Canibalismo en Rapa Nui: horror y saberes etnocéntricos

September 9, 2017 | Autor: Cristian Morales | Categoría: Easter Island Archaeology, Rapa Nui, Isla de Pascua, Canibalism, Canibalismo Cultural
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Descripción

CANIBALISMO EN RAPA NUI1 Horror y Saberes Etnocéntricos

Resumen

A partir de fuentes arqueológicas, etnohistóricas (relatos de viajeros) y en menor medida etnográficas se ha argumentado la existencia de prácticas “caníbales” en la cultura rapanui pre cristiana. Estas prácticas se han explicado como consecuencia de periodos de hambruna producto de crisis socioculturales y ecológicas en la isla.

La afirmación anterior se configura, a nuestro entender, como un problema epistemológico, debido fundamentalmente que el canibalismo, como práctica cultural, no se puede reducir a una explicación causa – efecto, ni entenderse como un mero satisfactor de necesidades. Entenderlo de este modo es obviar la complejidad cultural del fenómeno. Planteamos que este tipo de afirmaciones tiene más que ver con reafirmar viejos prejuicios y concepciones etnocéntricas, que lograr la comprensión de los fenómenos socioculturales.

Ante este escenario proponemos un análisis antropológico crítico, fundamentado en la necesidad de entender al canibalismo como un sistema de símbolos y rituales que entrega modelos “de” y “para” la cultura, toda vez que permite a los individuos de un grupo determinado situarse en el mundo y definir su humanidad.

Palabras Claves: Antropofagia, Canibalismo, Crisis, Eurocentrismo, Etnocentrismo, Hambre, Occidente, Rapa Nui, Sistema Cultural.

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Queremos agradecer a nuestros profesores Andrea Seelenfreund y Francis Goicovich por el apoyo brindado. 1

Introducción

“El hombre que nunca es considerado un animal de matadero, con frecuencia es comido siguiendo unas reglas religiosas, quien consume su carne no ignora la prohibición de que es objeto ese consumo. Pero no por ello deja de violar religiosamente esa prohibición que considera fundamental.” (Bataille, 1979:75)

Es así como George Bataille reflexiona sobre el canibalismo. Esta práctica, que en las últimas décadas de esta revuelta modernidad se ha presentado en las más extravagantes formas, es la problemática que articula la siguiente reflexión.

El marco interpretativo mediante el cual Bataille entiende el canibalismo es particularmente funcional a la tesis que acá expondremos, pues nos permite reafirmar el carácter cultural de esta práctica. El autor considera que la práctica de comer hombres siempre va acompañada de un entramado religioso y ritual, en este sentido el canibalismo siempre es algo más que comer.

Recuperar y reconocer el carácter y el entendimiento cultural y simbólico de la práctica caníbal en Rapa Nui uno de los objetivos de este artículo.

Horror y saberes etnocéntricos

Las diversas disciplinas que han estudiado la cultura e historia de Rapa Nui, coinciden en reconocer un proceso de fuerte crisis social y ecológica en la isla, que habría provocado un colapso en todo el entramado simbólico y de legitimidad del orden establecido, desencadenando guerras internas, destrucción de los símbolos del poder, un desmoronamiento de todo el aparato productivo y como consecuencia de lo anterior; periodos de extremas carencias alimenticias.

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Es en este contexto en el que el discurso oficial ya sea académico, político o moral plantea el origen de prácticas antropófagas por parte de la población Rapa Nui. Se argumenta que dichas prácticas habrían surgido en función de satisfacer las necesidades alimenticias generadas por la crisis antes señalada.

La situación anterior nos lleva a discutir en torno al carácter, forma y condiciones en las cuales se manifestaría el canibalismo en las sociedades en general, pero particularmente en la cultura Rapa Nui. En dicho sentido, creemos necesario complejizar la mirada en torno al fenómeno en cuestión, toda vez que no resulta posible entender la antropofagia como un mero mecanismo de satisfacción de necesidades alimenticias, sino más bien como un sistema cultural que trasciende e incluye el carácter contextual del hambre.

No es nuestra intención cuestionar la existencia de los fenómenos de crisis social y canibalismo en Rapa Nui, puesto que ambos se encuentran bien documentados, y existe cierto consenso en la comunidad científica sobre su existencia, sino más bien es cuestionar los criterios tanto científicos como morales, sobre los cuales se ha edificado la relación consecuencial entre crisis- hambre y canibalismo.

