IIº Congreso de Historia Intelectual de América Latina
"La biografía colectiva en la historia intelectual latinoamericana"
Buenos Aires, 12, 13 y 14 de noviembre de 2014
Propuesta para el eje 4.
Titulo: La primera época de la revista Nuevo Hombre y sus aportes al debate
sobre los intelectuales revolucionarios. Argentina, 1971.
Autora: María Lucía Abbattista
Doctoranda en Historia (FAHCE - UNLP). Becaria del CONICET.
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP -
CONICET). Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad
Nacional de La Plata – Argentina.
[email protected]
Introducción: Enrique Walker y los ecos del Cordobazo
En tiempos de la llamada Revolución Argentina, bajo la dictadura del
General Agustín Lanusse, el 21 de julio de 1971 se publicó en Buenos Aires
el primer número de la revista Nuevo Hombre, con la dirección de Enrique
"Jarito" Walker. En su primera época la redacción reunió a periodistas,
analistas y columnistas que provenían del peronismo revolucionario, del
cristianismo, del marxismo independiente, del guevarismo y del anarquismo,
pero aún no ha sido ni reconstruida en profundidad como experiencia ni
analizada en toda su dimensión, sino que solo se la menciona en
publicaciones testimoniales o biográficas sobre cultura y política en la
historia reciente[1].
El rasgo que la hace singular en el amplio universo de las revistas
político culturales de la nueva izquierda en América Latina es su fuerte
impronta periodística. Como señaló Claudia Gilman, las revistas político
culturales fueron "el soporte material de una circulación privilegiada de
nombres propios e ideas compartidas, así como el escenario de las
principales polémicas, que fueron violentándose según pasaron los años y
cuyo centro de divergencia principal fue la colocación respecto de la
Revolución Cubana"[2]. Además, vista retrospectivamente, da cuenta de un
momento bisagra entre la práctica profesional comprometida y el vuelco
hacia la militancia revolucionaria de muchos de quienes fueron parte de la
experiencia.
Para tratar de rastrear las razones de esa impronta, es necesario
comenzar esta introducción relatando que su director, Enrique Juan Ricardo
Walker, conocido también como "el Inglés", había nacido el 23 de octubre de
1941 hijo de Harry Walker (argentino de familia inglesa vinculada a la
industria frigorífica) y de Edith Gardey, de origen vasco-francés. Se crió
en Fray Bentos, Uruguay, pero en sus biografías suelen ilustrar su origen
de clase mencionando que de regreso en Buenos Aires fue alumno del St.
Andrew´s y el St. Peter´s, así como rugbier de Alumni y Pueyrredón[3].
Ya en la juventud, fue parte del staff fundador de la revista Gente
de Editorial Atlántida (1965) e, inclusive, fue su secretario de redacción
durante algunos años. Pero después de mayo de 1969, tras haber cubierto
como cronista el "Cordobazo"[4] y tener dificultades con la dirección de la
revista por el tono de la nota que había escrito, renunció. Es que al
parecer mucho había ido cambiando en su vida en esos años, o al menos, pero
es a ese acontecimiento al que hacen referencia la mayoría de sus conocidos
cuando tratan de explicar las transformaciones políticas y personales que
atravesó a partir de entonces.
De todas maneras, también agregan que cuando en mayo de 1968 el
periodista Ignacio Ezcurra, corresponsal de La Nación en Vietnam,
desapareció en Ciudad Ho Chi Minh (Saigón), Walker emprendió un viaje para
cubrir el hecho para Gente. Su viaje a Vietnam del Sur había incluido una
escala de unos días en París ¡en mayo de 1968! y tan solo un año después es
que fue enviado a cubrir el "Cordobazo". El problema con esa última nota
parece haber sido que el tono de su nota fue considerado excesivo y sus
fotografías muy comprometidas para la revista que no quería publicársela y
esa incomodidad lo llevó a renunciar y empezar a imaginar otros caminos,
pero siempre desde el mundo del periodismo y la comunicación. Por esto es
que después de Gente participó en la revista Semana Gráfica de Editorial
Abril y en algunas producciones de Radio Belgrano y Canal 11[5].
Vicente Zito Lema, abogado y escritor que compartió numerosas
iniciativas con Walker desde fines de los años sesenta, recuerda con
afecto: "le entusiasmaba poner el cuerpo en la historia, y era un
organizador nato"[6]. Otro compañero, Nicolás Casullo lo definía como "un
hombre de acción" y gran organizador[7].
Las siguientes etapas de su biografía podrían ser objeto de otra
investigación específica[8]. Lo que aquí más nos interesa es reponer el
itinerario de Walker para echar luz sobre cómo llegó en 1971 a fundar su
propio proyecto, la revista Nuevo Hombre, a definir sus líneas y a tener la
capacidad de convocar a jóvenes figuras, como él, de la prensa y la
política local para que se incorporaran. Las confluencias que se produjeron
en Nuevo Hombre y los debates que allí tuvieron lugar nos permiten pensarla
como una experiencia singular y bisagra para esos jóvenes periodistas,
nacidos mayoritariamente a comienzos de los años cuarenta, que tuvieron
alto impacto en la política y la cultura de los años posteriores.
En diciembre de 1971, tras la publicación de veintitrés números, la
revista quebró. En ese momento fue vendida al Partido Revolucionario de los
Trabajadores, que se hizo cargo y la mantuvo en la calle hasta 1975. Aquí
de todas maneras nos concentramos en el proyecto original y la primera
etapa, caracterizada precisamente por el impulso de Enrique Walker.
Con solo observar sus tapas uno puede dimensionar las preocupaciones
que atravesaban a la revista por comunicar posiciones duras contra la
dictadura de la Revolución Argentina encabezada entonces por el General
Agustín Lanusse (que había asumido en marzo de 1971) y las transformaciones
en los métodos represivos que en ese contexto se estaban produciendo[9];
difundir las iniciativas de las organizaciones revolucionarias en el país y
en el mundo; cubrir las luchas populares emergentes y los proyectos de
escritores y artistas comprometidos, así como dar lugar al catolicismo
tercermundista y al sindicalismo combativo para que difundan sus mensajes.
Tras revisar esos aspectos, aquí nos concentraremos con especial interés en
sus intervenciones sobre los debates que se estaban produciendo con alta
intensidad en 1971 respecto al rol que le cabía a los intelectuales en los
procesos revolucionarios contemporáneos[10].
