“Antonio y la flota: reflexiones sobre la política triunviral en la vigilia del pacto de Brundisium (40 a.C.)”, en II Jornadas de doctorandos del mundo antiguo \"Piratas, guerreros, comerciantes, dioses y monstruos. Las aguas y sus pobladores en la Antigüedad\", Madrid

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ANTONIO Y LA FLOTA: REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA TRIUNVIRAL EN LA VIGILIA DEL PACTO DE BRUNDISIUM (40 A.C.)

En primer lugar, me gustaría felicitar sinceramente al equipo de Ithaka por la organización de las jornadas y como no a la Universidad Autónoma por su siempre generosa contribución a la difusión de la investigación de la Antigüedad en nuestro país. He de reconocer que el propio título de las jornadas, “Piratas, guerreros, comerciantes, dioses y monstruos. Las aguas y sus pobladores en la Antigüedad” despertó en mí un inusitado interés por la increíble relación de todos los términos utilizados. Tanto es así que en la República tardía un mismo individuo podía ser considerado un valeroso guerrero amparado por una poderosa divinidad a la vez que un vil pirata enemigo de los humildes comerciantes, si tomamos como referencia el punto de vista del enemigo. Sexto Pompeyo es el ejemplo perfecto de todo ello (2). Ocupó Sicilia desde finales del 43 a.C.1 y estableció allí una base naval desde la que ofrecía auxilio y asistencia a todos los proscritos y huidos de los triunviros. Llevando una clámide azul marino, se hacía llamar “hijo de Neptuno” y a este dios ofrecía sacrificios de caballos vivos, arrojándolos al Estrecho de Messina, hogar de los monstruos Escila y Caribdis2. Hombre de “escasa educación” que “hablaba mal”3, las fuentes filo-augusteas definen a sus seguidores como “piratas y bandas formadas por esclavos”4. Pero al igual que otros miembros destacados de la política del momento, como Gneo Domicio Enobarbo, Lucio Estacio Murco o el propio Octaviano, Sexto Pompeyo comprendía perfectamente la necesidad de controlar el Mediterráneo mediante una potente flota, que le consentía seguir aspirando a una posición de relevancia en Roma y le permitía una significativa autonomía respecto a sus rivales. Marco Antonio, al contrario que sus competidores en la lucha política, no amaba la mar (3). Tras su brillante victoria en Filipos en el 42 a.C., dedicó gran parte del año 41 a.C. a reorganizar las provincias Orientales: recaudar nuevos tributos, reforzar la autonomía de las ciudades y regiones no controladas directamente por Roma y premiar o castigar a las comunidades que habían prestado ayuda a Bruto y Casio5. Pero los acontecimientos se precipitaron. Su hermano y cónsul Lucio encabezó en Italia una revuelta popular contra Octaviano sin éxito6, al tiempo que, poco después, en junio del 40 a.C., el propio Octaviano se hacía con el control de las 11 legiones antonianas emplazadas en la Galia tras el fallecimiento de su general y hombre de confianza, Quinto Fufio Caleno7. Y por si esto fuera poco, en primavera del mismo año los Partos, bajo el liderazgo del príncipe Pacoro, irrumpían en Siria con un potente ejército y se hacían con el control del corredor sirio-palestino y de Asia Menor en tiempo record8. 1

