Cambiar la jornada de reflexión por un día de la deliberación

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Descripción

Cambiar la "jornada de reflexión" por el "día de la deliberación pública.

El movimiento 15-M ha convocado una concentración en Sol durante la jornada de reflexión de las elecciones autonómicas y municipales, pese a que la ley prohíbe expresamente cualquier manifestación durante ese día. En su llamamiento, el movimiento emplaza a miles de personas a tomar de nuevo la plaza y a participar en una "asamblea con contenido político", donde se comunicarán, con más probabilidad que menos, propuestas vinculadas con el partido político PODEMOS y críticas al partido gobernante y a los partidos tradicionales.

La convocatoria ha despertado la indignación del partido gobernante en Madrid, que ha amenazado con disolver por la fuerza dicha asamblea. Me parece un momento más que oportuno para decir lo que pienso en general sobre las "jornadas de reflexión", y en particular sobre esta convocatoria en particular.

En general, me parece que las jornadas de reflexión son, en los tiempos que corren, instituciones que han dejado de tener sentido, en el mejor de los casos, o que expresan valores controvertidos, por no decir antidemocráticos, en el peor. El cometido de las jornadas de reflexión es doble: primero, el de asegurar un entorno pacífico previo a las votaciones, en los que el votante pueda ir a votar con independencia de criterio, sin verse amenazado por nadie, y evitando que el espacio público sea capturado por un sector de la sociedad no representativo de la misma. En segundo lugar, la jornada de reflexión supone consagrar, institucionalmente, el valor de la "reflexión personal" dentro del espacio o entorno de la vida privada, supuestamente con el cometido instrumental, o simbólico, de que prevalezca el juicio autónomo de los ciudadanos.

Tengo para mí, sin embargo, que las jornadas de reflexión están afincadas en una visión empobrecida de la democracia y las virtudes cívicas, una visión en la que se valora al votante en el espacio privado, sólo como un "emisor" de un voto en una urna. Si hay algo que nos convierte en ciudadanos, eso es la posibilidad de reflexionar "juntos" en el espacio público. La idea de "razonar juntos", como cometido al menos simbólico, no tiene ninguna consagración institucional en la democracia contemporánea, y es hora de pensar en cambiar las jornadas de reflexión por jornadas de deliberación pública pacífica, en la que las personas puedan intercambiar opiniones con respeto y civilidad. Es evidente que se trata de una apuesta institucional riesgosa, pero no menos riesgosa que cualquier manifestación pública en cualquier momento intermedio a las elecciones. A cambio de ese riesgo ganaremos el valor de darle sentido a una noción distinta, más robusta, de democracia, en la que la soberanía reside en los ciudadanos razonando juntos y en la que el espacio público cobra preeminencia por sobre los espacios privados. Por eso me atrevo a decir que la jornada de "reflexión debe ser abolida, para dar paso a un "día de la deliberación". Existen algunas propuestas institucionales interesantes en ese sentido, que valdría la pena explorar para evitar o reducir los peligros a los que toda manifestación política está expuesta. Pero toda apuesta tiene sus riesgos, y la apuesta actual por las jornadas de reflexión consagra una realidad decepcionante, una en la que los mensajes de los poderosos (que dominan los medios de comunicación política) campean a sus anchas en nuestras casas, y en la que los espacios públicos físicos, donde el ciudadano podría afirmar su cuota parte de soberanía y su igual dignidad frente a esos poderes, son mudos. Por estas razones, creo sinceramente que la manifestación convocada por el 15 M es un ejercicio saludable de desobediencia civil motivada por valores profundamente democráticos. Bienvenida sea la desobediencia civil en este caso.

Sebastián Linares
15 de Mayo de 2015

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