Arquitectura Románica en España

August 23, 2017 | Autor: Enrique Gil Orduña | Categoría: Arquitectura, Arqueología De La Arquitectura, Arqueologia Medieval
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Descripción

Arquitectura del románico en la Península Ibérica Estilos y etapas

Enrique Gil Orduña – Ángela Suárez Fernández – Guillermo Gil Orduña

Arquitectura románica peninsular Primer románico El mundo del año 1000 ha sufrido una visión sesgada a causa de los terrores y calamidades con los que lo bañaron el Renacimiento y el romanticismo decimonónico. Realmente, no ocurrió nada extraordinario fuera del proceso evolutivo feudal que ya se venía dando, incluso con un cierto rebrote económico y de vida. Recuperación d ela labranza y aumento demográfico y de las ciudades, un proceso que seguiría en desarrollo hasta el siglo XIV. De todos es sabido que durante todo este período habría una sumisión de la condición humana frente a Dios y la religión. De ahí que la Iglesia tuviese un peso crucial en la sociedad.

En el período en el que nos encontramos, en la Península Ibérica, la disolución del Califato de Córdoba y la creación de taifas resultó un respiro para los reinos cristianos del norte, con un consecuente cambio de correlación de fuerzas y la tributación de parias. Las repoblaciones precarias del siglo X y la ampliación del territorio harán necesaria la construcción de edificios religiosos y de defensa, gracias a la financiación

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que supondrían las parias. Se detecta además una mayor relación con Francia, gracias a la entrada de la orden cluniacense con la nueva liturgia romana, aunque el arraigo de la hispánica dificultaría la llegada de las corrientes del norte. El románico comenzó a incidir en la Península durante su inmersión en la política internacional de los reinos cristianos europeos (no confundir con europeización). Se sustituye así una vieja liturgia hispana por los cánones romanos y la introducción de las órdenes monásticas. Se crea en toda Europa un estilo arquitectónico relativamente unitario, originario, según se piensa, en tierras lombardas, y extendido posteriormente a tierras francesas. Sin embargo, en todas etapas y espacios persistirán distintos manierismos.

La Marca Hispánica El primer románico se da muy prontamente en la Marca y en Aragón, durante el siglo XI. En Cataluña se darán a conocer así nuevos recursos articulatorios de los muros y nuevos tipos de iglesias, además de espacios anejos a estas, siendo un gran ejemplo, San Vicente de Cardona. En él se ve la influencia italiana en los arcos lombardos que enmarcan los vanos del ábside, fruto de las relaciones que Cataluña tuvo con estos nobles. Sin embargo hay diferencias entre la arquitectura en un lugar y en otro. En Cataluña se encuentran soluciones como los cruceros altos con cimborrio, o sus fachadas torreadas, lo que conduce nuestra mira hacia tierras renanas y Francia, y en especial al monacato de Cluny. San Miguel de Cuixá muestra tramas prerrománicas, aunque su cabecera muestra una planimetría absolutamente novedosa, de planta de cruz latina, con tres naves separadas por pilares y arcos de herradura, y cabecera rectangular. Parece ser que se consagró en 974, cuando parece que ya había un amplio presbiterio con seis ábsides. Sin embargo, pese a su novedad, el material es totalmente local (aparejo de mampostería), por lo que debió de ser levantado por manos autóctonas, pese a que fue mandado construir por monjes cluniecenses. El tipo de cabecera de Cuixá se extendería a lo largo del milenio por toda Cataluña. La comunidad monástica de Santa María de Ripoll amplió el templo levantado por Vifredo el Velloso en 888. Se creó un gran transepto en el que se articularon siete

