Colaboración en Crisis / Revista Código

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—Ensayo

Colaboración en crisis

Colaboración en crisis

Las crisis económicas detonan prácticas y estéticas que imaginan nuevos panoramas. También modifican procesos de trabajo y formas de circulación de objetos o, en los años recientes, de imágenes. En nuestro contexto ha fomentado las prácticas colaborativas. ¿Cuáles son los resultados?



Por Andrea Ancira García

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Lo más llamativo de las crisis no es tanto la transformación total de los espacios físicos, sino los cambios espectaculares que se producen en los modos de pensamiento y de comprensión, en las instituciones y en las ideologías dominantes, en las alianzas y en los procesos políticos, en las subjetividades políticas, en las tecnologías y las formas organizativas, en las relaciones sociales, en las costumbres y los gustos culturales que conforman la vida cotidiana.

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David Harvey, 17 contradicciones y el fin del capitalismo

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n qué medida el sistema económico pauta las formas y sentidos en los que se despliegan los saberes cooperantes en la producción artística? ¿Cómo es que la escasez de recursos, la intensificación de las condiciones de precariedad laboral, los recortes presupuestales, la creciente informalidad e invisibilidad del llamado trabajo inmaterial o cognitivo, estructuran y motivan el trabajo colaborativo en la producción artística? ¿La colaboración artística reformula o reafirma las condiciones de trabajo que la crisis económica impone? ¿En qué resultan las diversas formas de colaboración que conviven en la creación artística actual? La colaboración en el arte no es algo nuevo. De hecho es un esquema de trabajo que se puede localizar

desde varios siglos atrás: en el Renacimiento, el Barroco, pasando por los experimentos del Surrealismo, los proyectos performáticos del constructivismo, los juegos de Fluxus, así como La Fábrica de Andy Warhol, entre otros. En «Complications: On Collaboration. Agency and Contemporary Art» (2009), Maria Lind sostiene que las neovanguardias le dotaron a esta forma de trabajo una función y una visibilidad muy particular que resuena hasta nuestros días. Las prácticas colaborativas comenzaron a abandonar paulatinamente los márgenes de la producción cultural autogestiva para ser reconocidas e incorporadas por el mainstream del mundo del arte contemporáneo. Actualmente no nos sorprende asistir a un museo cuyo programa curatorial contemple la exhibición de una plataforma de comercio alternativo que conecta y visibiliza proyectos artísticos que procuran formas de producción, intercambio y consumo abiertas, horizontales y equitativas para consolidar una red de economías autónomas. Tianguis de .... – Cooperativa Autónoma de Comercio Artístico de Obras (2013), es una iniciativa artística de José Miguel González Casanova que se presentó en el Museo Universitario del Chopo como respuesta a «la crisis económica que el sistema monetario ha creado

—01 José Miguel González Casanova, C . A . C . A . O - Cooperativa Autónoma de Comercio Artístico de Obras (2013). Cortesía del Museo Universitario del Chopo

en el mundo», y como una alternativa al monopolio, la homogenización de la diversidad cultural y el espectáculo que impone el sistema capitalista. En esta muestra participaron alrededor de 100 artistas, productores y microexpositores, algunos fueron invitados, otros recomendados y/o seleccionados por una convocatoria abierta. A éste se podrían sumar una infinidad de proyectos colaborativos como la cooperativa Diego de la Vega (2008), de Fran Ilich, que después de haber creado el Spacebank con su moneda maoísta digital, ha buscado construir y sostener economías alternativas, a través de distintos proyectos. El más reciente consiste en la venta de café zapatista en Nueva York, ciudad en la que vive y trabaja. El banco de tiempo Tloke Nahuake (2013) y su moneda solidaria, el Varo, es un proyecto que Taniel Morales desarrolló en el taller de teoría que imparte en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente. Bajo un esquema de intercambio de trueque, el objetivo principal de este espacio era consolidar una economía productiva que no se basara ni en el consumo pasivo, ni en una moneda monopolizada por el Estado. Estas iniciativas apoyadas en distintos esquemas de colaboración e intervención, operan como simulacros de justicia social que se asemejan, pero no coinciden del todo, con la utopía concreta por la que, desde hace más de dos

siglos, los movimientos por la justicia global luchan y reivindican día con día. A pesar de que la estructura y las motivaciones del trabajo artístico colaborativo se caracterizan por una fuerte inclinación al activismo y a otras formas de unión alrededor de intereses compartidos, actualmente se desarrolla y presenta no sólo en plataformas culturales autogestivas sino también en residencias artísticas, galerías, ferias, bienales, museos, etc. Mientras que algunos proyectos tienen un carácter claramente investigativo y cuestionante, otros adoptan estrategias espectaculares o de entretenimiento para asegurar la asistencia del público. Más allá de que estos proyectos logren componer un escenario de lo posible en los espacios en los que se exhiben, muestran la fisura que la crisis económica genera —en el proceso de confrontar, remodelar y reorganizar los desequilibrios del capitalismo para crear una nueva versión de su núcleo dinámico— admitiendo en el discurso dominante ideas radicales vinculadas a prácticas de emancipación social como solidaridad, autogestión, autosustentabilidad, y cooperación. Al hacerlo, estas ideas son separadas de sus contextos, referentes y prácticas sociales concretas neutralizándolas o despojándolas de su potencial crítico y revolucionario.

