Arquitectura Moderna y Estado en Argentina: edificios para Correos y Telecomunicaciones 1947-1955

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Descripción

Director: Arq. Ramón Gutiérrez [email protected] Vicedirectora: Dra. Graciela María Viñuales [email protected] Coordinadora Técnica: Dra. Patricia Méndez [email protected] Coordinador Editorial: Arq. Julio Cacciatore [email protected] Arte Latinoamericano: Dr. Rodrigo Gutiérrez Viñuales [email protected] Ambiente y Territorio: Dr. Alejo Gutiérrez Viñuales [email protected] Investigación y gestión: Lics. Elisa Radovanovic, Cristina González Bordón; Arqs. Carlos Balmaceda, Marta García Falcó, Liliana Lolich y Diana Rosemberg Informática: Arq. Dora Castañé e Ing. Martín Gutiérrez Viñuales Documentalistas: Arqs. Susana Mendigochea; Katherine Mora Rojas; Lic. Lucía Rud, Faustino Chirino y Margarita Gibbons

ARQUITECTURA MODERNA Y ESTADO EN ARGENTINA. Edificios para Correos y Telecomunicaciones (1947 - 1955)

CEDODAL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DE ARQUITECTURA LATINOAMERICANA   El Centro de Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana, se formó en Buenos Aires en el año 1995 con el objetivo de contribuir al desarrollo de la investigación histórica, la formación teórica, la capacitación de recursos humanos y la difusión de la arquitectura iberoamericana. El CEDODAL cuenta con un importante fondo documental que se reunió a través de más de cuarenta años de labor de sus directores y con el aporte de adquisiciones o donaciones de numerosos profesionales e investigadores en este último tiempo. La documentación del CEDODAL comprende: - la BIBLIOTECA de aproximadamente 30.000 volúmenes de arquitectura, urbanismo, historia y arte, preferentemente de América Latina. El corpus integra unidades temáticas tales como arquitectura contemporánea en América Latina, Vivienda popular, Arte Latinoamericano, Preservación del patrimonio y Técnicas tradicionales. - la HEMEROTECA con alrededor de 10.000 revistas, de países iberoamericanos, es la colección más importante que existe sobre arquitectura y urbanismo en América Latina. - la FOTOTECA incluye secciones de fotografía histórica, fotografía de investigación y un importante fondo de diapositivos, estimándose su volumen en un total de 35.000 unidades. Hay cerca de 80 álbumes de fotos originales que cubren de 1859 a 1950. Dentro de esta sección merece destacarse la colección de TARJETAS POSTALES, con imágenes de principios del siglo XX de las ciudades americanas, obras de arquitectura y escultura urbana y la Biblioteca especializada que incluye ediciones originales y recortes periodísticos temáticos. - la MAPOTECA cuenta con varios centenares de planos de arquitectura y urbanos, en su mayoría con soporte heliográfico. Integran esta sección dibujos originales de arquitectura, grabados y una importante colección de planos catastrales. - el ARCHIVO DOCUMENTAL comprende una inmensa documentación de recortes periodísticos, fotocopias de artículos y folletos, iconografía y correspondencia de arquitectos y artistas, así como una sección de manuscritos originales y una colección de microfilms sobre documentación histórica de archivos españoles y americanos. En el CEDODAL está también integrado el CENTRO BARRO que atiende las iniciativas vinculadas a técnicas tradicionales y vivienda.

ARQUITECTURA MODERNA Y ESTADO EN ARGENTINA Edificios para Correos y Telecomunicaciones (1947 - 1955)

ARQUITECTURA MODERNA Y ESTADO EN ARGENTINA La arquitectura moderna, en Argentina, forma parte indisoluble de la historia material del siglo XX y constituye, por tanto, un campo de estudio que permite bucear en procesos complejos que definieron la espacialidad actual de nuestros edificios y ciudades, a la vez que aporta a la generación de un patrimonio cultural relevante; a pesar de los esfuerzos hechos por alguna historiografía para negarlo, la arquitectura moderna fue sinónimo de arquitectura pública durante dos largas décadas (1935-55) en que se forjaron avances modernizadores notables. De este modo conjuntos habitacionales, hospitales, escuelas, infraestructura para el turismo, edificios emblemáticos de empresas públicas como YPF o la Junta Nacional de Granos y, por supuesto, los edificios gestados en la Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones (DACyT) a partir de 1947, forjaron una imagen de modernidad desde lo estatal, asociada a un proyecto modernizador integral del país. La historiografía de la arquitectura moderna producida en Argentina a partir la década de 1980, ha ido proponiendo renovadas interpretaciones, concurriendo al mejor conocimiento y enfatizando el interés acerca de una infinidad de obras que construyeron nuestros tejidos urbanos cubriendo las necesidades de dar albergue a las nuevas funciones y a los nuevos requerimientos espaciales de ciudades que se expandían y modificaban. El CEDODAL, en los últimos años ha publicado gran cantidad de investigaciones sobre estas problemáticas, abordadas desde las escalas urbana y arquitectónica; asimismo, en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL, estos temas han sido objeto de estudio, dando como resultado diversas publicaciones académicas. Siguiendo el derrotero de estas líneas ya trazadas, este libro, fruto del Convenio firmado entre las entidades mencionadas y la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, pretende explorar la formación de la arquitectura pública moderna ejecutada en la DACyT, indagando en sus homogeneidades y diferencias, interpretando a cada uno de los casos como manifestación del debate de las ideas sobre la arquitectura y la ciudad vigentes en ese período y reconociendo las condiciones y los mecanismos de producción de estos edificios, a fin de promover un conocimiento que aporte a su más ajustada apreciación y a la conservación de ese patrimonio. Adriana Collado FADU-UNL

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DIRECCIÓN

Dra. Patricia Méndez (CEDODAL) EDICIÓN

Dra. Adriana Collado (FADU-UNL) INVESTIGACIÓN

Dra. Adriana Collado (Dirección General)

EXPOSICIÓN

Dra. Patricia Méndez DISEÑO DE PANELES

Juan Claudio Tristán Presidente del Correo Oficial de la República Argentina

Arq. Katherine Mora Rojas PROCESAMIENTO DE IMÁGENES

Arq. Katherine Mora Rojas; Srta. Luisa Gómez Cardona FOTOS DE TAPA y CONTRATAPA

Correos de Santa Fe, Mar del Plata, Córdoba y Mendoza (María Martina Acosta, Julio Arroyo, Claudia Montoro y Graciela Moretti)

ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS CONSULTADOS

Archivo General de Indias (Sevilla). Archivo General de la Nación. Archivo Histórico de la Provincia de Corrientes. Archivo Histórico Municipal de Neuquén. Archivo Histórico Municipal de Santa Rosa de la Pampa. Archivo Histórico Municipal Roberto T. Barilli. (Mar del Plata) Archivo Histórico Provincial de Neuquén. Archivo privado Nemecio Nieto. (San Juan). Biblioteca del Congreso de la Nación. Biblioteca Nacional. Casa de Moneda. CeDIAP. Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública. Ministerio de Planificación Federal. CEDODAL. Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana. CIT-CNC. Centro de Información Técnica. Comisión Nacional de Comunicaciones. CPAU. Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo. CRIHDAC - DNA. Centro de Recuperación, Investigación Histórica y Digitalización del Archivo de Correos - Dirección Nacional de Arquitectura. Hemeroteca de la Biblioteca Pública de la UNLP. Oficina de Catastro. Municipalidad de Córdoba. Sociedad Central de Arquitectos.

Arq. Alberto Andrés Petrina Vicepresidente Primero a cargo de la Presidencia

AGRADECIMIENTOS

Néstor y Exequiel Adamo; Ana María Alonso; Luis Andrade; María Eugenia Arive; Álvaro Arroyo; Julio Arroyo; Carlos Balmaceda; Mauricio Battauz; Daniel Birchner; Francisco Javier (h), María José y María Luisa Bó; Alejandro W. y Wilfredo Bunge (h); Claudio Bustamante; Elvira Buxadera; Beatriz Cáceres Monié de Malter Terrada; Florencia Corces; María Elena del Barco; Lucila Fierro; María Luisa Gallardo; Grupo de Arquitectura Moderna Argentina - GAMA; Magdalena García; Marta García Falcó; Ricardo Gasalla; Osvaldo Giorgi; Germán Gómez Bustos; Carlos Gómez Sierra; Belén Goytía; Julio Heguilor Rocca; Carolina Kot; Ana María Lang; Marina Lavalle Cobo; Laura Levatti; Alejandro Leveratto; Alberto Lucchesi; Fernando Martínez Nespral; Rinaldo Osvaldo Miscione; Claudia Montoro; María Eugenia Moreno; Macarena Muñoz; Manuel Net; Alberto Nicolini; Pablo Numa Tapia; Linda R. J. Peso; Marcelo Perusso; María Emilia Pugni; Horacio Quiroga; Omar Ramponi; Juan Martín Repetto; Elio Reynoso; Gabriel Romero; Nathalia Rúa; Raúl Rubini; Gabriela Santibáñez; Cristina Sardá; Fernando Saladrigas; Hugo Segawa; Jorge Seguí; María Belén Simovich; Alicia Sirvent; Graciela Smitt; Ramiro Sosa; Pedro Tagarelli Ortega; Felipe Traverso; Eudaldo Vidal (in memoriam).

Arquitectura moderna y estado en argentina : edificios para correos y telecomunicaciones 1947-1955 / Adriana Collado ... [et.al.] ; dirigido por Patricia Méndez ; edición a cargo de Adriana María Collado. - 1a ed. - Buenos Aires : CEDODAL - Centro de Documentación de Arte y Arquitectura Latinoamericana; Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo UNL, Argentina, 2013. 152 p. + CD-ROM : il. ; 29x21 cm. ISBN 978-987-1033-48-5 1. Arquitectura Moderna. 2. Historia de la Arquitectura Argentina. I. Collado, Adriana II. Méndez, Patricia, dir. III. Collado, Adriana María, ed. lit. CDD 720.1 Hecho el depósito que marca la ley 11.723, queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, salvo expresa autorización de los autores

ARQUITECTURA MODERNA Y ESTADO EN ARGENTINA Edificios para Correos y Telecomunicaciones (1947 - 1955)

ÍNDICE 7

Prólogo Juan Claudio Tristán

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Valorando nuestro patrimonio Arq. Juan Martín Repetto

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La Investigación en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo Arq. Miguel Irigoyen

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Introducción Dra. Arq. Adriana Collado

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El Correo Argentino en tiempos de cambio Arq. Ramón Gutiérrez

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Los primeros edificios de correos Dra. Arq. Graciela María Viñuales

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Arquitectura y modernidad en la Argentina / II Arq. Pedro Conrado Sonderéguer

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Arquitectura moderna para el servicio postal – Argentina, 1947-1955 Dra. Arq. Adriana Collado

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La inteligencia ciega. Los edificios de correos, 1947-1955 Arq. Pedro Conrado Sonderéguer

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Desplazamientos y correspondencias proyectuales. Edificio Movimiento Dr. Arq. Eduardo Maestripieri

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El Palacio de Correos y Telecomunicaciones de Mendoza Mg. Arq. Graciela Moretti

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Fragmentos de un proyecto moderno. El Correo de Santa Fe Mg. Arq. María Martina Acosta, Dra. Arq. María Laura Tarchini

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La sede del Correo de Córdoba Arq. Juana Bustamante

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El edificio de correo de San Juan, punto de partida ejemplar Dr. Arq. Marcelo Vizcaíno

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Una lectura moderna en la tradición correntina: la cabecera del Distrito 13 de Correos Dra. Arq. Patricia Méndez

95

Una imagen moderna para la comunicación en Mar del Plata El racionalismo del edificio de Correos y Telecomunicaciones Mg. Arq. Alejandro Novacovsky, Mg. Arq. Analía Benítez

101

El correo, en Neuquén Dra. Arq. Liliana Lolich

107

Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Santa Rosa de La Pampa Dra. Arq. Liliana Lolich, Ing. Cristina Covas

112

Los edificios de correos como proyecto de ciudad Mg. Arq. María Laura Bertuzzi

117

Artistas gráficos en correos y telecomunicaciones (1930-1956). Algunas notas Dr. Rodrigo Gutiérrez Viñuales

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Trabajo Postal y Arquitectura Pública. Funciones e Imaginarios de Modernidad Dra. Cecilia Dinardi

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Demoras y silencios en los edificios de Correos: la contracara de las revistas de arquitectura Dra. Arq. Patricia Méndez

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La Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones en las revistas del Organismo Arq. Constanza Eliggi

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Herencia olvidada en la buhardilla de un palacio. El archivo de Correos a cargo del CRIHDAC – DNA Arq. Lucrecia Guarrera

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Biografías Lic. Elisa Radovanovic

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Bibliografía Arq. Sofía B. Rotman

Hoy, a diez años de la recuperación de nuestro Correo Oficial por parte del Estado Nacional, tenemos el agrado de compartir este importante y extenso análisis sobre la Arquitectura Moderna desarrollada en nuestro país durante el gobierno de Juan Domingo Perón entre 1946 y 1955, comprometiéndonos con la revalorización de la historia de la Institución, en todos sus aspectos. En pleno auge del Modernismo, los edificios de Correo en Argentina, fueron constituidos  como espacios de extrema relevancia social y cultural, tanto por el servicio otorgado a la comunidad (de gran tenor cosmopolita), como por su implicancia como cara visible del Estado. Desde el enfoque del desarrollo de la arquitectura de los edificios de Correo en el país, vemos de significativa importancia, el contribuir a la investigación y elaboración teórica, como también a la puesta en valor de los patrimonios culturales, que desde el Movimiento Moderno, sentaron un precedente estético y cultural constituyente en la identidad de numerosos pueblos y ciudades de la República Argentina. En la impronta de los edificios de Correo construidos entre 1946 y 1955 se reconoce, nuevamente, al Estado como propulsor del bienestar social a través de instituciones que propiciaban la activa participación ciudadana. Nos enorgullece, en esta oportunidad, compartir el compromiso con la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, la Universidad Nacional del Litoral y el CEDODAL, para la publicación de este importante aporte a la revalorización del patrimonio de todos los argentinos. Correo Oficial Abrazando la Patria

Juan Claudio Tristán Presidente del Correo Oficial de la República Argentina

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Valorando nuestro patrimonio En principio la investigación necesita más cabezas que medios.

Severo Ochoa

En este trabajo de investigación deben destacarse innumerables aspectos cuya sinergia da lugar a esta magnífica obra de difusión. Entre éstos hay algunos de forma y otros de contenido, que han posibilitado la investigación y su posterior difusión. En primer lugar la idea plasmada en un documento que expresó la voluntad de articular el aporte de distintos organismos públicos y privados, para desarrollar los trabajos que se venían materializando sobre esta temática. La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en Santa Fe, el Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana (CEDODAL) y la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos. Este trabajo sobre la Arquitectura Moderna, en un sistema patrimonial muy especial como resultan los edificios de Correos en la Argentina en la década del 50 del siglo pasado, nos permiten visualizar cómo, cuando el Estado se compromete en un proyecto de esta magnitud, puede generar un sistema de calidad total, donde la totalidad de los aspectos son estudiados, dando un producto final en un sistema federal funcionando con sentido democrático. No siempre es así, ni fue así en todos los casos, pero aquellos que creemos en que el Estado es el gran articulador y debe tener la capacidad de generar estos proyectos macro con estos altos niveles de calidad en la realización, tomamos este caso como una demostración que la voluntad política y un sistema ideológico adecuado, pueden conseguir la grandeza de la Patria, que es en todo caso estos sistemas virtuosos repetidos ante cada necesidad de la comunidad. No nos causa asombro, porque ya nos tiene acostumbrados el CEDODAL y su Pléyades de investigadores, a estos niveles de calidad de investigación y su capacidad para obtener caminos para su difusión. En nuestro país lamentablemente no es esto una generalidad, por lo que deberíamos apoyar desde el Estado más enfáticamente estas organizaciones, que con gran esfuerzo cubren vacíos que el Estado a veces elude, no siempre inocentemente. También debemos congratularnos de las universidades cumpliendo su rol, no solo de formación sino también de investigación, como en este caso la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL. Por último, el invalorable apoyo de nuestro Correo, que entendió desde el inicio de su gestión estatal que el resultado de una empresa no se rige solo por la rentabilidad económica, sino también por al rentabilidad social y el apoyo a esta publicación es una prueba irrefutable de esa visión. Siempre atrás de las organizaciones están las personas, son muchas y todas valiosas, pero quiero destacar especialmente al Arquitecto Ramón Gutiérrez que me honra con su amistad, mi especial reconocimiento a la Arquitecta Adriana Collado que investigó y coordinó magníficamente el proyecto, a la Arquitecta Patricia Méndez a cargo de la exposición y todos los expertos que hicieron posible esta publicación. Disfrutemos ahora de esta obra sobre la Arquitectura Moderna y sobre el Estado construyendo sistemas de servicio de calidad para todos. Será responsabilidad de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, elegir los emblemáticos y concretar su declaratorias como Monumentos Históricos Nacionales, para proteger este sistema Patrimonial que integra la memoria de todos los Argentinos.

Arq. Juan Martín Repetto

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La Investigación en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo “Las novedades producidas en la dinámica de los procesos de investigación, en el perfil de los actores que intervienen en ella y en la cultura de las instituciones científicas, promueven un nuevo modo de producción de conocimientos. La actividad de investigación se caracteriza hoy por tener su punto de partida en los contextos de aplicación, por su carácter transdisciplinario, por una gran heterogeneidad organizativa y por requerir, además, de un sistema de amplia base social para el control de la calidad, debido a que se privilegia el problema a resolver como principio organizador del conocimiento. Esta nueva dinámica requiere, por lo tanto, sumar a las capacidades existentes de la Universidad el diálogo abierto con otros actores sociales, una mayor atención a los problemas del entorno social y un crecimiento relativo de las actividades de investigación surgidas de una nueva sinergia con el medio socio productivo. La responsabilidad social que impregna el proceso de producción de conocimientos conlleva el compromiso de incorporar en la investigación nuevas temáticas vinculadas a problemas concretos y promover instrumentos para su solución que signifiquen un impacto económico, social y cultural.”1

El rol de la investigación en las Facultades de Arquitectura Públicas suele ser un capítulo relegado en las agendas de política institucional, planteando en la actualidad un conjunto de desafíos a la disciplina y a los correspondientes procesos de gestión en investigación y desarrollo. En este sentido, debe destacarse que el presente texto surge de una reflexión sobre la situación histórica y contextual de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral, no obstante lo cual quizás algunos aspectos y tópicos abordados puedan extrapolarse a otras realidades institucionales. Hace algunos años, la FADU debió repensarse para afrontar los desafíos de la propuesta de gestión de la UNL citada inicialmente. Ello significó resolver un doble problema, dado que si delinear nuevas políticas de investigación, cuyas agendas se construyan desde la inclusión de múltiples miradas y actores, por sí mismo constituía una meta ambiciosa, más aún lo era para una disciplina joven en la Universidad, sin demasiada tradición en investigación y en un contexto local, e incluso nacional, dominado por otras lógicas científicas consolidadas durante décadas. Al respecto vale destacar que la Arquitectura continua hoy en día sin poseer un espacio propio en ciertos nomencladores de Ciencia y Técnica, debiendo inscribirse en sucesivas derivaciones hasta llegar finalmente a un lacónico “otras disciplinas”… No obstante un contexto dificultoso, la Facultad promovió un conjunto de acciones de desarrollo y debió tomar partido ante un tradicional dilema universitario: convalidar las actividades de investigación exclusivamente como expresión de individuos o grupos, cuyos móviles e intereses se fundan en expectativas sectoriales, o promover políticas integrales que, sin perjudicar ni excluir los recursos ya instalados, coloquen el interés institucional por sobre las iniciativas personales. Esta última posición, que “per se” incluye las fortalezas individuales, se consideró como la mejor estrategia para abordar las crecientes interpelaciones del contexto a las instituciones de educación superior. En efecto, el mayor desafío de la Universidad actual es la apropiación social del conocimiento, contribuyendo al desarrollo integral de la comunidad a partir del saber, la ciencia, la tecnología y la cultura, a cuyos efectos deben concebirse políticas que articulen la formación de recursos humanos, producción de conocimientos y transferencia de manera integrada. La presente obra es una cabal expresión de un significativo crecimiento institucional y de un modo complejo de gestión de la investigación en arquitectura, que atienda tanto a la

1.“Educación y Técnica como Proyecto Político”. Propuesta de Gestión UNL, 2005.

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multiplicidad de actores vinculados al patrimonio histórico como a los intereses específicos de la FADU en su contexto regional. Un convenio del año 2009 con la Municipalidad de Santa Fe para el desarrollo de un proyecto ejecutivo de recuperación del Correo de la ciudad, cuya naturaleza podría encuadrarse erróneamente como una actividad de Extensión o Transferencia, fue el origen de un conjunto de investigaciones, recuperación de antecedentes, fuentes documentales y demás acciones complementarias que, progresivamente, adquirieron entidad propia para constituir un material coherente y representativo de un singular momento de la arquitectura moderna del país. En paralelo, un conjunto de complejas gestiones entre diversas instituciones, investigadores y actores calificados, aportaron el soporte técnico y conceptual necesario para la edición de una obra que, asimismo, expresa con claridad meridiana, y quizás de manera inédita, la potencialidad de aunar las sinergias individuales e institucionales en pos de un proyecto compartido. La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL agradece a todos y cada uno de los partícipes de este proyecto ejemplar. Asimismo celebra, con optimismo, la edición de un nuevo libro con la convicción que en este mismo acto se rinde un merecido tributo, tanto al acervo arquitectónico nacional como a una de las mayores y más caras misiones universitarias: multiplicar los efectos del conocimiento.

Arq. Miguel Irigoyen Decano Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad Nacional del Litoral

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Introducción La producción de la Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones (en adelante, DACyT) fue un tema de interés recurrente en el marco de las investigaciones sobre la arquitectura y el urbanismo modernos en Argentina, que se han venido desarrollando en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral (FADU-UNL) desde varios años atrás. Posiblemente motivados por el hecho de que uno de los más importantes exponentes santafesinos de esa arquitectura es, precisamente, el espléndido edificio de Correos y Telecomunicaciones, al que vemos deteriorarse y perder valores día a día; tal vez porque en el cruce de experiencias con investigadores de otros ámbitos (Mendoza, Córdoba, Patagonia) encontrábamos una convergencia de opiniones y preocupaciones acerca de la importancia de estos edificios en nuestras respectivas sedes; o quizás por el solo hecho de ubicarnos frente a una producción que impacta por su calidad y que despierta interrogantes por el escaso conocimiento elaborado a partir de ella; lo cierto es que a esas inquietudes, inicialmente difusas, perfiladas luego con mayor claridad, tratamos de responder con este trabajo. La arquitectura moderna, en Argentina, forma parte indisoluble de la historia material del siglo XX y constituye, por tanto, un campo de estudio que permite bucear en procesos complejos que definieron la espacialidad actual de nuestros edificios y ciudades, a la vez que aporta a la generación de un patrimonio cultural relevante; a pesar de los esfuerzos hechos por alguna historiografía para negarlo, la arquitectura moderna fue sinónimo de arquitectura pública durante dos largas décadas (1935-55) en que se forjaron avances modernizadores notables. De este modo conjuntos habitacionales, hospitales, escuelas, infraestructura para el turismo, edificios emblemáticos de empresas públicas como YPF o la Junta Nacional de Granos y, por supuesto, los edificios gestados en la DACyT para correos y comunicaciones, forjaron una imagen de modernidad desde lo estatal. La historiografía de la arquitectura moderna producida en Argentina desde los años ‘80, ha propuesto nuevas interpretaciones, concurriendo al mejor conocimiento y enfatizando el interés de una infinidad de obras que construyeron nuestros tejidos urbanos cubriendo las necesidades de dar albergue a las nuevas funciones y a los nuevos requerimientos espaciales de ciudades que se expandían y modificaban. El CEDODAL, en los últimos años ha publicado gran cantidad de investigaciones sobre estas problemáticas, abordadas desde las escalas urbana y arquitectónica; en la FADU-UNL, como antes dije, también han sido objeto de estudio, dando como resultado diversas publicaciones académicas. Siguiendo esas líneas ya trazadas, pretendemos explorar la formación de la arquitectura pública moderna ejecutada en la DACyT, indagando en sus homogeneidades y diferencias, interpretando a los casos de estudio como manifestación del debate de las ideas sobre la arquitectura y la ciudad vigentes en ese período y reconociendo las condiciones y los mecanismos de producción de estos edificios, a fin de promover un conocimiento que aporte a su más ajustada apreciación. El punto de inicio de este trabajo, estuvo dado por una convocatoria de la Municipalidad de Santa Fe que, ante la gestión de un convenio con el Correo Argentino (luego no concretado) solicitó en 2009 a la FADU-UNL un estudio para la puesta en valor y refuncionalización del correo local; me correspondió estar a cargo, secundada por Ma. Laura Tarchini y Martina Acosta, de la investigación histórica y valoración patrimonial, cuyos primeros resultados concluyeron en diciembre de ese año. La necesidad de afrontar esta tarea en medio de una notable ausencia de fuentes accesibles y de bibliografía documentada, llevó a multiplicar las líneas de indagación; el inicio de 2010 fue un momento en que (casualmente?) se produjo una coincidencia de intereses que permitieron afianzar la investigación: en la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos (CNM), se estaba trabajando con el criterio de temáticas y series patrimoniales, detectándose el caso de los correos modernos como una de las ausencias en las declaratorias de edificios del siglo XX; en el ámbito académico, acabábamos de integrar el Grupo de Estudios sobre Arquitectura Moderna Argentina (GAMA) en el que varios integrantes compartíamos el interés por este tema, que fue debatido en distintos encuentros; en la Dirección Nacional de Arquitectura (DNA) se comenzaba a rescatar, mediante la decisión de los funcionarios y la valiosa experiencia archivística de Lucrecia Guarrera, el archivo técnico que por una década había permanecido inaccesible y que aportó una fuente de valor insustituible.

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La CNM fue el primer organismo en brindar apoyo, facilitando las gestiones con la DNA para conocer y acceder a ese archivo técnico de Correos (hoy Centro de Recuperación, Investigación Histórica y Digitalización del Archivo de Correos–CRIHDAC) que estaba recién en la primera etapa de organización; un miembro de la CNM, Jorge Tartarini, aportó como antecedente, un trabajo de su autoría sobre el parque edilicio de correos, Patrimonio Histórico del Correo Argentino, elaborado en 1995, inédito, que orientó acerca de la magnitud de la tarea que se emprendía. Desde el CEDODAL, Ramón Gutiérrez pudo localizar a algunos de los arquitectos que habían trabajado en la DACyT entre 1947 y 1960, que pasaron a ser informantes calificados y colaboradores incondicionales en la tarea de reconstruir el proceso de producción de este conjunto de edificios; en particular, en julio de 2011 entrevistamos a Eudaldo Vidal y Fernando Saladrigas, y tomamos contacto indirecto con Julio Heguilor Rocca y Rinaldo Miscione. Desde el mismo Centro y apoyada en las numerosas colecciones de su acervo, Patricia Méndez comenzó una revisión hemerográfica que permitió ubicar el peso que el tema de correos había tenido en las revistas especializadas. Para nosotros, el problema no residía en trabajar sólo sobre los casos paradigmáticos, las cabeceras de distritos que constituían los referentes monumentales, sino en entender y poder explicar una lógica que abarcó el país todo, hasta los más remotos rincones de su geografía; sabíamos que en otra escala, existían más de setenta casos que se podrían denominar ejemplos menores, que era lo que verdaderamente le daba sustento a la hipótesis conque se estaba afrontando el tema: la idea de que en la Argentina del primer peronismo, existió una manifiesta voluntad de representación de los servicios postales y de comunicaciones, bajo un signo de modernidad administrativa y de eficiencia, para lo cual se recurrió al repertorio formal y a los tipos urbano-arquitectónicos de la modernidad. Esto ponía a la tarea en una dimensión tal que la constituía en un verdadero desafío. Para justificar la escala de nuestro trabajo recurrimos, en primer lugar, a la elaboración de un estado de la cuestión; verificamos entonces que, con excepción de la investigación de Pedro Sonderéguer en CONICET en 1985, a la que haremos referencia más adelante, no registrábamos publicaciones que indicaran que el tema se hubiera abordado de manera integral y sistemática; por el contrario, la arquitectura para correos se menciona casi siempre a partir de fuentes secundarias y desconociendo gran parte de la producción. La prueba más evidente de esta mirada sesgada sobre el caso, dejando al margen los casos paradigmáticos (Córdoba, Mendoza, Santa Fe o el Edificio Movimiento), es la reiteración de ciertos ejemplos, siempre recortados de entre los pocos que fueron publicados; Puerto San Julián, publicado en el número 345 de agosto de 1958 por Nuestra Arquitectura, es mencionado reiteradamente como un caso notable, en tanto que el edificio de correos de Puerto Santa Cruz, el de Zapala en Neuquén, o el de San Rafael en Mendoza, que son obras de similar interés e igual magnitud, nunca se mencionan.

1. Con excepción del estudio de Gabriel Romero que acudió a los planos originales, y generosamente los cedió para nuestra investigación.

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La falta de atención a la documentación de archivos se manifiesta también en ciertos errores reiterados; por ejemplo, la autoría del edificio de Cabecera de Corrientes, que a partir de que en Nuestra Arquitectura se mencionó a Spencer y Villamil, se ha venido repitiendo en numerosos trabajos1; en realidad, el único arquitecto que se constata en toda la documentación técnica de la obra, desde los planos de proyecto de noviembre de 1953 hasta los Conforme a Obra de 1958, es José María Spencer, apareciendo Wilfredo Bunge en la etapa de anteproyecto en co-autoría con Spencer, sin figurar jamás el nombre de Raúl Villamil en ningún plano de esta obra. Otro tanto ocurre con uno de los proyectistas del Edificio Movimiento, el arquitecto Roberto Julio Páez, de larga trayectoria en la DACyT, a quien Nuestra Arquitectura identificó erróneamente como Baez en un artículo de 1956 y pocos historiadores corrigieron. Los que fueron errores de edición de la revista, se reiteraron en el tiempo sin mayor cuidado, con resultados contradictorios: a Villamil le significó compartir involuntariamente la co-autoría de un edificio de Cabecera, en tanto que a Páez le costó el eterno anonimato en una obra importantísima en su carrera. La otra manifestación evidente de esta escasa atención a las fuentes documentales, la da el hecho de que recurrentemente se mencionan los autores que fueron citados por notas de Nuestra Arquitectura o Revista de Arquitectura, en sus escasas publicaciones sobre el tema, siendo que el elenco fue mucho más numeroso: se ha relevado un plantel de treinta arquitectos trabajando en el período de estudio, en tanto que los nombres que mencionan reiteradamente los distintos trabajos, alcanzan apenas a una tercera parte de ellos. En una palabra, en la bi-

bliografía disponible, pudimos detectar una escasa presencia del material documental, que nos alentaba a asumir el desafío.

Acerca de este libro El presente libro es, entonces, una consecuencia del trabajo integrado de un conjunto de investigadores, que se pone a consideración de las comunidades académicas en que los mismos participan y de un público general que pueda verse convocado al conocimiento del tema. El área geográfica abarca el territorio argentino en su conjunto, dada la enorme dispersión de la obra estudiada; en cuanto al periodo, trabajamos la cronología 1947-1955, que resulta central para nuestra hipótesis, dejando abierto un lapso de alrededor de dos años inmediatamente posteriores al golpe de Estado de 1955, a fin de trazar algunas comparaciones con el proceso de continuidad que, reconocemos, se opera en la DACyT en esos años. Por fuera de esa cronología, abrimos con un trabajo de Graciela Viñuales que presenta al correo como institución colonial, y su importancia en la dimensión espacial, tanto en la escala edilicia como territorial, que da marco a los artículos posteriores. Ingresando a la cuestión de los correos de la modernidad, seleccionamos un texto ya publicado de Pedro Sonderéguer que tuvo muy escasa difusión en nuestro medio: la introducción a su trabajo desarrollado en CONICET en 1985, sobre la arquitectura de la DACyT durante los años del primer peronismo, que fuera publicado en México en agosto de 1987. El autor extiende la observación sobre la arquitectura pública del período al universo cultural que le da sentido, pero a la vez se detiene en analizar los silencios y omisiones de que fue objeto, posteriormente, esta producción, abriendo un campo muy poco explorado en aquel momento. El segundo trabajo de Sonderéguer, elaborado en 2013, pasa revista a la misma problemática desde la situación contemporánea, discutiendo con aquellos supuestos de los años `80, para tratar de responder a las nuevas preguntas que, desde el caso, plantea la actual coyuntura. Mi propio artículo pretende, a través de una exposición del proceso, tanto en lo institucional como en la operación disciplinar, presentando sus consecuencias y valoraciones, demostrar que hubo un ajuste entre los planes estatales relacionados con las comunicaciones y las formas que se produjeron desde la DACyT para satisfacer los requerimientos gubernamentales que pedían resolver la entidad espacial y material para acoger un programa de edilicia pública de alcance nacional. El trabajo de Eduardo Maestripieri, desarrolla un examen de las correspondencias entre modernidad y Estado, como un camino que le permite exponer las relaciones entre arquitectura y cultura urbana durante el período; toma como referente para su desarrollo al Edificio Movimiento, analizado en su contexto de producción y poniendo en perspectiva los conceptos en los que se sustentó el proyecto. Se desarrollan a continuación los estudios de casos, enfocando los principales edificios proyectados y construidos por la DACyT con el rol de cabeceras de distrito: Mendoza (Graciela Moretti), Córdoba (Juana Bustamante), Santa Fe (Martina Acosta y Laura Tarchini), San Juan (Marcelo Vizcaíno), Corrientes (Patricia Méndez), Mar del Plata (Alejandro Novacovsky y Analía Benítez), Neuquén (Liliana Lolich) y Santa Rosa de La Pampa (Liliana Lolich y Cristina Covas). Cada uno de los casos fue trabajado en una doble dimensión; en su propia entidad, como exponente de la arquitectura pública para las comunicaciones, analizando críticamente los valores y des-valores del objeto, a la vez que atendiendo a su inserción en cada ciudad, al impacto provocado por la obra en su entorno y estableciendo relaciones con otros ejemplos locales con los que compartió una contemporaneidad. Desde la hipótesis de que las propuestas para los correos no se limitaron a atender la escala arquitectónica, sino que, implícitamente proyectaron el espacio urbano con un nuevo modelo de intervención, el artículo de Ma. Laura Bertuzzi, incursiona en el tema de la relación arquitectura-ciudad. Plantea cómo los correos insertaban un volumen novedoso y autónomo, que desconocía atributos de la manzana tradicional, a la vez que definía un tipo edilicio factible de ser repetido, con una clara adscripción al urbanismo moderno. El artículo de Rodrigo Gutiérrez Viñuales presenta la importancia que el diseño gráfico y la plástica en general, tuvo en el programa de difusión institucional de la Dirección de Correos (más tarde Ministerio de Comunicaciones); una atención al diseño que atravesaba todas las escalas, desde la minuciosa composición de una estampilla hasta la imagen de un afiche publicitario, y cuyo cometido era, en definitiva, sostener

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desde las representaciones el proyecto modernizador. Cecilia Dinardi, en un trabajo originado en su tesis doctoral recientemente defendida, propone una valoración institucional del organismo de Correos y Telecomunicaciones, al que presenta como patrimonio social, en una escala diferente, que trasciende la más frecuente valoración de los edificios como patrimonio arquitectónico, para ponderarse en el nivel de los imaginarios nacionales en tanto servicio público. El texto de Patricia Méndez aborda la presencia de la temática de Correos en las revistas especializadas, en una cuidadosa revisión practicada sobre las colecciones de distintas revistas de publicación nacional, deteniéndose en demostrar el escaso espacio que el tema correos tuvo en las décadas anteriores al período de estudio; una situación que no se modifica demasiado en el momento en que se producen las obras de la DACyT que, evidentemente, dada su magnitud, hubieran podido despertar mayor interés editorial en los distintos medios. A continuación presentamos dos trabajos que refieren a fuentes documentales; Costanza Eliggi desarrolla, a partir de un prolijo relevamiento de toda la colección de la Revista de Correos y Telecomunicaciones, contemporánea al período de estudio (1946-1959), el lugar que ocupó en la misma el plan edilicio, como referente del más amplio programa modernizador institucional y administrativo. Por su parte Lucrecia Guarrera exhibe los componentes, metodologías y criterios que primaron en la organización del archivo técnico de Correos y Telecomunicaciones; el texto permite, a partir de la descripción del contenido del archivo, inferir una valoración que lo convierte, más allá de su condición de repositorio técnico-documental, en un patrimonio cultural en sí mismo. Cierra este libro una muy completa investigación de Elisa Radovanovic, reconstruyendo las biografías profesionales de los arquitectos que integraron la DACyT, tema que consideramos central para explicar la producción que aquí se está presentando. Pese a la ausencia de documentación oficial (contratos, nombramientos, registros de personal) a la que no se pudo acceder, el paso por la DACyT pudo ser reconstruido por la documentación técnica que los mismos arquitectos elaboraron y firmaron (planos de anteproyectos, proyectos, informes) y que en todos los casos aparece claramente fechada. Resultó crucial también para este trabajo el aporte informativo de los propios arquitectos o sus familiares directos; asimismo, los registros profesionales (SCA, CPAU) y algunas publicaciones permitieron lograr una más acabada semblanza. La segunda parte de la investigación está constituida por la presentación en formato digital de un inventario de los casos estudiados. Se trata de ochenta edificios de Correos, ordenados en sus distintas escalas y algunos conjuntos especiales (Edificio Movimiento y Radio Estación Pacheco con sus distintos componentes). Las fichas de inventario fueron diseñadas con un criterio de máxima síntesis, para resumir los rasgos fundamentales de cada uno de los casos, incorporando la planimetría relevada en el CRIHDAC, que permite reconocer los lineamientos del proyecto, establecer rasgos prototípicos, inflexiones en el diseño derivadas de cada proyectista, diferencias motivadas por la inserción de la obra, paisaje, clima, etc. La presentación cuenta además con planillas de resumen y una exposición de la metodología aplicada. En este punto, se hace necesario destacar el valor del trabajo del equipo, que no por disperso resultó menos fructífero al momento de aportar a la concreción de este proyecto, por lo que expreso mi reconocimiento a todos los investigadores y colaboradores participantes. En el nivel institucional debo mencionar los apoyos de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral y de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos que resultaron claves para llevar adelante la tarea, como también del Correo Argentino que avaló, acompañó y auspició la edición del libro; en lo personal, va mi agradecimiento a Pedro Sonderéguer y Ramón Gutiérrez, que desde el primer día alentaron con entusiasmo la marcha de la investigación y, muy especialmente, a Patricia Méndez que coordinó la etapa editorial. Además del objetivo estrictamente académico de producción de conocimiento crítico sobre el tema de estudio, interesa también que esta edición posibilite, a partir de su difusión, una aproximación a los valores de esta arquitectura en tanto patrimonio cultural y ayude a encarar una recuperación integral de la misma.

Dra. Arq. Adriana Collado Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad Nacional del Litoral

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El Correo Argentino en tiempos de cambio Al inaugurarse en 1928 el edificio central de Correos en Buenos Aires aparecía consolidada una larga búsqueda de expresión simbólica de una estructura edilicia que jerarquizaba la presencia institucional de la repartición en el concierto de los organismos vitales de la nación. Hasta el momento la casi totalidad de las oficinas de la Dirección de Correos y Telégrafos en el interior del país ocupaba antiguos edificios residenciales adaptados a las necesidades de las oficinas locales. La nueva sede motivó el entusiasmo por realizar edificios acordes a la creciente extensión de los servicios y el ejemplo más notable fue el diseño del arquitecto Ángel Guido para Rosario, en 1929, y que se comenzó a ejecutar casi de inmediato. Es interesante constatar el cambio del gusto cultural que en medio de la prolongada construcción de la sede porteña se había puesto en evidencia. Aquella obvia selección por el grandilocuente gusto del academicismo francés del arquitecto Norberto Maillart daba paso, en Rosario, a la propuesta neocolonial de Ángel Guido, en tiempos en que la visita de Le Corbusier a Buenos Aires parecía simultáneamente abrir un imaginario futurista de vanguardias. En 1930 el Director de Correos Antonio Amallo editaba la primera Guía cuya tapa parecía impregnada de la dinámica modernista, preanunciando la consolidación de una institución cuyo radio de acción abarcaba no solamente el Correo en sus actividades tradicionales, sino también la telegrafía, la supervisión de la telefonía, la radiotelefonía, el ahorro postal, la transferencia de valores de giros, facturas, etc. El año anterior había agregado un notable servicio de adquisición de libros de autores y editores nacionales que se vendían en las oficinas del correo de todo el país, para facilitar la lectura en todo el territorio con un 20% de descuento.

Proyecto de Ángel Guido para el Correo de Rosario. 1929 (Fuente: Guía de Correos y Telégrafos. Nº 1. Bs. As., 1930)

Esa estructura consolidada en el tiempo, es la que comenzará a conducir Oscar Nicolini que estaba en el Correo desde 1943 y que es nombrado Director en octubre de 1945, por pedido de los empleados de la institución. Perón renuncia cuando grupos militares le exigen retire a Nicolini de ese cargo diez días antes del 17 de octubre de 1945. No puede pues llamarnos la atención que en su reivindicación en el Correo, en la Dirección General primero, y en la Administración General después, Nicolini recuerde con particular énfasis la revolución de 1943 y el pronunciamiento popular del 17 de octubre. Nicolini sería luego el nuevo Ministro de Comunicaciones de Perón y allí manifiesta su capacidad de generar una transformación a escala nacional de la institución con una mirada moderna sobre las redes de comunicación. Cabe recordar por ejemplo la importancia complementaria que adquirió en esos años la concepción del ahorro como un elemento estructural de la cultura de los argentinos. La Caja Nacional de Ahorro Postal fundada en 1915, desarrolló con el Correo una estrategia de capitalización y de fomento de la conciencia del ahorro notable en todos los sectores sociales, asegurando una estabilidad a la moneda. Una valoración cultural y social diametralmente opuesta al fomento del consumismo que ha impregnado tiempos más recientes desde la segunda mitad del siglo XX.

Emisión de estampillas conmemorativas del 17 de octubre de 1945 (Dto. 12.952). Colección part.

El Correo participó activamente en la difusión del imaginario del país en el exterior con diversas actividades: emisiones de estampillas de notable calidad diseñadas por artistas, folletos conmemorativos y una participación motivadora en los Congresos de la Unión Postal Universal. Las Exposiciones realizadas con motivo de la inserción del Ministerio en las actividades del Plan Quinquenal en 1949 y en la Exposición Filatélica Internacional de 1950, tuvieron una repercusión notoria y mostraban la calidad en el contenido y en el cuidado diseño con rasgos a tono con las búsquedas innovadoras de la gráfica de aquel momento. Pero sin dudas, el elemento clave de esta política radica en la capacidad que Nicolini demostrada en la ejecución de una acción territorial que busca integrar el país y crear una fisonomía del Ministerio a través de sus obras de arquitectura. Es cierto que si nos atenemos al enorme

Oscar Nicolini, Ministro de Comunicaciones. Tapa de Revista de C y T, 173-4, enero-feb. 1952

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conjunto de obras realizadas, algunas de ellas atendieron básicamente a los imaginarios locales de ciertas regiones pero, a la vez, hubo una tónica de calidad homogénea en la concreción de las mismas y en las principales ciudades se erigieron obras emblemáticas que hoy constituyen hitos de la arquitectura moderna del país. Se ha dicho que muchas de estas obras estaban sobredimensionadas para las actividades que se irían a desarrollar en ellas. Esto puede parecer cierto si lo miramos desde una perspectiva coyunturalista que no atisba a pensar sobre un horizonte de mediano y largo plazo para el país, algo que, sin dudas, explicitaba el optimismo vital que alumbró la acción del Correo en aquellos años. Es claro que más de medio siglo después muchas de las modalidades de comunicación han cambiado, pero ello lo único que nos exige es la creatividad necesaria para aprovechar bien e integralmente la infraestructura y el equipamiento que el estado argentino construyó entonces para brindar mejores servicios a sus ciudadanos.

Guía de Correos y Telégrafos. Nº 1. Bs. As., enero de 1930. (Fuente: Archivo CEDODAL). Publicidad de los servicios de transferencia económica. (Fuente: Guía de Correos y Telégrafos. Nº 1. Bs. As., 1930)

El desafío de nuestro tiempo -nuevo tiempo de cambio- es justamente valorar este patrimonio que jóvenes arquitectos hicieron con el lenguaje del Movimiento Moderno y encontrar para el mismo renovadas funciones que aseguren su permanencia vital y la continuidad de su vida útil a la sociedad. En este espíritu la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, la Universidad Nacional del Litoral, el Correo Argentino y el CEDODAL se unen para reivindicar la epopeya de la arquitectura del siglo XX que implicó la realización de estas obras.

Arq. Ramón Gutiérrez CONICET, CEDODAL

La acción del Correo en el Plan Quinquenal, 1949, y Exposición “Correos y Telecomunicaciones en el Plan Quinquenal”. Buenos Aires, noviembre de 1949 (Archivo CEDODAL)

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Los primeros edificios de correos

Los primeros edificios de correos Dra. Arq. Graciela María Viñuales CEDODAL, CONICET

Los correos marítimo y terrestre que unían a las tierras americanas con la metrópoli y el mundo en general estuvieron en manos particulares por dos siglos y medio y sólo con los cambios políticos de Carlos III, el servicio se incorporó a la corona. El sistema antiguo había delegado en la familia Carvajal el cargo de Correo Mayor de las Indias, siendo Lorenzo Galíndez de Carvajal el primero en atenderlo. Luego lo harían sus descendientes, quienes organizaban los trayectos, las postas y delegaban en otras personas la gestión de diferentes áreas. Así que desde la primera mitad del siglo XVI era esta familia la responsable del envío de cartas, encomiendas y papeles oficiales. Hacia 1750 era la condesa del Puerto -Joaquina María Josefa Brun y Carvajal- y su marido -Fermín Francisco de Carvajal Vargas y Alarcón- quienes estaban a cargo del servicio en buena parte del Virreinato de Perú. Su domicilio en Lima y el hecho de que Fermín hubiera nacido en  Quilpolemu, en el sur chileno, ayudaba a mantener la organización en este rincón del reino. Pero el conseguir los puestos de maestro de postas y especialmente de Teniente de Correos en puntos como Buenos Aires, Santiago o Potosí no era tarea fácil para los aspirantes. De allí que no sorprendan las tres cartas anónimas que hemos encontrado en las que un personaje intenta cubrir una próxima vacante en el Río de la Plata recurriendo a recomendaciones para su compadre Domingo de Basavilbaso y para sí mismo1. Por el hecho de que el teniente anterior Juan Vicente de Vetolaza y Luna había fallecido y que sus herederos estaban a punto de cumplir el resto del mandato, el proponente escribe a los encargados del correo y a otras personas importantes de Lima y les hace ver la necesidad de agilizar el sistema y hacerlo eficaz a fin de que dejen de operar como correos las casas comerciales que, al ofrecer un poco más de rapidez, hacen perder clientes al correo oficial.

Fermín Francisco de Carvajal, Conde del Puerto, último encargado del correo virreinal

En el fondo, no sólo era una propuesta de mejoramiento del servicio, sino de recuperación del espacio de actuación y de la propia obtención del cargo ya que éste le permitiría continuar con sus propios negocios, algo imposible con otros puestos de gobierno que requerían más tiempo de dedicación. Para ese entonces ya se había establecido que cada dos meses debían salir remesas hacia Lima por la carrera de Potosí y por la de Chile, lo que ciertamente daba un respiro entre una y otra. Pero a pesar de estas cartas de 1754, sólo una década después vemos a Álzaga encargado del correo por la condesa del Puerto, también nombrada a veces con su otro título: condesa de Castillejo. Aunque más allá de la actividad y manejo de esta señora y del nuevo encargado en Buenos Aires, el servicio fue decayendo y los envíos tardaban, se perdían, se mojaban en el trayecto ocasionando problemas a particulares y autoridades. Algunos autores también hablan de que la familia Carvajal crecía en poder y patrimonio, y que ello fue un ingrediente más para que Carlos III en sus grandes cambios políticos llevara al correo terrestre a colocarse en cabeza real. Esta incorporación se sancionó el 1º de julio de 1769. Poco antes las autoridades coloniales habían nombrado a Basavilbaso como primer encargado del correo marítimo que gestionaba el gobierno. Pero al producirse el decreto de 1769, Domingo de Basavilbaso pasó a encargarse del despacho porteño general uniendo ambas oficinas. Seguramente por esta circunstancia de ser el primer teniente designado por el rey, siempre se ha tenido como el funcionario primado de correos de Buenos Aires, aunque por lo dicho anteriormente, fuera Vetolaza el original. Basavilbaso será quien reorganice muchos asuntos de

Joaquina María Josefa Brun y Carvajal, Condesa del Puerto y de Castillejo

1. Copia de tres cartas fechadas en Buenos Aires el 10-3-1754. Colección particular. Por otros documentos inferimos que quien escribe las cartas es Mateo Ramón de Álzaga.

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las carreras de postas, con sus etapas de menos de diez leguas y con prolijos índices de las cartas enviadas, tarea en la que fuera secundado por su hijo Manuel. Para ese entonces existían no sólo las nombradas carreras a Chile y a Potosí, sino también las que iban a Asunción y a Montevideo, atendidas en parte con postas bien organizadas y en parte con algunos puestos y pasos de ríos que podían ser variables. Para tales pasos había puentes y sistemas de embarcaciones, pero sobre todo el uso de “pelotas” de cueros vacunos no siempre seguras. Por tierra los envíos podían hacerse en carreta, en mula y a caballo, siendo este último medio el usado para las comunicaciones urgentes, especialmente las de gobierno. El almacenamiento de cartas, oficios y encomiendas iba haciéndose en la casa del teniente de correo de la localidad cabecera para luego empaquetarse y despacharse. En cada posta podía llegar a acumularse alguna correspondencia, pero lo más notorio estaba en las grandes villas del trayecto como Santa Fe de la Vera Cruz, Córdoba, Salta, Mendoza, entre otras.

La casa de Basavilbaso Para este menester era necesario contar con un edificio que permitiera ese almacenamiento, su clasificación, la confección de guías y luego la recepción de lo que llegaba por vía marítima o terrestre. Por ello, Manuel Basavilbaso, que quedara a cargo del correo en 1772 cuando su padre se retira, acomoda una casa que se situaba en lo que hoy es la calle Perú al 100, entre Alsina e Hipólito Irigoyen. El plano aprobado por José García Martínez de Cáceres poco después de la muerte de Manuel y los inventarios hechos por entonces dan a conocer un edificio importante, que debe haber sobresalido en el conjunto del barrio. Era una casa de dos pisos y con una torre de cuatro niveles que se elevaba sobre la puerta de entrada. Inclusive, sobre la torre había una pequeña azotea. Este diseño era necesario a las funciones que allí se desarrollaban, ya que desde allí podía tomarse cuenta de la presencia de los barcos facilitando las tareas de recepción y despacho. Las pocas cuadras que separaban en la época -1794- a la calle Perú de la barranca y el río facilitaban tal control. La casa se desarrollaba alrededor de dos patios y un corral, pero curiosamente, no ocupaba un terreno rectangular sino que el predio tenía varios recortes en su ancho y en su largo, inclusive parte de su piso superior se superponía con la casa lindera. Probablemente, esto sería fruto de particiones hereditarias pretéritas y alguna que otra compra de porciones a vecinos. Los planos que por entonces se levantaron fueron al menos tres, que se encuentran hoy en el Archivo General de Indias, en Sevilla, y en el Archivo General de la Nación, en Buenos Aires. Sus diferencias son mínimas y parecen más fruto de los diversos dibujantes, unos más detallistas que otros. Lo más destacable de la casa es el hecho de tener al frente la parte correspondiente al correo y su manejo, oficinas, almacenes y acceso a la torre. En el primer patio hay una galería sostenida por pies derechos hacia el norte, haciéndose la salvedad que las otras galerías “están sostenidas por canes que en cuadro mantienen una baranda de fierro bien trabajada”2.

2. Archivo General de Indias, Sevilla, Mapas y Planos Perú Chile, 310bis. Leyenda.

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El segundo patio es ya la casa familiar, con locales más chicos, un patio con corredores con postes en sus cuatro lados y un aljibe central. Desde este patio puede accederse al corral, unidos al cual se encuentran dos almacenes con entrepiso, la amplia cocina y dos “comunes”, es decir: retretes. Posiblemente en la parte baja de ese segundo patio se ubicaran las viviendas de la servidumbre. Al piso alto se podía llegar a través de tres escaleras: la de la mencionada torre, la del cuerpo que dividía los dos patios y otra ubicada dentro de una de las habitaciones del segundo patio. La cocina familiar se encontraba en este piso alto hacia el fondo del lote y en sus cercanías estaba la única “común” (o baño) de ese nivel. El corredor alto de este patio tenía en su extremo una pajarera y posiblemente desde allí se entrara a la “Azotea que sirve de desahogo a las viviendas altas”, como señala el plano. En la casa se ven varias alacenas y algunos tabiques de tablas que dividen algunos locales muy grandes y que en la planta alta generan pasillos interiores.

Domingo French, que desde 1803 fuera cartero de Buenos Aires. Postal (Fuente: Colección CEDODAL)

Casa de Basavilbaso, según relevamiento de 1794 (Fuente: AGI, MP Perú Chile, 310bis) Por ser éstos unos planos de tasación de la casa, no se hizo mayor distinción entre lo que eran salas, dormitorios o locales con otras funciones, ya que lo que se esperaba de ellos era que sirvieran de apoyo a su cuantía económica y no tanto a las posibilidades de uso. Pero de todos modos, vale la pena dar una ojeada a su frente, que también es dibujado a esos efectos. En esa fachada puede verse que la casa lindera hacia el norte es de altura similar a los dos pisos de la casa de Basavilbaso, pero que la que le sigue hacia el sur es algo más alta, aunque ni se acerca a la altura de la torre. La decisión de dibujar algo de los linderos ayuda a tener una idea del conjunto. El frente general está señalado por las dos pilastras que enmarcan la entrada y que continúan en la torre terminando en unos perillones. En el otro extremo, una pilastra simple ocupa los dos pisos y se une a la cornisa que corre por todo el frente. En la torre se suceden de abajo hacia arriba la puerta de entrada, ancha y con arco rebajado, una abertura menor con un balcón, otra ventana, siempre con arco rebajado y finalmente una ventana grande casi cuadrada. Otras cinco ventanas se encuentran en el frente: una pequeña a media altura que, por eso mismo, indica el descansillo de la escalera, dos grandes en la planta baja y dos algo menores en la alta. Todas ellas presentan peanas, guardapolvos y resaltes en la pared formando su encuadramiento. El acuarelado de los planos sugiere que las paredes estaban pintadas en algún color, mientras que enmarques, pilastras y demás detalles ornamentales estaban blanqueados. Un pequeño rectángulo que todos los planos dibujan en la parte baja entre la última ventana y la pilastra del sur no presenta indicación en ninguno de los dibujos. ¿Habrá sido un buzón? Aparentemente, esta casa siguió como sede del correo en los últimos tramos de la dominación española, épocas en las que el prócer Domingo French oficiara de cartero en la ciudad. Justamente, pocos meses después de la Revolución de Mayo, se reorganiza el servicio de correos afianzándose las carreras que iban al norte y al oeste y organizándose una corta carrera hacia el sur, ya que sólo llegaba a Barragán.

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Primera casa propia de Correos y Telégrafos en el antiguo solar del fuerte (Fotografía: Archivo General de la Nación)

Otras casas de correos en la ciudad Nos interesa destacar que en octubre de 1810 se crea el recorrido a la Ensenada con un total de cinco postas, contando las de ambos extremos. La primera era la propia de Buenos Aires a las que le seguían las de la Reducción de los Quilmes, la de Las Conchitas, la del Arroyo del Gato y la de Barragán. En cada uno de estos parajes debía levantarse una “pieza de posta” ubicada a 25 varas de la casa principal, y con las dimensiones de 10 por 5 varas. La puerta debía estar resguardada por una galería o corredor, mientras que todo el edificio debería estar blanqueado. El mobiliario debía constar al menos de cuatro catres, cuatro sillas y una mesa, a lo que se agregaría un tinajero con su jarro y la provisión de aceite, vinagre, vino, aguardiente y legumbres. A partir del 24 de noviembre se comienza el servicio de correo semanal “para que los comerciantes no carezcan de las noticias propias de sus negocios”3. Diversos gobernantes se preocuparon de darle impulso al correo, jerarquizarlo y proveerlo de edificios propios o alquilados, entre los que se destacan Rivadavia, Sarmiento y Juárez Celman. Es en 1822 cuando se abandona la casa de los Basavilbaso para instalarse en lo que había sido la vivienda de Manuel Rodríguez de Vega en Bolívar entre Belgrano y Venezuela, quedado Gervasio Posadas a cargo del servicio.

3. Castro Esteves, Ramón, Historia de Correos y Telégrafos de la República Argentina, t.III, Buenos Aires, Tall. Gráf. de Correos y Telégrafos, 1944. pp. 24-25. 4. La Arquitectura en Buenos Aires. 1850-1880, Buenos Aires, Municipalidad, 2ª ed., 1972. p.136. 5. El cuerpo esquinero del norte quedó integrado en el gran arco de acceso de la Casa. Con el tiempo, el cuerpo esquinero del sur y el tramo entre él y la parte central serían demolidos.

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Sólo en épocas de Sarmiento se pensaría en edificar una sede ad hoc, para lo cual se entregaría la esquina actual de Irigoyen y Balcarce que había sido parte del antiguo fuerte. La ley de 1873 y su ambicioso proyecto se hicieron realidad seis años después con la mudanza a ese destacado punto de la ciudad. Se trataba de un proyecto del arquitecto sueco Carlos Kihnlderg quien había diseñado un edificio imponente que debe haber sido impactante en su época4. El planteo repetía las líneas eclécticas de entonces con un cuerpo central en que se producía el ingreso y otros dos cuerpos que señalaban las esquinas, aunque los resaltes entre ellos y el resto del frente no eran demasiado manifiestos. Algo similar pasaba en los costados, aunque en ellos no hubiera cuerpo central. La planta baja y el primer piso eran muy similares con sus aberturas de arcos, un almohadillado notorio y sus ventanas con parteluz. La cubierta estaba formada por un ático con buhardillas de forma circular. Lógicamente, en los cuerpos esquineros tales ventanas eran de mayor tamaño. En el tramo central el coronamiento estaba formado por una cúpula también con aberturas circulares, pero con otros detalles como la inscripción “Correos y Telégrafos” y un gran óculo. En la parte baja de este cuerpo que hacía de eje compositivo, estaba el acceso a través de tres vanos a los que se llegaba por una escalinata. Sobre ellos otras tres aberturas formaban un balcón cubierto. Pero seguramente las calidades edilicias obraron en contra y así, los trabajos en la sede gubernativa terminaron englobando al correo en el edificio de la nueva Casa Rosada5. Fue entonces que el servicio general volvió a la calle Bolívar, esta vez en la esquina de Moreno. Se

Los primeros edificios de correos

Frente de la antigua casa de Rosas (Fotografía antigua, colección particular)

trataba de la casa de la familia Ezcurra que había sido la residencia de Juan Manuel de Rosas y la sede del gobierno porteño. Era una típica casa de las primeras épocas independientes en la que ya se veían los toques italianizantes como las pilastras y los cornisamientos. En aquel momento, esos detalles significaban una ruptura con la arquitectura colonial pues mostraban un riguroso ritmo de aberturas reduciendo la superficie de los muros cerrados propios de tiempos hispanos. Asimismo, la parte superior mostraba pretiles de hierro y muretes que proyectaban hacia arriba a cada una de las pilastras de la planta baja. La calidad edilicia se unía al respeto de las líneas urbanas ya que ritmos, cornisas y pretiles se conjugaban con las construcciones linderas. Tonalidades diferentes hacían resaltar la ornamentación clara sobre los fondos algo más oscuros. Seguramente se pensó que ésta era una sede provisoria y por ello se empezó en 1888 el proyecto de un gran edificio nuevo en las zonas que estaban rellenándose en las cercanías del nuevo puerto de la ciudad. Pero mientras ello no terminaba de plasmarse, se decidió dar al correo mejores oficinas y depósitos, asunto que se concretó en 1902 con el traslado a la esquina de Corrientes y Reconquista. Era un imponente edificio de planta baja y dos pisos altos, también con puertas y ventanales con un esquema repetitivo, pero ya sin la sencillez de la antigua casa de Rosas. Además, la esquina se resaltaba en la parte baja con una ochava y más arriba con unas formas curvas que si bien anunciaban una cúpula en su parte superior, sólo repetía allí la balaustrada que se veía en la parte superior de ambas calles.

Planta del predio de Bolívar y Moreno, antigua casa de Rosas, sede del correo a fines del XIX (Fuente: Catastro Beare)

Leves almohadillados y fajas horizontales con guirnaldas eran algunos de sus adornos, pero como decía Nadal Mora casi medio siglo después, se trataba de “Adornos y más adornos, expresión de una época de optimismo y de génesis ornamental. Eclecticismo de todos los estilos para todos los gustos: lo clásico, lo barroco, el gótico, los Luises, el ‘art nouveau’, y hasta los sueños orientales desde la Alhambra al Taj Mahal. Este correo central de interiores indefinibles, con olor constante a desinfectante y pisos con aserrín, temblaba al paso de los largos tranvías de la Compañía Lacroze, de cuatro ejes, que barrían, al doblar la curva insuficiente, a los transeúntes embobados en la esquina de la acera. Fue un floriloquio ornamental, de largas y cortas pilastras, columnitas gemeladas, frontones y fajas con profusos roleos, y largas persianas que abrían a sendos lados sobre los pilastrones”6. Pero aún con la amplitud que los salones de Corrientes y Reconquista tenían, el correo debía ocupar su sede definitiva, ésa que hacía más de cuarenta años que venía gestándose con la intervención de Maillart. El anteproyecto contemplaba un gran edificio de tres niveles en sus extremos que, escalonadamente iba aumentando su altura para culminar en la parte central con un gran cuerpo de ocho columnas apareadas casi ciclópeas que sostenían un frontón quebrado en el que luego se combinaban esculturas de caballos, otro tímpano quebrado, reloj, estatuas y nuevamente el título de “Correos y Telégrafos” anotado en su entablamento. Una cúpula algo peraltada con su mástil formaba la culminación del conjunto.

6. Nadal Mora, Vicente, “Edilicia del correo de Buenos Aires”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 130, Buenos Aires, junio de 1948.

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La sede de Reconquista y Corrientes que sirviera por más de dos décadas. Postal (Fuente: Colección CEDODAL) Proyecto original de Maillart de 1888, bastante diferente al que se concretara. Grabado (Fuente: Colección CEDODAL)

Los almohadillados de la planta baja se extendían en algunos puntos como para remarcar el ritmo de esa gran fachada. Nueve eran los arcos por los que podía accederse, y todo ellos estaban precedidos por una escalinata individual. Pero a lo largo de los años, Maillart debió cambiar varias veces el proyecto, ponerle muchos más pisos, dejar de lado la idea del escalonamiento y hasta cambiar los materiales, especialmente los que formaban la estructura que terminó siendo de perfiles de hierro. Finalmente, después de muchas vicisitudes el estreno de la nueva sede se produjo en septiembre de 1928 ocupando la institución el edificio del Paseo de Julio. Pero ésa es otra larga historia.