Liv. Per.123; Vell. 2.72.-73.3; App. BC 4.84-88, and 99, and 117; Dio 48.17-19; Auct. Vir. 11,1,.84.2; Oros. 6.18.19; Zonar. 10.16, and 17, and 2l; cf. Lucan 6.422. 2 Dio. Cass., 48,48 ,5. 3 Vel Pat. 2.73. 4 Hor. Ep. 4.19. Cfr. Plut. Ant. 32.1. 5 Ap. Bel. Civ. V, 3.11; Plut. Ant. XXIII, 1; Dio. Cas. Hist. Rom. XLVIII, 2.2, 24.1. 6 ILS I, 886-887; Ap. Bel. Civ. V, 12-51; Dio. Cas. Hist. Rom. XLVIII, 5.1-14.6; Vel. Pat. Hist. Rom. II, 74-76; Suet. Aug. XV; Plut. Ant. XXX. 7 Ap. Bel. Civ. V, 50-64; Dio. Cas. Hist. Rom. XLVIII, 15-28; Vel. Pat. Hist. Rom. II, 76; Plut. Ant. XXX; Suet. Nero III, 1-2; Tac. An. IV, 44. 8 RRC, 524.1-2; Flor. Epit. II, 19.4; Vel. Pat. Hist. Rom. II, 78.1; Dio. Cas. Hist. Rom. XLVIII, 24-26; Str. Geo. XIV, 2.23-25; Jos. Ant. Jud. XIV, 330-376, Bel. Jud. I, 248-279; Plut. Ant. XXVIII, 1

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Para hacer frente a todo ello (4), el triunviro tan sólo disponía de su guardia personal, compuesta de 4000 efectivos, y de 200 embarcaciones que había mandado construir en Asia, como nos relata el propio Apiano: “Antonio dejó a Fulvia enferma en Sición, y, desde Corcira, navegó hacia el mar Jonio con un ejército no muy nutrido y doscientas naves que había construido en Asia”9. La pequeña nota del autor alejandrino nos permite sugerentes reflexiones a la vez que nos plantea numerosos interrogantes. Para empezar, nos indica cómo, por primera vez, Antonio se encarga de la construcción de una flota de guerra partiendo de cero. Ya había participado en enfrentamientos navales en el Adriático contra Estacio Murco en el 42 a.C., durante la campaña contra Bruto y Casio, pero no habían pasado de ser meras escaramuzas en un teatro de operaciones mucho más grande y complejo10 (5). Ahora Antonio doblaba las apuestas con una flota construida verosímilmente entre el 41 y principios del 40 a.C., tripulada por asiáticos y compuesta de, al menos, 200 embarcaciones de guerra, seguramente muy similares a las que en el 31 a.C. intervienen en la famosa derrota naval de Actium: desde trirremes o “treses” hasta quinquirremes o “cincos” en su gran mayoría, armados con arietes, propugnacula y lithoboloi. ¿Pero por qué motivos Antonio mandó construir la flota? Una de las mayores prioridades del triunviro por aquél entonces era la de recaudar fondos para pagar las legiones y los equipamientos necesarios para la ansiada campaña contra el Imperio Parto, ya ideada y proyectada por Julio César desde el 44 a.C. y que se llevaría a cabo finalmente en el año 36 a.C., con un desastroso desenlace. Si es así, ¿Por qué llevó a cabo este enorme desembolso para construir una flota a todas luces inútil contra los Partos? No mucho se ha escrito sobre el tema en la historiografía de la República tardía, pues se ha considerado siempre una cuestión secundaria. En mi opinión, sin embargo, el asunto tiene un cariz especial pues podría explicar de manera más clara la cambiante política de pactos y alianzas de finales de los ’40 a la vez que darnos más pistas sobre el desarrollo posterior de las flotas en el Mediterráneo hasta llegar al apogeo de Actium en el 31 a.C. (6). La primera hipótesis que se ha barajado sobre el tema es que Antonio ordenase la construcción de la escuadra como base para una nueva y más grande flota naval. Esta tesis, enunciada por Kromayer por primera vez en 1897 (p. 447), tiene perfectamente en cuenta la trayectoria del triunviro a la vez que refleja la realidad posterior. Tanto Octaviano como Antonio empezaron entonces una carrera por el dominio del mar que se intensificó del 33 al 31 a.C.. Marco Antonio sumó a su flota 200 navíos egipcios y 300 barcos mercantes para la guerra en Grecia, en total unos 700 buques de guerra, incluyendo los enormes “dieces”, un número ligeramente inferior en el caso de Octaviano11. El problema de esta tesis es que no explica el porqué de la construcción de una flota tan temprano y el porqué de destinar tantos recursos para este fin, sustrayéndoselos al plan A, más prestigioso, que seguía siendo la campaña militar de Mesopotamia (7). Otra tesis más moderna, formulada por Pareti en 1955, sugiere que el triunviro pudiese haber mandado construir la flota para transportar sus legiones de Macedonia y Galia para llevarlas a Oriente y combatir contra los Partos. Es una tesis sugerente, pues Apiano no especifica de que tipo eran las embarcaciones, pero es probable que hubiese pocas o ninguna nave de transporte en la flota, lo que invalidaría la propuesta. En todo caso, la jugada de Octaviano tras la muerte de Caleno y la consiguiente pérdida de 11 legiones hicieron cambiar de opinión al triunviro, que optó por otra vía más agresiva (8). 9

