Capítulo: La escena del vídeo en la Barcelona de los 90: la creación de un público.
Descripción
La escena del vídeo en la Barcelona de los 90: la creación de un público. Laura
Baigorri.
Catálogo
VideoStorias, Artium, Centro-Museo
Vasco
de
Arte
Contemporáneo, Vitoria-Gasteiz. 2011.
Sé que sucedió durante los 90, pero tengo que recurrir a catálogos y amigos para fijar con certeza las fechas. Fue entonces cuando las semillas del vídeo plantadas por Bonet, Mercader y Muntadas germinaron con fuerza en Barcelona, tanto en espacios independientes como institucionales.
Comenzó en 1992, cuando Teresa Picazo tuvo la extraordinaria intuición de reunir en un antiguo almacén de galletas del Raval a unas cuantas personas interesadas por el vídeo como práctica artística y vital. Esta iniciativa espontánea cuajó de inmediato en la constitución de la Asociación Independiente de Vídeo La 12 Visual –porque fueron 12 los primeros asistentes- cuyos miembros se estuvieron reuniendo periódicamente durante 4 años para compartir ideas y preocupaciones: debatían sobre su perspectiva personal a la hora de abordar el vídeo y sobre las dificultades de producción y difusión que planteaba la escena artística contemporánea. Los de La 12 fueron: Teresa Picazo, Toni Serra, Joan Leandre, José Manuel Palmeiro, Jordi Teixidó, Xavela Vargas, Nuria Canal, Andy Davies, Miquel Jordà, Jacobo Sucari, Isidoro Fernández, Agustín García, Eduardo Díaz, Lidia Porcar y Jordi Martorell. En 1994, el CERC (Centre d'Estudis i Recursos Culturals) del Ayuntamiento de Barcelona les prestó sus trotinados equipos de U-MATIC para que realizasen algunas obras pero la ayuda no fue representativa.
Estas charlas de La 12 acabaron planteando la urgencia de la actuación y entre 1996 y 1998, tres de sus miembros -Toni Serra, Joan Leandre y Nuria Canal- decidieron asumir la codirección de la videoteca y un programa periódico de vídeo en el MACBA. Concebidos como monográficos de autores, los programas mostraron piezas clave de cineastas independientes y videoartistas tan distintos como Bruce Conner, George Kuchar, Adam Cohen, Bill Viola o Francisco Ruiz de Infante, entre otros. En las primeras sesiones acudió poco público a la sala pero recuerdo perfectamente el punto de inflexión: la proyección de trabajos de/sobre William Burroughs. En el primer pase más de cien personas se quedaron en la calle y en el segundo otras tantas, y esa fue la prueba fehaciente de que comenzaba a hacerse realidad el deseo que movía al proyecto: la creación de un público para el audiovisual independiente.
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En realidad, los cimientos ya se habían comenzado a proyectar en 1993 con la Mostra de Video Independent y Fenómenos Interactivos que ellos mismos resolvieron organizar. Al principio, estos encuentros fueron difíciles, conquistados a golpe de esfuerzo y voluntarismo; la primera edición tuvo lugar en la Sala Metrònom, entonces cerrada y abierta expresamente para la ocasión. “De esta manera -afirma Toni Serrase reivindicaban simbólicamente dos espacios con problemas, un espacio físico (Metrònom) y otro imaginario (vídeo)”. A partir de entonces las muestras comenzaron a celebrarse en el CCCB cada año y medio, demostrando un carácter integrador que mezclaba producciones nacionales e internacionales bajo epígrafes que oscilaban entre el arte y la mera reivindicación, hasta que a principios de la nueva década la balanza se desplazase definitivamente hacia este último interés-. Más allá de tópicos concretos, una de las premisas de la muestra fue, y ha continuado siendo siempre, la desvinculación de los tradicionales formatos festivaleros: se remunera a todos los artistas seleccionados, no se basa en criterios de novedad y no adopta un carácter competitivo. En 1999 añadieron el título de OVNI [Observatorio de Vídeo No Identificado] y al año siguiente crearon Los Archivos del Observatorio, temáticamente orientados al objetivo de facilitar una crítica de la cultura contemporánea a través del videoarte, el documental y la arqueología de los media. Desde 2006 están colgados online -www.desorg.org- un porcentaje muy elevado de los vídeos participantes en las sucesivas muestras. Desde la vertiente institucional, la Mediateca de La Caixa del Paseo San Juan se erigió entonces como uno de los espacios más emblemáticos de la escena del vídeo en la Barcelona de los 90. En su centro de documentación, inaugurado en abril de 1994, se comenzó a recopilar durante esos años un importante acervo videográfico centrado en la producción internacional más representativa y en la completa producción nacional, dando prioridad a los creadores asentados en Cataluña. Su objetivo: poner a libre disposición del público unas obras novedosas y hasta entonces inaccesibles, tanto por su formato, como por su baja incidencia en el ámbito del arte contemporáneo.
