2013 La confusión contemporánea en torno al concepto de estado nación. Una introducción a la geopolitica de Alberto Methol Ferré

July 4, 2017 | Autor: José Ramiro Podetti | Categoría: Geopolítica, Nacionalismo, Teoria do Estado, Alberto Methol Ferré
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Descripción

La confusión contemporánea en torno al concepto de estado-nación José Ramiro Podetti El “babelismo” multiforme sobre el estado-nación, en la medida que no se esclarezca, implica renunciar a todo verdadero pensamiento político. La historia no es tiempo, sino espacio-tiempo. Alberto Methol Ferré

Me propongo en estas páginas algunas reflexiones sobre el concepto “estado continental” de Alberto Methol Ferré, en base principalmente a un estudio que elaboró sobre fines de la década de 1990, pero con referencias a otros textos suyos. Se trata de un tema que lo ocupó desde la juventud, para no abandonarlo nunca. En el libro-entrevista La América Latina del siglo XXI (2006) que en varios sentidos podría considerarse su testamento intelectual, afirmó por ejemplo que “quien no forma parte de un estado-continente terminará, y más que nunca en un mundo globalizado, constreñido a expresarse como lamento, furia o silencio”. Y la alternativa a formar parte de un estado continental era, en una metáfora que empleaba habitualmente, precipitarse en el “coro de la historia”: “Como en el teatro griego, donde el coro interviene para comentar la gesta de los protagonistas. En los siglos XX y XXI solo los estados-continente son protagonistas”.1 Aunque el libro Los Estados Continentales no estuvo originalmente destinado a publicarse como tal,2 la ocasión sirvió a Alberto Methol para expresar su pensamiento de un modo que difícilmente pueda encontrarse en otros textos suyos: por la amplitud de enfoques que se ofrecen sobre la cuestión; por el orden y el rigor del análisis; por la cantidad de autores, corrientes e ideas referenciados, y finalmente por la riqueza y variedad de sus propias ideas. Por eso presentaré en primer lugar esta última versión de su pensamiento en la materia, y en una segunda parte mostraré su consistencia con otros escritos, producidos desde la década de 1950. Es importante atender al momento de elaboración de Los Estados Continentales: fines de la década de 1990, cuando los procesos del Mercosur y el TLC entre México, Estados Unidos y Canadá eran la novedad en materia de cooperación e integración americana, y por sobre los cuales aparecía también el proyecto estadounidense del ALCA, representando dos corrientes distintas en cuanto a la evolución del continente americano en los albores del siglo XXI. No se había producido todavía la primera reunión de presidentes suramericanos de Brasilia, convocada por Fernando Henrique Cardoso en 2000, ni la crisis argentina de 2001. La situación hoy es algo distinta: el surgimiento de UNASUR y de la CELAC como instancias totalizadoras de la primera vertiente, y la más reciente aparición de la Alianza del Pacífico, que



Estudio introductorio a Methol Ferré, A. (2013): Los Estados Continentales y el Mercosur. Montevideo, Hum, pp. 21-36. La presente versión contiene algunas pequeñas modificaciones y agregados con relación a la versión publicada. 1 Methol Ferré, A. y Metalli, A. (2006): La América Latina del siglo XXI. Buenos Aires, Edhasa, p. 43. 2 Los Estados Continentales y el Mercosur fue originalmente un documento de trabajo, elaborado para uso de funcionarios del Servicio Exterior del Uruguay. 1

si bien es afín a la segunda, se mantiene, al menos por ahora, como una instancia también latinoamericana, mientras que el proyecto hemisférico de libre comercio, el ALCA, no alcanzó a concretarse y fue abandonado. Es importante advertir que Methol sostiene que ambas corrientes confluyen parcialmente entre sí, interpenetrándose en distintos niveles. Por otra parte, estas dos grandes perspectivas americanas están presentes desde que hubo quienes pensaron el mundo desde la lógica de los espacios continentales: Friedrich List imaginando un futuro estado continental hemisférico, y Friedrich Ratzel, más tardíamente, imaginando a América del Sur como un estado continental por sí mismo. El contenido de la obra se despliega sobre tres ejes conceptuales: el análisis del estado-nación, el análisis del espacio como dimensión o categoría de los estudios históricos, políticos y de relaciones internacionales y finalmente el análisis de la sociedad industrial. Methol se muestra muy crítico con el uso corriente del término “estado-nación”, porque al aplicarse indistintamente para realidades por completo diferentes, termina estableciendo bases inconsistentes para la comprensión de la actualidad. Una confusión sorprendente por la multitud de cuestiones implicadas y por el alto impacto que los estudios sobre las mismas tienen en la vida real de las personas en todo el mundo. Y reitera algo que fue convicción desde sus primeros escritos: la historia no puede entenderse suficientemente si se hace abstracción de la relación entre los acontecimientos y el espacio en que suceden. Por último, no es serio ningún análisis político que no tome en cuenta la relación del país, región o continente que se estudie, con la Revolución Industrial. Revolución que ocupó su reflexión desde la juventud, analizándola desde una perspectiva antropológica y filosófica. Por sus formas, este libro puede considerarse un largo diálogo entre el autor y un calificado conjunto internacional de pensadores e investigadores. Un rasgo interesante, formal y metodológico, que lo emparenta con la tradición filosófica clásica y escolástica: Methol no se limita a ofrecer el status quæstionis para luego desarrollar su propio pensamiento, sino que despliega sus reflexiones en diálogo, de modo tal que sus ideas se intercalan sistemáticamente con las de los autores citados, asumiendo las afirmaciones de los mismos como interpelaciones y ofreciendo sus propios conceptos como respuestas. Desde este punto de vista, Los Estados Continentales y el Mercosur sigue un modelo expositivo que aparece ya en La crisis del Uruguay y el Imperio Británico y en El Uruguay como problema, aunque la presencia de citas y autores no sea tan intensa en éstos. Hay un interlocutor privilegiado, Felipe Herrera.3 Methol distingue aquí, como en otros textos suyos, dos grandes momentos de la integración latinoamericana en el siglo XX: las décadas de 1960 y 1990, y considera que Felipe Herrera enuncia con claridad el punto más alto de la conciencia histórica latinoamericana integracionista de los años sesenta. La antología del pensador chileno se convierte de este modo en punto de partida de su argumentación y a la vez su referencia principal, en la medida en que defiende, treinta años antes, la misma tesis 3

