Chontales en su sentido étnico

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Descripción

Mi Museo y Vos Granada, Nicaragua. Marzo de 2011

Año 5 No. 16

U tensilios en la cocina indígena Mi Museo y Vos



Editora: Nora Zambrana Lacayo Redactores: Oscar Pavón Sánchez Alexander Geurds Laura Van Broekhoven Jorge Zambrana Fernández Rigoberto Navarro Genie Juana Sunsín Castrillo







Diseño y diagramación: Nora Zambrana Lacayo Propietario: Peder Kolind

www.mimuseo.org [email protected]

Contenido Utensilios en la cocina indígena .......................................................

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Un día de paseo por Granada ..............................................................

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Chontales en su sentido étnico ...........................................................

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Los datos cerámicos ...............................................................................

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Esculturas del Pacífico de Nicaragua: Una herencia única en el mundo .................................................................................

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Visitas a Mi Museo ..................................................................................

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Utensilios en la cocina indígena

Oscar Pavón Sánchez Arqueólogo de Mi Museo

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os nuevos estudios de investigaciones arqueológicas han venido a sustentar muchas incógnitas que han existido durante mucho tiempo, esto con referencia a la vida acostumbrada que llevaron nuestros antepasados. En varios estudios arqueológicos resientes llevados a cabo en las áreas central, pacífico y atlántico de Nicaragua, he tenido el placer de haber participado como excavador, en donde se me ha dado la oportunidad de excavar algunos de los espacios ocupados por nuestros antepasados como áreas de vivienda, así como también zonas de basureros.

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En los espacios ocupados como vivienda, siempre se investigan las diferentes áreas de actividades. Es decir, espacios acondicionados para dormir, el lugar que utilizaban para la cocina, en algunos casos áreas de talleres -estas son zonas donde se elaboraban las vasijas y herramientas de trabajos como cuchillos, hachas, metates, morteros, raspadores hechos de roca-, entre otras. La mayor parte de los restos encontrados en las áreas de las viviendas y los basureros en los diferentes sitios investigados, son fragmentos de cerámica, de los cuales se analizan los restos de bordes; estos bordes tienden a tener diferentes tamaños en circunferencia, lo cual indica que se fabricaron vasijas de diferentes dimensiones. Una vez que estos fragmentos son analizados, se puede especular el tamaño y forma que tenía dicho objeto, si fueron utilizados para uso doméstico o para uso ceremonial. Unas de las razones de escribir este pequeño artículo concerniente al tema “Utensilios en la cocina indígena”, es porque en la colección de cerámica arqueológica que resguarda Mi Museo, he logrado observar una gran cantidad de objetos cerámicos muy completos, que fueron

utilizados por nuestros antepasados para preparar sus alimentos, así como también para almacenar todo tipo de líquido y semi- llas que recolectaban producto de sus cosechas. En la nueva exposición que presenta Mi Museo, usted podrá encontrar algunos de estos artefactos que tienen aproximadamente 2500 años de antigüedad, por ejemplo: - El metate, que consiste en una pequeña mesa inclinada de piedra, con tres patas, acompañado con su mano de moler, el cual fue manipulado para la molienda de maíz, yuca, frutas como el cacao. - Los morteros tienen la apariencia de ser una tasa, acompañada de su mano, esta era utilizada para majar plantas medicinales, así mismo para preparar condimentos como el chile y el achote. - Los cuchillos, hechos de obsidiana, sílex y jaspe, fueron usados principalmente para cortar carnes y pieles de distintos animales.

- Grandes cazuelas, o lo que comúnmente se conoce como perol, estos seguramente fueron utilizados para cocinar el maíz, coser tamales, nacatamales, preparar sopas de los diferentes animales silvestre que cazaban, tales como el venado, el chancho de monte, la guarda tinaja, el garrobo y otras especies que existen en los lagos, lagunas y ríos. Dichas sopas eran acompañadas por los diferentes tipos de verduras existentes en esa época, tales como yuca, quequisque, chilote, ayote y pipián. - Las famosas tinajas y tinajones, eran usadas para almacenar todo tipo de líquidos, en especial para fermentar sus bebidas embriagantes, como por ejemplo la popular chicha bruja, la cususa y otras bebidas derivadas del maíz. También podrá observar los demás utensilios de la cocina, entre los que figuran platos, vasos, tasas y jarrones de diferentes formas y decoraciones.

