(2012): El paisaje minero antiguo de la comarca de Almadén (Ciudad Real): nuevas aportaciones sobre el territorium de Sisapo

September 25, 2017 | Autor: C. Fernández Ochoa | Categoría: Archeology of Roman mining, Roman Architecture, Roman Archaeology
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Descripción

EL PAISAJE MINERO ANTIGUO DE LA COMARCA DE ALMADÉN (CIUDAD REAL) nuevas aportaciones sobre el territorium de sisapo

Mar Zarzalejos Prieto – Carmen Fernández Ochoa – Germán Esteban Borrajo – Patricia Hevia Gómez

I. — INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO ARQUEOLÓGICO DE LA COMARCA DE ALMADÉN EN EL CONTEXTO GENERAL DE LA MINERÍA SISAPONENSE

Como un complemento imprescindible para el análisis arqueológico de la antigua Sisapo y la comprensión de su papel en la Antigüedad, entre los años 1998 y 1999 el equipo de investigación de La Bienvenida inició una nueva línea de trabajo sobre el área geográfica en la que se inscribe este yacimiento*. Se trataba de abundar en el papel desempeñado por la ciudad dentro de su territorio, valorando las relaciones jerárquicas que se desprenden del análisis espacial. Los datos obtenidos por esta vía se han orientado en todo momento al esbozo de los rasgos del paisaje antiguo de la región sisaponense, en un intento de mostrar la relación existente entre el hábitat antiguo y la actividad minera analizada desde una perspectiva diacrónica. Un estímulo importante a la hora de promover este proyecto fue la carencia de estudios sistemáticos sobre el área minera donde se enclava La Bienvenida, particularmente en lo que respecta a la relación entre las explotaciones mineras y la articulación del poblamiento en época romana. En efecto, se disponía de la excelente base documental elaborada por Claude Domergue sobre los yacimientos mineros y minero-metalúrgicos de esta región, en el marco de sus trabajos generales sobre la minería hispana1. Sin embargo, salvo referencias a lugares puntuales, se desconocía todo sobre el hábitat antiguo asociado a estas actividades y su organización espacial. Esta investigación se concretó de manera preliminar en un análisis general sobre un amplio espacio de la zona central de Sierra Morena, en el que se integraron el Valle de Alcudia y las sierras que lo delimitan dentro del territorio suroccidental de la provincia de Ciudad Real, así como el vecino Valle de los Pedroches, ya en la provincia de Córdoba, por tratarse de la vía de salida natural del mineral hacia el Guadalquivir2. La base documental sobre la que se cifraron nuestras conclusiones fue el catálogo de yacimientos extraído de la bibliografía, así como los datos de prospección obtenidos en zonas muy puntuales, dada la inexistencia por aquellas fechas de Cartas Arqueológicas de los términos municipales incluidos en el análisis. Entre las conclusiones que pudieron obtenerse en este primer acercamiento al estado de la cuestión habría que mencionar el establecimiento de una jerarquización del poblamiento a escala regional, evidenciada por la existencia de una serie de centros principales con un marcado papel estratégico y de control del territorio. En el ámbito espacial que ahora nos ocupa, el asentamiento que articula el patrón de ocupación del territorio es el yacimiento de La Bienvenida, identificado, como se sabe, con la antigua Sisapo. Asimismo, el análisis diacrónico de la distribución del poblamiento desde el Bronce Final permitió esbozar las líneas maestras de los cambios impuestos por la presencia de Roma en el paisaje de esta región minera. Así, en primera instancia, su política puede resumirse en las siguientes líneas de actuación territorial: *

En su redacción final, este trabajo se encuadra dentro del proyecto HAR2008-04817/HIST: El paisaje minero antiguo en la vertiente norte de Sierra Morena (Provincia de Ciudad Real), dirigido por M. Zarzalejos Prieto y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. 1 Cl. Domergue, Catalogue des mines; Id., Les mines de la péninsule Ibérique. 2 C. Fernández Ochoa et alii, Arqueominería del sector central; C. Fernández Ochoa et alii, «Les mines anciennes du secteur central». Almudena Orejas y Christian Rico (eds.), Minería y metalurgia antiguas. Visiones y revisiones. Homenaje a Claude Domergue Collection de la Casa de Velázquez (128), Madrid, 2012, pp. 129-150.

