Algunas consideraciones sobre la famosa laguna de la Apocolocyntosis (2006)

July 13, 2017 | Autor: Ezequiel Ferriol | Categoría: Seneca, Roman Satire, Satire, Emperor Claudius, Sêneca, Apocolocyntosis
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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA FAMOSA LAGUNA DE LA APOCOLOCYNTOSIS Ezequiel Ferriol ([email protected]) Ramiro Pérez ([email protected]) Universidad de Buenos Aires

Status Quaestionis Claudio acaba de desayunarlo al pobrecito Hércules con la novedad de que el Anfitriónida deberá desempeñarse como abogado defensor del recientemente fallecido emperador, quien busca su inclusión en el panteón olímpico. Claudio se encuentra hablando, y de golpe su discurso se interrumpe. Cuando la narración se retoma, el contexto es totalmente distinto: Hércules y Claudio ya están dentro de la asamblea de los dioses, y un dios del cual no sabemos el nombre está haciendo uso de la palabra. Este problema textual en el paso del capítulo 7 al capítulo 8 de la Apocolocyntosis ha inquietado a todos los editores y comentaristas del texto desde la editio princeps1 hasta nuestros días; y no sólo por lo abrupto de la interrupción del discurso de Claudio. También por la ausencia de toda introducción en el discurso directo libre del “dios sin nombre”, cosa notable en un autor como Séneca que toma especial cuidado en indicar qué personaje está por tomar la palabra a continuación2. Precisamente a partir de la percepción de esta carencia, desde la editio princeps hasta nuestros días se postula casi sin objeciones la presencia de una laguna en el texto3. Desde entonces, las conjeturas acerca de qué pudo haberse perdido fueron reiteradas y múltiples, algunas de ellas más desafortunadas que otras4. Esta cuestión se transforma en un tema inevitable de reflexión ídem para cualquier lector, estudioso o editor de la Apocolocyntosis; tanto como lo es la sin duda fatigosa métrica plautina para un lector, estudioso o editor de Plauto. Por eso mismo, nos resulta absolutamente sorprendente y notable descubrir que en el minucioso artículo de Eden sobre la transmisión textual de la Apocolocyntosis5, cuya exhaustiva descripción de los códices llega a volverse completamente insoportable, en ningún lugar se hable de cómo aparece la cuestión de la laguna en los manuscritos. Señal de que éste es un asunto poco grato y en el cual es mejor no meterse. Este trabajo se propone revisar y poner en duda la postura crítica sobre la cuestión de la laguna de la Apocolocyntosis. El examen 1. Uno de los autores de este trabajo, Ezequiel Ferriol, insiste en que la primera vez en que leyó el texto, de no haber estado la laguna marcada por el editor mediante tres asteriscos y una nota al pie, Lucii Annaei Senecae in morte Claudii Caesaris ludus nuper repertus. Alberto Pio Carporum principi illustrissimo Imp. Caesaris Maximiliani Augusti legato C. Sylvanus Germanicus salutem, Romae quarto Nonas Augusti MDXIII 2 Los ejemplos en la propia Apocolocyntosis son numerosos: baste la confrontación del diálogo entre Mercurio y Cloto en el capítulo 3. Una especulación acerca de la identidad del dios sin nombre puede verse en Herrmann, Léon: “Le dieu inconnu du chapitre VIII de la Satire sur l’apothéose de Claude”, Latomus, 10 (1951), pp. 25-26. 3 Hasta donde tenemos conocimiento, la única opinión en contra de la laguna es la de Renata Roncali, quien desarrolla esta hipótesis en su pre-teubneriana edición de 1989 (Seneca, l’apoteosi negata, Venecia, 1989, página 84). No tenemos en nuestro poder un ejemplar de dicha edición. 4 Por ejemplo, véase ésta que propuso Neubur en 1729 a partir de una fuente francesa. Las palabras en itálica son las únicas que realmente pertenecen a la Apocolocyntosis: “exhausi. Hic delinitus Hercules Claudium induxit in caelum: ad cuius adspectum ingens subito tumultus inter minorum gentium deos ortus est. Omnis turba circumstat Claudium Herculemque, et num hoc monstrum dignum existimet, quod diis misceretur, hunc interrogant. Non, quod dignus sit, respondet Alcides, sed quoniam volo. Tunc Semonum princeps: non mirum — praeputio. Mox alius defixis oculis Claudium intuens est ait in illo — tulisset. Sed non, inquit princeps Semonum, spero admisurum iri: illum deum — vocare. Tum Claudius: quaeso, inquit, quaero etiam nunc, licetne sororem suam? Semonum princeps: stulte stude — totum. Claudius: atqui Romani, inquit, mores nos obligant. Semonum princeps: hic nobis curva corriget...” Véase la página 29 de la edición teubneriana de Renata Roncali. 5 Eden, P. T.: “The manuscript tradition of Seneca’s Apocolocyntosis”, Classical Quarterly, N.S. 29, 1979, pp. 149-161. 1