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Un día de paseo por Granada David Guido Profesor, Centro estudiantil Dios te ama

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l 25 de febrero, para los niños el centro estudiantil “Dios te ama”, de Managua, no sería un día cualquiera. Era un día muy especial poder recorrer la ciudad de Granada y conocer nuevos lugares, a los cuales muchas veces no tienen acceso por los costos de transporte, o porque en nuestro país como familias no se acostumbran a visitar lugares culturales o históricos. Ese día fue uno de los días más emocionantes para ellos. Caminábamos cantando rumbo a un museo que ellos no imaginaban, mientras la gente observaba y a ellos les hacía sentir bien. La policía detuvo el tráfico para que pudiésemos cruzar la calle y llegar al lugar llamado “Mi Museo”, allí nos estaban esperando un grupo de jóvenes que muy amablemente nos atendieron y guiaron a través de las diferentes salas en exposición, contándonos todo acerca de las diferentes esculturas que habían,

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vasijas con formas de animales, vasijas que se usaban para el doble entierro, historia de nuestros aborígenes y las cosas que ellos poseían de uso doméstico, esto es lo que uno de los pequeños recuerda de su viaje al museo. Le preguntamos a una de las chicas que viajó con nosotros qué recuerda, y ella comentó sobre el entierro primario, en donde a la gente la enterraban con toda sus pertenencias, luego después de un tiempo se sacaba sus pertenencias y las exhibían. En lo personal me gusto la historia de la casa, la cual era llamada “Casa de Las Solteronas”. Una casa pactada para no ser vendida, mientras alguna de las hermanas viven historias que en la actualidad no se conocen. Agradecemos a Mi Museo su atención y conocimientos brindados a los niños, niñas y maestros del NI-120 Dios te Ama. Si vas por alguna razón a Granada no te olvides visitar Mi Museo.

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Chontales en su sentido étnico

Dr. Alexander Geurds Dra. Laura Van Broekhoven Universidad de Leiden, Países Bajos Museo Nacional de Etnología, Países Bajos

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esde los tiempos del famoso antropólogo Franz Boas y todavía antes, los arqueólogos han debatido sobre la identidad social en el pasado mediante el registro arqueológico. En parte, a través del concepto de etnicidad, la arqueología ha subrayado la identidad como una construcción social, y en los discursos actuales sobre la teoría de la arqueología, se opone de manera crítica a la idea de que serían calidades esenciales, innatas, que definen a las personas. Aunque este enfoque histórico-cultural fue rechazado, primero por la Nueva Arqueología y posteriormente a través de la creciente

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influencia de la teoría social (véase Ortner 2006), una abrumadora mayoría de relatos arqueológicos implícitamente sigue permeado por nociones esencialistas de la identidad. En este breve artículo se ilustra este problema teórico, utilizando un estudio de caso de la región central de Nicaragua. Por medio del concepto de ‘Chontales’, demostraremos que el lenguaje común de la arqueología está todavía atorado en el enfoque histórico-cultural. La ocupación prehispánica de Nicaragua ha sido caracterizada por medio de la descripción y clasificación de los restos arqueológicos, dentro de un marco espacial y temporal, formando unidades que se suelen denominar como culturas. El mapa arqueológico pinta un territorio nacional dividido en diferentes regiones, durante

múltiples períodos. A partir de la historicamente referida llegada de hablantes de las familias de lenguas Oto-Mangue y UtoAztecan (Fowler 1989), aparecen los grupos culturales en el discurso arqueológico: ‘Chorotega’, ‘Nicarao’, ‘Chontal/Chondal’ entre otros. Sin duda, el denominativo ‘Caribes’ es el más utilizado de todos, sirviendo para ser aplicado a cualquier grupo indígena considerado incontenible por los españoles (Newson 1987). Aparte de los datos históricos, la clasificación se basa primeramente en la identificación de estilos, y de vez en cuando en símbolos identificados por ejemplo en la cerámica. El siguiente paso comúnmente ha sido de considerar a dichas culturas como los productos de ciertas entidades sociales. Aquí se habla del aspecto principal de la arqueología histórico-cultural, el paradigma principal de la arqueología del siglo XX. Tomando el caso de los llamados Chontales, veremos que es una perspectiva problemática. Los Chontales: Percepción popular y científico Una concepción subyacente de esencialismo, influencia profundamente algunos de los discursos arqueológicos sobre la época prehispánica en el actual territorio nicaragüense. El primer ejemplo es la temática de la identificación de la llegada de culturas ajenas. En años recientes, investigaciones detalladas y a largo plazo, han mostrado convincentemente que la conexión entre cultura material y etnicidades, presumidas en base de referencias en fuentes etnohistóricas, es por lo menos muy complicada (McCafferty 2011; McCafferty et al. 2009).

