Asocioaciones obreras en Mazatlán. Sociabilidad, política y vida cotidiana, 1875-1909

October 6, 2017 | Autor: Juan Luis Rios | Categoría: Historia Política y Social Siglos XVIII-XIX, Historia Cultural, Vida Cotidiana, Sociabilidad
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ASOCIACIONES OBRERAS EN MAZATLÁN. SOCIABILIDAD, POLÍTICA Y VIDA COTIDIANA, 1875 – 1909

Juan Luis Ríos Treviño1 [email protected]

Inicio y formación de las asociaciones obreras en Mazatlán El desarrollo industrial que se dio en Mazatlán durante la segunda mitad del siglo XIX provocó el aumento de la fuerza de trabajo obrero. En este contexto el gobierno estatal comenzó a implementar leyes -durante la última década del siglo XIX- que obligaban al trabajador industrial a cubrir ciertos requisitos para su contratación, como saber leer y escribir, tener conocimientos de aritmética, matemáticas y de la actividad a realizar, todas estas, influenciadas por los empresarios pertenecientes a la Cámara de Comercio de Mazatlán. La necesidad de la defensa laboral aunada a la influencia cultural provista por los personajes del mundo intelectual en aumento, influyeron para que los trabajadores del puerto fueran creando organizaciones gremiales, en forma de mutualistas o asociaciones obreras, que les permitiesen lograr una identificación social y cultural. Las organizaciones obreras establecidas en Mazatlán durante el periodo conocido como el porfiriato y en Sinaloa como el cañedismo2, fueron una influencia muy significativa para que los trabajadores del puerto tuviesen un peso importante en el desarrollo social, creando escuelas y bibliotecas para el beneficio de sus agremiados y de la sociedad en general, logrando una participación activa dentro de las festividades oficiales y realizando ellos mismos actividades culturales como

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Juan Luis Ríos Treviño es estudiante de la Maestría en Historia en la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la cual desarrolla la tesis titulada: Régimen y revolución. Sociabilidad y cultura política en Mazatlán, 1877-1911, proyecto del cual se han desprendido, como avances de la investigación, tanto el presente artículo, como el titulado: La sociabilidad obrera en Mazatlán, 1875-1910, publicado en Gilberto López Castillo et. al., De las Labradas a Mazatlán. Historia y Arqueología, México, INAH, 2014. 2 El general brigadier Francisco Cañedo Belmonte fue gobernador constitucional de Sinaloa de 1877 a 1909, excepto por los cuatrienios de 1880-1884 y 1888-1890, cuando paso el poder del ejecutivo a su compadre el Ingeniero Mariano Martínez de Castro.

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obras de teatro, zarzuelas, serenatas públicas, fiestas patrias y corridas de toros, así como política, organizando huelgas en pro de mejores condiciones laborales y participando de manera activa e influyente en el proceso político electoral para la elección de gobernador que vivió Sinaloa en 1909, previo al movimiento revolucionario encabezado por Francisco I. Madero. El aumento de industrias en Mazatlán no se dio de forma exponencial ni tampoco en un espacio corto de tiempo. Comenzó durante la segunda mitad del siglo XIX y fue poco a poco aumentando de acuerdo al crecimiento de la ciudad y a la importancia que tomó ésta como puerto de enlace para la salida de minerales y de otras materias primas a los Estados Unidos y Europa. Desde la última década del siglo XIX, la fuerza de trabajo en el Distrito de Mazatlán estuvo establecida predominantemente dentro del cuadro urbano, siendo un 92% (Ramírez, 1987: 10) de los obreros incorporados por alguna de las 180 fábricas pertenecientes a las industrias tabaqueras, textileras, zapateras, cerveceras y de fundición establecidas dentro de la ciudad. De esta forma Mazatlán logró concentrar el 60% de las industrias del estado de Sinaloa (Ramírez, 1987: 10), las cuales sumaban un aproximado de 2600 obreros en una ciudad de aproximadamente 19 mil habitantes (Román, en prensa); esto especialmente porque la demanda de bienes de consumo, como alimentos y bebidas, fue desplazada por la demanda de la población en aumento hacía productos que obligaron al desarrollo industrial. Algunas de las industrias más importantes del puerto fueron las textileras, como la fábrica de hilados y tejidos “La Bahía” en donde laboraban 95 trabajadores y la fábrica textil “La Unión”, que contó con un número aproximado de 350 trabajadores. Entre una de las muchas industrias que revolucionó la tecnología de las maquinas a vapor estaba la del tabaco, ya que en Mazatlán funcionaron durante el periodo las fábricas “El Dios del Amor”, en 1870, con 154 trabajadores; “El Vapor”, en 1877, con 195 trabajadores y “La Universal”, en 1882, con 70 (Ramírez, 1987: 12-17), esto sin contar los múltiples talleres de fabricación artesanal de tabaco que existieron por toda la ciudad, los cuales llegaban a tener entre 5 y 10 trabajadores. La industria cervecera comenzó a tomar importancia con el establecimiento de la 2

