Borges y la Biblia protestante: una lectura calvinista del cuento \'El evangelio según San Marcos\'

September 21, 2017 | Autor: Luis Aranguiz | Categoría: Religion, Calvinism, Jorge Luis Borges, Literatura Latinoamericana
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Pontificia Universidad Católica de Chile Facultad de Letras / Facultad de Teología

Vº Coloquio Latinoamericano de Literatura y Teología “Biblia y Literatura”

Borges y la biblia protestante: una lectura calvinista del cuento El evangelio según Marcos Luis Aranguiz Kahn Licenciado en Letras Hispánicas P. Universidad Católica de Chile [email protected]

Resumen En la biografía de Jorge Luis Borges se encuentra el dato de que una vertiente de su ascendencia era de religión cristiana protestante, y una lectura atenta de su obra nos muestra que el protestantismo no queda relegado meramente al ámbito biográfico. Borges se refiere al protestantismo en distintas ocasiones, y en el cuento “El evangelio según Marcos”, habla específicamente del calvinismo. Debido a sus innumerables signos religiosos, este cuento puede ser mirado principalmente desde un prisma cristológico. Sin embargo, sostenemos que para que esa lectura sea completa debe considerarse un problema fundamental: Los Gutres tienen procedencia calvinista y su Biblia es una traducción protestante. De ahí la afirmación del narrador: “Carecían de fe, pero en su sangre perduraban, como rastros oscuros, el duro fanatismo del calvinista y las supersticiones de la pampa”. ¿Cuál es la comprensión que se tiene de la Biblia en el calvinismo, y cómo esta afecta su lectura? Es gracias a este juego hermenéutico-teológico, relativo al modo calvinista de comprender la Sagrada Escritura, que la historia acontecida al interior del cuento se hace posible. Por lo tanto, proponemos un análisis de este cuento afirmado en la noción calvinista del texto bíblico como clave de interpretación.

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Borges, la teología y la Biblia Los temas teológicos rondan la obra de Borges. A parte de “El evangelio según Marcos”, encontramos otros cuentos en los que se toca, de uno u otro modo, la teología cristiana en sus diferentes dimensiones. Por ejemplo, en el cuento “Los teólogos” Borges juega con la ortodoxia y la heterodoxia teológica encarnadas en Aureliano y Juan de Panonia, y la conclusión es: “en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él y Juan de Panonia (el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la victima) formaban una sola persona” (213). Sobre los evangélicos en general, Borges tiene a Nils Runeberg, teólogo de “Tres versiones de Judas”, y a Juan Dahlmann, que es nieto de un pastor evangélico en “El Sur”. Sobre el calvinismo en particular, en “Pierre Menard, autor del Quijote”, se menciona que la obra de Menard es fácilmente enumerable, por lo cual el narrador reclama: “Son, por lo tanto, imperdonables las omisiones y adiciones perpetradas por madame Henri Bachelier en un catálogo falaz que cierto diario cuya tendencia protestante no es un secreto ha tenido la consideración de inferir a sus deplorables lectores –si bien estos son pocos y calvinistas…” (91). En vista de estos datos, hay dos cosas que considerar. La primera de ellas es que Borges tiene una actitud crítica hacia la teología. En “Los teólogos”, se plantea que tanto el ortodoxo como el heterodoxo son la misma persona. Esta afirmación es imposible dentro de la teología. Esta actitud interpelante tiene que ver una cuestión fundamental en Borges. De acuerdo a Rest, él “no cuestiona las creencias sino, más bien, los intentos de sistematizarlas, de hacerlas demostrables.” (2009:48). Lo que Borges hace es interpelar la pretensión teológica de sistematizar lo insistematizable, esto es, lo divino, o explicar lo inexplicable. Un segundo punto es que Borges es un crítico del calvinismo puntualmente. En “Pierre Menard…” se acusa a los calvinistas de “deplorables lectores” y a su revista se le acusa implícitamente de mentir acerca de la obra de Menard. La misma actitud crítica se observará en “El evangelio…”.

