Actas II Jornadas sobre la Historia de Tauste

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Descripción

Actas d e l as II Jornadas

H. to riade Tauste

Sobre la lS . . b e de 2000 . bre al 1 de DK1em r 27 de Noviern

© de los textos: sus autores Edita: Patronato de la Casa de Cultura - Ayuntamiento de la Villa de Tauste Coordinación edirorial: Grupo de Historia de Tauste Preimpresión: HT Grupo Tafalla S.L. Imprime: Imprenta de la Diputación de Zaragoza ISBN: 84-606-3250-4 D.L.: Z-2.144-02

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Indice

El general Ortega en la Obra de Benito Pérez Galdós Enrique Calé Casajús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

¿Lo que es del común no es de ningún?: Los terrenos comunales de Tauste, 1850-1936. Alberto Sabio Alcutén

48

Tauste en el siglo XIV Joaquín vispe Martinez

73

El Dance de Tauste Joaquín Cebamanos Conde y Sara Terraz García . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

97

El Mudéjar en Tauste Gonzalo Borras Gualis

131

.Indio

Como Presidente del Patronato de la Casa de Cultura, constituye una gran alegría presentar las Actas de las 11 Jornadas de Estudio sobre la Historia de Tauste por varios motivos: Primero, por ver cómo una idea que surgió desde este Patronato, ha llegado a tener peso en la sociedad tausrana, Segundo, porque al hilo de las jornadas surgió el Grupo de Estudio, y actualmente se ha convertido en la corriente cultural con más pujanza del pueblo. Tercero, porque con la edición de las actas de rodas las Jornadas venideras, a los tausranos se nos ofrece tener en nuestras casas auténticas joyas, en forma de enciclopedia local. Y en definitiva se empieza a hacer justicia, paliando la gran laguna que los tausranos teníamos con la historia de nuestro pueblo. Nuestro deseo es que a esta edición, continúen otras muchas. Tauste, marzo de 2002

Jesús Navarro García Presidente del Patronato Casa de Cultura de Tauste



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Un año ha transcurrido desde que quedó constituida la Comisión Permanente del Grupo de Trabajo sobre la Historia de Tausre, con unos objetivos claramente marcados: la defensa, estudio, investigación y divulgación de los valores culturales de Tauste. El Grupo de Historia nace dependiente del Patronato de la Casa de Cultura y del Ayuntamiento de Tauste, instituciones estas que han encauzado en sus primeros momentos el trabajo del Grupo. Muchos son los proyectos y las ideas que surgen dentro del Grupo de Historia, algunas ya han visto la luz este año con la celebración de las Terceras Jornadas sobre la de Historia de Tauste y la edición del Boletín del Grupo; otras esperan el momento oportuno para su desarrollo. Poner en marcha todos los proyectos del Grupo y el desarrollo de los objetivos fijados no ha sido tarea fácil. De no haber sido por el respaldo de nuestros colaboradores, del Patronato de la Casa de Cultura, del Ayuntamiento de Tauste y de otros muchos apoyos incondicionales poco podría haber hecho esta Comisión Permanente. La divulgación es uno de los objetivos del Grupo, la resolvemos en gran medida con la edición de las Actas que aquí presentamos. Es voluntad de la Diputación Provincial de Zaragoza el apoyarnos en esta tarea de divulgación de la Historia de Tausre. Institución que testimonia una vez más su intención de respaldar toda investigación y estudio que facilite el conocimiento de los valores culturales de Aragón. Sin duda es esta una ocasión irreemplazable que aquí tenemos todos los aragoneses y sobre todo los taustanos de conocer nuestro pasado, algunos retazos de nuestra Historia, en definitiva las señas de identidad que nos facilitarán una mejor compresión del presente. Aprovechemos esta ocasión que ahora se nos brinda. Tauste, 30 de enero de 2002

Ester Arriera Molinos Presidenta de la Comisión Permanente del Grupo de trabajo sobre historia de Tauste.

Ponencias

II ] ornadas sobre la Historia de Tauste

27 de Noviembre al 1 de Diciembre de 2000

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de la o-ipta familiar de los Ortega-01/eta en la parroquia de Santa 1'll'u"Ía de L111sle

El general Ortega en la Obra de Benito Pérez Galdós Enrique Galé Casajús

Conviene precisar desde el primer momento que la inquietud original que ha suscitado esta charla, pese al título general de las Jornadas, tiene más de literaria que de histórica. Ciertamente, la vida y la carrera militar del general D. Jaime Ortega y Ollera merecen e incluso exigen una investigación histórica rigurosa que analice de forma pormenorizada y aclare, en la medida de lo posible, muchos de los aspectos oscuros que sobre su figura pública y, sobre todo, sobré la frustrada sublevación de San Carlos de la Rápita .han sido descuidados hasta ahora. No es ese, ni pretende serlo, el ámbito de investigación de estos apuntes 1• Como tall:stano siempre me he sentido atraído por la trágica suerte de · nuestro paisano, uno de los pocos de entre nuestros convecinos que figura en las páginas de la Historia; sin embargo, como filólogo, son otros los campos de investigación que me ocupan y a ellos se van a ceñir estas páginas. En pocas palabras, esta charla pretende encuadrar, analizar y comentar la forma en que un gran escritor español, Benito Pérez Galdós, se sirvió hace ya casi 100 años de la figura histórica del general Ortega, para construir una novela a medio camino entre la literatura y la historia. Desde ese punto de vista, la charla se va a estructurar en tres partes. En primer lugar, presentaré de forma sucinta la trayectoria literaria de Galdós, para explicar las razones de que en un momento dado se sirviera de Jaime Ortega en uno de sus Episodios Nacionales; en segundo lugar, me extenderé en la presentación de una serie de datos inéditos referentes a la. posición social de los Ortega en el Tausre del siglo XIX, con el objeto de hacer más comprensible la trayectoria humana del personaje que nos ocupa. Por último dedicaréuna sección a comentar de forma más subjetiva aquellos fragmentos de la novela en los que la figura del general Ortega adquiere mayor relevancia eintenraré interpretar la imagen que de D. Jaime Ortega nos ofrece Galdós como personaje literario. A.- EL GALDÓS DE LOS EPISODIOS NACIONALES Benito Pérez Galdós está considerado en la actualidad el más importante de los novelistas españoles del siglo XIX y forma, junto con Leopoldo Alas, "Clarín", Emilia Pardo Bazán y, acaso, Juan Valera, y José María de Pereda, la nómina fundamental del realismo español de la segunda mitad de ese siglo2• Algunas de sus novelas -Doña Perfecta (1876), Fortunata y jacinta (1886-87), Misericordia (1897) ... - se cuentan entre las más leídas, traducidas, comentadas y elogiadas de toda la literatura en castellano y figuran entre las pocas obras literarias del siglo XIX español que suelen ser incluidas en el canon occidental'.



El gen< en la e

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Los Episodios Nacionales

Entre la producción literaria de Galdós destaca una impresionante colee· ción de 46 novelas históricas titulada en su conjunto Episodios Nacionales"; Er ella, el autor se propuso novelar, a lo largo de toda su vida, los principale: momentos históricos por los que había pasado la Historia de España desde lo: inicios del siglo XIX hasta su propia época. Así, el primer episodio, Trafalgar es una de las primeras novelas galdosianas (1873) y el contexto histórico al que remite, el primer acontecimiento históricamente importante del siglo: h derrota de la escuadra franco-española frente a la inglesa en el año 1805. Cas cincuenta años más tarde, una.de las últimas novelas de Galdós vuelve a ser e último de sus episodios, Cánovas (1912), cuyo argumento abarca los años pos· teriores a la restauración borbónica, hacia 18805• En la actualidad, los Episodios Nacionales forman parte de la obra meno: leída de Galdós pero durante muchos años, en la segunda mitad del siglo XDi e incluso durante la primera mitad del XX, las novelas históricas de Galdó: estaban entre las que más fama le comportaron. Como subraya J. W. Kronik 11A través de los Episodios, los españoles descubrieron a Galdós y aprendieron h historia de su país 116• Galdós dividió esta colección de novelas en cinco series que debían esta: compuestas por diez novelas cada una. La primera, diez novelas escritas casi de un tirón entre 1873 y 1875, es, sin duda, y con justicia, la más famosa. Se cen· tra fundamentalmente en la Guerra de Independencia pero incluye tambiér algunos de los episodios que la precedieron desde la ya citada Trafalgar hasts La batalla de los Arapiles, sobre el enfrentamiento militar ganado por el ejérci to anglo-español en las inmediaciones de Salamanca poco antes de la retirad. de los franceses. En esta Primera Serie se encuentran episodios especialmente famosos desde el mismo momento de su publicación como Bailén o Zaragoza La segunda serie comienza con la batalla de Vitoria, que cierra la Guerra de h Independencia -El equipaje del rey José- y acaba con el inicio de la Primen Guerra Carlista en 1833 -Un faccioso más y algunos frailes menos-, Recoge, por le tanto, el largo periodo del reinado de Fernando VII y fue escrita por Galdó: inmediatamente después de la serie anterior, entre 1875 y 1879. A pesar del enorme publicación de las veinte Episodios Nacionales, tardó argumento de la primera coincide con el inicio del

trique Galé Casajús •

éxito editorial y literario que para Galdós supuso h novelas que componen las dos primeras series de lo: casi dos décadas en comenzar a escribir1la 'tercera. E: novela de la tercera serie, Ztanalacdrregui, de 1898 reinado de Isabel II en 1833, centrándose en el desa-

rrollo de la primera guerra carlista en el territorio vasco-navarro. La última de la cuarta, La de los tristesdestinos, gira en torno a los acontecimientos históricos relacionados con la Revolución del 68, que acabó con el reinado de Isabel II. Así pues, estas veinte novelas, que fueron escritas también de forma bastante continuada en un periodo de tiempo relativamente corto (1898-1907), recorren todos los acontecimientos históricos del reinado de Isabel II. A la cuarta serie pertenece, como veremos, el episodio que aquí nos interesa, titulado Carlos VI en La Rápita.

La quinta serie quedó truncada por las sucesivas enfermedades que acabaron penosamente con la vida del escritor. Las seis novelas que llegó a redactar recorren el periodo histórico que va de 1869 -España sin rey, de 1908- a 1880 -Cánovas, de 1912-, abarcando el llamado Sexenio Revolucionario (18681874) y los inicios de la Restauración borbónica (1874 - ) 2.- La cuarta serie 2.1.- Galdós a principios del siglo XX Cuando Galdós se sentó a redactar los episodios que componen la cuarta serie, contaba con más de 60 años y era considerado casi sin discusión el escritor castellano más importante de su época. En su haber figuraban ya excepcionales novelas como Fortunata y Jacinta, obras de teatro exitosas como Electra y, por supuesto, roda la primera serie de los propios EpisodiosNacionales, con novelas como Trafalgar o Zaragoza. Pero Galdós, a principios de siglo, no era sólo un gran escritor sino que se le tenía, además, por uno de los intelectuales progresistas de mayor influencia sobre la sociedad española de la época. El estreno de Electra en 1902, por ejemplo, había sido acogido por los sectores anticlericales como una obra emblemática y la función inaugural había concluido en medio de una espectacular trifulca al grito de "[Mueran los jesuitas!". Pocos años después, en 1907, Galdós iba a obtener, incluso, un acta de diputado dentro de la candidatura republicana y más tarde, en 1910, encabezaría la exitosa candidatura republicano-socialista por Madrid que llevó por primera vez al Parlamento a un marxista, Pablo Iglesias.8 Así pues, en 1905, fecha en que Galdós escribe y publica Carlos VI en la Rápita, tenemos que ver en el autor a un intelectual situado en una órbita de pensamienro radicalmente alejada y en casi todo contraria a la del carlismo, que representó a lo largo de todo el siglo XIX el pensamiento social y político más conservador y en cuya defensa había muerto 45 años antes el general Jaime Ortega, protagonista histórico del episodio."



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2.2.- La cuarta serie El referente histórico que. abarcan las diez novelas de la cuarta serie va desde 1848 -Las tormentas del 48- hasta la revolución de septiembre de 186E -La de los tristes destinos-, con especial detención en los principales aspectos históricos ligados a la mayoría de edad de Isabel II: la pugna políricaenrre moderados y progresistas -Narváez-, la corrupción de la Corte -Los duendes de la camarilla-, la Guerra de Africa.-Aita Tettauen- y la penosa intentona carlista de 186( -Carlos VI en La Rápita-. Ausentes en este periodo acontecimientos trascendentales para la historia de nuestro país, la mayoría de estas novelas vienen a ser desde el punto de vista histórico, un simple repaso de los principales movimientos políticos de la época. En general, Galdós intenta fraguar en forma novelesca una explicación histórica coherente de la evolución del pensamiento político liberal, que llevó a los mismos que habían apoyado a Isabel II durante sr minoría de edad a intentar -y conseguir- derrocarla pocos años después. B.- EL AMBIENT:t;: SOCIAL DEL ~ENERAL ORTEGA. Uno de los aspectos menos investigados sobre D. Jaime Ortega y Ollera es el referido al ambiente social en el que creció y la situación económico-política de que gozaba su familia en el ámbito taustano. Conocer esto, al menos er sus líneas generales, va a ser trascendental para valorar algunas de las pautas de comportamiento del general como miembro de una determinada clase social y por lo tanto, para interpretar de manera más completa su papel en la Historia y, más humildemente, en la novela de Galdós que indirectamente protagoniza 1.- Los antepasados del general'? 1.1.- La rama gallurana D. Ramón Ortega, padre del general,' había nacido en Gallur, de donde era oriunda su familia", pero el 26 de abril de 1814 contrajo matrimonio er Tauste con Dª. Francisca Ollera Ximénez-Frontín "en el oratorio privado de h infraescripta contrayente'!". El matrimonio instaló su residencia en Tauste } aquí nacieron todos sus hijos: Mª. Francisca de Paula (1815), Jaime (1817) Buenaventura Mª. del Carmen (1820) y Julia Ramona Francisca de Paule (1929). La mayor de las hermanas, Francisca, casó, a su vez, en 1845, cor Tomás Ortega, su primo hermano, hijo de Francisco Ortega, también de Gallur13• De este modo, la rama principal de los Ortega galluranos trasladó sr habi:tación a Tauste a principios del siglo XIX y aquí la mantuvieron durante casi cien años.

trique Galé Casajús •

1.2.- La rama taustana Tanto la familia Ollera como, sobre todo, la familia Ximénez-Frontín, de las que descendía la madre del general Ortega, eran familias de larga presencia histórica en nuestro pueblo. Asentadas en él desde varios siglos atrás y deténtadoras siempre de los más importantes privilegios sociales y de buena parte de los cargos públicos, seguir su evolución en los siglos XVIII y XIX sirve para constatar los profundos cambios sociales que trajo consigo el tránsito de la Edad Moderna a la Contemporánea en el ámbito rural español. 1.2.1.- La familia Olleta Los Ollera, de origen navarro, residían en Tauste al menos desde principios del siglo XVIl14• Entre los datos que la escasa documentación histórica con que contamos en Tauste nos proporciona podemos señalar la existencia de sendos Jaime Ollera, que en 1729 figuran como teniente corregidor y regidor per. petuo en los créditos de la primera edición de la Historia de la Virgen de Sancho-Abarca'). También, a partir de 1766 figuran diversos Olleta en la lista de Esclavos de la Virgen. 1.G 1.2.2.- La familia Ximénez-Frontín Esta es, con diferencia, la familia taustana más enraizada históricamente en nuestro pueblo y cuya evolución puede seguirse con más detalle a través de· los más dispares documentos hasta principios del siglo XIX, época en que deja de haber constancia de la existencia de miembros de la familia en los archivos parroquiales. El apellido Frontín aparece ligado a Tauste desde las primeras noticias documentales que se conservan sobre nuestra villa. En concreto, un Frontín firma como "tenente'' de Uncastillo en la Carta de Población de Tauste17• Más adelante, ese apellido lo encontramos en toda la documentación de los siglos XV18 y XVI, en que figuran como señores de Mira19, y llega, por-supuesto, al célebre cuadro de la casa de Ganaderos, dos de cuyas marcas se corresponden con los hierros de Ximeno Frontín y Sancho Ximénez-Frontín." Ya en la Edad Moderna, en el año 1674 formaban parte de la Ilustre Cofradía de Nª. Sª. de Sancho Abarca Sancho Ximénez-Frontín Ortiz y Sancho Ximénez-Frontín Monterde" y en el siglo XVIII, en 1729 figuraban como regidores perpetuos de la villa otros dos miembros de la familia, Melchor Frontín y José Fronrín." Por último, cuando en 1766 se fundó la Cofradía de la Esclavitud, el primer esclavo que celebró la fiesta fue también un Fromín:



