Book review \"El poblamiento rural de época visigoda en Hispania” de J. A. Quirós Castillo (ed.)

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Descripción

ISSN 2174-8934 http://www.arqueologiamedievaldebates.com/

Número 5 | Noviembre 2015

Debates de Arqueología Medieval

En este número: Andrea Fiorini, Alberto García Porras, Guillermo García-Contreras Ruiz, Antonio Hernández Pardos, Antonio Malpica Cuello, Cristina Martínez Álvarez, Antonio Luis Martínez Rodríguez, Julián Olmos Sánchez, David Ortega López, Antonio Reyes Martínez, Encarnación Reyes Martínez, Jorge Rouco Collazo, Bilal Sarr Marroco, María del Mar Villafranca Jiménez

DEBATES DE ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL N° 5 (2015)

DEBATES DE ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL N° 5 (2015) I.S.S.N.: 2174-8934 La revista Debates de Arqueología Medieval nace con la pretensión de estructurar toda una serie de intereses que muchos de nosotros tenemos respecto a la Arqueología Medieval, tanto en lo que se refiere a cuestiones metodológicas como, sobre todo, en torno a los debates históricos que se generan a partir de la investigación. DIRECTOR:

Antonio MALPICA CUELLO (Universidad de Granada)

SECRETARIO:

Luca MATTEI (Universidad de Granada)

CONSEJO EDITORIAL: • Raffaela CARTA (Universidad de Granada) • Jorge A. EIROA RODRÍGUEZ (Universidad de Murcia) • Adela FÁBREGAS GARCÍA (Universidad de Granada) • Guillermo GARCÍA-CONTRERAS RUIZ (Universidad de Granada) • Alberto GARCÍA PORRAS (Universidad de Granada) • Raúl GONZÁLEZ ARÉVALO (Universidad de Granada) • Miguel JIMÉNEZ PUERTAS (Universidad de Granada) • Teresa KOFFLER URBANO (Universidad de Granada) • Luis MARTÍNEZ VÁZQUEZ (Universidad de Granada) • Ángel Luis MOLINA MOLINA (Universidad de Murcia) • Bilal SARR MARROCO (Universidad de Granada) • Sonia VILLAR MAÑAS (Universidad de Granada) CONSEJO CIENTÍFICO: • Andrzej BUKO (Instituto de Arqueología y Etnología, Academia de las Ciencias Polacas, Polonia) • Giovanna BIANCHI (Università degli Studi di Siena, Italia) • Susana GÓMEZ MARTÍNEZ (Campo Arqueológico de Mértola, Portugal) • Helena HAMEROW (Institute of Archaeology, University of Oxford, Gran Bretaña) • John MORELAND (Department of Archaeology, University of Sheffield, Gran Bretaña) • Philippe SÉNAC (Université París IV Sorbonne, Francia) • Marco VALENTI (Università degli Studi di Siena, Italia) • Rosa VARELA (Universidad Nova de Lisboa, Portugal) • Elisabeth ZADORA-RIO (Universitè de Tours, Francia)

Redacción, dirección e intercambios: Revista DAM. Alberto García Porras. C/ Del Olmo, 4. Urb. Los Cerezos IV 18150 Gójar (Granada)

— Las normas de edición de la revista se pueden consultar en la página web de la misma:

http://www.arqueologiamedievaldebates.com/normas-de-publicacion y al final de cada publicación — La revista Debates de Arqueología Medieval tendrá una periodicidad anual — Debates de Arqueología Medieval contendrá textos revisados a través del sistema de pares ciegos. La publicación de la revista se realiza a través de internet:

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Autor (año): «Título», http://www.arqueologiamedievaldebates.com/articulonúmero/nombre

I.S.S.N.: 2174-8934

Producción: Atrio Web Dibujo de portada: Tipología de ataifor AG2 localizado en la necrópolis del Sondeo 3100 de la Zona II en el yacimiento de Medina Elvira. Imagen de Cristina Martínez Álvarez

ÍNDICE DEBATES DE ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL N° 5, 2015 I.S.S.N.: 2174-8934, 252 págs.

Editorial Consejo Editorial de la Revista DAM El nº 5 de DAM. El limbo entre la adolescencia y la mayoría de edad ................ 9 Artículos Antonio HERNÁNDEZ PARDOS (Arqueólogo profesional, ACRÓTERA, gestión del patrimonio) La cerámica culinaria Andalusí del Castillo de Albarracín (Teruel) ................. 11 Encarnación REYES MARTÍNEZ, Antonio REYES MARTÍNEZ y Bilal SARR MARROCO (Universidad de Granada) Nuevas aportaciones al conocimiento de la Baza andalusí a través de una Intervención arqueológica en su medina ............................................................ 43 Andrea FIORINI (Università degli Studi di Bologna) Modani e campioni mensori: verso un censimento dell’Italia centrosettentrionale (secoli XIII-XVIII) ....................................................................... 69 Cristina MARTÍNEZ ÁLVAREZ (Universidad de Granada) Estrategia de muestreo cerámico para la periodización de los contextos arquelógicos localizados en la necrópolis medieval de Madīnat Ilbīra ............. 91 Initium Antonio Luis MARTÍNEZ RODRÍGUEZ (Universidad de Murcia / Universidad de Granada) Una aproximación a la costa de la Región de Murcia durante el periodo andalusí: el diálogo entre las fuentes y el debate historiográfico .................... 111 Julián OLMOS SÁNCHEZ (Universidad de Murcia / Universidad de Granada) Análisis de una villa fortificada nazarí de frontera: El Castellón de Vélez Rubio (Almería)................................................................................................ 141 David ORTEGA LÓPEZ (Universidad de Granada) Aproximación arqueológica a la fortaleza de Comares durante la Edad Media .....................................................................................................................177 Entrevistas Antonio MALPICA CUELLO

