(2014) El humanismo ilustrado de Joan Estelrich

September 13, 2017 | Autor: Blanca Ripoll Sintes | Categoría: Intellectual History, Cultural Studies, Publisher, Historia de Catalunya
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Descripción

El humanismo ilustrado de Joan Estelrich Blanca Ripoll Sintes Universitat de Barcelona Permítanme que desoiga los sabios consejos de Lázaro de Tormes y que, como Carpentier en El viaje a la semilla, empiece por el final y regrese luego al principio. Leo por primera vez el nombre del humanista mallorquín Joan Estelrich, españolizado como Juan, en las páginas de la revista barcelonesa Destino. Entre 1946 y 1949, Estelrich colaboró en el semanario de Josep Vergés e Ignasi Agustí con una serie de 31 artículos que, bajo el marbete de «Hombres e ideas», reflexionan desde una perspectiva filosófico-cultural en torno a figuras de la cultura occidental y de la catalana en particular (Ripoll Sintes, 2012: 45): pensadores y poetas románticos alemanes como Heine, Goethe o Novalis; ensayistas y escritores de la tradición anglosajona como H. G. Wells, G. Bernard Shaw o Thomas Carlyle; poetas franceses como Paul Valéry o André Gide; padres de la espiritualidad y la religiosidad contemporáneas como Dostoievski o Kierkegaard (hagamos aquí un breve apunte: Estelrich fue el primero en comentar la obra del filósofo danés en la prensa catalana a principios de siglo —Perarnau, 2006: 37-54); escritores catalanes del siglo xix como Jacint Verdaguer, Àngel Guimerà o Joan Maragall; poetas de la Escuela Mallorquina como Miquel Costa i Llobera o Miquel Ferrà; el teólogo mallorquín Ramon Llull; o los amigos de Estelrich, el crítico y profesor universitario Manuel de Montoliu y el novelista y traductor Sebastià Juan Arbó.

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Como puede observarse, esta nómina de autores no solo denota las preferencias literarias de nuestro protagonista, sino también sus amistades personales, vínculos biográficos que, además, explican su presencia en Destino: en la efervescente Barcelona de los años treinta, Estelrich está ya alineado con la Lliga Regionalista de Francesc Cambó; ha sabido salvarse del naufragio de su mentor primero, Eugeni d’Ors; es un nombre conocido en los medios de comunicación pro-Lliga, como La Veu de Catalunya o L’Instant; y una de las figuras principales de los círculos intelectuales barceloneses que se daban reunión diaria en el Ateneu. En La Veu o L’Instant pudo conocer a jóvenes como Ignasi Agustí, que llegó a ser director del periódico vespertino de la Lliga, o Joan Teixidor, redactor cultural de ambas publicaciones y, recordemos, puntal de Ediciones Destino y colaborador fundamental de la revista en sus primeros años. A su vez, Estelrich conoció en las tertulias del Ateneu a personalidades fundamentales como Josep Maria de Sagarra o Josep Pla, figura de enorme influencia en quien sería el verdadero gerente del semanario Destino, Josep Vergés, como se prueba en la correspondencia mutua (Pla, 1984: 349-494). Y trabó amistad también con otro joven, escritor de las tierras del Ebro, Sebastià Juan Arbó, a quien reencontraría en el círculo de Destino durante la posguerra barcelonesa (Juan Arbó, 1982: 205). Asimismo, debemos recalar en los años del refugio internacional de Estelrich en Francia durante los años de la guerra civil. Tal y como explicaremos más adelante, Estelrich se pone a las órdenes de Francesc Cambó en la oficina de propaganda franquista, primero semiclandestina y después absorbida en junio de 1937 por la Delegación de Prensa y Propaganda del gobierno de Burgos1. En la oficina, Estelrich coincidiría nuevamente con Josep Pla y probablemente también con un Manuel de Montoliu que huyó de la Barcelona republicana hasta Francia para colaborar, a partir de 1937, en otra oficina, la de prensa italiana, que también trabajaba como órgano de propaganda fascista durante la contienda española. Los artículos de Estelrich en Destino, además, confirman otra importante cuestión: una evidente voluntad de tender puentes entre la cultura catalana y la cultura occidental. Este deseo debe enmarcarse en una trayectoria intelectual y política que Estelrich desarrolló durante el pri-

1   A propósito del quehacer de Estelrich en la oficina, véase el capítulo de Josep Massot, «Joan Estelrich i la propaganda franquista a París» (Massot, 1998: 65-172).