nunca se hubiera dado cuenta de la existencia de un problema textual en el pasaje en cuestión. A pesar de que esta opinión está realizada desde la perspectiva de un lector del siglo XXI, ciertamente la laguna no atenta para nada contra la comprensión global de la obra. Además, resulta peculiar que las primeras palabras de la intervención del “dios sin nombre” estén consagradas a reponernos perfectamente el contexto de su enunciación y el contenido de lo que supuestamente nos hemos perdido en el párrafo anterior. De hecho, todas las notas acerca de la supuesta laguna, escritas por editores y escoliastas a lo largo de toda la tradición del texto, reponen lo que falta precisamente a partir de la intervención del “dios sin nombre”6. Resulta extraña y sospechosa una laguna que no compromete la comprensión del texto y que es repuesta por el propio texto que la sufre. 2. Los primeros comentarios acerca de esta cuestión son el de Beatus Rhenanus (aparecido en la primera edición de Erasmo, de 1515) y el de Hadrianus Iunius (en sus Animadversa, reproducidas para la quinta edición de Erasmo, de 1557). De una manera u otra, lo escrito por ellos ha sido reproducido por todos los editores y comentadores posteriores. Iunius se juega sin dejar lugar a la duda por la existencia de una amplia laguna por la que se debió haber perdido una gran cantidad de texto dialogado: “locus procul dubio mutilus, non modo depravatus: ut verisimile sit, multa istic desiderari, siquidem ab hoc versu novae pagellae initium est in maniscriptis: suspicio tenet, bonam dialogismi partem abesse.”7 Por su parte, Rhenanus prefirió adoptar una postura más cautelosa: “aut mendosus locus, aut (quod potius credo) Graeca hic desunt.”8 A pesar de que estos editores desconocían el testimonio de S y trabajaban con los recentiores de la rama L (hasta la edición de 1557, que fue la primera en incorporar los aportes de V), sus observaciones son pertinentes, dado que toda la tradición manuscrita, incluyendo a S, presenta la laguna entre los capítulos 7 y 8: “...manifestum est codices S V L ab uno archetypo descendisse. omnes enim lacunam magnam — ut ab omnibus fere interpretibus et editoribus observatum est— praebent post c.7 in qua narrabatur, ut videtur, quomodo Hercules in curiam deorum cum Claudio irrueret et inde commotio orta esset.”9 Por lo tanto, lo que Rhenanus y Iunius recibieron no es la materialidad de la laguna sino una reproducción del problema textual del pasaje, por lo que no tienen ninguna manera de comprobar materialmente la causa y la extensión de la pérdida del texto. Su hipótesis sobre la pérdida de alguna porción del texto surge más de la convicción de que algo falta por los motivos mencionados en nuestro apartado anterior, y no de la comprobación empírica de una borradura o ruptura del manuscrito base. Esto se manifiesta en el léxico que emplean para dar cuenta de la cuestión: el período potencial ut verisimile sit que usa Iunius, con el verbo en subjuntivo (modo que, por definición, es usado para dar cuenta de lo potencial); pero sobre todo el giro coordinante aut... aut, el verbo credo y la escueta brevedad que usa Rhenanus. 3. Todas las ediciones y glosas de la Apocolocyntosis insisten en que lo que se habría perdido en la laguna es la puesta en escena del concilio de los dioses. Lo primero que tendríamos que poner en duda es el hecho de que ésta sea realmente tan necesaria. Como atinadamente observa Coffey10, la escena que se desarrolla entre los capítulos 8 y 11 de la sátira de Séneca, es uno de los lugares comunes más transitados de la sátira. Sabemos que Luciano imita en su Icaromenippus un texto de Menipo en el cual el filósofo cínico asciende al Olimpo para sembrar el desorden entre los dioses; extensos pasajes del Icaromenippus se parecen asombrosamente con los capítulos 8 a 11 de la Apocolocyntosis. No podemos ir más lejos en esta cuestión porque resulta problemático postular la influencia de un autor cuya obra no se conserva; pero señalemos que otra de las reproducciones de Menipo, las 6 Por ejemplo, esto es lo que escribe J. Mariné Isidro para su edición del 2001 en Gredos: “El parlamento de Claudio se corta bruscamente, y sin transición el relato nos presenta el concilium deorum en plena efervescencia. Hay una laguna evidente (...) cuyo texto perdido debía narrar cómo Claudio convence a Hércules de que apoye su pretensión a la apoteosis, con lo que ambos penetran en el lugar de sesiones y Hércules presenta la solicitud en nombre de Claudio, que ya se ha identificado claramente. Esto se deduce con bastante seguridad del texto conservado...” (página 138, nota. Las negritas son nuestras.) 7 No es el único que lo pensó. Véase la descripción del manuscrito Parisinus Latinus 10413 en la página XXII de la edición de Roncali. 8 Ambas citas están tomadas de la edición teubneriana de Roncali, página 29. 9 Roncali, página IX. Para una descripción más exhaustiva del stemma de la Apocolocyntosis, véase el praefatio de la edición teubneriana de Roncali, el artículo ya citado de Eden y Reynolds, páginas 361-362. Un resumen puede hallarse en Coffey, página 176. 10 Página 175.

