CARACTERIZACIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS EN LOS CENTROS HISTÓRICOS

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02 CARACTERIZACIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS EN LOS CENTROS HISTÓRICOS JUAN CARLOS RAMOS CORTEZ Arquitecto Doctor en Arte y Humanidades Master en Gestión del Patrimonio Histórico

CARACTERIZACIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS. Determinar los atributos peculiares del espacio público patrimonial, de modo que claramente se distinga de los demás, es una labor compleja – debido a que sufrió una evolución física y conceptual – que requiere ser organizada y desvelada a los técnicos, para así ser considerada como piedra fundamental de la intervención integral. El planteamiento de esta etapa de caracterización o fase de conocimiento, surge en un contexto donde pareciera ser que no se hacen adecuados razonamientos del problema urbano público. Ante ello cabe hacerse dos preguntas: con qué herramientas contamos y qué posicionamiento se adopta antes de intervenir en el espacio público patrimonial. Ambas preguntas inciden en lo que se desarrollará en este artículo; la primera se refiere a toda la información que se puede reunir o generar en un proceso de investigación sobre los espacios públicos. No obstante esta información – pese a tener un aporte o complemento teórico multidisciplinario – presenta una mayor preponderancia de los enfoques, urbano, arquitectónico, patrimonial e histórico, debido a que estas son nuestras áreas de conocimiento. Entendemos que del mismo modo, muchos de los proyectistas o gestores de las transformaciones urbanas, usan como herramientas previas a la intervención, solo “información urbana contemporánea” – movilidad, densidad poblacional, factores socioeconómicos, etc., – porque ese es su ámbito de acción y conocimiento diario. Sin embargo una intervención integral para ser tal, debe ser capaz de reunir toda la información que se produce/encuentra en las múltiples dimensiones del espacio público. Esto significa no solo adscribirse al área específica de estudio – nivel local, centro histórico de Sucre – sino también en ámbitos mayores – nivel global e ideal – que escenifican y representan un contexto de avances teóricos, normativos y actuaciones físicas paradigmáticas, que podrían complementar y nutrir las propuestas locales. Cuando se omite este paso, o se hace una caracterización parcial, el resultado obtenido es un proceso de diseño abreviado, en el que se pasa rápidamente a usar el lápiz, trazando espacios/objetos/funciones, sin ninguna vinculación realmente fidedigna y profunda con el espacio físico, atemporal y social. Con ello pretendemos establecer que la memoria histórica del lugar no se revela, porque no se conoce/caracteriza integralmente al espacio público. Es así que vemos pertinente, para este apartado, revelar cuáles son esas múltiples dimensiones del espacio público patrimonial; no obstante al tener estas un enfoque heterogéneo, es necesario organizarlas en tres niveles: “local” – lugares públicos del área patrimonial de Sucre – “global” – múltiples acepciones y definiciones deslocalizadas del espacio público – “ideal” – normativa internacional que busca la conservación, revitalización y difusión de los ámbitos públicos – Como vemos cada uno de los niveles significa un aporte diferente, que puede revertir en un mejor y mayor conocimiento de la problemática, lo cual coadyuvaría a una mejor intervención en el ámbito local. Ahora bien sobre la segunda pregunta – posicionamiento que se adopta – planteamos que en función de la información reunida y asimilada, el criterio de intervención puede seguir/hacer una línea/lectura “fatalista o realista” – ambos son considerados porque conllevan a transformaciones radicales y relevantes, ya sea para bien o mal – Más allá de desvelar la polarización de criterios, nos parece importante reflexionar sobre estas dos percepciones de intervención, para poder establecer que existen nuevas oportunidades – de desarrollo – para el espacio público y que estas no están siendo aprovechadas al máximo, porque se las desconoce.