La región Centro Norte de Nicaragua, abarca la mayor parte de los departamentos de Chontales y Boaco, y se extiende hacia el norte para incluir el departamento de Matagalpa (siguiendo a Kühl 2010). Actualmente, las ideas sobre la historia indígena de esta extensa región incluyen conceptos étnicos como ‘Los Matagalpas’ y ‘Los Chontales’. El primer ha sido tratado críticamente en detalle anteriormente (Kühl 2000), así que aquí nos enfocamos en el concepto étnico de Chontales. ¿Qué es lo que nos dicen las narrativas históricas locales y cómo están relacionadas con los escritos arqueológicos? Actualmente, en la cultura popular existe un entendimiento implícito de que la identidad cultural de la región chontaleña, se considera que tiene sus raíces en los habitantes prehispánicos de esta región Central, conocido en diferentes documentos coloniales como ‘Chontales’. Se retrata a los Chontales prehispánicos como un pueblo indígena, que se resistió exitosamente contra competidores indígenas, y más tarde, también a los colonizadores españoles (Lazo Barberena 1994). Este proyecto de redefinir el carácter de la etnicidad chontaleña se motiva en una percepción histórico-cultural distorsionada. Dice el influyente historiador local Lazo Barberena: “Ésta [la historia] siempre la relacionaron con el barbarismo, salvajismo e incivilización de los Chontales” (1994: 148). En este análisis histórico, se reconoce a los Chontales como ocupando una posición baja en la jerarquía de la evolución social. A esta presentación como ‘montañeses’, historiadores locales se oponen claramente, en parte

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Fig. 1: Jóvenes exploradores, encabezado por Gregorio Aguilar Barea (con gorra), mostrando los restos de la cultura prehispánica de Chontales, alrededor de 1965 (Foto cortesía del Museo Arqueológico G. Aguilar Barea, Juigalpa).

por escritos, en parte por proyectos de promoción de la cultura local (Fig.1). Una caracterización mencionada por primera vez en fuentes coloniales como la del historiador Franciso López de Gómara (Guerrero y Soriano 1969; Van Broekhoven 2002), ‘montañeses’ se basa en observaciones de indígenas náhuatl hablantes, que acompañaban a los conquistadores. Se refiere a la perspectiva náhuatl de referir a aquellos a quienes encuentran en la región central como Chontalli, un sustantivo de la lengua náhuatl con el significado de “extranjeros”. Así que la palabra Chontales es una corrupción de Chontalli. Aun así, hoy en día la identidad cultural Chontales todavía sigue siendo un concepto poco cuestionado.

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En trabajos científicos, la problemática de la palabra Chontales ya fue reconocida durante el siglo XIX, el período inicial de la etnología. El etnólogo Daniel Brinton ya subrayó que Chontalli, únicamente puede ser indicativo de alguien no-reconocido por náhuatl hablantes (Brinton 1895). Décadas después, Samuel Lothrop, pionero de la arqueología en Nicaragua, estaba de acuerdo diciendo que Chontal sin duda se refería a diversos pueblos indígenas, cubriendo los actuales departamentos de Chontales, Boaco, Matagalpa y Estelí entre otros (Lothrop 1926). Parece que se trata aquí de un clásico ejemplo de la construcción del Otro. Las últimas décadas han visto resultados de investigaciones arqueológicas e históricas que parecen poder justificar una reevaluación del pasado prehispánico de la región Central (Gorin 1990; Van Broekhoven 2002). La lingüística histórica se agrega al debate, pero mantiene una actitud reservada, reclamando que la identidad cultural no necesariamente se restringe a un idioma y vice versa (véase Campbell 1998: 372). Además, aun cuando se logra reunir a estas tres disciplinas en un análisis sobre la época prehispánica, se mantiene la cuestión ontológica: ¿A cuál de las disciplinas damos más peso para llegar a interpretaciones del pasado indígena? Observaciones La palabra Chontales demuestra ser un término indefinido y muy confuso asociado a diversas áreas geográficas y a pueblos indígenas muy diferentes en si. Primero, ¿cuál referencia sería mejor entonces?