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ábsides semicirculares, y posiblemente se ampliaran unas tres naves a cinco, lo que explica la diferencia entre las columnas de la nave central, más antiguas, y las de las laterales con las colaterales. Su promotor, el abad Oliba (970-1056), llevaría a cabo también una nueva catedral de Vic, consagrada en 1038, donde se reproducen cinco ábsides. A Oliba también se le deberá la introducción de la girola, en una restauración de Cuixá, ampliando su cabecera y rodeando el presbiterio con tres ábsides más, por medio de una girola semicircular. En la girola que se da en San Pedro de Rodas, sin embargo, no se reproducen capillas radiales acusadas al exterior. Sant Pere de Roda se edificó con piedra pequeña y mampostería, a veces con opus spicatum, de tradición romana, y piedra de cantería de aparejo mayor. Tiene cripta y deambulatorio cubierto con bóveda anular, pues la cabecera es semicircular; y un transepto marcado, en cuya parte oriental se abren capillas de planta semicircular. Los pilares están levantados sobre podios sobre los cuales también tienen cabida pequeñas columnas sobrepuestas que refuerzan la bóveda de cañón, con capiteles decorados con ornamentación vegetal de hojas de acanto Se trata de una obra sin precedentes ni paralelos inmediatos, con una gran monumentalidad. Con respecto a la decoración de este período en Cataluña, vemos continuamente el recurso de los arquillos y lesenas que decoran el paramento exterior de sus ábsides. En el interior, cañones y aristas se apean con pilares cruciformes y a veces con meras columnas. En San Perre de Caseres ya vemos en los ábsides un tramo recto frente al hemiciclo, como sería característico a mediados del siglo. En la iglesia del monasterio de San Martín de Canigó hay una cripta basilical cubierta de aristas, y en la iglesia se disponen cañones en sentido longitudinal sobre las tres naves separadas por columnas. La solución más usual sería una cubierta pétrea para las cabeceras, mientras que se cubriría el resto con una armadura de madera soportada por una columna, algo que seguirá produciéndose en iglesias de la posterior centuria, como San Clemente de Tahull. San Vicente de Cardona introduciría innovaciones muy importantes: un

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ábside central con un profundo tramo recto, un transepto ligeramente acusado sobre las naves colaterales, un cimborrio sobre trompas, fachada torreada y cripta bajo el presbiterio. La nave central se cubre de cañones sobre fajones, mientras que las laterales, con aristas, y la cabecera se levantaría sobre una cripta que permite salvar el desnivel del terreno. Vemos aquí un dominio total del estilo y la técnica. Crucero y cimborrio harían notar su presencia en edificios como San Jaime de Frontanyá, donde se organizan de una manera equilibrada su crucero y tres ábsides.

Navarra y Aragón A partir del reinado de Sancho el Mayor (1004-1035), sus reinos de Navarra y Aragón se abren al resto de Europa. Monjes cluniacenses vienen para aplicar la reforma religiosa, encomendados en los monasterios y los cabildos catedralicios. Se pueden distinguir tres tendencias. Las obras promocionadas por la corona navarra, seguirían el camino hacia el románico pleno (Leire) o hacia un carácter más defensivo (Loarre). Otra tendencia sería la relacionada con la proximidad de las taifas, como la de Zaragoza, siendo evidente en las iglesias del Alto Aragón. La tercera corriente se dio gracias a la amistad con Oliba y los maestros catalanes, por lo que se difundió y enseñó el "primer románico" en Aragón. El monasterio de Leire es un gran enclave político y religioso del reino navarro, hecho de piedra de cantería cortada en grandes bloques, aunque de tamaño desigual. La cripta es una de las partes más notables. Concebida en principio como iglesia de tres naves, los soportes debieron de parecer insuficientes cuando se doblaron en la central. Extrañas columnas de fuste pequeño, irregular y estrecho, que sostienen enormes capiteles y arcos de gran dovelaje. La parte superior es posterior, a juzgar por el tipo de aparejo y la organización de las columnas, de aspecto más esbelto. Loarre, está situado en lo alto, vigilando las llanuras de Huesca. De origen musulmán, se terminaría de remodelar después de la muerte de Sancho Mayor. Quedan lienzos importantes de muralla de aparejo medio de piedra. Su iglesia, situada en la parte más alta, es de una sola

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nave, abovedada, del mismo aparejo, con dos torres de la misma época. En Lárrede puede notarse el contacto con lo musulmán en los adornos plásticos de los ábsides, con una hilera de piedras semicilíndricas colocadas en vertical, las arquerías exteriores de los ábsides, y una torre con ventanillas en arcos de herradura y enmarcación del alfiz. La piedra uilizada es del lugar, de cantería media. Las dimensiones, siempre reducidas, y las cubiertas, abovedadas y planas. Santa María de Obarra seguiría una planta de tres naves y tres ábsides, el modelo basilical más sencillo, sin gran cabecera, cripta, cimborrio ni fachada torreada. Sin embargo, vemos algunas soluciones decorativas bien concidas, como los arquillos en el exterior del ábside central. Las tres naves se encuentran articuladas por intercolumnios de pilares cruciformes que apean bóvedas de aristas. Las columnas que apoyan el arco de la entrada principal tienen unos capiteles ornamentados con motivos vegetales esquemáticos.