Nivel local - El espacio público del centro histórico de Sucre Se puede decir que la tradición urbanística que heredamos no hace del espacio público un elemento especializado y refugio de peatones en un tejido urbano concebido como suma de edificios y vías para vehículos, sino que se identifica con la misma forma de la ciudad y está presente en toda ella. J. Borja Sebastià y M. Herce. Pese a la singularidad del caso de Sucre, Bolivia – surgida por el condicionamiento territorial e histórico coyuntural – entendemos que su espacio público patrimonial, en un primer nivel de caracterización – que es general – se identifica con la misma forma de la ciudad/centro histórico. Es decir, el espacio público está presente en toda la urbe, como si se tratara de sus propias venas, que necesariamente deben llegar hasta sus últimos confines para poder gozar de vitalidad urbana. Así mismo, debemos mencionar que los lugares públicos del área patrimonial de Sucre, aún no han sido corrompidos por males característicos de esta contemporaneidad, como en otras ciudades. Es decir, no se han convertido en elementos especializados – que tienden a segregar y desarticular los espacios – así mismo tampoco se han privatizado a favor de minorías, buscando únicamente el beneficio económico 1. No obstante presenta una problemática, que está referida principalmente a aspectos de saturación de movilidad vehicular, deterioro físico y simbólico de los espacios abiertos, apropiación perversa – comercio informal, marchas, huelgas, etc., – inseguridad, carencia normativa, diseño/mantenimiento inadecuado e infravaloración de sus múltiples dimensiones. Pero el espacio público del área patrimonial de Sucre, es mucho más que características contemporáneas, pues sabemos que en sus componentes existen suficientes valores singulares que le pueden otorgar la cualidad de patrimonial. Esto debido a que su actual contenido y características, son producto del tiempo, las coyunturas – sociales, políticas y estilísticas – y de las interacciones de una sociedad que imprimió o dejó una marca permanente de identidad cultural en los diversos objetos y manifestaciones que soporta. De este modo podemos caracterizar específicamente al espacio público patrimonial de Sucre, como un conjunto heterogéneo de tipologías urbanas. Pero que a su vez soporta valores intangibles que denotan identidad de lugar y son fruto de las interacciones hombre/espacio/cultura. Por todo ello caracterizamos al espacio público local en cuatro grandes grupos: “lo histórico”; “lo patrimonial”; “lo social”; “lo identitario”. El primer grupo – histórico – hace referencia a que gran parte de las tipologías públicas fueron establecidas al mismo tiempo que la ciudad, es decir que tienen igual antigüedad que algunos edificios, o que la misma ciudad, que fue creada en 1538. Sin embargo como el paso del tiempo es constante e impredecible, se fueron llevando a cabo procesos de “consolidación y de desaparición de espacios”, por lo cual los que llegaron a nuestros días no son todos los que existieron. La resultante final muestra una rica genealogía del espacio público, que está determinada por dos épocas importantes: la colonial y la republicana. Dentro de estas existe una variedad de momentos en los que destacan diversas tipologías o factores que transforman lo público, pudiendo mencionar en orden cronológico, a: las calles (1550), la plaza mayor (1600), participación indígena (1610), barrios singulares (1639), segregación socio1

J. Borja Sebastià y M. Herce, Proyectos urbanos y espacio público. Estrategias…pp. 34 – 35.

espacial (1779), el Prado (1803), calles del comercio (1859), transición estilística de los espacios abiertos (1897), incorporación de redes de servicios públicos (1916), plazuelas de la periferia (1948), expansión del espacio urbano (1974) y espacios públicos de movilidad urbana (s. XIX). El segundo grupo que caracteriza al espacio público local – patrimonial – está conformado por una de sus más importantes tipologías, “los jardines públicos históricos”. Estos lugares – en el C. H. son 10 – soportan una forma, función y objetos singulares que le atribuyen valor patrimonial. Este valor, pese a no estar reconocido oficialmente por la normativa local o nacional, si está protegido y respaldado por normativa internacional específica (Carta de Florencia, 1981). En base a ello se determinan como los jardines históricos más representativos del C. H. de Sucre, a: “la plaza 25 de mayo” y “el parque Simón Bolívar”, ambos tienen componentes singulares – trazado y objetos – con más de 100 años de antigüedad. Así mismo, en estos se materializaron corrientes/escuelas estilísticas importantes dentro del arte del jardín, como son el “jardín francés” y el “jardín romántico ecléctico” (influencia del jardín francés, inglés y chino). También estos espacios históricos llegan a posicionarse como referentes, debido a que cada uno representa el inicio de los momentos ideativo y ejecutivo de los jardines públicos de Sucre, lo cual es fundamental para su creación/consolidación formal y temporal. Finalmente un último aspecto que hace más relevante a este selecto grupo de espacios, es el saber que de los 28 jardines públicos del área patrimonial de Sucre, 10 son jardines históricos (creados antes de 1859) y 18 son no históricos (creados después de 1897). El tercer grupo – social – revela que el espacio público local, es contenedor de arte escultórico. Este arte está compuesto por tres categorías: bustos, estatuas y monumentos mayores, siendo todos ellos construidos después del s. XIX. Así mismo cada una de estas categorías presentan como aspectos determinantes para su jerarquía, aspectos de: localización, autores, temática, año de implantación y placas conmemorativas. Bajo estos criterios destacan los monumentos del “S.S. C.C. de Jesús” y las “Estaciones del Vía Crucis”. Ambas obras artísticas – construidas a inicios del s. XX – se encuentran emplazadas en uno de los cerros mayores de la ciudad “el Churuquella”, destacando de estos, que sus principales piezas artísticas – escultura de bronce y retablos de cerámica – fueron construidos en Europa. Sin embargo más allá del valor que puede contener una pieza artística tangible, este grupo es relevante porque cada objeto es producto de un proceso social que tiende a sacralizar – en sentido amplio, no únicamente religioso – el espacio público. Finalmente el último grupo – identitario – permite consolidar y revelar el carácter singular del espacio público urbano y social. Para ello es fundamental vincular estos lugares con procesos de apropiación espacial, es decir que en este nivel, las interacciones hombre/espacio/cultura, son más fuertes y evidentes. Bajo este contexto se plantea que los espacios públicos identitarios están conformados por dos grandes categorías: “lugares simbólicos” y “espacios significantes”. En la primera se inscriben a los objetos tangibles – barrios, colinas, calles, callejones, cursos de agua, cruces, capillas públicas, esquinas parteluz, pilas y fuentes de agua – que denotan y promueven identidad social y urbana. En el segundo nivel se inscriben las manifestaciones sociales que se desarrollan en el espacio público patrimonial. Al ser hoy importante el efecto de animación/promoción del espacio público, se reconocen una amplia variedad de manifestaciones – Carnaval, Semana

