Construcción del sujeto amerindio como fruto de las colonizaciones españolas visto través de América de Jan van der Straet
Descripción
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Mignolo se refiere a la incorporación de la oralidad, de los sistemas de escritura no-alfabéticos y de los sistemas gráficos no-verbales como "semiosis colonial" (126).
Figura tradicional de la poética que en griego significa "descripción." La ekphrasis es "la capacidad de traducir verbalmente lo que es visual y visualmente lo que es verbal," y tiende a legitimarse con la poética de Horacio (Bustamante 22).
Idea mental era "el resultado de un proceso metódico que intenta depurar y articular las informaciones puntuales e incompletas que se derivan de la observación empírica, y tiene por objetivo explícito eliminar las deficiencias, incongruencias y variaciones accidentales, aunando en una sola propuesta y en una sola imagen toda la diversidad temporal y geográfica del objeto que se quiere definir o representar" (Bustamante 58).
El salvaje europeo es lo que cierta tradición francesa llamaría un fantasma cultural. se le considera "un residuo clasificatorio, consecuencia de una forma de entender la sociabilidad y la cultura de la tradición grecorromana. Esa tradición centra su concepto de sociedad y cultura en lo que los griegos llamaron polis ... y los romanos cives ... Es decir, lo que hoy se conoce como ciudad y todo lo imaginado a su alrededor. Ese principio clasificatorio que impone un centro (la polis, la cives, la ciudad) y un mundo envolvente que gira a su alrededor, hace necesario que exista un margen, una frontera, o un límite más allá del cual ya no alcanza el principio civil, urbano, cívico, político, civilizado ... más allá del cual no hay cultura. Lo único que puede existir más allá del límite es la naturaleza inculta (territorios indefinidos más allá de los márgenes), el habitante es un ser clasificatoriamente inverso en todo al urbano. Ese ser es el "salvaje" europeo" (Bustamante 37). Continúa Bustamante afirmando que "este salvaje de profunda tradición clásica y que se define a partir de sus carencias, ajeno a un tiempo y espacio concretos pero cuya presencia siempre es predecible en los márgenes es el que a partir del descubrimiento colombino se empieza a situar temporal y geográficamente en el Nuevo Mundo, y se le identifica con sus habitantes" (38).
Los arquetipos son los referentes básicos a partir de los cuales se producen respuestas sociales automáticas y actuaciones colectivas que incluyen la planificación de políticas públicas o humanitarias y muchas otras cosas más (Bustamante 72).
Puesto que en América Stradanus está narrando un fragmento de la historia del descubrimiento de América, está entonces fungiendo como historiador.
Tzvetan Todorov define al Otro de la siguiente manera: "—other in relation to myself...or else as a specific social group to which we do not belong...or outsiders whose language and customs I do not understand, so foreign that in extreme instances I am reluctant to admit they belong to the same species as my own" (3).
La diferencia podía ser interpretada como una ausencia, una deficiencia o una carencia, pero jamás como algo sin valor o neutral (Reading Columbus 160).
Bhabha define al discurso colonial como un aparato de poder cuyo objetivo es construir a los colonizados como poblaciones degeneradas basándose en el origen racial, para justificar así la conquista y el establecimiento de sistemas de administración e instrucción (Bhabha 101).
El concepto aristotélico de la esclavitud natural es la piedra angular de una teoría de dominación y subyugación que pretendía explicar la inferioridad innata de ciertos tipos de seres humanos para justificar el ejercicio de poder de los hombres pertenecientes a la élite en la subyugación de los otros (Reading Columbus 171-77).
Sobre la creencia de que la Providencia estaba detrás de la Conquista Ángel Delgado manifiesta que fue el resultado de una visión mesiánica según la cual "España había sido providencialmente destinada a implantar la monarquía universal católica hasta la consumación de los tiempos" (Cartas de relación 24).
Las amazonas es una antigua leyenda derivada de las tradiciones clásicas y recreada en la Europa medieval que trataba sobre una tribu de mujeres terribles y guerreras que rechazaban el dominio masculino. De acuerdo a la versión medieval del mito amazónico, las amazonas vivían en Asia oriental.
Se define "mancebo" como un niño que se encuentra aún bajo la autoridad del padre, por lo que la inferioridad de los amerindios es definida en relación con la superioridad española que se manifiesta en una custodia paternalista y benevolente (Reading Columbus 167).
El término bárbaro se remonta a los griegos, y representaba originalmente la superioridad de la cultura griega sobre todas las otras (Delacampagne 85).
La virtud y la razón es el comportamiento moral, religioso y productivo a través del cual España replica su cultura y establece dominio y beneficios en América (Morales 3).
Mónica Morales define a la moral como la capacidad para la virtud, La moral es central para definir las posiciones y roles sociales que los tropos de canibalismo, idolatría, sodomía, sacrificio humano y poligamia ayudan a legitimar (1).