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— Potenciación de núcleos preexistentes. La evidencia más clara en este sentido se identifica en el yacimiento de La Bienvenida-Sisapo, que hunde sus raíces en los estertores del Bronce Final y muestra una importante pujanza en época Ibérica. — Traslados poblacionales, en un intento de generar nuevos núcleos urbanos en lugares más favorables, en relación con las nuevas estrategias de explotación económica del territorio. Buen ejemplo de ello sería el traslado de la población desde el yacimiento prerromano de El Peñón del Pez (Capilla) a la sede de Miróbriga en el Cerro del Cabezo, controlando el paso de la vía 29. — Creación de aglomeraciones secundarias responsables de la captación de los recursos agropecuarios y situadas en puntos de marcado valor estratégico y productivo. Un caso paradigmático sería el Cerro de las Monas. — Fundación de nuevos enclaves de vocación exclusivamente minera. En esencia, estos nuevos centros responden a cuatro categorías, a saber, complejos minero-metalúrgicos (Mina Diógenes), poblados mineros (El Mesto), minas (Covatillas, San Marcos…) y centros metalúrgicos (Valderrepisa).

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Fig. 1. — Localización de la comarca de Almadén

Sobre la base de este primer estudio general y, por fuerza, aproximativo, hemos proseguido la investigación reorientando la metodología de trabajo hacia el análisis exhaustivo de las diferentes comarcas incluidas en esta gran región minera. La primera de las zonas sobre la que hemos focalizado la atención, y a la que dedicamos este primer estudio, es la comarca de Almadén que, a decir de las fuentes, constituyó el dominio espacial por antonomasia de la minería sisaponense. A los recursos bibliográficos ya manejados desde hace años, se han añadido ahora los resultados del trabajo de campo intensivo dirigido por uno de los miembros del equipo de investigación del proyecto La Bienvenida-Sisapo —Germán Esteban Borrajo— y encaminado a la redacción de las Cartas Arqueológicas de los términos municipales de Chillón, Almadén, Alamillo y Guadalmez