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mer tercio del siglo xx y que va a centrar nuestro trabajo hoy. Por otro lado, la serie «Hombres e Ideas» acabaría recogida en un libro, Profecías que se cumplen, publicado por la editorial barcelonesa Montaner y Simón, en 1948, casa que había dirigido Estelrich antes de la guerra civil española. Esperamos que tanto «tirar del ovillo» no haya desmadejado demasiado nuestra exposición. Empecemos, ahora, por el principio. Joan Estelrich i Artigues nace en Felanitx, Mallorca, en 1896 y pasará su infancia en diversas ciudades y poblaciones, debido a la profesión de su padre como guardia civil. A los once años, lo internan en el Instituto de Mahón, en Menorca, donde residirá hasta 1914. La isla será el espacio que le brinde su formación intelectual primera y su educación sentimental, binomio que no abandonará nunca y que le llevará a dormir muy poco y a vivir intensamente la literatura, el amor y muchos de los placeres de este mundo a los que tuvo acceso. De hecho, en una temprana declaración de principios vitales, Estelrich apunta sus anhelos y sus temores, todavía en el anonimato en la Barcelona de 1918: Pienso en mi vida; pienso en la posibilidad de no realizar las esperanzas que mucha gente concibe en mí; pienso en las dificultades de conseguir la gloria; pienso en una vida humilde que me ahogará, en las bellezas de la tierra que no podré ver, en las sensaciones que no podré sentir, en una oscura vida de familia, en un trabajo agotador e ignorado para ganarme la vida (Estelrich, 2012: 24)2.

Gloria, belleza, sentimiento. Una tríada que capitaneó, en efecto, la búsqueda vital de Joan Estelrich. No obstante, para alcanzarla, el escritor mallorquín trazó concienzudamente un plan profesional que le convertiría en un promotor cultural, en el sentido moderno del término. Para observar las líneas directrices de su proyecto intelectual y político, debemos volver a su formación menorquina. Muy pronto, un joven de apenas 12 años, que había leído todos los volúmenes de la Biblioteca de la capital menorquina, se haría un hueco en la vida cultural de la isla. Colaboró en la mayoría de publicaciones periódicas; desde 1911 participó, con gran éxito, como orador en campañas políticas a favor del 2   Damos nuestra traducción del catalán original: «Penso en ma vida; penso en la possibilitat de no realitzar les esperances que molta gent concep en mi; penso en els dificultats d’aconseguir la glòria; penso en una vida humil que m’aufegarà, en les belleses de la terra que no podré veure, en les sensacions que no podré sentir, en una obscura vida de família, en un treball esgotador i ignorat per a guanyar ma vida» (Estelrich, 2012: 24).

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candidato conservador, Gabriel Esquella, para las Cortes; y trabó amistad con una de las personalidades más importantes de principios de siglo en esa tierra, el doctor Francesc Camps, Francesc d’Albranca, quien instruyó al joven Estelrich en la necesidad de ahondar en la identidad de un pueblo en relación con el paisaje, con el territorio, con su historia pasada y con todas y cada una de sus manifestaciones culturales. De ahí, quizás, el interés que suscitó al principio el arte tradicionalpopular en Estelrich y de ahí también la necesidad de vincular la tradición cultural isleña con la tradición que latía en su origen: la cultura catalana. Ahondar en las raíces culturales de un pueblo, de un territorio, para aprehender su identidad nos lleva a una tradición romántica de la que, como apuntábamos al principio, a propósito de su colaboración en Destino, Estelrich era deudor. Sería arriesgado situarlo en la línea del pensamiento krausista e institucionista, demasiado progresista para el conservadurismo ideológico del mallorquín, aunque cabe admitir que en este punto las concomitancias son evidentes, y sería mejor contextualizar su interés por la tradición cultural autóctona en los movimientos románticos de reivindicación política y cultural que se abren en Cataluña con la Renaixença y que van a extenderse, con toda una serie de matices, en las islas Baleares. Por otro lado, la idea de koiné cultural pancatalana, que desde el romanticismo tardío de Costa i Llobera y Joan Alcover solo era lingüística y cultural, va a adoptar a principios de siglo xx tintes políticos, que en Estelrich serán siempre de índole conservadora. A ese fin va a dedicar notables esfuerzos a finales de la segunda década del siglo, poniendo en contacto a miembros de la intelectualidad y la política isleñas con integrantes de la vida cultural y política barcelonesa. Estos esfuerzos no hallarán los resultados esperados, pues desde las islas se interpretaron siempre las directrices catalanas como intervencionistas más que como consejeras. Sin embargo, de ello se desprende una cuestión que será capital para la trayectoria de nuestro protagonista: una concepción del intelectual como suma de estudio, humanismo divulgador y animal político. Su triple actividad (trabajo erudito; divulgación cultural en prensa periódica; y oratoria política) debe hacernos pensar en su mentor, Eugeni d’Ors, pero también en alguien aparentemente lejano como Ortega y Gasset. A partir de 1915, a pesar de estar domiciliado en Palma de Mallorca, va a incrementar notablemente sus contactos y su actividad cultural y periodística en Barcelona. Sería redactor de la publicación Quaderns d’Estudi, publicación mensual del importantísimo Consejo de Investi-