Optar para referir al registro arqueológico del norte y este del Lago de Nicaragua como ‘Región Central’ podría ser lo mejor por el momento. La referencia departamental es otra alternativa (cf. Espinoza Pérez y Rigat 1994), aunque más restringido espacialmente. Segundo, ¿cómo delimitar a una tal Región Central? Nosotros proponemos no delimitarla muy restrictivamente por ahora. La depresión lacustre ofrece una frontera natural, pero los datos todavía no permiten delimitarla hacia el norte, hacia el Atlántico en el noreste, e incluso hacia el sudeste. Tercero, en cuanto

a idiomas hablados en la región Central, seguimos con solamente hipótesis preliminares, pero un argumento convincente se puede hacer para Cacaopera y Matagalpa, hablantes en la región Central hasta la llegada de los españoles y con náhuatl hablantes en la franja del Lago (Van Broekhoven 2002:148-149). Por último, sin duda ahora la tarea más desafiante para la arqueología es explicarles a los chontaleños que descienden de los Matagalpas.

Referencias Brinton, D. 1895 The Matagalpan linguistic stock of Central America. In Proceedings of the American Philosophical Society 34(149): 403-415.. Campbell, L. 1998 Historical linguistics: An introduction. University of Edinburgh, Edinburgh. Espinoza P., E. y D. Rigat 1994 Gran Nicoya y la región de Chontales. En Vinculos 18-19 (1-2): 157-172. Fowler, W.R. 1989 The cultural evolution of ancient Nahua civilizations: The Pipil-Nicarao of Central America. University of Oklahoma Press, Norman. Guerrero, J. y Soriano, L. 1969 Monografía de Chontales. Colección Nicaragua 11, Managua. Gorin, F. 1989 Archéologie de Chontales, Nicaragua. 3 Vols. Manuscrito de dissertación no publicado. Universidad de Paris, Paris.

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Kühl Arauz, E. 2000 Matagalpa y sus gentes. Nicaragua Fácil, Managua. 2010 Raíces del Centro Norte de Nicaragua. Managua Lazo Barberena, O.J. 1994 Encuentro en la Terminal. Editorial Nueva Nicaragua, Managua. Lothrop, S. 1926 Pottery of Costa Rica and Nicaragua. 2 Vols. Museum of the American Indian, New York. Maria, H. 1965 Estas Piedras Hablan. Editorial Hospicio, Managua. McCafferty, G. 2011 Ten years of Nicaraguan Archaeology. Ponencia presentada durante la Annual Meeting of the Society for American Archaeology, Sacramento, CA. McCafferty, G., S. Salgado González, y C.L. Dennett 2009 Cuando llegaron los Mexicanos? La transición entre os períodos Bagaces y Sapoá en Granada, Nicaragua. En Actas del Tercer Congreso Centroamericano de Arqueología en El Salvador. Museo Nacional de Antropología, San Salvador. Newson, L. 1987 Indian survival in Colonial Nicaragua. University of Oklahoma Press, Norman. Ortner, Sherry B. 2006 Anthropology and social theory: Culture, Power and the acting subject. Duke University Press, Durham. Van Broekhoven, L.N.K. 2002 Conquistando lo invencible. Fuentes históricas sobre las fuentes indígenas de la región Central de Nicaragua. CNWS Publications, Leiden.

