(2012): Poblamiento y explotación de los recursos mineros en el Cantábrico

September 25, 2017 | Autor: C. Fernández Ochoa | Categoría: Roman Economy, Archeology of Roman mining, Roman Archaeology
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Descripción

Paisajes mineros antiguos en la Península Ibérica Investigaciones recientes y nuevas líneas de trabajo Ancient Mining Landscapes in the Iberian Peninsula Recent research and new perspectives

Homenaje a Claude Domergue In tribute to Claude Domergue

MAR ZARZAlEjoS PRIETo, PATRICIA HEvIA GóMEZ, lUIS MANSIllA PlAZA Editores científicos

UNIvERSIDAD NACIoNAl DE EDUCACIóN A DISTANCIA MADRID 2012

0101020CT01A01 Paisajes Mineros Antiguos en la Península Ibérica: Investigaciones recientes y nuevas líneas de trabajo. Esta obra se ha realizado en el marco del Proyecto «El paisaje minero antiguo en la vertiente norte de Sierra Morena» financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (ref. HAR-2008-04817/HIST)

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tores

Esta publicación ha sido evaluada por expertos ajenos a esta Universidad por el método doble ciego ISBN: 978-84-362-6569-9 Depósito legal: M-6052-2013 Primera edición: diciembre de 2012 Impreso en España - Printed in Spain Maquetación e impresión: Editorial Aranzadi, S. A. Camino de Galar, 15 31190 Cizur Menor (Navarra)

ÍNDICE

Presentación .............................................................................................................

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ClauDE DomErguE: Un parcours d’archéologie minière en Sierra Morena (Espagne) (1965-2012) ..................................................................................

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almuDENa orEjas, INés sastrE y ElENa ZubIaurrE: organización y regulación de la actividad minera hispana altoimperial ...........................................

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juaN aurElIo PérEZ maCÍas y aquIlINo DElgaDo DomÍNguEZ: Paisaje y territorio de Riotinto en época romana .......................................................................

47

juaN aNtoNIo aNtolINos marÍN y ChrIstIaN rICo: El complejo mineralúrgico de época tardorrepublicana del Cabezo del Pino (Sierra de Cartagena, Murcia) .........................................................................................

69

luIs marÍa gutIérrEZ solEr y alEjaNDro Casas CrIvIllé: Explotación romana de los filones del Grupo Norte y Grupo Sur en El Centenillo ..............

91

FErNaNDo PENCo valENZuEla: Cerro Muriano sitio histórico: luces y sombras de una reserva minera recientemente protegida ...................................

111

mar ZarZalEjos PrIEto, gErmáN EstEbaN borrajo, luIs maNsIlla PlaZa, FErNaNDo PalEro FErNáNDEZ, PatrICIa hEvIa gómEZ y jEsús sáNChEZ vIZCaÍNo: Nuevas aportaciones al conocimiento del paisaje minero antiguo en la vertiente norte de Sierra Morena: del análisis macroespacial al estudio de detalle ............................................................................................

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FraNCIsCo javIEr sáNChEZ-PalENCIa, DamIáN romEro y alEjaNDro bEltráN: Paisajes mineros en el noreste de Lusitania y Asturia meridional .....

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CarmEN FErNáNDEZ oChoa y áNgEl morIllo CErDáN: Poblamiento y explotación de los recursos mineros en el Cantábrico .........................

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jEsús bErmúDEZ sáNChEZ: El sistema de información geográfica del proyecto de análisis del paisaje minero de la vertiente norte de Sierra Morena ...................................................................................................

185

mark a. huNt ortIZ: la caracterización de los paisajes mineros del pasado por medio de la investigación arqueométrica ..........................

199

joaquÍN Caro gómEZ: Nuevos métodos de representación del Patrimonio Industrial. Caso práctico del Baritel y Malacate de la mina del Castillo de Almadén ........................................................................................

211

josé tEjEro maNZaNarEs: la reconstrucción virtual del patrimonio metalúrgico de Minas de Almadén: otra forma de recuperar este importante legado tecnológico ...................................................................

223

marÍa DolorEs PérEZ CallE: Estudio histórico-tecnológico de la implantación de los hornos de Idria en las minas de Almadén y su reconstrucción virtual ....................................................................................

239

7

julIáN a. PrIor CabaNIllas: la emisión de billetes papel moneda en las Reales Minas de Almadén durante la Guerra de la Independencia. Origen, evolución y extinción (1808-1816) .............................................

253

EmIlIaNo almaNsa roDrÍguEZ: The mining-industrial heritage site Almadenejos Royal (Ciudad Real, Spain) ..................................................

271

áNgEl hErNáNDEZ sobrINo: Historias de Almadén y sus mineros ..................

287

DEmEtrIo FuENtEs FErrEra: El Consejo de Administración de Minas de Almadén.Propuestas de mejoras en el Establecimiento en el primer tercio del siglo XX ...........................................................................................

293

PrEsENtaCIóN

En 1965, un joven investigador francés vinculado a la Casa de Velázquez, Claude Domergue, llevaba a cabo el primer estudio sistemático de carácter arqueológico sobre un enclave minero romano perteneciente al distrito de Alcudia. La publicación de los resultados de esta intervención en Mina Diógenes (Solana del Pino, Ciudad Real), que vio la luz en el vol. 3 de los Mélanges de la Casa de Velázquez, editado en 1967, inaugura una serie continuada de trabajos del autor en diferentes ámbitos mineros de Hispania, que culminará en dos obras monumentales, aparecidas en 1987 y 1990 —Catalogue des mines et des fonderies antiques de la Péninsule Ibérique y Les mines de le Péninsule Ibérique dans l’Antiquité romaine, respectivamente— y que constituyen un punto de referencia ineludible para las investigaciones sobre minería antigua que habrían de sucederse entre inicios de los años 90 y nuestros días. A día de hoy, cuarenta y cinco años después de que Claude Domergue impulsara los primeros trabajos arqueológicos sistemáticos sobre la minería romana en el norte de Sierra Morena, es de justicia reconocer que sus investigaciones constituyen el fundamento a partir del cual empezó a levantarse del edificio del conocimiento histórico sobre la explotación romana de los recursos mineros de la península Ibérica. De la consideración hacia el autor en este campo de trabajo dan fe otros homenajes que preceden a éste, tanto desde el lado de la Arqueología del Paisaje1, como desde el de la Ingeniería de Minas2, lo que da idea del peso historiográfico de Claude Domergue y de la fecundidad de su paso por los diferentes territorios mineros de la Hispania antigua. la presente obra, que tributa un nuevo reconocimiento al maestro Domergue, se gesta en el marco del Proyecto de I+D+i El paisaje minero antiguo en la vertiente norte de Sierra Morena (provincia de Ciudad Real) (HAR2008-04817/HIST), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y que ha cerrado su actividad en junio de 2012. De hecho, el libro recoge las aportaciones presentadas por diversos grupos de investigación a una reunión científica celebrada en Almadén entre los días 21 y 23 de marzo de 2012 y organizada en el seno del citado Proyecto, gestionado por la UNED. El eje de la reunión se centró en el análisis de los paisajes antiguos relacionados con la explotación de los recursos mineros. Este campo de estudios forma parte de una línea consolidada de investigación que está produciendo importantes resultados para un conocimiento más global de los procesos económicos y sociales desencadenados por esta actividad. Abundando en esta perspectiva, esta reunión científica se concibió como un foro de presentación, debate y difusión de los avances experimentados en el último lustro por el conocimiento de los paisajes mineros antiguos en la península Ibérica. La elección del lugar de celebración del encuentro científico no fue tampoco un asunto baladí. Almadén es una de las áreas medulares que vertebran los estudios desarrollados en el seno del Proyecto encargado de la organización del evento, al tiempo que un centro emblemático para la minería histórica y un icono de la valorización patrimonial, que constituye el objetivo último de nuestras investi1

Orejas, A. y Rico, Ch. (eds.) (2012): Minería y metalurgia antiguas. Visiones y revisiones. Homenaje a Claude Domergue, Casa de Velázquez, Madrid. 2 Mata, J. M., Torró, L., Fuentes, M.N., Neira, A. y Puche, O. (eds.) (2011) Actas del Quinto Congreso Internacional sobre Minería y Metalurgia Históricas en el Suroeste Europeo (León - 2008). Libro en homenaje a Claude Domergue, Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero, Madrid.