El otro puntal de la Mediateca fueron las Tertulias Art i Multimedia (1994-2000) que organizó mensualmente Antoni Mercader a partir de una fórmula de probado éxito: el diálogo entre artista y crítico tras, o durante, la exhibición de sus vídeos y el posterior coloquio con el público, casi nunca numeroso pero siempre muy fiel y participativo. Entre muchísimos otros, por allí pasaron los dúos de Sandra Lischi y Robert Cahen, Anne-Marie Duget y Antoni Muntadas (1994); Alain Bourge y Jean Paul Fargier, Jordi 2
Coca y Carles Pujol (1995); Jeffrey Swartz y Marcelo Expósito, Assumpta Bassas y Martha Rossler (1996); Carles Ameller y Ruiz de Infante, Montse Badía y Peter d’Agostino (1997); Nuria Enguita y Eulalia Valldosera, Michele Beck y Valie Export (1998); Joan Leandre y Luis Escartín, Toni Serra y Xavi Hurtado (1999); Montse Romaní y María Ruido, Teresa Picazo y Marina Grzinic (2000). A esta iniciativa mensual se unieron algunos Seminarios esporádicos (Wolf Vostell, Eugeni Bonet o Benet Rosell) y las Jornades sobre Art i Multimedia (bianuales de 1996-2000).
El alma y motor de esta activación audiovisual fue la incombustible Carme Garrido, a cuyo impulso audaz y perseverante le debemos una buena parte de la preservación (archivo y catalogación) y la difusión del vídeo en nuestro país. También el descubrimiento y apoyo a nuevos artistas nacionales porque, lejos de las políticas mitómanas de algunos “grandes centros de arte”, una de sus principales directrices ha sido siempre la promoción de jóvenes valores.
Los otros espacios institucionales relevantes en el territorio de la difusión audiovisual, gracias a la ilusión y obstinación de sus programadores, fueron el Centro de Arte Santa Mónica -donde se estuvo celebrando la Mostra de Video Creació de Catalunya (1988-2002)- y el Palau de La Virreina –ahora significativamente Centre de la Imatge-. En este último, Antoni Mercader estuvo organizando Els Dilluns Video (1984-1989) con programas de autores internacionales como Bill Viola, Nam June Paik, Gary Hill o Tony Oursler; y entre los nacionales Muntadas, Carles Pujol, Francesc Torres o Eugenia Balcells. Antes, en 1981, ya había emprendido una programación periódica de vídeo en el Instituto Norteamericano que duró hasta el 88, donde presentó, entre otros, los vídeos de Keiko Tsuno & Jon Alpert, Doug Hall, Jaime Davidovich, Douglas Davis, Chip Lord, Juan Downey, Ira Schneider...