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—02 Cráter Invertido, Siempreotravez (2013). Publicación. Cortesía del colectivo —03 Fran Ilich, Diego de la Vega (2008). Logotipo de la cooperativa. © Fran Ilich

Si bien existe un interés genuino de unir o compartir prácticas, saberes y/o ideas para producir algo que, de otro modo sería imposible producir, a veces la unión que generan estas formas de trabajo es una unidad paradójica, una unidad de desunión que arroja a todos los participantes en una vorágine de perpetua inseguridad, ambigüedad, angustia, lucha y contradicción, como el propio sistema en el que se inscriben. La cooperación en el arte no se puede abstraer de la organización neoliberal del trabajo que impera en nuestra sociedad y que afecta a todos los trabajadores asalariados. Así, algunos de los principos en los que comúnmente se fundamenta el trabajo colaborativo como la solidaridad, la invención creativa, la flexibilidad, la extradisciplina, y la informalidad, son estrategias que diversos agentes económicos utilizan para maximizar la ganancia. En estos casos, el elemento idealista de la colaboración choca con las miserables demandas de dichos agentes. ¿En qué medida la colaboración en el arte se mantiene al márgen de estas demandas o las reproduce?

En momentos de crisis, la cultura se convierte en el campo de debate ideológico por excelencia. La cultura, y el arte en particular, funcionan como espacios que permiten actuar lo político y reinventarlo en el inconsciente colectivo. Si los políticos y los medios de comunicación centran el debate público en cuestiones éticas y morales, pareciera que ciertas prácticas artísticas han comenzado a cuestionar lo que se da por sentado en dichas discusiones o incluso van a la búsqueda de escenarios impensables. En ese sentido, las crisis producen una fuerza de posibilidad muy potente que algunos artistas han explorado desde el activismo o desde sus propias prácticas. En estos casos, la cooperación es una estrategia que crea espacios de maniobra o de autonomía colectiva en momentos en los que el financiamiento público limita la libertad creativa e instrumentaliza el arte y, en los que el mercado impone violentamente las condiciones de posibilidad de toda actividad productiva. Cráter Invertido (2012) es un espacio colaborativo en el que convergen artistas y otros colectivos que buscan reconstruir tejidos sociales e imaginar realidades posibles a través del arte en conjunto con estrategias de autogestión, pedagogías críticas y comunalidad. A partir de una infraestructura conformada por asambleas generales, destinadas al trabajo y procesamiento colectivo de las inquietudes y contradicciones que los miembros enfrentan tanto a nivel individual como colectivo, esta fuerza de relaciones, situaciones y procesos sociales, busca agitar la realidad a través de la organización de talleres, charlas, proyectos curatoriales, edición de fanzines, presentaciones de libros y eventos en apoyo a alguna organización o causa social. Desde una perspectiva performativa y procesual, los proyectos que se desarrollan en este espacio articulan conocimientos y procesos de instrumentalización del trabajo para la convivencia y el disfrute colectivo que ponen en cuestión los ritmos y las dinámicas de productividad y colaboración que el capitalismo impone.

100 protagonistas opinan Nuestro número 90 reúne 100 opiniones de artistas, curadores, arquitectos, cineastas y críticos de cine, así como diseñadores de moda o industriales sobre lo más representativo acaecido de 2008 a la fecha. Las voces no sólo dan cuenta de exposiciones, edificios u objetos sino también de acontecimientos políticos, a veces inquietantes, que definen una época convulsiva. La crisis económica de 2008 propició que algunos sectores de la sociedad forjaran una mirada introspectiva para preguntarse de qué manera podrían cambiar el entorno. Algunos ejercicios, principalmente desde la arquitectura, han abierto caminos interesantes para transformar nuestro entorno inmediato. Sin embargo, desde las artes visuales, incluido el cine, también se han cristalizado interrogantes que no necesariamente apelan a una acción inminente sino a cuestionamientos para comenzar un debate. Estas 100 opiniones son sólo una muestra de una gran fotografía a la que vale la pena descifrar para intentar modificarla.

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