Capítulo: De la Comunidad a la Ciudad. Reconstrucción de los procesos migratorios a través de la memoria oral. Memoria del Congreso Nacional Sobre Poblaciones Indígenas, 2007. ISBN: 970-769-122-4. pp. 17-28

October 7, 2017 | Autor: G. Castillo Ramirez | Categoría: Ethnohistory, Ethnic Studies, Ethnography, Ethnicity, Ethnic Identities
Share Embed


Descripción

De la Comunidad a la Ciudad. Reconstrucción de los procesos migratorios a través de la memoria oral. Memoria del Congreso Nacional Sobre Poblaciones Indígenas, 2007. ISBN: 970-769-122-4. pp. 17-28 Guillermo Castillo Ramírez. Estudiante de Posgrado de la FFyL-UNAM. Correo electrónico: [email protected] Introducción. En este texto se plantea hacer una primera aproximación a la reconstrucción de los procesos de migración (comunidad –ciudad) de un asentamiento Pápago1 durante la segunda mitad del siglo XX y en el Norte de Sonora: el camino recorrido del Pozo Prieto a la ciudad de Caborca. Si bien es cierto que esta es una dinámica social que involucra a la mayoría de las comunidades y asentamientos Pápagos, aquí, por razón de espacio, nos limitamos a este caso. Para ello se recurre a diversas fuentes: censos, archivos de diversas instituciones gubernamentales federales como la CDI, la Procuraduría Agraria, pero, principalmente, se privilegian los testimonios orales obtenidos mediante pláticas informales y entrevistas a miembros2 de la comunidad que les tocó ser participe de dicha experiencia. En este caso no sólo interesa apuntalar cuáles fueron los diversos procesos y factores, tanto internos –dentro de la comunidad- como externos –políticas gubernamentales, relación con el entorno y los rancheros vecinos- sino también ir trazando las significaciones y repercusiones que esto tuvo, tanto a nivel individual como colectivo, en los integrantes de la comunidad. Aventurarse a esbozar que significó el cambiar de entono y de modo de vida. Por ello partimos del supuesto que dicha migración es un complejo proceso individual y social, vivido de diversas maneras según la persona que se trate, pero que atravesó por una doble dinámica, por un lado la referente a la relación de los miembros con el resto de los integrantes del gremio social y, por otra, la relación del colectivo con los sujetos sociales circundantes, lo cual no sólo se remite a los que estaban cercanos geográficamente sino aquellos espacios sociales con los que se estuvo en relación. Por 1

En un principio se había pensado trabajar, de manera comparativa, el caso de dos asentamientos Pápagos, pero, por razones de espacio, nos limitaremos a un caso. 2 Principalmente los testimonio de Doña María Elena García, comunera de la comunidad y Doña Alicia Choihua, exregidora y también comunera.

17

otra parte, la migración tiene un carácter predominante histórico, rastrear dicho proceso no se remite a establecer el momento en que salieron, sino recorrer los diversos senderos que los llevaron a tomar tal decisión. Situación actual del grupo y antecedentes históricos: elementos para el marco de la comprensión. Los Pápagos son un grupo étnico del Norte de Sonora y el Sur de Arizona que por siglos, desde antes de la conquista, habitan en pequeños asentamientos el gran desierto de Altar. Su territorio tradicional abarcaba buena parte de los estados de Sonora y Arizona, pero con la creación de los estados nacionales de México y Estados Unidos y después del tratado de Guadalupe Hidalgo (1953) quedo divido por la frontera internacional. Después de la conquista y hasta bien entrado el siglo XX –probablemente hasta inicios de la segunda mitad- los Pápagos de Sonora tenían una economía de autosubsistencia basada en la siembra de temporal de maíz, fríjol, teparí, calabaza y hortalizas, otra de sus actividades era la crianza de ganado para consumo y venta, actividad instaurada en el siglo XVII con la llegada de los jesuitas al Noroeste del país. Completaban su alimentación con la recolección de frutos del desierto como la pitaya, la flor de sahuaro, duraznilla, la pechita entre otras y la caza de fauna como el venado Buro, la tortuga del desierto. Parece que también era común el intercambio y/o venta de los excedentes de la siembra, de la jalea de pitaya, miel de sahuaro así como de pieles de Buro con otras comunidades Pápagos y rancherías e incluso con algunos pequeños centros urbanos. Inicios de la dispersión, rastreando la dispara en la etnografías. Algunos antecedentes sobre el desplazamiento de las comunidades a los centros urbanos puede observarse en los trabajos etnográficos de Nolasco3 para principios de la segunda mitad del siglo XX y de Ortiz Garay4 para mediados de la última década del siglo pasado. Para inicios de la década de las 60s, según Nolasco y basándose en el trabajo de la antropóloga Ruth Underhill, los Pápagos en Sonora habitaban en rancherías y poblados comprendidos en los municipios de Caborca, Saric, Altar, Santa 3

