ANÁLISIS HISTÓRICO-CULTURAL DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE GRACIA DE CARMONA (SEVILLA)

June 19, 2017 | Autor: S. Rodríguez-Becerra | Categoría: Patronazgo, Carmona, Devociones, Advocacions marianas, Virgen de Gracia
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Descripción

ANÁLISIS HISTÓRICO-CULTURAL DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE GRACIA DE CARMONA (SEVILLA). Publicado en: Carmona. Historia, cultura y espiritualidad. (P. Romero de Solís, ed.), pp. 199-223. Universidad de Sevilla, 1992. ISBN 84-7405-819-8

Salvador RODRIGUEZ BECERRA Universidad de Sevilla Museo de Artes y Costumbres Populares

La devoción a las imágenes nace de la consideración de que éstas tienen poderes para intervenir favorablemente en las necesidades de las personas que le son devotos. Las imágenes muestran estas capacidades a través de actuaciones milagrosas, o de la acción protectora continuada. La devoción a una determinada imagen surge en un lugar concreto y en una época generalmente imprecisa, llegando a abarcar, en la mayoría de las ocasiones, el ámbito de un pueblo o ciudad, más raramente a una comarca y excepcionalmente a un país o a todo el orbe católico. En cuanto al modo de originarse, ésta puede ser por aparición o invención --en su sentido original de hallazgo--, y por difusión, a través de órdenes religiosas, clérigos o devotos, que destacan las virtudes personales o capacidades milagrosas de santos o mártires, y también por la acción directa de la Iglesia institucional (1). La época de surgimiento de las devociones es muy imprecisa en la mayoría de los casos pues se pierden en los oscuros tiempos medievales, cuando no en los primeros tiempos del cristianismo, lo que conlleva una gran escasez de datos; a ello habría que unir el hecho de que muchas devociones han podido existir con anterioridad al suceso que dio notoriedad a la imagen, habitualmente un hecho milagroso; y así es muy posible que imágenes de devoción familiar o de un grupo pasen del anonimato a la tradición oral y menos frecuentemente a los documentos, como consecuencia de sucesos considerados portentosos o excepcionales. Si a estas circunstancias se añade la interrupción de varios siglos que supuso la presencia de la cultura musulmana en un territorio ya cristianizado y que la conquista cristiana tuvo en ocasiones carácter de reconquista, lo que de alguna manera legitimaba la guerra contra los musulmanes, parece lógico pensar que el hallazgo o aparición de las imágenes estuviese relacionado con esta presencia y dominación que las leyendas recogen como persecución a los cristianos a los que no se les permitió continuar con sus devociones y cultos. Así, la existencia de numerosas imágenes y su devoción se basan en tradiciones orales y relatos piadosos escritos por frailes y clérigos. 1.- Primeras noticias de la devoción a la Virgen. La tradición y la historiografía de los devotos de la Virgen María en su advocación de Gracia, fijan la aparición y hallazgo de la imagen en 1290 en una cueva en las proximidades de Carmona durante el reinado de Sancho IV de Castilla. Las primeras referencias escritas de la existencia de una ermita dedicada a la V. de Gracia corresponden a una bula de Nicolás V, dada en Roma en 5 de agosto de 1447, dirigida al responsable en la Bética de la Orden de los Observantes de San Francisco (franciscanos), fray Alonso de

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Palencia. Por esta bula se autorizaba a los frailes del eremitorio de Santa María del Alcor para que se trasladaran a la ermita de Santa María de Gracia en razón de las carencias del primero y de la petición formulada por el Consejo de Carmona. Este documento pontificio eximía a los mendicantes de obtener licencia del ordinario e, incluso, de los superiores franciscanos; pero fuera porque éstos se opusieron o porque al ser una ermita de Patronato regio, --privilegio que concedía a los reyes la designación de capellanes para servir y administrar las ermitas--, el caso es que los seguidores del seráfico Francisco no llegaron a establecerse en Carmona y para el culto de la Virgen se siguieron nombrando capellanes (2). Son conocidos los nombres de fray Alonso de Fuensalida, dominico, destituido por ser partidario de Enrique IV y del también dominico fray Juan de Sousa, sustituto del anterior. En 1477 la Reina Isabel en uso de los derechos de patronato otorgó la ermita a perpetuidad a los monjes de San Isidoro del Campo de la ciudad de Sevilla --jerónimos reformados de Santiponce--; para hacer efectiva esta orden se hizo necesaria la renuncia del licenciado Rodrigo de Morales, cura y beneficiado de la iglesia del Señor Santiago, titular y administrador de la ermita en favor de fray Juan de Melgarejo, prior de San Isidoro del Campo, y su comunidad. Este tomó posesión de ella en cumplimiento de la Real Provisión dada en Sevilla el 18 de agosto de 1477 y del Decreto del arzobispo de Sevilla D. Pedro González de Mendoza de 22 de agosto del mismo año, según constaba en documentos existentes en el Monasterio, que entre otras cosas decían: "Por el tenor de la presente e por nuestra autoridad y presentación de su Alteza e por virtud de su carta e presentación, proveemos y facemos colocación y canónica institución a vos el dicho prior y monjes del dicho monasterio de la dicha ermita de Nuestra Señora de Gracia cerca de la villa de Carmona y de todos sus frutos y rentas della...". La comunidad jerónima "isidros" formada por seis monjes contó como bienes fundacionales con 643 fanegas de pan llevar, 138 aranzadas de olivar y 10.000 maravedíes sobre las aduanas de Sevilla y Alcabalas de Santiponce. También se ofreció una iglesia pero no fue construida inmediatamente por razón de la guerra de Granada, aunque posteriormente "labraron un grandioso y magnífico templo de bóveda". El cabildo se opuso en principio a este cambio de titularidad en favor de los monjes; con él perdían los eclesiásticos de Carmona uno de los mejores beneficios y, dada la estrecha relación de parentesco de éstos con los regidores y jurados de la ciudad, plantean pleito a la real disposición nombrando por procuradores al regidor Alfonso de Vargas y al jurado Rodrigo Villalobos que, de forma inesperada, desistieron de oponerse a la decisión real (3). La intervención de los Reyes Católicos traspasando la titularidad de la ermita de la Virgen a una orden monástica asentada en las afueras de Sevilla implica, cuando menos, que la ermita jugaba un papel importante en la vida de Carmona por la relevancia de la devoción de la imagen, --de la que al parecer participaba la propia Reina--, por la importancia del lugar donde se asentaba o por las rentas ofrecidas. En cualquier caso el propósito de los monarcas, a nuestro juicio, aparece claro: hay un interés por fijar a un grupo de hombres que vivan permanentemente en aquel lugar acabando así con la presencia esporádica del capellán de turno. Esta decisión sin duda limitaba el poder de los cabildos civil y eclesiástico de Carmona. Los monjes Jerónimos vivieron en el monasterio de Gracia y mejoraron el culto a la imagen titular debido a las donaciones y limosnas. Pocos años después de su llegada, el 5 de abril de 1504, y a causa de un seísmo, se hundieron varias bóvedas, los monjes

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decidieron levantar un hermoso templo que aún perdura, inaugurado el 13 de agosto de 1554, siendo prior Fray Gregorio de Bobadilla. En 1586 los frailes de S. Isidoro del Campo de Santiponce y la comunidad de Carmona fueron puestos bajo la obediencia del general de la Orden Jerónima en España, y así, los primeros fueron absorbidos por los de Buena Vista (Sevilla) y los de Carmona quedaron incorporados a la única regla, dejando el nombre de "isidros" que hasta entonces tenían. Estas comunidades que eran "reformadas" y habían sufrido un proceso de "desviacionismo" luterano, iniciado en San Isidoro, fueron sometidas a una sola autoridad de acuerdo con una bula papal inspirada por Felipe II. A finales de este mismo siglo los frailes, que al parecer vivían de la caridad, pensaron abandonar el monasterio y fue el municipio el que en esta ocasión solicitó de Felipe II que le permitiera arrendar tierras de propios para ayudar a los frailes, cuya presencia deseaban mantener por la "buena doctrina de los frailes", y por habitar la casa-monasterio de la Virgen de Gracia en cuya imagen tenían mucha devoción (4). Un nuevo terremoto en 1755 dejó malparado el edificio; posteriormente, en 1835, y como consecuencia de la exclaustración decretada por Mendizábal, la comunidad abandonó el monasterio y la Virgen de Gracia fue trasladada a la iglesia de Santa María. El edificio poco a poco fue destruyéndose, claustros, patios, jardines, celdas y hospedería, todo ha desaparecido. La iglesia se conserva en mal estado aunque ha recibido reparaciones en 1885 y consolidaciones en 1911 que la dotaron de unos tirantes de hierro que ponen de manifiesto la quebradiza estabilidad de un edificio que presenta continuos motivos de preocupación debido a las aguas subterráneas sobre las que fue edificado.

