Algunas relaciones sociales subyacentes a las improntas de manos: El caso de un refugio de invierno de unos cazadores en el Río Claro (Aysén- Patagonia central)

Share Embed


Descripción

Algunas relaciones sociales subyacentes a las improntas de manos: El caso de un refugio de invierno de unos cazadores en el Río Claro (Aysén- Patagonia central) Título:

Kémel Sade Martínez Juliana Campuzano Botero

Resumen: A partir del análisis macroscópico de las pinturas rupestres con improntas de negativos de mano y la asociación a otros artefactos de un sitio en Patagonia central (Aysén), realizamos algunas inferencias con respecto a la ‘estacionalidad’, ‘procesos de trabajo’ y ‘temporalidad’ en la cuales éstas se habrían efectuado.

Institución:

Escuela Nacional de Antropología e Historia

Especialidad:

Carrera de Arqueología

Introducción. Las improntas de manos. Cuando hablamos de improntas de manos, nos referimos a la reproducción fiel (calco) de la palma, dedo, muñeca o otra parte de la mano. Puede aplicarse mediante la técnica de positivo cuando se plasma la huella o en negativo cuando se rodea de pintura dando como resultado una silueta, aunque también puede darse una combinación de ambas (positivo/negativo). Las improntas de manos se encuentran en muchas y muy distintas sociedades, pero sobretodo en las de cazadores recolectores. Las manifestaciones más antiguas están presentes desde el Paleolítico europeo, en América hasta tiempos históricos y en Australia hasta la actualidad. El viajero George Musters (1871), por ejemplo, quién vivió junto a los indígenas tehuelches relató a principios del siglo pasado como una mujer realizaba un negativo en blanco sobre una yegua enferma. Actualmente es una práctica común entre los aborígenes de Australia gracias a los cuales tenemos elementos fidedignos para poder realizar comparaciones sobre las técnicas utilizadas en nuestro continente. Sin embargo es en Patagonia central donde esta modalidad alcanza una de las mayores frecuencias, por ejemplo en el Paredón de las Manos, (Región de Aysén, Bate, 1970, Niemeyer, 1980, Lucero y Mena, 1994, Lucero, 1997) se han registrado

más de 100 improntas en rojo y en el Río Pinturas (Provincia de Sta. Cruz, Argentina, Gradín, 1973, 1977) más de 800 en colores rojo, blanco, amarillo y negro. En este sitio, al menos, las improntas de manos abarcan un rango temporal de circa 9.000 años, perdurando hasta la extinción de la etnia aónikenk o tehuelche a principios del siglo pasado.

2

Objetivos. El presente trabajo tiene como primer objetivo dar cuenta de las pinturas rupestres de improntas de manos en el sitio Río Claro. No es nuestro propósito aventurar hipótesis sobre la intención comunicativa o descifrar los motivos que llevaron a los antiguos cazadores a plasmar sus manos en las paredes, sino que inferir algunas relaciones sociales y condiciones naturales subyacentes a tal manifestación particular de la cultura como la estacionalidad, procesos de trabajo y temporalidades. Desarrollo. Tiempo y espacio, antecedentes arqueológicos. El área que nos ocupa es „Patagonia centro occidental‟, que actualmente corresponde a la región XI chilena de Aysén. Las investigaciones se remontan a Bate (1970, 1971), quién descubrió numerosos sitios con arte rupestre. Siguieron los trabajos de Berquist (et. al., 1983) y Mena (1983, 1984, 1990). Los estudios con respecto a las improntas

de manos corresponden a Lucero (1997) y Lucero y Mena (1994, 1998a, 1998b). De estas últimas se han obtenido algunas fechas radiocarbónicas que no pueden asignarse con absoluta certeza a tiempos anteriores o posteriores a la tribalización de los cazadores patagónicos, como tampoco correlacionarse a las improntas sobre soportes rocosos (RI- 22, 690 + 100 y 500 + 100 a.p., 460 + 90, RI-16, 450 + 70, RI- 5, 410 + 50, AEB, 390 + 50 y RI- 22, 340 + 50 a.p., Mena, 2000). En cuanto al sitio que veremos a continuación, no ha sido excavado y por ende no contamos con fechamientos.