Cervecería Lang en 1882, la cual empleaba a 42 obreros; está industria aumentó en 1900, con la apertura de la Cervecería del Pacífico y el cierre de la primera, que dio empleo a más de 120 obreros. La fábrica de los hermanos Felton fue, junto con la de El Vapor”, propiedad de Antonio Díaz de León, de aquellas en donde no sólo se producían cigarros, sino que además, se produjeron un amplio número de artículos como hielo, madera, carrocerías, cerillos, escobas, chocolate, pastas, etc. Una de las fábricas más importantes establecidas en Sinaloa durante la segunda mitad del siglo XIX fue la Fundición de Sinaloa. Ubicada dentro de la ciudad de Mazatlán, la Fundición dio empleo a 150 obreros, los cuales aumentaban hasta 250 en épocas de mayor actividad (Southworth, 1980: 136). Para finales del siglo XIX, la “prosperidad” de la industria local se reflejó en el aumento del comercio, instalándose en el puerto un sin número de casas comerciales, mercados y negocios de profesionistas que “daban vida, animación y relativo bienestar al puerto”, según publicó en 1897 el periódico El Correo de la Tarde; mencionaba también el citado diario, que éstos establecimientos proporcionaban el sustento a una buena parte de los habitantes de la ciudad y que el buen salario de los obreros colmaba sus exigencias y los mantenía alejados de las revoluciones y crisis sociales que engendraba el comunismo, el anarquismo y las huelgas.3 En El Triunfo de Sancho Panza. Mazatlán, continuación de Tomochic, novela autobiográfica de Heriberto Frías en la que relata su estadía, o más bien la del periodista, intelectual y ex militar, Miguel Mercado, en Mazatlán, el autor se refiere a los obreros del puerto como “personas limpias y bien calzadas” y al obrero Carlos Bonal, un trabajador de la Fundición de Sinaloa y personaje de la misma, el quien, por haber estudiado en una de las escuelas nocturnas para trabajadores obreros pudo acceder a ser capitán de un barco de vapor en la Compañía Naviera, logrando con esto, un mejor sueldo (Frías, 2004: 112). Es en este sentido en que las organizaciones gremiales que se establecieron en Mazatlán durante el porfiriato tuvieron un éxito relativo. Las supuestas conquistas salariales fueron producto de 3

El Correo de la Tarde, 25 de noviembre de 1897 (En adelante ECT).

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una notable organización gremial en la que tuvo un papel decisivo el alto porcentaje de alfabetización de los obreros. Según cifras de El Correo de la Tarde, para 1890, un total de 1600 trabajadores industriales de Mazatlán ya sabían leer y escribir4. De 1875 a 1908 se crearon en Mazatlán alrededor de quince asociaciones obreras distribuidas en diferentes rubros, desde tabaqueros, zapateros, tipógrafos, incluso, algunas en las que se unieron varios obreros de diferentes ramas del trabajo. Entre estas se encontraron la Asociación de Artesanos Unidos, una de las más importantes y de mayor duración, así como la Unión de Sastreros “Juan Escutia”, la Sociedad Mutualista de Zapateros, la Sociedad Mutualista “Hans Gutenberg”, la Sociedad “Ignacio Zaragoza”, El Gremio de Abastecedores, la Sociedad Protectora de Sombrereros, la Unión de Barberos, la Unión de Zapateros, la Unión de Marina, la Unión de Panaderos, la Unión de Tipógrafos Sinaloenses, la Unión de Cargadores y Carreteros “Heriberto Frías”, la Unión de Tabaqueros y el Club de Cargadores y Alijadores del Muelle.

Asociaciones de obreros en Mazatlán 1875-1909 Nombre Asociación de Artesano Unidos

Fundación y número de miembros 9 de septiembre de 1875 con 71 miembros.

Unión “Juan Escutia” Sociedad Mutualista de Zapateros

8 de abril de 1885 con 33 miembros

Sociedad de Artesanos Zapateros

S/F. Ya existía para 1891

Sociedad Protectora de Sombrereros

S/F. Ya existía para 1894

Sociedad Mutualista “Ignacio Zaragoza”

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13 de mayo de 1883 con 47 miembros.

30 de octubre de 1895 con 28 miembros.

ECT, 25 de febrero de 1890.

4

Gremio de Abastecedores

S/F. Ya existía para 1897

Sociedad “Hans Gutemberg”

2 de junio de 1901 con 19 miembros.

Unión de Barberos

4 de diciembre de 1903 con 29 miembros.

Unión de Zapateros

11 de febrero de 1904 con 35 miembros.

Unión Marítima

3 de marzo de 1905 con 154 miembros.

Unión de Tipógrafos Sinaloenses

18 de agosto de 1907 con 27 miembros.

Sociedad

“Benito

Juárez”

Unión

de

15 de noviembre de 1907 con 47

Panaderos Unión

de

miembros. Carreteros

y

Cargadores

24 de enero de 1908 con 24 miembros.

“Heriberto Frías” Unión de Tabaqueros Club de Cargadores y Alijadores del Muelle

29 de julio de 1908 con 84 miembros. 24 de octubre de 1908 con 78 miembros.

S/F: Sin Fecha. Fuente: Archivo Histórico Municipal de Mazatlán, El Correo de la Tarde y (Ramírez, 1987).

La primera gran organización gremial establecida en Mazatlán fue la Sociedad de Artesanos Unidos. Fundada en 1875 bajo la influencia del Gran Círculo de Obreros (GCO) (Ramírez, 1987), la Sociedad logró aglutinar entre sus filas a trabajadores textiles, carpinteros, tabaqueros, fogoneros, albañiles, estibadores, peluqueros, sastres, zapateros y tipógrafos, logrando pocos meses después de su formación, aumentar a más de 350 el número de socios. El impacto de la Sociedad de Artesanos en Mazatlán tuvo a bien influir en el nacimiento de nuevas asociaciones que comenzaron a trabajar en la seguridad laboral de sus agremiados, en su educación, en obtener beneficios del ayuntamiento como descuentos en timbres postales, en el tren urbano, en exención de impuestos, así como en la creación de espacios de recreación mutua que sirviesen también como símbolo de identificación de cada una de las sociedades en los cuales se 5