A diferencia de otras publicaciones contemporáneas como Los
Libros[11] fundada por Héctor Schmucler la ciudad de Córdoba, que
originariamente se concentraba en la crítica de la cultura, Nuevo Hombre
desde sus primeros números eligió dedicarse también a la coyuntura política
inmediata, en especial a la denuncia de la estructura represiva de la
dictadura de Lanusse, así como publicando artículos sobre temas
internacionales de interés para la izquierda, sobre la realidad
latinoamericana y sobre la cultura, en un contexto de condiciones sociales
y políticas locales intensamente cambiantes, tomando como modelo las
revistas más modernas de la prensa en Argentina[12]. A pesar de lo dicho,
la aparición de Nuevo Hombre se dio en simultáneo con la transformación
interna que llevó a Los Libros desde comienzos de 1971 –y que se explicitó
en el Editorial del Nº 21- a dedicarse a los "hechos histórico sociales"
locales y latinoamericanos contemporáneos y no solo a los "textos que
ofrece la escritura"[13]. Creemos que es importante destacar esta sincronía
porque allí Los Libros pierde tanto a su Editorial de referencia, Galerna,
como a la mayoría de sus anunciantes, para iniciar un camino complejo de
autofinanciamiento y mayor politización. A pesar de mantener perfiles
diferenciados, las páginas de Nuevo Hombre contarán con anuncios de
suscripción a Los Libros Los Libros y la figura entrevistada para la
sección "Testimonio" del primer número, como escritor revolucionario, fue
Ricardo Piglia, miembro de la dirección editorial de la revista
cordobesa[14].
La otra simultaneidad, en el campo de la prensa escrita, se da con la
aparición del diario La Opinión de Jacobo Timermann, que se produce unos
meses antes y que emplea a numerosos intelectuales de izquierda. Esto no
hace más que señalar cuán necesario es seguir pensando en la densidad
específica del año 1971 y la manera en que atravesaron al campo intelectual
local los ecos del Cordobazo y de la irrupción de grandes organizaciones
guerrilleras en la política Argentina.
El proyecto editorial y el equipo de redacción
En ningún testimonio parece necesario aclarar las razones que dieron
lugar a la elección del nombre "Nuevo Hombre" para la revista. Inversión de
la formulación guevarista más corriente, "hombre nuevo", acompañó la
búsqueda por marcar un perfil diferente aún cuando se buscara intervenir en
el circuito comercial.
A comienzos de los años noventa, Nicolás Casullo relató para La
Voluntad que el proyecto de Walker era producir una publicación con
presencia legal, periodistas profesionales y circuito comercial de venta
que fuera ideológicamente amplia y que reuniera tanto a "periodistas,
analistas, columnistas de barricada" como a "intelectuales más bien
teóricos"[15]. Y en la década siguiente insistió:
"El inglés había pensado que el fino hilo rojo del mercado revistero,
en algún lugar recóndito, podía hermanar el éxito de Gente con el
futuro éxito de un medio como Nuevo Hombre, hecho en realidad con
gente poco presentable, lejos de playas y jeeps en el verano, y
todavía más lejos de rubias apetitosas. Un hilo rojo que se basaba en
la idea o el mito del buen periodismo, dinámico, atrevido, fuerte,
testimonial, ya no de "derecha", sino ahora de "izquierda"."[16]
Por otra parte, a fines de los noventa, también Gregorio Levenson y Ernesto
Jauretche escribieron en un libro explícitamente reivindicatorio de
trayectorias militantes, que "pasados muchos años se pueden aún rescatar de
aquella publicación, especialmente, su vocación frentista, que reunió el
pensamiento cristiano, marxista y peronista revolucionario" y que "Jarito
era un verdadero profesional que contribuyó a la jerarquización de la
prensa militante"[17].
Jóvenes como Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Vicente Zito
Lema, Dardo Cabo, Alicia Eguren, Daniel Hopen, Nicolás Casullo, Hernán
Kesselman, Augusto Klappenbach, María Cristina Verrier, José Ricardo "Pepe"
Eliaschev y Juana Bignozzi, entre otros, fueron convocados por su doble
condición de militantes e intelectuales con vocación de intervención en la
prensa. Es decir, en Nuevo Hombre hubo integrantes que provenían del
marxismo independiente, del peronismo y del trotskismo. Como señaló Eduardo
Jozami, aquella convivencia no resultaba tan conflictiva por entonces como
lo sería después de anunciarse el posible retorno de Perón[18]. A raíz de
un conflicto específico en el gremio de prensa, en la propia revista se
encontraron las palabras para definir las características de la
experiencia:
"Nuevo Hombre es un órgano de información independiente, producto de
un grupo de periodistas con clara conciencia de los problemas
acuciantes de la realidad nacional. En ese sentido, debe quedar bien
entendido que no es vocero de ninguna organización política ni
gremial"[19]
Además, junto a ellos, Walker también había convocado a profesionales sin
militancia política, como Néstor Barreiro, que era un hombre con probada
experiencia en lo que se conoce como asegurar "el cierre" de cada número y
en cuidar la calidad.
La sede legal de la revista fue un departamento en Avenida Córdoba
2077, casi esquina Uriburu, de Capital Federal. Allí se estableció una
redacción, es decir, se montó teniendo en cuenta todas las dimensiones de
una revista de mercado, con encargado de comercialización y vendedora de
espacios de publicidad incluidos.
Si bien no se le puede dar status de polémica, hay diferentes
versiones sobre el origen de los fondos con los que pudo ponerse en marcha
el proyecto. En su trabajo sobre Ezcurra y Walker, titulado Cazadores de
luces y sombras, Laura Giussani relata que Walker "gracias a Francisco
Manrique conoció a un empresario que prestaría el dinero para la inversión
inicial"[20] pero no arriesgó su nombre. Nicolás Casullo explicó de manera
general que en un primer momento "Jarito" había vendido el proyecto de la
revista a diferentes anunciantes, por lo que se esperaba poder montar toda
una estructura económica que permitiera tener una planta, salarios, pago de
colaboraciones. Vicente Zito Lema de manera más críptica reconstruye que
"el capital sería su propia indemnización" en relación con su previa huida
de Gente[21], pero José "Pepe" Eliaschev[22], en cambio, relata que con el
tiempo pudo saber que el financiamiento inicial provino del banquero
platense David Graiver, que tenía cada vez mayor intervención en la
política local y "ponía fichas" en diferentes tableros[23].