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Mar ZarZalejos Prieto, luis Mansilla PlaZa, Patricia Hevia GóMeZ

gaciones. Precisamente, el peso histórico de este lugar y su condición de centro minero de interés mundial nos hizo concebir una estructura organizativa de la reunión científica que atendiera, por un lado, a la exposición y discusión de los trabajos arqueológicos más recientes llevados a cabo en las grandes comarcas mineras hispanas de época romana y, por otro, a hacerse eco de las últimas investigaciones centradas en la minería moderna y contemporánea de Almadén. Este enfoque propició la intervención de arqueólogos, ingenieros de minas, geólogos, arquitectos, topógrafos e historiadores de época moderna y contemporánea. Se pretendía de este modo hacer interactuar todas estas líneas de trabajo y sus correspondientes metodologías, entendiéndose, por parte de los organizadores, que la perspectiva pluridisciplinar constituye el marco más adecuado para la ejecución y la gestión científica de los proyectos relacionados con el estudio de la minería histórica. Entrando ya a presentar brevemente los contenidos de la obra, hemos de comenzar con el bloque centrado en los trabajos de enfoque arqueológico, que se abren con una visión retrospectiva de Claude Domergue sobre la Arqueología minera de Sierra Morena, en la que el autor valora el avance de la investigación desde 1965 al presente, proporcionando valiosos y evocadores datos sobre sus primeras andanzas por estas tierras. A este trabajo le sigue un estudio de enfoque transversal elaborado por Almudena orejas, Inés Sastre y Elena Zubiaurre, que analiza la organización y regulación de la actividad minera hispana altoimperial a través de un análisis integrado de las fuentes escritas y la documentación epigráfica. Dentro de este primer bloque relacionado con la investigación arqueológica, se suceden a continuación una serie de aportaciones tendentes a mostrar los trabajos más recientes desarrollados en las grandes regiones mineras de la Hispania romana. Juan Aurelio Pérez Macías y Aquilino Delgado estudian el paisaje minero de Riotinto, incidiendo en la ocupación del espacio y la organización territorial de esta comarca onubense. Juan Antonio Antolinos y Christian Rico presentan un avance de los resultados obtenidos en el yacimiento de Presentación legal, en el territorio de Carthago Nova, donde han documentado un asentamiento tardorrepublicano relacionado con los tratamientos del mineral previos a la fundición. Luis María Gutiérrez y Alejandro Casas Criville abundan en el conocimiento sobre el enclave de El Centenillo (Jaén), dentro ya del área meridional de Sierra Morena, a partir del análisis de un levantamiento topográfico de la explotación contemporánea durante el primer tercio del siglo XX. En el mismo ámbito regional, Fernando Penco realiza un recorrido histórico a través de la minería de Cerro Muriano (Córdoba). El estudio sobre Sierra Morena se cierra con la aportación de Mar Zarzalejos, Germán Esteban, Luis Mansilla, Fernando Palero, Patricia Hevia y jesús Sánchez sobre las investigaciones llevadas a cabo en los paisajes mineros de la vertiente norte de la Sierra, dentro del área de explotación controlada por Sisapo. Por su parte, la minería del cuadrante noroeste hispano está representada por dos trabajos. El primero, presentado por Javier Sánchez-Palencia, Damián Romero y Alejandro Beltrán profundiza en las formas de explotación de la minería aurífera y de la organización del territorio en el noroeste de Lusitania (área de los ríos Erjas y Bazágueda) y el sur de Asturia (zona minera de Pino del Oro). En el segundo análisis sobre el Noroeste, Carmen Fernández-Ochoa y Ángel Morillo analizan la estrecha relación existente entre la explotación de los recursos minerales y las estructuras de poblamiento en el área cantábrica. El bloque sobre investigaciones arqueológicas se cierra con sendos trabajos que presentan los resultados derivados de la aplicación de diversas herramientas metodológicas y modelos de acercamiento al estudio arqueológico de los paisajes mineros. En la primera aportación, Jesús Bermúdez presenta la imple10

Presentación

mentación de una herramienta SIG adaptada a las necesidades y condiciones del Proyecto El paisaje minero antiguo en la vertiente norte de Sierra Morena (provincia de Ciudad Real). Finalmente, Mark A. Hunt muestra la utilidad de las aplicaciones de la Arqueometría al estudio de los paisajes mineros y metalúrgicos partiendo del ejemplo de la detección de cinabrio en contextos neolíticos y calcolíticos peninsulares. El segundo gran bloque de contenidos que alberga este volumen acoge los estudios y trabajos de investigación que se estaban llevando a cabo en los últimos años sobre la historia minera de Almadén. En el ánimo de los organizadores estaba propiciar no sólo el conocimiento de estos trabajos, sino que la reunión también fuera un lugar de encuentro para los investigadores que trabajan en ellos y generar nuevas iniciativas de investigación para proyectos futuros. El resultado ha sido un mosaico de temas que van desde la profundización en los aspectos más históricos de Almadén, hasta las nuevas tendencias en la representación del patrimonio minero industrial en aras de su puesta en valor. Entre los trabajos que se recogen en esta publicación nos encontramos con tres grupos perfectamente definidos. El primero de ellos está centrado en la utilización de las nuevas tecnologías al servicio de la puesta en valor del patrimonio minero industrial como una herramienta eficaz para dar a conocer a la sociedad este importante legado cultural. Los trabajos de Joaquín Caro, José Tejero y María Dolores Pérez Calle son tres buenos ejemplos de ello, donde un profundo conocimiento de la historia de la tecnología minera y metalúrgica de Almadén permite a los autores adentrarse con precisión en el uso de las instalaciones y en su tipología constructiva, consiguiendo con ello mostrarnos como se hicieron las cosas y reproducirnos de forma virtual como eran estos elementos claves de la historia tecnológica de Almadén (bariteles, malacates, hornos, etc.), que hoy en día están completamente desaparecidos. El segundo grupo de aportaciones está centrado en sacar a la luz algunos aspectos de la historia de Almadén poco conocidos o poco desarrollados hasta la fecha. El trabajo de Julian Prior nos habla de unos momentos claves de la historia de Almadén provocados con la invasión del establecimiento minero almadenense por los franceses en 1808, que obligaron a la Junta de Gobierno de Almadén a tomar medidas drásticas que en algunos casos fueron para la subsistencia de la propia mina y el mantenimiento de la economía local, como fue el caso que ha estudiado este historiador sobre la emisión de papel moneda en las propias instalaciones de la mina para el pago de los salarios a los trabajadores y empleados, utilizando para ello la liquidez de las reales minas hasta la extinción de su emisión en 1816, con las diferentes repercusiones que este hecho produjo en la vida local durante este periodo. los otros dos trabajos incluidos en este segundo conjunto también tratan de profundizar en la historia de Almadén. El primero de ellos, el del profesor Demetrio Fuentes, aborda una de las constantes de la mina de Almadén a lo largo de su historia, las propuestas de mejoras en sus instalaciones, pero en este caso en una época bastante reciente como es el comienzo del siglo XX con la creación del Consejo de Administración de las minas a partir del año 1918, desgranando los múltiples problemas con los que se tuvo que hacer frente en las minas para sacarlas del estado de ruina en el que se encontraba en aquellos momentos, que permitieron realizar algunos cambios tan significativos e importantes en el ámbito de la tecnología minera como fue la introducción de un nuevo método de explotación minera (realce y relleno) en sustitución del método Larrañaga que se había empleado durante más de una centuria. El último trabajo de este conjunto, el desarrollado por Ángel Hernández Sobrino, nos muestra en forma 11