Se usa la inferioridad para racionalizar la violencia, el poder y el expansionismo (Morales 2).
De acuerdo a Walter Mignolo, La invención de América de O'Gorman representa un desmantelamiento temprano del discurso colonial europeo (126).
Se buscaba probar que las gentes conquistadas no habían constituido jamás sociedades civiles legítimas, por lo que sus miembros no podrían reclamar derechos de propiedad ya que sus tierras no les pertenecían sino que eran espacios abiertos que habitaban fortuitamente (Pagden 15).
Obras citadas
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Maritza Maldonado
Universidad de Arizona
Tucson, AZ, EE.UU.
Construcción del sujeto amerindio como fruto de las colonizaciones españolas visto través de América de Jan van der Straet
Este estudio tiene como propósito recrear la construcción del amerindio, cuya identidad se dio como el producto de las colonizaciones europeas. El proceso será analizado a través de la obra América, del artista belga Jan van der Straet. Para dicho propósito se tomará como punto de partida la afirmación de Walter Mignolo de que la inclusión al discurso colonial de textos no alfabéticos provee la posibilidad de nuevas interpretaciones sobre las experiencias coloniales, tanto en el sujeto creador como en el sujeto que lo interpreta. Puesto que el concepto de semiosis colonial incluye el uso de imágenes para la interpretación del discurso, se dará a América la función primaria de texto colonial. Dicho texto será "leído" e interpretado con el propósito de entablar un diálogo entre el codificador, la obra y el decodificador. De esta manera, se evidenciará el proceso a través del cual el sujeto amerindio surgió como una invención resultante de los procesos de colonización europeos.
FIGURA 1. América, ca. 1580. Impresión de Theodor Galle
del grabado de Jan van der Straet (ca. 1575).
Imagen: © Trustees of the British Museum
A comienzos de la edad moderna europea la vista se convirtió en el principal vehículo cognoscitivo. La imagen y la acción de mirar asumieron una dimensión cultural excepcional y se transformaron en una de las principales características de la modernidad occidental. La teoría dominante sobre la representación visual a lo largo de la Edad Moderna era que la pintura y la poesía respondían a un mismo modelo de representación. En consecuencia, la creación visual y literaria se convirtieron en medios alternativos y equivalentes de plasmar la realidad. Lo anterior posibilitó la transferencia de una misma representación entre un medio y otro sin que se produjeran pérdidas sustanciales de legitimidad o credibilidad. De esta forma, la ekphrasis —entendida como la descripción verbal de algo visual— adquirió la capacidad de plasmar visualmente lo que originalmente era conocido de forma verbal. Ejemplos de esto fueron los relatos históricos y las descripciones sobre el Nuevo Mundo y sus naturales. Aunque dichas narraciones carecían de imágenes representativas para los europeos, la ekphrasis posibilitaba su traducción visual sin repercutir en su credibilidad (Bustamante 19-22). Como corolario de lo anterior, surgió un universo de posibilidades de representación del nuevo continente y sus habitantes nativos que sería sobradamente explotado por los europeos.
Esta especie de mimesis representacional se encuentra enraizada en la poética de Aristóteles y su precepto de que es imperativo imitar la naturaleza, pero no en su forma real sino como idealmente debería ser. Es decir, que resultaba imperioso representar una imagen más perfecta y verdadera de las cosas. "La imitación directa, exacta o servil ya no era suficiente, sino una fase de un proceso de observación y selección, de reflexión y estudio cuyo objetivo final era la construcción de un arquetipo mental, un ideal que se representaba verbal o visualmente" (23). La teoría de la representación moderna tenía como referente básico la idea mental. En ella el arquetipo representacional surgía al compendiar y reformar los rasgos reflexionados como más significativos, más perfectos y más verdaderos en la naturaleza. De tal forma, las imágenes elaboradas, cuya función es describir un asunto que se conoce sólo de manera verbal, fueron en realidad acervos de teorías que expresaban propuestas interpretativas derivadas de cierta reflexión. Lo anterior tiene especial relevancia en el constructo sociocultural denominado indio americano o amerindio, cuya invención se produjo mediante la apropiación y creación del conocimiento sobre el mismo.
El conocimiento sobre el amerindio, producido socialmente y fruto de las colonizaciones europeas, "refleja equilibrios y situaciones sociales, así como relaciones de poder bien concretas, conceptos y taxonomías tradicionalmente asumidas como el reflejo de una realidad o la imagen de un orden natural." El amerindio representado plásticamente se observa como un arquetipo que proporciona estabilidad y potencial a las teorías, conceptos y reflexiones que de él o sobre él se elaboren (Bustamante 23-25). Debido a la carencia de información sobre el sujeto amerindio y su diversidad, fue rápidamente emparentado con un personaje tradicional del imaginario europeo procedente de la tradición grecorromana: el salvaje.