En cualquier caso, rápidamente Nuevo Hombre se convirtió en una
experiencia con una línea mucho más arriesgada en términos de adscripción
militante y esa primera estructura comercial no pudo sostenerse por la fuga
de la mayoría de los anunciantes- principalmente editoriales como Rodolfo
Alonso SRL o Galerna- que figuraban en sus primeros números. Sobre ese
aspecto también hay versiones cruzadas. Nicolás Casullo ha relatado que
Lilí Massaferro era quien se encargaba de la venta de publicidad (en el
staff figura alguien con el nombre "Lilí Laferrere"), y así figura también
en el libro de Laura Giussani ya mencionado, pero Eliaschev lo desmintió,
él no la recuerda involucrada en el proyecto en ningún nivel[24].
Sea como fuere, ya que tal vez nunca alcancemos un nivel de certeza
en torno a esos aspectos, lo que sí conocemos es que sus números comenzaron
teniendo frecuencia semanal, con artículos que desarrollaban un estilo
ensayístico y periodístico reflexivo, pero que el proyecto pronto se
enfrentó a serias dificultades de financiamiento.
También recordó Casullo que entre aquel núcleo de escritores se
dieron muchas discusiones sobre como leer al peronismo y a Perón, de Dardo
Cabo, Alicia Eguren y Rodolfo Ortega Peña, entre otros, con aquellos que
estaban participando de la experiencia en el FATRAC del PRT como "Pepe"
Eliaschev y eran profundamente antiperonistas[25].
Casullo relató que se dieron grandes debates sobre lo oportuno o
inoportuno de exponerse tanto y gratuitamente en un contexto donde había
muchas tareas y formas posibles de asumir la lucha, máxime teniendo en
cuenta que muchos de ellos ya tenían responsabilidades en otras
organizaciones y no podían regalarse[26]. Algunas notas entonces pasaron a
ser anónimas, pero seguía siendo una redacción pública. Cada vez quedaba
menos lugar para posiciones intermedias de compromiso político. Unos
cuantos integrantes se fueron retirando por considerar que esa exposición
era una locura en el marco de sus militancias clandestinas, otros porque no
tenían militancia y su involucramiento les generaban consecuencias no
deseadas. A las permanentes amenazas telefónicas, se le habían agregado
notas cosas que aparecían por debajo de la puerta cuando llegaban a las
diez de la mañana a la oficina. Los vecinos del edificio ya no los querían
allí.[27]
Esa era la situación cuando la revista, además, quebró económicamente
y los que quedaban del equipo originario se alejaron. Quien quedó endeudado
a título personal fue "Jarito" Walker, especialmente con la imprenta y el
alquiler de la redacción y los caminos de todos los participantes
comenzaron a bifurcarse en numerosas siglas divisorias con cada vez menos
posibilidades de conciliación, en el marco del Gran Acuerdo Nacional (GAN)
promovido por el General Lanusse y de la intensificación de la campaña por
el retorno de Juan Domingo Perón al país.
Durante esos 6 meses pudieron, de todas maneras, publicar 23 números
con frecuencia semanal y con 16 páginas cada uno. Al principio habían
vendido entre 12 y 14 mil ejemplares, pero para el momento del cierre
aparentemente solo imprimían alrededor de 6.700[28].
Los principales problemas que abordó la revista
El sentido general de la revista incluía algo así como el
"enfrentamiento explícito al proyecto continuista de la dictadura,
reivindicación de las luchas populares, de todas las vanguardias
revolucionarias combatientes, del sindicalismo peronista combativo y de los
gremios clasistas"[29]. Desde sus primeros números se fue dedicando a la
coyuntura política inmediata, a la denuncia de la estructura represiva,
publicando artículos sobre temas internacionales de interés para la
izquierda, sobre la realidad latinoamericana y sobre la cultura, pero
semana a semana las condiciones sociales y políticas locales pasaron a
marcarle un ritmo cada vez más intenso y diferentes organizaciones armadas
con las que algunos de ellos ya estaban involucrados les empiezan a enviar
comunicados para publicar, excediendo por mucho los límites de la legalidad
vigente.
Sin pretender reducir la heterogeneidad de la publicación a unos
pocos ejes, podríamos hablar de al menos ocho series de notas o secciones
que perduran en el tiempo y cuya descripción nos permite dar cuenta de la
confluencia de militancias diversas de la nueva izquierda en la revista: 1)
la cobertura sobre movimientos de liberación del tercer mundo, 2) la
historia reciente de las luchas populares argentinas (en especial las del
movimiento peronista), 3) el análisis económico y político local, 4) las
denuncias antirrepresivas, 5) el panorama del tercermundismo católico 6)
las miradas del psicoanálisis y la psiquiatría, 7) la crítica política de
la cultura que se expresa tanto en la sección "Cultura y Cuestionamiento"
como en la columna "Testimonio", y 8) las comunicaciones de organizaciones.
En este apartado repasaremos brevemente los diferentes puntos, a excepción
del séptimo que se desarrollará con más profundidad en el siguiente.
El joven "Pepe" Eliaschev –tenía solo 26 años por entonces, pero
mucha experiencia acumulada en medios de prensa y formación política de
izquierda- se integró a la redacción a partir del tercer número y publicó
una serie de notas tituladas las "Luchas del tercer mundo" sobre el
genocidio palestino (Nº 3), la situación de Vietnam e Indochina (Nº 4), las
colonias portuguesas en África (Nº 5), el golpe de Bolivia (Nº 7), el
apartheid de Sudáfrica (Nº 8), Corea del Norte (Nº 16 y 17), entre otros.
Según Laura Giussani, "Jarito" estaba deslumbrado con sus ensayos
periodísticos, con investigación propia, "dignos de la mejor revista"[30].
El dirigente político peronista Juan Carlos Brid, posteriormente
desaparecido durante la última dictadura militar, publicó una serie de
notas que reconstruían históricamente los quince años de resistencia
peronista (1955-1970); Dardo Cabo y Ricardo Roa comenzarán en el número 8
una zaga sobre la lucha interna en el movimiento peronista; y Alicia
Eguren, la mujer del ya entonces fallecido John William Cooke, referente
del peronismo revolucionario, intervino en numerosas ocasiones con
artículos en los que también buscaba diferenciar "traidores" de "leales" y
recordar a su compañero fallecido en 1968.
La diversidad de temas por número fue una característica de la
publicación, que pretendía ponerla a la altura de las revistas comerciales,
así como la inclusión de grandes fotografías, ilustraciones y humor
gráfico. En las mismas páginas que el economista Fernando Hugo Ezcurra
publicaba notas de análisis sobre la política económica de la dictadura, la
inflación o el papel del capital extranjero en la Argentina; Juan Pablo
Franco analizaba los vaivenes del proyecto del GAN de Lanusse y el uruguayo
Gonzalo Barros Muñoz describía la vida cotidiana de la "Comunidad del sur",
experiencia comunitaria anarquista cercana a Montevideo.
