Conquistando el fin del mundo. La misión la candelaria y la salud de la población selk\'nam. Tierra del Fuego, 1895-1931

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Descripción

Colección Historia Argentina Rodolfo Richard-Jorba Empresarios ricos, trabajadores pobres. Vitivinicultura y desarrollo capitalista en Mendoza (1850 -1918) Eduardo Pérez Romagnoli Más allá del vino Industrias derivadas de la vitivinicultura moderna en Mendoza y San Juan (1885 -1930) Yolanda de Paz Trueba Mujeres y esfera pública. La campaña bonaerense entre 1880 y 1910

Conquistando el fin del mundo

Este libro se ocupa del impacto que sobre la comunidad selknam tuvo la colonización de Tierra del Fuego por parte de los Estados argentino y chileno hacia fines del siglo XIX. La investigación se enfoca en los aspectos sanitarios y demográficos del proceso, y analiza la cotidianeidad de la misión La Candelaria al ritmo del devenir social, económico, político y ecológico de la región. El análisis, a través del estudio del comportamiento sinérgico de los diversos factores involucrados en las alteraciones sufridas por los selknam en su contacto con los blancos, cuenta un notable fragmento de la historia de la provincia más joven –y, actualmente, considerando su condición bicontinental, la más extensa– de nuestro país.

CONQUISTANDO EL FIN DEL MUNDO

Sebastián L. Alioto Indios y ganado en la frontera. La ruta del río Negro (1750 -1830)

La Misión La Candelaria y la salud de la población Selk'nam, Tierra del Fuego 1895-1931

Claudia Shmidt Palacios sin reyes. Arquitectura pública para la “capital permanente” Buenos Aires, 1880 -1890 Noemí Girbal-Blacha Vivir en los márgenes. Estado, políticas públicas y conflictos sociales. El Gran Chaco Argentino en la primera mitad del siglo XX Bibiana Andreucci Labradores de frontera. La guardia de Luján y Chivilcoy (1780 -1860) Julián Carrera Algo más que mercachifles Pulperos y pulperías en la campaña bonaerense, 1770 -1820 Fabián Herrero Movimientos de Pueblo La política en Buenos Aires luego de 1810

María Fernanda Barcos Pueblos y ejidos de la campaña bonaerense. Una historia sociojurídica de los derechos de propiedad y la conformación de un partido: Mercedes, 1780 -1870

ISBN 978-987-1855-65-0

9 789871 855650

colección Historia Argentina - 23 ROMINA CASALI

Valeria Silvina Pita La casa de las locas. Unas historia social del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852 -1890

Romina Casali Romina Casali es profesora y doctora en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata y se desempeña como investigadora del CONICET en el área Sociología y Demografía. Su trabajo se relaciona con el análisis de las condiciones sanitarias y demográficas de las diferentes poblaciones fueguinas para fines del siglo XIX y el devenir del XX. Forma parte de un grupo de trabajo interdisciplinario acorde a las problemáticas investigadas, con pertenencia institucional en la UNICEN. Ha publicado sobre temas vinculados con cuestiones de salud, demografía y relaciones interétnicas para los momentos de colonización en Tierra del Fuego.

Conquistando el fin del mundo La Misión La Candelaria y la salud de la población Selk’nam (Tierra del Fuego 1895 -1931) Romina Casali

Rosario, 2013

Casali, Romina Conquistando el fin del mundo : la Misión La Candelaria y la salud de la población Selk’nam, Tierra del Fuego 1895-1931 - 1a ed. - Rosario: Prohistoria Ediciones, 2013. 260 p.; 23x16 cm. - (Historia argentina / Darío G. Barriera; 23) ISBN 978-987-1855-65-0 1. Historia de la Salud. 2. Antropología. 3. Tierra del Fuego. I. Título CDD 930.1 Fecha de catalogación: 12/11/2013 colección Historia Argentina - 23 Composición y diseño: mbdiseño Edición: Prohistoria Ediciones Ilustración de tapa: “Ritual” de Sabrina Esther Ugarteche Diseño de Tapa: The Old Old Camoranesi Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos especialistas que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales. TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723 © Romina Casali © de esta edición: Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina Email: [email protected] - Webstore: www.prohistoria.com.ar/ediciones Descarga de índices y capítulos sin cargo: www.scribd.com/prohistoria Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluido su diseño tipográfico y de portada, en cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin expresa autorización del editor. Este libro se terminó de imprimir en FERVIL SRL, Rosario, en el mes de febrero de 2014. Impreso en la Argentina ISBN 978-987-1855-65-0

ÍNDICE AGRADECIMIENTOS....................................................................................

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INTRODUCCIÓN............................................................................................ 13 CAPÍTULO I Conquistando el fin del mundo Estados y capitalismo en la colonización de Tierra del Fuego........................ 33 CAPÍTULO II Escenario epidemiológico en La Candelaria................................................... 57 CAPÍTULO III Condiciones edilicias, movilidad selk’nam y dinámica demográfica............... 97 CAPÍTULO IV La Candelaria: cambios en la nutrición y en la actividad selk’nam . ............. 145 CAPÍTULO V Relaciones interétnicas..................................................................................... 187 CONCLUSIONES............................................................................................ 237 INDICE DE CUADROS ................................................................................. 253 INDICE DE FIGURAS.................................................................................... 255 INDICE DE IMAGENES................................................................................. 257

INTRODUCCIÓN

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ierra del Fuego tiene muchos atractivos. Su historia fascina como todas las historias, con el aditivo de abrazar paisajes extremos, sabores isleños y narrativas que apresuradamente se las concibe ignotas, como transfiriendo todos los pasos que nos separan del verde cartel que anuncia el arribo al final de la ruta 3. Sus habitantes abonan esta imagen y los visitantes la celebran, entendibles actitudes para quienes toleran gélidas temperaturas eternas, como para aquellos que eligen financiar su traslado hasta aquellos lares. En este curso de las cosas, la esencialización de las culturas fueguinas –como símbolo de lo prístino y exótico– discurre paralela a la naturalización de su “extinción” por las vidrieras de los negocios australes y los escaparates de los museos. En este libro nos ocupamos de parte de la historia de una de aquellas sociedades: los selk’nam, comunidad cazadora-recolectora que habitaba fundamentalmente el interior de la isla cuando hacia fines del siglo XIX comenzó la colonización. Como para todo proceso de conquista, en el que se cuentan consecuencias directas como indirectas, las alteraciones en la salud de las poblaciones autóctonas son un factor ineludible en cualquier análisis y para el caso selk’nam existe un vacío en cuanto al examen que desde la historia como disciplina es posible efectivizar. A través de estas páginas entregamos al lector información sobre los cambios sanitarios que la población selk’nam debió sobrellevar en los primeros años de la colonización (1895-1931) a partir de lo específicamente sucedido en la misión salesiana La Candelaria (Río Grande), pero siempre atendiendo a su articulación con el contexto, con lo sucedido en el escenario isleño, en tanto actor dialéctico del proceso. La Candelaria tuvo una impronta central como agente colonizador, en un marco en el que la ganadería restringía el accionar de los selk’nam y los impelía a acercarse a la institución. Analizar minuciosamente lo allí sucedido no puede sino cooperar en la elucidación de las incidencias de la conquista sobre dicha comunidad, tanto en lo concerniente al impacto demográfico en general como a las alteraciones sanitarias en particular, incluyendo formas de vida, cultura y cotidianeidad, en la medida que aprehendemos la salud no como un mero hecho biológico. La reconstrucción de lo que habría sido el panorama epidemiológico en la región se completa con las tareas de otras disciplinas y con nuestra labor actual ligada al examen de la estructura epidemiológica y sanitaria de la ciudad de Ushuaia en particular y de la isla en general. Pero éste es un paso inexcusable en función del alcance de dicha institución en la población selk’nam. Es deseable que estas problemáticas sean abordadas desde una perspectiva interdisciplinaria, por lo que la pertenencia a un proyecto mayor en el que la historia interactúa y se

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complementa con disciplinas como biología, arqueología, antropología, etc., no es una cuestión minúscula. Esto permite dar lugar a las especificidades metodológicas, fundamentales para lo que hace a instancias de análisis tan complejas como la salud, pero además examinar distintos tiempos y espacios y así poder ejecutar discusiones comparativas o de las problemáticas en un mediano y largo plazo (por ejemplo pre y post colonización). El sendero recorrido por quienes se acercan a la historia de Tierra del Fuego es muy probable que comience con los textos esgrimidos por antropólogos y etnógrafos o con algún relato de viajeros, naturalistas, exploradores, religiosos o científicos, de los tantos que se deslumbraron con el hallazgo de espacios y seres por ellos entendidos como primitivos, allá por la segunda mitad del siglo XIX. En muchos de los escritos, el lector hallará referencias a como dentro del proceso de contacto con el blanco –a partir del cual las sociedades indígenas iniciaron un descenso demográfico con un epílogo no halagüeño– las enfermedades infecciosas ocuparon un lugar de preeminencia. Son diversas y numerosas las narraciones que adquieren tintes etnográficos o etnohistóricos y en gran medida todas dan cuenta, ya desde los primeros contactos, de la ocurrencia de enfermedades en general, de enfermedades específicas como la tuberculosis y del rol de las misiones salesianas y anglicanas en el proceso de contagio. 1 La mayor parte de estas referencias, empero, carecen de rigurosidad: “volviendo al ona-tipo, natural es que con tantas andanzas, la enfermedad lo postre un día, sobre todo después de que la civili-

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BELZA, Juan En la isla del fuego 1º Encuentros, Instituto de Investigaciones históricas de Tierra del Fuego, Buenos Aires, 1974, p. 334; BELZA, Juan En la isla del Fuego 2º Colonización, Instituto de Investigaciones históricas de Tierra del Fuego, Buenos Aires, 1975, p. 344; BORRERO, Luis Alberto Los Selk’nam (Onas), Galerna, Buenos Aires, 2001, p. 114; BRAUN MENÉNDEZ, Armando Pequeña historia fueguina, Emecé, Buenos Aires, 1939, p. 187,189; BRUNO, Cayetano Los Salesianos y las hijas de María Auxiliadora en la Argentina. Tomo II, Instituto Salesiano de Artes Gráficas, Buenos Aires, 1981. p. 454; DE AGOSTINI, Alberto Treinta años en Tierra del Fuego, Peuser, Buenos Aires, 1956, p. 295; GALLARDO, Carlos Los onas, Cabaut y Cia., Buenos Aires, 1910, p. 292; PAYRÓ, Roberto La Australia argentina. Excursión periodística a las costas patagónicas, Tierra del Fuego e Isla de los Estados, Imprenta de la Nación, Buenos Aires, 1898; BOVE, Giacomo Expedición a la Patagonia. Un viaje a las tierras y mares australes (1881-1882), Continente, Buenos Aires, 2005 [1883]; GUSINDE, Martín Los Indios de Tierra del Fuego. Tomo I. Vol I, Centro Argentino de etnología Americana CONICET, Buenos Aires, 1982, p. 169; MARTINIC, Mateo La tierra de los fuegos, Municipalidad de Porvenir, Magallanes, 1982, p. 92; MASSA, Lorenzo Monografía de Magallanes. Setenta años de acción salesiana en el sur 1886-1946, Escuela Topográfica del Instituto Don Bosco, Punta Arenas, 1945, p. 343; DABBENE, Roberto “Viaje a TDF y a la isla de los estados”, Boletín del Instituto Geográfico argentino, Tomo XXI, Buenso Aires, 1904, pp. 3-78; HYADES, Paul y DENIKER, Joseph “Anthropologie et ethno-graphie” En HYADES, Paul y DENIKER, Joseph Mission scientifique du Cap Horn, 1882-1883, vol. VII, Gauthier-Villars et fils, París, 1891; entre otros.



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zación le ha regado la tuberculosis, que se encuentra a sus anchas en la isla, aunque ya le quede poco en qué elegir”2 “la tribu Ona fue hace unos años, mucho más numerosa que en la actualidad: el declive de la población debe ser atribuido a epidemias sucesivas y a las luchas casi constantes entre los indígenas […] las enfermedades epidémicas que los han diezmado son la viruela y la tuberculosis3 “su número es reducido […] y según informes precisos la tribu contenía últimamente, antes de la epidemia de sarampión, unos 800 hombres. Pero la fatal enfermedad ha barrido la división oriental de los Ona, a punto tal, que no creo que la tribu sume actualmente más de 3004 “como los Yahganes y Alacalufs, los Onas van desapareciendo paulatinamente. Además de las enfermedades (tuberculosis) otras causas contribuyen a su extinción”5 A su vez, como en todos los inicios historiográficos, los relatos tradicionales también son reflejo de aquellos decires y de las exuberancias,6 en algunos casos como expiación y redención de la acción de los ganaderos, que contaban con publicación propia para ejecutarlas.7 De todos modos, comentarios tan generales como que el 50% de los “Onas” falleció en las misiones salesianas La Candelaria y San Rafael, 2 3 4 5 6

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PAYRÓ, Roberto La Australia... cit. HYADES, Paul y DENIKER, Joseph “Anthropologie...” cit. BRIDGES, Thomas “El confín sur de la república: la Tierra del Fuego y sus habitantes”, Boletín del instituto geográfico argentino, Tomo VII, Buenos Aires, 1886, pp. 200-212. DABBENE, Roberto “Viaje...” cit. DE IMAZ, José Luis Los hombres del confín del mundo, Eudeba, Buenos Aires, 1972; PALAVECINO, Enrique “Los onas, una humanidad desaparecida”, en Revista Geográfica Americana, núm. 7, Buenos Aires, 1934, pp. 465-472; BRAUN MENÉNDEZ, Armando Pequeña...Cit; BRAUN MENÉNDEZ, Armando “Ushuaia”, Revista Geográfica Americana, Número 93, Gotelli, Buenos Aires, 1941a, pp. 395-399; Braun Menéndez Armando “Los tres descubrimientos de la Tierra del Fuego”, Revista Geográfica Americana, Número 94, Gotelli, Buenos Aires, 1941b, pp. 29-56; Braun Menéndez, Armando “El conocimiento geográfico del litoral patagónico fueguino hacia 1810. El legado de España”, Anales Academia Nacional Geografía, Número 4, Buenos Aires, 1960; BRIDGES, Lucas El último confín de la tierra, Marymar, Buenos Aires, 2008 [1948]; Canclini, Arnoldo Tierra del Fuego, su historia en historias, Galerna, Buenos Aires, 1986; PESAGNO ESPORA Mario Los fueguinos, Departamento de Estudios Históricos Navales, Serie A Cultura Náutica General No. 2, Buenos Aires, 1971; LEWIN, Boleslao Quien fue el conquistador patagónico Julio Popper, Plus Ultra, Buenos Aires, 1974. LEWIN, Boleslao “Cementerio interconfesional en El Páramo, establecimiento de Julio Popper”, KaruKinka, Instituto de investigaciones históricas de Tierra del Fuego, Número 21, 1977, pp. 22:3-5; artículos aparecidos en la revista Karú Kinka (hacia los setentas) son algunos de los ejemplos en este caso. Desde 1929 hasta 1965 compendió la publicación Argentina Austral, propiedad de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia. También Braun Menéndez, 1939: 193

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sin que medie un análisis pormenorizado, pueden hallarse aún en la actualidad, en trabajos no especializados, muy generales o de difusón.8 “su labor proselitista fue también eficaz, en cuanto consiguió la pacificación de las tribus y su gradual civilización; pero su acción no pudo desenvolverse con la eficacia que hubiera sido menester debido especialmente a las condiciones negativas de aquellos míseros individuos, seres los más primitivos del género humano, sujetos además a una debilidad congénita que los dejaba inermes frente a las enfermedades contagiosas […] sucesivas epidemias de sarampión iban acabando con la raza.9 “todas las enfermedades entonces se enseñorearon en esos cuerpos, aparentemente robustos, pero indefensos contra el contagio y la propagación de la viruela, el sarampión y particularmente la tuberculosis. Pestes que acabaron definitivamente con la raza”10 Hubo también quienes recabaron datos y escribieron sobre los selk’nam desde la pertenencia a la institución eclesiástica, desde una conexión con ella o a través de un abordaje temático focalizado en la Iglesia y sus protagonistas.11

PERICH SLATER, José Extinción indígena en la Patagonia, Impresos Horizonte Ltda, Punta Arenas, 1995. CRIVELLI, Eduardo “La sociedad indígena”, Nueva Historia de la Nación Argentina, Academia Nacional de Historia, Tomo 4, Planeta, Buenos Aires, 2000. 9 BRAUN MENÉNDEZ, Armando “Ushuaia”, cit. En este caso hace referencia a la zona del Beagle y a la obra misionera de T. Bridges. 10 BRAUN MENÉNDEZ, Armando Pequeña... cit., p. 194. 11 BERTINI, Carolina Cenni storici sulle misioni salesiane del ven Don Bosco, Societá editrice internazionale, Torino, 1925. MIGONE Mario Un héroe de la Patagonia. Apuntes biográficos de Monseñor José maría Fagnano, Librería del Colegio Pio IX, Buenos Aires, 1935; ENTRAIGAS, Raúl “La reducción fueguina que no pudo ser”, Karu Kinka, Número 6, Instituto de investigaciones históricas de Tierra del Fuego, 1973, pp. 12-16; ENTRAIGAS, Raúl, Monseñor Fagnano, el hombre, el misionero, el pionner, Societá editrice internazionale, Buenos Aires, 1945; PAESA, Pascual “Los indios de la patagonia y la acción salesiana”, Suplemento Boletín Salesiano, Número 2, Buenos Aires, 1976, pp. 4-36; SZANTO, Ernesto Los salesianos en el país de los Césares, Marymar, Buenos Aires, 1982; KUZMANICH, Simón Presencia salesiana. 100 años en Chile, Tomo II, Editorial Salesiana, Santiago de Chile, 1990; GINOBILI, María Elena “Solidaridad de la iglesia con los indígenas (antes, durante y después de la conquista del desierto) Documentario Patagónico, Archivo histórico salesiano de la Patagonia norte, Bahía Blanca, 1988; GINOBILI, María Elena “Aportes científicos de los salesianos. Observaciones etnológicas y etnográficas de la obra inédita del P. Lino Carvajal”. Documentario Patagónico. Archivo histórico salesiano de la Patagonia norte, Bahía Blanca, 1990; entre otros. Se destaca la obra del salesiano Juan Belza, quien recogiera una vasta cantidad de información acerca del desarrollo de la isla en general, con un más que atrayente manejo de fuentes. También la colección Los salesianos y las hijas de María Auxiliadora en la Argentina, del sacerdote Cayetano Bruno, aunque teniendo como eje factores eclesiásticos, también representa una fuente de utilidad.