Mar ZarZalejos Prieto, luis Mansilla PlaZa, Patricia Hevia GóMeZ

de retazos algunos de los aspectos sociales y de la cultura del trabajo llevados a cabo en las minas de Almadén, abriéndonos una nueva línea de investigación que hasta ahora había sido poco trabajada por los investigadores interesados en el estudio de estas minas. El último grupo de los trabajos que esta publicación recoge está dedicado a la denuncia y puesta en valor de un patrimonio minero industrial de la comarca de Almadén de gran importancia y que está muy olvidado, pero con la necesidad imperiosa de que se realice una intervención de forma inmediata, ya que el peligro de su desaparición puede ser inminente y cuando se aborde su recuperación quizás sea ya demasiado tarde. El patrimonio minero industrial al que nos referimos es el del Real Sitio de Almadenejos, situado a escasamente 15 km. de Almadén y que el profesor Emiliano Almansa trata de poner ante nuestros ojos el valor que tuvieron estas explotaciones de mercurio en el contexto minero de Almadén, realizando para ello una minuciosa pormenorización de todos y cada uno de los elementos patrimoniales que constituyeron las instalaciones mineras apoyándose para ello en un conocimiento histórico básico del lugar que hasta la fecha estaba poco estudiado. Es necesario seguir abriendo foros y espacios de reflexión como los llevados a cabo en esta reunión de Almadén con el objetivo de seguir profundizando en la historia de la minería y su valorización, de aquí que aprovechemos estas líneas para agradecer la colaboración de aquellas entidades que han hecho posible su realización, como la Subdirección General de Proyectos de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad, el Departamento de Prehistoria y Arqueología y la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén y la Fundación Francisco Javier de Villegas de Minas de Almadén y Arrayanes, S.A., instándoles a que sigan en esta línea y conviertan a este enclave minero en un lugar de encuentro y debate sobre el mundo de la minería y todas sus connotaciones sociales, económicas, históricas, culturales y patrimoniales. Para finalizar, poco después de la celebración de esta reunión científica, el 30 de junio de 2012, el sitio minero de Almadén fue incluido en la lista de Patrimonio Mundial. Nos parece también éste un buen lugar para felicitar a todos quienes han contribuido con su trabajo y esfuerzo a que este proyecto se hiciera realidad y, cómo no, a los habitantes de Almadén, tanto a los actuales como a aquellos que han vivido a la sombra de la mina siglo tras siglo, desde que en tiempos remotos un grupo de hombres comenzara a horadar la tierra en busca del mineral rojo y el líquido plateado. Mar Zarzalejos Prieto luis Mansilla Plaza Patricia Hevia Gómez

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POBLAMIENTO Y EXPLOTACIÓN DE LOS RECURSOS MINEROS EN EL CANTÁBRICO1 Occupation and metal mining in the cantabrian coast Carmen Fernández Ochoa2, Ángel Morillo3

Resumen: La explotación de los recursos mineros fue uno de los incentivos económicos más importantes de la implantación romana a orillas del Cantábrico. El poblamiento romano regional se densifica notablemente en torno a los criaderos de oro, hierro, plomo y zinc de la franja costera. La variedad de los recursos, las necesidades propias de la extracción de cada mineral y la dinámica poblacional precedente en cada zona, determinan las diversas formas de ocupación del espacio en la Antigüedad. Palabras clave: Explotación minera, poblamiento romano, paisaje minero, castros, Cantábrico Abstract: Metal mining was one of the main economic reasons to explain the roman occupation in the Cantabrian coast. The rc eo o ic e idence confir s t t t e n er o o n sett e ents incre ses s eci in t e re s s rro ndin t e re ion ines o o d e d iron nd co er n e c c se t e t e o et reso rces its di erent et ods o e oit tion nd t e d n ics o sett e ent in re ro n eriod e s to deter ine t e di erent s ste o ndsc e occupation in mining regions. Key words:

1.

et

inin

o

n occ

tion

inin

ndsc es i orts

INTRODUCCIÓN

La estrecha relación entre la explotación de recursos minerales y las estructuras de poblamiento en determinadas áreas de la costa cantábrica, como el occidente asturiano entre los ríos Eo y Navia, la bahía de Santander, la región de Reocín-Comillas, el hinterland de Castro Urdiales, la ría de Guernica o el bajo Bidasoa es un hecho perfectamente constatado desde hace décadas (Fernández Ochoa y Morillo 1994: 175). La variedad de los recursos y las necesidades propias de la extracción de cada mineral, además de la dinámica poblacional precedente, determinan las diversas formas de ocupación del espacio en la Antigüedad, pero no cabe duda que la explotación minera fue un importante incentivo económico de cara a la implantación romana en esta región (Fig. 1).

nt ri n e

Es evidente que las características geológicas imprimen una primera diferenciación básica a lo largo de las regiones cantábricas. En toda la franja litoral abundan los criaderos de mineral de hierro, a menudo combinado con otros metales como plomo y plata. Los mejor conocidos se encuentran en la zona cántabro-pirenaica: macizo de Peñas de Aya, Peña Cabarga, el fondo de la bahía de Santander, la ría de Guernica. Pero no cabe duda que el hierro se explotó también en numerosos lugares de la costa septentrional, como han puesto de manifiesto tanto las prospecciones arqueológicas como la práctica de una destacada metalurgia en los propios yacimientos castreño-romanos (Rodríguez Terente 2004: 10). En la zona occidental de Asturias, aflora el antiguo zócalo herciniano, que adopta una dirección norte-sur en la llamada «rodilla asturiana». Es una zona de esquistos, pizarras, cuarcitas y areniscas, donde abundan los filones

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El presente trabajo se ha elaborado en el marco de los Proyectos de I+D HAR2008-06018-CO2/HIST: or ci n diso ci n de ci it tes en e enins r Estr ct r s de o iento territorio, realizado bajo la dirección de Carmen Fernández Ochoa, así como el I+D HAR2011-24095: entos territorios militares en Hispania, dirigido por Ángel Morillo Cerdán. Agradecemos a Á. Villa Valdés y a M. Urteaga la información inédita que nos han proporcionado. En este trabajo seguimos básicamente nuestra aportación presentada en el I Congresso Internacional Povoamento e Exploração dos recursos mineiros na Europa Atlântica Occidental, celebrado en Braga en diciembre de 2010, con la actualización correspondiente. 2 Universidad Autónoma de Madrid. Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Madrid, Campus de Cantoblanco, 28049 Madrid, [email protected] 3 Universidad Complutense de Madrid. Departamento de CC y TT Historiográficas y Arqueología, Facultad de Geografía e Historia, Universidad Complutense, Avda. Profesor Aranguren s/n, 28040 Madrid, [email protected]

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CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA, ÁNGEL MORILLO

Figura 1. Asentamientos romanos en el Cantábrico (Fernández Ochoa y Morillo 2003).