Felipe Herrera (1922-1996), abogado dedicado a la Economía Política, fue miembro del Partido Socialista chileno, ministro de Hacienda en el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, gerente general del Banco Central de Chile, director del Fondo Monetario Internacional y fundador del Banco Interamericano de Desarrollo, del que fue su primer presidente por una década. Fue también el primer titular del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), dependiente de la OEA, y dentro del BID creó el Instituto para la Integración de América Latina (INTAL). Renunció al BID para acompañar a Salvador Allende en su gobierno. Culminó su servicio público en la UNESCO, donde por una década presidió el Fondo Internacional para la Promoción de la Cultura. 2

radical que Methol profesa en este libro: que si América del Sur no alcanza a construir un Estado-Continental seguirá afuera de las grandes decisiones mundiales. Methol sostiene además que la línea de reflexión y elaboración política de Felipe Herrera no fue continuada por el pensamiento latinoamericano. Por el contrario, se instaló y mantuvo una concepción difusa y ambigua de la integración. Este trabajo pretende justamente continuar aquella línea, desarrollándola, tomando en cuenta los pasos de la segunda oleada integracionista de los años noventa e incorporando más evidencias internacionales sobre la materia. Por otra parte, para Methol el propio Herrera no llegó a formular una estrategia práctica para la integración del estado-continente. El resto de los interlocutores de Methol pueden agruparse en seis instancias bien diferenciadas, que marcan el ritmo de sus reflexiones, por momentos más veloz de lo que una lectura comprensiva desearía. 1) El estado-nación y las empresas mundiales. La primera corresponde a la inteligencia estratégica de las empresas mundiales, representada para el caso por el ingeniero japonés Kenichi Ohmae y el abogado y economista austríaco-estadounidense Peter Drucker, ambos con larga y preferente dedicación a la consultoría de empresas y el management. Han sido elegidos como representantes de dos posiciones opuestas con relación a la situación actual del Estado-Nación y su futuro esperable, con el fin de dotar de un marco general al tema del libro. No es un detalle menor que Methol haya elegido, para el desarrollo de su largo diálogo sobre la evolución del estado-nación, a dos pensadores ligados a los agentes más dinámicos de la globalización en la actualidad: las empresas mundiales. 2) El umbral de sustentabilidad del estado-nación. La segunda corresponde a los estudios sobre la nación y el nacionalismo, provenientes de distintas disciplinas. En primer lugar aparecen el antropólogo checo-británico Ernest Gellner y el teólogo belga-brasileño José Comblin (este último con una única obra sobre el tema, pero a la que Methol adjudica importancia). Pero en el diálogo con Gellner y Comblin se incluye un amplio espectro de otros autores: los historiadores estadounidenses Hans Khon y Carlton Hayes (a quienes algunos atribuyen la fundación de los estudios rigurosos sobre el nacionalismo), el historiador marxista británico Eric Hobsbawm, la historiadora marxista francesa Claudie Weill, y James Kurth, prominente miembro del establishment conservador estadounidense, politólogo doctorado en Harvard bajo la tutoría de Samuel Huntington y profesor de Estrategia en la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos. Desde posiciones tan distintas, Hobsbawm y Kurth resultan funcionales a Methol para la presentación del “principio del umbral”, o escala mínima necesaria para la sustentabilidad del estado-nación, del que hace reiterado uso en el texto. Por último, habría que señalar que la elección del ya mencionado José Comblin se debe no solo a la calidad de su obra Nação e nacionalismo, sino a que sintetiza muy bien la producción de varios otros autores relevantes, y especialmente la de algunos “isebianos”, miembros del Instituto Superior de Estudios Brasileños (ISEB), conocido think tank de los años 60: Helio Jaguaribe, Álvaro Vieira Pinto, Alberto Guerreiro Ramos, Cândido Mendes de Almeida y Roland Corbisier. Aunque parezca larga, la lista no agota los autores aludidos en torno a la nación y el nacionalismo.

