Ciencia y experiencia en la descripción del mayor imperio del mundo”. En M. Martínez Alcalde y J.J. Ruiz Ibáñez (ed.), Felipe II y Almazarrón (1572). La construcción local de un imperio global. Vol. II. Sostener, gobernar y pensar la frontera. Murcia, Editum, 2014, pp. 343-362.

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Descripción

CIENCIA Y EXPERIENCIA EN LA DESCRIPCIÓN DEL MAYOR IMPERIO DEL MUNDO1 Alicia Cámara Muñoz Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)

Las torres de Mazarrón, como las de toda la costa, hechas para la “guerra defensiva, que pretende excusar el daño” como escribía Vespasiano Gonzaga en 1570, servían para “assegurar la mar y la tierra con señales de fuego y haumadas… y quitar que no puedan parar en la costa bajeles y echar gente en tierra para saquear lugares, o, asaltar caminos o, prender pastores”2. Estas torres pueden parecer un modesto punto de partida para el tema propuesto, pero no es así. Todas las costas de los reinos de la monarquía española en el Mediterráneo se defendieron con torres, ya fuera en Nápoles, Sicilia, las Baleares o la costa peninsular. Para construir el sistema de las torres hubo que medir toda la costa, experimentar tipologías, a la búsqueda podemos hablar partiendo de esta costa de saberes, acciones y representaciones, que es el marco planteado en esta sección. En algún momento trabajaron o visitaron esta costa del reino de Murcia dos de los ingenieros más valorados de la monarquía: Juan Bautista Antonelli en las torres, y Cristóbal de Rojas cuando ya era una villa bien poblada. Es Rojas quien, en la dedicatoria al futuro Felipe III de Teórica y prá ón en 1596, publicado en 1598, se dirige a él así: “Aviendo dado Dios a V. Alteza el mayor imperio del mundo”, que explica el título para estas páginas. Es una de las muchas ocasiones en que se habla de imperio en los escritos de los ingenieros, aunque la monarquía hispánica no lo fuera. Muchas veces estos profesionales se consideraron constructores de un imperio, emulación del romano, al servicio de los monarcas más poderosos del orbe. 1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación HAR2012-31117 El dibujante ingeniero al servicio de la monarquía hispánica. Siglos XVI-XVIII (DIMH). Ministerio de Economía y Competitividad. 2 CÁMARA MUÑOZ, 1991, 94.

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Ya en el título del tratado de Rojas se plantea la necesidad de teoría y de práctide Bernardino de Mendoza, del año 1595, Theórica y práctica de guerra. Ciencia y experiencia se fundieron en el trabajo de los ingenieros y los militares, imprescindibles para el ejercicio del poder, siendo una de las necesidades más perentorias el conocimiento, control y defensa del territorio. De ese imperio, que contribuyeron a consolidar y a medir los ingenieros vamos a hablar tomando como pivotes sobre los que sustentar nuestro relato a Cristóbal de Rojas y a Juan Bautista Antonelli, que encarnan bien lo que supusieron la ciencia y la experiencia en la tarea casi hercúlea de describir los reinos de la monarquía. Ambos fueron teóriredactados en 1560 y 15613, Rojas con tres tratados, de los que tan solo uno quedó inédito4, ambos teorizaron sobre su profesión y sobre el poder, pero asimismo son territorios, en lo que fue la pura práctica de la profesión. Una experiencia que les permitiría intentar llegar a reglas generales. Se impone por tanto explicar el punMazarrón. La razón para su presencia fue la de la defensa de la costa del reino, que en algunos dibujos de la época se representa muy próxima y casi paralela a la norteafricana, para expresar así el peligro que suponían los corsarios de Argel. 1. LA DEFENSA DE LA COSTA DE MAZARRÓN: JUAN BAUTISTA ANTONELLI Y CRISTÓBAL DE ROJAS “Alumbres hay tantos en una sola sierra de la costa de Cartagena, que el Duque de Escalona, y el marqués de los Vélez, cuya es la labor, han cada uno más de quarenta mil ducados cada año della”, escribía Ambrosio de Morales en 15755. Una zona rica, pero en la frontera, por lo que la construcción de las torres se hizo urgente, así que en 1570 Vespasiano Gonzaga y Juan Bautista Antonelli visitaron la costa del reino de Murcia, por mar, a caballo y a pie, que eran los medios utilizados siempre por los ingenieros y militares desplazados a las costas para describirlas, ya fueran Antonelli, Spannocchi6, o Texeira7 para las cuales decidieron que era mejor que tuvieran forma hexagonal, con aljibe en el primer suelo, y chimenea. El rey deseaba que se hicieran torres en ese reino para que se correspondieran con las de los reinos de Valencia y Granada8, porque las torres nunca se pueden entender aisladas, ya que forman parte de un sistema 3 4 5 6 7 8

ANTONELLI, 2009, DE LA TORRE ECHÁVARRI, 2004, ROJAS, 1985 MORALES, 1792, 166. CÁMARA MUÑOZ, 2003 MARÍAS, 2002, 294, 295. AGS, Guerra y Marina, leg. 177, f. 31. CÁMARA MUÑOZ, 1991.

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en el que cada elemento se interrelaciona, y sólo como sistema funcionan con

