Consideraciones respecto a los campos político y cultural entorno a la definición dinámica de la familia a través del concepto de matrimonio

July 22, 2017 | Autor: Lorena Mendez | Categoría: Trabajo Social, Familia
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Descripción



Consideraciones respecto a los campos político y cultural entorno a la definición dinámica de la familia a través del concepto de matrimonio










Lorena Rocío Méndez Rivera










Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas
Programa de Trabajo Social
Bogotá
2015
Consideraciones respecto a los campos político y cultural entorno a la definición dinámica de la familia a través del concepto de matrimonio








Lorena Rocío Méndez Rivera

Trabajo presentado a Maestría en Trabajo Social con énfasis en Familias y Redes Sociales







Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas
Programa de Trabajo Social
Bogotá
2015


Consideraciones respecto a los campos político y cultural entorno a la definición dinámica de la familia a través del concepto de matrimonio


Históricamente se concibe al sujeto como hacedor de sociedad, la cual constituye una dinámica de poderes entre campos e instituciones; dentro de esta dinámica se plantea una construcción más pequeña de poder: el concepto de familia, que lejos de tener una definición rígida, contiene un amplio espectro de acepciones que se configuran culturalmente y que varían tanto en el aspecto morfológico, como en patrones ideológicos y mentales. La familia es estudiada como institución, como grupo, como construcción, sistema o conjunto relacional, y, frente a estas categorías, se caracteriza propiamente con aspectos de ordenamientos y roles tradicionales de sus partes componentes. Estas definiciones conocen el cambio a partir de la dinámica social que encierra diferentes campos, cuyos intereses y poderes permean naturalmente el núcleo social. Considero necesario evidenciar el cambio que ha tenido el concepto 'familia' a través de la historia, con base en cuestiones del campo político de la sociedad colombiana del siglo XX y a través de la normativa constitucional y civil; y asimismo esbozar la articulación de esta temática con el campo cultural en términos de intervención por instituciones, como la literatura, ya que los aspectos sociales intervienen en la producción literaria y existe un lugar y una función de las prácticas literarias dentro de la sociedad.
En este ensayo me propongo focalizar el concepto de matrimonio, y determinar los cambios que ha sufrido tras las necesidades sociales a lo largo del siglo XX. Estos cambios los caracterizo bajo el reconocimiento del campo político que le ha dado legitimidad y que ha ayudado a instaurar nuevas concepciones respecto a los roles y las relaciones de poder dentro de la constitución de una familia. Además, me parece importante redirigir la mirada hacia aspectos culturales tanto implícitos como explícitos en el área de la literatura que ayudan a problematizar y cuestionar la manera de concebir la familia y que, al mismo tiempo, ayuda a generar cierto cambio de conciencia generacional.
El campo político actual está basado en la Constitución de 1991, prácticamente novedosa, en la que se amplían las normas de la intervención estatal y se reconocen los derechos sociales, culturales y económicos de todos los ciudadanos colombianos: hombres, mujeres, niños, niñas, personas de la tercera edad, etc. Esto implica, por supuesto, el concepto de familia, cuyos cambios estructurales y de funcionamiento, aspectos contextuales e ideológicos de la sociedad, serán asentados en normas correspondientes a manos del campo legislativo.
Familia. Este concepto aparece frente a la necesidad de oficializar una unión en pro de ciertos intereses y funciones sociales. En el texto de Pachón, La familia en Colombia a lo largo del siglo XX, se enuncian aspectos socioculturales que propiciaron los grandes cambios como, por ejemplo, las campañas de control natal, el impacto de la larga e interminable violencia, la concentración urbana, los desastres naturales, o la transformación de los valores inducida por la modernización y los medios masivos de comunicación. Con respecto a estas y demás situaciones específicas, la figura de la familia ha desembocado en el artículo 42 de la Constitución:
La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla. El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia. La ley podrá determinar el patrimonio familiar inalienable e inembargable. La honra, la dignidad y la intimidad de la familia son inviolables. Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes de la pareja y en el respeto recíproco entre todos sus integrantes. Cualquier forma de violencia en la familia se considera destructiva de su armonía y unidad y será sancionada conforme a la ley.