En San Caprasio de Santa Cruz de la Serós se lleva un ábside semicircular y una nave dividida en dos tramos cubiertos por bóveda de arista. El sillarejo de sus muros se ornamenta por medio de arquillos, lesenas y saeteras.

Reinos occidentales Fernando I hereda en 1037 el trono del nuevo reino de Castilla, y lleva a cabo una propaganda artística sin precedentes,, como parte de su política de prestigio del título imperial. En los reinos cristianos occidentales de la Península siguió primando la tradición constructiva hispana, por lo que no conocieron el románico durante la primera mitad del siglo XI. Fernando I levantaría las iglesias de San Pelayo y San Juan Bautista, ahora de piedra. Igualmente, renueva San Isidoro de León, ahora de tres naves, más ancha la central, pero todas estrechas y altas, y una cabecera

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tripartita. Su semejanza a las iglesias asturianas puede deberse a una voluntad expresa del monarca para vincularse al imperium de Alfonso III. Se consagró en 1063, sin haberse iniciado aún el Panteón Real. Se ha dicho que San Pedro de Taverga (Asturias, 1069) imita a San Isidoro, con una cabecera muy asturiana, y un pórtico a los pies, sobremontado con tribuna. Como novedad, presenta algunos capiteles tallados con elementos figurativos. Nuestra Señora de la Anunciada Urueña (Valladolid) reproduce un edificio basilical de tres naves, tres ábsides y crucero con cimborrio octogonal, lo que lleva a pensar su construcción por parte de constructores catalanes. En los últimos tramos de la nave se abandona el léxico románico y se completa con recursos anteriores, por lo que se piensa que fue acabado por mano de obra local. Estas tendencias hacen pensar en la presencia de obispos franceses en la región, como Ponce, de Palencia, o en la relación de algunos nobles castellanos con la nobleza catalana. El primer románico sólo se reproduciría de forma decorativa en algunos edificios de Galicia, como San Martín de Mondoñedo.

El románico pleno Desde finales del siglo XI Cataluña iría perdiendo el protagonismo, tomado en este momento por los reinos occidentales. Durante la segunda mitad del siglo XI, la sociedad cristiana peninsular fue objeto de una evolución cultural y económica, al igual que en el resto de Europa, debido a la reactivación económica y del mundo urbano. Las fronteras de los reinos peninsulares se abrieron a los vecinos, y se fueron adoptando los mismos modelos, sucediendo la liturgia romana a la hispánica, lo cual suscitó en un comienzo numerosas revueltas, en contra de las monarquías y los nuevos abades de Cluny. Allá donde se instalaban estos nuevos religiosos, irradiaba el nuevo arte. En el románico de finales del siglo XI y el XII, se utilizaría principalmente la piedra de cantería grande y bien cortada, en aparejo regular. Los muros exteriores suelen estar cuidadosamente organizados. En vertical, separando los vanos de las ventanas, corren los poderosos contrafuertes, y las ventanas dejan de ser trozos recortados en la superficie del muro para enmarcarse con columnas sobre las que descargan arcos de medio punto moldurados (arquivoltas). Por encima del trasdós suele existir una moldura resaltada que se prolonga a los lados, del mismo modo que por la parte baja de las ventanas. Esto provoca un efecto ordenador en horizontal, del mismo modo que