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La aversión de Borges hacia lo sistemático tanto de la teología como la filosofía queda resuelta en la propuesta de Najenson (2003), que postula que para Borges ambas disciplinas son siervas del arte literario. En sus palabras: lo único que se vislumbra detrás de esa postura en torno a las supuestas “siervas de la literatura” es una suerte de escepticismo primordial, ingenuo y no sistemático, en el que toda creación humana plasmada en palabras, así sea que recurra al rigor lógico o lo soslaye, será siempre un producto de la fantasía humana (2003:75)

A partir de aquí, puede entenderse que el cuestionamiento de Borges a la teología calvinista se daría en dos niveles. Por una parte, la pondría en entre dicho por el solo hecho de ser un sistema teológico; y por otra, haría un énfasis crítico en la visión de la Biblia que este sistema teológico propone. Así, los niveles de lectura del cuento son dos: tanto la crítica al calvinismo, como la crítica subyacente a cierta forma de entender la Biblia en tanto texto. Por otra parte, la Biblia es un intertexto importante en la obra de Borges. Para observar esa dimensión con detalle, hay dos trabajos que indagan ese nexo (ver Salvador, 2004 y 2008). A pesar de las tensiones evidenciadas anteriormente, es interesante notar que Borges le prestó especial atención a la figura de Jesús a lo largo de toda su obra, como bien ha mostrado Antonio Planells (1989). Y no menos interesante es el hecho, también explicitado por él, de que Borges quiso ser enterrado en Ginebra, la capital de la reforma, y que en su lápida se encuentra una cruz calvinista. Un último aspecto interesante de destacar es la Biblia en el contexto de Argentina. En los albores del siglo XIX los protestantes hicieron esfuerzos de distribuirla, sobre lo cual Arnoldo Canclini señala: “la Biblia era algo protestante y todo lo protestante era intrínsecamente malo y sospechoso. Por eso, en muchas circunstancias debemos decir que la circulación de las Escrituras era más bien tolerada que libre” (1987:190). Los Gutres, personajes del cuento El evangelio según Marcos, descienden precisamente de inmigrantes llegados en ese contexto. ¿Será acaso que Borges, de algún modo, conservó cierta impresión de sospecha frente al protestantismo, del mismo modo que los argentinos del siglo XIX? Y si no, quizá sencillamente haya querido plantear esa sospecha en el cuento.

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El calvinismo y la Biblia El calvinismo es una de las ramas del movimiento reformista que se extendió por Europa en el siglo XVI. Se le llama “calvinismo” al conjunto de doctrinas sistematizadas por el reformador francés Juan Calvino (1509-1564), quien fue uno de los agentes más influyentes del movimiento junto con Martín Lutero. Con todo, nunca llegaron a conocerse personalmente y hay puntos teológicos en los que ambas tradiciones -la luterana como la calvinista- toman distancia una de la otra. No obstante ello, hay puntos en común que son patrimonio del movimiento protestante en su conjunto. Y uno de ellos -el que nos interesa ahora- es la noción que se elaboró acerca de las Sagradas Escrituras. Por una parte, es necesario notar cuál fue el concepto que se construyó sobre ellas y, por otra, cómo ese concepto influyó en la forma de abordarla como texto. Bernard Coster ha mostrado cierta diferencia entre el enfoque luterano y el calvinista de la Biblia, señalando que: “El biblicismo reformado es una radicalización de la „Sola Escritura‟ del luteranismo. La Biblia no sólo es revelación de la salvación y única regla de fe, sino también regla, guía y criterio para todos los aspectos de la vida” (2009:147). Esto implica que lo que se lee en la Biblia, desde la postura calvinista, no solo es la información necesaria para ser salvos, sino también para el orden conductual -es por ello que Calvino integró todo un sistema legal desde un enfoque bíblico en Ginebra-. Uno de los pilares de la reforma fue la negación de toda práctica que no tuviese explicación bíblica. Esto tuvo como consecuencia la negación de instituciones como el Magisterio, el Papado; de prácticas como la veneración a los santos, a la virgen María, etc. Todo debía ser analizado bajo el principio de Sola Scriptura pues, como afirma Richard Ramsay: “Los protestantes creemos que la Biblia es la única fuente autoritativa de revelación para la Iglesia” (2004:66). Así, la noción de las Sagradas Escrituras es que, por una parte, es la única fuente de autoridad para la Iglesia y, por otra, es fuente de revelación. Aquí pasamos a nuestra segunda cuestión. ¿Cómo esta noción de la Biblia influye en la manera de leerla?