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3) El estado-nación y las relaciones internacionales globales. Los siguientes interlocutores provienen del campo en el que Methol deposita la principal responsabilidad sobre los estudios globales, la geopolítica. Hay nuevamente un interlocutor principal, Hans Weigert, de quien señaló en algunas oportunidades que la lectura de Geopolítica, generales y geógrafos le permitió confirmar el concepto de “estados continentales”, luego de haberlo leído por primera vez en el artículo de Juan Domingo Perón “Confederaciones continentales” (publicado en 1951). Cabe señalar que Geopolítica, generales y geógrafos se publicó en Estados Unidos en 1942 y su versión castellana, editada en México por el Fondo de Cultura Económica, estuvo disponible al año siguiente. Hans Weigert se formó en la escuela de Karl Hauschofer, el padre de la geopolítica alemana, pero al subir Hitler al poder marchó al exilio. Luego de un paso por Inglaterra, donde tomó contacto con Halford Mackinder, se radicó en Estados Unidos como profesor de Geografía y Relaciones Internacionales y cumplió un rol importante en el desarrollo de la geopolítica norteamericana. En realidad, a poco de avanzar en la lectura se advierte que Weigert aparece sobre todo para presentar las tesis de Federico Ratzel, pensador alemán que junto a Alejandro de Humboldt y Carl Ritter (ambos también mencionados en el libro) es uno de los fundadores modernos de la Geografía. Methol aludió en sus últimos años reiteradamente a Ratzel, adjudicándole un sitio de privilegio en la formación del concepto de “estado continental”. Sus restantes interlocutores geopolíticos son aquí Halford Mackinder para cuya visión global tampoco escatima elogios-, el almirante Alfred Mahan, padre del pensamiento estratégico naval estadounidense, y el jurista y filósofo alemán Carl Schmitt. 4) El estado-nación y la economía global. Una cuarta instancia proviene de la Economía. Específicamente interesan a Methol los teóricos de la Revolución Industrial, y el interlocutor privilegiado en este caso es el alemán Friedrich List, de quien se cita en varias oportunidades su Sistema Nacional de Economía Política. Pero reconociendo siempre la paternidad sobre sus ideas de Alexander Hamilton y el célebre Report on Manufactures de 1792, documento fundador del llamado Sistema Americano de Economía Política. Naturalmente aparecen otros integrantes de la línea hamiltoniana, como Mathew Carey, Henry Clay y por último el padre del panamericanismo, James Blaine. 5) El estado-nación en el pensamiento latinoamericano. La quinta instancia es la del pensamiento latinoamericano, con la inclusión del antecedente del “iberismo” peninsular. Aquí el interlocutor principal es Juan Domingo Perón, a quien Methol atribuye haber definido por primera vez el camino principal de la integración de América del Sur, y por tanto una estrategia práctica para su realización: la unidad argentino-brasileña, frente a “las monsergas del latinoamericanismo declamatorio”.4 Como antecedentes aparecen algunos hombres de la generación del novecientos: el uruguayo José Enrique Rodó, el argentino Manuel Ugarte y el peruano Francisco García Calderón, que Methol considera fundadores del latinoamericanismo como proyecto de reunificación continental. Otros interlocutores importantes de la reflexión de Methol en este campo son el economista argentino Alejandro Bunge y los chilenos Eliodoro Yáñez y Guillermo Subercaseaux, protagonistas de los primeros proyectos de unión aduanera en el Cono Sur. A continuación aparece el brasileño Mario Travassos, que recibió la influencia de Ratzel a través de su principal difusor en el mundo iberoamericano, el español Carlos Badía 4

El trabajo de referencia sobre el tema es Alberto Methol Ferré, Perón y la alianza argentino-brasileña, Córdoba, Ediciones del Corredor Austral, 2000. 4

Malagrida. Finalmente aparecen dos protagonistas de la primera oleada integracionista de los sesenta: Felipe Herrera y Raúl Prebisch. No podría omitirse, entre los antecedentes relevantes del pensamiento latinoamericano en materia de política continental a Juan Bautista Alberdi, a quien Methol adjudica la más profunda conciencia sobre la cuestión en el siglo XIX, estableciendo un paralelismo con Felipe Herrera en el siglo XX. 6) El estado-nación en el pensamiento estadounidense. Por último, una sexta instancia está representada por el pensamiento estratégico estadounidense contemporáneo. El análisis que propone Methol se instala naturalmente en el mundo de la posguerra fría, y desde ya considera que los intentos más interesantes de comprensión del mundo actual provienen de Estados Unidos, por la sencilla razón que el triunfo en la Guerra Fría lo obligó a tener la visión mundial más penetrante. Aquí los interlocutores más apreciados son Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski, pero con quien finalmente más dialoga es con Samuel Huntington. En su conjunto, Los Estados-Continentales y el Mercosur ofrece una muy argumentada distinción entre estado-nación, estado-nación industrial y estado continental industrial, que Methol escribe con mayúsculas en el esfuerzo de precisar su carácter de realidades diferentes, a la vez que resultados de una misma evolución histórica. Pero esta escolástica manera de trabajar (distinguir para unir), necesaria para comprender el mundo actual y sus complejas y asimétricas relaciones, no se agota en una suerte de taxonomía geográfico-política. Para un intelectual político como Methol, esta distinción es condición para la formulación de cualquier política que pretenda sostener intereses y satisfacer necesidades, en cualquier parte del mundo: Lo que sí es claro es que el babelismo secundario y multiforme del Estado-Nación, en la medida que no se esclarezca, implica renunciar a todo verdadero pensamiento político. Pues renuncia a la percepción de las realidades básicas, en función de un formalismo vacío, que incapacita para toda política real, que sabe lo que quiere y lo que puede. Qué difícil es llamar a las cosas por su nombre, condición de toda acción eficaz.

La precisión es importante. Por ejemplo, desde esta perspectiva el recurso a la etnicidad como base de reivindicaciones nacionalistas representa para él una verdadera regresión, que aleja la posibilidad de alcanzar el “principio del umbral”, esto es, la escala para tener capacidad de decisión mundial. En definitiva, la tesis central de este trabajo puede desbrozarse en dos pasos: (1) el concepto de “estado-nación” encierra ambiguamente tres especies distintas de estado: el estadonación, el estado-nación industrial y el estado continental industrial; y (2) el estado continental industrial es el nuevo y último paradigma del estado-nación, y del mismo modo que ya sucedió, va a desplazar a los anteriores. Aunque la primera “víctima” del nuevo paradigma fueron los imperios coloniales, que sucumbieron tras las dos guerras mundiales, ya que los vencedores, EU y la URSS, justamente consolidaron con su triunfo el nuevo paradigma del estado continental industrial. A modo de conclusión, el texto analiza los antecedentes remotos y los recientes (las dos oleadas integracionistas de los 60 y los 90 del siglo XX) de la posibilidad de un estado continental en América Latina, que debiera sumarse a los cinco existentes en la actualidad (Estados Unidos, China, Rusia, Unión Europea e India). Y concluye sin pronósticos pero con una 5

advertencia: si no surge en América Latina un estado continental se va a consolidar, tal vez definitivamente, su rol secundario en la política mundial: Dejaría a América Latina definitivamente fuera de todo protagonismo directo en la historia mundial del siglo XXI. Permanecería en suburbio quizá para siempre. Suburbio en el sentido de más pasividad que capacidad de creación. Quedaríamos instalados en nuestra marginalidad tan habitual como secular.