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el vertical de los contrafuertes, gracias al resalte de todos los elementos. En la cabecera se multiplican los elementos plásticos, mientras que los contrafuertes son sustituidos por columnas que arrancan a la altura de las ventanas, apoyados sobre una especie de basamento. La fachada suele presentar una puerta abocinada, multiplicando sus arcos (arquivoltas) con menor radio a medida que se hunden en el muro. En las iglesias de una o tres naves, las bóvedas de cañón suelen fragmentarse en arcos de refuerzo (perpiaños o fajones). En los casos de tres naves, los soportes suelen ser pilares cruciformes, con cuatro columnas adosadas, que soportan los arcos formeros y fajones. El muro de la nave central suele organizarse en dos pisos, correspondiendo el segundo a las ventanas de iluminación o al triforio (en las basílicas primitivas cristianas, destinado al grupo femenino). El espacio interno se ordena gracias a la molduración de todos los arcos y al resalte de las columnas. Generalmente, las naves centrales se abovedan con cañones, y las laterales con aristas, aunque en el medio rural siguen dándose cubiertas planas. El crucero suele resaltarse, con cubierta nervada o cupulada, usando trompas o pechinas, para pasar del cuadrado basal al octógono o circunferencia requeridos. A veces se levanta un tambor que permite la iluminación a través de vanos. Los ábsides suelen cubrirse con un cuarto de esfera. Aunque en algunos edificios se resalta la altura, llegando a superar el canon 2:1, en otros se da un gran robustecimiento de todos los soportes. La iluminación, pues, suele estar más presente en las obras mayores y estilizadas, no dándose el tópico tenebrismo que suele asignarse al románico, aunque en las pequeñas construcciones robustas, la anchura de los muros dificultaba la apertura de vanos. La gran novedad de esta época es el renacer de la escultura, íntimamente ligada a la arquitectura en tanto la ornamenta. Es decir, que la mayor parte de la escultura se trata de relieves y no de bultos redondos. El capitel corintio es uno de los soportes ideales, y las fachadas (San Isidoro, Compostela) organizan sus portadas con arquerías y se adintelan con tímpanos semicirculares. En España, sin embargo, no se llegaría a las dimensiones de los grandes conjuntos franceses. Se encuadran, además, otros relieves en los muros (Santo Domingo de Silos). El condicionante de amoldarse a la arquitectura y sus composiciones, se traduce en un arte no naturalista, algo que también incitaría el pensamiento religioso de la época, cargado de simbolismo. Es una escultura que se preocupa por una lectura de las imágenes y su contenido, únicamente necesitada de un código, y no de la representación mimética de la realidad (ha de tenerse en cuenta que se buscaba la representación de Dios y de realidades más allá de lo contingente).

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Casos paradigmáticos en España de obras sobresalientes escultóricas podría ser el pórtico de la Gloria de Compostela, donde campean figuras humanas y monstruosas de los episodios bíblicos en relieve, entre jambas, arquivoltas y arranques de arco. Los capiteles del monasterio de Silos muestran representaciones vegetales esquemáticas y animales, obras de escultores del Languedoc. La portada del monasterio de Ripoll es otra cumbre artística organizada a modo de arco de triunfo con siete zonas de relieve, un gran conglomerado de centenares de figuras. En muchas ocasiones se aprovecharon edificios previos para levantar las nuevas obras, y en otras se construyeron ex novo. San Isidoro de León pasó de ser una obra de mampuesto a otra de cantería, del cual se dice que era de tradición hispánica en sus trazas y material de construcción. Este esquema sería reproducido en tierras de León, Zamora y Galicia. El resultado de San Isidoro es una composición extraña, aunque la fórmula acabaría viéndose bien definida en el templo de Teverga (Asturias). El caso de Santo Domingo de Silos también se trata de una ampliación y renovación de un edificio previo, conviritiéndolo en una basílica de tres ábsides semicirculares que se unieron a las naves del templo prerrománico, consagrado en 1088.