llevaron a cabo bailes de aniversario, festejo de fiestas patrias, reuniones periódicas y juntas directivas para la elección de la nueva mesa dirigente. Otro de las influencias creadas con el éxito de la Sociedad de Artesanos Unidos entre los artesanos y obreros del puerto fue que todas estas nuevas asociaciones fueron conformadas por trabajadores de un mismo oficio, lo que llevó a su especialización y a una mayor protección de sus intereses laborales. Ejemplo de esto fueron las dos asociaciones de zapateros, como la Sociedad Mutualista de Zapateros y la Unión de Zapateros, la Sociedad Unión de Panaderos, la Unión de Tabaqueros, la Sociedad Protectora de Sombrereros y el Gremio de Abastecedores. También se crearon asociaciones de oficios que ya no solo tenían que ver con el trabajo del taller artesanal o el obrero de las fábricas, estas correspondieron a trabajadores, por una parte, de oficios relativamente nuevos, como los barberos, que formaron la Unión de Barberos y los trabajadores de imprenta que crearon en 1901 la Sociedad “Hans Gutemberg”, y después, en 1907, la Unión de Tipógrafos, y por otra, asociaciones de oficios antiguos introducidos a principios del siglo XX en Mazatlán a la tradición del apoyo mutuo como la Unión Marítima, fundada en 1905, fue conformada por trabajadores de barcos pesqueros, así como dos uniones de cargadores y alijadores, fundadas ambas en 1908 por trabajadores del muelle. Estas formas de sociabilidad formal cumplieron además otros objetivos fundamentales: aglutinar a los miembros en puntos de interés múltiple compartido, facilitar las actividades solidarias, y, en definitiva, crear lazos de identidad y pertenencia a un determinado grupo. Las sociedades obreras del siglo XIX fueron, sin más, expresiones puras y espontaneas de la voluntad asociativa popular (Navarro, 2003), formas de asociación que fueron moda naciente de otras formas de asociación iniciadas en Europa como el círculo o el club (Agulhon, 1994). La intención de creación de las asociaciones de obreros fue brindar al trabajador no sólo la seguridad y el cumplimiento de los “derechos” laborales ante la falta de una regulación legal formal, sino algo mucho más complejo. Por ejemplo, la Asociación de Artesanos Unidos marcó como sus principales objetivos el “fomentar la instrucción, ilustración y moralidad entre sus socios, estimularlos a los 6

socios por medio de buenos ejemplos para que cumplieran con sus deberes para con la empresa, cooperando así al engrandecimiento de la sociedad, conciliar el interés de cada empleado con los de la empresa en la cual sirve, revisando de común acuerdo los sueldos con el efecto de dar una retribución justa…” (Ramírez, 1987: 17). Se buscó pues, que el obrero lograra un bienestar laboral siempre y cuando se adaptara a las regulaciones empresariales, no hubo entonces una participación oficial del gobierno estatal en los asuntos de las industrias con sus trabajadores, aunque el nacimiento de dichas organizaciones no fue mal visto por el Estado en una primera instancia. Para cumplir con los objetivos de formar obreros ilustrados, las asociaciones comenzaron a crear escuelas nocturnas para sus obreros, lo cual fue el ejemplo de la sociedad Ignacio Zaragoza y la Sociedad de Artesanos Unidos. En ambas escuelas existían dos profesores que se encargaban de dar clases de moral, aritmética, historia, economía, política, dibujo industrial, entre otras, apegándose al programa de educación elemental aplicado por el estado en las escuelas públicas5. John Reginal Southworth, viajero estadounidense que se encargo de realizar un diccionario mercantil de Sinaloa en 1897 informó que en donde más se palpaba el adelanto de la enseñanza pública era en Mazatlán, la cual se hacía extensiva a las sociedades obreras, “en este puerto existen dos o tres sociedades obreras perfectamente bien organizadas, y más que todo, moralizadas a tal grado que son una verdadera garantía para la sociedad y el gobierno” (1980: 27). Estas escuelas nocturnas no funcionaron sólo para estas dos asociaciones, sino para todas las asociaciones obreras y mutualistas que solicitasen los servicios para sus agremiados, estos también podían hacer uso de cualquiera de las bibliotecas con las que contaron ambas organizaciones, constantemente, estas asociaciones pedían, por medio de la prensa, la donación de libros, folletos, revistas

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ECT, 22 de enero de 1897.

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y periódicos para acrecentar las bibliotecas, las cuales eran de carácter público y cualquier persona podía asistir a consultarlas.6 El afán por la automejora social e individual del obrero a través de la educación legitimizó estas formas de sociabilidad desde el punto de vista moral (Navarro, 2003). Ello no quiso decir que desde este entramado asociativo obrerista no se intentara satisfacer también las necesidades de ocio de sus afiliados, incluso, el incremento cuantitativo de las asociaciones obreras no solo se tradujo en que estas asumieran por sí mismas las demandas del trabajador en cuestiones de defensa del trabajo o del salario, sino también en otros ámbitos básicos como la vivienda, el ocio y la cultura. Otro de los resultados, producto de la organización gremial de los obreros del puerto, fue la publicación de tres periódicos, todos ellos de distribución quincenal, como lo fueron El Obrero de Occidente (1877) publicado por la Sociedad de Artesanos Unidos, La Espada de Damocles (1877), periódico que editase Dolores Valadés y El Mutualista (1892), periódico de la Sociedad Ignacio Zaragoza; en dichas publicaciones se daban a conocer las últimas noticias de las asociaciones obreras, bailes, cambio de directivas y festividades, así como artículos periodísticos de profesionistas e intelectuales locales como Martiniano Carvajal, Adolfo O´Ryan, Victoriano Siordia, Francisco Valadés y Carlos F. Galán y de los diferentes líderes obreros. El gobierno de Francisco Cañedo fomentó la creación de asociaciones obreras solo hasta el punto en que estas fungieran como organizaciones que mantuvieran al obrero en un nivel de sujeción importante. En el Anuario Estadístico de Sinaloa, publicado por el gobierno del estado en 1901, por ejemplo, la administración de Cañedo solo reconoció como organizaciones obreras a

la

Sociedad de Artesanos Unidos, establecida en Mazatlán y a la Mutualista de Occidente (Sinaloa, 1901: 95), establecida en Culiacán, organizaciones conocidas 6

El Demócrata de Mazatlán, 22 de febrero de 1908. Dionicio Pérez y Manuel Mora, vicepresidente y secretario de la Sociedad Mutualista “Ignacio Zaragoza” publican un oficio llamando a la ciudadanía a donar libros, folletos, revistas y periódicos a la biblioteca pública de esta Sociedad para incrementar su tamaño y valor (En adelante EDM).

