Nuestra investigación se centra en la vida vecinal y cotidiana en contextos locales de fuerte diversificación, fruto no solo de la incorporación de vecinos de distintos orígenes nacionales, sino también de la propia diversidad de la sociedad receptora y de los migrantes 4. Pero no partimos del fenómeno migratorio como “el” generador de posible conflictividad, sino del conjunto de los vecinos, con sus intereses, dinámicas y diversidad de todo tipo; y ahí, sí, ubicamos la migración: como un factor más de cambio, catalizador de actitudes y prácticas, cuyos agentes son los migrantes y los autóctonos, las personas y las instituciones 5; esto es, entre 3

Proyecto dirigido entre 2010 y 2013 por Carlos Giménez, catedrático de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en el seno del Instituto de Migraciones, Etnicidad y Desarrollo Social (IMEDES, www.uam.es/imedes). El equipo de esta investigación, financiada por el Programa Nacional de Proyectos de Investigación Fundamental, del VI Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2008-2011 (Gobierno de España), se completa con Joaquín Eguren (Universidad Pontificia Comillas), Menara Lube Guizardi (Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto, Universidad de Tarapacá, Chile), Carlos Peláez (Universidad Complutense de Madrid), Juan Ignacio Robles, Liliana Suárez y las autoras de este artículo, de la UAM. 3 Hablamos, por ello, de proceso de fuerte diversificación y en otros momentos del artículo de diversidad sociocultural para incluir distintos aspectos que contribuyen a la diversidad: identidad etnocultural, edad, género, clase social, aplicables tanto a autóctonos como a inmigrantes. 4 Hablamos, por ello, de proceso de fuerte diversificación y en otros momentos del artículo de diversidad sociocultural para incluir distintos aspectos que contribuyen a la diversidad: identidad etnocultural, edad, género, clase social, aplicables tanto a autóctonos como a inmigrantes 5 Cachón (2008a: 455) señala el papel de la inmigración como tornasol que hace aflorar algunas de la limitaciones y problemas del Estado de Bienestar y –añadiríamos- visibilizar conflictos latentes, derivados de transformaciones socioeconómicas, cuando alguno de sus protagonistas es etiquetado como “otro”. Es decir,

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todos se construye la forma (o formas) de entender y abordar la migración, el papel que desempeña en la sociedad y, por lo tanto, el papel en su convivencia y la conflictividad. Y desde ahí indagamos si existen y cuáles puedan ser las especificidades del conflicto en un contexto de inmigración como el madrileño. Un contexto sujeto a transformaciones sociales fruto del desarrollo económico que ha supuesto el auge de sectores como la construcción y el turismo, la incorporación de la mujer al mundo laboral, baja tasa de natalidad, envejecimiento de la población, lo cual, unido al aumento del nivel educativo y la mejora del Estado del Bienestar, supuso un cambio en el nivel de aceptabilidad de los puestos de trabajo, generando una demanda de trabajadores extranjeros para cubrir los menos atractivos. Por lo tanto, la inmigración 6 es fruto del cambio de la sociedad española 7. Pero la llegada rápida y voluminosa de población de origen extranjero a lo largo de los últimos 20 años ha dado lugar a un proceso de diversificación sociocultural acelerado 8. De modo que al cambio previo de la sociedad madrileña se suma el que aportan estos “nuevos vecinos” (Martínez, 2007 y Cachón, 2008a y 2008b). Nuestra investigación se basa en a) documentación generada en dos servicios de mediación social intercultural (213 fichas de intervención mediadora) 9, b) entrevistas a mediadores sociales interculturales y otros profesionales (89) 10, c) entrevistas a informantes claves (representantes de asociaciones, ONG, centros

debemos preguntarnos hasta qué punto estamos ante nuevos conflictos “provocados” por la migración o más bien ante el afloramiento de conflictos latentes y preexistentes. 6 Subrayamos la palabra inmigración para enfatizar la perspectiva desde la sociedad receptora: las causas y motivaciones de las personas para migrar son múltiples, pero consideramos que su incorporación a la sociedad española de una manera tan rápida y voluminosa ha sido posible porque había una fuerte demanda de trabajadores y esa demanda ha venido dada por los cambios en la sociedad española. 7 Véase Cachón (2002). La crisis que azota a España impone un nuevo escenario para la sociabilidad al que habrá que estar atentos. 8 En la ciudad de Madrid, la población extranjera empadronada ha pasado de suponer el 1,19 % del total en 1991 al 15,5 % en 2012. Entre 2002 y 2012, la población extranjera ha pasado de 282.384 a 502.932 personas, según el boletín Madrid Datos: “Población extranjera en la ciudad de Madrid a 1 de enero de 2012”. Dirección General de Estadística del Ayuntamiento de Madrid. 9 Documentación generada por los mediadores del Servicio de Mediación Social Intercultural del municipio de Madrid (2002-2010) y Servicio de Mediación Ser Joven de varios municipios madrileños, donde se recoge información sobre las actividades desarrolladas en prevención y resolución de conflictos, incluido el registro de casos de mediación con datos sobre ubicación espacial, desarrollo temporal, descripción de actores y dinámicas y forma en que se gestionaron. Se trata de documentación generada para sistematizar la labor de mediación, analizar conflictos y reflexionar sobre la intervención. 10 La revisión de la documentación se complementa con entrevistas a mediadores que ampliaron y detallaron la información recogida en la misma. Así mismo se ha entrevistado a otros profesionales relevantes como educadores y trabajadores sociales, personal docente y no docente de los centros educativos, personal de centros sanitarios, dinamizadores vecinales, técnicos de atención a inmigrantes, etc,, que han aportado su experiencia y visión sobre la sociabilidad en los barrios en los que desarrollan sus actividades.

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religiosos, etc.) y vecinos de los barrios seleccionados 11, d) observación en distintos ámbitos espaciales de relevancia en las relaciones vecinales (plazas, parques, rutas de paso, centros educativos, comercios, etc.), e) revisión de artículos de prensa 12. El trabajo de campo se está desarrollando en barrios de cinco distritos de Madrid 13, que oscilan entre el 15 % de población extranjera empadronada sobre el total en el barrio de Almenara y el 31, 5 % de Pradolongo 14. Son barrios que aglutinan una enorme diversidad, donde confluyen españoles, ecuatorianos, dominicanos, rumanos, marroquíes, bolivianos, chinos, pakistaníes, senegaleses y muchos más colectivos nacionales con sus lenguas, sus costumbres, sus creencias 15. El proyecto de investigación donde se ubica lo abordado en este artículo se ocupa de la conflictividad en contextos locales de inmigración en relación al conjunto de la conflictividad de la sociedad como forma de desentrañar si existen “especificidades” del conflicto propias del contexto migratorio y, si es así, cuáles son. El problema de investigación del proyecto se resume en las siguientes preguntas: “¿Se producen conflictos ‘nuevos’ ligados a la inmigración o bien son ‘los mismos’ pero con nuevas dimensiones? ¿Adquiere esta conflictividad rasgos específicos? ¿Qué génesis, dinámicas y mecanismos siguen? ¿Qué factores contribuyen a explicarlos? ¿Cuáles son las pautas predominantes y recurrentes en los actores al abordar esa conflictividad? ¿Qué es preciso hacer para prevenirlos, regularlos, resolverlos o transformarlos?” 16. La hipótesis de partida plantea que las especificidades mencionadas no residen tanto en los motivos y tipología de los conflictos como en aspectos de su dinámica, con un alto potencial de procesos de