El gene en l:i O

José Ximénez-Frontín y muchos otros le siguieron en años posteriores." A principios del siglo XVIII los Ximénez-Frontín se trasladan fuera de Tausn siendo la madre del general la última representante de la familia que residió J fue enterrada en nuestra localidad." 2.- La familia del general en el siglo XIX25 Este apresurado repaso de los pocos pero significativos datos que hase ahora tenemos de los antecedentes familiares del general Ortega nos sitúa ann una personalidad nacida en el seno de dos de las familias más enraizadas en 1: vida social de Tauste y que, por los cargos de relevancia, tanto políticos come religiosos, que a lo largo de más de doscientos años habían ocupado todos su: antepasados, contarían en nuestra localidad con una preeminencia indiscutible Pero es que, además, el siglo XIX va a ser testigo en Tauste tanto del auge polf rico y militar del general D. Jaime Ortega y O lleta en la corte de Isabel 11 come de la ampliación del prestigio social del resto de su familia, que va a sobrepa sar el reducido mundillo socio-político taustano para álcanzar cargos de bas tante relevancia en instituciones políticas y culturales importantes de la propi: Zaragoza. 2.1.- D. Jaime Olleta y Veratón (1818-1868) Este primo hermano y cuñado del general eta hijo de D. Jaime Ollera J Ximénez-Frontín, hermano de la madre del general, y estaba casado cor Buenaventura Ortega, hermana del mismo. Junto con su suegro, D. Ramór Ortega, es la personalidad más influyente en la sociedad taustana de mediado: del siglo XIX, como cabeza visible de las dos familias emparentadas. Como st pariente militar, murió relativamente joven, pero eso no le impidió ocupar car gos importantes tanto en el ámbito local taustano como en la Universidad d1 Zaragoza. Para él y para su familia fue construido el panteón familiar en l: Parroquia que hoy en día guarda sus restos junto a los del general. D. Jaime Ollera y Veratón queda en la historia de Tauste como el alcaldi que solicitó a la reina Isabel II, con fecha de 2 de junio de 1847, que e Santuario, abandonado tras la desamortización, revertiera en el pueblo. Par: presentar la solicitud en Madrid se sirvió del prestigio que en aquella época y: tenía en la Corte su primo hermano y cuñado, recién ascendido a mariscal d: campo, es decir, general, D. Jaime Ortega y Ollera. La reina accedió a las soli cirudes del pueblo con fecha de 24 de diciembre de ese mismo año. 26 Cuandt las nuevas "ordinaciones" del Santuario se firmaron el día 6 de enero de 1850 Jaime Ollera seguía siendo alcalde y Pedro Ollera, su hermano, concejal

nrique Galé Casajús

Ramón Ortega, suegro del alcalde y padre del general, figura, también en la Junta Inspectora. 27 La figura de Jaime O lleta reviste, sin embargo, una importancia de mayor trascendencia desde el momento en que tenemos noticia de que ocupó el cargo de Rector de la Universidad de Zaragoza en dos ocasiones: entre los años 1858 y 1859 y entre 1866 y 1867 .28 En ambos casos su acceso a estos cargos se corresponde con épocas de predominio político conservador, lo que permite conjeturar su ideología. 2.2.- D. Pedro Ollera y Veratón (1822-1900) Hermano del anterior. Ocupó el cargo de Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza en dos ocasiones. Siendo vicepresidente de la institución, entre el 1 de abril de 1878 y el 3 de mayo de ese mismo año actuó como presidente interino por fallecimiento del presidente electo. El 1 7 de noviembre de 1885, tras ser elegido diputado provincial por el distrito Ejea-Sos, fue nombrado Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, cargo en el que permaneció ininterrumpidamente hasta el día 23 de noviembre de 1892. D. Pedro O lleta fue en el siglo XIX la persona que durante más tiempo ocupó ese cargo." 3.- Los Ortega taustanos a la muerte del general D. Jaime Ortega y Olleta, "de guarnición en Zaragoza, contrajo matrimonio con una muy distinguida señorita, la rica sobrina y única heredera del general D. Francisco Ballesteros, y con la posición independiente que ese enlace le proporcionó, se retiró de la milicia en 183911•30 El tío de Dª. Francisca Ballesteros Giraldas había sido, en efecto, un general aragonés de cierta importancia en el primer tercio del siglo que había ocupado algunos cargos de relevancia en la Corte durante los azarosos años del Trienio Liberal." Este matrimonio y su decisión de entrar en política, le abrieron las puertas de la Corte, donde a partir de ese momento va a transcurrir la mayor parre de su vida entre. gado a las banderías partidistas y a los distintos servicios propios de su carrera militar, a la que pronto se reintegró. Desde un punto de vista estrictamente político, Jaime Ortega siguió siempre muy vinculado a nuestra localidad puesto que su presencia en el Congreso como diputado dependía del escaño que renovaba puntualmente en las sucesivas elecciones, presentándose como candidato por la provincia de Zaragoza, normalmente por el distrito de Ejea de los Caballeros", No obstante, la participación directa que ya en 1843 tuvo en los sucesos con que acabó



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en Zaragoza la regencia del general Espartero", muestra que D. Jaime desde muy pronto residió en la capital de la provincia. Pocos años después, durante las gestiones para la recuperación del Santuario, el general residía en Madrid ) en los últimos años de su vida, como capital general de las Islas Baleares, er Palma de Mallorca, donde gestionaba el matrimonio de su hija con un miernbro de la nobleza local. De este modo, tras la muerte del general, sus deseen· dientes no volvieron a Tausre sino que establecieron su residencia en distinto! lugares de la nación." En cualquier caso, tanto el arraigo familiar de los Ortega -en Tauste vivie roo durante toda la segunda mitad del siglo XIX la madre del general y buen: parte de sus hermanas- como su vinculación económica con nuestra localidac -Jas posesiones de la familia del general eran amplias y ricas en el términc municipal raustano- hicieron que sus descendientes siguieran teniendo relaciór con nuestro pueblo hasta mucho tiempo después de su muerte.

3.1.- Julia Ortega De la descendencia del general, la familia más directamente vinculada 1 Tauste fue la de su hija. Julia Ortega nació en Tauste en 1842 y casó en 186'. con Luis de San Simón, conde de San Simón, matrimonio proyectado por su padres como culminación del ascenso social de la familia36 y que, pese a los pro blemas derivados de la trágica muerte del general, tuvo lugar tres años despué del fusilamiento. Los condes de San Simón pertenecían a la nobleza mallorqui na. Sin embargo, mantuvieron durante casi un siglo las propiedades taustana de la familia y aún después de la Guerra Civil un miembro de la familia resi día en un caserío que poseían a la entrada del término de Canduero, junto a puente sobre el Canal de Tauste.37

3.2.- Otros ecos Poco queda en la actualidad en Tauste de la importante presencia de eso familia. La existencia de un panteón familiar en la Parroquia, que subsiste pri vado de accesos y en un estado ruinoso, es apenas conocida por los menores d treinta años.38 Un topónimo en el monte de Tauste, la paridera de lo Ortega,· una calle del extrarradio, dedicada al general pero conocida comúnmente com: La Rosaleda, es lo último que recuerda este capítulo de nuestro pasado, s exceptuamos algunas luces en el recuerdo de los mayores, que aún menciona: con cierta admiración el respeto y la autoridad que en el Tauste de principio del siglo XX mantenía 11La Ortega", en referencia, posiblemente, Buenaventura Ortega, hermana del general y esposa del rector, que, tras l

ínrique Galé Casajús •

muerte de su hermano y de su esposo, pasaría a ser la "matrona" de ambas familias antes de su desaparición definitiva. 4.- Resumen El cuadro que he esbozado, sin pretender ser exhaustivo, creo que delimita con bastante claridad el ambiente social en el que nació y vivió D. Jaime Ortega y Ollera. Fue miembro de una familia de gran raigambre y presencia institucional en el reducido ámbito taustano durante cientos de años. Además, le tocó vivir un momento histórico en el que la posición social de su familia se vio favorecida por las nuevas condiciones sociales y políticas creadas por el liberalismo, que, al propiciar la creación de una nueva clase gobernante burguesa,facilitó la expansión de la influencia de estos grupos de poder locales más allá de los límites del municipio. En este sentido, el encumbramiento truncado del general llevaba visos de ser el más importante de esos movimientos de ascenso social de su familia, pero ni fue el único ni su desastrada muerte acabó con ese proceso." Por el contrario, la desaparición definitiva de las familias Ortega y Ollera del panorama social taustano a principios del siglo XX debe ser entendida como el verdadero punto de llegada de esa expansión que llevó a dos de los apellidos más ilustres de nuestra localidad a abandonarla. C.- CARLOS VI EN LA RÁPITA 1- El problema sucesorio y las guerras carlistas

Carlos VI en La Rápita recrea literariamente uno de los episodios más famosos pero, a la vez, menos trascendentales, del largo conflicto dinástico que se denomina en la Historia de España las Guerras Carlistas." Desde el punto de vista histórico las tres guerras carlistas van mucho más allá de una simple disputa familiar personal entre los distintos descendientes de Carlos IV que pretendían tener derecho a encabezar el Estado pero, al menos en su origen, esta larga pugna por la Corona de España parte del enfrentamiento entre dos ramas de la Casa de Barbón planteado tras la muerte de Fernando VII y el acceso al Trono de su hija Isabel II en 1833.41 La proclamación de Isabel, una niña de tres años, como reina de España, de acuerdo con el testamento de su padre pero en contra de la ley sálica, que prohibía el acceso a la jefatura del Estado a las mujeres, vigente en España desde el siglo XVIII, supuso el alzamiento en armas de una parte de la nación, que defendía los derechos dinásticos del hermano de Fernando VII, Carlos (V). Del nombre de este



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pretendiente al Trono, tomaron sus seguidores nombre, "carl isras", y por extensión, los enfrentamientos armados que se siguieron. La Historia de España del siglo XIX recoge tres grandes alzamientos carlistas: - Primera Guerra Carlista (1833-1840). Fue la más amplia, larga y sangrienta. Además, desde el primer momento se convirtió en una lucha a muerte entre dos concepciones radicalmente enfrentadas del Estado: Los liberales, partidarios de reformas modernizantes, apoyaron a Isabel II; los absolutistas, partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen, apoyaron al pretendiente carlista. Este enfrentamiento ideológico fue, a partir de estos primeros momentos, un dato básico para entender toda la política española del siglo XIX. La Primera Guerra Carlista fue especialmente virulenta en dos frentes: el Norte, en Navarra y las Provincias Vascongadas, y el Este, en Cataluña y el Maestrazgo." Precisamente en el Maestrazgo turolense, llevo a cabo sus primero hechos de armas el joven Ortega luchando contra los batallones carlistas de Ramón Cabrera, el último general absolutista que rindió sus armas." - Segunda Guerra Carlista (1846-1849). Tuvo poca importancia puesto que el alzamiento carlista provocado por los proyectos de boda de Isabel II, que alejaban al hijo de Carlos (V), Carlos (VI), del trono, sólo tuvo cierta importancia en Cataluña. Con este alzamiento se relaciona el posterior desembarco en La Rápita de las tropas del general Ortega en 1860, puesto que en ambos casos se pretendía poner en el trono de España a Carlos (VI), conde de Monremolín. - Tercera Guerra Carlista (1873-1876): En este caso el pretendiente carlista era Carlos (VII), duque de Madrid, nieto ele Carlos (V). Los carlistas aprovecharon el vacío de poder causado por la renuncia al trono de España de Amadeo I y el caos institucional provocado por la República. El alzarnientc tuvo como principal foco la provincia de Navarra, donde el pretendiente llegé a instaurar una efímera corte en Esrella, Esta tercera guerra carlista escapa ya 2 la peripecia biográfica de Ortega. 2.- La figura histórica del General Ortega 2.1.- "Cursus Honorum" del General Ortega" En el siguiente cuadro recojo los datos biográficos más sobresalientes de la vida del general Ortega:

nríque G:ilé Casajús •

Año

!Edad

1833

16

IV/1835

Carrera militar

Carrera política

Colegio mili car de Zaragoza Subteniente de milicias

X/1835

18

Teniente

1836

19

Capitán

1839

22

Deja el ejército

1840

23

1842

25

Vuelve al ejército

VI/1843

26

Sublevación anriesparterisra.

Asedio de Zaragoza.

VII/1843

Teniente-coronel

Diputado: partido liberal moderado

VIII/1843

Coronel

1843

47

1847

30

Diputado: partido liberal progresista

Diputado: partido liberal moderado Mariscal de campo (=general)

1849/1853

Diputado: partido liberal moderado

1850

33

Capitán gral. de las l. Canarias

1854

37

Es relevado en la capitanía

1858

41

Regresa del exilio

1858 1860

Deja la política por un breve tiempo

Capitán gral. de las l. Baleares 43

Exilio en Francia

Diputado: partido liberal moderado

Sublevación. Fusilamiento

Sobre todo lo anterior añadiré tan sólo unos breves comentarios para situar en su contexto la carrera militar y política de nuestro paisano. 1.- D. Jaime Ortega y Ollera fue destinado desde muy joven a la carrera militar. Éste era uno de los destinos habituales en las familias de la pequeña nobleza local para algunos de sus miembros. Sin embargo, no hay noticia de precedentes dentro de ninguna de las ramas ele la familia del general. 2.- El inicio de los estudios militares del futuro general coincide con el inicio de la Primera Guerra Carlista. Zaragoza fue un importante centro de defensa del liberalismo y el joven Ortega militó desde el principio en las filas del ejército que defendía los derechos de Isabel II. Nos encontramos, por lo tanto, ante un joven que asume el contenido básico de modernidad que conllevaba defender los derechos. ele una reina que desde el mismo

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momento de su proclamación buscó el apoyo de las fuerzas más progresista: de la nación. 3.- El rápido ascenso de Ortega en el escalafón militar se halla vinculadc a su participación en hechos de armas que tuvieron lugar en el Maestrazgc turolense contra las fuerzas carlistas del general Cabrera. A pesar de todo, er cuanto la guerra entra en su fase terminal, Jaime Ortega abandona el ejércitc por la política para regresar a la carrera militar pocos años después. Este movimiento pendular entre política y ejército va a ser constante a lo largo de rod: su vida y se halla en perfecta consonancia con la actividad pública de un grar número de generales compañeros suyos como Espartero, Narváez, O'bonell < Prim, que ocuparon a la vez los más altos cargos militares y políticos del país 4.- La actividad política de Jaime Ortega como diputado se inicia dentrr del Partido Liberal Progresista, de orientación radical en sus principios libera lizadores. Sin embargo, vemos que rápidamente pasa a formar parte del Parridr Liberal Moderado, mucho menos extremista y más dispuesto a transigir con lo privilegios de las nuevas clases burguesas surgidas de los sucesivos procesos d1 desamortización." Este giro hacia posiciones más conservadoras no puede des· vincularse de la propia situación personal de Jaime Ortega como miembro d1 una familia con grandes intereses que defender dentro de su ámbito local Conviene recordar aquí que otro miembro de su familia, Jaime Olleta ocupab: cargos de importancia dentro de la política municipal que, de acuerdo con lo principios de la Constitución de 1845, moderada, quedaban reservados para lo miembros más distinguidos de la comunidad,46 es decir, en el caso de Tausn para los grandes propietarios y hacendados rurales, entre los que figurabat también, por supuesto, los restantes miembros de la familia Ortega. 5 .- El fulgurante ascenso de la carrera militar del general Ortega tiene do fechas claves: 1843 y 1847. En 1843, Ortega roma parre en Zaragoza en 1 sublevación contra el régimen de Espartero que dio paso a una larga época d gobiernos moderados. Su decidida acción militar contra la propia capital d Aragón, una de las últimas ciudades españolas en aceptar la nueva situación, l valió un rápido ascenso y un puesto de privilegio en la Corte." Esto se vio com pletado en 1947 con su participación en la breve y victoriosa campaña d Portugal, donde pudo ocupar sin grandes problemas la ciudad de Oporto, 1, cual le valió el entorchado de mariscal de campo, equivalente al de general Poco después, una capitanía general, el puesto de mayor importancia dento del estamento militar, venía a culminar su carrera militar. Esto lo convertía con poco más de 30 años, en una de las personalidades del momento con mayo proyección de futuro dentro de la Corte de Isabel II.