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Desde la perspectiva protestante -al menos la ortodoxa- se cree que la Biblia es divinamente inspirada, lo cual implica necesariamente que en ella no hay error. Por lo tanto, como afirma Clark Pinnock: “El preentendimiento correcto para nuestra hermenéutica es la creencia en la autoría divina de la Escritura (…) Si se considera un simple documento humano, las interpretaciones serán acordes. Pero cuando nos acercamos a la Escritura como hizo Cristo, con una actitud de total confianza en todo lo que enseña, resulta una hermenéutica sólida. Luchamos para discernir la verdad de cada escrito particular a la luz de toda la Escritura, sin tener en cuenta hechos o ideas extrabíblicas (2004:199)

A partir de aquí, Pinnock desarrolla la idea de que la hermenéutica reformada se basa en el sensus literalis, es decir, que las Escrituras no deben ser leídas ni de modo alegórico como lo haría cierta perspectiva interpretativa del catolicismo romano de la época-, ni tampoco en un sentido desmitologizador -como lo hace la teología liberal moderna-. Este interés por la lectura “literal” es especialmente relevante para el cuento que analizaremos.

El cuento En un estudio sobre la religión en ciertos cuentos de Borges, González afirma de El evangelio según Marcos: “El aspecto religioso aparece en este cuento, en nuestra opinión, principalmente desde la perspectiva del mito. Para empezar, el argumento se desarrolla de forma evidente como recreación de la historia bíblica de la pasión y es justamente la divergencia entre las interpretaciones de dicho texto lo que provoca la tragedia final” (2012:3)

El enfoque de lectura recién citado, sostiene que el aspecto religioso de este cuento reside principalmente en la construcción de una estructura narrativa mítica. Si bien es una lectura sostenible, nuestro planteamiento se encaminará por otra vía: mantendremos que el cuento está elaborado a partir de una estructura en que el aspecto más relevante es, posiblemente, el enfoque calvinista de la Biblia y de la vida humana. Por la naturaleza de este trabajo, no será posible discutir la complementariedad o disparidad de ambos acercamientos, pero es una tarea que sin duda sería enriquecedora.

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La narración nos habla de Baltasar Espinosa, un joven de treinta y tres años que es invitado por su primo Daniel a veranear a la estancia Los Alamos, zona del sur argentino. Ahí conoce a la familia Gutre, compuesta por el capataz, un hijo y una hija. Pronto, Daniel tuvo que ausentarse, y mientras Baltasar estaba solo, hubo un desborde de río que inundó los campos. La casa de los Gutre fue amenazada por una gotera, por lo que Baltasar les dio una habitación. Es a partir de aquí que se inicia una relación más cercana entre la familia y el visitante. Sobre los libros en la casa, el narrador dice: “no había otros libros que una serie de la revista La chacra, un manual de veterinaria, un ejemplar de lujo del Tabaré, una Historia del Shorthorn en la Argentina, unos cuantos relatos eróticos o policiales y una novela reciente: Don segundo sombra” (342). Sin embargo, en la casa había oculta una Biblia en inglés que Baltasar encontró mientras la exploraba. Esta Biblia revela algunos datos interesantes sobre los Gutre: el apellido original es Guthrie; eran oriundos de Inverness, Escocia; y llegaron al continente americano a principios del siglo XIX. El narrador dice: La crónica cesaba hacia mil ochocientos sesenta y tantos; ya no sabían escribir. Al cabo de unas pocas generaciones habían olvidado el inglés; el castellano, cuando Espinosa los conoció, les daba trabajo. Carecían de fe, pero en su sangre perduraban, como rastros oscuros, el duro fanatismo calvinista y las supersticiones de la pampa. Espinosa les habló de su hallazgo y casi no lo escucharon. (342)