La nueva edición de Los Estados Continentales aparece en un momento (2013) en el que el Mercosur recibe fuertes cuestionamientos en Uruguay y Paraguay. En algunos de sus últimos escritos, Methol se hizo cargo de la crisis del Mercosur, cosa que naturalmente en este texto, por el momento de su redacción, no pudo hacer. Fue muy crítico con relación a algunos aspectos de la política exterior en la región, sin que por ello abandonara en ningún momento su convicción de que la alianza argentino-brasileña era condición para el inicio de un estado continental suramericano. En los términos en que lo planteó Perón en su conocido discurso de 1953, ese era el “núcleo básico de aglutinación”. Las ideas expuestas en esta obra, tal como se indicó más arriba, recibieron formulaciones por parte del autor antes y después de Los Estados Continentales. En su conjunto, creo que merecen considerarse como una geopolítica suramericana.

Methol y la geopolítica suramericana5 Es difícil encontrar un término que defina al pensamiento de Methol, por la diversidad de disciplinas que abarcó (Teología, Filosofía, Historia, Geopolítica) como por las distintas corrientes y autores que lo influyeron.6 Aquí interesa naturalmente una semblanza de su dedicación a las relaciones internacionales contemporáneas y a la geopolítica, sabiendo que es difícil y riesgoso separar lo que en su concepción y elaboración va íntimamente reunido. El Uruguay como problema (1967) -que en su edición argentina agregaría el título Geopolítica de la Cuenca del Plata- lleva esta dedicatoria: “A don Arturo Jauretche, maestro y amigo, con quien hace más de diez años nos propusimos escribir un libro de geopolítica rioplatense. Los acontecimientos hicieron que no lo pudiéramos realizar en común. El hizo un adelanto en Ejército y Política (1957). Aquí va uno mío”. La dedicatoria incluye también al brasileño Paulo Schilling, que traduciría poco después al castellano la Geopolítica del Brasil de Golbery do Couto e Silva (cabe agregar, para marcar impactos recíprocos, que la obra de Jauretche nació del estímulo que representó la creación de Brasilia). Y no es una casualidad que el primer libro significativo de Methol se asumiera dentro del campo geopolítico: “La geopolítica siempre me 5

Lo que sigue a continuación tiene como base, con algunas modificaciones, el texto “Alberto Methol Ferré y la geopolítica suramericana”, publicado en Cuadernos del Claeh, XXXII, 99, Montevideo, pp. 81-87. Agradezco la autorización para su inclusión en estas páginas. 6 En un avance provisorio hacia un perfil intelectual de Methol, presenté en las III Jornadas Académicas Alberto Methol Ferré (Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Argentina, 2014) el esquema “Autores y asuntos en la producción intelectual de Alberto Methol Ferré”. También en una reciente exposición en un coloquio en Montevideo, intenté una aproximación genérica a la cuestión, bajo la pregunta “¿Qué fue Alberto Methol Ferré, teólogo o geopolítico?”, en donde sostuve que la eclesiología del Pueblo de Dios, reafirmada a partir del Concilio Vaticano II, fue la columna vertebral de su pensamiento, destacando su sintonía con la teología de Lucio Gera y la llamada Escuela de Plata en Teología, que es también el ámbito teológico de referencia del Papa Francisco. Ver al respecto “Confluencias entre Francisco y Alberto Methol Ferré: Iglesia, evangelización y mundo contemporáneo”, https://um.academia.edu/JRamiroPodetti. 6

ha interesado”, sostenía en 1984,7 y de hecho empezó a aproximarse a ella desde la fundación de la revista Nexo en 1955, aunque entonces limitada al horizonte de la Cuenca del Plata. Entre sus referencias aparecen los cultores de la disciplina en Estados Unidos, desde Alfred Mahan a Nicholas Spykman, o el británico Halford Mackinder,8 con cuya idea del “pivote geográfico de la historia” relacionaba la actual política estadounidense en Medio Oriente. Más recientemente, aparecen con frecuencia Henry Kissinger, Francis Fukuyama, Samuel Huntington y especialmente Zbigniew Brzezinski. Estas referencias implican cosas diversas, pero en general estos autores pueden considerarse como interlocutores en el desarrollo de su propio pensamiento geopolítico, que fue original y particularmente libre en su conformación y expresión. En cuanto a América Latina, sostuvo, “podría decirse que la geopolítica es ante todo Brasil, viene de Brasil”,9 lo que interpretó como un resultado natural de la unidad lusoamericana (frente a la fragmentación hispanoamericana). Y si bien destacaba los aportes y la trayectoria de Mario Travassos, consideraba como clave en la afirmación definitiva de la disciplina –y por tanto de su recepción más allá del ámbito militar brasileño- a la citada obra Geopolítica del Brasil, cuya edición definitiva es del mismo año de El Uruguay como problema: 1967. Tres ejes conceptuales ordenaron el desarrollo de sus ideas: los espacios continentales, más directamente relacionados con la geopolítica, los círculos culturales, provenientes de la antropología y la filosofía de la historia, y la revolución industrial, que estudió con gran dedicación en economistas, historiadores y antropólogos. El tema de los espacios continentales está ya ampliamente aludido. Basta solo señalar que las referencias a Ratzel,10 no aparecen todavía en El Uruguay como problema, donde tampoco es citado Hans Weigert. Los interlocutores son allí principalmente Alfred Mahan, Halford Mackinder y Nicholas Spykman, con referencias a Karl Hauschofer; está presente también Friedrich List. La presencia de Ratzel se va a volver importante en los escritos de la segunda Nexo, en la década de 1980, y cuando la actividad de Methol en la Secretaría General del CELAM, con reiterados viajes a Bogotá y por toda América Latina, ampliaron su conocimiento del continente en todos los sentidos. También el concepto de estado continental industrial como la unidad eficaz de acción histórica a partir del siglo XX aparece por entonces.11 Es posible además que encontrara en Ratzel, más que los otros fundadores del pensamiento geopolítico, una base metodológica más explícita, que como se señaló más arriba, objeta los estudios históricos que se desentienden de la geografía (cuando se toma a “la Historia como un desarrollo sin suelo”) y la novedad radical que sorprendió al alemán al recorrer Estados Unidos, un hecho que siempre destacó Methol; en las propias palabras de Ratzel, “hasta donde 7