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6.- La confusa evolución de la situación política española durante los años cincuenta marcó la última etapa de su vida. Como significado líder del partido moderado decidió marchar al exilio francés durante el Bienio Progresista. Allí su ideología conservadora sintonizó con los proyectos del conde de Montemolfn, el pretendiente carlista Carlos (VI), que trataba de proporcionar a sus pretensiones dinásticas una cobertura ideológica menos arcaizante que la de épocas anteriores. Cuando en 1858, de nuevo con los moderados en el poder, regresa a hacerse cargo de la capitanía general de las Islas Baleares vuelve ya como un agente carlista dispuesro a conseguir un cambio radical en el gobierno de la nación mediante el uso de la fuerza. 2.2.- La intentona carlista de 1860 El intento de sublevación militar a favor del pretendiente carlista que tuvo lugar en abril de 1860, conocido vulgarmente como "la Orregada", aún hoy en día es valorado como un "episodio oscuro y mal estudiado en detalle"." Siguen sin conocerse cuáles eran los auténticos propósitos de la intentona golpista ni quién se hallaba realmente detrás de ella. Por lo tanto, me limitaré a redactar a continuación un resumen de los hechos, que pueden ser contrastados en cualquier manual de Hisroria de España: l.- 1857 - Nace el príncipe Alfonso, primer hijo de Isabel II. Es jurado como príncipe de Asturias y heredero de la corona de España. El pretendiente carlista Carlos (VI), conde de Montemolín, crea la Comisión Regia para impulsar sus pretensiones al trono. 2.- 1858 - El general Ortega es nombrado capitán general de la Islas Baleares y comienza a conspirar contra Isabel 11, a favor del pretendiente carlista. 3.- 1859 - Estalla la guerra de África. El general O'Donnell, jefe del gobierno, pasa con gran cantidad de tropas a Marruecos. 4.- 1860 /marzo - Preparativos para el golpe de estado. Montemolín firma un manifiesto a la nación en el que se compromete a mantener un gobierno representativo. Renuncia por lo tanto al gobierno absolutista. El día 24 el pretendiente carlista sale de Marsella hacia Palma de Mallorca, a donde llega el día 29. 5.- 1860 / 1 abril - Se trasladan los batallones de guarnición en las Islas Baleares a la península al mando del general Ortega. Los acompañan dos de los hijos de Carlos (V), el conde de Monternolín y su hermano Fernando. 6.- 1860 / 3 abril - Las tropas se niegan a secundar la intentona golpista y los jefes deben salir huyendo. Monrernolín y su hermano permanecen escondidos en los alrededores de Tortosa, Ortega y su plana mayor huyen hacia



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Aragón. Pocos días después tanto el general como el pretendiente y su hermano son detenidos. El general Ortega es juzgado en Tortosa. 7 .- 1860 / 18 abril - El general Ortega, convicto de alta traición es fusilado. 8.- 1860 I 23 abril - Carlos de Montemolín y su hermano Fernando de Barbón y Braganza renuncian, a sus posibles derechos dinásticos al trono de España. Días después son puestos en libertad y salen de España. De nuevo er el exilio, dan por nulas sus renuncias alegando haberlas hecho forzados por h necesidad. 9.- 1861 - Los dichos mueren en extrañas circunstancias. Los derecho! dinásticos de la rama carlista recaen en el tercer hijo de Carlos (V), Juan (III' y, posteriormente, en el hijo de éste, Carlos (VII), que, a partir de 1873 prota· gonizará la Tercera Guerra Carlista. 10.- 1899 - Los restos del general Ortega son trasladados desde Tortosa i Tauste y depositados por su hermana y sus descendientes en el panteón farni liar de la Parroquia. 3.- La versión de Galdós 3.1- Planteamiento novelesco El Episodio Nacional titulado Carlos VI en La siete de la cuarta serie. Si ya, en general, los episodios los que menor interés han suscitado entre la crítica concreto se cuenta entre los menos favorecidos de los

Rápita49 hace el númerc de las últimas series sor y público lector, éste er que las componen."

Una de las principales razones que han motivado esta falta de aprecie puede estar relacionada con la peculiar estructura de la novela. Carlos VI en L Rápita está estructurado en dos grandes bloques temáticos muy distintos enrn sí. La primera parte, que ocupa aproximadamente la primera mitad de la nove la, entre los capítulos I y XII, continúa con el hilo argumental del episodii inmediatamente anterior en la serie, Aita Tettauen, cuya referencia histórica soi los enfrentamientos armados de la Guerra de África. Sin embargo, a partir de capítulo XIII la acción de la novela gira bruscamente: se desplaza a la Penínsuh y deriva hacia la narración de la intentona golpista del general Ortega. Desde el punto de vista estructural el único nexo claro de unión entn ambas parces es la figura del protagonista, Juan Santiuste, oculta bajo el nom bre falso de Juan Pérez de Confusio. Este particular personaje, que a lo largo d varios de los episodios de esca cuarta serie actúa como narrador, al inicio de l

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novela anterior se había trasladado al norte de África siguiendo a los ejércitos españoles para informar del rumbo de la campaña militar al marqués de Beramendi, un avezado político liberal que se .sirve de Confusio como espía. Tras una serie de pintorescos avatares en territorio marroquí, a su regreso a la Península es enviado por su mentor a una nueva misión, esta vez al Maestrazgo castellonense, ante los insistentes rumores de un inminente levantamiento carlistas. De ahí arranca la acción novelesca, que se extiende a lo largo de la segunda parte de la novela, entre los capítulos XVI y XXX. Como es norma común en todos los Episodios Nacionales de Galdós, el seguimiento directo de los acontecimientos históricos más importantes de la España del siglo XIX se entrelaza con una serie de peripecias novelescas ficticias centradas en el personaje narrador. En Carlos VI en La Rápita, Confusio va enviándole sucesivas cartas al marqués, informándole tanto de sus vicisitudes personales como de los detalles más íntimos que rodearon a la sublevación del general Ortega. En este caso, el argumento novelesco que hilvana los ires y venires de Confusio por tierras levantinas son sus relaciones con el personaje llamado Juan Ruiz, arcipreste de Ulldecona, caudillo carlista del Maestrazgo y con una de sus "sobrinas" llamada Donara, de la que Confusio, pese a hacerse pasar por seminarista, se enamora perdidamente. De la evolución de los acontecimientos resulta que el arcipreste, encargado de ocultar al pretendiente carlista, tras el fracaso de la intentona, va desvelando poco a poco todo lo sucedido a su huésped, el protagonista, de modo que éste puede seguir muy .de cerca los acontecimientos. Poco después, Santiusre huye con Donara de casa de D. Juan Ruiz y se refugia en Terrosa, donde asiste como espectador privilegiado a las principales consecuencias derivadas del fracaso del golpe: la detención, juicio y fusilamiento de Ortega y la prisión y renuncia a sus derechos de los pretendientes carlistas." Merced a esta peripecia novelesca del protagonista, que forma la trama argumental de la novela, Galdós puede no sólo ir narrando poco a poco todos los hechos históricos importantes sino también recrear el ambiente popular que rodeó a los acontecimientos. El lector puede acceder a una serie contrastada de opiniones en torno al golpe y al destino de sus protagonistas. Nos encontramos, pues, ante un Episodio típico de perspectivisrno: los sucesos históricos son percibidos y analizados desde puntos de vista diversos e incluso contrapuestos. No en vano, esta es una de las características formales del conjunto de las novelas históricas de Galdós, tal y como apunta Ribbaos:

"Mérito especial de los Episodios, al que, a mi ver, importa dar especial relieve por reflejar una preocupación fundamental galdosiana, es la amplirud de puntos de vista a que da cabida( ... ) Galdós se afana sobre todo, por medio de personajes ficticios cuidadosamente concebidos y superirnpuesros sobre la situaciones reales, por ofrecer un anchísimo espectro de opiniones sacadas de la escena conrernporánea. Se trata, no sólo de los criterios que por fin saldrán triunfantes, sino de todas las opiniones posibles entre las cuales los participantes de la época tienen que escoger sin saber cuál será el resultado de sus acciones".l2

3.2.- Análisis de los textos" 3.2.1.- Texto I Pocos días después del fracaso de la intentona carlista y de la huida del general Ortega, el protagonista, Juan Pérez de Confusio, se ha instalado en casa del arcipreste de Ulldecona haciéndose pasar por un seminarista que va camino de Tarragona para ordenarse. Siempre en su papel de espía liberal, Confusio va ganándose la confianza del cabecilla carlista, lo cual le permite conocer sus opiniones más personales y su versión de los hechos. Cada cierto tiempo redacta una carta en la que recoge las últimas informaciones a las que ha tenido acceso y la envía a Madrid, al marqués de Beramendi, que es quien lo ha enviado a espiar al Maestrazgo. El texto que ahora comento forma parte de una larga conversación que mantienen el arcipreste y su huésped mientras recorren las calles de Ulldecona. La parte más interesante es, por supuesto, aquella en la qrn: Galdós recoge las supuestas opiniones personales de un cabecilla carlista sobre el intento de golpe de Estado recién frustrado. En general, el autor pone en las palabras del personaje un tono evidente de burla y desdén que sirve para ridiculizar tanto al responsable de la intentona, el general Ortega, como al propio pretendiente carlista. D. Jaime Ortega es llamado "tarambana", "colegial travieso", "botarate", "Orteguita'', "loco'' y, poi último, "majadero". Este último calificativo le es aplicado también al mismísimo Carlos (VI). Del mismo modo, el propio intento de sublevación militar le parece en su conjunto al arcipreste "el mayor desastre y la chiquillada más necia que se ha visto desde que hay facciones en el mundo". Es lógico preguntarse por qué un cabecilla carlista, interesado, por le tanto, en el triunfo de la 11Causa.11, se ríe de tal modo del fracaso de los suyos. Dos razones pueden explicarlo. La primera tiene que ver con la personalidac que Galdós atribuye al personaje. Juan Ruiz, arcipreste de Ulldecona, es pre· sentado como un doble literario del mítico Juan Ruiz, arcipreste de Hita. autor del Libro de Buen Amor en el siglo XIV. Como él, es un clérigo mundano preocupado por la buena vida y que tiene todo un harén de "sobrinas" er su casa a su servicio. No muestra ningún interés especial por Ios aspectos

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espirituales de la religión y su máxima preocupación es la conspiración política y el mantenimiento de su preeminencia social en el ámbito de su arciprestazgo. En él quiere representar, y ridiculizar, Galdós a esa parte del clero español que había dejado de lado el mensaje evangélico y se hallaba entregada por completo a preocupaciones mundanas." Por otra parte, este clero ultamontano, cerril y retrógrado, fue el más firme defensor de los derechos dinásticos del carlismo durante todo el siglo XIX. De ahí que en el texto que comentamos D. Juan Ruiz evoque la figura del general Cabrera, el gran héroe de la resistencia carlista en el Maestrazgo durante la Primera Guerra Carlista y promotor de la sublevación de 1847 que dio lugar a la Segunda Guerra Carlista. La otra razón tiene que ver con la propia perspectiva histórica que Galdós tenía sobre los sucesos de La Rápita mientras escribía el episodio. Por razones que todavía se desconocen, la conspiración, que incluía a personalidades políticas y militares muy importantes de la Unión Liberal, entonces en el gobierno, y del propio entorno de la reina Isabel II, fue un enorme fracaso. El hecho de que el conde de Montemolín y su hermano dieran el paso arriesgadísimo de desembarcar en la Península indica que confiaban en un alzamiento general de la nación. Sin embargo, el movimiento sedicioso fue mínimo y las consecuencias, catastróficas para el carlismo. Al ser detenido el pretendiente y obligado a presentar la renuncia a sus derechos, la figura de Carlos (VI) quedó totalmente desacreditada ante sus propios partidarios. Además, su muerte al año siguiente supuso la desaparición de la persona que había encarnado la legitimidad carlista desde los años cuarenta sin dejar un sucesor de prestigio. En suma, el fracaso de Ortega no fue sólo una torpeza militar que se saldó con la muerte del protagonista, sino que para el carlismo supuso un duro traspiés del que tardó más de diez años en recuperarse. En las palabras del arcipreste de Ulldecona se recoge, pues, tanto la opinión personal de un cura ultramontano experto en conspiraciones que se ríe de la torpeza de unos principiantes, como la opinión general de la historiografía de principios de siglo que veía en "la Ortegada" uno de los mayores fracasos del movimiento carlista. Por último, no podemos pasar por alto un comentario trascendental del arcipreste con respecto al general. A la pregunta de Confusio de por qué no intentaron protegerlo, el arcipreste contesta con otra pregunta: "¿De dónde ha salido ese Ortega? ¿Dónde está su abolengo carlista" Esta pregunta nos sitúa precisamente sobre una de las cuestiones fundamentales de la sublevación: Ortega no había sido nunca carlista. Al contrario, precisamente durante la

Primera Guerra Carlista, con menos de 20 años, el joven Ortega había ganado sus primeros ascensos luchando en el Maestrazgo turolense contra los partidarios del absolutismo, más concretamente contra ese Cabrera por el que el arcipreste manifiesta admiración. En suma, los propios carlistas vieron que la intentona de La Rápita tenía aspectos muy oscuros para sus propios intereses o, al menos, para los intereses de los sectores más tradicionalistas que llevaban luchando desde 1833. contra los liberales.

3.2.2.- Texto 11 El texto anterior forma parte del capítulo XX, que narra los primeros días de Confusio en el Maestrazgo, cuando el protagonista está entrando en conocimiento de lo sucedido en La Rápita. Más adelante, en el capítulo XXIV, Galdós manipula la trama novelesca de forma que el personaje ficticio pueda dar detalles más concretos sobre lo que va sucediendo. Correspondido en sus amores por Donara, Confusio y la "sobrina" del arcipreste deciden huir de Ulldecona y se trasladarse a Tortosa, con intención dé tomar algún barco en la costa que los aleje del área de influencia de D. Juan Ruiz. Confusio y Donara llegan a Torrosa justo cuando se está celebrando allí el juicio contra el general D. Jaime Ortega, responsable militar del intento dé sublevación contra Isabel 11. De este modo, el protagonista traba conocimiento con una serie de personajes secundarios que le van informando de los hechos y le permiten tener acceso a los últimos momentos del general. El texto que comento a continuación presenta dos partes muy distintas, que permiten ver con claridad la forma en que trabajaba Galdós la materia histórica de los episodios. Primero presenta al protagonista como un mero curioso que, situado en una posición adecuada, se informa a fondo de lo sucedido "Sigo observando y enterándome de todo", A continuación, se suceden la! informaciones más o menos objetivas relativas a los acontecimientos: l.- Narración en primera persona de un testigo presencial, miembro de las tropas que Ortega había trasladado desde las islas. 2.- Narración en estilo indirecto de la huida del General llevada a cabe por un personaje ficticio, D. Jesús Portela, capellán castrense contrario a la! ideas carlistas.

3.- Resumen de las apreciaciones de un "sinnúmero de oficiales de la guarnición y de los batallones que en mal hora trajo de Baleares Ortega". A través de sus informaciones conocemos detalles sobre los preparativos de Palma de Mallorca y las exigencias de Ortega ya prisionero.