Lo que uno puede observar que perdura, incluso en las siguientes
etapas de la revista, es el importante espacio dedicado a las notas
antirrepresivas, profundizado incluso durante las etapas del PRT desde las
figuras que encarnan la dirección, en tanto que siempre estuvieron muy
involucrados en la redacción, o cercanos como colaboradores, los núcleos de
militantes que conformaban los equipos defensores de presos políticos[31].
En la etapa que a nosotros nos interesa en esta ponencia, la mayoría de las
notas se abocan a la denuncia de torturas, secuestros y detenciones del
período y a dar publicidad a la voz de algunos núcleos de presos políticos
como el "Reportaje de cárcel a cárcel" entre Dardo Cabo y los guerrilleros
detenidos en el campamento de Taco Ralo[32]. Salvo algunas excepciones,
como la anterior, la mayoría de las notas sobre estos problemas estuvo en
manos de la dupla Duhalde y Ortega Peña que se distinguía por incorporar en
cada denuncia de actualidad, referencias permanentes a hechos represivos de
fines del siglo XIX. Algo así como una conjunción de revisionismo histórico
y luchas antirrepresivas del presente.
Los sacerdotes Domingo Bresci y Eduardo González cubrían los avatares
del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en el país, con cantidad
de denuncias de persecución y detenciones, así como con mensajes de
esperanza cristiana.
Desde el psicoanálisis Hernán Kesselman propuso análisis sobre las
drogas como "purgatorio artificial" (Nº1) y también difundió los debates
del grupo Plataforma para conformar un psicoanálisis antiimperialista (por
ejemplo en el Nº6)[33].
Desde el segundo número se anunció una sección que fue creciendo
titulada "Comunicación", donde se publicaron resúmenes de comunicados de
organizaciones sindicales, religiosas y estudiantiles, en primer lugar, y
también de organizaciones armadas, que cada vez comenzaron a ocupar más
lugar. Sección que luego sostendrá la revista Militancia de Duhalde y
Ortega Peña en el período 1973-1974.
No son los únicos temas, sin duda, hay números en que el sindicalismo
combativo y los conflictos en las universidades toman mucha presencia. Y el
humor gráfico merecería un análisis propio en relación con otros trabajos
contemporáneos, solo cabe aquí decir que la firma que acompaña las viñetas
de la contratapa es la de un tal Clusellas, del que no he podido conseguir
aún mayores referencias.
El intelectual y la revolución según Nuevo Hombre
En América Latina, a comienzos de los años setenta, uno podía
claramente señalar que la Revolución Cubana como gesta y los procesos
contemporáneos de descolonización, habían modificado profundamente los
parámetros con los que artistas e intelectuales percibían la relación entre
política y estética, o entre intervención teórica y práctica militante.
En la sección titulada "Cultura y cuestionamiento" de la revista se
puede observar una vocación por reseñar producciones literarias, plásticas
y cinematográficas contemporáneas, con un tono notablemente provocador y
demarcador de los límites de lo aceptable-tolerable en las relaciones entre
cultura y política revolucionaria. Vicente Zito Lema fue uno de los
responsables, la sección constaba de 4 o 5 páginas por número donde se
reproducían debates, se transcribía fragmentos de obras para difundir o se
ejercía la crítica sobre diferentes expresiones artísticas y literarias.
Otros integrantes ya los fuimos mencionando, pero valga la repetición en
pos de la claridad: Juana Bignozzi, Nicolás Casullo, Mario Pellegrini,
Oscar Peyrou y Mónica Tiffemberg.
Para dar una idea del contenido, podemos mencionar que en el primer
número, por ejemplo, hay una nota sin firma que resalta el aporte a la
cultura popular latinoamericana del teatro de Augusto Boal; Vicente Zito
Lema publica una crítica a las actitudes de los artistas Aizenberg,
Nojechowiz y Kleiman y se manifiesta en defensa del surrealismo y Nicolás
Casullo analiza los límites ideológicos de los mensajes del cine
norteamericano. En el segundo número ya se agregaba una breve crítica a la
poesía de Leónidas Lamborghini firmada por Juana Bignozzi y una revisión
sobre la manera en que el diario La Prensa analizaba un conflicto de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, firmada
por Casullo, dando cuenta de la vocación por cubrir múltiples expresiones
de la vida cultural condenando el carácter burgués de algunas (se leen allí
expresiones como "el remanido tema de la alta burguesía") y resaltando la
fuerza para la agitación, la concientización o la participación popular de
otras, así como los interrogantes que suscitan ciertas políticas culturales
como las cubanas y chilenas.
No está dentro de las posibilidades de una ponencia desplegar todas
las vetas en que trabajaron los integrantes de esta sección sino resaltar
la manera en que la publicación es atravesada y acciona en el contexto
inmediatamente posterior al llamado "Caso Padilla" que había sacudido y
generado numerosas grietas en el campo intelectual revolucionario. Esa
fragmentación que se produjo fue muy claramente reflejada en las páginas
del Cuaderno que el Semanario uruguayo Marcha publicó en el mes de mayo de
1971 contiendo la prolífica producción de documentos e intervenciones que
suscitó la detención del escritor Heriberto Padilla en La Habana durante el
mes de abril[34]. En el número 3 de Nuevo Hombre, correspondiente a la
primera semana de agosto, se transcribieron tres ideas de la introducción
al material editado por Marcha, que no es acompañado por ningún juicio de
valor, pero todo daría a entender que se considera positivamente. En el
punto uno se defiende a la Revolución Cubana, su lucha, su horizonte, se
recuerda las condiciones en que se desarrolla, y por tanto se la reivindica
como gesta emancipatoria que merece respeto y solidaridad "Estar con la
Revolución Cubana es un deber primario"; en el punto dos, se aclara que
estar con la Revolución no supone avalar o consentir sus errores, pero se
preguntan si esos errores deben siempre denunciarse, o si se debe trabajar
para corregir lo que pueda ser corregido: "entre negarse sistemáticamente a
reconocer el error y dedicarse con lupa y fruición a señalar cualquiera,
hay cierta identidad"; en el punto tres se lamentan por todas las aristas
del "Caso Padilla" y el nivel de la disputa y, por último, enuncian que:
"por suerte para todos [la revolución cubana] prosigue su marcha (…)
Gran necesidad histórica, este "accidente del camino" no le quita
significación, ni amengua sus virtudes, ni empaña su heroísmo. Sigue
siendo la vanguardia de nuestra revolución. Hasta en sus errores
porque a costa de ella misma, nos previene y enseña"[35].