Alberto Methol Ferré, “¿Por qué Geopolítica?”, Nexo, I, 3, 1984, p. 4. Alberto Methol Ferré, “Una sinopsis. I. Los geopolíticos imperiales”, Nexo, I, 3, 1984, pp. 38-40. 9 Id.: “¿Por qué Geopolítica?”, lug. cit. 10 Aunque Ratzel ha trascendido por sus obras de madurez, como Politische Geographie (1897) y Die Erde und das Leben (La tierra y la vida, 1901-1902), así como por su Volkerkunde (Etnología, 1885-1887, traducido al castellano como Las razas humanas en 1888-89), Methol destacaba siempre sus obras sobre Estados Unidos (Städte-und Kulturbilder aus Nordamerika, 1876 y Die Vereinigten Staaten von Nordamerika, 1878-80). De todos modos, está reconocida la influencia que en el desarrollo del pensamiento de Ratzel tuvo su experiencia de un estado “continental” en el viaje a Estados Unidos. 11 Por ejemplo, ya figura en el curso de Historia de América Latina en el siglo XX dictado en 1988 en el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Montevideo. 8

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llega la Historia escrita, nunca se produjo la colonización de todo un continente bajo conducción unitaria”.12 Seguramente también incidió el hecho de que Ratzel incluyera a América del Sur dentro de los potenciales estados continentales: Distinta será la perspectiva y los efectos [para la Historia contemporánea] si toda Norteamérica (unificada por un idioma, ciertas costumbres, una concepción y un gobierno) aparece sobre el escenario mundial, lo mismo que Australia, Rusia asiática y aún Sudamérica.13

La idea de los “círculos culturales” tiene varias fuentes explícitas. Lector de Oswald Spengler y Arnold Toynbee (y de Pitirim Sorokin, de menor trascendencia que los otros, pero al que incluía como exponente de la tradición eslava de pensamiento histórico), Methol solía referir también sus ideas sobre las culturas al padre Wilhelm Schmidt (1868-1954), antropólogo que desarrolló la teoría de los círculos culturales desde una perspectiva fundamentalmente religiosa y recuperando información misionera de la Iglesia católica.14 Las categorías de uso aquí son los círculos culturales y las “Ecúmenes” (que suele escribir con mayúsculas): Varios pueblos afines integran una cultura. Varias culturas en encuentro, en interpenetración, integran una Ecúmene. La Ecúmene es un ámbito donde se congregan, penetran, transforman recíprocamente varias altas culturas. La Ecúmene implica tensión de una pluralidad de culturas distintas que se mezclan. Por eso la Ecúmene apunta también a un desenlace, a una nueva síntesis o catolicidad. La Ecúmene es una exigencia concreta de nueva universalidad, por integración de cuerpos culturales diversos, por nueva síntesis profunda que sepa asumir y transfigurar el conjunto conflictivo en una nueva unidad abarcadora.15

Para Methol ha habido dos Ecúmenes: la que integró al mundo ribereño del Mediterráneo en la antigüedad, incluyendo Europa, Norte de África y Cercano y Mediano Oriente, y la Ecúmene mundial, que comienza con la globalización de la navegación oceánica que lideran Portugal y Castilla y en la que aun estamos. Por fuera de la primera Ecúmene quedaron las altas culturas de China e India, que “no implican síntesis tan vastas y exigentes, se aproximan más al proceso de una sola cultura que integra etnias diversas, que competición de altas culturas”.16 La cultura occidental ha cumplido el rol central en la gestación de la segunda Ecúmene, que en su expansión ha dado lugar a tres culturas filiales: la eslava, la latinoamericana y la angloamericana. Las dos Américas representan además “pueblos nuevos”, aunque con una diferencia que marca distintos ritmos históricos: mientras Estados Unidos es un pueblo nuevo por “trasplante”, América Latina lo es por “mestizaje”. La diferencia no es solo racial, sino religiosa y cultural: representa las versiones americanas de la catolicidad tridentina y el Barroco, por un lado, frente a la Reforma y la Ilustración por el otro.