Ap. Bel. Civ. 5.55. Ap. Bel. Civ. 4.82. 11 Dio. Cas. Hist. Rom. XLIX-LI; Plut. Ant. LV-LXII, Caes. XLVIII; Jos. Ant. Jud. XV, 108-120; Vel. Pat. Hist. Rom. II, 84; Val. Max. Fac. I, 1; Senec. Suas. I, 6; Liv. Per. I, 32. 10

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La mayoría de autores modernos, en cambio, piensan que desde el principio la acción estuvo encaminada al enfrentamiento con Octaviano, quizás confiando en la capacidad de Antonio de ganarse la lealtad de las legiones del enemigo. Es la propuesta más popular incluso entre las monografías dedicadas al propio triunviro como la de Marasco de 1987, quien lo justifica en base al alto número de seguidores del triunviro y su elevada auctoritas y fama marcial tras la campaña de Filipos. A mi modo de ver, sin embargo, la situación militar en Italia era bastante más desfavorable a Antonio. Según Brunt, Octaviano contaba fácilmente con 40 legiones en Italia a mediados del 40, unos 120.000-140.000 hombres, mientras que Antonio poseía tan sólo las 2 legiones de Enobarbo, unos 7.000 hombres, más su guardia personal compuesta de 4.000 efectivos. Si estas estimaciones son ciertas, que confiase tan sólo en su carisma y su buena reputación entre las tropas para jugarse la carrera en un enfrentamiento tan desigual resulta muy poco creíble a la vez que no explica la construcción de una flota que ni siquiera a Sexto Pompeyo le había servido para desbancar a su enemigo en Roma. Es esta, por tanto, a mi modo de ver, una tesis con unos argumentos poco sólidos (9). Pero existen aún otras posibilidades que la crítica no ha abordado abiertamente. Por ejemplo, existe la posibilidad de que Antonio hubiese llegado a un acuerdo secreto con Sexto Pompeyo y Domicio Enobarbo, las dos principales fuerzas navales independientes, en Sicilia y en el Adriático, respectivamente, para bloquear y forzar a un acuerdo más favorable a Octaviano en Italia. Se trataría, en todo caso, de romper el pacto alcanzado en Filipos y el triunvirato, aún vigente, acordado cerca de Bononia en octubre-noviembre del 43 a.C., pero bien es cierto que pocos años después, en el 36 a.C., Octaviano no tendría la misma reluctancia en dejar fuera del mismo acuerdo a Lépido tras el fracasado movimiento de éste en Sicilia. La política de aquellos años era cambiante y caprichosa, y toda opción se podía plantear al menos hipotéticamente. Esta es la misma conclusión a la que tuvo que llegar necesariamente Pompeyo cuando envió a Lucio Escribonio Libo y Gneo Sentio Saturnino a parlamentar con Antonio los prolegómenos de un supuesto acuerdo entre las dos partes, como nos narra Apiano: “A su madre Julia que había escapado junto a Pompeyo, este último la envió desde Sicilia a bordo de barcos de guerra, y le daban escolta algunos de los notables del partido pompeyano, Lucio Libo el suegro de Pompeyo, Saturnino y otros, los cuales, atraídos por la capacidad de gestión de Antonio para grandes empresas, trataban de reconciliarle con Pompeyo y de que formara una alianza con él contra Octavio”12. La iniciativa parece corresponder, según el autor, a los embajadores pompeyanos, pero está claro que el propio Sexto estaba al tanto de las negociaciones. En cualquier caso, “Antonio les respondió que le daba las gracias a Pompeyo por haberle enviado a su madre y que le devolvería el favor en su momento; y que, si luchaba contra Octavio, se aliaría con Pompeyo, pero que, si Octavio permanecía en lo acordado con él, trataría de reconciliar a Pompeyo con Octavio”13, es decir, es una decidida apuesta por el status quo en caso de no beligerancia con Octaviano, que se mantuvo incluso cuando sí se iniciaron las hostilidades, que duraron pocos meses. En septiembre del mismo año, de hecho, Asinio Polión, representante de Antonio y Cayo Mecenas, representante de Octaviano, firmaban los acuerdos de Bríndisi y de nuevo la paz entre los dos comandantes militares, dejando de lado nuevamente a Sexto Pompeyo (10). Pero de nuevo podría darse el caso inverso al que acabo de referirme. Antonio podría estar constituyendo con la construcción de la flota una suerte de protección naval y militar contra las agresiones de Pompeyo y los suyos. Los datos globales de las fuerzas navales de uno y otro bando 12 13