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incluidos en la comarca denominada Montesur3 (fig. 1). Desde el punto de vista geológico, una parte sustancial de este amplio espacio pertenece a la región almadenense, por lo que constituye un excepcional campo de trabajo para realizar un análisis exhaustivo del territorio de explotación económica dependiente de Sisapo. Para completar el escenario de la minería de esta comarca situada en el flanco occidental del territorio sisaponense faltaría por incluir en esta primera aproximación los datos de poblamiento correspondientes al término municipal de Almadenejos, cuyas prospecciones a la fecha de publicación de este trabajo ya han sido concluidas y están próximas a ver la luz en un estudio monográfico. De igual modo, en el marco del Proyecto de investigación HAR2008-04817/HIST: El paisaje minero antiguo en la vertiente norte de Sierra Morena (Provincia de Ciudad Real), estamos ampliando la óptica de encuadre a los términos municipales de Almodóvar del Campo, Brazatortas, Argamasilla de Calatrava y Villamayor de Calatrava, hasta completar el límite oriental del territorio sisaponense. Tal y como acabamos de apuntar, el marco geográfico sobre el que se centra este estudio se adapta, por tanto, al encuadre administrativo actual. Sin embargo, debemos destacar que la metodología aplicada en el trabajo de campo ha equilibrado los requerimientos propios de una Carta Arqueológica como documento administrativo con los de un proyecto de análisis del territorio. En este caso, el pliego de prescripciones técnicas impuesto por la entonces Dirección General de Patrimonio y Museos de la antigua Consejería de Cultura de la JCCM contempla la necesidad de consensuar con los técnicos de la Administración las áreas de máxima intensificación de prospección arqueológica. En la propuesta de delimitación de estas áreas se combinan criterios propiamente arqueológicos con necesidades administrativas. Así, los primeros se deducen lógicamente de los resultados de la revisión histórica, geográfica, planimétrica, topográfica, etimológica y bibliográfica del término municipal, con el fin de orientar sobre los espacios que son susceptibles de contener poblamiento o evidencias de tipo arqueológico o patrimonial. Por su parte, los criterios administrativos se orientan a resolver cuestiones derivadas de la planificación y desarrollo de los núcleos actuales. En este sentido, deben incluirse las zonas urbanas, periurbanas y las áreas de futura expansión urbanística, las vías de comunicación modernas e históricas, así como las unidades administrativas menores (pedanías, barrios rurales o entidades locales menores), los conjuntos industriales y las explotaciones o fincas históricamente representativas. La metodología de prospección en estas áreas de máximo interés es de carácter intensivo de cobertura total mediante batidas lineales, con una separación máxima entre prospectores de 50 m. En zonas exteriores a las definidas anteriormente se admite una metodología extensiva de cobertura total que aumenta la distancia entre prospectores a entre 100 y 200 m. Lógicamente, el análisis individualizado de los lugares con indicios de ocupación se ha realizado mediante trabajos más exhaustivos, con distancias muy cortas entre prospectores (3-5 m) con el fin de identificar todos los vestigios existentes y su localización puntual. En el caso que nos ocupa, la relación entre las actividades mineras y el poblamiento histórico es tan estrecha que los criterios administrativos se funden plenamente con los científicos, apuntando unas mismas propuestas de zonificación. A las zonas ricas en recursos mineros se han añadido, además, otras zonas susceptibles de albergar restos ocupacionales en función de sus aptitudes agropecuarias o a causa de su proximidad a cursos fluviales o a caminos históricos. La cartografía empleada ha combinado las series habituales del Servicio Cartográfico del Ejército y el Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000 y 1:25.000 y los mapas topográficos del Instituto Geográfico y Estadístico a escala 1:25.000 (edición de 1887 con correcciones y puestas al día posteriores), con la serie de Cartografía Digital y Ortoimágenes editada por el Instituto Geográfico Nacional. Para la elaboración de la cartografía específica y dando continuidad a la metodología ya ensayada en nuestros anteriores trabajos4 se ha empleado el software Arc View5, como soporte de la integración de nuestras bases de datos con las capas de la cartografía digital. Por lo que respecta a la ficha-modelo de obtención de datos, se ha trabajado con la diseñada para la realización de la Carta Arqueológica proporcionada por el entonces Servicio de Arqueología, 3 Estos trabajos se enmarcan dentro del convenio suscrito entre la antigua Consejería de Cultura de la JCCM y la Mancomunidad Montesur. Las Cartas Arqueológicas de los términos pertenecientes a las comarcas citadas fueron adjudicadas a la empresa de trabajos arqueológicos Calendas. Agradecemos a la Dirección General de Patrimonio y Museos de la JCCM su autorización oficial para hacer uso de los resultados de estas prospecciones con fines científicos. 4 C. Fernández Ochoa et alii, Arqueominería del sector central, pp. 15-21. 5 Arc ViewTM GIS version 3.2. Environmental Systems Research Institute, Inc.

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Patrimonio Mueble y Museos, dependiente de la antigua Dirección General de Patrimonio y Museos de la JCCM. En principio, sus contenidos y rangos de información se adaptan bien a las necesidades de nuestro trabajo, al tiempo que constituyen una base informativa útil para seguir ampliando la información en la medida en que proceda integrar resultados de otras intervenciones reguladas por las normativas regionales de Patrimonio Histórico y Evaluación de Impacto Ambiental. II. — LOS RECURSOS EXPLOTABLES

