[2014] Horizontes y límites de la acción exterior sudafricana

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Descripción

Observatorio de Sudáfrica, Número 7, Año V, Invierno Sur 2014

Resignificación&Sentido

Horizontes y límites de la acción exterior sudafricana

by Yoan Molinero Gerbeau Lic. En Ciencias Políticas (UCM). Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos (UAM). Investigador en IEGD-CSIC (España).

Cita sugerida: MOLINERO GERBAU, Yoan, Horizontes y límites de la acción exterior sudafricana, Observatorio de Sudáfrica, CAEI, Invierno Sur, 2014

El trimestre aquí analizado ha sido clave para las aspiraciones internacionales de Sudáfrica. Como ya se comentó en el anterior Observatorio, el país quiere jugar un rol determinante en la reconfiguración del tablero internacional apoyándose en su férrea alianza con las potencias emergentes que forman los BRICS mientras trata de alzarse como la principal potencia africana, un hegemón que lidere al continente y sin el cual no puedan dirimirse los grandes asuntos que a este afecten en materia política, económica y de defensa. Los sucesos de estos tres meses muestran que el Gobierno de Jacob Zuma apuesta fuertemente por estos planes, pero como veremos más adelante el estado sudafricano sigue demostrando tener grandes limitaciones para ello. En estos tres meses, el país ha participado en tres grandes cumbres multilaterales: la cumbre por el cincuenta aniversario del G-77 en Santa Cruz, Bolivia, la 23º sesión Ordinaria de la Asamblea de la Unión Africana y la sexta cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno BRICS. Si la participación en la primera fue un acto más bien simbólico donde Sudáfrica reafirma su compromiso con los países del Sur y el bloque mayoritario en la Asamblea de Naciones Unidas y la segunda se resumió en una declaración de intenciones de los líderes africanos por fomentar el desarrollo de la agricultura, la tercera ha sido enormemente relevante para el país. La sexta cumbre BRICS ha sido sin duda una de las más importantes del grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica al significar la creación del “Nuevo Banco de Desarrollo” en lo que supone un desafío mayor hacia las instituciones financieras internacionales clásicas, el FMI y el BM. Con la creación de este nuevo banco, los países emergentes se aseguran disponer de un instrumento financiero que les permita financiar su desarrollo sin tener que someterse a la condicionalidad que imponen las potencias del norte. El Nuevo Banco de Desarrollo es una garantía para la solidez del crecimiento de Sudáfrica (el país estima que necesitará invertir 200.000 millones de dólares en las dos próximas décadas) pues se asegura su acceso al crédito permitiendo hacer planes de futuro a largo plazo. Además, el hecho de ser un miembro fundador y el quinto pilar de la institución pone al país en una posición privilegiada que aumenta su poder en la esfera internacional. Sin embargo, el Nuevo Banco de Desarrollo y la forma en la que ha terminado por crearse ha vuelto a poner de manifiesto los límites de Sudáfrica en su camino hacia erigirse como potencia. Y es que, el país llevaba tiempo haciendo campaña (el banco ha tardado dos años en cobrar vida) porque el banco tuviera sede en Johannesburgo pero finalmente el grupo BRICS decidió que se instalará en Shanghái. Además, Sudáfrica es el miembro fundador que menos dinero aporta a la institución, 5.000 millones de dólares, frente a los 41.000