Ap. Bel. Civ. 5.52. Ibid.

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así lo confirman. Kromayer y Brunt refieren que en el 42 a.C. la factio republicana contaba con aproximadamente 200 naves de guerra, mientras que Sexto Pompeyo mantenía la no desdeñable cifra de 130 en sus puertos sicilianos. Contra esta inmensa fuerza, los triunviros tan sólo disponían de apenas 60 barcos contando todos sus efectivos, lo que suponía un gravísimo hándicap para contrarrestar cualquier acción republicana en el mar. De ahí que posiblemente, tras la guerra de Filipos, Antonio quisiese contrarrestar esta fuerza con la construcción tan temprana de una flota, aunque ello le costase unos recursos preciados para acelerar la campaña pártica. Pero, además, los acontecimientos históricos nos indican que la suspicacia de Antonio hacia Pompeyo podría no ir tan desencaminada. Tras su derrota final en Nauloco el 3 de Septiembre del 36 a.C. a manos de Agripa, Sexto Pompeyo escapó a Oriente. En invierno del 36/35 llegó a Mytilene y, cuando fue informado del revés de Antonio en Media, decidió intentar repetir el experimento de Sicilia pero esta vez en Oriente. Antonio decidió resolver el problema de raíz y para ello envió a Marco Titio para que coordinara la acción con los gobernadores de Asia y Bitinia, Gayo Furnio y Gneo Domicio Ahenobarbo, además del rey de Galacia Amyntas. Fue éste último quien capturó a Sexto en Frigia y le envió de vuelta a Mileto, donde Titio le ejecutó14. Así estaban las cosas (11). Pero siguiendo la estela de esta última propuesta, podemos formular otra hipótesis, más compleja, que quizás pueda tener mejor en consideración globalmente la situación de las provincias Orientales del Imperio a la llegada de Antonio a principios del 41 a.C.. El Mediterráneo había sido objeto de una limpieza global de agentes molestos, como los piratas, ya en época de Pompeyo Magno. Sin embargo, tras el 42 a.C., Apiano nos cuenta cómo muchos de los almirantes republicanos, como Cayo Casio Parmesio, Clodio, Turulio, Marco Tulio Cicerón (hijo), Lépido, “y cuantos otros miembros de la nobleza habían escapado de Tasos”15, se unieron a las flotas de Pompeyo, Enobarbo y Murco en Sicilia y en el Adriático. Cabe, pues, perfectamente la posibilidad de que muchos otros capitanes y comandantes huidos tras el desastre del 42 a.C. pudiesen haberse establecido en el Egeo o en el Mediterráneo Oriental, emprendiendo desde allí acciones puntuales de pillaje y piratería contra las ciudades y puertos gobernados por los etnarcas locales. Todo ello habría empobrecido enormemente el comercio marítimo cuando más se necesitaba, pues Antonio había impuesto nuevos tributos a las ciudades, que ya habían estado sufragando anteriormente las guerras civiles desde la llegada de Pompeyo en el 49 a.C.16. Para hacer frente inmediatamente a esta rápida depauperización, el triunviro habría podido construir una flota para limpiar de filibusteros los mares y aumentar de este modo sus ingresos por impuestos al comercio, como ya había acometido sin mucho éxito su padre Marco Antonio en Creta en el 72 a.C., nombrado pretor por el Senado en el 74 a.C. con un imperium consulare infinitum para luchar contra esta lacra en el Mediterráneo (12). En conclusión, podemos ver cómo la situación política y militar del Mediterráneo en época triunviral resultaba tremendamente caótica y cambiante. Una pequeña y marginal nota de Apiano sobre la construcción de 200 naves por parte de Antonio puede dar pie a numerosas interpretaciones que intenten desvelarnos un poco más acerca de las intenciones auténticas de cada uno de los generales más allá de la opinión de los autores antiguos o modernos. Piratas que se convertían en guerreros, guerreros en dioses y comerciantes que sufrían siempre la peor parte. Lo que sí es cierto es que la importancia militar del Mediterráneo decayó tras Actium y, en palabras del propio Si Sheppard, “Only one significant naval engagement took place during the 14

