Algunos mitos del capitalismo

June 20, 2017 | Autor: Andrea Raisman | Categoría: Capitalismo, Sociedad, Meritocracia
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Descripción

Los mitos del Capitalismo
Progreso: ¿Qué es el progreso? Es, sin duda, una palabra que hemos escuchado desde pequeños. Progreso, progreso, progreso. Progreso es tener móviles o celulares que no sólo son teléfonos, sino que son smartphones. Progreso es que haya muchos coches y películas en 3D. Progreso es la palabra que siempre suena en boca de quien defiende una posición social que sólo es posible gracias a una base en la pirámide de la humanidad que consta de gente que no puede conocer el progreso. Progreso es avance. ¿Avance a dónde? El gran avance de la humanidad hacia una gran nada compuesta por tecnología que se supone que debe llenar nuestras vidas. Es alargar algunas vidas a costa de negligir otras. Es hablar de esperanza de vida sin considerar condiciones de vida.

La esclavitud ya no existe. ¿Quién no ha escuchado esto? En estos tiempos, ya no existe la esclavitud (porque son tiempos de progreso). Los niños que trabajan en fábricas en Asia son libres de hacerlo. Son considerados adultos desde los 10 años y si trabajan es porque quieren. Además, tienen muchas opciones ¿no? Si eligen trabajar en donde trabajan es seguramente porque les ofrecen las mejores condiciones, ¿no? ¿Quién no quiere ser mano de obra para una multinacional? Todos ganamos. Gana el que recibe el salario mínimo, gana la empresa multimillonaria que se lo da y gana el cliente que puede pagar una cantidad insignificante por el producto y así consumir sin fin. ¡Es tan barato, que casi todo mundo puede comprarlo! Excepto quien lo hace, ellos no. De hecho, seguramente ni han visto las tiendas en donde se vende. Pero agradecen a la multinacional que les da la oportunidad de trabajar ahí por arriesgar su capital. Ni siquiera les importa que de algún modo la empresa se hunda en dinero y, sin embargo, sólo pueda pagarles el salario mínimo –si es que se los paga. Así es esto, ¿acaso no son todos así? De cualquier modo, el empresario no les pone cadenas, a quien no le guste, que se vaya y de paso que termine de morirse de hambre porque la única empresa en el pueblo es la suya. ¡Pero todo mundo es libre e elegir! La esclavitud ya no existe, está tan erradicada que, entre otras cosas, incluso aquellos tres meses de vacaciones que se daba por ley a los esclavos de la antigua Roma se han eliminado (ver Derecho a la pereza, Paul Lafargue) -aunque eso no lo dicen en ningún lugar ni nos lo enseñan en la escuela, no vaya a ser que pensemos que los esclavos tenían más libertad que los obreros actualmente.

Quien quiere puede, también conocido como meritocracia (ver The rise of Meritocracy, Michael Young). Y quien no puede es porque no quiere. Al fin y al cabo, si bien es cierto que mi familia siempre estuvo bien, yo siempre me he esforzado y lo que tengo, lo tengo porque me lo merezco. El privilegio no lo es todo. Si un niño abandona la escuela porque necesita trabajar para comer, es su decisión. El hambre no es excusa para el bajo desempeño. A mí a veces se me olvidaba el lunch –o almuerzo- y aun así sacaba buenas notas. Vamos, que mi esfuerzo me ha costado estar donde estoy. Por supuesto que el ingeniero o el abogado o el médico merecen ganar más dinero que el albañil, se esforzaron mucho más estudiando mientras el otro sólo trabajaba… ¡en vez de cultivar su mente! A ver, es cierto que mis padres siempre me han ayudado, que me han pagado los estudios, pero el mérito es mío, mío, mío. Vamos, las mismas razones por las que debo ganar dinero con el trabajo ajeno, ¿quién arriesgó el capital? Ellos sólo trabajan. Pero yo, ¡yo me merezco el mundo!

La libertad individual: uno de los favoritos, la contraposición de la libertad individual que otorga el capitalismo a comparación de las limitaciones que imponen los socialismos. A fin de cuentas, como ya se mencionó anteriormente, todos somos libres en un sistema capitalista. Ironía fuera, parece que quien dice esto no sólo no se ha molestado jamás en leer acerca de las diferentes filosofías socialistas, sino que ha decidido cerrar los ojos para no enterarse para nada de lo que sucede a su alrededor. Sin embargo, no hay ni ha habido nunca una dictadura mayor que la dictadura del consumo. Ya lo ha dicho Pasolini, el consumo es el nuevo fascismo. El consumo nos ha homogeneizado, nos ha dicho cómo tenemos que vivir, cómo tiene que ser el amor y cómo se debe ver la felicidad. Valemos por lo que podamos consumir y sin dinero no se puede hacer absolutamente nada. En el capitalismo sólo se es "libre" en la medida en que se pueda pagar por ello y en la medida en que decida ignorarse que las opciones que tenemos no son ni mucho menos infinitas gracias a la producción en masa. La homogeneización está a la orden del día y ya podemos volvernos locos tratando de diferenciarnos, de encontrar la individualidad, porque nuestro consumismo la mata poco a poco. Todo funciona en pos del consumo, encadenamos a millones y millones de seres vivos (plantas, animales, pero sobre todo humanos) para poder seguir consumiendo, para poder mostrar nuestro alto grado de progreso con nuestra súper Tablet, la ropa quasi-desechable que compramos aunque sepamos que no puede venir de ningún intercambio justo, nuestras bolsas de compras hechas de plástico que luego llenará los mares pero que tenía colores muy bonitos, etc.