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Arquitectura y modernidad en la Argentina / II

Arquitectura y modernidad en la Argentina / II 1

Arq. Pedro Conrado Sonderéguer Universidad Nacional de Lanús

Este trabajo continúa una investigación comenzada en 1985 para el Conicet: el estudio del desarrollo seguido durante la década de 1945-1955 por las propuestas de la vanguardia arquitectónica que a comienzos de los años 40 proclamaba la necesidad de recuperar para los postulados del Movimiento Moderno (de las distintas tendencias reconocidas bajo esas palabras) la capacidad de actuar en comprometida relación con el devenir de la sociedad. Aspiración que, instalada en principio en un momento favorable (el proceso de industrialización y crecimiento impulsado por la guerra europea) tuvo sin embargo un desarrollo conflictivo, sobre el que se ha escrito mucho sin intentar –en el campo de la producción arquitectónicauna investigación directa de la obra construida. En la primera parte de este estudio, publicada por el Centro de Estudios de la Sociedad Central de Arquitectos en marzo de 19862, expuse un análisis de la bibliografía referida al período, del concepto de modernidad que acá interesa y –a grandes rasgos- del volumen de obra construida o proyectada. Algunos artículos aparecidos en los últimos meses amplían esta perspectiva pero no cambian en lo fundamental lo señalado allí. La hipótesis del trabajo sostiene que aproximadamente en la segunda mitad de la década del 40 se despliega en la arquitectura una vertiente moderna, impulsada desde el Estado. Esta vertiente, coexistente con otras modalidades de la arquitectura oficial, pone en circulación los elementos de la arquitectura moderna no académica, en un proceso complejo y no hegemónico. Esta segunda entrega se detiene particularmente en el caso de los edificios construidos y proyectados por la Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones y, al mismo tiempo, intenta precisar las razones que justifican la revisión de la arquitectura producida por el Estado en la década peronista. La investigación se propone tomar los edificios como documentos propios de, y debidos a, su época. Esta pertenencia no supone, en principio, más que la permanencia de ciertos rasgos particulares de la trama cultural que los hizo posibles. Rasgos que denotan, como dice Roberto Fernández, las condiciones del ejercicio (de la modernidad, de su peculiar modernidad)3 y pueden ser abordados con una mirada capaz de hacer de ellos el sujeto de su discurso, y no encandilarse con la luz de supuestas verdades ideales, una mirada despojada “y al fin matinal”4. Es en efecto una mirada sobre la arquitectura argentina contemporánea la que lleva a reconocer aquella década de 1945-55, y esto no por una melancólica y desorientada búsqueda de los orígenes, que en el caso de la arquitectura moderna argentina sería falso buscar en esos años, sino para encontrar respuesta a una contradicción que atormenta al campo de la historiografía arquitectónica: la del desarrollo de la arquitectura moderna durante los años 40, esa experiencia turbadora –porque contradice el discurso oficial del neoconservadurismo local instalado en el poder casi sin interrupciones desde 1955-, experiencia que Francisco Bullrich presentaba como parcialmente frustrada (aunque reconociendo su producción) y que otros han preferido suponer inexistente5.

1. N. de E. Se transcribe aquí textualmente la “Introducción” de la publicación realizada en México en 1987, dado el interés que presenta y la escasa difusión que la misma tuvo en Argentina: Sonderéguer, Pedro C. Arquitectura y Modernidad en la Argentina / II, Col. Cuadernos de Traza – Arquitectura y Urbanismo. México, agosto de 1987, pp. 3 a 7. 2. Arquitectura y Modernidad en la Argentina, Buenos Aires, Centro de Estudios de la Sociedad Central de Arquitectos, Ficha CESCA 1, marzo de 1986. 3. Fernández, Roberto. Reflexiones sobre el Teatro General San Martín: apogeo y crisis del proyecto modernista. Ponencia presentada en las Segundas Jornadas de Investigación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. UBA., Buenos Aires: FAU/UBA, 1986. 4. Foucault, Michel. El nacimiento de la clínica. México: Siglo XXI, 11ª edición en castellano, 1986; p. 5.

“A pesar de todo –decía Bullrich en 1963- la nueva generación no logró romper la barrera de prejuicios y desencadenar un proceso productor de gran envergadura (…). Esto sólo puede explicarse en virtud del gigantesco desencuentro de la Argentina con su destino como nación en la década 1940-50”6.

5. La bibliografía sobre este tema ha sido comentada en la primera parte del trabajo. Ficha CESCA, Op. Cit., pp. 5-6.

La expresión de Bullrich apunta a algunos rasgos de la época, sobre los que intentaré añadir algo. Antes es bueno recordar que al iniciarse el tiempo del peronismo la Argentina

6. Bullrich, Francisco. Arquitectura Argentina Contemporánea, Buenos Aires: Nueva visión, 1963; p. 26.

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Portada de la publicación de Pedro C. Sonderéguer. Arquitectura y Modernidad en la Argentina / II, Colección Cuadernos de Traza – Arquitectura y Urbanismo. México, agosto de 1987

7. Ver Ficha CESCA, Op. Cit., pp. 9-12 y 16-20. 8. Luna, Félix. El 45, Buenos Aires: Sudamericana, 2ª edición, 1971; p. 489. 9. Esta polémica tuvo dos etapas. La primera fue pública y culminó con el desafío a duelo entre Ugarte y Palacios y la renuncia de Ugarte al Partido Socialista en 1913. La segunda, muy breve, transcurrió a fines de los años 30: Manuel Ugarte se reincorporó por un corto tiempo al socialismo y después renunció por segunda vez, al partido. Conozco bien esto porque mi abuelo Pedro Sonderéguer fue padrino de Manuel Ugarte (junto a Juan Pablo Echagüe) en ese duelo, que no llegó a realizarse al intervenir la policía, que encarceló a Manuel Ugarte y dejó en libertad al diputado Palacios (protegido por sus fueros parlamentarios). Puede consultarse el libro Manuel Ugarte y el Partido Socialista. Documentos recopilados por un argentino, Unión Editorial Hispano-Americana, Buenos Aires-Barcelona, 1914; pp. 23 y subsiguientes. 10. Sábato, Ernesto. El rostro del peronismo, Buenos Aires, 1956; pp. 44-47 (“Doctores y pueblo”) Rodolfo Walsh ha abordado este tema en sus escritos políticos.

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dejaba atrás las estrecheces de los años posteriores a 1930. Nuevos problemas arquitectónicos, nuevos materiales y técnicas, disponibilidad de dinero, nuevos usuarios, eran los factores que parecían convocar a la realización de la nueva arquitectura. Es a partir del proceso de industrialización iniciado entre las dos guerras y al adquirir el Estado mayor injerencia en la vida económica gracias a las reformas del presidente Justo, que la Argentina genera las condiciones necesarias para el desarrollo de una arquitectura al mismo tiempo afín a los postulados del Movimiento Moderno y estrechamente vinculada a las transformaciones sociales y económicas del momento. La implementación de una amplia política de protección social por parte del Estado se expresó en la construcción de equipamientos para la vivienda, la salud y la educación y produjo al mismo tiempo un cambio en las relaciones de trabajo entre los arquitectos y el Estado, al hacerse cargo las oficinas públicas del desarrollo de los proyectos arquitectónicos. En un proceso pleno de resistencias y conflictos, los equipos estatales incorporaron a muchos de los integrantes de la nueva generación de arquitectos que se proponía desplazar al racionalismo neoacadémico7. Porque hubo, como recuerda Bullrich, una generación dispuesta a practicar la arquitectura moderna enfrentándola al racionalismo formal de la década anterior, en coincidencia con un proceso de búsqueda que por otra parte trascendía el estricto campo de la arquitectura. Al finalizar los años 30 la construcción de un camino adaptado a las nuevas condiciones mundiales y a las posibilidades propias del país agitó al conjunto de la sociedad, a todas sus clases sociales y a todos sus sectores políticos. Ha sido un hombre de aquella generación, Félix Luna, quien ha trabajado más para reconstruir la visión del país que tuvo entonces un amplio sector de las clases medias (que los arquitectos integraban). Esta búsqueda fue mucho más allá de la conocida labor de FORJA, los escritos de Scalabrini Ortíz o las reformas de Justo y Pinedo. La búsqueda de una modernidad atenta a las condiciones del país no fue privilegio de lo que más tarde (sobre los 50) se conoció como peronismo. “En aquella encrucijada -escribía Félix Luna en 1971 refiriéndose 1945-, Perón interpretó una línea histórica de signo nacional y popular que el autor siente entrañablemente como propia…”8. Una vez más, como en Bullrich, el tema del desencuentro. Los arquitectos modernos de los años 40 no se sumaron sin conflicto al momento histórico inaugurado por las elecciones de 1946. Su misma formación enciclopedista, su confianza en la razón y en el individuo (y sus “condicionamientos mentales”: Félix Luna) constituían obstáculos casi insalvables para hombres que miraban con desconfianza el protagonismo de las masas obreras y se sentían agredidos por la transformación social que impulsaba el peronismo (y en esto no hay que ver sólo una actitud de clase sino un condicionamiento cultural profundo que los inhabilitaba para interpretar una realidad indócil). No era un fenómeno nuevo –había sido anunciado 30 años antes por Manuel Ugarte, en el curso de su polémica hoy olvidada con Alfredo Palacios y la dirección del Partido Socialista en torno de la idea de nación9- ni fue el último. La cuestión de la historicidad del pensamiento de la izquierda argentina ocupó a hombres tan distintos como Ernesto Sábato o Rodolfo Walsh10. A mediados de los años 40 los miembros de esta generación de arquitectos eran, sin embargo, los únicos en condiciones de elaborar, formular y oponer una alternativa a la academia arquitectónica, que no fue, como quieren creer algunos, un invento peronista sino que se arrastraba desde décadas. Es en este punto que se produce el contacto que interesa a esta investigación. La mayor parte de los integrantes de esta vanguardia, perturbados quizás por problemas de conciencia pero entusiasmados ante la posibilidad de hacer arquitectura, aceptarán la posibilidad que el crecimiento argentino de posguerra (y no tal o cual identidad política) ofrecía. Allí estarán todos, o casi todos: SEPRA, Amancio Williams, Mario Roberto Álvarez, Jorge Ferrari Hardoy, Jorge Vivanco, Horacio Catalano, Carlos Coire, el grupo Austral, los colaboradores de Tecné. Hacia fines de la década esta coincidencia terminará mal, pero durante por lo menos seis o siete años las diferencias políticas no impidieron la construcción y proyección del mayor volumen de la obra moderna que registra el país. Este es el núcleo de nuestro trabajo. La arquitectura argentina jamás se recobró de la obra realizada en esa década. Todavía hoy, 30 años más tarde, los edificios de la modernidad de muchas ciudades del país son los construidos o iniciados en esos años (y puede pensarse en el Teatro Municipal General San

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Martín o en el Edificio República, en Buenos Aires; en la Municipalidad de Córdoba; en las cabeceras de correos de Mar del Plata o Corrientes, en el Hospital de Niños de Tucumán, etcétera) Hay que repetir que esta vertiente moderna no fue la única. Pero fue la más interesante y la más reveladora. Arquitectura pintoresquista o académica se hacía en la Argentina desde el Centenario o incluso antes (y racionalista y neocolonial por lo menos desde 1920) y se siguió haciendo durante mucho tiempo. En cambio nunca como en la década de 1945-55 el Estado asumió, para algunas de sus obras más representativas, los postulados y propuestas del Movimiento Moderno. Es éste un hecho que contradice frontalmente la versión tradicional sobre el desarrollo arquitectónico argentino. El hecho de que sea la arquitectura oficial y no la privada, y en obras centrales y no marginales, la que haya asumido las pautas modernas, ilumina con una luz discordante la producción de la década. Son los edificios públicos como hospitales, correos, municipalidades, los que, visitados diariamente por centenares de personas, ponen en el horizonte los rasgos de la arquitectura. Al extenderse este proceso, la arquitectura cumple una función renovadora de la imagen del Estado, en una acción análoga a la desempeñada en otras épocas por los edificios académicos de Gobierno que reemplazaron a los antiguos cabildos durante los gobiernos conservadores (y uno de cuyos más claros ejemplos es el de la Casa de Gobierno de Tucumán, especie de palacio academicista en la escala reducida que enfrenta, sin galerías ni recovas pero con variados formalismos, el clima caluroso y subtropical de la provincia). Por esta razón el hecho de que la mayor parte de los integrantes de la vanguardia arquitectónica actuaran fundamentalmente en Buenos Aires carece de peso como objeción. Incorporados a distintos organismos oficiales, sus proyectos ejercieron influencia sobre todo el territorio). Después de 1955, fue notorio el esfuerzo de la historiografía detrás de: a) negar el desarrollo de la vertiente moderna en la arquitectura oficial; b) atribuir a la arquitectura del peronismo una homogeneidad que no tuvo; c) presentar los años pos-peronistas como los de la recuperación de la tradición moderna (y era de buen tono, entonces, comparar los solitarios desplazamientos de la Armada con “un nuevo Caseros”: una carrera académica no podía construirse sin esas fantasías). Esta tendencia se acentuó después de 1966 y alcanzó eventualmente cierto éxito al costo de resignar su utilidad futura. Desde entonces se ha idealizado el período pos-peronista, cuya mayor virtud fue, en todo caso, la de comenzar la reflexión sobre la crisis. El pos-peronismo fue un período atrozmente incómodo para la conciencia argentina. Esta realidad señalada desde la izquierda a veces –últimos números de la revista Contorno, revista Centro11estaba teñida por el desencanto de los sectores liberales.

Contratapa de Arquitectura y Modernidad en la Argentina / II, Op. Cit.

11. Consúltese el libro de Oscar Terán: En busca de la ideología argentina, Buenos Aires: Catálogos, 1986; pp. 195-253.

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La misma revista SUR, en 1960 –año del Sesquicentenario- no pudo dejar de hablar de la “profunda crisis moral” que vivía la República. En ese número 267 (noviembre-diciembre de 1960) los escritos de Carlos Alberto Erro, Eduardo González Lanuza, Enrique Anderson Imbert (“fuimos antiperonistas desde la hora cero, pero nunca creímos que todos los opositores a Perón sentían vivos los ideales de Mayo: los había agentes de la penetración capitalista, reaccionarios, tradicionalistas, clericales, antidemócratas, antiliberales, antisocialistas, gente rapaz, venal, advenediza”), Ernesto Sábato (“únicamente diré que una vez más se ha verificado el contraste que en este país al parecer maldito hay entre las palabras grandiosas y los pobres hechos, entre el charlatanismo de feria de sus políticos y la angustia del hombre de la calle”), Luis Emilio Soto (“el país está postrado y a la deriva”), María Elena Walsh, Alberto Prebisch, Wladimiro Acosta (“el Estado no edifica nada, o casi nada”), Mario Roberto Álvarez (“atraviesa hoy el país el derrumbe de los valores morales”), Carlos Coire o Alberto Ricur (“conseguir hoy una vivienda está fuera de las posibilidades de la gran mayoría”), dejaban pocas dudas sobre el verdadero clima moral que se vivía. Como se sabe, la modernidad arquitectónica en la Argentina ha sido objeto de dos interpretaciones: a) como lenguaje, poniendo entonces la atención en el proceso de representación formal, uno de los rasgos característicos del pos-modernismo, que en este sentido redescubre una vieja concepción del arte. “La modernidad para los franceses –dice Andreas Huyssen refiriéndose a Mallarmé- es en primer lugar, aunque no de manera exclusiva, una cuestión estética vinculada con energías producidas por la destrucción consciente del lenguaje”12. b) como expresión (construida) de una utopía social. Esto resulta claro a medida que nos asomamos al debate arquitectónico de los años 30-40, momento en el cual las profundas transformaciones que experimenta la sociedad preparan la crisis arquitectónica. En el primer caso, la modernidad permanece en un plano alejado de las contingencias inmediatas. La utopía se refugia en un inmarcesible terreno ideal y así, por ejemplo, todo el desarrollo del racionalismo en la Argentina –incluso sus propuestas de tipo social- convive con la proscripción del Yrigoyenismo, la Concordancia y el fraude electoral. Durante 1930-40 estos hechos no perturban el debate arquitectónico, que no registra casi intentos de establecer relación alguna entre una vida democrática restringida y sus propias vicisitudes. Muy distinta será la actitud de la generación siguiente. Esto no afecta la totalidad del pensamiento arquitectónico puesto que, como señala Adorno: “las doctrinas de vanguardia pueden cambiar y convertirse en elitistas con sólo que se conciba su oposición a la ‘comunis opinio’ con la abstracción suficiente y ellas permanezcan dentro de cierta moderación”13.

12. Huyssen, Andreas. “Guía del posmodernismo”, Punto de Vista, 29, Buenos Aires, abril/julio 1987; p. xxiv. 13. Adorno, Theodor W. Teoría Estética, Barcelona: Obris S.A. – Hyspamérica, 1983; p. 331. 14. Habermas, Jürgen. “La modernidad, un proyecto incompleto”, en La Posmodernidad (ensayos), Barcelona: Kairos, segunda edición en castellano, 1986. (El ensayo de J. Habermas fue publicado por primera vez en 1981).

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En el segundo caso, la modernidad exige el vínculo con la vida social y se expresa como vehículo de progreso. Trabajando sobre la crisis alemana de posguerra, han sido Habermas y Adorno quienes han desarrollado más el concepto de modernidad vinculado a la idea de progreso. La modernidad es para Habermas la continuación de las tradiciones de la Ilustración, “la creencia en el progreso infinito del conocimiento y el avance infinito hacia la mejoría social y moral”14. El Movimiento Moderno (o las distintas tendencias de la vanguardia arquitectónica europea y norteamericana que terminaron siendo reconocidas por ese nombre) participó de este impulso trasmisor de la confianza en una utopía, que en nuestro medio (integrado por arquitectos admiradores o discípulos de Le Corbusier) se manifestó por el abandono de la actitud pasiva de la generación precedente. Esta perspectiva resulta útil para observar las obras y escritos producidos a partir de 1940 como rasgos de un proyecto que ha resultado no solamente incompleto sino mutilado y pleno de malformaciones. Es justamente la confianza en la capacidad de la razón para organizar la utopía lo que define la generación del 40 como moderna. La utopía cuenta como proyecto en el que vale la pena implicarse, algo que hará de su tránsito por la década de 1945-55 un camino al mismo tiempo conflictivo y militante. En comparación con la obra de esa década, la producción de filiación moderna de los sesentas no será sino ejercicio corbusierano o repetición de fórmulas miesianas de los 50. Los mayores logros de la arquitectura de los 60 no son los de la modernidad sino los de la trasgresión: las casas blancas, el regionalismo, las experiencias de Clorindo Testa.

Arquitectura y modernidad en la Argentina / II

Desde luego, no se trata de actuar –a nuestro turno- como tardíos descubridores de las virtudes de la arquitectura de 1945-55, ni de hacer una lista más o menos completa de los edificios a pesar de todo, modernos, como se ha hecho parcialmente a veces y como yo mismo he hecho en la primera parte de este trabajo. No es cuestión tampoco de ignorar las lacras del peronismo, no menos verdaderas por el hecho de no ser exclusivamente suyas. No es cuestión de actuar, como dice en alguna parte Ernesto Sábato, de brillantes profetas del pasado. Pero se trata, si, de conocerlo mejor. La ocultación y deformación de mucho de lo ocurrido durante aquella década ha servido -sirve- como referencia o justificativo de las más oscuras prácticas políticas. En el caso de la arquitectura, esta perversión ha contaminado la labor historiográfica durante casi dos décadas y casi sin excepciones. Desde 1966 sobre todo, la historiografía arquitectónica se erigió como uno de los instrumentos de agresión ideológica del pensamiento más conservador, y al hacerlo contribuyó a levantar las construcciones falsas y vacías que informan su discurso (como si hubiera malas experiencias interrumpidas por la maldad intrínseca del período, como la de la Ciudad Universitaria de Tucumán en 1952 y, por ejemplo, buenas experiencias algo lentas, como la de la Biblioteca Nacional de 1962 hasta ahora o la de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires). No por casualidad los monumentos del Movimiento Moderno son escuelas, hospitales, monoblocks de viviendas, edificios de Correos y Teléfonos o centros universitarios, mientras que los del academicismo o neo-academicismo son residencias particulares, edificios de oficinas, rascacielos de departamentos para renta o esculturas urbanas. No es mala esta semiótica sencilla. Al abordar desde este punto de vista la historia arquitectónica, veremos producirse una transmutación (¿semántica?) que todo lo complica (o lo aclara). Y si abandonamos así sea tentativamente la perspectiva tradicional, y adoptamos por un momento la de los argentinos más humildes (aquellos que no siempre creen en la palabra impresa), veremos cómo, en arquitectura como en otras cosas, la relación libertad-progreso-peronismo cambia, por poco que honestamente registremos los hechos (en este caso tangibles) en lugar de las intenciones. La conclusión no es siempre agradable y es, quizás, una de las razones de la fascinación que ejercen las palabras. Ya en 1960 Ernesto Sábato comentaba esa delincuencia semántica que pervierte toda nuestra historia. “Las crisis –decía ES – no son cuestiones de palabras sino de hechos, claro está. Pero se manifiestan o se disfrazan mediante palabras. Palabras que han sido falsificadas, ahuecadas o rellenadas con semantemas tortuosos y hasta antitéticos”15. En esta labor, la historiografía arquitectónica ha prestado servicios durante demasiado tiempo, no sólo en lo que se refiere a los años 50 sino a períodos más cercanos. No hay que confundir entonces esta valoración de los años 50 con una exaltación dogmática ni con una nostalgia por el Movimiento Moderno. Es que la mera mirada hacia adelante suele ocultar la voluntad de vaciamiento histórico: el verdadero cementerio es la memoria alcanzó a escribir Rodolfo Walsh en septiembre de 1976: nuestro verdadero cementerio es la memoria, en una época de despojos que no son solamente materiales. La mirada al pasado puede resultar agotadora cuando se dirige a esos momentos endurecidos y gastados que han alentado nuestras acciones. Por eso mismo es necesaria: esos momentos esperan nuestro abordaje y, desde luego, son varios y están dispersos en el tiempo, aunque inevitablemente relacionados entre sí. Estas relaciones no son extrañas a la totalidad de este trabajo: intentamos desenredar la madeja no por una nostalgia estéril sino por una necesidad de ubicar el presente y prefigurar el porvenir, y es casi por un convencionalismo que aceptamos la posibilidad de abordajes puntuales. De otro modo la lectura puntualizada y focal puede convertirse en la renovada creación de un cosmos una vez más cerrado y ajeno, esta vez a su propia contemporaneidad. “¿Qué es lo que permitirá pasar de una historia escrita en plural a una puesta en cuestión de esa misma pluralidad?” pregunta, en la Introducción a la Esfera y el Laberinto, Manfredo Tafuri. “El peligro que corren tanto las genealogías de Foucault –las genealogías de la locura, de la clínica, del castigo, de la sexualidad- al igual que las diseminaciones de Derrida, consiste en la reconsagración de los fragmentos analizados al microscopio, como nuevas unidades autónomas y en sí mismas significantes”16. El resultado de nuestra indagación será necesariamente parcial y se debe a su tiempo. Es desde nuestra parcialidad contemporánea que descubrimos momentos que todavía nos dicen cosas.

15. Sábato, Ernesto. “Palabras, palabras, palabras”, Revista SUR, 267, noviembre-diciembre 1960, Buenos Aires, p. 40. 16. Tafuri, Manfredo. La Esfera y el Laberinto, 1º edición en castellano, Barcelona: Gustavo Gili, 1984; p. 9.

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Edificio Movimiento (Foto: Alejandro Leveratto)

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Arquitectura moderna para el servicio postal – Argentina, 1947-1955

Arquitectura moderna para el servicio postal – Argentina, 1947-1955 Dra. Arq. Adriana Collado Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad Nacional del Litoral

En la segunda mitad de la década 1940-50 el ambiente de la producción de arquitectura en Argentina tuvo una particular intensidad, caracterizándose por la coincidencia de varios acontecimientos que mostraron una voluntad de renovación respecto de las prácticas precedentes. La terminación de la Segunda Guerra Mundial, que permitía reabrir las fronteras y normalizar la dinámica de intercambios, se solapaba con la fuerte transformación política, social y económica que se impulsaba en el país con el advenimiento del peronismo, generando un contexto en el que la novedad era la marca dominante. El bienio 1947-48, durante el cual se van a idear primero y proyectar luego, más de la mitad de los edificios y conjuntos que estudiamos en este trabajo1, estuvo signado por algunos eventos en el campo de la arquitectura y el urbanismo, que planteaban desafíos a la disciplina y a sus actores; - El de 1948 fue el año más activo dentro de la gestión del EPBA (Estudio Plan Buenos Aires), organizado en la Municipalidad de Buenos Aires, bajo la dirección de Jorge Ferrari Hardoy; un espacio donde, además de estudiar la factibilidad del plan de Le Corbusier elaborado diez años antes, se buscaban estrategias de coordinación para encuadrar al plan regulador de la ciudad en el Primer Plan Quinquenal (en adelante PPQ) del peronismo; en fin, un ámbito oficial donde, por un par de años, se pensó en términos del urbanismo CIAM. - En la Universidad Nacional de Tucumán se ponía en marcha el proyecto para erigir la nueva ciudad universitaria, al frente del cual se encontraba Jorge Vivanco; el proyecto era un acontecimiento de escala excepcional, que no tenía precedentes en la producción de arquitectura y urbanismo modernos en el país y se daba asociado con un espacio académico de excelencia, el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la misma universidad; - Tanto el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la UNT, buscando jerarquizar su plantel docente, como el Estudio Plan Buenos Aires, requiriendo consultores, convocaron coordinadamente a un grupo de arquitectos italianos -Ernesto Nathan Rogers, Luigi Piccinato, Ernesto Lapadula, Enrico Tedeschi, Cino Calcaprina- que llegaron al país en ese mismo año, para sumarse a un debate apenas abierto con relación a la transferencia y reelaboraciones de las ideas dominantes en Europa en el campo de la disciplina; algunos permanecieron aquí y otros regresaron a Italia luego de una estadía más o menos prolongada, aunque todos tuvieron impacto; - Llegará para entonces, después del largo paréntesis de la Guerra, el tomo 4º de las Obras Completas de Le Corbusier, publicado en Zurich en 1946, en el que se pueden ver referencias formales que alimentan un repertorio a disposición, para los arquitectos enrolados en la modernidad; entre ellas, la secuencia de bóvedas en las construcciones rurales en el norte de África; el perfil quebrado de la cubierta para la versión rural de la maison Jaoul proyectada en 1937 o la maison Clarke Arundell de 1939; proyectos tipológicos como la casa para el capataz, o el cubo excavado de la casa para el ingeniero; las propuestas Murodins y la prefabricación de emergencia; la teoría del brise-soleil explicada y aplicada reiteradamente en Argel y en Río; la reflexión sobre la síntesis de las artes mayores (“una epopeya plástica que comienza”) y, por fin, el proyecto prototípico de las unidades de habitación de grandeur conforme, con fotos de Marsella en construcción.

Tomo 4º de las Obras Completas de Le Corbusier. Croquis de Río de Janeiro, p. 81

1. De los más de ochenta edificios y conjuntos que dan soporte al presente trabajo, cincuenta fueron proyectados en 1948, en tanto que las primeras ideas esbozadas en anteproyectos surgieron entre agosto de 1947 y mayo de 1948.

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- El cirujano argentino Pedro D. Curutchet concreta, también en 1948, el encargo a Le Corbusier de su casa en La Plata, la única obra íntegramente proyectada por el Maestro que se levantara en América Latina; aunque la casa demoró muchos años en construirse, el tema tuvo repercusión inmediata en el ámbito disciplinar. - Desde otros escenarios llegará en 1947 Marcel Breuer, invitado por la UBA en una gira de tres meses por Sudamérica, siendo sus anfitriones Eduardo Catalano y Carlos Coire. Durante su estadía en Buenos Aires, además de dictar un ciclo de conferencias, realiza un trabajo de proyecto con un grupo de estudiantes avanzados de la Escuela, al que se sumaron alumnos de otras escuelas del país y de la de Montevideo. - Nuestra Arquitectura abre perspectivas al publicar, en esos dos años, un abanico diverso de temas y problemas que se vinculan con las innovaciones de posguerra; numerosas notas sobre el problema de la vivienda social y la prefabricación, dos números especiales dedicados a la obra de Marcel Breuer, varios artículos dedicados a la arquitectura italiana de posguerra, un número especial sobre arquitectura, urbanismo y vivienda social en la URSS y algunas obras claves de la modernidad en Argentina como la Casa del Puente, el Mercado del Plata, el proyecto para el Auditorio Ciudad de Buenos Aires de Catalano y el parador Ariston en Mar del Plata (Breuer, Catalano y Coire). Edición especial de Nuestra Arquitectura dedicada a la obra de Marcel Breuer. Septiembre de 1947

Frente a este somero punteo, tendenciado por la perspectiva desde la que se abordará el tema aquí, no resulta descabellado pensar que en esos años el panorama se presentaba favorable para el desarrollo de algunos proyectos de envergadura en el país, bajo la hegemonía de la arquitectura moderna. La preocupación central de este trabajo es estudiar un conjunto de edificios públicos construidos por el Estado en el área Comunicaciones, en el marco de los dos planes quinquenales (1947-52 y 1952-57, este último interrumpido abruptamente con el golpe de septiembre de 1955) del gobierno de Juan D. Perón, centrando el interés especialmente en los ejemplos de arquitectura moderna que dicha producción generó.

Auditorio Ciudad de Buenos Aires. Arq. Eduardo Catalano, 1947. No construido (Fuente: Nuestra Arquitectura, enero de 1948) 2. Sonderéguer, Pedro C. Arquitectura y Modernidad en la Argentina I. Buenos Aires: CESCA, 1986; p. 11. 3. Dec 15.372 del 13/06/1944 citado por Castro Esteves, Ramón. Historia de las comunicaciones argentinas. Buenos Aires: Talleres Gráficos del Ministerio de Comunicaciones, 1958; p. 497. 4. Dec. 6.353 del 28/02/1946 citado por Castro Esteves, R. Op. Cit.; p. 498. 5. El nombramiento de Nicolini, es de fecha 4 de junio de 1946 por Dec. 3915; el Dec. 1.068/46 del 24/06/1946, dispone la anulación de la autarquía; citados por Castro Esteves, R. Op. Cit.; pp. 498 y 499.

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Como es sabido, la arquitectura del primer peronismo fue durante muchos años estigmatizada con los rótulos de monumentalista, historicista, e incluso fascista; si bien es cierto que algunas de las producciones admitían estas adscripciones y que otras se enrolaban en los pintoresquismos -neocolonial o californiano-, hubo también muchas obras que respondieron a otros paradigmas y que asumieron otra estética. Para sostener el argumento de la arquitectura historicista, monumental o pintoresca como expresiones excluyentes, la crítica y la historiografía del pos-peronismo debieron desdeñar muchas de las manifestaciones generadas en el período y, sobre todo, debieron negar o minimizar obras que daban cuenta de la opción por la arquitectura moderna. Por arquitectura moderna entenderemos a aquélla en la que se reelaboraron localmente los elementos funcionales, espaciales y formales surgidos de las vanguardias europeas, logrando una apropiación eficaz de los mismos por parte de la edilicia nativa; los rasgos dominantes de la arquitectura moderna serán en general, el manejo de una estética abstracta, la probada y eficiente funcionalidad, la recurrencia a estándares muy ajustados de superficie, la aplicación de nuevos materiales, tecnologías y dispositivos constructivos novedosos, que coincidirán total o parcialmente en las distintas obras.2 Sin embargo, y a modo de hipótesis de partida, podría afirmarse que el caso que se está investigando aquí, los edificios de la Secretaría de Comunicaciones proyectados durante los planes quinquenales de Perón son, mayoritariamente, ejemplos claros de una opción deliberada por la arquitectura moderna para definir una imagen de estos servicios públicos asociada a la prestación estatal de los mismos, bajo el signo de la eficiencia, la funcionalidad, la racionalidad y la innovación. Nos preguntamos cuáles fueron las motivaciones que llevaron a funcionarios políticos y cuadros técnicos de la Secretaría, a definirse en coincidencia por esta opción, en momentos

Arquitectura moderna para el servicio postal – Argentina, 1947-1955

en que la dotación de arquitectura que se promovía desde otras áreas del Estado (como las de salud y educación) estaba siendo afrontada desde los códigos de la arquitectura neocolonial californiana; fue éste un interrogante sobre el que esta investigación ha tratado de aproximar algunas respuestas, al menos provisorias.

La estructura posibilitante En 1876, con la sanción de la Ley Nacional de Correos (nº 816) y la unificación de los servicios postales y telegráficos quedó creada, dentro del Ministerio del Interior, la Dirección Nacional de Correos y Telégrafos; al poco tiempo, a los dos servicios básicos se les agregaron los de encomiendas, giros postales, valores declarados y cartas certificadas, con lo que las prestaciones se incrementaron notablemente, requiriendo instalaciones más complejas para el funcionamiento de las oficinas. Durante casi setenta años fue ésta la estructura de los servicios postales en el país; en 1944, en la antesala del período que nos ocupa, se definió un cambio significativo mediante un decreto del PEN que dispuso la autarquía de Correos y Telégrafos, quedando a cargo de un consejo integrado por un director general y vocales designados por el gobierno, aunque conservaba dependencia política con el Ministerio del Interior.3 La misma disposición introdujo un cambio de nombre que anunciaba un interés por estar a tono con los tiempos, ya que pasó a llamarse Dirección Nacional de Correos y Telecomunicaciones. A partir de octubre de 1945 se hará evidente que para el peronismo, el área de las comunicaciones era de máxima importancia; en febrero de 1946 se produjo una jerarquización, pasando del nivel de Dirección, a Administración General de Correos y Telecomunicaciones, manteniéndose en la órbita del Ministerio del Interior.4 En junio de ese mismo año asumió como administrador una figura que habría de ser clave en el proceso de renovación del Organismo, Oscar Nicolini; pocos días más tarde fue dejada sin efecto la autarquía de la Administración General y se canceló el funcionamiento del consejo creado en 1944. 5 Con el rango de Administración General se reorganizó la estructura de funcionamiento y se reforzó la División Arquitectura dándole total independencia respecto de la antigua Dirección General de Arquitectura del MOP, en la que hasta entonces se habían desarrollado la mayor parte de los proyectos para edificios de correos, tanto los nuevos a construirse como las refacciones y remodelaciones de edificios existentes; los últimos planos que se identifican como de la DGA del MOP están fechados en 1944 y corresponden a anteproyectos ejecutados para territorios nacionales.6 Esta oficina técnica, la Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones (en adelante DACyT), existía desde la década de 1930, pero fue renovada y ampliada en virtud de los cambios mencionados; allí habrían de incorporarse, a lo largo de 1947, los profesionales que concretaron la mayor parte de los proyectos que analizaremos aquí. No obstante, la modificación más importante y decisiva en la estructura del Organismo se iba a producir a principios de 1949, cuando fue creada la Secretaría de Comunicaciones de la Nación, por un decreto del PEN, del 26 de enero de 1949; esta nueva dependencia unificó los servicios postales, telefónicos, telegráficos y radioeléctricos de propiedad nacional “elementos básicos e indispensables para el desenvolvimiento de la economía y la cultura argentinas”. En simultáneo a la creación se nombró secretario de Comunicaciones, con rango de ministro-secretario de Estado, al entonces administrador, Oscar Nicolini.7 Apenas un par de meses más tarde, los cambios que surgieron con la sanción de la Constitución de 1949 llevaron a una reestructuración de los ministerios nacionales, según la cual el área de Comunicaciones pasó a asumir el rango de ministerio, por lo cual desde entonces, sin que se haga explícito el cambio, pasaría a reconocerse al Ministerio de Comunicaciones.8 La nueva Ley de Ministerios en su artículo 18º, disponía lo concerniente al de Comunicaciones, asignándole las responsabilidades relativas al desarrollo, promoción, orientación y fisca-

Partida de la delegación argentina al Vº Congreso de la Unión Postal de las Américas. Agosto 1946. (Fuente: Revista de C y T, 109, set. 1946)

Tipo oficial de edificio para oficina de Correos. Dirección Gral. de C y T, Arquitectura, 1931 (Fuente: Archivo CRIHDAC) 6. Según se pudo constatar en los archivos del Centro de Recuperación, Investigación Histórica y Digitalización del Archivo de Correos (en adelante CRIHDAC), si bien algunos proyectos y anteproyectos ejecutados entre 1930 y 1945 se rotularon con la sigla DGCyT (Dirección General de Correos y Telégrafos), la mayor parte se identifican como DGA-MOP. 7. Young, Juan R. “Creación de la Secretaría de Comunicaciones”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 138-9. Buenos Aires, febrero-marzo 1949; pp. 8 a 12. 8. Ley nacional 13.529 del 07/07/1949. En el art. 1º dispone: “Los ministerios secretarías de Estado en que se divide el Despacho de los negocios de la Nación, serán los siguientes: Relaciones Exteriores y Culto, Interior, Justicia, Educación, Salud Pública, Comunicaciones, Asuntos Políticos, Hacienda, Economía, Finanzas, Industria y Comercio, Obras Públicas, Agricultura y Ganadería, Trabajo y Previsión, Transportes, Defensa Nacional, Ejército, Marina, Aeronáutica y Asuntos Técnicos”.

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lización de los sistemas de comunicaciones en el territorio de la Nación y en particular abarcaba la administración y explotación de los servicios postales y de telecomunicaciones ejecutados directamente por el Estado; la coordinación de los servicios de telecomunicaciones de jurisdicción nacional; los servicios de correos; la red telegráfica propiedad de la Nación; los sistemas de comunicaciones telegráficas de jurisdicción nacional; la red de comunicaciones telefónicas propiedad de la Nación; los sistemas de comunicaciones telefónicas de jurisdicción nacional; el servicio de radiocomunicaciones y el servicio de radiodifusión y televisión. Sólo quedaban fuera de su jurisdicción las comunicaciones relacionadas con seguridad y defensa, que pertenecían a la órbita del Ministerio de Defensa Nacional.9

Revista de Correos y Telecomunicaciones de septiembre de 1948, en la que se expone el plan de construcción de nuevos edificios

La designación de este nuevo ministerio fue cuestionada en su momento por algunos especialistas que consideraban más acertado el nombre original de Correos y Telecomunicaciones por cuanto bajo la genérica denominación de Comunicaciones deberían incluirse también los transportes y vías de comunicación;10 no obstante la objeción no alteró los proyectos ni limitó el empuje que dominaba los planes de crecimiento, siendo muy notable la dinámica desplegada por el ministro Nicolini que recorría el país impulsando el plan de modernización. Un plan que, obviamente, no comprometía sólo a lo edilicio, sino que preveía una renovación plena de todos los aspectos técnicos y organizativos en los servicios postales, telegráficos, telefónicos y radiales. En relación con el volumen construido, se debe recordar que el peronismo consolidó fuertemente la noción de estado benefactor y llevó adelante en Argentina una política de dotación de equipamientos para el bienestar social inédita hasta entonces y, cuantitativamente, nunca superada por ningún otro régimen en el país. Se construyeron y reformaron hospitales y otros centros de salud (200) en todo el territorio nacional; se concretaron numerosísimas escuelas (casi 5000), además de hogares colectivos para niños y ancianos, colonias de vacaciones, hoteles y equipamientos turísticos, centros recreativos diversos, los que generaron un volumen enorme de obra construida, haciendo de la industria de la construcción uno de los pilares de la economía y alcanzando record tales como el de que 1950 fuera el año de mayor consumo de cemento portland por habitante en el país, durante todo el siglo XX.11

Homenaje de Correos y Telecomunicaciones al presidente Perón; a su izquierda el ministro Nicolini. Teatro Colón, marzo de 1947 (Fuente: Revista de C y T, 116, abril 1947) 9. González Climent, Aurelio. Los transportes, el correo y las telecomunicaciones en el Segundo Plan Quinquenal. Buenos Aires: Macchi, 1953; p. 27. 10. Wolfenson, Enrique. “Secretaría de Comunicaciones. Informe presentado al Instituto de Economía de los Transportes”, febrero de 1949. Citado por González Climent, A. Op. Cit.; p. 25. 11. Sonderéguer, P. C. Op. Cit ; p. 13. 12. González Climent, A. Op. Cit.; p. 10. 13. Arenas Luques, Fermín. “Los Delegados Argentinos a los Congresos de la Unión Postal Universal”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 119. Buenos Aires, julio 1947; p. 692. 14. González Climent, A. Op. Cit., p. 30. 15. “Modernización de las instalaciones”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 111. Buenos Aires, noviembre 1946; p. 161.

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Por otra parte, el área de transportes también estaba recibiendo una atención especial y para 1949 las concreciones en este sector habían superado las propias previsiones del PPQ, con la nacionalización de los ferrocarriles y el crecimiento de la industria ferroviaria, el impulso al transporte aéreo y a la aeronáutica comercial, el plan de construcción de aeropuertos y la expansión de la flota naval y de la marina mercante; todo este desarrollo justificaba la necesidad de un ente que atendiera el problema del transporte de manera específica, lo cual fundamentaba el desdoblamiento en dos organismos de máximo nivel como eran los ministerios, con una estructura acorde a las necesidades que cada rubro planteaba. En la estrategia de desarrollo nacional establecida por el PPQ, las áreas de Comunicaciones y de Transportes presentaban equivalencia en el orden de prioridades; en tanto el orden de prioridad fijado por el Segundo Plan Quinquenal (en adelante SPQ) daba un rango uno al agro, la energía, la minería y las industrias (siderúrgica, metalúrgica y química); en el rango dos estaba definido el transporte, en tanto que en el tres se ubicaban las telecomunicaciones; esto llevaría a que en el lapso recorrido entre 1952 a 1955, las inversiones en edilicia de correos y telecomunicaciones fueran proporcionalmente menores a las verificadas en el PPQ.12 No es exagerado decir que la figura de Nicolini resultó vital en la concreción de una fuerte publicidad de las políticas estatales en el área de Comunicaciones. Destacaba por haber sido empleado del servicio postal desde muy joven, cumpliendo inicialmente funciones subalternas para, luego de una prolongada carrera, llegar al más alto escalón con su cargo de ministro; conociendo al Organismo desde adentro, Nicolini cumplía en todo con el paradigma de la mística peronista, mostrándose en su desempeño como un funcionario eficiente y comprometido Había nacido en Buenos Aires en 1899; la biografía oficial refiere a sus estudios de medicina en la UBA, que al parecer no completó, aunque le sirvieron para ser docente de asignaturas

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como biología e higiene en escuelas secundarias de la Capital, en forma paralela a su trabajo en Correos. En 1921, a los 22 años, ingresa como empleado a Correos y Telégrafos donde, pasado algún tiempo, comienza a escalar posiciones, siendo en los años ´30, jefe de sección; no obstante, el ascenso decisivo se dio en junio de 1943, cuando fue designado secretario privado del director general de CyT, el teniente coronel Aníbal Imbert, quien acababa de asumir, nombrado por el general Ramírez después del golpe del 4 de junio.13 Al año siguiente pasó a la Secretaría de Informaciones, Prensa y Propaganda del Estado, ocupando primero la subdirección y luego la dirección de radiodifusión; de allí, con algunas intermitencias no del todo aclaradas, pasó a ocupar sucesivamente los cargos de director (1945), administrador general (1946) y, por último, a ministro-secretario de estado, en la Secretaría de Comunicaciones, a partir de 1949. A estas referencias oficiales se podrían agregar datos de su historia personal, ya que es reiteradamente citada y reconocida su íntima amistad con Eva Perón y su proximidad con el matrimonio a partir de la confianza que tanto Eva como Juan Perón le dispensaban. Su brillante carrera terminó abruptamente en septiembre de 1955, cuando además de separarlo del cargo, fue detenido y encarcelado, falleciendo pocos meses después.

Edificio del Correo en Río Gallegos (Fuente: Revista de C y T, 114, feb. 1947)

La nueva escala de la oficina de arquitectura El mayor rango del Organismo, llevó también a jerarquizar decididamente la oficina de arquitectura que pasó a ser una Dirección14, a cargo del arquitecto Aristóbulo Martínez, profesional de confianza de Nicolini; además pasó a abarcar las áreas de telefonía y radio, ampliándose la envergadura del trabajo, diversificándose los temas y los tipos funcionales a resolver, aumentando la cantidad de proyectos a encarar, al igual que el volumen de obra por atender y los presupuestos que se dispusieron. Los intereses renovadores de la gestión de Nicolini comenzaron a ponerse de manifiesto desde 1946, cuando se inicia un plan de remodelación del equipamiento de atención al público de las sucursales de las ciudades principales, con el cambio de mobiliario y el reemplazo de las “anticuadas instalaciones y vetustas ventanillas” por otras de “aspecto renovado”.15 El énfasis en lo edilicio continuó, cuando comenzó a publicarse en la revista institucional una sección titulada Nuestros Edificios en la que se mostraban imágenes de sedes del interior con algún rasgo destacado en su arquitectura (Salta, Tucumán, Bariloche, Paraná, Río Gallegos, Comodoro Rivadavia), sección que se mantuvo durante varios números, entre el 112 y el 116, mostrando sólo fotografías, sin texto; si bien la muestra se inició con edificios construidos para correos, a poco de avanzar se incorporaron casos de sedes alquiladas a particulares (Casilda, Venado Tuerto, Río Cuarto), que habían sido levantadas para comercios o viviendas y que no cumplían con las nuevas expectativas de eficiencia e imagen institucional. Una referencia sobre el cambio de escala en la tarea de la DACyT pueden darla algunos datos estadísticos expuestos en la revista, en un número especial, dedicado a las nuevas construcciones que se estaban encarando.16 Se consignaba entonces que en un lapso de 13 años -1933 a 1946- que se podía considerar el período más productivo en la historia de la edilicia de Correos y Telégrafos, se habían concretado en total 60 edificios; en tanto, entre octubre de 1947 y septiembre de 1948 -once meses- se habían organizado los trabajos previos, proyectado, licitado, adjudicado e iniciado la construcción de 80 edificios.17 En la nota de prensa mencionada, se ponía énfasis en la coordinación necesaria para llevar a cabo esta obra, entre los tres niveles responsables de la misma: “...el P.E. que empeñado sin desmayos en su campaña por colocar a nuestro país a tono con sus posibilidades, proyectó esta ley /…/ la Administración General en cuanto a su importante gestión compete y en la eficaz elección de su agente directo que habría de llevar a la práctica el plan /.../ y la División de Arquitectura que con su fecunda acción y medios propios, pese a lo reciente de su creación, ha conseguido desarrollar en pocos meses una obra tan vasta que por sus alcances merece el reconocimiento de los que de una u otra forma se beneficiarán con la construcción de los nuevos edificios …”18

Plan de edificios del Ministerio de Comunicaciones en el 2º Plan Quinquenal (Fuente: Nicolini, O. Op. Cit., p. 16 bis) 16. “Gobernar es poblar”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 133. Buenos Aires, septiembre 1948; pp. 11 a 15. 17. La fecha de octubre de 1947 se corresponde con el lanzamiento del PPQ, dispuesto en la Ley 13.011/47, que asignaba cien millones de pesos (a razón de veinte millones anuales) para las construcciones del área de Comunicaciones. Puede agregarse que los ochenta edificios mencionados se concluyeron casi en su totalidad antes de 1952. 18. “Gobernar es poblar”, Op. Cit.; p. 14.

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Los 80 edificios del primer año, se incrementaron con el correr de los restantes que abarcó el PPQ, aunque con un ritmo más lento; para 1952 se hallaban concluidas 78 sedes de correos y/o estaciones de radio, mientras 25 se encontraban en construcción y 26 estaban proyectadas para ser ejecutadas durante el SPQ, con inicio inminente (cabe aclarar que entre estas últimas se hallaban varias importantes cabeceras de distrito: Santa Fe, Corrientes, Posadas y Santa Rosa de la Pampa). Cuantificando en superficies ocupadas, en 1946 existían 52.000 m2 de superficie cubierta por edificios de propiedad de Correos y Telecomunicaciones, aunque sólo un 50% había sido construida por el MOP; en 1952, la superficie había crecido a 172.000 m2, debiendo destacarse que los 120.000 m2 que se agregaron habían sido ejecutados por la DACyT. La previsión, de cumplirse el SPQ, era que en 1957 la superficie ocupada por edificios de la repartición creciera a 392.000 m2, es decir, se planificaba un incremento de 220.000 m2.19 Arquitecto Aristóbulo Martínez, director de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones (Fuente: Revista de C y T 133, sept. 1948)

19. Nicolini, Oscar. Las comunicaciones en los Planes de Gobierno. Buenos Aires: Ed. Oficial, 1954. Los datos corresponden a un informe de setiembre de 1953. 20. Ver el artículo de Constanza Eliggi en esta misma publicación. 21. La particularidad de este proceso de selección, ha sido comentada por todos los historiadores que han trabajado sobre este tema, y el hecho se vio enfatizado a raíz de las reflexiones que, diez años más tarde, se formularon en Nuestra Arquitectura, hablando de la inexperiencia de unos jóvenes que, puestos a proyectar, “…diseñaron lo que habían aprendido en las aulas, sin pensar en la tradición de los edificios oficiales…”, teniendo como primeros encargos algunos “correítos de poca monta”. En Nuestra Arquitectura, 345, agosto de 1958. Ver el trabajo de Patricia Méndez en esta misma publicación. 22. No se pudieron localizar los nombramientos en el archivo de Correos; las referencias acerca del momento de ingreso se registraron en una entrevista con los arquitectos Eudaldo Vidal y Fernando Saladrigas, realizada en el CEDODAL, Buenos Aires, 13 de julio de 2011. El rótulo de “arquitectos tradicionales” fue planteado por el arquitecto Vidal. 23. Entrevista con los arquitectos Eudaldo Vidal y Fernando Saladrigas, citada supra. Las fechas fueron verificadas en los legajos técnicos correspondientes. Archivo CRIHDAC.

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La Secretaría abarcaba un campo muy amplio (desde los servicios postales en sus distintos formatos, el ahorro postal, el servicio telegráfico, la telefonía y la radiofonía) todos los cuales tenían sus especificidades y necesidades de renovación técnica propias y es muy evidente que la arquitectura actuó como uno de los soportes más contundentes de la representación del Organismo; en las mismas páginas de la revista, además del espacio dedicado a publicar los nuevos proyectos y las inauguraciones de obras concluidas, se nota el interés que suscitan los temas edilicios.20 En medio de esa reorganización debida a los cambios que se necesitaba afrontar, un imperativo fue consolidar el plantel profesional, para lo que se convocó en los últimos meses de 1946, a los primeros nuevos integrantes, seleccionados por Aristóbulo Martínez de entre los estudiantes con mejores condiciones de los últimos cursos de la Escuela de Arquitectura, que dependía de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.21 Del numeroso grupo que se iría formando, el primero en ingresar fue Agustín Bianchi que fue quien, aparentemente, recomendó a algunos de sus compañeros; lo siguieron José Ma. Spencer, a fines de 1946 y Eudaldo Vidal a principios de 1947. En la oficina ya estaban, además del Director, los arquitectos Emilio Jozami y Mariano Casares, y Guillermo S. Quesada Maschwitz, que había trabajado en el MOP como dibujante; para los jóvenes que se integraban, los cuatro anteriores eran arquitectos tradicionales.22 Si bien los ingresos se produjeron, en muchos casos, antes de la graduación de los convocados, el rol de proyectistas no lo asumían hasta después de obtener el título; inicialmente realizaban tareas de dibujantes-proyectistas y en los primeros meses ejercían una práctica preparatoria, trabajando en anteproyectos de casos menores hasta adquirir los manejos sobre la especificidad de los programas que debían afrontar. En el caso de Eudaldo Vidal cuyo título está fechado en marzo de 1948, al año de haber ingresado a la dependencia y dos meses después de graduarse, firmó el proyecto del edificio para la ciudad de Mendoza; hasta entonces había realizado dos anteproyectos (Chamical y San Cristóbal) durante 1947, casos de los que desarrolla el proyecto en abril de 1948. Una situación similar se plantea con el desempeño de Agustín Bianchi, co-autor del proyecto para Mendoza, quien a fines de 1947 desarrolla los primeros anteproyectos (Vera y Barranqueras), cuyos proyectos completa en marzo de 1948. 23

Primeras decisiones ante el Plan Quinquenal Con seguridad, en la Secretaría se conocía la opción por la arquitectura moderna para los edificios del servicio postal en países como Portugal, Brasil y Chile, con los cuales CyT mantenía contactos a través de la participación activa en distintos organismos internacionales como la Unión Postal de las Américas y España, la Unión Postal Universal y la Unión Internacional de Telecomunicaciones; la revista documenta la frecuente participación de los delegados argentinos en las conferencias que organizaban estas entidades. La funcionalidad de los edificios y su aporte a la eficacia del servicio postal, fueron tema de tratamiento en los distintos encuentros; en Portugal, la figura de Adelino Nunes y sus obras de la década de 1930 para los correos, estaciones de radio y centrales telefónicas en Lisboa, Estoril, Setúbal y otras numerosas ciudades, pudieron ser referentes para un funcionarios que, como Nicolini, abrigaba un plan de modernización notable.24 Más grande aún pudo ser la influencia del caso de Brasil, donde el plan de

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construcción de edificios del Departamento de Correos y Telégrafos ocurrido durante la década de 1930, con la construcción de sedes regionales de correos en las capitales de regiones y principales ciudades de todo el país, plan que más tarde sería considerado “...el más ambicioso proyecto nacional de normalización arquitectónica oficial”.25 Al margen de las posibles influencias, debe notarse que muchos de los 80 proyectos de edificios que se mencionan en la estadística del primer año de actividad del PPQ, (1947-48) contaban con el antecedente de anteproyectos o proyectos completos, desarrollados en los años anteriores, algunos realizados en la DGA del MOP, ejecutados apenas un par de años antes de 1947. Sin embargo la decisión del Organismo fue elaborar un nuevo proyecto, desechando las ideas previas. Esto permite suponer que la tendencia por resolver un proyecto moderno que se verifica en la mayor parte de los edificios que se encaran con el PPQ, no resiste el argumento que sostuvo en algún momento la prensa especializada, respecto de las urgencias que habían motivado esa opción por parte de los funcionarios de Comunicaciones que aceptaron estas formas modernas en decenas de edificios dispersos por el país, en función de cumplir rápidamente con el plan.26 Es decir, si el problema era el apuro por resolver los proyectos, podría haberse echado mano a los que ya estaban resueltos, puesto que en muchos casos el programa de necesidades para la función postal propiamente dicha, estaba todavía plenamente vigente. En el caso del edificio del correo de Mendoza, sede del Distrito 8º, se conserva un anteproyecto de la DGA del MOP fechado en diciembre de 1943 y modificado en marzo de 1945, para un edificio de 6.000 m2 en el mismo terreno en que en 1948 comenzaría a erigirse el edificio definitivo.27 Resuelto en lenguaje neocolonial, replicando el tipo instituido por la DGA para los edificios públicos nacionales que se levantaban en las provincias en la década de 1930, el anteproyecto para el correo de Mendoza, con sus dos niveles, los faldones de tejas coloniales, los balcones de herrería artística, las recovas con arquería de medio punto y la torre esquinera, manifiesta con elocuencia un ideal estético que el plan de la Secretaría de Comunicaciones vendría claramente a desestimar. Para San Juan, existió un anteproyecto de Quesada Maschwitz fechado en agosto de 1946, ejecutado dentro de la propia DACyT, cuando comenzaba a organizarse bajo la dirección de Aristóbulo Martínez; ubicado en un terreno de media manzana, de medidas similares al que tuvo el que albergó al edificio definitivo, presenta rasgos monumentalistas y planteo académico (pórtico hexástilo, podio elevado, estricta simetría), en consonancia con otras obras públicas del período.28 Del mismo modo que lo ocurrido con la propuesta para Mendoza, tampoco estas ideas se consideraron al momento de encarar el proyecto de la Cabecera del Distrito 9º, San Juan, en 1950. Un anteproyecto muy similar y con la misma fecha, se había elaborado para el correo de la ciudad de Córdoba, sede del distrito 6º y en este caso el edificio se ubicaba en el mismo terreno en el que luego se emplazó el definitivo; la autoría era de la DACyT, y llevaba sólo la firma del director A. Martínez. Se trata de un edificio monumental de planteo netamente simétrico, con el ingreso principal resuelto en un podio ubicado sobre la avenida General Paz, flanqueado por sendos cuerpos cerrados que contienen las cajas de escaleras, haciendo las veces de contrafuertes; la superficie que preveía este anteproyecto es considerablemente menor (cerca de 10.000m2) que la del edificio que luego se construyó (18.000m2).29 Para el correo de Puerto Santa Cruz el plano de mensura y subdivisión del terreno otorgado está fechado en 1935; en septiembre de 1943 la DGA del MOP ejecutó un anteproyecto de lineamientos neocoloniales con zócalo de piedra, cubiertas de fuerte pendiente y algunos dispositivos especiales para afrontar el clima frío y ventoso del lugar; si bien la superficie prevista para este edificio es apenas un tercio de la que habría de tener el que se proyectó en 1948, el aumento de superficies y la mayor complejidad del programa de necesidades no es argumento que justifique el rotundo cambio que se dio en la expresión arquitectónica.30

Inauguración del Correo de Estoril, Portugal. Arq. Adelino Nunes, 1937 (Fuente: colección particular)

Anteproyecto para el Correo de Mendoza, fachada, MOP/DGA, 1943-45. (Fuente: Archivo CRIHDAC) 24. Agradecemos al arquitecto Carlos Gómez Sierra las referencias sobre la obra de A. Nunes. Se debe mencionar que en octubre de 1947, durante el lanzamiento del PPQ, disertó el Administrador de Correos, Telégrafos y Teléfonos de Portugal, Duarte Calheiros, sobre los criterios a tener en cuenta para proyectar edificios de correos. Ver el trabajo de Constanza Eliggi en esta misma publicación. 25. Segawa, Hugo. Arquiteturas no Brasil 1900 – 1990. Sao Paulo: USP, 2010; p. 69. 26. “El apuro por cumplir planes fue, en pocos meses, el factor principal para que se aceptase un estilo propio para la repartición que veía con asombro los nuevos trabajos /…/ las autoridades no tuvieron otro remedio que aceptar el equipo, el estilo y la escuela.” En “Siete obras para la Dirección de Correos”, Nuestra Arquitectura, 345. Buenos Aires, agosto de 1958; p. 25. 27. Archivo CRIHDAC – Expte. Correo de Mendoza. Obra nº 52. 28. Archivo CRIHDAC – Expte. Correo de San Juan. Obra nº 109. 29. Archivo CRIHDAC - Expte. Correo de Córdoba. Obra nº 126. 30. Archivo CRIHDAC - Expte. Correo de Puerto Santa Cruz. Obra nº 65.

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Anteproyecto para el Correo de Puerto San Julián, fachada, MOP/DGA, 1933 (Fuente: Archivo CRIHDAC)

Anteproyecto para el Correo de Neuquén, fachada, MOP/DGA, 1944 (Fuente: Archivo CRIHDAC)

Para el caso de Puerto San Julián hubo dos anteproyectos previos desarrollados por la DGA del MOP en el terreno que luego ocuparía el edificio actual; el primero, fechado en 1933, proponía un chalet pintoresco de dos plantas y aproximadamente 1000 m2, con un planteo compacto de estricta simetría y la fachada principal recostada sobre la gran ochava que presenta el predio en la avenida costanera atlántica; fue anulado en septiembre de 1944. El segundo anteproyecto, fechado en mayo de 1944, tenía una superficie de 650 m2, ubicado en posición análoga al anterior, aunque con un partido de volúmenes abiertos, se desarrollaba en una sola planta con una escala más modesta aunque apelando igualmente a lineamientos pintorescos; distante unos 300 m del correo, también sobre la costa, la DGA proyectó en el mismo año, una estación radioléctrica de 500 m2 resuelta con idénticas líneas arquitectónicas. Es decir, entre ambos edificios se completaba el programa de necesidades y la superficie que en 1948 tuvo el proyecto del edificio definitivo; sin embargo ambos anteproyectos fueron descartados al momento de decidir una toma de partido y un lenguaje claramente diferentes.31 Para la ciudad de Neuquén existieron dos proyectos sucesivos, uno desarrollado en la DGA del MOP en abril de 1944, de 2.600 m2, de rasgos pintoresquistas, y otro fechado en 1946, realizado en la DACyT, de composición académica; ambos se desarrollaban para el mismo terreno de 50 m x 50 m, en la esquina de Santa Fe y Rivadavia, en el que se ubicó el edificio definitivo.32 En el caso de Santa Rosa de La Pampa, se pudieron relevar dos anteproyectos desarrollados por la DGA del MOP, para un terreno de un cuarto de manzana, con idéntico planteo simétrico, disposición de planta en U con una superficie cercana a los 3.000 m2; el primero, fechado en abril de 1942, estaba resuelto en lenguaje académico y el segundo, de enero de 1943, recurría a una estética neocolonial, mediante un cambio de ornamentación de la fachada y el agregado de algunos efectos plásticos.33

Anteproyecto para el Correo de Santa Rosa de la Pampa, alternativa neocolonial, MOP/DGA, 1943 (Fuente: Archivo CRIHDAC)

31. Archivo CRIHDAC – Expte. Correo de Puerto San Julián Obra nº 52. 32. Archivo CRIHDAC – Expte. Correo de Neuquén. Obra nº 90. 33. Archivo CRIHDAC – Expte. Correo de Santa Rosa de la Pampa. Obra nº 147. 34. Para reconstruir el método de trabajo dentro de la dirección, no habiendo logrado ubicar documentación que exponga de manera explícita las formas organizativas (libros de órdenes o registro de memorandum internos), hemos trabajado con tres tipos de fuentes: las entrevistas a profesionales de la Dirección; la documentación técnica del archivo del CRIHDAC; las informaciones publicadas en la Revista del organismo.

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Ubicamos situaciones similares con anteproyectos ejecutados entre 1942 y 1947, resueltos con lineamientos pintorescos en Esquel, General Alvear (Mendoza), Huinca Renancó, La Quiaca, o resueltos con lenguajes historicistas o académicos en Azul, Corrientes, Pehuajó, San Cristóbal, Paso de los Libres, Posadas, San Rafael. En todos los casos fueron desestimados al momento de plantearse el edificio definitivo, evidenciando un interés por diferenciar las nuevas políticas edilicias de la Secretaría y la voluntad de generar una imagen institucional contundente, desde la órbita estatal. En algunos casos se disponía de proyectos desarrollados completos, con superficies y programas de necesidades muy próximos a los que luego se aplicaron a los edificios del PPQ: se verificó esto en General Alvear, Mendoza (1939), Pehuajó, Buenos Aires (1943), Ancasti, (1941). La otra cuestión que se plantea con el grupo de los primeros proyectos (1947-48), es la consideración del programa de necesidades; como se pudo ver, la Secretaría de Comunicaciones (y antes aún, la Administración General) abarcaba un espectro mucho más amplio de funciones y tipos de comunicación, que trascendían a los servicios postales y telegráficos originales. Dada esta situación, muchos proyectos se complejizaron en función de incorporar en un solo edificio, además del correo, el servicio telefónico y la radiofonía nacional; es decir, aunque el programa exigido para el servicio postal no hubiera tenido grandes modificaciones, la Secretaría pretendió nuclear en sus sedes todas las áreas de su dependencia, aumentando el impacto del volumen construido y convirtiendo a estos edificios en íconos urbanos de referencia.

Los proyectos El incremento de la tarea a desarrollar, a partir de las transformaciones de la Secretaría apuntadas más arriba, llevó a una reorganización de la oficina de arquitectura que, como dijimos, pasó a constituirse en Dirección y a asumir la organización jerárquica propia de ese rango.34 Los proyectos pueden diferenciarse por su escala, que llevaba aparejada la idea del objeto individual para el caso de los edificios de mayor envergadura (especialmente las cabeceras de

Arquitectura moderna para el servicio postal – Argentina, 1947-1955

distrito) y la noción de prototipo para los edificios menores, dentro de los cuales existía una gradación, relativa a complejidad y superficie. Dada la enorme dispersión de las obras a ejecutar, se ha confirmado que en el momento de encarar el proyecto los arquitectos no habían tenido contacto directo con el sitio; el conocimiento de las características del mismo, se obtenía a través de informantes calificados o de personal de la sección de Instalaciones Especiales, que visitaba el lugar y confeccionaba una descripción según ciertas pautas. Un artículo publicado en septiembre de 1948 en la revista del Organismo expone el tipo de datos que se proveían a los proyectistas: “...indispensables para la mejor situación del proyectista, tales como clima de la zona, temperatura mínima, mediana y máxima, vientos dominantes, intensidad y régimen de lluvias, calidad del agua y las profundidades en las que es necesario buscarla, sistemas de provisión, resistencia del terreno, materiales usuales y de fácil adquisición en la zona, tipos de combustibles y energía provistos en la localidad...”35

Correo de Laboulaye (Arq. Garófalo), anteproyecto DACyT, 1947 (Fuente: Revista de C y T, 133, septiembre 1948)

A esto se sumaba la información demográfica y funcional sobre la localidad de emplazamiento, el plano de ubicación del terreno en la planta urbana, y las referencias acerca de la escala de todos los servicios que se preveía instalar en el sitio, para lo cual uno de los indicadores, es la cantidad de personal que se desempeñará en la sucursal. En algunos casos, disponían también de fotografías del sitio. El programa de necesidades para cada edificio, que debía contemplar la expansión previsible para un lapso de 25 años, se redactaba en cada una de las direcciones que tenía incumbencia según la magnitud del mismo; los de menor porte, en general, estaban destinados sólo a correos y telégrafos e intervenía dicha Dirección; a medida que se ampliaban las funciones participaban también en la planificación la Dirección de Teléfonos, la de Radiodifusión, la de Servicios Médicos, etcétera.

