Arte Joven o las víctimas del Niñarcado (1998)

September 13, 2017 | Autor: Maris Bustamante | Categoría: Culture, Historia del Arte, Arte contemporáneo, Artes Y Educación
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Descripción

BUSTAMANTE, Maris, Arte Joven o las victimas del niñarcado.
Artículo publicado en la revista Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma
Metropolitana. Marzo 1998

ARTE JOVEN O LAS VICTIMAS DEL NIÑARCADO
Maris Bustamante

Es común oír el término arte joven y aún el de jóvenes artistas.
Desde luego que intentar desmantelar estos términos es un acto de riesgo
sobre todo si no se es considerada joven. Pero a riesgo de no tener la
razón ni la edad para ello, intentaré exhibir algunas de sus
contradicciones.

Una de ellas creo que se deriva del hecho de que hay que organizar de algún
modo la producción cultural para su patrocinio y divulgación. Una forma ya
aceptada ha sido el contemplar la edad. Si se hiciera por géneros o por
procedencia de clase o educativa se vería discriminatorio. ¿Pero porqué
hacerlo por edades no lo es?
¿Qué edad tiene o debe tener el arte que se produce para poder
diferenciarlo del realizado por adultos o por sujetos que pueden seguir
produciéndolo bien entrados en la tercera edad? ¿La obra del chocho de
Picasso o del ruco de Tamayo requería de críticos en la misma condición
geriátrica? ¿O los que supuestamente manejan la teoría no envejecen?

¿Qué significa realmente lo de jóvenes artistas? ¿Que son promesas? ¿Que
están en proceso? Entonces tal vez no debería llamárseles artistas.
¿Se deben esgrimir argumentaciones diferentes entre un arte joven y uno
"viejo"? ¿Arte-artistas chavos contra arte-artistas rucailos? ¿Cuál tiene
más valor? ¿Para quién o quiénes? ¿Tendremos que identificar como en el
mundo de la publicidad, diferentes sectores de la población para los cuáles
van destinadas las obras de arte?: entre 0-12 años, 13-16, 17-21, 50-68,
¿de 68-0: homenajes? ... Si es así me parece sumamente elemental.

Si las dos terceras partes de nuestra población están constituidas por
jóvenes, ¿es incorrecto hablar de un arte maduro producido por un joven?
¿Tendríamos que propiciar cachirules al hablar de arte en serio?
¿Hablamos de generalizaciones o de excepciones?
¿Será tal vez mejor hablar de un arte joven y de sus diferentes etapas de
desarrollo, digamos, de un arte púber, un arte adolescente, y por el
contrario de un "arte en climaterio" o de uno correspondiente a "la plena
sustitución hormonal"?... ¿Todavía no es claro que ha sido absurdo el
hablar de un arte femenino?

Habiendo sido personalmente una víctima de tales tabuladores por haber sido
clasificada tanto "joven" como "femenina" en lugar de talentosa y
feminista, a pesar de asumir voluntariamente las últimas dos categorías, y
para proteger mi capacidad de lucha y de fuerza de trabajo intelectual y
artística, intentaré hacer algunas reflexiones más.

Existen personas que todavía hoy creen que el arte y los artistas han
existido siempre, desde "las cavernas" hasta nuestros días. El arte se
convierte así en una macro categoría que viaja indiscriminadamente a lo
largo de la historia y el tiempo, yendo y viniendo casi sin diferencias: es
arte.

