Cannabis en la antigua Roma

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Descripción

Cuando hablamos de Roma nos viene a la memoria coliseos, gladiadores o cristianos devorados por leones hambrientos. En este artículo veremos la utilidad del cannabis cuyos precios estaban regulados por la Administración Romana. El Imperio romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica caracterizada por una forma de gobierno autocrática. Gobernado principalmente por una pequeña élite aristocrática, los patricios, desde la ciudad de Roma y cuyas órdenes eran transmitidas por una desarrollada burocracia. Era una sociedad esclavista en donde la mayoría de las labores cotidianas en la ciudad y en el campo era realizado por los esclavos. El nacimiento del imperio viene acompañado por la expansión de la capital, Roma, que difundió su control en torno al Mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron creciendo, llegando a su punto máximo durante el reinado de Trajano (53-117), abarcando desde el Océano Atlántico y lo que hoy es actualmente Inglaterra y Gales al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,14 millones de km² y unos 100 millones de personas vivían dentro de sus fronteras. En cuanto al conocimiento sobre el cannabis los romanos recogen el testigo de los avances médicos y botánicos de los griegos. De esta forma los romanos tienen un dominio en su uso, las dosis y las aplicaciones terapéuticas. Sherratt (1987) sitúa la introducción del cannabis en toda la zona del Mediterráneo du-

rante el periodo romano. Pero sabemos que desde el tercer mileno o incluso antes han aparecido restos de cannabis por toda esta zona.

La fibra de cáñamo

Al igual que los autores griegos existen pocas referencias al cannabis. Las narraciones que nos hablan de las propiedades psicológicas de esta planta son muy pocas. Los romanos se centraron principalmente en las propiedades de obtención de fibra para sus cuerdas y telas. Lucilio (149-103 a.C.) fue el primer literato romano que escribe sobre el cáñamo en relación a las cuerdas de este material con la que se ataba a los prisioneros. En uno de sus versos, en el fragmento 1324-1325 se señala el empleo de una soga de cáñamo para maniatar a un prisionero, hecho que Schulten (1963: 444) sitúa en Numancia (Hispania), adonde el poeta latino se desplazó acompañando a Escipión, identificando al cautivo como Hostilio Mancino, quien fue entregado por el Senado romano a los numantinos en el año 136 a.C. como expiación por incumplimiento del pacto que este general había concertado con ese pueblo (Schulten, 1945: 119-128). Es lógico pensar que la soga empleada fuera hispana. Este tes¬timonio nos permite especular sobre la idea del cultivo de cannabis en el interior de la península ibérica.

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los romanos habían introducido cannabis en las islas Británicas por lo menos hacia el año 180

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Marco Terencio Varrón cita al cáñamo como materia prima para la confección de cuerdas, sogas para cazar pájaros, esteras (Varrón, 2010: 87, 91) y esterillas para cuidar las tórtolas (Varrón, 2010: 229). Varrón insistió en la necesidad de cultivar cannabis para asegurarse su suministro. El Imperio Romano consumía grandes cantidades de fibra de cáñamo, mucha de la que se importaba era de la ciudad babilónica de Sura. Las ciudades de Alabanda, Colchis, Cicico, Éfeso y Milasa también eran importantes centros de la industria cañamera (Robinson, 1999:118). El cáñamo llegó hasta los confines de este vasto imperio. Por ejemplo, las piezas de cuerda de cáñamo encontradas en el pozo de un fuerte romano, en el muro Antonino de Bar Hill, en Dunbartonshire (Escocia), indican que los romanos habían introducido cannabis en las islas Británicas por lo menos hacia el año 180 (Robinson, 1999:122). Se utilizaba principalmente la fibra del cáñamo para confeccionar vestidos y para las gúmenas (maroma gruesa para atar áncoras) y las velas de las naves, como se extrae de algunas breves anotaciones de Lucilio, Plinio, Columela y Celso (siglo II d. C.). En los primeros tiempos, el cannabis no era un cultivo importante en Italia, pero la semilla era un alimento muy apreciado. Pausanio en el siglo II a.C. menciona el cáñamo; describe como se cultiva en Elide (Grecia). En un fragmento del escritor satírico Lucilo (100 a.C.) se menciona la planta. Durante el reinado de Augusto, en el siglo I, Lucio Columella dio instrucciones y consejos para sembrar y esparcir las semillas de cáñamo que se debían realizar en terrenos ricos, húmedos y

bien abonados en su obra Res Rustica. De esta forma se conseguía buenas plantas que Columella los nombra como agradables y útiles para el hombre, para hacer cuerdas y sogas. Otros autores volverán a incidir en esta misma utilidad como el poeta satírico Aulo Persio Flaco (32-64).

