Consumo y Felicidad.pdf

May 19, 2017 | Autor: Borja Melián Santana | Categoría: Design, Aldous Huxley, Consumer Behavior, Pleasure, Desire, Diseño, Capitalismo, Placer, Consumismo, Diseño, Capitalismo, Placer, Consumismo
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Descripción

Vivimos en una sociedad esclava del consumo. El pilar que la sostiene es este consumismo salvaje en el que hemos entrado en las últimas décadas del siglo XX y primeras del siglo XXI. La sociedad, que en el siglo XIX premiaba la frugalidad y la reclusión, hoy premia la expresión máxima de sus deseos. Deseos de consumo, de bienes materiales, de sexo, de servicios. Deseos de relaciones y de cambios. La sociedad actual, embriagada por la información y las comodidades de las nuevas tecnologías es más superficial pero, defiende Vicente Verdú, esta superficialidad, es la que la hace tan heterogénea y variada. Defiende que el ciudadano consumidor no es menos culto, pues la cultura es lo que hay, y en la actualidad el consumismo es el pilar de la cultura. Y defiende que el consumidor actual es más crítico y exigente1. Exigente sí pero, ¿crítico? Es mucho mayor el colectivo de personas que busca un sensorama, en comparación con el que busca un Otelo2. Se busca la experiencia bombástica por encima de la profundidad e intelectualidad en una obra. Y esto es en parte debido a la evolución cultural a la que estamos asistiendo. Vivimos en una suerte de “Mundo Feliz” 3 que nos aliena en la búsqueda del placer fácil y rápido, eliminando el esfuerzo de la ecuación. El placer, enclaustrado hasta hace poco tras las puertas de la moral, ahora es una mercancía de usar y tirar, al que podemos acceder cuando queramos, con el simple hecho de hacer un par de clics, o con pasar nuestra tarjeta bancaria en cualquier sitio. ¿Somos más exigentes? Sí, pero no más críticos. Somos exigentes, y cada vez más. Somos drogadictos. Y no somos críticos. No lo somos con los productos y tampoco con el placer. La búsqueda del recreo a la que nos alienta la sociedad de consumo, nos otorga un placer insulso, que no aporta nada. Convertimos cosas como el amor y la pasión en productos de consumo fácil, derrochables, para que no nos falte nuestra dosis de sexo vacío y soma4. El capitalismo de consumo, que en contraste con el capitalismo de producción, exalta el deseo, necesita del derroche. Esto nos aboca al cambio: a cambiar de coche, a cambiar

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VERDÚ, VICENTE: Yo y Tú, objetos de lujo. Barcelona. Ed. Debate, 2005 [Recuperado de Internet] HUXLEY, ALDOUS: Un Mundo Feliz [en línea] http://fil.mty.itesm.mx/sites/fil.mty.itesm.mx/files/ebooks/un_mundo_feliz-Aldus_Huxley.pdf. 3 [Recuperado de Internet] HUXLEY, ALDOUS: Un Mundo Feliz [en línea] http://fil.mty.itesm.mx/sites/fil.mty.itesm.mx/files/ebooks/un_mundo_feliz-Aldus_Huxley.pdf. 4 [Recuperado de Internet] HUXLEY, ALDOUS: Un Mundo Feliz [en línea] http://fil.mty.itesm.mx/sites/fil.mty.itesm.mx/files/ebooks/un_mundo_feliz-Aldus_Huxley.pdf. 2