Santa, Entrada de la Virgen de Guadalupe, así como manifestaciones de arte urbano, conflicto social y trabajo – De esta manera planteamos que lo identitario de estos objetos y manifestaciones, se produce porque la población reinterpreta y convierte espacios y acciones cotidianas en situaciones extraordinarias. De este modo la caracterización del espacio público local, pasa por reconocerlo como parte constitutiva de la ciudad, que presenta una problemática que responde a factores globales y locales. Así mismo en un nivel de conocimiento más profundo, estos espacios son un conjunto heterogéneo de tipologías urbanas, que contienen valores históricos, patrimoniales, sociales e identitarios. Todo ello representa una base de datos y objetos importante para desarrollar propuestas de intervención desde las distintas disciplinas del conocimiento, o desde el nivel institucional público o privado.

Nivel global – Espacio público heterogéneo. Realizar un diagnóstico contemporáneo del espacio público patrimonial, al margen de considerar componentes teóricos de carácter histórico patrimonial – como se hizo en los anteriores capítulos – también debe vincular múltiples acepciones de distintas disciplinas. Esto nos parece muy interesante de destacar, pues un ámbito como el espacio público patrimonial, que a priori puede ser entendido como lugar de movilidad, o como espacio de estudio histórico-cultural, arquitectónico-estilístico, o semiótico-simbólico, es el contexto donde también se manifiestan y se pueden identificar otras características desde el análisis de otras perspectivas. Como por ejemplo la que vincula al “espacio público y ciudadanía”, así como a las “prácticas de la ciudadanía ancladas en un territorio”, o la “interrelación entre desigualdad social y espacio público”, sin mencionar lo que hoy ocurre con las “tecnologías de la información y comunicación y espacio público virtual”2. Esto refleja que el espacio público o lo público del espacio, hoy se traduce en la ampliación de la participación social y una mayor pluralidad de los usos/tipos de espacios. Así mismo vemos que la noción de espacio público aparece empleada por distintas disciplinas científicas y técnicas, a veces muy alejadas entre sí en sus aspiraciones y objetos de estudio. La obra de D. Di Siena resume en 10 grandes familias, a las formas de entender y definir el espacio público, para ello este autor consideró aportaciones de la filosofía política, arquitectura, urbanismo, sociología y antropología3. Entendemos que el conocimiento de estos niveles es muy importante, no solo porque permite tener una panorámica general de un concepto que es muy complejo, sino porque nos ayuda a comprender que apenas consideramos/incidimos – con nuestros diseños/investigaciones – en dos o tres aspectos. Estos niveles son: 1.

Espacio de comunicación

Entendido como cualquier tipo de entorno, contexto, plataforma que permite la relación abierta y multidireccional entre personas. En este nivel el espacio público debe cumplir dos requisitos: facilitar la comunicación con su diseño – elementos materiales e inmateriales – y contar con reglas de gobierno que le permitan alcanzar un uso activo y compartido por diferentes usuarios. No obstante esta comunicación para la ciudad, debe ser entendida desde un sentido amplio, no solo como un conjunto de vías 2

A. Oyhandy, «Reseña de "espacio Público: reconstrucción de ciudadanía",» 2005. [En línea]. Available: . [Último acceso: Julio 2013], p. 156. 3 D. Di Siena, «Espacios sensibles: hibridación físico digital para… pp. 19 – 39.

vehiculares/peatonales para la movilidad, sino también para la comunicación desde la publicidad, el internet, o mediante un acontecimiento cultural comunicacional. 2.