auríferos de tipo primario, quizá beneficiados durante la II Edad del Hierro y sin duda, explotados intensamente en época romana. Filones de hierro debieron ser explotados puntualmente en las mismas áreas donde tuvo lugar el beneficio del oro. acimientos de plomo y zinc, se verifican en la Cantabria central, en torno a la zona de Reocín. La atención científica que se ha prestado a dichas explotaciones mineras ha sido muy desigual. Si hace más de una década ya señalábamos que las minas del occidente astur y de la zona pirenaica habían recibido mucha mas atención que las cántabras y vizcaínas (Fernández Ochoa y Morillo 1994: 175), en los últimos 15 años se ha consolidado dicha divergencia. Las investigaciones de diversos autores han supuesto un notable avance en el conocimiento de la minería aurífera romana y del poblamiento que se encuentra en relación con la misma en el ámbito de Asturias, expresado a través de distintas publicaciones (Camino y Viniegra 1993; Estrada 1995; Perea y Sánchez-Palencia 1995; Sánchez-Palencia y Suárez 1985; Villa 1995; 1998; 2005; 2007; 2007b; 2010; Villa y Fanjul Mosteirín 2006). Un efecto semejante ha tenido los trabajos de Urteaga relativos a Guipúzcoa, en especial las explotaciones del macizo de Peñas de Aya (Urteaga 1997; 2008; 2008b; 2008c; 2012; Cauuet et al. 2005). Aportaciones mucho más puntuales se han realizado sobre minería cántabra, en la zona de la bahía de Santander, donde se localizaron recientemente varias galerías mineras (Morero I en Liaño) (Mantecón 2000: 38-45). Una de las cuestiones más problemáticas es la datación de las explotaciones mineras, que se ha realizado a partir de los pocos restos materiales identificados en el interior de las galerías, que no constituyen un argumento definitivo. Los datos cronológicos disponibles parecen indicar que el periodo de máxima actividad extractiva tuvo lugar desde mediados del siglo I d. C., perdurando durante toda la siguiente centuria. No obstante, las intervenciones arqueológicas más 172

recientes han permitido adelantar las fechas de explotación hasta época augustea, en el caso de las minas guipuzcoanas de Peñas de Aya (Cauuet et al. 2005: 444). En el occidente astur, algunos filones auríferos pudieron ser beneficiados desde época prerromana (siglos III-II a. C.), pero no cabe duda de que los recursos mineros se ponen en explotación nada más terminada la conquista de la región astur transmontana por parte de Roma (Villa 2005: 199-210). En la zona de Peña Cabarga, en el fondo de la bahía santanderina, la comparación con los cotos guipuzcoanos de Peñas de Aya nos induce a considerar que el momento de máximo auge extractivo tuvo lugar a lo largo de las últimas décadas del siglo I y durante todo el siglo II d. C. (Fernández Ochoa et al. 2003: 430). En algunos casos, los criaderos explotados se encuentran a cierta distancia de la costa, lo que plantea el problema del transporte del mineral hasta los cargaderos. Minerales como el hiero y el zinc debían extraerse necesariamente a poca distancia del litoral por el elevado coste que suponía su traslado. La comunicación entre los filones mineros y la línea litoral debía realizarse a través de corrientes fluviales o zonas de dominio marítimo-fluvial como estuarios y bahías, de los cuales el Bajo Bidasoa y la bahía de Santander, a través de los que se drenaba el metal de las minas de Arditurri y Peña Cabarga respectivamente, constituyen los ejemplos mejor conocidos. Por el contrario, el caso del oro del Cantábrico occidental plantea una problemática bien distinta. Por una parte la cantidad de mineral recolectada era mucho más reducida, lo que facilita su transporte hacia Roma, si duda por vía terrestre (Fernández Ochoa y Morillo 1999: 96-97). Por otra, al tratarse de un monopolio estatal y no depender de los beneficios económicos inmediatos, los filones se explotaban tanto en la costa como muy al interior del territorio transmontano, sin importar el esfuerzo económico y humano. La repercusión sobre el poblamiento regional será en este caso bien distinta.

POBLAMIENTO Y EXPLOTACIÓN DE LOS RECURSOS MINEROS EN EL CANTÁBRICO

2.

MINERÍA Y POBLAMIENTO REGIONAL

Las estructuras de poblamiento manifiestan también diferencias muy acusadas entre el oriente y el occidente cantábrico. En Galicia y Asturias el sistema de ocupación del territorio durante la Edad del Hierro es el castro o poblado fortificado en altura, característico de sociedades clánicas donde los vínculos territoriales tienen un marcado protagonismo. Al este del río Sella, el patrón de asentamiento prerromano no acaba de ser definido. Se suele aceptar una rarificación del modo de hábitat castreño, pero los asentamientos en altura se describen indistintamente como «castros» y «oppida», sin otorgarles una caracterización clara. El hábitat prerromano en el País Vasco atlántico resulta todavía muy poco conocido, tal vez por la ausencia de investigaciones sistemáticas, lo que sigue justificando la clásica hipótesis de su marginalidad y escasa ocupación humana, que sin duda tendremos que revisar en un futuro próximo. La transición al mundo romano implicará una diferente adecuación a la nueva realidad. El fenómeno de configuración de los territorios del noroeste de la Península presenta rasgos muy específicos, derivados de dos factores diferentes pero estrechamente relacionados entre sí, que se complementan para producir un resultado que se aparta de los patrones tradicionales de asentamiento romano. Estos dos factores son el peso de los modelos indígenas de implantación territorial y la importancia de las explotaciones auríferas en la articulación del poblamiento. La conquista romana modifica el sistema de hábitat castreño, aprovechando algunos rasgos de forma selectiva pero adaptándolo a los propios fines de la potencia colonial, entre los que se encuentran preferentemente la explotación minera y agropecuaria del territorio. El Estado impulsa la colonización de las zonas mineras, tanto litorales como interiores, así como las principales vías de comunicación que atraviesan los distritos auríferos. Los nuevos castros, mucho más numerosos que los de la época prerromana, asimilan en parte la tipología formal del hábitat anterior, introduciendo las modificaciones pertinentes en su ubicación geográfica y su distribución del espacio interno. Se encuentran mucho más próximos entre sí, rompiendo el aislamiento tradicional de los emplazamientos prerromanos, y en su mayoría ocupan posiciones menos elevadas, con un dominio más reducido del espacio circundante. Se aprecia asimismo una diferenciación jerárquica y funcional entre los castros más próximos entre si. La estructura interna de estos poblados muestra un esquema regularizado de corte romano (Fernández Ochoa y Morillo 1999: 58-59). El nuevo modelo de poblamiento de los distritos auríferos responde a una planificación global promovida por la administración romana, que viene acompañada de grandes cambios sociopolíticos para la población indígena, enmascarados por la aparente continuidad morfológica del tipo de asentamiento (Orejas 1996: 187-189).

En el sector cántabro-pirenaico, la transición al mundo romano se articula de manera muy diferente. Los emplazamientos en altura prerromanos son paulatinamente abandonados, sustituidos por nuevos patrones de asentamiento de corte romano, entre los que se encuentran enclaves portuarios de diverso rango y establecimientos rústicos de tipo villae. En estas regiones se verifica asimismo un abandono de las ocupaciones en cueva, que responde a una intensa tradición que arranca del periodo Paleolítico y continúa, con interrupciones intermitentes, hasta la época medieval (Fernández Ochoa y Morillo 1994: 175). Las recientes investigaciones han permitido constatar la continuidad de ocupación en algunos asentamientos guipuzcoanos entre la Segunda Edad del Hierro y la época romana, bien en el mismo espacio físico o en su vecindad. Este parece ser el caso de Zarautz (Ibáñez y Sarasola 2009: 1728), Santiagomendi (Astigarraga) (Ceberio 2009: 229) y los asentamientos vecinos de Munoaundi (San José 2005: 7172) y San Martín de Iraurgi (Azkoitia) (Esteban 2004: 377). Las características de la explotación minera en esta región determinan que su influencia sobre el poblamiento sea más reducida. No se verifica una concentración de yacimientos en torno a los cotos mineros semejante al área astur. En todo caso, el peso de las actividades extractivas de mineral se dejaría sentir en las proximidades de la costa y, especialmente, en los puntos concretos de salida del mineral. El ejemplo más notable sería el de la antigua Oiasso (Irún) y tal vez el Portus Victoriae (Santander). A la vista del avance de la investigación en este campo durante las últimas décadas, estamos en condiciones de aproximarnos a una mejor definición de dos zonas cantábricas cuyas formas de poblamiento se encuentran vinculadas a la minería: el área occidental asturiana y la región del Bajo Bidasoa, en torno a Irún. Ambas responden, además, a patrones de de asentamiento muy diferentes, que analizaremos a continuación. Un tercer sector minero, menos conocido en la actualidad pero con grandes posibilidades, es el litoral cántabro, en especial el fondo de la bahía de Santander. Otros sectores con criaderos de hierro cercanos, como la Ría de Gernica y el hinterland de Castro Urdiales, resultan todavía escasamente conocidos, por lo que los dejaremos al margen de este análisis.