2.- Invención de la imagen de Nuestra Señora de Gracia. La devoción a la imagen de la Virgen de Gracia se explica a partir de una leyenda que obedece a un esquema general con numerosas variantes, que en este caso podemos resumir en los siguientes términos: un pastor encuentra una imagen de la Virgen escondida largo tiempo por los cristianos en una cueva, la traslada a la iglesia mayor. La Virgen durante la noche se vuelve al lugar donde apareció, acción que es interpretada como expresión del deseo de la imagen de permanecer en aquel lugar en donde finalmente se levantará la ermita. La leyenda responde en sus líneas generales a los términos de mayor frecuencia establecidos por W. Christian en el análisis estadístico realizado sobre la base de fuentes de los siglos XVI y XVII en Castilla y Cataluña. Así, la imagen surge como consecuencia del descubrimiento a través de la mediación de hombres o animales; se trata de un pastor --no se dice si joven o adulto--, la imagen se halla en una cueva --lugar natural-- que confirma como sagrado con su presencia, negándose a ser trasladada a lugar distinto del que apareció, oponiéndose así a la voluntad de los hombres que pretenden llevársela de la ciudad. Pero quizás sea conveniente ofrecer la versión de la invención o hallazgo de la imagen tal como nos lo ofrece el anónimo fraile jerónimo que escribió un texto hacia 1602, "para que en esta casa haya alguna memoria de la fundación de ella, y de la invención de la Santa Imagen de la Reina de Gracia, quise ocupar algunos ratos en mirar papeles y libros y escrituras antiguas de esta casa, y hacer memoria de algunas historias

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antiguas y modernas para decir algunas cosas de esta ilustre y leal villa de Carmona". Constituye sin duda el texto más antiguo conocido con el que coinciden esencialmente todas las narraciones que se han dado posteriormente, a las que es muy probable que sirviera de inspiración. El anónimo autor, que vivió en el convento y escribió por tener a la Virgen mucha devoción y haber recibido de ella grandes favores y mercedes, nos dejó el siguiente texto: "Y lo mismo sucedió de otras muchas imágenes y reliquias de santos que se han hallado en diversos lugares y en diferentes tiempos, y así los cristianos que salieron de Carmona, con consejo y acuerdo del cielo, en un lugar y cueva escondido entre las fragosas y grandes peñas, fuera y cerca de la dicha villa tan yermo y solitario que sólo era morada de pájaros y lagartos, allí depositaron a este precioso y divino tesoro de esta imagen de Nuestra Señora, porque no viniese a manos de la gente bárbara por quedar más sueltas y desembarazadas para huir, disponiéndolo así la divina providencia para que en nuestros tiempos fuese tan venerada, y allí dejaron en la mejor y más secreta forma que pudieron la imagen y allí estuvo hasta que dios fue servido honrar esta reliquia que estaba ya por la memoria perdida, descubriendo el precioso don con tanta gloria de su madre, pasados más de quinientos años. En qué tiempo apareció y se halló no se sabe, sino que apareció a un pastor que andaba entre aquellas peñas y malezas apacentando su ganado. Gozaban ya estos reinos de paz, y sosiego aumento y religión cristiana; fue servido por sus divinos secretos y consejos hacernos tan celestial merced y soberano favor cual fue hallarse este precioso y divino tesoro para enriquecer a Carmona con joyas del cielo y para bien de muchas gentes. El buen pastor andaba con buenos y santos pensamientos mirando entre las peñas vio unas piedras caídas y descubiertas a modo de puerta que había sido cerrada a mano y mirando dentro de ella vio la imagen de Nuestra Señora (con su precioso hijo en los brazos), más resplandeciente que el sol, y debajo y junto a ella una fuente de linda, clara y hermosa agua; viendo esta celestial visión, recibió una justísima admiración y robamiento de su espíritu y postrado de rodillas derramando muchas lágrimas le ofreció su oración y salió luego con grandísimo gozo y contento, y va a la villa y da aviso a la clerecía de lo que había visto y la gente, hombres y mujeres que lo oyeron, van sin detenerse un punto a buscar a la Señora que el pastor había hallado y visto entre aquellas peñas, y en el lugar y sitio que el pastor había dicho hallaron a la reina de Gracia; apartan las piedras y ven bien el soberano tesoro con increíble gozo y devoción, y beben el agua de la fuente que salía cerca de sus sagrados pies y vuelven a la villa dando infinitas gracias a Dios y a su madre, y la Villa por el dicho del pastor entraron en acuerdo, clérigos y regimiento para hacer elección de los que habían de ir con el pastor y enterarse por vista de lo referido. Van en su seguimiento, dan con el lugar y sitio que les mostró, hallan cierto y seguro lo que les había dicho, y deseosos de no dejar tal joya en el lugar que la habían hallado más trayéndola a su pueblo enriquecen e ilustran y engrandecen su villa con tal mina.

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Vuelven a la Villa y dan cuenta a los que los enviaron y luego sin dilación clero y cabildo y hombres buenos de Carmona habiéndose juntado las cofradías con mucha cera, van por ella en procesión con mucha alegría y devoción mezclando lágrimas las gentes de puro contento, y postrados a la boca y puerta de la cueva y santuario de la soberana Virgen, y hecha su oración la sacaron de allí, habiendo de todos refrescado con el agua de la fuente que allí manaba y traen a la villa con gran veneración en procesión con mucha música de instrumentos y campanas y pusiéronla en la iglesia mayor en un altar muy adornado y su lámpara encendida y fuéronse a sus casas a descansar del trabajo que habían pasado con el fragoso camino muy consolados de traer tan gran patrona por abogada y defensora en todos sus trabajos y aflicciones que tantas mercedes y favores había hecho a sus antepasados en Carmona antes de su general pérdida; pero como las razas humanas suelen tener sucesos poco venturosos cuando se enfrentan con los consejos divinos y la reina de misericordia tenía escogido aquel lugar tantos centenarios de años para su morada y para hacer allí grandes maravillas, mercedes y favores a sus devotos, aquella misma noche, la serenísima reina de Gracia se volvió a su cueva como lo dice la oración que rezan los ciegos de esta Señora, y que es muy público y sabido en toda esta tierra. Las devotas gentes de Carmona, antes que amaneciera (olvidando el sueño) y deseando ver a su señora y reina de Gracia madrugaron y tomaron la mañana, acudieron a la iglesia y hallándose cerrada, llamaron al sacristán y entrando con su santo deseo, no hallaron la santa y devota señora que era su bien y su refugio y con esta falta todo su bien se aguó y su alegría se volvió en tristeza y lágrimas, sollozos y suspiros por la pérdida de su precioso tesoro que les faltaba y algunas alumbradas por el Señor tomaron el camino de la cuesta abajo a buscar la cueva y ver si se había vuelto a su antigua morada, y llegados viéronla allí y hallaron la joya que buscaban, y besando aquel santo lugar y regándolo con sus lágrimas, dando gracias a Dios y a su benditísima madre, salieron de la cueva a dar aviso a las gentes, y esto no fue menester porque ya las devotas de la Virgen venían en su busca, pero ellas no se descuidaron sino que derramando lágrimas de contento entraron en la Villa avisando a cuantos veían y encontraban y alabando las obras y maravillas de la reina soberana. Viendo esto la clerecía en aquel lugar y aspereza, exigieron y levantaron un humilde altar lo mejor que les fue posible donde pusieron la imagen santa y, dejando guarda suficiente, enviaron personas tales al Arzobispo de Sevilla a darles cuenta y relación del milagro e invención de la reina del Cielo, y con su licencia fabricaron en los más llano de aquellas breñas y peñas una pequeña iglesia para casa y tabernáculo de esta Señora, que se acabó en pocos días, y aún hasta ahora dura la grandeza de las peñas" (5). Otro texto pormenorizado y coincidente en lo esencial con el que hemos transcrito es el ofrecido por Fray Juan Salvador Baptista Arellano en el libro Antigüedades y excelencias de la Villa de Carmona, publicados en 1628, en cuya última parte "Invención y Milagros de nuestra Señora de Gracia, Patrona y abogada de la Villa" narra el hallazgo de la imagen. El autor, natural de Carmona y miembro de la orden tercera de San Francisco, dedica la obra a la Virgen de Gracia por su devoción y favores recibidos (6).