Lugar de construcción de ciudadanía

Está basado en el principio – planteado por J. Borja Sebastià – que considera al espacio público urbano como un lugar privilegiado de ejercicio de la ciudadanía y de expresión de los derechos civiles. Pero esta construcción ciudadana, pese a ser hoy democrática, no es homogénea, pues se fundamenta en contradicciones, como la que indica que “el espacio público crea ciudad”, porque es donde se define las esencias de una ciudad, su carácter, cultura, o alma. A su vez, esta construcción se ha estructurado – históricamente – a partir de “significativas exclusiones” a minorías o grupos raciales. Esta situación generó la aparición de no-ciudadanos oficiales que habitan una ciudad ilegal. 3.

Espacio de libertad y libre circulación y apropiación

Referido a la utilización del espacio público, sin estar sometidas a otras reglas específicas que no sean las derivadas del derecho civil de cada país. Es decir no existe el “derecho de admisión” por lo cual el espacio público es el espacio de las libertades, que solo está condicionada por un ejercicio activo de la tolerancia y por asumir cierto nivel de riesgo. El ejemplo más conocido de este espacio de libertad es la apropiación espontanea de los espacios públicos, producida por los vendedores ambulantes. 4.

Espacio jurídico

El espacio público está también sometido a una regulación específica por parte de la Administración pública, propietaria o aquel que posee la facultad de dominio del suelo y que garantiza su accesibilidad a todos, pero fijando las condiciones de su utilización. En muchos casos esta normativa resulta ser limitada y requiere que se reconozcan más categorías de espacio urbano, pero en un sentido amplio y siguiendo diferentes criterios. 5.

Espacio de la educación social y tolerancia

Los ámbitos urbanos – sobre todo los mayores – deberían ser una escuela de cosmopolitismo y de aprendizaje de valores cívicos. Pues en sus espacios públicos es donde se expresa la diversidad, se produce el intercambio y sobre todo se aprende la tolerancia. La idea contemporánea de espacio público, plantea que este “permite hacer sociedad”, porque genera una esfera de coexistencia pacífica y armoniosa, mediante la posibilidad de estar juntos sin que caigamos unos sobre otros. Lo que antes era un espacio teórico se ha convertido en un espacio sensible, de este modo la calle es ahora escenario potencialmente inagotable para la comunicación y el intercambio, ámbito accesible a todos, en el cual se producen constantes negociaciones entre co-presentes.

6.

Espacio político y donde se ejerce la ciudadanía

Este es el lugar donde se genera un proceso, por el cual el público ocupa la esfera o ámbito público, controlado por la autoridad, y lo transforma en el espacio de donde las críticas se ejercen contra el poder del estado. De este modo se crea un “espacio donde el ser humano se vuelve sujeto público” – un constructor en el que cada ser humano se ve reconocido como tal en relación con otros, con los que se vincula a partir de pactos reflexivos – No obstante el sujeto público al ejercer este derecho, crea un espacio de resistencia frente a un orden social y económico dominante. Por ello el ejercicio de ciudadanía puede implicar apropiaciones violentas de espacios públicos por diferentes grupos excluidos. 7.

Espacio de geometría variable creado por el usuario

El espacio público de la ciudad contemporánea es como la propia ciudad, un espacio de geometría variable, que reúne – en función de los parámetros que seleccionemos – unos hechos con otros. Estos hechos – presentes en el espacio público – hacen diferente una ciudad de otra, no tanto por su capacidad arquitectónica, sino más bien por los símbolos que construyen sus propios vecinos. Así mismo al catalogar a los lugares públicos, como espacios de geometría variable, surge la necesidad de diferenciar entre espacio público y espacio vacío – para esclarecer si lo público es algo diseñado o espontáneo – Los urbanistas creen que el espacio vacío, es aquel que no ha sido intervenido por un profesional, en contraposición el espacio público es aquel diseñado por un urbanista. No obstante en esta contemporaneidad, es más cercano a la realidad definir al espacio público no como un espacio sino como un estado. 8.

