con Á. Fernández Collado, El cardenal Francisco Antonio de Lorenzana y los códices de la Capilla Sixtina en España, in I. Galina Russell, M. Garone Gravier, L. Godinas (Eds.), De la piedra al pixel, Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, pp. 203-246.

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Descripción

de la piedra al pixel reflexiones en torno a las edades del libro

Marina Garone Gravier, Isabel Galina Russell y Laurette Godinas [editoras]

Universidad Nacional Autónoma de México México 2016

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De la piedra al pixel: reflexiones en torno a las edades del libro / Marina Garone Gravier, Isabel Galina Russell y Laurette Godinas (editoras). Primera edición 987 páginas. – (Colección banquete) ISBN 978-607-02-4832-0 (colección) ISBN 978-607-02-7766-5 1. Libros – Historia. 2. Imprenta – Historia. 3. Escritura – Historia. I. Garone Gravier, Marina, editor. II. Galina, Isabel, editor. III. Godinas, Laurette, 1972 – , editor. IV. Serie. Z4.D45 2016 LIBRUNAM 1786103

Primera edición: 16 de marzo de 2016 D.R. © 2016 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, 04510, Ciudad de México Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial Instituto de Investigaciones Bibliográficas ISBN de la colección: 978-607-02-4832-0 ISBN de la obra: 978-607-02-7766-5 Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Impreso y hecho en México

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EL CARDENAL FRANCISCO ANTONIO DE LORENZANA Y LOS CÓDICES DE LA CAPILLA SIXTINA EN ESPAÑA Elena De Laurentiis* Ángel Fernández Collado**

Francisco Antonio de Lorenzana: Un arzobispo culto, emprendedor y de gran corazón Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón (figura 1), además de una excelente persona y de un hombre culto e ilustrado, fue un gran pastor y arzobispo de México y de Toledo, un sobresaliente cardenal de la Iglesia católica, un hombre inmerso en el espíritu ilustrado de su tiempo y un mecenas e impulsor de multitud de creaciones litúrgicas, religiosas, artísticas, arquitectónicas, medioambientales, literarias, históricas, bibliográficas, sociales y caritativas, con las cuales ha dejado su impronta y su huella en la historia de nuestro mundo. Por mi parte, el objetivo de redactar estas páginas es presentar una semblanza biográfica del cardenal y arzobispo de México y de Toledo, don Francisco Antonio de Lorenzana, un clérigo muy preparado intelectualmente, de manera especial en el campo del derecho, de espíritu emprendedor, que realizó e impulsó numerosas actividades religiosas, científicas y culturales, y dotado de un gran corazón cristiano y sacerdotal, como lo reveló su celo apostólico y su constante preocupación por la formación y el crecimiento espiritual de su clero y sus diocesanos; y, a la vez, dar a conocer el origen de un conjunto de manuscritos procedentes de la sacristía de la Capilla Sixtina en el Vaticano, que él adquirió y logró salvar de la posible destrucción por parte de las tropas francesas, invasoras de Roma, y que trasladó a su sede episcopal en Toledo. La mayor parte de estos magníficos manuscritos se conservan en buen estado en la * Investigadora independiente, Genova, Italia. ** Instituto Teológico San Ildefonso, Toledo, España. 203

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Figura 1. Zacarías González Velázquez, Retrato del cardenal Francisco Antonio de Lorenzana, 1807. Óleo sobre lienzo, 87 × 60 cm. Toledo, Catedral Primada, Sala Capitular.

Biblioteca Capitular de la Catedral de Toledo y han sido objeto recientemente de varias exposiciones con la publicación de sus respectivos catálogos: la celebrada en Madrid, España, en la Biblioteca Nacional de España, del 19 de octubre de 2010 al 9 de enero de 2011: Códices de la Capilla Sixtina. Manuscritos miniados en colecciones españolas; la celebrada en Dallas, Texas, en el Meadows Museum, del 23 de enero al 23 de abril de 2011: The Lost Manuscripts from the Sistine Chapel: An Epic Journey from Rome to Toledo; y la celebrada en Toledo, España, en la Catedral Primada: Códices de la Capilla Sixtina en la Biblioteca Capitular de Toledo, del 25 de junio al 30 de septiembre de 2011. A este conjunto de manuscritos se añadieron también un grupo de libros impresos procedentes de algunas de las bibliotecas incautadas en Roma a los

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padres jesuitas a causa de la supresión de la Compañía de Jesús. Estos manuscritos y libros impresos, comprados por el cardenal Lorenzana en Roma, fueron enviados a la archidiócesis de Toledo en 1798 y donados a la Biblioteca Arzobispal y, en su mayor parte, 27 volúmenes, a la Biblioteca Capitular de la Catedral de Toledo. Posteriormente algunos de ellos, por circunstancias históricas de la política española, pasaron a formar parte de la Biblioteca Pública de Castilla-La Mancha, en Toledo, y de la Biblioteca Nacional de España, en Madrid. Los manuscritos son magníficos e importantes por el lugar donde se encontraban y utilizaban: la sacristía de la Capilla Sixtina en el Palacio del Vaticano en Roma; por las personas que los utilizaban en las celebraciones litúrgicas: los papas y sus acompañantes; y por la belleza de sus contenidos: pinturas miniadas, decoraciones particulares y generales, textos litúrgicos y música. Un auténtico tesoro bibliográfico y religioso, salido de Roma y conservado en Toledo, especialmente en la Biblioteca de su Catedral Primada. La presentación de una semblanza biográfica de un personaje histórico y cardenal de la Iglesia católica, como Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón, arzobispo de Toledo y primado de España, con una importante presencia en la sociedad intelectual, cultural y civil de su tiempo y con una influencia decisiva en la Iglesia con su actividad pastoral, caritativa, cultural y de gobierno, no es fácil de realizar ni está exenta de dificultades y apreciaciones subjetivas. Como doctor y profesor de historia de la Iglesia y como archivero y bibliotecario, intentaré ser objetivo y describir la vida y las obras del cardenal Lorenzana de la manera más clara y concreta posible. Han sido muchos autores los que en los últimos años se han interesado por conocer la persona y la actividad cultural y pastoral del sabio y magnánimo arzobispo toledano. Cada uno lo ha hecho desde su ámbito de conocimiento e interés, pero todos coinciden en la grandeza de su persona y la importancia de sus proyectos y realizaciones. Así, el doctor D. Gregorio Marañón en su obra “Elogio y nostalgia de Toledo”, publicada en 1973, lo presenta como uno de los grandes arzobispos que han regido la Iglesia toledana y cuya memoria ha quedado grabada en la historia de España por las importantes y grandes obras que realizó y que siguen hablando de su buen hacer hasta nuestros días:

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Lorenzana, todo patriotismo, pacifismo y caridad, ha sido para mí uno de los más grandes señores de la Iglesia española; más grande, en ciertos aspectos, que [los cardenales] Mendoza y Cisneros, cuyas glorias políticas y guerreras admiro, pero siempre que las oigo referir las comparo y salen perdiendo con las [obras] del cardenal de los telares de seda y de lino.1

Por su parte, el doctor D. Francisco Antonio González, en la oración fúnebre pronunciada en 1804, a los pocos días de su fallecimiento, lo recordaba con estas expresiones que hoy día siguen teniendo validez: La muerte, tributo impuesto al primer hombre, arrebató del mundo al eminentísimo Lorenzana, pero no pudo arrebatar sus virtudes heroicas. Viven todavía, viven su piedad y su celo en un alma grande que, dirigida y educada según sus principios y máximas, ha gobernado el rebaño de Jesucristo por las sendas de la verdad;… Viven asimismo su esplendidez y protección en tantos corazones reconocidos, en tantos domicilios piadosos erigidos para amparo de la humanidad afligida. Vive finalmente su caridad en las dos Casas [de Caridad] de Ciudad Real y Toledo, con las que se ha mostrado tan liberal al tiempo de su fallecimiento.2

Y, como un anticipo de lo que posteriormente dirían de él respecto a su atención y cuidado de su clero y fieles como Arzobispo y pastor diocesano de Toledo, es­ cribía el mismo cardenal Lorenzana en una de sus primeras cartas pastorales, en 1774, nada más llegar a la archidiócesis primada, titulada “Aviso paternal que el Arzobispo de Toledo da a los Venerables Sacerdotes del Arzobispado”: La gloria de un padre es el hijo sabio y bien educado; y la gloria, la corona y verdadero honor de un obispo es la instrucción de su Clero, su buena vida y ejemplo. Las piedras preciosas de la Mitra de un Prelado sos las virtudes de los sacerdotes Gregorio Marañón Moya, Obras completas, ix, Ensayos, Madrid, Espasa Calpe, 1973, p. 576. 2 Francisco Antonio González, Oración fúnebre a la buena memoria del emmo. y excmo. señor cardenal arzobispo de Toledo Antonio de Lorenzana, Madrid, 1804. 1

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de su diócesi[s] y sus santos ejercicios en beneficio de los fieles; el Báculo pastoral lo sostienen los sacerdotes para que, como Pastor mayor de todo el Rebaño, [sea] bien gobernado y todos [le] ayuden a dirigirle por pastos saludables.3

En un ambiente ilustrado El siglo xviii es el siglo de la Ilustración4 y en él se encuentra inmersa y se desarrolla la mayor parte de la vida consciente y activa del cardenal Francisco Antonio de Lorenzana. Se le suele presentar como un eclesiástico ilustrado, aunque el término no se le puede aplicar en toda su extensión, y menos aún en su concepción enciclopedista de persona eminentemente racionalista y naturalista, atea, contraria a los dogmas, a la Iglesia y a la intervención de Dios en el mundo. Nada más lejos de la personalidad de Lorenzana. Sin embargo, al conocer sus numerosísimas obras de caridad, de promoción humana, de conocimiento y difusión del pensamiento, de las artes y de la cultura, su interés por el glorioso pasado cristiano en España, por el bien público en sus diferentes manifestaciones, por el cultivo de las ciencias naturales, exactas e históricas, y sus predicaciones, sermones e instrucciones al clero y al pueblo, sí podemos decir que algunos aspectos del llamado “despotismo ilustrado del siglo xviii” están presentes en su vida y obras. Sin duda, los aspectos que realmente marcaron el conjunto de sus actuaciones como arzobispo y como hombre de gobierno en la Iglesia fueron el bien espiritual de los hombres y mujeres de su diócesis, la caridad hacia los más necesitados y la promoción social y cultural de las gentes. En este ambiente ilustrado es donde encontramos al cardenal Lorenzana. Un clérigo preparado intelectualmente, inquieto culturalmente, consciente de la nece­ si­dad de reformas y transformaciones en la Iglesia y gran impulsor de obras cul­ tu­ra­les, artísticas, intelectuales y sociales tendentes a favorecer el bien común, Francisco Antonio Lorenzana y Buitrón, Aviso paternal que el Arzobispo de Toledo da a los Venerables Sacerdotes del Arzobispado, Toledo (17 de marzo), 1774, p. 5. 4 Ángel Fernández Collado, Historia de la Iglesia en España, Edad Moderna, Toledo: Instituto Teológico San Ildefonso, 2007, pp. 172-180. 3

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el progreso social y la profundización en el saber. Sus motores, desde la fe y su con­ciencia de pastor y obispo de sus diócesis, no fueron otros que el bien espi­ritual de sus fieles, la caridad, manifestada en multitud de obras de carácter social y de promoción humana, y su amor por los libros y la cultura, especialmente aquella que entroncaba con el esplendor de la Iglesia antigua y el espíritu humanista.