Como es bien sabido, la zona de análisis forma parte de una región metalífera de primera entidad, integrada en el ámbito occidental de la vertiente norte de Sierra Morena. El vulcanismo básico que se registró desde el Ordovícico al Devónico dará lugar al mercurio de la región almadense a partir de la mineralización del cinabrio. Se dispone de numerosas publicaciones sobre los yacimientos de mercurio de Almadén y su paragénesis a partir del cinabrio, pues son muchos los autores que han tratado de explicar el proceso formativo de los bancos de este mineral. Superada la idea tradicional de un origen por sublimación a partir de exhalaciones, hoy en día se acepta la teoría de F. Saupe que propone un origen volcánico6. En esta línea interpretativa abunda algunos años después7 Ángel Hernández Sobrino, relacionando este vulcanismo con fenómenos distensivos de la corteza terrestre que tuvieron lugar en un margen continental de tipo pasivo durante el ciclo hercínico. De este modo, parece que los yacimientos se formaron por la impregnación de los materiales volcánicos eruptivos y de las rocas sedimentarias detríticas, afectadas por el vulcanismo que arrastró consigo el aporte de mercurio8. Teniendo en cuenta el tipo de roca encajante se distinguen dos modelos de yacimiento9: — Yacimientos en los que el cinabrio aparece impregnando cuarcitas. La mineralización yace en la denominada Cuarcita de Criadero del Silúrico Inferior y se encuentra en relación con un aparato volcánico de tipo cráter. Se identifican tres horizontes de mineralización comprendidos entre dos niveles de cuarcitas separadas por un intervalo de pizarras y areniscas. Los contenidos de cinabrio son crecientes en la proximidad de la intersección de la Cuarcita de Cridero con un cráter de tipo diatrema de la Roca Frailesca, que es una roca piroclástica de composición basáltica que recibe su nombre a causa de su coloración parda. Este modelo se localiza en las minas de Almadén, El Entredicho y la Vieja Concepción, pertenecientes estas dos últimas al TM de Almadenejos, no incluido en este estudio. — Yacimientos en forma de relleno hidrotermal en rocas volcánicas, a modo de filoncillos. Están formados por impregnación y stockwork que arman en tobas volcánicas de grano fino y color grisáceo de la base del Devónico subyacentes a las cuarcitas de esta edad. Se trata, como se ha apuntado, de reemplazamientos acompañados de una densa red de fracturas rellenas por la mineralización de cinabrio, que parecen responder a la intersección de zonas de fractura tipo cizalla con rocas básicas, de manera que la fracturación favorece el acceso de los fluidos mineralizantes y las rocas se comportan como reactivas frente a estos fluidos debido a que están alteradas10. Este tipo se identifica en las minas de Las Cuevas, Nueva Concepción y Guadalperal. En la zona de Almadén existe el mercurio nativo denominado por Vitrubio argentum vivum11 pero, como acabamos de explicar, la riqueza principal del yacimiento es el sulfuro de mercurio o cinabrio que se presenta impregnando las cuarcitas. La explotación de este mineral no pasó desapercibida para los autores antiguos puesto que el cinabrio de Iberia aparece citado ya en el siglo iv a. C. y ampliamente referenciado por Estrabón, Vitrubio y Plinio, quien indica claramente su procedencia de la región sisaponense. En este apartado cabe recordar, únicamente, el uso que los romanos dieron al cinabrio y a los subproductos que de él derivan. Siguiendo las propuestas 6

F. Saupe, La géologie du gisement du mercure. Á. Hernández Sobrino, Estructura y génesis de los yacimientos, p. 30. 8 Ibid., pp. 27-29; S. Maturana y Á. Hernández Sobrino, «Almadén del Azogue», p. 41. 9 S. Maturana y Á. Hernández Sobrino, «Almadén del Azogue», pp. 40-41. 10 P. Higueras et alii, «Un caso de contaminación milenaria», p. 3. 11 De Architectura, VII, 8, 9. 7