para entender el sistema defensivo de las fronteras marítimas de la monarquía, al escribir: “he tenido por mi parte consideración a que esta costa como la que queda de España es como una cerca de muralla que la cierra toda, y que los puertos y los otros lugares son las puertas del Reyno y los baluartes del y estas torres son las garitas de los centinelas y atalayas que los velan de día y de noche y que estando esta cerca tan bien reparada y bien guardada estará muy seguro lo demás”. Es más, indica cómo hay que medir la distancia entre las torres, que vendría marcada en el proyecto de Gonzaga/ Antonelli por el alcance del fuego de la pequeña pieza de artillería de cada una (recomienda morteretes), de manera que las armas cubrieran casi toda la costa9. Así se iría creando esta frontera, con la medida de las armas de fuego, que fueCristóbal de Rojas utilizará casi la misma imagen que Juan Bautista Antonelli, cuando escriba en 1607 que rrespondencia con el reino como los baluartes con las ciudades, y por ello se deben hacer tan vecinas que la una pueda socorrer a la otra y en las partes que más dañen al enemigo, y así se pueden defender”10. Las torres de Mazarrón formaron parte de ese sistema. Antonelli en su informe dice que lo acompaña con una descripción de la costa y parte del reino, en la que se señala con una cruz roja los lugares donde se deben construir torres11, pero por ahora no conocemos ese mapa, que se sumaba también a un informe de Vespasiano Gonzaga12. Lo importante es que se hizo, porque la imagen era tan importante como la palabra para describir las fronteras. Por su parte, Vespasiano consideraba el proyecto de las torres poco operativo, puesto que, en verano, “toda la mar es puerto”, y sólo se podrían evitar los desembarcos y saqueos con “un muro continuado de madera como dixo aquel capitán athenienese queriendo sig13 . Se plantea aquí un tema de discusión eterno en ese siglo 14 XVI cas, escribió un largo discurso sobre qué era mejor para la defensa de los reinos y estados, si las fortalezas o los ejércitos en campaña. En un primer momento parece estar a favor de los ejércitos, pero luego se decanta por las fortalezas, quizá porque, 9 AGS, Guerra y Marina Sobre las piezas de artillería en las torres, leg. 90, f. 164. 10 ROJAS, 1985, 324. 11 “El sitio y dispussicion de toda la costa deste Reyno, y de parte del he representado en una descricion la qual va con esta”. AGS, Guerra y Marina, leg. 73, f. 110. 12 AGS, Guerra y Marina, leg. 177, f. 28, 29, 30 13 AGS, Guerra y Marina, leg. 177, f. 31. 14 Sobre la necesidad de una gran armada y sus defensores, ver GELABERT, 2011, 365-392

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como dice, “de ninguna cosa hacen más caso en este tiempo los Príncipes para la defensa de sus estados que de las fortalezas, y porque no faltan opiniones contrarias, se debe entre todas cosas considerar”15. Creemos que estaba tomando partido por su rey y por su quien había sido secretario, porque sus argumentos en pro de la inversión en el ejército son tan convincentes, que casi sorprende el giro dado a la argumentación en un momento dado. Él mismo, al recordar la necesidad de los ingenieros de fortipudieran sustentarse económicamente en tiempo de guerra16. Probablemente las para lo que nos ocupa en este momento, no cabe duda de que la ciencia avanzó con del XVII para demostrarlo), o de geometría aplicada. En 1570, cuando Antonelli visitó la costa, la torre de Mazarrón era la que estaba en el lugar más desértico, con serlo toda la costa del reino, por lo que el ingeniero sugería que los condenados por algunos delitos cumplieran la pena desterrados en las torres. Esta torre del puerto de Mazarrón ya estaba construida pero le faltaban la guirnalda y los pretiles. Como todas, tenía tres guardas, cada uno de los cuales cobraba treinta reales al mes. Un veedor residente en Cartagena debía visitar todas la torres cada mes para llevar la paga evitando que los guardas las abandonaran para ir a cobrar, tal como solía suceder. Esto es lo que se consideró el funcionamiento óptimo para todas las torres del Mediterráneo, con lo que se puede plantear aquí esa estrecha relación entre lo local y lo global, pues cuando el ingeniero Spannocchi acabó su Descripción de la marinas de Sicilia en 1596 en castellano, completando lo que había hecho en su descripción de la isla antes de venir a España, proponía mo que había propuesto Antonelli. De hecho, las torres eran tan importantes que, cuando el citado ingeniero se asentó en Sicilia, en diciembre de 1577, su función iba Colonna daría a todas las tipologías la misma importancia para la defensa17. 15

Fuenterrabía, San Sebastián, Jaca, Salsas, Perpiñán “y otras en las costas de Nápoles y Sicilia” (p. 76). 16 útiles a su tiempo y lugar, midiendo el sabio Príncipe sus designos con la calidad de su estado y de sus fuerzas”, ya que puede construir demasiadas fortalezas en tiempo de paz, imposibles de sustentar en tiempo de guerra. Idem, p. 77 17 ASP, Tribunal Real Patrimonio, Lettere viceregie, leg. 657, f. 207. Iba a ganar 40 escudos al mes, en la profesión de ingeniero, y hábil para la ocupación y servicio, además de tener experiencia. Lo

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puesto que lo encontramos en las Baleares decidiendo sobre todas las obras en compañía del ingeniero Jacome Palearo Fratin, don Pedro de Velasco18, visitó la costa del reino de Murcia en compañía de Juan Bautista Antonelli. En 1576 se dice que ya han señalado los lugares en los que había que construir treinta y seis de los retrasos en la construcción era que 1570 había sido un mal año para que reducción de los moriscos, pero los ataques corsarios habían obligado a revisar todo de nuevo en ese 157619 pendió más de la economía que de la medida de los tiros de artillería. Las torres costeras fueron tan importantes para la defensa de los reinos que de ellas se conservan imágenes de gran belleza. Un ejemplo de ello es la descripción de las costas de Sicilia por Tiburzio Spannocchi20, pero también tenemos noticias de otras imágenes, con categoría de “pintura” y no de rasguño o dibujo, como la que sabemos que había hecho el ingeniero Juan Pedro Livadote (o Libadote) en 1587 de las torres de la costa de Andalucía, fruto de la visita a esa costa con Luis Bravo de Laguna en 1578, de lo que hizo “las trazas y mediciones de las torres… formando una pintura de la costa y torres y lo puso en lienzo y en papel general”21. Lo cierto es que la visita de personajes como Vespasiano Gonzaga y luego Pedro de Velasco, ambos con Juan Bautista Antonelli, a la costa del reino de Murcia, hizo de las torres de este reino generadoras de descripciones de especial interés para los historiadores, a la espera de más hallazgos en archivos de dibujos sobre ellas, puesto que esa forma hexagonal, tan novedosa, sin duda debió precisar de unas Fue con don Pedro de Velasco en 1576 con quien se comprometieron las ciudarrón ofreció mil peones, y en 1585 dio quinientos más, cuando se proyectaba otra torre, llamada entonces “la de piedra mala”22. No habían cobrado los impuestos del pescado desde hacía ocho años para así acabar las llamadas torre del cargador y de la punta de Almazarrón, que se pregonaron y remataron conforme a la tasa-