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por tener sus líderes, una relación cercana con el gobierno del estado. También muchos de sus presidentes a lo largo del tiempo contaron con puestos en el gabinete de Cañedo como el Ing. Manuel Bonilla, el Dr. Ramón Ponce de León, el Lic. Ignacio M. Gastélum y el Lic. José Castello. Por otra parte, en el Código de Procedimientos Civiles del estado de Sinaloa, se estableció desde 1903 en sus artículos 27, 28 y 29 que ninguna asociación o corporación tenía entidad jurídica si no estaba legalmente autorizada o permitida por el gobierno del estado, y a su vez, aquellas a las cuales se les permitiese su establecimiento se convertían en una persona moral con carácter de jurídica y se sometían a las legislaciones estatales así fuesen fundadas para un fin público o particular (Sinaloa, 1903: 83), lo cual hizo mucho más complicado que las nacientes asociaciones obreras, a pesar de su formación oficial, pudiesen negociar con el Estado y con las empresas establecidas, mayores beneficios para sus agremiados. Sociabilidad y vida cotidiana del obrero porteño La vida del obrero en Mazatlán durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX fue una vida de carencias a pesar de la preparación y del supuesto buen ingreso. La jornada laboral duraba de 12 a 14 horas con un solo día de descanso a la semana, como lo eran los domingos. Los jornales de los trabajadores se dividían en dos formas de pago: uno era en metálico, el cual variaba entre .50 centavos a 2.50 pesos según la importancia del cargo, el otro, en vales para las tiendas de raya, donde les entregaban una comisaría semanal consistente en un almud de frijol, un barril de seis kilos de maíz y dos kilos de manteca (Ramírez, 1987: 93). Dentro del casco urbano de la ciudad, la modernidad comenzó a aparecer traducida en servicios como la luz eléctrica, el agua potable y las obras de drenaje. En caso contrario se encontraron las clases más bajas del puerto, entre las que figuraban la mayoría de los obreros y artesanos. La deplorable situación de los obreros no solo se reflejó en la falta de estos servicios, sino también, en el espacio en que habitaban. Los obreros con los sueldos más elevados tenían la oportunidad de rentar algún cuarto en las llamadas cuarterías, estas eran casas construidas en 9

los límites de la ciudad, especialmente sobre lomas o cerros bajos, que constaban de un cuarto, cocina y comedor, lo bajo del techo, lo estrecho de la puerta y el hecho de que la única ventana con la que contaban fuera sumamente pequeña las hacía un medio propicio para generar enfermedades por ser extremamente húmedas y calurosas, sobre todo en la época de verano. Acerca de las viviendas de las clases bajas en Mazatlán escribió, en 1898, el periodista e historiador norteamericano Charles F. Lummis, a las cuales se refirió como chozas hechas al descuido con caña brava habitadas por lancheros, obreros, trabajadores, cargadores y pescadores (1898: 195). A los obreros con sueldos más bajos se les imposibilitaba la oportunidad de rentar o construir un cuarto por lo que muchos se vieron obligados a vivir en habitaciones construidas por los dueños de las fábricas alrededor de éstas, tal fue el caso de obreros de la fábrica de los hermanos Felton y la Fundición de Sinaloa. La situación de insalubridad de estos barrios obreros provocó que las enfermedades como la sífilis y el cólera fueran altamente frecuentes, a éstas, se les unieron la sordera y la locura por causa de accidentes de trabajo, para los cuales las empresas no estuvieron obligadas a proveer servicio médico a sus trabajadores. Queda de manifiesto entonces que la puesta en marcha de un entramado societario de carácter popular y obrero desde mediados del siglo XIX en Europa, y años después, en México y especialmente, para nuestro caso, en Mazatlán, tuvo varios ejes inspiradores, siendo uno de ellos, la lucha por la satisfacción de necesidades básicas que no cubría la oferta del gobierno estatal. Esta unión obrera fue, en gran parte, porque la vida cotidiana de éstos era menos que insoportable en la mayoría de los casos, para lo cual, el estudiar los aspectos de su vida cotidiana forma parte de la búsqueda de las causas de su acción colectiva (Agulhon, 1994). El lugar de trabajo puede ser de manera natural un lugar de reunión y de conversación amistosa. De esta forma la larga duración de la jornada fomentó que el taller o la fábrica se convirtieran en un espacio de sociabilidad informal en el cual se podía platicar de uno o varios temas mientras se laboraba o se tomaba el descanso de la comida, estos fueron complemento de otros espacios físicos 10

destinados exclusivamente a cumplir este papel, como lo fueron los salones de las asociaciones obreras. Efectivamente, en los salones de las diferentes asociaciones o en las explanadas de las fábricas, se llevaban a cabo constantemente bailes populares a los que asistían personas de todas las clases sociales y que no en pocas ocasiones terminaron hasta ya salido el sol. Se acostumbró tener en estas festividades algún invitado especial que proclamase un discurso a favor de los obreros, y también se llevaron a cabo también obras de teatro y serenatas. El estudio de la sociabilidad obrera exige preguntarse sobre los espacios físicos en donde esta se ejercía, esto servirá para subdividir las prácticas formales e informales (Agulhon, 1994), aunque esto no signifique que en el mismo espacio no se puedan llevar a cabo unas y otras, es decir, prácticas formales cuando una asociación constituida realizaba actos oficiales, como el cambio de mesa directiva; e informales, cuando dentro del mismo, estas llevaron a cabo fiestas o actos de carácter lúdico. Además de esto, el salón de las asociaciones obreras era también un espacio de identidad propia y social, puesto que a diferencia de los espacios de sociabilidad de las clases altas, que tuvo lugar la mayoría de las veces en los salones de las casas de los aristócratas, los salones de las asociaciones obreras fueron lugares que los mismos agremiados ayudan a rentar o a comprar, a pesar de su pobreza monetaria y de la vida de estrechez que llevaban. Después de 12 a 14 horas de trabajo y con sólo un día para el descanso, la vida cotidiana del obrero no dejaba mucho espacio para el baile, la charla y la tertulia, más allá del espacio de la fábrica al término de la jornada, por esto, los agremiados de las organizaciones obreras porteñas trataron de introducirse en la participación de la mayoría de las fiestas cívicas como el carnaval y las fiestas de mayo o las fiestas de Olas Altas, a esto se le unió la necesidad de un reconocimiento al oficio y a la cultura del obrero y el artesano porteños. Algunos ejemplos de este tipo de celebraciones fueron las que constantemente celebraron los obreros de la fábrica de tabaco “El Dios del Amor”, 11