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Hasta aquí Galdós nos pone en antecedentes de lo sucedido. Las informaciones que incluye como forma de construir su narración no son más que resúmenes, extractos e incluso citas directas de los periódicos de la época o de las noticias recogidas en los libros de historia que Galdós manejaba." Por supuesto, la tarea del novelista consiste aquí en recortar, seleccionar, disponer y manipular esa información de acuerdo con la intención novelística que le mueve. Esa intencionalidad aparece patente en el último párrafo. En él, el protagonista, Juan Pérez de Confusio, plantea una especie de interpretación de lo sucedido y, sobre todo de la personalidad del personaje histórico: la intentona golpista de Ortega puede explicarse como un caso de "señorirismo". Me parece que es especialmente interesante para el propósito que aquí nos ocupa analizar con más detalle lo que esta curiosa apreciación entraña. En su Historia Contemporánea Antonio Pirala comentaba al mencionar al general Ortega que éste era "de noble familia, aunque de escasos medios de fortuna", 56 Ciertamente, comparado con los grandes patrimonios financieros que llegó a acumular la alta burguesía ciudadana de la época isabelina, el patrimonio rústico del general, basado sobre todo en los recursos de que su familia disponía en los campos de Tauste no pasaba de ser insignificante. En este sentido, el general Ortega representaba en la Corte la típica carrera de uno de tantos miembros de la baja nobleza provinciana que, tras la Primera Guerra Carlista, se habían abierto camino en el complejo mundo político que sostenía el régimen isabelino, aprovechando la confusión provocada en las filas del liberalismo por los continuos enfrentamientos políticos entre moderados y progresistas. Así pues, el caso de Ortega es paradigmático y nuestro general taustano hasta el fatídico año de 1860 compartía destino con otros grandes "espadones" isabelinos como Narváez, O'Donnell o Prim, todos ellos miembros de familias de la baja nobleza encumbrados por su fortuna militar. En relación con lo anterior, Galdós selecciona, de entre la documentación que le proporcionaban sus fuentes, toda una serie de comentarios que presentan, en conjunto, una figura bastante ridícula de D. Jaime Ortega: un "dandy" cuya mayor preocupación, una vez detenido, acusado de traición y condenado a muerte, parece ser el mantenimiento de una figura exterior irreprochable: vestimenta elegante, tratamiento respetuoso, aseo personal . . . Es decir, una persona superficial incapaz de comprender la enorme trascendencia de lo sucedido y, por lo tanto, incapacitado para llevar a buen término la "revolución" política que pretendía provocar mediante su sublevación. Dicho de otra manera: Ortega, un militar que nunca había demostrado su valía como general en operaciones bélicas de auténtica importancia, se había lanzado a dar un golpe

de estado contra Isabel II como si eso fuera algo tan sencillo como participar en el asedio de la Zaragoza progresista o como ganar un par de cruces en una intervención irrelevante por tierras de Portugal. En consecuencia y para concluir, la opinión que a Confusio parece merecerle el comportamiento del general Ortega es el de una persona que no se encuentra en sus cabales. Así lo dice al principio del texto: "Éste no tiene fo cabeza buena" para reiterarlo al final, cuando la gente de Tortosa considera al general "más merecedor del manicomio que del patíbulo". Por último, este segundo texto nos ofrece también información más derallada sobre dos aspectos que ya aparecían antes: la valoración de la intentons golpista y la comprensión de sus verdaderos objetivos. Sobre lo primero, Confusio parece compartir la idea que ya habíamos oídc de boca del arcipreste de Ulldecona: 11¿De qué se ha de hablar más que de h calaverada orreguisra, del estúpido desenlace de aquel drama político, el peo: aderezado y compuesto que nos ofrece nuestra Historia?". Hay pues unanimidad, tanto en el bando carlista como en el liberal, en torno al fracaso absolutc de la sublevación y de la torpeza con que se llevó a cabo,. Entonces, ¿cómo interpretar que se preparara un golpe de estado tan complejo con tan poco tino? ¿Verdaderamente habrá que explicarlo todo con h inexperiencia y falta de talento militar y político de Ortega? Para responder < estas preguntas resulta muy interesante recurrir a las palabras que Galdós pom en boca del propio general. Éste, en primer lugar, proclama su ideología liberal -11yo no soy carlista, no soy absolutista"- y, a continuación, manifiesta er términos políticos de la época sus verdadero propósito -11yo defiendo la cause fusionista''-. En efecto, entre los moderados españoles existió una corriente ideológio denominada fusionista que pretendía, por un lado, acabar con la guerra civi que de forma explícita o larvada venía arrastrándose desde 1833 y, por otro neutralizar las tendencias liberales más extremistas que amenazaban la posiciór conseguida por las nuevas clases burguesas dominantes. Ello debería canse· guirse mediante un matrimonio concertado entre las dos ramas de la farnili. reinante. Un primer intento se había frustrado en 1847 cuando Isabel II ne contrajo matrimonio con el conde de Monremolín, como algunos moderado: proponían, sino con otro primo suyo, Francisco de Asís de Barbón. Sin ernbar go, tras el nacimiento de la Princesa de Asturias, se reanudaron los proyecto: de enlace entre las dos ramas. Por último, el nacimiento de un heredero varón el príncipe Alfonso en 1857, hacía imposible este tipo de solución. Esto preci

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pitó, sin duda, la sublevación armada. En este sentido, resulta difícil precisar qué tipo de "fusión" había acordado el general Ortega con el pretendiente carlista puesto que todo debía pasar por la renuncia de Isabel II no sólo a sus derechos sino, sobre todo, a los de su hijo recién nacido. En cualquier caso y con estos antecedentes, ¿fue verdaderamente tan disparatada como acción militar la sublevación de Ortega? Probablemente lo que más pesó en su contra fue aquello que más podía haberla favorecido: la Guerra de África. El intento de alzamiento de una parte del ejército contra el gobierno legítimamente constituido precisamente cuando el país se hallaba envuelto en una guerra exterior era, desde el punto de vista· militar, un acierto pero desde el punto de vista político, fue considerado como una vergonzosa traición contra la Patria. Los sucesos de La Rápita acaecieron, además, inmediatamente después de las fulgurantes victorias de O'Donnell en Marruecos, lo cual al tiempo que convertía a este en un auténtico héroe nacional, desprestigió más aún, por contraste, la actuación del general Ortega. En resumen, en este desgraciado episodio en el que los móviles y designios principales siguen sin haberse aclarado más de siglo y medio después, todo parece confabularse, además, para descargar sobre nuestro paisano la imagen de un militar vil, torpe y desgraciado. Veremos, por último, que pese a todo, el primero de estos adjetivos no forma parte de la visión que Galdós tiene de Ortega.

3.2.3.- Texto III En lo que a la secuencia de los acontecimientos históricos respecta, los capítulos XXVIII y XXIX cierran el argumento de la novela. El XXX da fin a Carlos VI en La Rápita narrando la huida de Confusio y Donara a través de los arrozales del delta del Ebro perseguidos por el arcipreste de Ulldecona. El fragmento que ahora comento, sacado del capítulo XXVIII, cuenta el apresamiento y reclusión del conde de Montemolín y de su hermano, después de haber permanecido durante unos días escondidos por sus partidarios en el Maestrazgo. Por último, en el capítulo XXIX se describe, a través de referencias indirectas, la renuncia del pretendient~ carlista a sus supuestos derechos al trono de España. Desde un punto de vista histórico éstos son los hechos más trascendentales de la obra, puesto que la renuncia formal de Carlos (VI) a sus aspiraciones suponía el mayor golpe posible para las pretensiones políticas del carlismo y, a la vez, un refuerzo enorme e inesperado de la legitimidad del gobierno liberal



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en esa larguísima partida de ajedrez que fueron las guerras carlistas en el siglo XIX. Estamos, por lo tanto, ante el verdadero acontecimiento histórico, la razón última que explica que Galdós haya trasladado la acción de sus episodios a tierras catalanas. Fijémonos, por lo tanto, con especial detenimienro en la forma como enfoca el escritor este momento. Queda claro que, desde un punto de vista literario, a Galdós le interesa enfrentar a los dos protagonistas de la intentona golpista: por un lado, el responsable militar, el general Ortega; por otro, el responsable político, Carlos (VI). Para establecer esa comparación, Galdós presenta al narrador, Confusio, preguntándose por los pensamientos de quienes habían sido testigos del fusilamiento del militar sublevado. Por un lado, imagina lo que pasa por la cabeza de la gente de la calle que ve a los presos; por otro, lo que debía de ocupar la mente de los pretendientes en el momento en el que su aventura acaba de llegar a su. fin. En primer lugar, a través de los supuestos pensamientos de fa gente de Tortosa, Galdós presenta al conde de Montemolín y a su hermano de forma muy parecida a como había presentado anteriormente al propio Ortega preocupados por los aspectos más externos de la existencia, fundamentalmente la ropa, la comida y el alojamiento. También se permite una crítica muy similar a la que había hecho sobre Ortega: 11 ••• estaban mal de ropa. Peor estaban de entendimiento ... 11• Así pues, Ortega y Montemolín muestran personalidades muy similares y, sin embargo, la comparación entre ambos sirve para resalrai una diferencia esencial entre ellos: a uno -Orrega-, la muerte lo redime; a lo! otros -Carlos y Fernando- los deja en ridículo su falta profunda de dignidad "[Cuánto más hermoso y más grande el aventurero castigado que el falso Re) sin majestad ni corona, pues ni aun la del martirio ha sabido conquistar!". Har sobrevivido ese "pobre señor y su hermano" y, en cambio, el "caballero que sabe morir por una idea, o por un error" ni siquiera ocupa un momento sus pensa· miemos. Por eso, esta dura crítica final al pretendiente carlista queda resalta· da, además, por la propia estructura del texto: a la pregunta inicial "¿Qué pen· sarían?" Confusio responde irónicamente: "El que en pensamiento no les visitaba era Ortega. Oí que ni una sola vez preguntaron por él". Galdós concluye, pues, en estos capítulos finales de Carlos VI en La Rápita con una visión del general Ortega en la que lo que destaca, más allá de su trai ción o de su fracaso, es el hecho de haber sido capaz de mantener su dignidac personal aceptando la muerte sin renunciar a sus convicciones y sin delatar : los que habían participado junto a él en el intento de golpe de estado. Y esn percepción en buena medida positiva o, al menos, respetuosa del principal res

arique GaJé Casajús •

ponsable militar de la intentona golpista, tiene una importancia especial viniendo de quien viene, puesto que el autor de estas líneas -recordémoslo de nuevo- era un intelectual de izquierdas cuyas ideas políticas se hallaban radicalmente opuestas a las que había defendido con su vida el general raustano D. Jaime Ortega y O lleta. Notas l.- El principal

estudio de detalle sobre la vida del general Ortega fue llevado a cabo por Paloma Mayordomo: "Jaime Ortega a secas". Mtterte y sepnltnr« de 1111 general, Grupo Municipal Socialista de Tausre, Zaragoza, 1993. En su origen, el libro fue el resultado, de un trabajo de investigación para un curso de la Facultad de Ciencias de la Información. Tal vez por ello, en su conjunto, la investigación se resiente de una notable falta de rigor crícíco por lo que a la inrerpretación de los hechos históricos se refiere. Pese a todo, sigue siendo, con mucho, el mejor y más detallado acercamiento que existe en estos momentos a la personalidad del general y a él le deben las siguientes páginas la mayor parte de los datos biográficos. 2.- La bibliografía sobre Galdós es ingente y estaría fuera de lugar entrar aquí en precisiones. Para una puesta al día de la cuestión remito al capítulo 8 del Primer suplemento del tomo 5, Romanticismoy Realismo, de la Historia y Crítica de la Literatura Española, Barcelona, Crítica, 1994, en el que el profesor]. W. Kronik recogía lo más novedoso de la aportación crítica galdosiana durante los diez años anteriores. Para fechas posteriores pueden consultarse los Anales Galdosianos que vienen publicándose anualmente sin interrupción desde 1966. 3 .- Así, por ejemplo, H. Bloom: El canon occidental, Anagrama, Barcelona, 2001, sólo incluye a Bécquer, "Clarín" y Galdós. 4 .- El mejor estudio de conjunto sobre los Episodios Nacionales de Galdóssigue siendo el ya clásico Hans Hinrerhauser: Los EtusodiosNacionales de Benito Pérez Galdós, Gredas, Madrid, 1963. Entre las relecruras modernas de los Episodios pueden citarse D. F. Urey: The Novel Histories of Galdos, Princeton University Press, Princeron, 1989 y B. ]. Dendle: The Early Historical Nouels, University of Missouri Press, Columbia, 1986. 5 .- ]. Rodríguez Puérrolas: 'frajalgar, Cátedra, Madrid, 1984, ps. 11-12. 6 .- ]. W. Kronik: o. c., p. 298. 7 .- "La noche del estreno más de cinco mil personas acompañaron al auror tumultuariamente al terminar la representación, dándole vivas mezclados con mueras al clericalismo y con la expresión a voces de opiniones subversivas y de incitaciones a la quema de iglesias." A. Regalado: Benito Pérez Galdósy la Novela Histórica Española: 1868-1912, Ínsula, Madrid, 1966, p. 340. 8 .- Los daros biográficos sobre Galdós los romo de Pedro Orriz Armengol: Vida de Galdós, Barcelona, Crítica, 1998. El pensamiento político del autor y su actividad parlamentaria han sido recientemente objeto de detalladas investigaciones por parce de D. Estébanez Calderón y, para el periodo más cercano a los Episodios que nos ocupan, Víctor Fuenres: Galdós demócratay repubíicano (Escritos y discursos 1907-1913), Universidad de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, 1982. 9 .- Esta afirmación general se refiere aquí, tansolo, al hecho objetivo de que el general Ortega fue fusilado por pretender entronizar mediante un golpe de estado al pretendiente carlista. Sobre las ideas políticas de Ortega y el verdadero sentido de los sucesos de La Rápita habremos de volver más adelante con mayor detenimiento. 10 .- Todos los datos que aporto a continuación provienen de los registros de bautizados y de matrimonios de la parroquia de Tauste. Deseo agradecer al párroco de Sama María, D. José Ignacio Longás, su amabilidad al permitirme y facilitarme el acceso a los libros. También debo