3

Sitio Río Claro. El sitio Río Claro (E 726573, N 4873910) se encuentra en el Valle del Río Ibáñez, en la XI región de Chile (Aysén). Se trata de un paredón basáltico de 20.5 metros de altura y 58 metros de ancho más una pequeña cueva del mismo sustrato rocoso que dista a 50 metros, y cuyas proporciones son 25.56 metros de ancho, 7.32 metros de alto y 3 metros en su profundidad máxima. Se encuentra en medio de un bosque de lengas (Nothofagus pumilio), coigües (Nothofagus dombeyi) y otras especies nativas cuya descomposición conforma el piso del paredón. Por otro lado el piso de la cueva está formado por cenizas arrojadas por el Volcán Hudson tras su última erupción de 1990, además de grandes rocas caídas del techo. En las paredes de la cueva y el paredón hay filtraciones de agua que disminuyen en invierno, ya que las bajas temperaturas producen precipitaciones en forma de nieve y detienen el deshielo de las cumbres que se filtran a través de las napas. En verano la filtración crece hasta tal punto que es imposible la fijación de las pinturas a la roca. A través de todo el ancho del paredón hay apenas cuatro indicios de pinturas rupestres, mientras que en la cueva son catorce, todos de color rojo y en buen estado de conservación. No hay indicios de destrucción ni desprendimiento del soporte, y las filtraciones de verano en vez de deteriorar las pinturas lo que hacen es conservarlas, ya que sobre las que hay escurrimiento se formaron concreciones salinas blancas y transparentes que aprisionan las figuras sin alterar su forma y color. Estos factores configuran a Río Claro como una pequeña muestra del motivo de manos que a diferencia de los sitios cercanos a caminos modernos no está fragmentada.

4

Metodología de registro. A cada una de las pinturas de manos se le aplicaron criterios métricos tales, que además de proporcionar un registro estadísticamente significativo pudieran también dar cuenta del número de individuos representados (cfr. Gradín, 1983). Así, consideramos como Largo: desde la muñeca hasta el fin del

dedo mayor. Esta medida, al igual que la del largo del dedo mayor solo deben realizarse si el dedo mayor es ligeramente más largo que el resto, caso contrario es posible que quién imprimió haya doblado este dedo para realizar la impronta. Para efectos comparativos, tampoco debe medirse de esta manera si el dedo mayor no forma un eje con la parte central de la muñeca. En este caso debe sumarse el largo del dedo mayor con la altura de la palma de la mano, lo cual dará como resultado el largo de la mano. Ancho: desde la articulación metacarpofalange del meñique hasta la del índice. Esta medida varía en un mismo individuo dependiendo de si la impronta fue realizada con los dedos juntos o extendidos (en un hombre adulto cerca de 1 cm.). Largo del dedo mayor: desde la articulación metacarpo- falange hasta el fin del dedo mayor. Hubo veces en que fue imposible establecer estos criterios en algunas pinturas en que el relieve del soporte distorsionaba la imagen ó en las que solo se pintaron algunos dedos o parte de ellos. Otros atributos observados fueron el color, la técnica, si era izquierda o derecha, la altura desde el piso y los materiales y otros motivos asociados. Para aplicar esta propuesta metodológica recomendamos elegir únicamente los sitios en que exista un alto grado de certeza en cuanto a la totalidad o buena

5

conservación de la muestra. En sitios muy fragmentados, el registro arqueológico únicamente podrá sugerir un mínimo número de individuos. Descripción de las pinturas. De las cuatro pinturas del paredón, tres de ellas son improntas de niño (a), dos en positivo- negativo (#15 y #16) y una en positivo (#14), asociadas a una circunferencia de 8 cms. de diámetro. La mano #14 es una impronta derecha con los dedos ligeramente entre abiertos de 12 cms. de largo y 6 cms. de ancho. La mano #15, también derecha pero con los dedos separados al máximo, mide 12 cms. de largo y su ancho no se puede determinar de manera directa a causa del relieve de la roca, mientras que la mano #16 tiene las mismas características que la #14. Las tres improntas de mano son derechas y tienen el mismo largo, la #14 y la #16 tienen el mismo ancho, y la #15 y la #16 se encuentran a la misma altura desde el piso (1.17 mts.), por lo cual asumimos que corresponden a un mismo individuo (ind. #1). Las pinturas de la cueva son catorce, de las cuales doce son manos negativas y una positiva, más una figura de tres pares de puntos. La mano #11 se ubica en el fondo de la cueva en donde apenas cabe un niño a gatas y tiene las mismas características de las manos del paredón (ind. #1). En cuanto a los negativos, las medidas sugieren (ver gráfico) que las manos derechas #1, #2, #3, #4 y #7 corresponden a un mismo individuo (ind. #2), las manos derechas #5 y #6 a otro (ind. #3), y las manos izquierdas #8, #12 y #13 a otro (ind. #4). La mano #9 no se presta para la aplicación de criterios métricos que la puedan adjudicar a alguno de los individuos anteriores ya que no hay ningún dedo completo. La #10 se trata de una mano izquierda como en el ind. #4 y

