3. Reseña. América latina y el Caribe, una región en conflicto. intervencionismo externo, crisis de las instituciones políticas y nuevos movimientos sociales - Nayar López

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Temas contemporáneos de América Latina. Universidad Nacional Autónoma de México (Semestre intercambio académico) Universidad Pedagógica Nacional. Cristian Alfredo Parra G. RESEÑA # 3. AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, UNA REGIÓN EN CONFLICTO. INTERVENCIONISMO EXTERNO, CRISIS DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS Y NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES Intervencionismo imperialista en la América Latina del siglo XXI.1 Desde el momento en que Estados Unidos vive su proceso de independencia, se abre paso a una salvaje arremetida de este país sobre la región latinoamericana, cuyos impactos se extenderán hasta nuestros días y dejarán una huella imborrable en la historia del subcontinente. El posicionamiento hegemónico de esta potencia estuvo acompañada por diferentes sustentos ideológicos que pretendían justificar su intervención sobre el territorio: primero, con la doctrina Monroe y su pretensión de América para los americanos, asumirían que cualquier intento de intervención europea significaría un ataque a su paz y felicidad, por lo cual se hacía necesario que brindaran un “acompañamiento” a sus hermanos vecinos del sur; segundo, con el “destino manifiesto” se decía que, según mandato de la divina providencia, Estados Unidos estaba llamado a ser el redentor y salvador de toda la región. Sin embargo, desde inicios del siglo XIX y transcurso del XX, la historia nos ha mostrado que dicho afán de acompañamiento y protección responde a las primeras arremetidas imperialistas donde se apoderaría de varios territorios latinoamericanos, como es el caso de parte de lo que era México, Cuba, Puerto Rico y coadyuvaría al proceso de separación de Panamá. Todo este escenario naciente de dominación también encontraría sustento en los posteriores proyectos de políticas exteriores, donde la alianza para el progreso y la política del buen vecino fueron los principales referentes. En el periodo de 1960 a 1990, América Latina vivió uno de los capítulos más violentos, represivos, desoladores y tristes de su historia. Tras la segunda guerra mundial, el contexto bipolar del mundo se reflejó rápidamente en el subcontinente, trayendo consigo el fortalecimiento y posicionamiento de la izquierda en varios escenarios de poder; las diferentes guerrillas, la revolución cubana y el sandinismo, fueron fiel prueba de ello. No obstante, en este momento Estados Unidos despliega toda una maquinaria de inteligencia sobre la región, con el fin de mitigar la izquierda y el comunismo. Para ello, se empieza a intervenir de tal forma que fue posible generar golpes de estado y tomas violentas del poder por parte de las élites y

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LOPEZ, C. Nayar. “Intervencionismo imperialista en la América Latina del siglo XXI”, en Nayar Lopez Castellanos y Lucio Oliver (coords). América latina y el Caribe, una región en conflicto. Intervencionismo externo, crisis de las instituciones políticas y nuevos movimientos sociales. UNAM - FCPyS, Plaza y Valdés, México, 2009, pp. 21 - 45.

oligarquías locales, quienes se asentarán en el poder y serían los comodines de la hegemonía estadounidense. A su vez, organismos como el Banco Mundial y la OEA jugaron un papel importante en cuanto a financiación de las dictaduras y presión política a los países no alineados, que no representarán un cambio de paradigma ideológico en favor de la hegemonía. Con ello vino el protocolo de Washington, que acentuaba el desprestigio de aquellos países que vislumbraran brotes del temido germen del comunismo. Posteriormente, finalizando los años 80, ocurre un suceso de trascendencia global que despoja a Estados Unidos de su sustento interventor: la caída del muro de Berlín. Con ello, se creó en el mundo un escenario unipolar bajo la consigna de que el comunismo había caído, lo cual significó una desventaja para el imperialismo, en tanto se quedaría sin la base sobre la cual justificar su arremetida en la región. Sí el comunismo cayó ¿de qué se defiende a Latinoamérica? Pues bien, los ideólogos de la hegemonía no tardaron en dar su respuesta: si el comunismo cayó, claramente se debía alentar otras propuestas de “ayuda” a la región, las cuales fueron el apoyo al tránsito de las dictaduras (que ellos mismos alentaron) a la democracia representativa. Además de eso, el combate a las problemáticas de carácter local también fue otra justificación para legitimar su presencia en el subcontinente, por ejemplo el narcotráfico, las guerrillas, migraciones ilegales, etc. De esa manera, Nayar López expone de manera clara no sólo la transformación del panorama mundial que da lugar a la intervención durante todo el S XX, sino que también pone sobre la mesa los cambios que asume Estados Unidos en su estrategia imperialista. De esa manera, se empieza a configurar una nueva forma de acceso en los territorios del subcontinente, que agudizarían las formas de control que caracterizarían finales del siglo XX e inicios del XXI, las cuales se proyectan en tres sentidos: La afirmación de la democracia representativa como única forma de gobierno legítima en el continente americano (pilar político); el establecimiento del Área de libre comercio de las Américas (pilar económico), y el aumento de la presencia militar directa de Estados Unidos en América Latina y de su control sobre las fuerzas armadas de la región (pilar militar). (Hernández, 2003; citado en López 2009)