de televisor, a cambiar de mesa, a cambiar de ropa cada temporada. Nos enseña a cambiar de casa, de pelo, de cara, de pareja, de sexo. El cambio es, por tanto, un pilar fundamental del sistema de consumo. Un elemento que se introduce en nuestras conductas5. El sistema nos condiciona como a londinenses fordistas6 para que nosotros le sirvamos de combustible y lo mantengamos en marcha. El cambio y el derroche son el motor del sistema capitalista, que nos hace vivir muy por encima de nuestras posibilidades. Teóricos afirman que este es el único medio que tenemos de no colapsar, pues en cuanto se han tomado medidas ahorrativas, el flujo financiero se ha resentido, con ello la economía, y con ello la vida de la gente. No obstante, se puede dudar de esta afirmación. Está claro que el sistema consumista se resiente cuando se frena el consumo, igual que el sistema de condicionamiento del Londres de “Un Mundo Feliz”, cuando un Alfa-más deja de asistir a los recreos para los que se lo ha educado. Está claro que el resentimiento del sistema es un problema para aquellos que se benefician de él pero, ¿y el resto?, ¿nos beneficiamos? Sí y no. Nos beneficiamos del Consumismo de masas tanto como pertenecemos a la masa que inevitablemente necesita consumir, pero este mismo proceso nos perjudica: perjudica nuestro nivel de vida, y perjudica la calidad de vida a largo plazo. Somos drogadictos del consumo. Siempre servidos, pero insaciables. No obstante, esto es insostenible. Tarde o temprano se acabará y nos veremos soportando el “mono” para el resto de nuestros días. Hay quien defiende 7 que este sistema se ha construido sobre los cimientos de revoluciones que buscaban un mundo más justo: el feminismo, el ecologismo, la reivindicación de los homosexuales, etc. Pero lejos de ser un sistema fruto de los objetivos de estas revoluciones, estas han sido dirigidas a favor del sistema. El feminismo no buscaba que los hombres usasen maquillaje, pero siguiesen siendo el sector de preferencia del mundo social y laboral. Los homosexuales no pretendían que se hiciese burla de un estereotipo gay que no los representa, mientras se los abuchea. La liberación del sexo y el deseo, no fue para convertirlos en mercancías de cambio, sino para convertirlos en derechos de las personas, hasta ahora reprimidos, también por el sistema. Decir que el consumismo es bueno porque exalta nuestros deseos es una afirmación vaga y vacía, sin conocimiento de causa, ni de las consecuencias que tiene nuestro ego enardecido. Evidentemente, la libertad de expresión y de acción es algo necesario y positivo, pero si la estructura establecida guía los deseos, ¿somos libres?, ¿es libre nuestro sexo cuando es el sistema el que nos condiciona para ser promiscuos, y aun así nos culpa de serlo?

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VERDÚ, VICENTE: Yo y Tú, objetos de lujo. Barcelona. Ed. Debate, 2005 [Recuperado de Internet] HUXLEY, ALDOUS: Un Mundo Feliz [en línea] http://fil.mty.itesm.mx/sites/fil.mty.itesm.mx/files/ebooks/un_mundo_feliz-Aldus_Huxley.pdf. 7 VERDÚ, VICENTE: Yo y Tú, objetos de lujo. Barcelona. Ed. Debate, 2005 6

Cuando vivimos en una sociedad que exalta el placer rápido, el esfuerzo pierde valor como elemento dador de placer8. El esfuerzo lleva tiempo, y esto es algo que no encaja muy bien con el nuevo capitalismo. Los beneficios del placer llegan con efecto retardado, cuando este se supedita al esfuerzo personal. Esto supone un contratiempo para el sistema que busca resultados inmediatos. Por ello todo se acelera y estandariza. Convertimos en productos fácilmente digeribles las relaciones de pareja, la vida y la muerte, la familia, la seguridad y la felicidad. Nunca nada es demasiado intenso y siempre es sustituible9. Hacemos que las palabras de amor no signifiquen nada más que un reclamo sexual que siga potenciando el consumo, y la muerte la banalizamos hasta el punto de convertirla en una mera molestia que nos atormenta por apenas un día o dos. Despreciamos al dolor10 en pos del placer fácil, reduciendo significativamente la intensidad de nuestras vidas, protegiéndonos en un frasco11.

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[Recuperado de Internet] NIETZSCHE, FRIEDRICH: Más Allá del Bien y del Mal [en línea] http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/N/Nietzshe%20-%20Mas%20alla%20del%20bien% 20y%20del%20mal.pdf 9 [Recuperado de Internet] HUXLEY, ALDOUS: Un Mundo Feliz [en línea] http://fil.mty.itesm.mx/sites/fil.mty.itesm.mx/files/ebooks/un_mundo_feliz-Aldus_Huxley.pdf. 10 [Recuperado de Internet] NIETZSCHE, FRIEDRICH: Más Allá del Bien y del Mal [en línea] http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/N/Nietzshe%20-%20Mas%20alla%20del%20bien% 20y%20del%20mal.pdf 11 [Recuperado de Internet] HUXLEY, ALDOUS: Un Mundo Feliz [en línea] http://fil.mty.itesm.mx/sites/fil.mty.itesm.mx/files/ebooks/un_mundo_feliz-Aldus_Huxley.pdf.

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