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Las descripciones son coincidentes y se apoyan en el hallazgo milagroso de la imagen y en el hecho, no menos milagroso, de su conservación durante siglos en un ambiente tan húmedo como es una fuente. A pesar de las coincidencias en lo esencial del relato, se aprecian algunas diferencias que no renunciamos a apuntar porque las creemos indicativas de las modificaciones que puede ir aportando el paso del tiempo a las tradiciones. Ambos textos están separados por sólo 26 años y sin embargo se aprecia cierto reforzamiento de lo piadoso y milagrero en la narración de Baptista Arellano sobre la del fraile jerónimo. Lo que en éste era sólo fuente clara y refrescante pasa a ser agua que obra milagros; lo que fue un hallazgo de una imagen de la Virgen por un pastor, se convierte en aparición de la imagen con deslumbramiento y posterior indicación del lugar donde se encontraba; la vuelta de la Señora por propia voluntad desde la iglesia mayor a su lugar de aparición pasa de ser una "oración que rezan los ciegos" , en la primera versión, a devota oración que rezan y cantan y que constituye tradición "y como tal hace fe", en la segunda. Volviendo al texto transcrito, el primer hecho a analizar es la forma en que los carmonenses llegan, según la tradición, al conocimiento de la imagen. El texto que analizamos utiliza los términos "hallar" y "aparecer". Recuérdese que la imagen había sido escondida en aquel lugar en tiempos de moros, y es esta misma imagen la que aparece. El pastor no es sino un instrumento del que se vale la imagen para ser encontrada y comunicar su deseo; este carácter de instrumento se hace más patente al no indicar ningún dato sobre la persona del pastor, salvo su piedad, --idealización propia de un fraile-- y el hecho de ser un varón, como ocurre en la mayoría de los casos. En muchos otros el hallazgo también se produce por la colaboración instrumental de un hombre o un animal que indica el lugar exacto donde se halla la imagen (7). En cuanto al lugar de aparición, una cueva en la que mana "una fuente de linda, clara y hermosa agua", se nos presenta en el texto como un espacio abrupto, escarpado, fragoso, en el que sólo viven los animales salvajes, los ganados y aquellos hombres que conviven con ellos. Con la aparición y hallazgo, el lugar viene a ser sagrado, una vez que la imagen, con su persistente actitud de permanecer en el sitio donde fue escondida, ha dejado clara su posición, opuesta a la de la villa que quiere incorporarle al mundo urbano instalándola en la iglesia mayor. Podría parecer como si la imagen quisiera establecerse como intermediaria entre la ciudad y el campo, santificando con su presencia el espacio, la gruta y sus alrededores y el agua que mana de la oquedad confiriéndolo al conjunto un carácter sagrado, si es que ya no lo tenía de antiguo (8). Las leyendas sobre descubrimientos de imágenes son más apropiadas para las sociedades rurales, y sirven para explicar, no la relación de la sociedad con su historia y el mundo cristiano, sino más bien sus relaciones con la naturaleza, proporcionando un intermediario válido --la imagen-- entre estos dos elementos. Las reliquias por el contrario se adaptan mejor a las ciudades donde habitualmente son encontradas (9). En este caso parece que Carmona no dejó de considerar a la Virgen de Gracia a lo largo del tiempo como una reliquia, --el texto en repetidas ocasiones se refiere a ello--; reliquia que había que tener en cerca y proteger por ser muy valiosa, y aunque tardó varios siglos en poseerla plenamente, finalmente se apropió de ella y la integró en la ciudad, entronizándola en su iglesia mayor. Contradecía así la ciudad el original propósito de la imagen de permanecer en el campo. Este deseo, propio de imágenes halladas y aparecidas e impropio de las reliquias, es interpretado como una forma de paganización (de pagus, campo) de la Cristiandad, una especie de recapitulación del proceso por el cual las

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nociones pre-cristianas de lugares sagrados se reafirman sobre una religión inicialmente centrada en catedrales e iglesias. (10) Ninguna prueba documental de primera mano se conserva de la invención-hallazgo de la Virgen, a pesar de que participaron en el acontecimiento de forma directa, según nos cuentan las narraciones más antiguas, los cabildos civil y eclesiástico, las hermandades, e, incluso, el Arzobispo de Sevilla. La fecha del suceso portentoso ha sido fijada por la tradición, recogida en algunos textos, en el año 1290. Las fuentes más antiguas, s. XVII --el anónimo autor del Quaderno, y Baptista Arellano-- sólo refieren que la imagen estuvo oculta más de quinientos años, la primera, y más de cuatrocientos, la segunda. El primero de ellos, que escribió su manuscrito en 1602, dice textualmente: "En qué tiempo fue la invención de esta sancta imagen no se sabe, ni ay dello memoria en los archivos de la Villa, ni en el Monasterio porque en los tiempos pasados ubo en nuestra España mucho descuido y negligencia que entonces casi no ponían por escrito ni las autorizaban con escripturas, y ansi ay por todas partes mucha falta" (11). De la misma forma fray Juan Salvador Baptista Arellano (1628) no afirma en ningún momento tener prueba documental alguna ni formar parte de la tradición oral la fecha del hallazgo de la virgen, a pesar de que no niega valor a esta última forma de testimonio. Y así, acude a ella para demostrar la veracidad de ciertos hechos cuando afirma que la Virgen huyó de la iglesia mayor de Carmona y se instaló de nuevo en su cueva la primera noche de su hallazgo y, también, cuando argumenta que la ocultación de imágenes era frecuente en tiempo de moros. Esta ausencia era más inexplicable por cuanto era amigo de transcribir los documentos y de afirmar que los había visto al menos en algún archivo local. Un documento que estableciera la fecha de la invención de la Virgen, de haber existido, no habría quedado sin citar; e, igualmente, si la tradición hubiese fijado para entonces la fecha de aparición, no habría quedado olvidada por el religioso, que por ser natural de Carmona habría conocido. El Curioso Carmonense, en su documentada historia de Carmona (1787), da por válida la citada fecha de 1290 pero no da ninguna prueba ni acude a la tradición, simplemente la da por segura sin entrar en la cuestión. En cuanto a la leyenda del hallazgo de la imagen sigue a Baptista Arellano y recoge el texto de una rotulada existente en la capilla mayor de la Señora. Posteriormente, los autores que han historiado Carmona repiten la fecha; así Fernández y López en su Historia de la Ciudad de Carmona (1886), Pascual Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico (1845-1850) y el propio Fernán Caballero, que pasó temporadas en Carmona, en su novela Estrella de Vandalia pone en boca del padre Buendía, monje exclaustrado del Monasterio de Gracia, la misma fecha. Esta, por todo lo dicho, debió fijarse entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII. Muy probablemente estamos ante una leyenda surgida, como tantas otras, para justificar, ilustrar o dignificar devociones preexistentes, máxime cuando las imágenes halladas o aparecidas eran consideradas especialmente valiosas, "no sé que tienen las aparecidas y guardadas que a ellas se les inclinan los milagros", se preguntaba el padre Baptista Arellano, y él hablaba con conocimiento, pues varios conventos andaluces de su orden poseían imágenes aparecidas. La leyenda del hallazgo tiene por otra parte una gran fuerza integradora de la comunidad. La imagen se aparece en un lugar que pertenece al término de una población, ésta ha de sentirse seleccionada, distinguida y privilegiada

