Comentarios a la ponencia: “Producción agrícola y organización política en las sociedades prehispánicas del Alto Magdalena”, realizada por el Profesor Carlos Augusto Sánchez, Antropólogo Universidad Nacional de Colombia.

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Seminario de Economía Prehispánica Comentarios a la ponencia: “Producción agrícola y organización política en las sociedades prehispánicas del Alto Magdalena”, realizada por el Profesor Carlos Augusto Sánchez, Antropólogo Universidad Nacional de Colombia. Hernando Javier Giraldo Tenorio Investigador Independiente

Uno de los interrogantes más frecuentemente realizados por antropólogos interesados en la explicación de la adopción de tecnologías para la intensificación agrícola es: ¿por qué una población produciría más allá de sus requerimientos de subsistencia? (Feinman y Nicholas 1987:28). Esta pregunta tiene como fundamento ciertas regularidades en las dinámicas económicas en las comunidades campesinas, las mismas que pueden ser explicadas por la famosa regla de Chayanov. De acuerdo a esta regla, los campesinos producen inherentemente por debajo de su capacidad máxima, a menos que reciban alguna presión externa. El empleo de medios coercitivos por parte de una élite política sería el claro ejemplo de una presión externa que obliga a campesinos a producir excedentes. Es por esto que la intensificación en la producción agrícola en sociedades organizadas por parentesco ha sido comúnmente explicada en la literatura de economía política prehistórica como el resultado de la imposición de tributo a los productores por parte de una minoría política para su propio beneficio.

El profesor Sánchez nos indica que los datos de sus excavaciones proporcionan información sobre cómo los requerimientos de tributo por parte de las élites agustinianas a inicios del periodo Reciente, en Isnos, implicaron la modificación de las relaciones sociales de producción en los sectores donde los canales de drenaje fueron construidos, estas modificaciones incluyeron el aumento del tamaño de las unidades mínimas de producción y su reorganización en el espacio. Los sistemas de canales de drenaje registrados en Isnos, representarían entonces un ejemplo más en la larga tradición en los estudios de economía política pre-histórica que identifican tecnologías de intensificación agrícola con procesos de consolidación política. Adicionalmente, Sánchez enfatiza que la explotación de los comuneros en sociedades jerarquizadas no solo involucra la producción de excedentes agrícolas sino también el uso de su fuerza de trabajo para proyectos monumentales. En el caso de San Agustín, las famosas tumbas con esculturas de piedra sugerirían dicha explotación, independientemente del total de la inversión de energía necesitada para su construcción. En síntesis, el autor propone que las élites de las sociedades agustinianas explotaron a los comuneros en la forma de captación de su fuerza de trabajo para la construcción de monumentos durante el Clásico Regional y en la forma de producción de excedentes agrícolas evidenciado en los canales de drenaje durante el Reciente. Estas conclusiones han sido aceptadas por varios

arqueólogos interesados en el área. Sin embargo, en mi opinión hay dos aspectos clave que ameritan ser tomados en cuenta para contrastar el argumento presentado por el autor: 1) La existencia de una explicación alternativa, mejor sustentada y proporcionada por el mismo autor hace 15 años, y 2) La falta de evidencia de producción de excedentes y su uso como tributo. Son estos dos puntos a los que me voy a referir en el resto de mis comentarios.

En la desaparecida revista Arqueología del Área Intermedia, Sánchez publicó un artículo titulado: “Agricultura Intensiva, dinámica de población y acceso diferencial a la tierra en el Alto Magdalena”, el cual resumía las dinámicas sociales y ambientales alrededor del desarrollo de las nuevas tecnologías de producción agrícola observadas en Isnos; pero con conclusiones diferentes. Por ejemplo, hace 15 años Sánchez indicaba que en la zona hubo “presencia de numerosa población hacia finales del Clásico Regional”, que además creó “la imposibilidad de emigrar en busca de mejores tierras, por delimitación territorial o circunscripción social como lo denomina Carneiro” (p. 92). En otras palabras hubo presión poblacional sobre los recursos disponibles. Hoy, por el contrario, indica que en Isnos “se desvirtúa la posibilidad de incremento de la población al grado de presión sobre los recursos”. En el año 2000, Sánchez también indicaba que “los campos con evidencia de uso intensivo […] no reflejan necesariamente extracción de parte de las elites” (p. 92), pero ahora estos demuestran “el dominio de la economía tributaria, en la