6

tiene las mismas medidas del dedo mayor del ind. #3, que varía en 1 mm. en relación al dedo mayor del ind. #4 lo cual disminuye el grado de confiabilidad al adjudicarlo a alguno de los dos. En todo caso esto no es un problema, ya que hipotéticamente en base a estos criterios métricos pertenecería a alguno de ellos. Material asociado: Encontramos en el barranco por el que se accede a la cueva, una mano de mortero oval sobre guijarro de basalto, con una de las caras desgastada por fricción y ambos polos fracturados hacia el interior. Probablemente se usó para triturar a los pigmentos minerales, percutiendo con ambos polos y luego convirtiéndolos en polvo con uno de los lados mediante un movimiento de vaivén. Categorías teóricas- niveles generales de inferencia. Tenemos en primer lugar a la Formación Social cazadora recolectora como contenido esencial para el conocimiento de las relaciones sociales que nos servirán más adelante para inferir la temporalidad en la que se ejecutaron las pinturas. Para Bate (1998: 86) hubo dos formas de organización social en los cazadores recolectores, cuya diferencia fundamental -entre los que denomina pre- tribales y los tribales- radica en el contenido de las relaciones de propiedad. En esta última “... si bien se mantienen las formas colectivas de propiedad, esta se constituye también en propiedad efectiva sobre los medios naturales de producción tales como la tierra, el ganado, los cotos de caza o las áreas de pesca o recolección.” De esta manera la sociedad interviene en la reproducción biológica de las especies alimenticias.

7

Las sociedades cazadoras recolectoras pre o no-tribales, se configuraban básicamente por género y edad. La unidad doméstica –como célula básica de producción-consumo- integraba individuos de todas las edades y ambos géneros y se establecía al mismo tiempo como la unidad mínima de reproducción biológica que permitía asegurar la continuidad de la especie. Suponemos que para asegurar la reproducción, y para lograr una relativa homeostasis con el medio, se requería como unidad mínima de apareamiento una unidad doméstica conformada por una pareja de ambos sexos y dos descendientes; un individuo activo en lo económico y potencialmente en lo reproductivo; y otro inactivo en ambos aspectos. Esto produciría una configuración demográfica tal que se podría calificar como „estable‟, en el sentido de que constituye el mínimo número de individuos necesarios para la continuidad del grupo. Esta configuración „rígida y cuadrada‟, teórica, dependería a final de cuentas de la proporción de sexos entre las unidades domésticas y las múltiples particularidades reproductivas de cada sociedad. Sociedades cazadoras recolectoras tribales. Bate (1998) sostiene que la unidad doméstica siguió siendo la unidad básica de producción y consumo. La elevación demográfica sería una condición para la producción al crecer la productividad media del trabajo regarantizando la propiedad comunal. No se ha desarrollado la idea de que el salto cualitativo de una sociedad cazadora recolectora no tribal a una tribal implique un cambio en la organización de la unidad doméstica aunque “En principio, el „parentesco‟ clasificatorio sobre el cual se organiza la estructura tribal es, de hecho, la forma particular que, en estas sociedades, adquieren las

8

relaciones fundamentales de producción.”(ib.) Sostenemos que el cambio de una sociedad pre-tribal a una tribal implicó también, al menos en el caso de Patagonia y en todas las sociedades cuya tribalización incluyera la adopción del caballo, una modificación sustantiva en la configuración de la unidad doméstica, pues es de ahí desde donde se gestaron los cambios que llevaron al aumento demográfico que incidió en las alianzas con otros pueblos con la resultante de una diversificación del flujo génico (y cultural), que impidió la súbita extinción de las etnias haciendo frente a las nuevas organizaciones sociales invasoras. Este proceso se dio acompañado de matanzas, diezmando sobretodo a los adultos en edad reproductiva que eran los que tomaban las armas, y enfermedades que afectaban a los mismos, pues no eran capaces de crear los mecanismos bio-inmunológicos que para un niño son más fáciles de adquirir. Para hacer frente a esta súbita reducción demográfica, se crearon nuevas relaciones sociales para aumentar la natalidad, reestructurándose así la organización de las unidades domésticas. Desconocemos por el momento las redes de parentesco político adoptadas al establecer alianzas con otros pueblos, pero la domesticación del caballo debió ser una condición necesaria para hacer frente a la reducción de la natalidad, pues incidió en primer término en el desplazamiento y movilidad de las unidades domésticas: la mujer que antes se veía impedida de tener dos o más hijos menores de 5 años por razones de movilidad, desde ese momento lo pudo hacer sin inconvenientes; un solo caballo jineteado por un niño de 5 años pudo llevar