Espacio de encuentro y de las relaciones de debate

El espacio público es entendido ahora como un ámbito de representación – parlamento público – de lo que las ciudades y su ciudadanía son/quieren ser. Aquí se habla del ámbito que permite la interacción – debate físico y virtual – entre los actores de la ciudad – las fuerzas estatales, sociales y corporativas colisionan e intentan crear nexos con el ciudadano. Los espacios en los que se representa esta necesidad de debate no están adscritos a una única dimensión, pudiendo ser la calle, el parque, el barrio, los medios de comunicación, internet, el centro comercial, las Naciones Unidas, etc., y todos los lugares que envuelven una tensión palpable entre el lugar y las experiencias de la vida cotidiana. 9.

Espacio de convivencia

No se puede pensar en un espacio público sin conflicto, puesto que la naturaleza democrática lo convierte en un lugar de rivalidad, en el que hay que negociar constantemente los significados y usos que se ponen en juego. De este modo el espacio público de convivencia se convierte en un biotopo social – donde a base de interacciones simples vamos tejiendo una compleja maraña de comunicaciones que dan forma a la sociedad – que hoy en día ya no se representa únicamente como un ámbito físico del territorio – con límites y definible por su forma – Sino que es producido por una colectividad sin morfología estable, cuyos miembros acuerdan concertar sus acciones a partir de acuerdos mínimos pero suficientes.

10.

Espacio pseudo público

Para los autores post-modernos, la diferencia central entre el espacio público moderno y los enclaves pseudo públicos, radica en que mientras el primero busca generar encuentro, dialogo y ciudadanía, los segundos buscan expresar y expandir la diferencia en las relaciones de poder entre distintos grupos sociales. Ejemplo de ello son los espacios “émicos” – espacio que expulsa a los extraños, prohíbe el dialogo, contacto físico e intercambio social – espacios “fágicos” – lugares que los consumidores suelen compartir, como salas de concierto, exhibición, turísticos, etc., ofreciendo lo que no se puede encontrar afuera, un equilibrio perfecto ente libertad y seguridad – “los no lugares” – son ostensiblemente públicos pero no civiles, aceptan la permanencia prolongada de extraños, como los aeropuertos, cuartos de hotel, autopistas, etc., – y “los espacios vacíos”, que se caracterizan por estar carentes de sentido, no por ser insignificantes, sino que por no tener sentido y porque se cree que no pueden tenerlo, son considerados no visibles. Ejemplo de esta última dimensión de espacios públicos, son los ámbitos bajo los puentes o las áreas residuales de las autopistas. Bajo este contexto, las intervenciones físicas – como crear/modificar una plaza, plazuela, parque, etc., – no solo deben ser enfocadas como problemas funcionales, de confort, o estéticos – como se hace hasta ahora – Sino que deben incluir una serie de procesos filosóficos, sociales, políticos, económicos, culturales, tecnológicos – relacionado no solo con sistemas constructivos sino también con el desarrollo de la comunicación), porque repercuten profundamente y de manera compleja en todos esos ámbitos de la vida urbana.

Nivel ideal – Espacio patrimonial reconocido y protegido. El planteamiento de una imagen ideal de espacio público patrimonial, sin duda debe acercarse – sobre todo en su esencia – a las características de un pasado que le confirió su actual valor. Es decir debe ser sencillo, funcional, auténtico, tradicional y pintoresco; procurando que todos los componentes formales y simbólicos permitan experimentar un sentimiento inmediato de identificación socio-espacial y singularidad urbana. Para el espacio público, el alcanzar esta calidad “de ideal”, más allá de iniciativas sectoriales, responde o es promovido por un marco normativo internacional, el cual hoy en día reconoce atributos patrimoniales en determinados ámbitos urbanos. Sin embargo este actual interés y valoración de los lugares abiertos sufrió un proceso de evolución, debido a que desde la emisión del primer documento patrimonial (Carta de Atenas, 1930), tuvo que transcurrir más de 70 años para que la atención patrimonial se vuelque directa y específicamente hacia los espacios públicos. Quizás el hito más relevante se da el año 2001, cuando se proclaman los “Derechos del espacio público” en la “Declaración de Toledo”, emitida en el Seminario Internacional de Ciudades Históricas Iberoamericanas, realizado en la