Pero para llegar a esto, y en consecuencia con situaciones de contexto, es importante mirar de cerca el desarrollo y el cambio que ha tenido la idea de 'matrimonio' en pro de la construcción de familia, porque, a mi juicio, a través de este concepto, a lo largo de la historia, se ha ido transformando dicha figura tanto como institución, como campo nuclear de la sociedad, como fenómeno social y respecto a cómo se manejan diferentes relaciones de poder y apropiación de roles a nivel familiar.
En un primer momento, se caracteriza la familia como patriarcal, extensa y prolífica, regida por valores católicos: "la jefatura económica única del padre, figura que centra el poder y la autoridad, la representación social y la defensa […] Este sistema de relaciones interconyugales y progenitofiliales estuvo apuntalado fuertemente por las demás instituciones y se mantuvo reforzado por el control cultural que impidió cualquier escape a su normatividad" (Gutiérrez de Pineda, 2003: 276). Tras esta imposición, el rol de la mujer se veía limitado a la fecundidad, a la educación del hijo y al mantenimiento del hogar. Además, bajo el pensamiento teocéntrico, el sacramento del matrimonio regula fuertemente la sexualidad respecto al género "él (el esposo) reivindicará en nombre de la cultura patriarcal que lo sustenta el placer sexual, la realización de sus sentidos; ella (la esposa) enarbolará la misión de la maternidad, como única razón que la autoriza a ofrecer su cuerpo como espacio de placer al otro" (López, 2009: 127). Este fenómeno, por lo cual solamente eran reconocidos los hijos dentro del matrimonio, nubló y satanizó los hijos ilegítimos o no reconocidos: estos ni siquiera tenían derecho a ir al colegio como los demás, a ingresar al ejército, a la iglesia, y, mucho menos, a recibir un trato responsable a manos del progenitor. Asimismo el madresolterismo no era bien reconocido, sino, por el contrario, era criticado por la parte conservadora del país que tildaba a las madres de inmorales. Esta posición, por un lado, se evidenciaba en los periódicos al censurar la 'experimentación de los placeres' como 'libertinaje' y 'vida fácil'; por otro lado, los periódicos liberales proponían cuidar el número de hijos que pueden llegarse a tener. Sin embargo, en pro de una paternidad responsable, el Estado intercede, dándole reconocimiento a los hijos extramatrimoniales con la ley 45 de 1936 'Reorgánica de la Filiación Natural' que "modifica sustancialmente el concepto de hijo natural, eliminando la distinción que el código hacía respecto a los hijos extramatrimoniales y reconociendo a todos los hijos por igual" (Zamudio & Rubiano, 1994: 42); aunque más de veinte años después, aparezca la ley 75 (1968) que busca que los hombres respondan activamente por su paternidad.
Tras esta concientización con respecto a los hijos que se pueden llegar a tener, las responsabilidades ya institucionalizadas como padres, la aparición de novedosos métodos anticonceptivos, junto con la incursión laboral de la mujer, dieron paso a mediados de siglo a cambios más profundos dentro de la configuración de la familia.
La mujer en el campo laboral: los sectores progresistas del país apoyan la moción; la sociedad por otro lado se resistió al cambio, se denunciaba el abandono del hogar, la irresponsabilidad frente al cuidado de los hijos. Pese a todo, el rol de la mujer dentro del campo de poder familiar da paso a un cambio significativo en la sociedad tradicional, en la mentalidad colectiva; naturalmente es un proceso lento que incluso hoy en día, siglo XXI, no ha acaparado todos los rincones del país.
Se genera conciencia sobre la construcción de la familia bajo políticas de poder, en un primer momento, por parte de padres a hijos y de hombres sobre mujeres; luego, se genera un respaldo a la mujer por parte del Estado, tras el decreto 2820 de 1974 en la igualdad de derechos y deberes respecto a los hombres. Cuando la mujer es consciente de que "En el régimen familiar patriarcal, ella no tuvo libertad de espacio, de tiempo, de relación, de acción; no fue dueña de su cuerpo, entre otras modalidades de la libertad" (Guitiérrez de Pineda, 2003: 288) se genera un cambio, y junto con la familia "pasan cuenta de cobro por las ausencias e inconsistencias paternas en relación con las expectativas simbólicas sobre su función, y [lo que hace] la fuerza del ingreso de lo femenino en las representaciones culturales diluye cada vez más la antigua soberanía del padre que ahora debe compartir con la madre" (López, 2009:129). Tras esta búsqueda de la igualdad y de cierta independencia respecto a la consolidación del matrimonio, se comienzan a generar roces coyunturales que afectan internamente el núcleo familiar, por lo que las mujeres, en un cambio de mentalidad, toman posición frente a su función dentro del hogar y reivindican su subjetividad. La mujer logra, paulatinamente, la integración de tareas domésticas y laborales de una manera más justa, dentro del acuerdo matrimonial. Con ello se comienza a ver cambios respecto a la labor doméstica en diferentes modalidades que se pueden considerar contemporáneas entre ellas y en la actualidad:
La primera, la tendencia tradicional, la cual hace referencia a la conservación de tradiciones patriarcales fundamentadas en considerar natural que sean las madres quienes realicen los oficios domésticos dejando la proveeduría como responsabilidad paterna. En la segunda modalidad, la tendencia en transición, en la cual se vislumbran lentos y contradictorios cambios culturales respecto a padres y madres en la división sexual de roles, ya que comienzan a reconocer el oficio doméstico como trabajo, aunque la participación masculina en dichas tareas aún se suma en términos de una "colaboración", mientras que la proveeduría materna se admita en calidad de algo que es inevitable. Finalmente, en la tercera modalidad; tendencia en ruptura, un grupo de padres y madres innovan en el momento que ambos asumen los oficios domésticos y a la vez en la proveeduría como una 'responsabilidad compartida' (Puyana, 2007: 274)
Se tiene una clara consecuencia respecto al cuidado y educación de los hijos, que se delega a un tercero, por lo cual bajo la ley 75 de 1968 se crea el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar I.C.B.F, con lo cual se institucionaliza el cuidado de los hijos por fuera del núcleo familiar. Los hijos, además, van tomando un papel más participativo dentro del núcleo familiar, y más tarde incluidos en la configuración legislativa con el Decreto 2737 de 1989 con el primer código del menor, que dos años más tarde será retomada por la Constitución para consolidar los derechos y deberes de los niños. Sin embargo, hasta el año 2006, tras la Ley 1098 se crea el Código de la Infancia y la Adolescencia.
Respecto a esta posición en comunión con los cambios de finales de siglo, con el posicionamiento de estados tanto económicos como morales del capitalismo y la posmodernidad, la nueva búsqueda como individuos se instala en la subjetividad: "la exaltación del interés individual sustentado en el ejercicio libre de los derechos, la reivindicación narcisista del bienestar propio por encima del de los otros y la promoción del goce auspiciada por el consumo, ya no solo de objetos, sino de representaciones y fórmulas de felicidad" (López, 2009: 130). y, por lo tanto, se da lugar a cambios políticos respecto a la libertad: se instaura el divorcio.
El divorcio. Para llegar a esta posibilidad, en primer lugar hay un cambio capital a nivel ideológico. Tenemos un distanciamiento del Estado frente a la Iglesia, de lo cual me interesan dos hechos particulares respecto a la constitución política, a saber: en primer lugar se constituye a Colombia como un país laico, en donde no se discriminará ni se exigirá ningún credo; y, en segundo lugar, contradictoriamente somos el país consagrado al Sagrado Corazón de Jesús. Pese a esto, la unión matrimonial se banaliza aunque el matrimonio católico sigue teniendo la facultad de amparar varios derechos y deberes tal como una unión civil. El divorcio se establece con la Ley primera de 1976 que regula la separación en un primer lugar de cuerpos y de bienes para finalmente establecer la separación total del vínculo conyugal que además reparte deberes para con los hijos en común menores de edad. Se establecen unas causales específicas en la ley civil que no mencionaré en este espacio pero que interesa en la cualidad de darle voz a las dos partes conformantes.
Tras esto, y en una posición más coherente respecto a la Iglesia y, considero, frente a la misma realidad, se reconoce la unión libre dentro del campo político legislativo, esto me parece importante ya que además de reconocer el rito como comienzo contundente de la sociedad conyugal, se da esta opción que permite a las parejas conformar una sociedad de hecho con base en la voluntad responsable.
A pesar de todo el respaldo que se puede encontrar en las leyes y las instituciones que evidencian el cambio de mentalidades y de cierta evolución cultural, existe una tendencia al machismo en la sociedad colombiana actual. Además de mujeres acalladas y temerosas por la violencia intrafamiliar, hay familias en donde no existe la comunicación entre sus miembros, la sociedad estigmatiza aún la vida sexual de la mujer, falta disciplina y educación por parte de los padres hacia sus hijos, y demás disfunciones que aquejan a la comunidad en la actualidad. Estoy de acuerdo con la posición argumentada en los textos de Pachón y de Puyana donde le dan al concepto de familia un estado muy ideal en el imaginario colectivo:
Cuando en Colombia se polemiza en contra de la posibilidad de que los homosexuales puedan construirse como parejas legitimadas por la ley, cuando ocurre el trágico suceso del suicidio de un niño, los jóvenes se convierten en adictos o se verifica el aumento de las tasas de embarazos en adolescentes; políticos y ciudadanos del común responsabilizan a las familias de estos desafortunados eventos (Puyana, 2007:263)
Me parece importante señalar, por último, en este aspecto, el reconocimiento legal y social de diferentes tipologías de familias, aparte de la idea de matrimonio y familia tradicional; de acuerdo al parentesco abarcan desde una persona en su singularidad, hasta la familia nuclear, la extensa y la compuesta, cada una con sus posibles estados. Según la funcionalidad interna en la que existen familias clasificadas como de supervivencia, de conyugalidad y con la intención de tener hijos.
A través del campo político legislativo que nos incluye a todos como miembros de la sociedad y que nos pone bajo su normativa, se da una evolución social respecto a las nuevas perspectivas, generaciones e ideologías; sin embargo, hace falta un papel más activo y eficiente por parte del Estado. Este no debería gestar los cambios forzadamente, sino desarrollarlos en comunión con otros campos de poder social para anticiparse a las necesidades de los ciudadanos.
Para abarcar y poder incluir mi área de conocimiento en diálogo con la temática tratada en el ensayo, me interesa el papel del campo cultural de la literatura por el cual se puede llegar a asimilar todos los cambios progresivamente: En un primer lugar como medio educativo, me llama la atención sobre las temáticas de libros de literatura infantil sobre el reconocimiento de las familias, en una búsqueda de educación frente a la igualdad y la tolerancia, hechos para público desde los tres años de edad y que tocan temas como el divorcio (El divorcio de mamá y papá oso. Maude Spelman), temas sobre familias recompuestas (¿Cuándo se irán estos? Ute Krause) o temas más inmediatos como la homosexualidad y los vínculos familiares (¡En familia! Alexandra Maxeiner y Anke Kuhl)
En segundo lugar, cómo en la literatura colombiana contemporánea también se inscriben estos temas históricos transicionales que evidencian la visión de mundo de los autores frente a lo que significa la familia. Como ejemplo tenemos a Abad Faciolince con su novela La oculta, que narra una historia familiar de contexto rural en varias generaciones, con varios narradores y cuyo tema entorno a la familia es tangible, como lo explica el autor en una entrevista:
La familia es la primera forma en que se organiza la vida. Son raros los que crecen en un orfanato o en un internado. La familia puede ser el escenario donde destrozan tu vida para siempre (una mala familia puede hacer mucho daño) o una fuente de seguridad, amor y confianza. Hoy, además, asume muchas formas: la familia homosexual, la de separados con hijos ajenos, la de mujeres solteras. Digamos que la familia Ángel, protagonista de mi novela, asiste a un cambio radical de las relaciones familiares (los colonos de Jericó eran la típica familia tradicional, la de la Biblia) y sus últimos miembros, los que narran la novela, representan a tres tipos de familia distintos (Abad Faciolince. Entrevista con Martínez Liliana, redactora del periódico EL TIEMPO. Recuperado de: http://www.eltiempo.com/entretenimiento/musica-y-libros/la-oculta-ultima-novela-de-hector-abad-faciolince/15050235 , 3 de enero de 2015)
Por último, el tratamiento del tema familiar dentro de las mismas ficciones que ofrece la literatura: es imposible dejar de lado la historia de siete generaciones en Cien años de soledad en donde se narran el comienzo y el fin de la estirpe de los Buendía. En esta novela encontramos además del realismo mágico una compleja y estructurada configuración de la idea de familia que generación tras generación van de alguna manera recibiendo junto con el apellido cierto sino problemático; la familia, unida por un apellido, atraviesa diferentes cambios respecto a sus miembros, todas las generaciones se ven afectadas intrafamiliarmente por la violencia. Se evidencia la tradición del patriarcado y en cuanto a los hijos se va generando una conciencia especial hacia ellos: ya no son los 17 Aurelianos hijos de diferentes madres, sino del corte de Renata Remedios, penúltima de la estirpe, que es enviada a la escuela para aprender a tocar el piano.
No pretendo buscar una relación directa que refleje la realidad en la ficción, pues este no es el propósito de la literatura, es más bien responder cuestiones sobre cómo interviene la literatura en la construcción o destrucción de conceptos sociales, y encontrar en las voces de los narradores y escritores una conciencia respecto a este tema universal que son las familias. Dicho tema está matizado dentro de las obras literarias y su estudio e implementación como material educativo, puede concientizar a los lectores en pro de un cambio positivo dentro de la sociedad.

















