CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS DEL SURESTE IMPULSA LAS RAÍCES DE MÉXICO Europe C. Mercier y Renato Cottini Giroldo Centro de Investigaciones y Estudios del Sureste Mesoamericano 20 de noviembre de 2016 Para presentaciones académicas o de campo, favor contactar
[email protected] ANTECEDENTES El documento es una copia del artículo publicado, entre otros, por el periódico mexicano El Valle (elvalle.com.mx) en fecha 21 de febrero de 2017. “CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS DEL SURESTE IMPULSA LAS RAÍCES DE MÉXICO” Quintana Roo, Méx.- El Centro de Investigaciones y Estudios del Sureste Mesoamericano (CIESM) está conformado por un grupo de estudiosos de las culturas prehispánicas y se dedica a la investigación y difusión de la información acerca de las raíces de nuestro país, misma que se va actualizando día a día. El CIESM empezó sus actividades en 1996, pero fue formalizado en el año 2007, cuando a los primeros integrantes del grupo pareció necesario dar al Centro un aspecto más formal. Todos tenían y tienen el objetivo de buscar respuesta a cientos de interrogantes que han sido propuestos como certezas desde décadas, pero libres de presiones institucionales y de mercado, dejando clara la urgencia de llenar un vacío de información que existe desde la época de la llegada de los primeros europeos. El CIESM trabaja de manera multidisciplinaria, para evitar que las investigaciones tomen un rumbo específico, que a menudo se ha demostrado incorrecto y más bien limitante: todos los integrantes aportan sus propuestas y conocimientos, en pos de extraer una visión común que incluya aspectos desde los más técnicos hasta los humanísticos. El Director es el Dr. Renato Cottini Giroldo, que tiene como especialidad el análisis epigráfico y lingüístico de las inscripciones talladas en los monumentos, o pintadas en otros soportes, por los antiguos pobladores de la región, labor a la que se dedica desde 1989. Fue justamente la interpretación tradicional del sistema de escritura, y las otras tantas tradicionales teorías que se desprendieron de la misma, la chispa que prendió el fuego: un sinfín de signos epigráficos difieren el uno del otro en detalles mínimos, una cuestión que institucionalmente fue liquidada con la definición de “variantes”. En la práctica, la aplicación del concepto de “variantes” produjo paulatinamente, desde los años 1950 y la propuesta de un solo estudioso, una lectura imposible, al punto que fue necesario proponer que la lengua utilizada en las inscripciones hoy en día ya no existe. El CIESM intentó por ende un acercamiento de tipo diferente, diametralmente opuesto: ya no trató de encontrar una lengua a través de los signos y la iconografía, sino de volver a identificar los signos utilizando la lingüística. Es obvio que hubo que decidir cuál lengua, empero la distribución geográfica de las lenguas utilizadas en el sureste de México es clara, indicando lo que hoy llamamos maya peninsular o yucateco como la más difundida. Los resultados de volver a comenzar de cero fueron inmediatos, y los asesores lingüísticos del centro de investigación, todos ellos mayaparlantes desde el nacimiento, empezaron a reconocer su propia lengua en los antiguos trazos. Lo inesperado fue darse cuenta que el sistema de escritura muestra ser altamente sofisticado, extremadamente preciso y sin variantes, y también mucho más evolucionado de los sistemas de escritura de derivación europea. Mucho más inesperado fue el reconocer los mismos trazos en los monumentos de la época “olmeca” y poderlos leer, cosa que indica la utilización de la misma lengua en la Costa del Golfo por lo menos desde
el segundo milenio a.C., y seguir encontrándolos en toda obra de arte público en toda Mesoamérica, que fue lo que permitió postular la propuesta de monoteísmo difundida con anterioridad. Al mismo tiempo, la visión cosmogónica prehispánica necesitó de un ajuste mayor, así como las ideas que los estudiosos del mundo occidental habían formulado, basadas en una percepción de superioridad europea hacia el “salvajismo” mesoamericano. Finalmente, como comentó el Director del CIESM, aunque queden correctas las cronologías, hay que plasmar una identidad completamente nueva de la realidad del mundo prehispánico mesoamericano y también continental, entendiendo las “deidades” como detalles específicos, características que definen ciertas partes de la deidad única y suprema. Por vez primera, después de más de un siglo y medio de investigación y propuestas académicas, el CIESM se presenta con hipótesis que rompen con las paradojas unidas inherentemente en lo postulado previamente, mismo que no puede solucionarse si se sigue encapsulando cada cultura, además de considerarlas primitivas. Dichas novedosas aportaciones permiten además de dar vida a una nueva escuela de pensamiento y búsqueda de soluciones, una escuela mexicana y no de derivación europea, una escuela que pueda devolver al país y el continente la conciencia y comprensión de su antigua grandeza cultural.