Tenían conocimiento de sus efectos Los efectos psicoactivos se encuentra de forma más clara en la obra de Pomponio Mela, del siglo I, donde se describe un colocón marihuanero entre los pueblos getas, tribus tracias que vivían cerca del Danubio. A pesar de que no aparece la sustancia con que se colocan el texto es muy parecido a los relatos de Herodoto con respecto a los escitas, que sí sabemos que consumían marihuana (Guerra Doce, 2006: 164). El autor romano describe: “El uso del vino es desconocido para algunos: sin embargo a los que celebran banquetes, cuando son arrojadas ciertas semillas sobre los fuegos alrededor de los que se sientan, les sobreviene del olor una alegría semejante a la embriaguez” (Mela, 1989: II, 21). Así algunos autores defienden que los romanos conocían los efectos euforizantes del cannabis, utilizándolos como instrumento recreativo en las fiestas de las clases aristocráticas, costumbre que describió el autor Galeno (Escohotado, 1998: 210). Los cartaginenses, enemigos acérrimos de los romanos, conocían muy bien el hachís y eran los que se lo vendían a los romanos. En este sentido fueron halladas dos ánforas llenas de hachís ubicadas en un trirreme de guerra (un tipo de galera) cartaginesa del siglo III a. C. Que fue llevada a la superficie en 1969 en la Isla Larga (Sicilia). El hachís se utilizaría para mantener alta la moral de los marineros en los momentos difíciles. El kiphy, que era un incienso ceremonial de posible psicoactividad (Escohotado, 1998:77), entre cuyos ingredientes hay una “resina” (probablemente de cannabis), forma ya parte de las reuniones de los ricos romanos, este producto era importado desde Egipto y era muy caro. También aparece en la Metamorfosis de Ovidio, en donde se habla de un tal Glauco que toma “hierba” de extraños efectos. El conocimiento sobre sus propiedades estupefacientes no se pueden negar, por ejemplo, la presencia de semillas carbonizadas de marihuana en el dolium (recipientes de barro extremadamente grandes) de las ruinas de Pompeya, sepultadas por la erupción del Vesubio en el año 79. También se han hallado en Beit Shemesh, cerca de Jerusalén (Israel), fechado en

el siglo IV, donde fue enterrada una muchacha de 14 años y su bebé nonato de 40 semanas de gestación, cuyas muertes se habrían producido en el parto, por lo que se ha sugerido que la muchacha hubiera inhalado cannabis encontrado junto a ella, para mitigar los dolores del parto y facilitar las contracciones (Zias et al., 1993). En la tumba femenina de Trion-Gerlier, en Lyon, fechada en el siglo IV, casi entrando en la Edad Media, se detectó una elevada concentración de pólenes de cannabis junto a otras especies vegetales, lo que ha llevado a pensar que le prepararon un ramo que contenía flores de cáñamo macho a modo de regalo hacia la fallecida (Guerra Doce, 2006: 165). Son muchos los yacimientos arqueológicos que nos han aportado la certeza de que se cultivaba cannabis en época romana. Se han recuperado semillas en los yacimientos arqueológicos alemanes de Butzbach, Neuss y Königsberg; en Gran Bretaña, en Londres y York, y también en Polonia. Pero también en Moldavia y en Ucrania se han encontrado restos de cáñamo de época romana (Guerra Doce, 2006: 165).

El kiphy, que era un incienso ceremonial de posible psicoactividad

El médico Galeno Galeno nació en Pérgamo (actual Bergama, en Turquía), en el año 129, en el seno de una familia adinerada. Su padre lo educó cuidadosamente en el pensamiento estoico. Galeno se interesó por una gran variedad de temas, agricultura, arquitectura, astronomía, astrología, filosofía, hasta el momento en el que se concentró en la medicina. Se dice que su padre le inclinó hacia los estudios de médico tras soñar una noche con Asclepio, dios de la medicina, que le predijo el destino de su hijo. Así, a los veinte años Galeno se convierte en therapeutes (discípulo) del dios Asclepio en el templo local durante cuatro años, donde iniciaría sus estudios de medicina. Galeno terminaría su carrera en Alejandría, Egipto, la antigua capital de los Tolomeos y principal centro cultural del Mediterráneo. Regresó a Pérgamo, en 157. Allí trabajó como médico en la escuela de gladiadores durante tres o cuatro años. En este periodo adquiere experiencia en el tratamiento de los golpes y heridas. A partir del 162 vivió en Roma, la capital imperial, en donde escribió numerosas obras, demostrando públicamente sus conocimientos de la anatomía. Consiguió una gran reputación como médico experto y contó con una nutrida clientela. Sabemos que Galeno nombró al cannabis en tres obras suyas. En el De Facultatibus Alimentorum