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Federico Ratzel, “Ubicación y espacio”, en VV.AA., Antología geopolítica, Buenos Aires, Pleamar, 1975, p. 50. Cabe aclarar que como geógrafo, cuando Ratzel se refiere a “colonización” alude a la ocupación y dominio integral de un territorio, por ello no podía afirmar tal cosa de Suramérica, donde los espacios amazónico-chaqueño y patagónico estaban, a fines del siglo XIX, lejos de una ocupación y dominio integrales. 13 Idem, p. 50. 14 Idem, (1985): “Pueblo Nuevo en la Ecumene”, Nexo, II, 5, pp. 74 y ss. 15 Idem, p. 75. 16 Idem, p. 76. 8

De modo que su geopolítica de la “continentalidad” se integra aquí con otra perspectiva, la de los grandes espacios culturales. Como señala muy bien Javier Restán, su “perspectiva geopolítica… es fuertemente culturalista, se apoya en la cultura para llegar a las implicaciones políticas”.17 A los dos grandes ejes del continentalismo y los círculos culturales debe sumarse el tercer elemento de su esquema (que matiza al enfoque culturalista): la revolución industrial. Aunque en su visión, no solo interesa el significado económico del fenómeno, sino también el sociocultural. En clave geopolítica, cuál es el impacto que sobre la formación de la Ecúmene mundial tuvo la aparición de sociedades industriales. Aparecen aquí referencias regulares a David Ricardo y a Henri de Saint-Simon, como los primeros pensadores de la economía industrial (el primero) y de la sociedad industrial (el segundo). El tema de la revolución industrial ya está presente en La crisis del Uruguay y el Imperio Británico (1959) y por supuesto también en El Uruguay como problema. Pero tiene además un tratamiento en profundidad en un texto singular, de 1965: “La dialéctica hombre-naturaleza”, donde Methol lo asume como categoría de comprensión histórica, en un interesante diálogo y contrapunto entre Santo Tomás y Hegel.18 La idea de que el tránsito de las sociedades agrarias a la sociedad industrial debe ser estudiado también, y finalmente, desde la Filosofía de la Historia está presente asimismo en el artículo de 1967 “Vulgaridad y urgencia de la historia universal”.19 En definitiva, el concepto metholiano del “estado continental industrial” resulta de la conjunción de estos tres factores: espacio continental, unidad cultural y revolución industrial. En distintos textos, a partir de la década de 1980, Methol incluyó, como era su costumbre, el linaje conceptual del “estado continental industrial”, y como se dijo más arriba, le reservó un sitio especial al geógrafo alemán Friedrich Ratzel. Y si bien es claro que el concepto de “estado continental” (Kontinentalstaat, “continental state” en las traducciones inglesas) se encuentra en varios de los textos clásicos de Ratzel, no es objeto de una tipología de la precisión con que aparece en Methol; más bien aparece en el marco de consideraciones sobre la relación entre el espacio y los atributos de los Estados, y en algunas de las numerosas descripciones que a modo de soporte empírico acompañan sus reflexiones.20 Si bien ofrece una clasificación de los estados según su tamaño (estados continentales, estados medianos y estados pequeños), cuando habla de “estados de proporciones continentales”, incluye a veces realidades muy

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Javier Restán, “La revista Nexo. Una manifestación en el periodismo del populismo católico latinoamericano”. Tesis de Maestría, Universidad de Navarra, 1992, p. 406. Editada en 2010 bajo el título Alberto Methol Ferré. Su pensamiento en Nexo, Buenos Aires-Montevideo, Dunken-Universidad de Montevideo. 18 Ramiro Podetti, “La sociedad industrial como categoría histórica, en base a un texto de Alberto Methol de 1965”, II Jornadas Académicas Alberto Methol Ferré, VI Congreso de Relaciones Internacionales, Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, 21-23 de noviembre de 2012, y “La dialéctica hombrenaturaleza de Alberto Methol Ferré”, Fundación Vivián Trías, panel sobre el tema con Yamandú Acosta y Luis Vignolo, 22 de julio de 2013. 19 Publicado en Víspera, I, 2, 1967. http://www.metholferre.com/obras/articulos/capitulos/detalle.php?id=204. 20 Friedrich Ratzel, “Studies in Political Areas. II. Intellectual, Political, and Economic Effects of Large Areas”, American Journal of Sociology, vol. 3, N° 4 (enero de 1898), pp. 449-463; “Studies in Political Areas. The Political Territory in Relation to Earth and Continent”, American Journal of Sociology, vol. 3, N° 3 (noviembre de 1897), pp. 297-313; y “Las leyes del crecimiento espacial de los Estados. Una contribución a la Geografía Política científica”, Geopolítica(s), vol. 2, N° 1, 2011, pp. 135-156. 9

diferentes desde el punto de vista jurídico-político.21 La aclaración no pretende cuestionar el valor que Methol otorgó a Ratzel, sino deslindar los alcances de su influencia. A Ratzel se lo considera uno de los padres, o el padre a secas, de la Geografía Política, y es un hecho que elaboró la primera geografía política de Estados Unidos,22 justamente el estado que para Methol estableció el nuevo paradigma del “estado continental industrial”. Pero la trayectoria de los países latinoamericanos durante el siglo XIX y buena parte del XX ha desconocido de modo flagrante dos de los tres principios del nuevo paradigma de estadonación: en general por haberse integrado a la economía global como exportadores de materias primas, desarrollando economías pastoriles, agrícolas o mineras; y en el caso hispanoamericano, por haber fragmentado las cuatro grandes unidades que componían la parte americana del imperio español en diecinueve estados. De aquí viene su reivindicación de los movimientos “nacionales y populares”, que en línea con el arielismo, intentarán desde mediados del siglo XX rever ese camino. Reconociendo a Víctor Raúl Haya de la Torre como el precursor, Methol vio en Lázaro Cárdenas, Getulio Vargas, Juan Domingo Perón y Rómulo Betancourt, entre otros, una coincidencia que se expresa en tres grandes políticas: 1) La democratización, que termina con los regímenes oligárquicos predominantes durante el siglo XIX y representa la modernización política; 2) La industrialización, que procura romper con el modelo agromineroexportador y conducir la transición hacia la sociedad industrial y representa la modernización económica; y 3) La integración, que intenta revertir el proceso de fragmentación del siglo XIX y proyectar a la región como sujeto continental. En la visión de Methol, las tres políticas son recíprocamente dependientes, porque la democratización implica dar trabajo a las masas campesinas que emigran a las ciudades, y ello sólo es posible a través de la industrialización, y a su vez ésta sólo puede lograrse a través de una economía de escala que necesita de la integración. Methol solía definirse como un “especialista en generalidades”; esta ironía sobre sí mismo puede asimilarse, en parte, a lo que en la tradición occidental se ha entendido como Filosofía, y sin duda le cabe a él, que fue además un gran lector y estudioso de la Filosofía, y solía también definirse como un “tomista silvestre, sin academia y sin seminario”. Vaya esto en aclaración de que todo esfuerzo de considerar un aspecto de su pensamiento, como el intentado aquí, necesariamente lo empobrece. Las ideas geopolíticas de Methol se relacionaron tan estrechamente con su visión católica y con su visión histórica, que desgajadas de esas dos dimensiones se resienten bastante.23 No fue un historicista, pero renegó de cualquier intento de comprender el presente o avizorar el futuro sin incluir la perspectiva histórica. Tampoco fue un historiador, porque su pasión era el presente y sobre todo el futuro, pero leyó y estudió mucho la historia por necesidad 21