El texto América de van der Straet es, pues, una ekphrasis de los textos interpretativos que codifican la supuesta superioridad de la cultura europea en relación con las culturas amerindias. Asimismo, en realidad el grabado no es la ekphrasis de un texto literario, sino la representación visual de una idea mental. Esta, a su vez, es el producto de la construcción y la reelaboración de otros textos escritos y orales de origen diverso que, al amalgamarlos, producen una fuerza visual substancial. El arquetipo del salvaje americano representado en América es sin duda una representación visual de un constructo sociocultural edificado ajenamente a la evidencia material o etnográfica, y al margen de una fuente documental concreta que lo respalde. Lo anterior se debe a que la ekphrasis, como traducción de lo verbal a lo visual y viceversa, no es un proceso neutro, sino que se ve afectada por los prejuicios y por los ideales —positivos y negativos— que de los amerindios se tenían durante las colonizaciones.
El grabado de van der Straet permite observar que los europeos, al intentar describir y entender a los naturales americanos, utilizaron fórmulas gráficas y modelos conceptuales preexistentes para hacerlos comprensibles a Occidente (Bustamante 33-35). En otras palabras, las representaciones gráficas que se observan en América son, como en el caso del salvaje, transferencias de arquetipos europeos. Especialmente importante es el hecho que para los europeos los amerindios no mostraban los rasgos característicos de una vida civil. Lo anterior implicaba que no se reconocía en ellos una dimensión política y que por tanto carecían de potestas y de imperium. Sin embargo, antes de establecer las condiciones sociopolíticas del amerindio en América, se precisa posicionar la obra dentro de un contexto espacio-temporal determinado en la historia del continente americano.
Puesto que la exégesis e interpretación de un texto responden a las necesidades sociopolíticas y culturales del momento ("Historicity" 340), se determinará primeramente el locus de enunciación de América y su rol cultural dentro de la sociedad a la que fue dirigida. Jan van der Straet —también conocido como Johannes Stradanus— nació en 1523 en lo que hoy es Bélgica. En 1575 hizo una serie de grabados llamada Nova Reperta —o "Nuevos descubrimientos"— para celebrar el progreso renacentista en el arte, las ciencias y la tecnología. A esta serie fueron añadidos cuatro grabados enfocados en las exploraciones del Nuevo Mundo llamados Americae Retectio —o América redescubierta—, de donde se desprende América (New Discoveries). En dicho grabado se observa en un primer plano a Américo Vespucio llegando a tierras americanas y teniendo un encuentro con una mujer, natural de América y desnuda, que simboliza al Nuevo Mundo.
Hayden White manifiesta que el historiador, por medio de su participación de dar sentido a los eventos narrados, se identifica como miembro de un legado cultural específico (86). Consecuentemente, no solo es posible evidenciar el hecho de que el texto fue creado desde Europa por un europeo, sino que es factible situar el locus de enunciación de Stradanus dentro del imperio y con funciones de dominación imperial. Desde la segunda mitad del siglo XVI, los esfuerzos de los europeos estuvieron dirigidos al asentamiento de las sociedades coloniales y al establecimiento de instituciones gubernamentales y eclesiásticas. De esta manera, se puede apreciar en la obra la cosmovisión colonizadora del artista en una época en la que se buscaba establecer y justificar el dominio europeo en las nuevas tierras. Asimismo Nova Reperta fue diseñada con propósitos educativos y estuvo especialmente dirigida a la gente común. Es decir, que fue una obra cuyo objetivo principal era influenciar la visión popular referente al Nuevo Mundo y argumentar a favor de la dominación de éste por los europeos.
Puesto que se ha determinado a América como un texto colonial que describe un momento en la historia del descubrimiento del continente americano, indiscutiblemente las imágenes que en la obra se encuentran adquieren la valencia de narración histórica. White afirma que los textos históricos generalmente toman la forma de una narrativa y contienen el elemento de la interpretación. De esta forma, es posible considerar a América como una interpretación de su autor en la cual la especulación y la deducción son elementos activos en la narración de los actos ilustrados en el grabado (White 51). Al encontrarnos ante un texto artístico sirviendo como instrumento del colonizador, no debe sorprender que el discurso colonial revele una ideología de superioridad europea por medio de múltiples metáforas visuales basadas en un modelo conceptual de la otredad.
La efectividad del discurso colonial consiste en asegurar el control sobre los recursos y la labor a través de la producción de la diferencia y la dependencia cultural (Morales 2). De este modo, las diferencias de los amerindios se convirtieron en la base misma del discurso colonial y fueron expresadas como carencias. Asimismo, se observa que el discurso colonial en América plasma a los amerindios como una realidad social empleando un sistema de representación y un régimen de verdad basados en una ideología de inferioridad americana ante lo europeo. Se busca establecer una jerarquía racial y cultural, lo cual se obtiene a través de la articulación y organización de las diferencias. Homi Bhabha manifiesta que las principales formas de diferenciación en el discurso colonial son la diferencia racial y la diferencia sexual (95-96), lo cual se ve claramente representado en América a través de las dicotomías Vespucio/masculino/europeo — América/femenina/amerindia.