ciudad española que da el nombre a la declaración4. Los derechos que menciona esta declaración son: 1. El espacio público tiene derecho a tener su propia identidad y a su vez a proporcionarla a quien lo usa. Es decir el espacio público tiene derecho a ser un lugar. En él deben darse la posibilidad de reafirmación individual y colectiva por parte de los ciudadanos, tanto en su carácter cotidiano como en el excepcional que suponen las fiestas, las manifestaciones de expresión colectiva, etc. 2. El espacio público tiene derecho a ser útil. Esto significa dar respuestas variadas a las demandas de los distintos colectivos ciudadanos. La utilidad del espacio público es un atributo complejo de significados bien diferentes. Útil es aquel espacio público susceptible de albergar un mercadillo, una franja de aparcamientos en batería, una fuente, un banco o un árbol… 3. El espacio público tiene derecho a mantener la riqueza de funciones, a poseer distintos usos de forma simultánea o sucesiva. No se trata de que todos los espacios públicos hayan de tener un complejo sistema de usos, sino de que sean aprovechados maximizando sus posibilidades y respetando siempre unos límites, tanto en el carácter de los usos…como en el volumen o capacidad de carga aconsejable… 4. El espacio público tiene derecho a ser hermoso, tanto en su diseño general, como en los detalles que aporta el mobiliario urbano u otros aspectos de su morfología. Así mismo, el espacio público puede reclamar una relación armoniosa del paisaje y del escenario urbano. 5. El espacio público tiene derecho a ser el lugar construido en el que la naturaleza esté más presente y ofrezca escenarios más amables. De este modo, la vegetación y también el agua han de ser considerados elementos protagonistas de este espacio común y no meros componentes secundarios… 6. El espacio público tiene derecho a ser accesible; no debe poseer elementos que entorpezcan su acceso o uso interno. A su vez, la accesibilidad debe responder a las características y necesidades de los usuarios, poniendo especial atención en los grupos desfavorecidos o discapacitados y en la convivencia armoniosa entre los medios de transporte privados, públicos y los peatones. 7. El espacio público tiene derecho a no ser usurpado o mermado. Si bien es lícita su cesión provisional para determinadas actividades económicas, especialmente las de carácter tradicional (mercadillos, terrazas, espectáculos…) estas deben ejercerse siempre bajo normativas precisas que salvaguarden su carácter público 8. El espacio público tiene derecho a ser seguro y a estar limpio. Ha de romperse la tendencia a identificar seguridad y limpieza con los nuevos espacios de ocio y comercio privados, en los que las galerías comerciales cerradas y vigiladas tratan de suplantar el papel del espacio público tradicional…En este sentido, tal derecho no debe entenderse 4

ICOMOS, «Declaración de derechos del espacio público,» 2001. [En línea]. Available: . [Último acceso: Agosto 2013].

únicamente con la labor de hacer más higiénicos y limpios calles, plazas, parques, etc., sino que ha de complementarse con campañas de información y creación de una sensibilidad más respetuosa respecto al espacio de uso colectivo. 9. El espacio público tiene derecho a ser auténtico, a no ser convertido en escenario de consumo turístico, a no ser transformado con modelos tópicos o estereotipados, ni con criterios que no tengan en cuenta su origen, evolución y desarrollo, tanto en su dimensión física, funcional, como en lo que respecta a su importancia simbólica y la forma en que es percibido por sus usuarios. 10. El espacio público tiene derecho a tener un nombre, y este no podrá ser cambiado sin criterio. Como pauta general deben mantenerse los nombres tradicionales o cuyo uso se haya hecho común entre los ciudadanos, salvo que éstos posean connotaciones escatológicas o repulsivas para sus vecinos… De este modo rescatamos que un espacio público patrimonial debe tener como cualidades ideales, el ser/tener: identidad; funcionalidad; variedad de usos; estética; lugar de la naturaleza; ser accesible; a no ser mermado; a ser seguro y limpio; a ser autentico; a tener nombre. Muchos de estos atributos – a excepción de los de funcionalidad y variedad – siempre estuvieron presentes en las áreas históricas, solo hace falta revelarlas mediante intervenciones integrales.

Lecturas de la realidad de los espacios públicos. Después de haber establecido los tres niveles de caracterización, entendemos que pueden surgir diversos posicionamientos acerca del estado actual de los espacios públicos, debido a que lo local, global, e ideal no son niveles estáticos o cerrados. Es decir que se pueden hacer lecturas en base a aspectos puntuales de uno u otro nivel, que puede servir de criterio o estrategia de intervención. Pero cada una de estas formas de actuación manifestará una problemática particular, que requiere ser organizada, por ello planteamos dos grandes líneas de análisis: la visión del “fatalista” y la del “progresista”. Que más allá de la cualidad determinista de sus nombres, buscan revelar otras oportunidades – aspectos críticos – para la intervención integral en los espacios. Análisis del fatalista. Entendemos que lo público y sus espacios, en esta contemporaneidad, sufren un deterioro por la caducidad y aparición de nuevos factores que intervienen en su permanencia temporal. Por ello vemos necesario hacer una lectura alternativa, denominada “Análisis del fatalista”, que pretende representar el panorama urbano público venido a menos, ya que está afectado – principalmente – por el consumismo masivo e invasión de las TICS. Esta concepción revela más bien analogías con la actitud de descompensación y desconsideración de nuestra sociedad actual, con su creciente impulso individual hacia la comunicación. Se puede decir que a consecuencia de los cambios sufridos en las últimas décadas – paso de la era mecánica a la electrónica, en una sociedad dominada por un capitalismo voraz – se viene perdiendo la forma secular de concebir y usar los espacios públicos. Se menciona que ya ni siquiera las comunidades religiosas necesitan de lugares abiertos públicos para desarrollar su culto – como