Correo de Zapala (Arq. Bó), anteproyecto DACyT, 1950 (Fuente: Revista de C y T, 161-62, ene-feb. 1951)

En todos los casos, el sobre-dimensionamiento, que se ha criticado con frecuencia en estos edificios, estaba motivado en esa previsión de crecimiento de las distintas localidades, que llevaba a considerar necesaria una equivalente expansión de las superficies de la sede; no era previsible, en ese esquema, una reducción en la superficie requerida, como la que hoy puede verificarse. Tampoco había una relación directamente proporcional entre la superficie del edificio y la magnitud de la localidad a la que estaba destinado, porque la sede se dimensionaba teniendo en cuenta no sólo el área urbana sino la extensión territorial a la que esta sucursal servía; para las cabeceras esto es particularmente notable. Como ejemplo, a la ciudad de Neuquén, que en el censo de 1947 contaba 7.500 habitantes urbanos, se le asigna una sede para Cabecera del Distrito 22º, de casi 5.000 m2, en función de su condición de capital de una vasta región, mayoritariamente rural, con escasa cantidad de sucursales o estafetas, con un área de cobertura muy importante. Con respecto a la distribución de las tareas en el proyecto, las referencias que proporcionaron algunos de los protagonistas, indican que en aquellos primeros años, era el Director quien distribuía los distintos trabajos entre el grupo; luego los equipos se formaban espontáneamente, cuando era necesario, de acuerdo a la magnitud de la obra; a los dibujantes los asignaba también el Director, en función de la disponibilidad y de las mayores o menores urgencias que planteaba cada una de las obras. De acuerdo a los protagonistas, no había directivas precisas de parte de los superiores acerca de las decisiones de proyecto, con excepción de las consideraciones relativas al clima que exigía ciertos detalles técnicos particulares (las aberturas de doble hoja o marcos especiales, en las zonas frías y ventosas, los aleros en zonas cálidas, etcétera). 36 Los arquitectos desarrollaban primero un anteproyecto en escala 1:200 o 1:100, según la envergadura del caso, consistente en plantas, una perspectiva volumétrica general, con ciertas referencias a la materialidad y un esquema de ubicación del lote en la planta urbana; este ante-

Correo de Azul (Arqs. Bunge y Villamil), anteproyecto DACyT, 1950. (Fuente: Revista de C y T, 161-62, ene-feb. 1951)

35. “Como se construye un edificio para Correos y Telecomunicaciones”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 133. Buenos Aires, septiembre 1948; pp. 18 y 19. 36. Entrevista con los arquitectos Eudaldo Vidal y Fernando Saladrigas (2011) ya citada.

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proyecto era visado por las distintas secciones, y autorizado por el Director, para dar paso a la etapa siguiente. El proyecto de arquitectura consistía en geometrales generales en escala 1:100, planos, planillas y detalles de aberturas y mobiliario, y las planillas de locales, muy completas, definiendo con precisión todos los materiales previstos para cada rubro; luego el caso pasaba a las secciones de estructuras e instalaciones, para completar las condiciones para el llamado a licitación. Una vez adjudicada la obra, los planos constructivos, especialmente los de estructura de hormigón armado, de replanteo, de tendidos de instalaciones, los ejecutaba la empresa adjudicataria. Correo de Cañada de Gómez (Arq. Bianchi), anteproyecto DACyT, 1949 (Fuente: Revista de C y T, 161-62, ene-feb. 1951)

En el contenido de las Planillas de Locales queda claro el interés de innovación que los proyectos contenían; no sólo en la solución estructural en que, aún para edificios de 300 o 400 m2 se utilizaba el hormigón armado como estructura independiente, sino en muchos de los materiales empleados para cerramientos y terminaciones, donde se evidencia la voluntad de ruptura con las pieles tradicionales y la audacia que implicaban ciertas decisiones. Por ejemplo, llevar a localidades tan remotas como Vera (en el Chaco santafesino) o Puerto San Julián (en la Patagonia Austral) los paramentos de glass-beton (ladrillo de vidrio) de cinco centímetros de espesor, muchas veces de perfil curvo, para cerrar la zona de atención al público. Del mismo modo, el uso del revestimiento Fulget fue otra de las novedades, y luego de los primeros años de experimentación, en muchos casos se decidió aplicarlo en reemplazo del Super-Iggam previsto inicialmente, por presentar mejores condiciones de mantenimiento, durabilidad, calidad uniforme y un resultado estético más conveniente;37 usado en todas las grandes cabeceras de distrito, se aplicó también en edificios de muy diferentes escalas en todo el país.38 El seguimiento de las obras, sobre todo en los primeros años, era llevado a cabo por los proyectistas con una frecuencia que dependía de la ubicación de las mismas; en las más próximas, situadas en Capital o en el GBA, las visitas se realizaban a razón de dos o tres por mes, según la etapa de obra que se atravesara; en los casos de obras importantes en el interior, la frecuencia se espaciaba, realizándose inspecciones mensuales y, en caso de proyectos en equipo, los viajes eran siempre individuales, alternándose los proyectistas de una a otra visita; en las obras menores, las inspecciones eran menos frecuentes.

El arquitecto Francisco Bó visita las obras del Correo de Rawson, 1948 (Foto: colección familia Bó) 37. Justificando ese cambio de material en el Edificio Movimiento, los proyectistas –Páez, Gallardo, Gaido y Rossi- argumentan que en el inicio del proyecto, en 1949, el Fulget era un material que estaba aún en etapa de ensayo, pero en 1952, ya había experiencias suficientes sobre el mismo. Archivo CRIHDAC - Expediente Edificio Movimiento. Documento: Nota nº 463-EP-52, del 13 de mayo de 1952. 38. Los arquitectos Malter Terrada y Heguilor Rocca recibieron el Primer Premio en la categoría “Vivienda Mínima” en el concurso de la firma Fulget Argentina SRL, en 1955, por el uso del material en las casas para empleados de la Estación Radioeléctrica de Gral. Pacheco, con un jurado integrado por Prebisch, Repossini, Vivanco y G. L. Peani entre otros. Publicado en: Schere, Rolando. Concursos 1825-2006. Buenos Aires: SCA, 2008; p. 252.

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Las Cabeceras de Distritos Los edificios mayores, concebidos como objetos singulares, casi en su totalidad coincidieron con las sedes de los distritos para las ciudades principales del interior del país; además de los locales para correo, estos imponentes conjuntos albergaban las oficinas de Teléfonos del Estado, las instalaciones para la Radio Nacional, oficinas para la administración de todo el distrito y locales destinados a servicios para el personal. En su mayoría, estos proyectos respondieron a un partido que estructuraba el cuerpo principal con una importante fachada urbana y un sector de servicios y apoyo técnico en un cuerpo posterior o lateral, funcional y morfológicamente diferenciado. En el conjunto principal se plantea un contrapunto volumétrico entre una placa elevada (de variables proporciones según el caso) que en la funcionalidad original contenía los usos repetitivos (oficinas, dependencias para servicios asistenciales, viviendas de personal jerárquico) y un basamento que albergaba actividades singulares y cuyo volumen daba continuidad al perfil de la manzana, aunque sin respetar condiciones urbanas particulares, como las ochavas. Sin configurarse dentro de los cánones de lo que la ortodoxia compositiva podría definir como basamento, este sector se concretó, en los diversos casos, a partir del uso de distintos recursos que permitieron entenderlo como tal (cambios de materiales, zócalos elevados, uso de pórticos, recesos y emergencias de planos). Así, en el cuerpo de ese basamento, que con frecuencia se eleva medio nivel respecto de la vereda (Mendoza, Córdoba, Mar del Plata, Neuquén), se localizan las grandes salas de atención al público remedando la idea de planta libre característica de la arquitectura corbusierana; allí el espacio y las pieles acristaladas, inicialmente

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Edificio del Correo de Santa Fe. Arqs. Spencer y Finkbeiner, 1954-59 (Foto: A. Collado, 2010)

Edificio del Correo de Santa Fe. Brise-soleil en la fachada oriental. (Foto: M. M. Acosta, 2009)

sólo aparecían interferidos por el ritmo de los pilotis, con su orden modular y la definición de sectores virtualmente organizados. La fachada de la placa, elemento distintivo por sobre todos los que componen el conjunto, que emerge con el sistema estructural atravesando generalmente el cuerpo del basamento, se constituye a su vez en el contenedor de otro de los elementos lingüísticos de fuerte identidad: el brise-soleil, una amplia retícula de hormigón armado que se convierte en dispositivo de control solar adecuado a cada orientación, a la vez que remite sin lugar a dudas al repertorio arquitectónico del que se nutren los proyectistas. En casi todos los ejemplos de mayor envergadura, entre la placa y el basamento aparece una interrupción, un receso (hoy desvirtuado en varios casos), que enriquecía la lectura plástica del conjunto; en algún tramo notable de ese receso o en el coronamiento, se incorporaron volúmenes curvos, sinuosos, que contrastan con la rigurosidad geométrica de los demás elementos. Apoyando su carácter diferenciado, esos volúmenes curvos se revistieron con cerámica tipo veneciana vitrificada que en ciertos planos aparecía colocada en composiciones murales de notable valor plástico, acentuando la relación con el referente. Entre los edificios de este tipo, aún con todas las características comunes que se han podido marcar, el factor dimensional fue decisivo en la relación del edificio con el fraccionamiento urbano en que se insertó. Para todos los casos, la elección del sitio se orientó a los centros comerciales, con mayor dinámica que las áreas cívicas, aún en las capitales de provincias y disponiendo siempre de áreas de garages y playas de operaciones dentro del predio mismo, sin interferir en la vía pública. De acuerdo a las superficies, para los que superaban los 10.000 m2 (Córdoba con 18.000, Mendoza con 15.000 y Santa Fe con 11.000) la Dirección de Arquitectura requirió al inicio, predios de 70 m x 100 m, es decir, 7.000 m2 de terreno, aplicando un factor de ocupación de entre 1,5 y 2,5;39 en Santa Fe y Mendoza se logró un fraccionamiento de bloque independiente, con dimensiones diferenciadas de la manzana tradicional, pero con el perímetro rodeado de calles. En Córdoba, a igualdad de superficie de terreno, se decidió resignar esa alternativa de bloque independiente con frentes sobre todo el perímetro, por una óptima localización en la encrucijada de las avenidas Colón y General Paz, quedando uno de los lados como medianera. Para los casos de superficies más reducidas, el edificio se insertaba en la manzana tradicional de la ciudad, pero desde la administración central se requería disponer de un cuarto de

Edificio del Correo de Córdoba. Arqs. Heguilor Rocca y Quesada del Valle, 1950-55 (Foto: J. Arroyo, 2011) 39. El procedimiento para decidir el emplazamiento requería del concurso de autoridades nacionales y locales, ya que la administración nacional ofrecía ejecutar la obra solicitando el terreno como aporte del estado provincial o municipal. La selección se realizaba de manera conjunta, una vez que desde la DACyT se establecían las condiciones y dimensiones mínimas que debía reunir el lote. Por ejemplo, en el caso del edificio de Santa Fe, en agosto de 1948 el Administrador Nicolini visitó la ciudad a fin de conocer los dos terrenos céntricos que habían sido propuestos (uno por la Provincia y otro por el Municipio). “El edificio para el Correo”, El Litoral. Santa Fe, 4 de agosto de 1948; p. 3.

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manzana (2.500 m2) aproximadamente, con emplazamiento en esquina. Los que se ubicaron en esta situación fueron los edificios de Corrientes (8.100 m2), Posadas (7.200 m2), Mar del Plata (5.700 m2), Santa Rosa de La Pampa y Neuquén (cerca de 5.000 m2), aplicando factores de ocupación del suelo de entre 2 y 3. La coincidencia plena entre el edificio y la manzana urbana se dio sólo en San Juan (con cerca de 10.000 m2), donde se destinó una de las fracciones frentistas al eje cívico-monumental trazado en la reconstrucción posterior al terremoto de 1944; es decir, el edificio se proyectó ex-novo, desechando las tipologías usuales en ese momento, en un tejido también generado ex-novo.40

Edificio del Correo de San Juan. Arqs. Vidal y Bianchi, 1950-57. Fachada sobre Avenida Central (Foto: J. Arroyo, 2005)

Edificio del Correo de Mendoza. Arqs. Vidal y Bianchi, 1948-51. Detalle ingreso principal. (Foto: C. Montoro, 2010)

40. Sobre este tema ver los artículos de Marcelo Vizcaíno y Ma. Laura Bertuzzi, en esta misma publicación. 41. La Unidad de Marsella, proyectada en 1946, se inauguró en 1952; entre las obras anteriores de Le Corbusier, efectivamente construidas, que asumen tipológicamente la placa, se cuentan la sede del Ejército de Salvación, París (1931-33), el Centrozoyuz, Moscú (1928-35) y el Pabellón Suizo en la Ciudad Universitaria de París (1930-32). 42. Curtis, William. Arquitectura Moderna desde 1900. Barcelona: Phaidon, 2006; pp. 410 y 464. Segre, Roberto. “A sede do Ministério da Educação: Ícone Urbano da Modernidade Carioca (1935-1945)”, ArqTexto, 6, revista digital, UFRGS, 2005. 43. Todos los casos que se mencionan en este apartado pueden verificarse en el inventario anexo en edición digital, que acompaña esta publicación.

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Vale repetir que en esta escala de producciones, se verifica que los diez grandes edificios ejecutados en ciudades del interior, con fecha de proyecto entre 1948 (Mendoza) y 1954 (Santa Fe, Neuquén y Sta. Rosa de La Pampa) se encuadran en los lineamientos de la arquitectura moderna de matriz corbusierana sin hacer ninguna concesión a referencias historicistas o pintorescas y poniendo de manifiesto una clara voluntad de marcar una diferencia con toda la producción anterior del Organismo, definiendo una imagen contundente para los paradigmas que, desde la arquitectura, emblematizaban al Ministerio de Comunicaciones en el espacio público. Fueron el vehículo para la incorporación, en las principales ciudades del interior del país, de un tipo arquitectónico que en Argentina a principios de los ’50, casi no tenía antecedentes, y es interesante considerar la contemporaneidad entre las cabeceras de distritos de correos y algunos edificios paradigmáticos de la modernidad; en la propia arquitectura de Le Corbusier el tipo había sido reiterado en diversos proyectos (incluso en el del Palacio de las Naciones Unidas publicado en el tomo 4º) pero, hasta entonces, escasamente concretado.41 El contrapunto entre placa y basamento, se encuentra en el famoso Lever House de SOM, (arquitecto Gordon Bunshaft) levantado en la Park Avenue de Nueva York entre 1950 y 1952 y en el igualmente notorio Edificio SAS proyectado por Arne Jacobsen para Copenhage en 1956; en la arquitectura moderna brasilera, se impone con el Ministerio de Educación y Salud de Río de Janeiro, finalizado en 1945 y con el Conjunto Nacional sobre la Avenida Paulista, en Sao Paulo, proyectado en 1952 por David Libeskind, aunque inaugurado recién diez años más tarde.42

La escala intermedia Lo que se puede denominar escala intermedia, se corresponde con aquellos edificios de mediana complejidad, que suman a las tradicionales funciones del servicio postal y telegráfico, las centrales telefónicas y, en algunos casos, servicios de radio y cuyas superficies oscilan entre los 1.000 y los 2.500 m2. A diferencia de una cierta unidad de criterio en la configuración, que se identifica en los grandes edificios para las sedes de distrito, en este caso se puede notar una mayor diversidad que se relaciona con las dimensiones del terreno disponible, las condiciones del sitio, pudiendo notarse también diferencias según la fecha de los proyectos y la intervención de uno u otro de los proyectitas, que aparentemente tenían más ocasión de marcar una impronta personal en los proyectos de esta escala.43 En general todos se localizan muy próximos a la zona céntrica, a no más de dos cuadras de la plaza principal o, en el caso de ciudades costeras de reciente formación, sobre las avenidas de borde o en sus inmediaciones. De los 17 edificios de esta escala proyectados entre 1948 y 1953, hay tres (Zapala, Rafaela y La Quiaca) que se ubican frente a la plaza de la ciudad; diez se localizan en el área céntrica, a pocas cuadras de la plaza, en relación con la zona de bancos, establecimientos comerciales y recreativo-culturales. Sólo un caso (Berisso) fue colocado en proximidades de un área fabril, en tanto que en Cañada de Gómez, donde el área ferroviaria coincide con el núcleo de mayor dinámica, el correo se insertó en esa zona; en las poblaciones nuevas de la costa patagónica (puertos San Julián y Santa Cruz), donde a mediados del siglo XX no existían áreas centrales consolidadas, los correos se colocaron en las proximidades de las avenidas costaneras.

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Con respecto a la implantación en el tejido, de los 17 casos que se ubican en este segmento, 15 cuentan con lotes en esquina y en su mayoría aprovechan esta localización para desarrollar las áreas públicas de mayor jerarquía en relación con la misma. Sólo uno utilizó un lote entre medianeras (San Martín en el Gran Buenos Aires), y en Cañada de Gómez el edificio se colocó ocupando el lado menor de una manzana rectangular. Las dimensiones de estos lotes esquineros oscilan entre 1.000 m2 y 2.000 m2, predominando los cuadrados de treinta a cuarenta metros de lado, aunque en algunas localidades pequeñas de baja densidad de ocupación del lote, llegan a mayores dimensiones (en Mercedes, Corrientes, el lote es de 57 m x 57 m y el edificio se compacta sobre la esquina, muy retirado de las medianeras). En otras ciudades, con un tejido más compacto, se cuentan lotes menores, rectangulares, aunque también esquineros; son los casos de Esperanza en Santa Fe, (22 m x 43 m) que elevó al segundo piso la vivienda del jefe de correos y aplicó un FOT de 1,66; otro caso es el de Rivadavia, en Mendoza, que se ubicó en el más pequeño de los lotes de los edificios de esta escala (15 m x 40 m), aplicando un FOT de dos, con una altura parcial de tres niveles.

Edificio del Correo de Puerto San Julián, Santa Cruz. Arq. J. M. Spencer, 1948. (Foto: L. Lolich, 2008)

El partido define siempre una sectorización del lote, disponiendo en la esquina las áreas de atención al público y oficinas principales, dejando buena parte del terreno para playa de cargas, taller, estacionamiento de vehículos, etcétera. Estas actividades se disponen dentro del lote, sin ocupar las calles públicas con tareas específicas, y ejecutar todo el movimiento de correspondencia en zonas protegidas y, en muchos casos, abrazan literalmente al edificio, abriendo pasos vehiculares sobre las dos medianeras. Esto lleva a que muchos edificios recorten de manera contundente su perfil respecto de los linderos, enfatizando diferencias con relación a los mismos. La disposición volumétrica y las relaciones de llenos y vacíos no responden a un patrón tan definido como en la escala anterior, pudiendo suponerse la incidencia de factores de clima y paisaje, aunque este argumento no puede generalizarse; por ejemplo, para la Patagonia, se pueden verificar ciertas analogías entre los casos de Puerto Santa Cruz, Puerto San Julián y Esquel, respecto del modo de disponer los cuerpos edificados, articulados en distintas alas de dos niveles, que toman como nexo al hall de público, jerarquizado espacialmente con una mayor altura interior (doble altura, en Esquel); no obstante en el primer caso, la lectura exterior define una volumetría más contundente, presentando claras relaciones de opuestos entre llenos y vacíos que se materializan en bloques rústicos de piedra a la vista y grandes vidrieras. En San Julián y Esquel esta relación no tiene la misma contundencia, con excepción del hall, las demás dependencias tienen aberturas reducidas y, por el contrario, el énfasis se pone en exhibir ciertos elementos característicos del lenguaje de la arquitectura moderna, como los pilotis recedidos del plano del muro, marcando la independencia de la estructura respecto del cerramiento y adquiriendo sentido en la emergencia del volumen de la planta alta por sobre el perfil de la planta baja. Este recurso será utilizado en otras obras de esta misma escala, algunas contemporáneas y otras posteriores a las nombradas, como las sucursales de Esperanza, Presidencia R. S. Peña, Cañada de Gómez, Berisso, General Alvear, San Rafael, aunque en estos casos no se ve la estructuración de cuerpos articulados de los tres ejemplos iniciales sino un planteo más compacto, definiendo una volumetría más contundente.

Edificio del Correo de Cañada de Gómez, Santa Fe. Arq. Agustín Bianchi, 1948-50. (Foto: Correo Argentino)

El otro rasgo característico de la arquitectura del período, el brise-soleil, está ausente de los casos patagónicos; aparece con fuerza en Cañada de Gómez, sobre la fachada oeste de la planta alta en Presidencia R. S. Peña y en Esperanza y en el hall público de San Rafael; en Berisso estuvo proyectado sobre la fachada nor-este pero se ejecutó apenas en una mínima expresión, en tanto que en General Alvear no se utilizó. Por contraste, Rafaela, La Quiaca y Rivadavia, demuestran su modernidad con la austeridad de la volumetría, el uso de grandes superficies vidriadas y una escala diferenciada del entorno bajo y homogéneo de la ciudad circundante, que en el caso de Rivadavia se hace más marcada por la adopción de los tres niveles sobre la línea de fachada, dada la escasez de terreno. El edificio de La Quiaca, proyectado en 1948, aunque el último en concluirse de toda la serie,

Edificio del Correo de San Rafael, Mendoza. Arq. Eudaldo Vidal, 1950 (Foto: N. M. Adamo, 2013)

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Edificio del Correo de La Quiaca, Jujuy. Fachada principal. Arq. Pedro Rossi, 1948 (Foto: Correo Argentino) Edificio del Correo de Rawson, Chubut. Arqs. Jozami y Casares, 1948 (Foto: B. Goytía, 2010) presenta la doble contradicción, ya que además de este contraste, se diferencia por comparación con otros correos de la región, construidos pocos años antes (Salta, Humahuaca) de acuerdo a una preceptiva neocolonial; en La Quiaca los brise-soleil se pensaron en el anteproyecto, pero no fueron construidos y la fachada oriental presenta dos fuertes aleros que enmarcan los volúmenes.44

De los 17 edificios que se identifican dentro de esta escala de superficies mayores a 1.000 m2, sólo dos casos no siguen los cánones estéticos de la arquitectura moderna: los correos de Mercedes (Corrientes) y Rawson (Chubut); el primero recurre a un partido compacto, con una disposición de locales comparable con las de Esperanza o Presidencia R. S. Peña, pero con paramentos de ladrillos a la vista y cubierta de tejas a cuatro aguas. En el caso de Rawson la disposición es más abierta, con tres bloques ubicados en secuencia lineal, apareciendo detalles de sillería de piedra y cubierta de altura variable, a dos aguas; en ambos el plan funcional y la composición espacial pueden asimilarse a la de los correos modernos, pero los rasgos ornamentales y la imagen de conjunto rompen totalmente con las líneas del resto de la serie, orientándose a un pintoresquismo. No obstante, la solución más reiterada en esta escala de edificios (pilotis recedidos, volúmenes superiores emergentes, brise-soleil) es lo que puede entenderse como la norma, y será retomada en los proyectos posteriores, cuando en 1957, pasada la etapa de los planes quinquenales peronistas y transformada la estructura burocrática de soporte por el alzamiento militar de septiembre de 1955, se reinicie la provisión de equipamientos para el servicio postal en las ciudades del interior; será entonces cuando los edificios para Venado Tuerto (Santa Fe), Nogoyá (Entre Ríos), Orán (Salta), y los anteproyectos de W. Finkbeiner para Dolores (Buenos Aires) y de A. Ochoa para Alvear (Corrientes) reproduzcan, de la mano de los mismos arquitectos, los lineamientos de aquellas estéticas del período anterior.

44. El correo de Salta forma parte del relevante conjunto para Oficinas Nacionales y fue proyectado por la DGA en los años 30; Humahuaca, planteado originalmente en 1938 por la misma dependencia, tuvo algunas modificaciones y el proyecto definitivo es de 1941, inaugurándose poco antes de iniciarse las obras de La Quiaca y de Tilcara.

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Los edificios menores Se comprueba una mucho mayor diversidad de soluciones y las situaciones urbanas son muy dispares, coincidiendo en que se trata de pequeñas localidades o de zonas semi-rurales en proceso de consolidación; si bien muchos se colocan en lotes en esquina, también aparecen con frecuencia los terrenos entre medianeras, aunque siempre ubicados en áreas próximas al polo urbano de mayor dinamismo, localizándose frente mismo de las plazas o muy cercanos a ellas, en un radio no mayor de 200 m. En los casos de emplazamiento semi-rural, se encuentran siempre sobre alguna ruta principal o camino de acceso.

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Dentro de esta categoría también es posible diferenciar los tipos edilicios haciendo un quiebre en los 500 m2; en general los edificios mayores a dicha superficie conservan –sobre todo por comparación con su entorno- una imagen institucional fuerte, en tanto que los edificios de menos de 500 m2 se aproximan a la escala doméstica y la confrontación con el tejido urbano circundante se atenúa por la homogeneidad de tamaño, aunque la novedad del lenguaje resulta distintiva. Revisando los casos identificados dentro de esta escala, sobre un total de 56 edificios proyectados entre 1947 y 1953 para correos, se reconocen 44 que pueden encuadrarse dentro de la arquitectura moderna y 12 que se definen en lineamientos pintorescos; vale aclarar que estos últimos fueron todos proyectados entre 1947 y 1948, es decir que la opción por las formas pintorescas tuvo una acotada vigencia. Atenderemos aquí los casos mayoritarios, identificados como de arquitectura moderna. Para trabajar en esta escala, el proyectista partía de una serie de prototipos establecidos por las letras C, D, E y F, que presentaban disparidades relativas al la disposición del lote (en esquina o entre medianeras) y a las dimensiones del mismo (hasta 15, 20 o 30 m de frente) y se fijaba una escala de superficies (tipo F 200 m2, tipo E 300 m2 o tipo D 500 m2);45 el prototipo definía también lineamientos básicos del proyecto: una o dos plantas, ubicación de la vivienda para el personal jerárquico, tipo de ingreso vehicular al predio, etcétera. Encuadrado en esas condiciones y de acuerdo con el programa de necesidades, se elaboraba el proyecto particularizado, es decir, no se transfería literalmente el prototipo como si se tratara de un edificio prefabricado, sino que se adecuaba la configuración a las características del terreno, del entorno y del clima. La tecnología empleada presenta también disparidades de acuerdo a la disponibilidad de recursos en el sitio, un aspecto que el estudio preliminar siempre ponía en conocimiento del proyectista; en general, los edificios más pequeños y ubicados en lugares más alejados de los centros urbanos de magnitud, recurrían a materiales y técnicas tradicionales, eludiendo incluso el hormigón armado en algunos casos, lo que implica una contradicción respecto de la pretensión de concebir al edificio en clave moderna. Se verifica también que los complementos y dispositivos de cerramiento, aunque sistematizados en sus dimensiones, presentan facturas artesanales (caso de las celosías de madera que se aplicaban en los locales de la vivienda) y una recurrencia a paramentos de piedra o ladrillo a la vista, introduciendo un efecto plástico contrastante entre la volumetría racional y una estética expresiva.46 Sea por la vigencia de los prototipos, por directivas superiores o por acuerdos entre los proyectistas, se verifica en la mirada sobre el conjunto, que hubo ciertas morfologías que se repitieron, aún con la firma de distintos proyectistas. El volumen puro, cúbico, contrastando paramentos texturados con planos vidriados, se repite en Chepes (González Laguinge), Suncho Corral (Quesada del Valle), Colonia Sarmiento (Gaido), San Antonio Oeste (Finkbeiner) y resulta una aproximación a la propuesta de Le Corbusier de maison-type pour ingénieur publicada en el 4º tomo de las Obras Completas, que llegaba a Buenos Aires al momento de proyectarse estos edificios.47 En la misma línea de propuestas de las maison-type corbusieranas parecen haberse inspirado los planteos de articulación volumétrica, cubiertas de perfil quebrado con pendiente convergente, aleros profundos, 48 que pueden encontrarse reiterados en los casos de Caleta Olivia y Embarcación (Gaido), Choele Choel y Famatina (Francisco Rossi), General Vedia (Quesada del Valle), Loreto (Pedro Rossi), Ancastí (Hinsch), Campo los Andes y Catriló (Finkbeiner), Chamical (Vidal) o Punta de Vacas (Spencer), que conforman un tipo claramente identificable como arquitectura de correos, utilizado en poblados muy pequeños pero donde el rango de la sucursal requería, en general, una mayor superficie con desarrollo en dos plantas. La versión surgida del prototipo C de mayor superficie (500 m2), con dos plantas y lotes de no menos de 30 m de ancho entre medianeras, pretendió dar una imagen más contundente en términos de estética moderna, definiendo claramente un basamento recedido de línea municipal, y un volumen emergente, de marcada horizontalidad en la planta alta, la que, en los ca-

Edificio del Correo de Choele Choel, Río Negro. Arq. Francisco Rossi, 1948. (Foto: M. E. Moreno, 2010)

Edificio del Correo de Campo de los Andes, Mendoza. Arq. Walter Finkbeiner, 1948 (Foto: P. Tagarelli Ortega, 2013)

Correo de Chepes, La Rioja. Arq. G. Laguinge, 1948. El edificio era para La Rioja, pero se asociaba con una imagen estereotipada del Altiplano (Fuente: Revista de C y T, 133, septiembre 1948) 45. Archivo CRIHDAC - Expediente Prototipos. 46. Esto puede verificarse en numerosos casos presentados en el inventario anexo en edición digital que acompaña esta publicación. 47. Le Corbusier. Oeuvre Complète 1938-46. Vol. 4, Zurich, W. Boesiger, 1946; pp. 34-35. 48. Ibídem; pp. 30 a 33.

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sos más audaces era sostenida por pilotis que destacaban por delante del plano del basamento. Esta solución se reitera en Metán y Huinca Renancó (Malter Terrada), Barranqueras (Bianchi)49, San Antonio de los Cobres (Dimartino), La Paz (Heguilor Rocca), Laboulaye (Garófalo) y en el primer proyecto para Tinogasta (Gaido), luego no ejecutado.

Inauguración del Correo de Colonia Sarmiento, Chubut. Arq. Gaido, 1948-49. (Fuente: Revista de C y T, 146-48, oct. a dic. 1949, p. 19)

Vale notar que la mencionadas referencias corbusieranas son apenas esbozos en los componentes morfológicos externos de ambos tipos, ya que es fácilmente demostrable que ni en la propuesta tecnológica ni en las cualidades espaciales estos ejemplos se aproximan al referente. A diferencia de los casos revisados en el apartado anterior, para la escala intermedia, en los que se ensayaban dobles alturas y soluciones espaciales de cierta complejidad, en esta escala no se identifica ninguna búsqueda en ese sentido y las resultantes son sumamente modestas.

Los edificios especiales La DACyT, como hemos visto, no sólo se ocupó de los proyectos y dirección de las obras de sedes de correos, sino que también fue resolviendo distintos programas vinculados a las funciones de la Secretaría de Comunicaciones. Por una parte, figuran en los registros una gran cantidad de estaciones de radio que, al igual que los correos, se distribuyeron por todo el país, llegando hasta los más remotos rincones; en la memoria de la Secretaría, al iniciarse el SPQ, se cuentan 14 estaciones para la red nacional de radiodifusión, de las cuales seis estaban terminadas y ocho en ejecución y se planificaban otras 42 para realizar durante dicho lapso. Se trabajaba también en los proyectos de los centros para las redes radioeléctricas zonales y para la red de radios rurales.50 Es evidente el carácter de serie que, al igual que los correos, asumen estas estaciones radioeléctricas; se cree que aunque no hayan sido tema de este estudio, abren un interesante panorama para la comparación, dado el carácter prototípico y la diversidad de climas y paisajes para las que son adaptadas.

49. Edificio demolido en 2007. 50. Nicolini, O. Op. Cit., (1954); pp. 53 a 56. 51. Sobre las fechas de esta obra: en diciembre de 1948 los proyectistas visitan el predio y solicitan precisiones sobre las dimensiones del terreno. Durante 1949 realizan el anteproyecto (publicado en agosto en la revista del Organismo) y se aprueba el proyecto sobre el final de ese año; en 1950 se licitan las obras y se comienza con el sector de talleres. En enero de 1951 los arquitectos reclaman ser consultados ante un intento de la empresa adjudicataria de modificar el proyecto del garage. Se termina a fines de 1955. 52. Edificio para el Ministerio de la Industria Ligera en Moscú; proyectado en 1928 y finalizado en 1935. 53. Ver el artículo de Eduardo Maestripieri en esta misma publicación. Ver también: “Edificio Movimiento”, Nuestra Arquitectura, 328-29. Buenos Aires, noviembrediciembre de 1956; pp. 43 a 55.

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Además de las grandes sedes para cabeceras de distrito y de los casos seriales, hubo dos enclaves de gran relevancia, que alientan la hipótesis sobre la opción deliberada y contundente por la arquitectura moderna. El más destacado de los casos estudiados, y no sólo por sus 30.000 m2 es el Edificio Movimiento, ubicado en la zona de Puerto Nuevo, en Capital, que en algún momento tuvo gran visibilidad e impacto, proyectado en 1949 por un grupo de cuatro arquitectos de la DACyT: Gaido, Páez, Francisco Rossi y Gallardo.51 Se trata de un edificio cuyo programa fue planteado desde el utilitarismo más extremo pero que, sin embargo, contiene todos los elementos para convertirse en una celebración de la arquitectura moderna corbusierana, de escala monumental, que además de los aspectos funcionales, resuelve espacial y lingüísticamente todos los caracteres del canon. Los ámbitos que concretan las tres funciones básicas para las que fue proyectado: garage, talleres y oficinas, se plantean en el conjunto con una autonomía volumétrica y una independencia sintáctica notables (a la manera de un fragmento del Centrosoyuz de Moscú52, de Le Corbusier); en el Movimiento, la contradicción entre la placa de oficinas y el volumen que exterioriza la dinámica de la rampa de los garages, parece querer resolverla una rítmica secuencia de once bóvedas de medio punto que cubren los talleres y, en todo caso, lo logren o no, se trata de una composición equilibrada, para el código en el que se inscribe. El Movimiento no se pensó a escala de la ciudad sino de la metrópolis, articulándose con una autopista -prolongación de la avenida Pueyrredón- que atravesaría el área ferroviaria de llegada a Retiro, para empalmarse con la costanera; frente al edificio se generaría un nodo de intercambio mediante rampas que conectarían con la de los garages; un edificio-máquina que, sin dudas, constituye, un paradigma de la arquitectura moderna que trasciende el ámbito local.53 Reiterando nuestra hipótesis del deliberado valor de modernidad de esta obra, el conocimiento y la directa intervención de las autoridades del Ministerio sobre el proyecto se hace manifiesta en muchas instancias, entre ellas, el testimonio del arquitecto Malter Terrada en la entrevista que sostiene con Pedro C. Sonderéguer en 1986, cuando afirma que fue el ministro

Edificio Movimiento. Anteproyecto, Arqs. Gaido, Páez, Gallardo y Fco. Rossi, 1949. (Fuente: Revista de C y T, 144-45, ago-sept. 1949, p. 33). Edificio Movimiento en construcción. (Fuente: Revista de C y T, 195 a 198, nov.1953 a feb. 1954, s/p.) Nicolini quien dispuso el agregado de dos niveles a la placa, con lo cual el edificio quedó dentro del cono de seguridad del aeroparque metropolitano; esto permite notar un seguimiento explícito y concreto sobre la propuesta misma, de parte de la máxima autoridad del Ministerio. Los enunciados, tanto técnicos como políticos, emitidos al momento de la presentación del proyecto, también dan cuenta del soporte conceptual de las decisiones de proyecto; en la memoria de los autores, avalada por el director de arquitectura, se lee: “…el estudio funcional del programa de necesidades, en el que aparecen netamente diferenciados como elementos dominantes: garage, taller de reparaciones y oficinas administrativas, ha llevado a adoptar como solución la reunión de cada uno de estos elementos en tres blocks, los que por su ubicación en el terreno, además de permitir un máximo de aprovechamiento del mismo y definir volumétricamente su función, conducen a una solución con claridad de accesos, tanto de vehículos como de empleados.” Firmado: A. Gaido, F. Rossi, R. Páez y A. Gallardo.54

Radio Estación Pacheco en construcción. Vista aérea Central de Equipos. (Fuente: Revista de C y T, 195 a 198, nov.1953 a feb. 1954, s/p.)

La claridad de estructuración, la magnificencia y la funcionalidad del edificio son destacadas desde el discurso oficial, cada vez que se hace mención a la obra, siendo reiteradas las ocasiones en que la misma es presentada como emblema de los logros del Ministerio, publicada en las páginas de la revista del Organismo o mostrada a visitantes ilustres.55 Otra de las obras de gran magnitud que puede leerse desde la perspectiva del valor paradigmático de modernidad, es el conjunto para la Radio Estación Pacheco. En el lugar existía desde los años ‘20 una estación radioléctrica que funcionaba como central transmisora del servicio de comunicaciones del correo; con el tiempo, esta central se fue ampliando y modernizando sus equipos, incorporando funciones vinculadas al Ministerio de Marina para radiotelegrafía marítima y fluvial. Sobre un gran predio de más de 500 hectáreas, separado del conjunto anterior por las vías del FCCA y un camino regional, la Secretaría de Comunicaciones planificó la complementación del enclave existente, para ubicar las instalaciones de la Red Oficial LRA, cuya primera emisora era LRA1 y cuyo objetivo principal era afianzar el servicio de radiodifusión internacional en ondas cortas; vale agregar que en Pacheco, con el poderoso transmisor librado al servicio de radiodifusión internacional en 1950, Argentina contó con la unidad más potente de América del Sur para la época, capacitada para operar en seis frecuencias diferentes, con llegada potencial a todos los rincones del planeta. También se preveía instalar en el sitio una central de telecomunicaciones de alcance internacional.56 El extenso terreno se dividió entonces en dos sectores: el de radiodifusión y, al norte de éste, distanciado unos 1500 m, el de telecomunicaciones, quedando la estructuración del conjunto a cargo del arquitecto Malter Terrada. Las obras del sector de radiodifusión comenzaron a fines de 1948 con el replanteo de las primeras, proyectadas entre junio y septiembre de ese

Radio Estación Pacheco en construcción. Nave de la Central de Equipos (Fuente: Revista de C y T, 195 a 198, nov.1953 a feb. 1954, s/p.) 54. Archivo CRIHDAC - Expediente Edificio Movimiento. Documento: “Memoria descriptiva del proyecto del Edificio de Movimiento del Ministerio de Comunicaciones”, año 1949, s/f. 55. “Edificio para la oficina de Movimiento”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 144-45. Buenos Aires, agosto-septiembre 1949; pp. 32-33; idem, 161-62, enero-febrero 1951; p. 17; idem, 201-202, mayojunio 1954; p. 4. 56. González Climent, A. Op. Cit.; p. 182.

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año; el grupo de profesionales se integró fijando responsables para los distintos edificios que se programaban: área de ingreso y control, garages, talleres y dependencias (Quesada del Valle), Central de Equipos (Heguilor Rocca), Pabellón de la Guardia (Francisco Rossi), Pabellón de Tiro (Malter Terrada), y el primer conjunto de seis viviendas para empleados y una para el jefe de planta (Gaido).57 Cuando se inauguró, en diciembre de 1949, la primera construcción importante de esta etapa, la torre tanque, proyectada en 1946, los edificios antes mencionados se encontraban en una primera etapa de construcción.58

Radio Estación Pacheco en construcción. Edificio de la Usina (Fuente: Revista de C y T, 195 a 198, nov.1953 a feb. 1954, s/p.)

Radio Estación Pacheco. Residencia para el ministro de Comunicaciones. Arqs. Bianchi, Devoto y G. Laguinge, 1951-55

57. Archivo CRIHDAC – Expediente: Radio Estación Pacheco. Obra nº 96. 58. “Torre Tanque en Gral. Pacheco”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 149-50. Buenos Aires, enero-febrero 1950; pp. 67-68. 59. Los planos “conforme a obra” de la primera etapa, se ejecutaron en diciembre de 1955. Archivo CRIHDAC – Expediente: Radio Estación Pacheco. Obra nº 96. Planos 520 a 539. Sobre la inauguración de la Usina, ver: Revista de Correos y Telecomunicaciones, 262-63. Buenos Aires, junio-julio 1959; pp. 6 a 11. 60. Archivo CRIHDAC – Expediente: Radio Estación Pacheco. Obra nº 96. Planos nº 240 a 252.

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Para fines de 1950 se hallaban casi concluidas las obras de la Central de Equipos, el edificio principal del conjunto destinado a radiodifusión y a punto de terminarse los edificios anexos, aunque la sistematización del predio y la parquización no estaba siquiera iniciada. A fines de 1951 se proyectó uno de los más importantes cuerpos del conjunto, la Usina de electricidad, que daría la posibilidad de obtener autonomía total de funcionamiento, aun sin el suministro de energía proveniente del servicio público; proyectada por Gaido, Rossi, Malter Terrada, Heguilor y Quesada del Valle fue uno de los objetos que mejor interpretó el discurso moderno imperante en todo el conjunto. La construcción de la Usina sufrió retrasos, como consecuencia de los déficit del SPQ, y se inauguró muchos años más tarde, a mediados de 1959, fecha en la que recién se puso toda la planta en pleno funcionamiento.59 Sólidos contrafuertes de piedra, sugerente volumen curvo de la casilla de la guardia y una losa visera delgadísima marcando el ingreso; la fuerza de la estructura aporticada del garage; la sutileza con que se articulan las alas de la Central de Radiodifusión que se expanden pivotando en el cuerpo menor, más bajo, ligeramente curvo; la audacia de las soluciones estructurales de ese sector; los elaborados sistemas de ventilación natural para el Pabellón de la Guardia; los gigantescos louvers de la Central de Telefonía; la secuencia de bóvedas que cubre la Usina, a modo de gigantesca sombrilla; en fin, una amalgama de formas y materiales contrastantes, a veces novedosos, que define al complejo cuyas funciones son, en sí mismas, un alarde de modernidad. En tanto conjunto arquitectónico integrado por piezas de notable individualidad, la Radio Estación Pacheco actúa como la contra-cara del Movimiento. En el edificio de Puerto Nuevo, las piezas se articulan en un todo, en tanto que en Pacheco el juego de los volúmenes operando libremente en el amplísimo terreno arbolado, plantean una aclamación de las formas, basada en la autonomía y no en la visión de totalidad. La nota discordante, a primera vista, la constituyó la inclusión en el conjunto de obras proyectadas, de la casa pintoresquista para ser usada como vivienda oficial del ministro de Comunicaciones; a cargo de los arquitectos Bianchi, Devoto Almanza y González Laguinge, los planos se aprobaron en julio de 1951 y quedó terminada en 1955. La casa se ubicó en el sector antiguo de la planta, y es obvio que sus cubiertas de fuerte pendiente sobre estructura de madera a la vista, los paramentos de piedra Mar del Plata y los grandes faldones de tejas Llao-Llao se integraban mejor a las construcciones de los años ’20 que a las contemporáneas a ella.60 Hasta qué punto la presencia de esta casa resulta contradictoria con el conjunto, dependerá de la perspectiva con que se analice la recurrencia a la arquitectura moderna por parte de los cuadros burocráticos del peronismo; es decir, el gesto deja traslucir que la modernidad no se asumía como un acto militante y la estética requerida para la representación de un servicio público no tenía porqué ser coincidente con las formas que representaban la investidura institucional. Y así lo habrán asumido los proyectistas, especialmente Agustín Bianchi que para esa fecha ya había planteado algunos de los más elaborados ejemplos de arquitectura moderna para Correos, en los casos de Mendoza, Barranqueras, Cañada de Gómez y San Juan.

Del ornamento a la síntesis de las artes La inclusión de obras de arte (especialmente murales interiores o exteriores) en los edificios de Correos, resulta otra sugerente manera de integrar a esta producción en el mundo de la arquitectura moderna contemporánea a ella. Como dijimos, Le Corbusier venía trabajando

Arquitectura moderna para el servicio postal – Argentina, 1947-1955

sobre esa cuestión desde los años ‘30, en virtud de su relación con Fernand Léger a partir de 1925 y las propias elaboraciones pictóricas y escultóricas que el maestro llevó siempre en paralelo a su arquitectura, que fueron un campo más que fructífero para el desarrollo de unas ideas que cristalizarían a mediados de los ’40. Es precisamente en 1948, año clave para nuestro tema de estudio, cuando incorpora, con la restauración posterior a la Guerra, los magníficos murales en la sala de estar del Pabellón Suizo de la Ciudad Universitaria de París (1930-32). En 1946, Le Corbusier escribía: “Perseverancia! Las artes de los nuevos tiempos están listas, están preparadas, están reformadas. Que el aliento del arte se expanda con fuerza. Que el amor al arte penetre esta arquitectura...”61 Su conceptualización sobre la síntesis de las artes mayores y el espace indecible se hizo explícita en abril de 1946, en un número especial sobre arte de L’architecture d’aujourd’hui (el texto fue publicado en Argentina, al año siguiente, en Revista de Arquitectura) apareciendo también el tema en el tomo 4º de las Obras Completas. El impacto que pudieron tener estas reflexiones sobre la producción de los arquitectos de la DACyT, seguramente no resultará fácil de verificar; no obstante, hubo un interés en vincular la arquitectura con la plástica, en un proceso que reconoce dos momentos bien marcados. Un primer momento, cuando se proyecta el edificio de la Cabecera Mendoza; éste se da en coincidencia con el apogeo de la figura de Amadeo Dell’Acqua como Director Adjunto de Correos y Jefe de Propaganda del Organismo.62 La obra de Dell’Acqua no se propone dialogar con el edificio en el que se incorpora, no se plantea nada que tenga que ver con un arte de vanguardia, sino que se detiene en representar escenas de historia regional, figurativas sin ser estrictamente realistas, mostrando un arte alegórico y literal, en coincidencia con las políticas que el peronismo mantenía en ese momento para los salones del Museo Nacional, donde se alentaban las temáticas patrióticas, históricas, relacionadas con costumbres y paisajes del país y donde la abstracción era un campo, si no prohibido, al menos puesto en cuestión por algunas figuras del equipo de gobierno.63 Dell’Acqua ejecuta los murales de Mendoza en 1951 y, mucho más pequeños, los que se realizan a fines de 1952 para San Rafael; cuando se proyecta en 1950 el edificio de Cabecera de San Juan, también diseña los bocetos para un importante panel decorativo, de 6 m x 4 m, dentro de las mismas temáticas, el cual nunca se ejecutó. Durante los años ’40 había habido en Buenos Aires varios casos de incorporación de murales en edificios de acceso público, con distintas técnicas y materiales, entre los que destacan los de Berni, Castagnino y Urruchúa para el nuevo edificio de la Sociedad Hebraica Argentina (1943), los que se instalaron en el edificio central de ACA realizados por Alfredo Guido, Centurión, Ortolani, Basaldúa (1943), o las famosas obras elaboradas para la renovación de las Galerías Pacífico por Berni, Castagnino, Spilimbergo y otros (1946);64 pese a estos importantes antecedentes, la relación de las obras de Dell’Acqua con la muralística local se establece, a nuestro juicio, con las alegorías a las riquezas argentinas realizadas en 1939 para el Ministerio de Economía, por diversos artistas (entre los que se cuentan Alice, De Quirós, Lezcano Ceballos y otros) con las que, tanto los murales de Mendoza como los bocetos para San Juan, presentan un mayor parentesco.65 Queda en evidencia un muy diferente modo de incorporación de la plástica a la obra de arquitectura, entre la etapa en que las decisiones en ese campo quedaban en la órbita de Amadeo Dell’Acqua y el ministro Nicolini, y la que se inaugura con el golpe de 1955, cuando es notable una mayor consistencia entre los espacios y lenguajes de los edificios que se habían proyectado en la DACyT y las obras de arte que deben convivir con ellos. Un primer paso se da en el edificio de San Juan cuando el proyecto para el panel decorativo de Dell’Acqua es sustituido por un nuevo estudio del arquitecto Fernando Saladrigas, de 1957, para realizarse en cerámica veneciana; figurativa, la obra de Saldrigas está más próxima a las imágenes de los murales que la arquitectura brasilera venía presentando desde la década anterior. Con el cambio de rumbo que se impone en el ‘55, se desmantela la Jefatura de Propaganda, pasando algunos empleados de la misma a la DACyT; es entonces cuando se incorpora el artista Héctor Sixto Nieto,66 que se desempeñaba como dibujante en aquella Jefatura. Nieto

Correo de Mendoza. Fragmento de boceto para los murales del salón principal, Amadeo Dell’Acqua, 1950. (Fuente: Revista de C y T, 189 a 192, mayo-agosto 1953, s/p.)

61. Le Corbusier. Op. Cit.; pp. 150 a 161. 62. Sobre el peso de la figura de Dell’Acqua ver el trabajo de Rodrigo Gutiérrez Viñuales y sobre los murales de Mendoza el de Graciela Moretti, ambos en esta misma publicación. 63. Son más que conocidas las descalificaciones del entonces ministro de Educación Oscar Ivanissevich hacia el arte abstracto (arte morboso, arte perverso); sin embargo y, al igual que lo que se verifica en arquitectura, en otros campos de la plástica se vivió un pluralismo en las posibilidades de expresión y, sin ser alentadas, las vanguardias no fueron tampoco reprimidas. Ver: Giunta, Andrea. “La batalla de las vanguardias. Entre el peronismo y el desarrollismo”. En Burucua, José (ed.), Nueva Historia Argentina, Tomo II. Buenos Aires: Sudamericana, 1999; pp. 59 a 62. 64. Gutiérrez Viñuales, Rodrigo. “Seoane en el centro. Algunos itinerarios por el arte en Buenos Aires (1936-1963)”, Gutiérrez Viñuales, R.; Seixas Seoane, M. Buenos Aires. Escenarios de Luis Seoane. La Coruña: Fundación Seoane, 2007; pp. 59-153. 65. Los bocetos para los murales de Mendoza se publicaron en Revista de Correos y Telecomunicaciones, 189 a 192. Buenos Aires, mayo a agosto de 1953; los de San Juan se ubicaron en el Archivo del CRIHDAC. Expte. San Juan, Obra nº 109. 66. “Valores de nuestro Ministerio”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 246. Buenos Aires, febrero de 1958; pp. 10-11.

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Correo de San Juan. Mural cerámico, diseñado por arquitecto Fernando Saladrigas de la DACyT, en 1957 (Foto: F. Saladrigas, 2006) Correo de Neuquén. Mural cerámico del artista Héctor S. Nieto, 1960. (Foto: L. Lolich, 2013) también resultará una figura significativa para este cambio estético que se verifica; ejecuta una obra con mucha fuerza plástica y gran coherencia con la arquitectura, para la Cabecera Neuquén, integrando cerámica y metal, e incorporando la tridimensionalidad, propia de su formación como escultor; la obra se inaugura con el edificio en 1960.67

Correo de Santa Fe. Composición mural. Arq. Rinaldo Miscione, 1958. (Foto: A. Collado, 2010)

Otro tanto ocurre con los murales para la fachada del segundo piso del edificio de Cabecera de Santa Fe; una composición de gran presencia, que aporta fuertes rasgos de identidad al edificio, y que no estuvo integrada al proyecto original de Spencer y Finkbeiner de 1954, sino que se incorpora en 1958, según idea del arquitecto de la DACyT, Rinaldo Miscione. Obra abstracta, sin ninguna concesión figurativa, ejecutada en cerámica veneciana de distintos colores, sin dudas Miscione trabajó referenciado en las composiciones del artista brasilero Paulo Werneck, en especial los murales que Werneck realiza para dos obras de los hermanos Roberto, el Instituto Brasilero del Seguro (1949-51) y el Edificio Marques do Herval (1955), ambas en Río de Janeiro. Miscione trabajó también en el edificio de la Cabecera Córdoba, en la bóveda cáscara que cubre el sector de Radio Nacional y murales para el interior del salón principal. Se trata de un aspecto de la concepción edilicia que nos ocupa que, a nuestro juicio, no se ha indagado lo suficiente. En la etapa posterior a 1955 pudo tener incidencia en las decisiones relativas a este tema, la dirección del arquitecto Hernán Lavalle Cobo, fundador del Instituto de Arte Moderno y hombre de reconocida formación en este campo. Lo que no puede dudarse es que el aporte de estas creaciones significó un plus en la calidad de los edificios, un aporte que permite entenderlos como obras más plenas, con mayor integridad y vínculo con su tiempo.

Jóvenes modernos? Los arquitectos de Correos Correo de Santa Fe. Detalle en la fachada del segundo piso. Arq. Rinaldo Miscione, 1958. (Foto: A. Collado, 2010)

67. Ver el trabajo de Liliana Lolich en esta misma publicación. 68. “Siete obras …” Op. Cit.; p. 25. 69. Entrevista con el arquitecto J. C. Malter Terrada, realizada por Pedro C. Sonderéguer el 8 de septiembre de 1986, en San Isidro. Agradecemos a Pedro C. Sonderéguer permitirnos el acceso a los borradores de las distintas entrevistas.

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Como ya se dijo, en 1958 Nuestra Arquitectura comenta, acerca de aquellos jóvenes que habían ingresado aún antes de graduarse a la DACyT, que puestos a proyectar, “…diseñaron lo que habían aprendido en las aulas, sin pensar en la tradición de los edificios oficiales.”68 El propio Malter Terrada dice algo similar, ante la pregunta sobre las opciones del proyecto, cuando Sonderéguer lo entrevista en 1986: “…se proyectaba así porque así tenía que ser. Así habíamos sido formados”, con lo que reproduce el discurso de la revista.69 Cabe la pregunta de si realmente era esto lo que había aprendido en las aulas; repasando la currícula de la Escuela de Arquitectura y las figuras de los principales profesores en la etapa en que el grupo se había formado, puede verificarse que, en todo caso, la arquitectura moderna era un aprendizaje desarrollado por fuera de la Escuela, puesto que hasta el cuarto año no tenían casi contacto con esta arquitectura ni proyectaban dentro de esos criterios. En los proyectos que se publican en la Revista de Arquitectura, realizados por algunos de los arquitectos del grupo durante su período estudiantil, entre segundo y cuarto año (Vidal, Finkbeiner, Quesada del Valle, Malter Terrada), se verifica que en esa etapa resuelven sus trabajos

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en una diversidad de lenguajes: pintoresco, neo-colonial, californiano, historicista o monumental, para temas tan diferentes como una pequeña capilla, una escuela rural o una sub-prefectura marítima, sin incursionar en una estética moderna. Recién sobre el final de la carrera, varios de ellos obtienen premios en el concurso organizado anualmente por la Compañía Argentina de Electricidad (Premio CADE) para estudiantes del último curso, mostrando una clara adhesión a la arquitectura moderna, con proyectos donde la forma arquitectónica y el despliegue de luz artificial iban totalmente asociados.70 Lo que puede inferirse del contexto general de formación del grupo, es que los últimos años de la carrera resultaron claves para la incursión en la modernidad; en muchas ocasiones posteriores, los arquitectos coincidieron en señalar a ciertos profesores como decisivos en su formación, citando a René Karman, Raúl Villalonga, Alfredo Casares y Alfredo Agostini, estos dos últimos en coincidencia con los cursos finales. 71

La Mesa de Estudios y Proyectos de la DACyT en 1948. De derecha a izquierda, arqs. Escobar, Pedro Rossi, Jozami, Páez y Casares. (Fuente: Revista de C y T 133, sept. 1948)

Una particularidad que debió definir el modo de asumir el trabajo profesional en la situación de arquitectos trabajando en la función pública, era la coincidencia generacional y la participación en un mismo grupo de estudiantes con experiencias académicas y lecturas muy homogéneas; “estábamos todos enamorados de Le Corbusier”72 le dice Spencer a Sonderéguer casi cuarenta años más tarde y, ciertamente todos coinciden en presentar a la obra de Le Corbusier como decisiva, principalmente a través de los volúmenes de las Obras Completas, como también a la concurrencia a la hemeroteca de la facultad para acceder a revistas extranjeras (L’Architecture d’Aujourd’hui, Record, Forum, entre las más citadas). También hay coincidencia en la relevancia de algunos episodios de sus últimos años de estudio, como el curso que impartió Marcel Breuer durante su visita en 1947, al que aparentemente asistió casi todo el grupo. Esta visita, asociada a la figura de Eduardo Catalano, el anfitrión, se confunde en algunos, con otros cursos paralelos a los talleres formales de la Escuela, dictados por Coire y Agostini. La figura de Catalano es siempre destacada y el peso del diseño estructural debió ser importante en el perfil profesional general; de hecho, es un dato conocido que cuando en 1949 se debió resolver el garage para el edificio Movimiento, la idea de la rampa vehicular se inspiró en un proyecto de aquél, publicado en la Architectural Record.73 El interés con que los proyectistas encararon la tarea y la conciencia de estar frente a unas encomiendas que los posicionaban de manera relevante en el mundo de la arquitectura local, lo demuestra la atención que, una vez concluidos los proyectos, mantenían sobre la marcha de las obras. En el caso del Edificio Movimiento, los proyectistas siguieron todas las etapas de los ajustes para el llamado a licitación y de la ejecución, ubicándose en una suerte de defensa del proyecto, no como empleados de una repartición oficial sino como arquitectos de estudio. En un memorándum remitido a Mariano Casares, entonces Jefe de la Mesa de Estudios y Proyectos, el equipo de arquitectos pide tener intervención, ante el intento de la Compañía General de Construcciones (adjudicataria de la obra) de introducir modificaciones en el proyecto. “Al efectuar los representantes de la Empresa adjudicataria de la obra MOVIMIENTO las primeras consultas, hemos sido enterados que ésta ha introducido variantes substanciales de la estructura en los planos originales del proyecto que inciden en su concepción general, trayendo ello aparejado un estudio especial indispensable. Por lo expuesto, solicitamos del señor Jefe, tenga a bien informarnos sobre este particular, a los efectos de fijar el temperamento a adoptar en las próximas conversaciones. Firmado: A. Gaido, F. Rossi, R. Páez y A. Gallardo”.74 Se trataba de cambios en los planos de replanteo de bases y columnas, ya que la empresa proponía modificar la disposición de algunos elementos estructurales que hubieran afectado la volumetría del garage, y los proyectistas pedían ser consultados, tanto como si fueran profesionales contratados, para ejercitar arquitectura de autor. No resultan tampoco extrañas, en este contexto, las sociedades que se formaron o la integración de estudios compartidos entre miembros del grupo: la más conocida, de Francisco Rossi con Augusto Gaido, pero también se dieron entre Agustín Bianchi y José M. Spencer, entre

Pequeña Capilla. Proyecto del alumno J. M. Spencer en el 2º año de estudios. (Fuente: Revista de Arquitectura. Buenos Aires, octubre de 1943; p. 403)

70. En 1946 lo obtienen J. C. Malter Terrada (1er. Premio) y Francisco Rossi (3º), sobre el tema “Un club social”; en 1947 son premiados Pedro Rossi (2º), Francisco Dimartino (3º) y R. Hinsch (mención), sobre el tema “Una escuela-museo de arte nocturna para obreros”. Revista de Arquitectura. Buenos Aires, abril de 1947; pp. 15459; Nuestra Arquitectura. Buenos Aires, noviembre 1947; p. 355. 71. Tanto en las entrevistas realizadas en 1986 por Pedro C. Sonderéguer, como en la que se mantuvo con el arquitecto Vidal en 2011, es notable la coincidencia en esos nombres y en la marca dejada sobre esa generación por dichos profesores, entre los que sólo identificaron como modernos a Casares y a Agostini. 72. Entrevista con el arquitecto José M. Spencer, realizada por Pedro C. Sonderéguer el 5 de septiembre de 1986, en Buenos Aires. 73. Yurchenko, Basil; Catalano, Eduardo. “A multi story garage for public parking”, Architectural Record, abril 1947; pp. 125-26. 74. Archivo CRIHDAC - Expediente Edificio Movimiento. Documento: Nota del 10 de enero de 1951, s/f.

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Julio Heguilor Rocca y Héctor Quesada del Valle, entre Wilfredo Bunge y Guillermo Quesada Maschwitz, no sólo para afrontar encargos particulares sino para participar en numerosos concursos, realizar viajes de estudio, etc.75 Algo de esas experiencias compartidas debió trasladarse a la DACyT, puesto que, a través de las entrevistas se pudo recabar un espíritu de grupo, manteniendo la práctica del debate sobre los proyectos, el intercambio de opiniones, la polémica sobre temas generales de arquitectura y la publicación artesanal de la revista La Mampara que comentaba las peripecias de la oficina.76

Un Club Social. 1º Premio Concurso CADE para estudiantes, 1946. Alumno: J. C. Malter Terrada. (Fuente: Revista de Arquitectura. Buenos Aires, abril de 1947; p. 156)

En abril de 1954 estuvo en Buenos Aires el arquitecto brasilero Rino Levi y fue invitado a visitar la DACyT, donde tomó contacto con el conjunto de la obra, a través de los proyectos; pudo conocer además las más próximas. La revista del Correo publicaba entonces: “Visitó acompañado por los profesionales de la dependencia, el edificio Movimiento (de concepción moderna y absolutamente funcional) y la planta de Pacheco, donde se sirvió un vino de honor...”. La nota se acompaña con fotografías de la visita, una de ellas tomada en la rampa del Movimiento, con los coches oficiales en fondo.77 La visita de Rino Levi aviva el interrogante acerca de las referencias tomadas de la arquitectura brasilera, que ha sido mencionada en reiteradas ocasiones por la crítica como fuente de sugerencias formales; ninguno de los entrevistados reconoció aproximación alguna respecto de esa producción en la época en que se proyectaron los primeros edificios, aunque el Ministerio de Educación y Salud, aparece publicado en el tomo 4º de las Obras Completas de Le Corbusier.

Modernidad en los materiales en bruto. Marcel Breuer, alojamiento para esquiadores en Tirol. (Fuente: Nuestra Arquitectura, Buenos Aires, septiembre 1947, s/p, fig. 23)

Pudo ocurrir que, mediando el maestro, los arquitectos de la DACyT conocieran el paradigma por excelencia de la arquitectura moderna brasilera; en el medio local, la brasilera no era una producción demasiado difundida en esos años, ya que la Revista de Arquitectura sólo publicó un par de notas sobre el tema entre 1945 y 1955 y Nuestra Arquitectura comienza a incluir con mayor frecuencia artículos sobre Brasil después de 1955, pero en el período que nos ocupa aparecen muy pocos. No obstante, con seguridad no pudo el grupo desconocer los dos números especiales dedicados a Brasil de L’Architecture d’Aujourd’hui, publicados en septiembre de 1947 y agosto de 1952, que existían en la biblioteca de la Facultad, ni quedar al margen de la “explosiva difusión internacional” que tuvo esta arquitectura en la Segunda Posguerra.78 Sin embargo, es extraño que no se recoja ninguna referencia de contacto con Brasil, en un marco de reconocimientos generosos hacia la arquitectura de Le Corbusier, las enseñanzas de Breuer sobre los materiales, la espacialidad de Neutra o el diseño estructural de Catalano, que se pudieron verificar en las entrevistas.79 Muchas circunstancias llevan a suponer un vínculo de compromiso con la tarea desarrollada, por parte de los profesionales de la DACyT; la pregunta sobre qué tipo de arquitectura hubieran hecho si las directivas superiores hubieran sido otras, si los límites y las restricciones hubieran prevalecido, y cómo se hubieran adecuado o no a dichas directivas, queda en el campo de las hipótesis o de la adivinación. Lo cierto es que dejaron unas obras que exceden como conjunto, tanto cuantitativa como cualitativamente el común de la producción de la obra pública en el país.