Respecto a la feminización del Nuevo Mundo en los textos coloniales y la codificación del carácter nacional español como masculino Nancy Vickers manifiesta:
The dynamics of this descriptive situation are gendered in a triangulated relationship: a masculine writer shares with his readers the verbal construction/observation of a woman or a feminized object or matter; in doing so, he constructs a masculine subject position for his readers to occupy and share. (Montrose 13)
Es posible advertir entonces en América la forma en que el género fue una manera primaria de representar las relaciones de poder en el Nuevo Mundo. Puesto que lo femenino era considerado inferior a lo masculino, el continente americano representado como una mujer simboliza su inferioridad respecto a Europa y la inferioridad de los amerindios respecto a los europeos. De la misma forma, el continente americano feminizado se encuentra también desnudo de cultura de acuerdo a los estándares europeos. En la obra se observa a un hombre —Vespucio— totalmente vestido, parado firmemente en oposición de América. Ésta es "despertada" a través del contacto con Vespucio. El Nuevo Mundo despierta entonces a la civilización hasta que el europeo llega y lo "cubre" de todo lo que carecía a través de la posesión.
La alegorización del continente americano como figura femenina en América y de Europa como figura masculina es una constante en los textos visuales coloniales e indica la naturaleza genérica del imaginario social europeo. La feminización del nuevo continente se contempla como una tentativa de descalificación de sus habitantes naturales del género humano. Christian Delacampagne afirma que el racismo es la reducción de lo cultural a lo biológico, que existe donde sea que se justifiquen los estatus sociales por medio de las característica naturales y que los motivos más determinantes han sido económicos o políticos (Delacampagne 85-87). Dichas afirmaciones se ven reflejadas en las colonizaciones europeas y es precisamente lo que las imágenes en América representan y comunican. América legitimiza la desigualdad y la subalternidad amerindia a través de metáforas visuales de diferencia y de carencias. Es a través de dicha imaginería que el nuevo continente surgió ante los ojos del Viejo Mundo. La articulación de estas representaciones visuales van de la mano con los proyectos de explotación económica y dominación geopolítica.
Indiscutiblemente, el concepto aristotélico de la esclavitud natural subyace bajo el discurso de Stradanus en América. Para Aristóteles las mujeres y los esclavos eran, por naturaleza, automáticamente descalificados como humanos completos (83-85). Puesto que las mujeres eran consideradas intelectual y moralmente deficientes, no debe sorprender que fuera una mujer quien representara al continente americano y a sus habitantes en la obra de van der Straet. La deficiencia moral e intelectual del Nuevo Mundo observa en su desnudez. Esta a su vez simboliza la carencia de civilización, religión y tecnología que su contraparte Vespucio representa. Otro de los elementos etnográficos más preponderantes es el acto de antropofagia que se está llevando a cabo en el fondo de la imagen. Empero que el acto de canibalismo está en un plano inferior en relación al encuentro entre el Nuevo Mundo y Vespucio, su importancia es vital, ya que evidencia la violencia y la antropofagia como signos irrefutables de su descalificación del género humano.
La aparente carencia de religión, de lenguaje, su desnudez física y espiritual y su salvajismo revelan a los nativos como bárbaros e infractores del orden social occidental. Se justificó entonces la superioridad europea sobre los amerindios basada mayormente en Aristóteles y en la Biblia. El cristianismo manifestó que al haber permanecido excluidos de la enseñanza del Evangelio, los amerindios no habían podido realizar la "verdadera" humanidad (O'Gorman 151-53). Por otro, lado Aristóteles afirmaba que la masculinidad gobernaba los mecanismos del universo, y que toda desviación de este principio constituía una degeneración. Por este motivo, la feminidad era un paso a la imperfección. Como corolario de lo anterior, el paradigma femenino en su dimensión aristotélica negativa se convirtió en un componente central en la construcción de la otredad en la España del siglo XVI (Reading Columbus 171-77). Saturados por la filosofía aristotélica, la legislación española aplicó estos conceptos en las Américas adoptando una actitud aparentemente paternalista hacia a los amerindios.
El paternalismo disfrazaba el racismo basado en una presunta superioridad fisiológica: "Because natural law requires the more prudent to become, as it were, the law, light, and guide of those in weaker understanding"..."By nature they are inclined to idleness and vice, and have no manner of virtue or doctrine" (Simpson 8-12). La estratificación social de las colonias se justificó entonces por medio de las imágenes, símbolos y conceptos reproducidos en textos como América. El grabado de van der Straet, que como texto colonial, fomentó la creación del imaginario europeo a través del cual se produjeron los significados de una realidad amerindia ficticia.