Otro gran agente activador de aquellos años fue Nuria Font, quien tras haber sido un componente del emblemático Servei de Video Comunitari (1979-1983) –antes VideoNou-, estuvo dirigiendo durante 8 años la programación del Espai Vídeo en el Centro de Arte Santa Mónica, y también la Bienal d’Arts Electròniques i Vídeo de Creació (1998-2002). Font ha desarrollado su labor más específica como bailarina, coreógrafa y realizadora en el ámbito de la videodanza, pero también como curadora y programadora, dirigiendo en el mismo centro la Mostra de VideoDansa (1984-2003). En 2009 ha obtenido el Premio Nacional de Danza de la Generalitat de Catalunya.
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A todas estas iniciativas de programación hay que sumar el esfuerzo realizado por los profesionales desde contextos formativos. La proyección internacional del trabajo investigador y docente de Antoni Muntadas es indiscutible y su colaboración en simposios, conferencias y talleres ha sido decisiva en la formación nacional, pero también debemos hacer hincapié en su faceta menos conocida públicamente como facilitador de oportunidades: Muntadas “nos ha dado pelota” a numerosos videoartistas y críticos/curadores catalanes en nuestras primeras incursiones en el medio, de ahí nuestra incondicionalidad.
Además de creador pionero, como Muntadas, Eugeni Bonet ha sido el otro teórico que más investigación y pensamiento crítico ha aportado con sus textos, seminarios y conferencias durante todos estos años; posteriormente fue profesor en la Facultad de Bellas Artes (1999-2003) y dirigió un postgrado en Videoarte para la Universidad Ramón Llull (2005-2006). El realizador de cine y vídeo no-comercial Julián Álvarez ha desarrollado una importante labor docente como director de la Escuela de Video-CineTV y Multimedia IDEP (1981-2008), y estuvo organizando entre 1983 y 1986 la Muestra de Videos Realizados en Barcelona en torno al Arte, la Música y la Realidad (más tarde Mostra de Videocreació de Catalunya). Asimismo, destaca el trabajo educativo de Antoni Mercader, fundador y director de la productora Videografía (1982-2001) y profesor en la Pompeu Fabra (1993) y en la UB (2001). Por último, Carles Ameller -fundador del colectivo Video Nou (1977-1983)- desde el 88 y yo misma desde el 93 venimos impartiendo asignaturas específicas de audiovisuales en la Facultad de Bellas Artes. El objetivo que todos compartimos ha sido siempre interesar en el vídeo a las sucesivas generaciones de estudiantes: instigar la investigación, la producción y el debate.
No resulta gratuito entonces que desde hace dos décadas ésta sea la ciudad española con mayor y mejor oferta de difusión audiovisual: la distribuidora de vídeo Hamaca; las muestras OVNI, Mostra de Video Creació de Catalunya, Bienal d’Arts Electròniques i Vídeo de Creació, Mostra de VideoDança e IDN (Imagen Danza y Nuevos Medios); la feria Loop, los festivales L’Alternativa, Xcèntric, BAC, Baff, Xperimenta, Rec, Miniput y Docúpolis (en el CCCB); Flux, Videoatk, Bang, Art Futura, Sonar… y las dilatadas programaciones específicas de los centros donde también se han celebrado los eventos mencionados, como CaixaForum, Ars Santa Mónica, La Virreina Centre de la Imatge, CCCB, MACBA, Mercat de les Flors….; sólo son el resultado del esfuerzo pionero y constante de artistas, teóricos y programadores de la escena barcelonesa.
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Este intento de creación de un público obedece a premisas muy sencillas: a la alegría de compartir experiencias, al enriquecimiento de comentarlas, y a la necesidad personal de aprender más (todos programamos siempre lo que queremos ver). Rindo aquí homenaje y memoria a los emprendedores culturales vocacionales que han antepuesto sus sueños y su trabajo a condicionantes meramente lucrativos o promocionales. Gracias a su energía e interés es posible contar ahora con una programación audiovisual -tradicional y alternativa- normalizada, y con archivos completísimos de artistas consagrados y noveles que preservan la creación videográfica y la difunden por el mundo.
Laura Baigorri, enero 2011
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