9

encima a dos o tres niños menores más como así también a dos adultos, aumentando con ello el desplazamiento. Orden de las formas culturales: Como no podemos describir todos los atributos observables en una forma cultural, para este caso tomaremos en cuenta únicamente los que nos permitan conocer el número de individuos involucrados y algunos que nos indiquen ciertas particularidades como manifestación de una cultura. Entre las primeras encontramos a los criterios métricos y entre las segundas el color, la altura sobre el piso, la técnica y la asociación a otros motivos. El método con el que agrupamos estas manifestaciones culturales, permitiría inferir en primera instancia el número de individuos involucrados en esta clase de pinturas rupestres. Conclusión. Algunas hipótesis e inferencias. Estacionalidad: creemos que Río Claro fue habitado en invierno, ya que en otra época del año es imposible adherir las pinturas a la matriz rocosa. Procesos de trabajo: inferimos que la elaboración de pintura en el sitio implicó básicamente tres procesos de trabajo (Acosta, 1999, ver diagrama): 1- Adquisición de materias primas, 2- Preparación de la mezcla, y 3- Aplicación de la técnica. 1- El primero requirió de la recolección de a) pigmentos, b) aglutinantes, c) disolventes, y d) instrumentos de molienda de pigmentos. a) Aunque carecemos de análisis químicos, estamos casi seguros que se utilizó la hematita, ya que constatamos su amplia disponibilidad en los alrededores del sitio. De hecho hasta hace algunos años era utilizada por los ganaderos de la zona para marcar a las

10

ovejas. b) Como aglutinante se pudo utilizar grasa derretida o tuétano. Nos inclinamos en la segunda opción por que – ya que identificamos la técnica por aspersión oral- el tuétano puede meterse a la boca diluido a bajas temperaturas, mientras que la grasa debe utilizarse muy caliente lo que supondría un acto un tanto auto flagelante. La obtención de grasa presupone la inserción de la pintura en el proceso de trabajo de la caza, el cual es un tema bastante amplio que no trataremos en estas páginas. c) Los disolventes fueron necesarios, ya que tanto la técnica de aspersión bucal requiere de pintura muy diluida (Paunero, 1992), a diferencia de otras técnicas en las que se aplica la pintura directamente sobre el soporte rocoso y en donde se puede inclusive utilizar una mezcla espesa como pasta o betún. Probablemente el disolvente fue agua, que suponemos fue recolectada en el mismo río Claro y no en el paredón, pues no estaría disponible si como suponemos fueron realizadas en invierno. d) La mano de mortero también debió ser recolectada en el río, ya que es la zona más cercana en donde se encuentran estos cantos rodados o guijarros. 2) Preparación de la mezcla: la ausencia de bloques naturales con pintura esparcida revela que la base sobre la que se molieron los pigmentos y preparó la mezcla (mortero ó molienda) era móvil, probablemente de cara activa (de uso) cóncava, para retener y manipular la mezcla diluida. 3) Aplicación de la técnica: identificamos para las improntas las técnicas de positivo, negativo y positivo- negativo. Observamos cierta diferenciación etárea en relación a la práctica de pintar manos, pues únicamente el ind #1, el más pequeño,

11

imprimió su mano mediante la técnica de positivo- negativo, es decir, llenándose la palma con pintura a la vez que estarciendo alrededor. Temporalidad: el imprimir manos es una práctica que ronda los 10 milenios, por lo cual es poco lo que por la pura forma pueden revelar sobre el momento histórico en que se efectuaron, a menos que sea clara su asociación con otras figuras identificadas como un „estilo’, para los cuales hay fechados relativos (Gradín: 1977, 1983). Como vimos, los fechados para el área tampoco nos sirven ya que están

entre el limbo de las sociedades no tribales y las tribales. En el caso de las pinturas de Río Claro, suponiendo que fueron hechas al mismo tiempo, nos aventuramos únicamente a proponer que son anteriores a la colonización europea, es decir, que fueron realizadas por una sociedad no tribal. Para esto nos apoyamos en: 1- Contenidos de la configuración de la unidad doméstica (Bate y Terrazas, 2002). A partir de la métrica de las improntas, inferimos la presencia de

cuatro individuos involucrados en la elaboración de las pinturas rupestres del sitio, que pueden reflejar esta hipotética configuración estable que mencionamos anteriormente para las sociedades no tribales. En vista de la profunda reestructuración de las unidades domésticas producto de la tribalización, en donde el número de individuos que conformaban cada una de las unidades mínimas de reproducción aumentó (a la vez que la población total iba disminuyendo), el número de personas detectadas en Río Claro no refleje algún tipo de organización social tribal sino una unidad doméstica de cazadores no tribales. 2- La cueva es tan pequeña de planta y de altura que no cabe mas que una unidad domestica de