Cuando se leen los primeros textos concernientes a la interpretación y representación de América —principalmente los de Colón— como un discurso unificado, se revela una estrategia hermenéutica de feminización y erotización que hace de la diferencia genérico-sexual la característica semántica y determinante de América. Sus textos crean en el lector un anhelo por la tierra a través de un discurso psicosexual de lo femenino que inicia con la belleza y la fertilidad y que culmina con la posesión y la dominación (Reading Columbus 157-58). En América Stradanus representa al Nuevo Mundo como una mujer joven. Lo anterior la convierte en productiva en dos aspectos: hermosa, fértil e idónea para producir hijos por un lado; pasiva y apta para la labor por el otro. Asimismo, su hermosura renacentista y su desnudez la hacen deseable, mientras que su posición sobre la hamaca sugiere disponibilidad para el contacto sexual, es decir, para la posesión.
Los comentarios de Colón sobre la desnudez de los amerindios funcionan de la misma forma que la imagen de la mujer desnuda en América: para resaltar su vulnerabilidad ante los europeos más que para resaltar sus atributos físicos. La diferencia que se muestra en América entre europeos e indios se interpreta como una diferencia de sexual, pero no en el sentido biológico o reproductivo, sino ideológico. Dicha diferencia fue inscrita en una economía cultural donde el género se convirtió en una cuestión fundamental de valor, poder y dominancia. La feminización y erotización de América fue articulada en dos discursos aparentemente contradictorios: idealización y denigración. En una economía cultural donde lo masculino es valorado por encima de lo femenino, la erotización de lo femenino subordinado implica deseo y desprecio, y permite la idealización y la denigración del objeto afeminado en el mismo espacio discursivo sin que exista contradicción. El término "mujer" entra entonces en la economía cultural europea no como el opuesto de "hombre" sino como menos que "hombre." De la misma forma, los amerindios se incorporaron a la cosmovisión europea frecuentemente como subhumanos.
El discurso colonial en América responde entonces a una economía política de los masculino y lo femenino. En otras palabras, los textos coloniales como este interpretan los problemas centrales de poder, dominancia y apropiación en términos de dicotomía sexual (Reading Columbus 173-79). Puesto que el lenguaje es una herramienta instrumental para construir la historia e inventar realidades en los textos coloniales (Mignolo 122), y se está considerando a América como un texto colonial, el "lenguaje" visual de Stradanus inventa la realidad americana a través de las imágenes, los símbolos y los estereotipos de salvajismo, canibalismo, lujuria y anarquía que de esta se desprenden. Bhabha afirma que estas imágenes producen miedo, ansiedad, deseo y placer a la vez de donde se deriva una vacilación entre el deleite y el miedo (Bhabha 104). De esta manera, se puede observar en la obra de van der Straet a América como un espacio femenino donde se intersectan los deseos, ansiedades, miedos y voluntades de los europeos al ser "descubierta", reclamada y poseída por ellos.
Dichas encrucijadas de poder se evidencia en las descripciones contradictorias que Américo Vespucio hace de los amerindios. Pese a que los describe como gente amable y de cuerpos bellos y bien formados, también afirma que eran caníbales, que sus mujeres eran excesivamente lujuriosas y que provocaban la hinchazón en los miembros viriles de sus esposos con insectos ponzoñosos (48-49). Lógicamente, las primeras afirmaciones incitan el deseo y el placer en los europeos, mientras que las segundas producen miedo y ansiedad y causan la oscilación entre el miedo y el deleite mencionados anteriormente. De igual modo, la belleza desnuda y su posición relajada sobre la hamaca incitan el deseo y la promesa de placer sexual en los europeos, mas el canibalismo que se observa en el plano de fondo produce a la vez ansiedad y miedo ante una naturaleza exótica y salvaje hasta entonces desconocida por ellos.
Respecto a la construcción de la historia y la invención de realidades en los textos coloniales, Linda Tuhiwai manifiesta que la historia es, antes que nada, sobre el poder. Es decir, que es la historia de los poderosos, de cómo llegaron a serlo y de la manera en que usaron su poder para conservarse en posiciones de dominación. Gracias a esta relación de poder y conocimiento los indígenas fueron excluidos, marginalizados y convertidos en el Otro (34-35). Bernal Díaz, por ejemplo, afirmó que los amerindios tenían costumbres bárbaras de sacrificio humano e idolatría. Otros conquistadores declararon que éstos eran caníbales, sucios y "sodomitas abominables." De esta manera, se inventó una realidad americana en la que la Conquista aparecía como el instrumento providencial para la destrucción de un gobierno ilegítimo y la supresión de numerosos pecados (Adorno 156-70). Esta realidad inventada y las justificaciones para la conquista se observan en América, donde el salvajismo, la antropofagia y el propio erotismo, sirven como justificaciones para el acto de posesión que Vespucio está a punto de realizar.
