Acercando la Arqueología al Público. Experiencias sobre las posibilidades del asociacionismo universitario en la valorización de la disciplina

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Descripción

Actas del Congreso Peninsular f 1 �

de Prehistoria

Acercando la Arqueología al Público. Experiencias sobre las Posibilidades del Asociacionismo Universitario en la Valorización de la Disciplina Albeto Gómez Casanedo, Enrique Guiérrez Cuenca, Helena Paredes Courtot Grupo Arqueológico AIICA, Apdo. de Correos 2289 39080 Santander (Cantabria). Emai!: [email protected] Resumen: Se pretende dar a conocer la expertencia del Grupo Arqueológico Attica en su labor de acercar la Arqueología al público y, al tiempo, reflexionar sobre la importancia del asociacionismo univesitarto como vehículo de expresión, plasmado en la ormación de colectivos que fomentan el debate, la investigación, la concienciación y el compromiso para con diferentes aspectos de la realidad social. La asociación, creada en 1990 en la Universidad de Cantabria, afronta esta tarea centrándose en el Patrimonio Arqueológico en general y en el de la Comunidad Autónoma de Cantabria en particular y centrando sus esfuerzos en la divulgación. La organización de conferencias y seminarios ·tanto en el ámbito especializado como en el de la vulgarización·, de actividades didácticas enfocadas al público inantil, o de jornadas de Arqueología Experimental, son, junto a la publicación anual de una revista de Arqueología con el título Nivel Cero, las propuestas del colectivo en su esfuerzo porque el conocimiento del pasado sea un ejercicio activo, interesante, accesible y que genere una actitud relexiva que permita afrontar con espíritu crtico la realidad del Patrtmonio Arqueológico y de la propia Arqueología. Palabas clave: Divulgación. Asociaciones de estudiantes. Grupo Arqueológico Attica. Cantabrta.

1.

Introducción La Arqueología como ciencia social y disciplina de investigación histórica está adquiriendo en los últimos tiempos una importancia

creciente. El interés de la sociedad por aproximarse a su pasado ha motivado, junto con el impulso propiciado por importantes hallazgos y yacimientos de gran calado mediático, que la Arqueología sea cada vez más una disciplina apreciada y respetada. En esta comunicación pretendemos dar a conocer nuestra experiencia y, junto a ello, mostrar el papel que puede desempeñar el asociacionismo universitario como vehículo de expresión mediante la formación de colectivos que fomenten el debate, la investigación, la concienciación y el compromiso para con diferentes aspectos de la realidad social. El Grupo Arqueológico ATTICA, creado hace más de una década en la Universidad de Cantabria, intenta atender a estas cuestiones mediante una actividad centrada en el Patrimonio Arqueológico en general y en el de la Comunidad Autónoma de Cantabria en particular, fundamentando su trabajo en una prolija actividad divulgativa. La participación en excavaciones arqueológicas, la denuncia de agresiones al patrimonio, la organización de conferencias y seminarios, charlas didácticas, organización de actividades experimentales, junto a la publicación anual de una revista de Arqueología, Nivel Ceo, son algunas de las tareas que llevan a cabo los miembros del colectivo intentando que el conocimiento del pasado sea un ejercicio activo, interesante, accesible, y que genere una actitud relexiva que permita afrontar con espíritu crítico la realidad del Patrimonio Arqueológico tanto en el ámbito local como en un ámbito más amplio y global. La proyección posterior que pueda tener este tipo de colectivos puede suponer una importante vía de salida profesional para alumnos universitarios. En el ámbito didáctico han surgido en las últimas décadas iniciativas de carácter experimental y simulado que abren el mercado laboral a profesionales de la Arqueología y les permiten seguir en contacto con la realidad cientfica, además de jugar un importante papel docente y en la concienciación del resto de la sociedad.

2.