12

pocos individuos y su acceso se da por una pendiente por la cual no accedería un caballo, principal medio de transporte de estas sociedades tribales. 3- El único referente etnográfico con el que contamos (Musters, 1871) implicó pintura blanca y no roja como en río Claro, además de un soporte móvil (yegua). Bibliografía Bate, Felipe 1998 El proceso de investigación en arqueología, Crítica, Barcelona, España. 1978 Sociedad, formación económico social y cultura, Ediciones de cultura popular, México D.F. 1970 “Primeras investigaciones sobre el arte rupestre de la Patagonia chilena”, Anales del Instituto de la Patagonia, Punta Arenas, Chile. 1971 “Primeras investigaciones sobre el arte rupestre de la Patagonia chilena (segundo informe)”, Anales del Instituto de la Patagonia, Punta Arenas, Chile. Bate, Felipe y Alejandro Terrazas 2002 “Sobre el modo de reproducción en sociedades pretribales”, Revista Atlántico Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social, Universidad de Cádiz, Cádiz, España. Berqvist, Nils, V. Bustos y N. Sandoval 1983 “Investigaciones arqueológicas en la comuna de Río Ibáñez, XI región”, informe técnico (Municipalidad de Río Ibáñez), División de Asistencia Técnica, Universidad de Concepción, Ciudad Universitaria, Concepción, Chile. Gradín, Carlos 1973 “El alero de las manos pintadas”, Bollettino del Centro Camuno di Studi Prehistorici, Valcamónica, Brescia, Italia. 1977 Investigaciones arqueológicas en Cueva de las Manos, ‘estancia alto río Pinturas’, tirada especial de la revista Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, Argentina. 1983 “Las pinturas de la cueva Grande (Arroyo Feo), alto río Pinturas, Provincia de Santa Cruz”, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, Argentina. Lucero, Víctor 1997 “Registro y análisis cuantitativo exploratorio de once sitios con pinturas rupestres de manos de río Ibáñez, XI región”, informe de práctica

13

profesional al Departamento de Antropología, Universidad de Chile, Santiago de Chile. Lucero, Víctor y Francisco Mena 1994 “Sitio arqueológico RI-1: monumento nacional las Manos de Cerro Castillo (río Ibáñez; XI Región)”, Tierradentro, Coyhaique, Chile. 1998 “Para humanizar la inmensidad: pinturas rupestres en el curso medio del río Ibáñez, andes patagónicos, XI región de Chile”, Arkinka, Lima, Perú. 1998b “Arte Rupestre del río Ibáñez (XI región, Chile): un análisis cuantitativo exploratorio”, ponencia presentada a las IV jornadas de arqueología de la Patagonia, Río Gallegos, en Desde el País de los Gigantes, Perspectivas Arqueológicas en Patagonia, Argentina. Mena, Francisco 1983 “Excavaciones arqueológicas en cueva las guanacas (RI- 16), XI Región de Aysén”, Anales del Instituto de la Patagonia, Punta Arenas, Chile. 1984 RI- 16: un campamento de cazadores en el umbral del bosque aysenino, reporte al Instituto de la Patagonia, Punta Arenas, y el Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago de Chile. 1990 “Prehistorics settlement patterns and resources distribution in the middle río Ibáñez, Central Patagonia”, The Explorers Journal, Nueva York, Est. Unidos. 2000 “Un panorama de la prehistoria de Aysén oriental; estado del conocimiento a fines del siglo”. Serie Antropología, Universidad San Sebastián, Concepción, Chile. Musters, George 1871 “At home whit the patagonians”, Londres, Inglaterra. Niemeyer, Hans 1980 “La cueva con pinturas indígenas del río Pedregoso”, en Trapananda, Coyhaique, Chile. Paunero, Rafael 1992 “Manos pintadas en negativo: un ensayo de experimentación”. Revista de Estudios Regionales, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.

14

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.