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Se han realizado, hasta el momento, entrevistas a más de 30 personas. Se han revisado los periódicos nacionales de mayor tirada (EL PAÍS, El Mundo y ABC) desde septiembre de 2010 a junio de 2012, recopilando las noticias que incluyen referencias a situaciones conflictivas en las que fuera relevante la participación de personas o grupos de distintos orígenes nacionales y/o étnicos. Esta recopilación se ha realizado en colaboración con el Master en Inmigración, Refugio y Relaciones Intercomunitarias de la UAM, dentro de su programa de prácticas. La revisión de prensa se completa con la recogida de otras noticias sobre disputas en torno a la convivencia en general. 13 El barrio de La Ventilla (Almenara) en el distrito de Tetuán; Ventas, Quintana y Pueblo Nuevo en Ciudad Lineal; el distrito de Carabanchel y el de Usera, y casos de convivencia y conflicto vecinal en Embajadores y Sol (distrito Centro). En la realización del trabajo de campo han colaborado alumnos del Prácticum de la Licenciatura de Antropología Social y Cultural de la UAM, coordinados y supervisados por las autoras de este artículo. Estos barrios fueron seleccionados a partir de la documentación revisada y atendiendo a los siguientes criterios: características sociodemográficas de la población, espacios relevantes para la el análisis de la conflictividad y existencia de situaciones conflictivas previas. El material para el análisis se completa con trabajos de campo previos en estos y otros barrios y aportados por los distintos miembros del equipo de investigación. 14 La media para la ciudad de Madrid es del 15,5 % de personas extranjeras sobre el total de empadronados. 15 Para un panorama de la diversidad de orígenes véase fuente incluida en nota 7. 16 Extraído del proyecto de investigación redactado por Carlos Giménez para la convocatoria de Proyectos I+D (véase nota 2). 12

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“escalada del conflicto” 17 debido a: 1) la posición subordinada de los vecinos de origen extranjero y sus descendientes, 2) el etiquetaje étnico, 3) el papel de agentes mediáticos y políticos en la construcción social del conflicto local y 4) la ubicación de los migrantes en redes y campos sociales transnacionales 18. Para desarrollar y contrastar esta hipótesis el proyecto parte de un marco conceptual basado en las aportaciones de Burton (1990), la metodología multifactorial para el análisis de conflictos y la tipología de modos de sociabilidad, ambas desarrolladas por Giménez (2002 y 2009). Burton propone distinguir entre “disputas” y “conflictos”: las disputas se centran en enfrentamientos coyunturales debidos a la colisión de necesidades, valores y/o intereses diferentes (por lo que se podrían solventar a través de la mediación o la negociación), mientras que en los conflictos los antagonismos entre las partes implicadas están atravesados por elementos estructurales de desigualdad y poder, por lo que, para resolverlos, deben eliminarse esos elementos, de ahí que Burton prefiera hablar de “transformación” de los conflictos, puesto que, en última instancia, se trata de transformar la sociedad. Nuestra investigación aborda cómo las disputas “normales” entre vecinos de un barrio, en el caso de contextos de inmigración, pueden derivar hacia (o construirse) conflictos en los que la desigualdad se centra precisamente en la condición del origen extranjero de alguna de sus partes implicadas. Como señala Giménez en el proyecto del que arranca nuestra investigación: en los contextos migratorios, “los inmigrantes ocupan una posición estructural de subordinación en los planos jurídico, laboral y sociocultural, y las diferencias raciales, étnicas, lingüísticas, religiosas, son afectadas por las situaciones de desigualdad y desequilibrio de poder”. Por lo tanto, no se trata de que “los inmigrantes” o “la inmigración” generen conflictos ni sean conflictivos en sí mismos, sino de cómo la actuación en situaciones que implican una posible colisión de necesidades, valores y/o intereses que se perciben y/o de hecho son diferentes, cuando los implicados (individuos o grupos) 17

Por “escalada del conflicto” estamos entendiendo: “aceleramiento, expansión, intensificación y/o radicalización” (extraído del proyecto de investigación, véase nota 2)., es decir, procesos en los que un incidente , situación o disputa concretos y localizados en tiempo y/o espacio que afectan a individuos o conjuntos de individuos específicos pueden agravarse al extenderse a otras áreas espaciales, prolongarse en el tiempo, implicar enfrentamientos entre grupos sociales que se posicionan dando lugar a un enfrentamiento abierto, etc. 18 En definitiva, nuestra hipótesis plantea que la inmigración no conlleva nuevos tipos de conflictividad en el ámbito de las relaciones sociales, sino que los conflictos básicamente son los mismos: disputas en la comunidades de vecinos en torno a las normas de convivencia, ocupación y uso del espacio público, intereses, etc. Pero la dinámica sí puede ser distinta, tiñendo de intensidad a disputas que derivan en o pasan a ser percibidos como conflictos de mayor alcance y profundidad porque quienes se enfrentan pertenecen a orígenes culturales y/o nacionales diferentes que conllevan posiciones desiguales.

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se etiquetan como “otros” (mutuamente o no), puede soslayar la naturaleza última de la disputa en favor de una explicación que sitúa la causa de la misma en una diferencia cultural que se construye, además, en términos etnocentristas que remiten a prejuicios. Estas actitudes hacia el “otro” no sólo se producen desde los autóctonos hacia los inmigrantes y viceversa, sino entre individuos y grupos que se atribuyen o a quienes son atribuidas distintas identidades etnoculturales 19, si bien la posición desigual en el conjunto de la sociedad de unos y otros implica una posición también desigual cuando se genera una disputa y es esa desigualdad la que incorpora el conflicto, siguiendo lo que propone Burton, y los procesos de escalada a los que nos referíamos. Teniendo esto en cuenta, consideramos esencial analizar disputas y conflictos en contextos locales de inmigración más allá de explicaciones e interpretaciones meramente culturalistas, es decir, la pretensión de atribuir la conflictividad en contextos de inmigración al choque cultural, lo cual suele ir unido a una noción de integración de corte asimilacionista y a políticas unidireccionales: el extranjero es quien debe integrarse adoptando las costumbres, normas, valores de la sociedad receptora. De este modo el foco se sitúa sobre lo cultural, obviando lo social, lo económico y lo político como substrato de la desigualdad. Nos sumamos así a quienes señalan la necesidad de superar el culturalismo y la “etnización” de las relaciones y los problemas sociales” 20 para analizar cómo se articulan factores personales, situacionales y culturales en la conflictividad y las dimensiones que componen la sociabilidad. La metodología multifactorial desarrollada por Giménez (2002, p. 628) es un instrumento no culturalista de análisis e intervención cuya clave “radica en la identificación, clasificación, análisis y manejo adecuado, por el/la mediador/a, de tres conjuntos de factores o variables: los personales o idiosincrásicos, los situacionales y los culturales” que aboga por “no exagerar las diferencias [...] y no exacerbar el peso de ‘lo cultural’, mostrando cómo relacionarlo y ponderarlo con el conjunto de fenómenos y procesos de la realidad humana” 21. 19