que el trabajo excedente […] ocurría en procesos productivos en ambientes tecnológicos disímiles: Agricultura intensiva y agricultura en tierras de labranza” (p.23). Y finalmente, hace 15 años el autor señalaba que “durante y después del periodo Clásico Regional […] la autoridad de estos individuos [aquí se refiere a los líderes políticos] no estaría respaldada por una fuente de financiación muy sólida ni por una autoridad sobre la comunidad, rígida e incuestionable” (p. 923). Este es un giro radical respecto a la “estructura jerárquica, estratificada y tributaria” que controlaba “la distribución de los resultados del trabajo excedente” (p.15-6) que describe hoy. Resumiendo, los canales de drenaje pasarían de ser una respuesta adaptativa de ciertas unidades domésticas a condiciones ambientales desfavorables enmarcadas en un contexto de presión poblacional, a un imperativo económico para la producción de excedentes que beneficiaban a una elite poderosa, pero sin involucrar presión poblacional. Para efectos de simplicidad llamaré a estas teorías ‘adaptativa’ y ‘tributaria’, respectivamente. El principal cambio del autor es el punto de partida teórico. La investigación ya no se centra en la evaluación de los posibles factores sociales y ambientales que llevaron a la construcción de estos canales, sino que asume que estos son la evidencia de jerarquía social. Esta postura se debe, creo yo, a que no existen evidencias fuertes para el periodo Reciente que sugieran jerarquización política. Los pocos marcadores de

jerarquía comúnmente citados se refieren, Primero a: una estructura grande en el sitio La Estación, que puede ser también interpretada como una estructura comunal, la cual no presentó importantes densidades de material doméstico ni objetos de prestigio, y estaba ubicada en otra comunidad política; segundo, a un aumento en la centralización en la producción de cerámica utilitaria, cuyo control por parte de una elite no ha sido establecido, y puede ser igualmente explicado por la teoría adaptativa; y tercero, a la continuidad y aumento de población en los poblados más grandes, que para el caso de la cercana comunidad de Mesitas, implicó la incorporación de una familia cada 25 años, según estimados recientes de F. Romano. El autor no solo interpreta los canales de drenaje como manifestación de jerarquización social, sino también como el mecanismo a través del cual las élites ejercieron su poder. Sin embargo, al asumir que las tecnologías agrícolas son evidencia de jefaturas, Sánchez niega la posibilidad de que se puedan proporcionar explicaciones alternativas sobre la decisión de los miembros de las unidades domésticas en su construcción, y evita tener que demostrar la existencia de la producción de excedentes y de su apropiación por parte de una elite, pues estos elementos hacen parte de la definición de jefatura de Sánchez. Y estos son precisamente los aspectos de la economía política prehispánica que sería más interesante dilucidar.

El autor menciona fuentes etnohistóricas para confirmar el vínculo entre la existencia de líderes y la apropiación del trabajo excedente de los comuneros durante el Reciente. El re-interpreta fuentes etnohistóricas, a pesar que algunas narran hechos, como él bien lo dice en su presentación, ocurridos casi 100 años después de la incursión española, con la alta probabilidad de que las estructuras sociales indígenas en el alto Magdalena se hayan alterado de manera drástica por la incursión ibérica, como fue el caso en el resto de Latinoamérica. Pero si

aceptáramos

que

estas

fuentes

etnohistóricas

tienen

utilidad

confirmatoria, quedaría el problema de explicar los cambios en la base del poder cacical, que en los documentos etnohistóricos es militar, muy diferente a lo que se presume para los periodos Reciente y Clásico Regional. Una posición alternativa para la comprensión de las fuerzas detrás de la construcción de los canales de drenaje en Isnos podría empezar por problematizar la relación entre técnicas para la intensificación agrícola y complejidad política. Es decir, evitar suponer que la existencia de una implica necesariamente a la otra. No porque no existan ejemplos arqueológicos en los que la implementación de técnicas de intensificación agrícola esté asociada al desarrollo de jerarquías políticas, pues estos abundan; sino porque existen ejemplos del desarrollo de estas técnicas en ausencia de élites. Por ejemplo, las técnicas de intensificación agrícola en la Depresión Momposina y en el rio Daule, en Ecuador, fueron anteriores, por centurias, a las primeras evidencias de