anteriormente se hacía con las capillas abiertas – Hoy se difunden las acciones de vagabundeo por el espacio urbano, es decir las personas andan errantes por la ciudad, debido a que se carece de dispositivos de identidad social y urbana que generen arraigo. Todo ello nos lleva a un concepto que hoy es muy citado por varios autores, y se denomina como “barbarización del espacio urbano”, que al margen del vagabundeo urbano, se caracteriza por afectar el encuentro y dialogo autentico con amigos y extraños en los espacios abiertos 5. Esta barbarización también implica que el espacio urbano natural, es sustituido por una concentración de consumidores, que ya no necesitan de lugares de encuentro, sino de grandes extensiones de superficie para el intercambio de productos. Por otro lado se puede mencionar que la creciente necesidad de comunicación – avivada por el desarrollo de smartphones/redes sociales/modas virales – promueve el aislamiento de los ciudadanos. Esta situación para el espacio público significa un cambio muy importante en los resultados sociales, pues anteriormente se organizaba lo público a partir de la comunidad – sus miembros se conocen y confían mutuamente entre sí, comparten vida cotidiana, trabajo y desarrollan su actividad teniendo como fondo un paisaje al que aman – Sin embargo, hoy debido a que la comunicación juega un papel principal, se lo organiza a partir de la colectividad – entendido como un todo sin alma, que es un mero resorte, un mecanismo, un aparato de producir sociedad, pero que no termina produciendo ninguna forma social (como una organización vecinal) – De este modo el espacio público ya no crea comunidades sino asociaciones, cuyos miembros comparten más el futuro que el pasado, subordinan los sentimientos a la razón, calculan medios y fines, para actuar en función de ellos6. Otro aspecto dentro de este tipo de visión, se refiere a que “hoy los espacios públicos representan principalmente riesgo”. Debido al debilitamiento de los valores de comunidad, crece la actitud individualista y aislada, es decir cada persona se preocupa solo por lo suyo o los suyos. De este modo “las calles” se vuelven espacios de violencia social; “las plazas” son cercadas con rejas, por estar asechadas y sitiadas por la movilidad vehicular o fueron apropiadas por gente que tiende a la violencia; por tanto ambos dejan de ser deseables – y en algunos casos ya no son necesarios – por ser peligrosos. Bajo este contexto, se los reemplaza por espacios pseudo públicos, como centros comerciales, parques temáticos, clubes campestres, condominios privados, etc., donde existen mayores niveles de seguridad y confort, pero en contrapartida, expone a la ciudadanía a sufrir/generar situaciones de exclusión, discriminación y maltrato. Finalmente un último aspecto se refiere a la “extensión y transformación de los usos de los espacios”, el cual menciona que se pasó del uso público al uso colectivo, a partir de un cambio de su cobertura, es decir los espacios públicos ya no son usados solo por un determinado grupo humano, sino por toda la ciudad. Esto modifica la relación de los espacios públicos abiertos y cerrados, a favor de los segundos, debido a que a mayor cantidad gente es necesaria mayor eficiencia en el uso del espacio, lo cual se consigue con todas las instalaciones y espacios de una edificación cerrada. Esto hace que se construyan más estaciones de trenes, aeropuertos, museos, galerías, teatros, etc., mientras que lugares semejantes a las antiguas plazas, plazuelas, parques se reproduzcan cada vez menos7.