ya fuese por el aniversario del dueño de la fábrica o algún otro motivo. 7 En 1893, el poeta Amado Nervo fue el invitado a proclamar un poema en los festejos del XVIII aniversario de la Sociedad de Artesanos Unidos, los festejos obreros fueron descritos en múltiples ocasiones por Nervo en su famosa columna de El Correo de la Tarde llamada “Lunes de Mazatlán”, a los cuales describió como festividades a las que asistía desde el capitalista más acaudalado hasta los dandis de la Hi-Life mazatleca.8 La participación de las asociaciones dentro de los festejos de las fiestas patrias y carnavales fue una constante. En las fiestas carnavalescas, por ejemplo, las asociaciones solían decorar alguna carreta para hacer representaciones de su oficio además de plasmar su símbolo. Era ordinario que en los desfiles, las sociedades obreras, así como otras asociaciones, de beneficencia o literarias ahí participantes, encargasen a un buen orador que diera un discurso a favor de sus organizaciones. Para las asociaciones de obreros algunos oradores fueron el Lic. José Meza, Sabás Salazar, Adolfo O´Ryan y Amado Nervo, entre otros.9 Después de la participación en los actos cívicos oficiales durante los festejos de las fiestas patrias del 5 de mayo y el 16 de septiembre10, a las asociaciones más importantes, entre ellas, la Asociación de Artesanos Unidos, se les encargaba organizar bailes para los obreros11 que estuviesen separados de las celebraciones oficiales organizadas por el ayuntamiento, las cuales, se daban en el Casino Mazatlán, a donde solo asistían los empleados públicos, así como los comerciantes y empresarios de la ciudad. Entre las obras de teatro que se realizaban regularmente en las instalaciones resaltaron las adaptaciones de Francesco Bartolomeo Conti,12 zarzuelas de Emilio Arrieta, Federico Chueca o Fernández Caballero adaptadas perfectamente por 7

ECT, 8 de noviembre de 1899. ECT, 27 de agosto de 1893. 9 ECT, 17 de septiembre de 1897. 10 El 5 de mayo en conmemoración de la batalla de Puebla y el 16 de septiembre en conmemoración del grito de Independencia. 11 “La Sociedad de Artesanos Unidos dará un baile en el Portal de la Aduana dedicado a los obreros y demás clases trabajadoras”, ECT, 15 de septiembre de 1892. 12 ECT, 6 de febrero de 1897. 8

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actores locales entre los que destacó el Sr. Ángel Beltrán13, bailes públicos amenizados por las orquestas de Emilio Mora y Enrique Navarro, así como bailes de disfraces14. Además de los salones de las organizaciones gremiales, los obreros tuvieron como espacios de sociabilidad, las cantinas, salones, restaurantes, cervecerías y billares, como La Veracruzana, La Colmena, El Neptuno, La Puerta del Sol, El Progreso, El Pescador, entre otros espacios, que a diferencia de algunos otros salones o clubes como el Casino Mazatlán, o ya entrado el siglo XX, el Salón Roher, estaban abiertos a casi la mayoría de las personas que quisieran asistir. Obreros y artesanos acudían mayoritariamente los sábados por la noche, después de la jornada laboral o los domingos por la tarde, en ellas se podía comer, bailar, practicar juegos de mesa como el póker, el dominó o el ajedrez y hasta cantar, ya entradas las copas, gracias a los gramófonos.15 El Correo de la Tarde16 siguió el trabajo y el nacimiento de las asociaciones obreras. En este diario, se daban a conocer los cambios de directivas, los bailes y eventos que organizaban, así como su participación en las fiestas patrias y carnavales, pero no sólo eso, fue también en El Correo de la Tarde en donde se palpó el debate acerca de las asociaciones obreras y su papel dentro de la sociedad, fue el diario porteño el que, desde un inicio, apoyó y fomentó la organización de las mismas, sin dejar de lado las diferentes opiniones y puntos de vista de sus articulistas respecto a las propias asociaciones

ECT, 15 de junio de 1903. El Sr. Ángel Beltrán fue escritor, actor, comerciante y miembro de la Sociedad – literaria- Aurora. 14 EDM, 28 de febrero de 1908. 15 Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa – Fondo José Ferrel, 7 de julio de 1909. Durante la campaña política de 1909 muchas quejas se recibieron acerca de abusos de cometidos por los gendarmes de la ciudad, quienes, supuestamente solían emborracharse dentro de las cantinas para después vitorear a Diego Redo al son del Himno Nacional que sonaba en los gramófonos y tratar mal a los trabajadores y demás personas que ahí estaban de borrachos, prostitutos y ladrones (En adelante AHUAS-FJF). 16 El Correo de la Tarde fue fundado en 1885 por Miguel Retes y funciono como el órgano oficial de información de los empresarios del puerto de Mazatlán unidos a la Cámara de Comercio de Mazatlán, con el tiempo fue incorporando secciones culturales, políticas, de opinión, etc., se daban a conocer también en él la entrada y salida de mercancías de la aduana de Mazatlán. En 1905 fue vendido a Francisco Valadés y a Andrés Avendaño, los cuales le comenzaron a dar un tinte de diario oposición política frente al gobierno de Francisco Cañedo, y posteriormente, al de Diego Redo. 13