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En el territorio que hoy llamamos España ya existía cannabis desde tiempos muy remotos

que se utilizaba el vino resinato utilizando cannabis (Escohotado, 1998:72). Por último afirmaba efectos negativos: “es capaz de hacer enfermar el cerebro cuando se toma en cantidad” (Lorduy, 1987), tiene propiedades euforizantes y el abuso de su consumo produce esterilidad.

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describe cómo son las semillas de cannabis y se muestra preocupado por las propiedades negativas de la planta, describe que es muy difícil de digerir y da dolor de estómago y de cabeza. Textualmente afirma que es kephalalgès, “doloroso para la cabeza”. En otras palabras; el cannabis es tan caliente, según Galeno, que puede provocar cefaleas. Afirma que la mejor forma de consumirlo es tostado. Afirma que si se consume en demasía se seca el esperma masculino. Una de las bondades del cannabis es que es bueno para los dolores de oídos (la otitis media, o inflamación del oído medio) y para la gonorrea. En el De Simplicium medicamentorum temperamentis ac facultatibus también aparecen menciones al cannabis. En la tercera obra de Galeno en la que se menciona el cannabis es en De rictus atenuante. Galeno describe que los romanos ofrecían postres de cañamones y pastelillos de cannabis en reuniones sociales de ricos romanos para incitar la hilaridad y el disfrute (Escohotado, 1999:172) “fríen y consumen estas semillas acompañadas de otros postres”, costumbre aprendida de la sociedad ateniense o de los celtas, algunos comen las semillas de cannabis en dulces preparados, que se toman de postre después de las comidas acompañados de bebidas, con el fin de despertar el placer. Provoca una gran calidez (y hasta excitación) y cuando se consumen con demasiada generosidad, el cannabis se les sube a la cabeza, con los efectos propios de las drogas” (Walton, 1938). Valía para la antiflatulencia (“elimina gases y deshidrata”) y la analgesia. También menciona

Plinio el Grande Plinio el Grande (23 al 79 ya que murió en la erupción del Vesubio) escribió más de 160 manuscritos. Su trabajo más famoso es Historia Natural que es una copia de otros libros y transcripciones de conversaciones con personajes. Tomó mucho de Aristóteles y de Demócrito. Plinio cita el cannabis en sus obras, principalmente por su fibra, describe cómo es su cultivo y las características botánicas de la planta. También menciona que el cannabis provoca dolor de cabeza. Afirmaba que el jugo de la semilla de cannabis era útil para extraer “los gusanos de las orejas, o cualquier insecto que hubiera entrado en ellos” como ya describió Dioscórides y describirá Galeno. También era bueno los cataplasmas hechos con raíz de cáñamo para aliviar calambres articulares, para aliviar la gota y las quemaduras (Abel, 1980). También recetaba cannabis para los animales de granja cuando estaban estreñidos (Conrad, 1998:29). Plinio recomendaba cannabis para el tratamiento de la artritis. Igualmente Marcandier en su tratado del cáñamo, mencionó que “su raíz, hervida en agua y aplicada en forma de cataplasma, suaviza y alivia las coyunturas de los dedos de las manos o de los pies secos o torcidos. Es muy buena contra la gota y contra otros humores que atacan las partes nerviosas, musculares o tendinosas” (Robinson, 1999:118). Por último Plinio nombra a una planta llamada thalassaegle o potamaugis que hace desvariar a los hombres y obtienen visiones

Pero la sustancia psicoactiva que gozó del contento de la población romana y de sus emperadores fue el opio. También la aristocracia patricia consumía sus dosis de opio en las famosas triacas. Las triacas eran preparados de diferentes compuestos, principalmente tres compuestos pero podían llegar hasta 70 ingredientes, en donde el principal era el opio. Las triacas de los patricios eran preparados por famosos médicos de la época cuyos precios resultaban extremadamente caros para el pueblo llano (Escohotado, 1992: 39).