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gación Pedagógica de la Diputación de Barcelona3; redactor y miembro del comité directivo de La Veu de Catalunya —recordemos, órgano pro Lliga Regionalista—, hasta 1936; miembro del consejo de la Cámara del Libro de Barcelona y secretario fundador de la Cámara del Libro Español; redactor-colaborador de La Revista, publicación literaria fundada por Josep Maria López-Picó, donde daría a conocer sus trabajos sobre Sören Kierkegaard; director de Editorial Catalana, empresa auspiciada por Cambó; cofunda y dirige el proyecto de la Fundació Bernat Metge, institución fundamental para la adecuación rigurosa del gran legado clásico, en unas versiones bilingües exquisitas, en la que editó y tradujo el primer volumen de los Discursos ciceronianos y el segundo volumen de la Historia de Alejandro Magno de Quinto Curcio. De hecho, sería infinito consignar aquí todas las empresas editoriales, periodísticas o culturales en las que se involucró durante estos años. Cabe, no obstante, destacar una incesante actividad viajera (conferencias, cursos, reuniones, congresos; fundamentalmente en Francia) que convirtió a Joan Estelrich en el mejor embajador de las iniciativas políticas de Francesc Cambó y de una notable parte de la producción cultural catalana de su tiempo. No en vano, sería el hombre de confianza al que el político conservador catalán confiaría su iniciativa de Expansión Catalana, la oficina de proyección creada en 1919 por Cambó y que tuvo una importantísima actividad durante la Dictadura de Primo de Rivera (Corretger, 2008: 99-125; Coll-Vinent, 2010: 37-58). La internacionalización de la cultura, las conexiones con Europa y América, fueron pilares básicos de su proyecto intelectual y político. En esa misma línea, fomentó, a principios de los años veinte, su presencia en los círculos de la Sociedad de Naciones y en numerosos organismos de cooperación intelectual surgidos al amparo de dicha Sociedad durante el período de entreguerras (Núñez Seixas, 2010: 142-169; Riquer, 2011: 37-43). Si aplicamos estos vectores a su quehacer cultural en Barcelona, podríamos señalar numerosos proyectos de traducción al catalán de autores extranjeros y viceversa, la exportación de escritores catalanes para que fueran traducidos a otros idiomas. Así lo consigna en sus Dietaris de 1918: Largas conversaciones, tarde y noche, con Robert Wolf sobre literatura suiza. Hemos firmado una especie de pacto. El nos indicará 3   Consejo que sería responsable de iniciativas herederas de la Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia, como la Escola del Bosc y la Escola del Mar, de evidente estirpe institucionista.

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Blanca Ripoll Sintes escritores dignos de ser conocidos en Cataluña; y a cambio, publicará en Suiza, en alemán, traducciones de nuestros mejores escritores. Por ahora, empezaríamos con Maragall, precedido de una breve nota biográfica mía. Si tuviera éxito, sería un paso más, considerable, hacia la internacionalización de esta cultura nuestra4 (Estelrich, 2012: 107).