Dio. Cas. Hist. Rom., XLVIII, 30, XLIX, 17-18, 33, L, 1.4; Ap. Bel. Civ. V, 127, 133-144; Oros. Hist. VI, 19.2; Vel. Pat. Hist Rom. II, 79; RRC, 519.1. 15 Ap. Bel. Civ. 5.2. 16 Cfr. Ap. Bel. Civ. 5.4-6.

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four centuries after the death of Augustus, and it was an internal affair, Constantine’s son Crispus defeating the fleet of Licinius in the battle of the Hellespont in AD 324. It was only with the collapse of the western empire in the 5th century that naval power again became salient and a new generation of galleys emerged to contest control of the Mediterranean” (Sheppard, 2009, p. 53). Muchas gracias.

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ANTONIO Y LA FLOTA: REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA TRIUNVIRAL EN LA VIGILIA DEL PACTO DE BRUNDISIUM (40 A.C.)

DAVID SERRANO ORDOZGOITI

ANTONIO Y LA FLOTA: REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA TRIUNVIRAL EN LA VIGILIA DEL PACTO DE BRUNDISIUM (40 A.C.)

RRC, 483.2 (44-43 A.C.)

RRC, 511.4D (42-40 A.C.)

ANTONIO Y LA FLOTA: REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA TRIUNVIRAL EN LA VIGILIA DEL PACTO DE BRUNDISIUM (40 A.C.)

EL TEATRO ORIENTAL DE OPERACIONES (44-38 A.C.)

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Ἀντώνιος δὲ Φουλβίαν μὲν ἐν Σικυῶνι νοσηλευομένην ἀπέλιπεν, ἀπὸ δὲ Κερκύρας ἐς τὸν Ἰόνιον ἔπλει, στρατῷ μὲν οὐ πολλῷ, ναυσὶ δὲ διακοσίαις, ἃς ἐν Ἀσίᾳ πεποίητο (Ap. civ. 5.55)

Antonio dejó a Fulvia enferma en Sición, y, desde Corcira, navegó hacia el mar Jonio con un ejército no muy nutrido y doscientas naves que había construido en Asia (Ap. civ. 5.55)

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“BATALLA NAVAL DE ACTIUM” ÉPOCA CLAUDIA, MÁRMOL LUNENSE (105 X 296 CM). COLECCIÓN DUQUES DE CARDONA (CÓRDOBA)

RRC, 544.24 (32-31 A.C.)