2.1.

El litoral cantábrico entre los ríos Eo y Navia

Este sector, comprendido en términos generales entre el Eo y el Navia, con prolongaciones aisladas hacia Galicia (minas del río Masma, próximas a la ría de Foz, Lugo) (Sánchez-Palencia 1996: 34-35) y, por el occidente, hasta la desembocadura del Nalón (Camino 1995: 190; Perea y Sánchez-Palencia 1995: 102), concentra buena parte del poblamiento romano de la franja marítima asturiana, vinculado indudablemente a las explotaciones auríferas (Fig. 2).

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CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA, ÁNGEL MORILLO

ASENTAMIENTOS RELACIONADOS CON LA MINERÍA EN EL OCCIDENTE DE ASTURIAS Numero/ Nombre (Lugar). Concejo 1/ Castro de Pendia (Pendia). Boal 2/ La Escrita (La Escrita). Boal 3/ El Castellón (Vega de ouria). Boal 4/ El Castelo (Villar de San Pedro). Boal 5/ El Castro (Los Mazos). Boal 6/ Os Castros (Vilavedelle). Castropol 7/ Os Castros (Piñera). Castropol 8/ O Corno (Villadún). Castropol 9/ Castro (Castro (Balmonte)). Castropol 10/ La Corona (Iramola). Castropol 11/ Castros (Brul). Castropol 12/ Los Castelos (Lagar). Castropol 13/ Punta da Figueira (Medal). Coaña 14/ Monte del Castro (Mohías). Coaña 15/ Castelón (Vilacondide). Coaña 16/ La Garita (Riegoarriba). Cudillero 17/ Castro de Punta Borona (Ballota). Cudillero 18/ Cabo Blanco (Valdepares). El Franco 19/ El Castellón (La Caridad). El Franco 20/ El Castellón (Castello). El Franco 21/ La Corona (San juán de Prendonés). El Franco 22/ La Corona del Castro (Castro (Arancedo)). El Franco 23/ El Castrón (Arancedo). El Franco 24/ El Castelón de Cedemonio (Cedemonio). Illano 25/ El Castelo de Entrerríos (Entrerríos). Illano 26/ Llomba del Castro (Llombatín). Illano 27/ El Castrillón (Teifaros). Navia 28/ El Castiel (Soirana). Navia 29/ El Castro (Vigo). Navia 30/ El Castro (Armental). Navia 31/ Los Castiellos (Piñera). Navia 32/ Las Cogollas (Linares). Salas 33/ La Peña El Culladón (La Escosura). Salas 34/ El Espeñidal (Casazorrina). Salas 35/ El Castro (Porciles). Salas 36/ Croas de Castro (Castro). San Tirso de Abres

37/ Croas de Eilale (Eilale). San Tirso de Abres 38/ Os Castros (Salcido). San Tirso de Abres 39/ El Campo de San Lorenzo (Santa Agueda). Tapia de Casariego 40/ El Castelón (Cornayo). Tapia de Casariego 41/ El Castelo-El Esteiro (Calambre). Tapia de Casariego 42/ El Toxal (Tapia de Casariego). Tapia de Casariego 43/ Castreda (Balmorto). Tapia de Casariego 44/ Castello (Salave). Tapia de casariego 45/ El Picón (La Coroza). Tapia de Casariego 46/ El Corcavón (Acevedo). Tapia de Casariego 47/ Castro Coronas (El Pico). Tapia de Casariego 48/ Las Cercas (Castrovaselle). Tapia de Casariego 49/ Peña Caldeira (La Veguina). Tapia de Casariego 50/ Os castros (Taramundi). Taramundi 51/ El Castro (El Castro). Taramundi 52/ El Castro (Fresnedo). Tineo 53/ El Pico Cortino (Folledo). Tineo 54/ El Castro de Manxelón (Naraval). Tineo 55/ El Castro (Villatresmil). Tineo 56/ El Castiecho (Bustiello). Tineo 57/ Los Castros (Riocastiello). Tineo 58/ El Castillo Veneiro (Veneiro de Abajo). Tineo 59/ El Castiechu (Luciernas). Tineo 60/ Castiechu (Otur). Valdés 61/ Castiel (El Chano). Valdés 62/ El Castiechu (Llongrey). Valdés 63/ El Cerco los Moros (Llamiella). Valdés 64/ La Cogocha (Canero). Valdés 65/ El Castiecho (La Cerezal). Valdés 66/ El Castiecho (Barceda). Valdés 67/ La Porida (Llendecastiello). Valdés 68/ Molejón (Molejón). Vegadeo 69/ Os Castros (Pruida de Meredo). Vegadeo 70/ Castro de As Penelas (As Penelas). Vegadeo 71/ Castro de Castromourán (Castromourán). Vegadeo 72/ Castro de A Veiga (Vegadeo). Vegadeo 73/ El Castro de Vixande (posible) (Palacio). Vegadeo 74/ El Castro (Illaso). Villayón 75/ Castro del Castillo (Ponticiella). Villayón

Figura 2. Castros y principales explotaciones mineras en la franja litoral del Occidente de Asturias