Por ejemplo: “Siberia, China, the Empire of India and Russian Central Asia together with the Trans-Caspian, must all be regarded as states of continental proportions”, aunque en el mismo texto luego compare a Estados Unidos exclusivamente con Rusia, Australia y Suramérica (en “The Political Territory in Relation to Earth and Continent”, pp. 303, 305 y 309). 22 Ladis K. D. Kristof, “Perspective on Ratzel’s Political Geography by James Hunter”, en The American Political Science Review, vol. 79, N° 4, diciembre de 1985, p. 1178. 23 Ver J. Ramiro Podetti, “Raíces eclesiales de la visión geopolítica de Methol Ferré”, Simposio “Methol: un pensamiento por la unidad”, Universidad de Tres de Febrero y Centro Ch. Péguy, Buenos Aires, 14 de junio de 2010. 10

metodológica. También reclamó un nuevo revisionismo histórico, en este caso como elaboración de una historia desde el espacio continental y cultural de América Latina –frente a la historiografía de los estados “parroquiales”-, empresa a la que se lanzó los dos últimos años de su vida. Solía relacionar esta obra pendiente con la del historiador portugués Oliveira Martins, impulsor del iberismo, ya mencionado, corriente de recuperación de la unidad portuguesa y española, en las proximidades del IV Centenario.24 Curiosamente, sus esfuerzos en el campo geopolítico se desplegaron de modo sustantivo durante su gestión en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), entre 1975 y 1992, donde integró el Equipo de Reflexión Teológico Pastoral, fue asesor de la Secretaría General y Secretario del Departamento de Laicos. Justificó entonces el hecho al reivindicar para la geopolítica la capacidad de integrar la doble dimensión espacial y temporal en la comprensión de una realidad; y la comprensión en profundidad de América Latina era una condición necesaria para elaborar orientaciones pastorales para el laicado católico. Y de hecho, una de las fuentes principales del pensamiento geopolítico de Methol es la segunda época de Nexo, elaborada y asumida como una revista católica. Si la acción teológico-pastoral de Methol, cuyo epicentro fue la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979), junto con otros expertos latinoamericanos como Lucio Gera, Gerardo Farrell, Pedro Morandé, Joaquín Alliende o Luis Meyer, ha sido calificada como una Teología de la Cultura, tal vez pueda decirse también que su geopolítica fue una Geopolítica de la Cultura. Y a diferencia de los otros estudiosos y creadores de la disciplina en América Latina, su geopolítica fue latinoamericana –y suramericana como vía hacia la realización de la otra- y no de orientación “nacional”. En ese sentido, fue íntegramente fiel a su concepto, concorde con el de Jorge Abelardo Ramos –y de progenie bolivariana-, de que la “nación” era América Latina.25 Ello implicaba, en primer lugar, la necesidad de superar la condición de estados “parroquiales”. Cuestión a la que la celebración de los Bicentenarios debería poner en el mayor nivel de la opinión pública en toda América Latina: en sus propias palabras, “querer la persistencia de nuestros estados parroquiales y a la vez la independencia, es algo así como pedir la cuadratura del círculo”.26 En segundo lugar, requería tomar en cuenta que el espacio primordial de la continentalización latinoamericana es Suramérica; pese a reconocer la capitalidad cultural mexicana en el caso del mundo hispanoamericano, y sin desconocer por supuesto la enorme importancia geopolítica de México, así como la de los países centroamericanos y del Caribe, consideró que el camino real de la integración, aquel que permitiría superar la etapa “retórica”, era el de la Cuenca del Plata –con la soldadura Brasil-Argentina en primer lugar- y luego el de Suramérica. 24

Joaquim Pedro de Oliveira Martins (1845-1894) fue prolífico escritor y además político y diplomático, pero la obra de referencia de Methol era la Historia de la Civilización Ibérica de 1879. Y agregaba: si la historia de la civilización ibérica fue una iniciativa historiográfica que nació del lado portugués, tal vez la historia de la civilización latinoamericana deba nacer del lado hispanoamericano. Ver: Alberto Methol Ferré, “Enanismo o integración”, http://www.metholferre.com/obras/conferencias/capitulos.php?id=11, Seminario Iberoamericano de Estudios Sociales, Montevideo, UDELAR, 2007. 25 Alberto Methol Ferré, “Nuestras tres ebulliciones totalizadoras”, Cuadernos de Marcha, Tercera Época, 173, 2001; Idem, “El Barón de Río Branco y el primer ABC”, Montevideo, Instituto Artigas del Servicio Exterior, 2002; Idem (2004): “El Mercosur va hacia la unidad sudamericana o al fracaso absoluto”, entrevista de Adolfo Garcé, Juan Martín Posadas y Germán Wettstein, Crónicas Económicas, Montevideo, 16 de julio de 2004. 26 Alberto Methol Ferré, “Geopolítica Latinoamericana”. Nexo, I, 3, 1984, p. 36. 11