Nolasco Margarita, “Los Pápagos, habitantes del desierto,” en Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, t XLV, México, INHA, 1965. pp 375-448 4 Ortiz Garay, Andres, “Los Pápagos,” en Pueblos Indígenas de México, INI, México, 1995. 219-290.

18

Ana y Magdalena; eran alrededor de 450 miembros que vivían en 28 localidades haciendo un peculiar uso del espacio geográfico y del entorno natural: núcleos pequeños y dispersos con pocos habitantes acorde con las condiciones de vida que imponía el desierto y con múltiples actividades productivas debido a la mesura de los recursos disponibles.5 La mayoría de los poblados eran rancherías ocupadas por los Pápagos en un contexto rural, las localidades restantes eran pequeños centros urbanos como Caborca, Sonoyta, Puerto Peñasco; en esas ciudades cohabitaban con los mestizos sonorenses. Para estas fechas la autora menciona que, debido a las siembras exiguas y la precaria situación del ganado, los Pápagos salían de sus comunidades para trabajar como jornaleros, vaqueros, trabajadores de pico y pala, en la construcción en localidades como Caborca, Sonoyta, Peñasco donde ya había asentamientos pápagos permanentes. Estas actividades las realizaban en el periodo del año que posterior a la cosecha y antes del inicio de la siembra, algunos miembros de quedaban al cargo de la comunidad y las propiedades. No obstante, debido a que límite entre los dos estado no eran un frontera rígida y dada su condición de ser un grupo étnico que estaba en dos estados nacionales (México y EU) tenían otra opción. Según Nolasco, debido a que del otro lado de la frontera obtenían una mejor remuneración económica, los Pápagos preferían trabajar en Arizona. Para pasar la frontera no necesitaban visado, sino el visto bueno de las autoridades Pápagos de Arizona. No obstante que el trabajo asalariado era una ocupación redituable, en cuanto obtenían lo necesario para el abasto de bienes los Pápagos preferían regresar a sus rancherías. Cerca de tres décadas después la etnografía de Ortiz Garay (1995) sobre los Pápagos registra cambios significativos en la geografía social del grupo. Con base en un estudio del Instituto Nacional Indigenista de 19806 hace una enumeración de las rancherías y poblados Pápagos. Destaca una reducción considerable de los asentamientos rurales Pápagos. De los 28 asentamientos rurales señalados por 5

Las localidades totalmente ocupadas por Pápagos eran: El Carricito, San Francisquito, Represa de Enrique, Sobaco, La Espuma, La Lezna, El Quelele, Las Calenturas, San Pedro, Las Norias, Santa Elena, Carricito, Irabibaipa, Chujúbabi, El Bisane, Pozo Prieto, Pozo Grande, Las Maravillas, El Cumarito, El Cubábi. Las localidades en las que viven sonorenses y hay algunos pápagos permanente o temporalmente: Pozo Verde, Las Mochoneras, Quitovac, Sonoyta, Caborca, Magdalena, Sáric, Tubutama, Quitovaquita. 6 Instituto Nacional Indigenista (INI), Sonora 1980, Cuadernos de Demografía Indígena, Proyecto de Investigación Básica para la Acción Indigenista, México, Subdirección de Investigación, Dirección de Investigación y Promoción Cultural. 1991.