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sobre otras muchas. La Virgen de Gracia escogió a la villa de Carmona para protegerla especialmente. ¿Qué mayor demostración de esta predilección que el que se haya aparecido a las puertas del camino a Córdoba? Las leyendas de apariciones y hallazgos deben de ser tomadas como parte del repertorio cultural de una época dada, especialmente los siglos XVI y XVII, "Y lo mismo sucedió de otras muchas imágenes y reliquias de santos que se han hallado en diversos lugares y en diferentes tiempos,... “decía el fraile anónimo. Estas narraciones responden a un esquema único, con variantes, lo que nos está indicando una fuerte homogeneidad cultural en sus recopiladores o autores, generalmente religiosos, que en no pocas veces parecen estar ligados a la Contrarreforma y a una segunda ola de ermitaños y penitentes en estos mismos siglos, y a la veneración que el pueblo sentía por ellos, lo que creaba la sacralización histórica de una imagen y de un lugar (12). 3.- La Virgen de Gracia, patrona, abogada y protectora de Carmona La Virgen María en su advocación de Gracia, patrona principal y canónica de Carmona constituye para sus devotos y para la ciudad, en términos generales, el símbolo religioso de más valor de cuantos existen o han existido. La Virgen de Gracia satisface a los creyentes en los momentos de angustia, desasosiego, incertidumbre, dolor y esperanza, a la par que llena el mundo simbólico, ritual y lúdico de los carmonenses; así mismo ha llegado a ser el rasgo de identidad inequívoco y de mayor fuerza expresiva de la ciudad. "El día 8 de Septiembre, es el día de Carmona, es el día de la Virgen, no hace falta decir más", decía en 1981 el Hermano Mayor de la Hermandad. Estas afirmaciones se sustentan en hechos de variada naturaleza; gran parte del ciclo festivo gira en torno a la celebración de la novena --una función en principio exclusivamente religiosa-- y ha generado el período festivo más largo e importante de todo el año; los momentos de crisis colectiva o individual se tratan de superar acudiendo a la Señora en forma de rogativas o promesas. La Virgen y todo lo concerniente a ella está por encima de todo lo demás, y así pueden explicarse hechos como que la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Virgen de Gracia formen parte, como tenientes de hermano mayor, tres hermanos mayores de otras cofradías de penitencia, que el Ayuntamiento socialista acuda bajo mazas a la función principal del 8 de Septiembre y colabore activa y económicamente en los diversos actos de las fiestas patronales, y que, finalmente, el rey Juan Carlos I se postre ante la imagen de la Virgen de Gracia en la visita que realizara en 1976 a la ciudad. (13) La Virgen está presente también a través del patronímico "Gracia" que llevan la mayoría de las mujeres carmonenses; los marqueses de las Torres de la Pressa, la nobleza más conspicua de la localidad, son hermanos mayores honorarios y camareros perpetuos de ella por la adquisición en pública subasta de sus joyas, tras la desamortización de los bienes eclesiásticos. Así mismo, está entronizada en la iglesia de mayor preeminencia de la ciudad, la prioral de Santa María, cuyo párroco es, por razones del cargo, capellán de la Virgen; y la única revista anual de la localidad se publica con ocasión de su fiesta. En definitiva, podemos decir que las devociones y rituales en torno a la Virgen de Gracia ocupan el lugar más destacado en la vida de los carmonenses. Esta situación de predominio absoluto sobre todos los demás símbolos sagrados, Cristo, los santos y otras advocaciones de María existentes en Carmona que reciben o han recibido culto, no ha sido permanente sino que es el resultado de un proceso que se inicia

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en los oscuros tiempos medievales y que alcanza su cenit con la coronación canónica, distinción que eleva a las imágenes de la Virgen al máximo nivel de honor. La devoción de los carmonenses ha estado compartida en el pasado con otros santos y diversas advocaciones de la Virgen y Jesucristo, algunos de ellos presentes en la vida de Carmona con anterioridad a 1290, fecha imaginaria de la aparición de la Virgen de Gracia; tal es el caso de Nuestra Señora del Real, entronizada por Fernando III en los reales del ejército que sitiaba Carmona, por petición del ermitaño Valerio, según narra el padre Arellano. La leyenda cuenta que Valerio, cristiano cautivo de Carmona había sido autorizado por su amo el poderoso moro Buzeite, un hombre justo, a vivir como ermitaño en una gruta fuera de la ciudad hasta el final de sus días dada su avanzada edad; aquél se presenta al santo rey y le vaticina la pronta conquista de la ciudad por los cristianos por designio de Dios; a cambio le pide que una vez alcanzada la victoria construya una ermita en aquel lugar dedicada a la Virgen María a la que daría culto él mismo. Los moros de Carmona firman la capitulación tras seis meses de plazo y el rey cumple su compromiso de labrar una ermita, ondeando se fundase con el título de Ntra. Señora del Real (14). Esta imagen, según la tradición, era la que Fernando III llevaba con sus ejércitos y que al parecer realizó numerosos prodigios. Así sucedió según consta documentalmente, el 27 de Enero de 1494 y el 2 de marzo de 1561; la primera vez, para pedir perdón por los pecados que según la creencia habrían ocasionado un terremoto, y, la segunda, a rogarle les enviase el agua que tanta falta les hacía. Debemos suponer que no fueron dos casos aislados sino que, antes y después de estas fechas, la villa de Carmona acudiría con similares problemas a la Señora del Real en busca de remedio. Sus merecimientos, sin embargo, no llegaron a ser suficientes para la ciudad pues el cabildo civil no hizo voto alguno para asegurar y dar solemnidad a la celebración de su fiesta. Los tiempos de la lucha contra el moro iban quedando atrás, especialmente tras la conquista de Granada, y las vírgenes guerreras debieron pasar a un segundo plano (15). Otros santos, sin embargo, habían sido distinguidos y favorecidos para entonces con el privilegio de que la villa de Carmona hubiera hecho votos perpetuos de asistir a sus iglesias con toda solemnidad para celebrar sus fiestas y procesiones y consecuentemente correr con los gastos que ellas llevaban aparejados; así, el Ayuntamiento los hizo a San Sebastián y San Roque, en 1580 con ocasión de una peste. Hemos de aclarar que estos santos aparte de ser "sanadores", --con capacidades especiales sobre la peste--, recibían culto, el primero de ellos, de los franciscanos --en cuya ermita se habían establecido en 1467--, y San Roque de los carmelitas calzados, --estableciéndose primitivamente en la ermita del santo (1554)--. También había votado el ayuntamiento asistir el día de la Encarnación a la procesión de Ntra. Sra. de Gracia, aunque no se consigna la fecha "por venir haciéndose de tiempo inmemorial"; recordemos que los monjes de Santiponce se habían establecido en la ermita de la Virgen de Gracia en 1447. Así mismo, la Purísima Concepción recibía la visita del cabildo de la ciudad y del clero para su función los lunes infraoctava en su sede del convento de las concepcionistas franciscanas desde 1640. Estas monjas habían fundado en 1516 su comunidad en Carmona. En 1738 la ciudad votó asistir a la festividad de San Matías en el monasterio de San Jerónimo por la escasez de agua; posteriormente, el 18 de agosto de 1786 se votó asistir el día de la Natividad de Ntra. Sra. de Gracia, con ocasión de una epidemia de tercianas, al tiempo que se ratificaba el voto de tenerla como patrona.