Menipeas de Varrón, eran un texto perfectamente conocido por Séneca. La mejor prueba de esto lo consiste el hecho de que en el mismo capítulo 8, inmediatamente después de la laguna, el “dios sin nombre” menciona las características del dios estoico citando la definición que del mismo da Varrón en sus menipeas: “quomodo potest «rotundus» esse, ut ait Varro, «sine capite, sine praeputio»?”11. Pero la influencia más evidente y contundente no es Menipo sino Lucilio. El Concilium Deorum que ocupa todo el primer libro de Lucilio narraba cómo un político corrupto e incompetente llamado Lucio Cornelio Léntulo Lupo12, una vez muerto, ascendía al cielo y solicitaba ser deificado; los dioses constituían una asamblea muy similar a las reuniones del Senado y pronunciaban sentencia luego de una larga y asquerosa pugna política. El parecido con los capítulos 8 a 11 de la Apocolocyntosis es más que obvio. Nosotros no podemos medir los alcances de estas intertextualidades porque nos tenemos que contentar con hacer conjeturas y deducciones a partir de las reescrituras y fragmentos que nos fueron conservados; para los lectores contemporáneos de Séneca, la escena de los capítulos 8 a 11 era decodificable al instante. Por lo tanto: insistimos: ¿realmente es tan necesaria la deplorada puesta en escena de la asamblea de los dioses de la Apocolocyntosis? No13. 4. Por último, examinemos la tan perturbadora interrupción del parlamento de Claudio en 7.5. Nos resulta absolutamente sospechoso que la laguna no haya tenido mejor lugar para manifestarse que en el único lugar de toda la obra donde Claudio tiene una intervención intensa y extensa en el diálogo14. Lo que ocurre allí no es una pérdida material de texto sino un uso irónico del recurso de la aposiopesis (o sea, la interrupción abrupta de un discurso directo libre). No es la única vez que Séneca lo usa: en el capítulo 10.2, Augusto plantea que no realizó todas sus obras como emperador para un imbécil como Claudio y se interrumpe de pronto para aparentar humildad y pudor: “in hoc terra marique pacem peperi? ideo civilia bella compescui? ideo legibus urbem fundavi, operibus ornavi, ut... quid dicam, p. c., non invenio: omnia infra indignationem verba sunt.” Razones de simetría poética nos llevan a pensar que, si Séneca emplea la aposiopesis para destacar uno de los defectos de uno de los miembros más ilustres del linaje de Claudio, seguramente la emplea también con su integrante más risible y más abyecto; en este caso, para liberar al lector del desagrado de tener que soportar la Claudiana lingua por mucho tiempo. Además, haciendo un examen más microscópico del lugar de la aposiopesis, cualquier lector con conocimiento de la cultura clásica, contemporáneo de Séneca o contemporáneo nuestro, sabe perfectamente que lo único que puede desear Claudio es la deificación, instancia que constituye una prerrogativa imperial desde los fundadores de la dinastía Julio-Claudia, Julio César y Augusto. Volvemos a repetir: negamos de plano la necesidad tan imperiosa de una puesta en escena integral, tal como fue defendida por los editores y comentaristas de la Apocolocyntosis. Ése, en todo caso, será un problema nuestro; no de Séneca ni de sus lectores. Conclusiones Por todo lo cual, nuestras conclusiones sobre este problema son las siguientes: 1. No hay laguna en 7.5, al final del parlamento de Claudio; lo que hay es un uso intencional y acertado de la aposiopesis. 2. Al estar en las mismas condiciones que Rhenanus y Iunius, no tenemos elementos para negar o afirmar la presencia de una laguna en el pasaje en cuestión. Pero sí afirmamos que la probable pérdida material del texto es mucho menor de lo que se cree. 3. El problema textual fue “agrandado” por los comentaristas y editores, y surge a partir de no comprender del todo lo que pasaba a nivel textual y hermenéutico en el pasaje en cuestión; en esos casos, la postulación de una laguna o de un locus desperatus es la solución más inmediata, pero también la más cómoda. Apocolocyntosis 8,1 r. 156-157 Roncali. La cita de Varrón es de Menipeas, 583 B (= Astbury). Hay que tener cuidado con esos juicios de valor de Lucilio: éste apoyaba incondicionalmente al bando de los Escipiones, y Léntulo Lupo era del bando contrario. Véase Coffey, páginas 35-62. 13 Llegamos a esta conclusión gracias a Coffey, página 175; quien aporta justamente los argumentos que reproducimos aquí. 14 Las demás no pasan de una brevísima oración: véase 4.3, 5.4 (que, además, no es un dictum suyo sino de Homero) y 13.6. 11 12