19

Nolasco quedaban 17, destaca que los poblados que desaparecieron eran los prioritariamente Pápagos, las rancherías y pequeños poblados asentados en desierto. Hubo, según el autor, una modificación en la forma de tenencia de la tierra, frente a la primacía de la forma de propiedad privada destacada por Nolasco, resalta dos nuevas modalidades: el ejido y las tierras comunales, en este caso comunidades indígenas. En el rubro demográfico también se observan cambios. El dato más reciente que señala Ortiz Garay es de 19927 que asienta la existencia de 335 miembros del grupo étnico, lo que representa un decrecimiento significativo respecto a los 450 apuntados por Nolasco; la perdida o defunción de casi un tercio de la población cifrada por Nolasco en los 60s. Aquí cabría preguntarse cuáles y cómo han sido los procesos del “aparente decrecimiento del grupo”: ¿”Mestizaje/aculturación”? ¿Migración a EU/Arizona? En el texto de Ortiz Garay se encuentran pocas alusiones al nomadismo parcial de los Pápagos, lo cual, según ciertos testimonios orales,8 parece era un rasgo distintivo de la etnia. Pero en cambio destaca que acorde al criterio de actividad económica establezca dos grandes rubros: (1) las comunidades rurales9 de productores agropecuarios y (2) el de los empleados asalariados y jornaleros que residían en los centros urbanos. Estos datos parecen confirmar una reducción de los poblados rurales y la consolidación de las ciudades como centro de recepción y vivienda, además de un posible polo de desarrollo. Según un cuadro proporcionado por Ortiz Garay más de tres cuartas partes de la población Pápagos se concentraba en tres centros urbanos del Noroeste de Sonora y muy cercanos a la frontera internacional con EU: Caborca, Puerto. Peñasco y Sonoyta. En la actualidad, encontramos población Pápago en los municipios de Caborca, Saric, Plutarco Elías Calles, Puerto Peñasco y Pitiquito. La tendencia apuntalada por Ortiz Garay se acentúa, la mayoría de los pápagos sonorenses –muchos de ellos procedentes y originarios de las comunidades del desierto- viven principalmente en los 7

SEDPI, Gobierno del Estado de Sonora. “Programa de Desarrollo de los pueblos indígenas de Sonora”, mecanoescrito, Hermosillo, Sonora, Subcomité Especial para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas – COPLADE. 8 Don Alicia Choihua, comunera de la comunidad el Pozo Prieto señala que, según la época del año, vivían en las Calenturas para la temporada de siembre y en el Pozo Prieto el resto del año. Situación similar era la de los pobladores de San Francisquito, quienes oscilaban entre el Carrizalito en la época de siembras a San Francisquito en el tiempo restante. 9 Las comunidades eran Pozo Verde, El Bajío, Cubabi, Cumarito, Quitovac, Pozo Prieto, La Espuma, San Francisquito eran ganaderas y San Francisquito y las Calenturas también se producían cultivos.

20

tres centros urbanos antes mencionados. Las principales comunidades pápagos que aún persisten en el desierto son: Pozo Prieto, Las Norias, Pozo Verde, El Bajío, El Cumarito, El Cubabi, San Francisquito y Quitovac. No obstante, sólo en el último de los asentamientos mencionados hay presencia pápago permanente, en las demás sólo hay un encargo que está al cargo de la comunidad, del ganado –si tienen- y de los bienes de la comunidad. Sin embargo, varias personas regresan a su comunidad de procedencia ocasionalmente para alguna ceremonia religiosa como la velación de la santa Cruz el 3 de mayo en Pozo Prieto o para ver algún asunto respectivo a la comunidad y la tierra. Un estudio de caso: El Pozo Prieto a través de la voz de Doña Alicia. Testimonios Orales. A partir de la historia de vida de una de las comunera de mayor edad de esta comunidad se intenta dibujar algunos de los procesos sociales y económicos que llevaron a la paulatina relocalización de la personas de la comunidad. Si bien es cierto que en modo alguno la perspectiva de una de la personas del grupo y de la comunidad agota la historia social de grupo ni puede representar la compleja vida comunitaria del pasado, debido al espacio nos limitamos a esta visión, sabiendo y asentando de antemano que hay muchas otras. Sin embargo, también es cierto, que a través de los testimonios orales, variopintos y disímiles como las voces de la comunidad, puede uno adentrarse en la percepción por parte de los sujetos de este tipo de procesos sociales. Si bien se hará un breve cronología de la vida de doña Alicia, la idea no es reducirse a una mera secuencia de eventos sino, por una parte resaltar los eventos claves que nos dan luz sobre las complejas problemática por las que atravesó la comunidad -escasez de agua, problemas agracias, etc.- y por otra parte, y en la medida de los posible, como percibió doña Alicia estos cambios. Para tener una dimensión más amplia y no quedarse únicamente en la experiencia personal de un miembro se añaden otros testimonios –doña Maria Elena, doña Mercedes- e información de los archivos de algunas dependencias gubernamentales –Procuraduría Agraria, el CDI-.