La modernidad desde la esfera oficial Visita del arquitecto Rino Levi a la DACyT, durante el recorrido por el Edificio Movimiento. (Fuente: Revista de C y T 201-02, jun-julio 1954)

Los funcionarios del Ministerio de Comunicaciones, y en esto no caben dudas de que la figura de Nicolini fue decisiva, hacían alarde en sus discursos destinados a la opinión pública, de los valores de modernidad que deliberadamente habían asumido las obras. Insistimos con ciertas expresiones que, aunque puedan entenderse como una obediencia verticalista, dejan en claro que este conjunto de edificios no pasaban, al menos, desapercibidos. Al inaugurar la cabecera Mendoza, la primera gran inauguración posterior al lanzamiento del plan de obras, todo el equipo de funcionarios de mayor rango estuvo presente y las palabras del ministro Nicolini respecto de los valores del edificio fueron elocuentes:

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Arquitectura moderna para el servicio postal – Argentina, 1947-1955

“En su monumental concepción ha privado un espíritu armónico y práctico, pues a la sencillez de la línea arquitectónica moderna, se une la belleza del conjunto, y al eficaz aprovechamiento de sus ambientes para adaptarlos a las instalaciones técnicas de los sistemas más adelantados, no se ha sacrificado el confort ni la estética que guardan una íntima relación /.../ se han previsto usos presentes y futuros. La inspiración regente en sus aspectos estéticos es moderna; los grandes espacios, la iluminación y la aireación tan imprescindibles en esta suerte de edificaciones lo rendirán como un ejemplo entre sus similares. Su funcionalidad no se ha convertido en severidad inamistosa sino en comodidad alegre y acogedora...”80 Un año y medio después, al inaugurarse en marzo de 1953, en la misma provincia, una serie de edificios de menor envergadura del conjunto planificado dentro del PPQ, (San Rafael, Villa Atuel, General Alvear y Rivadavia) se difundía la cifra total de treinta millones de pesos invertidos en total por el gobierno nacional en la provincia de Mendoza, para la ejecución de los cinco edificios; se volvía a hacer mención sobre la modernidad de las concepciones arquitectónicas, tanto de parte de la prensa como en los discursos de los funcionarios: “Los cuatro edificios son /... / espaciosos, bien montados y provistos de los equipos más perfectos /.../ su solidez y apariencia arquitectónica, tanto interna como externa, son técnica y artísticamente una garantía de eficacia al par que una expresión de buen gusto...”81 “…las comunicaciones son nervio vital de las naciones modernas y especialmente en lo que se refiere a la construcción de locales para oficinas de Correos y Telecomunicaciones: un exponente de esa atención es este magnífico edificio, que es fruto de la mente de un buen arquitecto...”82 Algunos años después, en abril de 1955, al recibir las autoridades del Ministerio de Comunicaciones una fracción de tierras del Parque Alberdi de Santa Fe, que la Provincia entregó en discutida decisión, y donde se inició de manera inmediata la construcción del Correo de esa ciudad, el administrador del Distrito 5º expresó: “El monumental edificio a levantarse en este lugar, será una obra maestra, orgullo de la arquitectura moderna” 83 Los discursos para la prensa y la opinión pública pudieron haberse visto teñidos por el interés de convencer acerca de las bondades de la política llevada adelante, sin mostrar ninguna fisura ni incoherencia; pero cuando esos mismos funcionarios rendían cuentas en sede gubernamental o en espacios destinados a cuadros técnicos, las expresiones no diferían demasiado. Al presentar el ministro Nicolini su informe sobre los resultados del PPQ, ante el inicio del segundo, enfatizó acerca del funcionalismo de la arquitectura: “...se continuará con el plan de construcciones de edificios, cuya arquitectura funcional permite el desenvolvimiento de las diferentes tareas.../ alcanzar la independencia total con respecto a los inmuebles arrendados /... que carecen de las condiciones de habitabilidad y muchos se encuentran en estado ruinoso”.84 Insistencia en el argumento y convicción en la solución adoptada, parecen ser las constantes en todas las manifestaciones identificadas. Cuando en enero de 1953 se desarrolla en el ámbito del Ministerio un seminario de evaluación bajo el título El Plan Quinquenal y las Comunicaciones, el director de arquitectura, Aristóbulo Martínez, expuso los aportes desde su área; en su versión, los nuevos edificios: “contribuyen grandemente a mejorar las condiciones en que se ejecutan los servicios /.../ aportan condiciones más humanas de trabajo para el personal, viviendas cómodas, higiénicas y científicamente planeadas para los jefes /.../ y significan un progreso edilicio incuestionable para cada una de las localidades donde se levantaron...”85 Son muy abundantes las referencias que se han podido identificar provenientes de los funcionarios del Ministerio, conteniendo ponderaciones hacia los edificios, llegando a presentar al momento como “una nueva era en materia de construcciones”, en razón de los enormes beneficios para personal y usuarios que deparaban los edificios encarados con los “últimos adelantos en materia arquitectónica”.86

75. No sería posible reseñar aquí todas las intervenciones en concursos y trabajos de estos equipos. Ver la sección de biografías preparada por Elisa Radovanovic, al final de esta misma publicación. 76. La Mampara era editada por Rinaldo Miscione, quien ingresó como dibujante en 1948, siendo estudiante del primer curso de la Facultad; talentoso dibujante caricaturista, luego de obtenido su título en 1955, permanecerá en la DACyT como proyectista hasta los años 60. 77. “Visita de un arquitecto brasileño”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 201-202. Buenos Aires, mayo-junio 1954; p. 4. 78. Borthagaray, Juan M. “La Facultad de Arquitectura y Urbanismo”, en AAVV. La construcción de lo posible. La UBA de 1955 a 1966. Buenos Aires: del Zorzal, 2003; p. 84. 79. El arquitecto Eudaldo Vidal mencionó expresamente a Richard Neutra entre sus fuentes. Entrevista citada. 80. “Un nuevo eslabón de C y T en Mendoza”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 169-7071. Buenos Aires, septiembrenoviembre 1951; p. 8. 81. Reseña del acto de inauguración en San Rafael. Diario Los Andes. Mendoza, 24 de marzo de1953. 82. Del discurso del ministro Nicolini en el acto de inauguración en San Rafael. Diario El Litoral. Santa Fe, 24 de marzo de 1953; p. 1. 83. Diario El Litoral. Santa Fe, 15 de abril de 1955; p. 2. 84. Nicolini, O. Op. Cit.; p. 25. 85. Martínez, Aristóbulo. “El Segundo Plan Quinquenal. Análisis de sus concepciones”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 18586. Buenos Aires, enero-febrero 1953; p. 46. 86. “Prosiguiendo la Nueva Era”, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 161-62. Buenos Aires, enero-febrero 1951; p. 16.

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Los prejuicios sobre la arquitectura del período La construcción para el edificio para la Cabecera del 6º Distrito, en la ciudad de Córdoba, estaba llegando a su fin en septiembre de 1955; era previsible que uno de los más imponentes ejemplos de la arquitectura del Ministerio fuera inaugurado con gran despliegue, tal cual había acontecido con el de Mendoza, cuatro años antes. Sin embargo, el sangriento quiebre institucional del día 16 hizo que esa inauguración se pospusiera indefinidamente. Al anonimato conque se desarrolló la puesta en funcionamiento del Correo de Córdoba, se le sumaron muy pronto todas las visiones cargadas de prejuicios que, desde la opinión pública primero y desde la prensa especializada más adelante, habrían de estigmatizar por muchos años a esta arquitectura. “El monumental edificio construido en la Avenida General Paz ha sido virtualmente incorporado al servicio público /.../ en una forma reticente, sin mayor entusiasmo e interés se ha dado a Córdoba un gran edificio, del que no puede decirse que con el mismo se contribuya al progreso edilicio /.../ las entradas son pequeñas y dificultosas, entre otros defectos que se irán viendo poco a poco /.../ sobre este frente –se refiere al frente sur- se ha construido algo que no pasa de ser un galpón moderno /.../ relativamente, la ciudad ha ganado y haciendo abstracción de lo que dilapidó la dictadura, permitirá beneficiar en mejor forma a Córdoba...”87 El 1 de julio de 1957 se inauguró, esta vez si con autoridades y discursos, la Cabecera del Distrito 9º, San Juan, en la que se habían anexado una biblioteca y una cooperativa de consumo para uso del personal; a lo largo del acto, en los dos discursos oficiales registrados por la revista del Organismo, se hicieron algunas referencias ligeras sobre la tiranía depuesta y no se incluyó ninguna alusión acerca del edificio mismo, mencionándose reiteradamente la importancia de los dos equipamientos agregados para el bienestar de los empleados. Sólo el título de la nota en la revista da pistas sobre el edificio.88 En diciembre de 1957 se desarrolló en Buenos Aires, convocada por el Ministerio de Comunicaciones, la Primera Conferencia Nacional de Jefes de Distritos, a la que asistió por el área de arquitectura, su director el arquitecto Hernán Lavalle Cobo y el sub-director, ingeniero Oscar Petersen; cabe aclarar que Lavalle Cobo había sido designado a fines de 1955, con posterioridad al golpe de septiembre, en tanto que Petersen se venía desempeñando desde muchos años antes en el sector de cálculos estructurales. La transcripción de las sesiones de la Conferencia resultan muestra elocuente de la voluntad de impugnación sobre toda la producción del período anterior; la sesión en la que se debían afrontar los temas edilicios, abordó primero lo atinente a la conservación de los edificios y el modo de organizarla, para que resultara más eficaz y económica; salvado eso, se comenzaron a tratar los planes de nuevas obras a encarar, informando Lavalle Cobo que tenían por delante la construcción de 1300 edificios, ya que esa era la cantidad de locales alquilados. Su juicio sobre la obra anterior es lapidario:

87. “El servicio de Correos y Telégrafos”, en La Voz del Interior, Córdoba, 26 de octubre de 1955; p. 1. Agradecemos a Cuqui Bustamante por esta referencia. 88. “Inauguróse (sic) en San Juan un monumental edificio del Ministerio de Comunicaciones”, en Revista de Correos y Telecomunicaciones, 23641. Buenos Aires, abril-septiembre 1957; pp. 12 a 15. 89. Primera Conferencia Nacional de Jefes de Distrito. Buenos Aires, Ministerio de Comunicaciones, 1957, T. I; p. 167. 90. Ibídem; p. 170.

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“Es la primera vez que se plantea en conjunto el problema de las obras en el país, porque las últimas obras que están inauguradas últimamente –iniciadas en 1950-54- han sido hechas con un criterio caprichoso, más que constructivo y racional. Se ha perdido la noción de lo que debe ser un edificio de correo; pues se obedecía a directivas precisas del entonces Ministro actuante que obligaron a que los edificios de cabeceras fuesen exageradamente importantes. Eso nos lleva a un hecho consumado, porque los demás deberán también serlo, lo que significará un gran costo de construcción y mantenimiento...”89 Las críticas a la arquitectura del período anterior abundan a lo largo de toda la Conferencia, apuntando no sólo a los caprichos, a la grandilocuencia de algunos edificios, sino a un desconocimiento por parte de los profesionales de la DACyT, de los procedimientos y circuitos que deben respetarse por básicas razones funcionales; el director general de administración del Ministerio, el abogado Luis Marforio ataca duramente al plantel de arquitectos de la DACyT, por una supuesta desvinculación y pretendida autonomía respecto de los requerimientos burocráticos, su resistencia a aplicar los prototipos, y hace mención a ciertos problemas de disposición que exigen poner en marcha con urgencia, el nuevo plan que se está delineando.90

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En ese punto, Lavalle Cobo defiende a su equipo, legitima los procedimientos de trabajo que acordó con los profesionales de la DACyT a partir de su gestión y se embandera en una defensa disciplinar, dirigiéndose al ministro de Comunicaciones que en ese momento presidía la sesión, “…Sr. Presidente: exijo, tengo derecho a hacerlo como representante de la profesión en el ministerio, la más absoluta libertad de criterio en cuanto a la conveniencia de los estudios que se realizan /…/ específicamente a cargo de profesionales universitarios”.91 En relación con esto, vale reiterar que bajo su dirección, durante todo el año 1957, se elaboraron proyectos que reproducían los criterios, tanto de composición como funcionales, del período anterior, en casos muy notables como Venado Tuerto, Nogoyá, Orán, entre otros. Por otra parte, las obras iniciadas en los últimos años del peronismo, estaban en sus inicios cuando Lavalle asume la Dirección; en el caso de Santa Fe, en septiembre de 1955 apenas llevaba cuatro meses de trabajo y se ejecutaban ensayos de suelo, preparación de obrador y replanteos, por lo que no hubiese sido descabellado hacer alteraciones en el proyecto, el que, sin embargo, se respetó casi en su totalidad. Las críticas relacionadas con la escala magnificada y con las fallas en la funcionalidad de los proyectos se repitieron durante varias décadas, aunque con el paso del tiempo los cuestionamientos se fueron ubicando en un nivel de mayor objetividad: “En esta área /.../ la administración 1946-55 había sido bastante activa. Se construyeron innumrerables edificios en zonas inhóspitas y en algunas cabeceras de distritos. Sin embargo, la concepción funcional de estas últimas no había sido muy afortunada, al parecer debido a la falta de oficio postal y telegráfico de los arquitectos. Era visible la preocupación por el aspecto exterior, más que por una concepción interna, que debe responder en su totalidad a los procesos naturales de entrada y salida de correspondencia...”92 Apuntado el problema de la funcionalidad, Gargantini hace consideraciones sobre el tipo de organización requerido y concluye en que recién con el proyecto para la Cabecera del Distrito 7º, San Luis, proyectada por el arquitecto Esteban Insausti en enero de 1960, se tenderá a resolver las distorsiones funcionales. El enfoque desde la mirada de los especialistas, desde el interior de la disciplina, tampoco estuvo exento de prejuicios; la historiografía de la arquitectura moderna en Argentina, gestada a principios de los años ’60, leyó este conjunto de obras en clave ideológica y los edificios de Correos fueron minimizados en su valor como programa arquitectónico. En el traumático contexto de la Argentina pos-peronista, luego de casi una década en que la corporación profesional se había replegado en una sostenida oposición al programa político del gobierno, es comprensible que, ante la necesidad de fortalecer el status del arquitecto como profesional liberal independiente, se impugnara a la arquitectura oficial y se olvidara a la arquitectura moderna producida desde las oficinas técnicas del Estado, a la vez que se reivindicaban las arquitecturas de autor.93 La depreciación de esta arquitectura oficial persistió en Argentina por varias décadas y recién en torno a los años ’80 se revirtió la perspectiva de valoración.94 Hoy este conjunto se pondera como un eslabón notable en la arquitectura argentina, se asume que forma parte de la historia de la cultura material, como artefactos urbano-arquitectónicos que forjaron una imagen de modernidad desde lo estatal, asociados a un proyecto modernizador integral.

Volviendo a la hipótesis El recorrido que hicimos a lo largo de este artículo, nos permite sostener que hubo un ajuste evidente entre los planes estatales relacionados con las comunicaciones y las formas que se produjeron desde la DACyT para satisfacer los requerimientos gubernamentales que pedían resolver la entidad espacial y material para acoger un programa de alcance nacional.

91. Ibídem; p. 171. 92. Gargantini, Luis B. Paralelismo entre la Generación del ’80 y la administración 1958-62 en la concepción organizativa del Correo Argentino. Buenos Aires, 1980, s/f. 93. Ballent, Anahí. “La condición profesional en la década del 50”, Materiales 3. Buenos Aires, 1983, pp. 31 a 41. 94. Dos trabajos pioneros sobre el tema, son: Petrina, Alberto y Larrañaga, M., “Arquitectura de masas en la Argentina.1945-1955”, Anales del IAA, 25. Buenos Aires, 1987; pp. 107 a 115; Sonderéguer, Pedro C., Arquitectura y Modernidad en la Argentina. Buenos Aires: CESCA, 1986. Mucho más reciente, destaca la particular y amplia interpretación del fenómeno realizada por Ballent, Anahí. Las huellas de la política. Vivienda, ciudad, peronismo en Buenos Aires, 1943-1955. Buenos Aires: UNQui, 2006.

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Al inicio planteamos a manera de hipótesis que los edificios de la Secretaría de Comunicaciones proyectados durante los planes quinquenales de Perón demuestran una opción deliberada por la arquitectura moderna para definir una imagen de estos servicios públicos asociada a la prestación estatal de los mismos, bajo el signo de la eficiencia, la funcionalidad, la racionalidad y la innovación. De qué tipo de modernidad se habla en esta producción, es una pregunta difícil de responder; fuimos recorriendo las distintas escalas y las diferentes soluciones, concluyendo en que, desde la órbita estatal fue una modernidad pragmática, encarada a fin de resolver con una imagen clara, de decidido carácter innovador, los requerimientos técnicos de avanzada que el plan de comunicaciones implicaba, mucho más allá de la arquitectura. Los funcionarios del peronismo hacían alarde en sus discursos destinados a la opinión pública, en sus memorias oficiales, en sus balances, de los valores de modernidad que deliberadamente habían asumido las obras, pero a la vez, al momento de decidir la vivienda del ministro se recurría al pintoresquismo más ortodoxo, en el mejor estilo Bustillo, con tejas Llao-Llao. Y al momento de ornamentar artísticamente los interiores de esta arquitectura tan moderna y funcional, recurrían a los murales figurativos de Amadeo Dell’Acqua, con imágenes estereotipadas de lo nacional y de lo identitario. Al referirse a la producción del período que nos ocupa, Anahí Ballent explicó, años atrás: “…lo primero que llama la atención en la producción estatal es su profunda diversidad. No existió un único conjunto de formas y tipologías arquitectónicas, ni una única tendencia que homogeneizara la producción, ya que en ella coexistieron repertorios formales rústicos y variaciones modernistas, más o menos radicalizadas, junto a formas neoclásicas: un universo plural que desestima desde el inicio toda posible búsqueda de una arquitectura peronista o, en términos más generales, de una estética peronista”.95 En el caso del Ministerio de Comunicaciones esto también se verifica, ya que hemos visto como no se dio una homogeneidad plena sino que, aun siendo mayoritarias las variaciones modernistas, también hay obras que se encuadran en otras estéticas; muchas veces, unas y otras, elaboradas por los mismos arquitectos. No obstante, es evidente que hubo una idea dominante que se impuso de modo coherente, más allá de algún tic pintoresco, sosteniendo la idea de modernidad institucional. El Estado, en el particular recorte del mismo que supone este Ministerio, a través de la DACyT, construyó una imagen persistente para las comunicaciones, una imagen que atravesó las épocas y todavía se perpetúa a través de los ejemplos de mayor visibilidad. Con respecto a los modelos, si bien se ha tratado de ensayar algunas inferencias acerca de las alusiones de las que partían las formas adoptadas por los arquitectos de la DACyT, no creemos que resulte demasiado productiva una búsqueda arqueológica de referencias, que nunca son absolutas y lineales, que pueden estar tamizadas por recuerdos entrecruzados de experiencias y vivencias de distintas épocas. Interesa si volver sobre el fuerte contenido de modernidad que estas obras presentan, aún con sus incoherencias, que obviamente existen y hemos tratado de ir repasando, un contenido que se pone más aún en evidencia al verificar la asombrosa correspondencia cronológica, entre los supuestos modelos y los casos de estudio. Importa, más que buscar referencias, volver sobre las relaciones entre la arquitectura moderna y el Estado peronista sin reproducir en la consideración de este aspecto, la falsa antinomia arquitectura moderna versus arquitectura nacional que, tendenciosamente, se manejó desde buena parte de la historiografía y la crítica durante muchos años. 95. Ballent, Anahí. “Chalecitos kitsch, columnas dóricas y Le Corbusier”, Ramona. Revista digital de artes visuales, 17. Buenos Aires: octubre de 2001. Consultado en: http://ramona.org.ar/files/r17.pdf.

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Más bien hemos tratado de entender que esa opción figurativa por la arquitectura moderna, en el caso de los edificios del Ministerio de Comunicaciones, fue representativa del extremo pragmatismo requerido para afrontar la magnitud de la empresa, que llevó a que los problemas se abordaran en función de un complejo de circunstancias, frente a las cuales también jugó su rol la capacidad evocativa del lenguaje de la arquitectura moderna.

La inteligencia ciega. Los edificios de correos, 1947-1955

La inteligencia ciega. Los edificios de correos, 1947-1955 Arq. Pedro Conrado Sonderéguer Universidad Nacional de Lanús

Este artículo sobre los edificios de Correos y Telecomunicaciones proyectados en la década 1945-55, escrito a casi 30 años de la investigación sobre la obra pública en el período1 y a más de 60 años del momento de concepción y construcción de los edificios mismos, no puede eludir los efectos del tiempo, aunque la vigencia de los problemas que el trabajo plantea sea en sí misma una prueba de la pesada inercia que algunos debates tienen en el escenario argentino. Digamos, para dar un paso hacia esa cuestión, algunas cosas más o menos simples: que la elección del objeto de estudio contiene de alguna manera una hipótesis, en relación con el contexto y la corriente de ideas dominante; que esa hipótesis, borrosa pero evidente para el investigador, es el motor del trabajo, en la idea de que, con suerte y algún esfuerzo, algo más o menos nuevo podría salir a la luz; que en ese sentido, entonces, el objeto de estudio se nos impone: reconstrucción de polémicas antiguas. El propósito de la investigación es examinar aquello que no encaja, la pieza que no encaja en el rompecabezas: los edificios de Correos, en este caso. Hazaña de la arquitectura moderna en un contexto inesperado. Este artículo podría empezar también con una evocación de Carlo Ginzburg, citado por Manfredo Tafuri en la Introducción a La Esfera y el Laberinto2. Atención a ese momento culminante de la investigación, donde todas las piezas parecen ensamblarse: raro éxito o común engaño. Teoría del Puzzle. Rompecabezas: enigma y encantamiento, también, de lo fragmentario y de la compleja relación del fragmento con el conjunto. Así, la producción de los años ‘50 (de la que los edificios de correos son unos de los mejores ejemplos) pone la investigación a prueba. Digamos también “el documento es el edificio” (Bruno Queysanne3). El ejercicio comienza por un examen del edificio. Estudio de su forma, técnica constructiva, implantación en el contexto urbano. Así, este trabajo empezó por un relevamiento: fotos, planos, memoria de una serie de edificios. Mostrar entonces, como primera medida: reconocer y describir como primer paso, puesto que la lectura morfológica elude las críticas usuales a la inducción y la base empírica de la reflexión está cargada de contenidos. La obra construida está empapada de teoría y datos que hay que saber reconocer (formales, constructivos, históricos). Tomar el análisis morfológico como herramienta de una metodología inductiva ayuda a escapar de la trampa ideológica en que quedó encerrada la disciplina desde fines de los años ‘70. Cosa que es claramente perceptible en la cuestión urbana pero también alcanza a la arquitectura. Adoptar esta mirada es aceptar la carga inseparable de reflexión teórica, trabajo y consenso que acompaña a la intervención en el espacio urbano. En cada edificio, en cada fragmento urbano, hay teoría y reflexión. Finalmente, “la obra responde siempre a las preguntas que se le hacen” (Le Corbusier)4. Así, entonces, apartada por un momento la construcción ideológica que, apoyada por una crítica al uso, los envolvía y desfiguraba, los edificios de Correos de 1947-1955 –los grandes edificios de Mar del Plata, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Corrientes, San Juan y Buenos Aires- aparecían como una extensa serie que, en cinco o seis años, había desplegado por todo el territorio nacional un conjunto de admirables construcciones en la más nítida tradición del Movimiento Moderno, adoptando las enseñanzas de la segunda generación de la modernidad arquitectónica (integración a las características del entorno).

1. PCS: La obra pública en el período 1945-1955, CONICET, 1985-87. 2. Tafuri, Manfredo. La Esfera y el Laberinto. Barcelona: Gustavo Gili, 1984. 3. Queysanne, Bruno. “En histoire de l’architecture le document, c’est le bâtiment!”, en La Recherche en Arquitecture. Paris: Parenthèses, 1986. 4. Le Corbusier, citado por Devillers, Christian, en Sur l’histoire et l’analyse architecturale, Les Cahiers de la Recherche Architecturale, 26, Marseille, 1990.

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Edificio del Correo de San Rafael, Mendoza. Arq. Eudaldo Vidal, 1948-50 (Foto: Néstor M. Adamo, 2013) Al mismo tiempo, cierta historiografía había atribuido a la producción arquitectónica, esquemáticamente, la función de prueba verificadora de determinados rasgos del período peronista y del liberalismo posterior. Para que esto funcionara fueron necesarias tantas operaciones de simplificación, ocultamiento y distorsión que, al llegar a la década de 1980, el discurso y la producción historiográfica habían perdido eficiencia y utilidad, calidad y verdad. Así, para mediados de los años ’80, la palabra mayor que los edificios modernos de Correos parecían decir era anacronismo, o, quizás, perplejidad. Como en los años ’50, ese anacronismo que dejaba perplejos a los observadores volvía a los edificios sino invisibles, sí irrelevantes. Producción moderna en un período en el que no se podía hacer arquitectura moderna, inesperado Cisne Negro que confrontaba el discurso oficial, los edificios de Correos se constituyeron así, historiográficamente, en un buen ejemplo de lo que Edgar Morin llama “patología de la inteligencia ciega”5. Molestos datos en la campana de Gauss, que conviene ignorar.

Las entrevistas. Desencuentros

5. Morin, Edgar. Introduction à la pensée complexe. Paris: Seuil, 2005. 6. Bullrich, Francisco. Arquitectura Argentina Contemporánea, Buenos Aires, Nueva Visión, 1963. 7. Revolución Libertadora. Decreto N°4161, 5/3/1956.

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¿Por qué las entrevistas en la investigación CONICET de 1985? El eco de la terrible frase de Francisco Bullrich (“el gigantesco desencuentro de la Argentina con su destino como Nación”6), animaba la necesidad de encontrarse cara a cara con los últimos testigos y protagonistas de la aventura arquitectónica moderna. Había también una necesidad objetiva. Salvo el libro de Bullrich y algún artículo, en 1985 la obra moderna del período 1945-1955 seguía siendo un momento desconocido. Los edificios estaban, pero no se los veía. La legislación de la Revolución Libertadora, restrictiva del peronismo, mantenía plena vigencia y la Biblioteca Reservada del Congreso encerraba todavía libros y documentos de la década 1945-1955 que no se podían consultar libremente7. En esos años de reconquistada democracia, las entrevistas parecían algo ineludible y parte esencial del trabajo por hacer. Las entrevistas que aquí se evocan se realizaron en su mayoría a fines de 1986. Algunas conversaciones con los protagonistas y testigos se realizaron antes, a partir de 1985, y en algunos casos el diálogo continuó durante los años siguientes. Era un buen momento para ese abordaje. La democracia recuperada coincidía con el tramo final de la última generación del Movimiento Moderno y el debate del pos-modernismo. La globalización se anunciaba también como promesa de un mundo más abierto.

La inteligencia ciega. Los edificios de correos, 1947-1955

Entre marzo de 1985 y julio de 1987 se realizó un trabajo de campo que incluyó viajes al interior (Córdoba, Tucumán, Mar del Plata, Mendoza). En muchos casos las conversaciones se prolongaron a través de varios días o se reanudaron con intervalos. Arquitectos, pero también otros testigos fueron entrevistados y a veces obsesivamente interrogados, en Argentina y en México, sobre el ambiente cultural de la época. El arquitecto Jorge Devoto, entonces a cargo de la Oficina de Arquitectura de Correos, fue un elemento clave en la tarea de contactar a los arquitectos del equipo original y en la recuperación de los planos de los edificios, archivados en los depósitos del Correo Central. Roberto Fernández y Daniel Schávelzon dirigieron la investigación. Daniel Viacava, periodista de La Nación, y Ernesto Vautier, guiaron partes del trabajo de recopilación de datos. Clara Braun y Marta Levisman, desde el Centro de Estudios de la Sociedad Central de Arquitectos, Inés Izaguirre y Norma Giarraca, desde el CONICET, me ayudaron en los aspectos metodológicos. Federico Ortiz, Juan Molina y Vedia y especialmente Ramón Gutiérrez aceptaron de buen grado la interpelación y generosamente aportaron ideas y observaciones.

Arquitectos de la Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones José María Spencer8 José María Spencer dejó el Correo en 1962. En la conversación apunta directamente a los rasgos por un lado ideológicos, por otro lado políticos, de la aventura: “estábamos todos enamorados de Le Corbusier” “no hubo trabas de ningún tipo” “en aquella época nos hicieron afiliar al PJ: Nos afiliábamos y votábamos en contra”

Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Posadas. Arq. Walter Finkbeiner. 1953 (Foto: Linda R. Peso, 2013)

Hay sin embargo una evidente contradicción entre decir “no hubo trabas de ningún tipo” y “nos hicieron afiliar al PJ”. Intentando poner las cosas en el contexto, puede conjeturarse que si bien no hubo restricciones en relación al modo de resolver el programa arquitectónico y en el diseño de los edificios, sí hubo presiones de tipo político: afiliarse al Partido Justicialista. Es posible también que esta frase, pronunciada en 1986, confunda los tiempos y apunte básicamente a marcar una diferencia política, ante el hecho innegable de haber aceptado la afiliación compulsiva.

Juan Carlos Malter Terrada9 Malter Terrada proporciona una abundante serie de datos, nombres, fechas, posteriormente todos rigurosamente confirmados por los documentos del archivo del Correo Central, que ayudan mucho a configurar el escenario, en los primeros momentos de la investigación. En relación al ambiente y a las ideas que dominaban dice: “influencia de Le Corbusier” “maestros”: Casares; Villalonga; Monsieur Karman (neoclásico). “De los tres, Casares era el corbusierano y Villalonga el de transición” “Casares, Alfredo Agostini y Coire daban cursos paralelos” “No teníamos contacto con el Grupo Austral” “Éramos opositores al gobierno. No fuimos molestados gracias a la flexibilidad de Nicolini” “Se proyectaba así, porque así tenía que ser” “el cambio de gobierno en 1955 retrasó Mar del Plata y otras obras” “Edificio Movimiento: para la flota de vehículos del Correo, que luego cambió, de GMC y Chevrolet a Mercedes Benz. Por decisión de Nicolini se agregaron dos pisos al edificio y una curva a la rampa. Con lo cual el edificio quedó dentro del cono de vuelo del Aeroparque”. Ahora (1986) el Correo alquila el servicio de camiones y no tiene flota. El edificio no tiene uso.

Jorge Vivanco10 Entrevistado en Tucumán, donde vivía su retiro en una pensión en las afueras de la ciudad, Vivanco, probablemente uno de los casos más interesantes de su generación, conservaba el entusiasmo y la energía que, según la leyenda, lo habían enfrentado a Le Corbusier en el CIAM de Bridgwater, al grito de “soy un americano salvaje”. Habló poco de los Correos y menos del Gru-

8. Entrevistado en su departamento de Avenida Santa Fe 3840 -13°C, en Buenos Aires el 5 de septiembre de 1986. 9. Entrevistado en su casa de San Isidro, el 8 de septiembre de 1986. 10. Entrevistado en Tucumán, en 1986.

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po Austral: “No me acuerdo quiénes estaban allí. Yo no les di importancia”, dijo. Era difícil creerle, pero esa declaración era un posicionamiento. Estos testimonios son representativos del conjunto de las entrevistas, en conversaciones que, sin mayores variantes, recorrían siempre las mismas líneas argumentales. Puede pensarse que, a 30 años de la experiencia, y después de los sucesivos descalabros que el discurso de la modernidad local fue experimentando con los golpes de Estado de 1955, 1958, 1966 y 1976, no había razones para esperar otra cosa.11 En general, el mayor interés provenía del grupo original de estudiantes y jóvenes arquitectos que habían diseñado y construido Correos durante el gobierno peronista y luego se habían dispersado, algunos trabajando en el administración pública, otros en la actividad privada. Para todos ellos, los edificios de Correos, realizados dentro de su trabajo como empleados públicos, fueron el punto culminante de su carrera y eso explica quizás su interés en la investigación. Los otros profesionales argentinos entrevistados, que no participaron en el diseño de Correos pero que por su pertenencia generacional y por su desarrollo profesional constituían sin duda una referencia importante, no disimulaban la perplejidad y la fascinación que el tema les producía.

L’esprit du temps (Le Corbusier): la arquitectura es un testimonio Observaciones contemporáneas: 1986 no es 1955 y 2013 no es 1986. En 1986, a comienzos del gobierno de la recuperada democracia después de la terrible dictadura de 1976, el conjunto de los edificios de Correos contenía todavía un mensaje de modernidad. El discurso del Post-Modernismo coincidía con el fin del ciclo profesional de la última generación de los arquitectos modernos, y esos edificios de treinta años antes conservaban su vitalidad formal y constructiva. En esos mismos años, sin embargo, y con cierto atraso respecto a la evolución del debate global, las transformaciones de la mundialización comenzaban a cambiar de manera profunda todas las variables y todas las referencias. Hoy, al cabo de otro ciclo de treinta años, el significado de esa obra no puede ser el mismo. No son los mismos los términos del debate, ni las ilusiones y esperanzas depositadas en el poder de la forma arquitectónica, ni los desafíos y alcances de la arquitectura y la ciudad, para no hablar del país, su posición en el mundo y el juego de intereses y poderes en que se desenvuelven hoy las ciudades. Permanecen los edificios, claro está, pero su palabra de hoy sin duda no es la misma.

11. Fueron entrevistados también Francisco Rossi y Angel Gallardo (11-9-86), Francisco Bullrich (9-986), Horacio Coppola (10-9-86), Alberto Nicolini (30-9-86), Adolfo Cavagna (30-9-86), Chula Saad, Marta Levisman, Eduardo Sacriste, Jorge Sabaté, César Naselli , Osvaldo Bidinost, Ernesto Katzestein, y repetidas veces a lo largo del trabajo, retomando siempre la cuestión de la arquitectura moderna y su impacto, en Buenos Aires o en México, Hernán Lavalle Cobo, Horacio Pando, Mario Robirosa, Mario y Juan Molina y Vedia, Daniel Viacava, Hilario Zalba, Ernesto Vautier, Louise Noelle Gras, Teodoro González de León, Rolando García.

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La discusión sobre la modernidad arquitectónica es una discusión terrenal y tiene objetivos prácticos. Es una discusión terrenal porque pertenece al ámbito de las discusiones sobre la construcción del espacio. Cuando es genuina, no es una discusión de gabinete ni de biblioteca. Vínculo directo entre el sentido de la historia y la construcción de infraestructuras. En ese contexto se levantan los edificios y en esa lectura adquieren sentido. Podríamos detenernos en el análisis histórico, la función del espacio moderno y su naturaleza, el proceso creador y el contexto de producción. Las relaciones recíprocas, la realimentación constante entre la forma arquitectónica y la economía, la técnica, las costumbres y las demandas sociales, llevan naturalmente a cuestiones dirigidas a los procesos de cambio experimentados por el conjunto de la sociedad. La inserción del proyecto de la modernidad arquitectónica en la América Latina de mediados del siglo XX se inscribe en una tradición que viene del siglo XIX: la tradición de re-elaboración, modificación y apropiación del pensamiento metropolitano como una de las vertientes en la formación de un pensamiento propio. Reflexionar sobre la Modernidad en la arquitectura y el urbanismo (en su triple realidad de modernidad del lenguaje, modernidad como proceso de ruptura con la sociedad tradicional, modernidad como proyecto democrático que se expresa en la construcción del espacio) era entonces, en 1985-1987, cuando los efectos urbanos de la

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Edificio del Correo de Azul, Buenos Aires. Detalle fachada. Arqs. Bunge y Villamil, 1950 (Foto: Ma. Emilia Pugni, 2012). Edificio del Correo de Puerto San Julián, Santa Cruz. Detalle fachada. Arq. José Ma. Spencer,1948 (Foto: Laura Levatti, 2011) globalización comenzaban a hacerse evidentes en Buenos Aires, una necesidad del momento. El proyecto de una sociedad integrada estaba siendo amenazado por la fuerza crecientemente disgregadora de los mercados globales, puesto que la modernidad urbana entendida como proyecto integrador es una opción de la sociedad, pero no una fatalidad inevitable del desarrollo económico. En momentos de cambios tan profundos, las ciudades necesitan desarrollar un replanteo teórico de la lógica de sus espacios, integrando visión del escenario global y realidad propia, para recuperar eficiencia y calidad de vida frente a las nuevas condiciones de la economía. En el escenario local, demasiadas veces la cuestión urbana ignoró los procesos de integración económica global, que comenzaban a impactar sobre las grandes estructuras y los rasgos culturales del espacio urbano y arquitectónico: matriz local del desarrollo urbano, infraestructuras básicas, funciones históricas. Así, las acciones de la reforma urbana sobre los grandes equipamientos e infraestructuras fueron con frecuencia acciones de una sola vez, que al realizarse destruían las condiciones que les habían dado origen. Con la globalización, centro, periferia, hinterland, infraestructuras básicas, áreas residenciales o industriales, cambian de sentido y ganan complejidad, en directa relación con una transformación territorial que al poner en las ciudades los puntos centrales de un sistema de flujos globales --sin que por eso desaparezca el orden territorial pre-existente-- transforma las relaciones heredadas y amplía o recorta las funciones de los centros tradicionales no ya solamente en función de su tamaño o peso económico sino también y especialmente en función de su estrategia de desarrollo frente a los nuevos escenarios.

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La discusión sobre la Modernidad y su crisis recorrió el ámbito académico de la arquitectura y el urbanismo en los años ’70 y ’80. Discusión perdida en la medida en que se internó, con demasiada frecuencia, en los meandros de visiones negativas de la Modernidad, con lo que perdió la posibilidad de prepararse para prevenir -y quizás moderar- lo que se avecinaba: un neoliberalismo acrítico que desarticuló las herramientas de la modernidad y se encontró con una fosilización del pensamiento urbanístico y arquitectónico oficial (en el mismo momento en que necesitaba renovarse). Hoy, como en la gran transformación de fines del siglo XIX, un nuevo ciclo urbano está en plena fermentación, con menos dramatismo aparente pero con una carga aún más terrible de exclusión. El último tercio del siglo XX encontró a la arquitectura y el urbanismo instalados en un academicismo post-moderno, que había dejado atrás las tareas del Movimiento Moderno: valoración del contexto, escala humana, libertad artística, contenido social de la disciplina. Esteticismo que, al abandonar la búsqueda de las vanguardias, se desvinculó de la relación con el entorno (cultural, social, tecnológico, económico, geográfico). En los años ’80, la cuestión del pos-modernismo sacudió el parnaso de la arquitectura y reabrió la discusión. ¿Qué enseñanzas debió dejar la polémica sobre la Modernidad? No solo la constatación de los límites de aquella preceptiva, su definitivo envejecimiento, sino la sospecha o el anuncio, desde fines de los años ’70, de profundos cambios en las necesidades de la ciudad, en la condición de sus habitantes, en sus modos de producción. Modernización de infraestructuras, reclamos de nuevos actores ciudadanos, fueron los elementos que, en todo el mundo, anticipaban la transformación de la cuestión urbana. Hoy podemos ver una continuidad: envejecimiento de una preceptiva, sin duda, pero también actualización de una serie de problemas sociales y culturales. ¿En qué momento la arquitectura consolidó su separación entre discurso y hecho urbano? ¿En qué momento el análisis comenzó a ser más un discurrir autorreferido que una formulación de problemas, prioridades y propuestas para la optimización del funcionamiento de la ciudad (en todas sus áreas de influencia)? En el caso de los edificios públicos destinados a brindar un servicio de atención directa a la población, la preservación e importancia de ese vínculo funcional y simbólico es una cuestión esencial. Así, una serie de cuestiones integran la respuesta a estas preguntas: cuestiones de prácticas profesionales, sin duda, y, también, persistencia de un saber académico habituado a un aislamiento de gabinete, cerrado a las transformaciones territoriales (es decir: geográficas, históricas, políticas) que acompañan a los cambios económicos. Lo que ha llevado, en el caso de las políticas urbanas, a una acumulación de saberes compartimentados (práctica política/ experiencia urbanística/ conocimiento económico), con grandes dificultades para integrar las transformaciones urbanas necesarias y su expresión espacial y formal en políticas públicas explícitas. En la Argentina, la polémica sobre la Modernidad no se relacionó suficientemente con la polémica sobre la Globalización. En menos de veinte años, desde comienzos de la década de 1980 a mediados de 1990, el sistema urbano, en todo el país, consumó varios procesos de profundas consecuencias, signados por el anacronismo y la imitación acrítica de otras experiencias: a) expulsión de sectores productivos, justo cuando las ciudades comenzaban a incorporarse a la apertura de la globalización (primeros años 80); b) desactivación de las infraestructuras públicas de comunicaciones y transporte y tercerización de sus terrenos (primeros años 90), justo cuando empezaba una apertura de la economía que suponía intensa necesidad de comunicaciones de todo tipo, multiplicación de la carga por contenedores y renovación de equipamientos. c) reducción de la gobernabilidad y, en el caso de la Capital, autonomía del ámbito federal, justo cuando en todo el mundo el mayor protagonismo urbano llevaba a ampliar los ámbitos de intervención de los gobiernos (años 90). En ese contexto, los Correos de 1945-1955 aparecen como la última expresión de alcance nacional del Estado modernizador. El último caso, en la Argentina, en que un lenguaje formal se desplegaba por todo el territorio, como expresión de una técnica y vehículo de un servicio

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social. En el caso de los edificios de Correos y Telecomunicaciones es la función misma la que integra profundamente al edificio con el entramado urbano y con el cuerpo social. Cada edificio es un centro de recolección y distribución de correspondencia y encomiendas, un nodo de difusión de información, un ámbito visitado diariamente por decenas o centenares de personas de toda condición económica y social. Así, su localización en la ciudad, su función social y su expresión formal adquieren un sentido y un impacto que supera ampliamente el significado de la arquitectura residencial privada. El lenguaje del Movimiento Moderno en estos edificios introduce otra dimensión. Este nuevo lenguaje no era todavía un estilo sino, como quería Marcel Breuer, una actitud, una forma de vida que abrazaba la obra en su conjunto (programa, técnica, expresión) y transformaba todos los espacios del edificio: accesos, plantas, fachadas, cubiertas. Decenas de oficinas de correos y telecomunicaciones, es decir, centros de recolección y distribución de correspondencia y emisoras de radio, de muy distinto tamaño según los casos, extendieron una red nacional desde el Noroeste hasta la Patagonia, desde la Cordillera hasta la Costa atlántica, ligando pequeñas comunidades y pueblos con las grandes ciudades. Ese conjunto ha resistido más de medio siglo de negligencia historiográfica y más de medio siglo de mal mantenimiento.

Edificio del Correo de Berisso, Buenos Aires. Arq. J. C. Malter Terrada, 1950 (Foto: Constanza Eliggi, 2011)

En el escenario contemporáneo permanece la cuestión del enmudecimiento del código moderno, la presencia de lo pre-moderno como contexto de la ciudad latinoamericana y la realidad de una disciplina forzada a desempeñarse con grandes carencias teóricas frente a problemas que rebasan los límites de su especificidad profesional. Los hechos amenazan con una posmodernidad --en el ámbito de las conductas sociales: desinterés por el futuro, pérdida de confianza en la posibilidad de transformación de la realidad-- inmersa en un universo que nunca llegó a ser plenamente moderno. Esto abre nuevamente el camino de las verdaderas tareas de la ciudad: la modernidad urbana es, ante todo, un proyecto, una construcción. Hoy la subestimación de la Modernidad ha pasado de moda. La debilidad del pensamiento crítico de la Modernidad (señalada, entre otros, por Alain Touraine): suponer la omnipotencia del poder central, el Estado, la clase dirigente, tuvo además, entre nosotros, la falencia de un anacronismo esencial (asistíamos justamente a los inicios de la descomposición del Estado y a la multiplicación de los flujos externos). Desfasaje entre una querella de salón y la verdadera transformación en curso que postergó la necesaria tarea de repensar las funciones de los Estados locales y las transformaciones del dispositivo urbano ante los cambios del escenario global. Una crítica obsesiva del proceso de racionalización, más libresca que impregnada de realidad local, ocupó el lugar de la reflexión. Allí, una verdadera discusión está pendiente todavía. Los elementos técnicos y las herramientas teóricas de la actual transformación comenzaron a construirse en la segunda posguerra, pero las características del desarrollo regional, el peso histórico propio, la densidad o intensidad de los proyectos locales tuvieron durante décadas la fuerza suficiente para impedirles el ingreso. Así, podemos decir que a partir de la segunda posguerra se generalizó en el mundo una apertura: formación de asociaciones transnacionales orientadas a la conformación de nuevas regiones económicas, incremento del comercio internacional, extensión de las comunicaciones y desarrollo de nuevas técnicas de transporte, búsqueda de formas complejas de democracia que adjudicaban nuevas responsabilidades a los ciudadanos, atención a los problemas ambientales y preocupación por el equilibrio ecológico. En el mismo período, en líneas generales, esos temas no integraron la agenda local, dominada por la fascinación de los mercados internos, los fuertes liderazgos políticos, la búsqueda radicalizada de transformaciones sociales de fondo. La irrupción neo-liberal en América Latina durante los ‘80, revela, ante todo, un gran vacío teórico que dificulta casi todas las respuestas. En ese escenario, el cuerpo de edificios de Correos de 1947-55 adquiere un carácter revelador, que espera ser interrogado. Testimonios de una inesperada dificultad para incorporar la complejidad y adaptarse a las demandas y oportunidades de la mundialización mediante mecanismos de superación y renovación. Así, los edificios de Correos parecían albergar un mensaje, piedra de toque que contenía respuestas a preguntas reiteradamente formuladas sobre la cuestión del desarrollo de la modernidad arquitectónica en el país. Hoy esos mismos edificios, en algunos casos ya fuera de función, mantienen esas voces premonitorias, que se han extendido sobre otros elementos de la ciudad.

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Desplazamientos y correspondencias proyectuales. Edificio Movimiento Dr. Arq. Eduardo Maestripieri Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad de Buenos Aires Se ha comentado cómo la Dirección de Arquitectura de la Administración General de Correos encaró una reorganización, con el propósito de implementar un plan de infraestructura edilicia propio. En 1947 el arquitecto Aristóbulo Martínez recurrió a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires para reunir a un grupo de estudiantes de los últimos cursos de la carrera, proponiéndoles su incorporación a esta nueva oficina; los proyectos surgidos de la misma, referentes inevitables de todas las realizaciones posteriores, fueron desarrollados en aquellos años por una nueva generación de arquitectos egresados a fines de la década del ‘40.1 Las prácticas desarrolladas en sus primeros años de inserción en la vida académica y profesional ponen de manifiesto el espesor generacional y la diversidad de las búsquedas y afirmaciones desplegadas, y nos alientan a reorientar la reflexión de la disciplina sobre sus fuentes de inspiración moderna. En la heterogeneidad de las propuestas de aquella prolífica, pero a la vez inacabada cultura arquitectónica, desplegadas en los comienzos de su actuación como principiante generación de arquitectos, es posible percibir prefiguraciones de ciertos problemas y singularidades de la arquitectura moderna y contemporánea. Es evidente que la perspectiva en la que se colocan estas manifestaciones establece las condiciones y posibilidades de la comparación, por lo tanto, pese a la discontinuidad, dispersión y fragmentación de la producción urbana y arquitectónica, el conjunto de obras y proyectos de esta nueva generación, vinculada culturalmente a las realizaciones precedentes de Alfredo Agostini, Mario Roberto Álvarez, el Grupo Austral, Eduardo Catalano, Carlos Coire, Jorge Ferrari Hardoy, Eduardo Sacriste, Jorge Vivanco y Amancio Williams, constituye un episodio significativo de la producción moderna argentina. La secuela de trabajos y reflexiones de las décadas subsiguientes, expusieron algunas de las originales e inéditas actitudes y orientaciones de esta generación inspirada tanto en las enseñanzas y manifestaciones locales de lo moderno, como en las búsquedas cercanas o semejantes de las lozanas generaciones de arquitectos del Viejo Mundo. A uno y otro lado del océano los arquitectos, se regodearon convencidos de que vivían la verdadera edad moderna: que su manera de pensar, sentir y hacer arquitectura era actual, que tenían ideas originales, por saber reconocer e interpretar las fuentes de la arquitectura. Creían vivir en la relativa seguridad de políticas de estado en las que era posible construir y continuar una vía moderna o al menos, contribuir desde la arquitectura a su modernización. Formados en la sensibilidad y la predisposición por lo moderno, se lanzaron a la vida profesional asumiendo, tempranamente alguno de ellos, la profundización, y en algunos casos, la posterior crítica, al producto, en apariencia homogéneo y monolítico, de aquella modernidad arquitectónica, cultural y productiva de la que se creían virtuales herederos y naturales continuadores. Los primeros modernos y modernistas de nuestro medio fueron bastante prudentes a la hora de hacer sus propias aseveraciones; sin embargo, el optimismo constructivo del Nuevo Mundo les permitió ciertas afirmaciones fundacionales. Reaccionaron, en una sociedad conservadora, ante lo que consideraron la decadencia cultural y académica, abordando sus problemas prácticos e intelectuales de una manera claramente optimista y moderna, y, tanto en la arquitectura como en el urbanismo, sus vidas intentaron personificar modos, lógicas o procedimientos racionales de realización, desde instituciones o posiciones personales que creían ausentes de superstición y anacronismos. 1. Ver el artículo de Adriana Collado y la reseña biográfica de los profesionales implicados elaborada por Elisa Radovanovic, en esta misma publicación.

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En la flamante Dirección de Arquitectura no había figuras determinantes y hegemónicas; recién graduados, muchos de ellos no contaban con una experiencia constructiva y un saber técnico especializado. El carácter utilitario y serial del programa arquitectónico definido en el

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Fotografías del Edificio Movimiento en 1956, en el momento de la conclusión de las obras (Fuente: Nuestra Arquitectura, 328-329, noviembre-diciembre de 1956, pp. 43-55)

plan de edificios para el correo y la convocatoria a realizar un trabajo en equipo, —confrontando la capacidad de producción asociada del proyecto como disciplina autónoma, con el arquitecto artista sujeto a reglas compositivas anacrónicas— representaba la oportunidad de demostrar desde una estructura técnica estatal el cambio del paradigma profesional. La arquitectura es en relación a otras prácticas técnicas y artísticas, aquella que menos se presta a excluir la idea de racionalidad. Un edificio tiene que satisfacer criterios pragmáticos y constructivos que circunscriben y determinan la tarea proyectual. La racionalidad de la arquitectura, no depende tanto de la presencia o ausencia de criterios racionales cuanto de la importancia atribuida a la lógica de sentido de las reglas, modos y procedimientos dentro del proceso del proyecto arquitectónico. La razón implica la intervención de una regla, un modo proyectual entre la experiencia directa del mundo y cualquier práctica técnica como es la arquitectura. Esta noción, de que la arquitectura es la aplicación de reglas y lógicas de procedimiento establecidos por el ejercicio de la razón, puede tomarse como la definición más general del racionalismo en arquitectura. El avance del racionalismo en la enseñanza de la arquitectura, la difusión y promoción de los ideales modernos a través de sus mentores y de una sociedad propensa a admitir nuevas representaciones de la vida moderna permiten inferir un ambiente propicio para formular un plan de infraestructuras y obras públicas asociado a un Estado Moderno. La voluntad del Estado de crear oficinas técnicas adecuadas para la producción de infraestructuras para la salud, la cultura, la educación y las comunicaciones generaba orientaciones contrapuestas entre los que se afirmaban en una actitud profesional y pragmática de la arqui-

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tectura y aquellos que sostenían una visión disciplinar de la misma. Dicho de otra manera, entre quienes la entendían en última instancia como una técnica combinatoria de un conjunto reducido de conocimientos autónomos al servicio de una cierta lógica de producción y consumo, y quienes proponían a la arquitectura como forma de construcción de la cultura en un sentido a la vez mucho más amplio y profundo. En nombre de este debate se imponían antinomias irreductibles, afinidades lineales y unívocas entre ideología y arquitectura, se reducían las posibilidades de una reflexión profunda sobre los distintos problemas y se instalaba una mirada sesgada sobre los mismos. Abordar desde la Dirección de Arquitectura un plan de infraestructura edilicia que interprete lo genérico y lo singular, lo contingente y lo constante, las innovaciones y las permanencias constructivas, preceptivas y formales fue un desafío tanto por la magnitud del programa como la extensión del territorio en el que debían desplegarse las diferentes acciones y concreciones. Desde esta perspectiva, el Edificio Movimiento, fue un episodio proyectual previsible en la red de edificios y relaciones tipológicas desarrollados durante esos años.

El Edificio Movimiento fue proyectado en 1949 por los arquitectos Ángel Gallardo, Augusto Gaido, Roberto Páez y Francisco Rossi, aunque las obras se iniciaron recién a principios de 1951; fue concebido como un centro de servicios, especialmente destinado a la flota vehicular de Correos y oficinas diversas. Emplazado en un terreno triangular en la zona portuaria de Buenos Aires y adyacente a una de las dársenas del Puerto Nuevo, el edificio completa un tejido anómalo, de carácter logístico y de servicios, subsidiario de las actividades y movimientos portuarios, y aislado de la ciudad formal. La malograda prolongación de la avenida Pueyrredón sobre las playas ferroviarias existentes y su continuación en una avenida costanera elevada preveía la conexión del edificio con una futura autovía que lo vinculara con el norte de la ciudad. Desafectado hace unos años del patrimonio edilicio estatal, el edificio confirma la calidad constructiva y proyectual. Inmutable a la obra del tiempo, subsiste con un nuevo uso utilitario que no ha alterado su sólida presencia en un tejido extendido en mayor complejidad e informalidad. El proyecto reúne un conjunto de soluciones y respuestas arquitectónicas que simultáneamente se ensayaban en los proyectos de las principales cabeceras de distrito, como Mendoza (1948), Mar del Plata (1950-52) y San Juan (1950-52). El bloque o edificio laminar compacto, acompañado de un basamento diferenciado ya había sido ensayado, tanto como una unidad espacial independiente, como entre medianeras. En este caso, el bloque es un prisma rectangular de doce pisos de altura con una estructura convencional de vigas y columnas que disponiendo de un núcleo asimétrico permite una planta libre destinada a oficinas con circulación lateral. En el cuerpo diferenciado se ubica un importante taller mecánico dedicado a la reparación y mantenimiento integral de los vehículos aplicados a la distribución postal. La reiteración conceptual del uso de la planta libre y la estructura independiente introducen un sistema generalizado que minimiza diferencias precisamente cuando otras soluciones constructivas, aún vigentes a fines de la década del ’40, las habrían maximizado; por ejemplo, las diferencias entre los elementos de sostén, los elementos sostenidos y su punto de unión. Las formas que resultan en el bloque y en el pabellón se acercan más a la abstracción que a las leyes consecuentes con la naturaleza de los materiales empleados y la expresión visual de dichas leyes. La envolvente abstracta inmutable a la obra del tiempo, domina en la elección de los materiales que desaparecen transformados en color, texturas y bajo mantenimiento. La paradoja de este modo proyectual es que, con el fin de satisfacer requisitos constructivos de verdad empírica, la obra se despoja de toda inmediatez de significado. Su propósito es reducir todas las operaciones proyectuales a un mínimo de decisiones relacionadas con el uso dominantemente utilitario del Edificio Movimiento y de todos los edificios vinculados al plan. Esta propuesta reductiva puede ser considerada como un empobrecimiento de los significados encerrados en la convención cultural, sin embargo, ésta no fue la interpretación que le dio el equipo técnico de la Dirección de Arquitectura, donde, por el contrario, la estrategia proyectual adoptada fue interpretada como un eficaz medio para alcanzar una consistente identidad institucional, con un respuesta inmediata, concreta, con un alcance territorial y perdurable.

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Fotografías del Edificio Movimiento en 1956, en el momento de la conclusión de las obras (Fuente: Nuestra Arquitectura, 328-329, noviembre-diciembre de 1956, pp. 43-55) Completa el proyecto un pabellón destinado a cocheras y una estación de servicio. El pabellón, de seis niveles y una capacidad de 600 vehículos, adoptó como solución la generación de una rampa de pendiente ascendente-descendente continua. La atípica estructura, una losa o piso en pendiente continua es la esencia del proyecto del pabellón. La propuesta traspasa los límites del caso particular, brindando una solución de interés general y una respuesta a un problema estructural. Una pendiente promedio del 3% fue adoptada luego de diversos estudios relacionados con la maniobrabilidad, las pendientes aceptables para estacionamiento y la atípica forma del terreno, que obligó a comprimir y modelar la espiral contenida en la forma general del pabellón. El piso en continua pendiente alrededor de un hueco triangular, que define un núcleo de servicio, está determinado por el desplazamiento radial en sentido ascendente o descendente de una generatriz horizontal. La disposición de las columnas permitió liberar el cerramiento de interferencias estructurales definiendo una envolvente continua de suaves curvas que acentúa materialmente la apariencia de movimiento sugerida en el carácter y la denominación general del edificio. La original e inédita propuesta reconoce como antecedente directo el proyecto de la Spiralway (1945) de Eduardo Catalano y Basil Yurchenco. Este proyecto proponía una solución estructural genérica aplicable en edificios industriales, independiente de los requerimientos del programa y del sitio. El bloque y el pabellón definen un conjunto abstracto y autónomo que se recorta en el paisaje urbano de Buenos Aires separándose de su implicación con el entorno inmediato. Los elementos, las partes del conjunto pierden importancia en si mismos, mientras que cobran protagonismo las relaciones entre el edificio y el pabellón. El sentido último del conjunto reside en la forma de esas relaciones, más allá del valor específico de los diversos elementos y el propósito o destino de cada uno de ellos. Desde esta mirada interpretativa, en el Edificio Movimiento, ¿es posible hacer la distinción entre lo abstracto y lo figurativo?; ¿en qué consistiría la figuración o representación arquitectónica? La clave de esa distinción parece estar contenida en la doble acepción que posee la palabra forma en el ámbito arquitectónico. En el primer caso, la forma se identifica con la constitución interna de la obra o proyecto arquitectónico, y alude a la disposición y ordenación general de sus partes, de manera que la forma se identifica con el concepto moderno de estructura. En el segundo caso, la forma se refiere a la apariencia de la obra de arquitectura, a su aspecto y conformación externa, de modo que se convierte en sinónimo de figura.

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La noción de forma como estructura remite a las dimensiones inteligibles de lo arquitectónico y abre la puerta a la concepción abstracta. La noción de forma como figura se refiere a las dimensiones sensibles o perceptibles de la obra de arquitectura y constituye la base de la elaboración figurativa. Este movimiento pendular entre representaciones locales exaltando las particularidades culturales y representaciones arquitectónicas identificadas con valores universales sigue vigente y atraviesa toda la cultura arquitectónica. El Edificio Movimiento parece estar mas cerca de una orientación abstracta y universalista, coherente con un plan destinado a generar una imagen corporativa consistente y perdurable sólo comparable -por su proyección territorial-, a la red de estaciones para el Automóvil Club Argentino proyectada por Antonio Vilar entre 1938 y 1942. La diferencia entre ambos planes es que la orientación propuesta por Vilar, expresada en una materialidad doméstica y regionalista fue claramente figurativa. El procedimiento abstracto orienta el hacer arquitectónico hacia la producción sintáctica, dando prioridad a las reglas y leyes internas de construcción formal de la obra de arquitectura. Esta vertiente apunta hacia la universalidad y la inteligibilidad de la obra de arquitectura. En esta orientación se reconoce al Edificio Movimiento. El interés o la ilusión proyectual se desplaza desde los elementos a las relaciones que se establecen entre ellos y a los principios y modos de diseño o composición arquitectónica que las regulan. En el Edificio Movimiento el interés proyectual se manifiesta en la habilidad en articular en un terreno triangular las relaciones entre el bloque, el pabellón y la estación de servicio. Los aspectos contingentes del sitio, -la abstracta geometría de la parcela- permiten modelar la forma del conjunto edilicio en un armónico contrapunto entre la dura verticalidad del bloque y la sugestiva espiral ascendente que transforma en suaves curvas la horizontalidad del pabellón. El bloque responde con una envolvente discontinua que relaciona las diferentes orientaciones; abierta y transparente hacia el Río de la Plata, opaca hacia el oeste. Este juego entre opacidad y transparencia, con diferentes recursos técnicos y plásticos regula desde las condiciones ambientales y los determinantes del uso la controlada abstracción del bloque. En este modelo proyectual existe una relación causal entre usos y formas en arquitectura. La necesidad interna, -el programa de usos propuesto para el Edificio Movimiento- permite desplazar la analogía y las relaciones con la ciudad como generadora de la forma arquitectónica. Esta noción de uso, propósito y finalidad permite recurrir a un sistema independiente de valores externos estrechamente relacionado a una concepción que considera que en el proyecto no debe haber interferencia alguna de nociones preconcebidas respecto a qué es la arquitectura. Con esta orientación, resulta inevitable asociar el Edificio Movimiento con otras obras precedentes y contemporáneas como el Pabellón Suizo (1930-32) de Le Corbusier, el edificio del Ministerio de Educación y Salud Pública (1936-43) de Lucio Costa, Oscar Niemeyer, Carlos Leao, Ernani Vasconcelos y Affonso Eduardo Reidy; el edificio del Mercado del Plata (1947) de Oscar Crivelli y Jorge Heinzmann y el edificio República (1951) proyectado por los arquitectos Sánchez Elía, Peralta Ramos, Agostini (SEPRA), entre otras. En todas ellas, existen estrategias, recurrencias y adhesiones comunes relacionando el valor de uso con la certidumbre de la forma estructural. No obstante, el concepto de transformación constituyó una relación significativa en las diferentes etapas del proyecto del Edificio Movimiento y la serie tipológica desarrollada para los otros edificios de correo. En cualquier caso, mencionar la transformación implica aceptar el hecho de que siempre partimos de algo preexistente, de algo que, a la vez que se transforma, mantiene algunas invariantes como elementos de continuidad. Definido el tipo como una estructura elemental, como un principio ordenador según el cual una serie de elementos, que gobernados por relaciones precisas, adquieren una determinada estructura, podemos inferir cómo el bloque del Edificio Movimiento se relaciona en el plan con otras obras precedentes y contemporáneas, superponiéndose y fecundándose mutuamente. Esta tensión, este juego recíproco, que es posible establecer con toda la serie de obras, es lo que las convierte en casos ejemplares para la arquitectura moderna argentina, solo comparables con el mencionado plan de estaciones de servicio del Automóvil Club Argentino de Antonio Vilar, las exploraciones tipológicas residenciales y hospitalarias de Wladimiro Acosta, relacionadas con el sistema Helios y el conjunto de seis hosterías proyectadas por Mario Soto y Raúl Rivarola para el plan de infraestructura turística de la provincia de Misiones.

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El Palacio de Correos y Telecomunicaciones de Mendoza

El Palacio de Correos y Telecomunicaciones de Mendoza Mg. Arq. Graciela Moretti Dirección de Patrimonio y Museos, Ministerio de Cultura, Gobierno de Mendoza Universidad de Congreso. Departamento de Arquitectura y Urbanismo

Dentro del conjunto de obras previstas por el Plan Quinquenal del primer gobierno de Perón, el miércoles 31 de octubre de 1951 se inauguró el Palacio de Correos y Telecomunicaciones de Mendoza. La fecha elegida tuvo un doble significado, por conmemorarse el Día Universal del Ahorro y porque en pocos días tendrían lugar las elecciones para elegir presidente y gobernador respectivamente1. La máxima figura que encabezó los actos fue el ministro de Comunicaciones de la Nación, Oscar Nicolini, quien llegó a la provincia acompañado por una delegación de unas treinta personas2. Durante los casi tres años que había demandado la construcción, la obra del correo despertó interés y curiosidad, especialmente el inmenso volumen de líneas modernas que lentamente crecía en la esquina de dos de las arterias más importantes de la ciudad, como lo eran las avenidas San Martín y Colón. Este lugar emblemático situado frente a la iglesia de la Compañía de Jesús, había albergado hasta hacía poco los denominados Baños de la Exposición3. Para ese entonces Mendoza contaba ya con una producción relevante de edificios racionalistas. Desde mediados de la década del treinta habían sido proyectadas por los hermanos Manuel y Arturo Civit, significativas obras impulsadas por los gobiernos conservadores. Entre ellas las Casas Colectivas, las escuelas Videla Correas y Urquiza, el Hospital Central y el balneario Playas Serranas. Hacia 1940 un nuevo edificio moderno se instaló sobre la avenida San Martín. Se trató de la sede central del Automóvil Club Argentino, obra del ingeniero y arquitecto Antonio U. Vilar, que se enmarcó dentro del Plan ACA – YPF suscripto en 1935 entre las instituciones.