Entrevista a María del Mar Villafranca. Patrimonio, ciencia y sociedad ........ 195 Proyectos Bilal SARR MARROCO (Universidad de Granada. Director del proyecto PIMA «Poblamiento e Intercambios en torno al Mar de Alborán») El poblamiento beréber en la Marca Superior de al-Andalus (siglos VIII-XII). Un proyecto de investigación postdoctoral ........................................................ 207 Reseñas Alberto GARCÍA PORRAS (Profesor del Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas. Universidad de Granada) De la estructura doméstica al espacio social. Lecturas arqueológicas del uso social del espacio. Por Sonia GUTIÉRREZ e Ignasi GRAU (Eds.) ................ 227 Guillermo GARCÍA-CONTRERAS RUIZ (Universidad de Granada / University of Reading) El poblamiento rural de época visigoda en Hispania. Por Juan Antonio QUIRÓS CASTILLO (Ed.) ..................................................................................... 233 Jorge ROUCO COLLAZO (Universidad de Santiago de Compostela) Arousa medieval y románica. Por Augusto GUEDES DE CASTRO (Ed.) ............ 245 Normas de edición ..................................................................................................... 249

TABLE OF CONTENTS DEBATES DE ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL N° 5, 2015 I.S.S.N.: 2174-8934, 252 pages.

Editorial Editorial Council of the Magazine DAM The nº 5 of DAM. The limbo between adolescence and adulthood ..................... 9 Papers Antonio HERNÁNDEZ PARDOS (Professional archaeologist. ACRÓTERA, heritage management) Culinary pottery from Andalusi period in the Castle of Albarracin (Teruel) ....... 11 Encarnación REYES MARTÍNEZ, Antonio REYES MARTÍNEZ y Bilal SARR MARROCO (University of Granada) New contributions to the knowledge of andalusian Baza through an intervention in its archaeological Medina .................................................................................. 43 Andrea FIORINI (Università degli Studi di Bologna) A census of the samples of building material and of units of measurement of Northern Central Italy (13th-18th centuries) ................................................ 69 Cristina MARTÍNEZ ÁLVAREZ (University of Granada) Ceramic sampling strategy for the archaeological periodization of Madīnat Ilbīra necropolis.................................................................................................. 91 Initium Antonio Luis MARTÍNEZ RODRÍGUEZ (University of Murcia / University of Granada) An approximation to the Region of Murcia’s coast during the al-Andalus period: the relationship between the sources and the historiographic debate ..... 111 Julián OLMOS SÁNCHEZ (University of Murcia / University of Granada) Analysis of a fortified Nazarí villa at the border: «El Castellón» of Vélez Rubio (Almería) ............................................................................................... 141 David ORTEGA LÓPEZ (University of Granada) Archaeological approach to the fortress of Comares in the Middle Ages ............. 177 Interviews Antonio MALPICA CUELLO Interview to María del Mar Villafranca. Heritage, science and society .......... 195

Projects Bilal SARR MARROCO (University of Granada. Manager of the Project «Settlements and Exchange around “Mar de Alborán”».) Berber settlement in the upper march of al-Andalus (8th-12th century). A post-doctoral research project .......................................................................... 207 Reviews Alberto GARCÍA PORRAS (Professor of Departament of Medieval History and Historiographical Technics and Sciences. University of Granada.) De la estructura doméstica al espacio social. Lecturas arqueológicas del uso social del espacio. By Sonia GUTIÉRREZ e Ignasi GRAU (Eds.).................. 227 Guillermo GARCÍA-CONTRERAS RUIZ (University of Granada / University of Reading) El poblamiento rural de época visigoda en Hispania. By Juan Antonio QUIRÓS CASTILLO (Ed.) ..................................................................................... 233 Jorge ROUCO COLLAZO (University of Santiago de Compostela) Arousa medieval y románica. By Augusto GUEDES DE CASTRO (Ed.) ............. 245 Instructions for authors............................................................................................. 249

GUILLERMO GARCÍA-CONTRERAS RUIZ*

Juan Antonio Quirós Castillo (ed.) Con textos de Alfonso Vigil-Escalera Guirado, Carlos Tejerizo García, Idoia Grau Sologestoa, Begoña Hernández Beloqui, Francesc Burjachs, Francisco Javier Sanz García, Gregorio José Marcos Contreras, María José Iriarte Chiapusso, Miguel Ángel Martín Carbajo, Jesús Carlos Misiego Tejeda Universidad del País Vasco, Documentos de Arqueología Medieval El poblamiento rural de época visigoda en Hispania. Arqueología del campesinado en el interior peninsular Bilbao, 2013 438 páginas 232 figuras en blanco y negro y 36 tablas ISBN: 978-84-9860-889-2 En este libro se reúne un amplio estudio sobre 11 yacimientos rurales de época altomedieval (siglos V al VIII), localizados en el centro de la Península, en las provincias de Madrid, Segovia, León y Valladolid, y excavados entre los años 1996 y 2009. Este trabajo ejemplifica el cambio historiográfico que se está desarrollando en el estudio arqueológico de la Alta Edad Media peninsular, especialmente en el centro y el norte de la Península y en gran medida gracias a centros y grupos de investigación tan activos como el de Vitoria, del que forman parte la mayoría de los autores de esta obra1. La incorporación de ingentes cantidades de nuevos datos empíricos, en parte provenientes del salto cualitativo y cuantitativo dado por la Arqueología Comercial está obligando a replantear teóricamente viejos temas bajo nuevas perspectivas, que si bien no siempre terminan de desprenderse de los discursos dominantes en el centro y norte de Europa2, si que se alejan de explicaciones idealistas en torno a la filiación étnica, la religión o el                                                              *