Puesto que es imposible determinar el sexo de los caníbales en América, es factible entonces atribuirles una sexualidad indeterminada o ambigua. La ambigüedad sexual tiene dos vertientes. La primera es el mito de las amazonas transferido al continente americano. La segunda vertiente es la feminización, infantilización y desarrollo sexual, intelectual y moral incompleto de los nativos asignado por medio del término "mancebo." El diccionario de la lengua española define mancebo como proveniente del latín vulgar mancĭpus, que significa esclavo. Asimismo, sus dos primeras definiciones en castellano son "juvenil" y "mozo de pocos años" ("mancebo"). De esta forma, es factible advertir cómo la concepción del indígena tomaba ya sus características cardinales al percibirlos como seres humanos incompletos. Dicha vertiente conlleva inexorablemente a la inferioridad. Igualmente, al contener el término mancebo la connotación de esclavo, se advierte que se consideraba a los amerindios, desprovistos ya de madurez física y mental, carentes de raciocinio y posicionados en una clara situación de esclavitud natural.
Para los peninsulares fue provechoso atribuir a los amerindios una sexualidad indeterminada, incompleta o ambigua. El mito de las amazonas fue transferido al continente americano desde la llegada de Colón. Dicho apriorismo fundamental se transfirió a los habitantes naturales de América por medio de ideas preconcebidas que sobre ellos se tenían desde antes del encuentro. Por ejemplo, los historiadores han demostrado que Colón tenía ya la idea premeditada de que encontraría antropófagos en las Indias. Igualmente, se advierte en la primera carta del almirante la mención del mito europeo de las amazonas, que decía habitaban una de las islas del Caribe (Taylor 49-50). Puesto que las amazonas representan lo opuesto al patriarcado europeo, simbolizan una amenaza y una inversión del orden patriarcal.
En la obra de Stradanus las representaciones de América desnuda, amazónica, antropófaga y por consiguiente violenta justifican la intervención europea para restablecer el orden falogocéntrico. Puesto que Aristóteles afirmaba que en los casos más extremos lo femenino producía la monstruosidad (Reading Columbus 171), se respalda la dominación masculina representada por Vespucio sobre la naturaleza monstruosa y bárbara de América. La figura erótica de la nativa en América y la escena de canibalismo revelan a los nativos como salvajes, incivilizados y violando el orden social.
Claire Taylor manifiesta que los mitos del caníbal y de las amazonas pueden ser asociados con las preconcepciones europeas de los bárbaros que los europeos trajeron consigo al Nuevo Mundo (50). En América se reafirma de la superioridad europea a través de la representación de los amerindios como bárbaros e inhumanos. La superioridad de Vespucio, y en consecuencia de Europa, se ve reflejada en los avances tecnológicos con los que aparece en el grabado. En una mano lleva un estandarte con una cruz, que simboliza la religión. El astrolabio en la otra mano simboliza el conocimiento y la tecnología, y su espada representa la violencia y la disponibilidad para las actividades bélicas. Asimismo, las naves detrás de él penetran el espacio americano caracterizado como un locus amoenus. De esta forma, se trasladaron a América modelos económicos, políticos, sociales y culturales europeos, y se creó al Nuevo Mundo a través de ideas preconcebidas y de múltiples arquetipos de otredad (49-53). Respecto a la transferencia de los arquetipos preestablecidos al Nuevo Mundo, destacan los comportamientos que constituían desviaciones a las normas occidentales europeas y los supuestos excesos que transgredían el orden social.
En el encuentro que se está llevando a cabo en América se advierten también otras dicotomías que constituyen un discurso colonial basado en el concepto de superioridad genérico-racial. De estas destacan las de hombre/mujer, actividad/pasividad, fuerza/debilidad y tecnología/naturaleza. Lo anterior se debe a que a medida que los europeos fueron confrontados con nuevos territorios y gentes extrañas, experimentaron retos legales, morales y religiosos (Morales 1). Las diferencias raciales y la organización social fueron justificadas a través de las representaciones de inferioridad que los documentos legales y otros textos coloniales como América hacían de los amerindios, frecuentemente a través de estrategias de infantilización y feminización. Los textos coloniales impusieron en América modelos europeos previamente concebidos, y los europeos crearon activamente al Nuevo Mundo a través de ideas arquetipos de otredad preexistentes (Taylor 49-53). Los informantes del siglo XV y XVI vincularon la identidad amerindia a las imágenes de desviación plasmadas en América como el canibalismo, la idolatría, la sodomía, el sacrificio humano y la poligamia.