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El románico se desarrolla, pues, a partir de fórmulas importadas, y será aquí donde se edifique el prototipo más depurado, la catedral de Santiago de Compostela, de Bernardo el Viejo Se levantó sobre una catedral anterior de tradición hispánica. Asume experiencias de la arquitectura post-carolina, resolviendo ciertas necesidades espaciales en función de los actos litúrgicos, conjugando la estética y la estabilidad tectónica que mantiene consolidada una esbelta nave central totalmente abovedada con una gran bóveda de cañón. La gran cabecera y el crucero crean una serie de microespacios, lo ábsides, que albergan los altares. La girola articula un gran número de absidiolos y permite una deambulación por el interior del templo. En la fachada occidental, las dos torres constituían una fórmula remontadas a los westwerke carolingios, que adoptarían los cluniacenses y se reproduciría en multitud de templos románicos y góticos. Sin embargo, el caso de Santiago no es común ni paradigmático, pues la mayoría de los templos se conformaban con una sencilla estructura basilical, incluso de una nave y un ábside, o algunos adoptaban algunas de las soluciones monumentales. La catedral de Tuy (Pontevedra) reprodujo el modelo compostelano en pequeño formato, sustituyendo la girola por una estructura de cinco ábsides en batería. San Vicente de Ávila adopta la fachada occidental torreada, tres naves con tribuna sobre las colaterales, pero la cabecera sólo tiene un transepto de una nave y tres ábsides sobre la cripta que salva el desnivel del terreno. Una interesante serie de monasterios del último tercio del siglo XI se incluyen en las primeras experiencias del románico pleno peninsular. Edificios de tres ábsides con cruceros no sobresalientes. El paradigma más clásico lo constituye San Martín de Frómista, muy renovado recientemente, pero que aún presenta sus líneas arquitectónicas. Una obra muy unitaria de principio a fin, con una cabecera de tres ábsides articulada con un transepto coronado por un cimborrio. Las tres naves se abovedan con cañones transversales, cerrándose el edificio con una fachada flanqueada por dos torres cilíndricas. Sus soportes son pilares cruciformes con columnas adosadas, y se construye con piedra de cantería menor a la del románico pleno.

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En San Sebastián de Silos los lados del claustro no son perpendiculares, y sus arcos se apoyan en columnas de fuste dotado de éntasis. Los capiteles se componen de una parte prismática superior y otra troncocónica inferior, teniendo encima un ábaco de gran desarrollo, también esculpido. Edificio similar sería San Isidoro de Dueñas, situado poco más al sur, pero ha sufrido importantes modificaciones. En su origen tan sólo tenía cinco tramos y crucero. La iglesia de Sahagún, monasterio benedictino, no se conserva, pero se conoce su estructura basilical con crucero no acusado. En las ciudades se llevaban edificios basilicales de igual forma, como San Pedro de Arlanza, o la iglesia de Silos. San Isidoro de León, prerrománico, será transformado en basílica en el siglo XII. Todos estos edificios nos dejan ver que se va estableciendo un mismo esquema a seguir para todos los lugares. Sin embargo, a lo largo del siglo XII se ampliarían los brazos de los transeptos, ahora sobresaliendo de las naves colaterales, como en la iglesia de Silos, puesto que era necesario crear nuevos altares, como en Isidoro de León. En Aragón, La catedral de Jaca introduciría importantes novedades, pese a una planta similar a los anteriores. No prevé abovedamientos pétreos para las naves, y los del crucero responden a una fase final del proyecto, cuyo original no llegó a consumarse. El aumento del territorio aragonés y el desplazamiento del centro polític o al sur, le harán perder importancia, antes tal vez de concluir la catedral. Otro ejemplo aragonés puede ser el monasterio de Santa Cruz de la Serós (Huesca), que recibió importantes donaciones durante la segunda mitad del siglo XII. La iglesia es pequeña, de una nave con transepto marcado en el que se abren dos capillas menudas casi

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semicirculares, que al exterior se acusan como rectangulares. Encima del crucero, una cámara abovedada en la que se pasa del cuadrado de base a un octógono por medio de nichos. Cubierto con cúpula reforzada por nervios cruzados en una clave. Sobre el tramo sur del transepto, una gran torre dividida en varios pisos, abovedado el último La catedral de Pamplona era un vasto edificio cruciforme con tres ábsides semicirculares con un tramo recto entre ellos, y de una gran profundidad el central. En la Marca, las fórmulas del primer románico seguirían en vigencia, aunque se da un aumento progresivo del tamaño del aparejo, y la mayor presencia de abovedamientos. Además, seguiría aquí in incorporarse la escultura al edificio. Continuarían también los mismos tipos de planta. Santa María de Barberá (Barcelona), es de una nave y cruz latina, con una torre sobre un brazo de la cruz. La cabecera triconque se extendería más aún en esta época (Sant Pere de Ponst, Lérida). En Taül se consagran sus dos iglesias de Santa María y San Clemente (1123). En San Clemente la torre, al modo italiano, está aislada, y la diferencia de aparejo indica varias campañas en su construcción. Se da también un importante grupo de iglesias de planta circular (San Sebastián de Sull, Barcelona; San Pere de Gros). Vemos, pues, que los edificios del siglo XI y el primer románico catalán tuvieron una gran influencia en el románico pleno, limitándose las reformas a la monumentalización de ciertas partes. Las formas arquitectónicas, además, se continuarían de manera inercial, aunque en casos como el de Tahull, podemos pensar que su conservadurismo se deba a su ubicación en zona montañosa.