Universidad de Granada / University of Reading. Correo-e: [email protected] GIPyPAC: Grupo de investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales: http://www.ehu.eus/patrimonioypaisajesculturales/files/index.php 2 En este libro, los propios autores se reconocen deudores del trabajo de Chris Wickham (2008) (p. 388) 1

Debates de Arqueología Medieval, 5 (2015), pp. 233‐243 Guillermo García‐Contreras Ruiz: Reseña «El poblamiento rural de época visigoda en Hispania» ISSN: 2174–8934

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RESEÑAS

EL POBLAMIENTO RURAL DE ÉPOCA VISIGODA EN HISPANIA

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primitivismo de estas comunidades y están generando nuevos marcos explicativos a la compleja materialidad de las sociedades rurales en la Alta Edad Media. Es el sexto volumen de la colección Documentos de Arqueología Medieval, que estuvo precedido por una monografía sobre la aldea de Zaballa (QUIRÓS: 2012) y la publicación de cuatro actas de congresos sobre diferentes aspectos de la Alta Edad Media: las aldeas en Europa (QUIRÓS: 2009), la región del norte peninsular y en concreto el País Vasco entre los años 450 y 1000 (QUIRÓS: 2011); los castillos altomedievales en el noroeste de la Península Ibérica (QUIRÓS y TEJADO: 2012), y otro posterior sobre los graneros, silos y otras estructuras de almacenamiento en la Europa altomedieval (VIGIL-ESCALERA, BIANCHI y QUIRÓS: 2013)3. El libro que ahora nos ocupa está dividido en 4 apartados claramente diferenciados: una introducción; un amplio segundo apartado donde se describen los registros arqueológicos de cada uno de los once yacimientos; un tercer bloque donde se realizan cuatro estudios monográficos (ritos funerarios, arquitecturas domésticas, estudio arqueozoológico y análisis de las transformaciones en el paisaje vegetal) y finalmente un capítulo o ensayo final que sirve de discusión y conclusión a todo lo expuesto. Abre la obra una reflexión acerca del papel de la arqueología preventiva o comercial en la recuperación de los registros arqueológicos altomedievales, que firma el coordinador de la obra, Juan Antonio Quirós Castillo. Sirve de introducción para comprender el contexto de las excavaciones y los protocolos que se han seguido en la realización de las intervenciones arqueológicas abordadas en el libro. Se examinan distintos temas, desde el impacto de las leyes de patrimonio a nivel estatal y autonómico y cómo esto ha podido influir en la llamativa desigualdad de los hallazgos de asentamientos campesinos altomedievales; hasta el papel en el mercado y en el ámbito académico de las empresas y profesionales de la arqueología, pasando por el notable crecimiento de las obras públicas y la especulación urbanística y el consiguiente desarrollo de la arqueología preventiva. Y, sobre todo, este capítulo trata sobre el importante efecto que ha tenido en el conocimiento del poblamiento rural y la arqueología del campesinado la arqueología preventiva, no por «el simple resultado de la multiplicación exponencial de las intervenciones arqueológicas» sino por «la introducción de toda una serie de innovaciones de carácter práctico y teórico que han permitido realizar un salto cualitativo relevante en la construcción de los registros arqueológicos» (p. 57). Sirve este primer capítulo también para presentar una breve semblanza historiográfica sobre la arqueología de los espacios domésticos altomedievales en el centro peninsular que sirve de marco donde insertar el resto del libro. El segundo capítulo, el más extenso en número de páginas (pp. 65-258, casi un tercio del libro), recoge la presentación y descripción de los once yacimientos arqueológicos estudiados en el volumen, siguiendo un modelo de ficha normalizado que permite la comparación entre todos ellos. Cinco de ellos son presentados, de forma colectiva, por Francisco Javier Sanz García, Gregorio José Marcos Contreras, Jesús Carlos Misiego Tejeda y Miguel Ángel Martín Carbajo, socios de la empresa «Strato Gabinete de Estudios sobre Patrimonio Histórico y Arqueológico».                                                              3

A ello debemos añadir que en el momento de escribir esta reseña han sido publicados dos nuevos volúmenes en esta misma colección, el primero resultado de una tesis doctoral sobre el siglo V en el interior peninsular (VIGILESCALERA: 2015) y el más reciente, un nuevo volumen colectivo, dedicado a la Identidad y etnicidad en Hispania (QUIRÓS y CASTELLANOS: 2015).