Las desviaciones justificaban, entre otras cosas, la esclavitud por medio de la teoría aristotélica de la ley natural (Pagden 28). En obras como América las representaciones del comportamiento "desviado" de los amerindios reforzaron su posición inferior en las colonias (Morales 3). Los crímenes contra la naturaleza representaban lo que prevenía a los nativos del ejercicio de la virtud y la razón. Estas eran a su vez lo que definía a la verdadera humanidad de acuerdo a los estándares occidentales. En la obra de van der Straet se encuentran las manifestaciones de inferioridad y diferencia necesarias para demostrar la ausencia de dichas nociones morales europeas.
Los valores negativos asignados a los amerindios—la degeneración y la falta de humanidad— ayudaron a posicionar a la población nativa como inferior en la nueva escala social (1). De esta manera, se justificó el estatus inferior de los amerindios por su naturaleza "degenerada" (Delacampagne 86). Ginés de Sepúlveda explica que las múltiples manifestaciones jerárquicas giran en torno a un principio: el imperio y el dominio de la perfección sobre la imperfección, de la fortaleza sobre la debilidad y de la virtud excelsa sobre el vicio. Europa, saturada por las teorías aristotélicas y religiosas, adoptó la noción de perfección y superioridad del hombre y la consecuente imperfección e inferioridad de la mujer. Por consiguiente, las jerarquías en América están representadas a través de este principio: el domino del hombre sobre la mujer; la fortaleza física, tecnológica y cultural de Vespucio en contraste con la inferioridad de América simbolizada en su género y en su desnudez; y la virtud del europeo ante la idea preconcebida del vicio y los excesos de los amerindios representada en el acto de antropofagia y en el erotismo de la mujer.
En el grabado la ideología de la jerarquía genérica engrandece a Vespucio contra el cuerpo femenino de América, al mismo tiempo que el discurso de dominación emergente confirma dicha ideología (Montrose 12). La imagen en la obra de Stradanus es indicativa de una América vulnerable y pasiva siendo despertada por su conquistador. Van der Straet demuestra a través de la inscripción en América: "He called her but once and thenceforth she was always awake" (New Discoveries). En el binario opuesto de ociosidad-labor en que se codifica la diferencia y la inferioridad entre el Nuevo Mundo y los europeos, la virtud se convierte en sinónimo de producción, catolicismo y contacto cultural (Morales 2). América se encuentra recostada en una hamaca y aletargada, siendo apenas despertada por el contacto con un europeo. De esta forma, se aprecia que debido a su inactividad —u ociosidad—, América no produce ni tiene religión, ni labor ni cultura, por lo tanto, debe ser diferente e inferior a Europa.
Es importante dar relevancia al hecho que en América el encuentro no determina que el Nuevo Mundo haya empezado a existir desde el primer contacto con Vespucio, sino que, por el contrario, implica su existencia previa. Por tal razón, bastó el mero contacto físico con Occidente para su "descubrimiento". Respecto a América como el resultado de una invención del pensamiento occidental, Edmundo O'Gorman afirma que la idea proviene de un apriorismo fundamental que ha sido una de las bases del pensamiento filosófico de Occidente: que las cosas son algo per se; que están dotadas desde siempre de un ser fijo, predeterminado e inalterable. En la obra de Stradanus la idea del descubrimiento del continente americano consistió en suponer que había sido América desde siempre, cuando en realidad empezó a serlo únicamente a partir del momento en que se le otorgó esa significación (O'Gorman 42-49). De ahí que se haya reconocido en América a un "Nuevo Mundo." Se encontraron los españoles ante un vacío semántico que tuvo que ser llenado por medio de ideas preconcebidas que dieron cabida a las transferencias de mitos y leyendas europeas. Este apriorismo fundamental se trasladó entonces a los amerindios por medio de ideas que sobre ellos se tenían desde antes del encuentro.
Los documentos como Las Leyes de Burgos, el Requerimiento y Demócrates Segundo, entre otros, introdujeron evaluaciones de diferencia que reforzaron la superioridad española y la noción de barbarismo e inferioridad indígenas (Morales 2). Vespucio, por ejemplo, se refiere a la supuesta anarquía de los amerindios al afirmar que se encontraban desprovistos de autoridades y que no tenían religión ni comercio. Al declarar que tomaban varias esposas y acusarlos de incesto, sodomía y promiscuidad, les imputó numerosas desviaciones sexuales. Asimismo, al aseverar que la carne humana era común para ellos, los dotó con la desviación del canibalismo (Vespucio 49-50). Dichas desviaciones, como se ha expresado anteriormente, están claramente representadas en América. En el primer plano la mujer extiende su brazo derecho hacia Vespucio aparentemente a modo de sorpresa, sin embargo también puede significar una invitación.
La invitación puede llevar al europeo a la posesión y al placer, pero puede también ser un engaño. Otra fantasía proyectada en el acto de canibalismo en la obra de van der Straet es la insaciabilidad femenina y el desmembramiento masculino. La supuesta gula sexual y la insidia que permiten a las mujeres amerindias asesinar, desmembrar y comerse al hombre europeo se encuentran en directa oposición al hombre que se adueñará de la América desnuda y pasiva. La interacción entre la escena del fondo y la del primer plano describen a la perfección la oscilación que caracteriza al encuentro de Europa con el Nuevo Mundo: una oscilación entre fascinación y repulsión, de semejanza y extrañeza, de deseos de destruir y asimilar al otro.