Hasta la década de los treinta, su actividad política es eminentemente propagandística, en prensa, proyectos editoriales y conferencias. Sin embargo, al escaparse ya del marco cronológico previsto para estas jornadas, solo mencionaremos su elección como Diputado por Girona, ya proclamada la II República Española; o su cargo como presidente del Consejo de Cultura de la Generalitat de Cataluña. Una vida política permanentemente vinculada con la vida cultural y el tejido intelectual que conectaban Barcelona con Madrid, París o Ginebra. Trazado ya su recorrido vital durante las dos primeras décadas del siglo xx, bajemos a los textos. Para ello nos apoyaremos en la primera parte de su diario, publicado muy recientemente (Estelrich, 2012), unas anotaciones escritas a lo largo de 1918 que reflejan las convicciones intelectuales del escritor y las frustraciones que una vida todavía demasiado anónima —a su juicio— le reportaba. En primer lugar, salta a la vista una actitud evidente de elitismo intelectual. Así lo proclamaba: «Y nada más lejos de la felicidad que la mediocritas aurea, que el bienestar material, que la falta de aspiraciones y demás cosas vulgares y humildes» (Estelrich, 2012: 16)5. Una mediocritas aurea en la que él creía vivir sumido por aquel tiempo, debido a un trabajo tedioso, administrativo, casi de «forzado de las letras»6. El pluriempleo en editoriales, colaboraciones periodísticas, que le permitía llegar a fin de mes, acababa por ahogarle espiritualmente: 4

  Cita original: «Llargues converses, tarda i nit, amb Robert Wolf sobre literatura suïssa. Hem fet una mena de pacte. Ell ens indicarà els escriptors dignes d’ésser coneguts a Catalunya; i en canvi publicarà a Suïssa, en alemany, traduccions dels nostres millors. Per ara, començaríem amb Maragall, precedides d’una breu nota biogràfica meva. Si això reïx, serà un pas més, considerable, cap a la internacionalització de la cultura nostra» (Estelrich, 2012: 107). 5   Apuntamos la cita en el original: «I res més lluny de la felicitat que la mediocritas aurea, que el benestar material, que la manca d’aspiracions i altres coses vulgars i humils» (Estelrich, 2012: 16). 6   La expresión es del profesor Antonio Vilanova, que en una situación profesional parecida escribe el 29 de diciembre de 1959 a Camilo José Cela, desahogándose (Cela/ Vilanova, 2012).

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Estas dos horas de lectura —mientras permito que el café se vaya enfriando— son más provechosas que las otras quince que estoy despierto de día; yo tengo dos momentos o maneras de vida: una somnolienta, en la que trabajo para ganarme la vida, realizando mecánicamente mi tarea, con calma, con pereza, con lasitud, con dificultades de expresión verbal, con oscuridad de penetración, con enormes fallos de memoria conceptiva y también onomástica, con amodorramiento de mis facultades espirituales preceptivas e imaginativas; y otra lúcida, la de trabajo feliz por satisfacción personal, realizando la tarea con vivacidad y gran intensidad, con fiebre, con entusiasmo tan inquieto que, si leo, saltan las páginas, y, si escribo, me surgen ideas tan rápido que no acierto a escribirlas, y así redacto una cosa mientras ya pienso muchas más; con facilidad feliz de expresión si hablo, con presencia de espíritu, y con todos los sentidos corporales y espirituales abiertos a todos los goces y a todas las creaciones espontáneas o producidas por la fecundidad externa7 (Estelrich, 2012: 121-122).

La felicidad inmensa de poder dedicarse al trabajo intelectual nos lleva a pensar, de inmediato, en el trabajo gustoso institucionista y también en la suma de ambición y consciencia del talento personal que llevaba al joven Estelrich a verse llamado a otros quehaceres. Observamos aquí también la voluntad de constituirse como intelectual profesional y de poder vivir de un trabajo que, en aquellos momentos, se decantaba más del lado de la afición que de la profesión, pues apenas era remunerado. En ese sentido, podemos apreciar ya la influencia de quien era por entonces su mentor en Barcelona: Eugeni d’Ors —quien le prometió un cargo en el Institut d’Estudis Catalans que no llegó a materializarse. La presencia dorsiana se filtra además en las reflexiones que Estelrich anota en su diario a propósito de la lectura de Nietzsche: «¡Oh ca7   Cita original: «Aqueixes dues hores de lectura —tot consentint que el cafè se vagi refredant— són més aprofitades que les altres quinze hores d’estar despert durant el dia; jo tenc dos moments o maneres de vida: una somnolenta, en la qual treball per guanyar la vida, realitzant d’esma la meva tasca, amb calma, amb peresa, amb lassitud, amb dificultats d’expressió verbal, amb obtusitat de penetració, amb gran falliment de la memòria conceptiva i àdhuc onomàstica, amb ensopiment de mes facultats espirituals preceptives i imaginatives; i una altra lúcida, la del treball joiós per satisfacció pròpia, realitzant la tasca amb vivacitat i gran intensitat, amb febre, amb entusiasme tan inquiet que, si llegeixo, em fa saltar les planes i, si escric, me suggereix idees més de pressa que no les escric, i així redacto una cosa mentres en penso ja moltes altres; amb facilitat feliç d’expressió si parl, amb presència d’esperit, i amb tots els sentits corporals i espirituals oberts a tots els gaudis i a totes les creacions espontànies o produïdes per l’externa fecunditat» (Estelrich, 2012: 121-122).