18 COBOS y CÁMARA, 2008, 117 19 AGS, Guerra y Marina, leg. 81, f. 445, leg. 670, f. 41. En 1576 había que construir tres en el término de Murcia, diez y siete en el de Cartagena, cuatro en el de Mazarrón y trece en el de Lorca. 20 SPANNOCCHI, 1596. 21 En 1587 Libadote trabajaba en obras de cantería en Madrid. IHCM, Colección Aparici, vol. VII, p. 20. Sobre Livadote en Gibraltar llevando a cabo este encargo de visitar las torres, y en general sobre su labor en esas torres, AGS, Guerra y Marina, leg. 208, f. 57, leg. 209, f. 133, leg. 227, f. 168, leg. 234, f. 208, 352 y 353. 22 AGS, Guerra y Marina, y parte del dinero vendría de reducir las guardas de soldados y atajadores a caballo que tenían para la guarda de la costa el marqués de Vélez y el duque de Escalona “por razón de las haciendas de Alumbres que tienen en el almazarrón”

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ción de Juan Bautista Antonelli, debido a lo cerca que tenían los materiales23. El importe de los derechos de los impuestos de Mazarrón sobre la pesca y el ganado (los mismos que se utilizaron en todo el reino para el mantenimiento de las torres costeras24) fue, entre el 1 de diciembre de 1607 y el treinta de noviembre de 1608, es decir en un año, de setenta y seis mil trescientos diez y seis maravedís25. Hemos llegado así a 1607, que es cuando aparece Cristóbal de Rojas en el escenario. Tenía entonces Mazarrón más de trescientos vecinos, que se traducían aproximadamente en mil trescientas personas, y de ellos menos de cuatrocientos eran hombres capaces de tomar las armas. Se la describía en su ubicación, a una legua del mar, con una pobre cerca de piedra y barro caída en varios sitios desde hacía años, y por lo tanto indefensa. Solo tenía dos casas fuertes en las que refugiarse, una del marqués de los Vélez, que es quien hace el informe del que extraemos estos datos y otra del duque de Escalona. Por eso había que hacerle una nueva muralla de piedra, cal y arena, de cuatro varas de alto y dos y media

tagena don Juan de Cardona, quien había sido virrey de Navarra, y murió poco después, en 1609, se le ordenó que viera los informes del marqués y que visitara ción”, porque había que seguir tomando decisiones sobre las torres de Cartagena (Portux y Calnegre) y en general sobre las de ese reino26, así que las torres seguían protagonizando la defensa de la costa de los ataques corsarios. 2. LA “GRANDEZA DE PODER Y SABER”. LA MEDIDA DEL TERRITORIO COMO EMULACIÓN DEL IMPERIO ROMANO Francisco de Villalpando, en su traducción del tercer y cuarto libro de Serlio, se grandeza y sabiduría27. Vamos a referirnos a una de las realizaciones de su reinado en 23 AGS, Guerra y Marina, leg. 177, f. 32. leg. 85, f. 145, 150, 155. Sobre las condiciones, materiales, medidas etc. de las torres de este reino para su pregón en el momento de contratar la construcción con las trazas dadas por Juan Bautista Antonelli, leg. 85, f. 149, 153. 24 AGS, Guerra y Marina, leg. 638, f. 264, leg. 670, f. 5. En 1603 se pedía al rey que ordenara al marqués de los Vélez, Adelantado del reino de Murcia, que pusiera en defensa la torre del Pinatar utilizando los impuestos del ganado que pasta en la costa y el pescado que se pesca, que era lo que se había empleado siempre para el mantenimiento de las torres de ese reino 25 AGS, Guerra y Marina, leg. 670, f. 44. Ese año había en la torre del puerto de Mazarrón un alcaide y dos soldados ordinarios El alcaide ganaba setecientos veinte reales al año, y los soldados quinientos veintiocho reales al año cada uno. 26 AGS, Guerra y Marina, leg.638, f. 343 27 SERLIO, 1552, dedicatoria al príncipe Felipe, “quien con tanta grandeza de poder y saber, ansi theorica como especulativamente está adornado… ninguno ha avido que con tanta grandeza y sabiduría…”

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conocimiento del territorio permitía el ejercicio del poder, y sólo se conocía midiéndolo para describirlo. Esa obsesión por describir con palabra e imágenes lo que se había medido, para así poder gobernar fue general en todos los reinos de la monarquía28. Todos los profesionales de la construcción, ya fuera para la paz o para la guerra, medían para proyectar y para realizar sus obras, y el instrumento por excelencia fue el compás. A Juan Bautista de Toledo se le pagaron sesenta y tres reales por la compra de “un compás muy grande”, entre otros instrumentos para su profesión29. Galileo publicó un tratado en 1606 sobre el uso del compás geoméfronteras fue responsabilidad de los ingenieros con título de tales. Unos se autorretrataron como militares, porque esa era la casta a la que pertenecía o querían pertenecer, es el caso de Zanchi, Marchi o Lechuga. Otros se autorretratan con el compás en la mano, como Cristóbal de Rojas o Santans y Tapia. Se diría que al introducir ese elemento del compás, unido siempre a un traje que les asimilaba al la ciencia de la medida como la experiencia de la guerra lo que les hacía imprescindibles y dignos de ser retratados para los siglos futuros. 30 , así número de vecinos hay que saber preguntar, si se trata de las tierras, utilizar los insde hacer las equivalencias entre las distintas unidades de medida. Además, cuando utilizando el movimiento y medida de su cuerpo, se hicieron imprescindibles los instrumentos de medición. Todo se quiso reducir a números para convencer a los lectores de textos, muchas veces secretos y limitados al ámbito más cercano al rey, de forma contundente por lo objetivo de los datos, de la grandeza de los estados. Por eso, el orgulloso Pedro Texeira en 1634 no podía acabar su descripción de las costas frontera con Francia 95, “medidas con las entradas que aze su diuizión y asimismo con las ensenadas de la costa, con que viene a tener de çercuyto sietecientas y quarenta y nueve leguas”. Tenía 82 puertos, 22 “muelles de costosísimas fábricas para la seguridad de sus baxeles”, 23 ciudades, tres de ellas metropolitanas y seis catedrales, 149 villas e innumerables aldeas y lugares, y 125 torres o atalayas31. Claro que, para descripción exacta de lugares, pocas descripciones como la de Spannocchi de Sicilia 28 Con contribuciones recientes, como el estudio sobre Sicilia de GAZZÈ, 2012. 29 AGS, Contaduría Mayor de Cuentas 1ª época, leg. 931. Año 1564. Cuentas de Juan de Paz, de El Escorial. Además compró dos azadones y papeles y pergaminos para trazas 30 MARAVALL, 1972, 61. 31 PEREDA y MARÍAS, 2002. Transcripción de Luis ZOLLE, p. 358.