Nos referimos, por ejemplo, a grupos étnicos como el conformado por los gitanos españoles. Muccielli citado por Cachón (2008a: 410), donde este último critica la tendencia a que “Conflictos (antes) sociales quedan (ahora) acotados como conflictos ligados a la inmigración” y añade que “los análisis, si quieren ser capaces de formular interpretaciones que ayudan a comprender la realidad social, deberán explicar la articulación específica de distintos elementos sociales, étnicos, identitarios y culturales en cada uno de los conflictos sociales que aborden”. 21 Giménez (2002) define de la siguiente manera los tres tipos de factores: 1) factores personales e idiosincrásicos son “aquellos rasgos, variables o pautas vinculados predominantemente a la idiosincrasia, personalidad e individualidad de los sujetos involucrados en el proceso de mediación” (p. 632) ; 2) factores situacionales son “rasgos, variables o características del contexto donde se desenvuelven los individuos, 20

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Una tercera base teórico-metodológica de nuestra investigación remite al carácter necesariamente relacional de la conflictividad que abordamos: la sociabilidad y el tipo que ésta adopta. Los seres humanos somos animales sociales, es decir, vivimos en sociedad y esto implica mantener relaciones de muy diverso tipo e intensidad entre unos y otros. En nuestra investigación nos preguntamos por el conflicto y la migración en contextos locales, pues nos interesa el conflicto como una de las dinámicas que comporta la sociabilidad y cuya gestión puede reflejar y contribuir a que esa sociabilidad adopte unas u otras modalidades, con las consecuencias que esto conlleva. Nos interesa aportar instrumentos para analizar, entender y gestionar el conflicto no con el objetivo de “erradicarlo” sino de contribuir a transformarlo, de modo que se favorezca una sociedad basada en la convivencia intercultural. Entendemos “convivencia” como una de las modalidades que puede adoptar la sociabilidad, siguiendo los planteamientos de Giménez (2005, 2009), que distingue entre tres tipos de sociabilidad: convivencia, coexistencia y hostilidad. Si aplicamos esta tipología al marco de los barrios multiculturales (Giménez, 2009), hablaríamos de predomino de la convivencia entre sus vecinos cuando se da fundamentalmente armonía, la ocupación y el uso de los espacios no está marcada por separaciones en función del grupo étnico y/o nacional y existen mecanismos para la regulación del conflicto; en cambio, predominaría la coexistencia cuando hay separación entre dichos grupos, la interacción se limita a lo imprescindible, se habla del “otro”, pero no con el “otro”, el conflicto abierto se evita, no se aborda; y hablaríamos de hostilidad cuando no sólo hay separación radical del los grupos sino un enfrentamiento evidente o incluso manifiesto, hay desconfianza, mala comunicación, el conflicto es manifiesto y no se ponen en marcha mecanismos para regularlo. Estos modos de sociabilidad son simultáneos, pues “siempre hay una mezcla o combinación de elementos de convivencia, coexistencia y hostilidad. Esto es lo interesante del enfoque adoptado, pues obliga a identificar en cada espacio y tiempo qué hay y cuánto de cada aspecto en los aspectos cognitivos, actitudinales, conductuales, etc.” (Giménez, 2009, p. 116). Estos últimos aspectos remiten a la operacionalización que Giménez (2005, 2009) realiza de los modos de sociabilidad distinguiendo dimensiones 22 para analizar los grupos o instituciones participantes en la mediación y de la posición que en dichos contextos ocupan esos sujetos” (p. 635); 3) factores culturales se entienden como “aquellas pautas de conducta y modos de significación de la realidad (normas, valores, creencias, etc.) que el individuo ha adquirido como aprendizaje en su proceso de socialización y que comparte con los otros miembros de su mismo grupo étnico, socio-racial o cultural” (p. 639). 22 Remitimos a Giménez (2009) para la caracterización de cada una de las dimensiones y los indicadores para su análisis.

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modos en que se da la sociabilidad: relacional, normativa, axiológica, participativa, comunicacional, conflictual, actitudinal, identitaria y política. En nuestro artículo partimos de esta operacionalización no con el fin de caracterizar cuál es el modo de sociabilidad que se da en los espacios que tomamos como foco de atención, sino de analizar cómo son las relaciones sociales a las que sirven de marco y, sobre todo, cómo se articulan los espacios a través de estas relaciones. Los tres espacios a los que nos referimos (público, comercial y educativo), por una parte, no son compartimentos estancos sino engarzados en el conjunto del marco del barrio a través de sus usuarios, las relaciones que mantienen entre sí y sus prácticas, contribuyendo así con ese entrelazamiento a la existencia del contexto común del barrio; por otra parte, ese contexto común permea cada uno de estos espacios (y otros) que poseen su propia idiosincrasia; hablamos, por eso, de articulación. Por espacio comercial entendemos aquel espacio físico donde se realiza compra-venta de bienes o servicios y por espacio educativo, los centros de enseñanza, ambos, en lo que a este artículo se refiere, ubicados en y dando servicio a barrios. Por espacio público nos estamos refiriendo a aquellos espacios físicos “abiertos” a los que puede tener acceso cualquier persona y en los que pueden darse distintos usos: desde el mero tránsito a actividades concretas para las que ese espacio ha sido creado o que son incorporadas por sus usuarios y, en cualquier caso, nos centramos en su papel de lugares físicos que sirven de marco y propician la interacción social. Qué hace público a un espacio y qué se entiende por público ha sido objeto de debate, así como el papel que desempeña desde el punto de vista de la sociabilidad. En este artículo no vamos a entrar en una discusión conceptual acerca del espacio público, puesto que no es el objetivo que nos proponemos, pero sí vamos a retener algunas consideraciones que recoge Aramburu 23 (2008, p- 44-45) a partir de lo que plantean otros autores, como Sennett, que señalan cómo el espacio público es cada vez más un lugar de paso y cada vez menos un marco para las relaciones de sociabilidad: estas relaciones en el espacio público serían sólo para quienes carecen del espacio privado adecuado para mantenerlas. ¿Es esto realmente así o lo que encontramos es una tensión entre distintos usos y formas de entender el uso adecuado de los espacios públicos que remiten a la dimensión conflictual a la que nos referíamos al hablar de los modos de sociabilidad?

