“Celebrar la vida, conmemorar el barro”. Visión Doble [en línea], 15 de diciembre de 2014. ISSN: 2375-1118.

"Celebrar la vida, conmemorar el barro". En: Visión Doble. San Juan, P.R.: Programa de Historia del Arte, Facultad de Humanidades, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. http://www.visiondoble.net/2014/12/15/celebrar-la-vida-conmemorar-el-barro/ Publicado el 15 de diciembre de 2014. ISSN: 2375-1118.

CELEBRAR LA VIDA, CONMEMORAR EL BARRO Daniel Expósito Sánchez Ochenta años no es nada. Eso parece haber pensado Toni Hambleton, recordando el célebre tango de Gardel, al recibir con notable entusiasmo las ocho décadas de vida cumplidas el 17 de diciembre. De ellas, más de cuatro las ha dedicado en plenitud a la cerámica a través de una sólida trayectoria que la ha conducido a obtener distintos reconocimientos a nivel nacional e internacional. Durante ese periodo, además, ha contribuido de manera decisiva al desarrollo del medio en la isla: formó parte del colectivo que impulsó las galerías Estudio Caparra y Manos, mientras que, recién inaugurada la década de 1980, abría las puertas de Casa Candina junto a Susana Espinosa, Bernardo Hogan y Jaime Suárez, iniciando la andadura del que ha sido un espacio pionero dentro de la actividad cultural de Puerto Rico. A ello se suman las clases dadas en la Liga de Estudiantes de Arte de San Juan y, sobre todo, la labor emprendida al frente de su taller en Caguas, que viene recoger el espíritu de Candina tras el cierre de su sede en Condado. Es aquí, precisamente, donde Toni va construyendo un grupo de trabajo que, más allá de los aspectos técnicos y formales de las obras salidas del mismo, hallará en el barro una herramienta para afrontar los vaivenes de la propia existencia. Pero las circunstancias, nuevamente, le llevarán de regreso a la ciudad, retirada del paisaje que rodea al que fuera su paraíso de las lunas, uniéndose a Aileen Castañeda en el estudio que también ha hecho suyo y en el que continúa enseñando en la actualidad. Este viaje a lo largo del tiempo, en buena medida, se refleja en Barro: una celebración, concebida por la artista no solo como una manera de festejar su ochenta cumpleaños, sino como un canto de amor al material que la ha guiado en su travesía artística. Para ello ha contado con tres elementos fundamentales. Por un lado, la cooperación de sus fieles compañeros, los comúnmente denominados "Candinos", así como de aquellos 1  

alumnos y colaboradores que, en el transcurso de casi un decenio, han permanecido a su lado en el taller cagüeño o han participado activamente en los cursos llevados a cabo en el mismo. Tales han sido los casos de María Luisa Borrás, Iván Carmona, Ivonne Colom, Jacqueline Cooper, Cristina Córdova, Diana Dávila, José R. Dávila, Jeannine Marchand, Cecile Molina-Machargo, Estela Monserrate de Mari, Ivonne Prats y Mariemma Tischer, algunos de los cuales ya habían disfrutado con anterioridad de las enseñanzas impartidas en Candina. Igualmente, la presencia de Cheryl Hartup como curadora de la exhibición ha motivado la elección de una serie de obras definidas por la investigación y la experimentación en torno al barro, un factor que, sin ir más lejos, ha sido determinante en el movimiento cerámico en Puerto Rico desde su eclosión a comienzos de 1970. De hecho, la visita efectuada por Hartup a los diferentes talleres durante la preparación de la muestra ha propiciado un diálogo enriquecedor con los artífices, que ha ayudado a otorgar una visión más homogénea de las piezas seleccionadas. Por último, cabe señalar la importancia de la sede que acoge esta exposición: el Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez de la Universidad del Turabo. No hay que olvidar que dicha institución ha venido realizando una apuesta firme por la cerámica que se ha visto plasmada en las tres exhibiciones dedicadas a Casa Candina celebradas en un lapso que abarca casi dos décadas. Esta labor imprescindible de apoyo y difusión permanece vigente hasta la fecha, como se ha demostrado con la reciente adquisición de una vasta colección de obras pertenecientes a Puerto Rican Pottery, lo que permitirá proseguir incrementando el acervo relacionado con la historia de este medio en el país. Instalada en dos salas, a las que sigue una tercera, a manera de coda, para el visionado de un documental filmado por Sonia Fritz, Barro: una celebración está compuesta por un total de cuarenta piezas. En ellas, destaca la amplia variedad de propuestas, muchas de las cuales han sido ejecutadas ex profeso para la ocasión, si bien otras se han elegido de la producción previa de sus autores. La admiración por la naturaleza y la contemplación de sus detalles, el apego a la familia y a los seres que han marcado el devenir íntimo, la búsqueda de volúmenes, texturas y colores, o la evocación de lo cotidiano en el taller de Hambleton, son algunos de los temas más frecuentes a los que han recurrido este nutrido conjunto de ceramistas. Ciertamente, no deja de sorprender su capacidad de reinvención, que va desde Personajes que se sueñan mar, primera incursión de Jaime Suárez en el terreno del vídeo con la colaboración de Alfredo A. 2  