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talanes! Sed como los griegos, os vais acercando, una raza lúcida que vive sin sueños ni escrúpulos. Debe lucharse contra los sueños, los escrúpulos, los prestigios del arte romántico»8 (Estelrich, 2012: 50) Un antiromanticismo que era, en 1918, antimodernismo y defensa del ideario noucentista de D’Ors: cosmopolitismo, poder intelectual, etc. La idea, tópico hoy, de cierta superioridad intelectual, acompañada de los textos nietzscheanos, se filtra con notable frecuencia en los Dietaris de Estelrich: «Solo una cosa me parece casi cierta: la vida. Hay que vivir y poseer, y dominar, sea como sea, en el orden que sea, material o espiritual, pero dominar»9 (Estelrich, 2012: 89). Como puede observarse, esta idea, en nuestro escritor mallorquín, no puede acabar de desligarse de una actitud de elitismo social que se percibe en algunos comentarios que dedica en sus crónicas de la sociedad barcelonesa: En las grandes capitales hay lugares llenos de esto que llaman atracciones, donde se aglomeran las multitudes abigarradas y espesas para distraerse de un modo inocente —más o menos, porque los jóvenes suelen aprovecharse de la oscuridad que suele haber en las atracciones. Uno entra y se halla dominado por el ambiente; ruidos extraños, chillidos, música, runrún humano, luz eléctrica, jardines, quioscos, lagos y restaurantes. Uno se pone en disposición de reír y, sin más voluntad que la del conjunto, hace las cosas más extrañas, se entretiene con nimiedades, se permite libertades con muchachas que no ha visto nunca ni volverá a ver, juega a ser un perfecto vulgar y se distrae10 (Estelrich, 2012: 68).

La vanidad de la juventud del escritor, ya respaldada por Nietzsche, volverá a aparecer secundada por la lectura de Wagner: «No he hallado

 8   Cita original: «Oh catalans! Siau com els grecs, que ja us hi acostau, una raça lúcida qui viu sense somnis ni escrúpols. Cal lluitar contra els somnis, els escrúpols, els prestigis de l’art romántic» (Estelrich, 2012: 50).  9   Cita original: «Una cosa quasi certa trob: la vida. Cal viure i posseir, i dominar, sia com sia, en l’ordre que sia, material o espiritual, pero dominar» (Estelrich, 2012: 89). 10   Cita original: «En les grans capitals hi ha llocs plens d’això que en diuen atraccions on s’apleguen les multituds bigarrades i espesses per a esbargir-se d’una manera ignocenta —més o menys, perquè els joves solen aprofitar-se de les obscuritats que hi sol haver en les atraccions. Un hom que hi entra s’hi troba dominat per l’ambient; sorolls estranys, gisclos, música, rum-rum humanal, llum elèctrica, dins jardins, quioscos, llacs i restorants. Un hom es posa en disposició de riure i, ja sense més voluntat que la del conjunt, fa les coses més estranyes, s’entretén en nicieses, se permet llibertats amb noies que no ha vist mai ni tornarà a veure, fa de perfecte vulgar i se distreu» (Estelrich, 2012: 68).