Los primeros antecedentes que dan cuenta de la crisis en Rapa Nui, se encuentran presentes en los testimonios documentales dejados por los navegantes que desde el siglo XVIII arribaron a la isla. Tales relatos, que han sido utilizados – en la posterioridad - como la base sobre la cual se ha construido la relación hambre – canibalismo, fueron elaborados en un contexto de irrupción europea y contacto violento, lo que determinó, en gran medida, las características de dichas descripciones.

En términos ecológicos se describe un territorio llano, con recursos insuficientes para satisfacer las necesidades alimentarias de la población. El capitán Cook describió a la isla como “estéril y sin árboles”, ante lo cual el naturalista de la expedición anotó que“no hay en la isla ningún árbol que exceda la altura de 10 pies” (Gurley y Lilier, 1997: 82).

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Por otro lado se caracteriza una población isleña decadente, violenta, fácilmente excitable, que roba al extranjero y se encuentra hambrienta. Todas estas características se enmarcan en el imaginario primitivista sobre el cual occidente construyó y construye su otredad. Para el caso de Rapa Nui, este primitivismo está caracterizado fundamentalmente por el canibalismo, una imaginería que los viajeros traían incorporada al momento de enfrentarse a los isleños. Grant McCall señala que “...los holandeses... pudieron haber supuesto la existencia de caníbales, guerreros emplumados, o algún otro terror que ellos temerosamente llevaban en sus imágenes de los salvajes del Pacífico Sur...” (McCall, 1998:15)

Un ejemplo de lo anterior, lo expone Paul Bahn, en el cual trae a colación la descripción del ataque a un marino francés, quien habría comenzado a ser comido vivo, lo cual habría quedado evidenciado por las marcas de los dientes sobre su cuerpo.

“...Mr. Olliver had, on various parts of his body, teeth marks of those cruel islanders who had begun to eat him alive...” (Bahn, 1997: 123).

Ya Paul Bahn ha desestimado esta fuentes como prueba de verdad, pues como bien explica el autor, no son si no expresiones de un pensamiento occidental que se vale de clasificar al otro dominado, de salvaje y primitivo para así justificar su irrupción y abuso. En este sentido el canibalismo como práctica “primitiva y salvaje” se constituye como el chivo expiatorio perfecto para acusaciones de barbarismo.

El hecho de que se ocupen estas fuentes para sustentar la relación hambre canibalismo en Rapa Nui, sin ningún tipo de filtro que evidencie la densa carga primitivista y la clara atmósfera de conflicto en que estas descripciones se enmarcan, no solo denota una seria falencia epistemológica, sino también la persistencia de un pensamiento evolucionista, que se ciega y silencia frente al indiscutible sesgo eurocéntrico de las mentadas descripciones.

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La relevancia de dichas descripciones es que en estas encontramos el origen de la supuesta relación consecuencial entre una desesperada hambre y la práctica caníbal, sin embargo no creemos que por lo contrario, evidencien la ausencia de este, más bien creemos que la lectura otorgada por los viajeros del siglo XVIII más que una simple invención, es una antojadiza y horrorizada lectura de una práctica integrada en la cultura. Marshall Sahlins (2003) en este sentido explica como el análisis antropológico debe reconocer el carácter fabricado de los relatos que describen el canibalismo, pero su carácter artificial no significa, por el contrario, la ausencia del mismo. El relato debe limpiarse de los sesgos ideológicos que conlleva, pero no eliminarse.

Ahora bien, creemos que explicar por medio de estos relatos hipótesis científicas que plantean que producto del hambre ha surgido el canibalismo en Rapanui, es negar el carácter cultural y simbólico de la práctica, lo cual no es si no una actualización de los sesgos y horrores eurocéntricos, que niegan la posibilidad del canibalismo fuera de contextos tan extremos como una crisis ecológica o una hambruna generalizada. En este caso el pensamiento científico se ha quedado con la peor parte de las fuentes documentales, el etnocentrismo.

Otro claro avatar primitivista del pensamiento occidental es la marcada necesidad por definir prácticas de otras culturas como horrorosas, siendo el canibalismo la aberración por excelencia. A su vez, dicho pensamiento, solo concibe a tal práctica como una reacción desesperada ante un déficit alimentario.

Lo anterior - según Marvin Harris (1994) - tiene su origen en el rechazo absoluto del cristianismo por la práctica antropófaga. La ideología cristiana, según explica el autor, se desvivió por evitar la antropofagia de vencidos en los campos de batalla. Esta tradición, además de rechazar el canibalismo, sentó las bases morales sobre las cuales tal práctica se justificaría sí, y solo sí, bajo causas extremas. De tal modo, la moral occidental cristiana, no hace sino, intentar expiar las culpas de los comedores de hombre, a través del establecimiento de una relación entre hambre y canibalismo, que permita justificar un acto, que a sus ojos, resulta aberrante, obviando que diversas culturas antropófagas no

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occidentales han examinado la ausencia de canibalismo como un total desperdicio, y no solo de carne, sino también de energía en el amplio sentido del término.