21

Doña Alicia: del Pozo Prieto a Pueblo viejo, el camino de la comunidad a la ciudad, retazos de la historia de una vida. Doña Alicia10 es una mujer Pápago de 69 años que nació en la comunidad del Pozo Prieto alrededor del año 1937, que por aquellos años parece era ejido y entre los propietarios estaban las familias Choihua, los Tiznado y los García, todas ellas pápagos; actualmente y desde principio de los 80s se constituyó como comunidad indígena y la forma de tenencia agraria es comunal. Los primeros años de su vida doña Alicia vivió entre el Pozo Prieto y las Calenturas, anexo del primero. La mayoría de las personas vivían la mayor parte del tiempo en las Calenturas donde se dedicaban a la cultivo de temporal de melones, sandías, limón, maíz, maíz pollero, fríjol. La siembra iniciaba con las dos primeras lluvias en el verano, a mediados de junio, la temporada de aguas se extendía hasta agosto; la precipitación pluvial era mucho más cuantiosa que la actual. De septiembre a octubre empezaban a cosechar maíz y calabaza, en diciembre cosechaban maíz pollero y el fríjol. Parece que las tierras eran planicies y se sembraba con mulas y arado. La siembra era principalmente para autoconsumo, mas los excedentes estaban destinados a la venta. Se cambiaban por harina, manteca y azúcar en un comercio de Caborca. Según recuerda doña Alicia, antes sólo iban a Caborca a comerciar. Aquí vale la pena destacar como la relación con dicho centro de población paulatinamente se fue incrementando hasta tornarse parte de los espacios sociales que frecuentaban. El asentamiento

del Pozo Prieto era fundamentalmente ganadero.

Se

trasladaban al poblado después de la siembra –en invierno-. Ahí hacían quesos para consumo y venta. No obstante doña Alicia destaca que la mayor parte del año la pasaban en las calenturas. En el Pozo Prieto, probablemente únicamente los hombres, cortaban zacate para los caballos y el ganado. Debido al tipo de labores parece que los hombres eran quienes más frecuentaban el Pozo Prieto. Probablemente las actividades de recolección de flora –pitaya, miel de sahuro, flor de sahuaro, pechita, etc.- y de caza de fauna del desierto se llevaran a cabo con mayor frecuencia en las Calenturas. Medio ambiente y movilidad. Es importante hacer notar que, como se sigue del testimonio, los Pápagos vivían acorde a ciertos patrones de movilidad según se tratara de la época 10

Para elaborar el texto se recurrió a una entrevistas informal con Doña Alicia Choihua en Caborca, el 22/marzo/2007, así como a las pláticas informales y la entrevista realizada colectivamente por Miguel Angel Paz, Karin Galland y Guillermo Castillo en septiembre del 2007.