Reflexiones sobre la valoración de la disciplina arqueológica y necesidad de

aproximar ésta al público El estudio de las sociedades del pasado a través de la Arqueología ha experimentado, esencialmente en la última década y media, un importante desarrollo tanto metodológico como conceptual. Lejos han quedado las aproximaciones teóricas que hacfan de la Arqueología un compendio de saberes al alcance de algunos eruditos y coleccionistas amparados en el amor y gusto por lo estético. Desde la década de

1960

nuevas aportaciones epistemológicas hicieron ver que el estudio del pasado

por medio de la Arqueología era algo más que la enumeración de listados tipológicos, mapas llenos de flechas que se hacían incomprensibles, y la exposición en frías salas llenas de "cosas" bonitas asociadas a milenarias culturas y a románticas expediciones financiadas por millonarios coleccionistas. Con ese planteamiento la Arqueología y sus investigaciones estaban muy lejos de llegar al gran público, pues tan sólo aquellos con un importante bagaje económico estaban en disposición de poder disfrutar de los hallazgos de proyectos arqueológicos bajo su financiación. Esta situación, afortunadamente, ha ido cambiando poco a poco y se ha llegado a un punto en el que la demanda social para con la Arqueología se ha erigido como importante y necesario protagonista, exigiendo cada vez más poder acceder al conocimiento generado por los proyectos científicos. Importante, porque ello implica el hecho de que el trabajo de los arqueólogos está alcanzando la dimensión social que merece, pasando de ser una ciencia en cierto modo mitificada y anclada en explicaciones mrticas úiménez Díaz,

1996)

a ser una disciplina a la que se reconoce su valor cientfico; y necesaria porque

ello ha de conllevar la propia implicación de los profesionales de la Arqueología, que no deben olvidar por quiénes y para quienes investigan. Recogiendo las palabras de Ruiz Zapatero

(1998: 11),

"los arqueólogos somos socialmente responsables

no sólo de preservar el pasado sino también de hacerlo accesible (física e intelectualmente) al público".

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Como puede deducirse de las últimas líneas, hasta hace bien poco tiempo, la sociedad tenía una imagen de la Arqueología que ha ido cambiando desde su nacimiento en el siglo XIX. El cambio de la propia disciplina, que ha ido adquiriendo mayor complejidad, es, en cierto modo, relejo también del progreso social y económico experimentado en el último siglo y medio. En relación con esta mutabilidad nos interesa destacar aquí dos aspectos. Por una parte, el papel jugado por los medios de comunicación y ver como la mayor implicación mediática ha repercutido en una percepción más amplia, aunque a veces también distorsionada, de la investigación arqueológica y sus resultados. Por otro lado, en cierto modo unido a lo anterior, un mayor grado de alfabetización de la sociedad conforme avanzaba el siglo X, unido al diferente tratamiento académico de las etapas más remotas del pasado humano, ha implicado que la Arqueología y su conocimiento haya sido incorporándose lentamente en el bagaje cultural de la sociedad en general. Esa incorporación ha estado muchas veces condicionada por el tratamiento y difusión de la información, siendo, en este sentido, la manipulación una herramienta poderosa al servicio de gobiernos y regímenes políticos. Situación ésta que, desgraciadamente aún hoy perdura, lo que supone una prueba evidente de la importancia de conocer y comprender la Historia (Díaz·Andreu, 1995; Álvarez Solano, 1996). En definitiva, al contrario que en las ciencias naturales, las ciencias humanas sufren los condicionantes impuestos por el contexto económico y sociopolítico en el que se desarrollan (Weber, 1972 y 1998, citado por Lucena Martín, 2002).