Para los que consideramos que entender la historia es periodizarla,
investigarla y ubicarla en su contexto, no es lo mismo lo que ocurre en
diferentes momentos. Por ejemplo, estudiar a los humanos desde su inter e
intrarelación respecto de lo amoroso, considerando el neolítico, el
medioevo o nuestro momento, no es lo mismo, hay grandes diferencias. Si
aceptamos que existen diferencias, podemos llegar al acuerdo de que hablar
de arte requiere de ubicar el momento en el que surge tal sistema. No es lo
mismo que exista el mercado del arte a que el objetivo sea el dejar
testimonio de un ritual de cacería. No es lo mismo considerar al arte como
una forma de producción del conocimiento, desde un momento específico, que
hacerlo para intercambiarlo solamente en tanto mercancía, decidiéndose sus
características en razón al mercado y al poder adquisitivo de los que
pueden comprarlo para guardarlo en su closet o en una caja de seguridad en
el banco. No es lo mismo asumir la producción, la conceptualización y la
divulgación de conocimientos desde el arte, que estar preocupados por
obviarle o esconderle sus arrugas. Al arte o al que lo produce.

Yo creo que hay arte o no lo hay. Hay artistas o no los hay. Como sucede en
cualquier campo profesional (¿hay políticos o no los hay?). Las
calificaciones idóneas que se le otorgan a un profesional son las que dan
los expertos en su campo, aunado a una trayectoria sostenida. Muchas veces
los aportes se reconocen después de que los sujetos han muerto. ¿Porqué?
Porque de toda la producción que se realiza en un momento histórico, no
toda tiene igual significación y hace falta el tiempo para sedimentar las
aportaciones y hacer consistente la circulación de sus valores.

También se necesita consistencia en los que lo producen. De toda la
producción de una época específica, alguna será la más representativa y
aportadora. Para lograr esto no se requiere de mayor o menor edad, sino de
como les funcionó el cerebro y como trabajaron con su genética y con su
entorno. Una producción cultural significativa será la producida por
aquéllos individuos o colectivos que estén bien sincronizados con su
momento. No es relevante hablar de la edad sino de las aportaciones. y de
como están estructuradas. Una innovación es una innovación, un fraude, un
fraude.

No podemos confundirnos ante las estrategias con que manejan su mercado de
consumo masivo las televisoras privadas cuando prometen cantantes que no
cantan, actores que no actúan o cuando a las actrices les llega la hora del
cirujano plástico por razones de "imagen", aunque sean muy jóvenes. Tampoco
podemos crear arte para circularlo socialmente por medio de barras: barra
de propuestas artísticas, barra de artistas mayores, barra de arte infantil
y juvenil.

Acostumbrados a los conceptos de matriarcado y de patriarcado, no me parece
mal que empecemos a tratar de enunciar el de "niñarcado". De todas maneras
parece que todos los sistemas tienden a ser fallidos o por lo menos
insuficientes. Mientras en el matriarcado las víctimas parecían ser los
varones, en el patriarcado parece que primero lo son las mujeres. Tal
parece que de acuerdo a los patrones de conducta que sigue esta complicada
especie, en el niñarcado, las víctimas serán ambos, sobre todo si no son
jóvenes.

En el medioevo la edad promedio de vida era a lo sumo 28 años. A los 17
años, los "jóvenes" ya eran dueños de victorias o derrotas. Leyendas o
nadie. La edad promedio para formar parejas, mediante negocio realizado por
adultos se daba mucho antes de los 17, a veces desde los 9 años. Todavía en
la generación de nuestras tías no era raro el casarse a los 15. Hoy, el
promedio de vida en el hombre europeo es de 73, el del hombre japonés es
de 86 y en no recuerdo que país de Africa, de 43. En todos los casos, las
mujeres viven un poco más. Después del experimento conocido como Biósfera
2, supimos que podemos extender nuestros días hasta la edad de 126 años,
sobre todo si no fumamos, hacemos ejercicio, evitamos las chatarras y
comemos alimentos crudos exentos de grasa.
Nadie ha hablado hasta ahora de si la edad promedio de vida aumenta o
disminuye como consecuencia de las fallidas políticas económicas.

Todos sabemos que los medios masivos icónico-verbales han acelerado en
mucho la respuesta que se daba antes en el espacio-tiempo real. La
percepción en los niños se ha activado ya no solo en lo real sino por la
experiencia con lo virtual. Tal vez la necesidad de esgrimir la edad como
referencia para tantas cosas en nuestra cultura, es algo que va de manera
paralela al concepto del "progreso". ¿El progreso se mide por la edad?