22

del año y de la actividad productiva a realizar. Si bien en ese momento se focalizaba entre dos poblados del desierto, del desplazamiento ocasional y regular era ya una norma de vida. De alguna manera puede considerarse que esto marca una continuidad con la eventual partida y permanencia a Caborca, como es de suponer, el tránsito definitivo fue paulatino. Por otro lado también es importante destacar que sus actividades de subsistencia estaban claramente vinculadas al medio ambiente natural del desierto y el ciclo de las estaciones del mismo, como lo demuestra el cambio de sitio de residencia en función de la siembra de temporal. Había un uso peculiar de los recursos naturales del entorno: una explotación precisa y contenida de la fauna, flora y recursos hidráulicos. No es difícil suponer que alguna alteración del medio ambiente natural –causado por agentes externos- modificaría la relación de los pápagos con el desierto y pondría en crisis su medio de vida.11 A los 12 0 13 años doña Alicia se fue a Caborca para entrar a la escuela primaria, pues en su comunidad carecían de servicios de educación. Iba la escuela con Garibaldí y sus hijos, un ranchero que vivía cerca de su poblado. Estuvo en par de años en la escuela, no alcanzo a terminar la primaria, pero mientras asistió vivió en Caborca. Presumiblemente regresaba a su comunidad en vacaciones. Después regreso a su comunidad. Ya en las Calenturas recuerda que, aproximadamente en 1957 cuando tenía cerca de 18 años, el agua de la cual dependían para la siembra, empezó a escasear; decreció el cauce que venía de las montañas y del que dependían buena parte de los cultivos, paulatinamente el agua se acabo. La anterior, coincidió más o menos con la construcción de una represa por parte de algunos rancheros de la región, el señor Quiroz era quien controlaba la administración. También había pozos de agua – que probablemente algunos de ellos excavaron-. Sin embargo esto resultó insuficiente, pues como se habían habilitado muchos campos agrícolas en los alrededores como política gubernamental –quizás con la idea de colonizar el desierto- el agua de los pozos también escaseo. Por esos años doña Alicia también recuerda que Garibaldí invadió bastantes tierras que les pertenecían a ellos; a juicio de otro de los comuneros, eran unas de las mejores parcelas.12 Debido a la insuficiencia de agua, resulto muy 11

Como se verá más adelante esto paso cuando se modificó el uso del agua por las políticas de gobierno y las prácticas de cultivo de los rancheros. 12 Testimonio de don Ricardo, comuelo del Pozo Prieto y esposo de doña María Elena.

23

complicado sembrar. La cosecha era exigua y los hombres tuvieron que trabajar como jornaleros en las hortalizas y campos de algodón de rancheros en las proximidades de Caborca, para poder obtener los satisfactores necesarios. Este hecho –la intervención de los rancheros y el control del recurso- altero su relación de explotación racional y mesurada con el desierto, lo cual trajo aparejado la modificación de su modo de vida “tradicional.” Doña Alicia señala que, precisamente, la salida de la comunidad se debió a la escasez de recursos.13 Un tío suyo, don Matías, todavía hizo la lucha de sembrar pero fue en vano, la situación no mejoró y eventualmente se abandonaría el anexo del Pozo Prieto. El problema del agua primero se presentó en las Calenturas. No obstante, doña Alicia resalta que los “viejos” no salieron de la comunidad, no emigraron. Sus “tatas” –abuelos- y su padre murieron ahí, en el Pozo Prieto. Aquí se vuelve pertinente hacer la pregunta de a quiénes y que generaciones les tocó salir de la comunidad, quiénes se quedaron y quienes ya nacieron en Caborca. Por ese mismo año, Doña Alicia regresó a Caborca por que su tía, que la había criado cuando su mama se fue a Arizona, estaba muy enferma. Posteriormente su tía murió, pero en ese periodo conoció a quien después sería su esposo, un joven Caborqueño que vivía en Pueblo Viejo. Este también es un hecho a resaltar, pues, en la generación de Doña Alicia fueron bastante frecuentes los matrimonios cruzados entre pápagos y mestizos, pero parece que especialmente los casos de mujer pápago y mestizo. Es muy probable que este haya sido otra de las dinámicas que impulsaron la diaspora, pues, generalmente las mujeres se iban al lugar de procedencia o trabajo del marido. Después de la muerte de su tía Doña Alicia regreso al Pozo Prieto, donde con la leche del ganado hacían quesos que iban vender a Caborca. Para estas fechas, según recuerda doña María Elena14 otra de las comuneras del poblado, viviendo permanentemente en el Pozo Prieto ya sólo estaban los Choihua, la familia de doña Alicia. Es también de suponer que ciertas prácticas culturales –ceremonias: el Buro-, debido a la escasez de miembros en la comunidad se hubieran dejado de realizar. Después, cuando doña Alicia tenía alrededor de 25 años, se casó y permanecieron en el Pozo Prieto. Ambos, aunque especialmente su esposo, iban la