Semblanza biográfica de Francisco Antonio de Lorenzana: Nacimiento y formación académica Don Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón5 nació en León el 22 de septiembre de 1722, habiendo sido bautizado en la parroquia de San Pedro y San Isidro, se le impuso el nombre de Francisco Antonio José. Sus padres fueron Jacinto Manuel María Rodríguez de Lorenzana Buitrón y Varela, natural de León, y María Josefa Irauregui y Salazar, natural de Castro Urdiales, en Cantabria. Tuvo cuatro hermanos: Micaela, Pedro Ventura, Tomás y María. Estudió gramática con los padres jesuitas de León, y humanidades con los padres benedictinos del priorato de San Andrés de la Espinareda. Aquí obtiene el grado de bachiller en artes, en 1739. Accede al estado eclesiástico como clérigo en 1734 y recibe la tonsura eclesiástica. En 1740 comienza los estudios de teología y ambos derechos en las Universidades de Valladolid, Burgo de Osma y Salamanca. En 1742 alcanza el grado de Bachiller en Leyes en la Universidad de Santa Catalina del Burgo de Osma. Posteriormente realiza nuevos estudios Luis Sierra Nava-Lasa, El cardenal Lorenzana y la Ilustración, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1975; Manuel Gutiérrez García-Brazales, “Don Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón (1772-1800)”, en Los Primados de Toledo, Toledo, Diputación Provincial, 1993, pp. 136-137; Id., “Francisco Antonio de Lorenzana, el cardenal ilustrado de Toledo”, en III Simposio Toledo Ilustrado, Toledo, Centro Universitario, 1975, II, pp. 5-26; Leandro Higueruela Del Pino, “Don Francisco Antonio de Lorenzana, Cardenal Ilustrado”, Toletum, 23, 1989, pp. 161-191; Id., “Los archivos de Toledo con referencia al cardenal Francisco Antonio de Lorenzana (1754-1800)”, en Homenaje a Don Agustín Millares Carlo, Madrid, 1975, i, pp. 661-683; Miguel Ángel López Nombela, “Lorenzana, vicario general en Toledo”, en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, jccm, Toledo, 1988, viii, pp. 439-414.

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y consigue el título de licenciado en leyes. Continúa sus estudios en “utroque iure” en la Universidad de Salamanca y consigue el doctorado.

Primeros pasos en su recorrido eclesiástico En 1750, con 28 años, habiendo superado positivamente la prueba del Expediente de Limpieza de Sangre, gana por oposición la canonjía de doctoral en la catedral de Sigüenza6 y se encarga, junto con la tarea de bibliotecario, de la ase­ so­ría jurídica al Cabildo y de la administración y capellanía del hospital de San Mateo. En las reuniones capitulares se le concede únicamente voto consultivo por no haber sido ordenado aún in sacris, recordándole la disposición vigente de or­ ­de­narse de presbítero en el plazo máximo de un año. En 1751 recibe la Orde­na­ ción Sacerdotal de manos del obispo auxiliar de Toledo en la localidad de Gualda. Durante los cuatro años que permaneció en Sigüenza como canónigo, clasificó y ordenó los fondos documentales de la Biblioteca Capitular y redactó un nuevo Inventario de alhajas y ornamentos. En marzo de 1754, el administrador del arzobispo de Toledo, cardenal-infante, don Luis Antonio de Borbón, le concede en nombre de Su Majestad una canonjía de gracia en la catedral de Toledo. El 20 de septiembre de 1754 tomaba personalmente posesión de su canonjía en Toledo, jurando, en la Sala Capitular las Constituciones y loables costumbres de la Iglesia de Toledo, el Estatuto de Limpieza de Sangre y recitando la profesión de fe y el voto de la Purísima Concepción de Nuestra Señora.7 Unos meses más tarde, habiendo renunciado Gregorio Sánchez Doncel, “Francisco Antonio de Lorenzana, canónigo doctoral de Sigüenza”, Hispania Sacra, 14, 1961, pp. 323-336. 7 En el Cabildo de Toledo, Lorenzana tuvo como compañeros a importantes y doctos canónigos, como los deanes Infantas y Guzmán, Pérez Sedano, Felipe Fernández Vallejo, Francisco Fabián y Fuero, Francisco Pérez Bayer, Fernández de Córdoba, Munárriz, Cor­ nejo, Rodríguez y Arizcún. Por entonces se inician y consolidan los proyectos de ordenación, publicación y catalogación de los fondos del Archivo Capitular. Al frente de ellos estuvieron los padres benedictinos Diego Mecolaeta y Martín Sarmiento, el jesuita padre Andrés Marcos Burriel y Francisco Pérez Bayer. 6

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el cardenal don Luis Antonio de Borbón a la titularidad del arzobispado de Toledo, su sucesor y nuevo arzobispo de Toledo, don Luis Fernández de Córdoba, conde de Teba, nombra a don Francisco Antonio de Lorenzana como nuevo vicario general de la Archidiócesis Primada. Unos años más tarde este mismo arzobispo le concedería la dignidad catedralicia de abad de San Vicente de la Sierra y le designaría como deán de la catedral de Toledo.

Obispo de Plasencia El 5 de junio de 1765, después de 11 años de canónigo en Toledo, es nombrado obispo de Plasencia,8 y es consagrado en Madrid el 11 de agosto de 1765, en la iglesia de los padres dominicos del convento de Santo Tomás. Pero un nuevo y casi inmediato nombramiento episcopal impedirá el desarrollo de su labor pastoral en la diócesis placentina.

Arzobispo de México El 14 de abril de 1766 es nombrado arzobispo de México,9 archidiócesis de la que tomó posesión ante notario nada más desembarcar en Veracruz, el 22 de agosto de 1766. Llegado a su sede episcopal de México, como buen pastor preo­ cupado por sus diocesanos, desarrolla una extraordinaria actividad pastoral: realiza la visita a la diócesis (figura 2), predica a los sacerdotes y catequistas, escribe avisos y edictos referidos al adoctrinamiento de los indios, funda y organiza misiones, construye y funda un hospital, un asilo u hospicio de pobres y una casa de niños expósitos, reprime la esclavitud, ejecuta el decreto de expulsión de los jesuitas, publica un catecismo para párrocos, fomenta la composición de gramáticas indígenas, lleva a cabo proyectos urbanísticos, prepara la Remigius Ritzler y Pirminus Sefrin, Hierarchia Catholica Medii et Recentioris Aevi, Patavi, 1958, vi, p. 340. 9 Ibid., p. 288. 8

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Figura 2. José Antonio de Alzate y Ramírez, Atlas eclesiástico del Arzobispado de México, en el que se comprenden los curatos con sus vicarías y lugares dependientes: dispuestos de orden del Yllus­trí­ si­mo Señor Doctor Don Francisco Antonio Lorenzana Buytrón digníssimo arzobispo de esta ­san­ta Yglesia Metropolitana, 1767, aguada sobre papel, 210 × 260 mm. Toledo, Biblioteca Pública del Estado-Biblioteca de Castilla-La Mancha, Colección Borbón-Lorenzana, ms. 366, Missiones de Tampico, f. 91.

edición de las Actas de los Concilios mexicanos con la historia de sus obispos, convoca y preside el IV Concilio Provincial Mexicano en 1771 (figura 3), y financia el estudio de las antigüedades mejicanas, redactando y aumentando con notas personales la Historia de la Nueva España, de Hernán Cortés.10 Idem. Toribio Esquivel Obregón, Biografía de Don Francisco Antonio de Lorenzana. Ideario político y jurídico de Nueva España en el siglo xviii, México, 1941; Manuel Jiménez Fernández, “El Concilio IV Provincial Mexicano”, Anales de la Universidad Hispalense, 1, 1939, pp. 1-123; Javier Malagón-Barceló, “La obra escrita de Lorenzana como arzobispo de México (1766-1772)”, en III Simposio Toledo Ilustrado, Toledo, Centro Universitario, 1975, ii, pp. 27-66, e idem, Historia Mexicana, 23, enero-marzo 1973, pp. 437-465; Luisa Zahíno Peñafort (recop.), El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano,

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Figura 3. Actas del IV Concilio Mexicano, 1771, manuscrito en papel, 307 × 213 mm. Lám. 207, inscripción: “Figura de el Orden de asientos en las Funciones de Ygl.a de el quarto Conc.° prov.l Mexicano”. Toledo, Biblioteca Pública del Estado-Biblioteca de Castilla-La Man­cha, Colección Borbón-Lorenzana, ms. 62.

Arzobispo de Toledo Pasados seis años como arzobispo de México, el 27 de enero de 1772 es nombrado arzobispo de Toledo.11 En marzo, el señor deán de la Catedral Primada, don Aurelio Beneito, habiendo recibido de parte del arzobispo las bulas pontificias y las Reales Ejecutorias, así como los poderes necesarios, toma posesión México, 1999; Biblioteca Pública de Toledo, “IV Concilio Mexicano”, Colección BorbónLorenzana, ms. 62. 11 Remigius Ritzler y Pirminus Sefrin, Hierarchia Catholica Medii et Recentioris Aevi, op. cit., vi, p. 410; Manuel Gutiérrez García-Brazales, “El cardenal Lorenzana, preceptor de los hijos del infante don Luis”, Anales Toledanos, 18, 1984, pp. 181-230.

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del arzobispado en su nombre, haciéndolo también públicamente en el ayuntamiento toledano.12 El nuevo arzobispo de Toledo, don Francisco Antonio Lorenzana, llegaría a España el 18 de julio de 1772; desembarca en el puerto de Cádiz. Y en la tarde del día 3 de octubre entra solemnemente en la ciudad imperial. El Rey, por su parte, el 7 de diciembre, le concede la gran Cruz de la Real y distinguida Orden de Carlos III. El 30 de marzo de 1789 es nombrado cardenal de la Iglesia por el papa Pío VI.13 Años más tarde, en 1797, se le concederá el título de cardenal presbítero de la Basílica de los Santos XII Apóstoles. El 29 de julio de 1794 es nombrado también inquisidor general de los Reinos de España, cargo en el que permanecerá hasta 1798.