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Συνιόντων δὲ πρὸς τὸν πόλεμον, Ἀντωνίῳ μὲν ἦσαν αἱ μάχιμοι νῆες οὐκ ἐλάττους πεντακοσίων, ἐν αἷς ὀκτήρεις πολλαὶ καὶ δεκήρεις, κεκοσμημέναι σοβαρῶς καὶ πανηγυρικῶς, στρατοῦ δὲ μυριάδες δέκα, δισχίλιοι δ‘ ἱππεῖς ἐπὶ μυρίοις (Plut. Ant. 61.1) Cuando se reunieron para la guerra, las naves de lucha que disponía Antonio no eran menos de quinientas, entre las que se encontraban muchas de ocho remos y de diez remos, adornadas ricamente como para ir en procesión (Plut. Ant. 61.1)

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Dato ordine a Decidio Saxa di fortificare Tiro, come base per l’azione di rivincita, Antonio era accorso nello Ionio per raccogliere le sue legioni della Macedonia e quelle della Gallia, e per portarle in Oriente (Pareti, L., 1955, Storia di Roma e del mondo romano, Torino, UTET, Vol. 4, p. 410)

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D’altra parte, se Antonio si era impegnato nella costruzione di una flotta così potente, mi sembra inevitabile concludere che il suo obbiettivo no era affatto un’invasione del regno dei Parti contro i quali a nulla sarebbero servite le navi, bensì un deciso intervento in Italia, dove ancora i suoi partigiani erano numerosi e il suo ascendente, soprattutto fra i veterani, non era stato sensibilmente intaccato neppure dopo la sconfitta del fratello (Marasco, G., 1987, Aspetti della politica di Marco Antonio in Oriente, Firenze, Università degli Studi di Firenze, p. 35)

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A su madre Julia que había escapado junto a Pompeyo, este último la envió desde Sicilia a bordo de barcos de guerra, y le daban escolta algunos de los notables del partido pompeyano, Lucio Libo el suegro de Pompeyo, Saturnino y otros, los cuales, atraídos por la capacidad de gestión de Antonio para grandes empresas, trataban de reconciliarle con Pompeyo y de que formara una alianza con él contra Octavio. Antonio les respondió que le daba las gracias a Pompeyo por haberle enviado a su madre y que le devolvería el favor en su momento; y que, si luchaba contra Octavio, se aliaría con Pompeyo, pero que, si Octavio permanecía en lo acordado con él, trataría de reconciliar a Pompeyo con Octavio (Ap. civ. 5.52)

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In 42 the “Liberators” had about 200 ships, which again must have been manned almost exclusively in the east. Kromayer reasonably supposes that Sextus Pompey as praefectus orae maritimae appointed by the senate was able to take over most of the warships in the west, and had about 130. The triunvirs in 42 cannot have possessed more than 60 (Brunt, P. A., 1971, Italian Manpower 225 B.C.-A.D. 14, Oxford, Oxford University Press, p. 507)

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A esta flota, que tenía ya una fuerza considerable, acudieron todos aquellos que prestaban servicios en diversas partes de Asia, y ellos la dotaron de tripulación tomando soldados de donde podían, y remeros entre los esclavos o prisioneros y entre los isleños de las islas a las que arribaban. Se unieron a ellos Cicerón, el hijo de Cicerón, y cuantos otros miembros de la nobleza habían escapado de Tasos. Y rápidamente contaron con un número importante y cuadros dignos de oficiales, soldados y naves (Ap. civ. 5.2)

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Only one significant naval engagement took place during the four centuries after the death of Augustus, and it was an internal affair, Constantine’s son Crispus defeating the fleet of Licinius in the battle of the Hellespont in AD 324. It was only with the collapse of the western empire in the 5th century that naval power again became salient and a new generation of galleys emerged to contest control of the Mediterranean (Sheppard, S., 2009, Actium 31 BC Downfall of Antony and Cleopatra, Oxford & New York, Osprey, p. 53).

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