La naturaleza del ser humano: la peor de todas las justificaciones. El término más altamente burgués que pueda encontrarse. La respuesta a cualquier pregunta que cuestione la injusticia de la situación: así es la naturaleza del hombre (y digo hombre a propósito, porque mucho de lo que voy a decir a continuación tiene que ver con la esencia patriarcal del capitalismo). Según este término, el hombre es violento, es ambicioso y sobre todo, es competitivo. Así que, bajo estas premisas, desde que somos pequeños nos dicen: tienes que ser mejor que los demás. Ese ser mejor que los demás no se refiere a ser una buena persona, se refiere a ser más "inteligente", más eficiente, más productivo. Destruye cualquier posibilidad de una sociedad cooperativa porque uno tiene que distinguirse de los demás. No todos somos iguales. Por supuesto, en un sistema donde el dinero es el gran tirano, la forma más evidente de hacer esto es enfocarse en hacer todo para, eventualmente, tener más dinero que el resto. ¿Cómo se logra esto? Como siempre, para que haya un exceso de un lado, tiene que haber escasez del otro (de ahí el rechazo a cualquier socialismo que dice que sí que somos iguales, ya que admitirlo sería admitir que tenemos que vivir diferente, que tenemos que ser más responsables, que aquellos a los que nos llevamos en el camino también son seres humanos y que sufren como nosotros). Hablar de naturaleza humana es justificar el abuso, justificar el egoísmo, justificar el solipsismo y la incapacidad de sentir empatía.
Por otro lado, pensar que es la competencia la que nos permitido "progresar" es absolutamente falso. Pensar que un invento es individual es ignorar por completo la situación histórica. Ya lo dice Kropotkin en La conquista del pan, todo invento es un invento colectivo. El pensamiento mismo es colectivo. Pensar que las ideas pertenecen a una sola persona es negar la existencia de todo lo que ha posibilitado llegar a ellas. Un ejemplo simple para entender esto es preguntarse por qué no existían las impresoras 3D en el siglo XIX. Impensable, por supuesto. ¿Pero por qué? Porque inventar no es un acto individual, es parte de un proceso, un proceso de siglos y siglos, pensar que una idea se sembró mágicamente en nuestra cabeza es como decir que hemos surgido por generación espontánea. Así que es, justamente, todo lo opuesto a la competitividad lo que nos da la capacidad para crear. Porque la competitividad invita a desasociarse, a alienarse, a desentenderse y para poder crear necesitamos todo lo contrario, necesitamos todo lo que ha venido antes. Y aun así, no hay nada que defina tan bien la actualidad como la obsesión por "inventar" algo y apropiarse del derecho a usarlo. Esta necesidad surge en parte gracias a la masificación a la que nos hemos visto sometidos a partir de la industrialización. El consumismo nos exige ser únicos vendiéndonos camisetas negras que dicen "Original", las cuales han sido manufacturadas por cientos y cientos.

(La pregunta es: ¿por qué soportamos todo esto? Mi respuesta es que nos han enseñado que necesitamos tiranía. Si bien es cierto que nos han vendido la idea de que esa tiranía bajo la que vivimos es realmente libertad. Una forma de esta "libertad" es lo que llamamos democracia, la cual consiste en poner en un papelito cuál de los tres candidatos prefieres. Listo, ya has ejercido tu derecho, que es a la vez tu obligación. Y si no has escrito en ese papelito, no puedes quejarte. Ahí está tu libertad. Cualquier cosa que intentes plantear que se salga de esto será brutalmente rechazada por el capitalismo. En un sistema así de autoritario no existen realmente muchas opciones –como en cualquier tiranía. Muchas veces se ha intentado la conciliación, se ha intentado una política socialista dentro de esta estructura. Pero esa ha sido justamente la razón por la que no ha funcionado, como lo dijo en su momento Rosa Luxemburgo: cualquier conciliación dentro de la estructura capitalista es imposible. Porque a fin de cuentas, y aquí hago referencia a Engels, el estado está compuesto y dirigido por las clases dominantes, fundamentalmente la burguesía y el tipo de gobierno que defiende los intereses de esta clase dominante es justamente el capitalismo. Por eso, mientras se permanezca bajo ese yugo, es prácticamente impensable plantear nada diferente. Eso, sin embargo, no quiere decir que sea correcto.)

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