Impulsor y mecenas de la cultura y de las artes en Toledo Durante su largo pontificado en la archidiócesis de Toledo, 28 años, la Ilustración encontró en él un genuino protector y colaborador.14 Su talante y actividad emprendedora en el campo de la cultura y de la promoción humana y caritativa es sorprendente. A continuación, dejamos constancia, de forma resumida, de la actividad pastoral y de las obras culturales, editoriales, constructivas, ornamentales y de caridad que impulsó y realizó siendo arzobispo de Toledo: — Enriquece y abre al público la Biblioteca Arzobispal, cuyos fondos son hoy el fundamento y prestigio de la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha en el Alcázar toledano. Clemente Palencia Flores, “Labor social de un cardenal ilustrado en Toledo”, en III Simposio Toledo Ilustrado, Toledo, Centro Universitario, ii, 1975, pp. 185-199. 13 Remigius Ritzler y Pirminus Sefrin, Hierarchia Catholica Medii et Recentioris Aevi, op. cit., vi, p. 36. 14 Clemente Palencia Flores, El cardenal Lorenzana, protector de la cultura en el siglo xviii, Toledo, 1946. 12

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— Regala al Cabildo de la catedral para su Biblioteca Capitular un conjunto de magníficos manuscritos comprados en Roma, en 1798, algunos de ellos procedentes de la sacristía de la Capilla Sixtina. Y hace posible la llegada también de un importante fondo de preciosos libros impresos pertenecientes a la biblioteca privada del cardenal Zelada. Durante su pontificado se redacta un nuevo Inventario de Reliquias y Alhajas del Sagrario de la catedral de Toledo, conservado en el Archivo Capitular.15 — Se rodea de hombres sabios y eruditos para llevar adelante la edición crítica de los Padres Toledanos, con obras de san Eugenio, san Ildefonso, san Julián, san Eulogio y san Isidoro y un apéndice con las tres Crónicas del arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada.16 En esta edición colaboraron los padres Flores y Risco, su bibliotecario Pedro Manuel Hernández, los benedictinos Ruete, Pablo Rodríguez, Ibarreta, eruditos como Espinós, Casiri, Francisco Pérez Bayer, Pedro Rodríguez Campomanes y el jesuita Faustino Arévalo, expertos isidorianos.17 — Editó las obras del santo nacido en León, san Martino; encargó al padre Risco el estudio de los orígenes de la Iglesia leonesa, que fue publicado en 1784, en los volúmenes xxxiv, xxxv y xxxvi de la España Sagrada; y ayudó en la restauración de la Colegiata de San Isidoro en León. — Editó varios poemarios de poetas cristianos primitivos y colaboró en una traducción de Columela. — Contribuyó a la edición, póstuma, de la Colección de cánones de la Iglesia española, de Pedro Manuel Hernández. — Reedita a sus expensas el Breviario y el Misal Mozárabe, tomando como modelo los editados por el cardenal Cisneros a principios del siglo xvi. — Ampara y colabora en el proyecto paleográfico de Francisco Javier de Santiago Palomares. Archivo Capitular de Toledo, “Inventario de las Reliquias y Alhajas del Sagrario de esta Santa Primada Iglesia, hecho por el Emmo. S. Don Francisco Antonio Lorenzana, cardenal arzobispo de ella, en la Visita que principió el día 20 de junio del año de 1790”. 16 SS. Patrum Toletanorum opera, Madrid, 1782-1793. 17 Faustino Arevalo, S. Isidori Hispalensis opera omnia, Roma, 1797-1803. 15

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— Promueve una encuesta entre los curas del arzobispado, llamada “Interrogatorio”, y con sus respuestas y la ayuda del geógrafo Tomás López de Vargas Machuca, nos dejó una apreciada Descripción etnográfica de los pueblos del Arzobispado, o mapa del arzobispado de Toledo, con multitud de noticias sobre cada población y sus parroquias, conocida como “Las descripciones del cardenal Lorenzana”. — Defiende con energía la inmunidad de los territorios eclesiásticos. — Levanta un nuevo y soberbio edificio para la universidad toledana de Santa Catalina, obra del arquitecto Ignacio Haan, sede hoy del Vicerrectorado de la Universidad de Castilla-La Mancha en Toledo. — Construye un nuevo y espléndido edificio en un lugar aireado y con vistas al río para el Hospital de Dementes en Toledo, revitalizando y aumentando las rentas del antiguo Hospital del Nuncio o manicomio. — Instala y pone en marcha las Reales Casas de Caridad, en Toledo,18 Ciudad Real y Alcázar de San Juan, cuyos talleres y aulas dan trabajo a las personas en paro y forman a la juventud. La Casa de Caridad de Toledo se instaló en el edificio de El Alcázar, reconstruido por Lorenzana, siendo inaugurada el 15 de febrero de 1777. Con su puesta en funcionamiento logró mejorar la situación de cientos de pobres que pululaban por las calles de la ciudad. Allí aprendían y practicaban diversos oficios mecánicos y temporeros, y especialmente los relacionados con la manufactura de la seda, cuya venta era fácil. Todos tenían allí albergue, comida segura, vestido y asistencia sanitaria. Indirectamente, pretendía también acabar con la carga que significaba para la sociedad y el Estado la práctica de la mendicidad voluntaria y nutrir de personas útiles al ejército, la marina y las fábricas. Archivo Diocesano de Toledo, Fondo Lorenzana, Legajo Casas de Caridad, 1772-1800; Ángel Santos Vaquero, La Real Casa de Caridad de Toledo: una institución ilustrada, Toledo, ipiet, 1994; Jesús Fuentes Lázaro, “Historia de la Real Casa de Caridad de Toledo”, en III Simposio Toledo Ilustrado, Toledo, Centro Universitario, 1975, ii, pp. 67-88; Mariano García Ruipéz, “El cardenal Lorenzana y la Junta de Caridad”, Hispania Sacra, 37, 1985, pp. 33-58; Leandro Higueruela del Pino, “Arbitrismo y reforma durante la Ilustración en La Mancha. La Real Casa de Caridad de Ciudad Real”, Cuadernos de Estudios Manchegos, 8, 1976, pp. 63-163.

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En el año 1787 formaban parte de la Casa de Caridad de Toledo dos capellanes, cuatro empleados, 273 hombres, 290 mujeres, 109 niños y 107 niñas. El edificio levantado por Lorenzana en Ciudad Real como casa de Caridad alberga actualmente el Rectorado de la Universidad de Castilla-La Mancha. — Acoge en Toledo a más de 500 sacerdotes exiliados de Francia a causa de la Revolución Francesa, distribuyéndolos por las parroquias y monasterios y vela por su sustento, necesidades y medios de vida. — Embellece la Catedral Primada con numerosas obras de arte:19 adorna la capilla Mozárabe con un bello y espléndido mosaico de la santísima virgen María traído de Roma; redecora la Capilla de Reyes con nuevos altares y retablos, obra de Ventura Rodríguez, y con lienzos de Maella; embellece el claustro catedralicio con pinturas al fresco de Francisco Bayeu y Mariano Salvador Maella; renueva la Puerta del Reloj, dotándola del mejor reloj de torre en España, realizado por Manuel Gutiérrez, relojero de la Casa Real; renueva la puerta del Perdón, colocando en el segundo cuerpo de la portada una representación de la Cena de Jesucristo con sus discípulos, obra de Mariano Salvatierra; renueva la puerta de los Leones, donde López Durango restaura el segundo cuerpo sin romper con las formas anteriores; construye un bellísimo altar y retablo para la Capilla de San Ildefonso; y redacta un tratado sobre cómo pintar a fuego las vidrieras.20 — Ennoblece artísticamente, amplía y reforma las zonas de residencia y de oficinas del Palacio Arzobispal. Lo dota de una nueva portada en la calle Arco de Palacio e imprime al edificio una nueva imagen en su cara externa, especialmente en las calles Arco de Palacio, Trinidad, con la nueva

Juan Nicolau Castro, “Obras del siglo xviii en la catedral de Toledo”, Anales Toledanos, xix, 1984, pp. 203-240. 20 Biblioteca Capitular de Toledo, “Secreto de pintar a fuego las vidrieras” (1765), con nota autógrafa del cardenal Lorenzana, ms. 98-3. 19

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portada de la capilla, y cuesta de la ciudad. El resto del edificio no pudo rehabilitarse por encontrarse el cardenal desterrado en Roma. — Rehabilita para los enfermos en general el edificio del hospital de San Juan de Dios y el hospital del Corpus Christi. — Impulsa, colabora y lleva a término numerosas obras de urbanización en la ciudad de Toledo: como la del Paseo de la Rosa con la puerta del Puente de Alcántara, que terminaba en la Fuente Nueva; la del cierre del brazo lateral del Tajo que llegaba hasta la isla de Antolínez; la de los ensanches y alineaciones de las calles de Arco de Palacio, del Nuncio Nuevo, del Instituto y del Cardenal Lorenzana. También contribuyó a pagar los gastos de la nueva obra realizada en el Paseo del Miradero que mejoraba, de modo considerable, el acceso en cuesta a la Plaza de Zocodover por la Puerta de Bisagra y permitía contemplar una bella panorámica en altura de los alrededores. Igualmente costeó la formación y la plantación de árboles en el Paseo de la Vega, y trajo desde Madrid, con el permiso de Carlos III algunas estatuas de reyes godos (Sisebuto, Sisenando, Recesvinto, Chindasvinto y Wamba) y de monarcas cristianos medievales (Alfonso VI, Alfonso VII y Alfonso VIII), que se habían quitado del coronamiento del Palacio Real de Madrid, pues eran significativas para Toledo y contribuían al embellecimiento de la ciudad. — Redacta las nuevas Constituciones de la Capilla de Reyes Nuevos, e instruye con numerosas exhortaciones a los sacerdotes y al pueblo. — Y presenta en Roma seis informes “oficiales” sobre la situación de la diócesis de Toledo, con motivo del cumplimiento de la visita ad limina, en los años 1776, 1780, 1784, 1788, 1792 y 1796.21

Ángel Fernández Collado, Los informes de visita ad limina de los arzobispos de Toledo, Cuenca, Ediciones Universidad de Castilla-La Mancha, Instituto Teológico San Ildefonso, 2002, pp. 137-154 y 332-361.