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Remitimos a este artículo de Mikel Aramburu que incorpora al debate sobre espacio público la cuestión migratoria.

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Los contextos locales donde trabajamos son distritos y barrios en los que la cotidianeidad de los vecinos se desenvuelve en distintos espacios: las viviendas que habitan, las calles que transitan, los comercios donde compran, los parques y plazas que utilizan, los centros educativos, sanitarios y culturales a los que acuden, en definitiva, un entramado urbano de puntos de encuentro, interacciones y conflictos. No son espacios completamente independientes, sino superpuestos: lo que acontece en unos tiene eco en los demás, de ahí, nuestra propuesta de abordarlos de manera articulada. En este artículo nos centramos en cómo los espacios comercial y educativo se articulan con el espacio público. Para ello proponemos abordarlos no sólo “hacia dentro”, es decir, lo que en ellos acontece y cómo se percibe, sino especialmente “hacia fuera”, esto es, el papel que estos espacios desempeñan más allá de lo que sucede en su interior 24. Tanto el espacio comercial como el educativo son puntos de referencia y generadores de rutas de paso y encuentro, articulándose así con el espacio público. Cuando se habla de integración y convivencia en contextos de diversidad, uno de los principales focos de atención es el uso y ocupación del espacio público por la población inmigrante, preguntándose a veces si hay interacción con la población autóctona, en otras ocasiones si el uso del espacio refleja segregación según distintos grupos etnoculturales y/o nacionales, en otras si la forma predominante de sociabilidad es la convivencia o más bien una situación de hostilidad sin mecanismos de gestión del conflicto. Quienes usan parques, plazas o calles son objeto de observación y debate en torno a cómo lo hacen y cómo deberían hacerlo según normas cívicas comunes en una sociedad supuestamente igualitaria. Estos espacios públicos, a menudo, se entretejen con otros: por ejemplo, la terraza de un bar es una actividad comercial que se desarrolla en la calle y lo que en ella acontece repercute en el espacio privado de las viviendas próximas, haciendo que, a veces, entren en colisión intereses y normas propias de los distintos espacios. ¿Cómo se afronta esta colisión? Como dice Delgado (2011: 32-33): “los lugares de encuentro no siempre ven soslayado el lugar que cada concurrente ocupa en un organigrama social que distribuye e institucionaliza desigualdades de clase, de edad, de género, de etnia, de ‘raza’”. Esto, como veremos, tiene un peso muy importante en la manera de gestionar el conflicto en contextos de diversidad.

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Utilizamos las expresiones “hacia dentro” y “hacia afuera” porque consideramos que indican mejor la permeabilidad entre los espacios que términos más al uso como “interno” y “externo”.

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EL TEJIDO COMERCIAL COMO ESPACIO DE SOCIABILIDAD El comercio de proximidad, es decir, aquellos establecimientos comerciales y de servicios donde satisfacen necesidades y pasan parte de su ocio los vecinos, son lugares claves para la sociabilidad. Hablamos de fruterías, carnicerías, colmados, bares, restaurantes, bazares, supermercados, etc., que no sólo abastecen a la población de un barrio, sino que también configuran buena parte de su paisaje y del espacio donde interaccionan los vecinos, lo cual lleva a preguntarse ¿cómo se vive, se hace presente, se incorpora y se gestiona en este espacio la irrupción de la alteridad que el asentamiento de inmigrantes lleva consigo? 25. Para responder a esta pregunta es necesario hacer explícito el papel del comercio en la construcción de la sociabilidad. El tejido comercial de los barrios implica espacios de sociabilidad “de puertas para adentro” y “de puertas para fuera”. Por una parte, los establecimientos sirven como espacios donde la gente interactúa, además de como actores de la actividad comercial, como vecinos (Gómez Crespo, 2007). Esta interacción, con distintos grados de intensidad y frecuencia contribuye a tejer la tela de finos hilos que constituye la vida vecinal y el reconocimiento de un barrio como propio. En estas interacciones se intercambia y difunde información de todo tipo: desde un comentario sobre un partido de fútbol o la situación del país a sucesos que atañen al barrio, o de carácter más íntimo: acontecimientos familiares, enfermedades, etc. A partir de estos actos de comunicación a veces se generan acciones, por ejemplo, ayuda mutua, búsqueda de empleo, alquiler de un piso. Todo esto convierte al establecimiento y al/la comerciante en nudo de relaciones, punto común de referencia 26. Sin embargo, el papel del comercio en la vida vecinal no se agota en lo que sucede “de puertas para adentro”, sino que tiene otra vertiente “de puertas para 25

Autores como Torres (2006), Cachón (2008b), Zegri et al (2009) han ido incorporando a sus estudios sobre sociabilidad, conflictividad y espacios públicos en contextos de inmigración el papel del tejido comercial, especialmente el regentado por inmigrantes. 26 Para la articulación entre relaciones económicas y sociales en el espacio comercial, véase Gómez Crespo (1993 y 1994). Y para una revisión de los distintos enfoques teóricos sobre empresarialidad inmigrante véase, entre otros, Rath y Kloosterman (2000), Riesco (2003) Gómez Crespo (2007), Solé, Parella y Cavalcanti (2007) o Garcés (2001). Aunque el papel de esta actividad en la sociabilidad no suele ser el eje central de estos estudios, a nos ser para remarcar la funcionalidad étnica de estos negocios y/o la utilización instrumental y estratégica de las redes que se generan en torno a ellos, hay trabajos como el de Torres (2006: 14) para Russafa en Valencia, donde señala que “los negocios son sitios de reunión y relación con compatriotas, donde encontrar información, contactos y, a menudo, un espacio acogedor y conocido en una sociedad extraña”.

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afuera”. Estos establecimientos contribuyen a configurar el paisaje urbano, son puntos de referencia para los vecinos, refuerzan el sentimiento de pertenencia al barrio, de apropiación y reconocimiento del espacio como propio. La presencia de comercio crea rutas en los barrios por las que transitan los vecinos, permitiendo el encuentro más allá del interior de los locales, y, por lo tanto, la interacción: en este ir y venir también se juega la convivencia. Esta “funcionalidad” indudablemente clave para las relaciones vecinales, también tiene otra cara de la moneda: cuando este solapamiento del espacio comercial y público, esta capacidad de atracción puede dar lugar a problemas de ruido, suciedad, olores, problemas de aparcamiento, etc. que los vecinos perciben y viven como una ocupación indeseada y molesta de un espacio que consideran como propio (por la repercusión que pueda tener en el espacio privado) o de todos (impacto en el espacio público). Un buen ejemplo de ese solapamiento potenciador de la convivencia 27, es el observado en mayo de 2012 en el barrio de Lavapiés 28 donde pudo asistirse a la siguiente interacción: una pareja española desayuna a media mañana en la terraza de una pequeña heladería, mientras su bebé duerme en el cochecito. Por delante pasa una mujer, también española, con otro cochecito y les saluda. Son vecinos y durante unos minutos conversan sobre sus hijos, sobre los trastornos del embarazo y, finalmente, una de las mujeres ofrece a la otra una prenda de vestir, quedando en ir más tarde a recogerla. La calle donde tuvo lugar esta escena es una ruta de paso, un lugar por donde puede verse pasar al barrio, en la que sus vecinos saben que es fácil encontrar a algún conocido, donde se tejen grandes y pequeñas relaciones de vecindad. En esta misma terraza, regentada por una mujer de origen peruano, se ha podido asistir a otras interacciones de ella con sus clientes de otros orígenes, incluido el español, interesándose por su vida, haciendo carantoñas a los niños, en definitiva, conviviendo. Pero una terraza como ésta, que a las 11 de la mañana contribuye a sustentar un espacio de encuentro vecinal, a la una de la madrugada puede convertirse en un espacio de disputa. Un caso recogido en otro barrio del centro de Madrid (Sol) lo retrata muy bien: 27