El tardorrománico (siglo XII y XIII) Nos topamos con una época convulsionada donde se da una serie de cambios sociológicos, donde los burgos consiguen un papel importante en el gobierno de la sociedad, nacen nuevas órdenes como los cistercienses, que levantan nuevas obras gracias a la predilección que el pueblo tendrá por ellos y las donaciones que recibirán. Los cabildos y obispos también lideran empresas de construcción, en las que se hallan nuevas soluciones y se recrean las existentes buscando un efecto estético. Se produce una cierta distorsión al convivir con las primeras obras del gótico, con lo

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que se duda acerca de la clasificación de algunos edificios. Desde el último tercio del siglo XII los edificios empiezan a tener arcos y bóvedas de perfil apuntado, y los vanos se profundizan más en el grosor de los muros, además de multiplicarse los elementos decorativos. Por el aumento demográfico generalizado, las nuevas órdenes y los cabildos necesitan cabeceras más desarrolladas con más ábsides. La solución más empleada sería la del crucero largo disponiendo ábsides en batería y la girola con capillas radiales, que pueden seguir articulándose en el transepto. Los cistercienses solerían tomar la solución del crucero con capilla, multiplicándose los casos en la Península desde Santes Creus, en Tarragona, hasta Santa María de Oya, en Pontevedra. A veces se introducen pequeñas variantes, como cambiar la planta del ábside central, o simplemente escalonar la profundidad de las capillas. En las catedrales hispánicas los ábsides nunca son rectos, sino semicirculares (Orense, Sigüenza y Lleida). La catedral de Tarragona acabó adaptando de una manera irregular sendos ábsides en el transepto. Algunas colegiatas también tuvieron necesidad de estas modificaciones, como Santa María de Azoque (Zamora). La realización de una gran cabecera en Claraval (Aube) con girola, hacia mediados del siglo XII, produjo una nueva variante de templo cisterciense que adoptarían otros, aunque generalmente esta solución será de características más góticas. Como vemos, entre los aspectos generales vemos un aumento de las dimensiones medias. Con frecuencia se trata de iglesias levantadas en el nuevo tramo urbano en expansión, y la actividad se concentra en las catedrales. Se comenzaría a estudiar el empleo de bóvedas de crucería, aunque se trata de ensayos tímidos y rudimentarios. El arco apuntado se da en algunas ocasiones, pero no se generaliza. También se desarrolla la cubierta sobre planta centralizada, nervada, a veces imitando el sistema ensayado en la mezquita de Córdoba (Almazán, Soria Santo Sepulcro, Torres del Río), donde los nervios no se cruzan en una clave. Conforme a la ornamentación escultórica, se empieza a buscar un nuevo naturalismo, con lo que comienza a liberarse de su esclavitud con la arquitectura, y surge la estatua-columna, ganándose más volumen paulatinamente. Las arquivoltas se irán cubriendo poco a poco de esculturas, se desarrolla una especie de barroquismo, con

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multiplicidad de personajes, pliegues y ornamentos complementarios. Con respecto a los monasterios, las fundaciones cistercienses serán numerosas. Sus amplios recursos les permitían levantar las obras más monumentales, una arquitectura desprovista de decoración escultórica, y aleja de los lugares habituales. La principal aportación sería la manera de articular los refectorios, de forma perpendicular a su panda respectiva. También introducen un largo pasillo cerrado que separa la cilla de la panda correspondiente: se trata del corredor de conversos, para que éstos no perturbasen la clausura monacal. Destacaría el claustro de Poblet, o el portugués de Alcobaça.