Bibliografía
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Colombia(1997), Constitución Política, Bogotá. Legis
Dubois, Jacques. La institución de la literatura. Traducción, prefacio y notas de Juan Zapata. Medellín: Universidad de Antioquia, 2014
Goldmann, Lucien. El hombre y lo absoluto: el dios oculto. Barcelona: Península, 1985.
Gutiérrez de Pineda, Virginia (2003). Familia ayer y hoy. En: Familia, Género y Antropología. Desafíos y transformaciones. Editora: Patricia Tovar Rojas, Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) Primera Edición. Bogotá, Colombia.
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) Dirección de Prevención. Caracterización de las familias en Colombia [en línea] Bogotá, Subdirección de familia, 2012 [fecha de consulta: 26 de marzo de 2015] Disponible en: http://www.icbf.gov.co/portal/page/portal/IntranetICBF/macro_procesos/MP_misionales/G_atencion_familiasycomunidades/InstrumentosPublicaciones/Caracterizaci%C3%B3n%20de%20Familias%20%28Doc%20Final-Rev%20%20ACTUALIZACION%20MA.pdf
López, Yolanda (2009). Familia, querida familia, ¿hacia dónde vas? En: Revista Trabajo Social, N° 11, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social. Bogotá, Colombia.
Pachón, Ximena (2007). La familia en Colombia a lo largo del siglo XX. En: Familias, cambios y estrategias, Eds. Puyana Yolanda y Ramírez, María Himelda, Universidad Nacional de Colombia, facultad de Ciencias Humanas, Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría Distrital de Integración Social. Bogotá, Colombia.
Puyana, Yolanda (2007). El familismo: una crítica desde la perspectiva de género y el feminismo. En: Familias, cambios y estrategias, Eds. Puyana Yolanda y Ramírez, María Himelda, Universidad Nacional de Colombia, facultad de Ciencias Humanas, Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría Distrital de Integración Social. Bogotá, Colombia.
Vega, Carlos Mario (2013). Generalidades sobre la familia desde el punto de vista del derecho. En: Aspectos Claves, Familia. Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB). Primera Edición. Medellín, Colombia.
Zamudio, Lucero & Rubiano, Norma (1994) La familia en Colombia. Tomo I. Informe a partir del Año Internacional de la Familia. Presidencia de la República, Consejería Presidencial para la Política Social, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.



















Este concepto me parece importante al concebir la sociedad (en este caso la colombiana) como un mecanismo donde el campo político establece una serie de normas e instituciones, como lo es la familia, que funcionan autónomamente dentro del campo social. Además desempeña una función social determinada dentro de ese campo, que será en este caso, el de socialmente tener potestad sobre el compromiso matrimonial. En un primer momento estará compenetrado con el campo de la iglesia y la religión pero veremos que cambiará tras el contexto determinado que desarrollo.

Además de la noción de 'campo' propuesta por Pierre Bordieu, me parece pertinente caracterizar la literatura como 'institución', planteada por Dubois, ya que complementa esta actividad como la conjunción entre el lenguaje y lo imaginario, que depende del contexto histórico y social y "cuya unidad se realiza, únicamente, en ciertos niveles de funcionamiento y de inserción dentro de la estructura social" (Dubois, 2014: 19).
La visión de mundo (Goldman) de un escritor da cuenta de su pensamiento individual. A través de los valores estéticos propios de la literatura se configura la ficción y el escritor logra dar una idea sobre la realidad y las problemáticas que tiene la intención de comunicar.
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