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Los datos cerámicos

MsC. JOrge Zambrana MsC. Arqueólogo Investigador independiente

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ste artículo tiene la intención de aclarar un mal entendido con relación a la investigación arqueológica en nuestro país, y que esta muy relacionada con el análisis de uno de los variados componentes del registro arqueológico como es la cerámica. La práctica arqueológica tradicional ha sobredimensionado la importancia del material cerámico, quizás debido a como plantea Navarrete Sánchez, porque “no es perescible químicamente y, representa un excelente indicador de las condiciones y actividades socio-culturales por su inserción en la mayoría de las instancias del sistema productivo históricamente determinado…el problema es saber leer este contexto social según se expresa en los

indicadores [es decir, sus atributos]” (Boletín de Antropología Americana. 22. Página 47. 1990. No pretende ser un manual de procedimientos de una investigación científica, sino fijar algunas imprecisiones sobre la conceptualización que hasta el momento rige el estado de cosas, siendo este precisamente, donde radica la destrucción del registro arqueológico. Desde esta perspectiva, es considerada como uno de los indicadores culturales que permiten identificar y establecer secuencias culturales regionales, y reconstruir la identidad histórica de las poblaciones aborígenes. De hecho, los atributos de las vasijas cerámicas, como las formas, los motivos decorativos y los temas iconográficos, sí pueden darnos pistas para asociar comunidades asentadas en diferentes áreas geográficas, mediante la identificación de sus ensamblajes cerámicos, pero desde su perspectiva cultural, pero no identidades históricas pasadas, porque no pueden decirnos directamente nada acerca del sistema social en el cual se produjo y fue utilizado, son mudos a como lo son los diferentes elementos contenidos en un registro arqueológico específico. Sin embargo, para entender lo anterior, es preciso conocer el significado del concepto

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Identidad. Según el diccionario Larousse identidad significa: calidad de idéntico; conjunto de circunstancias que distinguen a una persona de las demás; igualdad, cuyos dos miembros son idénticos. De ello se desprende entonces que hay diversas identidades: identidad cultural, identidad étnica, identidad social, identidad religiosa, identidad política, etc. La identidad cultural es un producto de una práctica social compartida por todos los miembros de una comunidad o sociedad, la que para satisfacer sus necesidades de producción y reproducción social, y biológica debe interactuar con el medio físico y entre los miembros a lo interno del grupo, para lo cual se valen de instrumentos, siendo estos precisamente las manifestaciones objetivas o fenoménicas del comportamiento social. Es decir, la cultura es un producto, es creada por la sociedad y no al contrario. Por tanto, la arqueología y la investigación arqueológica, como una disciplina del conocimiento científico, debe en todo momento y en todo caso desentrañar el comportamiento social, y no sólo tender a la identificación de elementos culturales. La identificación cultural no es el fin último de la investigación arqueológica, es apenas el primer paso del proceso de conocimiento del comportamiento social, de aquellos que produjeron y consumieron los artefactos, cuyos restos estudia el arqueólogo. Esta situación ha sido y es uno de los factores clave de la destrucción del registro arqueológico, aunado a la idea oficializada, pero no por ello menos errada, de la

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división de la investigación arqueológica en Científica y de Rescate. Por arqueología científica se entiende aquella realizada por equipos universitarios, que cuentan con grandes recursos económicos y con todo el tiempo necesario para preparar un buen perfil o protocolo de investigación, donde los participantes son también los estudiantes universitarios de arqueología, las cuales son sus prácticas de campo, y también estudiantes avanzados que utilizan nuestro registro arqueológico para elaborar sus tesis de maestría y doctorados. La arqueología de rescate por su parte, es aquella que no necesita de ningún plan para ser ejecutada. Con relación a la arqueología de rescate, se establece tácitamente que no es científica, porque su práctica está determinada por las obras públicas o privadas que se desarrollan en toda nuestra geografía, y sólo se debe esperar el llamado de los funcionarios de las empresas en el momento en que la maquinaria impacta un depósito. Ante esta realidad, no hay tiempo de elaborar un perfil adecuado, científico, de investigación, pues por lo general lo que se llega a retirar son los fragmentos de la urna funeraria y sus ofrendas asociadas, para llevarlas a un museo, para lo cual es cierto, no se necesita de ningún plan científico. El problema reside en que si en realidad estamos los funcionarios y la ciudadanía incluidos los arqueólogos, por la protección del registro arqueológico, entonces se debería elaborar un plan de la investigación arqueológica científica en situaciones de