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Los otros seis por Alfonso Vigil-Escalera, en parte como socio de «Área Sociedad Cooperativa Madrileña», otra empresa de arqueología. Todos ellos comparten una serie de características comunes, más allá de su cronología: en todos los casos los yacimientos han sido destruidos, en todos los casos se ha intervenido en extensas superficies, en ocasiones superando las dos hectáreas de extensión continua, y en todos los casos el registro arqueológico proviene mayormente de estructuras negativas excavadas en el nivel geológico (p. 30). La sistematización y presentación de la información arqueológica se ha reunido en quince campos que incluyen aspectos relativos a la intervención, a la extensión del yacimiento y la extensión excavada, a la presentación de los restos exhumados, a la organización interna y las estructuras domésticas, al análisis del material mueble a los análisis bioarqueológicos y, finalmente, una valoración de los resultados obtenidos. A cada descripción del yacimiento le acompaña una excelente documentación gráfica de todo tipo, desde dibujos de plantas y materiales hasta fotografías áreas o de detalle de aspectos de los yacimientos que se quieren resaltar, pasando por gráficas y estadísticas variadas. Se ofrece además información suficiente no sólo sobre las fases altomedievales de los yacimientos, sino también sobre restos adscritos a periodos anteriores o posteriores. Lo que conforma el registro arqueológico de estos once yacimientos son, básicamente, estructuras negativas, interpretadas por su tamaño y características como fondos de cabaña, hoyos de poste, estructuras de almacenamiento o zanjas y fosas para empalizadas, procesos de combustión o funciones hidráulicas, así como evidencias de prácticas agrícolas como las 226 gavias o alcorques identificados en el yacimiento de Navamboal (p. 121). A ello hay que añadir algunos restos de cimentaciones de mampostería (incluso evidencias de muros de tapial como en Ladera de los Prados, p. 88), y muy abundantes en los yacimientos madrileños de Gózquez y El Pelícano), en algún caso una cerca de mampostería que rodeaba el yacimiento (en Cárcava de la Peladera, Segovia, p. 108). En la mayoría de los casos estudiados, la práctica inexistencia de estructuras en alzado se explica debido al impacto de ulteriores actividades agrícolas o a la erosión natural. La localización de estos yacimientos, en los fondos de valle o en amplias zonas amesetadas, que han sido objeto de extensivos cultivos hacia fechas más recientes, es uno de los motivos. Un aspecto que podría ser controvertido, pero que es satisfactoriamente resuelto, es lo referido a las cronologías de estos yacimientos. Las dataciones se han realizado generalmente a partir del estudio de la cerámica en contextos independientes y cerrados (caso de Gózquez, Madrid, p. 175, o El Pelícano, p. 199) y en algunos casos favorecido por la existencia de relaciones estratigráficas entre estructuras de distintos periodos (como en El Soto/Encadenado, p. 230). Estos estudios cerámicos están en algunos casos apoyados en análisis de C14 sobre material óseo; y más raramente en otras técnicas de datación como la termoluminiscencia, usada en el caso de la Mata del Palomar (Segovia) (pp. 153-154)4. De excavaciones como las aquí presentadas se infiere que «solamente cuando se realizan excavaciones en extensiones superiores a la hectárea es posible analizar en cierto detalle aspectos microespaciales de articulación de estos yacimientos caracterizados por una baja                                                              4

Tan sólo dos de los yacimientos parecen tener unos problemas cronológicos que deberían ser revisados, pues en el caso de Canto Blanco (Sahagún, León) se menciona que hay un 20% de cerámica romana y tardorromana frente a sólo un 4,7% de cerámica altomedieval (pp. 75-77), y en el caso de La Cárcava de Peladera (Hontoria, Segovia) dos de las dataciones radiocarbónicas efectuadas, que se desestiman, corresponden a época romana mientras que se acepta una tercera que sí es altomedieval (p. 115).

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intensidad de ocupación del espacio» (p. 85). En este sentido, se ha podido examinar como los yacimientos estudiados presentan un organización diferenciada del uso del espacio, con las viviendas separadas de las zonas de cultivo (que en ocasiones quedan como zonas vacías en el interior del propio yacimiento, como ocurre en Gózquez (p. 171) o en El Pelícano (p. 193) y de las zonas productivas, si bien estas últimas sólo se han identificado en algunos casos como en Mata del Palomar (Valladolid), donde hay tanto una zona de producción metalúrgica (p. 139 y pp. 144-145) como una zona de alfar (p. 140 y pp. 145-147); o en Gózquez (Madrid), donde ha aparecido un lagar y varios hornos exentos (pp. 169-171). No se han identificado con claridad zonas de procesado de los animales, pero sí posibles zonas de preparado de los cereales, en Navamboal (Valladolid), identificado por el alto porcentaje del taxón cerealia en una de las cabañas (p. 126). Lo que sí parece ser común en todos los yacimientos estudiados es la existencia de hornos domésticos, así como molinos de mano y pozos. En otros casos el uso diferencial del espacio se deduce de la concentración de determinados tipos de estructuras en áreas restringidas, como hornos adosados y exentos que parecen conformar una zona específica de cocina en Congosto (Rivas-Vaciamadrid) (p. 249). El tercer bloque de libro lo constituyen otros cuatro capítulos firmados por distintos especialistas, en los que se presentan estudios detallados de tipo comparativo de aspectos concretos de los registros arqueológicos de los distintos yacimientos: los ritos funerarios, la arquitectura doméstica, un estudio acerca de la fauna y la gestión de los animales y el sexto y último capítulo de este bloque que trata sobre la evolución del paisaje vegetal a partir del registro paleopalinológico. Aunque se echan en falta capítulos de la misma naturaleza dedicados a otros aspectos concretos, estas ausencias se justifican o se solucionan de formas distintas. En el caso del necesario estudios exhaustivos de la cerámica se justifica por la existencia de publicaciones previas (p. 62) y en cualquier caso se ofrece suficiente información en la ficha de cada yacimiento; en lo que respecta a la arqueobotánica, los autores reconocen que no disponen de este tipo de estudios «bien porque aún se están realizando, bien porque no se tomaron en su día las muestras adecuadas durante el proceso de excavación» (p. 382); y en lo que respecta al vidrio, los metales o algunas pizarras con inscripciones, si bien no hay estudios específicos sobre ellos, sí que se da suficiente información en la descripción de cada uno de los yacimientos, así como son materiales que entran a formar parte en las discusiones y conclusiones del capítulo final. En lo que respecta a los ritos funerarios, Alfonso Vigil-Escalera tras un breve, pero denso resumen de la producción historiográfica peninsular sobre el tema, propone una resistematización de la compleja variedad de registros funerarios en función de la base empírica proporcionada por los once yacimientos estudiados, sobre todo los de Madrid que han proporcionado más cantidad y heterogeneidad de evidencias en este sentido. Lo más destacado es la «notable variedad de contextos arqueológicos en que se han documentado restos antropológicos en posición primaria» lo que «choca con la descripción habitual del universo funerario altomedieval manejado por la historiografía» (p. 274). A partir de la descripción de las características de los enterramientos, posición de los enterrados, materiales asociados cuando aparecen, y su relación espacial a nivel interno y en relación con los espacios de viviendas, Vigil-Escalera apuesta por englobar en la categoría denominada «necrópolis postimperiales» la anterior y tradicional división en necrópolis «del Duero» o «de la Meseta», las «visigodas» y las «hispanovisigodas». La integración de los datos proporcionados por los once yacimientos analizados en este trabajo 236 