En Cachón (2008b: 176) se recogen ejemplos de esta funcionalidad de los pequeños comercios regentados por inmigrantes: “en torno a ellos, se han creado pequeños espacios de encuentro, donde se juntan los niños y chavales, que están en la puerta ‘porque van a comprar chuches’”. 28 La observación, realizada por P. Gómez se desarrolla en la calle Argumosa, que concentra establecimientos de hostelería, regentados y/o atendidos tanto por autóctonos como inmigrantes, que sacan mesas a la calle buena parte del año.

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“Los bares, es una convivencia que rodea lo imposible. Primero porque el horario de cierre son [todos los días] las dos de la mañana, supone que la gente está fuera, está borracha, grita en la calle, no hay control. El bar de abajo de nuestra casa a las dos debería de cerrar, pero no. Presentamos muchas quejas y conseguimos menos ruido. [Pero] si uno consigue que cierren a las dos [la terraza exterior], después abren y cierran las puertas [del bar] a las cinco de la mañana. Ese es el tono general del barrio: falta de respeto a los horarios de cierre, a los vecinos, como si no tuviéramos derecho a vivir ahí. Como si fuera un barrio no para los que vivimos en Madrid, sino para los que viven de Madrid. Y el fútbol [...] los bares tienen enormes pantallas con forofos de todos los colores, porque a distintos horarios van jugando los distintos equipos, con lo cual en esta época [primavera] empezamos a no poder dormir. Y si comentas con algún comerciante, te ven como si estuvieras loco. Es hostil” 29. Hay que destacar que, en el caso de Lavapiés, los protagonistas son vecinos del barrio españoles en la terraza de un establecimiento regentado por una peruana, mientras que, en el segundo, la vecina que relata la situación es de origen argentino y el bar que genera las molestias es de un español, y el ruido lo producen tanto españoles como personas de múltiples nacionalidades que se reúnen en torno al fútbol. Se trata de dinámicas que son típicas de las actividades desarrolladas y del solapamiento entre espacio público, comercial y privado. Aunque en el caso de Sol la cuestión migratoria no se percibe como relevante, hemos recogido otros casos muy similares en los que sí adquiere o, más bien, se le da protagonismo. En junio de 2010, la celebración del Mundial de Fútbol concentró a muchos brasileños residentes en Madrid en comercios y bares regentados por compatriotas en el distrito de Carabanchel para presenciar los partidos de su selección. La gran afluencia de público se tradujo en ocupación de las aceras, fuerte ruido (cánticos, bailes) y basura. En el segundo partido de la selección brasileña, los vecinos denunciaron a estos establecimientos por exceso de ruido, por lo que acudió la policía. La escena se volvió a repetir en los demás partidos, 29

Entrevista realizada por P. Gómez en mayo de 2012 a una mujer de mediana edad, de origen argentino, vecina desde hace 12 años del barrio de Sol.

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dando pie a discusiones entre vecinos autóctonos y las migrantes brasileñas que regentaban estos locales. Por ejemplo, una vecina autóctona relata: “Ustedes no saben qué es ciudadanía. Están aquí haciendo ruido toda la noche y nosotros que somos gente seria tenemos que trabajar mañana. Mi hijo no puede dormir por el barullo que hay aquí. Se vienen a nuestro país y no quieren adaptarse… Están bebiendo en la calle, que es prohibido, por la mañana todo tiene olor a orina, nos arañan nuestros coches…Ustedes no saben qué es el trabajo, esto no es serio” 30. En los siguientes partidos de la selección brasileña, estos pequeños negocios fueron escenario de una fuerte presencia policial, con peticiones repetidas de documentación, lo cual dio pie a detenciones de personas en situación irregular. Son evidentes las semejanzas entre el conflicto descrito para Centro y Carabanchel, incluyendo la vinculación con los hinchas de fútbol. El problema que denuncian los vecinos es el mismo: ruido, suciedad, ocupación indebida del espacio de uso común, ruptura de la tranquilidad vecinal. Pero hay importantes diferencias, sobre todo, en cuanto al modo de gestionar la situación por parte de las autoridades. La primera diferencia tiene que ver con el desarrollo temporal de la situación conflictiva. En el caso de Sol, se trata de una situación constante, que se acentúa cuando hay eliminatorias y finales de campeonatos de fútbol y de una enorme intensidad, puesto que allí se congregan seguidores de todos los equipos protagonistas; mientras que el caso relatado para Carabanchel es un hecho puntual que puede no volver a repetirse en varios años. Sin embargo, y aquí radica otra de las diferencias, la vivencia del conflicto por parte de los vecinos autóctonos de Carabanchel afectados introduce el factor de la percepción de la migración y la cultura como determinantes del conflicto, mientras que en el otro caso no es así. La tercera diferencia que queremos desatacar es la forma en que las autoridades abordan ambos casos: en el de Carabanchel, hay una intervención inmediata y contundente, mientras que en Centro es débil, permitiendo que se perpetúe 31. 30

Mujer española, residente en Carabanchel. Agradecemos a Menara Lube que nos haya prestado este ejemplo extraído de su diario de campo de junio de 2010. 31 Aramburu (2000) describe y compara dos casos de situaciones conflictivas en Barcelona en torno al uso del espacio público y el espacio comercial en colisión con el espacio privado residencial muy parecidos a los que aquí hemos presentado y señala cómo su gestión y el desarrollo del conflicto fueron diferentes en función de un elemento clave: la presencia o no de inmigrantes como actores en estas situaciones y la consiguiente