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“de lo generalizada que está la tuberculosis entre los Onas y de la inutilidad de los cuidados para sanarlos, es una prueba más el hecho de que en pocos años han fallecido de aquella enfermedad (tuberculosis) en la misma ciudad de Punta Arenas, casi todos los indígenas que se hallaban repartidos entre buenas familias”12 Ya en los noventa comenzaron a hacerse presente los aportes desde una perspectiva renovadora, dotando a la materia de una excelente integración de las generalidades del devenir fueguino. Algunos con una amplitud temática, por caso una historia de la Patagonia o de Patagonia Austral, otros desde una profundidad cronológica que incluyera varios siglos de historia fueguina.13 El nuevo siglo trajo aparejado labores más específicas, y –por lo tanto– abordajes más complejos, minuciosos y en algunos casos con sus límites disciplinares desdibujados, puesto que atañen a las comunidades originarias, en sí mismas o en su relación con los colonizadores.14 12 Marabini, P. en BRUNO, Cayetano Los Salesianos... Tomo II, cit. 13 LUIZ, María Teresa y SCHILLAT, Mónica La frontera austral. Tierra del Fuego, 1520-1920, Servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 1997; LUIZ, María Teresa y SCHILLAT, Mónica “De la virtualidad de las fronteras políticas a la realidad de la frontera en el imaginario. Patagonia meridional y Tierra del Fuego, siglos XVI-XX”. En BANDIERI, Susana –coordinadora– Cruzando la cordillera...la frontera argentino-chilena como espacio social, CEHIR, Neuquén, 2001; LUIZ, María Teresa Relaciones fronterizas en Patagonia. La convivencia hispano indígena a fines del período colonial, Asociación Hanis, Ushuaia, 2006; BARBERIA, Elsa Los dueños de la tierra en la Patagonia austral, 1880-1920, Universidad Federal de la Patagonia Argentina, Santa Cruz, 1995. 14 NICOLETTI, María Andrea “La configuración del espacio misionero: Misiones coloniales en la Patagonia Norte”, Revista Complutense de Historia de América, Número 24, Madrid, 1998, pp. 87-112; NICOLETTI, María Andrea “Una misión en el confín del mundo; la presencia salesiana en las islas Malvinas, (1888-1942)”, Anuario de Historia de la Iglesia, Número VII, Instituto de Historia de la Iglesia, Universidad de Navarra, Pamplona, 1999; NICOLETTI, María Andrea “La Congregación Salesiana en la Patagonia: “civilizar”, educar y evangelizar a los indígenas (18801934)” Estudios interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol 15. Nº 2. Edición electrónica, 2004; NICOLETTI, María Andrea “Una puesta en escena de la evangelización salesiana en la Patagonia: entre infieles y conversos”, Tefros, Vol. 3 Nº 1, Río Cuarto,2005, pp. 12; NICOLETTI, María Andrea “Los misioneros salesianos y la polémica sobre la extinción de los Selk’nam”, Anthropologica, XXIV, N.º 24, Pontificia Universidad Católica del Perú. Departamento de Ciencias Sociales Lima, 2006, pp. 153-177; NICOLETTI, María Andrea “Representaciones sobre la Patagonia y sus habitantes originarios en los textos escolares. 1886-1940”, Quinto sol, Número 11, Instituto de Estudios Socio-Históricos Facultad de Ciencias Humanas-UNLPam, Santa Rosa, 2007; NICOLETTI, María Andrea Indígenas y misioneros en la Patagonia. Huellas de los salesianos en la cultura y religiosidad de los pueblos originarios, Continente, Buenos Aires, 2008; NICOLETTI, María Andrea “Salesianos e Hijas de María Auxiliadora en el Fin del Mundo: educar, “civilizar” y evangelizar en las reducciones de Tierra del Fuego”. En: BOTTIGLIERI, N. (ed.), Operosità missionaria e immaginario patagonico, Edizioni Università di Cassino, Cassino 2009, pp. 63– 91; Paoloni, Rosana “Los Selk’nam. Vida, mitos, ritos y muerte en un pueblo del fin del mundo”, Anuario IEHS, Número 19, Tandil, pp. 497-516; NAVARRO FLORIA, Pedro “Salvajes, bárbaros y civilizados. Los indios de la Patagonia y Tierra del Fuego ante la antropología de la Ilustración”, Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología Pensamiento Latinoamericano,

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Desde el lado chileno, es prolífica la obra de M. Martinic, quien lanza al mercado intelectual una amplia gama de información y contenidos de gran utilidad, producto de un privilegiado acceso a fuentes primarias.15 Pero aún en estas obras portadoras de rigurosidad disciplinar, las cuestiones vinculadas con la salud de los indígenas o la presencia de enfermedades no es examinada o peor aún es citada incorrectamente o sin una fundamentación. El sobrevenir de la comunidad selk’nam ha sido materia común de antropólogos y arqueólogos,16 por lo que ésta es también una oportunidad para acercar Número 15, Buenos Aires, 1994; Cecarelli, Silvia El penal fueguino. Origen del Estado y la sociedad en la frontera austral argentina (1895-1916), Utopías, Ushuaia; 2011. 15 MARTINIC, Mateo La tierra... cit. MARTINIC, Mateo “Panorama de la colonización en Tierra del Fuego entre 1881-1900”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 4, Punta Arenas, 1973, pp. 5-69; MARTINIC, Mateo “La Misión anglicana de Ooshovia y la colonia de Magallanes”, Karu Kinka, Instituto de investigaciones históricas de Tierra del Fuego, Número 21-22, 1978, pp. 17-21; MARTINIC, Mateo “Ocupación del ecúmene de Magallanes, 1843-1930. La colonización de las áreas marginales”, Magallania, vol. 11, Punta Arenas, 1980, pp. 7-46; MARTINIC, Mateo “El genocidio Selk’nam: nuevos antecedentes”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 19, Punta Arenas, 1990, pp. 23-28; MARTINIC, Mateo Historia de la región Magallánica. Volumen II., Universidad de Magallanes, Santiago, 1992; MARTINIC, Mateo “Dawsonians o Selkkar: otro caso de mestizaje aborigen histórico en Magallanes”, Anales del Instituto de la Patagonia Número 27, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 1999, pp. 79-88; MARTINIC, Mateo “Patagonia Austral: 1885-1925. Un caso singular y temprano de integración regional autárquica, en BANDIERI Susana Cruzando la cordillera…la frontera argentino-chilena como espacio social, CEHIR, Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, 2001; MARTINIC, Mateo “Los últimos Selk’nam en Tierra del Fuego chilena”, Magallania, Número 31, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 2003, pp. 21-31; MARTINIC, Mateo “Documentos inéditos para la historia de Magallanes. Diario de vida de William Blain, ovejero en Tierra del Fuego (1891-1898)”, Magallania, Vol. 37(1), Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 2009, pp. 199-222; También ALIAGA ROJAS, Fernando “La Misión en la isla Dawson (1889– 1911)”, Anales de la Facultad de Teología. XXXII (2), Universidad Católica, Santiago de Chile, 1984. 16 CHAPMAN, Anne Los Selk’nam. La vida de los onas, Emecé, Buenos Aires, 1998; BORRERO, Luis Alberto Los Selk’nam... cit.; FIORE, Danae “La manipulación de pinturas corporales como factor de división social en los pueblos Selk’nam y yámana (Tierra del Fuego)”, Estudios Atacameños, Número 31, Edición electrónica, 2006, pp. 129-142; MASSONE, Mauricio “Los cazadores paleoindios de Tres Arroyos (Tierra del Fuego)”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 17; Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 1987, pp. 47-60; MASSONE, Mauricio, JACKSON, Donald y PRIETO, Alfredo Perspectiva arqueológica de los Selk’nam, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago de Chile, 1993; MASSONE, Mauricio y PRIETO, Alfredo “Evaluación de la modalidad cultural Fell 1 en Magallanes”, Chungará (Arica), Vol. 36 suppl. Espec, Tl Arica, 2004; MASSONE, Mauricio y PRIETO, Alfredo “Ballenas y delfines en el mundo Selk’nam: una aproximación etnográfica”, Magallania, Vol 33 (1), Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 2005, pp. 25-35; MANZI, Liliana “De cómo y dónde se movían los grupos de cazadores-recolectores pedestres de la Isla Grande de Tierra del Fuego”, Shincal, 3(3), Catamarca, 1991, pp. 184-190; MANZI, Liliana “Actividades en los sitios de agregación Selk’nam según las crónicas. ¿Hay alguna evidencia arqueológica?”, Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Número 14, Buenos Aires, 1993, pp. 217-235; MANZI, Liliana “Diseño exploratorio acerca del uso del espacio por grupos cazadores-recolectores pedestres de la Isla Grande de Tierra del Fuego”, Soplando en el viento…III Jornadas de la Patagonia,



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especificidades metodológicas, de observar desde el tamiz de la historiografía el acontecer fueguino, el proceso de contacto interétnico y sus consecuencias sobre las poblaciones originarias. Esto ocurre también con las investigaciones sobre los ítems referidos al estudio epidemiológico del contacto, de la problemática de la salud y la enfermedad para el caso de Tierra del Fuego, a las cuáles se suman estudios médicos o paleopatológicos. Sucede que además tampoco refieren específicamente a los selk’nam sino a las yámanas o a las “poblaciones fueguinas”17 y en muchos casos la naturaleza de la información no permite dar precisiones.18 Tampoco quienes interpelaron el proceso de descenso poblacional selk’nam desde Bariloche, 1996, pp. 419-438; MANZI, Liliana “Territorialidad y movilidad en grupos cazadoresrecolectores Selk’nam: un acercamiento a partir del pasado etnográfico”, Simposio Movilidad y uso del espacio en cazadores-recolectores: perspectivas comparadas. Actas XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo I, Córdoba, 2001; pp. 11-31, NACACH, Gabriela La deriva de la alteridad entre las lógicas de raza y clase en la Patagonia: el censo de 1895 en el contexto del proceso de incorporación diferenciada de los indígenas, Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Bueno Aires, 2011; ZANGRANDO, Atilio Francisco, TESSONE, Augusto y Martín VAZQUEZ Los cazadores-recolectores del extremo oriental fueguino: arqueología de PenínsulaMitre e Isla de los estados, Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 2011; entre muchos. 17 GUICHÓN, Ricardo Antropología Física de Tierra del Fuego, Caracterización Biológica de las Poblaciones Prehispánicas, Tesis Doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, 1994; GUICHÓN, Ricardo “Vías de Análisis, Problemas y discusiones en la Antropología Biológica de Tierra del Fuego”, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Número 20, Buenos Aires,1995, pp. 239-256; Orquera, Luis y Piana, Ernesto La vida material y social de los Yámana, Eudeba, Buenos Aires, 1999; VACCAREZZA, Roberto Historia de una idea. Contagiosidad de la Tuberculosis, Troquel, Buenos Aires, 1978; PEREZ-PEREZ, Alejandro “Dieta e indicadores de estrés ambiental en los aborígenes de Tierra del Fuego”, En: Estévez, J.; Vila, A. (Eds.): Encuentros en los conchales fueguinos. Col. Treballs d’Etnoarqueologia, 1.Dept d’Antropologia Social i Prehist. Bellaterra, Universitat Autónoma de Barcelona Estévez Escalera, 1995, pp: 291309; PEREZ-PEREZ, Alejandro “Skeletal Stress Indicators in Aborigines from Tierra del Fuego: Human Adaptation to a Harsh Environment”, Notes on Population Significance of Paleopathological Conditions, Fundació Uriach 1838, Barcelona, 1996; PEREZ PEREZ Alejandro y LALUEZA FOX, C “Indicadores de presión ambiental en Aborígenes de Fuego-Patagonia. Un reflejo de la adaptación a un ambiente adverso”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 21, Universidad de Magallanes, Punta Arenas. 1992, pp. 99-108; GUICHÓN, Ricardo Antropología... cit. y “Vías de análisis...” cit.; entre otros. 18 Se han analizado fundamentalmente patologías orales e indicadores no específicos de estrés empleando conglomerados de datos poco acotados temporalmente su asignación a momentos de contacto no siempre es posible. Otras contribuciones sí brindan datos sobre casos probables de tuberculosis. CONSTANTINESCU, Florence “Hombres y Mujeres de Cerro Los Onas: Presentes, Ausentes... Los Relatos de sus Huesos”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 25, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 1997, pp. 59-74; CONSTANTINESCU, Florence “Evidencias bioantropológicas para modos de vida cazador recolector terrestre y marítimo en los restos óseos humanos de tierra del fuego”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 26, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 1999, pp. 123-136; ASPILLAGA, Eugenio, OCAMPO, C. y RIVAS, P. “Restos óseos humanos de contextos arqueológicos del área de Navarino: indicadores de estilo de vida en indígenas canoeros”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 26, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 1999, pp. 123-136; CASTRO, Mario y ASPILLAGA, Eugenio “Fuegian Paleophatology”, Antropology Biological, Número 1, 1991, pp. 1-13, entre otros.

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una perspectiva demográfica, efectuaron un estudio del impacto de las enfermedades en dicha población.19 De la breve y compendiada fundamentación antedicha se derivan las razones de la tesis que dio lugar a este libro. En los acápites venideros haremos lo propio con algunos lineamientos teóricos, haciendo explícito algo quizás un tanto obvio como el hecho de que se trata de una versión no tan demostrativa, con menos citas bibliográficas y –por ende– un poco más acotada en ciertas argumentaciones que la original, a fin de agilizar la narrativa. Los debates sobre la salud de las poblaciones indígenas durante los procesos de contacto interétnico y específicamente sobre el rol de ciertas enfermedades como la tuberculosis (TB), su presencia o ausencia con anterioridad a la colonización y las condiciones que facilitaron su dispersión, ocupan gran parte de la tarea historiográfica actual. Esta problemática puede además examinarse como factor en el impacto demográfico sobre las comunidades originarias y en especial para el caso del continente americano,20 discusión que fondea en la importancia de variables tales como el tamaño poblacional previo a la conquista y el efecto de las posteriores epidemias y pandemias. De la incidencia otorgada a la huella de éstas últimas, dependerá la primera; recíprocamente el tamaño poblacional y grado de nucleamiento pre-contacto, habría condicionado la impronta de las enfermedades infecciosas: es sabido ya que S.F. Cook y W. Borah propusieron una “alta población en el momento del contacto y un 95% de despoblamiento durante el siglo posterior”;21 como también que otros autores sugirieron una disminución moderada, en función de “una baja población al momento del contacto”,22 procurando atenuar potenciales rebrotes de “la Leyenda Negra”.23 Las epidemias registradas desde las más tempranas empresas colonizadoras en América implicaron numerosas discusiones sobre la magnitud de las mismas, sus agentes etiológicos y sus formas en general;24 la conmemoración del quinto 19 GARCIA MORO, Clara “Reconstrucción del proceso de extinción de los Selk’nam a través de los libros misionales”, Anales del Instituto de la Patagonia, Número 21, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 1992, pp. 33-46. 20 Sobre este tema las meditaciones se remontan a la Escuela de Berkeley, hacia 1940, que propiciaron la apertura de un campo de investigación ineludible en demografía histórica por “no haber otros ejemplos de una caída poblacional tan vertiginosa y brutal”, PEREZ BRIGNOLI, Héctor “Los caracteres originales de la demografía histórica latinoamericana”, I Congreso de la Asociación Latinoamericana de Población, Brasil, 2004 21 LIVI BACCI, Massimo “Las múltiples causas de la catástrofe: consideraciones teóricas y empíricas”, Revista de Indias, LXIII (27), 2003, pp. 31-48. 22 LIVI BACCI, Massimo “Las múltiples...” cit. 23 Sanchez Albornoz, Nicolás “El debate inagotable”, Revista de Indias, LXIII (27), 2003, pp. 9-18. 24 UPHAM, Steadman “Smallpox and climate in the american southwest”, American Anthropologist, 1986, pp. 88: 115-128; Dobyns, H.F. “Estimating aboriginal American population”, Current An-