2.1. Los cambios en la docencia de las Ciencias Sociales y su impacto sobre la Arqueologra Siguiendo en esta línea, hemos de buscar las causas de a qué se debe ese interés cada vez mayor de la sociedad en general por la Arqueología y por el conocimiento que ésta genera. Desde nuestro punto de vista, uno de los principales cambios que ha experimentado la percepción de esta disciplina se debe a los cambios sufridos por los sistemas educativos. Esto ha tenido fiel reflejo en la docencia de las Ciencias Sociales en general y en el de la Historia en particular. Se ha pasado a enseñar historia dejando de lado los principios basados en el aprendizaje memorístico y a buscar una mayor aprehensión de los fenómenos y procesos explicados. Es significativo como desde los años de la transición democrática en nuestro país se ha cambiado el discurso de la Historia centrada en el ámbito político por el de una Historia más económica y social. No obstante, los libros de texto manejados en el ámbito escolar parecen poner de manifiesto que la tendencia de cambio es más una declaración de intenciones que una realidad. La dinámica docente de la Historia -y por lo tanto de la Prehistoria y la Arqueología- desde la finalización de la Ley General de Enseñanza (L.G.E.) surgida tras la etapa franquista, así como la actual L.O.G.S.E. han seguido un poco la línea de lo anterior, manteniéndose de forma soterrada muchos planteamientos y esquemas arraigados en interpretaciones sociales hoy ya superadas (López Faca!, 2000). Un reciente trabajo (Ruiz Zapatero y Álvarez Sanchis, 1997) en el que se hace un análisis de la información etraída de 43 libros de texto escolares refleja la realidad mencionada. Por un lado la información que se transmite por medio de estas vías es gran parte de las veces, confusa, presentando evidencias claras de manipulación que se insertan dentro de un contexto sociopol:ico concreto. Además, por si fuera poco, muchas veces la información transmitida ha sido redactada por autores ajenos a la disciplina arqueológica ofreciendo propuestas desasadas cronológicamente, soslayadas o que, simplemente, no tienen nada que ver con lo que se explica. Esta situación expuesta debería hacernos relexionar y exigir una revisión y replanteamiento del tema. Ciertamente todo esto no es nuevo y las diferentes regulaciones de los sistemas educativos lo han tenido presente. Esto se obseva bien, por ejemplo, en el Preámbulo de la L.O.G.S.E. (1990), en el que se expone claramente que "de la formación e instrucción que los sistemas educativos son capaces de proporcionar, de la transmisión de conocimientos y saberes que aseguran, de la cualiicación de recursos humanos que alcanzan, depende la mejor adecuación de la respuesta a las crecientes y cambiantes necesidades colectivas". Afortunadamente para nuestra disciplina y relacionado con la imagen que se pueda adquirir de ella, han empezado a incluirse dentro de los itinerarios curriculares docentes tendencias que enatizan la importancia de la práctica, de la experimentación. En este sentido ya no es extraño ver como determinados centros educativos han realizado programas didácticos cuyo núcleo de acción se centraba en la ciencia arqueológica, recurriendo tanto a la implicación de los alumnos en actividades de excavación, ya sea sobre yacimientos reales o simulados, o recurriendo a la Arqueología Experimental (Gil et al., 1994; Gómez Pérez, 1996; Bardavio Novi, 1998). La Arqueología Experimental no es algo nuevo, y sus posibilidades como mediador entre la Arqueología y el gran público ya ha sido puesta de maniiesto en otros trabajos (Fernández González, 2000). Tiene una larga tradición en países anglosajones y en nuestro país aún camina por derroteros inciertos a pesar del esfuerzo de algunas personas

-J. Baena,

M. Luque o T. Palomo entre otros· que están trabajando para asentar una alternativa de trabajo de vital importancia para el progreso metodológico, conceptual y difusor a gran escala de la Arqueología. En el ámbito universitario se ha empezado también a sentir este cambio. En la Universidad de Cantabria por citar un ejemplo que nos toca próximo, desde hace dos años la Arqueología Experimental figura en el programa de asignaturas del plan de estudios de la licenciatura en Historia ofertada como optativa. Como se verá más adelante, el Grupo Arqueológico ÁTIICA organizó unas jornadas de Arqueología Experimental que pusieron de maniiesto por un lado, la importancia de este método de trabajo como banco de pruebas para contrastar planteamientos efectuados desde una óptica cientfica y, por otro, el interés que suscita dentro del público en general que quiere, en la medida que puede y se le deja, aproximarse al modo de vida de nuestros antepasados lo que, de forma evidente, favorece la comprensión y valoración positiva de la Arqueología y de la labor profesional del arqueólogo. En resumen, hemos de estar de acuerdo con algunos autores (Ballantyne, 1998; Hernández 1998a y b; González Marcén, zooo) quienes mantienen que tanto el aspecto teórico como el práctico dentro de la pedagogía y docencia son esenciales en el diseño de estrategias para la enseñanza informal. Todo lo mencionado, a pesar de algunos inconvenientes, nos permite ser optimistas en relación con el futuro de la docencia de la Historia en nuestro país.