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en 1578, con tablas detalladas de cada lugar, con el número de vecinos, las millas marinas de cada lugar, los hombres de a caballo y a pie... El sistema de descripción, aunque mucho menos ordenado, lo siguió utilizando cuando en España reconoció los pasos de los Pirineos, que había que defender, informando al rey y a su Consejo de Guerra sobre el número de vecinos de cada pueblo. Así, sabemos que en ese año de 1592, Hecho tenía doscientos vecinos, Lascun cien, y Canfranc ciento veinte32, dalos ingenieros una fuente de información que va más allá de su utilidad para las fordibujos para explicar la corografía de la zona. Sin embargo, no había que ser ingeniero militar, aunque fueran estos los que experimentaran e innovaran más en los sistemas de descripción, para realizar descripciones de los reinos de la monarquía en las que demostrar es grandeza y poder de Felipe II. Cabe recordar aquí que medir las tierras se hizo necesario también en lugares lejanos de las fronteras, y así, las exactas mediciones que hizo Luis Carduchi de villas que vendió el rey a particulares, como Chozas de Canales (1642), Yebes (1648) o Rabe (1656) entre otras, y que se conservan en el Archivo General de Simancas, demuestran una vez más la vinculación de la matemática a la guerra, puesto que Carduchi fue catedrático de matemáticas del Consejo de Guerra, y se autotituló en sus obras Matemático del Rey. En 1634 publicará un tratado para explicar la exactitud de estos planos de población: Como se deben medir las iurisdicciones, y demá que instrumentos. Un personaje que no estuvo ligado al mundo de la guerra fue Esquivel, catedrático de matemáticas en la Universidad de Alcalá de Henares, hombre de “doctrina increíble en todo género de Matemáticas” quien, para su descripción de España “tan entera y tan cumplida, que señalase en ella particularmente todos los lugares, ríos, arroyos y montañas por pequeños que fuesen, y que tuviesen su situación tan cierta y tan puntual, como tenían por Ptolomeo todas las ciudades, ríos y montañas principales”, tuvo que hacer nuevos instrumentos, “y fabricólos de madera, y aderezólos muy cumplidamente, y tan grandes hizo los dos más necesarios, que una acémila casi tenía carga entera en ellos”. Además, debía visitar todos los lugares. Para que lo hiciera, el rey Felipe II le dio un buen salario “para que anduviese todos estos sus reynos, mirando por vista de ojos todos los lugares, ríos y montañas grandes y chicos, porque pudiese hacer la descripción de España tan cierta y tan cumplida, tan particular y exquisita, como su Magestad la deseaba, y el Maestro Esquivel podía hacerla. Dexó la mayor parte hecha antes que muriese, como su Magestad la tiene en su Cámara” (los subrayados son nuestros). Recuerda Ambrosio de Morales, autor de este relato, que sus papeles se dieron a Diego de Guevara, su discípulo en las matemáticas, e hijo de Felipe de Guevara 33. Son casos que recuerdan lo que ya demostró el libro de Isabel Vicente y Esteban Piñero hace años, que la monarquía española no sólo no fue un caso aparte, sino que en algunos aspectos fue pionera de la ciencia aplicada34. 32 33 34

AGS, Guerra y Marina, leg. 351, f. 242. MORALES, 1792, 11, 12 VICENTE MAROTO y ESTEBAN PIÑEIRO, 1991

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Además, el conocimiento circulaba sin que las fronteras frenaran la difusión de los tratados. Como ejemplo, el tratado del español Juan de Rojas35 sobre el astrolabio sería a su propio tratado sobre el uso y fábrica del astrolabio, explicando cómo se podía anexar el planisferio de Rojas al astrolabio ordinario. También se podían incorporar (“piante delle provincie”)36. Estamos ante un saber globalizado, del cual tan sólo se excluyeron las descripciones de tierras, ciudades y fortalezas, cuando debieron permanecer secretas para no dar información al enemigo. Nos cuenta Ambrosio de Morales que Pedro de Esquivel, “el asentar los lugares en la carta o pintura que hacía era por el orden común de las tablas de Ptlomeo, quadrando un papel y graduándolo por los lados con su longitud y latitud” y, “para sus descripciones de España, iba por los triángulos de Juan de Monte Regio”37. También el mismo Ambrosio de Morales pudo comprobar la exactitud de la latitud y longitud que para Complutum había dado Ptolomeo, con el astrolabio o con el cuadrante, lo que le pese a haber comprobado en otras ocasiones que muchas veces las mediciones de Ptolomeo eran erróneas38. La utilidad de medir el territorio iba pues mucho más allá de posibilitar una actuación sobre él en temas defensivos o de control, y por ejemplo, como en este caso, la historia podía dejar de ser tradición para convertirse en ciencia gracias al buen uso de esos instrumentos, experimentando con ellos para cotejar los datos con los de las fuentes históricas. Las medidas, y por consiguiente las escalas de los dibujos, llegaron a ser tan exactas que Spannocchi se vanagloriaba de que en su descripción de Sicilia “en las traças se ha puesto tanto cuidado que sin dar oreja a otras informaciones con el compás se verán las distancias”39 de otras informaciones, obtenidas de sus preguntas a los habitantes de los lugares, no podía en cambio tener la misma seguridad. Se medía para conocer los territorios, y controlarlos, para el conocimiento del espacio de los hombres, en una Europa en la que había que defender las fronteras. Ese debate sobre la primacía entre ciencia y experiencia, apreciándose la necesidad de experimentar, para de ello extraer nuevas conocimientos. En el campo de la ingeniería militar hubo muchos enfrentamientos entre los que poseían un saber teórico y los que tenían experiencia, porque había que poseer ambas. Vespasiano Gonzaga, que se enfrentaría a Juan Bautista Antonelli, a quien consideraba más soldado que