En este punto es cuando debemos adoptar una posición de perspectiva. Existe una mención explícita a ciertas reminiscencias de la pampa argentina que constituyen el carácter de los Gutre, y que se muestran a lo largo de la obra. Aunque es un punto de vista enriquecedor y complementario, por el carácter de este texto nos enfocaremos únicamente en el análisis del calvinismo. La cuestión que tenemos que dilucidar es: ¿en qué consiste el “duro fanatismo calvinista” que está en la sangre de los Gutre, y cómo se manifiesta en el desarrollo del cuento? El narrador continúa: “Hojeó el volumen y sus dedos lo abrieron en el Evangelio según Marcos. Para ejercitarse en la traducción y acaso para ver si entendían algo, decidió leerles ese texto después de la comida. Le

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sorprendió que lo escucharan con atención y luego con callado interés. Acaso la presencia de las letras de oro en la tapa le diera más autoridad. Lo llevan en la sangre, pensó” (342)

Aquí se vuelve a observar el factor “sanguíneo”. Esta vez, aunque no se habla del calvinismo específicamente, si se resaltan algunos aspectos de lo que podríamos considerar la creencia. Los Gutres lo escuchaban atentamente y con callado interés. El narrador nos dice, mediante la mención de las letras de oro en la tapa de la Biblia que, de uno u otro modo, los Gutres reconocen la autoridad del orante. Pero esta autoridad del orante no viene solo por sus cualidades, sino por la posesión del texto. Lo que llevan en la sangre los Gutres, ese duro fanatismo calvinista, se manifiesta entonces en el reconocimiento de la autoridad del orante y del texto que lee. Borello (1977) nota que en este cuento hay una serie de rasgos que colocan a Baltasar como un homólogo de Cristo. Por ejemplo, el hecho de que es un buen orador, de que hace una curación, tiene 33 años y, por supuesto, el hecho de que los Gutres lo siguen como si fuera Jesús junto con la insinuación de una posible crucifixión al final del relato. No obstante estos rasgos, que sin duda son significativos para el desarrollo de la historia, la pregunta ahora sería: ¿de qué modo están conectados con el carácter sanguíneo calvinista de los Gutre? Sobre ello, Borello nos ofrece una pista: “son, por una parte, hombres primitivos arrastrados por una emoción religiosa casi salvaje. Por otra, funcionan y actúan en la historia como un ser indiviso empujado por la divinidad; “son” agentes de un Dios y, tal vez oscuramente, o encarnan y cumplen su voluntad” (1977:507). La distinción entre los Gutre como individuos que operan bajo cierta lógica religiosa -el calvinismo-, y la noción de un posible Dios misterioso que los empuja parecen ser aparentemente contradictorias pues, ¿Quién es el que ejecuta el acto sino los Gutre? No obstante ello, desde la lógica calvinista este punto adquiere un sentido totalmente distinto. En efecto, en su descripción del calvinismo, el teólogo católico J. Bouyer (1990) coloca como primer aspecto definitorio su énfasis en la doctrina de la predestinación. Esto es particularmente importante porque de acuerdo al sistema calvinista, Dios predestina a los hombres tanto para salvación como perdición.