emergencia, partiendo de un plan nacional de la investigación que retome todos los datos que han sido recuperados en cada uno de los famosos rescates de tiestos, pero no de contextos, y exigir a las empresas constructoras o aquellas encargadas de la remoción del suelo, contar antes de introducir las maquinas para que efectúen los primeros descapotes del suelo húmico, presentar los resultados del estudio arqueológico previo en las áreas a impactar, ni mas ni menos a como otras instituciones del Estado exigen, por ejemplo los estudios de impacto ambiental previos a la ejecución de las obras. ¿Por qué no puede actuar así la autoridad del Estado encargada de la protección del registro arqueológico? Hasta donde se estila, cada investigación a realizar por graduados básicos para acceder a grados de maestría y doctorados, es necesario solicitar su aprobación a la instancia oficial encargada de aprobar o rechazar dichas solicitudes. Pero se actúa incorrectamente, pues lo que se hace es analizar los objetivos de dicha investigación sin la sugerencia más mínima de integrar algún objetivo de carácter nacional, que sea abordado por dicha investigación. Es por esta razón que la destrucción de nuestros depósitos no puede detenerse. La tipología, es un constructo que el arqueólogo utiliza para nombrar un conjunto o conjuntos de artefactos, que presentan diseños semejantes, o la utilización de determinadas sustancias para tratar la superficie de los artefactos, y distinguirlos de otros conjuntos. La tipología no es intrínseca al artefacto.

Tiesto del tipo Usulután Negativo (500 a.C.-300 d.C.). No obstante, este tiesto puede decir algo más que cronología, pero para ello se debe acudir al contexto; es decir, a su asociación con los otros restos culturales y no culturales que están a su alrededor.

Imagen del contexto excavado en el sitio La Chureca, Managua. Puede apreciarse que las cerámicas junto con las piedras conforman un piso de vivienda. Esto puede interpretarse como que los restos de vasijas quebradas al igual que las piedras, eran utilizados para conformar un piso sólido y al mismo tiempo como aislante de la humedad en invierno, lo que representa una alternativa constructiva, además de la información cronológica. En ello radica la importancia del contexto en la investigación arqueológica científica.

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Esculturas del Pacífico de Nicaragua: Una herencia única en el mundo

Dr. Rigoberto Navarro Genie Arqueólogo Consultor

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as esculturas de piedra eran parte integral de la vida cotidiana en las comunidades prehispánicas. La aparente desaparición, luego de la conquista española, es debido a la agresividad que este arte recibió, principalmente de parte de los militares y misioneros. Durante la conquista y la colonia, las estatuas fueron derribadas de sus lugares de instalación, quebradas y luego olvidadas. El respeto y la veneración que ellas inspiraron, se reemplazó por un sentimiento de desprecio, inculcado a los vencidos y a sus descendientes. A

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Escultura N° 44 de Sonzapote, isla Zapatera. Hombre con un gran tocado de felino. Localización convento San Francisco, Granada. Altura + 222 cm. Foto de Claude Baudez (1960).

pesar de la negatividad tejida alrededor de dichas imágenes, algunas esculturas han logrado llegar hasta nosotros, ellas permiten rescatar el recuerdo y dar realce al arte en piedra de nuestros aborígenes, fortaleciendo nuestra identidad cultural. Las esculturas del Pacífico de Nicaragua son un elemento cultural de carácter único en el mundo, por sus características morfológicas e iconográficas, así como por las técnicas de elaboración. Su auténtico valor patrimonial no ha sido enteramente apreciado. La mayoría de estas piezas han sido encontradas en las islas de Zapatera y Ometepe, pero también estuvieron presentes en los actuales departamentos de Rivas, Carazo, Managua y León. Las características principales de este arte es presentar figuras humanas desnudas en posición de pie, sentadas, de rodillas o en cuclillas. En la parte superior presentan una máscara o tocado en forma de animal, que se posiciona sobre la cabeza del hombre o mujer. Los cuerpos sin vestimenta estuvieron pintados y decorados con materiales perecederos, entre los cuales, podemos mencionar: incrustaciones de piedras semi-preciosas, collares, pectorales, brazaletes, pulseras, capas y penachos. Escultura N° 214, Figura femenina con un tocado en forma de ave rapaz. Pertenece al Museo Nacional de Nicaragua. En el Museo de Louvre de París del 2001-2008. Altura 220 cm. Foto de R. Navarro (2005).

Las primeras informaciones históricas, citadas por Gil González de Ávila, nos refieren que “… los grandes ídolos fueron derribados de suntuosos templos y la Cruz colocada en el sitio que ellos ocupaban”. (Colección Somoza I:75).