Castellanos, nieto de la artista mexicana, hasta Armonía de sombras de la tierra de Aileen Castañeda, en la que sitúa nueve de sus características piezas caladas a diversas alturas con el objetivo de multiplicar la proyección de luces y sombras en el muro. De igual modo, María Luisa Borrás traspasa los límites del Museo con Esa fuerza que nos dio el bosque, donde incorpora una palmera situada en el jardín aledaño al edificio y que el espectador puede apreciar gracias a un ventanal en esviaje, en tanto Untitled Folds de Jeannine Marchand invoca a la maleabilidad del barro con una precisión tal que incita a la confusión de este material con el mármol. Sin embargo, a pesar de la calidad general de las obras presentes en el evento, las de Hambleton

sobresalen

como

sus

verdaderas

protagonistas.

Construcción/Re-

construcción, conocida por aquellos que han frecuentado su estudio, apela a los recuerdos del pasado en su tierra natal a través del círculo, al que agrega numerosas placas en las que se hace plenamente reconocible su lenguaje gestual. En una línea similar, Tótems: Homenaje a Tula insiste en esa recuperación de la memoria personal a partir de su interpretación de las ruinas excavadas en este imponente enclave mesoamericano: tres fustes troncopiramidales se alzan apoyados en peanas de madera, ofreciendo unos efectos de degradación muy acusados a consecuencia del empleo de carbonato de cobre sobre su superficie. No obstante, Árbol de la vida se erige definitivamente como la pieza que simboliza el alma de la muestra. Conformada por un espeso ramaje que se bifurca a ambos lados de un tronco de mayor grosor, supone una reafirmación de sus raíces aztecas: tanto la tradición alfarera ligada a este tipo de figuras como sus múltiples significados que oscilan entre la vida y la muerte, sirven a Hambleton para configurar una genealogía doméstica mediante el uso de grafemas. Si en la base la "t" y la "b" hacen referencia a la autora y a su esposo Bob, en las zonas media y superior se encuentran ocho letras más, correspondientes a los hijos del matrimonio y a sus nietos. A su alrededor, una gama de objetos de pequeño formato pertenecientes a cada uno de los concurrentes a la exhibición se extiende a lo largo de sus ramas, mientras que su tallo central, rematado por una luna sobre la que se apoyan dos manos dirigidas a derecha e izquierda, alberga, de arriba abajo, las iniciales de los nombres y apellidos de estos ceramistas encerradas en pequeñísimos tondos. Sin duda, esta suerte de árbol de Jesé evidencia las vicisitudes de la leyenda trazada a lo largo de todo este tiempo, alzándose en un compendio vital de la que ha sido y es una de las

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voces más representativas de la escena artística de Puerto Rico. Así que pasen ochenta años.

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