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con los disponibles en otros sitios coetáneos, permite al autor proponer tres grupos: inhumación en necrópolis comunitarias; sepulturas aisladas o en pequeños grupos; inhumaciones en estructuras no funerarias (p. 276). La componente cronológico-secuencial le parece a VigilEscalera indiscutible, pero añade que junto al análisis diacrónico deben analizarse las relaciones espaciales sincrónicas, tanto por las formas de asociación con el espacio residencial como a escala regional en la articulación y jerarquización del poblamiento (p. 262). De manera que la agenda propuesta parte de una discriminación elemental: el carácter público o privado del hecho funerario específico, es decir, identificar y discriminar lo que son «espacios funerarios comunitarios, socialmente construidos como tales, y lo que son áreas o estructuras de enterramiento estrictamente familiares o privadas» (p. 265). De esta forma, la cantidad de inhumaciones no es tan importante como su contextualización diacrónica y sincrónica. Y de la misma forma, se critica que se haya minusvalorado el peso de la evolución diacrónica del registro funerario, abordando las necrópolis siempre desde análisis excesivamente estáticos, como si se hubiesen generado en un único momento. Como ya se ha señalado, el siguiente capítulo está dedicado a la arquitectura doméstica, entendiéndola por parte de Carlos Tejerizo García no como un espacio-refugio encerrado entre paredes para entender estas arquitecturas, o unidades habitacionales, sino como «un espacio complejo de relaciones sociales tanto en lo interno (entre el grupo o unidad que lo habita) como en lo externo (entre este grupo y la comunidad, las relaciones económicas y el paisaje)» (p. 290). Al igual que en el estudio de la arqueología funeraria, se parte de unos apuntes historiográficos que no sólo se ciñen únicamente al caso peninsular (pp. 295-296) sino que abarcan gran parte de Europa central y occidental (pp. 291-295). Las arquitecturas de los once yacimientos se estudian diferenciando las construcciones realizadas a nivel de suelo o rehundidas y las estructuras áreas o en elevado. En ambos casos, se comienza analizando los condicionantes que los procesos postdeposicionales han podido tener en la correcta identificación e interpretación. En segundo lugar se realiza una tipometría y tipología, especialmente interesante en el caso de los 206 fondos de cabaña provenientes de los yacimientos estudiados, partiendo del número de hoyos de poste, discutiendo la posible existencia de suelos sobreelevados y comparando las medidas y espacio útil con otros casos estudiados en Europa, para finalmente centrarse en la morfología en función de la variabilidad de sus características: fosas rectangulares u ovaladas, con presencia o no de hornos, hogares o contenedores internos, por la forma de sus ángulos o por la presencia de compartimentaciones internas, entre otras. Todo ello se acompaña de un buen número de tablas y gráficas que resumen las diferentes propuestas y ofrecen datos cuantitativos de gran valor (pp. 305-311). Con posterioridad, tanto en el caso de las fosas negativas como de las arquitecturas en elevado, se plantean que funciones pudieron tener cada uno de ellos. Se advierte que los materiales encontrados en el interior de los fondos de cabaña no deben ser considerados como indicadores fiables de manera aislada, debido a los procesos de formación de este tipo de contextos, a la potencial plurifuncionalidad de las estructuras, a las cautelas teóricas derivadas de la «biografía cultural» de los objetos y a que las actividades registradas debieron producirse en las últimas fases de ocupación que son las que se evidencian en el registro, pero difícilmente a las más tempanas. Todo ello «obligan a ser precavidos a la hora de plantear relaciones funcionales normativistas que quizás estén simplificando la complejidad social de la estructura y de la sociedad en la que ésta se inserta» (p. 311). En lugar de ello, para tratar de definir la funcionalidad de las estructuras, 237 