2.2. Los medios de comunicación y la Arqueologfa Otro de los aspectos que nos interesa resaltar es el papel que han jugado y están jugando los medios de comunicación en la transmisión del quehacer de los arqueólogos y del avance cientfico de la propia disciplina arqueológica. Realmente, en los últimos años estamos asistiendo a una auténtica revolución mediática que se está encargando de difundir por todos los recovecos posibles todo lo relacionado con la Arqueología, destacando en este aspecto la política de divulgación que ha realizado en este sentido los miembros del equipo de investigación de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Los principales periódicos del país y los noticiarios de radio y televisión han tomado como algo ya natural el abrir sus portadas y cabeceras con algún sensacional hallazgo arqueológico, o con la denuncia de tal o cual expolio, etc., pero se insiste en que conviene valorar hasta qué punto esto conlleva un incremento de la concienciación social (Lavin Berdonces et al., 1996). Por otro lado, el mundo editorial se ha sumado a esa tendencia, fruto innegable de la demanda publica sobre el particular, y no hay mes que en cualquier librería o quiosco no se lance como exclusiva algún libro, video, colección de fascículos o revista que aborde con detenimiento algún periodo histórico investigado por medio de la Arqueología. Partiendo de nuestro particular punto de vista en el que asumimos un creciente interés de la sociedad por las cuestiones relacionadas con la Arqueología, entendemos que la divulgación, además de necesaria y obligada, debe ser continuada. Ahora bien, también hay que tener presente, como ya se ha propuesto por algún otro autor (Ruiz Zapatero, 1996b) que la divulgación no debe ser gratuita ni se debe dejar llevar por intereses particulares, como el económico. En cierto modo, gran parte de las veces se está ofreciendo un producto al consumidor que se aleja bastante de la realidad, marcado por el sensacionalismo y buscando "enganchar" a quien demuestre un mínimo interés por el tema. La imagen del pasado le llega distorsionada y la labor profesional de un colectivo cientíico, como el arqueológico, pierde el rigor y la seriedad que rodean un tipo de trabajo que ha desarrollado con el tiempo un importante avance metodológico. Además, hay que ser conscientes de que el trabajo arqueológico se ve reforzado con el trabajo de multitud de disciplinas, también cientficas, que pueden de igual modo verse afectadas. Es por esto que el propio arqueólogo se debe involucrar cada vez más en controlar la calidad de la divulgación a través de la prensa (Ruiz Zapatero, 1996a). El Grupo Arqueológico ATTICA ha buscado implicar a los medios de comunicación en su tarea divulgativa, fundamentalmente a la prensa escrita y a la radio. Consideramos que es importante vincular a los profesionales de la disciplina en las empresas de divulgación y difusión referidas. El ejemplo claro lo tenemos en la política citada del equipo de Atapuerca, que ha sabido como nadie nunca antes en nuestro país entender el papel que los medios de comunicación pueden desempeñar en ese acercamiento entre Arqueología y público. Ello ha supuesto que todo lo ofertado en relación con el mtico yacimiento burgalés lleve adjunto un sello de garantía como lo es el de contar con el aval de firmas profesionales que saben de lo que hablan, lo que dicen, cómo y por qué lo dicen. Pero la divulgación debe despojarse de intermediarios y ser cada vez más directa: el propio arqueólogo ha de implicarse en que su trabajo llegue al conjunto de la sociedad y no se quede encerrado en círculos especializados. Esta transmisión directa de ideas y conocimientos entre el arqueólogo y los no-arqueólogos, entre el especialista y el público, ha sido fomentada tanto como ha sido posible por el Grupo Arqueológico ATTICA.



La experiencia del Grupo Arqueológico ATTICA Uno de los objetivos fundacionales de la asociación es el del fomento y desarrollo de los estudios de la Arqueología, así

como su difusión para hacerla accesible al mayor número de sectores de la sociedad. Por esto ya se ha convertido casi en recurrente la organización periódica de conferencias, debates y mesas redondas centrados en las investigaciones realizadas en torno a las etapas más antiguas de la historia humana y, en general, en aquellas manifestaciones susceptibles de ser estudiadas por la Arqueología y disciplinas aines. De esta forma se logra esa divulgación sin intermediarios a la que aludíamos con anterioridad, siendo además un tipo de divulgación que implica de forma directa al arqueólogo y que acerca al público no sólo a los resultados de la investigación arqueológica, sino también a cómo se realiza esta investigación y quien la realiza. El arqueólogo se va despojando de sus caracteres mticos, acuñados por la literatura, el cine y, en ocasiones, los medios de comunicación, y se convierte en una igura cercana. Y la Arqueología deja de ser una aventura misteriosa para convertirse en una investigación cercana, convencional y, en ocasiones, aburrida. La pérdida de la inocencia del público hará que sea necesario volver a convertir a la disciplina en algo atractivo, pero sin recurrir a los tópicos ya superados. Desde su fundación la asociación ha organizado medio centenar de conferencias, bien de forma aislada, bien en forma de ciclos temáticos que han tenido, por lo general, una buena acogida. El objetivo de estas exposiciones públicas ha sido convocar y satisfacer al público universitario -cuya percepción mítica de la Arqueología no diiere, en ocasiones, de la del resto de la comunidad-, y también al público en general, tratando de que cada cita se convirtiese en una actividad didáctica, amena y atractiva, lo que no siempre es ácil de conseguir. La última propuesta divulgativa puesta en marcha ha consistido en proporcionar la oportunidad a los responsables de las intervenciones arqueológicas programadas en Cantabria en la campaña de zom de mostrar los resultados de su trabajo al público. Este tipo de formato supone un esfuerzo suplementario para el arqueólogo, ya que conseguir transmitir al público un mensaje atractivo a partir de datos en bruto, sobre los que apenas se ha tenido oportunidad de relexionar, encierra más complejidad que construir un discurso atractivo sobre temas más generales o más trabajados. Para el público la experiencia tiene una doble vertiente: por un lado, asiste de nuevo y más de cerca si cabe a la caída del mito, tanto de la igura del arqueólogo como de su trabajo; por otro lado, cada individuo como contribuyente participa en