La forma en que la moral occidental encara el canibalismo, alcanza el saber académico, delimitando el carácter reflexivo de este último en torno al tema en cuestión. Un ejemplo de ello se encuentra en las conclusiones con que Paul Bahn explica el canibalismo en Rapa Nui, pues a pesar de ser crítico del uso de fuentes cargadas de una mirada eurocéntrica, no concibe a esta práctica, sino como “...un evento bizarro, de corta duración, producto de la desesperación, la violencia y la inanición...” (Bahn, 1997: 124).

El canibalismo en la Cultura

No negamos que puede existir una relación entre hambre y canibalismo, pero esta no es reducible a un vínculo causa – efecto. Como expone Peggy Revees (1986), es posible la existencia de crisis social, de hambruna e

incluso de desnutrición crónica, sin la

aparición de prácticas antropófagas. En este sentido creemos que si existió canibalismo en Rapa Nui, no existió por hambre, sino más bien por conformar parte del universo cultural de prácticas alimenticias y simbólicas de la isla.

Ahora bien, dicho universo cultural, trasciende a otras culturas polinésicas, compartiendo ciertos elementos simbólicos, mágicos y políticos, entre los cuales también se encuentra el canibalismo. En dicho sentido, Marshall Sahlins refiere la existencia de un pensamiento polínésico, “...en el cual todos los hombres están relacionados con todas las cosas por descendencia común... En lugar de que las especies ancestrales o emparentadas fuesen tabú, la vida social polinesica es un proyecto universal de canibalismo generalizado... puesto que los individuos están relacionados con su propio medio natural de subsistencia...” (Sahlins; 1997: 111-112).

La reflexión de Sahlins permite concebir un mundo en la cual la naturaleza no se encuentra separada de la humanidad, ambos son parte de un mismo universo y comparten

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un origen común, por lo que plantas, animales y humanos se transforman inmediatamente en potencial fuente de alimentos. De esta manera, no resultaría extraño entender el canibalismo en Rapa Nui como parte integral de esta cosmovisión.

En contraposición al modo en cómo tradicionalmente se ha enfrentado el fenómeno de la antropofagia en Rapa Nui, creemos que ésta debe ser analizada desde una perspectiva que se sitúe por sobre el simple hecho de comer hombres. Esto debido a que las sociedades, que en sus constructos simbólicos reconocen la “experiencia caníbal”2, han fundado un orden del mundo en base a las categorías que de dicha experiencia se desprenden. Es en este sentido que el canibalismo – ya sea como práctica concreta o como imaginario de ellaentrega modelos o pautas que sitúa e inscribe a los hombres en el mundo, en relación con otros hombres, con la naturaleza y con la sobrenaturaleza. En este sentido es que con la antropofagia no solo se comen hombres, sino que se ingieren los ancestros, fuerzas vitales, e incluso a los dioses. Es en este nivel en el cual podemos comprender la practica caníbal en relación a la noción de Mana de esta cultura, es decir la expresión de las diversas fuerzas y energías individuales y colectivas que circulan y se apropian; y también relacionarlo al concepto de “Tapu”, que tenía la particularidad de representar tanto lo prohibido como lo sagrado, entendiendo la prohibición y su transgresión como elementos

de lo sacro.

Incorporando estos conceptos (y por tanto marcos interpretativos) de la cosmovisión Rapa Nui a nuestro análisis es que podemos entender la potencia simbólico-cultural de la práctica caníbal en la isla.

De acuerdo a Peegy Reeves, el canibalismo no puede ser entendido sino como “...un sistema cultural, es decir, un sistema de símbolos y actos rituales que aporta modelos de y para el comportamiento...” (Reeves, 1986: 56). Tales modelos presentan una capacidad de constante adecuación, en función del carácter dinámico, propio de la cultura.

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Experiencia en tanto conocimiento, en reconocer como posible o imposible la práctica, en ambos casos, el “metafórico” y el “real” son parte del universo de significados de una cultura y por tanto poseen una expresión determinada. 7

En el caso Rapa Nui, el canibalismo se encuentra claramente inscrito en el entramado normativo, toda vez que reconozcamos la relevancia de los conceptos de mana, como fuerza vital y de tapu, como algo prohibido o sagrado.