El gener

hacer constar aquí una mención al ímprobo y desinteresado trabajo de D. Manuel Montolar cuyos índices de registro de los.libros de baurizados desde el siglo XVIII representan una ayuds impagable para la consulra. 11 .- De acuerdo con la Gran Enciclopedia Aragonesa (G,E.A.), romo 14, "Ortega, linaje d< los", la rama gallurana de esta familia infanzona está documentada desde 1773. Todavía se con· serva en Gallur la casa familiar de los Ortega, sobre la que luce el escudo de la familia, similar por otra parte, al que se colocó sobre el panteón familiar de los Ortega-Ollera en la Parroquia dr Tauste, vd. Anexo IVa. A este respecto, debo puntualizar que nada tienen que ver las armas fami liares que ostentan esos escudos con las que la G.E.A. describe en el citado artículo. 12 .- Libro de lv!atrimonios, tomo 9, f. 213r. Él contaba con 28 años y ella con 27. Ambo eran ya huérfanos. La urilización del oratorio privado de la familia para celebrar la ceremonia e un buen índice de la categoría social de la familia de la desposada. Años después, el matrimo nio entre la hermana del general, Buenaventura Ortega, y su primo hermano Jaime Ollera tarn bién tuvo lugar en esa misma capilla particular: Libro de matrimonios, t. 11, f. 65v.-66r. 13 .- Este Tomás Ortega fue también militar y era ayudante de su primo el general duran ce la intentona golpista de San Carlos de La Rápita. Fue detenido durante la huida pero pudi acogerse a la amnistía promulgada por la reina poco después del fusilamiento del cabecilla. 14· .- Segú.n G.B.A., torno 14, "Ollera, linaje de los", esta familia infanzona es conocid: en Tauste desde 1615. Precisamente ese año,Juan de Ollera incoó un proceso de infanzonía ant. los tribunales del Reino de Aragón que se conserva en el Archivo Histórico de la Provincia d< Zaragoza (A.H.P.Z.), legajo 284-2, según dio a conocer M. J. Berraondo: "Infanzones de la Cinco Villas", Snessetania, 11, 1990, pg. 50. No obstante, en los Q11inq11e libri, t. 3, f. 63v. de 1: Parroquia de Santa María de Tauste hay constancia del nacimiento de Pedro Matheo, "hijo d. Pedro de Ulleta", el 21 de septiembre de 1579. 15 .- Este claro, como muchos de los que vienen a continuación, están tomados de la ree dición que D. Francisco Gutiérrez Lasanra hizo de Basilio Iturri de Roncal: Historia de Ntrestr. Señora de Sancho-Abarca, Zaragoza, 1978. Los cargos de teniente corregidor y regidor perpetuo S• corresponden aproximadamente con los de alcalde y concejal en la organización municipal actual 16 .- De acuerdo con las Constituciones de la Cofrarernidad de Esclavos de Marf Santísima de Sancho-Abarca, de 1765, se instituye que "será siempre Esclavo mayor e Racionero a quien tocare por turno hacer la fiesta aquel año; y que se nombrarán do Mayordomos seculares, que serán siempre de los sugeros distinguidos y de representación en e pueblo", o.e., p. 7 5. En este sentido, la lista de esclavos de la Virgen sirve como documento n sólo de las inquietudes religiosas de sus miembros sino también de las preeminencias sociale en el Tauste de la época. En dicha lista, que se recoge en la Historia a continuación, figura: corno mayordomos, en los años anteriores al nacimienro de D. Jaime Ortega, Joaquín Ollera e: 1772, Isidro Ollera, abuelo del general, en 1775 y 1789 y Jaime Ollera, tío, en 1810 y com Esclavo Mayorpropiamence dicho, Juan José O lleta, racionero de 1774 y Jaime O lleca, de 177: y 1796. 17 .- Gracias al denodado interés y la precisión crítica de D. Miguel Angel Pallarés con tamos hoy con una magnífica edición y un profundo comentario de la Carta de Población d Tauste en "Territorio y sociedad: La carta de población de Tauste de 1138", Tauste~JZ m historia Actas de las l]ornadas Sobre la Historia de Tauste. 13 al 17 de Diciembre de 1999, Tauste, Patronar de la Casa de Cultura. ps. 62-103. No era éste su primer acercamiento a este documento fon dacional de nuestra villa pues este investigador taustano ya había publicado con anteriorida "La carra de población de Tausre y la frontera navarro-aragonesa a la muerte de Alfonso I ( Batallador", Aragón en la Edad Media: X-XI. Homenaje a. la ProfesoraEmérita María Luisa Ledesm Rubio, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1993, ps. 683-703. 18 .- Por ejemplo, en el pergamino 33-4 del A.H.P.Z, que recoge un acuerdo arbitre sobre mugas y pastos firmado el 12 de enero de 1488 entre Tauste y Novillas, figuran como tes

'nrique G:.dé Cnsnjús •

rigos Sancho Frontín, jurado de Tausre, y Miguel Fronrín, vecino de la villa.

19 .- Miguel Ángel Pallarés: "la Gabardilla y Mira, en Tausre, hace quinientos años", Suessetania, 18, 1999, ps. 53-81. 20 .- José Antonio Fernández Oral: "La casa de Ganaderos de Tausre. Notas sobre su Historia Medieval y Moderna", Ta11Jte ... , ps. 136-137.

21 .- Irurri: Historia 22 .- Iturri: Historia 23 .- Irurri: Historia

, pg. 124. , pg. 10. , pg. 76. Figuran también en la lista de Mayordomos: Jacobo Giménez Frontín, en los años 1768, 1787 y 1789 y Miguel Jaime Frontín en 1774, 1788 y 1796. 24 .- Falleció en 1871, a los 87 años de edad, y sus restos fueron depositados en la cripta de los Ortega-Ollera. en la Parroquia.

25 .- Para analizar con detalle el complejo entramado de relaciones de parentesco entre los miembros de la familia del general Ortega, véase el árbol genealógico del Anexo la. 26 .- Iturri: Historia , pg. 149. 27 .- Iturri: Historia , pg. 162. 28 .- Hasta ahora la única información al respecto a la que he tenido acceso figura en la página web de la propia Universidad: www.mlizar.es/arra11q11e/historia.ht111l. 29 .- Los daros están tomados de Alicia Sánchez: Los presidentes de la Dipntacián Provincial de Zaragoza (1813-1999), Zaragoza, Diputación Provincial de Zaragoza, 1999. 30 .- A. Pirala: Historia Contemporánea. Desde 1843 hasta la concinsián de la actual guerra civil. II, Madrid, Imprenta y Fundición Manuel Tello, 1876, p. 494. 31 .- P. Mayordomo:]aime Ortega ... , pg. 14. Por arra parte, en ese gran fresco histórico que son los Episodios Nacionales de Galdós no podía falrar tampoco alguna mención al papel desempeñado en la política nacional por esre militar de Brea de Aragón. En efecto, en el quinto episodio de la Segunda Serie, titulado 7 defnlio, aparece el general López Ballesteros durante uno de los hechos de armas del Trienio Liberal defendiendo el régimen constitucional contra una sublevación absolutista. Aunque su actuación polírica fue muy discutida en su momento, ese apoyo a los movimientos anti-absolutistas le obligaron a emigrar en 1823 y, muerto en el exilio de París en 1833, su recuerdo mantenía cierro prestigio en los círculos liberales. Vd. G.E.A., como 12, "Lopez Ballesteros, Francisco".

32 .- P. Mayordomo:}ai111eOrtega ... , ps. 14-17. 33 .- En 1843 Ortega publicó un duro manifiesto antiesparterista en Zaragoza, lo que hizo que los progresistas zaragozanos rodearan su casa con intención de lincharle. Nuestro paisano, sin inmutarse, salió de su casa y, encarándose con la muchedumbre, le esperó: "Supongo que no os habréis reunido 4.000 aragoneses para asesinar a uno solo. Yo estoy a disposición del que quiera batirse conmigo, frente a frente y en buena lid". Tal bravata impactó, al parecer, en los manifestantes, que le dejaron salir sin más de Zaragoza. A continuación, Ortega levantó partidas populares en distintos pueblos de Aragón con las cuales regresó a poner sirio a Zaragoza, que finalmente se vio obligada a aceptar el cambio de gobierno en la nación.

34 .- Incluso la familia política del general parece haber iniciado a partir de su muerte la diáspora. Así, los daros que obran en la Parroquia permiten precisar que hacia 1920 no quedaba ningún miembro de la familia Ortega-Ollera en nuestra localidad. Por el contrario, ya para entonces Ramón Brased, esposo de una de sus primas, Rafaela Ollera, había ejercido de fiscal en Sevilla y una de sus sobrinas, Felisa Ollera, había muerto en Córdoba, tal y como rezan sus respectivas lápidas, que se conservan en la cripta familiar. Vd. al respecto el Anexo ll. 36 .- Entre las últimas palabras que el general Ortega remire a su familia hay apuntes que tienen que ver, precisamente, con las previsibles dificultades que, para este proyectado matrimonio, van a surgir tras su degradación y procesamiento. P. Mayordomo:Jaime Ortega ... , pg. 65.

-

El cenera

37 .- Esca última información me ha sido suministrada por varias personas de cierta eda, que conocieron directamente a esa persona, entre ellas mi propio padre, D. Enrique Galé Ansé 38 .- Este panteón caneaba, con anterioridad a la última reforma de la Parroquia, con u¡ acceso desde la capilla lacera! derecha del alear mayor. Sobre la puerca lucía el mármol con la escudos de las familias Ortega y Ollera que abara se guarda en la parre interior del Muse Parroquial. En la cripta, actualmente en muy mal estado, se conservan varios encerramiento que contienen urnas cinerarias. El panteón se concibió en su origen para acoger los restos d muchas más personas pero los últimos nichos urilizados lo fueron a principios del siglo X}: Posteriormente, tal vez al desmantelarse el cementerio de Santa Bárbara, se llevaron allí los res ros de los encerramientos de otros miembros de la familia, que en estos momentos dan al con junto un aspecto lamentable. En el Anexo II recojo los daros básicos que se pueden extraer de análisis de las lápidas que allí se conservan. En el Anexo IV incluyo también algunas fotografl as que pueden servir para dar una idea del estado actual y contenido de la cripta. 39 .- No puedo pasar por aleo aquí un detalle que no por anecdótico deja de ser signif carivo. En el libro de bautizos de la Parroquia figuran los nombres completos de cada uno d los rausranos del siglo XIX. Casi la totalidad de ellos tienen, como máximo, dos nombres d pila. Los sobr:inos de Ortega, en cambio, acumulan un número verdaderamente sorprendente d nombres de pila, que, además, parecen aumencar en relación con el ascenso en la graduación d su cío. Así, Mª. Guadalupe Ortega y Ortega, ahijada del general, que en 1846, año del baur. zo, era coronel, tiene seis nombres. Su hermana Adelaida, nacida en 1856, cuando su tío ya er general, amontona en su partida de bautismo nada menos que siete nombres diferentes. Ve Anexo fa. 40 .- Las Guerras Carlistas XIX cuentan con una bibliografía resumen que sigue a continuación Historia de Espmia, XXXIV - La Calpe, Madrid, 1981.

por su trascendencia social y política en la España del sigl ingence gue escapa al interés de este trabajo. Para el mínim me he servido de la prestigiosa R. Menéndez Pida! (fund. era isabelina y el sexenio revolucionario ( 1834-1874)-, Espasr

41 .- Para seguir con más claridad y detalle los intereses personales en conflicto, véase Anexo lb.

1

42 .- Por supuesto, son muchos los Episodios Nacionales de Galdós que reflejan estos enfrer rarnienros civiles, comenzando por Un faccioso más y algnnos frailesmenos, el último episodio de. segunda serie. En la tercera serie, sobre codo, la mayoría giran en romo a episodios irnporran« de la Primera Guerra Carlista: Znmalacdrregni, Lrabana, La camjJalia del Maest1-azgo o Vergara. 43 .- Según P. Mayordomo:Jaime Ortega .. e , pg. 14, Ortega obtuvo la Cruz de la Real Militar Orden de San Fernando de lª clase por sus acciones en esca guerra y, en concreto, ur medalla de distinción por su participación en la coma de Canravieja en 1836, uno de los beche de armas más meritorios en la sangrienta pugna que mantuvo el ejército "cristino" contra 1: tropas de Cabrera. 44 .- Para los daros que recojo a continuación remito al conjunto de la obra de Mayordomo que, en este aspecto, traza una panorámica muy completa de la trayectoria "prof sional" del general Ortega. 45 .- Sobre el papel político de Ortega A. Pirala, Historia ... , pg. 495, escribía quim años después de su muerte: "No dejó de ser considerado como una de los diputados más infh yentes." 46 .- Aplicando el concepto de sufragio censirario, es decir, la selección de los elector' de acuerdo con criterios fundamentalmente económicos, "si con la ley electoral de 1837 el cue po de ".orantes ascendía a 637.000 personas en 1844, la ley de 1846 los dejó reducidos 99.000." Julio Aróstegui: "Un nuevo sistema político", Historia de Espaiia. Tomo 9: Crisis a A11tig110 Régimen. De Cadas IV a Isabel II, Historia 16, Madrid, 1976, pg. 61.

47 .- A. Pi rala: Historia ... , pg. 495: Jaime Orcega se presentó con sus tropas frente a Zaragoza "ostentando las insignias de coronel, cuyo empleo le confirió el ministerio, aunque ni capitán había sido; pero era preciso premiar el movimiento que el aforcunado joven inició." 48 .- Menéndez Pida!: Historia ... , p. 135. 49 .- Utilizo como texto base Benito Pérez Galdós: Carlos VI en La Rápita, Librería y Casa Editorial Hernando S.A., Madrid, 1941. La primera edición de la novela data de principios de 1905. 50 .- "Carlos VI en la Rápita ne figure pas parmi les plus connus ni parmi les meilleurs des Episodios Nacionales", en R. Ricard: "Pour un Cinquanrenaire. Srructure et inspiration de Carlos VI en La Rápita", Bulletin Hispanique, LVII (1955), pg. 70. 51 .- Ortiz Armengol: Vida de Galdós , p. 621 resume así la tarea creativa de Galdós: "La avenrura está bien explicada por Pirata. Galdós pudo añadir a ello unas cartas del general Orcega que le proporcionaron unos dcsccndienres del infeliz general". Galdós utiliza, además de la Historia de Pirala, las versiones de los hechos publicadas en algunos de los periódicos de la época. 52 .- G. Ribbans: "¿Historia novelada o novela histórica? Las diversas estrategias del tratamiento de la historia de las Novelas contemporáneas y los Episodios Nacionales", en P. Bly (ed.): Galdós y la historia, Ottawa Hispanic Srudies, 1, Dovehouse Edirions Canada, 1988, Ottawa, p. 171. 53 .- Por falta de tiempo, este aparrado no pudo ser desarrollado en la charla original que intenta reproducir este artículo, por lo canto, las líneas que siguen son originales. Incluyo los rextos comentados en el Anexo III. 54 .- Recuérdese que en 1902 el éxito de Electra se había basado, sobre codo, en la crítica clerical. También en este sentido serviría de referente para comprender el pensamiento de Galdós Ja comparación entre este personaje y el del cura Nazarín, protagonista de la novela homónima, de 1895. 55 .- En concreto, la Historia de Pirala y las noticias recogidas por los periódicos de la época como La Esperanza, La Época, El Clamor, El Diario Español, La España o El Correo. 56 .- A. Pirata: Historia ... , pg. 494. En concreto su padre, D. Ramón Ortega y Terrer había incoado un proceso de infanzonía ante la Real Audiencia de Aragón en 1818, según consta en M. J. Berraondo: "lnfanzones ... ", pg. 50.

ANEXOS 1.- ÁRBOLES GENEALÓGICOS Ja.- La Familia del General Ortega lb.- El Conflicto sucesorio a la muerte de Fernando VII JI.- CRIPTA DE LOS ORTEGA-OLLETA

III.- TEXTOS DE CARLOS VI EN LA RÁPITA IV.- FOTOGRAFÍAS

nriquc

Galé

Casajús

Anexo la: Árbol Genealógico del General Ortega

>

~ ~

.....

ÁRBOL GENEALÓGICO DEL GENERAL ORTEGA

f

JAJME OLLETA VENT

EULALIA SÁNCHEZ DEL CASTELLAR

JACOBO XIMÉNEZ-FRONTÍN

ANDRESA

1

1

FRANCISCO ORlEGA

RAMÓN

2611V/1814

ORTEGA . (m. 1855)

1

1

1

TOMÁS ORlEGA

ADELA IDA JOSEflNA RAMONA FRANCISCA SEBASTIANA MICAELA TO MASA (n. 1856)

1845

FRANCISCA OLLETA (1784-1871)

EULALIA CATALINA

1

M'. FRANCISCA

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MARÍA GUADALUPE EL VIRA RAMONA FRANCISCA DE PAULA (n 1846)

JAIME ORTEGA (1817-1860)

FRANCISCA GIRALDOS

BUENAVENTURA M". DEL CARMEN (1863)

Conde de San Simón --(ni. 1865)

JULIA ANTONIA FRANCISCA MODESTA (n. 1842)

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(m. 1852)

PEDRO 'RAFAEIA RAMÓN NOLASCO (1823-1893)-- BllASED (1822-19(){)) (m. 1889)

JAJMERAMÓNTOMÁS -Rectorde la Universidad -

(1847) 1

(l818-r68)

1 LUIS de SAN SIMÓN

~ ~º' JAIME (n. 1787)

(1820-1909)

JAIME LEOPOLDO CRISÓSTOMO (n. 1841)

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o

VICENTA CATALINA (n 1817)

BALLESTEROS

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MARIANO MARIANA VERATÓN

JULIA RAMONA FRANCISCA DE PAULA (n. 1926)

DE PAULA (n. 1815) LUIS MARÍA MANUEL RAMÓN (n.1850)

JUANA

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ISIDRO -----------.------- FRANCISCA

1

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MARJANA ELENA FRA.NCBCA (1848-1897)

1 FEllSA RAMONA VENTURA. (1849-1919)

JAIME SANCHO (n. 1852)

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Anexo lb: El problema sucesorio tras la muerte de Fernando VII

(1)

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EL PROBLEMA SUCESORIO ESPAÑOL EN EL SIGLO XIX CARLOS IV

1 FERNANDO VII

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MARÍALUISA DEPARMA

1 MARÍA CRISTINA DENÁPOLES

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1 CARLOS(v,) ·MÁRÍA ISIDRO

(m. 1833)

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~ MARÍA FRANCISCA DEBRAGANZA . ·

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1 JUAN (III)

1 FERNANDO

1 MARÍA LUISA

ISABEL 11 (1845)

1

FERNANDA

1

ALFONSO XII (n. 1857) 1 1 1 JUAN CARLOS 1

FRANCISCO DE ASÍS DEBORBÓN

CARLOS (VI) __ Conde deMontemolln

CAROLINA DE NÁPOLES

1

ISABET~ (n. 1851)

CARLOS (V ll)

Anexo II.- Cripta de los Ortega-Olleta

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Entrando a mano izquierda

1

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j_ l j_ j_ j_ ,,, l .