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todavía a un hombre digno de ser mi maestro y señor. Estoy orgulloso de ello, pero a veces desearía encontrarlo y que me orientara. La vida se me aparece sin velos; ya sé cuán trágica es»11 (Estelrich, 2012: 47). La crueldad y el dolor que el intelectual sufre al vislumbrar la verdad es otro tópico recurrente de la modernidad finisecular que observamos en esta última aseveración. No obstante, y recordando que todavía saluda a D’Ors como mentor, debemos anotar cómo un calculador Estelrich ya en 1918 vaticina las traiciones y el triste final que la cultura catalana depararía a Xènius y cómo, hábilmente, se sitúa al ladó de Francesc Cambó. Este proceso de «independización» del alumno respecto del maestro aparece en otro momento del diario en el que reflexiona en torno a la imitatio auctoritatis. Después de ofrecer una nómina con sus maestros de cabecera, en la que Estelrich se destaca como alumno de los mejores modelos, declara su voluntad de marcar un nuevo comienzo como escritor con un discurso propio, capaz de discernir lo auténtico de lo falaz gracias a su asimilación de los conocimientos anteriores: «Durante años no he hecho otra cosa que imitar (Fígaro, Azorín, Unamuno, Ortega y Gasset, Xènius). Pero saber imitar es aprender a no imitar, porque es habituarse a reconocer la imitación, y saber desecharla»12 (Estelrich, 2012: 19). En este breve trabajo aproximativo, hemos intentado dibujar el perfil intelectual de Joan Estelrich en los primeros compases del siglo xx. Su personalidad se fraguó siempre en la eterna antinomia entre su vitalismo epicúreo y un conservadurismo aristocrático y católico, entre la convicción firme de la necesidad de conectar el problema catalán con Europa y su apoyo, en plena guerra civil, al bando sublevado ante la persecución de intelectuales católicos y conservadores en el territorio del Frente Popular. De enorme erudición y vasta cultura clásica, quiso abrir las ventanas a los vientos europeos sin renunciar a las raíces idiosincráticas que definían a su pueblo, y ahondando en ese mar espiritual, creyó en los ideales europeístas y cosmopolitas que defendieron también intelectuales del tiempo de entreguerras como Eugeni d’Ors o Josep Carner. Su 11   Cita original: «No he trobat encara un home digne d’ésser mon mestre i senyor. N’estic orgullós, però a vegades desitjaria trobar-lo i orientar-m’hi. La vida se m’apar sense vels; ja sé com ella és tràgica» (Estelrich, 2012: 47). 12   Cita original: «Durant anys no he fet altra cosa que imitar (Fígaro, Azorín, Unamuno, Ortega Gasset, Xènius). Però saber imitar és aprendre a no imitar, perquè és habituar-se a reconèixer la imitació, i saber-se’n passar» (Estelrich, 2012: 19).

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proyecto intelectual y cultural partía de la educación del gusto noucentista, que tantas concomitancias guarda con el institucionismo krausista, y pasaba por la necesidad de hacer uso de las plataformas de difusión de mayor alcance y de una necesaria implicación del intelectual en la vida política de su comunidad, aspectos ambos que muestran parecidos evidentes con las figuras de Ortega y Gasset y Eugeni d’Ors, maestros saludados por Estelrich en sus textos. Bibliografía Cela, Camilo José y Vilanova, Antonio, Correspondencia, Barcelona, PPU, 2012. Coll-Vinent, Sílvia, «Joan Estelrich i la cultura europea del seu temps», Actes de les jornades d’estudi sobre Joan Estelrich (Palma-Felanitx 17, 18 i 24 d’octubre de 2008), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2010, págs. 37-58. Corretger, Montserrat, «El funcionament d’Expansió Catalana (1919-1928) contra la Dictadura», Escriptors, periodistes i critics. El combat per la novel·la, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2008, págs. 99-125 Estelrich, Joan, Dietaris, ed. Manuel Jorba, Barcelona, Quaderns Crema, 2012. Juan Arbó, Sebastià, Memorias. Los hombres de la ciudad, Planeta, Barcelona, 1982. Massot, Josep, «Joan Estelrich, propagandista de Franco a París», Tres escriptors davant la guerra civil: George Bernanos, Joan Estelrich, Llorenç Villalonga, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1998, págs. 65-172. Núñez Seixas, Xosé Manuel, Internacionalitzant el nacionalisme: El catalanisme polític i la qüestió de les minories nacionals a Europa (1914-1936), trad. Montserrat Mas Villar, València, Catarroja, 2010. Perarnau, Dolors, «Joan Estelrich: l’oblitad precursor de l’estudi de Soren Kierkegaard», Els Marges: revista de llengua i literatura, núm. 78 (2006), págs. 37-54. Pla, Josep, Obra Completa, Barcelona, Destino, 1984, vol. 45, págs. 349-494. Ripoll Sintes, Blanca, Destino y la novela española de posguerra (1939-1949), Vigo, Editorial Academia del Hispanismo, 2012. Riquer, Borja de, «Joan Estelrich, de representant catalanista als congressos de nacionalitats europees a delegat de la UNESCO», L’Avenç, núm. 368 (mayo de 2011), págs. 37-43.

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