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Los dominicos que ofrecían especial culto a la Virgen del Rosario no consiguieron que la ciudad votara la celebración de la fiesta de esta advocación de la Virgen, a pesar de que en 1649 con ocasión de una peste se realizó una procesión penitencial con la citada imagen a la que acompañaban Santa Ana, Santo Domingo y San Jacinto con la asistencia del clero, la ciudad, las comunidades religiosas, las cofradías y muchas mujeres descalzas. Para atajar esta peste y como medida preventiva se había hecho subir, también en las mismas fechas, a la Virgen de Gracia desde su santuario a la Iglesia Mayor y lo mismo se hizo al siguiente, consiguiendo detenerla; al tercer año, el de 1650, no hubo fuerza divina que detuviera la epidemia que asolaba toda la provincia y de la que Carmona no se libró. El cabildo secular o ayuntamiento subvenía a otras fiestas, amén de las ya citadas, así, según el Catastro de Ensenada (1751), la ciudad del "común de sus propios" asistía a las fiestas de Santiago, La Candelaria, San Miguel, San Marcos, San Teodomiro, --copatrón de la ciudad--, así como a las del Domingo de Ramos y al Corpus Christi. Es necesario hacer hincapié en que la fiesta en sociedades preindustriales no estaba dicotomizada en rituales religiosos y diversiones, sino que ambos elementos constituían un todo interrelacionado --como todavía ocurre en Andalucía--, en palabras de Baptista Arellano, "las fiestas eran mucha devoción, fiestas y regocijos y mucha cantidad de cera..."; de esta suerte, el calendario cristiano proporcionaba la ocasión de ir partiendo los períodos laborales con las celebraciones que cumplían una doble misión, por un lado se conseguía que la ciudad se viera libre, a veces, de epidemias, sequías, inundaciones y todo género de calamidades, al tiempo que proporcionaban a la población una ocasión de esparcimiento y jolgorio, necesaria para la estabilidad psíquica y a la vez se hacían pasar a segundo término las tensiones sociales. Bien es verdad que las devociones a las imágenes fluctuaban en función de las cosechas, las catástrofes, los períodos de actividad u holganza, etc., pero en todo caso éstas siempre estaban en los altares dispuestas a ayudar al devoto en sus necesidades individuales --dimensión que no puede perderse de vista en la consideración de la religiosidad popular-- especialmente a través de los exvotos y promesas (16). El cabildo fue sumándose a lo largo de los siglos a todo este cúmulo de fiestas estableciendo votos perpetuos. Este proceso acumulativo debió llegar hasta el punto que la corona y sus gobiernos ilustrados creyeron conveniente poner límites a estos gastos imponiendo la previa autorización. Así cuando Ensenada realiza su catastro, Carmona tiene votos o compromisos de asistir a trece fiestas, lo que suponía para 1764 la cantidad de 26.293 reales de vellón, equivalente al 44.37 % de los gastos municipales; este capítulo de “festividades y gastos fijos” incluían también el mantenimiento de las tropas y otras contribuciones. La festividad del Corpus Christi se costeaba con cuatro de las siete dehesas del municipio y ocupaba uno de los primeros puestos en el gasto (17). ¿Pero por qué unas determinadas fiestas y no otras? Algunas respondían claramente a una tradición cultural generalizada en el mundo cristiano tales como el Corpus Christi, auspiciadas por la jerarquía eclesiástica y tendentes a mantener la unidad del orbe católico; otras correspondían a tradiciones muy antiguas que se habían difundido por toda Europa y estaban ligadas a fenómenos concretos, muy frecuentemente en aquella época, tales como las pestes a San Roque y San Sebastián; otro grupo, no menos significativo, estaba constituido por aquellas fiestas en honor de imágenes propias del panteón de una orden religiosa como Santo Domingo y la Virgen del Rosario para los

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dominicos, San Francisco para los franciscanos, la Virgen del Carmen para los carmelitas, etc. En otras circunstancias es la orden la que en el momento de establecerse o, posteriormente, encuentra una devoción ya arraigada y la apoya, así los jerónimos con la Virgen de Gracia, los franciscanos con San Roque o los jesuitas con San Teodomiro, por último, las devociones ligadas directamente al pueblo, a su historia y a sus vicisitudes, tales como San Mateo, en cuya festividad se conquistó la ciudad a los moros. Esta fiesta que en los primeros tiempos debió tener cierta importancia, --a San Mateo se le construyó una ermita y se le designó patrón, y durante siglos se han celebrado pleitos homenajes para sacar el pendón de la ciudad y llevarlo a la ermita--; posteriormente perdió fuerza festiva. De cualquier forma la fiesta, de carácter conmemorativo y más histórica que religiosa, singularizaba a Carmona y la diferenciaba de otros lugares. San Teodomiro, mártir carmonense sacrificado en Córdoba en tiempos de Abderramán II, se convierte a partir del siglo XVI poco tiempo después de la llegada de los jesuitas, en una devoción y festividad muy significativa de Carmona, de tal suerte que el cabildo lo elige en 1626 como patrón al tiempo que los hijos de San Ignacio hicieron traer otra reliquia del mártir a la ciudad. Posteriormente, en 1720 se amplió la casa y la iglesia de la Compañía y el nuevo templo --de grandes proporciones-- fue puesto bajo la advocación de San Teodomiro. Su devoción perdió importancia al ser expulsada la Compañía de Jesús y su iglesia incorporada a la parroquia de San Salvador. También gozó de gran devoción el Cristo de San Felipe, titular de la hermandad de la Amargura fundada en 1616, que perdió devotos en favor de la Virgen de Gracia cuando fue reconfirmada como patrona de la ciudad a finales del XIX (18). De las restantes fiestas desconocemos las razones y circunstancias que llevaron a los regidores a establecer las obligaciones y subsidios y el protocolo de su asistencia; no obstante, se nos ocurre apuntar la posible relación entre las devociones particulares de algunas familias poderosas de la ciudad que controlaban el cabildo y las fiestas costeadas por el común. Téngase en cuenta que los regidores del cabildo formaban una élite oligárquica que nutría a las instituciones: clérigos a la Universidad de beneficiados de Carmona --poderosa organización de curas seculares--, capellanes, frailes a las órdenes religiosas, alcaldes, regidores, alféreces, escribanos y miembros a otros organismos locales. Parece lógico pensar que si alguna familia recibía favores especiales de una determinada imagen tratará de difundir su devoción y celebrar fiestas en su honor con el máximo de brillantez. La asistencia de la ciudad con todo su protocolo y el pago de los gastos de las funciones y procesiones, sin duda, serían algo deseable para estas familias. Tampoco sería ajeno a esta promoción festiva las rivalidades existentes entre estas mismas familias. 4.- Historia de una devoción. La Virgen de Gracia, utilizando el vehículo de los milagros --que es el más habitual y efectivo-- va ganando fieles desde el siglo XV hasta convertirse en el siglo XIX y hasta el momento presente en símbolo indiscutible del pueblo de Carmona. Se dan en el siglo XV al menos dos hechos que conviene analizar, uno es el intento fallido de los franciscanos de establecerse en la ermita. Según la bula papal, los frailes deseaban establecerse en este lugar porque en el que habitan --ermita de Santa María del Alcor-carecían de agua y huerto. El lugar no parece pues que fuera tan abrupto como la leyenda

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del hallazgo nos lo describe. Treinta años después, en 1477, los monjes de San Isidoro del Campo se establecen en este lugar. Parece deducirse un claro deseo de controlar un símbolo y un espacio que debían ser apetecible por su amplia devoción y la traducción de ésta en limosnas, así como por el valor del enclave (19). La devoción irá en progresivo aumento, lo que facilitará los medios para la edificación de un nuevo templo y monasterio en 1554 al tiempo que se enriquecía y transformaba la imagen pasando de ser ésta de tipo guerrero a ser de candelero vestida al estilo de la época de Felipe IV. La iglesia se llenó de tumbas de caballeros y de exvotos que testimoniaban los muchos milagros que la Virgen hacía a sus devotos y que los frailes recogían de boca de los beneficiarios en un libro existente en el Monasterio; éste, según varios testimonios estaba escrito "en lengua vulgar poco limada" y, en los primeros tiempos, las narraciones milagrosas carecían de nombres y fechas. Es el momento en que la devoción va a saltar los límites locales y va a difundirse por los pueblos colindantes de forma que el "territorio de gracia", se extenderá a Marchena, Mairena, El Arahal, El Viso, Gandul y otros lugares comarcanos. El año 1567, fecha en que los monjes isidros fueron sometidos a la regla de los Jerónimos, según hemos apuntado anteriormente, va a suponer el comienzo de una fuerte baja en la devoción a la Virgen de Gracia. El control sobre los monjes de Carmona, hijos espirituales y dependientes de los de San Isidoro del Campo, perseguidos por protestantes e iluminados, unido a que por aquellos tiempos la Virgen de Consolación de Utrera comenzó a hacer milagros y la "devoción se encendió ayá y se resfrió acá", inclinará a los jerónimos a pensar en el abandono del monasterio de Gracia. Este no se llevará a efecto por intercesión del cabildo secular que consiguió de Felipe II actualizara las rentas. (20) Esta crisis va a coincidir con la época en que Rodrigo Caro (Utrera, 1573 - Sevilla, 1647) publica su "Silva a Carmona" en la que no menciona a la Virgen de Gracia, aunque sí a San Teodomiro como patrón de la Ciudad; así mismo, el fraile jerónimo autor del Quaderno va a dejar constancia expresa de la crisis devocional (21). Al finalizar el siglo XVII la imagen remonta su popularidad y llega a convertirse de nuevo en la gran protectora del pueblo. Desde las últimas décadas del siglo XVIII y hasta 1834 la Virgen será solicitada decenas de veces para que acuda al pueblo y les salve de la enfermedad y la penuria económica. Los cabildos van a tomar la iniciativa de traer --hacer subir-- a la Virgen hasta la iglesia prioral de Santa María para hacerle funciones --novenas y procesiones-- y así conseguir el bien buscado. Se inicia de esta forma una práctica que terminará con la permanente presencia de la imagen en el pueblo a partir de 1835 como consecuencia de la desamortización. Tenemos la impresión que las subidas de la Virgen se convirtieron para Carmona en la mayor de las celebraciones festivas. Su carácter eventual --sólo se justificaba la subida por una causa relevante o catastrófica-- añadía, si cabe, mayores motivos de interés a la fiesta, sin olvidar la tensión social que el hambre o el miedo a la enfermedad y a la muerte pudieran crear. El mecanismo establecido era el siguiente: el cabildo civil considerando las especiales circunstancias que concurrían en cada caso: sequía, epidemia, terremoto, y otra calamidad y tanto para prevenirlos, como en acción de gracia por no haberles afectado, determinaba que la Virgen subiera a la iglesia por petición de los vecinos y/o miembros del cabildo. El Prior del Monasterio aceptaba la salida de la imagen, una vez que el corregidor y los regidores establecían y firmaban el Pleito