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1.- Mariana Veratón y Maricbalar (tl852) 2.- Francisca Ollera Fromín (t 1871) 3.- Ramón Ortega (t 1855)

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Entrando a mano derecha

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1

4.- General Ortega 5 .- Rafaela Ollera y Veratón (t 1893) 6.- M.I.S. Jacobo Ollera Veratón Rector Universidad de Zaragoza (tl868) 7 .- Ramón Brased

Figuran en blanco los nichos sin ocupar

Fiscal jubilado de la Audiencia de Sevilla (t 1889)

En el suelo, procedentes de enterramientos anteriores (También se encuentran allí los féretros correspondientes, en muy malas condiciones): VENTURA ORTEGA Y OLLETA, VIUDA DE OLLETA, EXMO. SR. D. PEDRO OLLETA VERATÓN,

t 29/XI/09 - 89 AÑOS

t 14/IIl/1900

FELISA OLLETA Y ORTEGA, EN CÓRDOBA,

t 28/XII/19-

MARIANA OLLETA Y ORTEGA, LÁPIDA BLANCA,

72 AÑOS

t 5/I/1897

Inscripción en la lápida del general Ortega: EXMO. SR. D. JAIME ORTEGA Y OLLETA, CABALLERO DE LA ORDEN DE CALATRAVA, DE LA GRAN CRUZ DE ISABEL LA CATÓLICA, DE LA DEL CRISTO DE PORTUGAL Y CONDECORADO CON LA CRUZ LAUREADA DE SAN FERNANDO Y OTRAS POR MÉRITO DE GUERRA. DIPUTADO A CORTES EN 10 LEGISLATURAS Y CAPITÁN GENERAL DE MALLORCA. FALLECIÓ A LOS 43 AÑOS EN 1860.

Anexo 111: Textos l.- Capítulo XX, pgs. 196-198:

Opinión de un jefe carlista sobre el pronunciamiento - ¿Qué menos pueden hacerle a ese tarambana de Ortega que pegarle cuatro tiros? Figúrese usted que se plantó aquí con los batallones de la guarniciór que tenía en Palma de Mallorca; los embarcó como quien embarca sacos de almendras, sin decirles: "Vamos a esto; vamos a lo otro." ¿Qué había de suceder? Llegan a San Carlos a medianoche. ¿Él qué se creía? Que le esperaban aqu tropas sublevadas; que toda Cataluña estaba en armas, y que Madrid había dadc el grito ... Ni Madrid dio ningún gríto, ni aquí estábamos en pie de guerra, por· que no se preparan esas cosas como preparamos una merienda ¡rediez!. .. El que dio el grito fue Ortega al saber que O'Donnell había firmado la paz. Gritó Sálvese el que pueda, mientras las tropas que trajo gritaban: ¡Viva Isabel II! Er fin: ello fue, señor Confusio, el mayor desastre y la chiquillada más necia que se ha visto desde que hay facciones en el mundo ... Huyó don Jaime Ortega .. ¡Qué había de hacer el hombre! ... Hubiera sido Cabrera el desembarcante en ll Rápita, y yo le juro a usted que, aun viniendo solo, no habría tenido que esca par como un colegial travieso. Pero ese botarate, ese Orteguita, que se dej: engañar por los de la Romana, tal vez por algún comisionado de Francia, quiér sabe si por algún catacaldos venido de Madrid, y luego engaña él a su vez ton tamente a Montemolín, y lo hace venir de Marsella, ¿cómo pudo creer que lo leales de acá le íbamos a recibir armados y organizados? ... ¿Para qué, ridiez ¿Para que nos pudriéramos la sangre en esa Cataluña y en ese Aragón, y echá ramos el bofe sin resultado alguno? No puede ser ... ; con estos locos, ni puede ser ... La Causa, seguirá dormída y dormiremos hasta que suene la hora La trompeta que ha de tocar la hora está enfundada. -Bien -le dije-: muy santo y muy bueno que estén enfundadas la trompe ta y las armas; pero la humanidad, señor Arcipreste, no debe estarlo. No m negará usted que por la Causa condenan a muerte al desdichado Ortega. ¿Po qué, cuando el hombre salió azorado y huido, no le dieron ustedes escondit para que pudiera salvar Ía pelleja? Bien porque se cansara de la paradita, bien porque había de pensarlo ui poco antes de darme la respuesta, el Arcipreste me cogió del brazo y, silencio so me llevó por una calle torcida, de vulgares y pobres casas, hasta llegar a un de aspecto vetusto, con una puerta que había sido monumental y conservab ornamentos heráldicos ya carcomidos del tiempo. Allí se detuvo, y bajando 1

.oríque Galé Casajús •

voz, aunque nadie había en la calle que oírnos pudiera, me dijo: 11No tienen todos los locos y majaderos derecho a que se les ampare y se les libre de la muerte. ¿De dónde ha salido ese Ortega? ¿Dónde está su abolengo carlista? Nosotros no podíamos atender a su escondite, porque teníamos que mirar por otros majaderos de más cuenta, el Rey y su hermano, que tan sin tino se metieron en esta malandanza."

2.- Capítulo XXIV, pgs. 236-241: Huida y prisión del general Ortega Sigo observando y enterándome de todo: el Capitán se empeña en llevarme a ver el Castillo, que desarrolla su imponente grandeza en los altos de la ciudad. Me dejo llevar y querer, y en los baluartes, oficiales de distintas armas se nos unen ... Me cuentan el suceso de la Rápita, que aún no ha dejado de ser aquí diaria comidilla de todas las bocas. ¿De qué se ha de hablar, más que de la calaverada orteguista, del estúpido desenlace de aquel drama político, el peor aderezado y compuesto que nos ofrece nuestra Historia, primer teatro del mundo en sediciones y pronunciamientos? Reproduzco una noticia breve, fugaz nota recogida de un testigo presencial, Teniente del Provincial de Tarragona: "Salirnos de San Carlos. Ignorábamos adónde se nos llevaba. Esto fue el día 2. Hasta entonces nada sospechábamos, o, por mejor decir, ninguno de nosotros sacaba del corazón su vaga sospecha ... Habíamos visto dos tartanas que iban delante de las tropas, a regular distancia. Cuando el General a ellas se acercaba, se descubría con todo respeto y reverencia. Ya empezaba a correr un cierto run-run de boca en boca. Llegamos a un sitio llamado Coll de Creu, donde se hizo alto para comer ... Formamos pabellones, y los soldados se quitaron las mochilas. En la vanguardia se sirvió la comida al General y a cinco o seis personas más, debajo de unos árboles ... Yo no puedo referir lo que pasó ... Sólo diré que en nuestro batallón corrió de punta a punta una ráfaga de luz, de inspiración; nos pusimos todos en pie, abandonando las raciones; sonó toque de llamada; los soldados echaron mano a las mochilas. Nuestro Teniente Coronel nos habló a gritos: "[Hijos, vamos vendidos!. .. ¡Viva Isabel Il!11 Yo no sé lo que pasó, vuelvo a decir. Sé que algunos soldados señalaban una nube de polvo en que iba Ortega, con cuatro más, a galope tendido. Desaparecieron ... Los del Provincial de Lérida nos contaron luego que a los desconocidos caballeros de la tartana les cogió el pánico cuando estaban comiéndose un pavo, que llevaban entre papeles. Cada uno de ellos se arregló como pudo con un alón o pata, y comiendo iban cuando arreó disparada la tartana y se perdió también en nube de polvo."

No se abren las bocas más que para decir algo del desgraciado Ortega. Los que no hablan de su insensato alzamiento, hablan de su captura. A Ortega encontramos en la sopa y en la escudella, Ortega sale a relucir en toda charla de paseantes; Ortega en la sala y en la cocina. En la de Polonia estábamos, cuando entró a encender un cigarrillo en las brasas del fogón el Castrense don Jesús Porrela, y nos contó cómo había sido capturado el General en su fuga ... Tan ciegos estaban él y sus compañeros de locura, que en vez de correrse a la costa en busca de un falucho que les llevara mares adentro, se metieron en el corazón de España. No podían desechar la ilusión de que el país se sublevaba por la Causa. Soñaban con el levantamiento general, con Madrid convertido a la fe montemolinista. Siguiendo este fantasma, se internaban de pueblo en pueblo, camino de su perdición. El hijo del Conde de Sobradiel, ayudante de Ortega, era un valiente soñador que creía encontrar en cada pueblo lo que no encontraron en Tortosa ... Todo su afán era llegar a Aleo riza, donde contaban con fantásticos auxilios del Barón de la Linde ... Pero en Calanda se acabaron las ilusiones: los fugitivos chocaron con un alcalde que los reconoció y los puso debajo del recaudo de la Guardia Civil... Todo esto nos refirió el Capellán, que acabó abominando del carlismo como ciudadano consecuente que milita en la Unión Liberal y debe su posición a Posada Herrera. Pasa otro día, y se ensancha la esfera de mis amistades. Conozco y trato a sinnúmero de oficiales de la guarnición y de los batallones que en mal hora traje de Baleares Ortega. Este no tiene la cabeza buena, en concepto de muchos, y sólc así se explican sus inauditas rarezas y actos extravagantes. En Palma, cuandc preparaba la desatinada expedición, iba de taller en taller, vestido de paisano, con botas, vigilando la compostura del armamento. Pues al traerle prisionerc desde Calanda a Tortosa, Ios que le custodiaban sufrieron acerbas quejas y reproches del desgraciado General, irritado de las incomodidades inherentes a su triste situación. Pedía lo que no podían darle, y reclamaba lo que en aquellos míseros pueblos no existía. Es hombre de hábitos elegantes, hecho a los refinamientos del tocador. Le desesperaba el no poder mudarse de ropa. En Alcañiz pidié un traje negro de pana, y no hubo más remedio que hacérselo en breve tiempo. Vestir de negro, con botas altas de charol, guantes color lila, era un atavío muy del gusto de aquel hombre, a quien la conciencia de su buena figura y porte, y los éxitos sociales, inclinaban a la presunción. Temiendo un arrebato de locura o despecho, los guardianes del General ne le permitían afeitarse, con lo que movían mayores arrebatos de la presunción La idea de estar feo y poco galán sacaba de quicio al hombre tanto como le irritaba su fracaso militar y político. Pero aún hubo de ser más vivo el enojo del

trique Galé Casuiús

pobre Ortega cuando se le sirvió la comida sin cuchillos ni tenedores, que esto es de rigor tratándose de presos en quienes se supone con fundamento la demencia suicida. La porquería de comer con los dedos le sublevaba, ponía el grito en el cielo; clamaba contra sus verdugos; protestaba de su buena intención patriótica en la empresa frustrada, y decía: 11Yo haré saber a la Europa este bárbaro tratamiento que se da a un General español, por el hecho de querer traer a su Patria la paz definitiva. Yo no soy carlista, no soy absolutista ... ; quiero la fusión de las dos ramas, deseo ardiente de todo español honrado ... Yo defiendo la causa fusionista, y por ella moriré, si así lo quieren mis enemigos." ¡Infeliz hombre! Mimado de la sociedad y favorecido de las damas, su buena figura y sus relaciones no habían tenido poca parte en los fáciles adelantos de su carrera militar. Era un caso del señoritismo endiosado, que, desvanecido con los triunfos sociales, acaba por creerse un derecho y una fuerza. Fuerza ilusoria es, bomba de vidrio, fundida en salones y tertulias, y que al salir disparada de estas esferas se estrella en mil cascos contra el primer muro que encuentra. ¿Verdad, amigo Beramendi, que Ortega no esmás que una víctima del señoritisrno, y que éste debe ser atado con cintas de seda para que nunca intente salir de los dorados espacios de la frivolidad al campo de la acción? El risueño vecindario de Tortosa se entristece con la visión del próximo suplicio de Ortega. Empezó creyéndole criminal, y al fin le tiene por más merecedor del manicomio que del patíbulo. La execración y burlas injuriosas de los primeros días derivan rápidamente hacia la compasión. 3.- Capítulo XXVIII, pgs. 280-283: juicio del protagonista sobre el pretendiente

carlista

A un lado y otro, mujeres y hombres del pueblo contemplaban el paso de los hijos de don Carlos María Isidro. ¿Qué pensarían? Tal vez en la mente de todos revivía el trágico fin de Ortega, la figura del caballero que sabe morir por una idea, o por un error. ¡Cuánto más hermoso y más grande el aventurero castigado que el falso Rey sin majestad y sin corona, pues ni aún la del martirio ha sabido conquistar! El pueblo no pensaba sino que aquel pobre señor y su hermano estaban mal de ropa. Peor estaban de entendimiento ... Al fin, gracias a Dios, había concluido el oprobio del escondite. ¡Lo que habrían sufrido, teniendo que dormir en pajares, comiendo porquerías, y sin las satisfacciones que da la etiqueta a los que de ella disfrutan por el lado ancho! Pero, ya estaban alojados dignamente; ya iban a ocupar la vivienda que se les había prepa-



El¡¡en~

rado conforme a su rango elevadísimo. Poco tuvieron que andar por las calles; la Comandancia de Ingenieros, donde se les instaló, no estaba lejos. Nos contaron que nada falta allí de lo que puede hacer grata la existencia de Príncipes trashumantes. Verdad que se tapiaron puertas y se reforzaron ventanas y se pusieron centinelas en todos los costados del edificio, a fin de garantizar la seguridad de los presos. [Escaparse ellos! ¿Pará qué? ¿Y adónde habían de ir que estuvieran mejor? Ya sabían que no se les haría ningún daño y que la prisión, los cerrojos y guardias no eran más que aparato regio de comedia para mantenerles en su ilusión de testas coronadas. Cuando vieron la buena casa que tenían, ¡ay!, se llenaron de gozo, y preguntaron si había capilla. ¡Ya lo creo que había capilla! Y si no, ¡ay!, pronto se la habrían improvisado. Pidieron los serenísimos caballeros con gran fervor que se les dijera misa todos los días, pues llevaban mucho tiempo privados del consuelo religioso. ¡Pobrecitos! Y, coma Dios les quiere tanto, por ser Dios primer lema de su bandera, ¿qué menos hacer podía que visitarles a menudo? ... El que en pensamiento no les visitaba era Ortega. Oí que ni una sola vez preguntaron por él.

trique G;1Jé Casajús •

Anexo IV: Estado de la cripta familiar

Prupet:1it1a generald~ lacripta

Lápit/11 t!el Ge111:r't1Í Ortega



El gene 1 .....

1 ••

r

El Obispo J\lariano SNpert!Ía e11 Ta11s1epara mediaren /,,.me11ión comm1al.