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Estancia y muerte en Roma En 1797, el rey de España Carlos IV, por indicación de su primer ministro Miguel Godoy, envía al cardenal Lorenzana a Roma, acompañado por el arzobispo de Sevilla, don Antonio Despuig y Dameto, y por el arzobispo de Seleucia, don Rafael de Múzquiz, con la aparente misión de llevar consuelo al papa Pío VI, muy afectado por el mal trato recibido por Napoleón. Pasados unos meses de permanencia en Roma, los arzobispos de Sevilla y de Seleucia recibieron la orden de regresar a España. El cardenal Lorenzana, sin embargo, siguió en Roma con el objetivo de poder participar en un cercano Cónclave cardenalicio, pues se presumía que el papa no iba a vivir mucho tiempo. En el Consistorio del 12 de junio de 1797, Lorenzana recibió el capelo cardenalicio de manos del papa Pío VI con el título de los Santos XII Apóstoles y pasó a residir en el Quirinal. El objetivo principal del rey de España y de su ministro Miguel Godoy era alejar al cardenal Lorenzana de su archidiócesis de Toledo y conseguir el nombramiento de don Luis María de Borbón, primo del rey Carlos IV y hermano de María Teresa, la esposa de Godoy, como nuevo arzobispo de Toledo. El cardenal Lorenzana acompañó al Papa a su exilio en Siena y en Florencia, donde se hace cargo de la embajada española ante la Santa Sede, hasta que Pío VI es trasladado a Francia, donde no le permitieron acompañarlo. Habiendo fallecido el papa Pío VI, el 29 de agosto de 1799, el cardenal Lorenzana participó en el cónclave de Venecia22 en el que fue elegido papa Pío VII. Ante la penosa situación económica en que se encontraba la Santa Sede, el cardenal Lorenzana socorrió con su propio dinero al Colegio Cardenalicio. En el momento en que el nuevo papa comienza su marcha hacia Roma, Lorenzana se retira al Colegio Español de San Clemente, en Bolonia, a la espera de recibir la licencia del rey de España para regresar a Toledo.

Rafael Olaechea Albistur, “El cardenal Lorenzana en el cónclave de Venecia”, en III Simposio Toledo Ilustrado, Toledo, Centro Universitario, 1975, ii, pp. 89-184; idem, El cardenal Lorenzana en Italia, 1797-1804, León, Diputación Provincial, 1980; idem, Las relaciones hispano-romanas en la segunda mitad del siglo xviii, Zaragoza, 1965.

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Con gran sorpresa, allí recibirá la petición de renunciar a su Sede Arzobispal de Toledo en beneficio del que había sido su discípulo, don Luis María de Borbón. En un gesto de grandeza y generosidad, consciente del entramado de intereses políticos y económicos que se cernían en España sobre su arzobispado, renunció a la sede arzobispal de Toledo el 15 de diciembre de 1800 y se puso a disposición del Papa. Durante su estancia en Roma dirigió la Congregación de Propaganda Fide y se preocupó de la reforma de los estudios eclesiásticos. Murió en Roma el 17 de abril de 1804, con 81 años de edad. Sus exequias se celebraron en la Basílica de los Santos XII Apóstoles, de la que era titular, siendo enterrado su cuerpo en la Iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén. En la lápida de su tumba se grabó esta inscripción: “Aquí yace el padre de los pobres”, queriendo reflejar el tono que caracterizó toda su vida episcopal. En 1956 el Cabildo Metropolitano de México trasladó sus restos mortales desde Roma hasta la capilla de los arzobispos en la Catedral mexicana (Á.F.C.).

Los códices de la Capilla Sixtina en España23 Durante los trágicos acontecimientos de la ocupación francesa de Roma a finales del siglo xviii, el cardenal y arzobispo de Toledo Francisco Antonio de Lorenzana, embajador extraordinario de Carlos IV ante la Santa Sede, logró recuperar, salvándolos de su desmembramiento y dispersión, 41 códices litúrgicos procedentes de la sacristía pontificia y utilizados para el servicio de la Capilla Sixtina.24 Estos códices fueron enviados por el cardenal a Toledo y Quisiera agradecer a la doctora Laura De Simone su ayuda en la traducción de este texto al español. 24 Elena De Laurentiis y Emilia Anna Talamo, Códices de la Capilla Sixtina. Manuscritos miniados en colecciones españolas, edición del catálogo de la exposición (Madrid, Biblioteca Nacional de España, Sala Hipóstila, 19 de octubre 2010-9 de enero de 2011), a cargo de Elena De Laurentiis, Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2010 (reseña: Anne-Marie Eze. “Sistine sacristy manuscripts. Madrid and Dallas”, The Burlington Magazine, cliii, marzo, 2011, pp. 207-208); Elena De Laurentiis and Emilia Anna Talamo, The Lost Manuscripts from the Sistine Chapel. An Epic Journey from Rome to Toledo, Catalogue of the Exhibition (Dallas-Texas, Meadows Museum, smu, 23 de enero-23 23

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donados —a excepción de 11 manuscritos que se reservó para su propia colección y que posteriormente confluyeron con la Colección Borbón-Lorenzana en la Biblioteca Pública del Estado en Toledo— a la catedral de la ciudad, donde aún hoy se conservan 27. Los otros tres códices fueron requisados en 1869, junto al resto de la biblioteca capitular, por el gobierno de la Primera República Española y trasladados a Madrid como consecuencia del proceso de desamortización de los bienes eclesiásticos. En 1875 la biblioteca fue restituida a la catedral salvo 234 códices —entre ellos los tres volúmenes sixtinos— que fueron “provisionalmente” depositados en la Biblioteca Nacional de Madrid para su estudio y donde todavía hoy se conservan.25 El hallazgo de estos espléndidos códices miniados —en muy buen estado de conservación— ha permitido reconstruir y presentar en parte el que fuera uno de los núcleos de manuscritos litúrgicos más importantes y valiosos del patrimonio bibliográfico pontificio. Utilizados por papas, cardenales, patriarcas, obispos y arzobispos para los servicios litúrgicos en la Capilla Sixtina, los libros de sacristía estaban mucho más profusamente miniados que los de capilla, utilizados por los cantores. A diferencia de estos últimos —en su gran mayoría conservados en la Biblioteca Apostólica Vaticana— los códices de sacristía terminaron dispersándose. Los manuscritos fueron desmembrados, despojados de sus miniaturas, y sus fragmentos se encuentran hoy desperdigados en colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Los cuarenta y un preciosos códices miniados recuperados por el cardenal Lorenzana están fechados entre los siglos xi y xviii, pertenecientes a los papas y a los cardenales de la corte pontificia. La riqueza de las miniaturas y el valor de abril, 2011), Elena De Laurentiis (ed.), Madrid-Dallas: Centro de Estudios Europa Hispánica / Meadows Museum, Southern Methodist University, 2010 (reseña: Roger S. Wieck, en Rivista di Storia della miniatura, 16, 2012, pp. 143-146); Edición italiana: Elena De Laurentiis e Emilia Anna Talamo. Codici della Cappella Sistina. Manoscritti miniati in collezioni spagnole, edizione del volume a cura di Elena De Laurentiis, RomaMadrid, Campisano Editore / Centro de Estudios Europa Hispánica, 2010 (reseña: Paola Guerrini, en RR. Roma nel Rinascimento, 2011, pp. 170-172). 25 Elena De Laurentiis, “Los códices de la Sacristía Sixtina en Toledo”, en Elena De Laurentiis y Emilia Anna Talamo, Códices de la Capilla Sixtina. Manuscritos miniados en colecciones españolas, op. cit., pp. 23-28.

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de las encuadernaciones, en las que aparecen los escudos de los propietarios de los códices, confirman el prestigio de sus dueños.

El Misal romano 39-5 y el Maestro de los Misales Della Rovere Una de las novedades con respecto a las exposiciones de Madrid y Dallas consiste en la presentación de un nuevo códice: el Misal romano de la Biblioteca Capitular de Toledo (ms. 39-5). Dado por “desaparecido” en el Catálogo de los manuscritos litúrgicos de la Catedral de Toledo de José Janini y Ramón Gonzálvez de 1977, el códice fue localizado en 1995 entre la documentación de la Secretaría del cabildo,26 pero sólo recientemente conocido por mí.27 El códice, que contiene el misal romano, está decorado, en la página del incipit con la misa de la primera dominica de Adviento, con un friso vegetal con flores y frutas —que ocupa también el espacio entre las dos columnas de texto—, animado por putti, figuras monstruosas y pájaros y decorado con botones de pan de oro (figura 4). En el margen externo del friso se insertan un tondo con la Bajada de Cristo al Limbo (figura 5) y un medallón con San Francisco. En el margen inferior aparece, dentro de un clípeo, un escudo episcopal no identificado (de azul, con dos garras de león al natural sosteniendo una espada puesta en palo y con la punta hacia arriba, surmontado por mitra obispal). En el interior de la caja de la primera columna de texto se inserta un recuadro con la Elevación de la hostia, mientras que la inicial A (Ad te levavi) representa a David arpista. En la introducción del canon se dispone una miniatura a toda página con la Crucifixión (f. 136r; figura 6), pero no afrontada —como es habitual— a las palabras del Te igitur que en este caso comienzan en el verso del pergamino y que se resaltan Cfr. nota dactilográfica añadida al ejemplar del catálogo de 1977 conservado en la Biblioteca Capitular. 27 Para una presentación del códice, véase Elena De Laurentiis, Misal romano (bct, 39-5), en Elena De Laurentiis, Ángel Fernández Collado y Pedro Pablo Hernández Laín, Códices de la Capilla Sixtina en la Biblioteca Capitular de Toledo, catálogo de la exposición (catedral de Toledo, Capilla de Reyes Nuevos, 25 de junio-30 de septiembre de 2011). Toledo, Cabildo Primado de Toledo, 2011 (Colección Primatialis Ecclesiae Toletanae Memoria, 14), pp. 89-93. 26