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homenaje por el cual se comprometían a devolverla a su sede, terminados los cultos, a la par que se fijaban las ceremonias y protocolos de la procesión. Por su interés transcribimos íntegros el pleito homenaje realizado el 7 de septiembre de 1681, y que no difiere de otros: "En el nombre de Dios Amén. En la muy noble y leal ciudad de Carmona en domingo en la tarde siete de septiembre de mil seiscientos ochenta y uno años, estando en el convento de nuestra Sª de Gracia extramuros de esta ciudad que es de la orden de Sr. San Jerónimo, los señores justicia y regidores de ella en procesión general con el clero y religiones de esta dicha ciudad para traer a la Virgen santísima de Gracia y madre de Dios y reina de los ángeles, Señora nuestra y patrona de esta ciudad, concebida sin mancha de pecado original en el primer instante de su ser, a la Iglesia mayor donde se ha de celebrar la fiesta de su natividad santísima con su octavario por haberlo acordado así la ciudad en su cabildo que celebró en seis de este presente mes y año a petición de los señores Don Teodomiro de Briones Quintanilla, Don Fernando de la Barrera y Caro y Don Pedro Bonifaz Ponce de león y demás vecinos de esta ciudad, presentando a la ciudad las nuevas causas y motivos justos que de presente se reconocían así de haberse mejorado el tiempo y la salud pública y particular de los lugares de Osuna y Marchena y habiendo sido siempre el ánimo de la ciudad el obrar en dicha festividad de nuestra Sª y lo que sea de su servicio y viendo el afecto y devoción común de toda esta ciudad de traer a su majestad sacratísima de celebrar la festividad de la natividad en la iglesia mayor de ella para consuelo general y especial de muchas personas devotas que por particulares impedimentos no pueden ir a ejercitar su devoción a su convento y casa santísima a la cual se junta la dicha [ilegible] de temer de los lugares comarcanos y así mismo de los concursos que se recrecen en todos los días del octavario y cuidado casi irreparable de las puertas para la guardia de esta ciudad del contagio que se padece en otras por lo cual la ciudad hizo el dicho acuerdo en que acordó de conformidad que hoy dicho día por la tarde se lleve a su Magestad Sacratísima en procesión con la debida y acostumbrada decencia a la iglesia mayor de esta ciudad y se coloque en la capilla mayor de ella como en semejantes ocasiones se ha hecho y se celebre su octavario y día haciendo la primera fiesta esta ciudad y las demás personas devotas y para que dispongan la dicha festividad nombró a los dichos Sres. D. Teodomiro de Briones y D. Francisco de Briones Merino y para traer a nuestra Sª a dicha iglesia mayor adonde se le han de rendir las debidas gracias por tantos favores y mercedes como su divina mano ha recibido en haberla preservado del mal de contagio sin haber tocado en esta ciudad y para suplicar a su Divina Magestad se continúe la salud en sus vecinos y que su divina Magestad remedie los demás lugares que padecen dicho achaque y para lo referido los dichos señores han de hacer pleito homenaje en la forma que siempre se ha acostumbrado hacer. Y para que tenga efecto el señor Don Juan de Mancha y Velasco, caballero de la orden de Calatrava, Marqués del Vado, corregidor de esta ciudad por su Magestad y los señores diputados Don Teodomiro de Briones y Don Francisco de Briones se arrodillaron en presencia de la Madre de Dios santísima de Gracia y estando en esta forma el Sr. Corregidor para recibir el pleito homenaje abrió sus manos y los dichos señores Don Teodomiro de Briones y Don Francisco de Briones juntaron las suyas y las metieron entre las del corregidor y otorgaron que hacía e hicieron pleito homenaje como caballeros hijosdalgo, una, dos y tres veces, según fuero, costumbre y leyes de España de llevar la sacratísima imagen de Nuestra Señora de Gracia que reciben del muy reverendo

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Padre maestro, prior de dicho monasterio de esta ciudad en procesión general a la iglesia mayor de esta ciudad donde su Divina Magestad ha de estar hasta el día octavo de su natividad santísima cuyo día en la tarde volverán a su casa y convento donde la reciben y la entregarán al muy reverendo padre prior y sus religiosos volviendo a su Magestad sacratísima en procesión general y solemne so pena de caer e incurrir en las penas en que caen e incurren los caballeros hijosdalgo que no cumplen los pleitos homenaje que hacen según el dicho fuero y leyes de España y lo firman dichos señores que yo escribano doy fe conozco, siendo testigos Sebastián Paredes, Pedro [ilegible] y Juan de Pesca, vecinos de Carmona.- El Marqués del Vado" [otra firma ilegible]. "En esta muy noble ciudad de Carmona en lunes por la tarde quince de Septiembre de mil seiscientos ochenta y uno años, día octavo del nacimiento de Nuestra Señora Madre de Dios concebida sin pecado original en el primer instante de su ser santísimo, estando en su casa y convento de la orden del Señor San Jerónimo extramuros a donde se ha venido con su Divina Magestad en procesión general de la iglesia mayor de esta ciudad. El Señor Don Diego de Laguna y Córdoba, alcalde mayor de ella dijo que por cuanto los señores Don Teodomiro de Briones, alférez mayor y don Francisco de Briones, regidores perpetuos de esta ciudad que hicieron el pleito homenaje antecedente de volver la Madre de Dios Santísima de Gracia a su casa, hoy dicho día han vuelto a su Divina Magestad a su santa casa en procesión general asistiendo el clero, religiones y la ciudad cumpliendo con su obligación y pleito homenaje y declara que dichos caballeros han cumplido con el tenor de él y que se de testimonio para que en todo tiempo conste de ello y de que en todo han obrado como caballeros hijosdalgo con sus muchas obligaciones y lo firmó su merced siendo testigos Don José de Barnuevo, Juan de Santiago, Sebastián Paredes, vecinos de Carmona.- Don Diego Laguna y Córdoba" [Firmado] (22). Las subidas de la imagen a Carmona tenían carácter excepcional y constituían, de alguna manera, el complemento de aquellas otras actividades anuales que el cabildo por voto estaba comprometido a realizar, tales como las de asistir al monasterio el día de la Natividad de la Virgen: una diputación a la función matinal y el pleno del cabildo a la procesión por la tarde. En el XIX la Diputación de Sanidad asistía a la función de una epidemia de tercianas en 1786. Así mismo, el cabildo venía asistiendo desde 1738 al monasterio para celebrar el día de San Matías, voto hecho por falta de agua. Esta línea ascendente de predominio de la Virgen de Gracia se pone de manifiesto en la consideración como patrona que ha tenido a lo largo del tiempo, aunque no lo fuera canónicamente hasta 1818. La situación arranca probablemente de finales del siglo XVI cuando su devoción se recuperaba después de la caída del último tercio de este siglo; tanto el autor del Quaderno (1602) como Baptista de Arellano (1628) reconocen y titulan en sus escritos a la Virgen de Gracia como "patrona y abogada de Carmona"; así mismo consta que en 1786 el cabildo ratificó su voto de patronazgo. Sin embargo, y parece paradójico, el cabildo celebrado el 16 de noviembre de 1804 acuerda elegir y nombrar por solemne voto y perpetuamente por patrona titular y principal de la ciudad a la Virgen de Gracia; este voto será el comienzo de las gestiones que culminarán en el breve pontificio del papa Pío VII (1818), declarándola patrona principal de Carmona. En 1897 se reconfirma el acuerdo. La explicación quizás se halla en que no existió hasta entonces un reconocimiento jurídico y documental por parte de la autoridad eclesiástica; también