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Observatorio de Sudáfrica, Número 7, Año V, Invierno Sur 2014 millones de dólares que aporta China o los 18.000 millones de dólares que aportan los demás miembros. Esto quiere decir que de los 100.000 millones de dólares iniciales de los que dispondrá la institución, Sudáfrica solo aportará un 5% del total, una cifra que revela una vez más la debilidad del país dentro del grupo BRICS y que muestra la poca influencia que tendrá a la hora de imponer su criterio en las decisiones del banco. Aunque en su estrategia la república africana apuesta por el multipolarismo a nivel global, tampoco descuida sus relaciones con el norte. Podría decirse que el país mantiene tres grandes vías para influir y ser considerado a nivel internacional: es la mayor potencia africana con la que se debe tratar para discutir los temas que afectan al continente, es un país emergente y es una potencia normativa en materia de derechos humanos. Este último aspecto se ha visto reflejado tanto el programa de cuatro días iniciado en Londres, en Junio, para rememorar el veinte aniversario del fin del apartheid, como en la participación de la ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación en un seminario versando sobre el mismo tema en Teherán. Además la visita del Vicepresidente Cyril Ramaphosa a Sri Lanka para aportar la experiencia del país en construcción de paz también es reveladora de la influencia que en estos temas consigue tener el país austral. Sin embargo, la tímida postura del gobierno respecto a la invasión israelí de la franja de Gaza que ocurrió este verano también ha sido significativa. Al abogar por la conciliación y la paz, el gobierno no se ha atrevido a tomar una posición determinante sobre el asunto y se ha limitado a hacer llamamientos a la paz en ambos bandos. Sin duda, el no tomar partido directamente por el bando palestino sigue permitiendo al estado mantener buenas relaciones con Tel Aviv y a la vez con Estados Unidos, de quien aún depende enormemente. Pero la falta de decisión a la hora de tomar partido por la causa palestina (a la que tímidamente apoya en tiempos de “paz”) desacredita al estado a la hora de ser un actor determinante en procesos de paz. Otro indicador de la debilidad del país ha sido la dependencia respecto a los Estados Unidos manifestada en la primera cumbre entre los líderes africanos y el presidente de los Estados Unidos acontecida en agosto. Concebido como un foro para estrechar vínculos económicos y acercar posturas políticas, lo que ha venido a demostrar es que una vez más África, y por ende también Sudáfrica, siguen mirando desde abajo al gigante norteamericano. Si por un lado Zuma se esfuerza por dar una imagen del país como potencia emergente con voz propia en el tablero internacional, cuando se reúne con Obama agacha la cabeza y demuestra que la nación arcoíris es fuerte en casa pero débil fuera. Lejos de tratarse de un encuentro entre homólogos, la posición sudafricana en la cumbre solo giró en torno a la extensión del AGOA por parte de la administración estadounidense. Al tener casi como único objetivo de la visita el que se mantenga a toda costa este flujo de ayuda, Sudáfrica demostró aún ser un estado asistido, débil, y necesitado. El camino del crecimiento es aún largo para el estado austral africano. En materia de seguridad y defensa, el trimestre no ha sido menos “movido” para el país. Dos acontecimientos han puesto a prueba la capacidad de Sudáfrica para tener un rol decisivo a la hora de hacer frente a las amenazas que asolan al continente: el brote de Ébola en África Occidental y la crisis en Lesoto. La crisis del Ébola ha supuesto una prueba perfecta para testar la capacidad de Sudáfrica para liderar a los países de la región en una acción rápida y eficaz que pueda contener y erradicar el virus. Sin embargo, la acción del Gobierno de Zuma ha estado muy lejos de ser así. Una vez más, Sudáfrica ha dejado que sean los Estados Unidos que se encarguen del problema mientras el país se encargaba de aplicar medidas de protección asegurándose simplemente de imponer los necesarios controles para que no se desatara un brote en su propio territorio. La reunión SADC organizada para tratar este tema sirvió tan solo para coordinar una serie de medidas de seguridad que los estados miembros debían aplicar para evitar que el virus afectara a la región pero no hubo ningún despliegue humanitario ni ninguna intervención directa por parte del gobierno en los países afectados. Esto refleja una vez más la falta de capacidades del país para ser una potencia, ni siquiera a nivel continental.

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Observatorio de Sudáfrica, Número 7, Año V, Invierno Sur 2014 Todos estos sucesos han puesto a prueba las capacidades del país y han mostrado los límites de su acción, pero la mayor prueba de todas, vino justo al final del trimestre analizado: el golpe de estado en Lesoto. De cómo actúe el gobierno sudafricano y logre encauzar la crisis abierta a las puertas mismas de su casa podremos extraer verdaderas conclusiones sobre sus capacidades y determinar si sus horizontes son realistas. Y es que Lesoto es un país minúsculo de apenas dos millones de habitantes completamente enclavado en Sudáfrica. Zuma debe resolver la crisis de una forma democrática, pero también es el momento de demostrar que Sudáfrica no aceptará golpes de estado militares en la región. De cómo logre encauzar la crisis y reconducir la situación política del país dependerá el futuro de su estrategia geopolítica. Es imposible que Sudáfrica no sea un actor determinante en esta situación, cualquier tibieza en este ámbito implica demostrar una enorme debilidad al mundo ya que si no puede reconducir una crisis en el estado más dependiente, débil y pequeño de su esfera de influencia ¿Cómo va a ser Sudáfrica un estado a tener en cuenta para resolver las crisis del continente? El próximo trimestre promete ser apasionante…

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