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POBLAMIENTO Y EXPLOTACIÓN DE LOS RECURSOS MINEROS EN EL CANTÁBRICO

Este tramo de la costa occidental asturiana presenta un único nivel de rasa, antigua superficie de abrasión marina, que configura un pasillo de comunicación litoral E-W entre Galicia y Asturias, elevado por término medio unos 120-130 metros sobre el nivel del mar. La costa es acantilada y recta, destacándose los salientes de los cabos Busto y Vidio y las desembocaduras del Eo, Navia y Narcea, pequeñas y estrechas grietas en el paredón rocoso costero. La presencia de una peculiar estructura tectónica, denominada «Rodilla asturiana» y orientada en sentido N-S, determina que la penetración hacia el interior se realiza a través de los ríos, que adoptan una dirección N-S. Son las cuencas de estos ríos (Eo, Porcía, Navia), cortos y de gran potencial erosivo, las que han facilitado tradicionalmente el laboreo aurífero. Las explotaciones auríferas asturianas de este sector suelen emplear técnicas mineras muy simples, reexcavando vaguadas o desmontando terrazas de aluviones fluviales mediante canales de agua o desmontes en laderas cercanas. La ruina montium no parece ser una técnica frecuente, concentrándose en algunas zonas como la desembocadura del Porcía, los lagos de Silva o Ranón (Valdés) (Villa 2010: 88). En la cuenca del Eo, especialmente en su margen derecha (Concejos de Taramundi y San Tirso de Abres), se ha prospectado algo más de una treintena de explotaciones mineras (Camino y Viniegra 1993 y 1995; Camino 1995; Estrada 1995). Corresponden en su mayoría a labores de pequeño tamaño, zanjas-canal de carácter prospectivo que cortan las laderas. Vinculados espacialmente a dichas explotaciones se encuentran al menos 20 castros. El único estudio arqueológico de conjunto de la zona ha aplicado los principios del análisis espacial, relacionando el hábitat castreño-romano con actividades extractivas y agropecuarias en un marco territorial circunscrito aparentemente a cada valle (Camino y Viniegra 1993 y 1995; Camino 1995). El curso del Porcía, que nace en la sierra de Bobia, está presidido por el gran complejo aurífero de los Lagos de Silva o Salave, situado en el concejo de Tapia de Casariego. Se conservan los vestigios de un dique (La Barrosa), en el arranque de un canal de captación de unos 27 km, que conducía el agua hasta la explotación propiamente dicha, en los Lagos de Silva, cuyos filones fueron explotados a cielo abierto. Los lagos o estanques que se conservan serían el resultado de los taponamientos de tierras y rocas removidas provocados por la extracción y el lavado del oro. Varios canales de desagüe conducen directamente al mar (Fernández Ochoa 1979; Fernández Ochoa 1982: 88-89; Camino 1996: 86-87). Varios castros de la zona se encuentran en relación espacial directa con las explotaciones (Camino 1995 y 1996). Algunos de ellos presentan un claro origen prerromano (El Picón) (Villa 2007b); en otros, aunque no existen referencias sobre su origen, estuvieron sin duda ocupados en época romana. Tal sería el caso de los castros del Esteiro, Calambre, Tapia

Figura 3. Yacimiento de Cabo Blanco (Asturias).

de Casariego, etc. Carecemos de un estudio diacrónico integrado sobre el poblamiento de esta zona. Al este del Porcía, entre este río y la costa, se encuentran las explotaciones del concejo de El Franco, que constituyen una agrupación muy significativa de explotaciones auríferas, entre las que se encuentran las de Miudes, Arancedo y Covas de Andía. Uno de los rasgos que caracteriza este grupo es el papel preponderante que parece desempeñar el castro de Arancedo en relación con la mayoría de estas explotaciones

Figura 4. Yacimiento de Cabo Blanco (Asturias) (A. Villa Valdés y J. A. Fanjul Mosteirín).

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CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA, ÁNGEL MORILLO

Figura 5. Yacimiento de Cabo Blanco. Foso (C. Fernández Ochoa).

Figura 6. Covas de Andía (Asturias) (C. Fernández Ochoa).

romanas (Fernández Ochoa 1982: 247-248). Asimismo, alguno de los castros costeros, como Cabo Blanco (Villa y Fanjul Mosteirin 2005), o de la franja litoral, pudieron tener una relación directa con la minería aurífera (Fig. 3-5). Casi todas las explotaciones son zanjas o cortas de carácter primario, aunque algunas son formaciones secundarias como las Covas de Andía (Sánchez-Palencia 1995: 230; Villa 1995: 177-178) (Fig. 6). La minería aurífera se rarifica en torno al curso bajo del río Navia, donde se conoce tan sólo algún lavadero y corta menor como el Cabrucal de Trelles (Navia), que podría relacionarse con castros como El Castrillón de Coaña. Del cercano castro de Mohias (Fig. 7) procede una pequeña laja de piedra de unos 10 cm de longitud, con una inscripción en la que parece leerse «… massa» (lingote, montón) y un numeral en la parte inferior, que tal vez pueda relacionarse con actividades de transporte de mineral. 176

Más al occidente se conocen labores de extracción en Villaoril (Navía), que también se ponen en relación con los castros de Armental y Téifaros (Camino 1995: 190). Fuera de esta área se conocen también explotaciones en el concejo de Valdés, como Cadavedo (Perea y Sánchez-Palencia 1995: 102). A pesar de que las labores de prospección de los últimos años han aumentado significativamente el número conocido tanto de castros como de explotaciones auríferas, seguimos desconociendo muchas cuestiones. Faltan estudios arqueomineros en toda la zona, que demuestren, por ejemplo, el alcance real de la extracción de hierro en conjunto o subsidiariamente respecto al oro, así como análisis que contemplen el modelo de poblamiento y la explotación de recursos mineros de forma integrada. La publicación de Camino (1995) que plantea por primera vez la proximidad relativa entre castros y minas apunta la estrecha relación espacial entre algunos de dichos yacimientos. Pero es preciso probar la conexión directa entre las poblaciones que habitaron algunos asentamientos y la explotación de los filones auríferos más cercanos. Las características topográficas y urbanísticas, así como las tempranas dataciones de muchos de los asentamientos castreño-romanos que jalonan el litoral entre el Eo y el Navia parecen indicar que nos encontramos ante una actuación generalizada, un mismo sistema de poblamiento. Pero por el momento no estamos en condiciones de definir el modelo integrado del binomio ocupación-explotación como el equipo de Sánchez-Palencia ha realizado en la zona astur meridional.

POBLAMIENTO Y EXPLOTACIÓN DE LOS RECURSOS MINEROS EN EL CANTÁBRICO

Figura 7. Castro de Mohías (Asturias).

Por otra parte, en el estado actual de la investigación, carecemos de una visión diacrónica del poblamiento prerromano y romano. Se va confirmando una ocupación romana de mediados del siglo I d. C. para la mayoría de los castros costeros y marítimos de este sector del litoral asturiano, mientras se apunta, por otra parte, la existencia de asentamientos con utensilios mineros de la Edad del Bronce como los procedentes de El Picón de la Coroza (Villa 2010: 98). El aparente vacío de ocupación en la Edad de Hierro, se ve contestado conforme se realizan nuevas intervenciones arqueológicas, como las desarrolladas en los castros de Taramundi y Cabo Blanco (Villa 2009). En este sentido van tomando cuerpo las hipótesis que apunta hacia un papel destacado de la experiencia de la minería del oro prerromana en el desarrollo de las explotaciones romanas ulteriores, tal y como propone Villa (2010: 103).

2.2.

El litoral de la actual Cantabria

A diferencia del Cantábrico occidental, para el que carecemos de referencias textuales de época romana, el sector correspondiente al litoral de la actual Cantabria se muestra más pro4 5 6

lijo en citas relacionadas con la explotación minera. Estrabón4 menciona la sal purpúrea explotada por los pueblos del Norte. La investigación ha considerado que dicha mención aludía al yacimiento de Cabezón de la Sal (Cantabria) (García y Bellido 1945: 121-123. nota 195). Sin embargo, las características de este yacimiento impiden su explotación minera, tanto en la época actual, como en el periodo romano (Pérez Bustamante 1977-78). Por su parte Plinio alude a la riqueza en hierro de Cantabria: «En la zona marítima que baña el Océano hay un altísimo monte que, parece increíble, todo él es de metal...»5. Este mismo autor se refiere a la existencia de plomo en Cantabria6. La presencia de estos dos metales se ve avalada por la investigación reciente, que confirma la existencia de yacimientos mineros posiblemente explotados en época romana (Fernández Ochoa y Morillo 1994: 54 y 173-174; Herrera y Cabezas 1992; Mantecón 2000) (Fig. 8). La explotación del plomo, posiblemente en combinación con la calamina y la blenda, de las que se extrae el zinc, se localiza en la zona occidental de la costa de Cantabria, en el sector Udías-Comillas-Reocín. Tanto en las minas de Reocín, como en la mina de San Bartolomé (Canales, Udías),

Geog. III, 3, 7. t ist XXXIV, 149. t ist XXXIII, 78.