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Aunque nuestra investigación está en marcha, poco a poco vamos viendo cómo nuestra hipótesis de partida se confirma. En casos como el anterior, la especificidad del conflicto en su vinculación con el fenómeno migratorio no se encuentra en el tipo de conflicto o aquello que lo motiva –el solapamiento de espacio público, comercial y privado que, en este caso, en lugar de apuntalar las relaciones vecinales, las perjudica porque se da una colisión entre los distintos usos y normas—sino en los aspectos de su dinámica. Así, en el caso de Carabanchel, la “escalada” potencial del conflicto desde algo vecinal y puntual a algo intergrupal se debe a la visión subordinada y al etiquetaje étnico de los hinchas concentrados durante los partidos y las celebraciones de éstos, a quienes se atribuye su manera de comportarse a su naturaleza de foráneos y a su cultura percibida como “incívica” 32, a lo que se añade el papel de los agentes políticos, en este caso, a través de posibles directrices a las fuerzas del orden para manejar la situación generada 33. Y, por su puesto, el papel de las redes sociales que contribuyen a este tipo de concentraciones. Como hemos señalado, el tejido comercial de un barrio, como se indica en Zegri et al (2009), desempeña un papel de vertebración comunitaria. Y precisamente, por esto, la forma en que se incorpora la población inmigrante al mismo, y cómo es vivida por unos y otros, va a tener una relevancia clave en el proceso de reconfiguración de la vida vecinal de estos barrios y las formas que adopte en ellos la sociabilidad. Lo que nuestro estudio revela es que, cuando en el espacio comercial se produce el encuentro de alteridades, el papel de este espacio en la sociabilidad es el mismo que en contextos locales “homogéneos”, si bien ese papel se agudiza en dos dimensiones: “culturización” de sus acciones y del problema planteado. Una de las situaciones descritas correspondía a la zona de Correos donde jóvenes estudiantes autóctonos iban a divertirse a los locales de la zona los fines de semana, armando escándalo, ensuciando la zona y molestando a la población mayoritariamente mayor, también autóctona, residente en esas calles. El otro caso se situaba en la calle Carders y era protagonizado, una vez más, por población de edad avanzada y residente en la zona y vecinos (sobre todo mujeres) dominicanos jóvenes, residentes (o con negocios) allí que los fines de semana ocupaban las calles, ponían música alta, etc. alterando el descanso de las personas mayores. Pero una problemática tan parecida tuvo un tratamiento muy distinto: “Mientras que el conflicto de la zona de Correos se veía como un conflicto intergeneracional en torno al uso de espacios públicos, el de la calle Carders se veía como un conflicto intercultural que hundía sus raíces en la concepción y el uso de la calle propios de la cultura dominicana, diferente de la ‘de aquí’” (p. 159). 32 A propósito de lo que ocurre en el “espacio público”, dice Delgado (2011: 33): “Otros –los no nacionales y, por tanto, no-ciudadanos, millones de inmigrantes—son sometidos a un acoso permanente y al escrutinio constante tanto de su identidad como su identificación”. El caso relatado muestra precisamente la atención “especial” que recibe el conflicto protagonizado por los aficionados brasileños frente al de Sol. 33 Sobre el papel de las autoridades y las instituciones públicas en la gestión del conflicto, advierte Cachón (2008a: 443) que pueden condicionar las respuestas que se van a dar a los conflictos, acelerarlos o agravarlos en función de la interpretación que hagan de “las causas de los mismos y la falta de reacción o una acción insuficiente (o mal orientada) en los primeros pasos del conflicto”.

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Como espacio de fricción que hace aflorar el conflicto, como contexto de disputa entre intereses o identidades que chocan o son percibidas como antagónicas (Zegri y Otros, 2009). Como espacio mediador, que facilita el encuentro, la interacción positiva, el reconocimiento y empoderamiento del otro como vecino, el intercambio y, en definitiva, la convivencia armónica. Por lo tanto, esa agudización de este papel del comercio lo convierte en un espacio privilegiado para la dinamización comunitaria e intercultural 34, un espacio necesario para trabajar la convivencia y la gestión positiva del conflicto.

LOS CENTROS EDUCATIVOS COMO REFERENTE VECINAL En la escuela, además de aprender lengua y matemáticas, se transmite el modelo de sociedad a la que se aspira, se inculcan valores y normas, y se reflejan los modos de interrelación social que se dan más allá del ámbito escolar. En la escuela confluyen niños y jóvenes con distintos orígenes, costumbres, lenguas, se inician y consolidan amistades entre pares, se forman los grupos de referencia, y también se dan disputas. La escuela, por tanto, es un espacio privilegiado de interacción y diversidad, punto de referencia en la vida de los barrios 35. El sistema educativo actual establece la enseñanza obligatoria y gratuita entre los 6 y los 16 años, también para los menores de origen extranjero, si bien los centros pueden ser 36 públicos, concertados y privados (en este caso la enseñanza es “de pago”). En la ciudad de Madrid el 13,8% de los menores de 16 años son de origen extranjero, pero se distribuyen de manera desigual 37: algunos centros escolares cuentan con elevada presencia de alumnado de otros orígenes, mientras que en 34

Esto se refleja en iniciativas de dinamización comercial y vecinal en barrios españoles como en Poble Sec (Barcelona) como recoge Zegri et al (2009) o el Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural de Obra Social “la Caixa” en Logroño, por ejemplo. También es la línea de trabajo que recoge Cachón (2008a: 447) para una ciudad alemana donde se ha contado con la participación de los comerciantes inmigrantes en el proceso de dinamización social y cultural de barrios. 35 Los centros educativos son espacios claves de interacción social, de construcción y mantenimiento de relaciones sociales, papel que adquiere una relevancia fundamental en los barrios con fuerte incorporación de población inmigrante y/o diversidad sociocultural que es lo que aquí resaltamos. 36 Tanto públicos como concertados son financiados por el estado, pero los segundos son gestionados por entidades privadas. 37 Los barrios donde son más numerosos se corresponden con los de mayor volumen de población de origen extranjero. Fuente: véase nota 7.

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otros es muy reducida. Esta nueva diversidad ha generado múltiples interrogantes a los que han tratado de dar respuesta investigadores desde la psicología, sociología, pedagogía o antropología (Franzé, 2002; Póveda, 2003 y Vila, 2006). En nuestra investigación tratamos de ofrecer algunas reflexiones en torno a la escuela como espacio de sociabilidad en el que se “juegan” distintas formas de interrelacionarse y gestionar la convivencia y la conflictividad. La distribución del alumnado en centros públicos, concertados y privados es un primer aspecto diferenciador entre autóctonos e inmigrantes, pues son los centros públicos los que acogen a la mayoría del alumnado inmigrante 38, asumiendo así la responsabilidad de atender la diversidad. Esta distribución desigual está presente en los centros escolares de los barrios estudiados 39: desde a penas un 5% de alumnado inmigrante a un 60%-70% o incluso un 90% 40. Pero, más allá del aula 41, los centros educativos se integran en la vida vecinal ofreciendo un conjunto de posibilidades de interacción. Por ejemplo, los trayectos que realizan las familias con sus hijos cuando se dirigen de casa a los centros escolares y viceversa coinciden con “el paso” por ciertos comercios para realizar su compra o requerir un servicio, o la parada en el parque o la plaza para que jueguen los niños. Hemos podido observar la dinámica que se genera entre los jóvenes que acuden a los centros escolares, los comercios próximos y los espacios públicos, en el caso de dos institutos del distrito de Ciudad Lineal 42. A los alumnos de bachillerato les permiten salir durante el tiempo de recreo fuera del recinto educativo, por lo que una parte de ellos acude a una panadería y un pequeño colmado que se sitúan frente a estos dos institutos para comprar algún bollo, bocadillo o refresco a media 38