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“el cacique consintió ser bautizado y derribar los ídolos” (González de Ávila en Meléndez 1992: 4). Estas frases confirman la utilización de grandes imágenes de piedra a la llegada de los españoles.

roja con tonalidad similar a la sangre, entonces, estamos frente a la aplicación de un pigmento rojo que permanece invariable en su tonalidad.

Efectivamente los análisis de pigmentos El cronista Gonzalo Fernández de Ovie- encontrados en cuatro esculturas de Zado, en la tercera parte de su libro 4, patera y analizados en el laboratorio del capítulo 2, expresa que “… Los ídolos Museo de Louvre, en Paris, (Navarro 2002, bañados de sangre generalmente son 2005, 2007), revelan el uso de coloración parte de los ritos de los nicaraos”. Esta roja en el siglo XIII para la decoración de afirmación atestigua que el cronista ob- las esculturas. La composición del mateservó coloración roja sobre rial fue idenlas esculturas de piedra y tificado como la relacionó con la práctioxido de hieca de untar sangre sobre rro (hematilas estatuas de los dioses ta Fe2 O3). que Bénat-Tachot (2002: Estos datos cap XI: 216) describió. comproLas prácticas de sacrificios bados nos humanos, aparentemente conducen a eran utilizadas solamente reestructudos o tres veces al año, por rar la definilo tanto, la deducción que ción del arte era sangre, posiblemente escultórico se deba a las concepciones negativas y diabólicas atribuidas a las deidades prehispánicas. La aplicación uniforme de sangre sobre los ídolos se hubiese tornado rápidamente en color negro, debido a la oxidación. Si el hecho es que estaban bañados de sangre, entonces significa su superficie debió estar Escultura N° 115 de Punta de las Figuras. Es una figura de hombre en de color negro. Pero si el cuclillas con joroba y un círculo inciso en el abdomen. La zona señalada es hecho es que el cronista el área de obtención del pigmento rojo. Localización Museo San Francisco, observó una coloración Granada, Altura + 163 cm. Fotos de Fumie Iizuka (2001).

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prehispánico en Nicaragua, y a tener en cuenta que el color era parte del acabado en las antiguas técnicas escultóricas. El primer embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Ephraim G. Squier (18171886) con ayuda de informantes locales, descubrió en 1849 grandes estatuas en la isla Momotombitos, en Sutiava y en las islas Marota y Zapatera. Este acucioso investigador fue quien divulgó por primera vez, a nivel internacional, las grandes esculturas de piedra de Nicaragua, en sus publicaciones en ingles y español entre 1850-1860. Nueve de las piezas que descubrió fueron enviadas a los Estados Unidos y se encuentran en el Smithsoniam Museum de Washington. Otras dos fueron trasladadas por marines americanos en 1931 a ese mismo país. En total esa nación conserva 38 (9%) de las esculturas precolombinas de Nicaragua. Del restante 91%, la mayoría (204) están en territorio nicaragüense, 70 de ellas completas en Museos y colecciones privadas y otras fragmentadas en los sitios arqueológicos. El fechamiento de las esculturas durante mucho tiempo fue especulativo, sin embargo, Navarro (2007) presenta bases científicas para proponer su cronología entre 650 y 1830 d.C. Esto indica una tradición de más de 1000 años que no pudo ser destruida por los españoles, y que logró subsistir a través de rituales clandestinos hasta inicios del siglo XIX. Los descubrimientos reafirman la necesidad de continuar las investigaciones, y exigen un programa para la protección

adecuada de las esculturas y de sus sitios de procedencia. No se deben olvidar las palabras visionarias de la obra Catálogo provisional del patrimonio histórico de Nicaragua: “Nicaragua debe hacer un esfuerzo para estudiar y salvar sus tesoros de arte precolombinos que… forman un conjunto admirable” (La Orden Miracle 1971: 17, 61). Sus consejos fueron escuchados al trasladar la colección de esculturas del colegio Centroamérica al

Arriba, vista al microscopio óptico de la muestra de pigmento de la escultura N° 115. Abajo espectro del microscopio electrónico de los elementos que forman el color rojo: Hierro y Titanio. Este tipo de pigmento fue encontrado en 4 esculturas de la isla Zapatera.