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centenario de la colonización vigorizó el debate.25 En este marco, cobraron relevancia los análisis específicos referidos a las experiencias de misionalización,26 también con tintes dicotómicos. Acorde a cada posicionamiento teórico, la lectura de la incidencia de las misiones sobre las poblaciones indígenas osciló entre la devastación –debido a las enfermedades europeas y la desesperanza provocada por la dislocación social y el trabajo forzado-, la ponderación de las pías finalidades eclesiásticas y la ubicación de quienes intentaron ir más allá de la defensa o agresión a los misioneros.27 El impacto demográfico de la conquista es un tópico sobre el cual se ha instalado ya el consenso respecto a la complejidad de su análisis, en tanto amerita un abordaje interdisciplinario, desde escenarios micro y a partir de una mirada holística que facilite la aprehensión en términos sinérgicos de todas las variables intervinientes.28 De este modo, la salud de las poblaciones autóctonas y las res-



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thropology, Número 7, 1966, pp. 395-416; DOBYNS, H. F. “Native Historic Epidemiology in the Greater Southwest”, American Anthropologist, New Series, Vol. 91(1), 1989, pp. 171-174; DOBYNS, H. F. “New Native World: links between demographic and culture changes”, En: THOMAS D.H. (Ed.), Columbian Consequences, Smithsonian Institution Press, Washington y Londres, 1990; DOBYNS, H. F. “Disease transfer at contact”, Annual Review of Anthropology, Número 22, 1993, pp. 273-291; REFF, Daniel “The introductions of smallpox in the greater southwest”, American Anthropologist, Número 89, 1987, pp. 704-708; REFF, Daniel “Disease Episodes and the Historical Record: A Reply to Dobyns”, American Anthropologist, New Series, Vol. 91 (1), 1989, pp. 174-175; RAMENOFSKY, Ann Vectors of Death, University of New Mexico Press, 1987; RAMENOFSKY, Anne, WILBUR, Alice y STONE, Anne “Native American disease history: past, present, and future directions”, World Anchaeology, Número 35(2), 2003, pp. 241-257; UBELAKER, Douglas “Prehistoric New World population size: historical review and current appraisal of North America estimates”, American Journal of Physical Anthropology, Número 45, 1976, pp. 661-666; VERANO John y UBELAKER Douglas Disease and demography in the Americas, J.W. Smithsonian Institution Press, 1992; Warrick, Gary “European infectious disease and depopulation of the Wendat-Tionontate (Hurón-Petun)”, World Archaeology, Número 35(2), 2003, pp. 258-275; entre otros. THOMAS, David Columbian Consequences, Smithsonian Institution Press. Washington y Londres, 1990. KIRKBY, Dianne “Colonial Policy and Native Depopulation in California and New South Wales 1770-1840”, Ethnohistory, Vol. 31 (1), 1984, pp. 1-16; LARSON, Daniel, JOHNSON, John y MICHAELSEN, Joel “Missionization among the Coastal Chumash of Central California: A Study of Risk Minimization Strategies”, American Anthropologist, New Series, Vol. 96(2), 1994, pp. 263299; SKOWRONEK, Russel “Sifting the Evidence: Perceptions of Life at the Ohlone (Costanoan) Missions of Alta California”, Ethnohistory, Vol. 45 (4), 1998, pp. 675-708; HUTCHINSON, Dale, LARSEN, Clarck Spencer, SCHOENINGER Margaret, y NORR, Lynette “Regional Variation in the Pattern of Maize Adoption and Use in Florida and Georgia”, American Antiquity, Vol. 63 (3), 1998, pp. 397-416, entre otros. WEBER David “Las fronteras españolas de norteamérica: su historiografía”, en MANDRINI, Raúl y PAZ, Carlos –compiladores– Las fronteras hispano-criollas del mundo indígena latinoamericano en los siglos XVIII y XIX. Un estudio comparativo, IEHS-CEHIR-UNSur, Tandil, 2003. LIVI BACCI, Massimo Los estragos de la conquista. Quebranto y declive de los indios de América, Crítica, Barcelona, 2006.PEREZ BRIGNOLI, Héctor “Los caracteres...” cit.

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pectivas alteraciones surgidas con la colonización, pueden ser observadas minimizando los riesgos de caer en simplificaciones propias de la monocausalidad. La dinámica de la conquista como imposición de un orden con alcances en niveles sociales, políticos, económicos, ecológicos, etc., lo mismo que aquella inherente a cada una de las enfermedades (aspectos etiológicos y epidemiológicos), deriva necesariamente en una tarea de este tenor. Análogo posicionamiento, conciliador de la dimensión biológica y la socio-cultural es el que atañe al análisis de otro de los tópicos incluidos en la problemática macro, es decir el rol de la tuberculosis durante los procesos de colonización. La magnitud de los efectos de la tuberculosis en muchas de las conquistas territoriales hizo que por muchos años la mayor parte de los estudiosos se expresaran en términos de la TB como el mayor aliado de los colonos y los misioneros en las conquistas de los pueblos indígenas.29 Es innegable que las enfermedades estuvieron presentes, tanto en tiempos de la colonia como en aquellos en los que los recién llegados fueron directamente los estados nacionales –con el agravante de la legitimación brindada por el positivismo decimonónico y su naturalización de la derrota indígena, social y biológica.30 La extrema susceptibilidad de los indígenas americanos a la TB tras el contacto con los europeos, motivó la idea de que la población indígena era virgen al Mycobacterium Tuberculosis y que por ello carecía de resistencia a la enfermedad, lo cual no coincidía con las lesiones halladas en restos óseos precolombinos de diferentes sitios de las Américas diagnosticadas como TB.31 Hasta mediados del siglo XX la creencia predominante fue que la TB se desarrolló en el Viejo Mundo y desde allí fue transportada a otras regiones por exploradores y colonos. Desde principios de los 70, los estudios en momias andinas proporcionaron evidencia adecuada para “convencerse de que la TB fue realmente un problema de salud precolombino”.32 En principio, su certificación mediante lesiones óseas no sólo potenciaba la polémica, sino que además no aportaba seguridad respecto a su asignación a Mtb u otras bacterias: el diagnóstico de TB en esqueletos contiene un margen de error considerable, ya que las lesiones pueden atribuirse a otras patologías y por otra parte sólo un 7% de los casos de TB desarrollan lesiones de ese tipo. Un paso importante fue el hallazgo del bacilo en tejidos momificados. En 1973 se publicó el primer diagnóstico de TB precolombina basado en lesiones óseas y de tejidos blandos momificados de 29 ROSENBERG, José “Tuberculose-aspectos históricos, realidades, seu romantismo e trasculturaçao”, Boletim de Pneumologia Sanitária, Vol. 7 (2), 1999. 30 DI LISCIA, Silvia “Cuerpos para experimentar. Objetivación médica, positivismo y eliminación étnica en Argentina (1860-1890)”, Asclepio, Vol. LIV-1-, 2002, p. 185. 31 WILBUR Alice y BUIKSTRA Janne “Patterns of tuberculosis in the Americas.How can modern biomedicine inform the ancient past?”, Memorias Instituto Oswaldo Cruz, Número 101(Suppl II), 2006, pp. 59-66 32 VERANO John y LOMBARDI, Guido “Paleopatología en Sudamérica Andina”. Bulletin de l’Institut français d’études andines, Número 28(1), 1999, pp. 91-121.



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un niño procedente de un cementerio Nazca (sur del Perú, 700 dC). Comenzó a prevalecer la idea de la existencia de la TB en América prehispánica, aunque en baja frecuencia33 y los paleopatólogos empezaron a aceptar que la TB podría haber precedido al contacto. En la década de 1990, el desarrollo de técnicas moleculares tales como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) hizo posible el análisis directo de los agentes patógenos antiguos cuando la preservación lo ha permitido. El primer caso confirmado por métodos moleculares de presencia de Mtb en América prehispánica procede del análisis de una lesión pulmonar de una momia peruana de 1.000 años de antigüedad,34 seguido esto por pruebas a partir de huesos.35 Los estudios de ADN entonces dieron acceso a la confirmación del diagnóstico de TB prehispánica. En los últimos años una gran cantidad de evidencias arqueológicas y genéticas han establecido definitivamente la presencia de micobacterias asociadas a TB en casos precolombinos, y no sólo para la región andina. 36 A pesar del escaso número de muestras hasta el momento para elaborar una visión global de la historia de la TB, resulta claro que los primeros casos aparecen en el Viejo Mundo, mucho antes que en el Nuevo, tal vez relacionado con la temprana domesticación de animales y con las condiciones de vida que comienzan a cambiar en el período medieval, escenario que se repetirá en América y que de hecho generó un aumento en la frecuencia de la TB.37 Tal vez la TB llegó por medio de animales o de los nómadas que cruzaron por Beringia hace al menos 10.000 años.38 Ya obtenida la certeza respecto a la presencia de la enfermedad en América con anterioridad a la conquista, devino necesario complejizar la explicación acerca de la alta prevalencia de la TB en las poblaciones autóctonas en momentos de contacto y atender a las condiciones que facilitaron su dispersión. La observación de esta susceptibilidad en los nativos generó que no todos aceptaran como válida la evidencia molecular y continuaran reclamando análisis adicionales. Por un lado, las demandas deben referir a las fuentes de la TB y al grado de variación genética entre la cepa antigua y la moderna de Mtb.39 La naturaleza de 33 BUIKSTRA, Janne Prehistoric tuberculosis in the Americas, Northwestern University archaeological program, Illinois, 1981. 34 SALO, Wilmar, AUFDERHEIDE, Arthur, BUIKSTRA, Janne, HOLCOMB, Todd “Identification of Mycobacterium tuberculosis DNA in a pre-Columbian Peruvian mummy”, Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, Vol. 91 (6), 1994, pp. 2091-2094. 35 WILBUR Alice y BUIKSTRA Janne “Patterns of...” cit. 36 DANIEL, Thomas “The history of tuberculosis”, Respiratory Medicine, Número 100, 2006, pp. 1862–1870. Realiza una descripción minuciosa al respecto. 37 ROBERTS, Charlotte y BUIKSTRA, Janne The Bioarchaeology of Tuberculosis. A global view on a reemerging disease, Florida: University Press of Florida, 2003. 38 DONOGHUE, Helen “Paleomicrobiology of tuberculosis”, en RAOULT, Didier y DRANCOURT, Michel Paleomicrobiology, Past Human Infections, Springer, 2008; ROBERTS, Charlotte y BUIKSTRA, Janne The Bioarchaeology... cit. 39 VERANO John y LOMBARDI, Guido “Paleopatología en...” cit.

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la TB pre-colombina es una de las preguntas que aún no han logrado responderse40 y que incide en las potenciales explicaciones acerca de la virulencia con la que la misma actuó durante el contacto. Es posible que ingresaran cepas más virulentas y patógenas del bacilo de la TB41 o que se diera la presencia simultánea e interacción de cepas del Viejo y Nuevo Mundo.42 En la actualidad, se reconoce la diversidad existente de cepas de Mtb y que de las mismas sólo una pequeña proporción causa un desproporcionado número de casos de TB.43 La diversidad de todas las formas de patógenos muestra una tendencia a disminuir hacia las altas latitudes,44 con lo cual podría especularse acerca del ingreso de estas cepas de la mano del blanco para el caso de Tierra del Fuego. Una variante de este aspecto podría ser la exposición diferencial al patógeno según la zona, con lo cual la historia inmunológica y la estructura genética de las poblaciones será diferente. La información surgida desde la teoría biológica y biomédica está ayudando a construir esquemas interpretativos sobre la forma de abordar la problemática.45 Por otro lado, las condiciones de la conquista como irrupción sociocultural y las cualidades de cada contacto en sus diversas esferas –temporal, ambiental, económica, socio cultural, etc.– constituye el plano desde el cual es factible aportar en función de los rasgos disciplinares pertinentes, por su valor en sí mismo y por su impronta indefectible en los aspectos citados –de corte ecológico evolutivo-, ya que la ecología de las enfermedades se ve afectada por las fluctuaciones socioeconómicas.46 Por su entidad y sus cualidades y –por ende– por el tipo de análisis que de dicho aspecto se postula como conveniente, la salud adquiere un rol vertebrador. La salud de las poblaciones, los cambios en los perfiles de morbilidad y mortalidad, deben discutirse más allá de la dimensión biológica, en el marco de los aspectos “socio-económicos, culturales, políticos y científicos, etc. que los condicionan”47 y las modificaciones “sociales y de comportamiento, y otros de naturaleza diversa, que han ocurrido paralelas a los cambios epidemiológicos”.48 Este tipo de aproxi40 DONOGHUE, Helen “Paleomicrobiology...” cit. 41 DONOGHUE, Helen “Paleomicrobiology...” cit. 42 HERRING, Ann y SATTENSPIEL, Lisa “Social cotexts, syndemics, and infectious disease in Northern Aboriginal Populations”, Am. Kournal of Human Biology, Número 19, 2007, pp. 190-202. 43 DONOGHUE, Helen “Paleomicrobiology...” cit. 44 HERRING, Ann y SATTENSPIEL, Lisa “Social cotexts...” cit. 45 WILBUR Anne, FARNBACH, A. W., KNUDSON, K. J. y Buikstra, Jane “Diet, Tuberculosis, and the Paleopathological Record”, Current Anthropology, Volume 49 (6), 2008; WILBUR Alice y BUIKSTRA Janne “Patterns of...” cit. 46 HERRING, Ann y SATTENSPIEL, Lisa “Social cotexts...” cit. 47 BERNABEU MESTRE, José Enfermedad y población. Introducción a los problemas y métodos de la epidemiología histórica, Seminari d’Estudis sobre la Ciència, Valencia, 1994; ARMUS, Diego “La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna”, Asclepio, Vol. LIV-2, 2002, pp. 41-60. 48 BERNABEU MESTRE José y ROBLES GONZÁLEZ, Elena “Demografía y problemas de salud. Unas reflexiones críticas sobre los conceptos de transición demográfica y sanitaria”, Política y Sociedad, Múmero 35, Madrid, 2000, pp. 45-54; DOBYNS, H. F. “Disease transfer...” cit.



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mación permitiría exceder una lineal continuación de las fundadoras tesis de Cook y Borah49 y alejarse de los determinismos que podría conllevar un abordaje con base exclusiva en las epidemias o en la catástrofe demográfica. Convenimos empero que, por un lado esta postura no iría necesariamente en desmedro de un análisis que las adopte como categoría y como realidad o que haga foco en episodios epidémicos y en su impronta ineludible. Por el otro, el análisis en sí mismo de la etiología de las enfermedades, su sustrato biológico y su historia natural, requiere un enfoque holístico. Aún basándonos en las acepciones más clásicas y acotadas de la disciplina epidemiológica, ésta procura el análisis de los procesos de saludefermedad en “poblaciones”, en “grupos de personas”, con lo cual se excede inherentemente lo clínico y se añade lo contextual. Dentro de los modelos explicativos de los procesos de salud-enfermedad, es el modelo biomédico el que presenta más limitaciones para explicar la “causalidad social” de la enfermedad, incluso considerando el hecho de que privilegia las enfermedades infecciosas. Éstas podrán ser de carácter transmisible o contagioso50 y cada una tendrá diferentes niveles de infectividad, patogenicidad, virulencia, inmunogenicidad, y a su vez será de tipo crónico o agudo. Según este modelo, la tuberculosis se hallaría entre las enfermedades infecciosas crónicas, pero aquí es donde ingresan otros elementos al análisis como la situación sanitaria y de atención de cada lugar, el momento en el que se halla la historia natural de la enfermedad51 y –origen de las mencionadas– las condiciones socio-históricas locales y globales: Tierra del Fuego a comienzos del siglo XX, en un escenario de frontera/colonización, en la región más austral del planeta, en el marco de la consolidación de los Estado-Nación argentino y chileno y de la consolidación del capitalismo y la división internacional del trabajo emergentes del circuito comercial del Atlántico expandido hacia el siglo XVI, etc. En diferentes niveles, otros modelos explicativos, como el procesal, el sistémico y el sociocultural, avanzarán en los análisis de los fenómenos de salud en múltiples dimensiones, en la valorización de aspectos ecológicos, sociales y culturales, etc. y en “una comprensión más global de los procesos de producción de enfermedad en poblaciones humanas”. 52 Otra de las perspectivas posibles para abordar el estudio de las dinámicas demográficas y su vínculo con las epidemiológicas es la de las transiciones. La tran49 LIVI BACCI, Massimo “Las múltiples...” cit. 50 Transmisible: el agente infeccioso se transmite por medio de un huésped intermediario, vegetal o animal, de un vector o del medio ambiente inanimado. Contagioso: los agentes etiológicos se difunden por medio del contacto directo con los individuos infectados. 51 Los tiempos donde cuentan el descubrimiento y encuadre de la patología, la construcción de los necesarios consensos, la búsqueda y logro o fracaso de respuestas que lleven al control, erradicación y desaparición de la enfermedad. ARMUS, Diego “Historia, historia de la enfermedad, historia de la salud pública”, Revista Chilena de Salud Pública, 2012, p. 268. 52 ALMEIDA FILHO, Naomar y ROUQUAYROL, Maria Zélia Introducción a la Epidemiología, Lugar, Buenos Aires, 2011, p. 86