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En mayo de 1901 tuvo lugar dentro de las páginas de dicho diario un debate acerca del papel que jugaban las sociedades obreras en Mazatlán. En una nota del 7 de mayo, el diario publicó un artículo llamado “Socialismo en Mazatlán”, en el cual, el autor17 hizo alusión de que a pesar de las constantes acusaciones por parte de otros periódicos o particulares a tener cuidado de que dichas asociaciones obreras pudieran tomar tintes políticos socialistas o comunistas, las asociaciones obreras de Mazatlán no hacían otra cosa sino fomentar la cultura individual, creando hábitos de sociabilidad, temperancia, economía y trabajo en el artesano, que comenzaba a descender de la tradicional situación providencial hacía un mundo positivo de observación y lucha, y terminaba aclarando, “El Correo de la Tarde apoya de manera constante la formación de las asociaciones mutualistas, las aplaude y las fomenta”.18 Tres días después apareció un artículo llamado “Las sociedades de obreros”, en este, el autor se refería a que en algunos sectores de la sociedad de Mazatlán se había estado llamando erróneamente a las sociedades de obreros como asociaciones de ideología socialista, influía en esta idea, según el autor, la ignorancia con la que la predicaban algunos periodistas a las clases obreras el ideal socialista, acotaba: [“Esto comprende que es muy común que se entienda por socialismo a la asociación o a la sociabilidad, y como la palabra va adquiriendo dominio en el vocabulario de las masas populares, infiltrándose peligrosa y erróneamente en ellas por medio del periódico, la tribuna y las conversaciones privadas…”19,] terminando por aclarar que no habría que confundir socialismo con asociación, sociabilidad ni mutualismo, que sí son fuentes de bienes para las sociedades de obreros y contribuían al fomento del individualismo. Al igual que los anteriores, el 17 de mayo del mismo año, en un artículo llamado “Socialismo en Mazatlán” y publicado en el mismo diario, se decía que mucha tinta se había gastado y muchas ideas se habían expuesto ya en Mazatlán acerca del socialismo,

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Ninguno de los tres artículos citados dentro del párrafo se publicaron firmados con el nombre o pseudónimo del autor. 18 ECT, 7 de mayo de 1901. 19 ECT, 10 de mayo de 1901.

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pero nunca, continuaba el autor, “sería ocioso rescatar ese viejo tema de mucha iniciativa y poca práctica”.20 A finales del siglo XIX, las asociaciones obreras comenzaron a tomar un peso importante dentro del desarrollo de las políticas laborales en el país, la Asociación de Trabajadores Ferrocarrileros y El Gran Círculo de Obreros fueron las más importantes, junto con otras formadas en estados como Veracruz y Puebla, pertenecientes especialmente al ramo de la industria textil. Esto motivó a que el gobierno de Porfirio Díaz comenzara a poner un mayor énfasis en el desarrollo de estas asociaciones con la finalidad de que tuvieran un mayor acercamiento con las políticas del Estado mexicano y no con otras ideologías políticas como el socialismo. En Sinaloa, el debate iniciado desde las tribunas de múltiples diarios 21 sobre el trabajo de las asociaciones obreras comenzó a tener efecto en las políticas estatales. En 1894 el gobierno estatal había eliminado ya de la Constitución del estado la posibilidad de asociarse para la formación de partidos o clubes políticos, en 1902, como veíamos anteriormente, con la ley de procedimientos civiles se obligó a que las asociaciones, ya fuesen

públicas o privadas, se sometieran a la

aprobación del ejecutivo, y por lo tanto, a la constante vigilancia del actuar de las asociaciones y de sus miembros. Las primeras huelgas de obreros en Mazatlán y la participación de sus asociaciones en las elecciones políticas de 1909 Entrado el siglo XX, una serie de huelgas tomaron lugar en el puerto haciendo sentir la importancia y fuerza organizacional de las asociaciones obreras así como su influencia, cada vez mayor, en la opinión pública. En julio de 1901, los obreros zapateros levantaron una huelga a raíz de que la compañía constructora de calzado pretendió aglutinar a los artesanos zapateros en una misma fábrica y a su vez una

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ECT, 17 de mayo de 1907. En el presente artículo solo se hace referencia al periódico El Correo de la Tarde por ser de nuestro interés para el desarrollo de la investigación, para mayor información sobre la opinión de los periódicos sinaloenses acerca de las asociaciones obreras a finales del siglo XIX y comienzos del XX véase El Mefistófeles, El Diario del Pacifico y El Demócrata de Mazatlán. 21

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reducción de sueldo “inalcanzable para sus necesidades básicas”22. Los empresarios amenazaron a los obreros con reemplazarlos y a su vez, los obreros amenazaron con no dejar trabajar a la Compañía Manufacturera de Mazatlán si sus pretensiones no se cumplían. Los obreros de la huelga buscaron la protección de la Sociedad de Artesanos Zapateros, recorriendo también las calles de la ciudad y formando grupos de apoyo. Quienes durante estas movilizaciones se manifestaron, informó El Correo de la Tarde, fueron peones de albañil, choferes de ferrocarril urbano y obreros de la fundición de Sinaloa.23 La solución de los obreros huelguistas fue la de formar una sociedad cooperativa de producción, que fuera un brazo de la Mutualista de Zapateros, pero que les permitiese trabajar en sus propios talleres para emanciparse de la dependencia de los empresarios. En la tribuna de El Correo de la Tarde, varios intelectuales del puerto denunciaron constantemente los atropellos a los que se sometía a los obreros por parte de los sindicatos establecidos en las grandes empresas como en la Fundición de Sinaloa, en La Compañía Manufacturera del Calzado y en otras que se comenzaron a formar en el puerto y con los que los empresarios pretendían tener el control total de cualquier situación que pudiera derivar en desestabilizar la producción de la fábrica. Los sindicatos formados por la compañía -Manufacturera de Calzado- solo buscan eliminar cualquier tipo de competencia, lo que las lleva a imponer sus precios y sus salarios, ante esto, los que quedan aislados, los humildes, están obligados a doblar el cerviz y buscar un campo virgen de trabajo hasta que con los años llegue otra compañía y sindicato que los elimine y los desplace. No importa que diariamente se escriba contra esa rama, que se señalen los males que su presencia acarrea al país donde se establecen que se denuncie la degeneración que nos amenaza con el contacto con esos seres viciados.24