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Escultura N° 228 de Ometepe. Esta es la estatua mejor conservada de Nicaragua; se encuentra sin protección en el atrio de la iglesia de Altagracia. Altura +181 cm. Foto de Claude Baudez 1960.

Convento San Francisco de Granada, pero el esfuerzo por estudiar y garantizar que el corpus general de esculturas siga atravesando los siglos apenas comienza. Los objetos de piedras son frecuentemente ubicados al aire libre, erróneamente se cree que “la piedra aguanta todo”. Sin embargo, las esculturas al igual que

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otros bienes culturales deben ser protegidas del sol y de la lluvia, así como de otros agentes erosivos. La conservación es una tarea de todos y debemos apoyar a los investigadores y autoridades debidamente acreditadas, para que puedan asegurar la conservación de esta valiosísima herencia prehispánica.

Fuentes Citadas Bénat-Tachot, Louise (ed) 2002 Singularités du Nicaragua de Gonzalo Fernández de Oviedo (1529). Tradución de Henri Ternaux-Compans 359p. Chandeine Presses Universitaires de Marnela-Vallée, France. Colección Somoza 1851-1855 Historia General y Natural de las Indias, Isla y Tierra Firme del Mar Océano. Real Academia de la historia. vol. I, IV, VIII. Madrid, España. La Orden Miracle, Ernesto 1971 Catálogo Provisional de Patrimonio Histórico Artístico de Nicaragua: 10-17, 53-62. Editorial Producciones Ampie. Managua. Meléndez, Carlos 1992 Nicaragua: abril de 1530; En La Prensa Literaria, 4 de abril: 1, 4-5, Managua. Navarro Genie, Rigoberto 2002 Les sculptures monumentales préhispaniques en pierre de l’île Zapatera, Nicaragua, Approche technique et matérielle: DEA d’Anthropologie, Ethnologie et Archéologie. En Universidad de Paris I, Panthéon-Sorbonne. 2 vol. Paris, Francia (no publicado). 2004 De la Piel a la Piedra, estudio de pigmentos de las esculturas prehispánicas de la isla Zapatera, Nicaragua. En archivos de la Academia de Historia y Geografía. Managua, Nicaragua. 2007 Les Sculptures préhispaniques en pierre du versant Pacifique du Nicaragua et du nord ouest du Costa Rica et leur contexte archéologique. Tesis de Doctorado en Prehistoria, Etnología y Antropología. Universidad de París I (Panthéon-Sorbonne). Paris, Francia.

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Visitas a Mi Museo

Juana Sunsín Castrillo Responsable de guías y taller de Mi Museo

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n este primer trimestre, Mi Museo ha recibido la visita de 3339 personas, correspondientes a 726 nacionales, 138 estudiantes y 2475 extranjeros, cantidad que supera a la del trimestre del 2010 que fue de 2,449. Es notorio como día a día Mi Museo se esfuerza por brindar una mejor atención a sus visitantes.

Los países que se han registrado en estos tres primeros meses se detallan a continuación: EEUU 861 Canadá 264 Francia 213 Costa Rica 145 Alemania 108 Inglaterra 108 Holanda 93 Argentina 69 Dinamarca 58 España 55 Suiza 43 Australia 39 Suecia 38

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México 37 Italia 37 Rep. Checa 35 Bélgica 33 Honduras 28 Japón 20 Noruega 19 Guatemala 16 Colombia 16 Brasil 16 El Salvador 15 Chile 12 Ecuador 10

Bolivia 8 Corea del Sur 7 Hong Kong 6 Panamá 6 Finlandia 6 Turquía 6 Irlanda 6 Venezuela 4 Cuba 4 Eslovenia 4 India 3 Puerto Rico 3 Grecia 3

Rusia 2 Nueva Zelanda 2 Filipinas 2 Polonia 2 Bulgaria 2 Malta 2 Hungría 2 Uruguay 1 Taiwán 1 Islas Bermudas 1

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Mi Museo, Calle Atravesada 505, Frente a Bancentro. Granada, Nicaragua. Telf. (505) 2552-7614 E-mail: [email protected] Horario de atención: Lunes-Domingo: 8:00 a.m. - 5:00 p.m. Entrada gratuita. www.mimuseo.org Mi Museo y Vos

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