desigualdades sociales en esas zonas. Y la escala de estas obras sobrepasó, por mucho, a las de Isnos. Aún si se lograra presentar evidencia clara de algún tipo de liderazgo institucionalizado durante el periodo Reciente en Isnos, esta no sería suficiente para asumir que la transformación del paisaje agrícola sea el resultado de requerimientos tributarios. Aunque no cuento con nueva evidencia para contrastar mejor las explicaciones existentes sobre la construcción de canales de drenaje, es decir las teorías adaptativa y tributaria, si puedo sugerir qué elementos deberíamos buscar en el registro arqueológico que nos permitiera evaluarlas mejor, así como puedo indicar por qué su rechazo en diferentes momentos no fue bien sustentado. Empezaré con la hipótesis tributaria y el motivo por el cual Sánchez no la consideró como una explicación apropiada en su artículo del año 2000. En ese entonces, y de acuerdo al expositor, los canales de drenaje no implicaron extracción de renta por parte de las élites (asumiendo que hubiera alguna) porque no en todas partes se construyeron este tipo de canales. Bajo esta lógica se asume implícitamente que los procesos sociales deben ser idénticos en todas las unidades políticas del Alto Magdalena; y aún si en todas las unidades políticas del Alto Magdalena se hubieran construido canales, su relación con la extracción de tributo debería ser demostrada. Para evaluar la hipótesis tributaria considero que se debería determinar, además de la existencia de jerarquías políticas, la existencia de una producción de

excedentes, que estos fueron movilizados hacia un sector de la población que no es productora y que esta tuvo la capacidad de almacenarlo para ser usado para sus propósitos. La idea de producción de excedentes se encuentra lógicamente atada al incremento de la productividad que implica toda intensificación agrícola. Evidentemente hubo un aumento de la producción agrícola por unidad de área en La Marquesa y San Lorenzo con la implementación de las tecnologías de intensificación pero esto solo con respecto al mismo periodo cuando las condiciones

medioambientales

eran

igualmente

desfavorables.

Pero

no

sabemos si la producción por unidad de área posibilitada por los canales durante el Reciente fue mayor, igual o incluso inferior a la producción por unidad de área durante el Clásico Regional antes del cambio del régimen de lluvias. Debido a esta peculiaridad, determinar arqueológicamente la existencia de producción de excedentes para el caso específico de La Marquesa-San Lorenzo se torna complejo. Considero que si la producción agrícola aumentó de un periodo a otro debido a las nuevas tecnologías de producción, deberíamos esperar igualmente un cambio en las tecnologías de almacenamiento en las viviendas productoras del Clásico Regional al Reciente, pues estas se desarrollarían como manera para lidiar con la producción excedentaria, una información que creo que está disponible por las excavaciones llevadas a cabo en el área, por lo menos para algunas zonas de ladera.

La movilización de los excedentes a los centros poblados donde presuntamente se congregarían las élites (de nuevo, en el caso que se obtenga evidencia de ellas) podría ser evidenciada, al menos para cultivos de maíz, por cambios en el radio de raquis a granos, entre las unidades domésticas productoras y las unidades de élite. Este radio debería ser especialmente alto en las unidades de viviendas productoras. La lógica detrás de esto es que como medida para reducir los esfuerzos involucrados en el transporte de maíz por parte de los campesinos, estos los desgranan en sus viviendas. Este procedimiento ha sido usado para evidenciar transporte de alimentos de comuneros a elites en Moundville por Paul Welch. Evidencias de raquis y granos han sido recolectadas por Sanchez en sus excavaciones, solo una comparación de este mismo tipo de elementos en unidades domésticas de los centros poblados es faltante. Para establecer que este movimiento de bienes agrícolas fue dirigido hacia las élites no solo debemos esperar un radio más bajo de raquis a granos en las viviendas de las elites, sino una mayor tecnología de almacenamiento para contener la gran cantidad de recursos agrícolas obtenida como tributo. Por supuesto, estas viviendas deberán contar además con marcadores relevantes de alto status, riqueza y prestigio. La hipótesis adaptativa, de otro lado, no implica necesariamente la producción de excedentes como objetivo de los campesinos en la construcción de los canales de drenaje, lo cual evita el interrogante con el que inicié mi