5

B. Podrecca, «Aquí o en cualquier espacio de la ciudad,» de La arquitectura del espacio público, Sevilla, 1999, p. 46. D. Di Siena, «Espacios sensibles: hibridación físico digital para… p. 89. 7 G. Polesello. «Espacio, espacio público y arquitecturas.» de La arquitectura…p. 51. 6

Estas son solo algunas muestras, no de una perspectiva parcializada que se posiciona en contra de los lugares públicos contemporáneos; sino de una realidad tangible que quizás en el C. H. de Sucre, no alcanza todos los niveles descritos, pero es evidente que muchas de las estructuras mencionadas están deterioradas. Análisis del progresista. A diferencia del anterior análisis, éste busca revertir/transformar/mejorar la realidad del fatalista y no solo se limitará a describir los hechos de una coyuntura. Por ello ahora no se desarrollará – en contraposición al anterior nivel – aspectos positivos del espacio público, sino que se partirá de la realidad “negativa” para poder recuperar lo público para los espacios físicos y abiertos de la ciudad. En este sentido parece importante destacar tres aspectos que nos conducirían a alcanzar este fin: el primero referido a la implementación del término “ética” en los procesos de diseño, pero concebido como/para un revival del carácter público. Es decir, un análisis progresista de los espacios públicos, debe incidir en procesos de responsabilidad social, cultural, ecológica y civilizadora. De este modo en primer plano deben quedar los imperativos sociales/morales – concebidos como la capacidad de juicio y reacción creativa evolucionada – que en cualquier caso siempre deben estar sometidos a revisión. En segundo lugar, para reencontrar una nueva confianza en el espacio público de la ciudad vivida y edificada – espacios abiertos y cerrados – es necesario incidir en nuevas metodologías de contención creativa de los lugares, y sus tradiciones. Esto no significa restringir los espacios o sus usos, sino normarlos o regularlos para recuperar y elevar los niveles de seguridad, interacción e imagen. En tercer lugar, para reencausar el uso de los espacios dentro de esta lectura o visión progresista, es importante reconocer que el saber, la información y el conocimiento se han vuelto amplia y sistemáticamente autónomos; con ello han cancelado los confines de los espacios públicos8. Esto hace que no solo el espacio público se transforme en un espacio virtual deslocalizado, sino que éste y la sociedad que lo usa, pierden todo vínculo con la Heimat9. No obstante este factor – característico de la época en la que vivimos – puede servir para otorgar un nuevo signo autorreferencial a los espacios abiertos, mediante una optimización – que algunos pueden calificarla de utopía del futuro – de sus componentes físicos – para nuestro caso, concebidos desde un punto de vista histórico – que tienden a crear el “lugar” o el “aquí”, de la forma secular – hablar presencialmente – pero también mediante la comunicación virtual. De este modo una visión progresista contemporánea del espacio público, debe procurar resolver las debilidades/oportunidades que presentan tanto el espacio social – ética del espacio – el de seguridad – metodologías de contención formal y usos – y el contenedor/comunicador de información – cancelación de los confines tradicionales del espacio – Que más allá de convertirse en ejes B. Podrecca. «Aquí o en cualquier espacio de la ciudad.» de La arquitectura…p. 47. L. noalsistema, «Definición: Heimat,» 2012. [En línea]. Available: . [Último acceso: Octubre 2013]. …El concepto Heimat ha asistido a una importante evolución en la actualidad. Para muchos sigue teniendo resonancias que evocan el oscuro pasado alemán…Para otros…es algo positivo y reconfortante en una época de desarraigo y global. … Esta se definiría como el lugar donde nos sentimos en casa y reconciliados con nosotros mismos. Esta puede remitir a un espacio físico o interno, es decir, instalado en el recuerdo y en lo más hondo de nosotros mismos. 8 9

articuladores de las nuevas transformaciones, deben procurar complementar aspectos de las propuestas – que damos por entendido – que ya consideran aspectos económicos, de movilidad, e histórico-patrimoniales. En resumen la caracterización de los espacios públicos, revela que el espacio contiene múltiples dimensiones y están pueden ser organizadas en tres niveles (local, global e ideal). Así mismo este proceso de caracterización debe ser entendido como un paso o etapa fundamental, en la cual se debe reunir toda la información posible – considerando sus múltiples dimensiones - para que sirva de herramienta básica de diseño. Esto implica que existen y participan, otros niveles de conocimiento fuera de lo estrictamente local o lo arquitectónico/urbano. Es vital para la intervención integral, el conocer, estudiar y saber vincularse – críticamente – a los otros niveles, para determinar en cual dimensión del espacio público estamos y con qué herramientas vamos a intervenir. Así mismo, es muy importante que todos los niveles – local, global e ideal – de los lugares públicos deban sufrir/participar – necesariamente – en los dos tipos de lecturas o análisis “fatalista y progresista”, para saber cómo vamos a intervenir. Es decir situarlo en el peor de los panoramas para poder reconocer las verdaderas oportunidades de cambio integral.

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