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se apuesta por análisis contextuales y micro-espaciales, asociando la propia estructura con su posición en la totalidad del asentamiento y con la presencia de elementos tales como hogares, hornos o silos en el interior o las inmediaciones. Un aspecto interesante que se señala es que, frente a anteriores planteamientos, hay que rechazar que todos los edificios con zócalo de piedra fuesen una evolución tecnológica en la edilicia doméstica frente a las estructuras rehundidas. Ejemplos como el de Gózquez constatan la coexistencia de las llamadas arquitecturas áreas y los fondos de cabaña (p. 321). En lo que respecta al capítulo dedicado al registro faunístico, Idoia Grau Sologestoa estudia la información proporcionada por la evidencia arqueológica de fauna, especialmente mamíferos y aves, partiendo de un estudio tafonómico que analiza críticamente las características de los conjuntos estudiados. Estos conjuntos provienen de 12 yacimientos (La Mata del Palomar (Segovia), Ladera de los Prados (Valladolid), Cárcava de la Peladera (Segovia), El Pelícano, Dehesa de la Oliva, La Huelga, Gózquez, La Indiana, Barranco del Herrero, El Pelícano, Prado de los galápagos y La Vega (los nueve últimos en Madrid). El punto de partida son los informes de estudio del material de fauna proveniente de las excavaciones, a partir de cuyo estudio conjunto se discuten cuestiones relativas al análisis de la composición taxonómica y se proponen pautas para interpretar la orientación productiva de las comunidades rurales altomedievales a partir de las formas de procesado de los animales, las patologías en ellos detectados y los datos biométricos. Las principales dificultades, advertidas por la propia autora, es que los conjuntos de fauna recuperados en estos yacimientos son muy dispares, así como los procedimientos de estudio que se han seguido para el análisis de estos restos, lo que dificulta y limita la realización de comparaciones directas (p. 330). A ello hay que añadir que la mayor parte de la fauna proviene de depósitos en posición secundaria (generalmente la amortización de estructuras en negativo) por lo que cuestiones tales como el Número Mínimo de Individuos no parecen ser del todo relevantes (p. 331). Con todas las precauciones derivadas del registro arqueológico, el capítulo pasa a abordar aspectos como la escasa actividad cinegética (en contra de la idea mantenida por los historiadores de la alimentación para este periodo) (pp. 334-335), y la gestión la cabaña ganadera, mayoritariamente estabulada y limitada a una docena de taxones siendo ovejas y cabras, seguidas por vacas, cerdos, équidos y en menor medida gallinas los más abundantes (p. 335). Debido a la edad de sacrificio de los diferentes animales, se deduce que el empleo de estos animales parece estar dirigido más al aprovechamiento de productos secundarios (caso del ganado caprino) o a su uso como fuerza de tracción (caso del ganado vacuno y equino) (pp. 338-339), y solo el ganado porcino sería sacrificado en la mayoría de los asentamientos en el momento que se considera que alcanza su máximo cárnico (p. 339). En definitiva, salvo singularidades en ciertos yacimientos, se aprecia que la gestión de las cabañas ganaderas «responde a estrategias productivas equilibradas, poco especializadas, y orientadas a la estrecha integración entre una agricultura esencialmente cerealícola y a una ganadería de carácter estante» (p. 339). El último apartado de este bloque dedicado a estudios monográficos sobre aspectos concretos, está dedicado al paisaje vegetal. En él, Begoña Hernández-Beloqui, Francesc Bujarchs y María José Iriarte-Chiapusso realizan una valoración del registro palinológico del área central de la Península Ibérica, esto es, la comprendida entre las cuencas del Duero al Norte, el Sistema Central en el medio y la cuenca del Tajo al Sur, durante el periodo comprendido entre 238 

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los siglos V y IX. Para ello usan análisis polínicos realizados tanto en 10 yacimientos arqueológicos como en 9 depósitos naturales, presentando los principales resultados caso por caso, agrupándolos en las tres áreas geográficas objeto de estudio (pp. 347-352), para pasar al final a realizar una discusión conjunta. Señalan la extremada variabilidad subregional (p. 356) y la ausencia de tendencias uniformes para el periodo visigodo en el marco geográfico escogido (p. 352), a pesar de lo cual es posible deducir cierta antropización que revela una agricultura mixta integrada con una ganadería estante, no observándose indicios de formas especializadas de producción agraria. En la cuenca del Tajo esta antropización es muy acusada (p. 353), siendo menor en el caso de la cuenca del Duero y el Sistema central, si bien en este caso se puede justificar porque casi todos los depósitos naturales se encuentran por encima de los 1500 m de altitud (p. 354). Finalmente, en el séptimo y último capítulo, cuyos autores son Alfonso Vigil-Escalera y Juan Antonio Quirós Castillo, se presenta un ensayo de interpretación del registro arqueológico en su totalidad, tratando de analizar el significado social y las implicaciones históricas de toda la información arqueológica sobre aldeas y granjas altomedievales en el centro peninsular presentada en páginas anteriores. El capítulo está dividido en cuatro apartados. En el primero se analiza la entidad de la muestra y la naturaleza de los registros de estos asentamientos, en base a datos cuantitativos tales como la extensión de los yacimientos o el porcentaje de ellos excavados, la afección de procesos postdeposicionales y la erosión y arrasamiento horizontal, o el predominio de los depósitos secundarios. En el segundo apartado se hace un estudio interno de los yacimientos atendiendo a sus pautas de articulación y a los cambios que se detectan a lo largo del tiempo. La potencialidad de este análisis «es proporcional a la entidad y a la calidad de la documentación arqueológica disponible» (p. 366) reconociendo los autores que «el repertorio de sitios tratados en este trabajo es aún demasiado exiguo como para realizar análisis comparables a los logrados en otros ámbitos» (p. 366). A pesar de ello, y huyendo de posibles clasificaciones que serían precarias por lo exiguo de la muestra (más allá de la distinción entre granjas y aldeas5), analizan en detalle las características tales como su carácter abierto, la ausencia de estructuras defensivas o centros de culto, la presencia de cementerios como único espacio reconocible de uso colectivo, su localización en llano o ladera, su nula relación con la red viaria o su frecuente estabilidad a lo largo del tiempo. En el tercero apartado de este último capítulo se atiende a la estructura económica, es decir a la artesanía (cerámica, vidrio y metalurgia), la agricultura y la ganadería, criticando anteriores concepciones primitivistas, etnicistas o continuistas que incidían en el carácter simplificado del sistema productivo de estos yacimientos, y apostando por un planteamiento netamente discontinuista respecto al poblamiento anterior (p. 398). En lugar de ello, se afirma que los enclaves campesinos analizados «forman parte de un sistema político y socioeconómico complejo que se articula en redes económicas que funcionan a distintas escalas»                                                              5