Colti:riónMiguelA. Cortss

¿Lo que es del común no es de ningún? Los terrenos comunales de Tauste, 1850-1936 Alberto Sabio Alcutét

Estas páginas abordan la evolución de los montes comunales en Tauste y ahondan en las respuestas desarrolladas por los vecinos hasta la guerra civil. Y es que el estudio de los montes y baldíos es una pieza clave para entender las transformaciones de la sociedad rural. Eran una fuente de beneficios para los más ricos y un colchón de seguridad para los más pobres. No se aprovechaban de forma igualitaria, sino en función de las diferentes exigencias de cada explotación particular: lógicamente, necesitaron más pastos aquéllos que poseyeran mayor número de cabezas de ganado y más estiércol quienes tuvieran más tierras que abonar. Es decir, que el monte fue explotado con mayor o menor beneficio dependiendo de la propiedad privada poseída, por más que el acceso jurídico fuese igualitario. l. Orígenes y metodología El realengo facilitó la existencia de grandes extensiones de monte comunal en Cinco Villas. En territorio fronterizo con el antiguo reino de Navarra, la monarquía aragonesa siempre se mostró proclive a conceder privilegios a estos municipios, entre los cuales cabe destacar la cesión de grandes superficies de tierra. Entregados los terrenos a los ayuntamientos y a los vecinos en forma de comunales y bienes de propios, acabaron conformando extensos términos como Ejea, en torno a 60.000 hectáreas, o Tauste, casi 45.000. La razón de ser de unos bienes comunales tan extensos se remonta, pues, a las Cartas de Población de comienzos del siglo XII, es decir, a la conquista de tierras a los musulmanes por parte de los reinos cristianos. En concreto, en Cinco Villas, las tierras conquistadas por Alfonso I conllevaban casi siempre la calificación de "bienes de patrimonio común de sus habitantes". A cambio el Rey conservaba de antiguo derechos de herbaje en la Bardena. Así pues, con la excepción de algunos enclaves de propiedad señorial (Biota) y de unos pocos asentamientos pertenecientes a órdenes militares y eclesiásticas; el rasgo definitorio de la organización del terrazgo ha sido en Cinco Villas la importancia del municipio y del común de vecinos en la explotación y en la propiedad de la tierra, una característica que ha perdurado con fuerza hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, la condición de "Villas" no fue sino una prerrogativa real más para estimular el poblamiento y el arraigo vecinal en tierras de frontera. Únicamente escapaban al estricto criterio de la vecindad los patrimonios rústicos con alera foral. Quiere esto decir que en algunos montes de Cinco Villas existía mancomunidad de pastos entre municipios colindantes («derecho de condominio en los Montes», en expresión de los alcaldes, o alera foral, el tér-



¿Lo que

mino jurídico). medieval

En la legislación

disposiciones

foral aragonesa se encontraban

desde época

de este tipo con el fin de fomentar y favorecer la gana-

dería. En concreto, el fuero segundo daba cuenta del derecho de «alera foral», en virtud del cual los pueblos contiguos tenían entre sí mancomunidad de pastos, pudiendo los ganados de un pueblo pastar en los términos del otro de sol á sol y de eras á eras', excepto en los montes llamados «boalares». Un ejemplo: el monte 11Puy Argel" de Tauste tenía derecho de alera foral con la Bardena Baja

de Ejea. La alera foral fue deteriorándose a medida que se iba acentuando la presión sobre los montes. Poco a poco, los vecinos optaron por restringir el acceso de ganado foráneo a los comunales y los antiguos derechos se erosionaron de forma grave. Casi al final del tracto cronológico de nuestro estudio, en 1932, se multé a varios vecinos de Tauste por pastorear sin licencia en la «Bardena Baja» de E jea. Los vecinos justificaron sus derechos de pasto refugiándose en la alera foral El Ingeniero Forestal deducía desde Zaragoza que los vecinos de Tauste no podían ejercer este derecho en la Bardena por no tratarse de monte comunal sino de propios y por no lindar con ningún comunal de Tauste. Ante tales considera· ciones, los de Tauste interpusieron en mayo de 1932 recurso de alzada ante Ministro de Agricultura, Industria y Comercio, creyendo que la alera foral esta· ba por encima de las restricciones impuestas por la Administración Forestal' Pero el recurso no les sirvió de mucho, por cuanto en el año 1931-32 no habf pastos vecinales en los montes de Tauste; todos se habían adjudicado en subasta. No correspondía, por tanto, al alcalde de Tausté expedir licencias, sino qm debía hacerlo el rematante. Para tener validez habían de contemplarse ademá: «las condiciones correspondientes a los pastos de subasta y la oncena del de lo: pastos vecinales» y nada de eso se había cumplido.

e:

En teoría, seguía manteniéndose la alera foral, pero la infinidad de taus· tanos denunciados por pastar con sus ganados en montes de E jea atestigua qll( se había producido un gran vuelco en todo lo referido a esta servidumbre. En preciso que todo pastor llevara la guía correspondiente expedida por el alcaldy visada por el Ingeniero del Distrito Forestal: De no llevarla, se considerab: pastoreo fraudulento. Por lo demás, el ayuntamiento de Ejea no estaba dis puesto a aceptar la servidumbre de alera foral con Tauste «por faltarle el requi. sito esencial de reciprocidad» y por «no cumplirse las limitaciones establecida: en los fueros aragoneses». Con esta última expresión, los vecinos de Ejea que rían referirse al hecho de que los ganaderos de Tauste se internaban demasiad: en los montes de E jea, tanto como para no poder volver a hacer noche a su pue blo de origen:

berro Sabio Alcutén



"Dada la distancia según informaciones za el aprovechamiento

que separa al pueblo de Tauste de dicho

terreno que

son seis horas, eran distintas de aquéllas en que se auroripor alera foral"3

En definitiva, leyes pensadas para décadas anteriores se demostraron incapaces de frenar los nuevos imperativos económicos del primer tercio del siglo

XX. Por lo demás, conviene aclarar desde el principio algunas confusiones conceptuales: en primer lugar, que cuando se habla de baldíos se hace referencia a baldíos fiscales -lo que no quiere decir que no tuvieran aprovechamiento- y, segundo, que los "yermos" fueron a menudo una fórmula de ocultación de pastos y de riqueza forestal. Hechas estas salvedades, distinguiremos los montes según quiénes sean los titulares del dominio útil y directo (Estado, bien bajo forma del Ministerio de Hacienda o del de Fomento, municipios, otras entidades administrativas) y según sus usos preponderantes (comunales, propios, dehesas boyales ... ). El siguiente paso metodológico consiste en distinguir la forma cómo se llevaba a cabo el usufructo, gratuitamente (si se reunía la condición de vecindad) o previo pago. En teoría jurídica, los bienes de propios se distinguían de los comunes según se explotasen mediante arriendo o fueran aprovechados libre y gratuitamente por los vecinos. Lo que ocurre es que conviene flexibilizar bastante esta distinción, pues los ayuntamientos dispusieron del patrimonio de una u otra manera según fueran más o menos urgentes sus necesidades hacendísticas. No faltaron ejemplos de terrenos comunales que se arrendaban a ganaderos foráneos o casos en que el ayuntamiento vendía la madera extraída de ellos para sanear sus cuentas o para sufragar imprevistos. A efectos oficiales, seguían siendo comunales, pero su acceso había dejado de ser gratuito desde el momento en que los aprovechamientos se habían arrendado a particulares. Existía, por tanto, un desajuste entre la calificación del terreno y su uso. Solventar el problema de la indefinición jurídica de estos bienes requiere atender a la funcionalidad que tenían estas tierras para las haciendas locales (mantenimiento de la casa consistorial, del horno municipal, del maestro, de la carnicería, del boticario ... ). De hecho, si descendemos a la arena de lo ocurrido en remos que la distinción entre bienes comunales y bienes de jurídicamente seguía existiendo, resultaba en la práctica diendo de las necesidades financieras del ayuntamiento en cretas.

Tauste, observapropios, aunque borrosa, depencoyunturas con-

11

¿Lo que.

2. Los montes de Tauste y el impacto de la desamortización Si antes de la Ley Madoz (185_5) la Administración dejaba a los ayunta miemos que vendieran ocasionalmente sus bienes comunales (11desamortizació1 oficiosa"), con posterioridad a 1855 aquélla determinó la venta obligatoria d1 muchos de los patrimonios de los pueblos (1'desamortización oficial"), guiad: por necesidades hacendísticas y por el individualismo que impregna la cultun jurídica y el pensamiento económico del momento. El "huracán liberal" sacra lizaba la propiedad privada sobre la colectiva. Estamos, pues, ante el desman relamiento de buena parte de los bienes comunales por apuros hacendísticos disfrazados de criterios técnico-económicos apropiados para explotar la tierra. Por lo que hace a montes, lo más urgente fue confeccionar un "catastn forestal", es decir, una clasificación de los montes que debían ser exceptuados d la desamortización por revestir caracteres de interés general y de aquellos otro susceptibles de ser sacados a la venta, obviando con frecuencia las funciones qu el monte desempeñaba en la reproducción de las economías campesinas. El resultado de este trabajo, realizado en tiempo récord, fue l Clasificación General de Montes de 1859, donde el criterio para designar UI monte como exceptuado o vendible residía en la especie arbórea dominante e1 cada caso, siguiendo las pautas básicas de la ciencia forestal europea del perio do marcadas por los alemanes. Los montes cuyas especies dominantes fuera: abetos, acebos, alisos, abedules, enebros, pinabetes, pinsapos, pinos, sabinas tejos, hayas, castaños, robles, rebollos, quejigos y piornos pasaban a ser consi derados como exceptuados de la Desamortización. Los resultados para Taust fueron los siguientes: Cuadro l. Tauste, 1859. Montes vendibles según Clasificación de Montes Monte

Cabida (has.)

Especies forestales dominantes

Balsa del Castillo

1.141

Tomillo y esparto

Balsa Roya

659

Tomillo y esparto

La Bardena

793

Tomillo y esparto

Casa del Aval

444

Tomillo y esparto

Común de Novillos

3.000

Tomillo y aliaga

Corral de Tapias

465

Tomillo y esparto

Corralizas de Trasmonte

10.012 931 978 710 931

Tomillo y esparto

Cruz de los Ángeles Cueva Rabosera Esperandeo Hoya Salada

lberto Sabio Alcutén



Tomillo y esparto Tomillo y esparto Tomillo y esparto Tomillo y esparto

Las Horcas

537

Tomillo y esparto

Juan Andrés

229

Tomillo y esparto

Loma Gorda

271

Tomillo y esparto

Loma y Llano

206

Tomillo y esparto

Loma Roya

892

Tomillo y esparro

Lomas estajadas

266

Tomillo y esparto

El Llano

238

Tomillo y esparto

Navarro

468

Tomillo y esparto

Olivarere

556

Tomillo y esparto

Las Parideras

170

Tomillo y esparro

Puy Agudo

202

Tomillo-y esparto

Puy Tedero

1.070

Tomillo y esparto

La Regatilla

114

Tomillo y esparto

Santa Engracia

838

Tomillo y esparto

Socarrada primera

163

Tomillo y esparto

Socarrada segunda

186

Tomillo y esparto

Soto Alto

212

Tomillo y esparto

Soto Bajo

230

Tomillo y esparto

Tabernillas

387

Tomillo y esparto

La Tamariz

468

Tomillo y esparto

Val de Carean

329

Tomillo y esparto

Val Fondo

233

Tomillo y esparto

Val Mortera

838

Tomillo y esparto

Val de Las Muelas

139

Tomillo y esparto

Val Rodeos

305

Tomillo y romero

Tauste, 1859. Montes exceptuados de la Desamortización Monte

Cabida (has.)

Especies forestales dominantes

Monte Alto

15.000

Pino carrasco, encina y sabina

Monte Blanco

1.130

Pino carrasco y enebro

Fuente: Clasificación General de Montes de 1859 (*) Respetamos la transcripción toponímica efectuada por los ingenieros fores-

tales de la época. En Tauste, los montes exceptuados y vendibles que aparecen en la Clasificación de 1859 suman 45.741 Ha., cuando la actual superficie del término municipal apenas rebasa las 40.300 Ha. Lo mismo sucede en Murillo de Gallego, Ardisa, Puendeluna, El Frago, Santa Eulalia o Layana. Este desajuste por exceso tal vez deba ser explicado porque se atribuyeran a estos municipios

toda una serie de terrenos no ubicados dentro de los límites del pueblo, peri sobre los que los vecinos ejercían el derecho de alera foral. De 1862 data un nuevo Catálogo de Montes, consecuencia del Proveen de Ley de febrero de 1861 y de su núcleo programático. En este Catálogo s limitaron, por ahogos hacendísticos, los requisitos primordiales para que u: monte escapara a la venta: además de figurar entre los exceptuados de 1859 dependiendo de la especie dominante, tenía que alcanzar una superficie míni ma de al menos 100 hectáreas, computándose los terrenos forestales que dista ran entre sí menos de un kilómetro. Todos los montes cuya especie dominant no fuera pino, roble o haya, no tuvieran una extensión mínima de 100 hectá reas y no fueran de aprovechamiento común certificado por el gobierno pro vincial podían ser vendidos y este criterio, aunque con sucesivas rectificaciones permaneció vigente en lo sustancial hasta la posterior publicación del Catálog de Montes de Utilidad Pública en 1901. Los ahogos financieros de Haciend para hacer frente a la Deuda Pública estaban detrás de que el criterio de excep ción fuera más restrictivo. De sus resultados para Tauste da cuenta el cuadr siguiente: Cuadro 2. Tauste, 1862: Montes exceptuados de la venta según Carálog Monte aleo

15.000 has Pino carrasco y encina

Monte blanco (o Puyargez)

1.130 has

Pino carrasco y enebro

Fuente : Catálogo de 1862. Los pueblos, como veremos, intentaron tramitar solicitudes de excepció para los montes que considerasen oportunos. Para que el monte fuera librad de las ventas, el ayuntamiento debía presentar al Estado una certificación de 1 Diputación Provincial donde constara que no figuraba ningún dinero cobrad en concepto de arbitrio por montes sometidos a propios entre 1835 y 1855, sea, durante las dos décadas previas a la Desamortización de Madoz. Basrab con que esporádicamente un ayuntamiento hubiera recibido algún ingreso pe el monte -con vistas a solucionar, por ejemplo, alguna crisis coyuntural- pai que no fuera exceptuado. Por tanto, cobraba una importancia decisiva la di: tinción entre bienes comunales y bienes de propios que, como hemos comer tado, aunque jurídicamente seguía existiendo, resultaba en la práctica borros: La escasa diferencia práctica entre unos y otros pudo motivar que bienes cornr nales fueran vendidos como de propios, pero sobre todo dicha ambigüeda favoreció actitudes picarescas por parte de algunos ayuntamientos para salva guardar sus montes o al menos parte de ellos. Retomaremos esta cuestión en J parte final de este artículo.

Liberto Sabio Alcutén



De momento, es hora de adentramos en el análisis de las ventas de montes habidas en Taus te y propiciadas por las leyes desamortizadoras. Un dato contundente: fue vendido el 18% del término municipal, esto es, 8.240 hectáreas, pero sobre el papel salió a subasta aún mucho más. Cuadro 3. Montes vendidos a raíz de la Desamortización en los municipios de Tauste y Ejea, 1855-1875. Municipio

A

B

c

D

Ejea

58

4

54

55

10.665,4

1

36

29

8.240,4

2

E

Taus re 38 2 A= Número de monees aparecidos en la Clasificación de 1859

F

B= Número de monees considerados exceptuados, 1862 C= Número de montes considerados enajenables. D= Número de monees vendidos. Conviene tener en cuenta que algunos monees del Carálogo pudieron ser anunciados para su venta en porciones, fraccionados en varias fincas. Es lo que ocurre en los municipios de Ejea y de Sos, por poner ejemplos significativos. E= Total extensión vendida (en Has.) F= Número de orden entre los municipios de la provincia, según las hectáreas de monee vendidas.