De allí toda su abundante reflexión en torno al Mercosur y su interés y simpatía por el surgimiento de UNASUR, de la que se puede decir que fue su principal impulsor intelectual.27 A pesar de los diversos textos citados, y de la importancia concedida a Los Estados Continentales y el Mercosur, hay aun otros textos en los que se desplegó su pensamiento.28 Alberto Methol Ferré fue uno de los grandes pensadores latinoamericanos de fines del siglo XX y comienzos del presente. Sorprendió y entusiasmó a muchos de los que recibieron su magisterio, creó un discipulado importante, hoy diseminado en distintos países. Pero estamos lejos de conocerlo bien. Aun no hay tesis doctorales sobre su pensamiento ni investigaciones o ensayos que lo presenten de modo integral.29 Por otra parte, la falta de adscripción a una disciplina específica que caracterizó a Methol, la amplia dispersión de las fuentes para estudiarlo, y la originalidad de su método de análisis y de sus enfoques, hacen explicable la necesidad de cierta distancia temporal para contar con una comprensión cabal del alcance de sus ideas.

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Véase, entre otros artículos: Alberto Methol Ferré, “La batalla por América Latina”, Geosur, 209/210, Montevideo, 1997; Idem, “Conciencia histórica e integración”, Cuadernos de Marcha, Tercera Época, 116, 1996; Idem, “Unión Sudamericana, segunda fase de la Independencia de América del Sur”, en VV.AA.: Uruguay, opciones para su inserción en un mundo global. Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2002. Y una semana después de la declaración constitutiva de UNASUR del 8 de diciembre de 2004: “Alberdi, Perón y la unidad sudamericana”. Rosario de Santa Fe, Seminario sobre el Mercosur, Mesa del Diálogo Argentino, 15 de diciembre de 2004. 28 “Bajo el signo de Bolívar” (Nexo 1, 1984); “Terceros incluidos y excluidos” (Nexo 2, 1984); “¿Por qué Geopolítica?” y “Una sinopsis (geopolítica)”(Nexo 3, 1984); “América Latina y sus ‘poderes intrínsecos’” (Estudios de Ciencias y Letras, Universidad Católica del Uruguay, 1990); “El Mercosur: un acontecimiento fundamental para América Latina” (Cuadernos Aurora, 7, Santa Fe, Argentina, 1992); “La integración de América en el pensamiento de Perón” (Desmemoria, IV, 13-14, Buenos Aires, diciembre de 1996); “América del Sur ya es América Latina” (Cuadernos de Marcha, XI, 123, enero de 1997); “América Latina en la era de los estados continentales”, El Estante, agostoseptiembre de 1999, pp. 9-10; “América del Sur: de los Estados-ciudad al Estado Continental Industrial”, Cuadernos del Foro San Martín, Buenos Aires, 2002; “Un ajedrez posible: debate ALCA-MERCOSUR” (Revista de Ciencias Sociales, XV, 20, FCS-UDELAR, 2002, pp. 38-49); “Las religiones y la geopolítica mundial” (Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe ( IESALC), “Las Universidades y las Religiones en América Latina y el Caribe. Diálogo sobre los Valores”, Ponencia N° 37, Montevideo, 5 y 6 de mayo de 2003); 29 La investigación hasta ahora más exhaustiva sobre su pensamiento es la tesis de maestría del español Javier Restán ya citada. La tesis doctoral de la uruguaya Ximena Espeche “Uruguay latinoamericano. Carlos Quijano, Alberto Methol Ferré y Carlos Real de Azúa: entre la crisis estructural y la cuestión de la viabilidad nacional”, defendida en 2011 en la Universidad de General Sarmiento (Argentina) lo abarca en parte. La tesina de grado en Teología, “El desarrollo del concepto de evangelización entre Río de Janeiro 1955 y Medellín 1968”, presentada por Teresa Wieland en la Universidad de Friburgo en enero de 2013, lo incluye como referencia de un período de la historia eclesial latinoamericana. La tesina de Victoria Besada, “El pueblo de Dios en América Latina. Estudio sobre la visión histórica de Alberto Methol Ferré”, con la que obtuvo la Licenciatura en Humanidades de la Universidad de Montevideo (octubre de 2014), representa una buena aproximación a la teoría de la historia en Methol. Está en curso la investigación para sus tesinas de grado en Humanidades de Fernando de Amores y Lucía Cruz, también en la Universidad de Montevideo. Ha sido a su vez objeto de tres Jornadas Académicas, la primera en la Universidad de Montevideo en 2010, la segunda en la Universidad Nacional de La Plata, en el marco del VI Congreso de Relaciones Internacionales que organiza el Instituto de Relaciones Internacionales de la UNLP, en 2012 (cuyas ponencias están pendientes de publicación) y la tercera en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora en 2014, cuyas ponencias van a aparecer editadas por Humberto Podetti y publicadas en editorial Biblos de Buenos Aires. También se están cumpliendo instancias de docencia o investigación sobre el pensamiento de Methol en la Fundación Vivián Trías de Montevideo, en el Centro de Formación para la Integración Regional (CEFIR) de la misma ciudad y en el Instituto de Estudios Latinoamericanos “Alberto Methol Ferré” de la Universidad de Montevideo. 12

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