La distinción se realiza en función del número de unidades domésticas y la existencia o no de áreas funerarias estables y de carácter comunitario. En palabras de los autores «la documentación arqueológica no permite avalar de manera fiable la existencia de patrones diferentes en cuanto a las pautas de organización espacial entre los asentamientos de mayor entidad demográfica y complejidad, de carácter aldeano, y aquellos presumiblemente más sencillos que hemos denominado granjas. El único elemento para establecer una discriminación efectiva entre ambos ha sido la inexistencia de un área funeraria estable y de carácter comunitario en estas últimas, con todos los problemas que acarrea una categorización fundada en la aparente ausencia de un tipo de evidencia» (p. 372).

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(p. 376), siendo comunidades con «amplios márgenes de capacidad organizativa como resultado de la descentralización de la gestión de las actividades productivas» (p. 398). Se presentan unas comunidades campesinas que se articulan siguiendo la lógica productiva basada en el policultivo y la diversificación de la producción con el fin de limitar riesgos, con base cerealícola combinada con leguminosas, frutales e integrada con una ganadería estante, que resolvería la mayoría de sus necesidades en el propio seno de las comunidades (incluyendo la producción de las cerámicas comunes o de los cotidianos objetos metálicos). Sin embargo, al pasar de los centros de producción al estudio de los patrones de consumo, «nos daremos cuenta de que, si bien el uso de herramientas e instrumentos de hierro está generalizado, el de los productos metálicos no ferrosos y la vajilla de vidrio sigue otros patrones» (p. 377) que los autores califican de «relaciones de carácter vertical» (p. 378) por consumirse productos fabricados en talleres urbanos como los de Recópolis. Algo similar se deduce del estudio de la cerámica como referente del sistema económico, ya que coexisten distintos sistemas productivos y diferentes sistemas de distribución al mismo tiempo: una producción y distribución de carácter local, o a lo sumo regional, para la mayor parte de los productos, combinada con un comercio de productos como la vajilla de vidrio o ciertas cerámicas importadas, cuantitativamente más limitada que la anterior, como resultado de relaciones personales privilegiadas mantenidas entre algunos residentes en el campo con las élites de los centros jerárquicos territoriales, como pudieron ser las ciudades de Toledo, Recópolis y otros centros urbanos, protourbanos o de segundo orden (p. 381). Finalmente, y a modo de resumen general de todo lo dicho, se examinan las transformaciones territoriales en términos diacrónicos desde una perspectiva sistémica, partiendo desde el fin de las villas romanas, pasando por la emergencia de las aldeas y granjas, discutiendo la articulación y jerarquía política del territorio y el papel de otros centros territoriales (los centros de poder) y planteando algunas incógnitas no bien resueltas como la información contenida en las pizarras, para cerrar el libro con una breve descripción del fin de las aldeas, más claro en los casos madrileños por la irrupción de al-Andalus, y con ello del periodo histórico examinado. En definitiva, nos encontramos ante una obra extensa, con un alto grado de coherencia interna, una argumentación sólida en todos sus apartados y una gran honestidad intelectual que lleva a los autores a señalar errores y carencias en sus propias investigaciones. Como afirma el editor de la obra «este libro nunca se habría podido realizar sin la participación de las empresas de arqueología» (p. 33). De ella se valora la calidad del registro obtenido y, sobre todo, la escala a la que se han realizado este tipo de intervenciones, ya que ha provocado un cambio radical en la apreciación y en la valoración de los elementos materiales. De esta forma, ha sido posible identificar las relaciones existentes entre las distintas estructuras, hasta el momento tratadas de forma fragmentada, así como realizar análisis espaciales sutiles a través del estudio de los espacios vacíos carentes de estructuras (p. 58). Habría que señalar algunos aspectos negativos del trabajo, ninguno de los cuales desmerece para nada el valor general de la obra. Además de la repetición literal de algunos párrafos (en lo que se refiere al poblamiento rural en el contexto histórico-geográfico de las aldeas de la Comunidad de Madrid) lo primero que cabría discutir es el propio título escogido para el libro. Sobre todo, la primera parte, que se refiere al «Poblamiento rural de época visigoda», puede llevar a engaño a quien abra el libro por primera vez. El poblamiento no son sólo las aldeas, también las vías de comunicación, los asentamientos en altura o de segundo nivel, la ocupación 240 