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CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA, ÁNGEL MORILLO

Figura 8. Minas romanas de Cantabria (Mantecón 2000).

se dieron a conocer, a finales del siglo XIX-comienzos del XX, restos de entibaciones de roble o encina fosilizadas y diversos objetos de época romana como lucernas, artesillas, mazos de madera, monedas altoimperiales y un ponderal de plomo (Carballo 1911; 1939). Con este mismo círculo se relaciona la mina Numá (Ruiseñada, Comillas), donde apareció una lápida romana dedicada a Júpiter (cf. Fernández Ochoa y Morillo 1994: 101), y la de Mercadal (Cartes) (Mantecón 2000: 42). La vinculación de todo este sector con la minería del zinc y del plomo se ve refrendada por el propio nombre que adopta el grupo humano que habita esta zona (blendios)7 y el del principal enclave portuario, Portus Blendium, que se suele localizar en el actual Suances o sus alrededores (Fernández Ochoa y Morillo 1994: 104-105; 2003: 146147). No obstante desconocemos casi totalmente los rasgos que adopta el poblamiento romano en esta región. Por lo que se refiere al monte de hierro mencionado por Plinio en la costa cántabra, se suele aceptar su identificación con Peña Cabarga, en el fondo de la bahía de Santander, justo en la confluencia de las Rías de Solía y San Salvador (González Echegaray 1951: 319-20) (Fig. 9). Su superficie está repartida entre varios términos municipales: Villaescusa, Medio Cudeyo, Lierganes y Penagos. Las explotaciones de mineral de hierro son muy abundantes por todo el monte. F. Barreda informa que, al reanudarse las explotaciones de hierro a finales del siglo XIX, en las estribaciones de Peña Cabarga se descubrieron varias galerías entibadas con madera de roble, varios objetos y monedas romanas de época imperial (cf. Fernández Ochoa y Morillo, 2003: 437).

7

178

t ist. IV, 111.

Recientemente se ha documentado una nueva mina explotada en época romana, Morero I (Liaño, Villaescusa) con paredes trabajadas a pico y retocadas, además de cuatro lucernarios (Herrera y Cabezas 1992: 305-307; Mantecón 2000: 44-45; 2003: 667-668). Monedas romanas se recuperaron también en la cercana mina Orconera, situada en el paraje de La Romanilla (Obregón, Villaescusa) (González Echegaray 1951: 332; García y Bellido et al. 1970: 66). En las estribaciones de Peña Cabarga se encuentran también las minas de los Llanos (Barrio de Arriba, Riotuerto), donde hay referencias al hallazgo de materiales y una galería de época romana (cf. Mantecón 2000: 45). Es evidente que las excelentes condiciones topográficas de la bahía de Santander, el mejor refugio para la navegación cantábrica en muchas millas marinas a la redonda, con abundantes recursos naturales y criaderos de mineral de hierro en sus cercanías, debieron constituir estímulos notables para la presencia romana. La aparición de estructuras y materiales romanos avala un poblamiento en dicha época, pero como ya hemos indicado en otras ocasiones, nos encontramos con graves problemas de definición conceptual ya que los restos materiales aparecen normalmente aislados y descontextualizados. A estas dificultades se suma el desconocimiento del horizonte de ocupación prerromana en esta zona, del que tan sólo se han referenciado algunos datos inconexos, pero que tuvo que tener cierta intensidad aprovechando las condiciones naturales de la bahía. Apenas se han catalogado castros y yacimientos de la Edad del Hierro en este ámbito, mientras los hallazgos materiales se documentan en cuevas

POBLAMIENTO Y EXPLOTACIÓN DE LOS RECURSOS MINEROS EN EL CANTÁBRICO

Figura 9. Peña Cabarga (Cantabria).

que, tal y como señala González Morales (1999: 89-93), han sido consideradas erróneamente como el lugar de hábitat en este periodo. Esta carencia no permite establecer el sistema de poblamiento prerromano y, por lo tanto, la forma en que se produce la transición entre dicho sistema y el modelo de asentamiento claramente romano. Recientes sondeos arqueológicos como los realizados en el castro de Castilnegro o el Alto del Gurugú (Valle Gómez 2000; 2000b) sugieren que durante la Prehistoria Reciente, el fondo de la bahía, con los yacimientos mineros de hierro de Peña Cabarga como epicentro, parece haber desempeñado un papel más importante que la bocana de la misma. Esta situación debió de modificarse a partir de la conquista romana. Al menos dicha hipótesis se desprende de la mayor densidad de vestigios romanos hallados a lo largo de la ribera noroccidental de la bahía, bajo el casco urbano de la ciudad de Santander. A. Ruíz ha planteado la posibilidad de que no existiera un lugar central, sino diversos fondeaderos naturales utilizados como embarcaderos en todo el litoral de la Bahía (Ruiz Gutiérrez, 1999: 364), lo que nos indicaría un poblamiento diseminado (Fernández Ochoa y Morillo, 2003: 417-420). A los efectos que ahora nos interesan, lo que queda por determinar es el papel que jugó el antiguo Portus Victoriae (Santander) en relación a las explotaciones mineras de su entorno. 2.3. Oiasso y el Bajo Bidasoa En torno al estuario del Bidasoa, protegido por el cabo de Higuer, surgió una importante aglomeración en época 8

Estrabón, Geog. III, 4, 10; Plinio,

romana, identificada como la antigua Oiasso8. El asentamiento principal se situó bajo el casco urbano de la actual ciudad de Irún, que contó con una infraestructura portuaria de considerable envergadura, punto de confluencia de la navegación marítima y fluvial (Urteaga 2003 2005 2008 2008b; 2008c; 2012; Urteaga y Otero 2002) (Fig. 10). Aparentemente debió convertirse en el punto de salida del mineral de hierro y plomo extraído en los cotos mineros cercanos, ubicados principalmente en los vecinos macizos de Peñas de Aya y San Narciso, afloramientos graníticos con una aureola metamórfica alrededor de pizarras carboníferas a través de las que han ascendido las sales minerales, dando lugar a los yacimientos filonianos de hierro, plomo, cobre y otros minerales, que se han explotado desde época romana hasta hace algunas décadas. En 1804, el ingeniero J. G. Thalacker, descubre la existencia de 46 galerías romanas en el paraje de Arditurri (Oiartzun), de las que hoy en día se conservan sólo 9 debido a los posteriores trabajos de extracción minera (Thalacker 1804; Urteaga 2005b). Las exploraciones modernas, acometidas por M. Urteaga y T. Ugalde, comenzaron en 1983, y han puesto de manifiesto un gran completo extractivo (Urteaga 1997 2008 2008b; 2008c; 2012; Urteaga y Ugalde 1986; 1986b; Ugalde 2010). Además de las galerías de Arditurri, que constituyen el conjunto más amplio y conocido, se han identificado explotaciones romanas en Altamira, Oiakineta, Zubeltzu, Elatzeta, Belbio, Lambarri, Castillo del Inglés, Lehunerreka y Zaguzar Harria, todas ellas en el entorno del Bajo Bidasoa y a escasa distancia de la actual Irún. Hasta el momento se

t ist III, 29 y IV, 10; Ptolomeo, Geog. II, 6, 10 y II, 7, 2; Anónimo de Ravena 318, 1-2 y 308, 17.