En el siguiente número, reproducen una entrevista a Jean Paul Sartre
sobre el papel del intelectual en un proceso de revolución social,
realizada por un ensayista norteamericano llamado John Gerassi que Marcha
había publicado el 30 de junio pasado[36] y en el Nº 8 se incorpora el
documento "Discusión con Marcuse" del alemán Hans Magnus Enzensberger,
tratando de conectar los debates contemporáneos con los que atraviesan al
mundo europeo posterior al mayo francés.
En sus páginas también se expresarán las posiciones de un grupo de
artistas plásticos argentinos contra la Bienal de San Pablo, se redactará
un documento como contrabienal y se irán sumando adhesiones que cuentan
entre sus firmas a León Ferrari, Leopoldo Durañona –dibujante de Nuevo
Hombre-, Luis Felipe Noé, Ricardo Carpani, Antonio Berni, Carlos Alonso,
etc.
En los primeros números, además, existió una columna llamada
"Testimonio" donde se puede encontrar tanto la entrevista a Ricardo Piglia
ya mencionada, como otras realizadas a Rodolfo Walsh titulada "Rodolfo
Walsh: desde 1968… desde 1971" [37], a Luis Felipe Noé "El artista de hoy
en América Latina"[38] y a José Agustín Goytizolo "Un escritor en la España
de hoy"[39], así como otras contribuciones posteriores de Haroldo Conti y
León Ferrari.
De acuerdo con los relatos de Nicolás Casullo, en esa redacción se
dieron fuertes discusiones sobre cómo se percibían a sí mismos y a las
tareas de los intelectuales en la época. Ahí aparecen discusiones sobre el
rol del periodista producto de conflictos en el gremio de prensa que los
llevan a expresar posiciones, así como sobre el rol del artista y del
intelectual en relación con la Revolución Cubana. De esos debates no
tenemos registro, pero sí de la serie de notas que Casullo – con 28 años-
inaugura a partir del Nº 15, titulada precisamente "Los intelectuales".
Fueron siete notas semanales en que se abordaron diferentes aspectos de la
mirada, la función, la definición de intelectual y el lugar de la crítica
en el socialismo.
En cuanto a las aproximaciones a las definiciones sobre el
intelectual, su figura y acción social, en el Nº 16 empezó a desarmar dos
vertientes que trataron de investigar la cuestión en el ámbito
norteamericano, a las que considera que adolecen de no dar lugar al estudio
de pertenencias de clase y caracterización económico-político-ideológica
del sistema social en el que el intelectual interviene.
En el Nº 17, diagnostica la crisis de la función que históricamente
venía desempeñando el intelectual, a partir del abordaje de la obra de
teóricos-políticos franceses de posguerra que le han otorgado un nuevo
significado. Ve la bisagra en aquellos escritores, catedráticos y
periodistas de la ex resistencia cuyo máximo exponente es Jean Paul Sartre
que, en el marco del Partido Comunista francés, con el contexto de la
reconstrucción económica europea, de la Guerra Fría y de los primeros pasos
de luchas por la descolonización, optan por "readecuar sus funciones
lúcidamente, entre una realidad y un proyecto que debe modificarla a través
de una teoría con la cual se identifican – el marxismo – y una clase,
sujeto histórico del cambio social: el proletariado"[40]. Para Casullo allí
se elige una práctica en la negatividad y la denuncia de los valores
establecidos del sistema capitalista, el combate ideológico contra la
visión del mundo dominante y el cuestionamiento crítico a las desviaciones
del proyecto revolucionario, que lleva a la autopercepción sobre su
posición conflictiva, de carencia, en relación con la sociedad y con los
poderes (el dominante y el de cambio), pero de fortalecimiento de la
apuesta por posicionarse como "conciencia crítica"[41]. Tal vez lo más
interesante del rescate que Casullo hace de Sartre es el que le permite
afirmar que la práctica resultante de la nueva definición sartreana del
intelectual, lo lleva a que su praxis político-ideológica lo llevará al
peligro de "desprivilegiar" (sic) con cada acto uno de los niveles
fundamentales de la actividad política: la ubicación desde donde habla,
desde donde hace escuchar su voz., por lo que remitirá a su indefinido
cuestionamiento de su función social en medio de proyectos antagónicos que
son de clase. Desde allí es que Casullo explica la situación abierta por el
Caso Padilla. La recurrente mención a los privilegios de los intelectuales
en tanto voz individual a lo largo de la querella respecto a "la
organización colectiva proyectando" un poder concreto posibilitar del
cambio social, da cuenta de la preeminencia que en los círculos
intelectuales de occidente tiene esa concepción que nació en la posguerra
recuperando legados previos. La misma preocupación guiará la siguiente
nota, la número IV de la Serie, titulada precisamente "Privilegios y
análisis de clase" donde contrapone los postulados de Edgar Morin y de
Antonio Gramsci para analizar el papel que desempeña la ideología del
sistema marcando límites de comprensión e inteligibilidad cultural.
Ya en la V nota se aborda la situación contemporánea del intelectual,
más precisamente del escritor, en América Latina a partir del llamado "Boom
latinoamericano" en la literatura. La nota se abre con una cita de Mario
Benedetti sobre las interpelaciones del público a las actitudes del
escritor y del simultáneo deterioro del llamado político profesional y
contará también con algunas referencias a Mario Vargas Llosa. Para Casullo
en América Latina "se enfrentan dos proyectos: el de permanencia y el de
cambio de sistema" y cómo aún el sistema capitalista controla las
trayectorias de la literatura en el mercado, como mercancía. Casullo es
lapidario: "Mucha confusión han aportado a la problemática intelectual-
proceso de liberación las ideas de este nuevo tipo de intelectuales, a los
que tanta trascendencia les otorgó la prensa burguesa en los últimos
años"[42].
Es en las notas VI "Autocrítica desde la revolución" y VII "Fanon,
crítica a los reformistas y a los populistas" en que con mayor fuerza se
cuestiona la idea de intelectual como conciencia crítica en tanto para
Casullo –que a su vez lo toma del periodista Carlos María Gutiérrez en una
mesa redonda producida en La Habana en 1969- esto no es más que un resabio
de la formación burguesa en que han están imbuidos, ya que hace hincapié en
la individualidad, el individualismo, y le permite no ensamblarse en los
proyectos colectivos, sino que pararse a analizarlos desde afuera. La
situación actual latinoamericana, en cambio, los interpela para que se
involucren desde adentro. Para reforzar esta idea es que precisamente se
apoya en Frantz Fanon y sus aportes a la crítica al intelectual europeo.