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mediante una inicial con la Oración eucarística (f. 136v). Tres iniciales figuradas —Cristo resucitado (f. 144r), Ascensión (f. 156r) y Paloma del Espíritu Santo (f. 160r)— y diversas iniciales en pan de oro sobre fondo verde, rojo y azul completan la decoración del códice. El aparato decorativo del códice fue realizado por dos artistas: el primero es el autor de la hermosa página del incipit, mientras que el segundo completó la decoración del manuscrito con la miniatura de la Crucifixión y las iniciales miniadas. El primer maestro se diferencia del segundo en que adopta un repertorio figurativo que remite a la decoración del códice vaticano Arch. Cap. S. Pietro B 66, datado en la primera mitad del siglo xv y atribuido al denominado Maestro del Misal Orsini,28 un miniaturista de primer orden, ligado a módulos compositivos elaborados en Bolonia entre los siglos xiv y xv por el Maestro de las Iniciales de Bruselas.29 El miniaturista del códice toledano parece tomar del maestro la tipología de la decoración del friso con hojas de acanto de los mismos colores, con aplicaciones y botones de pan de oro, animado por putti y animales fantásticos. Concretamente, los dos pájaros de pico largo enfrentados y el putto que introduce la mano en la garganta de un monstruo (figura 5), colocados en el margen externo, así como las dos figuras monstruosas de las esquinas del margen inferior —la de la izquierda, mitad hombre y mitad pájaro, a punto de golpear a un putto con una hoja, y la de la derecha, con patas de grifo, que detiene a un putto en su huida agarrándolo por un pie—, recuerdan muy de cerca las decoraciones miniadas presentes en el incipit del códice vaticano. Obviamente, en esta sede no me es posible analizar con detenimiento el tema, que me propongo retomar en una investigación más específica. De momento, valga con resaltar que el friso del Misal romano, que ahora se encuentra en Francesca Manzari, en Liturgia in figura. Codici liturgici rinascimentali della Biblioteca Apostolica Vaticana, catálogo de la exposición (Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, 29 de marzo-10 de noviembre de 1995), ed. de G. Morello y S. Maddalo. Roma: Biblioteca Apostólica Vaticana / Edizioni De Luca, 1995, cat. 8, pp. 104-105. Sobre el Maestro del Misal Orsini, véase Massimo Medica, en Dizionario biografico dei miniatori italiani, secoli ix-xvi, ed. de M. Bollati, prefacio de M. Boskovits, Milán, Edizioni Sylvestre Bonnard, 2004, pp. 632-633, con bibliografía anterior. 29 Sobre el Maestro de las Iniciales de Bruselas, véase Massimo Medica, en Dizionario biografico dei miniatori italiani, secoli ix-xvi, op. cit., pp. 565-567, con bibliografía anterior. 28

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Toledo, se caracteriza por elementos típicos de la cultura transalpina. Éstos a su vez nos recuerdan la misma cultura de matriz francesa de la que se empapó el Maestro de las Iniciales de Bruselas durante su estancia en París y que luego implantó en Bolonia cuando volvió a esta ciudad, entre 1408 y 1410, y en la que se inspiró también el Maestro del Misal Orsini.30 En el friso aparecen, además, otras dos escenas: la Bajada de Cristo al Limbo y San Francisco indicando el libro abierto de la Regla, ambas ligadas a la iconografía franciscana y muy probables referencias al comitente del códice. El episodio de la bajada de Cristo al Limbo después de su muerte no está citado de manera ex­plí­ci­ ta en las Escrituras. Aparece por vez primera en el Evangelio apócrifo de Nico­demo, escrito hacia el siglo v, y fue retomado en la Leyenda áurea. En la iconografía medieval, este tema formaba parte de los ciclos de la Pasión de Cristo y continuó representándose a lo largo de todo el Renacimiento. En el medallón miniado, Cristo aparece con el estandarte de la Resurrección (una cruz blanca sobre campo rojo) a la entrada de una cueva abarrotada de figuras, mientras agarra a un viejo de barba gris —identificable con Adán— que tiene a su lado a una mu­ jer, Eva. Es interesante ver cómo este episodio está emparejado con la representación de San Francisco y cómo la explicación de este paralelismo se encuentra en un breve tratado en lengua vulgar, que se remonta a fuentes franciscanas, en el cual se usa la analogía entre la bajada de Jesús al Limbo y los estigmas de San Francisco en el Monte Alvernia para explicar el sentido de este prodigio.31 Para una reciente propuesta de identificadión de este miniaturista, véase Massimo Medica, “Un nome per il ‘Maestro delle Iniziali di Bruxelles’: Giovanni di fra’ Silvestro”, Arte a Bologna. Bollettino dei musei civici d’arte antica, nn. 7-8, 2011, pp. 11-22. 31 Fue el mismo Jesús quien, en su aparición, aclaró a Francisco el sentido del prodigio: “¿Sabes tú… lo que yo te he hecho? Te he dado los estigmas, que son las señas de mi pasión, para que tú seas mi abanderado. Y dado que el día de mi muerte bajé al Limbo, y llevé conmigo a todas las almas que ahí me encontré, gracias a estos estigmas, así yo te concedo que cada año, el día de tu muerte, vayas al Purgatorio y a todas las almas de tus tres órdenes, es decir Menores, Monjas y Tercianos, así como a todos los que te hayan sido muy devotos, que te encuentres, los lleves a la gloria del Paraíso en virtud de tus estigmas, y así ser como yo tanto en la muerte como en la vida”, cfr. Delle Sacre Sante Istimate di Santo Francesco e delle loro considerazioni, en I Fioretti di san Francesco, e il Cantico del Sole, con introducción de Adolfo Padovan, Milán, Ulrico Hoepli (ed.), 1915, iii consideración, disponible en [consulta: 31 de mayo de 2012]. 30

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La mención de san Francisco de Asis en el calendario, como simple aniversario y no como festividad (f. 5v), prueba que la escritura del códice es anterior a 1472, año en el que el papa Sixto IV Della Rovere (pontificado 1471-1484) estableció la festividad de san Francisco mediante la bula Praeclara sanctorum merita.32 La identificación del escudo de armas episcopal que aparece en el friso del f. 7r del códice nos permitiría, además de averiguar el propietario del misal, fechar con más precisión su decoraciónCon posterioridad a la entrega del presente texto (28 de enero de 2013), he identificado el escudo episcopal en la orla, con las armas de Giovanni Ceretani, nombrado obispo de Nocera Umbra (Perusa) el 17 de agosto de 1476. Auditor de la Sacra Rota, murió en 1492. Sobre este personaje importante de la Curia romana, véase Anna Cavallaro, Antoniazzo Romano, pittore “dei migliori che fussero allora in Roma”, en Antoniazzo Romano-pictor urbis: 1435/1440-1508, catálogo de la exposición (Roma, Galleria Nazionale d’Arte Antica di Palazzo Barberini, 1 de noviembre de 2013-2 de febrero de 2014), a cargo de Anna Cavallaro y Stefano Petrocchi, Cinisello Balsamo 2013, pp. 20-47: 37. Otro miniaturista se hizo cargo de terminar la decoración del códice, el mismo autor de la miniaura a página completa con la Crucifixión (figuras 6-7). Cristo flanqueado por la Virgen con las manos juntas en oración (figura 9) y por san Juan evangelista, se destaca sobre un fondo de paisaje con un cielo azul y verdes colinas entre las que se vislumbra un típico burgo mediterráneo. La profundidad espacial de la escena, acentuada por un característico marco en perspectiva, delimitada a su vez por un filete dorado, evoca modelos compositivos de la Italia central. Efectivamente, un análisis más profundo de la miniatura ha revelado que la hermosa Crucifixión se debe al Maestro de los Misales Della Rovere, que debe este nombre a un misal en cuatro tomos que hoy se encuentran divididos entre Nueva York (Pierpont Morgan Library, ms. M.306) y Turín (Archivo de Estado, Biblioteca Antica, mss. Jb.II.2-3-4). Éstos fueron en Giuseppe Lombardi, “Sisto IV”, en Enciclopedia dei Papi, dir. ed. de M. Bray, Roma, Istituto della Enciclopedia Italiana, ii, 2000, disponible en [consulta: 31 de mayo de 2012].

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Figura 4. Toledo, Biblioteca Capitular, ms. 39.5, Misal romano, Marco con escudo episcopal y recuadro con la Elevación de la hostia, f. 7r. Figura 5. Toledo, Biblioteca Capitular, ms. 39.5, Misal romano, Marco con escudo episcopal y recuadro con la Elevación de la hostia, f. 7r, detalle. Figura 6. Toledo, Biblioteca Capitular, ms. 39.5, Misal romano, Maestro de los Misales Della Rovere, Crucifixión, c. 1476, f. 136r.

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Figura 7. Toledo, Biblioteca Capitular, ms. 39.5, Misal romano, Maestro de los Misales Della Rovere, Crucifixión, c. 1476, f. 136r, detalle.

cargados por el cardenal Domenico Della Rovere (nombrado en 1478-†1501), sobrino adoptivo del papa Sixto IV, para celebrar las funciones litúrgicas en la Capilla Sixtina.33 El miniaturista, identificado por Ada Quazza como el francés Jacopo Ravaldi,34 activo en Roma en la segunda mitad del siglo xv al servicio de personajes ilustres de la curia pontificia, ha sido recientemente objeto de nue Sobre el Misal del cardenal Domenico Della Rovere, véase Valérie Guéant y Gennaro Toscano, en Melozzo da Forlì. L’umana bellezza tra Piero della Francesca e Raffaello, catálogo de la exposición (Forlì, Musei San Domenico, 29 de enero-12 de junio de 2011), ed. de D. Benati, Mauro Natale y A. Paolucci, Cinisello Balsamo, Silvana Editoriale, 2011, cats. 67-68, pp. 264-267, con bibliografía anterior. 34 Ada Quazza, “La committenza di Domenico della Rovere nella Roma di Sisto IV”, en Domenico della Rovere e il Duomo nuovo di Torino. Rinascimento a Roma e in Piemonte, ed. de G. Romano, Turín, Cassa di Risparmio di Torino, 1990, pp. 13-40. Véase también Beatrice Bentivoglio-Ravasio, en Dizionario biografico dei miniatori italiani, secoli ixxvi, op. cit., pp. 667-670, ad vocem Maestro del Teofilatto Vaticano (Jacopo Ravaldi / Jacques Ravaud) Maestro dei Messali Della Rovere, con bibliografía anterior. 33

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Figura 8. Tarazona (España), Archivo de la catedral de Santa María de la Huerta, ms. 98, Misal de Pedro Ferriz, Maestro de los Misales Della Rovere, Inicial D (Dominus) con Sant’Andrea, 1471, f. 260r, detalle.