presentación, aquel de ¿por qué una población produciría más allá de sus requerimientos de subsistencia? La tesis adaptativa solo sugiere que ante condiciones medioambientales adversas los campesinos están sujetos a un conjunto de decisiones que se limitan entre ir a mejores tierras, adecuar las propias o incluso, si es posible, dedicarse a otras actividades productivas. Siguiendo la ley del menor esfuerzo, es posible que la adecuación de las tierras no fuera la primera opción, debido a la inversión adicional de energía en la construcción y mantenimiento de los canales. La intensificación en los sectores más desfavorables es debido, de acuerdo a los anteriores artículos de Sánchez, a la alta densidad poblacional en los sectores más fértiles, la cual impide el aumento de cultivos en esas áreas. Intensificación y alta densidad poblacional son dos variables que suelen estar correlacionadas transculturalmente de acuerdo a estudios comparativos de Robert Netting y esto ha sido claramente demostrado por el autor en Isnos. Sánchez ha mostrado también que la construcción de los canales de drenaje coincide temporalmente con un cambio ambiental caracterizado por mayor pluviosidad; y que los canales se realizaron en áreas de suelos muy duros, cuya productividad se ve afectada por las lluvias. No obstante, hoy Sánchez descarta la presión poblacional como un factor relevante debido a que ciertos estudios “señalan crecimiento de población a tazas constantes pero no muy elevadas” (p.10), aunque admite que la ocupación de los sectores más desfavorables se dio cuando la población no tenía “opción

de acceder a otras tierras de mejor calidad para la producción”, pero no explica por qué. Sin embargo, la tasa de crecimiento de una población no es una medida de la relación entre la cantidad de población y los recursos disponibles, que es la esencia de la presión poblacional. La existencia de presión poblacional es sin embargo difícil de evaluar. Este término está unido al de capacidad de carga, que se basa en la cantidad total de recursos disponibles, según una de sus definiciones más empleadas. En términos de su operacionalización arqueológica, algunos antropólogos solo consideran que se llega a la capacidad de carga de un sector si y solo si el total de la población es igual o mayor al total de personas que pueden ser alimentadas si toda o un gran porcentaje de la superficie fuera cultivada con la especie más productiva, algo que parece improbable. Una forma de evaluar presión poblacional en esta región, podría ser la de comparar la cantidad de la población respecto a la tierra disponible en los suelos más aptos en Isnos con la de regiones vecinas donde no hubo un desarrollo semejante de tecnologías de producción agrícola. Esperaríamos que en las unidades políticas vecinas la densidad de población en las zonas más fértiles fuera menor que en Isnos, pues las tecnologías de intensificación agrícola no se desarrollaron en las zonas de ladera de esos sectores. Pero si esta estrategia para evaluar la existencia de presión poblacional no es aceptada, al menos se puede decir que tal argumento se refutaría si la población

regional antes y durante la construcción de los canales disminuyó o permaneció igual, lo cual, como ya lo ha mencionado Sánchez, no ocurrió. Una ventaja de la hipótesis adaptativa es que puede ayudar a explicar el incremento en la centralización de la producción de cerámica durante el periodo Reciente. Es ampliamente aceptado que cuando la población excede la capacidad de la tierra para sostenerla, la gente tiende a dedicarse a la producción de ciertos bienes utilitarios, entre ellos la elaboración de vasijas cerámicas, como alternativa económica (Arnold 1985). La fijación en la institucionalización de cacicazgos ha soslayado desafortunadamente esta posibilidad. Por ahora el incremento de la centralización y especialización de la producción cerámica ha sido reportado para el cercano valle de La Plata, pero se debería esperar algo parecido para la zona de Isnos. Para culminar, quisiera recalcar que el gran aporte de Sánchez el día de hoy, es la identificación de cambios en la organización y tamaño de la unidad doméstica de un periodo a otro debido a la construcción de los canales de drenaje, así como los cambios en su permanencia y del desarrollo de propiedad. Esto significa un avance en respuesta a una de las críticas más reiteradas a los enfoques ambientalistas y demográficos, y es que estos supuestamente ignoran el rol del trabajo y de las instituciones sociales en el cambio social (Feinman y Nicholas 1987:28). Esta información es perfectamente compatible con sus interpretaciones sobre el significado de los canales en su artículo del año 2000, el cual proporcionó una importante y bien sustentada alternativa a la

desafortunada tendencia de la arqueología en Colombia de unir cada aspecto de la vida comunitaria a las decisiones de un omnipotente cacique.

Santa Fe de Bogotá. Noviembre 21 de 2014

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