Ese es el sentido último de las intervenciones de Casullo en Nuevo Hombre,
no hay lugar para la práctica intelectual privilegiada si no se hace parte
del pueblo en la práctica cotidiana, constituyendo una voz revolucionaria
en la lucha colectiva.
Esta conclusión, en 1971, si bien atribuible a la pluma de Nicolás
Casullo y a las reflexiones desde su pertenencia más inmediata, el FATRAC,
es muy ilustrativa para comprender las apuestas en que los diferentes
integrantes del staff de Nuevo Hombre se involucran en los años
inmediatamente posteriores.
Conclusiones
En 1972, ante la quiebra económica, Daniel Hopen estableció el
contacto necesario y la revista fue vendida al Partido Revolucionario de
los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo[43], que se hizo
cargo a partir de entonces y hasta 1975. Cambió numerosas veces el formato
y la periodicidad y pasó por diferentes direcciones: Silvio Frondizi,
Rodolfo Mattarollo y Manuel Gaggero sucesivamente. El PRT no solo la
convirtió en una experiencia de prensa partidaria, sino que las notas
pasaron a ser mayoritariamente anónimas, disolviendo en el colectivo
partidario la identidad de sus integrantes.
El caso Padilla, Jean Paul Sartre, Frantz Fanon, la contrabienal de
San Pablo… A partir de este primer acercamiento podemos plantear que la
primera etapa de Nuevo Hombre permite pensar las experiencias de
confluencia y dispersión en un momento bisagra para una generación que
tendrá altísima significación en la historia política y cultural argentina.
Ha quedado reseñada su singularidad como experiencia con impronta
periodística y vocación plural, antes de que se corte definitivamente el
campo revolucionario en argentina entre peronismo y antiperonismo, antes
del "Luche y vuelve". Sin dudas esa redacción fue atravesada por agudos
debates sobre cómo leer al Gran Acuerdo Nacional de Lanusse y a Perón, pero
sobre todo sobre cómo se percibían a sí mismos en tanto que intelectuales
en el proceso que atravesaba la Argentina y a las tareas que les cabía
desplegar en la época para la liberación. Y eso puede rastrearse no solo a
partir del estudio de sus notas, sino de la reconstrucción de las
biografías de sus integrantes, que experimenta profundos cambios a lo largo
de ese semestre.
Hace falta que seguir indagando las iniciativas del año 1971 en tanto
que allí se empiezan a evidenciar en el campo intelectual local los ecos
del Cordobazo y de la emergencia potente de las organizaciones político-
militares hacia 1970. También vale la pena promover nuevos acercamientos a
Nuevo Hombre porque, como quisimos insinuar, permite entender cómo a pesar
de las diferentes organizaciones en que se fueron involucrando los
intelectuales-militantes que participaron de ella durante aquel corto
período de tiempo, siguieron habiendo vínculos entre ellos y sintonía en
algunas ideas básicas sobre cómo concebir la intervención comunicacional
para la transformación social.
Bibliografía
A.A.V.V. (1997) Cultura y política en los años ´60. Bs. As, Instituto de
investigación Gino Germani. FCS. Oficina de publicaciones del CBC, UBA.
ANGUITA, EDUARDO Y MARTIN CAPARRÓS (2006). La voluntad. Una historia de la
militancia revolucionaria en la Argentina. Buenos Aires: Ediciones Booket.
5 tomos.
Baschetti, Roberto (2007a) La memoria de los de abajo. Hombres y mujeres
del peronismo revolucionario. 1945-2007. La Plata: Ed. De la Campana. Tomo
I.
-------------------------------- (2007b) La memoria de los de abajo.
Hombres y mujeres del peronismo revolucionario. 1945-2007. La Plata: Ed. De
la Campana. Tomo II
BERNETTI, Jorge (1995). "La Opinión era un instituto Di Tella
periodístico", en Oficios Terrestres, Año 1, Nº, Facultad de Periodismo y
Comunicación Social, UNLP.
Bozza, Alberto (2001). "El peronismo revolucionario. Itinerarios y
vertientes de la radicalización", en Revista Sociohistórica. Cuadernos del
CISH, nº9/10, La Plata, Editorial Al Margen.
CASULLO, Nicolás (2004). Sobre la marcha: política y cultura en la
Argentina. Buenos Aires: Ediciones Colihue.
------------------------- (2007). "Los años setenta: cultura y política",
en: Las cuestiones. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
------------------------- (2008a). Peronismo. Militancia y crítica (1973-
2008). Buenos Aires: Ediciones Colihue.
-------------------------- (2008b) "Viaje al corazón de un inglés" En:
Giussani, Laura. Cazadores de luces de sombras. Ignacio Ezcurra y Enrique
Walker: dos periodistas en tiempos de guerra, revueltas y revoluciones.
Buenos Aires, Edhasa.
Chama, MAURICIO (2000) "Compromiso político y práctica profesional a
principios de los setenta: El caso de Asociación Gremial de Abogados" en:
Sociohistórica (7). Disponible en:
http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2821/pr.2821.pdf
------------------------------ (2006) "Peronización y radicalización de
grupos de abogados en los años ´60 y principios de los ´70" en Cuestiones
de Sociología. Revista de Estudios Sociales, nº3.
---------------------------- (2007) "Movilización y politización: abogados
de Buenos Aires entre 1968 y 1973", en Anne Pérotin-Dumon (dir.).
Historizar el pasado vivo en América Latina. Disponible en:
http://etica.uahurtado.cl/historizarelpasadovivo/es_contenido.php
De Amézola, GONZALO (1997) "Lanusse o el arte de lo imposible. El
lanzamiento del GAN (marzo-mayo de 1971)". En: Cuadernos del CISH, 2(2-3).
Disponible en:
http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2638/pr.2638.pdf
ESQUIVADA, Gabriela (2009). Noticias de los Montoneros. La historia del
diario que no pudo anunciar la revolución. Buenos Aires: Sudamericana.
GILMAN, Claudia (1999) "El intelectual como problema. La eclosión del anti-
intelectualismo latinoamericano de los sesenta y los setenta" en Prismas,
Nº 3, UNQUI.
----------------------- (2003). Entre la pluma y el fusil. Debates y
dilemas del escritor revolucionario en América Latina. Buenos Aires: Siglo
XXI.
GIUSSANI, Laura (2008). Cazadores de luces de sombras. Ignacio Ezcurra y
Enrique Walker: dos periodistas en tiempos de guerra, revueltas y
revoluciones. Buenos Aires, Edhasa.