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sición demográfica es una suerte de modelo para clasificar las poblaciones según los comportamientos de la natalidad y la mortalidad; “una generalización empírica de la trayectoria demográfica de las sociedades que en su proceso de desarrollo económico-social [...] adquieren progresivamente el control social de la muerte (erradicación de enfermedades, postergación del fallecimiento por otras) y de la vida (capacidad de regular el número y calendario de los nacimientos)”.53 Así las poblaciones pasarían de una etapa “inicial” con altos niveles de natalidad y mortalidad a una “final” con bajos niveles de ambas, con una transición por una intermedia en la que primero se logra controlar la mortalidad (aumento de la esperanza de vida, crecimiento vegetativo) y luego se estabiliza y desciende la natalidad. Esta teoría permite observar la transición epidemiológica justamente llegada la hora de examinar el descenso de la mortalidad “desde su consideración como indicador del estado de salud de las poblaciones”.54 Sin adentrarnos en especificidades, esta transición explica fundamental –pero no únicamente– los cambios en las causas de muerte de las poblaciones: éstas pasarían de una etapa en la que predominan las patologías infecciosas, pestes, hambrunas, mal nutrición severa, azotes epidémicos y endémicos, alta prevalencia de enfermedades parasitarias y deficitarias, etc. a una con enfermedades crónicas o degenerativas, enfermedades mentales y adicciones, desplazándose el peso de la enfermedad desde los grupos más jóvenes hacia los adultos y ancianos y en la que inevitablemente la morbilidad comienza a eclipsar a la mortalidad55 como índice de salud; también tienen relevancia los accidentes y los problemas de contaminación.56 Estas categorías han sido criticadas, reformuladas y ampliadas,57 pero conservan utilidad al alentar una aproximación multidisciplinar al estudio de las dinámicas poblacionales y no sólo desde la demografía, puesto que los cambios en los patrones de salud y enfermedad interactúan dialécticamente con la demografía, la economía y la estructura general de una sociedad. Fundamentalmente el cambio de la nomenclatura desde epidemiológica a sanitaria (más bien de la salud, si somos fieles al término inglés), viene dado 53 TORRADO, Susana “Introducción”, en TORRADO, Susana –compiladora– Población y bienestar en la Argentina del primero al segundo centenario, Edhasa, Buenos Aires, 2007, p. 18 54 BERNABEU MESTRE José y ROBLES GONZÁLEZ, Elena “Demografía y problemas...” cit.; ROBLES GONZAÑEZ, Elena, BERNABEU MESTRE, José y BENAVIDES, F.G. “La transición sanitaria: una revisión conceptual”, Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, XIV, I, 1996, pp. 117-144. 55 Morbilidad refiere a cantidad de enfermos, mientras que mortalidad a cantidad de defunciones sobre población, puede ser total, por sexo, por edad, por enfermedad, por región, etc. 56 ROBLES GONZÁLEZ, Elena, BERNABEU MESTRE, José y BENAVIDES, F.G. “La transición...” cit. 57 ROBLES GONZÁLEZ, Elena, BERNABEU MESTRE, José y BENAVIDES, F.G. “La transición...” cit.; BERNABEU MESTRE José y ROBLES GONZÁLEZ, Elena “Demografía y problemas...” cit.; CARBONETTI, Adrián y CELTON, Dora “La transición epidemiológica”, en TORRADO, Susana –compiladora– Población y bienestar en la Argentina del primero al segundo centenario, Edhasa, Buenos Aires, 2007



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porque mientras la transición epidemiológica se limita a describir los cambios en los perfiles de mortalidad y morbilidad de las poblaciones, la transición sanitaria pretende explicar los cambios sociales y de comportamiento, y otros de naturaleza diversa, que han ocurrido paralelos a los cambios epidemiológicos”.58 Así ocurre un modo analítico irrefutable en relación a los cómo y los por qué de las alteraciones epidemiológicas y las “múltiples causas de la catástrofe”.59 A la transición sanitaria es plausible sumar la transición en la atención sanitaria, es decir “la forma en que el sistema de salud se organiza para el suministro de servicios”.60 También las nuevas corrientes de la historia de la medicina y la salud han adherido al caracter social de las enfermedades. La nueva historia social de la salud y la enfermedad surgida de la renovación propiciada por el retorno a la democracia y la oportuna fragmentación temática –cada vez más sobresaliente-, ha comenzado a ganar un lugar destacado en la historiografía latinoamericana.61 La enfermedad como objeto de reflexión también debe su génesis a las preocupaciones de otras disciplinas y especialmente a los estudios sobre sectores populares y sus condiciones materiales de existencia –en tanto parte de una trama social generada por la construcción del Estado-Nación en todas sus facetas-.62 La irrupción de nuevas enfermedades o la reaparición de algunas que se creían extinguidas, ha contribuido al impulso de esta vertiente historiográfica como modo de “recuperar las raíces históricas de problemas contemporáneos”.63 La nueva historia de la medicina comenzó a oponerse a la clave progresista y optimista de su par tradicional, sumando las variables vinculadas al contexto como causa y consecuencia de los logros, pero también de las incertidumbres y frustraciones del conocimiento médico. Dejaba la “edad de la inocencia de la historiografía médica local” con carácter autobiográfico, hagiográfico y cronológico.64 La historia de la salud pública adicionó en su análisis el carácter social de la enfermedad, lo mismo que una mirada política anclada en el devenir institucional de la salud y su interacción con las estructuras. Llegadas las referencias a la historia sociocultural de la enfermedad, se agrega58 59 60 61 62

BERNABEU MESTRE José y ROBLES GONZÁLEZ, Elena “Demografía y problemas...” cit. LIVI BACCI, Massimo Los estragos... cit. BERNABEU MESTRE José y ROBLES GONZÁLEZ, Elena “Demografía y problemas...” cit. ARMUS, Diego “La enfermedad...” cit. ARMUS, Diego “Legados y tendencias en la historiografía sobre la enfermedad en América Latina moderna” en Armus Diego –compilador– Avatares de la medicalización en América Latina (18701970), Lugar, Buenos Aires, 2005; DI LISCIA, Silvia “Reflexiones sobre la ‘nueva historia social’ de la salud y la enfermedad en Argentina” en CARBONETTI, Adrián y GONZÁLEZ-LEANDRI, Ricardo (edit.) Historias de salud y enfermedad en América Latina, siglos XIX y XX, Universidad Nacional de Córdoba. CEA, Córdoba. 2008. 63 BELMARTINO, Susana “Los procesos políticos de toma de decisiones en salud. Historia y teoría”, http://historiapolitica.com, 2008; BERNABEU MESTRE, José “La actualidad historiográfica de la historia social de la enfermedad”, Boletín de la Asociación demográfica histórica. XI. 1, Madrid, 1993. 64 DI LISCIA, Silvia “Imaginarios y derroteros...” cit.

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rían las dimensiones sociodemográficas de las enfermedades y las condiciones de vida y de trabajo y sus efectos en la mortalidad, lo mismo que el interés de diversas disciplinas. Todas estas líneas, desde sus especificidades, discuten los problemas de salud, las epidemias y los episodios de enfermedad que afectan a las poblaciones, desde y más allá del sustrato biomédico de las enfermedades. Todos los tópicos adquieren este marco, fundamentalmente desde la perspectiva de la historia sociocultural de la enfermedad, resultado del trabajo interdisciplinario: médicos y profesionalización; enfermedades; Estado e instituciones en función de la estructura sanitaria y las prácticas de asistencia; políticas públicas; avatares de la medicalización, la percepción de la enfermedad y sus usos culturales, etc. Las nuevas corrientes se deslizan por sobre las acepciones foucaultianas, abriendo el juego a la historicidad, a más de un plano en los procesos y a la perspectiva de los distintos actores participantes, incluidos los enfermos.65 La multiplicación de las argumentaciones, la interdisciplinariedad en el abordaje, el rescate de “la dimensión local, en el marco más amplio de una época o región” y de los contextos específicos de cada temática fueron otras variables ingresadas.66 Lo mismo que aquello ocurrido más allá de Buenos Aires, con el mérito de no pretender “encontrar meras copias de la experiencia histórica porteña en otros escenarios […] es el mundo rural, de los pueblos medianos y pequeños y de la población diseminada, el que queda todavía esperando la mirada detenida de los historiadores”.67 En relación al estudio de la TB en Argentina, predominan aquellos ligados a ámbitos urbanos, desde las políticas públicas y tratamientos, la medicalización, la enfermedad como estigma, su reflejo en las artes e incluso la percepción del paciente.68 65 DI LISCIA, Silvia “Imaginarios y derroteros...” cit.; DI LISCIA, Silvia y BOHOSLAVSKY, Ernesto “Introducción. Para desatar algunos nudos (y atar otros)”, en DI LISCIA, Silvia y BOHOSLAVSKY, Ernesto –editor– Instituciones y formas de control social en América Latina, 18401940.Una revisión, Prometeo Buenos Aires, 2005. 66 ARMUS, DIEGO “Prólogo” en ÁLVAREZ Adriana, MOLINARI, Irene y REYNOSO, Daniel Historias de enfermedades, salud y medicina en la Argentina de los siglos XIX-XX, UNMdP, Mar del Plata, 2004; ARMUS, Diego “Legados y tendencias...” cit., ARMUS, Diego La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires. 1870-1950, Edhasa, Buenos Aires, 2007. 67 ARMUS, DIEGO “Prólogo”... cit. 68 ARMUS, Diego “La enfermedad...” cit.; La ciudad impura... cit.; “La cruzada Nacional Antituberculosa de 1935 en Buenos Aires: entre la obsesión del contagio, el consenso y el marketing social”, Horizontes, Bragança Paulista, Volumen 21, 2003, pp. 61-67; CARBONETTI, Adrián “Salud y sociedad en Argentina entre 1914 y 1930. El caso de la tuberculosis en la ciudad de Córdoba” Boletín de la Asociación de demografía histórica de España, XVII-II, 1999; “La tuberculosis en la literatura argentina: tres ejemplos a través de la novela, el cuento y la poesía”, Manguinhos, História, Ciências, Saúde, vol.6 (3), Rio de Janeiro, 2000; “Beneficencia y tuberculosis. Tensiones y conflictos en torno a la formación del sistema asistencial en la ciudad de Córdoba, 1915-1947”, en ÁLVAREZ Adriana, MOLINARI, Irene y REYNOSO, Daniel Historias de enfermedades, salud y medicina en la Argentina de los siglos XIX-XX, UNMdP, Mar del Plata, 2004; CARBONETTI, Adrián “La conformación del sistema sanitario de la Argentina. El caso de la provincia de Córdo-



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De esta forma, tributando a los lineamientos teóricos que indican la complejidad de los cambios en la salud, especialmente en circunstancias de conquista, procuramos sumar un estudio de caso que trascienda las lecturas simplistas afincadas en conceptos tales como “deficiencias inmunitarias de los indígenas”. Consideramos que la morbi-mortalidad no explica por sí sola el decaimiento poblacional indígena ya que ésta se asocia a la imposición de un sistema económico y cultural con alcances en la salud que no se leen excluyentemente en términos de focos epidémicos69 y que resulta imprescindible un enfoque holístico que visualice el problema desde, pero también allende los mismos. En este sentido, este trabajo abarca los aspectos epidemiológicos relacionados con los selk’nam que residieron en La Candelaria, como también los cómo y los por qué se dieron los cambios en las condiciones de salud de la comunidad selk’nam, las condiciones sanitarias institucionales articuladas con las de la isla. Las experiencias sobre enfermedades en procesos de contacto interétnico y de misionaliación han sucedido en diversas regiones del planeta, bajo condiciones culturales, biológicas y sociales diversas y las comparaciones que puedan efectuarse con el caso bajo estudio implican cierta capacidad de analizar el comportamiento de tales variables en condiciones bioculturales distintas. Así aportamos a las discusiones pertinentes y al diálogo con esquemas análogos y/o integradores. Por otra parte, queda diagramado un elemento más en lo que es la configuración de un escenario epidemiológico para Patagonia Austral, lo mismo que a la discusión en perspectiva histórica del alcance de La Candelaria en la población selk’nam en el marco de las incidencias de la conquista sobre dicha comunidad. Teniendo en cuenta lo expresado, cabe mencionar que a lo largo de esta obra se tendrán en cuenta los siguientes ítems. En principio, se realizó un análisis exhaustivo de los aspectos epidemiológicos en La Candelaria, junto con la consecuente interpretación de los sucesos vinculados con la TB a partir de sus características etiológicas y contextuales, de manera de ajustar el diagnóstico: concepción y contexto de la enfermedad, tratamientos posibles, etiología y epidemiología para comprender las formas de contagio, su sintomatología y comportamiento; la circulación, presencia de enfermos y condiciones específicas de La Candelaria respecto a sintomatología y potencial presencia de médicos o tratamientos. En instancias posteriores se profundizó el análisis del acontecer institucional en función del concepto de salud esgrimido. Se analizó exhaustivamente la movilidad de la etnia y ba, 1880-1926”, Dynamis. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Número 25, 2005, pp. 87-116; “Discursos y prácticas en los sanatorios para tuberculosos en la provincia de Córdoba. 1910-1947”, Asclepio, Vol. LX (2), 2008, pp. 167-186; ÁLVAREZ, Adriana “La experiencia de ser un ‘niño débil y enfermo’ lejos de su hogar: el caso del Asilo Marítimo, Mar del Plata (1893-1920)”, Manguinhos, História, Ciências, Saúde, Vol. 17 (1), Rio de Janeiro, 2010, pp. 13-31; entre otros. 69 DOBYNS, H. F. “Disease transfer...” cit.; LIVI BACCI, Massimo “Las múltiples...” cit.; entre otros

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las condiciones edilicias, dos variables que en conjunción con el contexto, nos permitieron esbozar patrones y procesos de asentamiento y la dinámica demográfica, para luego evaluar su relación con la cantidad y la cualidad de la dieta y el tipo de trabajo realizado por los selk’nam misionalizados. A su vez, las condiciones edilicias se observaron en función de las posibilidades de contagio a través de situaciones de hacinamiento. Por otra parte, se estableció una aproximación demográfica desde los libros de bautismos, generando información no sólo correspondiente a la misión, sino también a otros sectores de la isla como estancias, puestos y campamentos. A fin de profundizar el análisis del contexto, se anexó al final del capítulo un apartado con los detalles de la entrega de tierras en la isla, ya que tales hechos afectaron directamente la movilidad selk’nam. En cuanto a la nutrición, se realizó un análisis exhaustivo del tipo de alimentación que recibían los indígenas en la misión y de qué forma era suministrada. Se consideraron también los cambios a nivel ‘isla’, para atender a las potenciales alteraciones nutricionales desde las alternativas con las que contaban los indígenas para el aprovisionamiento de recursos en el marco de la colonización ganadera. Similar operación se realizó con el tipo de trabajo y actividades desarrolladas por hombres, mujeres y niños indígenas en La Candelaria, sus formas y periodicidad y se evaluó la correspondencia entre la intensidad de los trabajos efectuados y la dinámica demográfica. Por último, las relaciones interétnicas y su dinámica en un contexto de misionalización, fueron contempladas como otra de las variables que atraviesan los cambios culturales y la salud en general y a los factores antes presentados en particular: se analizaron las conductas de los indígenas en el marco general de la isla y las relaciones en la misión. El eje de este libro lo constituye el acontecer interno de la Misión La Candelaria, razón por la cual las principales fuentes primarias utilizadas corresponden a la institución salesiana. Un primer paso fue el escrutinio de los registros elaborados por los Hermanos salesianos y las Hijas de María Auxiliadora, especialmente las Crónicas que ambos llevaban casi a diario y en las que –cada una con sus particularidades– se compendiaban sucesos vinculados con el desenvolvimiento de los indígenas que se acercaban. El Libro II de Defunciones (1902-1931) (en adelante LDII) fue la base para procesar los datos relacionados con el perfil epidemiológico, aunque se utilizaron como complemento los Libros de Bautismos (1896-1921) (en adelante LB), las Crónicas de los salesianos (1896-1930) (en adelante CS), la Cronaca della missione della Candelaria (1895-1930), de las Hijas de María Auxiliadora (en adelante CMA) y la Crónica particular del Padre Zenone (18981902) (en adelante CZ). Estas tres últimas fuentes fundamentalmente oficiaron de sustento para los demás temas a tratar y sus datos recorrerán todos los capítulos, aunque de acuerdo con cada tema específico predominará una fuente u otra. Por otra parte, se efectivizaron entrevistas a la Hermana Ana María Fernández, al Padre Juan Ticó y al Hermano Marino Francioni en el Archivo Central Salesiano en