No tenemos mayores antecedentes en torno al papel que esta práctica habría ejercido en el pasado. Sin embargo, a partir de relatos recuperados de la tradición oral reconocemos un carácter normativo en estos.

La tradición oral recopilada por el padre Sebastián Englert comprende una serie de relatos que narran acontecimientos en los cuales el canibalismo cumpliría un rol social y normativo. Es así que encontramos el siguiente relato titulado “El vengador”:

“To’a es un hombre que ha dado muerte al padre (hermano a la mujer a al amigo de otra persona) Cuado muere ese padre (hermano, mujer o amigo) el vengador toma venganza al asesino a quien debe prender. Cuando el hijo no logra prender al asesino, el nieto debe vengar la muerte de su abuelo. Al prender al asesino está contento y lo mata. Si el asesino ha comido al abuelo el nieto come también al asesino. Después no sigue la venganza, la cosa está terminada, con que esté muerta la victima del asesino, muerto también el asesino” (Englert, 1939: 241)

Por otro lado, y reafirmando la idea anterior, Alfred Metraux señala que la isleña Victoria Rapahango (una de sus informantes claves), le contó que “...de jovencita conoció a los últimos caníbales de la isla. Eran el terror de los niños...” (Metraux, 1941: 103).

Resulta tentador pensar que el imaginario sobre canibalismo, en este caso como práctica normativa es parte integral de la cultura Rapa Nui,

y fue empleado, en la

posterioridad, como mecanismos de control, primero por los misioneros y luego por la población misma, que ahora concebía la antropofagia como temible y parte del pasado.

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Para explicar tales relatos, P. Bahn (op.cit) plantea que la atribución de prácticas caníbales se encuentra orientada generalmente a un “otro”, el que en la mayoría de los casos se articula como un opuesto a quien acusa. Tal opuesto puede ser un grupo enemigo, un vecino, u otro, pero siempre ese otro está siendo definido en términos de inferioridad. Sin embargo, en Rapa Nui no existen sociedades vecinas rivales, puesto que su condición de Isla impide la convivencia con otros grupos no isleños3. Esto, sumado a la llegada de sistemas valóricos cristianos, fuertemente impuestos, podría haber generado la necesidad de establecer un opuesto complementario, en términos de la dicotomía salvaje- civilizado, a partir de un pasado primitivo antropófago pre-cristiano, que permitiera establecer la diferenciación con un presente civilizado y cristiano.

Lo que queremos decir es que la denominación de inferioridad, a través de la acusación de antropofagia hacia grupos vecinos en una perspectiva diacrónica, se encuentra extrapolada hacia una categorización de inferioridad hacia los ancestros, a partir de una perspectiva sincrónica. En palabras de Bahn: “...Esto suena como una caso clásico de atribución de canibalismo a otros. En la mayoría de las culturas.... es una práctica insultante y degradante, normalmente atribuida a un enemigo o a un vecino. Como los isleños no tienen vecinos, deben aceptar que sus antepasados pre-cristianos, sean acusados de caníbales, pero obviamente todos los isleños contemporáneos niegan dicha práctica...” (Bahn; 1997: 124).

Si bien la antropofagia dejó de practicarse en Rapa Nui, y fue enviada a un pasado pre cristiano, la “experiencia caníbal” se mantuvo en las estructuras normativas de los isleños. Este continuo simbólico permite demostrar el carácter de sistema que presenta el canibalismo, sistema que se sitúa en un antes y un después, y de forma independiente a la práctica misma.

Tradicionalmente la antropofagia en Rapa Nui ha sido concebida, tanto por viajeros, misioneros, autoridades e investigadores, como la única alternativa que tuvo la población 3

No desconocemos la existencia de rivalidades al interior de la Isla, como tampoco las subdivisiones sociales Sin embargo, creemos que dichas diferencias no son relevantes dentro de este postulado, puesto que hablamos del mismo grupo social estructurado de forma segmentaria. 9

isleña en un momento dado, para evitar la muerte por inanición. Sin embargo creemos que la antropofagia no fue una respuesta al hambre, sino que a esta última la precede un sistema cultural que concibe el canibalismo, lo avala y explica. El hábito de comer cuerpos humanos, o parte de ellos, pudo haber sido en el pasado tan recurrente como el rechazo al que hoy día se enfrenta.

Cristian Morales Pérez Diego Muñoz Azócar Pablo Acuña Cofré

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Bibliografía 

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Gurley, Robert y Liller, William. “Palm trees, mana and the moving of the moai”, en Rapa Nui Journal, Volumen 11, número 2, junio 1997.



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