En América es posible advertir el inicio de las colonizaciones europeas a través de la colonización del cuerpo femenino. Tanto en la obra como en la historia se busca conocer, dominar y poseer un espacio feminizado, por lo que se usará al Nuevo Mundo como si fuera una página en blanco en la cual los deseos y voluntades de Occidente serán inscritos (Montrose 6). Una de las maneras más evidentes en que los españoles reafirmaron la esclavitud de los amerindios es precisamente a través del uso casual de los cuerpos de las mujeres amerindias. Lo anterior se encuentra latente en América, donde Vespucio se dispone a posesionarse de la mujer desnuda. La violencia implícita en la obra confirma los imperativos de apropiación, posesión y dominación que caracterizaron el proyecto colonialista en general.
Se observan entonces en el grabado las representaciones europeas de género y de conducta sexual. Además, el sujeto —Vespucio— es masculino, mientras que el objeto es femenino o feminizado. Asimismo, los elementos de barbarismo, insidia y canibalismo se encuentran sólo en los cuerpos amerindios. De particular importancia es la ideología en la que se mezclan lo salvaje y lo femenino para la estratificación social del Nuevo Mundo. La noción de salvajismo incluye las ideas de locura y herejía. Dichos términos fueron utilizados por los europeos para confirmar el valor de la civilización, la cordura y la ortodoxia. Cuando los hombres se sentían inseguros sobre la calidad de su humanidad, apelaban al concepto de salvajismo para designar un área de sub-humanidad caracterizada por todo lo que ellos deseaban no ser.
Lo anterior emerge de la necesidad de los hombres de dignificar su modo específico de existencia contrastándolo con el de otros hombres, reales o imaginados, que simplemente difieren de ellos (White 151-53). La construcción europea de su otredad colectiva en el Nuevo Mundo —el amerindio salvaje o feminizado— fue lograda por medio de la destrucción simbólica de los indígenas, en intentos sistemáticos de destruir sus cuerpos y sus voluntades para suprimir sus culturas y borrar sus historias (Montrose 2-3). Al describir a los amerindios como bestias o salvajes, se les niega su humanidad y son juzgados como una clase inferior de seres humanos. Tanto en los textos coloniales como en la Política de Aristóteles, la dominación es presentada como un acto filantrópico y paternalista. Las descripciones idealizadas de los amerindios en los textos coloniales alfabéticos y en América sirven para denigrarlos y justificar así el poderío y el derecho de posesión de los españoles (Reading Columbus 155-72). Desde los tiempos bíblicos hasta hoy, la noción de salvajismo ha estado asociada con las partes del mundo físico que no habían sido domesticadas en un modo significativo. Lógicamente, al descubrirse un continente totalmente ajeno y nuevo para Europa, sus habitantes fueron catalogados automáticamente como salvajes.
Uno de los puntos más importantes de Foucault sobre la intersección de poder y conocimiento es que los mecanismos de poder producen distintos tipos de conocimiento al recopilar información sobre las actividades y existencias de las gentes. En consecuencia, el conocimiento reunido refuerza el ejercicio del poder (Foucault 69-77). De esta manera, la información recopilada sobre los amerindios por los españoles, inventada y real, conlleva inexorablemente a corroborar que la conquista del conocimiento significó la conquista del poder en América. La conquista europea sobre Nuevo Mundo se debió, en gran parte, al dominio de la escritura alfabética. Al dominar la escritura los europeos obtuvieron el dominio absoluto de la historia americana. La escritura entonces se convirtió en un instrumento de poder ejercido por los colonizadores. Pese a que América no es un texto escrito alfabéticamente, es un texto colonial que puede ser "leído" e interpretado a través de las imágenes, símbolos y conceptos que de ella se desprenden la otorgan un valor equivalente a los textos literarios coloniales. En ella se observan la agencia y el ejercicio del poder de los encargados de interpretar y narrar la historia.
América, un símbolo afeminado y erotizado, deseado y envilecido, fue inscrito con un valor femenino y salvaje a través de la invención de realidades amerindias (Reading Columbus 179). Estos son los hechos que se revelan y se producen simultáneamente en la conciencia humana al observar la obra de van der Straet y que justifican la exploración, la conquista, la colonización y la subyugación de los amerindios por medio de la destrucción de sus identidades y sus historias. Mediante textos coloniales como América se justifican la inferioridad y la colonización de los cuerpos, de las identidades y de la tierra en base a la invención de realidades americanas cuyos propósitos fundamentales fueron la explotación económica y la dominación geopolítica.
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