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Buenos Aires. Francioni fue el primer maestro que tuvo la escuela que comenzó a funcionar en la institución de Río Grande en 1946, cuando ya dejaba de lado su desempeño como misión. Por lo tanto, accedió a los testimonios de quienes habían compartido sus vivencias con los selk’nam, lo mismo que tuvo la oportunidad de observar la estructura edilicia antes de que la misma fuese transformada. El padre Ticó –entrevistado nuevamente en enero de 2008 en Río Grande– fue director del Museo y del Archivo histórico de La Candelaria desde 1989, aunque ya había vivido en la misión algunos años durante la década del 70. Respecto a los binomios cuantitativo/cualitativo y empiria/teoría, no los admitimos en forma maniquea.70 Abogamos por una sistematización de la información que así lo admita, pero sin que esto implique una biologización o una individualización del objeto,71ni un rechazo de la historicidad y la narrativa.72 Añadimos la lectura interdisciplinaria cuando fue necesario tal como sugieren los trabajos en epidemiología73 y en historia sociocultural de la enfermedad.74 En todos los capítulos fue considerado el contexto, con distinta profundidad según fuera necesario. Se utilizaron fuentes en su mayoría correspondientes al Ministro del Interior de la Nación Argentina, lo mismo que etnohistóricas, históricas e informes ganaderos para ambos países, que dieran acceso al devenir de la colonización en general y al accionar de los ganaderos y las autoridades en particular. Por otra parte, se contemplaron trabajos realizados por etnógrafos, antropólogos y arqueólogos a fin de considerar la comunidad selk’nam para tiempos de pre-contacto, contacto inicial o de contacto, pero desde la perspectiva antropológica. Consideramos que se cumplió con un primer paso en la conformación de un escenario epidemiológico y sanitario para Patagonia Austral susceptible de completar con las tareas efectuadas desde otras disciplinas como también a partir de trabajos análogos al presente que cubran otras especificidades espacio-temporales y/o poblacionales. En este sentido, cabe aclarar que al momento de editar el libro, parte de estos trabajos ya fueron efectivizados.75 70 ALMEIDA FILHO, Naomar “Por una epidemiología con (más que) números: cómo superar la falsa oposición cuantitativo-cualitativo”, Salud Colectiva, Número 3 (3), Buenos Aires, 2007, pp. 229-233. ARMUS, Diego “¿Qué historia de la salud y la enfermedad?”, Salud colectiva, Número 6 (1), Buenos Aires, 2010, pp. 5-10. 71 DIEZ ROUX, Ana “En defensa de una epidemiología con números”, Salud Colectiva, Número 3 (2), Buenos Aires, 2007, pp. 117-119. 72 ARMUS, Diego “¿Qué historia...” cit. 73 MINAYO, María Cecilia “Interdisciplinariedad y pensamiento complejo en el área de la salud”, Salud Colectiva, Número 4 (1), 2008, pp. 5-8. 74 ARMUS, Diego “¿Qué historia...” cit. 75 CASALI, Romina “Salud en los extremos: el escenario epidemiológico y sanitario en Tierra del Fuego en tiempos de contacto interétnico y consolidación del Estado-Nación (Ushuaia 18901930)”, 2013; “Movilidad y uso del espacio: análisis demográfico de la trayectoria selk’nam ante la colonización. Tierra del Fuego, Argentina, 1890-1930”, 2013.

CAPÍTULO I Conquistando el fin del mundo Estados y capitalismo en la colonización de Tierra del Fuego

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l poblamiento humano de la isla Grande de Tierra del Fuego se remonta a unos 10.000 años A.P aproximadamente.76 En general, se reconocen cuatro grupos poblacionales a la llegada de los colonizadores, sin que esto implique una aprehensión estática y absoluta de su territorialidad, su historia y su cultura. Los selk›nam (onas) ocupaban el interior de la isla como cazadores-recolectores dedicados al aprovechamiento principalmente de guanacos, pero también de recursos costeros, frutos, vegetales, aves, entre otros; los yámana (yaganes) se distribuían en la zona del canal Beagle y del cabo de Hornos y los kaweskar (alacalufes) a lo largo de los canales de la Patagonia occidental; ambas poblaciones especializadas en el usufructo de recursos marítimos; los Haush habitaban la península Mitre, donde habrían sido confinados a partir de enfrentamientos con sus vecinos selk’nam a pesar de haber llegado con anterioridad.77 Es sabido ya que la entidad propia del continente americano no es incompatible con su apropiación europeizante y que en el marco de la autoconsciencia capitalista del siglo XV pueden leerse en un mismo epitafio tanto la preexistencia de las Américas como su “descubrimiento”. No habría razón para creer que la Patagonia Austral pudiera eludir esta lógica. En 1520 Hernando de Magallanes halló el estrecho que llevaría su nombre y con él una vía potencial más de materialización del expansionismo vigente. Se sucedieron viajes que adquirieron mayormente fines estratégicos, puesto que aquellos comerciales se vieron dificultados por las condiciones de navegación tanto del estrecho como del paso por el Cabo de Hornos, constatado en 1616. Estas vías marítimas y los territorios aledaños –junto al archipiélago malvinense– no fueron desplazados de las ambiciones de las distintas potencias, que proyectaron poblamientos y efectivizaron numerosos viajes exploratorios más allá de la escasa rentabilidad y las antedichas complicaciones. La Corona Española ejerció más bien un tipo de posesión nominal, aunque su constancia puede medirse en la contención de las aspiraciones de los Estados rivales, lo mismo que en la tutela de la presencia de loberos y balleneros de distintas nacionalidades, a todos los cuales convenía contar con bases de operaciones

76 MASSONE, Mauricio “Los cazadores...” cit., p. 26. 77 CHAPMAN, Anne Los Selk’nam... cit., p. 22.

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en el Atlántico Sur.78 Si bien la competencia internacional por el uso comercial y geopolítico de la región austral llevó a la corona española a proyectar poblamientos para proteger la zona, éstos fracasaron. Una expedición al mando de Sarmiento de Gamboa fundó en el estrecho de Magallanes las ciudades “Nombre de Jesús” (febrero 1584, actual Cabo Vírgenes) y “del Rey Don Felipe” (mediados 1584, márgenes de la costa de Bahía Buena). Se trató del primer intento de crear una colonia española en la región, el cual tuvo un final trágico.79 Esta fue una etapa de contactos más que de colonialismo, en la que la relación entre indígenas y europeos se produjo principalmente mediante naufragios y restos materiales que llegaban a las playas, por lo que es conveniente hablar de un período de contactos indirectos.80 Menos comunes habrían sido los contactos cara a cara, sucedidos esporádicamente y entre un pequeño número de personas.81 De todos modos, estas situaciones de contacto tuvieron implicancias en la salud de las poblaciones originarias, iniciando en la zona del Beagle la dispersión de enfermedades como sarampión, rubéola, viruela, lepra y enfermedades venéreas. Fueron directamente las exploraciones decimonónicas las que se adentraron en la isla, aunque aquellas ocurridas en la región deben medirse en otros tiempos, lo mismo que los intercambios interétnicos en el espacio archipiélago-continente.82 Las primeras décadas del siglo XIX dieron nombre al canal Beagle, a muchos otros pequeños canales y a la isla Lennox, y proveyeron de contenido al imaginario fueguino a través de las historias de los indígenas llevados a Inglaterra en la embarcación en la que también viajaba Darwin. Los viajes exploratorios aumentaron y especialmente aquellos desarrollados por los misioneros anglicanos, 78 Los viajes registrados hasta llegar al tiempo que nos ocupa superan ampliamente la cantidad plausible de enlistar aquí, por lo cual remitimos a la obra de LUIZ, María Teresa y SCHILLAT, Mónica La frontera austral... cit. 79 Los estudios de los restos humanos y culturales recuperados han permitido generar información relevante sobre las penurias de este intento fallido de colonización. SENATORE, María Ximena; DE NIGRIS, Mariana, GUICHÓN, Ricardo y P. PALOMBO “Arqueología en la ciudad del Nombre de Jesús: Vida y Muerte en el Estrecho de Magallanes a fines del siglo XVI”, En MORELLO, Flavia, MARTINIC, Mateo, PRIETO, Alfredo y Gabriel BAHAMONDE Arqueología de FuegoPatagonia. Levantando piedras, desenterrando huesos y develando arcanos, Ediciones CEQUA, Punta Aerenas, 2007, pp. 779-786; SUBY, Jorge, GUICHÓN, Ricardo y SENATORE, María Ximena “Los restos óseos humanos de Nombre de Jesús. Evidencias de la salud en el primer asentamiento europeo en Patagonia Austral”, Magallania, Número 37 (3), Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 2009, pp. 7-23. 80 BORRERO, Luis Alberto “El registro arqueológico del Contacto: enfermedad y discontinuidad poblacional”, Simposio Encuentro de Dos Culturas, Ed. Centro Cultural General San Martín, Buenos Aires, 1992, pp. 1-6. 81 FUGASSA, Martín y GUICHÓN, Ricardo “Transición epidemiológica en Tierra del Fuego: el contacto indirecto y las enfermedades infecciosas entre 1520 y 1850”, Magallania, Número 32, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 2004, pp. 99-113. 82 FALKNER, Thomas Descripción de la Patagonia y de las partes adyacentes de la América meridional, http://www.cervantesvirtual.com/ [1774].



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quienes luego de numerosos intentos ejecutados desde las actuales islas Malvinas, lograron instalarse en 1869 exactamente en lo que hoy es Ushuaia, convirtiéndose en los primeros colonizadores de Tierra del Fuego. Ya en 1851 el misionero Allan Gardiner y sus seis acompañantes habían muerto a causa del escorbuto y el hambre en Bahía Aguirre, pero la tenacidad anglosajona se materializó dos décadas más tarde, durante las cuáles la comunicación entre Malvinas y Tierra del Fuego fue espaciada, pero constante.83 La instalación de una base religiosa de origen inglés en el canal Beagle adquiere notabilidad por sus inmediatas funciones en lo comercial y estratégico, por la conjugación de intereses de distinto tipo que la atravesaba.84 La misión albergó fundamentalmente a integrantes de la población yámana y en menor medida kawésqar, primeros entonces en sobrellevar alteraciones sanitarias, debido al temprano contacto con el blanco. A diferencia de lo que sería rol de los salesianos, que se suponía eran para los selk’nam una alternativa a la persecución de los estancieros, los anglicanos guarecían a los yámanas de las malas costumbres que representaban los loberos y balleneros y demás viajeros que de cuando en vez recorrían la zona. Lamentablemente la similitud en los resultados de ambos sistemas misionales en función del rol de las enfermedades sobre las comunidades originarias, en el Beagle halla escasa justificación –siempre que ésta exista-. Los yámana recibieron instrucción general, religiosa y laboral. Cuenta la historia que “en 1876 hubo 276 en la fiesta de Navidad”, pero también que “el número de indígenas varió entre 5 en un día de noviembre y 95 en uno de agosto; concurrían por lo general más hombres que mujeres e iban también bastantes niños”.85 La misión coadyuvó en la dispersión de enfermedades y un rol simbólico en los diversos relatos lo adquiere “la gran epidemia” acaecida en octubre de 1884, precisamente con la llegada de la expedición fundadora de Ushuaia. Cuando prepararon las embarcaciones para cumplir el deseo de Lasserre de viajar por los intrincados canales hasta Punta Arenas, invitaron a Thomas Bridges a la travesía, pero también al indígena Henry Lory y seis compañeros. En el camino los siete yámana fueron “atacados por una fiebre mortal” que los médicos de a bordo diagnosticaron como tifoidea neomónica. Los indígenas que permanecieron en la misión “uno tras otro enfermaron de esa fiebre y en pocos días murieron en tal cantidad que no había tiempo para cavar sus fosas y […] eran simplemente sacados de sus chozas […] arrastrados hasta 83 BRAUN MENÉNDEZ, Armando Pequeña historia... cit. 84 BANDIERI, Susana Historia de la Patagonia, Sudamericana, Buenos Aires, 2005; BASCOPÉ, Joaquín “De la exploración a la explotación. Tres notas sobre la colonización de la Patagonia Austral”, Nuevo Mundo, Mundos Nuevos, 2009, http://nuevomundo.revues.org/56700 85 CANCLINI, Arnoldo “Así nació Ushuaia”, en CANCLINI, Arnoldo Así nació Ushuaia. Orígenes de la ciudad más austral del mundo, Plus Ultra, Buenos Aires, 1989, Consultado en http://historiapolitica.com/territorios/

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los arbustos más cercanos […] en la casa de Stirling y en la de los Lawrence todos los niños enfermaron al mismo tiempo. En el orfanato, la señora Whaits debía atender a treinta niños yaganes atacados de la misma epidemia”86 Las mujeres a cargo de los niños diagnosticaron, a diferencia de los médicos, sarampión. Esta epidemia desilusionó a los anglicanos que vieron anulada su función en el lugar, razón por la que Thomas Bridges decidió aceptar las 20.000 hectáreas cedidas por el gobierno nacional para que realizara tareas ganaderas, distantes 85 km de la ciudad y en donde los Bridges fundaron la estancia Harberton. La renuncia de Bridges no implicó el cese de la actividad misionera, ya que por un lado Harberton constituyó un paraje “amigable” tanto para los yámanas como para los selk’nam. Por el otro, en zonas más cercanas a Ushuaia la tarea siguió a cargo primero de Edwin Aspinall en la ciudad y luego de J. Lawrence en Punta Remolino, en las cuatro leguas de tierra cedidas por el presidente de la Nación en 1889. Se intentó mantener el lugar de trabajo tradicional, al tiempo que se abrían otros de pequeñas dimensiones en sitios más aislados, donde poder atraer a los indígenas e intentar evitar su contacto con los blancos. El matrimonio Burleigh lo intentó en una de las islas Wollaston primero y Tekenica luego, donde falleció Harry Burleigh. La estación misionera de Ushuaia fue cerrada en 1906. Buena parte de las instalaciones y un grupo de indígenas se trasladaron a Río Douglas –sudeste de la isla Navarino-, al cuidado del misionero John Williams; el trabajo allí perduró hasta 1916. En el marco de esta actividad misionera, cabe señalar que el orfanato antes mencionado –inaugurado el 22 de marzo de 1879– continuó con sus funciones con una capacidad máxima de 40 niños.87 En La Memoria de la Gobernación del año 1891, el gobernador Cornero solicitaba dinero para poder crear un asilo de huérfanos pues no consideraba apropiado que el gasto del servicio estuviera a cargo exclusivamente de los ingleses, quienes “nos entregan jóvenes indígenas que han recibido allí además del óvolo de la caridad, los rudimentos de oficios manuales y conocimientos imperfectos del idioma estranjero adquiridos a la par de ligeras nociones de enseñanza primaria”.88 86 BRIDGES, Lucas El último confín..., cit. p. 121 87 CANCLINI, Arnoldo “Así nació...” cit. 88 Archivo del Museo del Fin del Mundo,

Ushuaia (en adelante AMFM), expte 2603, Ministerio del Interior. La impronta de la actividad misionera anglicana en cuanto a las consecuencias en la comunidad yámana se analizó con posterioridad a la elaboración de la tesis que dio origen a este libro. Se trabajó con las actas del registro civil de Ushuaia (matrimonios, defunciones, nacimientos) y con fuentes de la misión anglicana, tales como el registro de bautismo (CASALI, Romina “Salud en...” cit. y “Movilidad y uso...” cit.)



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También hacia 1850, en el área continental chilena se promovía la colonización de la región con la inauguración del fuerte Bulnes, en 1843, y su posterior traslado a suelos más apropiados, al sitio conocido como Punta Arenosa, donde a partir de 1848 se desarrollaría gradualmente la ciudad de Punta Arenas. La misma revistió sucesivamente las características de presidio, puerto libre y sitio de explotación de carbón, oro, lobos marinos, guanacos y avestruces, hasta que en 1877 se dio lugar a la actividad ganadera con las primeras 300 ovejas traídas desde las islas Malvinas por el mismo gobernador Dublé Almeida en la goleta Chacabuco. Las mismas fueron ubicadas en la isla Isabel, concedida al inglés Reynard –capitalista en aquella compra– convirtiendo la isla ubicada frente al cabo Negro en la “cuna” de la explotación ganadera. Concretamente en la isla grande, luego de que un aventurero francés confirmara con su recorrido en 1873 que los “naturales” no eran antropófagos ni temibles, el primer paso para la colonización fue dado en enero de 1879 por el teniente de la Armada de Chile Ramón Serrano Montaner, quien a partir de su exploración por el interior de Tierra del Fuego proveyó de útil información sobre los recursos naturales. Su reporte incluía las bondades del terreno para la cría del ganado lanar, como también la presencia de placeres auríferos en los ríos de la zona septentrional. Excursiones posteriores, como las del antiguo oficial de marina Jorge Porter (1880) o la de los ingenieros Alejandro Bertrand y Aníbal Contreras (1885), sirvieron para perfeccionar el conocimiento geográfico, con especial énfasis en el reconocimiento minero. Para 1881 dio comienzo la etapa de la ocupación colonizadora por medio del laboreo aurífero. Aunque no llegaron a saciar las expectativas que su descubrimiento había generado, en torno a los placeres auríferos se suscitaron los primeros hechos de violencia, importantes no por su incidencia cuantitativa sobre los selk’nam, sino por sus efectos a nivel psicológico y cultural. La organización de la actividad trajo aparejada, además, la llegada de distintos pobladores, trabajadores y proveedores, siendo entonces el “agente poblador inicial de la isla”.89 La irrupción de los mineros conllevó un contacto de tipo violento con los selk’nam, ya que muchas de las veces en que aquellos arrebataban las mujeres, lo hacían matando a los hombres. “Fue en estas circunstancias que el indígena fueguino comenzó a conocer al hombre blanco que poco a poco iba invadiendo su territorio y asentándose en él, trato que iba dejando como lamentable fruto resentimientos, vejaciones, enfermedades y muertes”.90 Por decreto supremo de fines de 1894 se creó la población de Porvenir. Del lado argentino, la conformación y consolidación de los estados hacía imprescindible el conocimiento de los sectores más recónditos del potencial territorio nacional. Ya aplacado el “problema del indio” en la Patagonia continental, 89 MARTINIC, Mateo La tierra de ... cit. p. 49. 90 MARTINIC, Mateo La tierra de ... cit. p. 48.