35 instrumentos en la España del Siglo de Oro, ver sobre todo VICENTE MAROTO y ESTEBAN PIÑEIRO, 1991, 272-281 36 DANTI, 1569, 193 37 MORALES, 1792. 14, 109 38 MORALES, 1792, 15. 39 SPANNOCCHI, 1596, 8vº

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trabajando en Mazalquivir en 157440. Vespasiano Gonzaga, hombre “amigo de galas y de traerse bien y vestir bien siempre conforme a los tiempos y a su edad y cargos de cañas, toros y torneos, seraos y otros regocijos”41, fue también uno de los más grandes expertos en defensa del territorio, y un convencido de la necesidad de un conocimiento directo del terreno. Según Antonio de Herrera, que fue su secretario, fue “muy versado en historia y en las matemáticas, las quales dos cosas adelgazan el ingenio 42 y el juicio para las má . Antonelli se especializaría en otros cometidos también competencia de los Años después de ese enfrentamiento en Mazalquivir, cuando se preparaba la anexión portuguesa, se ordenó al ingeniero Juan Bautista Antonelli ir de Badajoz a Lisboa para ver cómo podría desplazarse un ejército, luego debía reconocer Lisboa y cómo se la podía atacar, Almada, la torre de Belén, el castillo de San Ian, Cascaes y Setúbal, reconociendo toda la costa hasta Galicia (castillos, ríos, gentes de armas), para, a continuación, recorrer toda la raya entre Castilla y Portugal hasta Jerez de Badajoz, informando sobre las entradas, caminos, sendas y veredas por las que se podía entrar en Portugal. Le ordenaron que “sin entrar en Portugal, y que traxesse particular relación de toda ella, y de los pueblos de la Comarca, y número de gente y armas que tenían, y de lo que le pareciesse que sería necesario proveer”. Queremos destacar un hecho menor, que fue el que Antonelli guiara personalmente una parte de la caballería, que con música acompañó al rey, a la reina y al príncipe, infantas y cardenal Alberto hasta un lugar en alto desde el que poder contemplar todo el ejército. Traemos a colación este hecho, contado por el historiador Antonio de Herrera, porque el rey tenía en la mano un papel “que el Ingeniero le avía dado, en que estava traçado este exercito de la manera que iva ordenado caminando”43, lo que de nuevo nos lleva a señalar el valor de la imagen en la descripción de todo lo que interesaba al poder. Una de las mejores descripciones que conservamos de los ingenieros es la de Sicilia por Spannocchi, quien dedica el segundo capítulo a las “causas que obligaron a describir lo contenido en este libro”, que fueron los ataques de los corsarios de Berbería que impedían la actividad económica en las costas, por lo cual el virrey Marco Antonio Colonna le encargó en 1578 la descripción44, para conocer los puertos y “se le truxese planta perspectivas y pareceres sobre 40 CÁMARA MUÑOZ, 2004, 185-187 y 212 41 BOUZA, 2003, 74 y 155. Citando la “Semblanza de Vespasiano Gonzaga Colonna” en Algunos hechos famosos y genealogía de la casa de los Gonzaga. BUV, Ms.5 42 HERRERA, 1804, 57 43 HERRERA, 1591 34, 44, 44vº, 90 44 ASP, Real Cancelleria, leg. 455, f. 94. El 8 de febrero de 1578 Marco Antonio Colonna da la orden de que “tiburctio de spanochi cavaliere de san Joahne di hyerosalem di andaré a visitare tutte le marine di questo regno…”.

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cada una con otras más relaciones” y de esa manera poder decidir cómo protegerla mejor45. Esas “plantas, perspectivas y pareceres” resumen el trabajo de estos hombres en la mayoría de sus viajes. Pero lo que más interesa es que en este texto, de la parte escrita en español de su Descripción, y por lo tanto ya de los años noventa, probablemente del mismo 1596, cuando ya había adquirido una gran experiencia sobre el funcionamiento del poder en la utilización de las imágenes escribe que “Forçosa cosa es que la persona Real y aun los que estubieren nombrados para su consejo se remitan en cosas tocantes a descriciones de provincias a parecer ageno para mejor acertar en las resoluciones que en ellas se les ofrecieren pues sus graves cuidados y continuas ocupaciones no les dan lugar a ver por vista de ojos las anchurosas tierras que están devaxo de sus gobiernos, y pues confían en el cuidado de la persona por ellos nombrada a tales visitas… es muy conveniente admitir su parecer y reputarle por el más acertado”46. Esos a los que no Vamos a acabar este epígrafe sobre la medida de las tierras y el ejercicio del poder, apuntando lo que se pensaba acerca de medir el mundo. A efectos prácticos, era utilizadas en el mundo conocido, se sumó la de intentar utilizar las fuentes antiguas romanas para asimilar aquellas medidas con las presentes. Recurrimos de nuevo al sabio Ambrosio de Morales, quien, como tantos otros en el siglo XVI, se lanzó a buscar la equivalencia del pie romano con el de su tiempo. Para ello utilizó a Vitruvio, a Frontino, a su admirado Pedro de Esquivel, pero también a Pedro Apiano, a “Henrico Glareano” (Heinrich Loriti, o Glareanus, que fue geógrafo, matemático y músico), y las anotaciones de Filandro a Vitruvio, para concluir que el pie romano “era un poquito mayor que la tercia de nuestra vara castellana medio dedo y poquita cosa más”. El paso geométrico que usaban los geógrafos tenía cinco pies, lo que en España se llamaba según Morales, “tranco, y es lo más que comúnmente se pueden extender las piernas, y apartar los pies echando uno delante otro”47. Escribía también este humanista, apasionado buscador de antigüedades, que las “medidas de caminos (que), les servían a los Romanos de señalar las millas que había en los caminos principales… por los que se trasladaban los ejércitos… Estaban estas piedras puestas en los caminos por tal órden, que los caminantes sin errar ni preguntar, y sin saber leer supiesen por donde habían de ir, y quanto habían caminado, y quanto quedaba hasta el primer lugar. Porque a cada milla ponían un mármol levantado”. Continúa relatando su funcionamiento, y cómo se sabía que se había reparado la calzada, por el hecho de que hubiera muchos mármoles en algunas de las millas, dedicando muchas páginas a las calzadas romanas48. Yendo más allá de las cuestiones prácticas, pero partiendo de esas experiencias y de ese conocimiento medir las distancias y las tierras como lo hicieron los imperios de la Antigüedad, 45 46 47 48