Otra de las huelgas obreras de principios de siglo fue la de los trabajadores de las obras del drenaje, que se comenzaban a realizar en Mazatlán en 1908. Los obreros contratados para esta obra se negaron a comenzar sus labores argumentando que la paga era de solamente un peso la jornada de 12 horas cuando 22

ECT, 9 de julio de 1901. ECT, 18 de julio de 1901. 24 ECT, 2 de agosto de 1901. 23

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en otras fábricas pagaban 1.25 o 1.50. Los trabajadores del drenaje igualmente se negaron a trabajar o a permitir que se continuase con las obras si no se les aumentaba el sueldo, argumentando que el peso que se les pagaba por dicho trabajo lo ganaba cualquier otro obrero en un trabajo menos duro.25 De igual forma fueron denunciados otros atropellos en contra de los obreros por los articulistas del El Correo de la Tarde, como el maltrato de los capataces americanos a los obreros mexicanos en el campamento de Urias durante los trabajos de la construcción del ferrocarril Sud-Pacifico, argumentaba el diario que estos abusos de poder eran sufridos diariamente por los obreros y el gobierno había mostrado poco interés por solucionar el problema, al que llamó como “un verdadero problema social”.26 La condición de pobre y débil lleva al obrero acercarse a sus congéneres y a asociarse de manera natural, en muchas ocasiones, para protestar (Agulhon, 1994). Al no encontrar eco a sus demandas en la clase dirigente, las asociaciones de obreros encontraron un sustituto imaginario de esa clase en los intelectuales establecidos en el puerto como Manuel Bonilla, Heriberto Frías, Francisco Valadés, Martiniano Carvajal, Felipe Valle, Jesús Gómez Llanos, entre otros, quienes a través de su pluma produjeron opiniones a favor de los obreros del puerto, las cuales lograron llegar a una buena parte de la población por la amplia distribución del El Correo de la Tarde en Mazatlán. En junio de 1909 se convocó en Sinaloa a elecciones para elegir un nuevo gobernador del estado a raíz de la muerte de Francisco Cañedo.27 Dos grupos con poder político y social se enlistaron para contender por la gubernatura, uno fue el grupo llamado oficial, encabezado por Diego Redo como candidato. Redo estuvo ligado al grupo científico por su amistad y por ser socio en algunos negocios, especialmente de Ramón Corral y José Limantour. Así, al joven empresario se le unió gran parte de la estructura administrativa de los tres niveles del gobierno de 25

EDM, 7 y 8 de enero de 1908. ECT, 19 de junio de 1909. 27 Francisco Cañedo Belmonte murió en su casa en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, la madrugada del 4 de junio de 1909. 26

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Cañedo. Mientras que este primer grupo tuvo su base en Culiacán, la capital del estado, el segundo grupo la tuvo en Mazatlán. Éste fue integrado por empresarios, comerciantes e intelectuales porteños encabezados por el político y periodista José Ferrel como su candidato, además del empresario y filántropo Andrés Avendaño, el empresario y farmacéutico Francisco Valadés, el periodista Heriberto Frías, los doctores Martiniano Carvajal y Miguel Maxemín, el abogado José María Dávila, entre otros. La campaña política ferrelista que dio inicio justo un día después de la muerte de Cañedo tuvo como estrategia de campaña que todos los pueblos, ciudades y organizaciones formaran los más clubes ferrelistas posibles en todo el estado para que estos se unieran al gran club central denominado Club Democrático Sinaloense. Para entonces, las organizaciones obreras establecidas en Mazatlán contaban ya, con una importante identificación social gracias a su trabajo y al importante número de agremiados. Fueron de suma importancia para el trabajo electoral, tanto en una, como en otra campaña política. Desde 1905 Francisco Valadés y Andrés Avendaño habían adquirido el periódico El Correo de la Tarde de su anterior propietario que fue Miguel Retes, nombrando director de este a Heriberto Frías. Al ser los dueños del diario los líderes de la oposición política, este se convirtió de manera natural en la plataforma de expresión pública acerca del acontecer político de la campaña electoral. En las páginas del mismo no sólo se daban a conocer los trabajos electorales o los recién formados clubes ferrelistas, sino también se plasmaron artículos de opinión por parte de diversos actores participantes en la campaña. Un ejemplo de ello fue un artículo escrito por el profesor Juan Puga, en el cual llamó a que las asociaciones obreras se unieran al escenario político que se avecinaba: Tenemos también una multitud de agrupaciones obreras que cuentan con valiosos elementos […] Las sociedades obreras deben reunirse y tomar los acuerdos convenientes a la situación. Y así habremos dado un gran paso en nuestra evolución política, porque ejercitando en esta vez nuestros derechos electorales

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aprenderemos a ejercitarlos siempre, haciendo difícil o evitando quizá, toda revolución.28