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las intenciones del vecino trasandino requerían de una pronta definición limítrofe, aunque igual de importante era cerciorarse acerca de la viabilidad productiva del extremo sur, continental e insular. La fundación de Río Gallegos en 1885 fue una respuesta a la efectiva presencia chilena, que había rubricado su existencia constante en la zona con “fundaciones en el estuario del río Gallegos (1873) y en el del Santa Cruz (1874), lo que determinó la ocupación de facto y el ejercicio de la jurisdicción sobre todo el territorio oriental situado al sur del último río nombrado”.91 Los asentamientos chilenos eran una realidad, al igual que sus ansias de administración y autoridad. En 1881, se suscribió el Tratado entre Chile y Argentina que para el momento parecía poner fin a la disputa territorial y delimitó las jurisdicciones en la Patagonia y Tierra del Fuego. El gobierno argentino comenzó a concretar sus deseos soberanos cuando, por medio de la División Expedicionaria al Atlántico Sud, comandada por el comodoro Augusto Lasserre, instaló la subprefectura en Ushuaia el 12 de octubre de 1884, al tiempo que se creaba la gobernación. Acorde con la cualidad de la unidad administrativa erigida, fue nombrado como primer gobernador un marino, Félix M. Paz. Los misioneros fueron invitados a firmar el acta fundacional: “Por fin la Argentina se interesa por la región austral de su territorio; mi padre iza la bandera argentina”,92 rotularía Lucas Bridges los relatos pertinentes. Bridges, había adoptado la ciudadanía argentina apenas establecidos los límites y hasta “mereció que el general Roca le ofreciera la gobernación del territorio”.93 A su vez, encomendó una expedición a Ramón Lista, funcionario del Ministerio de Guerra y Marina. El 31 de octubre de 1886, Lista emprendió una exploración a la costa oriental de Tierra del Fuego, acompañado por el médico de la Armada Polidoro Segers, el misionero salesiano José Fagnano, el capitán de Infantería Marzano y 25 hombres de tropa. Recorrió por primera vez en la historia el camino entre el cabo San Sebastián y bahía Thetis, para luego navegar el Beagle hasta Ushuaia. El viaje devino medio de uno de los primeros hechos de sangre en la isla, en el que perdieron la vida 28 selk’nam y que trascendiera como “la masacre de la playa de San Sebastián”, junto con otros episodios de violencia.94 “Por lo que respecta a los indios onas que habitan las islas, tengo el sentimiento de comunicarle que me he visto en el caso de tener que librar combate con diez hombres contra cuarenta salvajes, que ocultos en un espeso matorral, antes que entregarse y a pesar 91 92 93 94

MARTINIC, Mateo “Patagonia Austral...” cit. p. 460. BRIDGES, Lucas El último confín..., cit. p. 117. BELZA, Juan En la isla del Fuego 2º ... cit., p. 59. DE AGOSTINI, Alberto Treinta años en... cit., p. 286; MARTINIC, Mateo La tierra de ... cit. p. 31, BORRERO, Luis Alberto Los Selk’nam... cit., p. 61; SEGERS, Polidoro “Hábitos y costumbres de los indios onas”, Boletín del instituto geográfico argentino, Tomo XII, 1891, p. 6; BRAUN MENÉNDEZ, Armando Pequeña historia... cit., p. 165.



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de nuestras demostraciones pacíficas, pretendieron rechazarnos lanzándonos enjambres de flechas. Los hice cargar a sable, el capitán a la cabeza, y cuando ya daba por terminada la lucha, este intrépido oficial cayó herido de un flechazo en la cabeza con lo cual el ataque se detuvo un instante; pero enseguida mandé cargar nuevamente y después de un ligero tiroteo el matorral fue desalojado quedando en nuestro poder algunos prisioneros, mujeres en su mayor parte, y sobre las zarzas veinte y seis indios muertos [...] el día 25 del corriente regresé al campamento general con los prisioneros tomados, de los cuáles envío nueve a Buenos Aires en el transporte Villarino para ser entregados a quien corresponda”95 También en 1886, uno de los más conocidos conquistadores de la isla, Julio Popper, comenzó sus incursiones en el terreno fueguino, no libres de crímenes. Aquel ingeniero rumano se ocupó de extraer el oro en el extremo norte de la bahía San Sebastián. La celebridad de Popper radica en las diferentes aristas de su despotismo, en un contexto en el que el Estado no había aún consolidado su autoridad, por lo que su despliegue productivo y social carecía de absoluto registro. La ausencia de delegaciones nacionales facilitaba que este aventurero ejerciera ampliamente el poder en la zona norte de la isla, violentándose con los indígenas y llegando incluso a acuñar moneda e imprimir estampillas postales como símbolo de su dominio.96 En 1890 enfrentó al gobernador Cornero, quien fue suspendido en su cargo en 1893 a raíz del conflicto, llegando el gobierno central a estimar la posibilidad –ante la acefalia provocada– de anular la gobernación de la isla y anexarla a la de Santa Cruz.97 Las exploraciones por la isla continuaron, aunque con otro significado puesto que ya había dado inicio su explotación económica. Muchos relatos destacan la expedición científica sueca dirigida por Otto Nordenskjold (1895-1896), calificada como la “base fundamental para el conocimiento científico en aspectos específicos para toda la Tierra del Fuego”.98 Como vimos, los anglicanos fueron una suerte de iniciadores del contacto directo en la zona sur de la isla. Los salesianos, por su parte, lo forjaron con posterioridad y se ubicaron no sólo en la Isla Dawson (Chile), sino también en la zona norte, sobre la actual Río Grande. El Padre José Fagnano, integrante de la misión de Lista, testigo entonces de aquel premonitorio suceso de violencia, luego de recorrer las tierras fueguinas a caballo y a pie, se estableció en Punta Arenas (1887), 95 LISTA, Ramón Viaje al país de los Onas. Tierra del Fuego, Establecimiento Tipográfico de Alberto Núñez, Buenos Aires 17 1/2. P. 29. 96 BANDIERI, Susana Historia... cit., p. 189; BELZA, Juan En la isla del fuego 1º ... cit. 97 BELFIORI, Martha “Tierra del Fuego. Destino de la tierra pública” Karu kinká, Número 19-20, Instituto de investigaciones históricas de Tierra del Fuego, 1977, p. 8. 98 MARTINIC, Mateo La tierra de ... cit. p. 33.

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desde dónde dirigió la labor misionera salesiana. Se convirtió en el promotor de la estrategia de trasladar a los selk’nam a la misión salesiana San Rafael que en 1889 comenzó a construirse en la isla Dawson, a partir de una concesión del gobierno chileno por veinte años. Ya del lado argentino, en la desembocadura del río Grande fue fundada, también por Fagnano, la misión Nuestra Señora de la Candelaria en 1893. El rol de La Candelaria en el proceso de colonización fue esencial. Precedió en 28 años a la fundación de la ciudad de Río Grande y fue parte de la red que conjuntamente con las estancias suplió la debilidad de las agencias directamente tributarias de los incipientes Estados argentino y chileno. Mantuvo vínculos comerciales y cotidianos con las haciendas y fue paso obligado de transeúntes y visitantes. Hasta 1947 el cementerio utilizado a nivel zonal fue el de la misión y sólo en 1917 comenzó a matizarse su centralidad con la instalación del frigorífico CAP por parte de una sociedad de estancieros, manteniéndose siempre el ámbito de lo privado por sobre el estatal. El frigorífico adoptó forma de ciudad y contó con escuela, médico, estafeta postal y múltiples servicios, necesarios para la atención de sus centenares de empleados. De hecho, las crónicas muestran como desde la misión se acudía al médico del frigorífico.99 De todas formas, todavía para abril de 1921, cuando ocurrió el naufragio del buque Piedrabuena, sus ocupantes fueron atendidos durante un mes en la Misión.100 Mientras en la zona esteparia los salesianos escribían gradualmente la historia de la colonización, la subprefectura en Ushuaia insistía en convertirse, casi que infructuosamente, en ciudad. Los estigmas eran variados, pero el más notorio fue el desarrollo puntarenense, solución de problemas ushuaienses, pero también causa de los mismos. Tierra del Fuego en general y Ushuaia en particular cuadraban dentro del desamparo. La cordillera, por entonces impenetrable, que internamente dividía la isla, impelía a canalizar la comunicación por vía marítima en un escenario por demás deficiente. Pero no sólo estaba separada del continente por el estrecho, sino también por infinidad de disposiciones legales, por corresponder cada uno de los espacios a jurisdicciones diferentes. Ushuaia tenía serios problemas de comunicación y resultaba gravemente desatendida por Buenos Aires, pero además no contó con juzgado federal sino hasta la década del ’50, dependiendo de Rawson primero y de Río Gallegos desde 1899.101 Cierto es que la cualidad de la narración podría corresponderse con los innumerables diagramas zonales de la incipiente Argentina y sabido es que la legislación capitalina avanzó ajena a aquellos. In99 Archivo del Museo José Fagnano, La Candelaria, Río Grande (en adelante AMJF), Crónicas de la Misión Salesiana La Candelaria, 1896-1946 (en adelante CS), labradas por los hermanos salesianos; 1-1-1939. 100 AMJF, CS, 25-6-1921. 101 BELZA, Juan En la isla del Fuego 3º Población, Instituto de Investigaciones históricas de Tierra del Fuego, Buenos Aires, 1977, p. 12.



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sistimos en lo plausible de asentir los preceptos si se adicionan estos factores a una contrastación con el devenir de Punta Arenas, con su creciente urbanismo, comercio e industria. Cuando el primer gobernador designado arribó a Ushuaia, ésta contaba con veinte anglicanos, entre 35 y 40 empleados de la subprefectura y un “número indeterminados de yaganes (yámanas) que se albergaban en la misión”.102 Para entonces, Punta Arenas ya gestionaba su gradual desarrollo desde 1848, con una relación permanente con todo el sur continental y con el mercado exterior. Contaba con grupos empresariales que ya habían cumplido con una primera etapa de explotación de recursos para la exportación: caza de lobos marinos, comercialización con parcialidades tehuelches de pieles de guanaco y plumas de avestruz103 –como también su caza directa– y además la minería aurífera. En simultáneo crecieron los bancos, el comercio, los aserraderos y los frigoríficos apenas iniciada la ganadería ovina. En Ushuaia las actividades ligadas al desarrollo demoraron su arribo y tanto el sur como el norte de la isla “se jugaron al monocultivo. La estepa norteña pareció apta únicamente para el ganado lanar […] mientras que en la zona sur el monocultivo fue el usufructo de la burocracia. Las grandes estancias son aquí oficinas públicas y sobre todo la cárcel de Reincidentes. El 90% de la población de Ushuaia estaba compuesto de empleados nacionales y el comercio rondaba alrededor de esas fuentes. Los reclusos llegaron a exceder el millar, los guardia cárceles alcanzaron los doscientos, los empleados públicos, policía incluida, componían un grupo notable y los comerciantes […] vivían principalmente de las licitaciones carcelarias”.104 Estos conceptos –con el formato propio de la historiografía tradicional– fueron revalidados por trabajos recientes.105 Aquí también, por más que los primigenios relatos ponderen los rasgos de adversidad para el desarrollo de la colonización –como es de esperar siempre que se enaltece la labor pionera-, no resulta en extremo errado validar al menos algunos de los comentarios de la época. Por caso, las palabras del tercer gobernador, Pedro Godoy – sucesor de Félix M. Paz y Mario Cornero– que en 1893 escribía “mi impresión… respecto a la administración de los territorios del sur es deplorable: allí no hay nada hecho todavía a ese respecto y los pocos empleados que representaban la autoridad na102 BELZA, Juan En la isla del fuego 1º ... cit. p. 111. 103 PAYRÓ, Roberto La Australia ... cit. menciona además el comercio con ganado: “hacia el norte están los toldos del cacique tehuelche Mulato, que posee unas trescientas vacas, otras tantas yeguas y ha formado una especie de pueblito indígena”. 104 BELZA, Juan En la isla del Fuego 3º ... cit. p. 20. 105 Cecarelli, Silvia El penal fueguino... cit.

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cional, viven careciendo hasta de lo indispensable para cubrir las necesidades más apremiantes de la vida […] están circunscriptas al radio que puedan recorrer a pie […] las inmensas costas no hay como vigilarlas y las leyes aduaneras y marítimas son irrisorias […] las poblaciones son rancherías en que apenas vive el subprefecto marítimo […] las riquezas del suelo […] se hallan como en los tiempos primitivos o son presa de la rapacidad de quien quiera aprovecharlos […] aquellas regiones desbordantes de riquezas, con un clima más templado que la parte sur del continente, con campos feraces, carecen hasta de las leyes más indispensables para asegurar su posesión al Estado. Las riquezas son hoy del primero que teniendo un barco quiere aprovecharlas; la mayoría del escaso comercio está en manos de contrabandistas que ejercen el monopolio más escandaloso y la busca de oro se hace en proporciones enormes sin provecho ninguno para el erario y para la localidad”.106 Fue este gobernador –el ‘emprendedor’, el ‘progresista’-, el que reiteró las solicitudes de sus dos antecesores; el que insistió en alertar al ejecutivo nacional acerca de las falencias de Karúkinká (vocablo con que los selk’nam nombraban a la isla) en pos del “desarrollo”. Entre las carencias, la más destacada era la situación de las comunicaciones –que entre las numerosas consecuencias negativas provocaba desabastecimiento-, para lo que Godoy propuso la compra de un vapor para el traslado de materiales y ganado –desde Gallegos, Malvinas o Puerto Santa Cruz– que permitiera “favorecer a los colonos con un costo de transporte tres veces menor y al mismo tiempo lograr para el Estado una renta mensual de 1.200 libras esterlinas”.107 Estas demandas no sólo no fueron atendidas, sino que en un ejemplo más de centralización e ignorancia de las realidades regionales, desde Buenos Aires se dispuso, entre otras cosas, que el vapor Ushuaia y el Villarino no sirvieran exclusivamente a la gobernación y comenzaran a realizar servicios “de paquetes de navegación al sur con viajes en redondo cada quince días entre Buenos Aires, Ushuaia y escalas”.108 A esto había que sumarle que el gobernador no tenía decisión para otorgar pasajes en estos “transportes nacionales”, por lo que la autorización debía partir del Ministerio del Interior. Lo irrisorio de esta condición, por ejemplo ante la emergencia de trasladar enfermos, se traducía en la desobediencia y en el pago particular del viaje. Este gobernador consideraba que las concesiones de tierra debían efectuarse en remate público en el lugar mismo y no en Buenos Aires, lo mismo que mediante 106 citado en BELZA, Juan En la isla del Fuego 2º ... cit., p. 103. 107 BELZA, Juan En la isla del Fuego 2º... cit., p. 104. 108 BELZA, Juan En la isla del Fuego 2º... cit., p. 112.



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la venta y no el arrendamiento, para así evitar especulaciones de revendedores y promover el arraigo de gente ya presente en la región, conocedora de la misma y comprometida con su desenvolvimiento. La escena idílica se completaría en este primer peldaño desarrollista, con la adquisición de tres buques para cumplir servicios guardacostas, la declaración de puerto libre por el término de cinco años, emulando lo dispuesto para la capital magallánica y el control estatal de las actividades productivas. Esta tesis venía a cuento de que la explotación aurífera era llevada a cabo en forma de enclave, sin reportar beneficio alguno para el erario público en particular ni el devenir económico de la isla en general, por lo cual Godoy intentó establecer un control desde el estado provincial, pero una vez más fue desatendido desde la capital del país. El usufructo soberano se completaba con las pretensiones de las islas Lennox, Picton y Nueva –cuya posesión había quedado al margen del tratado limítrofe de 1881– demandadas por Chile, que ya estaba confiriendo tierras a particulares. La deficiente situación de los empleados públicos, especialmente la salarial, constituyó otro reclamo, aunque muchos optaron por una solución individual, con el pase al sector privado, funcionarios que formaron parte de las huestes de Menéndez. La derivación de los penados presentes en el presidio de la Isla de los Estados a tareas productivas como el aprovechamiento del cuero y la grasa de lobos marinos, la reparación y mantenimiento naval; lo mismo que la construcción de aserraderos se contaban entre las ideas de este gobernador. La industria era inexistente, al punto de que el gobernador decidió destinar los $20.000 recibidos para acondicionar su nueva casa a la construcción de un aserradero que se convertiría en el proveedor primero de maderas de la ciudad y la región con sus envíos a Santa Cruz. Recién en 1896 fue autorizada la primera industria, con un permiso de pesca para obtener la materia prima para envase de mariscos.109 La nota de optimismo estuvo dada por el devenir del sistema penitenciario en la ciudad, puesto que en torno a él florecerían supuestamente los empleos públicos, el comercio y fundamentalmente la población, ya que una de las particularidades del proyecto era que la institución carcelaria debía erigirse como colonia penal y no como cárcel. El penal de Ushuaia venía a resolver las falencias demográficas de la región, a postularse como un bastión más de soberanía nacional ante la siempre latente amenaza chilena y –según algunos autores– como la “única manifestación del Estado”, dándose la paradoja de que “los ciudadanos más duramente castigados por el estado moderno se convertirían en los representantes (forzados) del estado y la modernidad en los bordes territoriales de su soberanía”.110 Dicho contrasentido puede explicarse por las diferencias surgidas en el trayecto entre el origen del proyecto y su materialización. La colonia penal se pensó para que una 109 BELZA, Juan En la isla del Fuego 2º ... cit., p. 126. 110 NACACH, Gabriela “Tierra del Fuego: construcción científico-política de la exclusión y contraimagen del ideal citadino”, Dynamis, Nº 32 (1), 2012, pp. 69-92. pp. 84 y 86. Cecarelli, Silvia El penal fueguino... cit. p. 18.