13 14

Lo cual sin duda estaba directamente relacionado con la cantidad de agua disponible. Entrevista informal con Doña Maria Elena García, Caborca, Sonora, 14/abril/2007

24

pizca y escardada del algodón a los campos cercanos a Caborca. Posteriormente tuvieron dos hijas. Y cuando la hija mayor tenía 7 años e iba a entrar a la escuela se instalaron definitivamente en Caborca por la educación primaria de la niña. Es probable que previo a esto, realizaran frecuentes viajes a Caborca a comprar o vender mercancías, por trabajo o visitas familiares; también para esas fechas numerosas personas del Pozo Prieto residían en Caborca en un barrio exclusivamente de Pápagos, la Papaquería. Resulta interesante destacar que la mayoría de los Pápagos que habitaron la Papaguería eran personas procedentes del Pozo Prieto. Según los testimonios de doña Maria Elena y doña Alicia los solares que conformaban la Papaguería los había conseguido don Iziquio Tiznado, gobernador tradicional de los Pápagos y originario del Pozo Prieto. Parece que la situación de haber salido de la comunidad para que los hijos recibieran educación no fue un caso aislado, personas de otras comunidades se vieron en una situación similar. La falta de servicios, educación y salud principalmente, fue otro de los detonadores que impulsaron la salida de pápagos de las comunidades. No obstante, cuando doña Alicia y su familia llegan a Caborca probablemente a finales de los 70s, se instalan en Pueblo Viejo. Ella empieza a trabajar haciendo tortillas de harina en el hogar y criando animales domésticos: gallinas, puercos para la venta; también lavaba y planchaba ajeno y ocasionalmente tostaba café para vender. Respecto a las dos primeras actividades productivas, destaca cómo reutilizo como posibles fuentes de trabajo ciertos “saberes” propios de la comunidad y de su vida cotidiana en el Pozo Prieto que había aprendido en su niñez y adolescencia. No obstante su relación con el Pozo Prieto no se cortó de manera abrupta, sino que se transformó. Regresaban cada que podían y durante las vacaciones pasaban largas temporadas, paso a ser un propiedad que se utilizaba parcialmente y, seguramente, adquirió un valor simbólico como depositario de su historia y la de sus antepasados, pues, al parecer, para los “tatas” la relación con la familia, la comunidad, la tierra y el desierto eran uno de los ejes de los que significaba ser Pápago. Dejo de ser un elemento presente el cotidiano, pero al que se regresaba frecuentemente ya fuera mediante el recuerdo y/o través de vistas frecuentes.