SPANNOCCHI, 1596, 5 Idem f. 6. MORALES, 1792, 104 MORALES, 1792, 50, 51

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podía asemejar el imperio español a Egipto, donde se inventó la geometría según todos recordaban, pero, sobre todo, al imperio romano, que basó su expansión en el ingenieros, medir bien el imperio supuso emular al imperio romano. 3. CIENCIA Y EXPERIENCIA “La experiencia Excelentissimo señor, es, y ha sido principio y madre de las sciencias, ingenios y artes mecánicas y liberales de los hombres: y así nadie lo podrá negar por ser proposición verdadera, que con la vista se comprehende su perfeción… y así verdaderamente se debe a la experiencia el conocimiento de todas las cosas del mundo”49. Así se dirigía Cristóbal de Rojas a Juan Hurtado de Mendoza, duque del Infantado, en los tiempos gloriosos habían pasado. Sin embargo, su experiencia como ingeniero era mayor y así la reivindica. Eso sí, sin dejar de recurrir al dicho popular de que lo que hace sabio a un hombre son “libros, caminos y días”, lo que repite varias veces en esa obra, con lo que suma la necesidad de la ciencia que se aprende en los libros a los viajes y la experiencia, quizá porque resume bien su vida, y diríamos que la de cualquier buen ingeniero de la época. Era necesaria la experiencia, pero también funcionó una fascinación por la ciento, lo que en la licencia de impresión se denominaba “cosas pertenecientes a las artes liberales Mathemáticas”. Utiliza este autor a Euclides, Gema Frisio en la obra publicada junto con la Cosmografía de Pedro Apiano, y describe instrumentos de medición, como el omnipresente astrolabio50. Como podemos comprobar con este ble, pero los instrumentos se incluyen en esos libros para servir a la práctica, para la unido al mundo de la guerra. Incluso lo que se supo durante bastante tiempo sobre la Academia de Matemáticas creada por Felipe II, se debió al ingeniero militar Carlos Le Maur en el siglo XVIII, quien consideraba que las ciencias que allí se enseñaron, tras un siglo de decadencia, eran de nuevo apreciadas en ese siglo de la Ilustración51. La Academia Real Matemática fundada en la corte por Felipe II, dirigida por Juan de 52 , fue fundada, tal como explica su nombre, para la formación en profesiones que basaran sus conocimientos en la ciencia matemática. Nació de la necesidad de que dejaran de hacerse pasar por expertos los que no lo eran, y por la falta que había “en la república de artí 49 ROJAS, 1985, 248. 50 PÉREZ DE MOYA, 1568, 102, 245. Sobre las diferentes maneras de describir la tierra: cosmografía, hidrografía, geografía y corografía o topografía, p. 345 a 353, siguiendo a Pedro Apiano. 51 LE MAUR, 1762. Nota al prólogo. 52 HERRERA, 1584. VICENTE MAROTO y ESTEBAN PIÑEIRO, 1991.

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y perfectos para muchos usos y ministerios necesarios a la vida política”53. Es en ese marco, el de la política -“ciencia y modo de gobernar la ciudad y la república” Covarrubias-, es en el que hay que entender la necesidad de las matemáticas, porque resultan imprescindibles para el control del mundo. Tenemos noticias de la asistencia de nobles a la Academia, lo que nos hace pensar que, además de la formación profesional de aritméticos, geómetras, músicos, cosmó y maestros de instrumentos y aparatos bélicos, fontaneros y niveladores de las aguas, horologiógrafos que tratan los relojes solares, y perspectivos que puedan enseñar a pintores y escultores, se trataba de educar a la nobleza en ciencias que les permitieran el sabio de la academia sería que en ella estarían ocupados, aprendiendo, los hijos de los nobles, hasta que la guerra o los cargos los alejasen de la corte. Para ellos también era necesaria la ciencia, que aplicarían luego en sus responsabilidades y acciones de gobierno. Ejemplos de nobles interesados y sabios en ciencias matemáticas tenenante ingeniero54, Vespasiano Gonzaga o el mismo Duque de Alba. El archiduque Alberto, en su primer año como gobernador de Portugal, en 1583, presidió una junta de cosmógrafos y pilotos en Lisboa, a la que asistió Juan de Herrera, para aplicar en Portugal normas que se seguían en la Casa de Contratación de Sevilla, y, como señala I. Vicente, en Lisboa, y más tarde en Bruselas, fue un impulsor de las academias matemáticas, y a su servicio estuvo en Portugal el cosmógrafo y matemático Andrés García de Céspedes, quien le dedicaría Regimiento de Navegación55. También le dedicaría 1606 un Libro de instrumentos nuevosde geometría muy necesarios para medir distancias y alturas sin que intervengan números, como se demuestra en la práctica. En este libro García de Céspedes resumía un conocimiento, demostrado en sus publicaciones anteriores, sobre el astrolabio, teorías astronómicas, máquinas, etc., nuevos, lo que, como veremos a continuación, ocuparía también a Juan de Herrera. No olvidemos que García de Céspedes había propuesto que se construyera un gran observatorio astronómico en El Escorial, en el que él habría realizado los globos terrestres y celestes, los planetarios o las armellas y cuadrantes, que no se llegó a hacer56. Hubo otros casos de nobles expertos en matemáticas. Cabrera de Córdoba, nos cuenta que al duque de Saboya, Filiberto Emanuel, le gustaba leer “libros políáquinas de guerra en dexando los negocios, ayudado de las matemáticas”57. De don Alonso Osorio, marqués de Astorga, Ha sido estudiada por Pedro Cátedra, y gracias a él sabemos de los intereses de un 53 54 55 56 57

HERRERA, 1584, 204 SOLDINI, 2000 VICENTE MAROTO, 1999, 364, 366, 367 SÁNCHEZ RON, 1994, 59. CABRERA DE CÓRDOBA, 1998, I, 123.