En el curso 2010-2011 el 19,06% del alumnado de la escuela pública era de origen extranjero, frente al 8,50% matriculado en la escuela concertada y el 5,96% en la escuela privada. Fuente: Dirección General de la Mejora de la Calidad de la Enseñanza. Estadística de la Enseñanza de la Comunidad de Madrid. 39 Los datos sobre menores de origen extranjero en los barrios en los que hemos trabajado son los siguientes: en Almenara (distrito de Tetuán) un 14,2%, en Carabanchel un 19,5%, en Usera un 19,7% y en Ciudad Lineal un 14,7%. Fuente: véase nota 5. 40 Datos de 2006 del Área de Educación del Ayuntamiento de Madrid. La información sobre la proporción de alumnado español y extranjero en cada centro no se publica de manera habitual y el acceso a la misma es difícil. Por eso, ofrecemos aquí datos obtenidos para 2006 a modo orientativo, pero coherente con lo observado en el trabajo de campo y lo recogido en las entrevistas a profesionales, como en un centro del barrio de la Ventilla en el que su director nos informaba que más del 90% de su alumnado es de origen extranjero. 41 Sobre la incorporación de la diversidad cultural al aula véase Galvín (2004), Martín Rojo (2003), Mijares (2006). 41 Observaciones realizadas por M. A. Martínez Aranda en el trabajo de campo durante los meses de febreromarzo de 2012. 42 Observaciones realizadas por M. A. Martínez Aranda en el trabajo de campo durante los meses de febreromarzo de 2012.

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mañana. Las dependientas, ambas autóctonas de unos 50 años, conocen a los chicos y chicas con los que entablan pequeñas conversaciones, les preguntan por sus tareas y exámenes, comentan algún suceso; cuando hay algún cliente más, puede sumarse a estas pequeñas conversaciones. Junto a los institutos y estos comercios hay un parque donde los jóvenes se sientan en pequeños grupos en los bancos o césped mientras dura el recreo, o cuando terminan las clases. Este parque es frecuentado también por jubilados, en su mayoría hombres, que pasean o se sientan en algunos bancos, en ocasiones conversando entre ellos, así como por algunos vecinos de la zona que pasean a sus perros. Puede observarse cómo cada grupo “ocupa” un lugar concreto del parque sin apenas interactuar; en este sentido, la variable edad (jóvenes y mayores) así como los intereses o hábitos (por ejemplo, pasear a la mascota) son circunstancias que nos ayudan a explicar los procesos de segregación que observamos en este espacio. Nos parece fundamental apuntar esto, porque en el análisis de la ocupación de espacios públicos por parte de la población inmigrante se puede “caer en la tentación” de subrayar la segregación población autóctona/población inmigrante en base a la diferencia cultural o de origen, cuando puede haber otras variables importantes para comprender este fenómeno como los intereses personales, la edad, las aficiones, etcétera. Con esto no pretendemos ignorar la relevancia de la pertenencia a grupos etnoculturales (asumida y/o atribuida) en las pautas de ocupación del espacio, bien sea como elemento clave bien sea como “explicación” que ofrecen los actores (vecinales, institucionales...) para dar cuenta de la realidad que les rodea y, por lo tanto, que contribuye a construir esa realidad, sino ir más allá de estas explicaciones a menudo simplificadoras para hacer aflorar otros factores fundamentales que pueden, no sólo ofrecer un análisis más riguroso y afinado de fenómenos y prácticas, sino también una base firme para ofrecer a esos actores instrumentos para la regulación del conflicto como la mediación basada en un análisis multifactorial. Las interconexiones que ofrece este espacio de sociabilidad muestran otra de sus características más relevantes: funciona como espacio de relación “hacia dentro” y “hacia fuera”. Por una parte, en sí mismos, los centros educativos son lugares claves de interacción social, donde se establecen relaciones positivas: de amistad, ayuda mutua, formación de grupos de iguales, etc., y también donde se producen conflictos. Pero todas estas interacciones también tienen su repercusión “fuera”, ya que lo que se produce en el centro escolar está influyendo y es influido por el 146

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contexto en el que se ubican 43. Además, el grupo de amistad o de iguales que se forma dentro continúa en el tiempo de ocio fuera del espacio escolar. Estas dinámicas de sociabilidad dentro/fuera se hacen patentes, por ejemplo, cuando los jóvenes implicados en algún enfrentamiento se citan fuera del instituto y del horario escolar para seguir la discusión, en ocasiones en forma de agresión física, y acompañados de sus respectivos grupos de amigos, por lo que el inicio de una disputa en el instituto puede convertirse en una pelea grupal en el parque del barrio. Este es el caso de la pelea que se produjo en un instituto del barrio de Pueblo Nuevo, entre un grupo de chicas de 14 años de diferentes nacionalidades (española, búlgara y marroquí) que dentro del instituto comienzan a discutir, hablar mal unas de otras, transcendiendo a Twiter 44. Las redes sociales de Internet son un campo de interacción para los jóvenes en el que “la libertad” de hablar virtualmente se convierte en un acicate para expresar opiniones sobre compañeros, comentarios sobre sucesos, invitarse a quedar fuera del horario escolar. En este caso, las redes virtuales fueron el espacio en el que la disputa se enconó, elevándose la confrontación, que llegó a su punto álgido cuando este grupo quedó fuera del instituto para pegarse. Durante la pelea, los vecinos de la zona llamaron al centro escolar. A raíz de ello, la jefatura de estudios del instituto se hizo cargo de la gestión del conflicto convocando a las familias de estas jóvenes para informarles de lo sucedido. Finalmente se les abrió expediente, expulsando a dos chicas durante unos días. Queremos destacar el papel que el centro escolar toma al asumir la responsabilidad de la gestión, aunque la pelea se produzca fuera de su recinto, y cómo involucra no sólo a las chicas enfrentadas, sino también a sus familias y el vecindario. En el ámbito educativo todo gira en torno al alumnado --menores de edad-articulador de toda una serie de interrelaciones que se producen entre el profesorado, las familias y entre estos dos. La edad es una variable fundamental en el análisis antropológico de cualquier realidad social, ya que forma parte de los sistemas de estratificación y jerarquización junto a clase, etnia y género 45. ¿Qué implica esto? Que la posición del alumnado es de subordinación respecto al profesorado, que es el adulto, el que sabe, el que enseña, en definitiva, el que 43

El porcentaje de alumnos que viven en la zona/barrio donde se encuentran los institutos a los que acuden suele estar en torno a un 60%-70%, según los datos recogidos en las entrevistas. 44 En las entrevistas realizadas en los institutos, las redes sociales en Internet aparecen como un elemento fundamental en la vida y dinámica social de los jóvenes. 45 Sobre antropología de las edades y los jóvenes véase Feixa (1996).