25

A manera de cierre, un esbozo de la diáspora. Reflexiones sueltas. Como puede observarse la migración se derivó de cambios en las actividades de la vida productiva de la comunidad en la que intervinieron agentes externos a la comunidad: rancheros, instituciones del estado, etc. Pero a su vez y en la medida en que las personas se incorporaron a centros, este desplazamiento también implico nuevas formas de vida. La significación del sí grupal anclado en marcadores simbólicos como la historia –sagrada y profana- del grupo, la tierra, ciertas prácticas culturales –ceremonias, reuniones, la lengua-, la relación con el desierto, las actividades comunitarias que se articulaban en modo de vida particular que en el que se cifraba el “ser pápago” sufrieron duros embates, incluso antes de irse a residir permanentemente a Caborca. Podría pensarse que la permanencia en la ciudad implico un “mestizaje” y una reducción del grupo, pero está es sólo una manera reduccionista de ver la complejidad del proceso. Si bien es cierto que el vivir y ser parte de la ciudad pudo haber acelerado el que se dejaran de realizar determinadas prácticas culturales –la lengua ciertas ceremonias, etc.-, no puede dejarse de lado ciertas continuidades. Habría que preguntarse qué significa ser Pápago en la ciudad, cuáles son las nuevas relaciones que han tejido con la tierra, la comunidad –como marcador simbólico y anclaje de la historia- y con el pasado. La vida urbana implicó una nueva forma de relación con el “otro” inmediato –el mestizo sonorense”- al que antes se veía ocasionalmente; y más aún cuando este último empezó y paso a formar parte de las familias en los nuevos matrimonios. Términos como “mestizaje” e “hibridación” habría que ponerlos en tela de juicio y vencer la tentación de una explicación simplista. Aparentemente puede pensarse en un “reducción del grupo”, pero esto sólo implicaría que uno ha privilegiado ciertos marcadores culturales y/o biológicos para definir a quién es pápago, ocultaría buena parte de lo que hace falta explicar. Es cierto que hubo matrimonios cruzados, pero estos se presentaron incluso antes de la migración y tampoco representaron una ruptura absoluta con las generaciones previas. Ciertamente la inserción en la Urbe modificó la dinámica de exclusión

y

negación de la diferencia que previamente habían

experimentado los Pápagos; los anterior produjo modificaciones de las formas de marcar la pertenencia ¿cómo y a partir de qué recrear filiación cuando ya no se habita en desierto, no se siembra, las ceremonias decrecen, se deja de hablar la lengua y la

26

comunidad se dispersa? No obstante, el sentido de pertenencia, uno de los ejes de la adscripción étnica, pudo haber pasado por nuevos derroteros: la consolidación temporal de un barrio (la papagueria) que implicó la reapropiación de su historia, la batallas legales por la tierra, eventos culturales, el papel de la Tohono O´odham Nation entre otras posibles. Como pudo observarse el desplazamiento comunidad urbe surge de la articulación de múltiples procesos sociales, económicos, políticos y ambientales. Dentro de este complejo cuadro nos parece que un papel primordial lo jugo la relación de la comunidad del Pozo Prieto (pero en cierta manera beuna parte de las comunidades Pápagos) con ciertas Instituciones del Estado: INI (ahora CDI), la Secretaria de la reforma Agraria, la SEP, entre otras. Por una parte que la falta de servicios fue uno de los detonantes, en los testimonias se destaca la falta de escuela como uno de los incentivos que los motivo a salir; la falta de servicios médicos fue otra de las carencias constantes que la gente busca resolver en los centros urbanos cercanos. Por otro lado, testimonios como los de doña Alicia y doña María Elena recalcan la escasez de fuentes laborales en los poblados y asentamientos rurales pápagos, “no había trabajo”; lo que se deje de lado es la forma en que las políticas de ciertas instituciones del Estado modificaron un modo de vida basado en economías de autosubsistencia que antes les permitían vivir en dicho entorno. Aunado a lo anterior está la disponibilidad de recursos y las limitantes del medio ambiente, en este caso especialmente el agua, de la que dependían la siembra, los pastos del ganado, en resumen la vida en el desierto; esto sin soslayar el papel que el estado tuvo en ello, ciertas políticas de colonización del desierto, de reparto y habilitación agraria y de uso selectivo de recursos por parte de ciertos grupos sociales (algunos rancheros) afecto directamente a comunidades como el Pozo Prieto. Problema particularmente constante ha sido el agrario: las frecuentes invasiones y robo de tierras, los problemas para determinar la propiedad, la falta efectiva de mecanismo para restituir y garantizar el uso de la tierra por parte de los propietarios. Todo lo anterior ha sido un complejo proceso histórico que habría que analizar en detalle. Queda claro que la migración no se dio de un día para otro ni fue un evento de diáspora masiva, por el contrario parece que fue paulatina y gradual. Frente a tan precaria realidad la falsa diatriba entre el pasado y el presente se difumina. No era

27

una elección neutral entre la tradición y la modernidad, sino que se actuó para resolver necesidades y pervivir.

28

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.