4. Creemos que para los editores y comentaristas del texto resultaba inverosímil cuestionar la presencia de la laguna debido a que el capítulo 8 tiene varios problemas textuales: las citas de Epicuro en griego de 8.1 acerca del dios epicúreo faltaban en los códices y fueron acertadamente restituidas por Rhenanus; en 8.2, está el insoluble problema del famoso oro... per quod; y en 8.3 está el aparente refrán de sentido críptico mures molas lingunt15. No obstante, y sin negar esta realidad, creemos que en este momento de la crítica de la sátira de Séneca, la postura tradicional frente a la laguna está limitando la interpretación y la discusión de los capítulos 7 y 8, al limitarse los críticos simplemente a deplorar el estado del texto en vez de analizar la evidencia. Cuando emprendimos la realización de este trabajo, lo hicimos convencidos de que era necesario replantearse el problema desde otra perspectiva. Esperamos y deseamos haberlo logrado. Para finalizar, nos gustaría imitar un giro borgiano opinando que, en realidad, la presencia de este problema crítico y textual, en lugar de ir en desmedro de la Apocolocyntosis, muy por el contrario la ha enriquecido inesperadamente con un toque de modernidad que, seguramente, es más interesante que la perdida puesta en escena tan deplorada por los críticos.

15 Una discusión exhaustiva de este problema, con una propuesta novedosa de interpretación, fue propuesta por Ferriol (2006), “Cuando los ratones comen cosas raras (Una propuesta de interpretación sobre un pasaje de Apocolocyntosis)”, Actas del XIX Simposio Nacional de Estudios Clásicos, Universidad Nacional de Rosario.

Bibliografía Ediciones de la Apocolocyntosis ™ ™ ™ ™

Allan Perley Ball, New York, Columbia University Press, 1902. Franz Bücheler, Berlin, Weidmann, 1922. J. Mariné Isidro, Madrid, Gredos, 2001. Renata Roncali, Leipzig, Teubner, 1990.

Seguimos el texto de Renata Roncali.

Material bibliográfico ™ Allan Perley Ball: The satire of Seneca on the apotheosis of Claudius, New York, Columbia University Press, 1902. ™ Coffey, Michael: Roman satire, London, Bristol Classical Press, 1995. ™ Eden, P. T.: “The manuscript tradition of Seneca’s Apocolocyntosis”, Classical Quarterly, N.S. 29, 1979, pp. 149-161. ™ Reynolds, L. D. (ed): Texts and transmission. A survey of the Latin Classics, Oxford, Oxford University Press, 1998. ™ Herrmann, Léon: ““Le dieu inconnu du chapitre VIII de la Satire sur l’apothéose de Claude”, Latomus, 10 (1951), pp. 25-26.

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