Complementando lo que dice la autora, se empieza a tejer todo un discurso de progreso y desarrollo para la región, posibilitado si, y sólo si los diferentes países se adecuaban a los planes de la hegemonía. Con ello, se empezó a generar entrecruzamientos entre lo que significó seguridad, desarrollo y democracia: por ejemplo, se da “la articulación de la democracia liberal procedimental con la idea de desarrollo y con la necesidad de garantizar la seguridad nacional, entendida como la posibilidad de asegurar la estabilidad (económica y política) en todos aquellos espacios que pudieran constituir una amenaza para los intereses estadounidenses” (Romano, 2012: 420). Con esto, claramente se pone en evidencia que lo que significa alcanzar el desarrollo y la seguridad, no es más que una forma de hacer que los países se acomoden a los intereses de la

política clientelista norteamericana, a la vez que la democracia se redujo a cuestiones netas de gobernanza institucional. Frente al pilar económico, la intervención adoptó un carácter muy importante. Inicialmente se impulsaba la creación de áreas de libre comercio que buscaba insertar a la región en las dinámicas comerciales de Estados Unidos, lo cual es una manera más de conseguir y apoderarse de la riqueza natural de América Latina, que supuso todo un plan de despliegue sobre el subcontinente en busca de los recursos necesarios para el sostenimiento del sistema capitalista global. “Se trata de una región que debe ser supeditada vía el mercado o en su defecto mediante la fuerza del estado en sus diversas modalidades, incluyendo la diplo-militar; esto con mayor énfasis de cara a los procesos alternativos que vive parte del cono sur y que en los hechos fracturarán, en un grado u otro, la incidencia hegemónica de dicha potencia” (Delgado, 2012: 505). Relacionado a ello, los procesos de militarización y securitización se plantean como aspecto indisoluble en la intervención. En consecuencia, es necesario mencionar que la búsqueda de apropiación de los recursos no solo se da en el marco del control de la región, sino como una forma de disputa en el escenario económico internacional, es decir, se está en pugna con Europa por la consecución de recursos. Volviendo al pilar político y continuando con el militar, países como Colombia son muestra de que el nuevo discurso hegemónico encuentra en las realidades locales formas de sustentarse; la lucha contra el narcotráfico y el plan Colombia, o la lucha contrainsurgente entendida como lucha contra el terrorismo, son bases que permiten un firme establecimiento de Estados Unidos sobre los territorios cuya prueba fehaciente es la presencia de bases militares en el territorio colombiano. Otro aspecto a resaltar de las formas de dominación, y que se puede mostrar en este caso, es la intervención de empresas privadas transnacionales que acuden a las élites locales para garantizar su funcionamiento, en otras palabras, “la imposición de los intereses estatales y del capital privado es transferida en forma controlada a las corporaciones militares privadas y a los paramilitares” (Azzellini, 2009: 75) Por otro lado, si bien Estados Unidos es sin duda una potencia hegemónica con fuerte influencia sobre la región, las nuevas realidades construidas en el siglo XXI muestran que su poderío no es algo inamovible, por el contrario, en el escenario internacional empieza a presentar fisuras y debilitamiento. El posicionamiento de otras potencias industriales como China y su cooperación en la región, dan cuenta de que Washington empieza a perder terreno frente a otras iniciativas que van surgiendo y se ve debilitado. Tal es el caso de las iniciativas por la integración regional alternativa, como el ALBA y MERCOSUR. Es así como se hace claro que hay un resurgir de sentimientos antiimperialistas, que no solo promueven iniciativas en dimensiones económicas, sino que ponen de manifiesto nuevas cosmovisiones y formas de lo que significa hacer política, cuya materialización puede verse en la diversificación de los movimientos sociales.