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Figura 9. Toledo, Biblioteca Capitular, ms. 39.5, Misal romano, Maestro de los Misales Della Rovere, Crucifixión, c. 1476, f. 136r, detalle.

vas investigaciones que han arrojado luz sobre este artista.35 Llegado a Roma desde la Turena (Francia) donde se había formado bajo la influencia de Jean Fouquet y el Maestro del Boccaccio de Múnich,36 el miniaturista entra en contacto con el férvido ambiente cultural de la corte del papa Paolo II Barbo (pontificado 1464-1471). A esta época pertenece el Misal romano de Pedro Ferriz, obispo de Tarazona, fechado en 1471 y terminado antes del nombramiento Gennaro Toscano, “Lo spazio dell’Antico. Pagine dipinte a Roma al tempo di Melozzo”, en Melozzo da Forlì. L’umana bellezza tra Piero della Francesca e Raffaello, op. cit., pp. 52-63; Valérie Guéant y Gennaro Toscano, en ivi, cat. 62, pp. 252-253, cat. 63, pp. 254255, cat. 64, pp. 256-257 (Valérie Guéant), cat. 65, pp. 258-261, cat. 66, pp. 262-263, cats. 67-68, pp. 264-267. 36 Vid. Nicole Reynaud, “Le Maître du Missel della Rovere”, en Les Manuscrits à Peinture en France 1440-1520, ed. de F. Avril y N. Reynaud. Paris: Bibliothèque nationale de France / 35

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como cardenal de su comitente. En él destaca la presencia de elementos típicos de la tradición de la miniatura de Tours —como los hombrecillos híbridos de los frisos— con aspectos italianos asimilados por la cultura mantegnesca, aprendida en el círculo del cardenal Francisco Gonzaga en Roma.37 Entre las obras más reconocidas de la época romana destacan el segundo volumen de un tratado de medicina (Ar-Razi Muhammad ben Zakaryya, Libri Elhavy in medicina xiii-xxiii), copiado en 1467 para el médico particular de Paolo II para luego formar parte de la biblioteca de Domenico Della Rovere;38 el Breviarium Romanum escrito en 1470 para Giovan Battista de Girardis, canónigo de la catedral de Bolonia y camarero apostólico,39 un misal y un epistolario, ambos conservados en la Biblioteca Apostólica Vaticana.40 Estas obras reflejan una síntesis perfecta entre la escuela de Jean Fouquet y la de Andrea Mantegna, es decir, la misma cultura a la que parece acercarse también la miniatura con la Crucifixión del misal sixtino de Toledo que podría remontarse a la mitad de los años setenta del siglo. La comparación entre esta última y la decoración del Misal de Pedro Ferriz —véase en particular la inicial D (Dominus) con Sant’Andrea Flammarion, 1993, pp. 290-292, n. 160; François Avril, “La Iluminación francesa del siglo xv y el mundo mediterráneo. Contactos e influencias”, en El Renacimiento medite rráneo: Viajes de artistas e itinerarios de obras entre Italia, Francia y España en el siglo xv, catálogo de la exposición (Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, 31 de enero-6 de mayo de 2001; Valencia, Museo de Bellas Artes, 18 de mayo-2 de septiembre de 2001), ed. de M. Natale. Madrid, 2001, pp. 63-78; Ekaterina Zolotova, “Un livre d’heures français du xve siècle conservé au Musée Historique de Moscou”, Art de l’enluminure, 15, 2005, pp. 2-31; François Avril, “La Miniature de la Circoncision des Heures tourangelles de Moscou”, Art de l’enluminure, 15, 2005, pp. 32-35. 37 Tarazona, España, Archivo de la catedral de Santa María de la Huerta, ms. 98. Véase Valérie Guéant, “Le Maître des missels della Rovere et le missel de Pedro Ferriz, évêque de Tarazona”, Turiaso xviii, Revista del centro de estudios turiasonenses, 2005-2007, pp. 11-42. 38 Turín, Italia, Biblioteca Nazionale, ms. D I 15. Véase Nicole Reynaud, “Le Maître du Missel della Rovere”, en Les Manuscrits à Peinture en France 1440-1520, op. cit., p. 290. 39 Oxford, Bodleian Library, ms. Canon. Liturg. 383; véase Valérie Guéant y Gennaro Toscano, en Melozzo da Forlì. L’umana bellezza tra Piero della Francesca e Raffaello, op. cit., cat. 62, pp. 252-253, con bibliografía anterior. 40 Ms. Arch. Cap. S. Pietro B. 72 y ms. Arch. Cap. S. Pietro F. 2. Véase Silvia Maddalo y Adalbert Roth, en Liturgia in figura. Codici liturgici rinascimentali della Biblioteca Apostolica Vaticana, op. cit., cat. 24, pp. 155-159, cat. 25, pp. 159 y 160.

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en el f. 260r (figura 8)—41 no deja lugar a dudas acerca de la autoría de la miniatura, que quien aquí escribe atribuye al Maestro de los Misales Della Rovere. Después de la muerte del pontífice Barbo, una serie de encargos relacionan al miniaturista francés con los Della Rovere, con el pontífice Sixto IV y sobre todo con el cardenal Domenico, su principal comitente. Entre 1465 y 1466 Domenico se había mudado a Roma. En 1478 fue nombrado cardenal con el título de San Vitale y, a partir del año siguiente, de San Clemente. Por esas fechas el artista ya había alcanzado cierta fama, como prueban tanto la decoración del frontispicio de los Statuta Artis Picturae (estatutos de los pintores romanos), fechados el 17 diciembre de 147842 como una de sus obras maestras: el celebre Teofilatto Vaticano —del que el miniaturista toma alternativamente el nombre— es decir el manuscrito que contiene la traducción latina por Cristoforo Persona del comentario de san Atanasio de Alejandría (= Teofilatto di Bulgaria) de las Epistolae de san Pablo (Biblioteca Apostólica Vaticana, ms. Vat. Lat. 263), miniado entre 1478 y 1480.43 El frontispicio arquitectónico del códice que enmarca la dedicatoria a Sixto IV, se basa en modelos de miniatura “all’antica” (caracterizada por un repertorio decorativo que imita arquitecturas, esculturas, monedas y camafeos de gusto clásico), introducida en Roma por Bartolomeo Sanvito y Gaspare da Padova. Entre las últimas obras romanas del miniaturista francés, el mencionado misal en cuatro volúmenes del cardenal Domenico Della Rovere es, sin duda, su empeño más monumental, también por la riqueza de su decoración. De hecho, el códice se utilizaba para celebrar la misa en la Capilla Sixtina, en presencia del Papa.

La inicial miniada se ilustra en Valérie Guéant, “Le Maître des missels della Rovere et le missel de Pedro Ferriz, évêque de Tarazona”, op. cit., figura 5a, p. 25. 42 Roma, Accademia di san Luca, Archivio Storico, ms. 1. Véase Ada Quazza, “La committenza di Domenico della Rovere nella Roma di Sisto IV”, op. cit., pp. 24, 30-32. 43 Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apóstolica Vaticana, Vat. Lat. 263. Véase Valérie Guéant y Gennaro Toscano, en Melozzo da Forlì. L’umana bellezza tra Piero della Francesca e Raffaello, op. cit., cat. 65 pp. 258-261, con bibliografía anterior. 41

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Figura 10. Giovan Pietro Birago, Celebración de la misa papal en la Capilla Sixtina, circa 14781481, folio procedente de un misal del cardenal Domenico Della Rovere, temple sobre pergamino, 350 × 242 mm. Madrid, Museo Lázaro Galdiano, inv. 554.

Una nueva miniatura de Giovan Pietro Birago No quisiera dejar de señalar que en la biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid se conserva un magnífico e inédito folio miniado, arrancado de un misal, en el que aparece un escudo cardenalicio aquí identificado como el escudo del cardenal Domenico Della Rovere (figura 10).44 En la bellísima miniatura está representada la celebración de la misa en presencia del Papa, de lo que se deduce que el misal del que procede fue encargado por el cardenal Inv. 554. Pergamino, 350 x 242 mm, montada sobre cartulina de 380 × 270 mm. En la fi­ cha de catálogo-inventario se considera como de “Escuela española”, disponible en [consulta: 31 de mayo de 2012].

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Della Rovere para utilizarse durante las funciones de las “capillas papales”. A finales del siglo xv dichas funciones se solían celebrar en la Capilla Sixtina, que Sixto IV mandó a construir en 1477 y que fue inaugurada solemnemente el 9 de agosto de 1483, día del aniversario de su nombramiento como pontífice.45 El folio contiene el incipit del Canon (la parte central de la misa que sigue al Sanctus y contiene la fórmula eucarística de la consagración) y presenta una rica decoración miniada. La página está enmarcada por tres márgenes (interior/izquierdo, inferior y exterior/derecho) por un borde con motivos a candelabre sobre un fondo de tres colores (rojo, verde y azul), con putti y faunos tocando instrumentos musicales, liebres, dos pavos reales y bellotas, evidente guiño al escudo de armas de los Della Rovere. En el margen inferior aparece, en el interior de un clípeo sostenido por un putto, el escudo de Domenico Della Rovere rematado con galero rojo cardenalicio y con la cruz episcopal puesta en palo tras el escudo. La identificación del escudo como perteneciente a Domenico está confirmada por las letras “S” y “D”, situadas a los lados del tronco del roble y que son las iniciales del mote del cardenal: “Soli Deo” (Sólo a Dios). La inicial T (Te igitur) con la que suele empezar la oración eucarística que normalmente se coloca enfrentada a la escena de la Crucifixión, está decorada con motivos vegetales y florales, y presenta un mascarón en el asta de la letra. La gran miniatura que ocupa el margen superior, por encima de la caja de escritura, representa al papa Sixto IV sentado en la cátedra mientras asiste a la celebración de la misa en la Capilla Sixtina, rodeado por los miembros de la curia entre los que se reconocen a los cardenales obispos de los seis distritos de la ciudad de Roma (a la derecha y con mitra). El celebrante con un diácono a cada lado se encuentra frente al altar, rematado por un retablo de oro que representa a la Virgen con el Niño entre los santos apóstoles Pedro y Pablo. La miniatura es fechable entre 1478 (año en el que Domenico Della Rovere fue nombrado cardenal por su tío) y 1481-1482, es decir, antes de que el retablo Véase John Shearman, “La costruzione della Cappella e la prima decorazione al tempo di Sisto IV”, en La Cappella Sistina. I primi restauri: La scoperta del colore, ed. italiana de M. Boroli, Novara, Istituto Geografico De Agostini, 1986, pp. 22-87.

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Figura 11. Giuliano Amadei, Celebración de la misa papal en la Capilla Sixtina, circa 14841492, recorte del Misal A.I.7 de Inocencio  VIII, temple sobre pergamino, 109 × 162 mm. Chantilly, Musée Condé, Divers iv, 346.

del altar mayor de la capilla fuese sustituido por el fresco con la Asunción con Sixto IV arrodillado de Perugino,46 a su vez destruido para hacer sitio al Juicio Final de Michelangelo (1536-1541). Además, es interesante destacar cómo la escena de la miniatura Lázaro Galdiano recuerda de manera sorprendente otro cutting (recorte) del mismo tema, pero en el que aparece el fresco de Perugino. De hecho, el fragmento procede del Misal de Inocencio VIII y fue miniado por Giuliano Amadei entre 1484 y 1492, es decir, en los años del pontificado del papa Cybo (figura 11).47

Un dibujo del destruido fresco de Perugino se conserva en la Albertina de Viena. Chantilly (Francia), Musée Condé, Divers IV, 346. Véase Elena De Laurentiis, “La venta de la colección del abate Luigi Celotti”, en Elena De Laurentiis y Emilia Anna Talamo, Códices de la Capilla Sixtina. Manuscritos miniados en colecciones españolas, op. cit., pp. 345-346 y 365, con bibliografía anterior.