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Figura 10. Localización de los principales cotos mineros romanos en relación con el núcleo urbano de Oiasso (Irún, Guipúzcoa) (Urteaga 2008).

ha constatado la datación romana de al menos 52 galerías y 4.514 m de recorrido total. Los trabajos mineros reconocidos abarcan una amplia variedad de galerías y pozos: galerías de prospección, galerías de acceso y acarreo del mineral, galerías de explotación, pozos de ventilación, planos inclinados que comunican diferentes niveles, pozos para extracción de agua y galerías de drenaje. Las galerías de extracción presentan un trazado irregular y laberíntico, en diferentes niveles. La técnica consistía en picar el mineral en niveles superpuestos para evitar derrumbes, empleando el fuego para calentar la roca y romperla más tarde al empaparla de agua, actividad que ha dejado las llamadas «cúpulas de torrefacción». Las galerías romanas han desaparecido casi en su totalidad ya que al seguir en su día los filones más ricos, han sido eliminadas por la minería moderna, mucho más agresiva. Por lo que se refiere a las galerías de prospección, tienen una fuerte inclinación descendente, de hasta 45° y siguen un trazado rectilíneo hasta alcanzar el filón. La anchura es de 1 metro mientras la altura varía de 1, 80 a 3 m. Cuentan con abundantes huecos en las paredes para depositar las lucernas (Urteaga 2008: 311-315). En Arditurri se ha localizado incluso un cuniculus o canal subterráneo para drenar las filtraciones de agua de 425 m de longitud, que discurre 15 m por debajo del nivel actual del río Oyartzun y sigue parcialmente en funcionamiento. Una maquina para elevación de agua se ha identificada en la mina de Belbio (Ugalde 2010: 338-344). El objetivo principal se considera la obtención de mineral de plata, que se extrae de la galena argentífera, acompaña-

180

da de plomo, hierro y cobre (Urteaga 2008b: 177). Los datos cronológicos derivados del análisis de los materiales recuperados permiten datar las explotaciones entre el periodo augusteo y el siglo III d. C. (Cauuet et al. 2005). Como ya hemos apuntado, existen vínculos evidentes, tanto geográficos como funcionales entre los cotos mineros y el vecino núcleo romano de Oiasso (Urteaga 2008b: 182). La ciudad vascona debió organizar la explotación de su distrito minero, cuyos yacimientos se encontraban entre 2, 5 y 6, 5 km. Sin embargo, a diferencia del área occidental asturiana, aparte de Oiasso, no se ha dado a conocer ningún asentamiento relacionado directamente con los cotos mineros, donde viviera la población que trabajaba en las minas o donde tuvieran lugar los trabajos metalúrgicos de refinado del mineral, tal vez realizados a pie de mina. Posiblemente los futuros trabajos arqueológicos modifiquen el estado actual de la investigación. De cualquier forma no se detecta una modificación general del paisaje humano como la del área astur, que pudiera hablarnos de una actuación estatal movida por los intereses concretos derivados de una explotación a gran escala. Urteaga propone la implicación de la administración romana en la actividad minera regional a partir del modelo establecido por las Leyes de Vipasca (Urteaga 2008b: 182). Pero sigue sin aclararse el agente concreto que promovió la extracción minera en la región y el beneficio real que pudo obtenerse de cada mineral. En todo caso, los análisis isotópicos de los restos de los muelles de Oiasso indican una explotación del plomo, con toda seguridad en combinación con la plata, desde finales del I d. C., alcanzando los índices más altos durante el siglo II (Urteaga 2003: 205). Tampoco puede descartarse el beneficio y comercio del hierro, tradicionalmente avalado por el llamado pecio de Cabo Higuer (Martín Bueno y Rodríguez Salis 1975), hallazgo cuya datación romana ha sido cuestionada (Urteaga 2003: 203, nota 28).

3.

CONSIDERACIONES GENERALES

Abordar el análisis de la minería y el poblamiento cantábrico supone enfrentarse a una realidad diferenciada desde el punto de vista del conocimiento arqueológico, más desarrollado en Asturias y Guipúzcoa que en Cantabria y Vizcaya. Teniendo en cuenta esta situación, cabe preguntarse si en las regiones mejor conocidas la explotación minera tuvo más importancia en época romana por razones geológicas o topográficas, o nos encontramos ante un problema de investigación en aquellas áreas menos estudiadas. De cualquier forma, ni siquiera en todos los distritos que contaron con explotaciones romanas bien conocidas se ha podido constatar una interrelación estrecha entre la minería y el patrón de asentamiento. Tan sólo en el occidente

POBLAMIENTO Y EXPLOTACIÓN DE LOS RECURSOS MINEROS EN EL CANTÁBRICO

asturiano, entre los ríos Navia y Eo, se establece un nuevo paisaje humano, donde las explotaciones auríferas se encuentran en directa relación espacial con establecimientos castreño-romanos, que se densifican notablemente en este espacio, aunque subsisten aún numerosas incógnitas sobre el proceso de implantación en cada uno y su evolución a lo largo del tiempo. La mayor incidencia de la minería en el poblamiento de este sector galaico-astur se debe evidentemente a los modelos de explotación aplicados por Roma en los distritos auríferos, que requieren una gran aportación de mano de obra y aplicaciones técnicas muy desarrolladas (canales, cortas, galerías). Hoy en día se acepta que las comunidades castreñas desempeñaron un importante papel en las explotaciones a gran escala. Los castros prerromanos, autárquicos e igualitarios, se integraron dentro de la administración romana, lo que conllevó un proceso de jerarquización gradual de asentamientos y una serie de transformaciones urbanísticas y topográficas fundamentales, como se ha demostrado en aquellos poblados próximos a las minas del Alto Navia que han sido objeto de una excavación sistemática (Villa 2009). Pero en la zona más próxima al litoral desconocemos aspectos esenciales de este proceso: la especialización funcional de los núcleos habitados (castros mineros, castros agrícolas), cuáles desempeñaron la función de cabecera de distrito y cómo las élites prerromanas adquirieron protagonismo dentro de la nueva estructura sociopolítica creada por Roma. La necesidad estatal de organizar un territorio rico en recursos auríferos impulsó la transformación radical del paisaje humano a partir del modelo de la civitas. En cuanto a las necesidades generadas por la puesta en explotación de las minas auríferas, se utiliza selectivamente la experiencia prerromana en este ámbito, orientada hacia filones de fácil reconocimiento y alta ley en yacimientos pri-

marios y terrazas aluviales, que no exigían un tratamiento metalúrgico complejo (Villa 2010: 89 y 103). Los conocimientos previos, maximizados gracias a los nuevos medios tecnológicos, se aplican a modelos de explotación a gran escala. Dentro de este nuevo contexto no existen territorios individuales de explotación, sino que se planifica la explotación de los distritos en su conjunto como corresponde a un interés estatal (Sánchez Palencia y Perea 1995: 8994). Mientras no conozcamos la función específica de cada asentamiento y su posición en la jerarquía poblacional, es preciso relativizar la cuestión de la relación espacial entre yacimientos mineros y castros. Asimismo desconocemos el agente que controló los procesos extractivos y el transporte del mineral, tarea encomendada al ejército en otros distritos auríferos del Noroeste. Dejando al margen este sector astur-galaico, es muy probable que el resto del litoral cantábrico se articule siguiendo un modelo muy diferente. En este caso el asentamiento humano está directamente condicionado por el tráfico marítimo. El hábitat se densifica en torno a los ámbitos costeros que ofrecen las mejores condiciones naturales para el desarrollo de la navegación y las relaciones comerciales, en el interior de rías o escotaduras protegidas, como la bahía de Santander o el estuario del Bidasoa. Advertimos toda una tipología de modelos de implantación perfectamente conocidos en el mundo romano (Fernández Ochoa y Morillo 1994). Uno de los ejemplos mejor documentado en este sentido es el la antigua Oiasso (Irún), mientras que la bahía santanderina aún sigue planteando muchas incógnitas. En estos ámbitos, las actividades de carácter minero debieron desempeñar un importante papel económico y comercial, pero desconocemos hasta que punto fueron determinantes para la reestructuración del territorio y la definición de un nuevo paisaje tras la llegada de Roma.

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CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA, ÁNGEL MORILLO

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