Finalmente, tras todo el panorama que nos muestra Nayar López y continuando con lo anterior, América Latina vive momentos de renovación. Efectivamente tiene a cuestas diferentes procesos de intervención y dominación por parte de la hegemonía estadounidense, pero también hay un impulso nuevo por construir alternativas al modelo capitalista neoliberal; apuestas que buscan generar un fortalecimiento de la región en diversos ámbitos. Frente a esto, sin duda es imprescindible hacer mención a algo que ya se comentó de manera breve anteriormente, y es el de la integración regional. Estas iniciativas que promueven una integración regional, pueden constituirse como verdaderas propuestas alternativas a la dominación estadounidense por las siguientes razones: primero, buscan generar una coalición económica que resignifique los procesos de intercambio en la región, cuyo objetivo es promover un escenario solidario de cooperación que persigue un desarrollo real y autónomo de los países; segundo, determinan una nueva configuración regional en términos políticos, ya que estas iniciativas económicas están acompañadas por planteamientos politico-ideológicos, que defienden la construcción de nuevos paradigmas de vida en la región, donde se incluya a la multiplicidad y diversidad social y cultural. En ese sentido, “también hay que darle a lo que se presenta como nuevo, como respuesta a lo viejo moribundo, una filosofía diferente para hacer las cosas que no se quisieron hacer de manera distinta por seguir mandatos e intereses imperiales” (Moldiz, 2013: 126). La anterior reflexión es muy importante, porque reconoce algo fundamental frente a las integraciones regionales: no sólo deben ser entendidas en términos económicos, sino que deben abarcar apuestas sociales y culturales que propendan por la consolidación de nuevas maneras de entender las relaciones y el mundo en general. Frente a esto la UNESCO hace una propuesta interesante sobre la relevancia de la cultura en los procesos de integración: “tomar en cuenta la cultura no como un componente más de apoyo a las tareas de desarrollo, sino al revés, el desarrollo como formando parte de un concepto amplio, comprensivo y profundo de la cultura” (Pino, 2002: 47) Concuerdo con Nayar López cuando dice que “las perspectivas para arribar a una unidad latinoamericana en el futuro dependerán de la capacidad de los actuales procesos de integración que tienen lugar en la región (...) determinarán los nuevos parámetros y límites del intervencionismo imperialista en la región” (López, 2009: 42). Con esto, hay que incluir que los movimientos sociales juegan un papel determinante en la consolidación de estas iniciativas regionales, ya que no solo debe ayudar a la construcción del modelo, sino que tiene que darle legitimidad en cuanto estos son incluidos bajo todas las formas. Sin embargo, si bien el autor menciona que la integración regional es uno de los mejores caminos para hacer frente a la dominación imperialista, considero que debe tenerse en cuenta un sinsabor frente a esta. Es cierto que las apuestas existentes son realmente avances para superar gradualmente la dominación extranjera, pero aunque asuman perspectivas distintas, siguen apostándole a las mismas lógicas de mercado capitalista en los procesos económicos. Ciertamente el objetivo de esa dinámica es distinto al de las potencias y tiene como punto el

desarrollo solidario de la región, lo cual marca su diferencia, pero deben haber esfuerzos por clarificar si estas integraciones apuntan a una cara humana de la dinámica capitalista, o se asumen como procesos transitorios para la consecución de otro modelo que sustituya de raíz al capitalismo, este es, el socialismo. BIBLIOGRAFÍA. 1.

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AZZELLINI, Darío, “Colombia: laboratorio experimental para el manejo privado de la guerra”, en Darío Azzellini (comp.) El negocio de la guerra. Nuevos mercenarios y terrorismo de Estado. Monte Ávila, Txalaparta, Venezuela, 2009, pp. 75 – 113. LOPEZ, C. Nayar. “Intervencionismo imperialista en la América Latina del siglo XXI”, en Nayar Lopez Castellanos y Lucio Oliver (coords). América latina y el Caribe, una región en conflicto. Intervencionismo externo, crisis de las instituciones políticas y nuevos movimientos sociales. UNAM - FCPyS, Plaza y Valdés, México, 2009, pp. 21 45. MOLDIZ, Hugo. “La integración latinoamericana y nuevos paradigmas”, en América Latina y la tercera ola emancipadora. Ocean Sur, México, 2013, pp. 107 – 133. PINO S, Oscar, “una reflexión alternativa. Desarrollo integración y cultura”, en impulsemos la integración y la unidad de nuestros pueblos. AUNA, México, 2002, pp. 39 – 54. ROMANO, Sivina “Democracia, seguridad y desarrollo: la política de asistencia de Estados Unidos hacia América Latina”, en Dídimo Castillo Fernandez y Marco A. Gandásegui, hijo (coords) Estados Unidos más allá de la crisis. Siglo XXI, CLACSO, UAEM, México, 2012, pp. 416-439.

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