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puede deberse la reiteración al deseo o necesidad de que en modo alguno se pusiera en duda su patronazgo. El control del cabildo sobre la imagen y su uso social y sanitario contaba con el contrapeso de los monjes jerónimos, sus titulares; el pueblo y su cabildo cada vez hacían subir con más frecuencia a la Virgen; siempre había un motivo: en rogativas porque no llovía o, en acción de gracias por la lluvia recibida; para que les librara de la peste o, porque no les había afectado en el mismo grado que en otros lugares. De esta suerte en la primera década del s. XIX tenemos constancia que subió al menos siete veces. En ocasiones su estancia se prolongaba hasta no haber recibido la ayuda solicitada. Esta dinámica culminará con la última subida de la Virgen en 1835 con lo que se da la apropiación definitiva de la imagen por la ciudad. Pero, conozcamos las circunstancias que precedieron al traslado de la Virgen desde el Santuario al pueblo, al mes siguiente de publicarse el Real Decreto de 25 de julio de 1835 que establecía la exclaustración de determinados monasterios y conventos. La subida se realizó en la tarde del 27 de agosto de 1835, según consta en las actas capitulares. Anteriormente, el 6 de febrero de 1834 un grupo de vecinos con un pliego de firmas se dirige al Ayuntamiento manifestándole el deseo de que la Virgen que estaba en el pueblo permaneciera en él dada la necesidad de lluvia que existía, proponiéndole la celebración de una función para conseguirla. El cabildo, al parecer, atendió la petición de los vecinos y retuvo la imagen, según queda reflejado en una solicitud del general de la orden de San Jerónimo, fechada en Ávila el 18 de febrero del mismo año, dirigida a la Reina. En ésta se manifiesta que había pasado el tiempo de estancia prefijada y que el ayuntamiento había manifestado su intención de suspender el traslado de Ntra. Sra. a su Monasterio "...en lo que se otorga el Ayuntamiento un derecho exclusivo de disponer a su arbitrio de Ntra. Sra. en perjuicio de las regalías de nuestra Orden". Pide, finalmente, el general de los jerónimos de la Reina que mande devolver la Imagen. La Regencia de la Real Audiencia de Sevilla pide información al Ayuntamiento. el cabildo acuerda pasar el asunto a dictamen de dos regidores, los cuales el 26 de mayo del mismo año emiten un informe en el que dicen que para poder evacuarlo necesitan que el regente de la Audiencia "...si se haya con facultades, mande su orden para que la comunidad de S. Jerónimo, extramuros de esta ciudad, nos facilite el reconocimiento de su archivo y donación real..." y ello para poder conocer cómo fue la concesión a esta comunidad, el culto que se les exigía que habían de dar, así como el número de religiosos de que había de constar y las fundaciones y fincas concedidas por los devotos; sin estos datos no podrán realizar el informe. El cabildo pide al Regente que dé la orden oportuna y acuerda enviar el 5 de junio de 1834 a Sevilla una comisión para informarle; claramente se trata de una táctica dilatoria para retener la imagen (23). Finalmente la imagen volvió al santuario, y tras la exclaustración, como ya mencionamos anteriormente, subió a la ciudad por última vez. El expediente pone de manifiesto que el ayuntamiento no acepta en todos sus términos la titularidad de los jerónimos sobre la imagen, sino más bien al contrario, la considera como un bien de la ciudad y que a ellos como gobierno de la ciudad les toca decidir sobre Ella. Cuando surge el conflicto el cabildo expresa claramente: él decide cuándo debe subir y bajar la imagen. Esta concepción y consideración es, muy posiblemente, la que hace al cabildo tomar la rápida resolución de traer la imagen en aplicación del Decreto de exclaustración y desamortización. Por otra parte el camino estaba trillado, la Virgen tenía un lugar donde residir, el que ocupaba cuando subía a la

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ciudad; los clérigos y el pueblo en general se sentirían satisfechos de acercar la patrona a sus casas y a sus vidas, el clero de Sta. María recibiría mayores beneficios de la administración de los bienes espirituales y temporales. El ayuntamiento aprovecha así la ocasión que la ley de Mendizábal le brinda para cumplir un deseo acariciado durante mucho tiempo. Una vez trasladada la imagen y exclaustrada la Orden Jerónima, ¿quién habría de reclamarla? La Virgen decididamente se hizo urbana y abandonó los rústicos espacios donde apareció. Los tiempos habían cambiado, ella se había ganado la devoción de los carmonenses, distinguiéndolos por sus constantes favores públicos y privados, y éstos la querían tener más cerca, entronizada en el primer templo de la ciudad, la iglesia prioral de Santa María. 5.- Rituales y devoción a la Virgen en la actualidad. Los actos rituales y funciones religiosas que se celebran en la actualidad son lógicamente herederos de aquellos que se realizaban hace siglo, con la diferencia de que ahora no hay que peregrinar en busca del símbolo religioso sino que está permanentemente expuesto en su capilla de la prioral; para la fiesta de la Natividad y su novena, la imagen se sitúa primero en besamanos y posteriormente en un artístico y lujoso altar sobre el retablo mayor. La novena es el centro de los cultos y causa del ambiente festivo que se prolonga durante los primeros dieciséis días de Septiembre. La novena --hace siglos octavario-- se constituye como la mejor ocasión de adoctrinar a los fieles a través de los ritos y la predicación. Con este propósito se organizan tres sesiones diarias para así cubrir todos los sectores sociales; la de la mañana --al alba-- estará dedicada a trabajadores del campos y criados, --hoy los jóvenes los han sustituido--; la de la tarde a los niños; y la nocturna --función principal-- al resto de la población. Las novenas, que actualmente son actos religiosos relativamente aislados del contexto social, o preparatorios de una fiesta mayor --como romerías o salidas procesionales--, constituyen en este caso una parte esencial de la fiesta en sí misma. Comienza el 8 de septiembre, día de la Virgen de Gracia, con la Natividad, y termina nueve días después con una procesión eucarística. Siguiendo la costumbre de los viejos tiempos de su residencia en el Monasterio, la imagen de la virgen no sale procesionalmente cada año, sino cuando circunstancias excepcionales lo justifican, constituyendo así un hecho insólito. La salida se produce como resultado de una petición popular a la hermandad. La última vez que paseó procesionalmente fuel el 17 de septiembre de 1972 en conmemoración del 25 aniversario de la fundación de la hermandad; anteriormente había salido en marzo de 1946. La imagen, portada inicialmente por sacerdotes y posteriormente por los fieles, recorrió toda Carmona; se detuvo en la puerta de los señores Marqueses de las Torres, y entró, según tradicional privilegio, en la iglesia conventual de las Descalzas, ambas contiguas a la iglesia mayor; recorrió, así mismo, los barrios y feligresías de Santa María, San Felipe, San Blas, San Francisco, El Carmen, San Antón, San Pedro y San Bartolomé. La imagen procesionó las calles durante toda la mañana y parte de la tarde y al final se produjeron resistencias para entrarla en el templo. Otra fiesta del ciclo de Gracia es la romería. Esta puede considerarse como una búsqueda del símbolo y del espacio sagrado a través de un camino. Tienen también una función conmemorativa, de encuentro con los orígenes en donde apareció: el Santuario. Hay que tener en cuenta que la romería ha nacido o mejor renacido hace poco tiempo