GORDILLO, MONICA (2003) "Protesta, rebelión y movilización: de la
resistencia a la lucha armada, 1955-1973" En JAMES, Daniel. Nueva Historia
Argentina tomo IX: Violencia, proscripción y autoritarismo: 1955-1976.
Buenos Aires: Sudamericana.
JAURETCHE, Ernesto y Gregorio LEVENSON (1998) Héroes. Historias de la
argentina revolucionaria. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
JOZAMI, Eduardo (2013) Rodolfo Walsh. La palabra y la acción. Buenos Aires:
Edhasa.
LONGONI, ANA (2005) "El FATRAC. Frente Cultural del PRT/ERP". En: Revista
Lucha Armada Nº 4. Buenos Aires, septiembre.
PUCCIARELLI, ALFREDO (Comp.) (1999) La primacía de la política. Lanusse,
Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN. Buenos Aires: EUDEBA.
PUJOL, SERGIO (2002) "El nuevo periodismo" En: PUJOL, Sergio La década
rebelde. Los años 60 en la Argentina. Buenos Aires: Emecé.
---------------------- (2003) "Rebeldes y modernos. Una cultura de los
jóvenes". En JAMES, Daniel. Nueva Historia Argentina tomo IX: Violencia,
proscripción y autoritarismo: 1955-1976. Buenos Aires: Sudamericana.
RAMIREZ, ANA JULIA (1999) "Un cruce de palabras: La Opinión frente a las
elecciones del ´73" en: PUCCIARELLI, ALFREDO (Comp.) La primacía de la
política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN. Buenos
Aires: EUDEBA.
RUIZ, FERNANDO J (2014). Guerras mediáticas. Las grandes batallas
periodísticas desde la Revolución de Mayo hasta la actualidad Buenos Aires:
Editorial Sudamericana.
SIGAL, Silvia (1991) Intelectuales y poder en Argentina. La década del
sesenta, Buenos Aires: Punto Sur.
Somoza, Patricia y Elena Vinelli (2011) "Para una historia de Los Libros"
en Los Libros: Edición facsimilar, Buenos Aires: Biblioteca Nacional.
TORTTI, MARIA CRISTINA (1999) "Protesta social y "Nueva Izquierda" en la
Argentina del Gran Acuerdo Nacional" en: PUCCIARELLI, ALFREDO (Comp.)
La primacía de la política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos
del GAN. Buenos Aires: EUDEBA.
Ulanovsky, Carlos (1997) Paren las rotativas: una historia de grandes
diarios, revistas y periodistas argentinos. Buenos Aires: Espasa Calpe.
ZITO LEMA, Vicente (2009) "Memorando a Jarito" en portal web Diario sobre
Diarios. Disponible al 30/07/2014 en:
http://www.diariosobrediarios.com.ar/dsd/notas/4/76-soy-enrique-walker-
periodista-y-montonero.php
-----------------------
[1] Actualmente, todos sus números se encuentran disponibles en pdf en el
sitio El Topo Blindado: http://eltopoblindado.com/fas-prensa/ .
[2] Claudia Gilman (2003). Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del
escritor revolucionario en América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI. P. 77.
[3] Ver Laura Giussani (2008) Cazadores de luces de sombras. Ignacio
Ezcurra y Enrique Walker: dos periodistas en tiempos de guerra, revueltas y
revoluciones. Buenos Aires, Edhasa. p. 137.
[4] Movimiento de protesta estudiantil y obrero que sacudió la ciudad de
Córdoba a fines de mayo de 1969, con gran peso simbólico e impacto en el
ciclo de radicalización política que por entonces se abre.
[5] Ibídem.
[6] Zito Lema, Vicente (2009) "Memorando a Jarito" en portal web Diario
sobre Diarios. Vicente Zito Lema nació en 1939 en Buenos Aires, no es fácil
de etiquetar, se lo puede definir como poeta, dramaturgo, periodista y
abogado argentino. Ha participado de numerosas iniciativas políticas y
político-culturales desde los años sesenta a la actualidad. Participó de
Nuevo Hombre.
[7] Anguita y Caparrós (2006) pp. 386-394. Nicolás Casullo: Nació el 10 de
septiembre de 1944. En 1969 escribió su primera novela, titulada Para hacer
el amor en los parques. Estudió letras y sociología en la UBA durante los
años de la Revolución Argentina. Participó de diferentes iniciativas
culturales y trabajó en el diario La Nación hasta mediados de 1969. A
comienzos de la década del ´70 se involucró en el FATRAC (Frente de
Trabajadores de la Cultura) del Partido Revolucionario de los Trabajadores,
en el diario La Opinión y fue parte de la sección "Cultura y
cuestionamiento" en la Revista Nuevo Hombre durante esta etapa dirigida por
Enrique Walker. Posteriormente, se sumó a JAEN durante 1972, cuando este
espacio se estaba fusionando con Montoneros y desde Montoneros se integró
al equipo de gestión de Jorge Taiana en el Ministerio de Cultura y
Educación de la Nación (mayo 1973-agosto 1974) en el Departamento de
Comunicaciones Sociales. Tras renunciar al Ministerio, perseguido por la
Triple A, se desconectó de la Organización y se fue del país primero a
Cuba, luego a Venezuela y se radica más tarde en lo que ya tomó forma de
exilio en México. Allí comenzará una carrera profesional en el mundo de la
comunicación y desde su regreso al país en la posdictadura estuvo al frente
de numerosas cátedras universitarias y revistas culturales como Pensamiento
en los confines. Falleció el 9 de octubre de 2008.
[8] Otros datos biográficos que podríamos señalar de Enrique Walker es que
durante 1972 participó en la revista Extra de Bernardo Neustad. En algún
momento difícilmente precisable entre 1972 y comienzos de 1973 se acercó
definitivamente a Montoneros. Estuvo casado con Lidia Papaleo –la segunda
esposa de David Graiver- y algunos como Gasparini en sus investigaciones
sugieren que fue el contacto más directo de Montoneros con Graiver en los
años posteriores.
Por su larga experiencia asesoró o desempeñó el rol de Jefe de redacción de
casi todas las revistas que Montoneros publicó a partir de mayo de 1973. Su
secuestro se produjo el 17 de julio de 1976 en un cine de la avenida
Rivadavia al 5000 de Capital Federal, tenía solo 35 años, y para entonces
era parte del Área Federal de Montoneros a cargo de la revista Evita
Montonera. Permanece desaparecido. Laura Giussani Op. cit.
[9] Gonzalo De Amézola (1997) "Lanusse o el arte de lo imposible. El
lanzamiento del GAN (marzo-mayo de 1971)". En: Cuadernos del CISH, 2(2-3).