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Si asumimos este punto de vista, podemos decir que dentro del cuento parece haber no solo una suerte de acercamiento al calvinismo mediante la problematización de su entendimiento de la Biblia, sino más aún: el cuento mismo está construido a partir de una estructura calvinista en tanto que Baltasar Espinosa, de uno u otro modo, parece estar predestinado a vivir todo lo que vive pues todas las situaciones están planteadas de tal forma que él no pueda escapar de la estancia Los Álamos (pensemos, sobre todo en la inundación y el consecuente e inevitable vínculo con los Gutre). En este sentido, el carácter religioso de los Gutre estaría directamente conectado con los rasgos que hacen de Baltasar un prototipo de Cristo destinado a la muerte. El calvinismo es, entonces, el punto de encuentro entre el plan divino que predestina a Baltasar a ser como es y a vivir lo que vive, y las personas que han sido también predestinadas a ejecutar dicho plan soberano. El narrador nos dice: “Concluido el Evangelio según Marcos, quiso leer otro de los tres que faltaban; el padre le pidió que repitiera el que ya había leído, para entenderlo bien. Espinosa sintió que eran como niños, a quienes la repetición les agrada más que la variación o la novedad” (343). La pregunta que nos hacemos aquí es: ¿qué significa “entender bien” en el lenguaje del padre Gutre? Desde la lectura del fanatismo calvinista, probablemente estemos frente a la mención explícita de la lectura literalista del texto Bíblico. Es decir, si la Biblia no solo conduce a la salvación sino que es, también, una directriz para todos los aspectos de la vida (como vimos con Coster, 2009), el lector/oyente debe estar atento a entenderla para ponerla por obra. Así, esta intención del padre Gutre es perfectamente comprensible desde el marco calvinista. Gutre, al pedir que se lea de nuevo el evangelio, no está pidiendo únicamente la solución para alcanzar su salvación -que sería, básicamente, la fe en Jesús-, sino sobre todo las instrucciones para hacerla posible. Es por ello que el narrador nos informa: “El día siguiente comenzó como los anteriores, salvo que el padre habló con Espinosa y le preguntó si Cristo se dejó matar para salvar a todos los hombres” (343-4). Pero esta pregunta de Gutre, como vemos, no tendrá su solución en la fe en Jesús, sino en la obediencia fanática al relato. Es por ello que: “Después del almuerzo, le pidieron [a Baltasar] que releyera los últimos capítulos” (344). Es absolutamente necesario, para

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esta familia con el calvinismo en la sangre, conocer con exactitud los requerimientos para llevar a cabo el acto expiatorio. Así, llegamos al final del relato: “Los tres lo habían seguido. Hincados en el piso le pidieron la bendición. Después lo maldijeron, lo escupieron y lo empujaron hasta el fondo. La muchacha lloraba. Cuando abrieron la puerta, vio el firmamento. Un pájaro gritó; pensó: es un jilguero. El galpón estaba sin techo; habían arrancado las vigas para construir la Cruz” (344)

Baltasar culmina su recorrido como un nuevo Mesías. Del mismo modo, los Gutres culminan su recorrido como férreos fanáticos calvinistas, aun cuando no lo sepan. En un sentido, han sido capaces de entender la Biblia llevando al extremo la literalidad que el calvinismo propone. Esto se manifiesta no solo en el hecho de sostener que en ella se contiene todo lo necesario para ser salvos, esto es, el creer en Jesús; sino también en que han llevado al límite el deseo de esa salvación mediante la puesta en práctica del relato Bíblico, en tanto que éste no solo es la fuente de salvación, sino fuente de normas de acción. En otro sentido, son férreos fanáticos calvinistas a pesar de ellos mismos porque es probable que Baltasar haya sido predestinado a vivir todo lo que vivió, y ellos predestinados a ser sus ingenuos ejecutores. Por supuesto, aquí aparece una cuestión de fondo: ¿Quién es, finalmente, el Dios de El evangelio según Marcos? ¿Es acaso el Jesús sufriente, o es el Dios Padre soberano que preordena los acontecimientos a fin de ejecutar su plan? Desde la lectura que hemos ofrecido, parece ser que estamos frente a la segunda opción.