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vez cumplida su condena, los penados “trasladasen a sus familias y constituyeran la base poblacional de la frontera austral argentina”, para convertirse luego en “un presidio que intentaba responder a las necesidades penitenciarias de los grandes núcleos urbanos del país”.111 Si cumplió con su objetivo de poblamiento fue de modo indirecto, mediante la generación de puestos de trabajo directos o mediados. Una cuestión administrativa fundamental que marcó la realidad de la institución desde sus comienzos más como una cárcel que como una colonia penal fue la separación de las funciones del gobernador de las del director del penal, imponiéndose así un modo más bien tradicional de “cárcel para albergar reclusos”.112 La construcción definitiva –a partir de 1902– en cercanías de la ciudad, abonó esta elección, ya que anulaba las posibilidades de otorgar a los presos, una vez liberados, solares para radicarse con sus familias como premio a la buena conducta. La historia del penal fueguino podría sintetizarse del siguiente modo. En 1896 se dictó el decreto que designaba la isla para su establecimiento y se colocaba la piedra fundamental, aunque los proyectos comenzaron incluso antes de establecer la subprefectura en la ciudad. Aquel año arribaron los presidiarios como voluntarios para trabajar en la construcción del penal, muchos de los cuales intentaron ser parte de la sociedad evidenciando conducta apropiada y explícitas buenas acciones. También algunas mujeres eligieron cumplir su condena en la isla austral, muchas veces completando la maniobra con un matrimonio que en general contaba con el beneplácito de esta sociedad de frontera claramente preocupada por la situación demográfica. Continuaron llegando presos voluntarios hasta “que su número llegó a ser más importante que la escasa población libre”.113 Los menores de edad también formaron parte de las expectativas de quienes proyectaron esta colonización carcelaria. Sacando provecho del aserradero a vapor de la gobernación –que pasó a estar a cargo del director de la cárcel-, se especializaba a aquellos en el trabajo de la madera y una vez puestos en libertad se los ocupaba en los talleres. Las instalaciones en los comienzos eran precarias, hasta que se iniciaron las construcciones definitivas, momento en que los menores fueron separados del resto de los penados. En 1904, 14 menores fueron liberados –luego de recibir formación según el modelo de artes y oficios– y no existió posterior constancia de algún tipo de reincidencia en el delito. El 15 de septiembre de 1902 se colocó la piedra fundamental del edificio definitivo, intentando reforzar el objetivo geopolítico con el traslado a la localidad de Ushuaia del Presidio Militar que se encontraba en la Isla de los Estados. En 1911 se inauguraron los pabellones y el edificio de la administración de la Cárcel de Reincidentes. También durante ese año se unificaron ambas instituciones, dando lugar al Presidio Militar y Cárcel de Reincidentes. Pero la construcción de las 111 Cecarelli, Silvia El penal fueguino... cit. p. 16 112 Cecarelli, Silvia El penal fueguino... cit., p. 97. 113 Cecarelli, Silvia El penal fueguino... cit., p. 95.



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obras proyectadas continuaba demorándose y se dieron por finalizadas –a pesar de no alcanzar el objetivo inicial de 8 pabellones– al concluirse los pabellones 4 y 5 a fines de 1915, situación en la que aún hoy se mantiene. En 1947 el presidente Juan D. Perón firmó la clausura del penal y las instalaciones fueron controladas por el Ministerio de Marina, instalándose la base en 1950 y utilizando el edificio para alojar a los conscriptos. Entre 1902 y 1911, funcionaron entonces ‘la cárcel’ y el ‘presidio militar’. Algunos de los momentos álgidos en cuanto a la población del penal fueron los siguientes: 1902 al trasladarse el presidio desde la Isla de los Estados, pero fundamentalmente 1904, año en que enviaron a algunos de los amotinados durante aquel traslado y re capturados; año en que también acudió el primer grupo de detenidos en huelgas y atentados en las grandes ciudades, especialmente Buenos Aires, ligados al anarquismo y al socialismo y que pasarán a ser los confinados sociales. A su vez es notoria la incidencia de la conclusión del edificio definitivo. El siguiente cuadro recupera algunas cifras: Cuadro I-1 Cantidad de reclusos en relación con la población total, Ushuaia 1900-1920 Año

Penados

Población Ushuaia

Población TDF

1895 1900 1904 1906 1914 1915 1916 1920

72 190 155 686 540 584

149 1447 1047

477 2504 2198

Fuente: elaboración propia en base a la Memoria de la Gobernación, Cecarelli, 2011 y Di Liscia, 2008.114

Se destaca la incidencia del penal en la vida citadina. En este sentido, “la sociedad que se desarrolló a la sombra del establecimiento carcelario siempre defendió su presencia en el lugar, como único elemento capaz de hacer perdurar el poblado”.115 114 CECARELLI, Silvia El penal fueguino. Origen del Estado y la sociedad en la frontera austral argentina (1895-1916), Utopías, Ushuaia; 2011; DI LISCIA Silvia “Imaginarios y derroteros de la salud en el interior argentino. Los territorios nacionales (fines del siglo XIX y principios del XX)”, Entrepasados, núm. 33, 2008, pp. 49-69.) 115 Cecarelli, Silvia El penal fueguino... cit., p. 18.

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Otro aspecto que puede vislumbrarse en el cuadro es la disminución de la población para 1920. Entre 1917 y 1920 la provincia estuvo acéfala, en junio de 1920 un incendio destruyó completamente la casa de gobierno y en noviembre el aserradero y los talleres del penal; el transporte Piedrabuena, perteneciente a la gobernación, naufragó en enero de 1921 en Río Grande; prácticamente no existía comunicación entre las dos ciudades y la consecuente entre autoridades; el penal suspendió por dos años las compras a los comerciantes locales, proveyéndose en Buenos Aires, a excepción de carne y víveres frescos, provocando el cierre de numerosos comercios. Las autoridades durante 1920-1921 no cesaron en sus lamentaciones e insistieron hasta el hartazgo en los aún no resueltos problemas de comunicación “es de dominio público la carestía de víveres, etc. porque ha atravesado esta capital durante el año 1921, todo aquello debido a la falta de transportes […] ésta población y empleados en general, abandonados –en ese entonces– al azar de la suerte, sin correspondencia ni remuneración […] agravándose la situación de las familias como del comercio local, el cual ha llegado a cerrar su crédito temporariamente [...] durante el año 1921 ha pasado por un período de crisis violento, a causa de carecer en su mayoría de artículos de primera necesidad por una parte y por otra sufriendo el retardo de 5 a 6 meses en el percibo de sus créditos. La mayoría de los artículos mencionados había sufrido una suba de un 100% acaecido esto, como dejo apuntado, por los pocos medios de comunicaciones que se disponía para surtirse del resto de la República [...] Ha sido de lamentar en especial que la mayoría de los emigrantes eran familias que hacía varios años se encontraban radicadas y se veían obligadas por sus recursos a abandonar el territorio a causa de la enorme suba que día a día eran objeto los artículos de primera calidad”116 Uno de los factores causales de la brusca disminución poblacional de 1920-1921 habría sido la reimplantación en 1918 de los impuestos aduaneros por parte del presidente Yrigoyen: “resulta perjudicial la implantación de derechos a la importación en un puerto cuya población está constituida netamente por empleados nacionales y a cuyos modestos sueldos no es dable pensar que el Estado pretenda fijarles nuevos impuestos […] la población ushuaiense ha desaparecido al peso aplastador de los derechos aduaneros […] se consigna la existencia de setenta y 116 AMFM, Memoria de la Gobernación, 1921.



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seis casas desocupadas, porcentaje que representa el 68% de despoblación, en el término de la implantación de la Aduana, considero obvio en tales circunstancias tener que entrar en mayores consideraciones para justificar la conveniencia inmediata de retirar la Aduana de esta capital”117 Las privaciones de la gobernación, no sólo no escapaban a la salud sino que en este ítem se sentían fundamentalmente. Sin adentrarnos en los detalles del desarrollo de la estructura sanitaria nacional, es necesario focalizar en un par de cuestiones. Si bien las acciones del Departamento Nacional de Higiene fueron claves en la institucionalización de la salud pública nacional, la evolución en la atención de las necesidades sanitarias en el caso concreto de los Territorios Nacionales es más bien aprehensible mediante categorías como médico de la gobernación, medicalización itinerante y asistencia pública.118 En primer lugar, hasta aproximadamente 1893, el territorio nacional de Tierra del Fuego no contó con médico, en 1894 comienza a aparecer esporádicamente su figura en las fuentes primarias y de ahí en más a lo largo de los años, la ciudad contará con un solo facultativo. A pesar de la alternancia nominal, la cantidad no se modifica, los períodos durante los cuales firma cada profesional son estrechos –esto comienza a matizarse en la década del ’20– y se trata del mismo que legitima los diagnósticos y defunciones tanto del penal como de la ciudad.119 Todavía para 1940, la provincia contaba con tres médicos, ningún hospital ni dispensario, ni sala de primeros auxilios y solo con la Asistencia Pública.120 En segundo lugar, Tierra del Fuego quedó al margen de las creaciones de Asistencia Pública que se dieron en 1912 y 1913: en 1913 en siete capitales de Territorio Nacionales –Posadas, Resistencia, Formosa, Neuquén, Santa Rosa, Viedma, Río Gallegos– y en la ciudad de Trelew (Chubut) se inauguraron centros análogos a la Asistencia Pública que funcionaba en la ciudad de Buenos Aires desde 1883; en 1912 la medida se había ejecutado en Córdoba, Catamarca y Jujuy, a partir de la ley 7414, denominada de “defensa sanitaria” y que “establecía para cada capital provincial y territorial un “centro de profilaxis” para prevenir enfermedades infectocontagiosas […] con el afán principal de mantener a disposición del personal un equipo completo de desinfección, indispensable en caso de epidemias”.121 Sólo hacia 1920, al reanudarse la información en los registros la Asistencia Pública ya forma parte de la cotidianeidad ushuaiense. En tercer lugar,

117 AMFM, Memoria de la Gobernación, 1921. 118 DI LISCIA, Silvia “Cifras y problemas. Las estadísticas y la salud en los territorios nacionales (1880-1940)”, Salud Colectiva, 5 (2) 2009, pp. 259-278. 119 Registro Civil de la ciudad de Ushuaia (en adelante RCUSH). Actas Defunción. 120 DI LISCIA, Silvia “Cifras y problemas...”, cit. 121 DI LISCIA, Silvia “Imaginarios y derroteros...” cit.

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en lo que respecta a la medicalización itinerante,122 en la que intervenían además del médico de la gobernación, otros agentes estatales tales como las fuerzas armadas y de seguridad (policía, gendarmería) y/o los maestros, y se incluian las diversas campañas, especialmente las de vacunación, también el alcance fue limitado. Porque todavía en 1922, Ushuaia contaba con una sola escuela con 104 alumnos, una directora, un maestro y dos maestras,123 y porque si bien las campañas médicas y de vacunación “ampliaron el círculo de influencia del Departamento Nacional de Higiene y permitieron el contacto de este organismo nacional con la población del interior”,124 éstas estuvieron fundamentalmente destinadas a la profilaxis de viruela y difteria y sólo hacia 1907 se aumentó considerablemente la cantidad de placas destinadas a los Territorios Nacionales.125 De todos modos, el alcance de esta operación será acorde a la estructura demográfica, que para el caso de Tierra del Fuego es particular, debido a la escasa población en general y dentro de ésta a la mínima presencia de niños. Como mucho, como casi todo, algunas problemáticas sanitarias puntuales –coyunturales– se compusieron vía Chile. Si hay una característica del devenir fueguino que las fuentes primarias dejan en evidencia en modo palmario es la dependencia respecto a Punta Arenas. Al ser el eje de la misma las comunicaciones, todo lo que de aquellas se derivara, también. Es decir, casi todo. Los diferentes gobernadores solicitaron en sus respectivos mandatos la materialización de un camino que conectara el sur y el norte de la provincia, camino que recien en la década del ’30 se comenzó y en la del ’40 se intensificó su uso. En todas las memorias al Ministro del Interior aparece el reclamo para la resolución de las comunicaciones intraprovinciales: “como tampoco hay vapores que tocando Ushuaia lleguen a los departamentos del norte, todas las comunicaciones se efectúan vía Punta Arenas con retardo de uno o dos meses cuando bastarían 5 días con el camino proyectado [...] actualmente las comunicaciones urgentes con aquellos departamentos se hacen por despacho telegráfico al Cónsul argentino de Punta Arenas para que lo remita por primer vapor y las de allí por nota para que las

122 DI LISCIA, Silvia “Instituciones portátiles. La sanidad pública en los territorios nacionales (18801910)” BOHOSLAVSKY Ernesto y SOPRANO, Germán –editores– Un Estado con rostro humano. Funcionarios e instituciones estatales en Argentina (desde 1880 a la actualidad), Prometeo, Buenos Aires, 2010, pp. 359-386. 123 AMFM, Memoria de la Gobernación, 1922. Recién en dicho año se resolvió la apertura de una escuela en Río Grande y existió también la intención de crear una en Río Fuego, pero los propietarios Bridges no otorgaron el permiso. 124 DI LISCIA, Silvia “Instituciones portátiles...” cit. 125 Biblioteca Facultad de Medicina, UBA, Anales del Departamento Nacional de Higiene.



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telegrafíe a Ushuaia. Muchas veces estas comunicaciones demoran un mes en llegar a destino”126 Los detalles sobre las falencias en el transporte y las comunicaciones que brinda la memoria de 1921 son demasiados y fluyen en el mismo sentido de las declamaciones precedentes, pero añaden un elemento crucial en el escenario fueguino y que nos invita a proseguir con algunos lineamientos de la persepctiva regional y como se inscribe el sector privado en la misma: “la restauración de los más ricos territorios –evidentemente extranjerizados– estará seguidamente a la implantación y obervancia de las leyes del país en todas sus partes toda vez que es público y notorio que los productos argentinos son llevados y presentados a las exposiciones como de procedencia chilena; que el sistema monetario en vigor no es el mismo que establece nuestra legislación; que la aplicación de la ley de sellos y estampillado de correspondencia es ilegal, trasgresiones que evidencian una manifiesta defraudación al fisco”127 La prepotencia de Punta Arenas en este escenario se debía en gran medida a la portada por el sector privado, no sólo porque casi exclusivamente “sus buques operan en aquel puerto transportando los productos de sus estancias pobladas con medio millón de ovejas”,128 sino porque determinaron absolutamente la realidad de la isla, haciendo que la perspectiva regional resulte más que adecuada. Patagonia Austral –Tierra del Fuego, islas del Atlántico Sur, sur de Santa Cruz y sector magallánico chileno– constituyen “un caso singular de integración autárquica [...] de desarrollo autogenerado”,129 una unidad territorial “con una dinámica propia”,130 en la que dicha ciudad chilena adquirió un rol dinamizador independientemente de las divisiones y decisiones políticas.131 Más allá de las acepciones románticas traducidas en las acciones épicas de los agentes privados que construyeron el progreso y el desarrollo magallánico, cierto es que vale lo atinado de adjudicar cualidades de autonomía a la región. La ganadería ovina, la extracción de oro y de carbón mineral, las pieles de lobos marinos, por un lado; la afluencia de inmigrantes para permitir la llegada de la civilización, por el otro. No es un dato menor que el 18 de septiembre de 1920, ya avanzados en la consolidación del Estado Argentino, las crónicas salesianas indiquen como en Río Grande se festejaba uno de los días patrios chilenos más importantes, la conmemoración de la Primera Junta 126 AMFM, Memoria de la Gobernación, 1911. 127 AMFM, Memoria de la Gobernación, 1921. 128 AMFM Memoria de la Gobernación, 1911. 129 MARTINIC, Mateo “Patagonia Austral...” cit. p. 469. 130 LUIZ, María Teresa y SCHILLAT, Mónica La frontera austral ... cit. p. 2 131 BANDIERI, Susana Historia... cit., p. 122; MARTINIC, Mateo La tierra de... cit. p. , 42.