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La miniatura que aquí se presenta por primera vez puede atribuirse a un artista de primer nivel que propongo identificar con Giovan Pietro Birago (circa 1440-post 1513).48 Este artista, que trabajó en Brescia durante los años setenta década del siglo xv a unos cantorales de la catedral de Santa Maria di Dom,49 fue después el más querido entre los artistas en la corte de los Sforza en Milán, ciudad a la que se mudó después de una estancia en el Véneto. Para la duquesa Bona de Saboya (1449-1503), esposa de Galeazzo Maria Sforza (1444-1476), produjo un precioso libro de horas conocido como The Sforza Hours, conservado en la British Library de Londres.50 La decoración del manuscrito se llevó a cabo en dos fases: la primera, en torno a 1490 por Birago, mientras la segunda fue terminada entre 1517 y 1520 por Gerard Horenbout, por encargo de Margarita de Austria, que había heredado el precioso códice. La miniatura con la Celebración de la misa papal en la Capilla Sixtina de Madrid —ejecutada, como dije antes, entre 1478 y 1481/82— se puede situar cronológicamente antes de las Horas de Bona Sforza, en el lapso de tiempo entre las obras brescianas (de Brescia) y las sforzesche (para los Sforza), durante la estancia de Birago en Roma, tal y como el hallazgo de este folio de misal parece confirmar. En las ciudades de los papas, el miniaturista lombardo ejecutó una serie de códices para la corte pontificia, entre los que está el famoso Pontifical de Mattia Corvino (1443-1490), destinado al rey de Hungría y encargado por su embajador ante la Santa Sede, János Vitéz el Jóven. El misal fue iniciado en 1489 para luego quedar sin terminar a la muerte del soberano.51 El vacío de casi Sobre Giovan Pietro da Birago, véase Laura Paola Gnaccolini, en Dizionario biografico dei miniatori italiani, secoli ix-xvi, op. cit., pp. 104-110, con bibliografía anterior. 49 Véase Jonathan J. G. Alexander, “Giovan Pietro da Birago, illuminator of Milan: some initials cut from choir books”, en Excavating the medieval image: manuscripts, artists, audiences. Essays in Honor of Sandra Hindman, ed. de D.S. Areford y N.A. Rowe, Aldershot, Ashgate, 2004, pp. 225-246, con bibliografía anterior. 50 Ms. Add. 34294. Véase The Sforza Hours: Add. MS. 34294 of the British Library, Londres, comentarios de Mark L. Evans y Bodo Brinkmann with Hubert Herkommer, Lucerna, ed. facsimilar, Verlag, 1995. 51 Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, Ottob. Lat. 501. Véase Anna Melograni y Adalbert Roth, en Liturgia in figura. Codici liturgici rinascimentali della Biblioteca Apostolica Vaticana, op. cit., cat. 57, pp. 244-248. 48

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15 años (entre 1474 y 1489) en la producción del artista, un tema ya puesto en evidencia por la crítica, se ve de esta manera casi colmado por el folio del misal del Lázaro Galdiano. El encargo a Giovan Pietro Birago de un libro litúrgico por el cardenal Domenico Della Rovere, uno de los prelados de cultura humanista más influyentes en la Roma sixtina, es un episodio que ofrece múltiples argumentos de reflexión, que pretendo investigar más adelante. De momento, conviene señalar cómo la cultura mantegnesca que Birago aprendió durante una estancia en el Véneto influyó profundamente en su lenguaje, acercando al artista a las experiencias de aquellos miniaturistas de códices “all’antica”, cuyos principales representantes en Roma eran Gaspare da Padova y Sanvito.

El Misal de la Natividad del cardenal Antoniotto Pallavicini Entre los códices del siglo xvi, el Misal de la Natividad del cardenal Antoniotto Pallavicini sin duda es uno de los manuscritos más ricos y preciosos entre los sixtinos rescatados por el cardenal Lorenzana (figuras 12-13).52 El códice, fechable entre 1503 y 1507, es obra de un anónimo artista denominado Maestro del cardenal Antoniotto Pallavicini. Además del códice de Madrid se han hallado numerosos cuttings (recortes) ligados a Pallavicini que en su momento formaron parte de la colección de miniaturas del abate Luigi Celotti —vendida por Christie’s el 26 de mayo de 1825— y que hoy se conservan en diversas colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Todos estos fragmentos proceden del mismo códice desmembrado, el ms. A.II.13 citado en el inventario de la Sacristía Sixtina de 1714, al que pertenecen también algunos folios insertos en el ms. Arch. Cap. S. Pietro A 47 de la Biblioteca Apostólica Vaticana. El códice vaticano, compuesto por fascículos de diversas épocas ensamblados en 1842, se muestra como un verdadero collage de miniaturas. El misal de Madrid, íntegro y perfectamente conservado, tiene un gran valor añadido, ya que no terminó desmembrado como el resto de los códices de Pallavicini. La caracte Madrid, Biblioteca Nacional de España, Vitr. 22-7. Véase Elena De Laurentiis, en Elena De Laurentiis y Emilia Anna Talamo, Códices de la Capilla Sixtina. Manuscritos miniados en colecciones españolas, op. cit., cat. 17, pp. 152-167.

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Figura 12. Madrid, Biblioteca Nacional de España, Vitr. 22-7, Misal con la misa de Navidad del cardenal Antoniotto Pallavicini: Maestro del cardenal Antoniotto Pallavicini, Crucifixión, circa 1503-1507, f. 65v.

rística más sobresaliente del códice que contiene la tercera Misa de Navidad (la Misa solemne del día), consiste en la atención prestada a la decoración de cada una de sus páginas, así como a la escritura del texto, ejecutada en una elegante gótica libraria italiana sobre una columna de 10 líneas, cada una con dos o tres palabras nada más y con rúbricas alternadas escritas en azul y oro, en lugar del tradicional rojo. Todas estas características excepcionales confieren a todo el códice un tono de notable finura y un valor tal que se define como un manuscrito de lujo y un digno status symbol de su comitente. El Maestro del cardenal Antoniotto Pallavicini revela una compleja influencia que, como ya se ha señalado, remite a maestros lombardos (Antonio da Monza y Matteo da Milano), pero también a maestros umbros (Perugino y Pinturicchio) y franceses (Jacopo Ravaldi alias Maestro de los Misales Della

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Figura 13. Madrid, Biblioteca Nacional de España, Vitr. 22-7, Misal con la misa de Navidad del cardenal Antoniotto Pallavicini: Maestro del cardenal Antoniotto Pallavicini, Friso con escudo del cardenal Antoniotto Pallavicini e inicial T (Te igitur) con la Piedad, circa 1503-1507, f. 66r.

Rovere o Maestro del Teofilatto Vaticano) que gravitaban en torno a la curia pontificia entre los siglos xv y xvi. Sin embargo, quien aquí escribe quisiera subrayar,53 basándose en lo planteado por Paul Durrieu y Jesús Domínguez Bordona, cómo el miniaturista del Misal de la Natividad está influenciado principalmente por Andrea Mantegna (1431-1506). Además de un singular repertorio decorativo —caracterizado por el interés en el mundo de las antigüedades y en especial por los temas inspirados por famosas esculturas clásicas (como la estatua de Laocoonte descubierta en Roma el 14 de enero de 1506, o la de Minerva-Dea Roma) y de motivos or Vid. Elena De Laurentiis, “Natale nella Cappella Sistina. Il Messale della Natività del cardinale Antoniotto Pallavicini”, Alumina. Pagine miniate, 40, gennaio/marzo 2013, pp. 12-21.

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namentales como monedas, medallas y camafeos con bustos de emperadores romanos— nuestro miniaturista utiliza modelos procedentes directamente de los grabados de Mantegna. De hecho, tanto el tondo con la Deposición en el sepulcro, realizado en un cutting del Museo Fitzwilliam en Cambridge (ms. Marlay Cutting It. 37c), como la figura de san Juan Evangelista que se cubre el rostro con el manto, insertado en la Crucifixión del códice de Madrid, proceden de un grabado de Mantegna, del que se conserva una copia en el British Museum de Londres (inv. 1845,0825.695). En la misma Crucifixión también el grupo de tres figuras en la parte inferior derecha (la Virgen desmayada y las dos mujeres que la confortan), procede de otro grabado de Mantegna con el Descendimiento de la Cruz (Londres, British Museum, inv. Kk,8,14), mientras la Magdalena que se desespera con las manos extendidas se asemeja a la que aparece en otra Deposición en el sepulcro (Londres, British Museum, inv. 1845,0825.668). Por último, el san Juan Evangelista de perfil y con la boca abierta de la Crucifixión de Cambridge (Fitzwilliam Museum, ms. Marlay Cutting Z 1), recuerda en contrapartida, el del grabado anterior. Puede que la influencia de Mantegna de la que estaba empapado nuestro miniaturista, fuese asimilada durante una estancia en el Véneto, pero es más probable que esto ocurriera directamente en Roma. Se sabe que allí la miniatura “all’antica” (que se caracteriza por un repertorio decorativo que imita la arquitectura, esculturas, monedas y camafeos de gusto clásico), introducida durante el pontificado del papa Pablo II Barbo (1464-1471) por Bartolomeo Sanvito y Gaspare da Padova, se consolidó sobre todo en la época de Sixto IV Della Rovere (1471-1484) y del cardenal Domenico Della Rovere (nombrado en 1478-†1501), cuando se crearon verdaderas obras maestras en el arte de la iluminación de manuscritos.

La venta de la colección del abate Luigi Celotti: Nuevas miniaturas de Apollonio de’ Bonfratelli El 26 de mayo de 1825 se celebró en Christie’s de Londres la primera venta importante de Illumined Miniature Paintings, integrada por “single leaves” y “cuttings” que habían pertenecido al abate Luigi Celotti (1759-1843).