Arquitectura en los reinos occidentales Se trabajaría con intensidad en ciudades como Zamora y Salamanca, levantándose sus catedrales. En la catedral de Zamora, el cimborrio sobre el crucero es la obra maestra, con un tambor cilíndrico al que se ha pasado por medio de pechinas y en el que se abren ventanas, cubierto por una cúpula de nervios gallonada. Exteriormente dispone pequeñas torrecillas regulares, y la cubierta se configura con piedras dispuestas a modo de escamas. El gran cimborrio de Zamora se reproduciría en la catedral de Salamanca, ahora con tambor cilíndrico de dos pisos de ventana, y se distribuyen los mismos elementos exteriores que en Zamora. Todas las catedrales gallegas están ahora en obras, como la de Orense, en la que las naves acaban abovedándose con crucería, y disponiendo tres ábsides en la cabecera a los que se les uniría dos más en el transepto. En Castilla también se desarrollaría el trabajo de la cantería. En Santo Domingo de la Calzada (Logroño) aparecen los primeros signos de la renovación de la

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cabecera (1158). La catedral de Ávila comienza a introducir nuevos elementos del gótico francés, comenzada su cabecera en 1181. Una doble girola que se separa por elegantes y endebles columnas, por lo que hubo de emplearse unos tirantes pétreos de comunicación con el muro. En Segovia, la iglesia de San Millán tenía una planta de tres naves sin transepto destacado, con cuatro ábsides y dos pórticos, uno al sur y otro al norte. Vera Cruz (1208) se construye de aparejo pobre. De planta centralizada, y lo que iba a ser la girola, se convierte en una iglesia dentro de otra, con dos pisos y una comunicación con cámaras. En Soria, San Juan de Duero tiene un claustro con arcos de herradura y entrecruzados, de raigambre musulmana. Santo Domingo tiene una estructura general de tipo aquitano. Vemos en estos dos ejemplos la mescolanza de influencias.

Arquitectura en Navarra y Aragón En Navarra la actividad es intensa en obras menores, vinculadas al Camino (Torres del Río) y a la riqueza de algunas ciudades (Tudela). Tudela es una próspera ciudad, con una aljama judía muy floreciente. Se utilizó la mezquita como iglesia mayor hasta que se derribó para ampliarla, con una planta y cabecera aproximadas a las iglesias cistercienses.

Torres del Río tiene una pequeña iglesia, el Santo Sepulcro, de planta octogonal, con muros lisos hasta una cierta altura, y una bella cubierta en el interior con nervios

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cruzados al modo califal. En 1186 comenzaría la construcción de la catedral de Zaragoza, de la cual se conserva la cabecera. Las partes bajas son románicas, mientras que las altas, evidentemente posteriores, mudéjares. El proyecto más ambicioso sería el monasterio de Sigena (Huesca), convertido en panteón real por la reina Sancha, esposa de Alfonso II. En el siglo XIII se levantaría una gran cabecera y transepto, con una gran portada. Cataluña, unida a Aragón, tendría gran influencia francesa. En Gerona, Vic y Ripoll parece iniciarse la nueva actividad. A la Iglesia de Ripoll, del siglo X, se le añade una gran portada y un claustro. Se trabajaría también en el de la catedral de Gerona. Los claustros se multiplican y aumentan en importancia, teniendo uno todos los centros catedralicios y monacales. Todos se incluyen en el lenguaje románico, sin novedades en arcos ni cubiertas. En Tarragona se comienzan las obras de la catedral, aunque no concluiría hasta 1331, de modo que algunas de sus partes, como el cimborrio y la fachada de los pies, son góticas. Tiene tres naves y un ábside central de grandes dimensiones y semicircular, junto a otros dos laterales. El proyecto del cañón acabaría restituyéndose por el de aristas.

En Lérida, la catedral fue intervenida por varios arquitectos de origen variado, por lo que se dan muchas diferencias de estilo, incluyendo el gótico en sus intervenciones más tardías. Contrastando con el exterior, el interior es de decoración espléndida. Los soportes fuertes incluyen pares de columnas a sus lados, y el muro de la nave

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principal en dos pisos permite la entrada de luz a través de grandes ventanas.