Dicen que Marco Aurelio, siguiendo recomendaciones de Galeno, su médico, consumía por las mañanas con una porción de opio “grande como una haba de Egipto y licuado en vino tibio”. Prácticamente todos sus antecesores en el trono del Imperio usaban a diario triacas. Nerva, Trajano, Adriano, Séptimo Severo y Caracalla emplearon opio puro en terapia agónica y como eutanásico. Lo mismo hicieron incontables ciudadanos romanos, patricios y plebeyos, pues eso se consideraba una prueba de grandeza moral. Pero ante la gran demanda que tenía el opio, el gobierno romano decidió subvencionarlo, al igual que hacía con el trigo para que los precios fueran bajos, estuvieran estabilizados y no hubiera subidas repentinas de su precio. Antonio Escohotado (1998: 209) clasificó al opio como «la aspirina de su tiempo». Al comenzar el siglo IV, en el año 301, el edicto de Diocleciano (244-311) sobre precios fija el de un modius castrensis (17,5 litros) era de 150 denarios, lo cual no era muy caro si se compara con los 80 denarios que llegaba en ese mismo momento el kilogramo de hachís (Escohotado, 1998: 181). La cantidad de ventas era tan importante que un censo fiscal realizado en el año 312 contabilizó en 793 tiendas dedicadas a la venta de opio en la ciudad de Roma y que aportaban el 15% de la recaudación tributaria global de la ciudad (Escohotado, 1998: 182). El consumir hachís egipcio era casi una excentricidad (valía una fortuna), mientras que el opio se consideraba un bien básico para el hogar romano. Hoy en día ambas sustancias están prohibidas pero sus precios en la calle han cambiado de forma inversa. Como hemos podido comentar el uso de drogas no estaba prohibido, incluso los precios restaban regulados por el Estado. A veces deberíamos de aprender del pasado. Hasta aquí otro artículo más para Haze, nos vemos en el número siguiente.

Bibliografía • Abel, E. (1980) Marihuana: The first 12,000 years. Ed. Plenum Press. Nueva York • Andreu Mediero, E. y José Martínez Peñarroya, J. (1999) “Hallazgos en el entorno de la villa hispanorromana de Villaverde. Intervención arqueológica en el polideportivo del Espinillo (Madrid)” Revista ArqueoHispania. • Conrad C. (1998) Cannabis para la salud, Martínez Roca, Barcelona • Escohotado, A. (1998) Historia general de las drogas. Ed. Espasa Fórum. Madrid • Guerra Doce, E. (2006) Las drogas en la prehistoria. Edicions Bellaterra S.L., Barcelona • Lorduy Oses L. (1987) Drogadicción. El hachís y sus problemas. Guión XLVI

• Mela (1989), Corografía, Universidad de Murcia, Murcia (traducción de Carmen Guzmán Arias) • Robinson, R. (1999) El gran libro del cannabis: Guía Completa de los usos medicinales, comerciales y ambientales de la planta más extraordinaria del mundo. Ed. Inner Traditions/ Bear and Co. • Sherratt, A. (1987) “Drinking, driving, death and display: Scottish Bronze Age artifact studies since Coles”, en A. F. Harding, ed., Experiment and Design. Archaeological Studies in Honour of John Coles, Oxbow Books, Oxford and Oakville. • Varrón, M.T. (2010) Reum Rusticarum. Libri III. Traducción y comentarios José Ignacio Cubero Salmerón. Junta de Andalucía, Sevilla. • Walton R. P. (1938) Marijuana. America’s new drug problem, J. B. Lippingcott Co., Nueva York • Zias, J., Stark, H, Sellgman, J., Levy, R., Werker, E., Breuer, A. Y Mechoulam, R. (1993). “Early medical use of Cannabis”. Nature 363, 215.

extrañas y que, en opinión de algunos autores podría ser cannabis. Por último dos puntualizaciones: en Hispania en la zona de la Meseta su agricultura se basaba en el cultivo del cereal, serían el trigo, la cebada y el centeno fundamentalmente, aunque el Dr. Fuentes opina que “también se darían cultivos de tipo industrial como el cáñamo y el esparto. En menor medida que en tierras andaluzas, también se cultivaría el olivo” (Andreu y Martínez, 1999). En el territorio que hoy llamamos España ya existía cannabis desde tiempos muy remotos. Pero esto será ya en otro artículo. El cáñamo hispano gozaba de una gran reputación en la Antigüedad, como sugiere una cita de Ateneo de Naucratis donde se menciona que Hierón II de Siracusa lo empleó en la fabricación de sogas para sus embarcaciones. Sabemos que hubo personas que encontraron su camino hacia la felicidad celebrando ritos tratando de entrar en comunión con los dioses a través de sustancias que alteaban la realidad y las orgías. El sexo y las drogas han sido medios a través del cual hombres y mujeres se convierten en similares a los dioses y los redimen de una vida de privaciones.

El consumo de opio

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