Apólogo de la indefinición

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Descripción

Hace un calor inusual para un mes de diciembre. El cielo está despejado y no anuncia lluvias. Podemos pasear despojados de abrigos y bufandas como si estuviéramos en una eterna primavera. Las plantas están enloquecidas floreciendo sin parar y los insectos, despistados, revolotean por doquier. El agua del mar está un poco fría, pero permite que mi amigo Gorgias y yo caminemos por la orilla descalzos dejando que nos acaricie suavemente, como pidiendo permiso. Cuando las estaciones no se definen parece que nos desorientamos más de la cuenta, le comento, y eso promete errores. Las indefiniciones amigo mío, me responde, son las mejores amigas de las confusiones y los disparates.Gorgias, sin ninguna premura, se despoja de su rebeca de hilo y continúa su alocución. Hace algún tiempo, como bien recordarás, España pasó del bipartidismo político anquilosado en su pasado reciente a una especie de totum revolutum político, donde florecieron partidos latentes y larvados para estimular una política enquistada en las corrupciones, mentiras y despropósitos. El estímulo animó a la ciudadanía a alejarse de las mayorías absolutas que tanto daño ejercieron otrora y embarcarse en una cruzada desasosegante de incertidumbres e indefiniciones. La alteración que produjeron los nuevos partidos fue alta, pero desafortunadamente se fraguó sin las premisas básicas necesarias para que todo pudiera rodar de una forma equilibrada.
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