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mantiene una posición de poder. Pero, si a esto añadimos que el alumnado y sus familias son de origen extranjero, introducimos otro elemento de subordinación al que nos referimos en nuestra hipótesis de partida: la posición subordinada de los inmigrantes de origen extranjero y sus descendientes (en términos jurídicos, laborales y sociales) como elemento clave en el manejo del conflicto, elemento que también hemos visto al referirnos al espacio comercial. El centro educativo, como reflejo del entorno, reproduce las relaciones y posiciones sociales, por lo que en él se reproduce la hegemonía de los autóctonos y de su cultura que tiende a tomarse como “lo neutro”, mientras que lo de los demás, la alteridad, es lo “etnizado”. Sin embargo, el análisis de un conflicto como el expuesto debería tener en cuenta los distintos factores que lo sustentan. Así, entre los factores personales, nos encontramos con el momento vital complejo en el que se encuentran las alumnas, por ser la adolescencia un momento en el que se producen transformaciones personales intensas. A ello hay que añadir la variable género (hay conflictos que se perfilan como propios de la edad de las chicas como la continua circulación de rumores o el juego de miradas) o el carácter y personalidad de cada una de ellas (había una líder y otras que la seguían). Entre los situacionales, hay que tener en cuenta sus circunstancias en el centro escolar (desarrollo académico, relación con el resto de los compañeros y con sus profesores), en su entorno familiar (dinámica de las relaciones intrafamiliares, situación jurídica, económica, laboral y social), y en el resto de sus relaciones sociales (relaciones entre iguales). Por último, es importante analizar los posibles factores culturales que influyen en la dinámica del conflicto (concepción de la relación entre iguales, pautas de manejo y gestión de las diferencias, conceptualización de la conflictividad y su gestión). En este caso, la jefatura de estudios explica que la niña que lidera la agresión, de origen búlgaro, mantiene una concepción de grupo jerarquizado por la fuerza, vinculada a su cultura de origen. Esta afirmación abre un interrogante sobre cómo se ha abordado esta disputa: ¿se ha “culturizado” atribuyendo el comportamiento de la líder a sus supuestas pautas culturales, a las que la misma menor alude, sin tener en cuenta otros factores personales y familiares, la dificultad del manejo de las emociones en la adolescencia o las dinámicas de interrelación dentro del grupo de iguales? Desde el discurso de algunos docentes parece que sí, ya que encuentran la “explicación” de algunos comportamientos de su alumnado en sus rasgos culturales, en las diferencias de origen, sin tener en cuenta que otros factores 148

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ligados a la etapa vital del alumnado, a las relaciones entre pares, al contexto socioeconómico de sus familias, entre otros, puedan ser relevantes para comprender sus comportamientos. En definitiva se tiende a culturizar prácticas cuando el actor es de origen extranjero, como veíamos en el caso de los hinchas brasileños, ya que en otros casos recogidos, protagonizados por alumnos autóctonos, los educadores hacen más hincapié en señalar que se trata de “las peleas de siempre”, “cosas típicas de la edad”, o en factores situacionales como familias en proceso de ruptura. El centro escolar es punto de referencia para el entorno, en su faceta de institución socializadora y dinamizadora de relaciones interpersonales, ya que tanto los vecinos como las familias, como el propio centro, reconocen su papel como gestor de conflictos, aunque la manifestación de éstos no se produzca en su interior. Es un espacio de sociabilidad que acoge y promueve interrelaciones entre iguales pero también entre adultos y menores, entre familias, entre personas de distintos orígenes, tanto en su interior como en su interacción con otros espacios del entorno en el que se ubican, conformando así una red de lugares de referencia, de paso, de interacción donde se encuentra la diversidad presente en los barrios.

CONVIVENCIA VECINAL INTERCULTURAL Y ESPACIOS ARTICULADOS DE RELACION A modo de conclusión, queremos destacar algunas de las ideas expuestas y apuntar algunas líneas de aplicación de cara a un manejo del conflicto que favorezca la convivencia intercultural en contextos locales de diversidad. En primer lugar, la necesidad de profundizar en un análisis de la articulación de los distintos espacios que se superponen en los barrios y sobre los que se sustenta la vida vecinal. Aquí nos hemos ocupado de tres: el comercial, el escolar y el público, pero hay otros vinculados a distintos servicios y actividades. En un contexto de diversidad, trabajar sobre esta articulación puede matizar la imagen que tanto la población como los profesionales de la intervención y los propios investigadores tienen sobre las relaciones entre vecinos de distintos orígenes: la tendencia a la segregación y las relaciones endogrupales. No se trata sólo de que hay distintos espacios de sociabilidad y, por lo tanto, de que nos relacionemos con unos o con otros en función del espacio donde estemos, sino de que estos espacios a 149

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menudo se solapan, permitiendo que fluya la vida vecinal de uno a otro tanto desde el punto de vista de la convivencia armoniosa como del conflicto. Los ejemplos que hemos seleccionado nos permiten ver ese solapamiento desde el punto de vista del conflicto y de la convivencia: Desde la perspectiva de la conflictividad, nos muestran cómo la raíz del conflicto puede estar en disputas vecinales producidas por la colisión de intereses y normas de convivencia, debido al solapamiento de espacios: es el caso del enfrentamiento entre comunidades de vecinos y comerciantes y hosteleros que resumía muy bien nuestra informante: “no es lo mismo vivir en Madrid que vivir de Madrid”. Desde la convivencia, apreciamos el enorme potencial de la articulación de espacios para el refuerzo de la relaciones vecinales, por ejemplo, a través de las rutas de paso que se traducen en rutas de encuentro, pero también por el reconocimiento por parte de los vecinos de esa articulación, como en el caso descrito de la disputa entre jóvenes dentro y fuera del instituto. Estos ejemplos, aportan, además, otro elemento a tener en cuenta en contextos de migración: el papel que unos y otros dan a la diversidad en la forma de interpretar y gestionar el conflicto. No se trata de que afloren conflictos específicos, sino de cómo se desarrollan y se afrontan cuando las partes implicadas se etiquetan entre sí como “otros” y su posición en el conjunto de la sociedad es desequilibrada. Esta última apreciación es clave, no sólo por la subordinación de los inmigrantes, sino en cualquier situación en que la disputa está atravesada por relaciones de poder. En definitiva, hay mucho por hacer, pero también hay instrumentos de intervención potentes, como son la mediación social intercultural y la intervención comunitaria intercultural que, allí donde se les permite actuar, demuestran que es posible el diálogo y la corresponsabilidad de todos, viejos y nuevos vecinos, en la construcción de una sociedad basada en la convivencia intercultural.

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Recibido: 10 de junio de 2012 Aceptado: 31 de julio de 2012

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