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(1968) y precisamente en un momento en que este tipo de fiestas gozan de una especial predilección por nuestra sociedad cada vez más urbanizada. De cualquier manera esta fiesta no se ha afianzado hasta hace pocos años. A la romería del 8 de septiembre, cuando la imagen residía en el Monasterio, acudían gentes de todos los pueblos comarcanos, luego, tras el traslado, dejó de celebrarse; posteriormente, a partir de 1925 se peregrinó al santuario durante algunos años, dándose alguna interrupción posterior. Recientemente el santuario ha sido afianzado y sus alrededores embellecidos y acondicionados para hacer más agradable la estancia de los romeros el primer domingo de Septiembre. La romería, que en la actualidad tiene carácter exclusivamente local, consta de los elementos tradicionales en Andalucía occidental: carreta del simpecado adornada con flores de papel; tamborilero, caballistas, carretas, carrozas y casetas que se establecen en las proximidades de la ermita. Forman parte del ritual la misa de romero y la bendición de cordones y "moñitos" de la Virgen. La salida se hace por la puerta de Córdoba y el regreso por la de Sevilla a través del camino viejo de San Mateo hasta llegar a la plaza de Arriba o de San Fernando. Otros rituales dedicados a la Virgen y que tiene lugar en el mes de septiembre son: el besamanos, previo a la colocación de la Virgen en el altar del presbiterio, las vísperas, la misa por los ausentes, el rosario de la aurora, etc. Junto a estos actos organizados por el ayuntamiento, un amplio programa de actividades culturales y deportivos, así como la iluminación artística de la plaza de San Fernando. Se constituye de esta forma un eje entre la Iglesia prioral --sede de la Virgen-- y la plaza de Arriba o de San Fernando --residencia del Ayuntamiento-- sobre el que gravita la vida festiva de Carmona la primera quincena larga de septiembre. Reafirma de esta forma el caso histórico de su centralidad real y simbólica. Conclusiones En el mundo cristiano junto a devociones generalizadas, exponente de la unidad de la Iglesia, existen otras cuya área devocional se reduce a una solo comunidad, comarca, región o nación y cuya denominación es exclusiva o, al menos, no está directamente relacionada con ninguna otra. Esto es posible gracias al sistema de advocaciones que permite aumentar los títulos o nombres de la Virgen María y Jesús hasta el infinito. Este mecanismo que no entra en contradicción desde una postura ortodoxa con la unidad de los seres divinos o divinizados permite que cada unidad social, tenga un título sagrado único y distinto; de este nominalismo se pasa con frecuencia a la religiosidad popular a una concepción particularizada de cada advocación como un ser diferenciado y, por tanto, puede y debe recibir culto propio. Este mecanismo cultural que permite a los seres sagrados ser uno y múltiple a la vez ha contribuido a mantener la identidad cultural de las comunidades dentro de complejos e instituciones sociales y culturales más amplios. Otra respuesta cultural que refuerza el modelo expuesto anteriormente es el de las leyendas de apariciones y hallazgos de imágenes de la Virgen y Cristo. Estas leyendas, de amplia extensión en España, responden a un mismo esquema básico: una imagen es hallada o se aparece en un lugar concreto y a través de su comportamiento --inicialmente no entendido por los miembros de la comunidad-- manifiesta tercamente su deseo de permanecer en aquel espacio a condición de que se le construya una ermita. Difícilmente puede darse una identificación

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más estrecha entre una comunidad y un ser sagrado cuando éste muestra tan claramente su deseo de permanecer en ella, prometiendo protegerla de forma especial y usar pródigamente sus poderes divinos en favor de sus devotos. La comunidad a cambio deberá cuidar de ella, levantándole un templo, votando fiestas y distinguiéndola sobre todos los demás seres sobrenaturales, con los que no entrará en competencia siempre que se acepte su preeminencia jerárquica. Presentemos un caso, que quizás sea paradigmático, de la devoción creada en torno a una imagen, la Virgen de Gracia de Carmona, cuya existencia data al menos, desde el siglo XV. Esta imagen situada extramuros de la ciudad, comparte la devoción con otras imágenes, unas vinculadas por hechos históricos tan fundamentales para la ciudad como la reconquista y, otras, patrocinadas por las diversas órdenes religiosas, parroquias y grupos de poder. Esta situación cambia cualitativamente cuando aparece la leyenda del hallazgo/aparición de la Virgen en el s. XVI. Esta aparición crea unos lazos de unión entre la comunidad y el símbolo en una situación de preeminencia de desembocará en la consideración como patrona y su consecuente erección canónica para, finalmente llegar, a la propuesta de su coronación. Este proceso de ascensión y preeminencia devocional entre los seres sagrados no estuvo exento de altibajos, provocados por la competencia de otras imágenes. Los devotos de la Virgen de Gracia fueron superando, sin embargo, los embates de la competencia que supuso el apoyo de Fernando III a Nª Sª del Real, o el de los Jesuitas a San Teodomiro, por citar sólo algunos casos, y, para ello, promovieron varias veces su designación como patrona, la entronizaron en el templo de mayor relevancia de la ciudad, votaron numerosas fiestas y consiguieron que se identificara a toda la ciudad de Carmona, por encima de grupos de poder, familias y clases, con su Virgen de Gracia.

Notas 1.-La devoción al Sagrado Corazón de Jesús puede ser un ejemplo de este último tipo de devociones difundidas desde Roma. Para un detenido análisis de este caso véase Vrijhof P.H. y J. Waardenburg (eds.) Official and Pupular religión. Ed. Mouton. The Hague, 1979. 2.-Maza, fray F. de la: Carmona y su Virgen de Gracia (C.S.V.C.), sin paginar, 1985. 3.-Anónimo: Quaderno...folios 144 v. y sigs. y González Jiménez: C.S.V.G., sin paginar, 1971 4.-González Jiménez: C.S.V.G., sin paginar, 1971 5.-Anónimo: Quaderno...folios 4r, 127r y 114r-123r. 6.-Baptista Arellano: Antigüedades y excelencias... págs. 275-284. 7.-Es interesante señalar la contradicción, al menos en apariencia, existente entre las funciones que la tradición cristiana ha reservado a los pastores --anunciaron el nacimiento de Jesús en Belén, son protagonistas en la apariciones de imágenes, etc.-- y la baja consideración asocial que les adjudican las sociedades agrícolas en donde conviven. El hecho de vivir habitualmente aislados en zonas montañosas en contacto con los animales es sin duda causa de la discriminación a que normalmente se ven sometidos. 8.-El lugar, en el que nace una fuente y hay aguas subterráneas, puede tener ya desde la antigüedad valor sagrado al igual que otras muchas ermitas.

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9.-Christian, 1981, pág. 21. 10.-Christian, 1981, pág. 20 11.-Anónimo: Quaderno..., folios 132v-133r. 12.-Christian, 1976, pág. 58. 13.-Marc Abélès ha estudiado las cofradías de Carmona y ha destacado la importancia que tiene como instituciones de sociabilidad al tiempo que señala: "Los cultos son seguidos con asiduidad y la religión ocupa un lugar importante en Carmona, como lo testimonian las grandes celebraciones de la Semana Santa y la novena dedicada a la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad". Abélès, 1981: 122 y 123. 14.-Sin duda la leyenda incorpora un dato cierto, la existencia de enterramientos --romanos-- en la zona del Real. Cfr. Bendala Galán: La necrópolis romana de Carmona (Sevilla), Sevilla, 1976, I, pág. 29. 15.-El Curioso Carmonense, pág. 134 y sigs. y González Jiménez: Catálogo..., II, núm. 77. 16.-García Rodríguez: C.S.V.G., sin paginar, 1983. 17.-Sanchez Cervera: C.S.V.G., sin paginar, 1983. 18.-Abélès, 1981: 125-126. 19.-J. García Rodríguez ha establecido en una primera aproximación cuatro períodos en el uso de la imagen de la Virgen que sintetiza de forma esquemática el proceso de la devoción: 1º) Desde comienzos del siglo XIV hasta 1477, 2º) hasta 1576, 3º) hasta 1835 y 4º) hasta la actualidad; también apunta que la presencia de los monjes de San Isidoro del Campo en Carmona pudiera justificarse por el deseo de la casa de Niebla de controlar las rentas de Carmona a través de los religiosos. 20.-González Jiménez: C.S.V.G., sin paginar, 1971. 21.-En el contexto de la narración de los muchos milagros obrados por la Virgen dice: "Tradición mui antigua, y lo quentan los viejos de Carmona, Marchena y el Arahal con los pueblos arrededor y circunvecinos que esta piadosa imagen de nuestra Señora de Gracia hacía muchos milagros en el principio de su sagrada invención y aparecimiento, y era mucha la devoción, y duró en muchos hasta abrá quarenta años, que de todos los lugares comarcanos acudían a pedir las jentes remedio de sus necesidades a esta Señora..." Quaderno, /1602/, folios 199v y 200r. 22.-Archivo Municipal de Carmona, Dos pleitos homenajes, 7 de septiembre de 1679 y misma fecha de 1681. Leg. 987. Texto actualizado. 23.-Archivo Municipal de Carmona. Pliego de firmas dirigido al Ayuntamiento para que sea trasladada al Monasterio la Virgen de Gracia por la gran sequía de 6 de febrero de 1834 y solicitud del general de los Jerónimos, trámites de la Audiencia y respuesta del Ayuntamiento. De 18 de febrero a 5 de junio de 1834. Leg. 988.

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