Conclusiones abiertas Una de las cuestiones más interesantes que queda por ser abordada es la relación que podría haber entre la lectura mítica y la lectura calvinista de este cuento. Si bien es cierto que nuestra lectura se acota a un aspecto limitado del cuento, sería provechoso continuar con un ejercicio interpretativo que incorpore tanto el modelo cristológico, la lectura mítica, los aspectos de contexto argentinos y el factor calvinista que operan interrelacionados al interior del relato.

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Por otra parte, está la cuestión de qué es lo que Borges piensa sobre el calvinismo. En El evangelio según Marcos vemos que el calvinismo es calificado como un “duro fanatismo” que, aliado con la ignorancia y la mala interpretación, termina por ser un factor determinante en la muerte de Baltasar. Así, los Gutres parecen ser los representantes de una religiosidad mal entendida, caracterizada por el extremismo, la ignorancia y la mala interpretación del texto. ¿Será acaso que Borges piensa eso del calvinismo, o al menos, de los calvinistas? No obstante ello, el hecho de que Borges posiblemente haya construido el cuento a partir de la lógica predestinativa, nos podría conducir a pensar que en ese sentido tiene una afinidad con dicho sistema interpretativo, no tanto porque sea calvinista, sino precisamente por la utilidad que presta la teología de la predestinación para elaborar la repetición de la muerte de Cristo en la persona de Baltasar. Desde esta óptica, podríamos ya dejar planteado que la relación entra la lectura mítica del cuento, y la presencia del factor calvinista, no sería de oposición sino más bien de complementariedad. Finalmente, y como una reflexión de largo alcance, habría que preguntarse cómo interactúa el calvinismo con otras posturas tanto teológicas como filosóficas que plantean la predeterminación del hombre y/o su limitación ante lo infinito/soberano, al interior de la obra de Borges.

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Bibliografía Borello, R. (1977) “El evangelio según Borges”. Revista Iberoamericana. Vol. XLIII, 1977, pags. 503-514 Borges, J.L. (2012). “El evangelio según san Marcos”. Cuentos completos. Buenos Aires, Sudamericana. ________. (2012). “Pierre Menard, autor del Quijote”. Cuentos completos. Buenos Aires, Sudamericana. ________. (2012). “Tres versiones de Judas”. Cuentos completos. Buenos Aires, Sudamericana. ________. (2012). “El sur”. Cuentos completos. Buenos Aires, Sudamericana. ________. (2012). “Los teólogos”. Cuentos completos. Buenos Aires, Sudamericana. Bouyer, J. (1990) Diccionario de teología. Barcelona, Herder. Canclini, A. (1987) La Biblia en la Argentina. Buenos Aires, Asociación Sociedad Bíblica Argentina. Coster, B. (2009) Unidad y diversidad en la historia de la Iglesia. Barcelona, Andamio. González, N. (2012) “Usos literarios de la religión: cuatro cuentos de Borges”. Tonos digital: Revista electrónica de estudios filológicos, Nº. 22, 2012, págs. 1-12 Najenson, J.L. (2003) “„Las siervas de la literatura‟: Filosofía y teología en Borges”. Borges en Jerusalén. Eds. Solotorevsky, M. y Fine, R. Madrid, Iberoamericana. Nuño, J. La filosofía de Borges. Pinnock, C. (2004) Revelación Bíblica. Barcelona, Clie. Planells, A. (1989) ““Cristo en la cruz” o la última tentación de Borges”. Anales de literatura hispanoamericana. N 18, ed. Universidad Complutense, Madrid. Ramsay, R. (2004) Católicos y protestantes, ¿cuál es la diferencia?. Miami, Flet. Rest, J. (2009) El laberinto del universo. Borges y el pensamiento nominalista. Buenos Aires, Eterna Cadencia. Salvador, G. (2004). Borges, lector de Qohélet. Tesis de magister. Institut Universitari de Cultura, Universitat Pompeu Fabra. _________. (2008). Borges y la Biblia. Tesis doctoral. Departament d‟Humanitats, Universitat Pompeu Fabra.

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