El Palacio de Correos y Telecomunicaciones al momento de su inauguración en octubre de 1951 (Fuente: Revista de C y T, 169-70-71, set-oct-nov. 1951, p. 7)

1. Las elecciones fueron el 11 de noviembre de 1951 y en éstas votaron por primera vez las mujeres. 2. Juan Domingo Perón no asistió a la inauguración del correo por cuanto ese mismo día iniciaba una licencia por razones personales. Los Andes, Mendoza, 31/10/1951, p. 3. 3. Los Baños de la Exposición ocuparon un gran predio definido por las calles San Martin, Colón, 9 de Julio y Pedro Molina de la ciudad de Mendoza. Fueron inaugurados como Feria Inter-Provincial y luego las instalaciones se adaptaron como Baños Públicos. Participó de su apertura el presidente Julio A. Roca cuando acompañó la llegada del primer ferrocarril a la provincia el 7 de abril de 1885. Al demolerse las construcciones de los Baños se subdividió el predio en dos, donando el Municipio de Capital al Estado Nacional la porción norte de acuerdo con las dimensiones y proporciones solicitadas, consistente en una manzana completa de 60 x 100 metros. “El edificio de Correos y Telecomunicaciones de la ciudad de Mendoza”, en Revista de Arquitectura, 364, Buenos Aires: SCA, enero 1952. Ponte, Ricardo. Mendoza Aquella ciudad de barro. Mendoza, 1987.

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Pero el edificio del correo que se había levantado tenía otra escala. Se trataba de una obra monumental, con un programa funcional complejo e inédito para ese tiempo y con una resolución plástica diferente a la que tradicionalmente caracterizaba el paisaje urbano de la ciudad. Cada uno de estos aspectos fue destacado por la prensa local que cubrió la noticia de la inauguración de la sede del 8° Distrito del Correo, como se denominó en aquel momento a la sucursal de Mendoza.

Autoridades encabezadas por el ministro Nicolini (centro) ingresan al Palacio de Correos para la inauguración el 31/10/1951 (Fuente: Revista de C y T, 169-70-71, set-oct-nov. 1951, p. 11)

4. El ingeniero Miguel Monserrat fue el director estructural de la obra. Trabajaba para la Empresa Crocco Construcciones, firma ganadora de la licitación que incluyó además de la obra civil la realización del cálculo sismorresistente. Debido a una modificación funcional surgida durante la obra se debió recalcular la estructura e incorporar elementos no previstos inicialmente. Fuente: Entrevista de la autora al ingeniero Monserrat, Mendoza, agosto de 1999. 5. En diario Los Andes, Mendoza, 28/10/1951. 6. El mural más importante de los tres que realizó el artista, situado sobre la pared sur del hall, sufrió en 2011 un grave daño debido a una fuga de vapor por la rotura de un conducto de la calefacción central. Desde 2012 la Dirección de Patrimonio y Museos de la provincia, con el asesoramiento de especialistas de la nación ha encarado, dado el valor artístico e histórico del mural (8,20 x 6,00 metros), acciones tendientes a su pronta restauración. 7. Por esos días también se encontraba de licencia el gobernador de Mendoza, coronel Blas Brisoli. 8. Recién en la década de 1980 se reemplazó la antigua construcción de la esquina de General Paz y Chile, aquella que alberga actualmente a la Sucursal N° 1 del Correo.

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Representantes de los medios gráficos y radiales visitaron las instalaciones del correo el sábado previo a la inauguración; oficiaron de anfitriones y condujeron a la comitiva el Jefe de Propaganda de Correos Amadeo Dell´Acqua y el Jefe del 8° Distrito, Domingo Funes, quienes anticiparon los aspectos funcionales de cada edificio de la manzana. Participó también el ingeniero Miguel Monserrat4, quien en nombre de la empresa constructora explicó los detalles técnicos. La prensa en su edición del día siguiente destacó que “tan perfecta distribución de instalaciones tendrá el complemento de un moblaje adecuado en el que resalta tanto el sentido estético como la modernidad de su diseño, como la utilidad funcional procurada sin restar comodidad al funcionario y empleado”5. Los visitantes quedaron sorprendidos por tres murales de gran tamaño y riqueza de colores que se encontraban distribuidos en las diversas paredes del hall de recepción. Habían sido realizados por el propio Dell´Acqua con la técnica del mural en seco y contrastaban con las líneas sobrias y vanguardistas de la arquitectura. En dos de los murales, el artista plasmó escenas que reflejaban la historia de Mendoza y la historia del correo en la región6. El tercer mural representaba, a través de figuras femeninas, las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas. A los visitantes les llamó también la atención la presencia de cabinas individuales de teléfono público, situadas en el entrepiso y balconeando sobre el hall porque “al ingresar en ellas se accionaba automáticamente un pequeño ventilador y se encendían la iluminación difusa”. Sin dudas era toda una novedad para la época. Para interiorizarse de las características del edificio, el Ministro Nicolini quiso visitarlo también. Lo hizo en compañía de un grupo de colaboradores que formaban parte de la comitiva que llegó a la estación Mendoza el lunes 29 de octubre donde lo esperaba el vice gobernador de Mendoza en ejercicio del Poder Ejecutivo, Rodolfo Schmidt7. Nicolini destacó la obra por su “modernidad estética y funcional”. El ministro luego de haber conversado con los nuevos empleados que se incorporarían a la institución, se dirigió al antiguo edificio del Correo que funcionaba en una casona en malas condiciones8. Allí manifestó su satisfacción por haber contribuido su Ministerio a resolver tanto el problema edilicio como de servicios. Ese mismo día en horas de la tarde, Schmidt recibió a Nicolini en la Sala de la Bandera de los Andes, en Casa de Gobierno. El vicegobernador le expresó al Ministro el agrado del gobierno provincial por la concreción de esta obra que iba a contribuir al “embellecimiento arquitectónico de la ciudad dando a la vez solución al problema de las comunicaciones”9. Esa jornada culminó con una cena privada ofrecida por las autoridades provinciales a las nacionales en el Plaza Hotel, frente a la Plaza Independencia. Dos días más tarde, el único orador en la inauguración, luego de la bendición realizada por Monseñor Buteler, obispo en ese tiempo de Mendoza y Neuquén, fue Nicolini10 quien remarcó ante el público los valores funcionales, arquitectónicos y fundamentalmente el avance cierto que en materia de telecomunicaciones provocaría la puesta en marcha del correo mendocino. En un momento se apartó del discurso para agradecer al constructor, a los proyectistas, a los técnicos, artistas y obreros “por el empeño con que habían concretado la monumental obra”. Algunos de ellos estaban allí, ya que habían llegado especialmente invitados. Entre estos el arquitecto Aristóbulo J. Martínez, director de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones y dos miembros del equipo proyectista, el arquitecto Agustín Bianchi y el ingeniero Antonio Clot11. El acto fue transmitido por LRA y la Red Argentina de Radiodifusión y como una de las notas salientes, la prensa destacó al día siguiente el envío de sendos telegramas al presidente Perón y a Eva Perón, respectivamente, agradeciéndoles la obra. El director de Comunicaciones de la Nación José Noto fue el encargado de enviar los mensajes. Un dato curioso para la época fue que al inaugurar las cabinas telefónicas públicas del edificio, Evita recibió un llamado entran-

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do de este modo en contacto con la provincia de Mendoza. Finalmente las autoridades presentes prometieron la instalación de 20 mil nuevas líneas telefónicas en Mendoza. A mediados del S. XX Argentina demostró a través de obras como la inaugurada en 1951 el modo en que el Estado comenzaba a modernizar las instituciones públicas, a brindar un servicio eficiente y funcional. La puesta en marcha del nuevo correo en Mendoza permitió que el circuito de la correspondencia, recepción, curso y entrega, se mejorara ostensiblemente para lograr su principal objetivo: el de cumplir el servicio encomendado en el plazo estipulado12. El edificio se transformó en el cerebro donde se desarrolló la logística en la recepción y distribución de cartas a los 18 departamentos de la provincia, en un tiempo donde la correspondencia escrita tenía un valor primordial en la comunicación13. Además de la función propia que le dio origen, el correo de Mendoza es el centro principal de distribución de urnas y recepción de votos para las elecciones, ya que el Correo Argentino es la herramienta que el Estado determinó para llevar adelante la logística de los actos electorales. Por este motivo el edificio alberga en forma permanente la sede de la Junta Electoral14.

Monumentalidad, Expresividad y Funcionalidad El conjunto del correo de Mendoza está definido por las calles San Martín al este, Colón al norte, 9 de Julio al oeste e Infanta Mercedes de San Martín al sur. El perímetro completo está edificado con una serie de construcciones contiguas pero independientes y de diversas alturas que dejan libre el corazón de la manzana para el patio de maniobras, espacio necesario para el libre ingreso y egreso de la correspondencia. Las construcciones más relevantes tanto por su escala como por su función son los edificios articulados en forma de L que definen la esquina de las avenidas San Martín y Colón. A pesar de la diferente resolución plástica que los arquitectos imprimieron a cada una de las fachadas, en ambos casos los pabellones están apoyados sobre pilotis. Esta columnata, como otras piezas que se aprecian en la obra, remiten al repertorio formal de Le Corbusier, cuya influencia es notable. La presencia de los courtin wall o muros cortina, los parasoles de hormigón armado, las

9. A principios de la década del cincuenta ya se habían iniciado varios de los proyectos del Plan Quinquenal impulsados por la Fundación Eva Perón. Entre, entre ellos, el Hospital de Niños, actual Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo, la Escuela Hogar 17 de Octubre, actual Eva Perón y los barrios para obreros. También la Casa de Gobierno. Como parte de las actividades realizadas esa semana Nicolini recorrió las dos primeras obras mencionadas, que se encontraban en construcción. 10. “Mendoza necesitaba un edificio de correos adecuado a sus exigencias efectivas. (…) pero la imponencia arquitectónica del nuevo edificio ha respondido también, aparte de su necesidad a otros motivos que se ligan a la simpatía y el interés con que el aludido funcionario dio a esta tarea creadora, con el concepto central de contribuir en esta forma a exaltar la belleza edilicia y arquitectónica de la ciudad”. “Hoy se inaugura el Palacio de correos”, en Los Andes, Mendoza, 31/10/1951. 11. Otras autoridades nacionales presentes en la inauguración fueron el Director de la Casa de Moneda, el Presidente de la Caja de Ahorro Postal, directores y jefes del Ministerio de Comunicaciones. “Se inauguró ayer el Palacio de Correos”, en Los Andes, Mendoza, 1/11/1951). 12. Domínguez Esquivel, José A. Procesos operativos de correos. Personal laboral fijo. Temario volumen II. Sevilla: Editorial MAD, 2006; p. 143. 13. A poco de inaugurarse el de Mendoza, el circuito se fortaleció con la apertura de los modernos correos de San Rafael, General Alvear y Villa Atuel, en el oasis sur mendocino, del correo de Campo los Andes, en el valle de Uco y de los correos de San Martín y Rivadavia en la zona este. (véase fichas anexas en la edición digital que acompaña esta publicación).

Vista de la fachada sobre la Avenida Colón (Foto: G. Moretti, 2013)

14. Se consultó la página: http://www. correoargentino.com.ar/electorales el 20/02/2013.

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Planimetrías del Correo de Mendoza relevadas del proyecto original de los arqs. Vidal y Bianchi, de mayo de 1948. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) plantas libres y terrazas planas y el remate escultórico del tanque de agua, confirman la adhesión de los proyectistas a los postulados del arquitecto suizo. En algunos casos la inserción en la obra de alguno de estos elementos se debió a meras razones formales, pues no respondían a necesidades estructurales. Fue el caso de los pilotis, piezas que sólo reciben cargas verticales y no absorben cargas sísmicas15.

15. Esta explicación fue aportada por el ingeniero Monserrat, señalando además que las columnas “fueron zunchadas y armadas con hierros del 25 con estribos muy reforzados”. Entrevista citada. 16. Cada módulo de carpintería de aluminio llegó “perfectamente embalado y con sus vidrios colocados”. Idem. 17. “El edificio de Correos y Telecomunicaciones de la ciudad de Mendoza”, Op. Cit., p. 23. 18. El Correo Argentino depende desde su re-estatización de la Secretaría de Comunicaciones (SECOM), organismo bajo la órbita del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.

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El edificio más relevante por su monumentalidad y expresividad es el situado sobre la avenida San Martín; corresponde al pabellón principal del conjunto compuesto por un basamento y seis niveles superiores. La fachada tiene un desarrollo continuo abarcando la totalidad del frente de 60 metros. En la planta baja de doble altura se encuentra el hall de atención al público, al que puede accederse por medio de unas escalinatas debido a la elevación del nivel tanto por San Martín (ingreso principal) como por Colón (secundario). En este salón se destacaron desde los inicios las pinturas murales de Amadeo Dell´Acqua y el conjunto escultórico de Mario Arrigutti. A partir del segundo nivel el pórtico de hormigón armado de la fachada principal se oculta detrás de un courtin wall que fue encargado a una fábrica de la India16. En el extremo norte del bloque se ubicaron las circulaciones verticales (dos ascensores y una escalera) y el núcleo de sanitarios. En los niveles superiores de la torre originalmente estuvieron las áreas administrativas y especiales. El esquema consistía en una larga circulación al oeste y los locales al este. El jefe del distrito tenía su oficina en el primer piso y en el segundo se ubicaba el gran salón para el telégrafo. Una serie de aulas, sala de conferencias y biblioteca se ubicaban en el tercer nivel. Del cuarto al sexto se dejaron las plantas libres para ubicar las oficinas que la Compañía de Teléfonos fuera requiriendo. En la terraza y como remate del conjunto se construyó un inmenso tanque de agua con capacidad para 60.000 litros. Por su volumetría sinuosa y su revestimiento de mosaicos venecianos de color azul, se transformó en un ícono del perfil de la ciudad17. Desde hace algunos años el correo sólo ocupa hasta el 3° piso del edificio18. En el 4° nivel se encuentra la Secretaría Electoral de la Nación. Actualmente en las dos últimas plantas funciona la carrera de Arquitectura de la Universidad de Congreso, institución que celebró en

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Vista del ingreso principal sobre la Avenida San Martín (Foto: G. Moretti, 2013)

Escorzo de la fachada principal del edificio sobre la Avenida San Martín (Foto: G. Moretti, 2013)

2010 un contrato de locación por diez años, prorrogable, con el Correo Oficial de la República Argentina. En la volumetría del bloque ubicado sobre la avenida Colón, pabellón que ocupa casi en su totalidad desde 1998 la Universidad de Congreso, se advierte también una diferencia entre el basamento y los niveles superiores. La planta baja es continua y ciega en todo su desarrollo. Está articulada por la columnata revestida en placas de mármol travertino, al igual que el muro19. La mayor riqueza constructiva está dada por la presencia, sobre la fachada que mira al norte, la de mayor asoleamiento, de los parasoles de hormigón colado in situ. Estos elementos marcan el ritmo de la fachada y a la vez la identifican. El núcleo húmedo y de circulación se ubicó en el extremo oeste, generando un esquema análogo al del otro edificio, con la circulación volcada hacia el sur, mirando al patio interno y los locales orientados al exterior, en este caso al norte. Completando la volumetría de la manzana, el perfil urbano se definió por medio de dos cuerpos bajos también articulados con una resolución plástica de mayor sencillez, sin revestimientos de mármol ni parasoles. Originalmente los ingresos vehiculares se realizaban por 9 de Julio, a través de una doble rampa de acceso que se transformó en cocheras. El ingreso de vehículos hacia el patio de maniobras se ha concentrado sobre calle Infanta Mercedes de San Martín. En este sector del correo, además de las actividades internas, funciona en un local cedido por la institución, el Centro Filatélico y Numismático de Mendoza que ocupa un espacio con acceso independiente por calle 9 de Julio.

El valor patrimonial arquitectónico y simbólico del Correo de Mendoza El Palacio de Correos y Telecomunicaciones de Mendoza constituye un símbolo urbano de la arquitectura Moderna en la provincia. De enorme valor histórico por el momento político en el que fue concebido y de gran valor arquitectónico por su diseño y funcionalidad, la obra se

19. Estas tareas fueron realizadas en los propios obradores de la empresa constructora, que se proveyó en este caso de una firma local. Véase: Publicidad firma Granybron. En Los Andes, Mendoza, 31/10/1951, p. 3.

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ha convertido para los habitantes y turistas que lo utilizan, recorren y circundan en un referente urbano e icónico de la ciudad. Por su coronamiento escultórico, su silueta se transformó en el remate visual de la Ruta Nacional N° 7. A su vez junto con la iglesia situada en la esquina opuesta, el conjunto aparece como el portal de ingreso virtual al microcentro de Mendoza. Los jesuitas a la derecha y el correo a la izquierda reflejan al mismo tiempo una dualidad entre tradición y modernidad, rasgo que caracteriza el paisaje urbano mendocino, un paisaje cultural que se complementa a su vez con la arboleda presente en todas las calles de la ciudad a modo de pantalla unificadora y de protección ambiental de la arquitectura. Al mismo tiempo, el conjunto es uno de los casos más relevantes del patrimonio moderno de la provincia, y también del país por formar parte de la producción arquitectónica estatal. Aquella que impulsó el mejoramiento de las comunicaciones brindando un servicio eficiente por medio de edificios concebidos con tal fin. Los cambios institucionales y jurisdiccionales, sumados a las consiguientes transformaciones funcionales provocaron un deterioro del conjunto en su totalidad. Por ello a más de seis décadas de su inauguración la manzana del correo requiere la implementación de una puesta en valor que proteja con un criterio integral cada uno de los componentes característicos. Estas acciones deben incluir la restauración y conservación de las envolventes externas de cada pabellón, incluyendo a sus elementos significativos: carpinterías, parasoles y tanques de agua. También los espacios interiores y los murales del hall que identifican los ambientes públicos y reflejan por medio de artísticas escenas la historia de Mendoza y de las comunicaciones de la región.

Mural de Amadeo Dell’Acqua, representando escenas de la historia regional (Foto: Favre, 2008)

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Fragmentos de un proyecto moderno. El Correo de Santa Fe

Fragmentos de un proyecto moderno. El Correo de Santa Fe

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Mg. Arq. María Martina Acosta Dra. Arq. María Laura Tarchini Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad Nacional del Litoral. Anclado entre el puerto y el centro comercial de la ciudad de Santa Fe, el Edificio de Correos y Telecomunicaciones constituye un hito urbano de extraordinaria calidad arquitectónica y emblemático carácter monumental, un fragmento del proyecto moderno que guarda su memoria y expone los ideales de un modelo político. Inaugurado el 25 de mayo de 1959, el edificio forma parte de la vasta serie de edificios de correos proyectados y construidos por la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Comunicaciones de la Nación en el marco de los dos planes quinquenales del gobierno de Juan Domingo Perón. Una serie de edificios que debía construirse a lo largo y ancho del país instaurando la imagen de un Estado moderno y eficiente, que se apropia y reformula los elementos de la arquitectura moderna de matriz corbusierana ensayando a partir de unas pocas tipologías múltiples posibilidades que responden a intencionalidades proyectuales, a la jerarquía de la localidad de emplazamiento y las condiciones de producción. Si en el plano nacional el edificio se presenta como un eslabón ineludible de la notable serie de correos modernos, la ciudad albergará desde entonces una obra que, como pocas, condensa ideales disciplinares, posibilidades técnicas y voluntades políticas. El largo proceso desde el momento en que se plantea la necesidad de ampliar las viejas oficinas ubicadas en el Barrio Sur hasta la inauguración a fines de la década de 1950, los vaivenes en las decisiones y el debate respecto de la ubicación del nuevo edificio, exponen no sólo los desacuerdos institucionales sino también la deriva de una ciudad que ha tenido una relación conflictiva con sus bordes. Un vínculo que encuentra posibilidades de resolución con la actual reconversión portuaria en un área que conjuga diversas funciones urbanas pero que al mismo tiempo exhibe la decadencia del edificio frente a las nuevas construcciones y revela la falta de acuerdos sobre su uso y puesta en valor.

El edificio en el contexto de la obra pública En los inicios del siglo XX el Correo de la ciudad funcionaba en un edificio bajo, construido para tal objeto por la Dirección Nacional de Correos y Telégrafos en 1904. Este edificio reemplazaba a una vieja casa cuya capacidad se había visto desbordada debido al crecimiento demográfico y al desarrollo comercial e industrial de la ciudad. Sin embargo, a poco de comenzar a funcionar se advirtió lo inadecuado de las instalaciones para hacer frente a los servicios que requería la ciudad. En apenas dos décadas se hacía necesaria una ampliación y ya para 1930 la prensa hizo notar la obsolescencia del viejo edificio criticando por añadidura una ubicación que no se condecía con el crecimiento urbano. En efecto, en consonancia con un acelerado proceso de modernización institucional, la ciudad construyó su imagen moderna alejándose del Barrio Sur y la plaza española, y acercándose al área de comercio, al puerto y al ferrocarril. En este sentido deben interpretarse los desarrollos, producidos durante la década de 1930, de las primeras casas racionalistas en el boulevard Gálvez, la implantación de las escuelas como enclaves de progreso en los barrios, y la construcción de edificios públicos paradigmáticos como la Municipalidad, el Cuartel de Bomberos, el Ministerio de Agricultura y Ganadería y la Cabina del Control Caminero. Es en este contexto del gobierno provincial de Manuel María de Iriondo, caracterizado por la ejecución de una importante obra pública, que se darán las primeras iniciativas para la construcción de una

Correo de Santa Fe: acto de colocación de la piedra fundamental, 14 de abril de 1955 (Fuente: Revista de C y T, 211-12, pp. 29 a 31)

1. Este texto tiene como base la investigación realizada por un equipo de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL dirigido por Adriana Collado y con la participación de las autoras.

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Planimetrías del Correo de Santa Fe, relevadas del proyecto original de Spencer y Finkbeiner, de noviembre de 1954. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) nueva sede para el correo, abriendo el debate entre gobierno municipal, gobierno provincial y autoridades nacionales acerca de la ubicación del edificio. A principios de 1939 el Director de Correos y Telégrafos junto a funcionarios de la Dirección Nacional de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, inspeccionaba posibles terrenos ubicados en las cercanías del centro comercial. El primero de ellos era de propiedad municipal, pero su ancho limitado entre medianeras lo tornaba inadecuado. El segundo, una manzana perteneciente a la Provincia, formaba parte de los terrenos ganados al río durante la construcción del nuevo puerto y se encontraba ocupada por galpones en los que se preveía levantar la nueva estación de ómnibus2. A pesar del interés suscitado por esta visita y la visible necesidad de concretar el proyecto, el tema continuó postergado todavía durante toda la década del 1940. La llegada de Juan Domingo Perón al poder y la puesta en marcha del Primer Plan Quinquenal (1947-1951) permiten vislumbrar un desenlace para la construcción del nuevo edificio. Es a partir de este momento que la obra pública cobra una importancia extraordinaria, por lo que se esperaba que finalmente se llegara a un acuerdo entre las distintas instancias de gobierno. Los desacuerdos respecto de la asignación del terreno dilataban las gestiones y la efectiva decisión de comenzar la construcción de la nueva sede. Finalmente en 1948 la Provincia cede a la Administración Nacional de Correos una fracción del Parque Alberdi que había sido recientemente rediseñado y constituía una amplia franja verde que separaba la ciudad del puerto. Para este momento la Dirección de Arquitectura ya había puesto en marcha el vasto plan de construcción de Correos no sólo en las mayores ciudades del país sino en innumerables pequeñas ciudades y pueblos del interior.3

2. Se trata de la manzana delimitada por las calles Salta, 25 de Mayo, Mendoza y Av. 27 de Febrero, donde actualmente el gobierno provincial construye el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorio de Santa Fe (CEMAFE). 3. Ver el trabajo de Adriana Collado en esta misma publicación.

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El plan de obras de Correos representa un caso notable de planificación y de voluntad identitaria, en el que el Estado adscribe a una imagen fuerte, inequívocamente ligada a la modernidad y a la eficiencia. En la escala nacional del plan impone la objetividad en la resolución de los problemas, abordando el proyecto como una serie en el que deberán resolverse tanto los aspectos simbólicos como los problemas técnicos, atados a las singularidades locales. En este sentido los edificios de Correos no escapan al velado debate de los años ´50, en su alejamiento de la racionalidad blanca de los años ´30 y en sus referencias al modelo dominante de la posguerra, el internacional style. El proyecto de José María Spencer y Walter Finkbeiner

Fragmentos de un proyecto moderno. El Correo de Santa Fe

El Correo en construcción. La foto ilustraba una nota en la que se discutía la orientación del edificio respecto de la ciudad (Fuente: El Litoral, Santa Fe, 16/10/1956) para el Correo de Santa Fe no escapa a estas premisas, pero lejos de constituir una suma de clisés, configura una volumetría pregnante que resuelve al mismo tiempo la escala del objeto arquitectónico y la escala urbana.

Entre el tipo y la singularidad “Tanto interior como exteriormente se ha tratado de lograr una permanente continuidad espacial mediante el uso de grandes superficies vidriadas, como en el hall público y en las oficinas orientadas favorablemente así como en las fachadas resueltas como un aventanamiento continuo /.../ A la fachada oeste del monoblock le presta carácter un casetonado fijo de hormigón revestido en veneciano vitrificado calculado para proteger de la inclemencia solar y que se opone fuertemente a la otra fachada resuelta como una superficie de carpintería metálica continua, cuyo ritmo severo quiebra la ondulante cubierta de las bóvedas cuyos paramentos exteriores han sido decorados con motivos abstractos resueltos en cerámica vitrificada...”4 El edificio ocupa completamente la manzana cedida por la Provincia, delimitada por la Avenida 27 de Febrero, calles Mendoza y Rivadavia y Cortada Falucho. Sobre la calle Rivadavia se ubica un cuerpo bajo destinado a los servicios, en tanto que sobre la avenida -frente al puerto- se proyecta el cuerpo principal, destinado a las oficinas y otras dependencias, organizado en un basamento que rearma la manzana y una placa que otorga monumentalidad y carácter al edificio. Este cuerpo principal -frente al puerto- constituye la fachada urbana del Correo aún cuando su orientación fue histórico motivo de debates. Si en términos generales el edificio presenta una inconfundible unidad, dada por su escala, cada volumen, cada fachada y cada planta presentan una resolución particular, componiendo diversos contrapuntos y un sutil equilibrio entre las necesidades simbólicas, funcionales y técnicas. En efecto, el edificio se resuelve de acuerdo a criterios racionales de eficiencia y rendimiento, ya sea en la gradación en la intensidad de usos desde la planta baja hacia el último nivel, como en la definición formal y espacial. El basamento, que comprende la planta baja y el primer nivel, contiene una amplia zona de atención al público y el área destinada a la recepción, administración y despacho, así como

4. “Obra para el Correo”, en Nuestra Arquitectura, 366, mayo de 1960, p. 30.

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Vista de la fachada principal del Correo de Santa Fe, sobre la Avda. 27 de Febrero y su entorno (Foto: M. M. Acosta, 2013) diversos servicios y mantenimiento. El espacio para la atención al público de la planta baja se vuelca sobre la Avenida 27 de Febrero, ocupando una amplia planta libre ritmada y modulada por la estructura de pilotis. La fachada, completamente transparente en tres de sus lados, prolonga el espacio hacia la avenida, contrastando con el cierre de las áreas técnicas en la parte posterior. El primer nivel del basamento contrasta con las superficies acristaladas, resolviéndose en un profundo brise-soleil revestido en cerámica vitrificada (venecita) sobre la avenida y -en las fachadas laterales- un ritmo de ventanas de hierro cuya parte baja se cierra con chapa acanalada, configurando uno de los recursos técnico-formales más característicos del edificio. La transición entre este fuerte basamento y la volumetría de la placa está dada por un volumen atípico que contenía un bar-comedor, la escuela de telegrafistas y una amplia terraza que, aunque accesible, no se encuentra planteada como posible expansión. El espacio destinado al comedor se resuelve de un modo singular, incorporando la cubierta abovedada y los murales no figurativos en la fachada realizados con cerámica vitrificada. Así, este nivel adquiere un valor plástico que contrasta con la volumetría de la placa, que apuesta a una composición más rígida y sin embargo sutilmente puesta en cuestión por algunas resoluciones formales que transgreden su uniformidad. La placa se recede brevemente en este nivel, exponiendo la estructura de columnas, lo que al mismo tiempo permite enfatizar la contundencia de su volumetría. Funcionalmente contiene las oficinas de administración -contaduría, archivo, inspección- los despachos de dirección en el 5to. piso, un nivel destinado a la obra social de los empleados con consultorios en el 6to piso, las dependencias de la Radio Nacional en el 7mo. y dos viviendas para los directores en el último nivel. La resolución de esta heterogeneidad de funciones expone la eficiencia de un proyecto que acepta con seguridad el mandato moderno, conjugando las exigencias funcionales con el necesario carácter público del edificio. Las diferentes plantas se resuelven entonces en función de las actividades que deberán albergar, desligándose así de un posible mandato ideológico: la estructura de pilotis que se

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Fragmentos de un proyecto moderno. El Correo de Santa Fe

Fachada posterior y servicios; vista desde el centro de la ciudad. En el fondo, la zona portuaria (Foto: M. M. Acosta, 2009) muestra expresivamente en la transparencia de la planta baja, se expone nuevamente o se esconde en los distintos niveles siguiendo la lógica de la función. La planta fija un núcleo duro en su parte sur, constituido por el bloque de circulaciones -ascensor, escalera y montacargas-, los sanitarios y un office. El resto de la placa se organiza con mayor libertad en cada nivel: en tanto el tercero y cuarto presentan una planta libre, el resto se muestra extremadamente compartimentado, algo que se acusa particularmente en el piso destinado a la obra social y consultorios5. Sin embargo, cada fachada presenta una unidad notable, enfatizada por una composición que se conjuga con las opciones materiales. Sobre la avenida la continuidad horizontal del aventanamiento es enfatizada por los cerramientos de chapa ondulada, que conforman la fachada y le otorgan su imagen de modernidad industrial. La fachada posterior, en cambio, obtiene su unidad de la condición masiva del excepcional brise soleil revestido en venecitas y de las persianas de aluminio agregadas años más tarde. Aquí, la isotropía apenas se ve alterada por un cambio en el tratamiento de las oficinas destinadas a los directores en el 5to. piso, estableciendo un punto de interés que altera y destaca la uniformidad de este frente al oeste. Las chapas onduladas, las venecitas, -turquesas en el brise-soleil del oeste y en el tanque, rosadas en el frente y coloridas en los murales- el aluminio, conforman una resolución excepcional que en su repetición otorga la necesaria escala urbana a las formas puras de la máquina. Pero por otro lado la materialidad es cuidada al interior en cada detalle. En las áreas de atención al público los pisos están constituidos por grandes placas de mosaico granítico con juntas de bronce; en las oficinas alternan los mosaicos graníticos con el linóleo, una incorporación moderna por excelencia; los enormes ventanales realizados en hierro poseen un sistema de apertura de contrapesos incorporados en los marcos; las persianas del frente oeste y sus anclajes están fabricados en aluminio extruido; los radiadores alimentados por la caldera central recorren todo el edificio: así se conforma un conjunto esmerado de soluciones que expresan el lugar central de la obra pública en el proceso de modernización social y la utilización del repertorio moderno como instrumento válido de representación de la arquitectura del gobierno peronista.

A un año de su inauguración, Nuestra Arquitectura destaca el diferente carácter de las fachadas (Fuente: Nuestra Arquitectura, 366, mayo 1960)

5. En algunos niveles las resoluciones espaciales son notablemente pragmáticas. Llama la atención una definición bastante rígida de los espacios funcionales que se diferencian incluso en los colores y tipos de pisos de los locales.

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Detalle del brise-soleil revestido en venecitas en la fachada oeste. Las cortinas de aluminio son posteriores. Ingreso sobre Avenida 27 de Febrero. Basamento, segundo nivel –atípico- y base de la placa (Fotos: M. M. Acosta, 2009)

El estado de conservación del edificio El edificio como voluntad de las formas abstractas de la vanguardia moderna y expresión de los avances realizados en el campo de la técnica y los materiales muestra un avanzado estado de deterioro que pone de manifiesto la fragilidad de muchas resoluciones arquitectónicas de la época. La convivencia de tecnologías industriales y tradicionales, la superposición de elementos prefabricados, seriados y repetitivos como los perfiles metálicos, las chapas plegadas y los paños de vidrios, junto a componentes tradicionales como el ladrillo, la piedra y la cerámica expresan algunas de las tensiones en el tratamiento material del edificio. También es necesario atender variables funcionales a partir del repliegue de la actividad postal y privatización del servicio en la década de 1990, proceso que llevó a la paulatina subocupación del edificio y derivó en notables deterioros que atentan contra la integridad del mismo, ya sea por el abandono y falta de uso de un alto porcentaje de la placa de oficinas como por la intensidad de actividades desarrolladas en algunos sectores de los niveles inferiores cedidos por convenio a reparticiones públicas del gobierno provincial. Sin embargo debe considerarse que la “incapacidad de envejecimiento”6 con la que ha sido acusada la arquitectura moderna deriva de cuestiones más profundas que aquellas vinculadas a las duraciones implicadas en los materiales, los usos y la falta de mantenimiento. La arquitectura moderna en sus intencionalidades y fundamentos se enfrenta radicalmente con la pátina del tiempo propia de la edilicia histórica, reclamando una vocación purista surgida de la estética de la máquina y sus posibilidades de asepsia.

6. Scalvini, Maria Luisa. “Il nuovo di ieri”, en Domus, 649. Milán, abril de 1984; pp. 6 a 9.

La preocupación por la recuperación del pasado y la memoria característica de los proyectos urbanos de las últimas décadas hizo que el edificio, luego de años de abandono, fuera objeto de atención y discusión en la agenda política local. En el año 2009 la Municipalidad de la ciudad de Santa Fe exploró posibilidades de refuncionalización de las áreas no utilizadas del edificio sin que las gestiones pudieran concretarse debido a conflictos de propiedad sobre el inmueble y falta de financiamiento. Sin embargo dicho proceso dio lugar a un trabajo de relevamiento y diagnóstico por parte de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL7 que puso de manifiesto que el edifico mantenía, a pesar de las chapas corroídas, el revestimiento de venecitas desprendido, las persianas caídas y el uso predatorio de algunas zonas, su extraordinaria calidad espacial.

7. Convenio de Asistencia Técnica entre la Municipalidad de la Ciudad de Santa Fe y la Universidad Nacional del Litoral “Puesta en valor del edificio de Correo y Telecomunicaciones de Santa Fe”, año 2009.

Las transformaciones y renovaciones propias de la dinámica urbana contemporánea en las que se insertan la reconversión del sector portuario, la construcción ya mencionada del Centro de Especialidades Médicas y algunas otras acciones puntuales, no han logrado aún impactar sobre el edificio de Correos que, en su singularidad y excepcionalidad, se presenta a un mismo tiempo como huella y declive del proyecto moderno.

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La sede del Correo de Córdoba

La sede del Correo de Córdoba Arq. Juana Bustamante Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño. Universidad Nacional de Córdoba

La sede del Correo de Córdoba es un edificio emblemático en un doble sentido. Por su ubicación privilegiada en una encrucijada singular de la ciudad es siempre una referencia constante de orientación en el espacio urbano pero, a su vez, constituye un hito al momento de considerar la particular relación entre Arquitectura y Estado. En esta última acepción indica la voluntad modernizadora que se hace presente en las grandes obras públicas de la Secretaría de Comunicaciones de la Nación a través de los proyectos de una arquitectura efectivamente moderna en numerosas ciudades del país. En el caso del Correo de Córdoba, sus autores, los arquitectos Julio Heguilor Rocca y Héctor Quesada del Valle, fueron dos profesionales consagrados al trabajo en la esfera oficial (Dirección de Arquitectura de la Secretaría de Comunicaciones), oficina dedicada a proyectar los correos, en el marco de una producción de conjunto que vino a refrendar la adscripción al lenguaje racionalista como parte de las políticas públicas llevadas a cabo por el primer y segundo gobierno del peronismo. Esta adscripción signó la presencia del edificio, siendo de notar la situación que se planteó en el momento de su terminación; el Correo se hallaba en construcción desde 1951 y hacia septiembre de 1955 las obras llegaban a su fin, previéndose inaugurarlo el 17 de octubre de ese año. Producido el golpe que derrocó a Juan D. Perón el 16 de septiembre, el clima político y social no era propicio para festejos ni inauguraciones, por lo que el Correo se fue habilitando paulatinamente e iniciando sus funciones sin actos destacados. En ese clima, desde los sectores del anti-peronismo, se resta valor al edificio como obra pública, estigmatizándolo por su condición de emblema de un gobierno al que denominaban “el régimen”.1

Vista aérea del volumen del Correo hacia 1965, en el cruce de las avenidas Colón y General Paz (Fuente: Catastro Munic. de Córdoba)

La inserción en la ciudad Ubicado en la encrucijada de dos grandes avenidas, la Avenida General Paz, otrora la calle Ancha y la Avenida Colón -quizás más que la primera, la gran avenida de esta ciudad-, forma parte de la memoria social que instituye lugares o edificios como referentes de la convocatoria o el encuentro. En la intersección de ambas avenidas se ubica el terreno elegido para proyectar el Correo de Córdoba reconociendo el cambio entre un anterior punto focal, la plaza principal, hacia un nuevo núcleo dinámico; aún cuando una década antes el Diario Los Principios advertía que el correo debía localizarse a la menor distancia posible de la Plaza San Martín.2 Como el Cardo y el Decumano de Córdoba, la intersección de ambas avenidas marca el desplazamiento del centro de gravedad de la ciudad desde la Plaza Mayor hacia dos arterias de rápida circulación, mientras señala las transformaciones edilicias posibilitadas por la apertura de Colón-Olmos. Esta avenida ensanchada en la intendencia de Emilio Olmos (1925-1929) concentra los primeros edificios en altura que, bajo la impronta de la singular arquitectura normada por Carrasco en 1927, con estrictas prescripciones de áticos y mansardas, abrieron una perspectiva de fachadas homogéneas y cornisas continuas, altura a la que se adaptaron los nuevos edificios de rentas de la ciudad que se intercalaron hacia el Naciente en la década del 30.

1. “El servicio de Correos y Telégrafos”, en La Voz del Interior, Córdoba, 26 de octubre de 1955; p. 1. La nota comenta: “…el monumental edificio construido en la Av. General Paz para el funcionamiento de las oficinas del distrito de Correos y Telecomunicaciones ha sido virtualmente incorporado al servicio público, aunque falta concentrar, todavía importantes dependencias como la de Telégrafos /…/ sobre el costado Sud se ha construido algo que no pasa de ser un galpón moderno…”.

El cruce con General Paz abre al Poniente una bisagra hacia la otra perspectiva de la Avenida Colón. La vista de una arquitectura moderna con la unidad espacial que deriva de su altura

2. “La ubicación del Correo” en Los Principios, Córdoba, 13 de diciembre de 1937; p. 4.

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Planimetrías del Correo de Córdoba relevadas del proyecto original de Heguilor Rocca y Quesada del Valle. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) máxima -la del índice siete del código de edificación- a veces intermediada por el edificio en torre de mayor altura que se separa de la medianera y que se inscribe en la rigurosa geometría del modernismo de posguerra.

El caso en cuestión Desde la óptica de la dimensión física de la ciudad y en la lógica que urde el tejido urbano, la manzana es un elemento determinante en la forma de articulación entre el espacio privado y el espacio público. En la construcción de la ciudad, caracterizada por la persistencia de ese módulo urbano, el surgimiento de la placa o bloque como el tipo singular que adopta el Correo, manifiesta el paso de la ciudad manzana a la ciudad alta, en edificios que resaltan por su protagonismo sobre la base de los fundamentos culturales del Movimiento Moderno. El programa arquitectónico no tuvo como destino exclusivo la función de correo, sino que incorporó servicios telefónicos y las instalaciones y auditorio para la Radio Nacional, conformando una unidad en el proyecto. En un predio de dimensiones importantes que ocupa la mitad de la manzana -rodeada por las dos avenidas principales y las calles Santa Rosa y Tucumán-, los proyectistas articulan un cuerpo bajo sobre Avenida Colón y optan por ubicar hacia la Avenida General Paz la gran fachada de la placa, a la que anexan el auditorio en el mismo frente. En la decisión de localizar la placa sobre General Paz quizás gravitó la mayor importancia que le asignaron respecto de Colón, cuando ésta todavía presentaba edificaciones bajas en la colindancia inmediata y aún no se habían elevado los edificios en altura que se inauguraron con posterioridad. Lo cierto es que la opción de ubicar el bloque principal en la línea de edificación de la General Paz, sin la explanada o gran vereda que el tipo requiere, evidencia lo que parece ser la preocupación central del proyecto: el gran desafío de congeniar las características propias de esta placa con lo urbano y su matriz: la manzana de bordes cerrados.

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La sede del Correo de Córdoba

El edifico de Correos, en la intersección de las avenidas General Paz y Colón (Foto: J. Bustamante, 2013) El edifico de Correos, en la esquina de Avenida General Paz y calle Santa Rosa. En primer plano el cuerpo correspondiente a la Radio Nacional (Foto: J. Bustamante, 2013)

El conjunto plantea la composición de tres volúmenes: un cuerpo bajo, la placa y, finalmente, el auditorio con una escala menor respecto de los otros dos. La volumetría del cuerpo de poca altura (sub-suelo, planta baja y dos niveles de oficinas) sobre la Avenida Colón, es un bloque en tira con una fachada conformada por dos franjas de parasoles verticales y columnas adosadas a la misma. Posee un lenguaje formal que poco tiene que ver con la placa y su lógica; si bien este cuerpo más bajo, observado en sí mismo, logra una buena articulación apreciable desde el cruce entre ambas avenidas. A esta adecuada articulación contribuye el Edificio Progreso de los arquitectos Lange y Rébora (1955-1956) que, al separarse acertadamente del Correo, crea una fachada lateral y genera un espacio de mediación entre ambos, produciendo una integración tal que parecen conformar un mismo conjunto. El bloque prismático principal constituido por la placa asume por sus dimensiones y la longitud extendida sobre la avenida General Paz, la frontalidad del edificio, como la gran fachada, conformada por un plano indiferenciado de líneas horizontales muy abstracto, y es tratado con mucha sutileza en cuanto a proporciones y materiales por los proyectistas; a nivel del zócalo, la implantación de la placa sobre la misma línea de edificación y con una vereda an-

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gosta no permite tener el espacio necesario que el tipo requiere y se generan accesos forzados. En el encuentro entre el cuerpo bajo y la placa, la fachada se masifica en una esquina donde se ubican tanques y circulaciones verticales y remata en una azotea, que dejando de lado las inexplicables construcciones realizadas con posterioridad, fue diseñada con libertad de formas y materiales, con clara influencia de lo hecho por Le Corbusier en Marsella.

La tira sobre Avenida Colón materializada por los parasoles verticales y columnas adosadas (Foto: J. Bustamante, 2013)

En su estructura interna la placa tiene una planta baja que condice absolutamente con el tipo adoptado. Sobre el basamento se eleva un gran hall de doble altura, con pórticos de borde a borde como estructura que libera absolutamente al espacio de recepción y atención masiva de público. Más allá de este hall y fuera del área ocupada por la placa, el edificio se extiende hacia todos los límites o medianeras del predio con una estructura espacial funcional a los requerimientos. La placa tiene por encima del hall seis plantas altas y la azotea, que están constituidas por dos edificios independientes a partir del tercer piso, donde aparecen, al lado de las oficinas y generando una medianera interna, las viviendas a razón de una por piso. Es decir, dentro de la placa, sorpresivamente, se encuentra además un edificio de viviendas de tres pisos, con sus circulaciones independientes desde planta baja y con la lógica propia del programa vivienda. La estructura interna del sector de oficinas es de simple crujía, no aprovechándose una de las ventajas del tipo, que es la doble orientación para las oficinas o locales habitables. Éstos se ubican sobre la fachada a la Avenida General Paz y la circulación de público hacia el centro de manzana, iluminándose y ventilándose por una serie rítmica de rectángulos iguales, distribuidos homogéneamente en un gran paño ciego: la no fachada o la fachada a la no ciudad. El conjunto se completa, finalmente en la esquina secundaria - sobre Santa Rosa- con el auditorio cubierto por una bóveda parabólica y con un pórtico de pilotis en su ingreso. La bóveda revestida originalmente por pequeños mosaicos pintados evidenció, en su momento, la clara influencia de la arquitectura moderna brasilera. Su papel secundario, en la actualidad, es asumido con excesiva modestia: no debe competir y queda comprimido al seguir la idea de amortiguar el impacto de la escala de la placa y la lógica de adecuación a la manzana de borde cerrado. Las mayores modificaciones introducidas en el edificio devienen de las nuevas funciones que se le han incorporado, con servicios diversos tales como oficinas de la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC), de la Aduana y un call center que ocupa la mayor parte del Edificio. El más significativo de los cambios se ha producido en el hall principal del Correo original, que se subdividió para atender las funciones postales y las oficinas de la CNC, cubriéndose con un falso cielorraso que ha limitado no sólo la vista de los pórticos de la estructura, sino también el gran espacio central. Aún así el edificio presenta exteriormente un buen estado de mantenimiento en virtud de los materiales usados, muy nobles, que han mantenido su calidad original sin mostrar señales de deterioro.

La Municipalidad: una arquitectura contemporánea Si bien el momento de quiebre lingüístico y técnico que significó la incorporación de la Arquitectura Moderna ha sido revisado a partir de unidades de análisis tales como “relaciones de encargo, horizontes simbólicos, hipótesis de vanguardia, estructura del lenguaje...” por señalar algunos de los componentes con que trabaja la historia de la arquitectura3, la relación EstadoArquitectura aparece como un campo menos explorado.

3. Tafuri, Manfredo. La esfera y el laberinto. Barcelona: G.Gili, 1984. 4. Bustamante, Juana. “La obra del Arq. Nicolás Juárez Cáceres en Córdoba”, en DANA, 26. Buenos Aires: Instituto Arg. de Investigaciones en Historia de la Arq. y el Urb., 1988; pp. 43 a 51.

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En el proceso de modernización económica y social que se produce a partir del crecimiento industrial y demográfico de la ciudad operado al final de la década del 40, se verificó una renovación de los estilos arquitectónicos, así como en las formas de enseñanza de la arquitectura. Si bien es posible ver en Córdoba la utilización de una arquitectura racionalista o moderna desde la segunda mitad de la década del treinta en algunos edificios privados de vivienda o en escuelas que formaron parte del amplio plan de obras del gobierno provincial de Sabattini4, todavía seguirían produciéndose oscilaciones como expresión de las diferentes visiones y concepciones que estuvieron en puja. Así, frente al edificio de Correos, entre 1945-46 se construía la sede centro del Jockey Club, con proyecto de Jaime Roca en estilo neocolonial.

La sede del Correo de Córdoba

En este contexto destaca un edificio que comparte su contemporaneidad con el Correo: el Palacio Municipal 6 de Julio. Construido como sede de un organismo gubernamental, se concretó por el llamado a un Concurso Nacional de Anteproyectos en 1953, bajo la gestión del Intendente Martín Federico -según Bases elaboradas por Ernesto La Padula y equipo- integrando el conjunto de acciones que el Plan Regulador previó para la ciudad5. Obra del Estudio SEPRA -Sánchez Elía, Peralta Ramos y Agostini- el edificio, representativo del bloque, se eleva sobre una explanada y articula a su vez dos cuerpos: el más bajo sustentado con base de piedra bola y el más alto o bloque de oficinas, de gran escala, apoyado sobre pórticos de hormigón. La gran planta baja libre se expande en el entorno y se une al ámbito urbano sobre la base de explanadas y terrazas. Las escultóricas columnas de doble altura permiten que el entrepiso balconee sobre la planta baja y todo el conjunto evidencia una notable expresión brutalista a la manera corbusierana, tanto en la estructura de hormigón visto como en el tratamiento de los parasoles. Podría decirse que recién con los edificios del Correo y de la Municipalidad, emerge la preocupación del Estado en el crecimiento y ordenamiento de las ciudades que es afín a nuevas respuestas técnicas a los problemas sociales, pero que, en cualquier caso, evidencia una efectiva posición de vanguardia en la voluntad de expresión de modernidad y eficiencia en el plano arquitectónico. Referencias de sentido, en la trama de roles y figuraciones, de dependencias recíprocas entre las obras, la política y la sociedad de un mismo período operan expectativas de futuro, o como dice Castoriadis: “Realidad, lenguaje, valores, necesidades, trabajo, de cada sociedad especifican en cada momento, en su modo de ser particular, la organización del mundo y del mundo social referida a las significaciones imaginarias sociales instituidas por la sociedad en cuestión”.6

5. Bustamante, Juana. “La figura del arquitecto italiano La Padula”, en AVE, G. y De Menna, E. (Ed.). Arquitectura y urbanística de origen italiano en Argentina. Tutela y valoración de un increíble patrimonio cultural. Roma: Gangemi, 2010; pp. 110 a 115. 6. Castoriadis, Comelius. La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires: Tusquets, Colección Ensayo; 2007.

El edifico de la Municipalidad de Córdoba, obra del Estudio SEPRA (Foto: J. Bustamente, 1995)

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El edificio de correo de San Juan, punto de partida ejemplar Dr. Arq. Marcelo Vizcaíno Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño - Universidad Nacional de San Juan Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño - Universidad Diego Portales (Chile)

Para los arquitectos y urbanistas, las trágicas secuelas del terremoto en San Juan de enero de 1944 se transformaron en una promisoria entrada de la modernidad urbana. En el contexto de la época, algunos profesionales se preguntaron sobre la contradicción de la sociedad que reclamaba un cambio de estructura social mientras prefería la arquitectura conservadora. “… escuchando los acontecimientos del mundo, se oye increscendo el clamor de reformas sociales entonces ¿cómo es posible que la masa no identifique la arquitectura que ella misma persigue y se incline, en cambio, por la que representa lo contrario?”1. Este pensamiento ilustra los embates que provocarían la gestación del movimiento obrero de Perón, escudado en un Estado moderno, racional, igualitario y protector, contraponiéndose a la masa en su nueva condición de soberano, y salvaguardando las más fieles tradiciones de la burguesía. ¿Hubo verdaderos propósitos de cambio en el gobierno para lograr una armonía de las partes en un único lenguaje identificable tanto para el Estado como para los ciudadanos comunes? Indudablemente, la reconstrucción de San Juan brindaba una oportunidad inmejorable para llevar a cabo esta idea. Generar allí, sobre las ruinas de la antigua capital provincial, una operación total de reedificación, suponía la oportunidad inmejorable para materializar la imagen del nuevo Estado que el peronismo intentaba construir. ¿Pero con cuál lenguaje el gobierno enseñaría de lo que significaba construir un San Juan seguro, moderno y progresista? 1. Caminos, Horacio. “El pensamiento del siglo XX en arquitectura y urbanismo”, en La arquitectura de hoy, 4, 1948; p. 67. 2. Ballent, Anahí. “Arquitectura y Ciudad como estéticas de la política. El peronismo en Buenos Aires, 1946 -1955”, en Anuario del Instituto de Estudios Histórico-sociales. Tandil: Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional del Centro, 1993. 3. Popularmente denominada “Central” por los sanjuaninos, haciendo referencia a la apertura media del manzanero histórico. 4. Acerca del Plan para la reconstrucción de la ciudad de San Juan ver: Vizcaíno, Marcelo. “Un plan para reconstruir San Juan, entre el personalismo político y la solución tardía”, en Méndez, Patricia. Experiencias de urbanismo y planificación en la Argentina. 19091955. Buenos Aires: CEDODAL, 2012.

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La construcción de nuevas dependencias estatales que se implantaban en el diverso territorio geográfico y social en Argentina, puede verificarse en obras institucionales con estéticas divergentes. Las premisas de este eclecticismo oficial definieron un período de ejecución con diferenciadas líneas: rústico californiana (para las viviendas), moderna atenuada, neoclásica (Facultad de Derecho) y moderna radical2, a la vez, que comenzaba a instalarse, en la discusión proyectual, ideas sobre regionalismo como una línea alternativa de pensamiento. De manera moderada e incipiente puede reconocerse en el edificio de Correos de San Juan a un paradigma de esta la compleja maraña de ideas arquitectónicas. El edificio de Correos puede ser considerado un caso modelo en un momento de transformación local en un cambio de Estado. Así, mientras se intentaba unificar la nación con nuevos edificios públicos, forjando un catálogo de lenguajes arquitectónicos diferentes, en la capital sanjuanina el correo cobró una relevancia singular. Se convirtió en el primer edificio institucional que abrió sus puertas en la Nueva San Juan, y lo hizo con un lenguaje moderno.

El escenario del Estado: la Avenida Central El edificio del Correo se ubica en la Avenida José Ignacio de la Roza3, la gran arteria central creada por el plan regulador del arquitecto Pastor, según el definitivo plan de reconstrucción4. Esta gran apertura urbana fue el marco de la implantación de la arquitectura oficial, definiendo un espacio de diálogo espacial entre el Estado y la ciudad.

El edificio de correo de San Juan, punto de partida ejemplar

Avda. Rioja, otra arteria que inauguró nuevas dimensiones del espacio urbano. A la derecha, se distingue el edificio de Correos (Fuente: Archivo Nemecio Nieto) La particularidad que fue cobrando esta avenida, como escenario institucional, se fue concretando desde los primeros planes propuestos para reconstruir San Juan; la Avenida Central fue casi un tema en sí misma, sosteniéndose como la operación principal de la remodelación de la cuadrícula. En el Plan de Pastor, el concepto de eje institucional clásico adquiere toda la tensión para romper con la regularidad de trazado del casco histórico. La fractura de la nueva avenida, irrumpió en la repetición infinita del cuadrado, generando una nueva manzana de 120 x 45 metros. Quedó resuelto un gran espacio arquitectónico–urbano que se diferencia en la ciudad, no sólo en relación al cuadrado que supone la manzana tradicional, sino en admitir un único uso del suelo: albergar edificios institucionales. La apertura de esta avenida fue para la nueva San Juan la única variación del plano horizontal de la trama. Se advierte que la materialización de la misma se sustentó en una idea conservadora, la aspiración de convertir a cualquier ciudad nacional en un fragmento de ciudad europea o de la Avenida de Mayo en Buenos Aires. Puede leerse en las copias de los planos originales del Correo, de 1950, que la avenida se denominaba Paseo Central. Indudablemente en las lecturas que se hicieron en Buenos Aires de las planimetrías del Plan Pastor, la dimensión de esta calle tenía una característica singular en la trama. Además se podía entender que contenía dos remates: la Catedral y la Residencia Episcopal al oeste y la Municipalidad al este, y entre ambos, un desarrollo lineal de 11 manzanas comprendía mayoritariamente instituciones, y en menor proporción contaba con edificios comerciales y torres de viviendas. Cabe destacar que el único edificio que conservó su ubicación desde la idea original del proyecto de Pastor fue el Correo, los demás fueron desplazados dentro del eje y en algunos casos, aún quedan sin construirse5. Esta breve descripción de la conformación de la avenida ayuda a entender la forma del Correo. Esencialmente, en su apariencia más clásica, gana jerarquía con la recova agrandando las dimensiones de la calzada. Sin embargo, este elemento urbano importante atenúa y desvirtúa el plano de la línea de fachada continua, que suponía la conformación de la avenida más importante. Además el incumplimiento de la altura de 10 metros para las fachadas, no alcanzó a consolidar un corredor uniforme.

Una nueva forma arquitectónica La Dirección de Arquitectura de la Secretaría de Comunicaciones, encomendó a los arquitectos Agustín Bianchi y Eudaldo A. M. Vidal, con la supervisión del Francisco Rossi, proyectar el Correo para San Juan acomodando los renovados programas respondiendo al plan urbano definitivo de Pastor. El proyecto fue finalmente aprobado en 1952 por el Consejo de Reconstruc-

5. De los edificios públicos se construyeron: la Municipalidad y la Catedral (variando su ubicación), sólo 3 bancos, Juzgado, Correo y Telecomunicaciones y Dirección Impositiva. De los incluidos en el proyecto quedaron sin materializarse el Distrito Militar y Comando, Policía Federal, Ministerios y Oficinas Nacionales y Provinciales, y el Auditorio Municipal.

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Planimetrías del Correo de San Juan, relevadas del proyecto de los arquitectos Vidal y Bianchi de octubre de 1950. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) ción de San Juan. A principios de 1953 comenzó a construirse el edificio, y establecerse la línea de edificación de la Avenida Central. El 1º de julio de 1957 abrió sus puertas el moderno edificio del entonces 9º Distrito Postal de la Argentina. Se expresó en la prensa que esta moderna sede era la primera en el país en contar con un amplio hall de Informaciones, de manera que, además de toda la renovación de Correos que se dio desde el inicio de la década, algunas nuevas tareas fueron incorporadas en San Juan: los grandes recintos serían utilizados para una sección de lecturas y exposiciones, todo el nuevo edificio contaría con un sistema de música funcional que transmitiría música folclórica y de cámara a todos los recintos6. Como se dijo, el Correo fue el primer edificio institucional estatal en inaugurarse en la Reconstrucción de San Juan, tal cual lo ubicó el Plan Pastor. La ciudad reconstruyéndose y la apertura de una gran avenida fueron, quizás, los condicionantes preponderantes para acomodar un extenso programa en la sede postal sanjuanina. La expectativa que provocó su prolongada construcción residió en la escala que tomó la obra desde sus inicios. ...con las reglamentarias técnicas y herramientas tecnológicas vemos día a día como se comienza a levantar lo que será el Correo. El tamaño del predio de esta obra demuestra como San Juan se ubicará entre los primeros y más actuales distritos del país. Estimamos fundamental destacar como la función pública confía en esta ciudad que progresa...7 Si tomamos en cuenta que aún no se realizaba ese tramo de la avenida, sin la arboleda, el paisaje de la ciudad era desolado. Paulatinamente, a lo largo de los cinco años de construcción, la gran escala fue impregnando de jerarquía a todo el espacio de la Avenida Central, y su materialidad, daba cuenta de los últimos avances de la construcción.

6. Diario Tribuna, San Juan, 2 de julio de 1957. 7. Diario Tribuna, San Juan, 15 de diciembre de 1952.

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La obra del Correo se acomodó a la forma de la nueva manzana rectangular con dos volúmenes desiguales: el perimetral, que se circunscribe a las líneas de edificación, materializa un macizo de dos niveles y un paralepípedo rectangular a lo largo de la avenida, descansando sobre un importante plano de columnas de 6 metros de altura que propone duplicar la vereda. Claramente este es el aporte espacial inédito a la Avenida José I. de la Roza, no sólo en términos de materialidad, sino también en su programa.

El edificio de correo de San Juan, punto de partida ejemplar

La fachada sobre la Avenida Central del edificio de Correos antes de su inauguración (Fuente: Archivo Nemecio Nieto)

Correo de San Juan. Contrafrente sobre la playa de cargas (Foto: M.L. Bertuzzi, 2011) El gran bloque bajo concentra las áreas de atención al público y específicas de la dependencia, a modo de caja rectangular, que sólo interrumpe en el patio de servicios a la calle trasera. La superficie de pared opuesta a la columnata mantiene un plano puro, donde no existe un juego de claroscuros, sino sólo la interrupción de los accesos. Este juego de abstracción se elabora con la coincidencia entre el plano del vidrio y el paramento exterior del muro, siendo el único edificio que emplea este recurso en la ciudad. Es notable el juego de brillos propuesto entre el revestimiento mural y el vidrio según la época del año. Las fachadas, revestidas en mosaicos vítreos venecianos tipo glasiris o venecita, se articulan de diferentes maneras a la vereda; la jerarquía de la fachada norte, no sólo está determinada por la altura de la recova sino que se conforma literalmente transparente, mientras que las tres caras restantes del edificio guardan una relación menos porosa con el espacio público. Su organización funcional es clara. En los planos podemos advertir como el programa se manifiesta exteriormente. Cada necesidad funcional deviene en una forma distinguible: administración, lugar de tareas específicas de la institución, viviendas, servicios. Tácitamente implican una distinción en el conjunto, siendo posible reconocer las situaciones repetitivas, como el bloque superior de oficinas. El reconocimiento funcional se despliega en el conjunto con sutiles cambios en la trama estructural que modula todo el edificio, por ejemplo, donde no hay módulos con parasoles, aparecen pequeñas ventanas de los servicios sanitarios y vestuarios del personal.

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En las zonas a las que accede el público las columnas son independientes de los muros. La sección circular de cada pilotis otorga un dinamismo al corredor de la Avenida Central que logra las inflexiones del paño de las paredes, desapareciendo las aristas rectas de las esquinas. En el sector de menor altura, la modulación de vigas y columnas se integra al muro en el mismo plano (áreas de trabajo), distinguiéndose cada uno a partir de los revestimientos. Es notable cómo la estructura determinó la morfología del Correo demostrando una solución formal para la arquitectura sanjuanina, posterior al terremoto de 1944. La solidez, con un sutil equilibrio de armaduras horizontales y verticales, provoca una rotunda seguridad del edificio frente al sismo.

Un legado intacto La arquitectura del Correo puede definirse como el resultado efectivo de un cruce de objetivos: consolidar la presencia de un Estado renovado y refundar una ciudad. Esta discusión no puso en tela de juicio la Arquitectura Moderna, sino al contrario, se la adoptó para establecer una arquitectura de imagen segura y próspera. El punto cero, que significó la reconstrucción de San Juan, permitió plasmar algunos de los términos que circundaban al cambio de rumbo de la modernidad en Argentina y el mundo, y que no eran otra cosa que su propio fortalecimiento. Correo de San Juan. Recova sobre la Avenida Central (Foto: M.L. Bertuzzi, 2011)

Hoy, el edificio de Correo de San Juan se mantiene íntegro, con su rotunda presencia de edificio clásico, en el contexto de una San Juan moderna y al mismo tiempo, presenta el vapuleo de las vicisitudes económicas (división del gran hall, alquileres menores, publicidad, entre otros). Aún así, plantea una notable lección de arquitectura estatal, ciudad y medio natural convirtiéndolo en ejemplo de la Reconstrucción de San Juan, que puede resistir los embates de una época no muy propicia. En esta obra descubrimos una primera tarea para re-culturalizar la ciudad con una arquitectura moderna, que se renovaba en el marco de las nuevas ideas políticas, dándole valores conceptuales, espaciales, tecnológicos persistentes que lo hacen envejecer magistralmente. El edificio del Correo condensa la nobleza material, su persistencia de utilidad y su discurso como modelo de diálogo, para conformar una imagen que le es propia a todos los sanjuaninos.