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El abate Celotti era un coleccionista y marchante de arte veneciano que poseía una importante colección de miniaturas en gran parte procedentes de los manuscritos litúrgicos de la Capilla Sixtina, requisados por las tropas de Napoleón durante la ocupación de Roma a finales del siglo xviii. La venta Celotti fue un hecho sin precedentes, el resultado de una nueva figura de connoisseur interesado en manuscritos miniados y fragmentos de miniaturas que estaban considerados y se comercializaban al mismo nivel artístico que la pintura. Celotti había arrancado las hojas miniadas de los manuscritos y había recortado las miniaturas porque había entendido su valor intrínseco como obras de arte. En algún caso las había montado como collages y enmarcado para presentarlas como verdaderas y auténticas pinturas.54 William Young Ottley (1771-1836), historiador del arte y más tarde también jefe de la Sala de Estampas del British Museum de Londres, escribió el catálogo de la venta de 1825, señalando que estas miniaturas eran “monuments of a lost Art”. La venta Celotti ha desempeñado un papel esencial en la definición de la percepción de la miniatura a partir del siglo xix, marcando el comienzo de un nuevo tipo de coleccionismo de arte. Más allá de estas implicaciones, la venta Celotti también es un instrumento esencial para la reconstrucción de los códices del disperso fondo de la sacristía de la Capilla Sixtina. Ordenada cronológicamente, la venta constaba de 97 lotes, 65 de los cuales (lotes 33-97) procedían de la Capilla Sixtina. Estos 65 lotes están íntimamente vinculados a los códices de la Sacristía Sixtina llevados a Toledo por Lorenzana. Estilísticamente, muchas de las miniaturas de la colección Celotti son muy similares a las introducidas en los códices conservados en España. En varios casos, como por ejemplo en el Misal de la Natividad del cardenal Antoniotto Pallavicini, el miniaturista que produce el códice es el mismo autor de algunos de los recortes Celotti. Cruzando las referencias de la venta Celotti —cuyas miniaturas están ahora dispersas en colecciones públicas y particulares de todo el mundo— con los inventarios de la Sacristía Sixtina de 1547, 1714 y 1728 ha sido posible reconstruir las complicadas vicisitudes de los códices sixtinos. Vid. Elena De Laurentiis, “La venta de la colección del abate Luigi Celotti” y “Localización de los lotes de la venta Celotti” en ibid., pp. 345-380.

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Figura 14. Apollonio de’ Bonfratelli, Crucifixión entre la Virgen y san Juan Evangelista, 1558. Porto (Portugal), colección João Allen.

Entre las novedades que aquí se presentan por primera vez, cabe señalar dos nuevos montajes con miniaturas de Apollonio de’ Bonfratelli (activo 1535 circa-†1575; documentado como miniaturista papal desde 1554), conservados en una colección particular portuguesa (figuras 14-15).55 Los dos montajes formaban parte de la colección del abate Celotti y corresponden a los lotes 77 y 83 de la venta de 1825.56 Tal y como señaló recientemente Paula M. M. Leite Mis agradecimientos a la doctora Ana Paula Machado del Museu Nacional de Soares dos Reis de Porto por haber localizado las miniaturas siguiendo mis indicaciones y haberme puesto en contacto con su actual propietario, don José Alberto Allen, a quien agradezco su cortesía y disponibilidad. 56 Vid. Elena De Laurentiis, “La venta de la colección del abate Luigi Celotti”, en Elena De Laurentiis y Emilia Anna Talamo, Códices de la Capilla Sixtina. Manuscritos miniados en colecciones españolas, op. cit., pp. 360 y 361, con trascripción del catálogo. 55

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Figura 15. Apollonio de’ Bonfratelli, Cristo crucificado con los cuatro evangelistas, 1569. Porto (Portugal), colección João Allen.

Santos —aunque sin relacionar en ningún momento su origen con la venta Celotti— las miniaturas se encontraban en la colección de João Allen (1781-1848) en Porto (Portugal).57 Las miniaturas centrales representan respectivamente la Crucifixión entre la Virgen y san Juan Evangelista y Cristo crucifijado con los cuatro evangelistas. La primera está fechada en 1558 y presenta en el centro del margen inferior el escudo de la Cámara Apostólica, mientras en el borde superior aparece el emblema del papa Pablo IV Carafa (1555-1559). La segunda, fechada en 1569, presenta el escudo papal de Pío V Ghislieri (1566-1572), flan Paula M. M. Leite Santos, João Allen (1781-1848): um coleccionador do Porto romântico, Lisboa, Fundação para a Ciência e a Tecnologia & Instituto Português de Museus, 2005, figura 75a, p. 81 (Cristo crucificado con los cuatro evangelistas).

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queado por los escudos de la Cámara Apostolica y del cardenal Michele Bonelli, llamado el cardenal Alessandrino (nombrado por Pío V en 1566 y muerto en 1598). Las miniaturas, todavía enmarcadas con los característicos marcos de madera dorada que Celotti mandó a hacer, fueron ofrecidas por Thomas Morgan a João Allen en 1836 y destinadas a su oratorio particular. En la carta que acompañaba las dos “paintings”, fechada en Londres el 20 de junio de 1836, el agente inglés explicaba el origen de las miniaturas en estos términos: they were originally in the possession of a Cardinal at Rome, from whose chapel they were taken by the French during Bonaparte’s invasion of Italy. Es muy probable que el cardenal al que hacía referencia en la carta fuese Lorenzana, a quien, como se ha dicho, se debe la recuperación de los códices que hoy se conservan en España. De la carta se desprende también que Morgan se había hecho con las dos miniaturas a través de su amigo Thomas Frognall Dibdin (1776-1847), un gran “virtuoso” en estas materias. Dibdin le había garantizado que eran auténticas y que las mismas habían pasado por muy pocas manos antes de llegar a las suyas.58 En conclusión, las dos miniaturas de Bonfratelli representan otras dos piezas importantes del mosaico formado por los códices procedentes de la Sacristía de la Capilla Sixtina, uno de los fondos de libros litúrgicos más importantes y preciosos del patrimonio bibliográfico pontificio, que poco a poco se intenta reconstruir (E.D.L.).

Arquivo Distrital do Porto (A.D.P.): pss ja, Mç. 1. Cfr. ivi, doc. 31: en la transcripción del documento se lee “Dibolin” (sic) por Dibdin. Thomas Frognall Dibdin (Calcuta 1776-Londres 1847), fue un importante bibliofilo inglés; publicó el Bibliographical Decameron (1817), la Bibliotheca Spenceriana (1814-1815) y el Catalogue of the Cassano Library (1823). Mucho interés despertó su divertida Bibliomania (1809; 4ª ed. 1876), en la que se ríe de su misma pasión. Catalogó su biblioteca (1817), luego dispersa. Vid. Sandra Hindman, Michael Camille, Nina Rowe y Rowan Watson, Manuscript Illumination in the Modern Age. Recovery and Reconstruction, Catalogue of the Exhibition (Evaston, Mary and Leigh Block Museum of Art, enero 11-marzo 4, 2001), S. Hindman y N. Rowe (eds.), Evaston, Mary and Leigh Block Museum of Art, 2001, pp. 38-45.

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Introducción general. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Libro manuscrito Difusión del texto y criterio editorial: el caso de la General estoria de Alfonso X Pedro Sánchez-Prieto Borja. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Soportes escriptorios previos al libro y algunos de sus métodos de análisis: el caso de los mayas precolombinos Érik Velásquez García. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Revisitando a Fuentes y Guzmán y su Recordación Florida: escritura jeroglífica logosilábica nahua durante el siglo xvii en Guatemala, El Salvador y Nicaragua Margarita Cossich Vielman . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Al lasso, fuerça. La convivencia de impresos y manuscritos en la carrera del hebraísta converso Alfonso de Zamora (†ca. 1545) Jesús de Prado Plumed . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 El cardenal Francisco Antonio de Lorenzana y los códices de la Capilla Sixtina en España Elena De Laurentiis y Ángel Fernández Collado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 Los manuscritos autógrafos del siglo xviii en la Biblioteca Nacional de México: un reflejo de la cultura novohispana in litteris Laurette Godinas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247

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Contraste e intersección de la imagen-texto: el espacio crítico entre las edades del “Archivo epistolar Efraín Huerta-Mireya Bravo (1932-1949)” Alejandra Proaño Sánchez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271

Libro impreso Por qué necesitamos una historia de la lectura científica Adrian Johns. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299 El impresor Fadrique de Basilea y los grabados de La Celestina de Burgos de 1499 Vanessa Pintado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 335 Un álbum de grabados antiguos del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México Clara Bargellini, Sandra Zetina, Eumelia Hernández, José Luis Ruvalcaba, Malinalli Wong. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355 Instrumentos de propaganda regia y lecturas de lealtad política: los contenidos icónico y textual en un impreso novohispano de fiestas de proclamación Beatriz Berndt León Mariscal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393 De florones y cruces: breve historia del ornamento tipográfico en la edición colonial Marina Garone Gravier. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 417 Tipografía expresiva en las críticas de José Antonio Alzate a relatos de viajes Dalia Valdez Garza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459

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Hacia una comprensión material de los acervos novohispanos a partir de la librería de Cristóbal Zúñiga Ontiveros, 1758 o de por qué el tamaño importa Manuel Suárez Rivera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491 De la biblioteca del rey al uso de los niños. Libros en las escuelas de primeras letras de la ciudad de México (1771-1867) Kenya Bello. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 519 Andrés Boix y Simón Blanquel, la trayectoria de dos impresores-editores. Transferencias y usos de las imágenes María José Esparza Liberal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543 El periódico como precursor del libro: el caso de los “San Lunes de Fidel” en La Colonia Española (1879) Lilia Vieyra Sánchez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 579 La litografía y las partituras musicales en el México del siglo xix. Iriarte y algunos de sus compañeros de oficio Áurea Maya. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609 Nuestra Señora de París: encuadernación, literatura y arquitectura en la Francia del romanticismo Ana Utsch. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 645 La Imprenta Imparcial de Enríquez: artesanía y tipografía en el suroccidente colombiano del siglo xix Adriana Bastidas Pérez, Hugo Alonso Plazas, Jorge Alberto Vega. . . . . . . 675 Domar al caballo que conquistó Troya. Los Clásicos Verdes de José Vasconcelos rumbo a su primer centenario, Yazmín Liliana Cortés Bandala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 701

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¿Por qué queremos tanto a la Ilustre familia? Luis R. Hernández Pérez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 731

Libro electrónico El síndrome de Trithemius antes de Trithemius. Las reacciones en la antigüedad ante la transición de una cultura oral a otra escrita José Luis Gonzalo Sánchez-Molero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 763 Retomando el significado de la publicación en un ambiente digital Isabel Galina Russell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 819 Leer en el siglo xxi: e-books, e-culture, e-tcétera… Alejandro Bia Platas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 839 Algunas (in) definiciones del libro en la era digital Ana Elisa Ribeiro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 865 Publicaciones con valor en el medio digital Alí Albarrán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 883 La lectura que se asoma en las aristas Camilo Ayala Ochoa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 899 La bibliografía moderna en el siglo xxi y un modelo para armar: una biblioteca digital de Raros y Curiosos en México Pablo Mora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 927 Interhistorias: narrativa intermedial y metaficcionalidad en la nueva ecología de medios Élika Ortega Guzmán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 939

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