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res, pero que en su juventud también fue militar en Flandes58. La mayor parte de los libros que se usaron en la Academia se encuentran en el inventario de los bienes de Juan de Herrera. En ese inventario hay además tal cantidad de instrumentos matemáticos, como se les denomina, que resulta imposible referirse a todos59. Poseyó muchos compases, de hierro, de madera, con caja y sin ella, varios de cortar, uno de ellos “compás de cortar papel con la bara de madera, de Céspedes”, como también era del “licenciado Céspedes” “una pieza móvil de metal con su tornyllo y punta de azero con otra punta puesta en la regla”. Reglas, varios astrolabios, además de dos “radio astronómico de latón”, de uno de los cuales se detalla que era “de la fábrica de gema Frisio, hecho por Gualtero Arsenio”. Muchos cuadrantes, algunos “de la fábrica de Oroncio”, “un planysferio de Rojas”, varios instrumentos “de la fábrica de Apiano”, una lámina de latón del “astrolabio lares, globos celestes, instrumentos astronómicos… Uno de los que parecen más complejos, al menos por la cantidad de palabras dedicadas a su descripción es: “quadrante de casi dos baras de semidiámetro, sólido, de madera, tiene dos reglas, una con sus pínulas de metal, y otras largas de madera, y otra regla con un plano perpendicular y un quilindro que se pone en el zentro, tiene, ansymismo, una esquadra de madera que tiene por lado dos baras con su trabesaño, que es todo de madera”. El inventar un instrumento de medición era algo al alcance de muy pocos, y Juan de Herrera fue uno de los que lo hizo: “un ynstrumento de madera que tiene dos planos, el uno sobre el otro, puesto peróvil, todo enderezado para tomar las alturas de polo a qualquier hora, es ynbenzión de el señor Juan de Herrera”60. Para hacerlo había que haber experimentado mucho, y el número y calidad de los instrumentos que poseyó el arquitecto, sumado a los libros de su biblioteca, nos llevan de nuevo a la necesidad de entender que ciencia y experiencia funcionaron unidas en la vida de los mejores profesionales al servicio del monarca. Esa pasión por el progreso, por la invención, en el mundo de la ciencia, se percibe en esta época aplicada no sólo a los ingenios y máquinas61, también a la medición del mundo, y para todo hacía falta teórica, pero también práctica, en palabras de la época. El soporte natural de la ciencia destinada a convertirse en regla universal fue el del libro, y dentro de ellos, en los tratados. En las casi setecientas entradas de la ellos “en romance”, todos los cuales denotan la ambición de un saber universal por parte del arquitecto del rey. Entre ellos abundaban los de geometría, la reina de las ciencias, tal como establecieron tratados como el de Luca Pacioli, quien es58 CÁTEDRA, 2002. 59 Sobre la Academia de Matemáticas y los instrumentos de medición utilizados en los siglos XVI y XVII, VICENTE MAROTO y ESTEBAN PIÑEIRO, 1991. 60 CERVERA VERA, 1977, 153-158. 61 GARCÍA TAPIA, 2004

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obtener y conservar el poder, que “la defensa de las grandes y pequeñas repúblicas, por otro nombre conocida como arte militar, es imposible de practicar con nobleza, honor y utilidad sin el conocimiento de la geometría, la aritmética y la proporción. Y jamás ningún digno ejército de asedio o de defensa podrá considerarse totalmente equipado si en él no se encuentran ingenieros y algún maquinador de cosas nuevas especialmente destinado a esta misión, como anteriormente hemos relatado a propósito del gran geómetra Arquímedes en Siracusa”, porque, “Qué otra cosa son las ciudadelas, torres, revellines, ciudades y castillos, sino geometría y proporciones, con sus debidos niveles y arcos calibrados y ajustados?. No por otra razón fueron tan a menudo victoriosos los antiguos romanos, como escriben Vegecio, Frontino y otros ilustres autores, sino por el gran cuidado y diligente preparación de sus ingenieros y otros especialistas de tierra y mar, cuya áticas, es decir, aritmética, geometría y proporciones”62. Probablemente todos los personajes que hemos ido citando en este texto, empezando por el mismo rey Felipe II, hubieran suscrito estas palabras. Serían innumerables las citas que podríamos extraer sobre la geometría tanto en los tratados de arquitectura o ingeniería, como en otras obras de temas diversos, puesto que servía a todas las artes, liberales o mecánicas, según la traducción (“traducido, cercenado y añadido” según sus propias palabras) que hizo Suárez de Figueroa de la obra de Garzoni, La Piazza universale di tutte le profesione del mondo, del año158963. Valga una, la de Diego de Sagredo quien, en sus Medidas del Romano, publicado en el año 1526, escribió que “es la geometría instrumento que mucho ayuda a comprehender todos los saberes del mundo”. Euclides, con sus demostraciones, pudo servir a Cristóbal de Rojas incluso para explicar el misterio de la Santísima Trinidad, “para rastrear por ellas algo de este tan incomprehensible misterio”, utilizando para ello el triángulo equilátero, el cilindro, la circunferencia y el cubo64. También le sirvió la geometría euclidiana a Jerónimo de Carranza (amigo de Cristóbal de Rojas) para explicar la verdadera destreza que se podía alcanzar en el manejo de las armas, en concreto de la espada, mediante las diferentes posturas del cuerpo humano, y los ángulos y diversidad de movimientos que se podían llegar a formar con él65. Toda la experiencia parecía convertida en ciencia, algunas ocasiones. La experiencia se convertía en norma cuando un ingeniero la volcaba en su tratado, y, así, podemos ver a Cádiz convertida en modelo de ciu-

62 PACIOLI, 1991, 34 y 35. 63 SUÁREZ DE FIGUEROA, 1615, 86vº 64 C. de Rojas, con algunas demandas curiosas, provandolas con demostraciones mathematicas y algunas cosas militares… Dirigido a don Juan Hurtado de Mendoza de la vega y Luna de los Consejos de Estado y Guerra…Madrid, Juan de Herrera, 1613. En ROJAS, 1985, 273 65 CARRANZA, 1612