Correo de San Juan. Fachada principal sobre la Avenida Central (Foto: M.L. Bertuzzi, 2011)

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Una lectura moderna en la tradición correntina: la cabecera del Distrito 13 de Correos

Una lectura moderna en la tradición correntina: la cabecera del Distrito 13 de Correos Dra. Arq. Patricia Méndez CONICET, CEDODAL La arquitectura, más que limitarse a ser un mero cobijo protector, es también la crónica física de las actividades y aspiraciones humanas. Leland M. Roth1

Existen diversos caminos para enfrentarse al estudio de una obra arquitectónica y el edificio cabecera del Distrito 13, en la ciudad de Corrientes, permite para su análisis, acercamientos múltiples que se vinculan no solo con su propia historia edilicia dentro de la Modernidad, sino también -y a través- de aquellos ligados fuertemente a las tradiciones de una provincia que, alejada de los centros políticos y sociales gravitantes de la Argentina, arrastraba -al momento de su inauguración- casi cien años de acciones e intereses en el sistema postal nacional. Adelantándose a los tiempos, en 1821 la carta magna de esta provincia sancionaba que “… el servicio de correos queda a las órdenes directas del gobernador de la provincia, quien fijará las tarifas postales…”, y si esta circunstancia era una primicia, también lo fueron los hechos sucesivos en este aspecto, cuando por ejemplo, hacia febrero de 1853 el gobernador Don Juan Gregorio Pujol, complementaba estas intenciones decretando el establecimiento de un correo semanal provincial, el mismo al que luego sumó la decisión de abonar un impuesto por toda correspondencia girada en el ámbito correntino y, mucho después, a fin de regular la recaudación de la renta -cuando corrían los últimos días de agosto de 1856-, establecía la circulación de la primera estampilla postal argentina. El conspicuo Doctor Pujol, inspirado en la práctica francesa y anticipándose en veinte años lo que se replicaría a nivel nacional2, instaló en la provincia el nuevo sistema de “sellos postales adhesivos y valorizados” que se distinguieron por su diseño3 con el perfil de la diosa romana Ceres, les estableció el valor de un real y complementó el circuito con la instalación de estafetas, la organización de las postas, además de su regulación y la implementación de las tarifas del servicio4. Pues bien, una vez establecida la función, se requería de ámbitos que permitieran su correcto desarrollo y si Buenos Aires contó con edificios adaptados para estos fines, ocurrió lo mismo en Corrientes, habida cuenta el deambular por distintos sitios que se adaptaban a los requerimientos espaciales, sin que pudiera establecerse en uno definitivo y propio hasta bien entrado el siglo XX. Desde aquél entonces, a mediados del XIX y luego de funcionar en establecimientos diversos –que contemplaron hasta conjuntos religiosos-, la Oficina Nacional de Correos y Telégrafos correntina encontró un lugar más o menos estable en pleno centro histórico de la capital desde la cual atendió a su público entre 1934 y 19575. La sede se estableció en la que fuera una vivienda tradicional del período de la Confederación, la casa6 del Gobernador Manuel Lagraña y por los distintos ejercicios proyectuales que se analizan más adelante en este mismo texto, es apropiado considerar algunas de las características que resume esta vivienda con un partido arquitectónico que atiende soluciones a condiciones climáticas extremas y que, por sobre todo, recomponen el imaginario de la vida urbana correntina7. La casa, muy vinculada por el origen de sus propietarios a la historia local, fue erigida hacia 1860 en un lote que ocupa casi un cuarto de manzana sobre la esquina de las calles Carlos Pellegrini 886-98 y Salta 708-34; se inscribe dentro del lenguaje italianizante, de perfil plano, recostado sobre la línea municipal –elimina los tradicionales corredores urbanos en galería-, se desarrolla en una sola planta, sin ochava, y solo quiebra la homogeneidad visual urbana a través del empleo de peanas, pilastras y guardapolvos

Primera estampilla que circuló en Argentina diseñada por Matías Pipet (Fuente: Colección particular)

1. Roth, Leland. “Introducción. La Arquitectura, el arte inevitable”, en (autor) Entender la arquitectura. Sus elementos, historia y significado, Barcelona: Gustavo Gili, 1999, p. 1. 2. Creación de la Dirección Nacional de Correos y Telégrafos por ley Nº 816, en 1876. 3. Su confección estuvo a cargo del Director de la Imprenta Oficial correntina, Pablo Coni, quien a su vez cedió al francés Matías Pipet el grabado de la viñeta para la única plancha de impresión tipográfica sobre la cual se realizaron las 17 emisiones –en tinta negra sobre papel de seda y de contorno lisoque circularon hasta 1880 cuando se unificaron los servicios postales nacionales. 4. Desde 1853 y hasta 1856 el servicio postal nacional dependió del Ministerio de Hacienda, luego del Ministerio del Interior y el 13 de junio de 1944 el Poder Ejecutivo dispuso la autonomía del Correo bajo el rango de Dirección General de Correos y Telecomunicaciones. 5. Cfr. AA.VV. El Patrimonio Arquitectónico de los Argentinos, Tomo 2: “Nordeste: Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa”. Buenos Aires: SCA-IAIHAU, 1983, p. 17.

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Acceso a Casa Lagraña sobre la calle Carlos Pellegrini cuando funcionaba como oficina de correos. Tarjeta postal (Fuente: Colección Gabriel Romero) entre los que se destaca el sistema de herrería de los pretiles superiores, en tanto su partido arquitectónico salvaba las peculiaridades lugareñas al ordenar sus funciones en tres patios sucesivos, circundados por galerías8.

Proyectos de raigambre local De la documentación existente en el Centro de Recuperación, Investigación Histórica y Digitalización del Archivo de Correos (en adelante CRIHDAC) puede leerse el desarrollo proyectual que, superando las distintas instancias institucionales y franqueando décadas de ensayos, fue atándose a lineamientos arquitectónicos diversos para culminar a mediados del siglo XX con una obra atípica para su contexto, en el cruce noroeste de las calles San Juan y San Martín. 6. Declarada de interés público por el gobierno provincial en 1976 y desde 1989 es MHN. 7. Entre los diversos usos públicos que tuvo la vivienda, se desarrollaron allí las actividades de varias escuelas: entre 1887 y 1932 la Normal de Maestros y la Profesional Provincial; a partir de 1957, la de Educación Técnica y, desde 1976, es sede del Poder Judicial de Corrientes. 8. Se agradece especialmente al arquitecto Gabriel Romero por las imágenes y datos ofrecidos acerca de este sitio. 9. Cfr. en CRIHDAC, Archivo Nº 183 E; planta fechada el 31 de julio de 1934. 10. En este lote existió otra vivienda de fines del siglo XIX, luego demolida y desde 1940 una nueva edificación permite el actual funcionamiento de dependencias del Poder Judicial.

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Según puede leerse en estos archivos, la necesidad de contar con un edificio propio en la capital correntina registra datos por lo menos desde 1930, y aunque mayormente en diferente emplazamiento al finalmente seleccionado, la urgencia coincide en las renovaciones urbanas que mostró la ciudad de Corrientes a partir de esa década, ya que acciones municipales de importancia se habían gestado por entonces (pavimentación de la avenida 3 de abril, modernización del puerto, etc.) Las variantes propuestas que se descubren –salvo una, planteada en un terreno entre medianeras9-, son siempre sobre un mismo lote, ubicado en la esquina noreste de Salta y Pellegrini, exactamente en diagonal al mismo lugar de donde se encontraba funcionando el servicio postal -la tradicional casa Lagraña- y enfrente de la casa Nalda, otra típica vivienda correntina. El enclave urbano, cuadrangular, con una particular esquina10, obtusa, con 58 m sobre Pellegrini y unos 30 m sobre Salta, permitió que estos proyectos plantearan un partido habitual para la zona, organizado en anillos funcionales periféricos a la línea municipal, generando patios de distinto tamaño y, posiblemente con envolturas más pintoresquistas que reiteraban lo sucedido en la vecindad y consolidaban el cruce de calles sin mucho estruendo estilístico. El proyecto de fines de 1930 (Archivo Nº 32B) con acceso desde la ochava y solamente de dos pisos de altura, especializa las funciones privatizándolas hacia el interior del terreno y muestra desde el acceso, la atención al público, luego los espacios para los empleados y esconden -en el ángulo interno del lote-, el área de servicios; en tanto en el nivel superior se disponían ámbitos especiales, biblioteca y escuela de telegrafistas, además de la vivienda para el Jefe del Distrito, reiterando en un gesto común a todos los proyectos, su entrada independiente del conjunto principal. El total de grupo de planos de la década del ’30, siempre rotulados desde

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la Dirección de Correos y Telégrafos, carentes de nombres propios pero vinculados al MOP, se complementa con la propuesta de octubre de 1936 y una variante del siguiente año (Archivos Nº310E, 26/10/36 y Nº 320E, 14/04/37), en las cuales se alteran los accesos, el principal y público sobre Salta ascendiendo un medio nivel, el de vehículos y del jefe sobre Pellegrini, mientras que en la ochava se ubica el servicio de telégrafos; los patios restan su importancia respecto de las anteriores versiones y la caja sobre fachadas se quiebra rítmicamente alternando aberturas en idénticas proporciones que los muros; nada se ha hallado en la documentación en cuanto a tratamiento de fachadas o perspectivas que mostrasen los conjuntos volumétricamente y el ordenamiento funcional a partir de la esquina solo se exhibe a través de espacios complejizados por las circulaciones de distinto rango. Recién con las propuestas surgidas hacia 1940, en idéntico lote, las ideas avanzan y descubren una grilla organizativa y liviandad espacial en tanto crece la década, y se traslucen poco a poco en líneas -aún primitivas-, de la pregonada “modernidad”. El proyecto fechado el 21 de junio de 1943, Archivo Nº 678E, con acceso sobre Salta y desarrollado en dos niveles, plantea un hall público de grandes dimensiones, retrotrae la esquina hacia el interior y la completa con un jardín que recompone la ochava, reúne servicios menores –muchos en el subsuelo- con circulaciones verticales y omite el traslado vehicular. De manera similar, los proyectos de abril de 1946 (Archivo Nº1000E) y su modificación fechada el 26 de junio de 1947, recuestan los espacios principales sobre el lado mayor del terreno, acompañando la calle Carlos Pellegrini, los patios interiores desaparecen y agregan espacios en la planta alta, como la destinada a la novedosa estación de radiodifusión.

Anteproyecto (plantas baja y alta) en la esquina noreste de Salta y Pellegrini, 26/10/1936 (Fuente: Archivo CRIHDAC, planos nº 310E y 311E)

Mención especial en el programa arquitectónico merece la incorporación de estas nuevas incorporaciones dentro del servicio postal; así, la importancia que reviste la instalación de la radiofonía en estos edificios, por ejemplo, además de las salas electorales, mejores condiciones en la escuela para telegrafistas y actividades que hasta ese entonces se planteaban fuera de los edificios de correos, son concordantes con los lineamientos de renovación funcional de las oficinas a nivel nacional, bajo la conducción de Oscar Nicolini11.

La trayectoria hacia la Arquitectura Moderna y sus ejercicios proyectuales La reorganización de las oficinas del Correo primero como Secretaría de Comunicaciones y más tarde, en julio de 1949, con rango de Ministerio, sumado a la puesta en marcha del Primer Plan Quinquenal (1947-52), se presentan como factores que aceleraron los tiempos para la instalación en un edificio propio en la cabecera litoraleña. Por otro lado, hacia entonces ya estaban incorporados al staff de la Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones (DACyT) los nóveles profesionales recientemente egresados de la Escuela de Arquitectura y que congregan la autoría del abanico edilicio institucional en el período que comprende esta edición. A partir de 1948, los proyectos arquitectónicos emanados de la DACyT demostraban una avanzada en equipo que atravesaba el país en toda su latitud, instalando un nuevo lenguaje arquitectónico para el desarrollo de lo que se consideraba una de las funciones estatales relevantes en la política de gobierno de entonces: la comunicación. Los anteproyectos para la Cabecera del Distrito 13 se inician ese mismo año, firmados por los arquitectos Spencer y Bunge, quien oficiaba también de dibujante, según rezan los planos más antiguos. La primer propuesta de diciembre de 1948, omitía los patios internos característicos de las anteriores y planteaba un desarrollo con dos sectores que se retomaron en el último trazado del edificio: el principal con el monoblock de cinco pisos de altura, modular, con hall de atención al público perimetralmente a las calles, incluyendo dos pisos para telecomunicaciones, uno para sala electoral y vivienda de directivos e instalaba, en el último, el buffet para empleados cuyo volumen rompía la ortogonalidad general con un trapecio de menor superficie, ladeado respecto de las líneas municipales introduciendo, novedosamente, un perímetro ajardinado que fue reiterado con otra morfología en el proyecto final.

11. Ciertos testimonios indican que hacia septiembre de 1947 y a través de una nota reservada “recomendó al Banco Central la adquisición de todas las emisoras privadas…”. Cfr. Mercado, Silvia. El inventor del peronismo. Buenos Aires: Planeta, p. 147.

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Corte vista del contrafrente, anteproyecto firmado por Spencer el 17/11/1953 (Fuente: CRIHDAC 148 P/11)

Planta del buffet en último piso en el anteproyecto de J. M. Spencer y W. Bunge, diciembre de 1948 (Fuente: Archivo CRIHDAC, expediente obra nº 99)

12. Cfr. en CRIHDAC: “Correos y Telecomunicaciones. Dirección de Arquitectura. Corrientes Distrito 13º. Plano de ubicación para la adquisición terreno. Fichero Técnico Nº 499-V”. 13. Cfr. Fichero técnico 874-V, CRIHDAC. Para el caso de Corrientes, las que se expresan en el plano no completan todas las exigidas por la Dirección de Arquitectura para la realización del proyecto. Cfr. Revista de Correos y Telecomunicaciones, 133, sep. 1948, pp. 18-19. 14. Registro de la Propiedad Tomo 027, folio 006626. 15. La calle cambió de nombre durante el proceso proyectual, llamándose Juan D. Perón.

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La selección del terreno resultó uno de los aspectos más demorados y cambiantes en esta etapa, las propuestas de fines de esta década plantean una orientación diferente, más hacia el sur de aquéllas primeras desarrolladas en el casco histórico de la ciudad. Los estudios previos existentes en los archivos se interesan por el eje de la calle San Martín, a lo largo de tres cuadras entre Mendoza y Salta12. Y, ajustándose a las normativas internas institucionales, el 28 de diciembre de 1951 se proporcionan algunas características necesarias para proyectar en el sitio seleccionado en el cual existía una edificación a demoler: temperaturas máximas oscilantes entre 40,5º y 1º, lluvias promedios anual de 768 mm y una población de la ciudad de 35.000 habitantes13, (cantidad que solo revela el porcentaje que habitaba el casco histórico pues el Censo Nacional de 1947 contabilizaba 71.856 para toda la ciudad). Aunque la inscripción catastral data de 195514, el 3 de diciembre de 1953, con la firma del dibujante Alfedo J. Flachsland de la División Estudios y Proyectos, quedó establecido el terreno definitivo en la esquina noroeste de la Manzana 211, lote 12, con 56.60 m sobre San Martín (dirección este-oeste) y 46.46 m sobre San Juan15 (dirección norte-sur). Los anteproyectos se desarrollaron durante todo ese año y gran parte del siguiente, pero a partir del 16 de noviembre de 1953, el arquitecto Bunge no participó más en el diseño de esta sede16. Aunque se desconocen las razones de esta ausencia, lo relevante es que no existen mayores variantes entre las primeras alternativas y el producto final, ya que el conjunto de documentación según progresa en el tiempo revela una minuciosa perfección del partido arquitectónico con claras connotaciones proyectuales de Spencer. Fiel a otros ejercicios construidos en el resto del país por la Dirección de Arquitectura, la propuesta se instaló en la ciudad encastrando la tabla modular que alcanza 23 m de altura sobre calle San Juan y cubriendo el resto del terreno con un volumen menor en dos niveles, caracterizado por el empleo de cubiertas tipo sheed que cobijan las funciones privativas del servicio postal (traslado, despacho de cargas, encomiendas, etc.). Funcionalmente, el hall de atención recorre la esquina y, como en todos los proyectos, las circulaciones se articulan en función de la esquina, acomodando los núcleos verticales en los extremos; por su parte, el acceso a la vivienda del Director, se disimula sobre el eje de San Martín, cercano a uno de los accesos públicos. Aquella seducción corbusierana manifestada por Spencer, se tradujo una vez más en la composición morfológica y estilística a partir de la reformulación de las consabidas matrices proyectuales. Así, a las fachadas más importantes del monoblock –la urbana, al este, con carpintería metálica en todos sus niveles; la interior, oeste, apenas perforada por mínimas aberturas-

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Planimetrías del Correo de Corrientes, relevadas del proyecto original de Spencer, fechado en 1953. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) Interior de un sector de oficinas protegido por los parasoles fijos y detalle de sheed, parasoles y volumen del tanque y sala de máquinas (Fuente: Nuestra Arquitectura, 345, ago. 1958, pp. 29 y 30).

superpuso un brise soleil similar al santafesino interceptando el bloque, sectorizándolo entre el primero y cuarto piso y, en un ejercicio con intenciones neoplasticistas, lo revistió con mosaicos vitrificados con colores vívidos, ofreciendo a los interiores de función jerárquica, particulares efectos de luz natural. Otros varios son los guiños a la modernidad traducidos en este ejemplo: la trama estructural, reticular, con módulos que promedian los 5 m, y que llega al nivel de la vereda con columnas de gran sección y perfil oblongo resultan relevantes pues, al apoyarse en el piso reconstruyen la línea municipal intercalando segmentos longitudinales de baldosas en Glasbeton, actualmente recubiertas con material opaco. Estas mismas son las columnas que, Nuestra Arquitectura17 justificaba desacertadamente al explicar que el edificio “fue diseñado de modo que se adaptase a la vieja modalidad de las casas correntinas. Por eso tiene pórtico o recova que protege al hall público de la inclemencia del sol norteño”. Lejos de adaptarse a la tradición correntina según opina Hylton Scott, el edificio de la Cabecera 13º, quiebra aún hoy la monotonía urbana en una calle con edificaciones de escasa altura y es más grave la confusión que plantea el editor al opinar sobre una galería que lejos de liberar el paso al transeúnte, lo ciñe en apenas un metro de ancho y lo torna intransitable al confinarlo entre solados y muros vidriados.

16. Cfr. “Cabecera Distrito 13, Planta baja. Fichero técnico 148/2P”, CRIHDAC. 17. Cfr. en este mismo volumen el artículo “Demoras y silencios en los edificios de Correos: la contracara de las revistas de arquitectura”.

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Bendición de las nuevas instalaciones del edificio para el Distrito 13º (Fuente: Revista de C y T, 245, feb. 1958, p. 5)

Estado actual del edificio de Correos (Foto: P. Méndez, 2013) Más allá de estas opiniones tampoco la construcción aplicó las pautas establecidas para superar los límites que imponía el clima correntino de veranos agobiantes, ni tampoco al pedido de emplear materiales de construcción de origen local. Así lo demuestra el uso de mármol botticino, piedra dolomita, los pasamanos de acero inoxidable o el Fulget con que se recubrieron las fajas del último piso y el volumen que alberga al tanque y sala de máquinas. Asimismo, el tratamiento de la esquina es un punto común a otros edificios de correos aunque en esta ocasión está teñida de gestos locales. Justamente, donde la ochava retrocede y se recurre a un paramento de hormigón a la vista que intenta recomponerla, trozos de la historia correntina se incrustan en cerámicas policromáticas que testimonian la evolución postal en un homenaje a la historia provincial18.

18. Cfr. Romero, Gabriel. Arquitecturas Modernas en la ciudad de Corrientes. 1930-1960. Corrientes: UNNE-Municipalidad de la Ciudad de Corrientes, 2008. 19. Su sede central figuraba en la ciudad de Buenos Aires, en el cuarto piso de calle Uruguay 367. 20. Cfr. “Nuevos edificios se incorporan al Ministerio de Comunicaciones”, en Revista de Correos y Telecomunicaciones, 245, Buenos Aires, febrero 1958, pp. 4-5. 21. El edificio tiene Protección Cautelar según ordenanza 4158/05 y cuenta con declaratoria de interés municipal Cfr. Maciel, María Soledad. Inventario de bienes inmuebles de valor patrimonial. Ciudad de Corrientes, catalogación 2008 (inédito). Dirección General de Preservación del Patrimonio Urbano y Arquitectónico, Subsecretaria de Desarrollo Urbano, 2009.

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Con poco más de 8000 m2 cubiertos, y cerrando el ciclo de construcción para desarrollo del estado nacional que había alentado el segundo Plan Quinquenal, la DACYT culminaba al promediar la década del ’50 la Cabecera de Correos del Distrito 13º en la capital correntina. La inauguración de las instalaciones fue el 16 de noviembre de 1957 y registró como protagonistas al arquitecto José Maria Spencer, los ingenieros civiles Darío C. Luengo y A. Sarmiento Laspiur, en tanto la construcción estuvo a cargo –como en otros correos- de la Compañía Americana de Construcciones (COAMCO)19; en el acto de apertura participaron el Secretario General del Ministerio de Comunicaciones, el Dr. Luis Marforio y el Director General de Correos, el Sr. Pedro Gili, acompañados por quien bendijo las nuevas instalaciones, el Obispo Diocesano Monseñor Francisco Vicentín20. Esta conciliación de sucesos intenta comprender mejor una obra sobresaliente en la ciudad21 y que, por sus características la hacen única. Seguramente, este texto podría haber sido otro pero habría resultado incompleto si no entendía que la obra es el corolario de un particular episodio de la arquitectura argentina y de la historia local. La cabecera de Corrientes no es distante a los otros edificios de Correos de la época, construidos en un lenguaje de modernidad –de aquella Modernidad de mitad del siglo XX-, ni a los sucesos de entonces que tuvieron a la ciudad como foco –recordemos el proyecto de Miguel C. Rocca con trazados urbanos innovadores para esta ciudad-, pero solo si se la analiza desde una perspectiva historiográfica es posible encadenarla a la crónica edificada de lo que fueron las aspiraciones del Estado y también a la de un grupo de profesionales concentrados en un único sentido proyectual, promotor de la integración nacional y de la calidad espacial.

Una imagen moderna para la comunicación en Mar del Plata: El racionalismo del Edificio de Correos y Telecomunicaciones

Una imagen moderna para la comunicación en Mar del Plata El racionalismo del edificio de Correos y Telecomunicaciones Mg. Arq. Alejandro Novacovsky Mg. Arq. Analía Benítez Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño. Universidad Nacional de Mar del Plata

Introducción: un balneario siempre moderno La Mar del Plata de fines del siglo XIX y principios del XX ya caracterizada como ciudad balnearia y de recreación, edificaba su arquitectura a partir de los cánones del estilo pintoresquista. Los acontecimientos de la primera guerra mundial produjeron la llegada de nueva gente y por ende el auge edilicio de la ciudad. En general las obras de la arquitectura en boga fueron de excelente calidad tanto en el diseño como en lo constructivo. Algunas ya demolidas, otras aún existentes, son la muestra material de un período de apogeo, que se correspondía con aquella sociedad de la belle époque optimista, eufórica y convencida de un progreso indefinido. El eclecticismo modernista asimilado por sectores cultos abarcó innumerables obras y en Mar del Plata en particular motivó la concepción de un edificio que por sus características sobresalió (y aún hoy lo hace) del común denominador de la época: el conjunto Unzué (pabellones, oratorio y parque 1908/1910) del arquitecto Faure Dujarric, que representa objetiva y simbólicamente el nacimiento de la modernidad en la ciudad, constituyéndose en lo más adelantado en lo arquitectónico y en el aspecto comunicativo, en la más extrema vanguardia de las cuestiones estéticas disciplinares. Este fenómeno local que obviamente tenía implicancias en el campo social, político y cultural, fue la usina que generó el desarrollo de una ciudad distinta, con un proyecto de crecimiento ambicioso y definido por un sector social, política y económicamente poderoso. Las fuertes inversiones privadas que se sucedieron en poco más de treinta años así lo demuestran.

Complejo Playa Grande, 1936/1940. Dirección de Arquitectura de la Provincia de Buenos Aires (Fuente: Archivo Histórico Municipal Roberto T. Barilli) Instituto Saturnino Unzue, 1908/1910 Arquitecto L. Faure Dujarric (Fuente: AGN)

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Vista aérea de la Avenida Colón en la década de 1950 (Fuente: Archivo Histórico Municipal Roberto T. Barilli) La década del treinta, por su parte, dejó atrás las vanguardias del cambio de siglo y se presentó en la ciudad con decididos aires de renovación, el racionalismo arquitectónico comenzó a instalarse con obras de real importancia para la época. A mediados de la década, la Dirección de Arquitectura de la Provincia de Buenos Aires comenzó el proyecto del complejo turístico de Playa Grande al sur de la ciudad y de la bahía fundacional, la Playa Bristol. El éxodo hacia el sur por parte de las clases de elite había comenzado ya en los años veinte A los balnearios de neto corte racionalista se le sumó la sede del Ocean Club y el Yatch Club. Los equipos técnicos del Estado, en este caso los provinciales, estaban dando muestra de la capacidad que se requería en esas circunstancias. (Antonio Vilar proyectó la sede del Automóvil Club Argentino, como ya venía haciendo en todo el interior del país. La sede local en la manzana de Avenida Colón, Santiago del Estero, Santa Fe y Almirante Brown responde a los lineamientos del racionalismo alemán de entre-guerras. En los años cuarenta repercutieron en Mar del Plata dos hechos de suma importancia: por un lado la finalización en 1938 de la Ruta Nacional N° 2 que la unía con Buenos Aires, cuestión para nada menor teniendo en cuenta la expectativa de masividad en el arribo de personas tanto en automóvil como en ómnibus; y diez años después, la sanción de la Ley de Propiedad Horizontal con la proliferación de construcciones en altura, que dio comienzo a un brutal y desconsiderado uso del suelo. La renta urbana y la especulación desmedida dieron rienda suelta a todo tipo de miserias constructivas en detrimento de la ciudad residencial. Mientras tanto, hacia las afueras de la ciudad dos obras comenzaban a construirse: una, el conocido restaurante Ariston proyectado por Marcel Breuer con la colaboración de los arquitectos Carlos Coire y Eduardo Catalano; la otra, la famosa Casa del Arroyo también conocida como la Casa del Puente del arquitecto Amancio Williams. La acción privada también dejaba huellas indelebles en la arquitectura del momento. En los ‘50 y en pleno auge de la Ley de Propiedad Horizontal, Mar del Plata se fue para arriba a expensas de la ciudad y del patrimonio construido. La ciudad experimentó una imparable dinámica de sustitución que produjo la demolición del 50% de su parque habitacional profuso en chalets pintoresquistas, para determinar la aparición de grandes moles propiciatorias del negocio inmobiliario. Lo nuevo no alcanzó nunca, tanto en calidad arquitectónica como constructiva, para compensar la pérdida. Sin embargo, fue el momento en que el arquitecto Antonio Bonet proyectó una serie de edificios de excelencia. Sobresale el conocido Terraza Palace, frente al mar y al complejo Playa Grande, un edificio escalonado que plantea una excelente relación edificio-paisaje natural. Importantes trabajos se realizaron por esos años y en la década siguiente. Algunos de ellos son el Cementerio Parque y el Cementerio Israelita, proyecto de los arquitectos Horacio Baliero y

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Postal: Instituto Unzue, Ocean Club, Ariston, Terraza Palace, ACA, Casa del Puente, y en el centro el edificio de Correos (Composición A. Benítez) Edificio del Servicio de Telecomunicaciones (ENTEL) 1959/1966. Alberti y XX de Septiembre (Foto: A. Novacovsky, 2013) Carmen Córdova de Baliero, el ex Banco de Londres de G. A. Larumbe y J. P. Rault, Escuelas Municipales como la de Plaza Sarmiento y Faro Norte con proyecto de Juan Manuel Borthagaray, la vivienda colectiva y galería comercial en Rivadavia esquina San Luis, de Antonio Bonet, o el edificio de Correos y Telecomunicaciones en la esquina de Avenida Pedro Luro y Santiago del Estero de Francisco Rossi, Juan Carlos Malter Terrada y Héctor González Laguinge, de la Dirección de Arquitectura de la Secretaría de Comunicaciones al que dedicaremos especial atención. Sumado al panorama de las transformaciones urbanas planteadas, durante la década de gobierno peronista 1945-1955, Mar del Plata enfrentó otros cambios sociales y culturales de importancia: se convirtió en escenario del veraneo regional, del inicio de las campañas políticas mediáticas, en bastión del turismo social y de la propaganda política. La nueva imagen, la de lugar de democratización del veraneo sostuvo un proceso de masificación y densificación edilicia adquiriendo paulatinamente una escala metropolitana, sobre todo en las temporadas estivales. Ya se vislumbraba la necesidad de equipamiento de mayor escala e importancia para la ciudad. Se extendieron los servicios públicos con la construcción de un nuevo Matadero, la Central Hidroeléctrica en el Puerto y la Central Telefónica. Se ensanchó el radio de la provisión de agua y el de pavimento para nuevas calles y avenidas, al tiempo que se diseñaba el servicio de colectivos urbanos. Proyectos de infraestructura como la Usina 9 de Julio y el Correo Central, representarían en el lenguaje de la arquitectura moderna, la dimensión de la transformación y la voluntad de expresión de una modernidad estética pero fundamentalmente social. Un poco más tardío, dado que su proyecto data de 1959 y su finalización de 1966 la Empresa Nacional de Telecomunicaciones inicia en la esquina de Alberti y XX de Septiembre un nuevo edificio en similar lenguaje. La documentación técnica es firmada por Bernardo Pamn Jefe de sección técnica de obras de la División Edificios y Arquitectura de ENTEL, cuando ya la Dirección de Arquitectura de la Secretaría de Comunicaciones se había desmembrado, con la reorganización posterior a la caída del peronismo.

El edificio de Correos y Telecomunicaciones de Mar del Plata En 1950 la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Comunicaciones1 decidió, como parte del Primer Plan Quinquenal, la ejecución de un nuevo edificio para correo en Mar del Plata. El equipo integrado por los arquitectos Francisco Rossi, Juan C. Malter Terrada, Héctor González Laguinge y (con la colaboración de Raúl Villamil y E. Jozami en los esbozos iniciales) estuvo encargado del proyecto. Fue una versión ajustada de las ortodoxias corbuserianas de la época, con una superficie cubierta resultante de 12.000 m2.

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Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Mar del Plata, inaugurado en 1958 (Fuente: Colección partic.) Las premisas de la estética moderna con su tipología de placa y basamento, alta calidad constructiva, empleo de adelantos tecnológicos, flexibilidad, reducción de ornamentación y austeridad con bajo mantenimiento, guiaron la resolución y crearon su inconfundible imagen emparentada con los otros Correos del período. Se constituyó así un cuerpo arquitectónico con la unidad, coherencia y magnitud suficiente para ser todavía hoy una referencia ineludible en la ciudad y en el país. La ubicación, en la intersección de la Avenida Luro y la calle Santiago del Estero, no fue casual. Su posición pretendió absorber la gran masa turística y a la vez las necesidades de la gran actividad del centro marplatense (comercio, finanzas, empresas y servicios) nucleados en su entorno. Desde el Estado se propuso una tipología específica para estos edificios: la de placa exenta con basamento pero separada del mismo por un piso de transición. En el caso del Correo de Mar del Plata, proyectado entre 1950 y 1953 y habilitado en 1958, los arquitectos construyeron según esta tipología, con un primer nivel diferenciado netamente de la planta baja. El edificio se despega del suelo por medio de una serie de columnas que atraviesan el volumen que constituye el nivel de acceso y deja un espacio de transición entre ese volumen y la placa -una de las primeras oportunidades de aplicación en el país de este recurso formal-; el remate del edificio se libera del resto y se resuelve independientemente.

1. Desde 1949 se reconocía la denominación de Ministerio, a partir de la sanción de la Constitución Nacional reformada en ese año, que llevó a cabo una reestructuración de los organismos del P.E.N.

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En el lateral del edificio sobre calle Santiago del Estero fue ubicada otra entrada casi privada, mientras que el movimiento vehicular propio de la función, se resuelve contra la medianera de Avenida Luro, en un sistema de rampa que ingresa por debajo del basamento, por donde se accede desde la calle a las plantas de subsuelo, diseñadas para uso exclusivo del personal y de los móviles del servicio de correo. También se independiza formalmente al sector privado -la vivienda- con un volumen disgregado del principal, al que la gran placa da la espalda y sólo conecta con él mediante un puente. El público accede por medio de una escalinata a un medio nivel elevado, planta destinada a la atención al público. Se trata de una planta libre equipada con mostradores y mobiliario especialmente pensados en conjunto con el resto del edificio, minuciosamente diseñados teniendo en cuenta su ubicación en relación con las columnas, los

Una imagen moderna para la comunicación en Mar del Plata: El racionalismo del Edificio de Correos y Telecomunicaciones

Planimetrías del Correo de Mar del Plata, relevadas del proyecto definitivo fechado en 1952. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) ventanales, y los espacios de circulación. Todos detalles confirman lo que puede deducirse de los planos: la regularidad es utilizada como regla principal de la composición. Una de las características principales es el cuerpo de oficinas contenido en la placa, cuyos muros principales hablan de pares opuestos (transparente/opaco; abierto/cerrado; frente/ fondo). Hacia la avenida el volumen prismático se abre con un courtain wall planta a planta, y por el contrario, en su espalda hacia el poniente presenta una pared cerrada. La fachada industrializada, de paneles vidriados estrictamente modulados, colabora con la imagen institucional y brinda un componente altamente tecnológico para la época. Las plantas libres aportan flexibilidad y adaptabilidad al cambio. Los paneles vidriados y opacos son utilizados para dividir áreas y delimitar sectores de trabajo. En cuanto al equipamiento interior, el sistema de calefacción por radiadores, pensado como objeto de diseño, prevé los artefactos dentro del mobiliario, incorporándolos a los pupitres y a los mostradores y dejando la ventilación necesaria a través de un entramado metálico que lo recubre. Por su parte, el coronamiento está conformado por una lámina de hormigón suspendida, con caladuras. La cubierta simula despegarse, pero sus bordes apoyan en vigas acarteladas que descargan en los pilotis que traspasan todo el conjunto. El núcleo circulatorio vertical atraviesa y abastece al último nivel, con techo de losa y dos bóvedas de láminas de hormigón. El remate del conjunto lo constituye el tanque de agua revestido de mosaico veneciano, una extensión del mencionado volumen circulatorio que vincula al edificio. Una caja anexa alberga las viviendas del jefe y del inspector en dos plantas que se vinculan a la placa principal con un puente. Esta caja emplea el mismo criterio que la placa principal: un volumen atraviesa la losa y alberga los tanques. Sobre la calle Santiago del Estero el cerramiento del basamento se convierte en parasoles verticales metálicos y graduables. Los materiales más utilizados son metal, hormigón, vidrio, mármoles, venecitas, revestimiento de piedra regular. Se explota al máximo la belleza intrínseca de los materiales y la elegancia de las soluciones técnicas, en oposición al uso del ornamento. Materiales y revestimientos cuidadosamente seleccionados facilitan la conservación de los sistemas de oficinas al requerir poco mantenimiento.

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Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Mar del Plata. Coronamiento de la placa (Foto: A. Collado, 2012)

Algunas observaciones finales Hasta la inserción de la arquitectura moderna en la Argentina, se consideró fundamental que los elementos puestos al servicio del hombre no desvirtuaran el paisaje natural sino que lo integraran a él. En Mar del Plata esto se veía claramente con las construcciones livianas de madera, chapa y lona en los balnearios, las casas pintoresquistas, las pasarelas de madera, los caminos y escalinatas de piedra en los acantilados, la vegetación que parecía brotar espontáneamente de las grietas en las piedras del Parque San Martín o que se volcaban en cascadas en los fuertes taludes del Paseo Jesús de Galíndez, General Paz, Playa Saint James, Playa de los Pescadores y en el Parque Irigaray de La Perla. La modernidad, por el contrario, introdujo un cambio radical en esta visión de la arquitectura, desplazando la actitud de mímesis por otra de neta contraposición a lo natural imponiendo el paisaje artificial de volúmenes de cemento armado y cuerpos compactos, tal es el caso del Edificio de Correos local. Podemos decir que existió en la Argentina, respecto de la arquitectura moderna, la dificultad de adaptar un estilo eurocéntrico a una realidad periférica, que cultivaba sus propias reglas. Al mismo tiempo este conflicto se agravó por la resistencia ofrecida desde la arquitectura académica con respecto a las vanguardias modernas. A pesar de ello, los edificios de Correos y Telecomunicaciones construidos en las grandes ciudades o en pueblos de la provincia, manejan un mismo código formal, logran imponer las reglas del lenguaje racionalista y colaboran con la expresión de una imagen moderna del Estado, mostrando que bajo ciertas circunstancias, la modernidad arquitectónica pudo ponerse al servicio de las necesidades del país. El uso de este lenguaje arquitectónico, de una tipología específica y una alta tecnología para la época, fue consecuencia de varios aspectos, como los procesos de industrialización, la economía, necesidades de la población y el desarrollo de la arquitectura en proyectos y concursos impulsados por el Estado, la participación estatal y la enseñanza impartida por los centros académicos. Cabe destacar que la infraestructura pública de servicios construida en esos años alcanzó tal magnitud que todavía hoy constituye una referencia ineludible en el país y dejó su huella inconfundible en Mar del Plata. Una ciudad que estaba cobrando una escala y envergadura tal que la hizo necesitar de una arquitectura pública acorde.

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El correo, en Neuquén

El correo, en Neuquén Dra. Arq. Liliana Lolich CONICET, Universidad Nacional de Río Negro La ley 14184 establecía que se construirían cuarenta y un nuevas sucursales de correo en todo el país. Sancionada en 1952, aprobaba el Segundo Plan Quinquenal del gobierno peronista. De este modo, se iniciaba, en la ciudad de Neuquén, la concreción de una obra esperada durante más de medio siglo. El correo precedió a la fundación de la ciudad, al instalarse en el pequeño núcleo poblacional conocido como paraje Confluencia1. En 1902 se inauguró la estación de ferrocarril y recién dos años más tarde se fundó formalmente la ciudad, como nueva capital del entonces Territorio Nacional de Neuquén. El primer trazado urbano fue un damero cruzado por diagonales y ubicado al norte de la estación, con un importante eje central, actual avenida Argentina; el caserío que ya existía al sur y, seguramente, la dinámica ferroviaria, determinaron la necesidad de urbanizar también ese sector, donde estaba el correo. La ausencia de planificación y la especulación determinaron que, a juicio de Vapnarsky, la ciudad de Neuquén haya sido desde sus inicios “el caso más notorio en todo el norte de la Patagonia de dispersión y expansión innecesaria e inadecuada del tejido urbano”2. Su función primordial estuvo dominada por las actividades terciarias, fundamentalmente la administrativa siendo desde 1922, ciudad cabecera del Distrito 22 de Correos y Telégrafos con jurisdicción sobre el resto del Territorio Nacional de Neuquén, el de Río Negro y parte del de Chubut y La Pampa e, incluso, la localidad de Colonia Las Heras, en Santa Cruz3. En 1941 y debido a las reiteradas hipótesis de conflicto con Chile, la 6ta. División del Ejército fue trasladada desde Bahía Blanca a Neuquén, también se estableció allí la sede de la XII Agrupación de Gendarmería Nacional y del Batallón de Ingenieros en Construcciones. Sumados a la guarnición militar preexistente, estos organismos convirtieron a Neuquén en un importante centro militar. En 1955, el Territorio Nacional adquirió la condición de provincia aunque se efectivizó tiempo después debido a la abrupta interrupción del proceso a causa del golpe militar que derrocó al presidente Perón. El incremento de la explotación petrolera en los yacimientos de Plaza Huincul y la provincialización impulsaron el desarrollo local. Estos cambios favorecieron un crecimiento poblacional explosivo “los 13.000 habitantes escasos que se pueden estimar para 1950, eran casi 27.000 en 1960”4. En ese contexto, al edificio del Correo se lo veía “como un complejo sobredimensionado”5 para las necesidades del momento y del paisaje urbano que se asemejaba más bien a un suburbio. En 1955 se lo anunciaba como “el primer edificio alto de la ciudad”6 pues las construcciones más audaces apenas superaban los dos pisos de altura. La obra impactó desde el inicio de su construcción, ya que era un verdadero acontecimiento ir a ver la excavación para el subsuelo, algo inédito en la localidad.

Una obra monumental para una pequeña ciudad Fue proyectada por el Arquitecto Alberto Ochoa entre 1953 y 1954. La construcción comenzó de inmediato y la realizó la empresa Mur Hnos SRL. Según Nordenström7, Rodolfo Poljak se ocupó de la ejecución mientras que la obra fue inspeccionada por el Ingeniero Adolfo Moriconi. Con una inversión total de $ 25.000.000, fue inaugurada el 8 de mayo de 19608.

1. Nombre derivado de la condición de ser punto de encuentro de los afluentes que forman el río Negro. 2. Vapnarsky, César. Pueblos del Norte de la Patagonia 1779-1957. Gral. Roca, 1983; p 189. 3. Nordenström, Julio. El Cartero. Las memorias de un auténtico neuquino (relatos). Neuquén: Fondo Editorial Neuquino, 1999; pp. 44 y 49. 4. Vapnarsky, C. Op. Cit., p. 193. 5. S/a. “Una obra monumental. Edificio de Correos y Telégrafo” en Neuquén 95 Aniversario. Neuquén (separata), 1999. 6. S/a. Neuquén 1904/2004. El libro de Oro del Centenario 23. Año 6. Sección Especial. Neuquén: Neuquén por Siempre; septiembreoctubre, 2004. 7. Nordenström, J. Op. Cit., p. 59. 8. “Inauguran hoy el edificio para el Distrito 22 de Correos” en diario Río Negro, Gral. Roca; 08/05/1960, p.1. “Nuevo edificio para correos en Neuquén” en diario La Nación, Buenos Aires; 08/05/1960; p. 11.

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Obreros que participaron en la construcción, en el salón ppal. poco antes de finalizar las obras (Fuente: Arch. Histórico Mun. de Neuquén) A docientos metros de la avenida principal, el terreno era un solar en la esquina de Rivadavia y Santa Fe y había sido donado por vecinos de la localidad. En el encuentro de calles confluye una de las diagonales, enfrente de la cual estaba la sede del Automóvil Club Argentino, obra de Antonio Vilar, recientemente demolida. Merecedor del reconocimiento como una de las obras más valiosas de arquitectura moderna de la Patagonia, el edificio de la ciudad de Neuquén presenta analogías corbusieranas con otras sedes de correo, pero en éste, es particularmente destacada la influencia ejercida por la arquitectura moderna brasilera, heredera del maestro suizo. Como referente reiterado aparece el edificio Gustavo Capanema (1936), cuyo nombre recuerda al ministro de Educación de Brasil (periodo 1934-1945) durante la presidencia de Getúlio Vargas, responsable de las políticas que hicieron posible la construcción de esa paradigmática obra, de notable adaptación regional.

Edificio del Correo de Neuquén. Fachada principal orientada al sur. Foto: Bazzana, 1960 (Fuente: Arch. Histórico Pcial. de Neuquén)

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El correo, en Neuquén

Planimetrías del Correo de Neuquén, relevadas del proyecto original de Ochoa, fechado en 1954. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) El correo, con un volumen prismático (placa desarrollada en planta baja y cuatro pisos, más subsuelo) que se articula con construcciones de menor altura y de marcada horizontalidad, reitera el esquema compositivo del edificio carioca y de la mayoría de las sedes de correo contemporáneas. Destacamos, además, como repertorio de semejanzas: la volumetría de la placa separada del basamento por un entrepiso con balcones entrantes –a modo de logia- y rematada por el característico tanque de agua revestido en venecita color celeste; la correspondencia entre forma y función, destinando la placa para las actividades básicas de correo y el resto para las áreas de apoyo, servicio y mantenimiento; la separación de los elementos estructurales mediante el empleo de pilotis revestidos con venecita como estructura de sostén de la placa; grandes paños ciegos contrastados con grandes planos vidriados y logias; la liberación de un espacio central destinado a playa de maniobras; el emplazamiento en esquina, con ausencia de ochava; el especial tratamiento para la sala de atención al público como generoso espacio de planta libre caracterizado por su luminosidad, amplitud y la característica presencia de los pilotis; los elementos decorativos y artísticos como complementos de la arquitectura. Entre las singularidades, en cambio, presenta la planta baja elevada medio nivel y a la cual se accede desde una escalera, que originalmente estaba en voladizo. La escalera volada se repite en el acceso a los consultorios, desde calle Santa Fe. La sala de atención al público no sólo fue diseñada en base a los elementos que contribuyen a crear divisiones virtuales sino que, además, los pisos evocan los dibujos ondulantes que ideó Burle Marx para los pavimentos de la arquitectura moderna de Río de Janeiro. Siguiendo el mismo referente, sobre el muro medianero, el escultor Héctor Sixto Nieto, realizó un mural, apelando también a planos ondulantes de color, sobre los que sobrepuso una rectilínea estructura metálica, a modo de contraste y síntesis formal de estas arquitecturas. Los frentes están revestidos con placas cementicias rectangulares y, nuevamente, venecita en franjas de colores sobre la escalera de entrada, también en otros paños de la planta baja, además del tanque de agua ubicado en la azotea.

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Acto de inauguración el 8 de mayo de 1960. Detrás de los asistentes se distingue el mural de venecitas y metal. (Fuente: Arch. Histórico Pcial. de Neuquén)

Edificio del Correo de Neuquén en la actualidad. Fachada sur (Foto: L. Lolich, 2013) La gran mayoría de las carpinterías son originales, con marcos de madera y hoja placa de madera en puertas. En ventanas predomina la perfilería de hierro con sistema de brazo de empuje. En algunos sectores del área de consultorios médicos y farmacia, el muro exterior aparece reemplazado por paños de ladrillos de vidrio.

Estado de conservación En líneas generales, la obra se conserva en buen estado, más por mérito de la calidad de la construcción y de los materiales empleados que por las inversiones realizadas en su mantenimiento. A ello se debe que no se pueda usar el último piso. El resto del edificio se encuentra en uso casi en su totalidad, merced a que Neuquén sigue siendo central regional, con jefaturas zonales. Esto determina que el uso del edificio sea intenso pues se trabaja las veinticuatro horas del día, con las correspondientes áreas de logística y distribución, conservando, también, el servicio médico. Se han perdido, en cambio, las dependencias vinculadas al mantenimiento, tales como el área de cerrajería y carpintería, amén de los talleres mecánicos para reparar los vehículos de la empresa. Entre los cambios más notables, señalamos el cierre parcial de la logia para ampliar las oficinas del sector y el cerramiento por debajo del voladizo de la escalera de acceso. Contiguo a la entrada había dos escudos nacionales, uno sobre cada calle. El agregado de cartelería sobrepuesta oculta uno de ellos mientras que ha sido retirada la leyenda original de identificación institucional. También se hicieron cambios de artefactos e instalación eléctrica. Los ascensores y el sistema de calefacción siguen siendo los originales, conservándose en uso los radiadores y la caldera. En algunos sectores se evidencian problemas de humedad en cielorrasos y partes bajas de muros. Algunos baños fueron remodelados mientras que otros se mantienen originales. Los herrajes de las carpinterías necesitan reparación, que se dificulta por falta de repuestos.

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El correo, en Neuquén

Detalle del mural que originalmente remataba el salón de atención al público, en la actualidad, y Salón de atención al público (Fotos: L. Lolich, 2013)

El correo como disparador de la renovación del paisaje urbano Como parte del impulso que el peronismo le dio a la arquitectura moderna desde la obra pública, este edificio fue la primera destacable en la ciudad; poco después surgieron otros edificios modernos, entre ellos, el Jardín de Infantes, la escuela 201, la nueva sede del Banco Hipotecario Nacional y la Municipalidad. El Jardín de Infantes Nro. 1 Padre José María Brentana fue inaugurado en 19629. Presenta analogías en el sistema estructural independiente, aventanamientos continuos y recursos plásticos que acentúan la horizontalidad, además de un salón de planta libre con pilotis. Sobre el acceso, un frente plano estaba enfatizado por un moderno mural en cuadrícula de colores, hoy degradado. Cuatro años después de terminado el correo se inauguró la Escuela 201, donde también funcionó la sede de la Universidad del Neuquén10. De aspecto fabril, destaca el amplio salón con bóveda de cañón corrido. Al oeste, el aventamiento horizontal continuo está cubierto con parasoles verticales de hormigón mientras que el tanque de agua fue revestido con venecita color celeste. Como un estadio más avanzado dentro del proceso teórico de la modernidad, el Palacio Municipal presenta una novedosa concepción estructural con un núcleo central de circulaciones verticales y los pisos a modo de bandeja, de planta libre. Fue proyectado en 1962 por Jorge Di Boscio y Víctor Pelli, quien participara en la corriente conocida como Casas Blancas, con reconocida trayectoria en torno a la vivienda social. La demora en la ejecución del edificio –veinte años- produjo cambios que desnaturalizaron el diseño original. Como ocurrió en otras ciudades patagónicas, la renovación urbana llegó de la mano de la provincialización y de ideas de progreso que lejos de interpretar la realidad local, adaptaron los modelos prestigiados. Si bien en la Patagonia el contraste se acusa más, por la breve trayectoria histórica de sus ciudades, la intención de parecerse a los países desarrollados se generalizó a escala continental donde, al decir de la colombiana Silvia Arango, “el sueño moderno (…) consistió más en ‘ponernos al día’ que en inventar un nuevo mundo.”11 En cuanto al debate disciplinar sobre la relevancia que el peronismo le asignó a la arquitectura moderna, los edificios de correos testimonian, al igual que las viviendas populares,

9. La documentación está firmada por el constructor Esteban Szilagyi. 10. Transformada, en 1972, en la actual Universidad Nacional del Comahue para la cual se construyó un campus al norte de la ciudad. 11. Arango, Silvia. “El Movimiento Moderno en Europa y América Latina: distinciones” en Summa, 230. Buenos Aires: Summa, octubre 1986; p. 49.

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Municipalidad de Neuquén y monumento al Gral. San Martín (Foto: L. Lolich, 2013) Entrada principal a la Escuela 201 (Foto: L. Lolich, 2013)

la afirmación de Petrina y Larrañaga de que “la arquitectura moderna le debe al peronismo su popularización y su institucionalización definitivas”12.

12. Petrina, Alberto y Larrañaga, María. “Arquitectura de masas en la Argentina (1945-1955): hacia la búsqueda de una expresión propia” en Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, 25. Buenos Aires: FAU-UBA, 1985; p. 114. 13. Gutiérrez, Ramón. Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Madrid: Cátedra, 1983; pp. 652 y 660.

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Lanzado el desafío, la búsqueda de aquella imagen de progreso que las ciudades de las nuevas provincias patagónicas debían demostrar, Neuquén entre ellas, incorporaron tempranamente la construcción de torres en tejidos urbanos no consolidados, generando el paisaje contradictorio que hoy muestran. Lejos de seguir la voluntad regionalista de la moderna arquitectura brasilera, en Argentina, las vanguardias optaron por “la actitud refleja de la aceptación de la moda, de la última ‘onda’ arquitectónica”, potenciando y promoviendo el lucimiento de la obra aislada, “incapaz de modificar positivamente el espacio público”13. Una de las estrategias para superar el subdesarrollo es acumular y aprender de la experiencia, testimoniando así el pasado, para construir memoria. La protección de obras notables, como es el edificio del correo que hemos analizado, aparece, entonces, como urgente necesidad.

Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Santa Rosa de La Pampa

Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Santa Rosa de La Pampa Dra. Arq. Liliana Lolich CONICET, Universidad Nacional de Río Negro

Ing. Cristina Covas

La construcción de un edificio de esta envergadura en una joven ciudad como era Santa Rosa en la década de 1950 aparece justificada por razones geopolíticas. Su ubicación central dentro del territorio nacional le confiere especial relevancia en materia de comunicación e interconectividad con el resto de las provincias, favorecida por el cruce de caminos interregionales y por contar con servicio ferroviario. Como capital de la provincia de La Pampa, esas ventajas comparativas eran propicias para la concentración de importantes flujos comerciales y culturales. En 1951 fue sancionada la ley nacional 14037, declarando provincia al, hasta entonces, Territorio Nacional. Un año después se le asignaba el nombre de Eva Perón, denominación que fuera cambiada por la actual tras el golpe militar de 1955. Santa Rosa había sido fundada en 1896 con un trazado en forma de la cuadrícula y atravesada por la red ferroviaria inaugurada a sólo cinco años de su fundación. El crecimiento posterior modificó su morfología, que se volvió tentacular, tensionada por la dinámica de las rutas, especialmente las nacionales 5 y 35. Al poblamiento inicial, marcado por la radicación de un importante contingente de inmigrantes franceses por iniciativa de Tomás Mason a fines del S XIX, se sumó un explosivo crecimiento después de la provincialización y de las políticas desarrolladas por el segundo gobierno peronista, con fortalecimiento de su función administrativa. Un clima benigno, adecuadas condiciones agrológicas y la centralidad con relación al área más propicia para el desarrollo de actividades agropecuarias, fueron sus ventajas comparativas. La población tuvo un incremento del orden del 75 % en trece años (de 14.623 habitantes en 1947 a 25.273 habitantes en 1960). Los análisis demográficos demostraron, además, un marcado proceso de migración desde el campo a la ciudad. Acompañando ese crecimiento, surgieron nuevas instituciones vinculadas con la cultura, la educación y el desarrollo científico. En 1950 el Ministerio de Comunicaciones de la Nación creó LRA3 Radio Nacional Santa Rosa y poco después la Estación Experimental en la vecina localidad de Anguil, incorporada luego al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Las actividades científicas iniciadas por esos organismos cobraron mayor impulso en 1958, tras la creación de la Universidad de La Pampa, con carreras que acompañaron las funciones administrativas y productivas de la ciudad1. En este contexto se había dado inicio a la construcción del edificio de Correos y Telecomunicaciones.

Una obra colosal Las imágenes de época muestran el contraste de esta obra en relación con su entorno. El paisaje cultural, dominado por la llanura, se conformó con arquitecturas modestas y bajas, muchas italianizantes. La construcción de un edificio en altura se convirtió en un acontecimiento social, parte del nuevo imaginario ligado a la condición provinciana recién asumida, entendida como un momento histórico de cambio, que la arquitectura debía reflejar. El diario La Capital registraba la noticia afirmando que la “monumental obra…es ‘la avanzada edilicia más grande en toda la Provincia’”2, destacando la envergadura que adquirían las funciones que iba a albergar: correo, telefónica y radio nacional.

1. En 1973, fue nacionalizada como Universidad Nacional de La Pampa. 2. “Correos” en diario La Nación. Buenos Aires, 13/05/58, p. 6.

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Felipe Traverso controlando la armadura de la losa del tanque de agua. (Fuente: Colección part. Sr. Traverso) Edificio de Correos de Santa Rosa. Vista hacia el acceso en la esquina de Rivadavia y Lagos. (Foto: C. Covas, 2013) Posiblemente, el peso emblemático de ser la ciudad más importante de la provincia que llevaba el nombre de la esposa del presidente de la Nación, fallecida en 1952, motivó el sobredimensionamiento inicial de la obra por parte de la Dirección de Arquitectura. Así, el Correo de Santa Rosa fue concebido en un primer proyecto de 1953, del arquitecto Eudaldo Vidal, como un monumental edificio, con basamento y una placa, de nueve pisos de altura. Al año siguiente, la obra se redimensionó y concretó según el diseño definitivo del arquitecto Julio Heguilor Rocca, quien ideó una placa de menor porte, aunque no por ello, menos impactante.

Fachada norte, sobre calle Lagos. (Foto: C. Covas, 2013)

La construcción estuvo a cargo de la empresa Daverio, con oficinas en Buenos Aires, que empleó operarios calificados en la zona. Los trabajos de hormigón armado fueron subcontratados a la empresa Stekar-Miliano Construcciones Civiles e Industriales. Tras nueve años de construcción, la obra fue inaugurada el 31 de agosto de 1963.3 Como en el resto de la serie, se reitera aquí la alusión al edificio Capanema construido en Río de Janeiro (1936-1945) con el asesoramiento de Le Corbusier, por contraste entre la placa y otras construcciones de menor altura. La primera, de 23 m de alto, domina y caracteriza la obra, con su fachada principal sobre la calle Lagos, mientras que su lateral, sobre Rivadavia, presenta un muro ciego. Se construyó en un terreno de un cuarto de manzana (51,65 metros x 50 metros), con acceso por la esquina a las zonas de atención al público y a pocas cuadras de la plaza principal, centro institucional y representativo de la ciudad. Una de las particularidades la constituye la planta baja que simula sustentar la placa, de cuyo perfil avanza 2 metros, hasta alcanzar la línea municipal. Por encima, la interrupción de la retícula frontal en el nivel de entrepiso, totalmente vidriado, aparece como gesto de reemplazo de los recursos corbusieranos de despegar la placa del nivel de terreno, mientras que el basamento, con cierta pesadez, procura vincularse con la escala peatonal y con el contexto urbano.

3. Las autoras agradecen muy especialmente al Sr. Felipe Traverso, sobrestante de la Dirección de Arquitectura durante la construcción de la obra, su colaboración con datos y documentación.

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Sobre calle Rivadavia y en una sola planta se distribuyen los consultorios médicos, a continuación de los cuales aparece la unidad de viviendas desarrolladas en tres pisos -departamentos para el Jefe del Correo, el Jefe de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, el Director de Radio Nacional y para la Mayordomía-, separados por el acceso a la playa de maniobras vehicular. Rodeando la playa se encuentran el garaje, sectores de apoyo y de expedición, con empleo de estructura en forma de shed y losa plana para el techado.

Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Santa Rosa de La Pampa

Planimetrías del Correo de Santa Rosa, relevadas del proyecto original de Heguilor Rocca, de noviembre de 1954. Dibujó: Arq. Fabián Ramos (Fuente: Archivo CRIHDAC) El acceso principal presenta un recorte en la planta, en reemplazo de la ochava urbana, mientras que el salón ofrece la espacialidad de su planta libre dejando a la vista los pilotis que sustentan la placa. El área se complementa con las oficinas comerciales, sanitarios y dependencias de trabajo de carteros. Los siguientes niveles eran ocupados por servicios telefónicos: el entrepiso para las telefonistas y la primera planta, diseñada como planta libre y de mayor altura, para los equipos. En el segundo piso funcionaron otras oficinas del correo y las secciones de mantenimiento y de inspección del personal. El tercer piso se destinó a telegrafía y el cuarto y último, a la Radio Nacional, que comprende, también, el espacio destinado a auditorio destacado exteriormente por una losa curva que sobresale del techo plano. Queda demostrada la condición emblemática que adquirió la placa laminar como referente tipológico la cual, integrada plásticamente a volúmenes de menor altura, le otorga una singularidad arquitectónica que construyó la asociación, en el imaginario colectivo, entre forma y función. El uso del característico brise-soleil en el frente norte actúa como eficiente regulador térmico, por proyección de sombras, protegiendo, a su vez, a las ventanas de los embates del agua de lluvia. Así, estos parasoles de hormigón conforman una retícula superpuesta a la fachada vidriada a modo de segunda piel, como pantalla protectora que multiplica aleros, otorgando mayor confort a las oficinas. El empleo de frentes vidriados continuos usados en la placa, se reitera en la fachada de los departamentos orientados al oeste, en este caso, sin parasoles de protección. El tanque de agua elevado, de volumetría redondeada, se destacaba por encima de la placa no sólo por su forma sino también por su revestimiento en venecita de color celeste. Intervenciones posteriores lo transformaron mediante la aplicación de una película de recubrimiento que oculta el material original.

El correo hoy Santa Rosa es Cabecera del Distrito 25º de Correos y Telecomunicaciones. Tras las privatizaciones concretadas en la década de 1990 y el avance de nuevas tecnologías, este edificio, al igual que las restantes sedes de correos, sufrió procesos de abandono de parte de sus instalaciones, remodelaciones e incorporación de nuevos usos.

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Contrafrente en una vista de sur a norte. Se aprecia el techo tipo shed que cubre el sector de talleres (Foto: C. Covas, 2013) De los dos ascensores originales, uno solo se encuentra en funcionamiento mientras que, de los usos originales, sólo se conservan los servicios de correo, administración y actividades complementarias, además de la radioemisora. En distintos períodos el edificio albergó a otras instituciones públicas como Vialidad Nacional y Poder Judicial. En el entrepiso funciona, en la actualidad, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. La falta de uso de las segunda y tercera plantas de la placa se evidencia en su estado de abandono debido a la falta de mantenimiento, filtraciones de humedad, falencias en sanitarios y rotura de elementos de equipamiento. De los departamentos sólo uno está habitado, por la directora de Radio Nacional. En el nivel de acceso continúa funcionando el salón de atención al público y dependencias. Conserva el piso original de trozos de mármol unidos con cemento negro. Algunos revestimientos originales fueron recubiertos con productos plásticos tipo Iggam. Se han conservado en buen estado vitrinas, pupitres adosados a las paredes y el mobiliario que alberga las casillas de correo, todos realizados en madera. En apariencia, no presenta problemas estructurales y sólo requeriría mantenimiento y recuperación de algunos elementos notables como, por ejemplo, el revestimiento original del tanque de agua.4

La ciudad y la arquitectura moderna En 1950 se había inaugurado el nuevo edificio de la Municipalidad de Santa Rosa. Ubicado frente a la plaza principal, se construyó en dos plantas de sobria modernidad que podríamos definir como una obra de transición entre un tardío Art Decó y el primer racionalismo. La fachada sobre la calle San Martín presenta estructuras modulares aporticadas de doble altura, de pretendida monumentalidad. En el acceso, el ritmo se interrumpe con un muro plano con balcón, recurso que logra jerarquizar su ubicación. 4. Hasta la fecha el edificio no posee protección legal. En 1989 la Municipalidad de Santa Rosa, a través del Programa de Relevamiento Patrimonial, comenzó a catalogar sitios y edificios de interés. Con la denominación de Empresa Nacional de Correos y Telecomunicaciones, le fue asignado el número de inventario I. p. 22. 36.

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En 1955, recién iniciadas las obras para el edificio del correo, se concursó el anteproyecto del Centro Cívico que albergaría los organismos provinciales: la Casa de Gobierno, las sedes de los poderes Judicial y Legislativo, y la Terminal de Ómnibus. La construcción del nuevo complejo estaba prevista en un terreno contiguo a la rotonda de acceso desde Buenos Aires, puerta de entrada más importante de la ciudad. El proyecto ganador fue el presentado por Clorindo Testa en sociedad con Boris Dabinovic, Augusto Gaido y Francisco Rossi. Aunque no habían participado en el proyecto para el Correo de Santa Rosa, vale notar que los arquitectos Rossi y Gaido formaban parte del equipo de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Comunicaciones, desde 1948.

Edificio de Correos y Telecomunicaciones de Santa Rosa de La Pampa

Municipalidad de Santa Rosa, frente a la plaza San Martín. (Foto: C. Covas, 2013). Postal turística con la que se procuraba mostrar a Santa Rosa como una ciudad moderna (Fuente: Archivo Histórico Municipal)

El primer edificio del Centro Cívico en construirse fue la Casa de Gobierno, considerada uno de los ejemplos más notables del brutalismo en Argentina, asumiendo esta corriente de la arquitectura moderna impulsada por el mismo Le Corbusier con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Al igual que el Correo, fue inaugurada en 1963. Ambos, no tardaron en ilustrar las postales turísticas de la época como imagen del nuevo paisaje urbano que se quería imponer, representativo de una ciudad moderna. Así, en un radio de 500 metros encontramos tres obras distintas y contemporáneas, como muestra de nuestra anacrónica y tardía llegada a la modernidad: las tres representan etapas diferentes en su proceso teórico. La intencionalidad monumental de la primera nos remite a la denominada arquitectura imperial que Ramón Gutiérrez asocia a los resabios del liberalismo y la imagen del Estado fuerte no por su papel regulador de la economía o del orden social, sino por la ‘representatividad’ de sus ‘instituciones eternas’”5 A modo de contrapunto, la Casa de Gobierno aparece con sus geometrías angulares y repetitivas en composiciones complejas que, a la vez, logran una humanizada y lúdica integración de volúmenes perforados, herederos de Chandigarh, en contrapunto con estares al aire libre cubiertos por las características estructuras tipo paragua, repetidas en el techo de la Terminal. Entre la obra municipal y la provincial, hemos destacado aquí el correo nacional, casual emblema de comunicación, no sólo por su función sino también por oficiar de símbolo de un momento de transición dentro del proceso de la modernidad. Será Testa quien se ocupe de testimoniar, dos décadas más tarde, en las siguientes etapas de construcción del Centro Cívico, los cambios que nos conducían hacia la posmodernidad. Hoy, ingresados al siglo XXI, el futuro nos demanda la patrimonialización de estas obras que conformaron el paisaje urbano de la Santa Rosa de mediados del siglo pasado. Desde su notable singularidad, el correo constituye un hito indiscutible, merecedor de mejores políticas de protección.

5. Gutiérrez, Ramón. “La arquitectura imperial”, en Waisman, Marina (Coord.) Documentos para una historia de la arquitectura argentina. Buenos Aires: Summa, 1984; p. 205.