Aunque la participación de las asociaciones y de los obreros del puerto en la campaña política ferrelista fue importante, no hubo un llamado oficial de parte de estas agrupaciones para formar parte de la misma, sino que al interior de éstas hubo personajes, entre ellos ciertos líderes, que se encontraron en algunos de los clubes ferrelistas o trabajando directamente con el Club Democrático Sinaloense. Uno de estos personajes, identificado como líder obrero de la Sociedad Mutualista “Ignacio Zaragoza”, fue Lázaro Rodelo, quien fungió como vocal dentro del Club Democrático Sinaloense y el cual, por su calidad de líder, seguramente hubo de allegar a un buen número de obreros a la causa política del Ferrelismo. Otros casos que se dieron durante la campaña fueron que, dentro de las mismas asociaciones, algunos obreros formaron clubes políticos sin necesariamente nombrarlos oficialmente como “ferrelistas” y haciendo solamente de manera pública una adhesión a la campaña de José Ferrel. Tal fue el caso del Club Democrático Obrero conformado por miembros de la Asociación de Artesanos Unidos, con el liderazgo de Salvador Aguilar y José Pérez Alemán29, al igual que este, unos 70 obreros miembros de la Unión Marítima iniciaron el Club Democrático Marino para trabajar en la campaña electoral a favor de Ferrel bajo la presidencia de Rodolfo Martínez y la vice presidencia de Eusebio Pérez.30 Algunos miembros del Gremio de Abastecedores fundaron el club político “Sufragio Libre” bajo la presidencia de José Gómez Llanos;31 165 miembros del Club de Alijadores y Cargadores del Muelle establecieron el Club “12 de Abril”, bajo la presidencia de Arturo Butchart y vice presidencia de Aurelio Pereyra32, y de 48 miembros de la Unión “Juan Escutia”, pertenecientes al oficio de ojalateros que organizaron la formación del club “Hidalgo”, el cual fue presidido por Gaudencio Morales y por Cesáreo López33.

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ECT, 5 de junio de 1909. AHUAS-FJF, 29 de junio de 1909. 30 AHUAS-FJF, 13 de julio de 1909. 31 AHUAS-FJF, 15 de julio de 1909. 32 AHUAS-FJF, 3 de agosto de 1909. 33 AHUAS-FJF, sin fecha. 29

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Todos los presidentes y vice presidentes de los clubes ferrelistas formados en el puerto de Mazatlán tuvieron la oportunidad de acudir a las reuniones extraordinarias que organizó el Club Democrático Sinaloense en las instalaciones de la pastelería y cafetería “La Fama”, en las cuales se tomaban acuerdos acerca del rumbo que debía de tomar la campaña política, los artículos a publicar en El Correo de la Tarde, las manifestaciones públicas a realizarse, así como dar seguimiento a demandas de hostigamiento en contra de los partidarios de Ferrel o de algún abuso de autoridad, compartir y discutir puntos de vista, y sobre todo, conocer las novedades de la campaña ferrelista y del grupo opositor, tanto en Mazatlán como en todo el estado.34 Aún y cuando la adhesión oficial de estos clubes políticos integrados por obreros de diferentes asociaciones fue tardía en relación al inicio oficial de la campaña política ferrelista –casi un mes después-, su participación dentro de esta a partir de su integración fue bastante activa, ejemplo de ello es la participación mediante el uso de la palabra que constantemente utilizaron dentro de las sesiones del Club Democrático Sinaloense, en las instalaciones del Circulo Comercial Benito Juárez. Durante y después de las elecciones, al triunfo del candidato oficial Diego Redo, los obreros se quejaron constantemente de amenazas y ataques en su contra, como los propiciados por gendarmes a algunos puestistas del mercado, miembros del gremio de abastecedores, por tener colgadas pancartas a favor de Ferrel. Después de las elecciones, las asociaciones obreras siguieron trabajando con normalidad e incluso tuvieron una participación activa durante los trabajos del antireeleccionismo en Mazatlán. Al estallido de la revolución, estas organizaciones se fueron diluyendo poco a poco, uniéndose algunos de sus miembros a algún jefe local durante la lucha armada.

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AHUAS-FJF, 27 de julio de 1909.- Otros asistentes a estas reuniones fueron Andres Avendaño, Francisco Valadés, Heriberto Frías, Dámaso Sotomayor, Antonio Espinoza de los Monteros, Felipe Valle, Francisco Piña, Luis Arzac, Joaquín Milán, Marcos Noyola, Gonzalo Pérez Castillo, Rafael Miranda, Miguel Maxemín, Gaudencio Morales, José Gómez Llanos y Victoriano Siordia.

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Archivos Consultados Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa (AHUAS), Fondo José Ferrel (FJF). Archivo Histórico Municipal de Mazatlán (AHMM). Centro Regional de Documentación Histórica y Científica (CREDHIC), El Correo de la Tarde, El Demócrata de Mazatlán. Bibliografía AGULHON, Maurice, Historia Vagabunda, México, Instituto Mora, 1994. GOBIERNO del Estado de Sinaloa, Anuario estadístico del Estado de Sinaloa, Imprenta, Litografía y Encuadernación de Irineo Paz, México, 1901. GOBIERNO del Estado de Sinaloa, Código Civil del estado de Sinaloa, México, Imprenta, Litografía y Encuadernación de Irineo Paz, 1903. FRÍAS, Heriberto, El triunfo de Sancho Panza. Mazatlán, continuación de Tomochic, México, CONACULTA, 2004. LUMMIS F., Charles, The awaking of a nation. Mexico of today, Nueva York, Harper and Brothers, 1898. NAVARRO Navarro, Javier, Mundo obrero, cultura y asociacionismo: Alguna reflexiones sobre modelos y pervivencias formales, Madrid, Hispania, número 214, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 2003, pp. 467 – 484. Consultado en línea: http://www.hispania.revistas.csic.es Ramírez Meza, Benito, El movimiento obrero sinaloense: De sus años de formación a la etapa de crisis, 1875 – 1934, Culiacán, Tesis de Maestría, Facultad de Historia, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1987. ROMÁN Alarcón, Rigoberto, La población en Sinaloa durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, En Prensa. SOUTHWORTH Reginal, John, Sinaloa Ilustrado: El estado de Sinaloa, sus industrias comerciales, mineras y manufactureras, Culiacán, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1980.

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