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escribió el historiador Antonio de Herrera, que debió aprender bastante al lado siempre “en un mismo ser”, sino que “vemos que cada día con nuevas invenciones y experiencias se va perfeccionando, por lo qual ha llegado a tanta estimación en estos ”66 durante un tiempo, hasta que los cambios en el armamento obligaran a nuevos cambios en la arquitectura militar. Diego de Álava y Viamont, en su tratado El perfecto capitán, que se piensa que bebe directamente de los conocimientos de su padre don Francés de Álava, que fue Capitán general de artillería, escribió que era “más noble la ciencia que la experiencia”, y que por muchos años que se tuvieran de experiencia en la guerra, se aprendía más sobre artillería estudiando, porque la ciencia debía acompañar a la experiencia. No todos hubieran estado de acuerdo, y de hecho en los mismos años noventa del siglo XVI, Luis Collado, también experto en artillería, hacía notar cuánto más sabían algunos soldados sobre atacar y defender fortalezas por su experiencia, que no “hinchados ingenieros que conozco que tiran sueldo de la Magestad Católica”67, planteando así un problema subyacente a muchos de los enfrentamientos en el siglo XVI entre ingenieros y militares, todos celosos defensores de su ciencia y de su propia experiencia. Los “hinchados” ingenieros y los “experimentados” militares, pudieron colisionar, dada la obligada colaboración entre ambas profesiones en las fronteras de los estados. Sin embargo, no podemos generalizar, sobre todo después de haber visto que los buenos ingenieros siempre reivindicaron que la ciencia debía ir acompañada de la experiencia. Por eso, a Cristóbal de Rojas le obligaron a adquirir experiencia de guerra en Bretaña, y años antes a Spannocchi le embarcaron para lo mismo en la Jornada de las Azores con el marqués de Santa Cruz. Este ingeniero escribiría una desluego ampliaría en castellano Mosquera de Figueroa. De él nos cuenta además Mosquera que “Tiburzio Espanoque, cavallero del hábito de S. Juan, exercitado en las mathemáticas, mostró con estendido discurso, y mucha advertencia y puntualidad la descripción desta Isla, así en lo que toca a la Cosmografía, como a la Geografía, con toda particularidad de lugares”68. Siempre describir, y volver a describir, con imágenes cada exploración de unas tierras… Covarrubias, en el Tesoro de la lengua castellana o española “narrar y señalar con la pluma algún 66 67

HERRERA, 1804, 78 ÁLAVA Y VIAMONT, 1590, 235. COLLADO, 1592, 95. Citados en CAMPILLO, 2008, 299,

300. 68 “Y porque se pongan todos los inconvenientes, que apuntó Tiburzio Espanoque en lengua Italiana, que escrito y dilatado por mi en la Española, se dio al Serenissimo cardenal Archiduque Alberto, estando yo en la ciudad de Lisboa”. MOSQUERA DE FIGUEROA, 1596, 43, 43vº, 70vº, 71. Spannocchi fue también uno de los muchos que desembarcó en la isla del Fayal, Mosquera vuelve a llamarle “Tiburcio Espanoque, cavallero del abito de San Juan” (f. 98)

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lugar o caso acontecido, tan al vivo como si lo dibujara”, y “descripción” era “la tal narración o escrita o delineada, como la descripción de una provincia o mapa”. Poco cabe añadir sobre el carácter visual de unas descripciones que podían utilizar tanto la palabra como la imagen, así como sobre la vinculación del término a la narración histórica y a la geografía. Una noticia de la biografía de Cristóbal de Rojas69 ilustra esta dialéctica entre ciencia y experiencia. El 16 de enero de 1599 se informaba que el día 7 de ese mes Rojas había llegado al Gibraltar, donde permaneció sólo ocho días, haciendo la “Dexó en su lugar el capitán christóval de rrojas a Juan çedillo diaz por sobreestante” quien, como entretenido 70 . En Cádiz se ofreció a leer “los dí ón de matemáticas a los soldados y gente que acudiere”71. Que Juan Cedillo Díaz fuera sobrestante en Gibraltar, quizá le sirviera para seguir aprendiendo de Rojas hasta llegar a ser él mismo catedrático de la Academia de matemáticas de 1611 a 1625, e inventor de un instrumento de medición, el trinormo72. En 1611 era Cosmógrafo mayor y catedrático de matemáticas de “su Real Corte”, en la que sucedió a Andrés García de Céspedes. En 1615 Cristóbal Suárez de Figueroa escribía que en la Academia “tiene hoy su Cátedra el Doctor Juan Cedillo Díaz, versadísimo en Matemáticas” con un salario de ochocientos ducados73. Sabemos que en 1601 llevaba ya veintiocho años dedicado a las matemáticas, es decir, desde 1573, y en esos años había llegado a enseñarlas en Salamanca y en Toledo. Pero el futuro estaba en las matemáticas aplicadas, y por ello se convertiría bricación de ciencia y experiencia en la monarquía de Felipe II y Felipe III, mientras que los jesuitas, a cuyo cargo estuvo la enseñanza de las matemáticas una vez desaparecida la Academia real, tendieron más a “lo especulativo”, lo que en el mundo de la guerra servía para poco, tal como se denunciaba a comienzos del siglo XVIII, urgiéndose entonces a la renovación de las enseñanzas74. Para cerrar con una imagen, puede ser apropiada la del “camino real de Veracruz a México desde la Venta de Butrón”, realizada por Bautista Antonelli en 1590 y conservada en el Archivo General de Indias, con el territorio sometido a la estricta geometría de la triangulación, pues, como podemos leer en la imagen de Vargas Machuca de 1599 “a la espada y el compás, más y más y más y más”, mientras un militar con el compás en la mano mide el mundo. 69 MARIÁTEGUI, 1985. 70 AGS, Guerra y Marina, leg. 539, f. 35 y 39, Contaduría Mayor de Cuentas, 3ª época, leg. 2848 (11) 71 AGS, Guerra y Marina, leg. 538, f. 125 72 ESTEBAN PIÑEIRO, VICENTE MAROTO, LAS HERAS, 1988. VICENTE MAROTO y ESTEBAN PIÑEIRO, 1991, 153-162. 73 SUÁREZ DE FIGUEROA, 1615 74 CÁMARA, 1993, 94.

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