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Los edificios de correos como proyecto de ciudad Mg. Arq. María Laura Bertuzzi Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad Nacional del Litoral Los correos diseñados en Argentina por la Dirección de Arquitectura de la Secretaría de Comunicaciones son objetos-manifiesto de una modernidad radical imposible. Cuando la arquitectura moderna vernácula se encontró con la oportunidad de operar de manera inmejorable es decir: con un programa de arquitectura federal que incluye a grandes y pequeñas ciudades de todo el país, con un grupo de diseñadores de excelencia (los mejores egresados de la Escuela de Arquitectura de la UBA) , con la tolerancia del gobierno nacional a los códigos modernos y con condiciones económicas excedentarias, descubrió también que las ciudades ya estaban hechas y que la resistencia de herencias dominiales y simbólicas era mayor a la que podría suponerse. En así que los edificios se convirtieron en verdaderos hitos de modernidad y modernización de un valor excepcional dado por su calidad individual y colectiva, pero también en la clara manifestación de anhelos incumplidos. Bernardo Secchi sostiene que en la ciudad moderna (europea) se manifestaron dos figuras: la continuidad y el fragmento. La primera desde el Renacimiento hasta el siglo XIX, la segunda, desde entonces hasta el último tercio del siglo XX.1 La figura de la continuidad implicaba la noción de subdivisión infinita (opuesta a la indivisibilidad pre renacentista) y la utilización de materiales urbanos específicos tales como los bloques prefabricados, la manzana, la vía porticada, la plaza, el paseo, la calle, el boulevard, el crescent, el parque el jardín, las infraestructuras, los equipamientos, y sus combinaciones macerados durante siglos. En términos espaciales implicaba continuidad social y en términos físicos regularidad, isotropía e infinitud. En el siglo S.XX, la figura que se consolida es la opuesta a la anterior, la del fragmento, recuperando, según el citado autor, la tradición romántica. Esta figura conduce a una concepción topológica del espacio, a la especificidad de los lugares, a la perfección de la obra en sí misma (como un rizo) todo esto sustentado y posibilitado por la conectividad de las comunicaciones. Ambas figuras se alternan y la ciudad europea resulta ser una sucesión de continuidades fragmentadas y de fragmentos develados. La ciudad americana fue, históricamente, el lugar donde el desarrollo de la continuidad era posible dado que, a diferencia de la ciudad europea, en el Nuevo Mundo (norte y sud América) había grandes espacios deshabitados, pre-existencias mucho más débiles que en Europa o, en los casos más extremos, claras decisiones o acciones políticas de sustitución simbólica que, en los tres casos permitían realizar el sueño de escribir sobre una página considerada en blanco, un territorio sin memoria.

1. Secchi, Bernardo. “Ciudad moderna, ciudad contemporánea y sus futuros”. En Ramos, Ángel Martín. Lo urbano en 20 autores contemporáneos. Barcelona: Ediciones UPC, 2004.

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Estas situaciones, hicieron posible que en la fundación de sus ciudades, o por lo menos en la mayoría de ellas, se realizara efectivamente la figura de la continuidad plasmada en los trazados regulares de raíz europea. Sin embargo para el siglo XX, con el sistema urbano americano efectivamente consolidado, la continuidad parece, al igual que en el escenario europeo, casi imposible pues ya se han cristalizado ciertos puntos del territorio, con premisas de organización mínimas y con formalizaciones que -en general- responden al máximo provecho económico sobre los criterios más bastos del arte urbano o del urbanismo. Las ciudades argentinas no son ajenas a estos procesos. En particular si consideramos los planes urbanos formulados para las mismas en el siglo XX, es evidente que la ciudad mo-

Los edificios de correos como proyecto de ciudad

derna radicalizada se considera inviable en los hechos, pues en su mayoría los proyectos de urbanización no se realizan y se logran instalar, a duras penas, algunas de las ideas postuladas por ellos que quedan como remanente en el campo disciplinar y son, en el mejor de los casos, recuperadas parcialmente por iniciativas posteriores. Quizás la demostración más clara de esa inviabilidad se manifiesta en el debate sobre las acciones e ideas formuladas para la reconstrucción de la ciudad de San Juan tras el terrible terremoto que la afectara en 1944.2 La oportunidad de concretar el laboratorio urbano moderno, se da de bruces contra las condiciones materiales y culturales del país, por lo tanto lo que queda a la cultura moderna académica es recorrer el camino del fragmento. Particularmente para el caso de los correos, la realización de un objeto urbano como manifiesto. Es así que la aparición de los correos modernos como objetos seriales, adquiere un especial significado en tanto puede ser interpretada como el ensayo y la realización de una pieza urbana de alta densidad en las ciudades más importantes del país. En otras palabras, la concreción del programa de la placa, entendida como una versión menor de la torreo o el rascacielos para nuestras latitudes, formulado una y otra vez por una misma comunidad de profesionales (Dirección de Arquitectura del Ministerio de Comunicaciones de la Nación) para las principales ciudades del interior y en un breve lapso temporal, actúan como escenarios de una comunicación más eficaz del territorio nacional y, al mismo tiempo, protagonizan un arco muy diverso de situaciones, en donde los aspectos políticos, históricos y climáticos constituían un desafío considerable. La serie de los correos que estudiamos aquí, en su escala urbana, devela entonces la estrategia posible ante la continuidad imposible repitiendo una serie de invariantes: a) en la escala de la ciudad, la ubicación de los edificios en avenidas de mayor jerarquía y con excelente visibilidad, la elección de emplazamientos en áreas de articulación entre el centro histórico (lógicamente más resistente) y la extensión de la ciudad en lo que genéricamente podríamos denominar las rondas o el peri centro. b) en la escala del tejido, la atención a la graduación entre los zócalos y las placas y por tanto entre la ciudad heredada y la ciudad futura. c) en la escala del edificio la repetición de unos pocos elementos y materiales más o menos innovadores según el contexto local, que contribuyeron a reforzar la idea de la serie, con gran eficacia a los ojos de los conocedores y quizá con un poco menos de éxito, a los ojos del ciudadano común.

Particularidades En este artículo se han representado gráficamente sólo siete casos con la intención de dejar en negro sobre blanco los rasgos comunes entre los edificios de mayor envergadura, sobre todo referidos a su resolución como piezas urbanas implantados en algunas de las principales ciudades del país. También se describe, la situación de otros casos, de escala intermedia, cuya consideración se realizará en las siguientes líneas buscando describir las particularidades que los caracterizan, diferencian y finalmente, relacionan. En Santa Fe, el edificio se ubica en el predio del antiguo Parque Escolar -hoy Parque Alberdi-, en poco más de media manzana generada especialmente para implantarlo, a partir de la apertura de una cortada –hoy Falucho- que seccionó un fragmento del Parque. La pieza del correo resuelve su relación con la ciudad por continuidad y por fragmentación a un tiempo. Es continuo en tanto se adapta al sub-módulo de la manzana, generando un zócalo afín a la ciudad histórica propia del tejido del área central en la cual se implanta; esto provoca una fluencia espacial con su entorno con el uso de pieles transparentes, pero al mismo tiempo produce ruptura, fragmentación y modernidad con la erección de una torre inusitada (para ese momento) en el skyline santafesino. Apuesta en la orientación de su fachada, reafirmando la tesis de Secchi, a la vía más potente de su entorno, la Avenida 27 de Febrero, abriéndose hacia el este y hacia la zona portuaria.

2. Sobre este tema, ver el trabajo de Marcelo Vizcaíno, en esta misma publicación.

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Presentación comparada de la inserción urbana de los edificios. Dibujo: Arq. Fabián Ramos En la ciudad de Mendoza, el edificio se ubica también en una posición inmediatamente periférica al centro, en la esquina de Avenida Colón (zócalo) y Avenida San Martín (placa), ocupando la totalidad de una manzana que, al igual que en Santa Fe, es un sub-módulo de las manzanas históricas definido, a partir de la apertura de una cortada. El bloque de mayor altura se ubica sobre Avenida San Martín, con una piel de curtain wall orientada hacia el este, mientras que un bloque un poco menor se desarrolla sobre Avenida Colón, cuya fachada se resuelve con parasoles de hormigón, buscando adaptarse a las exigencias de las orientaciones cardinales, pero también a las de la precisa implantación urbana y a los requerimientos morfológicos de la esquina. En Mar del Plata, el edificio se ubica en la intersección de la avenida Luro y la calle Santiago del Estero, inmediato al microcentro; aunque se mantiene la idea de basamento y placa, el primero asume una configuración particular, ya que se define como un pequeño volumen de dos niveles, sobre el cual se apoya la placa, mediada por un nivel de transición resuelto con una piel de vidrio. A diferencia del planteo de Mendoza, en donde se atiende a la situación de esquina, en este caso, la tensión predominante es la de Avenida Luro -como sucedió en Santa Fe con la Avenida 27 de Febrero- pero esta vez el edificio aparece muy integrado a un entorno

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Los edificios de correos como proyecto de ciudad

El Correo de Santa Fe. Vista desde la Avenida 27 de Febrero, de sur a norte, en 1959 (Foto: AGN. Dto. Fotografía, nº inv. 275750) de escala monumental que hoy se halla mejor definido y consolidado que en el momento de su construcción; aquí la placa se inserta como una pieza más en la imponente avenida, subordinada su altura a un orden más general, con lo que se hacen menos evidentes sus innovaciones lingüísticas. El correo de Córdoba, está ubicado en la esquina de las avenidas Colón y General Paz, apenas por afuera de la ronda de bulevares de la ciudad histórica, ocupando media manzana. Aprovecha también, como en el caso de los anteriores edificios, la presencia de dos potentes ejes viales. Sobre Avenida Colón se resuelve con un zócalo menor y sobre General Paz con una placa, ambas fachadas ligeramente recedidas y adaptadas a la condición de esquina, tal como sucedía en Mendoza. El edificio Movimiento, en Buenos Aires, destinado a centro de servicios para la flota vehicular de la Dirección General de Correos, tiene un programa funcional diferenciado de las sedes postales, aunque su lógica de emplazamiento responde a criterios similares. Es el último que se presenta aquí dentro de la serie de torres , tratando de analizar la ubicación de los edificios de mayor porte en las ciudades de mayor escala. Se localiza en una manzana triangular, en Retiro, en un fragmento urbano determinado por dos grandes autovías: la Avenida Presidente Ramón Castillo y la Avenida Presidente Arturo Illia y se encuentra a sólo 400 m del edificio de la Estación Terminal de Retiro, frente a la zona portuaria. En este caso junto al zócalo y a la placa, aparece un tercer elemento, un bloque de cocheras de seis pisos. El valor emblemático del emplazamiento urbano, en una puerta de la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aparece contrastado con el desarrollo de la Villa 31, que circunda al edificio por el sur y el este. Las ciudades de San Juan, Posadas, Corrientes, Santa Rosa de La Pampa y Neuquén, representan la resolución del mismo programa en menores escalas. En el caso de San Juan, que al momento de levantarse el edificio era centro del debate sobre el urbanismo moderno en el país (enmarcado en los condicionantes económicos -hipotecas- y en las ideas de ciudad contemporánea), el Correo se ubica también sobre la vía de mayor jerarquía, la Avenida José Ignacio de la Roza o Avenida Central, el nuevo eje cívico propuesto para la reconstrucción. Se adapta a los requerimientos edilicios de la nueva San Juan y se desarrolla en sólo tres pisos, conformando una recova. Retoma a su vez algunas de las opciones anteriores, en tanto coexisten la integración con la ciudad proyectada (el plan de Pastor prefiguró

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una ciudad de baja densidad), la apertura hacia su entorno inmediato (pilotis, fluencia espacial y transparencia en la planta baja) y una modernidad rabiosa en la terraza, en las texturas con formas pre-brutalistas y reflejos de las venecitas. En Posadas el edificio se ubica en la esquina de Bolívar y Ayacucho y ocupa solamente un cuarto de manzana y en vez de la placa desarrolla una tira de cuatro pisos y azotea con dirección Este-Oeste, conformando la fachada sobre Bolívar. Reitera el repertorio formal y lingüístico moderno, adaptado a la condición de una ciudad de menor escala. A su lado, el edificios de Hotel y Oficinas para el Instituto de Previsión Social de Misiones o IPSM, (primer premio de un concurso nacional de anteproyectos) proyectado por los arquitectos Mario Soto y Raúl Rivarola (1959) adoptó el mismo repertorio formal y consolidó un tramo característico de la ciudad, recientemente modificado por las intervenciones realizadas en este último. El edificio de Corrientes mantiene la ubicación de un cuarto de manzana y la solución de subsuelo, planta baja, con recova y cuatro pisos, que se desarrolla en la esquina de las calles San Martín y San Juan, adaptando la solución arquitectónica a las particularidades de la ciudad. Por último, Neuquén y Santa Rosa conforman el final de esta serie, que ha dejado afuera a otros casos que no han sido analizados en profundidad en este trabajo pero que son también muy elocuentes en cuanto verifican las consideraciones generales ya expuestas y las conclusiones de este escrito. En Santa Rosa de La Pampa el edificio se resuelve en un cuarto de manzana, con subsuelo, un basamento y una placa baja de cinco pisos que, por tratarse de una ciudad de moderada escala, generó un gran impacto simbólico, pues introdujo importantes expectativas de cambio para la misma. La obra se emplaza en la encrucijada de Rivadavia y Lagos, atendiendo con su resolución material a las particularidades climáticas del lugar. El edificio de Neuquén se organiza a partir de un basamento (con subsuelo), un piso de transición y una tira baja de tres pisos y azotea, ubicada en la intersección de las calles Rivadavia y Santa Fe, también en un cuarto de manzana. A pesar de sus diferencias en superficie, estos últimos cuatro edificios manifiestan una escala urbana similar, todos llegan a los cinco pisos (independientemente de los subsuelos), se organizan en cuartos de manzana y se integran más al tejido histórico que los primeros casos referidos. San Juan y Posadas constituirían situaciones particulares el primero por el contexto de la reconstrucción y el segundo por la constitución de un pequeño tramo urbano, junto al Hotel y oficinas del IPSM

Conclusiones Como se ha visto en líneas anteriores los edificios de correo resuelven con simplicidad situaciones y demandas diversas. Se ubican en el peri centro en las ciudades más grandes y un poco más próximos al área central en las ciudades menores, resolviéndose en manzanas enteras, medias manzanas y cuartos según la complejidad del programa y de la ciudad en la cual se insertan. Atienden a las condiciones del entorno en cuatro cuestiones principales: la orientación, las disposiciones normativas, la relación con el tejido existente y, sobre todo, la visibilidad, con lo que quizá el mayor aporte de estos edificios, en términos de continuidad y fragmento es la resolución de una serie que –aunque algo retrasada en términos del debate arquitectónico internacional- fue portadora de modernidad para la cultura urbana local, casi como manifiesto de una sociedad y una arquitectura deseadas, como se decía al inicio de este artículo. En la concepción de la serie reside la recuperación de la continuidad, paradójicamente, desde el fragmento. Para esos edificios la ciudad es la del automóvil, la de la movilidad, la del crecimiento, en donde estas piezas contribuyen a su consolidación y desarrollo como hitos urbanos de un futuro anhelado.

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Artistas gráficos en correos y telecomunicaciones (1930-1956). Algunas notas

Artistas gráficos en correos y telecomunicaciones (1930-1956). Algunas notas Dr. Rodrigo Gutiérrez Viñuales Universidad de Granada La atención dispensada por Correos y Telégrafos a todo lo relacionado con la gráfica redundó en la incorporación a su plantel, sobre todo a partir de los años 30, de una serie de artistas activos en el ámbito publicitario y de la ilustración de libros y revistas. Con el concurso de éstos, revitalizará y modernizará sus impresos, fueran estos la Guía, los libros y revistas de la entidad, publicaciones en general y las propias estampillas. No nos proponemos aquí un estudio exhaustivo de todas estas producciones, guiándonos simplemente el objetivo de aportar algunas notas que puedan dar noticia y servir en el futuro para quienes deseen profundizar en estas sendas. En ese panorama surge fundamentalmente la figura de Amadeo Dell’Acqua, de amplia actividad editorial durante los años 30 como ilustrador de libros y, en lo estético, continuador de ciertas huellas dejadas por Alejandro Sirio, moviéndose a la vez entre propuestas simbolistas y déco en las que no elude su especial interés por el diseño tipográfico. Gracias a su cercanía con Domingo Viau, Dell’Acqua se convertiría en autor de varios trabajos en la, a veces, lujosa editorial El Bibliófilo, además de obtenerlos con otras casas. En ese tiempo, Dell’Acqua participó activamente como ilustrador de ediciones de temáticas de carácter histórico (Rosas, Correos y Telégrafos de la Argentina, la conquista del Perú, el viejo Buenos Aires), además de impulsar, junto a Oscar Pécora, la difusión del grabado argentino en el interior, iniciando simbólicamente la acción en 1935 en la Biblioteca Sarmiento de Ushuaia, en la que se considera la primera exposición de arte realizada en la ciudad austral. Vinculado a Correos y Telégrafos, Dell’Acqua ilustrará varios números de la Guía de la empresa que comienza a publicarse en enero de 1930, y que incluye fotografías, mapas, carteles publicitarios y nutrida información. Aunque sin duda su labor más extensa la desarrollará junto a Ramón de Castro Esteves en los cinco tomos que éste publica, entre 1934 y 1952, sobre la Historia de Correos y Telégrafos de la República Argentina, obra que, como reza en su portada, fue galardonada con medalla de oro por el IV Congreso de Historia Nacional y Americana celebrado en Buenos Aires en 1933, con primer premio en la primera Exposición de arte del personal de Correos y Telégrafos en 1934, y con un voto de aplauso por el Tercer Congreso Internacional de Historia y Geografía de América, llevado a cabo en Buenos Aires en 1936.

Amadeo Dell’Acqua. “Cabina donde se transportaban valores y correspondencia en los paquebotes”. (Fuente: R. de Castro Esteves. Historia de Correos y Telégrafos de la República Argentina. T.II. Bs. As., 1938)

Dell’Acqua incluye en los mismos varias y notables escenas de carácter histórico, desde la época prehispánica a la contemporaneidad, además de retratos de reyes, virreyes y otros personajes de la colonia y de la época independiente, conformando un amplio compendio sobre la historia del correo en América en general y en el Río de la Plata en particular La estética de tales imaginarios se acerca notablemente al detallismo preciosista de las ilustraciones de Sirio, a través del libre y virtuoso juego de la línea y con pormenores tan significativos como la expresividad de los ojos de los protagonistas, exageradamente abiertos. Estas composiciones de temática histórica serían reutilizadas por Dell’Acqua años más tarde, al encargársele, para diferentes sedes de la empresa, la realización de pinturas murales representativas del devenir del correo en la Argentina a lo largo de los siglos, obras, algunas de ellas, estudiadas o referidas en otros capítulos del presente libro. Podríamos mencionar los dos murales de 6 x 2 mts., titulados Las comunicaciones marítimas de la primera época y Las comunicaciones modernas, realizados en 1945 para la sala de despacho del Correo Central en Buenos Aires. Y por supuesto los tres que, en 1951, se ubicaron en el hall principal del edificio de Correos en Mendoza, en que abordaba la historia de la ciudad, la del correo de la región, y las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas, tal como lo reseña Graciela Moretti en su ensayo.1

1. Ver el trabajo de Graciela Moretti en esta misma publicación.

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Amadeo Dell’Acqua. “Trasbordo de mercaderías y correspondencia en el puerto de Buenos Aires” (Fuente: R. de Castro Esteves. Op. Cit.) Otras dos sendas gráficas que va a transitar Dell’Acqua en el marco de Correos y Telégrafos serán el diseño de estampillas y la realización de ilustraciones de tapa e interiores de la Revista de Correos y Telecomunicaciones2, que comenzó a publicarse en septiembre de 1937. Estas tareas serán compartidas con otros artistas, agrupados en la Oficina de Propaganda de Correos dirigida por Dell’Acqua, algunos de ellos poco conocidos en el marco de la historia del arte argentino como Eduardo Miliavaca, Horacio Álvarez Boero o Héctor Amadeo Viola, perfeccionados en sus labores gráficas junto a Dell’Acqua, y cuya labor se extendería desde los años 40 hasta los 70 inclusive, y en algún caso dilatándose algo más.

Amadeo Dell’Acqua. EFIRA, Bloque de sellos postales. Huecograbado sobre papel (Fuente: Casa de Moneda, Bs. As., 1950)

2. La revista se denominó inicialmente “…de Correos y Telégrafos”, hasta que en 1946 el Organismo cambió su nombre por Administración General de Correos y Telecomunicaciones. 3. Gené, Marcela. Un mundo feliz. Imágenes de los trabajadores en el primer peronismo, 1946-1955. Buenos Aires, FCE, 2005.

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Particularmente vitalista será el periodo peronista, en el que los artistas nombrados desarrollaron una ingente labor gráfica tanto en la ornamentación de sellos postales como en la citada revista, la que a menudo rellenará páginas con fotografías de actos de Perón y Evita, y con retratos de ambos, en solitario o con escenario social apropiado. En enero de 1949 Correos pasó a depender de la flamante Secretaria de Comunicaciones de la Nación, que después sería Ministerio y, más adelante, Secretaría de Estado de Comunicaciones. La labor de Dell’Acqua y sus colaboradores se caracterizó por la creación de numerosos imaginarios alegóricos vinculados a la riqueza, la producción y la exaltación de los valores promovidos desde el estado, muchos de los cuales fueron estudiados por Marcela Gené.3 Estampillas como las que diseña Dell’Acqua sobre los Derechos políticos de la mujer (1951), o la conmemorativa del centenario de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (1954) así lo atestiguan. Para esta última se vale de una representación alegórica en el que una mujer reclinada, sostiene con el brazo un hato de trigo, mientras que con la otra introduce una espiga dentro de una alcancía, una imagen que había sido diseñada seis años antes e incluida como cubierta de la Revista de Correos y Telecomunicaciones de abril de 1948. Los temas que trata Dell’Acqua al diseñar estampillas resultan muy versátiles, desde la imagen del potente avión en vuelo que sirve para conmemorar el décimo aniversario de las líneas aéreas del Estado (1951) hasta la vasija con decoraciones indígenas que emblematiza los 400 años de fundación de Santiago del Estero (1953), pasando por las simbolistas y ligeramente vanguardistas creaciones correspondientes a la celebración de la Conferencia plenipotenciaria internacional de Telecomunicaciones (1954) o los retratos de Evita, de ese mismo año, recorda-

Artistas gráficos en correos y telecomunicaciones (1930-1956). Algunas notas

Amadeo Dell’Acqua. Cubierta del número 128 de la Revista de Correos y Telecomunicaciones, Bs. As., abril de 1948, y Amadeo Dell’Acqua. Centenario de la Bolsa de Cereales. Sello postal. Huecograbado sobre papel (Fuente: Casa de Moneda, Bs. As., 1954) torios del segundo aniversario de su fallecimiento. De todas las series de Dell’Acqua sin duda, por sus componentes gráficos, destacaríamos la que realizó en agosto de 1950 con motivo de la Exposición Filatélica Internacional EFIRA, la que representa distintos momentos del sello postal: el dibujo, el grabado, la prueba, el estampado y la carta, añadiéndose como sexta de la serie el retrato de José de San Martín, apropiado para la festividad del Año del Libertador. Respecto de los artistas citados párrafos atrás, que se formaron junto a Dell’Acqua y colaboraron en el seno de la Oficina de Propaganda que éste dirigía en Correos, Eduardo Miliavaca realizará varias cubiertas para la revista institucional, alternando con otras actividades como la ilustración de libros, destacando su aporte gráfico al poemario Veneración (1950) de María Raquel Adler. Respecto de Horacio Álvarez Boero, fue un personaje singular: a principios de los años 40 era trompetista de una banda de jazz junto a dos compañeros de la Escuela de Bellas Artes, Geno Díaz, quien sería notable humorista, y Carlos Alberto Casalla, a quienes se uniría el hermano de éste, Luis María; también sería uno de los fundadores del Bop Club Argentino, a la par de ser notable erudito en temas de cine clásico norteamericano. En cuanto a Héctor Amadeo Viola, se formó en varias instituciones en dibujo, pintura, decoración y escenografía. Su ingreso a la Oficina de Propaganda de Correos fue relativamente tardío, en 1953, sólo tres años antes de que la misma fuera desmantelada durante la Revolución Libertadora. Los tres artistas continuarán a partir de entonces sus labores como diseñadores de sellos postales en la Oficina de filatelia, siendo particularmente prolífica su acción en los años 60 y 70. Alguno, como Álvarez Boero, se haría más visible gracias a la ilustración de las cubiertas de varios de los libros de la Colección El pasado argentino que, bajo la dirección de Gregorio Weinberg, la Editorial Hachette publicó en Buenos Aires durante los años 60; entre otros podemos mencionar Viaje al país de los araucanos (1960) y Callvucurá, Painé, Relmu (1961) de Estanislao Zeballos, o Viaje al Plata (1968) de John Miers.

Amadeo Dell’Acqua secunda al ministro de Comunicaciones Nicolini en la firma del acta al inaugurar la sucursal de San A. de Areco, mayo de 1949 (Fuente: Revista de C y T, 142-43, Bs. As., 1949)

Finalizamos este breve recorrido aludiendo a otra institución, la Caja Nacional de Ahorro Postal, fundada en 1915 y que estuvo íntimamente ligada a Correos y Telégrafos, en tanto los empleados de ésta eran agentes de aquella al recibir los depósitos e insertar en las libretas de ahorro estampillas por valor equivalente, o entregar efectivo cuando el ahorrista decidiese retirarlo. La Caja Nacional de Ahorro Postal también potenció las artes gráficas, fundamentalmente a través de afiches propagandísticos. El cartel como expresión artística se hallaba consolidado

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Bartolomé Mirabelli. “El ahorro hace del cobre oro” (1931). Cartel para la Caja Nacional de Ahorro Postal. (Fuente: Revista de C y T, 128, Bs. As., 1948) y Andrés Guevara. “El ahorro es el obrero de la fortuna” (1930s). Cartel para la Caja Nacional de Ahorro Postal. (Fuente: Revista de C y T, 128, Bs. As., 1948) en la Argentina de finales de los años 20, en buena medida gracias a la proliferación de agencias de publicidad como asimismo por la acción de artistas de la talla del francés Lucien Achille Mauzan, de dilatada y reconocida trayectoria como ilustrador y diseñador de carteles en Europa, que durante el lustro en el que permaneció en la Argentina (1927-1932) fue autor de una de las imágenes más trascendentes en la historia de la publicidad argentina, la famosa cabeza de Geniol.

Eduardo Miliavaca. Cubierta del número 140-41 de la Revista de Correos y Telecomunicaciones, Bs. As., 1949

4. Revista de Correos y Telecomunicaciones, Buenos Aires, abril de 1948, p. 15.

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En el marco de la Caja Nacional de Ahorro Postal, destacamos fundamentalmente a dos olvidados de la modernidad argentina, Bartolomé Mirabelli, nacido en Italia, y el paraguayo Andrés Guevara, autores de carteles para la empresa. El primero firmaría en 1931 el que llevaba el lema El ahorro hace del cobre oro al que Amadeo Dell’Acqua se referiría años después: “… Mirabelli, tomando como motivo básico el sueño de los alquimistas, que se hace real solamente por medio del ahorro, consigue un feliz afiche pleno de sugestión, directo y atrayente, tanto por su colorido como por su composición, factores que lo hacen de un gran valor publicitario”.4 Respecto de Guevara, también a principios de los años 30 elaboró bajo lenguajes y tipografía art déco el que reza El ahorro es el obrero de la fortuna del que Eduardo Miliavaca destacaría la figura principal, la de un herrero empuñando un martillo y machacando sobre un yunque, simbolizando la forja del porvenir a través del ahorro. Otros artistas, al igual que Mirabelli y Guevara, se citan en el número de abril de 1948 de la Revista de Correos y Telecomunicaciones, en amplio artículo dedicado a la Caja Nacional de Ahorro Postal, reproduciéndose a la par sus carteles; son Osvaldo M. Ventura, Barranco, Alfredo Pachelo y B. Juan Dell’Acqua, chileno de origen y sin parentesco aparente con Amadeo Dell’Acqua, que en los 30 se reveló como ilustrador vanguardista, aunque su obra está aun por ser revalorizada.

Trabajo Postal y Arquitectura Pública. Funciones e Imaginarios de Modernidad

Trabajo Postal y Arquitectura Pública. Funciones e Imaginarios de Modernidad Dra. Cecilia Dinardi London School of Economics and Political Science (LSE)

El interés de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Comunicaciones en la creación de edificios de correos modernos durante el primer peronismo revela la existencia de una sugestiva vinculación entre correos y modernidad. Ya hacia finales del S XIX, cuando el monumental Palacio de Correos y Telégrafos comenzó a edificarse, encontramos una fuerte narrativa oficial basada en ideas de modernidad que dio forma al proceso de construcción material del edificio. Se trataba de una modernidad imbuida de un ideario iluminista de progreso y civilización, inspirado en la experiencia de ciudades europeas que actuaban como referentes valorativos a la hora de pensar el propio proyecto de modernidad latinoamericana. Estas ideas de modernidad teñían la estética buscada para los edificios de correos, así como también el rol y comportamiento deseados para los trabajadores postales. En este artículo me propongo reflexionar sobre las dimensiones simbólicas de la materialidad del correo – tanto de sus edificios como de la institución postal –, analizando el valor asignado a esa actividad y la función imaginada para los trabajadores postales. Basado en un trabajo con material de archivos, el análisis tiene como objetivo proponer una contribución para pensar cómo en la preservación (o destrucción) de los edificios de correos de las ciudades contemporáneas, hay en juego algo más que un valor patrimonial dado por un criterio estrictamente arquitectónico: son significados arraigados en el imaginario nacional, de fundamental importancia para la concepción de formas de patrimonio social, especialmente en tiempos de neoliberalismo económico, donde el valor monetario de los servicios postales se impone de manera hegemónica por sobre su necesario valor como servicio público.

El correo, portador del ‘progreso’ y símbolo de la patria Detenerse a pensar en el valor simbólico de los edificios de correos desde una perspectiva sociológica cultural supone una interpretación histórica de la materialidad de tales edificios. Histórica no sólo en cuanto a los procesos del pasado que han llevado a su conformación como tales en el presente, sino a una mirada interesada en el valor de la memoria que esos ladrillos, paredes, pisos, mansardas, puertas y ventanas contienen, así como al lugar que ocupan en el presente. ¿Qué tipo de memorias podemos identificar en la edilicia de correos? Responder a esta pregunta implicaría un estudio de cada uno de esos edificios en profundidad, una reconstrucción de su pasado, usos y funciones, para descifrar las historias materializadas en el cuerpo de cada una de estas estructuras. Y no hay un único modo de aproximarse teórica o empíricamente al tema. Las estructuras edilicias han sido examinadas desde perspectivas diversas no sólo desde la arquitectura sino también desde tradiciones marxistas, estructuralistas, semióticas, fenomenológicas, arqueológicas y antropológicas1. Lo que interesa resaltar aquí es que los edificios, tanto como las personas, poseen memorias, convocan y albergan espectros2 y son de fundamental importancia para el fortalecimiento de comunidades políticas, al estar conformados por una pluralidad de sentidos de lugar, significados públicos y prácticas culturales. En otras palabras, los edificios y especialmente la arquitectura pública no son neutrales y contienen significados e intereses sociales divergentes que suelen llevar a disputas alrededor de sus usos, funciones, transformación, representación, preservación y demolición. Observar el pasado de estas estructuras, entender

1. Tilley, Christopher. “Theoretical Perspectives”, en: Tilley, C.; Keane, W.; Kuchler, S.; Rowlands, M.; Spyer, P. (eds.) Handbook of Material Culture. London: Sage, 2006; pp. 7 a 11. 2. Bell, Vikki; Di Paolantonio, Mario. “The Haunted Nomos: Activist-Artists and the (Im)possible Politics of Memory in Transitional Argentina”, Cultural Politics, 5(2), 2009; pp. 149 a 178.

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el contexto del cual nacieron, nos permite identificar estos significados de relevancia para los usos que se hace de estos edificios en el presente. Nuestro análisis de la edilicia de correos comienza, entonces, con un repaso por el rol que jugó la institución postal en la Argentina. Cuestiones de espacio obligan a saltearnos los orígenes de la historia postal de nuestro país; sólo mencionaremos que en los tiempos postcoloniales, en medio de las persistentes luchas políticas que caracterizaron la compleja historia nacional, la institución postal tuvo un rol clave en la configuración del estado-nación. Lo hizo a través de la interrelación de tres elementos centrales: control territorial, desarrollo económico y comunicaciones tecnológicas. Aunque sus orígenes en la Argentina datan de 1748, los servicios postales fueron impulsados y desarrollados especialmente durante la segunda mitad del S XIX. Junto con el ferrocarril y el telégrafo eléctrico, el país inauguraba hacia 1857 un período de comunicaciones sin precedentes, alimentando el imaginario social en torno a la modernidad del estado-nación.

3. Castro Esteves, Ramón. Historia de Correos y Telégrafos de la República Argentina. Buenos Aires: Dirección General de Correos y Telégrafos, 1934; p. 67. 4. Halperín Donghi, Tulio. Una Nación para el Desierto Argentino. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2005. 5. Fundación Standard Electric Argentina. Historia de las Comunicaciones Argentinas, Buenos Aires: Fundación Standard Electric, 1979; p. 59. 6. “Bibliografía: Memoria de Correos y Telégrafos. Año 1937”, Revista de Correos y Telégrafos, II, 7. Buenos Aires, 1938; p. 35. 7. Galván Moreno, C. “El Servicio Postal de Impresos como Vehículo del Pensamiento Humano y del Intercambio Comercial”, Revista de Correos y Telégrafos, II, 7. Buenos Aires, 1938. 8. “Bibliografía: Memoria de Correos y Telégrafos. Año 1937”. Op. Cit., p. 95. 9. Joyce, Patrick. “Postal Communication and the Making of the British Technostate”, CRESC Working Paper, Theme 3: http://www.cresc. ac.uk/ [10 diciembre 2009]. 10. Joyce, P. Op. Cit., p. 8. 11. “La Independencia y el Correo”, Revista de Correos y Telégrafos, II, 7. Buenos Aires, 1938; p. 38.

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Entre 1860 y 1880 iniciativas gubernamentales –en particular durante la gestión presidencial de Sarmiento– buscaban promover la inmigración para poblar el país, desarrollar los sistemas de comunicaciones y transporte y fomentar la educación como una forma de integrar a las comunidades de inmigrantes, o mejor dicho, como un intento de civilizar a la población local promoviendo olas de inmigración europea. Luego de establecerse la primera comunicación telegráfica entre Buenos Aires y Montevideo, el estado solicitó a las compañías ferroviarias la instalación de líneas de telégrafo a lo largo de las vías de ferrocarril para extender la red nacional. Más tarde, hacia 1881, la llegada del teléfono se sumaría a las representaciones de la Argentina moderna, ya nutridas por innovaciones como el ferrocarril, el correo y el telégrafo. En relación al primer elemento, los servicios postales y telegráficos jugaron un papel central en la integración del territorio nacional, como sugiere el mapa compuesto de estampillas postales. Históricamente, la guerra por el territorio había sido “el incentivo o el señuelo… que induce a los conquistadores a utilizar correos, como una necesidad imperiosa”3 y, podríamos agregar, el telégrafo perfeccionaría dicha empresa de control político sobre el territorio con el correr del tiempo. El telégrafo fue indispensable para la organización del genocidio al mando del General Roca en la Conquista del Desierto en 1879 que tenía como fin tomar el control de las tierras de la región sur del país, extender las líneas de telégrafo, crear nuevos pueblos y fomentar la población blanca. El despliegue del poder y autoridad del estado, visto como constitutivo del ser moderno de la nación, contribuyó a la unidad nacional, junto a la creación del ejército, el desarrollo del ferrocarril y el telégrafo, y la población de las tierras ahora despobladas del sur4. “Porque el ferrocarril y el telégrafo van, como quien dice, de la mano por los caminos de la patria”5, éstos resultaron de gran importancia para la integración de la inmensidad del territorio argentino. El segundo elemento de nuestro análisis, el servicio postal, produjo en sus inicios un importante crecimiento económico a través de las ganancias generadas gracias a los diversos servicios ofrecidos: desde el envío simple y certificado de cartas y paquetes, la circulación de cartas, diarios y libros, hasta el intercambio de millones de materiales impresos y muestras comerciales. Desde 1891 se había registrado un aumento continuo incluso en tiempos de severa depresión económica en Argentina y en el exterior6. La red postal permitió operaciones comerciales y se constituyó en la base de la organización de una economía nacional, ejerciendo enorme influencia no sólo en la vida económica cotidiana, sino también en su importante rol de mediación para las transacciones comerciales7. En cuanto al tercer elemento, las comunicaciones postales se vieron fuertemente favorecidas por la incorporación de innovaciones tecnológicas que permitieron su medición, regulación, estandarización y organización mecánica, tanto espacial como temporal. La intención era convertir el servicio postal en una organización industrial, “a base de entusiasmo y de excelente organización’, en sintonía con las prácticas de los ‘correos de los países más modernos”8 La mecani-

Trabajo Postal y Arquitectura Pública. Funciones e Imaginarios de Modernidad

zación y estandarización de los servicios de correos y su regulación de acuerdo a legislaciones internacionales a las que Argentina estaba suscripta, como la Unión Postal Universal o la Unión Postal Sudamericana, contribuyeron a crear lo que Patrick Joyce9 ha llamado el tecno-estado. Dicho concepto, que alude a los aspectos tecnológicos de la formación del estado, a los modos en que éste deviene un ente técnico, es de utilidad para nuestro análisis al relacionar el poder material del estado con sus sistemas de comunicaciones y con ciertas concepciones sobre la sociedad y la nación. Otorgando durabilidad a objetos materiales – en el caso que aquí nos compete podríamos decir a través de la creación de edificios de correos que representaban a los servicios comunicacionales – el estado ponía en práctica el control de personas y objetos de forma regular, uniforme y estandarizada10 Esta noción de durabilidad del mundo material incluye desde pequeños objetos, como las estampillas postales creadas por Rowling Hill, hasta objetos de gran escala como la arquitectura pública institucional, y terminó proveyendo al estado de soluciones técnico-sociales frente a problemas de índole política. Al facilitar el control territorial y estar asociado a ideas de unidad nacional, el correo era considerado de un carácter patriótico, al haber jugado un rol importante en eventos históricos, como las invasiones inglesas de 1806 y 1807, la Revolución de Mayo de 1810, o la independencia de España en 1816. Tuvo una función indispensable en el nacimiento de la nación, llevando informes de la Asamblea General y diseminando noticias con las ideas de la Revolución de Mayo11. Se creía que la semilla revolucionaria había viajado en las bolsas de cuero de los carteros coloniales que llevaban libros franceses fomentando el desarrollo de ideas emancipadoras “que ya estaban en germen de alguna manera, en el espíritu criollo”12. Por ejemplo, durante el Cabildo Abierto de la Revolución, los carteros distribuían escarapelas celestes y blancas como símbolos patrióticos; y uno de los primeros carteros del país que se empeñó como tal entre 1794 y 1811, Domingo French, fue uno de los líderes de la revolución. Durante las guerras por la independencia, el correo facilitó la comunicación necesaria para la organización de los ejércitos. José de San Martín y su ejército se cree que descansaron en refugios de correos (en San Lorenzo, Yatasto y Sinsacate) mientras se preparaban para la lucha13. Como vemos, el correo es interpretado como de un “objetivo patriótico” y debe por lo tanto estar “a su servicio incondicionalmente, ya que es en vista de las grandes distancias que los carteros son de mayor necesidad”. En relación a tales eventos, el correo ha sido considerado como un “modesto y a veces inesperado protagonista de la historia patriótica”14. El valor del correo, y por lo tanto de sus edificios, estaba dado entonces por su importante misión patriótica y su rol fundamental en la conformación de la comunidad política imaginada15. Como mencionamos anteriormente, el ideario de modernidad en la Argentina de fines del S XIX se conformaba en relación a nociones positivistas producidas en ciudades europeas que poco tenían que ver con las realidades latinoamericanas. Así, la noción de progreso, por el cual se creía que avanzaba la civilización de forma lineal y evolutiva, daba forma a las narrativas oficiales sobre el correo y los servicios postales eran considerados como “de gran influencia… en el desenvolvimiento del progreso argentino”16; se creía que estaban directamente asociados al “progreso constante de la ciudad”17 y al “afán por mantener una popularidad creciente de sus servicios y un rápido progreso en la economía inherente de los equipos, junto a la eficacia de los método”18 También se hablaba de la “intención de mantener la fama adquirida por el correo gracias al constante trabajo educativo de progreso y patriotismo”19. Como la noción de civilización necesitaba a la de barbarismo para cobrar sentido, fue necesario para el estado argentino recurrir a otros lugares con los cuales compararse, por ejemplo Francia, Inglaterra, Alemania, a fin de medir su grado de desarrollo y definir el tipo de proyecto nacional a crear. Los servicios de correos fueron, de este modo, centrales para la concepción de la imaginación de la Argentina como una nación moderna, alimentando la idea de que con el desarrollo de las comunicaciones tecnológicas, el país se acercaría cada vez más a las naciones europeas. Este paradigma del progreso y el atraso continúa moldeando políticas neoliberales y modos de entender la modernidad de América Latina, donde el atraso se ve a veces como un estado permanente20.

Material promocional de la Caja Nacional de Ahorro Postal (Fuente: Revista de C y T, 121, septiembre de 1947)

12. Idem. 13. Rodríguez Villafañe, Miguel. “El Correo Argentino: Instrumento de Integración y Soberanía”, Postas Argentinas, 447, septiembre-octubre 1988; p. 17. 14. Bose, Walter B.L. y Saenz, Julio C. Correo Argentino: Una Historia con Futuro. Buenos Aires: Manrique Zag., 1994; p. 73. 15. Anderson, Benedict. Imagined Communities. London: Verso, 2006. 16. Castro Esteves, R. Op. Cit., p. 17. 17. “Génesis del Palacio Central: Dos Siglos de Historia Postal”, en Postas Argentinas, nº 384, ‘1778-1978: Bicentenario del Nacimiento del Gral. Don José de San Martín’. Buenos Aires: CIT - CNC, 1978; p. 26. 18. “Bibliografía: Memoria de Correos y Telégrafos. Año 1937”, Op. Cit., p. 95. 19. Ibídem, p. 96. 20. Pratt, M. L. “La Modernidad desde las Américas”, Revista Iberoamericana. Vol. LXVI, 193, octubre-diciembre 2000; pp. 831-840.

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Pero el trabajo postal también era descrito como una actividad noble que poseía en sí misma un significado fundamental en relación a valores universales, educativos y comunitarios. De esta manera, las actividades postales eran consideradas un valor humano universal para el desarrollo del hombre en sociedad, siendo una pieza central de necesidad humana21. Se esperaba, así, que cumplieran “una intensa labor civilizadora uniendo en un solo acto de confraternidad humana a los diversos pueblos de la tierra”22, así como “altas funciones espirituales y sociales”, algunas de las cuales, se creía, tenían “alcances insospechados para la cultura y la economía de los pueblos”23, al mismo tiempo que promocionaban “el afianzamiento de los vínculos morales, favoreciendo la relación de las personas y los pueblos”, y al hacerlo, cumplían “una noble misión de humana dignidad”24. Similarmente, el valor asignado al trabajo postal era expresado en relación a una idea de comunidad: al permitir la comunicación, el correo constituía “un símbolo de las relaciones comunitarias”25. Por ejemplo, el correo ofrecía servicios especiales para el envío de periódicos de interés general así como también materiales en Braile para los ciegos. La asociación entre educación y trabajo postal aparece frecuentemente en relación a la necesidad de enseñarle al público el uso de los servicios postales, por ejemplo, anunciando los mejores horarios para despachar la correspondencia: El resultado de esta acción propagandística ha sido que el público se convenza que puede confiar sus cartas al Correo; que éstas lleguen antes y con más seguridad al destino; que puede dirigirlas a destinatarios diferentes, a lugares de excursión, de recreo veraniego o invernal, en las playas o en las sierras26. El servicio postal tenía entonces una gran misión educativa: era una herramienta que facilitaba la circulación de información – y potencialmente el conocimiento – en forma de libros y diarios. Así, la comunicación postal servía como el principal vehículo para la diseminación del pensamiento humano y se creía que llegaba “a las ciudades populosas, cruza los mares y se esparce por palacios y por chozas, doquier hay un ser humano que lo necesite para nutrir su cerebro o su espíritu”.27 Vale recordar que esta misión educativa había sido descrita con orígenes en el movimiento revolucionario de inicios del S XIX.

Los trabajadores postales como representantes del estado 21. Fundación Standard Electric Argentina. Op. Cit. 22. Castro Esteves, R. Op. Cit.; p 16 23. Galván Moreno, C. Op. Cit.; p. 20. 24. Canalle. “El Cartero”, Revista de Correos y Telecomunicaciones. Buenos Aires, 1947; 121-132. pp. 25-26. 25. “Génesis del Palacio Central: Dos Siglos de Historia Postal”, Op. Cit., p. 27. 26. “Bibliografía: Memoria de Correos y Telégrafos. Año 1937”, Op. Cit. p. 95. 27. Galván Moreno, C. Op. Cit.; p. 18. 28. Rose, Nikolas. Powers of Freedom, Cambridge: Cambridge University Press, 1999. 29. Ibídem; p. 72. 30. Camerini, J. “El Factor Amabilidad en la Función Pública”, Revista de Correos y Telégrafos, II, 7. Buenos Aires, 1938; p.16.

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En línea con la tarea educativa del sistema postal, el rol de los trabajadores postales también había sido clara y moralmente definido como aquellos sujetos que llevaban a cabo un trabajo en representación del estado. La necesidad de disciplinar sus cuerpos, mentes y conducta pública puede rastrearse en los documentos que circulaban en las revistas postales: meditación, control médico regular, uso de uniformes y oferta de diversos tipos de capacitación, son algunos ejemplos de tales iniciativas. Siguiendo al trabajo de Rose28 de inspiración focaultiana, podemos decir que estos intentos de moldear el comportamiento social de los trabajadores postales a través de esas iniciativas deben ser interpretados en el marco de los múltiples modos de controlar la conducta de los sujetos, tanto espacial como administrativamente, a través de programas, estrategias, tácticas y artefactos de gobierno. Estos modos de gobernar la conducta incluyen al estado como un jugador más en los múltiples circuitos de poder, ejerciéndolo mientras otorga libertad a los sujetos. Como ejemplo, los valores liberales de expresión y participación política les permitieron a los trabajadores de correos formar sindicatos, comunicarse libre y confidencialmente a través de los servicios postales, establecer un mercado libre, participar de la esfera pública y circular libremente por la ciudad. Pero dichos sujetos, explica Rose, recibieron un tipo de agencia moral que resultaba de los intentos estatales de construir formas de libertad reguladas por medio de la creación de normalidad, racionalidad y sensitividad29. Estos valores morales liberales convirtieron el proyecto civilizador en uno de autodisciplina. En la publicación oficial El factor amabilidad en la función pública30 (1938), se detallaban las responsabilidades del trabajador postal: “sobrepasar la corrección y educación; debe ir más allá, siendo amable, complaciente y siempre bien dispuesto –en una palabra– agradar,

Trabajo Postal y Arquitectura Pública. Funciones e Imaginarios de Modernidad

‘hacerse el simpático’”; arte “tan difundido y practicado en Francia” y motivo por el cual un gran número de turistas se sentían atraídos a visitar ese país. Otro panfleto, Para pensar y ejecutar (1938), ofrece a los trabajadores postales y a sus familias una serie de frases espirituales con el fin de persuadirlos sobre la necesidad de reflexionar para obtener felicidad y bienestar. De modo similar, Nuestro servicio médico31 advertía a los empleados sobre las enfermedades asociadas con el trabajo postal, como ser problemas cardíacos y envejecimiento prematuro, resaltando la “necesidad de participar en campañas de salud y de rotar las tareas en vista del intenso, discontinuo y pesado trabajo que demanda atención total y dinámica que cansaba tanto a los trabajadores”32. Los archivos describen a la Dirección del Servicio de Salud Postal como particularmente preocupada por los calambres de los telegrafistas y el pie plano de los carteros, y orgullosa de haber organizado campañas de salud y concientización como resultado de las cuales “el personal se ha disciplinado; se ha creado para sí la obligación del cuidado corporal”33. Luego indica que los trabajadores deben “mantenerse en disciplina social: en crearse realmente la obligación de ser útil y coadyuvar así al progreso de tan nobles principios e instituciones”. Muchos de estos servicios se ofrecerían dentro del lugar de trabajo, como muestran las figuras 3, 4 y 5 dentro del Palacio de Correos y Telégrafos. Distanciándose de esta retórica disciplinaria, los trabajadores postales luego participarían activamente en acción política combativa a fin de mejorar sus condiciones de trabajo, especialmente bajo los gobiernos de Juan Perón. Indudablemente, la regulación disciplinaria de los carteros y otros trabajadores de correos se vinculaba con la consolidación institucional del sistema postal a inicios del S XX en Argentina. Más tarde, el crecimiento de la burocracia estatal se tornaría evidente en la edilicia de correos, en la organización espacial y funcional del trabajo que comenzaba a seguir principios de estandarización en la producción industrial. En el caso del Palacio de Correos y Telégrafos, su inmensidad permitió la organización espacial y la regulación de los servicios ofrecidos a través de formas de clasificación de la correspondencia manual y mecánicas junto a la implementación de un sistema taylorista para maximizar la productividad y la eficacia de los servicios34.

31. Varela, J. R. “Nuestro Servicio Médico”, Revista de Correos y Telégrafos, 9. Buenos Aires, mayo 1938, pp. 17 a 21. 32. Ibídem, p. 18. 33. Ibídem, p. 21. 34. Silvestri, Graciela. Palacio de Correos: Proyecto Centro Cultural del Bicentenario, Buenos Aires: Ronor, 2007; p. 14.

Escuela Técnica para el personal de Correos (Fuente: Revista de C y T, 195-98, nov-dic-ene-feb 1953-54, s/p.)

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Demoras y silencios en los edificios de Correos: la contracara de las revistas de arquitectura Dra. Arq. Patricia Méndez CONICET, CEDODAL

En aquella tan mentada vitrina del progreso y vanguardia que constituyeron las revistas de arquitectura argentinas hacia mediados del siglo XX, resulta difícil discernir las causas del escaso interés editorial para con el conjunto de edificios de Correos ejecutados desde la Dirección de Arquitectura de la Secretaría Nacional de Comunicaciones. Sin embargo, no se trataba de una tipología ausente en las ediciones profesionales de las primeras décadas del siglo y, más allá de sus pretensiones estéticas, hasta la década del ‘40 existieron señales de ello con distintos niveles y atractivos.

Tema: “Casa de Correos y telégrafos”. Arquitectura IVº Curso, alumno Alberto Barrutti, profesor René Karman (Fuente: Revista de Arquitectura, 154, oct. 1933, p. 481)

1. Cfr.: “El nuevo edificio de Correos y Telégrafos”, en Arquitectura (Revista de Arquitectura), 87, jul. 1913, pp. 105-11; “Edificio para la casa central de Correos y Telégrafos”, Revista de Arquitectura, 75, mar. 1927, pp. 83-117 y “Nuevo edificio de Correos y Telégrafos” en El Arquitecto, 24, jul. 1922, pp. 521-539. 2. Revista de Arquitectura, 109, Buenos Aires: Sociedad Central de Arquitectos, ene. 1930, p. 122. 3. Revista de Arquitectura, 154, Buenos Aires: Sociedad Central de Arquitectos, oct. 1933, p. 478 y 481-482. 4. Revista de Arquitectura, 155, Buenos Aires: Sociedad Central de Arquitectos, nov. 1933, p. 524. 5. Revista de Arquitectura, 162, Buenos Aires: Sociedad Central de Arquitectos, jun. 1934, 162, pp. 268-269. 6. Cfr. Revista CACYA en sus ediciones número 134, julio 1938, pp.33-38; 139, diciembre 1938, pp. 177-179; 157, junio 1940, pp.11-12. 7. El Arquitecto Constructor, 556, junio de 1938. 8. Se publicó entre 1938 y 1940, con 14 ediciones.

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Ya fuera con anuncios, informes o menciones hasta ese entonces el mayor volumen de páginas1 lo concentraba el edificio del Correo Central y su retardada construcción. También figuraban los ejercicios que -alentados desde los cursos superiores de los talleres de la Escuela de Arquitectura dirigidos entonces por el arquitecto francés René Karman- contaban con su espacio de publicación, siempre en las páginas de la Revista de Arquitectura de la Sociedad Central de Arquitectos. Así, hacia 1930 el estudiante de quinto curso Carlos Mallea proyectaba una sede de Correos y Telégrafos para una capital provincial y si en la organización funcional se mantenía la composición de sesgo académico2, su lectura de fachada abría la impronta a la rectificación de líneas acompañando, claro está, la impronta de esa edición, de carácter extraordinario, “dedicada a la arquitectura moderna” y en la cual todos los ejemplos publicados se embanderaban en las líneas art déco. Las siguientes apariciones en la Revista… sucedieron a partir de 1933 y pertenecen a ejercicios del 4º curso de los estudiantes Alberto Barruti y Mario Molina y Vedia, sus trabajos disponen de un volumen único y compacto ocupando todo el terreno y, anticipando las nuevas tendencias, llevan a las fachadas exteriores la estructura de sostén3. Nuevos avances que detectan las tendencias arquitectónicas más modernas se vislumbran en la propuesta de ese mismo año presentada por Heriberto Reichart, quien resuelve el ejercicio de correos también con un prisma regular, pero esta vez aplicando algunos principios corbusieranos, alternando ventanas corridas con fajas de hormigón aunque sin variantes en la composición interna4. Finalmente, una última publicación en este tipo de ejercicios se editó en junio de 19345 y se corresponde con el primer premio de su camada correspondiente al cuarto curso de la Facultad; pertenece a Víctor A. Martorell quien presenta una composición en planta que altera la simetría axial y quiebra la morfología de los patios laterales acentuando la importancia vehicular de carga en este tipo edilicio, a la vez que su aspecto exterior reivindica los principios de las tendencias arquitectónicas del momento independizando la estructura de sostén del resto del conjunto. Estos guiños hacia la modernidad provenientes de una escala no profesional dan cuenta del interés estudiantil para acercarse a las nuevas tendencias, y seguramente se vio favorecido gracias a la circulación de ideas y de modelos que pautaban las revistas y publicaciones especializadas -sobre todo extranjeras-. Así, en medio del cuantioso volumen publicado concentrado en temáticas dedicadas a vivienda, edificios para el deporte o la cultura y planteos urbanos, hasta bien iniciada la década del 40 inclusive, la tipología dedicada a correos se vio apartada de sus páginas y solo se presentaba como hemos visto en la Revista de Arquitectura en tanto espacios de aprendizaje del alumnado de la Escuela de Arquitectura, mientras que la revista comercial Nuestra Arquitectura –publicada desde agosto de 1929- ignoraba esta tipología y sólo CACYA6 y El Arquitecto Constructor7, mencionaban algunos casos -aún de líneas académicas- que fueran construidos en Rosario, Concordia y General Lamadrid. Mención aparte merece la publicación oficial del Ministerio de Obras Públicas, Obras Públicas y Privadas, Turismo e Industrias8, dirigida por el arquitecto Luis

Demoras y silencios en los edificios de Correos: la contracara de las revistas de arquitectura

Date, y que revaloriza la importancia de los nuevos edificios para correos –sin que ello se tradujera en novedad alguna en términos de conformación espacial- en tres ediciones dedicadas a Rosario, Tucumán y Boulogne9, en la provincia de Buenos Aires. Mucha tinta corrió hasta bien entrada la década del ’50 cuando aún con discrepancias y demoras cronológicas tuvieron su lugar en las páginas de arquitectura aquellos ejemplos –ya insoslayables al interés del lector- que ofrecían una ventana hacia la vanguardia pregonada desde las editoriales profesionales. A diferencia de la publicación oficial de la Oficina de Correos, la Revista de Correos y Telecomunicaciones10, la dedicación ofrecida por las revistas de arquitectura y que constituían las cabeceras en nuestro medio –la Revista de Arquitectura y Nuestra Arquitectura- es notoria la ausencia de citas a los proyectos de los edificios de Correos ejecutados por la Dirección General de Arquitectura y no sólo resulta asintomática, sino que su dilación -y también omisión- reflejan el desapego con la realidad oficial revelando, cuanto menos, la existencia de roces entre el Estado Nacional y la profesión. En la Revista de Arquitectura la única edición que referencia la nueva etapa de este conjunto de edificios fue durante enero de 1952, en su edición número 364, cuando dedicó siete páginas a la sucursal11 de la ciudad de Mendoza, apenas cuatro años después de que fuera proyectada por los arquitectos Vidal y Bianchi. Es posible, que la edición de este ejemplo –aunque no fuera el único realizado por el grupo profesional de la Dirección de Arquitectura de Correos- fuera también un respaldo a las vinculaciones que miembros del equipo de esa Dirección oficial mantenían con la SCA: Agustín Bianchi fue representante del Centro de Estudiantes ante aquella entidad durante el mismo año que él mismo finalizaba su carrera y simultáneamente se conformaba el grupo de proyectistas; también formaron parte de la Comisión Directiva de la SCA otros integrantes del grupo como Dimartino (1949-51), Finkbeiner (1951-53), Rossi (1951-53) y Spencer (1951-53), mientras que Hinsch fue socio desde 1950. La puesta en página del ejemplo de Mendoza se acompaña con una memoria descriptiva que pone especial dedicación en las cifras de superficies y montos de inversión, alternando con renglones acerca de la preocupación por el confort interior, la ventilación, la iluminación y la inclusión de nuevos materiales. A toda página se editaron las plantas principales y una foto del hall que remata en el mural de Amadeo Dell’Acqua, pero lo más novedoso de la noticia -y que compendia las líneas contemporáneas en cuanto a diseño gráfico y preocupación arquitectónica- son los bocetos a mano alzada que alterna la fachada sobre la calle Colón -haciendo uso de un fotomontaje sobre un croquis peatonal- con los detalles de carpintería de ventanas, además de otra composición –también a toda página- que exhibe las estructuras antisísmicas a gran escala y fotografías del proceso constructivo. No hubo más ejemplos que este que tuvieran lugar en la Revista…, posiblemente las omisiones no sólo fueran de raíz política, sino que deban rastrearse en las dificultades de impresión que la publicación tenía desde hacía un tiempo atrás. Su director desde noviembre de 1951, el arquitecto Raúl Álvarez, así lo hacía sentir en sus editoriales disculpándose ante lo socios cuando vio interrumpida involuntariamente su hasta entonces frecuencia mensual y explicaba la razones por las cuales durante 1951 solo aparecieron tres ediciones (enero, noviembre y diciembre), circunstancias que se mantendrán en 1952 con seis publicaciones, en 1953 y 1954 con tres y 1955 solo una en todo el año. También la revista Nuestra Arquitectura, aquel heraldo editorial de la modernidad que condujera Walter Hylton Scott, manifestaba en sus editoriales de los años ’50 similares inconveniencias para publicar, no obstante su frecuencia mensual no acusó las interrupciones que padeciera la Revista de Arquitectura. En Nuestra Arquitectura, las noticias provenientes de Norteamérica, las de vivienda, los temas urbanos y los textos de conferencias eran temáticas habituales en sus páginas que, en más de una ocasión, actuaron en desmedro de las propuestas locales y, sobre todo, de aquellas destinadas al servicio de las comunicaciones, como fueron los edificios de correos. En las escasas que tuvieron lugar en sus páginas, llama la atención la diacronía con la que la editorial Contémpora encaró estos ejemplos, reflejados solamente en tres ediciones entre 1956 y 1960. El primero de estos artículos fue publicado12 en el último número de 1956 y estuvo destinado al edificio Movimiento en la zona porteña de Retiro; pero no solo se ocupó de la divulgación de su arquitectura, sino que también dedicó la cuarta parte del artículo a un

Tema: “(A) Casa de Correos y telégrafos”. Arquitectura IVº Curso, alumno Heriberto Reichart, profesor René Karman (Fuente: Revista de Arquitectura, 155, nov. 1933, p. 528)

9. Cfr. las ediciones Nº6, p. 574 (nov.dic., 1938); Nº 3 (agosto, 1938) p. 574 y Nº11, (oct. 1939), pp. 391-393, respectivamente. 10. Cfr. en este mismo volumen el artículo de Constanza Eliggi. 11. “El edificio de Correos y Telecomunicaciones de la ciudad de Mendoza”, Revista de Arquitectura, 364, enero de 1952, pp. 22-29. 12. “Edificio Movimiento. Garage y oficinas para el Ministerio de Comunicaciones”, Nuestra Arquitectura. 328-329, noviembre/ diciembre de 1956, pp. 43-55.

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Croquis sobre fotografía en la vista sobre calle Colón y detalles técnicos de carpintería en artículo “El edificio de Correos y Telecomunicaciones en la ciudad de Mendoza”, (Fuente: Revista de Arquitectura, 364, ene. 1952, p. 528). Editorial de “Siete obras para la Dirección de Correos” (Fuente: Nuestra Arquitectura, 345, ago. 1958, p. 25) apartado especial escrito por el ingeniero Luis Hoebeke en el cual se relata detalladamente el ensayo de carga sobre los pilotes Vibro que allí se emplearan incluyendo las discusiones técnicas sobre sus capacidades y condiciones estructurales. La nota periodística, en la cual los autores del proyecto figuran destacados y sus planos se exhiben a toda página, adquiere su máxima fortaleza en el modo que dispone la iconografía seleccionada: las fotos fueron tomadas desde ángulos que acentúan las virtudes morfológicas del conjunto y, haciendo un alarde de la puesta gráfica –gestos de Nuestra Arquitectura que ya tenía precedentes-, introduce en las propias columnas del texto varios pequeños croquis peatonales, permitiendo al lector “deambular” imaginariamente por el exterior del edificio. La siguiente publicación de Nuestra Arquitectura, toma otro cariz entendiendo ahora sí la importancia que adquirieron estos edificios de correos como sistema proyectual. Publica así en su edición de agosto de 1958, un texto breve, casi enunciativo sobre la construcción de la delegación regional de Santa Fe13 y otro de mayor envergadura titulado “Siete obras para la Dirección de Correos: Córdoba, Corrientes, San Juan, San Julián, San Martín, Esperanza y Pacheco”. El de Santa Fe era el que, de todos, tenía la propuesta más nueva ya que databa de apenas tres años atrás y se presentaba acompañado por una foto de la construcción casi finalizada, en tanto la riqueza mayor en cuanto a contenido resulta la otra noticia de la misma edición.

13. “Otra obra para el Correo, en Santa Fe”, Nuestra Arquitectura, 345, agosto de 1958, p. 12.

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Con gran cantidad de páginas, la dedicada a “Siete obras…” se presenta con un texto anónimo y urticante –seguramente, producido por el editor-, además de un detalle explicativo para cada una de las sucursales. El reto del autor surge en los primeras líneas cuando sentencia “Mucho costó –y cuesta- lograr que la arquitectura ‘oficial’ fuera moderna”, emitiendo juicios en un presente ajeno, cuando la mayoría de las obras que se ejemplifican en el artículo tenían como máximo diez años de antigüedad en sus proyectos y unos cinco por lo menos de estar en funcionamiento. Tampoco es feliz la calificación diminutiva como “correítos” que hace de alguna de las sedes –Barranqueras, Berisso y Rafaela- en las cuales, seguramente, confunde

Demoras y silencios en los edificios de Correos: la contracara de las revistas de arquitectura

“Edificio Movimiento. Garage y oficinas para el Ministerio de Comunicaciones” (Fuente: Nuestra Arquitectura, 328-329, nov-dic. 1956, pp. 46-47) la escala de la localidad con la envergadura del edificio ya que en casi todos ellos -ubicados en ciudades distantes de la Capital Federal o bien sin gravitación a nivel nacional-, el contar con menor altura no era sinónimo de menoscabo de su calidad arquitectónica, por el contrario, se adscribían a un Movimiento Moderno en gesto obediente sin sucumbir frente a la geografía del lugar y como alternativa eficaz frente a la “urgente necesidad de ponerlos [a los correos] en obra”14. Como se ha dicho, el artículo es tardío y rescata en dobles páginas la documentación gráfica y memorias descriptivas de los modelos ejecutados por la Dirección de Arquitectura de Correos, valorizando a través de datos bien completos al conjunto profesional que respaldó tales realizaciones. Finalmente, la última noticia que surge entre las revistas de arquitectura examinadas, le corresponde al monoblock ubicado en Parque Alberdi en la capital santafesina y que también se publicara en Nuestra Arquitectura en su edición de mayo de 196015. Otra vez quedaba atrás la simultaneidad de la noticia con la realidad, ya que habían pasado cuantos menos cinco años desde el inicio de la obra y, para el momento en que la publicación llegaba al público, la sucursal ya estaba en funcionamiento. El artículo con su memoria descriptiva afirmaba la concepción funcional de los espacios y detallaba los materiales empleados además de un reconocimiento a los autores individuales del proyecto y profusión de documentación gráfica afín a las líneas editoriales. Salvo el caso de los siete ejemplos acompañados con la introducción de interés al tema y reservando las distancias temporales entre los proyectos y las ediciones oficiales o comerciales, los edificios que debieron presentarse como las verdaderas usinas de comunicación y que constituyeron un abanico vocero del Movimiento Moderno en su conjunto, resulta a ojos de hoy un silencio pendiente en la impronta editorial de las publicaciones periódicas de entonces. Un saldo que nos anima a generar políticas de salvaguarda patrimonial de estos caros ejemplos arquitectónicos del siglo XX.