Casi todos los montes se vendieron entre 1860 y 1862. De Los más de ocho millones de reales a que ascienden los remates en el partido de Ejea, casi la mitad (3.916.907 rs.) correspondieron a la cabecera comarcal. Ejea fue el municipio de la provincia donde se vendió por más dinero. En Tauste se enajenó por valor de 2.901.513 reales: ocupó el tercer puesto en el ranking provincial por dinero obtenido con sus montes y el segundo según las hectáreas vendidas. Los remates medios a las subastas resultaron elevados, pero venían causados más por lo extenso de sus montes (228,7 Ha.de media frente a las 148 Ha. en el conjunto de la provincia), que por la circunstancia de que el precio medio por hectárea vendida fuese particularmente alto. Es decir, que las cantidades a desembolsar se dispararon porque se trataba de superficies muy amplias, no tanto porque los precios por hectárea acusaran una tendencia al alza. Cuadro 4. Valor anunciado, remate final y precios por hectárea en los montes desamortizados en Ejea y Tauste, 1855-1875. (en rs.) Municipio

A

B

C

D

F

G

H

Ejea

1.782.213

1.782.213

3.916.907

167 367

220

1

82

Tauste

564.998

564.998

2.901.513

69

514

3

86

A= Valor de anuncio de todos los montes anunciados.

E 352

B= Valor de anuncio de todos los montes vendidos. C= Total de remate de los montes vendidos. D= Precio medio por hectárea en anuncio.

Indica a priori la calidad del monte.

E= Precio medie por hectárea en remate F = Porcentaje

de revalorización

en subasta (base igual a 100).

G= Número de orden del municipio vendidas.

en la provincia según el valor de remate de las fincas

H= Número de orden del municipio en la provincia según el precio medio de la hectárea de monte rematada.

Fuente: Elaboración propia a partir de B.O.V.B.N. y de Apéndices de E. MORENO (1991). Basta echar un vistazo a los Boletines Oficiales y, sobre todo, a las Ventas pasadas por los notarios, para comprobar gue las dehesas más pequeñas de Tauste obtuvieron los precios por hectárea más altos: fue el caso de Recuejos y Olivarete, por citar únicamente los ejemplos más patentes. Y es gue, en general, observamos gue las grandes superficies se cotizaron a la baja, o en otras palabras, gue los precios medios por hectárea descendieron conforme aumentaba el tamaño de las fincas. Por tanto, a la luz de los datos anteriores, no resulta descabellado concluir que para poder acceder a un precio por hectárea barato, había gue tener previsiblemente una situación económica muy descollante. El precio medio por hectárea podía ser bajo por la distancia del monte o dehesa al núcleo de población, por la calidad no excesivamente buena de las tierras o por tener algún tipo de servidumbres, pero sin duda también tenía gue ver con el propio funcionamiento de las leyes del mercado y las posiciones negociadoras de unos y otros. Cuadro 5. Precio medio por hectárea en distintas dehesas desamortizadas en Tauste, según su tamaño. Municipio

Monte

Extensión

Remate Rs/Ha

(Has.)

Tauste

Barden as

100.000

201

Tauste

Llano

497 356.

47.000

132

Tauste

Parideras

328

90.500

276

Tauste

Valfonda

316

84.000

266

Taus te

Puy Tedero

330

94.000

285

Tauste

Recuejos

53

56.000

1.064

Tauste

Olivarete

13

75.001

5.938

Fuente: B.O.V.B.N.

ierto Sabio Alcurén

Para explicar estos precios por hectárea tan dispares, convendrá detenernos en la forma concreta cómo se llevó a cabo la desamortización de estos montes, pues condicionará en buena medida los resultados posteriores. De entrada, se vendió a base de subastas. La tarea desamortizadora se consideraba algo consustancial a cualquier tentativa de cambio. Las propiedades colectivas o de manos muertas tendóan un empleo más dinámico y floreciente en posesión de particulares; el desarrollo agrícola, en una palabra, sólo sería posible sobre la base de difundir la propiedad privada. Fermín Caballero hablaba de «cáncer que corroe las entrañas» de la agricultura', al referirse a los terrenos comunes y concejiles. Todo se reducía, por tanto, a liberar las tierras de las ataduras que le impedían su entrada en los circuitos de mercado. Sin embargo, más allá de cualquier principio liberal, la venta de montes vino ocasionada principalmente por los problemas financieros del Estado, por la necesidad de allegar dinero fresco a las maltrechas arcas estatales y por la avidez de suministrar liquidez al erario público. A la obtención de ingresos no desdeñables provenientes de estas ventas, utilizados como balón de oxígeno para intentar desinflar la deuda pública, se unía el progresivo aumento del dinero recaudado vía ingresos fiscales, por cuanto a estos bienes desamortizados -anres fuera de todo gravamen- se les aplicaba su correspondiente carga impositiva. Junto .a este objetivo financiero, el otro deseo perseguido con la enajenación de montes se centraba en entregar estas tierras a quienes tuvieran medios para explotarlas. Había que crear una nueva propiedad conforme a los presupuestos teóricos y económicos del sistema liberal; es más, era el requisito imprescindible para consolidar el nuevo régimen. Esta innegable voluntad de vender explica la forma escogida de Desamortización a base de subastas. En Tauste, como en otras zonas de las Cinco Villas, ese mito de los «especuladores» que se hicieron de oro a raíz de la desamortización se acercaba más a la realidad que en cualquier otra comarca aragonesa. Al Estado, más preocupado P.Or su beneficio que por una política adecuada de redistribución de tierras, le interesaba dar publicidad a las subastas para asegurar la solvencia de los compradores. Y el mecanismo de subasta permitió a los compradores con posiciones económicas más desahogadas especular y maniobrar con testaferros dispuestos a rematar las pujas a cambio de una comisión, a veces el arrendamiento de la finca en cuestión. -Prororipos de testaferros serían Saturnino Castillo, de Agón, con una dehesa procedente de los propios de Tauste, o Manuel Monreal con un soto de Tauste, o Francisco Jover con un campo de propios también de Tauste5·

Algunos de ellos se anunciaron incluso en el Boletín Oficial de la Provincia como «agentes de negocios» que trabajaban a comisión. Todo un negocio puntero de la época. Además, en esas subastas salieron a puja montes con una dimensión media muy elevada. Y la tasación de esos terrenos fue demasiado alta para que los menos acomodados pudieran adquirir bienes, entre otras razones porque no se hicieron lotes de pequeñas superficies, accesibles a todos los bolsillos. La dimensión media de los montes y bienes de propios enajenados constituye una cuestión ciertamente no secundaria, que suministra las primeras indicaciones sobre los posibles beneficiarios. El pequeño campesinado de Tauste o de Ejea carecía de dinero para atreverse a pujar por unas parcelas tao grandes. En los pocos casos en que se partieron los montes para su venta, casi nunca lo hicieron en predios inferiores a 100 Has. A los ya de por sí importantes desembolsos exigidos había que añadir toda una serie de costes suplementarios (gastos de boletín, de subas ca, de escrimración ... ). Si las subastas, tras ser anunciadas en el Boletín Oficial, se celebraban en Madrid corno sucedió con algunas dehesas de la comarca-, las desventajas para los grupm locales peor conectados se agrandaban. En suma, los terrenos se vendieron en lote! grandes, cercenando así las posibilidades de buena parte de la población rural.6 De los párrafos anteriores cabe colegir ya quiénes fueron los protagonistas y los principales beneficiarios de estas ventas de montes. Por un lado, compraron los montes destacados miembros de la burguesía zaragozana y navarra corno Tomás Castellano', Eusebio Pons o la familia Ballarín. Foráneos tarnbiér a la comarca, aunque cercanos geográficamente, encontramos los casos de los tudelanos Cristóbal López y Joaquín Sagasti, que adquirieron extensas porciones de los propios de Tausre", Vernos, pues, que buena parte de las dehesas desamortizadas cayeron en manos de personajes que conformaron grandes latifundios privados ("corraliceros"), que a veces fueron revendidos y otras veces, al cabo de los años, entregados para el cultivo bajo distintas fórmulas contractuales previa división en lotes, alimentando así el proceso de campesinización. . Para la alta burguesía zaragozana estas tierras cincovillesas constituyeror un activo seguro, un valor refugio que apenas se erosionaba y probablemente también un colchón de seguridad para otras alternativas de inversión rná: arriesgadas. Por lo general estos compradores, que residían lejos de Tauste, se interesaron por las dehesas más extensas. Las ventas de montes dejaron hueco también a las apetencias de los grandes propietarios locales. La burguesía zaragozana no lo copó todo. Dejó paso, )

seno Sabio Alcutén -

no precisamente por generosidad, a los grupos de poder local: el taustano Angel Ramírez se apropió de montes por valor de 461.161 rs. y, sólo en Tausre, los hermanos Ollera privatizaron por valor de más de 300.000 rs., Ramón Lambea por 107.000 y José Vizarra por 91.000 rs. El mismo Angel Ramírez, factótum taustano, compró en Ejea las dehesas Juncaruela (416 has., 146.000 rs.) y Codera (125 has., 41.000 reales). En muchos casos, la inicial venta de estos montes no fue más que el punto de partida de toda una serie de intercambios fundiarios: una vez rematados, estos bienes entraron en un circuito habitual de reventas y traspasos, de cesiones e intermediaciones, muchas veces cuando apenas se habían comenzado a pagar los plazos. Se señalaron subrogaciones en favor de una nueva persona y los lotes cambiaron varias veces de manos por reventa. En estas operaciones se revendió a menudo parcelado, lo cual aumentaba los beneficios. Varias dehesas de Ejea, Luna o Tausre ofrecían en este sentido magníficas posibilidades. En Tauste, según indica el amillaramiento de 1851, toda propiedad nobiliaria se reducía a las casi 160 hectáreas que el Marqués de Vilueña, "señor de Canduero", tenía arrendadas a más de 10 colonos. Y a la presencia, casi simbólica, del Conde de Robres, perceptor de un censo. El mencionado señor de Canduero atrajo a campesinos para colonizar terrenos incultos a base de concederles el dominio útil de pequeñas explotaciones familiares. El marqués, como la mayor parte de los antiguos señores, conservó sus dominios, sólo que convertidos en propiedad burguesa por efecto de la propia ley. Cuadro 6. Estructura de la propiedad en Tauste (1851) Nº Prop.

%

Has.

%

Sin tierra

179

16,04

0,00

0,00

0-1 Has.

256

22,94

110,35

1,66

1-5 Has.

421

37,72

1.028,09

15,50

5-10 Has.

115

10,30

812,08

12,24

10-50 Has.

124

11,11

2.675,60

40,34

> 50 Has.

21

1,88

2.007 ,17

30,26

TOTAL

1.116

100,00

6.633,29

100,00

Fuente: A.H.P.Z., Secc. Hacienda, Libro de Amillaramiento nº 217. Tras la desamortización, en E jea y en Taus te se relanzó con fuerza la gran propiedad; por el contrario, la venta de propios y la desmembración del Señorío acarrearon en Sádaba y en Biota una importante fragmentación del paisaje par-

celario. En contraste con la mayor presencia de cotos redondos en E jea y Tausre, los resultados de la Desamortización no fueron tao perjudiciales para las clases bajas en Sádaba o Biota. Es cierto que también en Ejea o en Tauste se abrió un proceso de campesinización a base de rotur~ciones arbitrarias C'mcrdisquear'') o de reparto de suertes, pero el Registro de la Propiedad Expropiable, publicado en 1932 por el Instituto de Reforma Agraria, nos muestra que los propietarios con más de 200 hectáreas ocupaban en Ejea el 33% del término municipal y en Tauste nada menos que el 57% (con las familias Guallart, Urzaioqui, Sancho Brased y Sagasti como principales representantes, además de la Asociación de Ganaderos). Por lo que respecta a las consecuencias de la Desamortización sobre los usos del suelo, a corto plazo la explotación siguió siendo similar a la establecida por sus antiguos propietarios. Las tierras se privatizaron, hubo una transformación jurídica, pero no cambiaron los usos ganaderos predominantes del suelo. Dehesas, baldíos y ejidos continuaron usufructuándose, las más de las veces, en régimen de arrendamiento, a menudo como pastos de invernada para ganaderos pirenaicos y navarros. Sólo al cabo de los años, a comienzos del siglo XX, ya con nueva maquinaria y con mayor disponibilidad de fertilizantes inorgánicos, las tierras vendidas fueron objeto de vastas roturaciones de cereal, a veces previa venta en parcelas o previa cesión en pequeños lotes a cambio de rentas. Roturaciones y trasvases de tierras que ya no· formaban parte de la desamortización propiamente dicha, pero que sin ella no se hubiesen producido. Con la privatización del comunal, el pequeño campesino de Tauste vio reducido su nivel de vida o tuvo que trabajar más tiempo para adquirir en el mercado los bienes que necesitaba, bienes que antes obtenía en los aprovechamientos comunales. No es que necesariamente fuera más pobre, pero sí más vulnerable. La paulatina desaparición de estos terrenos golpeó con dureza en el sistema de seguridad de las comunidades rurales. Con todo, no todo lo enajenable se vendió realmente. Para algunos montes resultaron inútiles todas las intentonas de venta, pues nadie remataba las pujas; otros, declarados enajenables, ni siquiera se publicitaron en subasta. No hubo ofertas de compra o, las que se hicieron, acabaron declarándose nulas. Y eso que en la comarca de E jea el fracaso de la Administración en su objetivo de lograr vender los montes fue menor que en· otras zonas de la provincia: se vendió entre 1855 y 1875 el 12,2 % de la superficie total del partido judicial. Falta encontrar las causas que estaban detrás de estas circunstancias.

-rto Sabio Alcurén

Problablernente una de ellas fue la capacidad de presión de los vecinos menos acomodados de los pueblos, a base de utilizar distintas armas y argucias, desde el conflicto abierto a otras "formas cotidianas de resistencia". Es significativo que la gran mayoría de compras truncadas o anuladas

estuvieran protagonizadas por licitadores foranos de la comarca, los más desconocedores del descontento vecinal, de su capacidad de respuesta y de la presencia de servidumbres en los terrenos adquiridos, pero también los más proclives a ser atacados por los municipios, bien fuera solicitando expedientes de excepción para esas fincas en concreto, bien cometiendo aprovechamientos fraudulentos. Lo más común fue declararse en quiebra porque se había comprado muy caro, porque había servidumbres que se desconocían o porque los vecinos hacían la vida imposible a estos compradores. En 1901 se confeccionó el Catálogo de Montes de Utilidad Pública. Los montes que ahí aparecen eran, al menos en teoría, aquéllos que en su estado actual o repoblados tenían influencia en la salubridad pública, en el mejor régimen de las aguas, en la seguridad de los terrenos, en la fertilidad de las tierras, es decir, en cuestiones relacionadas con el bien de la colectividad. Este concepto de monte de utilidad pública incorporaba, como ya señaló Jesús Sanz, "elementos de valoración social y criterios de índole ecológica en su definición". Y los montes así denominados gozaban, además de un trato fiscal privilegiado, de un estatuto jurídico que los convertía en inembargables, inalienables e imprescriptibles. El problema de la imprescriptibilidad no quedó zanjado, aunque con ciertos flecos, hasta la Ley de Bienes de Régimen Local de 1985 y a partir de un intensivo trabajo en las asesorías jurídicas de las distintas Diputaciones Provinciales. 3. Los aprovechamientos forestales: ¿qué se extraía de esos terrenos comunales? A pesar de que a veces se adjetiven como "incultas", estas tierras comunales cumplían funciones imprescindibles para la subsistencia de los labradores y campesinos, desde el suministro de abonos orgánicos a las fuentes de combustible, pasando por el alimento para el ganado, los cultivos ocasionales, la caza o los frutos silvestres. Y la propia disponibilidad de comunales hacía menos traumático el reparto en herencia igualitaria, habitual en las Bajas Cinco Villas. Lo que se extraía de los montes lo conocemos gracias a los Planes de Aprovechamiento Forestal, en vigor desde 1875. Estos planes fueron el principal instrumento utilizado por el Estado para controlar la gestión y el usufruc-

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