Conocer estadísticas puede tanto apuntalar como provocar efectos reactivos.
Saber sobre estudios y porcentajes, sobre cuáles eran los cereales
preferidos de Miró, las rutinas aeróbicas de Picasso, o el "Spa" preferido
por Olga y Rufino Tamayo en lugar de comprender cómo pensaban, puede darnos
boleto seguro a la frivolidad. Así que, volviendo al reconocimiento de los
artistas y al hecho de como influye la edad en este proceso, seguramente
que sólo a unos pocos les interesará el saber que además de la edad poca o
mucha que tenían, lo que sobre todo hacían era trabajar sabiendo lo que
hacían.

Observaban con detenimiento, estudiaban, cuidaban el armar sus sistemas con
variables no arbitrarias, enunciaban conceptos. El carácter por cierto es
otra cosa. Podían ser cascarrabias o aún mezquinos, pero la obra en general
no recupera esas características.

Una vez un amigo dealer me comentó que yo, que andaba en ese entonces en
mis "treintaitantos" era desde luego una artista joven. Que los artistas
maduros debían estar en sus "setentaitantos" para ser considerados serios
en el mundillo del arte. Entendí que los mensajes eran: paciencia y
resistencia, supervivencia. Cuando fui invitada a formar parte del personal
académico y hablar de mi obra en el Banff Centre for the Arts siempre se
referían a mi como "senior artist" categoría que nunca se ha utilizado en
México. Joven aquí, grande allá. ¿De quién será el problema, de ellos o de
nosotros?

Las clasificaciones sobre la edad del arte o más bien de la edad que tienen
o deben de tener los sujetos que lo producen, han sido desde luego
recogidas por las instituciones aflorando las contradicciones. El Fondo
Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), ofrece desde hace muchos años
becas "para los jóvenes creadores". Yo tengo la firme convicción de que
eso no me ha perjudicado sino todo lo contrario, ya que varios solicitantes
me llaman para que les dé una recomendación por su trabajo, con lo que
automáticamente al extender esas constancias para los jóvenes se me otorga
el membrete de "artista reconocida", tengo la impresión que con cada
convocatoria "crezco" en edad artística. Nunca he tenido la seguridad de
que mis recomendados obtengan la beca porque los recomiendo, de si la
obtienen por mi posición frente al arte o sólo porque soy "grande", pero
cada año aumenta el número de las llamadas. Es una especie de "auto-rating"
que me aplico cada año para conocer si todavía tengo jalón entre los
jóvenes.

Ni que decir del Sistema Nacional de Creadores, cuyos estímulos a los ídem
son los más solicitados, porque son además otorgados por tres años "a los
grandes" por "los grandes" y en tiempos de miseria. Desde luego que me
impresionan todavía más los que aspiran a "ser vitalicios", sabiendo que
tienen que esperar a que alguno deje la vacante. No existe ninguna otra
razón para dejar de ser vitalicios, que dejar de ser vitalicios. Alguien
tiene que pasar a mejor vida, para que se reciclen los lugares. Todavía no
se ha hablado de "necrofilia cultural"…

Si estuviera en el lugar de los jóvenes artistas me ofendería que me
llamaran así, igual como me ofendo cuando me piden mi opinión en función de
que ya no lo soy, es igual de humillante como cuando somos excluidos por
nuestra condición de género. Habría que reorganizar todo este desorden y
acabar con la promiscuidad de conceptos que nos mantienen encharcados.
Volver a la substancia de las cosas, no quedarse en frivolidades por
necesidades de administración, burocracia o porque alguien tiene que hacer
el mercadeo de la cultura.

Como me dijo hace muchos años el Arquitecto Juan José Gurrola e Iturriaga
parafraseando a Sheakespeare en Hamlet:
"To be or not to be...
To be or not...to be"
"Ser o no ser.....
entre no ser y ser.......pues ser."
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