Ciudades y arquitectura civil La revolución agrícola de la Plena Edad Media vino acompañada de un resurgimiento paulatino de las ciudades, gracias al renacer del comercio y al excedente agrario. El flujo de mercaderes, comercio y monedas permitiría la financiación de nuevos edificios, y con el tiempo, el arte arquitectónico fue concentrándose en el ámbito urbano. Especial importancia tendrían las que se encontraran en la ruta jacobea, donde el románico y las nuevas ideas de Europa penetraron con intensidad. Las ciudades existentes anteriormente siguen desarrollándose, y nacen otras nuevas gracias a las repoblaciones, con fueros de auto-legislación. Se organizan de distinta forma, pudiendo ser el núcleo inicial una fortaleza (Burgos), y y en las laderas irían naciendo los tramos que adoptan distintos planos. En Burgos iría naciendo una larga calle en relación con el camino de Santiago, en torno a la cual irían surgiendo las iglesias y los edificios públicos y privados más importantes. Otras ciudades típicas del Camino desarrolladas en torno a una fortaleza sería Castrogeriz (Burgos), también con una gran calle principal que le aportaría de una forma longitudinal y rectangular. En las ciudades que siguen el Camino suelen primar edificaciones públicas, como hospitales levantados para acoger peregrinos enfermos, o el arreglo de vías y puentes, como en Puente de la Reina. Sin embargo, es más frecuente el desarrollo en círculos casi concéntricos e irregulares en torno a una iglesia, con callejas estrechas. Junto a la iglesia, un espacio para cementerio, que puede dar origen a una plaza. Los lugares de mercado suelen establecerse a las afueras. Si las ciudades aumentan, nacen nuevas parroquias o collaciones que agrupan en torno suya a nuevos edificios. Si es posible, las ciudades pueden rodearse con un recinto amurallado, aunque el crecimiento provoca la existencia de barrios extramuros (Ávila). En Soria sucedió lo contrario, y el crecimiento no alcanzó los límites previstos por el recinto (Soria). Otras ciudades se incorporan por medio de la conquista, por lo que su plano dependerá de als

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trazas previas (Toledo, Zaragoza, Lérida y Tarragona). Se disponen en ellas barrios para las minorías judías y mudéjares. En las ciudades, además de actividades comerciales y artesanales, también se encuentran ampliaciones de campo, donde se ejercita la agricultura. Hay edificios particulares de especial interés, como palacios y residencias de lujo de obispos (Gemírez construyó un gran palacio en Santiago; palacio real de Estella, Casa de Pahería en Lérida, palacio real de Huesca...). Los baños serán tan numerosos como entre los musulmanes, empleándose los de estos y otros nuevos (Zamora, Gerona). Los baños árabes de Gerona tienen planta típica de baño romano con recuerdo de otros musulmanes del norte de África. El frigidarium incluye una piscina central octogonal, apoyados en sus límites esbeltas columnas que soportan una bella linterna. Especial interés tendrán en las ciudades la figura de las catedrales, como principales centros de reunión de la comunidad para los actos litúrgicos, y como núcleos de dirección de las diócesis, a través de un cabildo y un obispo. La construcción de las catedrales exigía de grandes profesionales capaces de crear proyectos de envergadura, gracias a una continuada financiación. Es ocasiones se levantaría sobre un anterior templo de menores dimensiones y monumentalidad. Alrededor del templo se ubicaban mojones que delimitaban un espacio sacro funerario llamado cementerio, que funcionaría como un espacio abierto con varias utilidades, como plaza de mercado o asamblea. Dentro de los recintos se distinguen el santuario (cabecera de la iglesia que albergaría el altar mayor y el presbiterio), el coro (pequeño murete que separaría el espacio de los canónigos del de los fieles), y la iglesia propiamente dicha, donde se ubicaba el resto de la comunidad Buena parte de la vida de los canónigos se llevaba en el claustro, espacio cerrado por cuatro crujías donde llevaban a cabo sus plegarias, meditación, lectura y descanso. Una serie de dependencias y algún elemento más, como un hospital, podían terminar de configurar el complejo catedralicio.

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