14. “Siete obras para la Dirección de Correos: Córdoba, Corrientes, San Juan, San Julián, San Martín, Esperanza y Pacheco”, Nuestra Arquitectura, 345, agosto de 1958, p. 25 y ss. 15. Cfr. “Obra para el Correo, Parque Alberdi, Santa Fe”, Nuestra Arquitectura, 366, may. 1960, pp. 30-34.

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La Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones en las revistas del Organismo Arq. Constanza Eliggi Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad Nacional de la Plata

En la atmósfera de la segunda posguerra, la Argentina de mediados de los años cuarenta se encontraba en un escenario de cambios en las políticas económicas, frente a la posición neutral tomada en el conflicto bélico. La sustitución paulatina de importaciones, debido al cierre de mercados internacionales, aceleró el cambio del rol del estado intervencionista. Las políticas económicas y sociales del presidente Juan Domingo Perón (1946-55), estuvieron marcadas por una creciente industrialización promovida por el Estado, sumada a una serie de transformaciones territoriales, que se venían produciendo desde la década anterior. Un ejemplo emblemático que testimonia estos cambios es el plan de caminos y obras de infraestructura, promovido por la Dirección Nacional de Vialidad, creada en 1932 y el Ministerio de Obras Publicas; en ese marco se produjo el Plan Nacional ACA – YPF, Automóvil Club Argentino y Yacimientos Petrolíferos Fiscales, respectivamente, desarrollado entre 1938 y 1942. Este rol de factor de integración territorial sería especialmente otorgado a las comunicaciones (postales, telegráficas y telefónicas) durante el gobierno del Juan Domingo Perón (1945-55) a través del Ministerio de Comunicaciones y su Ministro a cargo, Oscar L. Nicolini, que desempeñó un papel relevante en esta acción durante todo el período. Más y mejores comunicaciones…importando ello disponer de un sistema orgánico y racional para obtener una apropiada vinculación interna y con el exterior, de manera que contribuya a elevar el nivel cultural de la población, promover el desarrollo económico del país y ser apto para las necesidades de seguridad interna y de la defensa nacional. En pocas palabras, contribuir al bienestar y seguridad nacionales, supremo objetivo de toda nación civilizada…1 En la misma publicación, que estuvo dedicada al tema de Las comunicaciones en los Planes de Gobierno, se detallan las competencias del Ministerio: La Ley 13.529, de Organización de Ministerios, establece las funciones que competen al de Comunicaciones, que tiene a su cargo lo inherente al desarrollo, promoción, orientación y fiscalización de los sistemas de comunicaciones en todo el territorio de la Nación. En consecuencia, administra y explota los servicios postales y de telecomunicaciones ejecutados directamente por el Estado, además de coordinar y supervisar las telecomunicaciones de jurisdicción nacional en sus especialidades: telegráfica, telefónica, radiocomunicaciones, radiodifusión, televisión o cualquier otro medio definido por la ley. La estatización de los servicios fue fundamental, para las políticas instrumentadas por el gobierno (Primer Plan Quinquenal: 1947-51 y Segundo Plan Quinquenal: 1953-57) que incluyeron a las comunicaciones como piezas fundamentales: la nacionalización de los servicios telefónicos, en manos, hasta ese momento de compañías extranjeras (Art. 40 de la Constitución Nacional de 1949), la radio, el correo, el telégrafo, la incipiente televisión.

1. Revista de Correos y Telecomunicaciones, 195 a 198, Buenos Aires, nov-dic. de 1953, ene-feb. de 1954; p. 10.

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La continuidad de la conservación y construcción de la red vial nacional, desde la Dirección Nacional de Vialidad, impulsó el plan de turismo Nacional, reforzando el concepto de unidad territorial. Asimismo, los servicios de Gas del Estado, las líneas del ferrocarril, y una gran cantidad de obra pública se llevaron a cabo a partir de 1945, en coherencia con el espíritu de los Planes Quinquenales.

Presentación de anteproyectos y anuncios de prensa sobre nuevos edificios. (Fuente: Revista de C y T, 133, Bs. As., septiembre de 1948) Anteproyectos para edificios de distintas escalas. (Fuente: Revista de C y T, 173-74, Bs. As., enero de 1952)

Dicha política Nacional, orientada al Ministerio de Comunicaciones, permitió tener todas la redes en manos del Estado, para el bien del país y su seguridad Nacional, como forma de unificación del territorio, frente a las circunstancias mundiales, en relación a la post Segunda Guerra Mundial. El Ministerio de Comunicaciones, ejecutó un plan de modernización integral, que incluía no solo la edificación para albergar a correos, teléfonos, telégrafos y nuevas estaciones de radio, sino también la incorporación de nuevas tecnologías referidas a las comunicaciones: nuevo cableado para los telégrafos, la inclusión de espacios educativos para la formación del personal (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica o la Escuela Técnica de Correos y Telecomunicaciones), la incorporación de nuevas y modernas máquinas clasificadoras de correspondencia y la renovación de la flota automotriz, entre otras mejoras. En este panorama y al servicio de esta actividad unificadora, a partir de 1937, se genera la existencia de un órgano de prensa propio, la Revista de Correos y Telecomunicaciones. Información-Técnica-Filatelia, tanto como medio de información interna para los trabajadores del Ministerio de Comunicaciones en todos sus niveles y diversidad de tareas, como para la difusión externa de las acciones oficiales hacia el resto de la ciudadanía.2 El objetivo del presente articulo, es centrarnos en la divulgación del ambicioso plan de obras de arquitectura, destinadas a los nuevos edificios de Correos y Telecomunicaciones distribuidos en todo el territorio nacional a partir de 1947, a través de esta revista que fue emblemática del organismo. La Revista de Correos y Telecomunicaciones. Información-Técnica-Filatelia, se publicaba de con frecuencia mensual (cada número se corresponde con un mes) aunque era habitual que se distanciara su aparición con números que abarcaban un bimestre, un trimestre y hasta un cuatrimestre.3 Su venta y distribución, era principalmente para los empleados del Organismo y todas sus dependencias. Si bien no era de uso excluyente, existía una tarifa diferenciada, que duplicaba el valor de la misma para aquellos compradores que no pertenecían al Ministerio de Comu-

2. Esta revista, en sus primeros años y hasta 1946 se denominó Revista de Correos y Telégrafos. 3. Como ocurrió a fines de 1953 y principios de 1954 en que una revista abarcó cuatro meses: Revista de Correos y Telecomunicaciones, 195 a 198, Buenos Aires, nov-dic. de 1953, ene-feb. de 1954.

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Anteproyecto del Edificio Movimiento. Acuarela color de Fernando Saladrigas. (Fuente: Revista de C y T, 133, Bs. As., septiembre de 1948) Anteproyecto del correo para Loreto. Acuarela color de P. Rossi. (Fuente: Revista de C y T, 133, Bs. As., septiembre de 1948) nicaciones. La Revista, que se imprimía desde talleres gráficos propios, publicaba contenidos de diverso interés en relación a la pluralidad de las comunicaciones: notas relacionadas a las nuevas tecnologías incorporadas, como las máquinas automáticas Transforma para la clasificación de la correspondencia; notas referidas a la formación del personal de correos y radiodifusión, actos, discursos y documentos gubernamentales, artículos de filatelia, caricaturas, etc. En lo referente a la arquitectura que el Organismo encaraba desde la Dirección correspondiente, la revista cumplió un rol relevante y fue permanente la presencia del tema en los sucesivos números, con el seguimiento de las distintas etapas de construcción de los edificios: la imagen del anteproyecto, la obra en proceso de construcción y las obras terminadas.4 La publicaciones desde 1948 hasta 1954, en general estaban constituidas por la portada con ilustración en color, en la que intervenían artistas plásticos. En particular, Amadeo Dell´Aqua, quien desde su cargo de Jefe de Propaganda del Ministerio de comunicaciones, fue el encargado del diseño desde los sellos postales y las portadas de varias de las revistas hasta el de los murales de los interiores del Palacio de Correos y Telecomunicaciones de la Ciudad de Mendoza, de cuya ejecución se ocupó personalmente.5 Como ya se dijo, la arquitectura de Correos fue tema recurrente en las revistas; dentro de los casi cien edificios construidos entre el Primer y Segundo Plan Quinquenal, la mayor parte tuvo presencia en la Revista, pudiéndose diferenciar dos grupos: los edificios de mayores dimensiones, correspondientes a grandes ciudades o cabeceras de distritos, entre los que cabe citar los edificios de Correos de Santa Fe, Mendoza, Córdoba y el Edificio Movimiento de Buenos Aires y, en un segundo grupo, los que se adecuan a situaciones de localización específicas y aparecen en ciudades menores, como los casos de Trelew, Berisso, San Martín, Barranqueras, Puerto San Julián, San Rafael, por citar apenas unos pocos.

4. Revista de Correos y Telecomunicaciones, 125, Buenos Aires, enero de 1948. 5. Sobre Amadeo Dell’Acqua, ver el artículo de Rodrigo Gutiérrez Viñuales; sobre los murales del Correo de Mendoza, ver el artículo de Graciela Moretti; ambos en esta misma publicación.

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En relación con esta clasificación, las publicaciones eran coherentes con las jerarquías de estos edificios: cuando se trataba de un Edificio de grandes dimensiones por lo general, en ciudades principales o cabeceras de Distritos (Mendoza, Santa Fe, Buenos Aires, etcétera.) o de características técnicas innovadoras (Radio Estación Eléctrica General Pacheco, en la Provincia de Buenos Aires), se le otorgaba un artículo completo de dos o mas carillas. En otras ocasiones, cuando se inauguraban varios edificios de dimensiones menores, la noticia incluía grupalmente a varios correos de menor envergadura, con una fotografía en blanco y negro por cada edificación. Uno de los objetivos de la publicación, era mostrar los avances y la concreción de las obras enunciadas en los Planes Quinquenales. Las imágenes de las inauguraciones, así como el proceso de construcción, daban sentido a la puesta en marcha.

La Dirección de Arquitectura de Correos y Telecomunicaciones en las revistas del Organismo

Nuevas obras en marcha presentadas por el Director de Arquitectura. (Fuente: Revista de C y T, 140-41, Bs. As., abril–mayo 1949) Obras Terminadas. (Fuente: Revista de C y T, 195-98, Bs. As., nov-dic-ene. 1953-54)

Los anteproyectos se mostraban en dibujos en perspectivas realistas, ejecutadas mediante acuarelas de colores, como es el caso del Edificio Movimiento, o los correos de Loreto en Santiago del Estero o de San Martín de los Andes, o con aguadas en blanco y negro, como los casos de Pehuajó (Buenos Aires), Catriló (La Pampa), Santa Rosa (La Pampa), San Vicente (Provincia Buenos Aires), Crespo (Entre Ríos), San Martín (Mendoza). En cada caso, se identificaba al autor del proyecto, aledaño a la imagen del edificio. Los autores de las notas eran, en la mayoría de las ocasiones, los Directores o Jefes de las diferentes áreas de las Comunicaciones, como también, personal calificado en determinados aspectos técnicos. Es de resaltar la recurrente intervención, del Arquitecto Aristóbulo Martínez, como Director del área de arquitectura, escribiendo sobre la obra realizada. Uno de los artículos publicados tempranamente sobre el tema, fue la conferencia dictada en ocasión del lanzamiento del Primer Plan Quinquenal (octubre de 1947), por el Administrador de Correos, Telégrafos y Teléfonos de Portugal, Duarte Calheiros; el invitado expuso sobre los criterios para proyectar edificios de correos, los anteproyectos de edificios tipo y sus necesarios ajustes a las condiciones de cada emplazamiento. Comentó cómo en su país se tipificaban con claridad las escalas de acuerdo al tamaño de las distintas ciudades y de los servicios que se prestaban (en especial cantidad de líneas telefónicas y cantidad de personal que trabaja en cada oficina), definiendo en estas cuantificaciones la normalización de los proyectos.6 En todos los números se hacía mención a los discursos y actos de gobierno, sea por parte del ministro de Comunicaciones Oscar Nicolini, o el subsecretario de Comunicaciones, Pedro Gagliardo, como asimismo, se documentaba la presencia en las inauguraciones del Presidente Perón o de Eva Perón. En el número de septiembre de 1948, se publicó un extenso articulo titulado Cómo se proyecta un edificio de Correos y Telecomunicaciones donde se describen los pasos a seguir con una serie de anteproyectos de los edificios, mostrándose con dibujos realistas en perspectivas, con técnicas de acuarelas, en blanco y negro y en algunos casos en acuarelas color e indicándose el proceso técnico-burocrático que se seguía en la Dirección, frente a cada requerimiento.7

6. “Consideraciones sobre anteproyectos tipo y programas para edificios de correos”, en Revista de Correos y Telecomunicaciones, 126, Buenos Aires, febrero 1948; pp. 379 a 382.

A mediados de 1949, cuando comenzaban a verse los primeros resultados del Plan, se publicó una nota titulada Nuevos Tiempos del arquitecto Aristóbulo Martínez, sobre el proceso

7. Revista de Correos y Telecomunicaciones, 133, Buenos Aires, septiembre de 1948.

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de construcción de varios edificios en el interior (San Antonio de los Cobres, Pehuajó, Rosales, Oberá, Crespo, Concarán, entre otros). En el mismo número, se incluía la nota del periodista José María Caffaro Rossi, titulada Un moderno Palacio de Correos se levanta en Mendoza, donde se registraban fotografías de la ejecución del basamento y de otros sectores del edificio, en la que se plasmaba no sólo el proceso de ejecución sino también la presencia del ministro Nicolini supervisando las obras.8 Para fines de 1953, concluido el Primer Plan Quinquenal e iniciado largamente el segundo, llegaban momentos de balances; la revista dedica un número completo al tema: Perón y Las Comunicaciones, donde el artículo central reproduce una exposición realizada por el ministro Nicolini, en la Escuela Nacional de Guerra, el 10 de septiembre de 1953. En este número especial, queda entonces plasmada casi toda la obra realizada en el periodo 1947-54 en el área de correos; también, hay un registro de las obras destinadas a la expansión de la radiofonía, los teléfonos, la incorporación de nuevas maquinarias, la enseñanza en los organismos de Comunicaciones, etc.9

Portada de la Revista de C y T, 138-39, Bs. As., feb-mar. 1949

En todas las publicaciones sobre el tema, es notable la ausencia de planos de arquitectura, apareciendo sólo imágenes fotográficas de las obras en construcción y los edificios terminados, o dibujos y croquis en perspectivas realistas. Otro recurso en el manejo de la fotografía fue trabajar con el corte temporal entre el antes y el ahora como un modo de probar el impacto de los nuevos edificios con relación a las precarias u obsoletas condiciones en que hasta entonces se habían desarrollado los servicios postales. A partir de septiembre de 1955, con el derrocamiento del gobierno de Juan D. Perón, la revista cambia sustancialmente, desde el formato, la ausencia de la utilización de color en las portadas y en su contenido, pasando a convertirse en un modesto boletín durante más de dos años. Para 1959 recupera algo de la jerarquía perdida pero, sin dudas, ya la arquitectura no volvería a tener el protagonismo de la década anterior.

Comentarios finales La Revista condensaba la pluralidad de temas y el vasto alcance de las cuestiones referidas a las comunicaciones en el periodo 1947-55. Las publicaciones son hoy un testimonio de los ambiciosos objetivos de los Planes Quinquenales del Estado haciendo un esfuerzo por tratar de integrar el territorio nacional tan extenso y diverso. Por otro lado, no puede dejar de caracterizarse a la Revista como un órgano propagandístico de la acción oficial: Perón Cumple. La publicación, tuvo un rol fundamental de difusión interna y externa, y a la vez, reforzó el sentido de pertenencia corporativa para dar unidad y cohesión a todos los empleados, sin importar las jerarquías, desde el cartero hasta el Ministro de Comunicaciones, Oscar Nicolini, quien en sus discursos fomentaba la identidad al organismo. Correo de Mendoza. Fragmento de boceto para los murales del salón principal, Amadeo Dell’Acqua, 1950 (Fuente: Revista de C y T, 189 a 192, mayo-agosto 1953, s/p.)

8. Revista de Correos y Telecomunicaciones, 140-41, Buenos Aires, abril-mayo de 1949. 9. Revista de Correos y Telecomunicaciones, 195 a 198, Buenos Aires, nov-dic. de 1953, ene-feb. de 1954.

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Una de las características notables del periodo 1946-1955 en Argentina, no fue sólo la integración de las artes, sino también la idea de la integración de las comunicaciones. Las vinculaciones que se pueden establecer desde la arquitectura, la ciencia y técnica en función de las comunicaciones (radio, telégrafo, correo, teléfono, televisión), se reflejan en los artículos verificándose la heterogeneidad de temas en las publicaciones. Se puede decir que La Revista de Correos y Telecomunicaciones. Información-Técnica-Filatelia se constituye hoy, en una fuente fundamental para poder situarnos en el espíritu de la época. Asimismo, nos transmite por un lado, la vastedad de la tarea planificada y en parte ejecutada en un lapso relativamente corto; por otro lado, la publicación, nos acerca al carácter audaz del Plan, no sólo en lo referido a los aspectos arquitectónicos y de innovación técnica, sino al rol generador de cultura e integración social, promotor de la vida urbana, otorgado a los edificios de Correos y Telecomunicaciones. Estos lograron trascender a su época, superando las circunstancias políticas que les dieron origen y será un desafío resignificarlos en el contexto actual.

Herencia olvidada en la buhardilla de un palacio. El archivo de Correos a cargo del CRIHDAC – DNA

Herencia olvidada en la buhardilla de un palacio El archivo de Correos a cargo del CRIHDAC – DNA Arq. Lucrecia Guarrera Coordinadora del Centro de Recuperación, Investigación Histórica y Digitalización del Archivo de Correos. Dirección Nacional de Arquitectura (CRIHDAC– DNA)

Relato de un rescate Año 2000 Me han encargado una tarea: ver el archivo de correos. Qué hay, cómo está, qué habría que hacer, qué se puede hacer… y allá voy, al Palacio de Correos. Entro a este inmenso y desierto edificio y me maravillo mientras camino y recorro espacios lujosos, con muebles bellísimos, mármoles en pisos y paredes, ascensores antiguos, escaleras majestuosas; fue a principios del siglo XX, que un arquitecto francés, Norbert Maillart, lo diseñó, y dejó también su impronta en el Palacio de Tribunales y en el Colegio Nacional. Siguiendo al que sabe, (vaya uno a saber desde cuando este hombre transita estos largos pasillos) subo hasta el octavo piso, hasta el final. Una oscura escalerita nos lleva hasta la cúpula, donde está el reloj que impone la hora para los que vienen por Paseo Colón. En este espacio, el gigantesco reloj, inscripto en una maraña de maderas y pizarra, se ve pequeño, opacado, demasiado accesible. Y por fin, allí encuentro lo que estoy buscando: el archivo de planos de los correos que el Estado construyó en todo el país. Lo que percibo a primera vista es caótico. Hace frio, todo está muy sucio… muebles que alguna vez organizaron, hoy generan laberintos. Hay muchos papeles, muchos planos… plegados y ordenados en carpetas guardadas en estanterías de madera; algunos (los menos) desplegados en planeras o enrollados y otros, pobres, desolados, maltratados, desordenados, tirados sobre alguna mesa, o arrojados al piso. Y sí… así está el archivo... Este hallazgo no pudo sino generarme curiosidad y mucha ansiedad. Estos papeles, atormentados por el viento, la lluvia, el frío y el calor que se cuela por los vidrios rotos, deben contener algo. En esos papeles inextricables, hay seguramente, un tesoro camuflado, escondido, silenciado por el abandono. Nuestra herencia despreciada, ignorada... Incapaces de reconocer la riqueza que atesoraron nuestros padres para nosotros, neciamente hemos renunciado a vincularnos con la belleza y la creatividad, la ciencia alcanzada y la cultura de los que nos antecedieron. Los encargados de cuidar al archivo ya no están. Y no han transmitido su experiencia, su forma de organizar, sus criterios. Surgen las preguntas: ¿Cuántos planos? ¿Qué dicen estos dibujos? ¿Qué significan? ¿Quiénes y cuántos trabajaron? ¿Qué pensaban, cuáles eran sus planes? ¿Cuánto esfuerzo, cuántas horas sobre los tableros? Y la última pregunta: ¿Cuál será el plan que lo libere de este abandono que encarcela? Por ahora ninguno… habrá que esperar 8 años más…

Año 2008. Refuncionalización del Palacio de Correos El gobierno nacional decide despertar al palacio. Recuperarlo, re-poblarlo. Aparecen obreros que vienen a demoler, construir, restaurar. Una de las tareas iniciales es modificar la cúpula. Hay que mudar esos muebles, sacar esos papeles viejos… hay que vaciar la buhardilla, ya.

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Casa de correos y telégrafos en Santa Fe; Ing. Arq. Francisco Tamburini, 1885. Vista y corte (Fuente: Archivo CRIHDAC) El Director del Museo del Correo se encarga. Y la documentación, por lo pronto, se traslada, en cajas, a un piso inferior.

Año 2009. Firma de convenio La DNA firma un convenio con la Secretaria de Comunicaciones, por el cual se hace cargo de la recuperación y puesta en valor del archivo. Me convocan para continuar con la mudanza y comienzo con la tarea de entender, ordenar, inventariar. Voy a tientas, reconociendo la organización del archivo. Hay distintos tipos de ficheros que dan pistas. Organizados por distritos o por temática: materiales; tecnología. Por último, aparecen los de los proyectos de arquitectura. Y por ahí, comienza a insinuarse un posible arranque de la tarea.

El CRIHDAC y su equipo de trabajo El Centro de Recuperación, Investigación Histórica y Digitalización del Archivo de Correos, (CRIHDAC) inicia, anónimo, el trabajo. Con un grupo de gente que la DNA cede para realizarlo. Se trata de formar e integrar en equipo a personas con poco o nada de práctica archivística. Hubo que buscar la manera de que las tareas se adecuaran a sus capacidades, a la infraestructura con la que se contaba y al espacio en el que se fue desarrollando. Por lo tanto, la labor se fue sistematizando muy lentamente. Se iniciaron acciones sencillas, factibles: Se abrieron más de 150 cajones para identificar la documentación que contenían y cargar todos estos datos en planillas manuscritas, que luego fueron procesadas informáticamente. A esto se sumaron el ordenamiento, limpieza y reubicación de los planos. Se inventaron planillas diseñadas con una organización mínima, para completar sin demasiadas dudas… Cada uno de los integrantes del equipo, fue aprendiendo rudimentos básicos de la informática. Han cargado en estas planillas, los miles de datos que ofrecen las fichas.

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Herencia olvidada en la buhardilla de un palacio. El archivo de Correos a cargo del CRIHDAC – DNA

Año 2010. Mudanzas Durante ese año, el archivo cambió de domicilio varias veces: de oficina; de edificio; tratando de afrontar lo mejor posible, los riesgos que este tipo de cambios acarrea. Por fin, a principios de 2011, se encontró un espacio adecuado, que permitió generar diferentes áreas: de depósito, de estabilización y de procesamiento de datos.

Años 2011-12. Base de datos / Digitalización Con el Departamento de Informática del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, se armó una base de datos que permitirá buscar la información, entrando por diferentes campos (localización geográfica, época, autores, estado de los documentos, etc.) Actualmente, esta base está en etapa de carga y ajuste.

Plano J-043. Proyecto de desvíos en la línea telegráfica entre Paraná y Goya. 1896 (Fuente: Archivo CRIHDAC)

También, muy primariamente, se inició la digitalización con la infraestructura que ha podido brindar el Ministerio. Algunos miembros del equipo han aprendido a manejar el scanner. Otros, a manejar programas gráficos para la limpieza digital de las imágenes.

Investigación Ya a fines del 2011, se comenzaron a analizar más exhaustivamente los documentos. Los registros de cada correo se fueron organizando por distrito y por ciudad. Después de la primera mirada, y a medida que la información se fue ajustando, surgieron aparentes contradicciones de la misma. Por ejemplo: varias direcciones para un mismo correo. ¿Cuál es la correcta? ¿Varias sucursales en la ciudad o una sola que fue mudando de edificio? A partir de las fechas, se comenzaron a determinar etapas políticas con diferentes planes en relación a los correos y telégrafos. La investigación avanza y la base de datos se enriquece. Hasta ahora, en cuatro años, es lo que se ha podido hacer. Y falta mucho…

Desde los contenidos del Archivo Viendo la información que ofrecen los más de 80.000 planos inventariados hasta el momento (más de 4.500 obras, de las cuales están relevadas en profundidad un 20%) me animo a esbozar una historia del Correo. A través de la documentación que ofrece el archivo, surge lo siguiente:

Fines del siglo XIX y principios del XX El Departamento de Ingenieros Nacionales y posteriormente, el Ministerio de Obras Públicas y su Dirección General de Arquitectura, llaman a concurso para proyectar los Correos para algunas capitales y ciudades importantes de provincia. Los principales arquitectos de esa época ofrecen alternativa tras alternativa. Tamburini produce anteproyectos entre los años 1885 y 1888, para las ciudades de Rosario, Santa Fe y Santiago del Estero; Aberg, anteproyectos para Rosario, Santa Fe y San Nicolás de los Arroyos; y Maillart, el proyecto del Palacio de Correos.

Ministerio del Interior. Dir. Gral. de Correos y Telégrafos, 1944. Red telefónica de ferrocarriles (Fuente: Archivo CRIHDAC)

En paralelo comienza un relevamiento de las líneas telegráficas, y nuevas propuestas de recorridos que se plasman en bellísimos planos sobre tela, en tinta y color, organizados en una serie con la letra J. Esta serie atraviesa diferentes etapas políticas a lo largo de 50 años, prolongándose hasta el año 1949. Son aproximadamente 220 mapas, de los cuales hemos hallado 100; el más antiguo encontrado hasta ahora es de 1896. Por la cantidad de documentación existente, hasta la década del 40, la zona con mayor impulso, abarca Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires. Era imprescindible garantizar la comunicación de la zona que definía a la Argentina como Granero del mundo. El resto del país no fue en ese momento preocupación para el Estado. El plano del año 1944, que releva la red telefónica de los ferrocarriles, lo demuestra.

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Campo de Deportes para empleados de C y T. MOP. DGA. 1935. Anteproyectos de fachada principal (Fuente: Archivo CRIHDAC)

Años 1921-1943. Ministerio de Obras Públicas Desde 1928 hasta 1933, a través de su sección Catastro y Estadística, el MOP se dedica a buscar terrenos en las ciudades y pueblos. Nuestro inventario de documentos muestra hasta ahora, alrededor de 124 ciudades de norte a sur del país, relevadas por el MOP. Los datos aparecen en pequeños planos de la manzana, con nombre de las calles, medidas del lote, y a veces, datos catastrales. Sólo en el Distrito 01° Rosario (que abarca parte de la provincia de Santa Fe) encontramos 29 terrenos. Paralelamente, se han encontrado más de 200 proyectos para correos elaborados por la Dirección General de Arquitectura, fechados hasta 1943, aproximadamente. Algunos son sólo anteproyectos, otros son proyectos desarrollados, en ciertos casos incluso con los planos conforme a obra. Destaco dos anteproyectos para la fachada principal del Club de Comunicaciones en la Capital Federal, de los años 30, que muestran el eclecticismo típico de la época, planteando una imagen con reminiscencias árabes, y la otra pintoresquista, de tipo normando.

Años 1946- 1956. Correos y Telecomunicaciones Basada en el relevamiento realizado por el MOP hasta 1933, la Secretaría, a mediados de la década del 40, genera los primeros proyectos de arquitectura. A partir de 1949, inicia un relevamiento de cientos de ciudades, pueblos, colonias y villas de todo el país, plasmándolo en cientos de documentos, que registran sus calles, avenidas y plazas. Hemos inventariado 1.435 planos de plantas urbanas. El propósito era tener una mirada general, la visión macro que permitiera dar respuesta a una imperiosa necesidad: conectar todo el país. No importaba el tamaño del poblado, podía tener cientos de manzanas a tan sólo 10… en las fotos satelitales consultadas hoy, para verificar su existencia, aparecen, fantasmales, algunos de ellos. Esta acción le permitió al Estado varias cosas: Pueblo de Irigoyen, S. Fe. Autor: MOP. Sec. Catastro y Estadística, 1933. Terreno para Correos (Fuente: Archivo CRIHDAC)

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- Dividir al país en 26 distritos. Cada provincia fue relevada y, según la cantidad de poblaciones se transformó en un distrito, en parte de él o, en el caso de provincias muy populosas (Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires), se dividieron en 2 o más distritos. - Detectar en qué ciudades había edificios de correos. En los mapas se muestra su ubicación. - Verificar las condiciones de los locales existentes. En muchos casos, la tarea del correo se realizaba en edificios con una pobre adaptación a las necesidades cada vez más complejas del organismo. - Proyectar modificaciones, nuevas instalaciones, a veces mudanzas.

Herencia olvidada en la buhardilla de un palacio. El archivo de Correos a cargo del CRIHDAC – DNA

Rosario, S. Fe. C y T. Dirección Técnica, 1949. Dto. 01/01. Planta urbana (Fuente: Archivo CRIHDAC) El Maiten, Chubut. C y T. Dirección Técnica. 1949. Dto. 23/11. Planta urbana (Fuente: Archivo CRIHDAC) - Construir nuevos edificios: 741 proyectos de arquitectura, que en algunos casos dan respuesta original a los poblados, en otros reemplazan los anteproyectos de la DGA. (Todavía no se ha podido evaluar qué porcentaje de estos proyectos fueron concretados) - Verificar su cercanía a la estación de trenes de la localidad. El ferrocarril es la referencia, el principal conector. Y esto se manifiesta en los minuciosos mapas de la red ferroviaria que aparecen en el archivo. En esta etapa el proyecto fue integral: se concretó sumando una red de telégrafos que aprovechó la huella del ferrocarril. El ferrocarril, el telégrafo y el correo se fusionan, acortando distancias entre pueblos. Entre el local de correos y la estación de trenes sólo dista entre media y una cuadra. Si es posible, se ubica en la estación misma. En los planos aparecen los kilómetros a recorrer, la cantidad de postes, cada cuántos metros…

C y T. Dirección Técnica, 1954. Tap. 0815. Motor teletipo creed 47 b (Fuente: Archivo CRIHDAC)

El Plan Fundamental de Comunicación Con fecha inicial en 1949, también aparece una enorme cantidad de documentos referidos a este plan; el mismo abarca todas las provincias, haciendo hincapié en el Sur del país. Ubica radioestaciones, instalando infraestructura y tecnología y conectando a través de LRA Radio Nacional, a todas las provincias. Con centro en la Capital Federal, se montan 115 radioestaciones (plantas receptoras y transmisoras) en casi todos los distritos. Los proyectos están fechados entre los años 1952 y 1962.

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No sólo aparecen los proyectos de arquitectura, sino también la tecnología utilizada y el mobiliario específico para desarrollar las funciones.

Más de 700 proyectos de arquitectura

Encotel. Dir. Gral. Ing. y Arq. Dto. 05/62. C y T. San José del Rincón. Dto. 05/2616, 1980. Planta, corte y fachada (Fuente: Archivo CRIHDAC)

Identificados con la letra P, estos 741 proyectos arquitectónicos, se ubican en una cronología que abarca entre el año 1946 y el 1988. Evidentemente, no corresponden a una misma etapa de gobierno en el país. Los proyectos manifiestan en algunos casos, una adaptación (desde el punto de vista formal y material) a su implantación geográfica. En otros, los de las grandes ciudades, expresan una voluntad declarada de acogerse al lenguaje del movimiento moderno que propone Europa. Los arquitectos firman los proyectos en todos los aspectos de configuración general en tanto que los ingenieros aparecen suscribiendo lo referente a estructuras, instalaciones, acondicionamiento climático, etcétera. Por otra parte, numerosas empresas constructoras acompañan y generan los planos conforme a obra.

1971-1986. Encotel – Encotel Argentina Desde 1971, ENCOTEL continúa en la tarea de construir. Con una nueva camada de arquitectos que siguen manteniendo el lenguaje de la modernidad, se dedica a diseñar los edificios de correos de pueblos pequeños. Entre 1973 y 1983, realiza un nuevo relevamiento de terrenos. Identificados con la letra U, estos planos, comparados con los de 1933, tienen mucha más precisión. Brindan datos de denominación catastral, superficies basadas en mediciones de agrimensores: información necesaria para su adquisición. En el año 1977, proyecta una red alámbrica en los 26 distritos. También contrata a la Empresa Equitel que instala equipos Siemens en cientos de sucursales, registrados en planos dibujados por la empresa, con datos de ubicación, equipamiento y tecnología especifica. Entre 1984-1989, Encotel Argentina realiza un tercer relevamiento de terrenos, Identificados con la letra UT, con datos de propietarios y adquisición de los terrenos. Estos planos a veces son una confirmación de los terrenos hallados en el relevamiento anterior. Otras veces, son nuevos, ya sea porque los proyectos requerían otras características o porque aparecieron nuevos proyectos.

Año 2013. Conclusiones Durante este primer periodo hemos tenido errores y aciertos (lo que habitualmente pasa en las tareas de recuperación del patrimonio). Han transitado por el alma de este equipo de trabajo, alegría, sorpresa… decepción y frustración…. Pero, porque sabemos de su importancia y valor, el objetivo de rescatar el archivo ha generado suficiente entusiasmo como para mantener la dinámica, la constancia y la paciencia que hace falta para seguir adelante con una faena a veces tediosa… casi siempre, maravillosa. Abriendo los documentos, se van descubriendo ideas, políticas y los disimiles sueños de las generaciones pasadas. Y se va demostrando que hubo gente comprometida y dedicada, que para concretarlos, planificó, trabajó mucho y construyó con entusiasmo. Y eso, es bueno re-conocerlo, respetarlo y cuidarlo. La cúpula del palacio, ayer maraña de maderas y pizarra que guardaba papeles viejos e inservibles… ya no es un depósito. Hoy, de cristal, ha incorporado la luz y el sol. Y el archivo también se ilumina, ya liberado. Porque puede brindar lo que contiene: conocimientos de historia, de política, de tecnología, de arte y de arquitectura… a nuestra generación, y espero, a las que nos sucedan.

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Profesionales que integraron la Mesa de Estudios y Proyectos de la Dirección Profesionales que integraron la Mesa de Estudios y Proyectos de Arquitectura de la Administración General de Correos y Telecomunicaciones (DACyde T) la Dirección de Arquitectura de la Administración General

de Correos y Telecomunicaciones (DACyT) Lic. Elisa Radovanovic CEDODAL, CONICET

Bianchi, Agustín F. P. En 1941 inició sus estudios en la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA); durante 1945 fue Delegado de 4º año del Centro de Estudiantes de la mencionada Escuela en la Sociedad Central de Arquitectos (SCA). En 1947 se graduó en la recién creada Facultad de Arquitectura de la UBA, ese mismo año volvió a representar al Centro de Estudiantes en la SCA; ingresó a la DACyT a fines de 1946. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Mendoza ciudad; San Juan ciudad; Barranqueras (Chaco); Vera, Cañada de Gómez y Esperanza (Santa Fe); San Martín, Dolores y Junín, (Buenos Aires). Residencia para el Ministro de Comunicaciones en la Radio Estación Pacheco. Anteproyectos: Club Comunicaciones; Asociación Mutualista de Previsión Social de C y T; (Buenos Aires ciudad). A principios de la década de 1960 dejó de trabajar en la repartición de Correos. Tuvo estudio particular, asociado con los arquitectos J. M. Spencer y Félix Martínez Vallerga. En 1956 formó parte de una Comisión designada por el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo para resolver el problema de los arquitectos que no podían dictar cátedras de matemáticas, geometría y álgebra en los colegios nacionales sino exclusivamente dibujo. Bibliografía: Revista de la UBA, Buenos Aires, 1956, p. 275.

Bó, Francisco Javier Nació en 1923. Se graduó de arquitecto en la UBA en 1948. Entre 1978 y 1984 cursó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA donde obtuvo el título de Abogado y Procurador. En enero de 1948 ingresó a la DACyT. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Zapala (Neuquén); Ibarreta (Formosa); Ñorquinco (Río Negro); Cholila (Chubut); Barreal (San Juan); Baradero (Buenos Aires). Radios rurales: Lago Argentino (Santa Cruz); Río Pico, Paso de los Indios, Perito Moreno, Buen Pasto y Telsen (Chubut); Puelén (La Pampa); Maquinchao y Río Colorado (Río Negro). Edificios especiales. Edificio Concentración Norte para Teléfonos del Estado en Ciudad de Buenos Aires. Fue Perito arquitecto y Perito tasador en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Realizó el anteproyecto y proyecto del Hotel de Turismo Ciudad de Paraná construido años más tarde con el nombre de Hotel Mayorazgo. Participó en el Concurso Oficial para el edificio del Instituto Geográfico Militar, Buenos Aires, en colaboración con los arquitectos José María Spencer, Walter Finkbeiner y Raúl González Pellazo. Desarrolló su actividad docente en el 2º curso Construcciones, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA (1948-1957). Representó al Cuerpo Docente integrando el Consejo Directivo Provisorio entre septiembre y octubre de 1955. En 1975 fue Profesor Titular del 2º curso de Construcciones en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Belgrano. Entre sus publicaciones: Métodos contemporáneos para el mejor aprovechamiento de la madera en construcciones modernas (1956) y La Dirección General de Préstamos, una herramienta eficaz al servicio de la vivienda (1968), en colaboración con Federico Adolfo Ugarte, Jorge Ferrari Hardoy y otros. Fue Socio vitalicio de la SCA y matriculado vitalicio del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo. Falleció el 1º de octubre de 2012. Sobre su actuación en Correos afirmaba: “... mis casi 14 años como arquitecto en la DACyT, me permitieron proyectar cerca de 20 obras en casi todo el país (la mayor parte en la Patagonia y una importante en la Capital Federal) y me regalaron el poder conocer buena parte de nuestra hermosa Patria, volando en los primeros Douglas DC3, con 21 pasajeros, piloto, copiloto y camarera y en los atronadores hidroaviones Sunderland ...”

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Bunge, Wilfredo Ricardo Valentín

Nació en 1923; en 1947 se graduó de arquitecto en la recientemente creada Facultad de Arquitectura de la UBA. A principios de 1948 ingresó a la DACyT. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Azul (Buenos Aires); Barra Concepción (Misiones); Sumampa (Santiago del Estero); Ingeniero Juárez (Formosa). Entre los años 1957-1964 realizó en forma conjunta con los arquitectos Luis y Alberto Morea la restauración de la Basílica (menor) de Ntra. Sra. del Santísimo Rosario: Iglesia y Convento de Santo Domingo de Guzmán, en Defensa y avenida Belgrano, Buenos Aires. Falleció el 27 de octubre de 1995.

Casares, Mariano Víctor

Se graduó de arquitecto en la UBA en 1936. Trabajó en la DGA del MOP, de donde fue transferido a la DACyT. Desde 1948 hasta principios de 1953 fue Jefe de la Mesa de Estudios y Proyectos de la DACyT. Edificios en que intervino como proyectista: Correos de Rawson y Epuyén (Chubut). Prototipos para radios rurales. Colonia Infantil Marítima de Necochea (para hijos de empleados de CyT).

Devoto Almanza, Jorge

Egresó como arquitecto de la UBA en 1948. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: General Alvear (Mendoza); Tinogasta y Hualfin (Catamarca); Chos Malal (Neuquén); Río Cuarto (Cba.). Anteproyectos: Arias (Cba.), Belén (Catamarca) y Coronel Pringles (Buenos Aires). Edificio especial: Residencia para el Ministro de Comunicaciones en la Radio Estación Pacheco. Permaneció en la DACyT hasta su jubilación en los años ‘80.

Dimartino, Francisco J.

En 1948 se graduó de arquitecto en la UBA; a fines de 1947 había ingresado a la DACyT como dibujante proyectista. También en 1947 obtuvo el 2º premio en el Concurso CADE para estudiantes del último curso de la carrera. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: San Antonio de los Cobres (Salta); Puerto Bermejo (Chaco); Bahía Oso Marino (Santa Cruz); Rosales (Córdoba). Participó de la Comisión Directiva de la SCA en el período 1949-1951.

Escobar, Manuel

Arquitecto y artista plástico. Ingresó a la DACyT en 1947. Fue encargado de sección y desde 1953 Jefe de la Mesa de Estudios y Proyectos. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: General Pico (La Pampa); San Miguel (Buenos Aires); Estanislao del Campo (Formosa) y Naschel (San Luis).

Finkbeiner, Walter Ernesto

Comenzó sus estudios en la UBA en 1941; siendo alumno le fueron publicados sus trabajos con calificación de sobresaliente: en el 3er. Curso, “Una Escuela Rural” y en el 4º Curso el proyecto de “Una subprefectura marítima”. Se graduó de arquitecto en la UBA en 1947, ingresando a la DACyT en 1948. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Santa Fe ciudad; Posadas (Misiones); Catriló (La Pampa); San Martín de los Andes (Neuquén); Campo de los Andes (Mendoza); Nogoyá (Entre Ríos); San Ramón de la Nueva Orán (Salta); Villa Gdor. Gálvez (Santa Fe). Anteproyecto: Dolores (Buenos Aires). Formó parte de la Comisión Directiva de la SCA en el lapso 1951-1953. Por cinco años, desarrolló su actividad docente en la Facultad de Arquitectura de la UBA en la Cátedra de Composición Arquitectónica IV, curso a cargo del profesor Isaac Stok. Bibliografía: Revista de Arquitectura, 292, abril, 1945, p. 170; 298, octubre, 1945, p. 414.

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Profesionales que integraron la Mesa de Estudios y Proyectos de la Dirección de Arquitectura de la Administración General de Correos y Telecomunicaciones (DACyT)

Gaido, Augusto

Nació en 1920. Se graduó de arquitecto en la UBA en 1948, ingresando a la DACyT en ese mismo año. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Sarmiento (Chubut); Caleta Olivia (Santa Cruz); Embarcación (Salta); Tinogasta (Catamarca); Cerro de las Rosas (Córdoba). Edificios especiales: Edificio Movimiento (Ciudad de Buenos Aires); Radio Estación Pacheco, viviendas para el personal, usina, torre tanque. Asociado con Francisco Rossi, Boris Dabinovic y Clorindo Testa participó en una serie de concursos destacándose: Edificio de la Cámara Argentina de la Construcción (Primer Premio); Concurso en Misiones - cinco comisarías y cuatro unidades sanitarias (Primer Premio); Misiones 2ª etapa - tres paradores de turismo (Primer Premio); Colonia de Vacaciones Federación Industria de la Carne (Tercer premio); Centro Cívico de Santa Rosa de La Pampa (Primer Premio). En 1955 se presentó con Dabinovic y Rossi en el 1er. Concurso Fulget donde obtuvo el Segundo Premio de la categoría vivienda mínima y un premio especial. En 1949 junto a Rossi y Dabinovic había obtenido el segundo premio en el concurso para la Casa de Gobierno de San Juan y, en 1950, mención de honor en el concurso para el Edificio del Instituto Geográfico Militar. En 1971, siendo Subgerente de Inmuebles y Construcciones del Banco de la Nación Argentina, proyectó con el arquitecto Ricardo Muñoz la sucursal Merlo del mencionado banco. Bibliografía: Revista de Arquitectura, 343, julio, 1949, pp. 182-186; 351, marzo, 1950, p. 86; 363, diciembre, 1951, pp. 85 a 89; 371, mayo a octubre, 1953, pp. 52-56; SCHERE, Rolando. Concursos 1825-2006. Buenos Aires, SCA, 2006, p. 252; Nuestra Arquitectura, 471, junio, 1971, pp. 38-39.

Gallardo, Angel Alfredo Alejandro Fernando

Nació en 1921. Egresó como arquitecto de la UBA en 1948. Trabajó como dibujante en la DGA del MOP (1942-1945) y desde 1948 fue proyectista en la DACyT. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Justo Daract (San Luis); Gualeguay (Entre Ríos); Curuzú Cuatiá y Mercedes (Corrientes); Dolores (Buenos Aires). Edificios especiales: Edificio Movimiento (Ciudad de Buenos Aires). Fue Asesor de Gabinete en la Secretaría de Estado de Promoción y Asistencia de la comunidad (1969); desarrolló su actividad de arquitecto en la Dirección Nacional del Deporte (1969-1971); en el Área Deportes de la Subsecretaría de Deportes de la Nación (1971-1974); en la Subsecretaría de Turismo de la Nación (1974-1982); fue Asesor de Gabinete en el Ministerio de Acción Social (1982-1983); entre otros cargos. Se jubiló de la función pública en 1989. Fue además Perito Judicial (1970-1989) y Perito Tasador del Banco Hipotecario Nacional. En la actividad docente acompañó al arquitecto José María Spencer en el taller de Vº año de Composición Arquitectónica, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata (1967-1969). Tenía su estudio en Montevideo 1954, Buenos Aires. En esta ciudad realizó la Capilla privada de las Hermanas Terciarias Franciscanas en calle Olleros 2080, el Colegio Secundario de calle Guise 1945-1971 y el edificio de departamentos de calle Cerviño 3965. En la provincia de Buenos Aires proyectó casas en Hurlingham, Monte Grande y D’Orbigny así como el casco de un establecimiento y estancia. Ganó para ESSO-SAPA el concurso privado para la ampliación de talleres y oficinas de la planta Campana (Buenos Aires). Falleció el 22 de enero de 2004.

Garófalo, Marco Antonio

Se graduó de arquitecto en la UBA en 1948, ingresando en ese año a la DACyT. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Laboulaye (Córdoba); Esquina (Corrientes); Rivadavia (Mendoza) y Esperanza (Santa Fe).

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González Laguinge, Héctor

En 1948 se graduó de arquitecto en la UBA. Ingresó como dibujante proyectista a la DACyT a fines de 1947. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Mar del Plata y Coronel Suárez (Buenos Aires); Chepes (La Rioja). Edificios especiales: Radio Estación Pacheco (Buenos Aires). Desde 1948 fue encargado de sección y desde 1957, Jefe de la Mesa de Estudios y Proyectos de la DACyT.

Heguilor Rocca, Julio Alberto

Nació en 1920. Se graduó de arquitecto en la UBA en 1948 y realizó el tradicional viaje de estudios de tres meses, recorriendo Francia, Italia, España, Suiza, e Inglaterra. Posteriormente, el gobierno francés lo becó por un año para estudiar mecanización postal en los principales centros de correos de ese país. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Córdoba ciudad; La Paz (Entre Ríos); Puerto Santa Cruz (Santa Cruz); Santa Rosa Proyecto 2 (La Pampa); Jachal (San Juan). Edificios especiales: Central de Equipos y Usina en Radio Estación Pacheco (Buenos Aires). En 1955 participó junto a Juan C. Malter Terrada en el 1er. Concurso Fulget donde obtuvo el Primer Premio de la categoría vivienda mínima, por la vivienda del jefe de planta de Pacheco. Permaneció en la repartición hasta que se jubiló, siendo director. En su estudio particular trabajó asociado con Héctor Quesada del Valle.

Hinsch, Raúl O. B.

Se graduó de arquitecto en la UBA en 1949, año en que solicitó ser miembro de la SCA. Ingresó a la DACyT en 1948. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Corral de Bustos (Córdoba); Ancasti (Catamarca); Pehuajó (Buenos Aires); una estafeta en Santa Rosa (La Pampa). Fue proyectista de prototipos de radios y oficinas mixtas. Estuvo al frente de la secretaría ejecutiva del CNICT, en 1961 cargo en el que permaneció varios años. Participó de la reunión sobre problemas de efluentes industriales y contaminación ambiental realizada en Avellaneda, Buenos Aires, en julio de 1971.

Insausti, Esteban

Arquitecto egresado de la UBA a mediados de la década de 1950. Trabajó como dibujante en la DACyT desde los primeros años de su carrera, continuando como proyectista luego de graduado. Sedes de correo en la que intervino como proyectista: San Luis (ciudad) y Gualeguaychú (Entre Ríos). En 1961 participó en el proyecto del Pabellón de la Secretaría de Comunicaciones en la Exposición del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo junto al arquitecto Hugo Tosoni. En la década de 1970 proyectó el Centro Postal Puerto de Buenos Aires en Comodoro Py y avenida Antártida Argentina.

Jozami, Emilio

Arquitecto. Fue Jefe de la Mesa de Estudios y Proyectos de la DACyT, durante la dirección del arquitecto Aristóbulo J. Martínez. Sede de correo en la que intervino como proyectista: Rawson (Chubut).

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Profesionales que integraron la Mesa de Estudios y Proyectos de la Dirección de Arquitectura de la Administración General de Correos y Telecomunicaciones (DACyT)

Lavalle Cobo, Hernán Jorge Ricardo León

Nació en Francia en 1913. Estudió en París y en Constanza (Alemania). En nuestro país se graduó en la Escuela de Arquitectura de la UBA en 1939. Asumió la Dirección de la DACyT a fines de 1955, permaneciendo varios años en el cargo. En 1966 pasó a desempeñarse como Director General de Relaciones Culturales de la Cancillería, al tiempo que era designado director de Cultura en la Universidad de Buenos Aires. Entre sus obras más destacadas se encuentran la casa de Luis Lariviere en San Isidro y la Estancia La Bamba de los Aldao en San Antonio de Areco. Desarrolló una amplia actividad en el ámbito profesional, docente y cultural. Presidió el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo por tres periodos. Fue miembro de la Comisión Cultural de la Asociación Cultural Inglesa e integró la Comisión Directiva de la Alianza Francesa en Buenos Aires. Recibió la Orden de Caballero de la Legión de Honor otorgada por Francia y también alcanzó distinciones de Perú y Colombia. Fundó el Teatro del Instituto de Arte Moderno en julio de 1950, jalón del teatro independiente, por donde pasaron importantes artistas argentinos. Falleció en septiembre de 1997.

Malter Terrada, Juan Carlos

Nació en 1921. Como estudiante de la Escuela de Arquitectura, sus trabajos fueron publicados en varias oportunidades por obtener calificación de sobresaliente; en 1945 “Una Sub Prefectura Marítima”. En 1946 obtuvo el primer premio en el Concurso anual de luminotecnia CADE por su proyecto “Un Club Social”. Egresó como arquitecto de la UBA en 1948, ingresando ese mismo año a la DACyT. Fue Jefe de la Mesa de Estudios y Proyectos a partir de 1954. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Mar del Plata y Berisso (Buenos Aires); Huinca Renancó y Canals (Córdoba); Metán (Salta); Realicó (La Pampa); Villa Traful (Neuquén); Casilda (Santa Fe). Edificios especiales: Plan general de Radio Estación Pacheco (Buenos Aires). Fue Profesor de Taller de Arquitectura en la FADU (UBA). En 1955 participó junto a Julio Heguilor Rocca en el 1er. Concurso Fulget donde obtuvo el Primer Premio de la categoría vivienda mínima, por la vivienda del jefe de planta de Pacheco. En 1962 proyectó su vivienda particular en la localidad de San Isidro. En 1970 impulsó la creación de la filial San Isidro de la Sociedad Central de Arquitectos, contándose entre los miembros de la Comisión Directiva. Falleció el 23 de febrero de 2007. Bibliografía: SCHERE, Rolando. Concursos, op. cit.; Nuestra Arquitectura, 394, setiembre, 1962 y Viviendas para hoy y para siempre, 1ª Serie, s/f.

Martínez, Aristóbulo J.

Arquitecto. Dirigió la DACyT durante toda la gestión de Oscar Nicolini al frente de la Administración General de CyT (1946-49) y del Ministerio de Comunicaciones (1949-55). Como principal responsable del plan edilicio, se ocupó de su difusión, publicando numerosas notas en la Revista Correos y Telecomunicaciones entre 1948 y 1955. En 1952 integró la Comisión de Honor de la Conferencia de Plenipotenciarios de la Unión Internacional de Telecomunicaciones realizada en Buenos Aires. Edificios especiales: Anteproyecto para el Club Comunicaciones.

Méndez, Lisardo Elías

Comenzó sus estudios en 1941; como alumno de la Escuela de Arquitectura, en 1945 desarrolló un trabajo grupal para el Curso de Urbanismo dirigido por Carlos Della Paolera, sobre la “Urbanización del Embalse de Río Tercero”, que fue calificado con sobresaliente. Se graduó de arquitecto de la UBA en 1948; a la DACyT había ingresado el año anterior. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Andalgalá (Catamarca); San Miguel (Buenos Aires); Abra Pampa (Jujuy); Chimpay (Río Negro) y Crespo (Entre Ríos). Bibliografía: Revista de Arquitectura, 304, abril, 1946.

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Miscione, Rinaldo

Nació en 1928. En 1947 comenzó sus estudios en la Escuela de Arquitectura, ingresando en ese mismo año a la DACyT, donde se destacó como dibujante. Obtuvo su título a mediados de la década siguiente, permaneciendo en la repartición hasta su retiro en los años ’80. Entre sus trabajos más destacados se cuentan los murales cerámicos para la fachada del segundo piso del Correo de Santa Fe, así como la bóveda del sector de Radio Nacional en el edificio de Cabecera Córdoba.

Munilla, Armando

Egresó como arquitecto de la UBA en 1949. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Venado Tuerto (Santa Fe) y La Para (Córdoba).

Ochoa, Alberto Víctor

Se graduó de arquitecto en la UBA en 1949. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Neuquén ciudad; Baradero (Buenos Aires).

Páez, Roberto Julio

Nació en 1920. Egresó como arquitecto de la UBA en 1948. Se desempeñó en la DACyT desde mediados de 1947. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: General Pico (La Pampa); Oberá (Misiones); Comodoro Rivadavia (Chubut); Rafaela (Santa Fe); San José de Feliciano (Entre Ríos). Edificios especiales: Edificio Movimiento (Ciudad de Buenos Aires); desarrolló varios prototipos para radios rurales. Fue miembro del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo.

Quesada del Valle, Héctor

Nació en 1921. Comenzó sus estudios en la UBA en 1941; siendo alumno fueron publicados varios de sus trabajos con calificación de sobresaliente: en el 2º. Curso, “Una pequeña capilla” y en el 4º Curso el proyecto de “Una subprefectura marítima”. Se graduó de arquitecto en la UBA en 1948, año en que realizó un viaje de egresados a Europa. Ingresó a la DACyT a su regreso. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Córdoba ciudad; General Vedia (Chaco); Tilcara (Jujuy); Suncho Corral (Santiago del Estero). Edificio especial: área de ingreso y control, garages y talleres en Radio Estación Pacheco (Buenos Aires). A mediados de la década de 1950 se retiró de Correos. Trabajó además en el plantel de arquitectos colaboradores del estudio Aslan y Ezcurra, para el que realizó parte del cierre de las tribunas del estadio de River Plate y obras en la Galería Santa Fe. Fue arquitecto-proyectista de la constructora Giorgi y Sachi S. A., con la cual hizo alrededor de quince edificios en propiedad horizontal en la zona de Palermo, Buenos Aires y un complejo de viviendas en la localidad balnearia de Villa Gesell. Falleció el 21 de septiembre de 1983. Bibliografía: Revista de Arquitectura, 274, octubre, 1943, p. 400; 298, octubre, 1945, p. 414.

Quesada Maschwitz, Guillermo Segundo

Nació en 1917. Trabajó desde 1944 en la Oficina de Arquitectura de Correos, desarrollando entre 1945 y 1947 una serie de estudios para distintas sucursales de correos y radios rurales. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Ceres (Santa Fe) y Chajarí (Entre Ríos). Falleció el 11 de julio de 2002.

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Profesionales que integraron la Mesa de Estudios y Proyectos de la Dirección de Arquitectura de la Administración General de Correos y Telecomunicaciones (DACyT)

Rossi, Francisco F.

Nació en 1922. Siendo estudiante de la Escuela de Arquitectura se publicaron varios de sus trabajos con calificación de sobresaliente. Obtuvo en 1946 el tercer premio en el Concurso de luminotecnia de la CADE sobre el tema “Un club social”; se graduó de arquitecto en la UBA en 1948. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Mar del Plata (Buenos Aires) Choel Choel (Río Negro); Famatina (La Rioja); San Martín (Mendoza). Edificios especiales: Edificio Movimiento (Ciudad de Buenos Aires). Pabellón de la Guardia y Usina en Radio Estación Pacheco (Buenos Aires). Asociado con Augusto Gaido, Boris Dabinovic y Clorindo Testa participó en una serie de concursos destacándose: Edificio de la Cámara Argentina de la Construcción (Primer Premio); Concurso en Misiones - cinco comisarías y cuatro unidades sanitarias (Primer Premio); Misiones 2ª etapa - tres paradores de turismo (Primer Premio); Colonia de Vacaciones Federación Industria de la Carne (Tercer premio); Centro Cívico de Santa Rosa de La Pampa (Primer Premio). En 1955 se presentó con Dabinovic y Gaido en el 1er. Concurso Fulget donde obtuvo el Segundo Premio de la categoría vivienda mínima y un premio especial. En 1949 junto a Gaido y Dabinovic había logrado el segundo premio en el concurso para la Casa de Gobierno de San Juan y, en 1950, mención de honor en el concurso para el Edificio del Instituto Geográfico Militar. Participó de la Comisión Directiva de la SCA en el período 1951-1953. Fue Profesor de Taller en la Facultad de Arquitectura de la UBA. En 1991 presentó un proyecto conjuntamente con el arquitecto Fernando D. Rossi (su hijo) en el concurso para el Museo de la Acrópolis, en Atenas. Bibliografía: Revista de Arquitectura, 343, julio, 1949, pp. 182-186; 351, marzo, 1950, p. 86; 363, diciembre, 1951, pp. 85 a 89; 371, mayo a octubre, 1953, pp. 52-56; SCHERE, Rolando. Concursos 1825-2006. Buenos Aires, SCA, 2006, p. 252; Nuestra Arquitectura, 471, junio, 1971, pp. 38-39.

Rossi, Pedro L.

Arquitecto. Siendo estudiante de la Escuela de Arquitectura se publicaron varios de sus trabajos con calificación de sobresaliente. Obtuvo en 1947 el segundo premio en el Concurso de luminotecnia de la CADE sobre el tema “Una escuela museo de arte nocturna para obreros”. Ingresó a la DACyT a fines de 1947. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: La Quiaca (Jujuy); Loreto (Santiago del Estero); Concarán (San Luis). Bibliografía: Revista de Arquitectura, 274, octubre, 1943, pp.400-410; Nuestra Arquitectura, noviembre 1947,p. 355.

Saladrigas, Fernando M.

Nació en 1930. Egresó como arquitecto de la UBA en 1954. En tanto desde 1948 trabajaba como dibujante en la DACyT. Diseñó los murales del interior de la sucursal del Correo de San Juan. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Dolores (Buenos Aires); Villa Berthet (Chaco); Paso de los Libres (Entre Ríos). Asociado con los arquitectos Bianchi, Vidal y el ingeniero Schulte realizó obras en el Club Comunicaciones. Formó parte del equipo de proyecto dirigido por César Janello, de la exposición del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo, diseñando el Pabellón de Cultura Popular y el auditorio Río de la Plata este último con los arquitectos Eudaldo Vidal y Miguel Carreras. Asimismo obtuvo premios en concursos de anteproyectos organizados por la SCA. Recibió el Primer Premio por el edificio de la Junta de Granos de Salliqueló, asociado con su hermano y el arquitecto Manuel Net. Para el Banco de Desarrollo realizó las sedes de Posadas y La Rioja. Desarrolló su actividad docente en la cátedra de Diseño en la Facultad de Arquitectura de la UBA hasta el año 1995. Bibliografía: Revista de Arquitectura, 378, mayo, 1961, pp. 21-24.

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Spencer, José María

Comenzó sus estudios en 1941. Como alumno de la Escuela de Arquitectura se publicaron varios de sus trabajos con calificación de sobresaliente; en 1948 se graduó de arquitecto. Ingresó a la DACyT a mediados de 1947. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: ciudades de Santa Fe y Corrientes; Puerto San Julián (Santa Cruz); Esquel (Chubut); Punta de Vacas (Mendoza); San Ramón de la Nueva Orán (Salta); Cabo de las Vírgenes (Santa Cruz). En el período 1951-1953 formó parte de la Comisión Directiva de la SCA. Participó en el Concurso Oficial para el edificio del Instituto Geográfico Militar, en Buenos Aires. En 1960 participó del X Congreso Panamericano de Arquitectos efectuado en Buenos Aires. En su estudio particular estuvo asociado con los arquitectos Agustín Bianchi y Félix Martínez Vallerga. Realizó actividad docente en la Cátedra de Composición Arquitectónica Vº año, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata. Bibliografía: Revista de Arquitectura, 274, octubre, 1943, pp.400-410.

Storni, Adolfo Enrique

Nació en 1921. Se graduó de arquitecto en la UBA en 1944. Sede de correos en la que intervino como proyectista: San Vicente (Buenos Aires). Su desempeño en la DACyT se registra durante 1948; luego se dedicó a la arquitectura educacional y de 1963 a 1965 trabajó en el Servicio Nacional de Planeamiento de Educación; entre los años 1974 a 1982 fue Director Nacional de Arquitectura Escolar. Para la Dirección Nacional de Arquitectura proyectó el nuevo edificio del Instituto Superior del Profesorado de Educación Inicial “Sara C. de Eccleston”, inaugurado en 1974. Escribió diversos títulos sobre arquitectura escolar, entre otros “Política de las Construcciones Escolares”, “Arquitectura educacional”, “Escuelas centenarias en el barrio de San Nicolás”. Fue Director del Curso de planeamiento físico y construcción escolar (1980-1982) en la FADU-UBA. Fue durante muchos años vocal de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos; se lo designó Presidente a cargo en 1983 hasta la renovación plena del Organismo producida en 1984. Falleció en 1999. Bibliografía: Arquitectura e Ingeniería, 30, Buenos Aires, mayo-junio, 1976.

Vidal, Eudaldo A. M.

Nació en 1922 en San Rafael, Mendoza. Inició sus estudios en Buenos Aires en 1941; como alumno tuvo una destacada trayectoria, publicándose varios de sus trabajos calificados con sobresaliente; se graduó de arquitecto en la UBA en 1948, ingresando un año antes a la DACyT. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Mendoza ciudad; San Juan ciudad, San Cristóbal (Santa Fe); San Rafael (Mendoza); Junín (Mendoza); Chamical (La Rioja); Gobernador Costa (Chubut), Carcarañá y Diego de Alvear (Santa Fe). Junto a los arquitectos Bianchi, Saladrigas y el ingeniero Schulte practicó obras en el Club Comunicaciones. Se desempeñó como Jefe de Proyectos en la repartición de Correos hasta 1982, año en que se jubiló. En 1960 diseñó junto a los arquitectos Fernando Saladrigas y Miguel Carreras el Teatro Auditorio al aire libre, obra permanente de la Exposición del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo realizada en avenida del Libertador; esta tarea la realizaron como representantes del equipo técnico de la DACyT, bajo la dirección general de César Jannello. Desarrolló su actividad docente en la Facultad de Arquitectura de la UBA en la cátedra Diseño Arquitectónico y en Composición. Falleció el 8 de mayo de 2013. Bibliografía: Revista de Arquitectura, 274, octubre, 1943, pp. 400-410; Revista de Arquitectura, 378, Buenos Aires, mayo, 1961, pp. 21-24.

Villamil, Raúl

Nació en 1922. Se graduó de arquitecto en la UBA en 1948. Sedes de correos en las que intervino como proyectista: Azul (Buenos Aires); Presidencia Roque Sáenz Peña y Castelli (Chaco); Villa Atuel (Mendoza); Ojo de Agua (Santiago del Estero). Intervino temporalmente en equipos de proyectos de otras sucursales y en diseño de prototipos. Falleció en 1966.

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1. Los datos completos de las revistas consultadas han sido especificados por los autores responsables en las notas al pie de cada artículo.

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Este libro se terminó de imprimir en el mes de agosto de 2013 en “Marcelo Kohan / diseño + broker de impresión” Olleros 3951 2º piso, oficina 27. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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