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de gobierno: “Día Patrio chileno. No trabaja la gente y se buscan caballos para pasear. Se organizan carreras en la playa con empleados de estancias”.132 O que en 1912 los sueldos de los empleados públicos de Ushuaia se pagaran vía el Banco de Punta Arenas133 y que el a raíz de esto fundado Banco Nación argentino no pudiera funcionar y estuviera a punto de ser cerrado porque los balances tardaban cuatro meses en llegar a Buenos Aires. Que la moneda corriente era el peso chileno o las libras esterlinas es algo factible de constatar tanto en los registros de las estancias como en los de la misión La Candelaria.134 “Vendimos al señor Simón Cuitanich 10 bueyes por $800 moneda de Chile, que nos pagará en el otro viaje del correo”135 En función de lo expuesto hasta aquí, cabe la tentación de exceptuar a Tierra del Fuego de una etapa colonial. Consideramos empero, que sí se generó un escenario con estas características, en el que se conjugaron factores propios de un ciclo colonial dependiente de una metrópoli europea con aquellos inherentes a una etapa nacional. Por un lado, esta colonización tuvo de iniciática –aunque sin desconocer las etapas anteriores ni sugerir un accionar sobre lo presumiblemente prístino– ya que hasta fines del siglo XIX el impacto sobre los pueblos originarios fue menor, aún tenían de primigenios, justamente por no haber experimentado aún la colonialidad del poder. El espacio en general aún no había sido alterado en demasía hasta el inicio de las actividades extractivas y productivas. Durante el último cuarto del siglo XIX, Tierra del Fuego ya no fue “ecosistémica y biodiversa naturaleza”, sino “recursos naturales”, naturaleza instrumentalizada por el predominio de la técnica. La región surgió a partir de la ecuación capital– recursos naturales; devino escenario de acumulación originaria basada en la predación salvaje y la violencia sin disimulo contra las vidas humanas y el territorio, clave en los inicios del capitalismo, en el desarrollo moderno. Los selk’nam comenzaron a padecer la táctica de cercamiento tan característica de esta etapa y el consecuente “brutal proceso de separación respecto a sus medios de auto-provisión, conocido como acumulación primitiva”.136 Por otra parte, la ya mencionada debilidad de las agencias estatales que entre otras cuestiones implicó un desarrollo de las actividades económicas con 132 AMJF, CS, 18-9-1920. 133 Carta al presidente del Banco de la Nación Argentina –2-3-1912-, del gerente de la sucursal de Ushuaia. AMFM, Caja “Gobernadores”, expte. 4582. 134 Archivo particular de la estancia San Pablo.Diario contable, 1910. 135 AMJF, CS, 22-12-1903. 136 PERELMAN, Michael “The Invention of Capitalism The Secret History of Primitive Accumulation and Classical Political Economy”, Durham & London, Duke University Press, 2000, en GALAFASSI, Guido “Renovadas versiones de un proceso histórico en marcha. La predación del territorio y la naturaleza como acumulación”, Theomai, 25.



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un carácter de enclave, con escasa injerencia legal, política o económica de las autoridades nacionales, tal como expresara el gobernador en su memoria de 1921. Primero fue el laboreo aurífero, con la emblemática figura del lado argentino de Julio Popper y fundamentalmente la ganadería ovina. Otra característica fue la gravitación de los empresarios ganaderos, que poseían la cualidad de desenvolverse a ambos lados del límite internacional con total soltura, a partir de la combinación de factores tales como: el ser empresarios– ganaderos y no sólo lo segundo, la concetración de tierras y capitales y la comunicación directa desde y hacia el mercado internacional. Como veremos, la tierra se entregó en forma de latifundio y si bien esto no es exclusivo de Tierra del Fuego, sí lo es que se trate de un espacio isleño y –por lo tanto– de un número muy reducido de propietarios que además impulsaron el flujo colonizador de la provincia de Santa Cruz y de la Tierra del Fuego argentina desde Punta Arenas, apropiándose de la mayor parte de las tierras de la región. La vinculación directa con Gran Bretaña marcó el desarrollo de este espacio. Las inversiones inglesas fueron vitales para el desarrollo ganadero lo mismo ocurrió para el ramo mercantil, dando lugar a una “especial estrategia que permitía a estos capitales controlar simultáneamente la producción y distribución de los productos ganaderos en los mercados del Atlántico y del Pacífico”.137 Gran Bretaña dominó el comercio magallánico y alcanzó el monopolio de las exportaciones ovinas durante la Primera Guerra Mundial.138 El creciente tráfico marítimo por el estrecho de Magallanes brindaba la posibilidad de comunicación directa con el mercado mundial, con el atractivo ingrediente de ser Punta Arenas puerto libre de aduanas desde 1867. Lo privado superó y se adelantó a lo público y en muchos casos el rol del Estado quedó revocado. Los propietarios –como veremos, la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego (SETF)– se erigieron como los palpables ostentadores de autoridad y como abastecedores de las agencias estatales: tierras (el Estado debía solicitarlas para instalar –por caso– la comisaría de Río Grande), suministro de luz, alimentos, cabalgaduras, forraje, mantenimiento de caminos, comunicaciones telegráficas y telefónicas,139 con lo que en la práctica, los funcionarios policiales asumieron el papel de guardianes de los intereses de los establecimientos. Los imprevistos se resolvían directamente con la intervención de los propietarios140y –como dijimos– tanto Ushuaia como La Candelaria dependían del abastecimiento desde Punta Arenas por vía marítima, a través de las embarcaciones propiedad de la SETF. Esta empresa monopolizó prácticamente la navegación y las comunicaciones, las cuales revestían carácter obsesivo. 137 BANDIERI, Susana Historia... cit., p. 253. 138 MARTINIC, Mateo Historia de la región... cit., p. 798. 139 El Estado argentino debió arrendar en 1896, 3 lotes a Mauricio Braun para instalar la comisaría de Río Grande. 140 AMFM, Carta al ministro del interior, J.V. González, Exp. 4903. 9-8-1902.

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La conjugación de estos factores hizo de la capacidad productiva uno de los rasgos sobresalientes de la producción ovina en la isla. Desde un comienzo la actividad ganadera estuvo signada por el desarrollo tecnológico e industrial, fruto de altas inversiones y la solvencia empresarial. Por un lado, las instalaciones y edificaciones en general eran de extrema calidad y modernidad, e hicieron de los establecimientos, verdaderos modelos de producción. Por otro, se aplicaron innovaciones tecnológicas en el manejo y selección de animales y al uso de los potreros, pasturas y aguadas, con lo que “la crianza ovina magallánica alcanzó el máximo nivel de eficiencia posible para la época, con mejoramientos progresivos en la productividad y en la producción”.141 Otra de las facetas de esta “eficiencia” fue la instalación desde un primer momento de plantas de faenamiento y frigorización de alta tecnología y graserías para el aprovechamiento integral de los animales. Ya en 1901 instalaron en la estancia Caleta Josefina, la primer grasería a fin de aprovechar los animales cuya lana no podía ser utilizada. Uno de sus pilares de la SETF fue justamente la tecnologización de la producción y automatismo de las faenas, a partir de la introducción de moderna maquinaria. Fue la maquinización antes que la población, lo que se expandió en el territorio de la empresa, generando un sueño industrial curiosamente cumplido en la estepa, pero que devenía post industrial si se afincaba la mirada en la carencia del flujo social y no en las “islas tecnológicas”. El vínculo con Inglaterra permitió que la producción ovina en Patagonia meridional oficiara de laboratorio donde “las fábricas de hierro y acero británicas, así como el know how de sus técnicos, pudieron realizar una experiencia inédita”. Al punto que desde los cambios generados en aquella época –como por ejemplo la sustitución de la tijera y el corte a campo abierto por las guías eléctricas en el interior del galpón– la industria no ha cambiado demasiado.142 De todas maneras, esta gran inversión inicial se detuvo una vez lograda la “etapa secundaria de transformación industrial –la instalación de plantas de beneficio y frigorización”,143 puesto que la misma se implementó para aprovechar al máximo los excedentes anuales y no por una convicción altruista en el desarrollo. De ahí en más, la exportación hizo el resto, quedando en los países receptores las siguientes etapas de elaboración, incluidas algunas muy simples como el lavado de la lana. En cuanto a la mano de obra, era mayormente calificada –eran obreros y no campesinos como en la etapa pionera que abarcó 1877/1900– y obviamente estacional. En un principio, los obreros fueron convocados en los puertos británicos, incluidas Nueva Zelanda y Australia. Con los años acudirían de otras nacionalidades, aun141 MARTINIC, Mateo Historia de la región... cit., p. 816. 142 BASCOPÉ, Joaquín “Pasajeros del poder propietario. La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego y la biopolítica estanciera (1890-1920)”, Magallania, Núm. 36(2), Universidad de Magallanes, Punta Arenas, p. 22. 143 BASCOPÉ, Joaquín “Pasajeros del poder...” cit., p. 23; MARTINIC, Mateo Historia de la región... cit., p. 797.



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que la homogeneidad británica se mantendría en los cuadros superiores, siendo los chilenos y argentinos los ubicados en puestos rasos y peor remunerados. La concentración de la tierra y el capital, el monopolio de la producción y la distribución, las altas inversiones inglesas y el control de los mercados, la supremacía sobre los Estados, el no respeto de los límites políticos por parte de los flujos de capital y el comercio hicieron de la región el ejemplo de dinamismo y crecimiento por excelencia a principios del siglo XX. Esto es siempre ladeando la mirada hacia Punta Arenas, puesto que en esta fortaleza radicó la debilidad argentina, la dependencia. Entre 1914 y 1922 comenzó a disminuir la incidencia de la zona austral: con la apertura del canal de Panamá, “el extremo austral americano pasa a la periferia de los acontecimientos políticos y económicos internacionales”.144 Hay que agregar también, la crisis lanera originada en la disminución de la demanda y precio del producto y “agravada por las huelgas de los peones rurales, la sequía de los años 1921-22 que provocó una importante mortandad de la hacienda; […] por último, incide especialmente la política de integración territorial encarda por Hipólito Yrigoyen; principalmente la reimplantación de los impuestos aduaneros, que afectará la rentabilidad de las empresas ganaderas. Medida que, con anterioridad, había adoptado Chile para sus territorios del sur”.145 La tendencia a la nacionalización de la región se acentuó con la Ley de Cabotaje de 1918 que reservaba el comercio de cabotaje a buques de bandera nacional, los cuáles debían contar con pabellón, capitanes y una cuarta parte de tripulación argentinos. La ley además estipulaba una serie de medidas fiscales tendientes a estimular la construcción de buques en el país. El monopolio del transporte en manos de los Braun-Menéndez comenzaba a diluirse. El traslado de la sede de los negocios de Braun y MenéndezBehety a la capital federal (1918) y el levantamiento de las sucursales del Banco de Punta Arenas en el territorio (1923) son ejemplos del fin de la región autárquica. Santa Cruz dejará de ser un área dependiente de Punta Arenas para convertirse en una zona periférica de Argentina.146 Los rasgos económicos hasta aquí expuestos fueron de la mano de otra particularidad de las etapas iniciáticas –aunque no exclusiva de ellas-: la lógica de raza, “como instrumento de clasificación social básica de la población […] un modo de otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuestas por la conquista”.147 En Tierra del Fuego, la raza permeó las situaciones y las articulaciones sociales y las nuevas identidades producidas sobre esta idea fueron asociadas a una división del trabajo específica. El tipo de colonización referido permitió una proximidad 144 LUIZ, María Teresa y SCHILLAT, Mónica La frontera austral ... cit., p. 2. 145 BARBERIA, Elsa Los dueños de la tierra...” cit., p. 72. 146 BARBERIA, Elsa Los dueños de la tierra...” cit., p. 74. 147 QUIJANO, Aníbal “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en LANDER, Edgardo –compilador– La colonialidad del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales perspectivas latinoamericanas, CLACSO, Buenos Aires, 2003.

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entre las lógicas de raza y de clase, imponiendo una “sistemática división racial del trabajo”.148 La consideración del indígena como inferior por factores de tipo biológico resultó funcional a la jerarquización social, pasando de un racismo de “tipo biológico-fenotípico y morfológico a uno de clase o clasismo”.149 Ciertas dinámicas intelectuales han propuesto especialmente para Patagonia Continental no adoptar las campañas militares de fines del siglo XIX como punto de partida de un proceso, sino como una inflexión en una realidad que la antecede y que abarca singularidades tanto políticas como económicas, enfatizando los “intentos de asentamiento blanco previos al avance militar”, movimientos poblacionales provenientes del oeste y la “pervivencia de prácticas económicas y circuitos comerciales vinculados al área del Pacífico”.150 Vimos que para el caso de la colonización de la Tierra del Fuego esta concepción deviene inaplicable, ya que si bien es factible desmenuzar un concreto acontecer histórico de larga duración, los cambios propiciados durante el último cuarto del siglo XIX fueron contundentes. Así es que propusimos una colonización particular y acorde a la mencionada superposición de cualidades propias de dos colonialidades (iniciática-europea/ nacional-republicana) la incorporación marginal al mercado de trabajo fue de la mano de una análoga a la ciudadanía en particular y a la sociedad en general. La colonialidad nacional, aquella que viabilizó ambos modos de subalternización, es también la que facilitó la aplicación de los dispositivos de poder –soberanos y disciplinarios– que en otras regiones se ejecutaron desde los virreinatos, en etapas diferentes.151 En Tierra del Fuego las expediciones militares corrieron paralelas e interdependientes con las misiones salesianas y anglicanas. Colonialidad nacional en tanto inevitable estatus jurídico administrativo y dominación política. Pero fundamentalmente artífice de los procesos de exclusión, subalternización, invisibilización, propios de momento de expansión soberana. Estados-Nación que generan otros internos; indígenas sometidos, pauperizados, asimilados en calidad de derrotados; incorporados diferencialmente a la argentinidad. Estos procesos se dieron paralelos a una operación efectuada de la “mano de las instituciones científicas: la deshistorización, exotización, museologización, paleontologización y arqueologización conceptual de la población indígena”.152

148 QUIJANO, Aníbal “Colonialidad...”, cit. 149 NACACH, Gabriela La deriva... cit. 150 BLANCO, Graciela “Las explotaciones ganaderas en la Patagonia: sujetos sociales, articulación comercial y organización socio espacial”, en BANDIERI, Susana, BLANCO, Graciela y VARELA, Gladys Hecho en Patagonia: la historia en perspectiva regional, EDUCO. Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, 2005, p. 155. 151 BOCCARA, Guillaume “Notas acerca de los dispositivos de poder en la sociedad colonial-fronteriza, la resistencia y la transculturación de los Reche-Mapuche del Centrosur de Chile (XVI-VIII)” Revista de Indias, LVI (208), Madrid, pp. 659-695. 152 NACACH, Gabriela La deriva... cit.



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El último cuarto de siglo XIX fue determinante para la población selk’nam, en función de las especificidades que adoptó la implementación del capitalismo en la zona y los dispositivos de poder en tanto superposición de dos lógicas coloniales aplicadas en un espacio isleño. Entre las acciones concretas se cuentan las persecuciones, la matanza por parte de los propietarios de tierras y, en menor medida, de los buscadores de oro. Las deportaciones a la isla Dawson fueron fundamentales: las autoridades, conjuntamente con los dueños de tierras y los misioneros, llevaron adelante la estrategia de trasladar grandes cantidades de indígenas a los establecimientos religiosos, incluida La Candelaria. Incluso entre “las familias más pudientes se impuso la moda de acoger un niño selk’nam”.153 Es célebre el remate de indígenas llevado a cabo por el propio Gobernador chileno Señoret, como un episodio dentro de lo que se estima fue el “secuestro y adopción forzada de niños fueguinos como una práctica masiva, motivada por la falta de servidumbre, que involucró no sólo a misioneros, sino a funcionarios y empresarios”.154 Entre las consecuencias indrirectas de la ganadería ovina el cercado de los territorios condicionó el movimiento de los grupos que, alterada su territorialidad, asistieron a un enfrentamiento intraétnico o a la potenciación del ya existente; generó alteraciones sustanciales en la cantidad de guanacos disponibles, recurso básico de los selk’nam, implicando escasez de alimento y otras materias primas y que los indígenas fueran capturados o asesinados por intentar aprovechar a las ovejas como nueva fuente nutricional. Pero básicamente se dieron alteraciones socioculturales en general y sanitarias en particular, con un impacto demográfico consecuente, todo lo cual constituye una manifiestación en sí misma de la colonización, aspectos a cuyo entendimiento pretendemos aportar con esta obra.

153 GUSINDE, Martín, citado en BASCOPÉ, Joaquín “Bajo tuición. Infancia y extinción en la historia de la colonización fueguina”, Corpus - Archivos virtuales de la alteridad americana, Vol. 1 (1), URL: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/corpus, 2011. 154 GUSINDE, Martín, citado en BASCOPÉ, Joaquín “Bajo tuición…”, cit. También ALIAGA ROJAS, Fernando “La Misión en la isla Dawson...” cit., p. 43; BORGATELLO, Maggiorino Nozze D’argento. Ossia 25 anni di missione salesiana nella Patagonia meridionale e Terra del Fuoco, Della prefectura apostólica di Mons. G. Fagnano (1887-1912), Societá Editrice Internazionale, Torino, 1921, p. 315 y ss.

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