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la financiación de estas actuaciones arqueológicas y puede conocer, mediante esta presentación de resultados, en que se emplean sus impuestos. En suma, lo que se persigue y se consigue con una actividad de este tipo es formar opinión en el público y tratar de involucrar al ciudadano de una manera más directa en las diversas problemáticas que se plantean en la disciplina, desde los cientlico, hasta lo pecuniario. De la buena acogida de este formato y de sus posibilidades da perfecta cuenta el resultado inal: la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, a través del Museo de Prehistoria y Arqueología, ha hecho suya este año la convocatoria, quizá sin reflexionar suiciente sobre si le conviene o no a las instituciones públicas este proceso de democratización de la Arqueología, ya que puede convertirse en un dardo envenenado. El espectro de público al que tratamos de llegar en nuestra labor divulgativa se ha ampliado en los últimos años. Durante una década hemos acercado la Arqueología a un público adulto, pero hemos dejado de lado a los jóvenes y a los niños, por las diicultades que entraña en ocasiones adaptar el discurso. Y han sido los propios miembros de la asociación los que se han ocupado de llevar la Arqueología y la igura del arqueólogo a la escuela, en sesiones didácticas tremendamente enriquecedoras. Para completar el acercamiento entre Arqueología y público hemos tratado de buscar ofertas de mayor atractivo y en las que la inmersión del público sea mayor. Para ello hemos optado por la vía de la Arqueología Experimental, organizando unas jornadas en el campus de la Universidad de Cantabria que si bien iban dirigidas en inicio a un público cercano y con una formación básica, fundamentalmente universitarios, han reclamado la atención de gentes muy diferentes. Conscientes de que no se debe potenciar sólo la vertiente lúdica de la experimentación, ante el riesgo de que se termine por convertir en un circo que poco tiene que ver con la Arqueología, recurrimos a investigadores de reconocido prestigio que supieron trasmitir al público asistente a las jornadas, creciente cada día que pasaba -hasta el punto de desbordar nuestras más optimistas previsiones·, que si bien la Arqueología Experimental puede parecer un juego, debe entenderse como una herramienta más en la reconstrucción de los modos de vida de las sociedades del pasado. Desde esta misma perspectiva de la necesidad de potenciar la divulgación de la disciplina nació en 1992 la revista Nivel Cero, con la que la asociación buscaba, además de ofrecer una vía a jóvenes investigadores para mostrar los resultados de su trabajo, hacer una publicación no sólo para especialistas, sino accesible a un público amplio. En ocasiones ha sido complicado mantener el equilibrio entre calidad cientlica y vulgarización, pero el hecho de que haya llegado a su décimo número gozando de salud y siga siendo demandada en numerosos ambientes nos hace creer que hemos conseguido alguno de los objetivos que se perseguían cuando sólo era un proyecto. La labor de nuestra asociación, trata de ir más allá: la divulgación no sólo ayuda a que se reconozca la Arqueología como

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disciplina cientica y la labor del arqueólogo dentro de la sociedad, sino que es una herramienta fundamental en la defensa del Patrimonio Arqueológico, que a pesar de encontrarse constantemente amenazado, puede convertirse con una orientación adecuada de la "educación social" en un elemento del que cada vez sea más diñcil desprenderse. Si la sociedad se implica de una manera voluntaria y convencida en la conservación de la memoria material del pasado, tanto el arqueólogo como la Arqueología no necesitarán tantos esuerzos para justiicar su existencia, algo en lo que se debe perder el tiempo con demasiada frecuencia.

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