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de otro tipo de espacios como pudieron ser las cuevas etc. Pensamos que ese título es más acertado para el ensayo de interpretación que constituye el séptimo capítulo del libro, si bien en sentido estricto al poblamiento y el marco territorial solamente se dedican 2 páginas. Pensamos que hubiera sido más adecuado como título general una expresión en la que aparecieran las palabras «aldeas» y «campesinos», toda vez que son esos dos los aspectos que centran la atención del libro, o bien haber dejado únicamente la segunda parte del mismo. Un segundo aspecto que podría señalarse como debilidad en el libro, y que es reconocido por los propios autores, es que la muestra puede ser exigua si se compara con otros trabajos similares realizados en Europa6, lo que para los autores no condiciona el alcance de la interpretación propuesta ya que la muestra, aunque cuantitativamente no es muy notable, sí que se considera cualitativamente más que suficiente, por provenir de excavaciones realizadas en amplias extensiones (con porcentajes excavados de entre el 7% mínimo, el 50% máximo y más del 20% en la mayoría de los casos) y por la heterogeneidad de los registros arqueológicos (p. 358). Un tercer aspecto negativo es el de las considerables diferencias existentes entre las dos zonas analizadas. Además de haber diferencias en la precisión cronológica obtenida en las aldeas de Madrid y de la Cuenca del Duero (p. 362), no siempre se resuelve bien los tímidos planteamientos de comparación entre unas y otras, por ejemplo, en lo que respecta a la mayor concentración de estructuras en elevado en los primeros respecto a los segundos (p. 315). En algunos párrafos del libro cabe intuir una cierta idea centro-periferia no del todo bien desarrollada ni siempre explícita, salvo algunas excepciones, como en el estudio de la arquitectura doméstica, cuando se afirma que «las aldeas madrileñas parecen mostrar un mayor desarrollo de las relaciones sociales de producción con respecto a las aldeas castellanas» por estar estas últimas «situadas en entornos más periféricos y en el que las élites de tipo local jugarían un papel mucho más determinante a la hora de concretar las formas de poblamiento y la orientación económica de las aldeas» (pp. 327-328). En cambio, en otra parte del libro, se afirma que «las eventuales diferencias existentes entre los territorios analizados en este trabajo (Madrid y la cuenca del Duero) pueden juzgarse, a día de hoy, más como el resultado de un diferente estado de la investigación en ambas zonas que como una evidencia objetivamente discernible» (p. 390). En el mismo sentido, en los distintos capítulos del libro, sobre todo en los cinco últimos, hay una doble influencia o «tensión», no siempre bien resuelta, entre el grupo familiar y la comunidad. El primero, como unidad básica de decisión de la producción y la reproducción; y el segundo porque establece unas señas culturales e identitarias de más amplio rango. Esto se refleja, por ejemplo, en la aparente contradicción entre que las formas constructivas básicas sean las mismas dentro de una misma aldea y en espacios regionales mucho más amplios; y por otro que no existan pautas estandarizadas y regularizadas de construcción, reflejo de la simplificación

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En trabajos de similar naturaleza y cronología, Peytremann (2003) estudió 308 yacimientos rurales en el norte de Francia y Valais (2012) analizó 50 en el noroeste del mismo país; Helena Hamerow incluyó 84 en su trabajo sobre época anglosajona en Inglaterra y 66 en todo el noroeste europeo (HAMEROW 2002, 2012); y para Irlanda contamos con un trabajo que reúne 241 yacimientos (O´SULLIVAN et alii, 2010). Más similar a este libro es la muestra de ocho yacimientos recogida por Valenti (2004) para su estudio sobre la Toscana en Italia.

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de los procesos sociales en la época postimperial (p. 327). Lo mismo cabría decir de los ritos funerarios o de las pautas de consumo animal. De igual manera hay que señalar la diferente profundidad y densidad de los capítulos dedicados a aspectos concretos del registro arqueológico. Si bien tanto los rituales funerarios como las arquitecturas domésticas son equiparables, el capítulo de fauna nos deja con la duda de porqué se han decidido incluir 12 yacimientos en lugar de los 11 estudiados en el libro como tema central; así como en el estudio palinológico se realiza un repaso a casos ya estudiados sin aportar investigación de base nueva y sin que se alcance a comprender la relación directa con los propios asentamientos. Por lo demás, pensamos que el libro, integrado dentro de la colección de obras que indicábamos al principio, merecerá con el tiempo ser considerado un referente historiográfico. En este sentido, una de las características positivas del libro, especialmente notoria en los capítulos dedicados a las arquitecturas domésticas, los rituales funerarios o en el ensayo de interpretación final, son las constantes comparaciones con otros yacimientos, más allá de los 11 casos estudiados, y las continuas citas bibliográficas. Esto permite obtener una idea general sobre la totalidad de la Península Ibérica, especialmente el centro y el norte, y permite con ello valorar en su justa medida los registros arqueológicos examinados. El libro, en su totalidad, deja al lector con tres ideas principales que podemos utilizar a modo de conclusión general: la importancia del cambio teórico y metodológico en las técnicas de excavación arqueológica derivado de una buena praxis desde la arqueología comercial; la importancia de documentar, leer e interpretar tanto las zonas vacías en el interior de los yacimientos, como toda la variabilidad de fosas negativas; y la importancia de la datación de los materiales y los yacimientos para el esclarecimiento de las secuencias, incluso en periodos cortos de tiempo como fueron los tres siglos del denominado periodo visigodo.

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