[10] Cuando hablemos de intelectuales, estaremos refiriéndonos a la
definición más bien laxa utilizada por Silvia Sigal (1991) que indica que
son aquellos "productores y agentes de circulación de nociones comunes que
conciernen al orden social".
[11] Para conocer más sobre esta revista, recomiendo consultar Patricia
Somoza y Elena Vinelli (2011) "Para una historia de Los Libros" en Los
Libros: Edición facsimilar, Buenos Aires: Biblioteca Nacional.
[12] Sobre este tema recomendamos ver trabajos como los de Sergio Pujol
(2002), Ana Julia Ramírez (1999), Jorge Bernetti (1995) y Carlos Ulanovsky
(1997).
[13] El Nº21 de los libros corresponde al mes de agosto de 1971. Para una
cronología de Los Libros consultar: Somoza y Vinelli, Op. cit.p. 15.
[14] "Testimonio: el escritor y el proceso social. Entrevista a Ricardo
Piglia". En: Nuevo Hombre Año 1, Nº1. 21 al 27 de julio de 1971.
[15] En las memorias de Nicolás Casullo en el tomo II de La Voluntad
encontramos que "Jarito" Walker le planteó que "…me da la sensación de que
mucha gente está queriendo leer algo así", es decir, una publicación
"ideológicamente amplia, directa, que junte a periodistas, analistas,
columnistas de barricada, intelectuales más bien teóricos". Anguita y
Caparros (2006) pp. 386-394.
[16] Nicolás Casullo (2008b) "Viaje al corazón de un inglés" En: Giussani,
Laura. Cazadores de luces de sombras. Ignacio Ezcurra y Enrique Walker: dos
periodistas en tiempos de guerra, revueltas y revoluciones. Buenos Aires,
Edhasa. P.161.
[17] Ernesto Jauretche y Gregorio Levenson (1998) Héroes. Historias de la
argentina revolucionaria. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
P. 122.
[18] Eduardo Jozami (2013) Rodolfo Walsh. La palabra y la acción. Buenos
Aires: Edhasa. p. 178. Nota al pie nº 30.
[19] Revista Nuevo Hombre Año 1, Nº10, 22 al 28 de septiembre de 1971. p.
13.
[20] Giussani, Op. cit., p. 143.
[21] Zito Lema, Op. cit.
[22] José Ricardo "Pepe" Eliaschev nació el 31 de mayo de 1945 en Buenos
Aires. Comenzó tempranamente trabajando en la prensa. Compartió la
redacción en Gente con Walker, pero en 1966 fue despedido por razones
políticas e ideológicas tras no querer modificar un reportaje que le hizo a
los guerrilleros de Salta. En 1967 cubrió como periodista invitado la
conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Entre
1969 y 1970 vivió en Europa. Su formación había comenzado junto a Silvio
Frondizi en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria Praxis y para 1971
integraba el FATRAC del PRT-ERP. La facilidad para los idiomas, sus viajes
y los contactos que había ido consiguiendo lo habían ido forjando como un
periodista con buena formación para cubrir hechos de orden internacional.
[23] Entrevista de la autora a José "Pepe" Eliaschev. Buenos Aires, 19 de
agosto de 2014. Por otros medios es posible conocer que contemporáneamente,
David Graiver se habría embarcado en el financiamiento del diario La
Opinión de Jacobo Timerman, aunque no figurara en sus papeles.
[24] Eso se encuentra en Anguita y Caparros, Op. cit., 387. Podemos agregar
que el hijo de Lili Massaferro, Manuel Belloni, que militaba en las Fuerzas
Armadas Peronistas, había sido asesinado en el Tigre a comienzos en marzo
de 1971 y ella estaba comenzando por entonces su propio camino de
radicalización política hacia las Fuerzas Armadas Revolucionarias y, tras
la fusión, Montoneros. Queda pendiente corroborar si tuvo o no
participación en esta revista durante este período.
[25] Eso lo afirman tanto Eliaschev en la entrevista mencionada como
Casullo en Memoria Abierta. En el FATRAC estaban ambos, junto con otras
figuras como Daniel Hopen, que era un poco mayor, trotskista, militante que
había pertenecido a Palabra Obrera desde los años sesenta y fue fundador
del PRT en 1965. Su carrera fue la de sociólogo que para 1969 trabajaba en
Marketing: "era un intelectual y su fuerte era, sin duda, la oratoria" en
Anguita y Caparros, Op. Cit, p. 157. Según Casullo, Hopen participó de
Nuevo Hombre y también de El Descamisado porque llegó al peronismo
revolucionario tras romper con el PRT-ERP y ser parte de los fundadores del
ERP 22 de agosto.
[26] Anguita y Caparros, Op. Cit, p. 391.
[27] Anguita y Caparros, Op. Cit, p. 393.
[28] "¿Usted quiere que Nuevo Hombre desaparezca?" En: Nuevo Hombre. Año I,
Nº23. p3.
[29] Anguita y Caparros, Op. cit.
[30] Giussani, Op. cit., pp. 143-144.
[31] Para una reconstrucción detallada de la radicalización de los abogados
ver los trabajos de Mauricio Chama (2000, 2006 y 2007).
[32] Cabo, Dardo. "Reportaje de Cárcel a Cárcel" En: Revista Nuevo Hombre
Año 1, Nº1, 21 al 27 de julio de 1971.
[33] "Plataforma Internacional. Psicoanálisis y antiimperialismo" en
Revista Nuevo Hombre Año 1, Nº6, 25 al 31 de agosto de 1971. p. 10.
[34] Ver A.A.V.V. "Cuba. Nueva política cultural. El caso Padilla" En:
Cuadernos de Marcha, Editado por
Marcha, Montevideo, Número 49. Mayo de 1971.
[35] Ibídem.
[36] "Sartre habla" En: Revista Nuevo Hombre Año 1, Nº4, 11 al 17 de agosto
de 1971.
[37] En Nuevo Hombre Año I Nº 2. del 28 de julio al 3 de agosto de 1971. p
9.
[38] En Nuevo Hombre Año I Nº 3. del 4 al 10 de agosto de 1971. p 6.
[39] En Nuevo Hombre Año I Nº 5. del 18 al 24 de agosto de 1971. p 10.
[40] Casullo "Los intelectuales. III) Aproximaciones al tema: Una función
en crisis" en Nuevo Hombre Año I Nº17. p 13.
[41] Ibidem.
[42] Casullo "Los intelectuales. V) Mercado, best sellers y política" en
Nuevo Hombre Año I Nº19. p 13.
[43] Laura Giussani, Op. cit., p. 146.