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de G. Chic12 y el estudio realizado por una de nosotros sobre esta cuestión13, el cinabrio, una vez triturado, calcinado y lavado, además de utilizarse como colorante inorgánico — el bermellón para la fabricación de tintes y para usos medicinales—, pudo emplearse también en su fórmula de mercurio o azogue para la captación de metales nobles y su separación de las impurezas con que éstos se presentan en la naturaleza, es decir, como un procedimiento para obtener metales preciosos según la técnica conocida como amalgama o amalgamación, proceso que ya en su momento describen Estrabón, Vitrubio y Plinio14. Creemos que este uso fue especialmente apreciado en época romana teniendo en cuenta el constante interés del Estado por obtener metales preciosos con destino a las emisiones monetales. Sin relación genética con los yacimientos mercuriales, existen en la región de Almadén otras mineralizaciones de edad posterior. Se trata de una serie de filones hidrotermales ligados a las fases más tardías del emplazamiento de los granitos hercínicos15. Según S. Maturana y A. Hernández Sobrino16 estas mineralizaciones filonianas de plomo-zinc-cobre podrían estar relacionadas, bien con plutones en profundidad, bien con el Batolito de los Pedroches. En este caso, la metalogénesis pudo estar ligada a la consolidación de masas de rocas plutónicas, fundamentalmente graníticas, que arman en terrenos paleozoicos (silúricos y devónicos). Estos filones son abundantes y, aunque a causa de su morfología su explotación moderna resulta prácticamente inviable, los trabajos de prospección que damos a conocer aquí evidencian su beneficio antiguo en algunos de los casos. Además de los recursos mineros, el territorio objeto de estudio cuenta con algunas zonas aptas para la práctica de actividades agropecuarias. Aunque las unidades geoestructurales identificadas en la comarca relacionan sus formaciones edáficas con modalidades de suelos mediocres como tierras de cultivo (tierra parda meridional y ranker)17, existen zonas cuya explotación agrícola en el pasado no parece ofrecer duda. Así, al sur del TM de Almadén se constata la existencia de un área de uso agrario cuya distribución aprovecha los depósitos aluviales generados por el río Valdeazogues y su red de arroyada. Existe también una importante concentración de tierras de cultivo en el espacio comprendido entre la confluencia de los ríos Alcudia y Valdeazogues, lugar donde se encuentra la histórica Encomienda de Castilseras, convertida hoy en gran latifundio, en parte roturado para producción cerealística y en parte dedicado a pastos y monte bajo, como en el pasado18. Precisamente este uso ganadero, favorecido por la presencia de excelentes pastizales naturales, ha de considerarse un complemento económico importante para la práctica de una economía de subsistencia. III. — CRITERIOS DE IDENTIFICACIÓN FUNCIONAL Y TIPOS DE YACIMIENTO

Las prospecciones realizadas en los términos municipales objeto de análisis han permitido identificar cuarenta y siete yacimientos, en su mayor parte inéditos, relacionados con el área minera incluida en la región almadenense. Una vez reconocidos sobre el terreno, se ha procedido a su análisis superficial exhaustivo con el fin de determinar la zona nuclear de cada yacimiento a partir de la densidad de dispersión de los materiales arqueológicos en superficie. Obviamente, además de los datos de extensión y localización, en el curso de los trabajos de campo se han tenido en cuenta variables tales como la unidad fisiográfica de ocupación, la entidad y naturaleza de los restos constructivos en superficie, la visualización del territorio circundante, la proximidad a vías de comunicación o la potencialidad de los recursos susceptibles de explotación en su entorno; todas ellas encaminadas a aportar datos que permitan avanzar hipótesis sobre la caracterización funcional de los yacimientos. De igual modo, la recogida de materiales de superficie y la observación de sus concentraciones in situ, se ha realizado con idéntico criterio en todos los casos, con el fin de hacer de éste un parámetro útil a la hora de valorar las características de cada lugar. 12

G. Chic, «Estrabón y la práctica de la amalgama», p. 26. M. Zarzalejos, Arqueología de la región sisaponense. 14 Estrabón, Géographie, 3, 2, 8, Vitrubio, De Architectura, VII, 8, 4 y Plinio, Naturalis Historia, 33, 32, 99-100. M. Zarzalejos, Arqueología de la región sisaponense, pp. 922 sqq. 15 J. García Sansegundo et alii, Memoria del Mapa geológico de España, p. 50. 16 S. Maturana y A. Hernández Sobrino, «Almadén del Azogue», p. 41. 17 C. Ferreras y J. L. García Rayego, «La vegetación», p. 118, fig. 1. 18 F. Pillet «La provincia de Ciudad Real», p. 242. 13

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Desde el punto de vista funcional, el manejo de todas las variables apuntadas ha permitido establecer cuatro grandes categorías de yacimientos: — Yacimientos relacionados con la explotación minera o la transformación de sus productos. — Yacimientos rurales con vocación agropecuaria. — Aglomeraciones secundarias. — Centros principales. Yacimientos relacionados con la explotación minera o la transformación de sus productos La región minera del entorno de Almadén ha sido intensamente analizada a causa del mantenimiento de la explotación de mercurio hasta fechas recientes. Este hecho explica el conocimiento exhaustivo de la localización de las mineralizaciones de diversa naturaleza existentes en el territorio, pero también el importante grado de transformación de que ha sido objeto este paisaje tras siglos de explotación ininterrumpida. Se debe a Cl. Domergue19 el trabajo más sistemático de identificación de las labores mineras antiguas en esta comarca. Sus investigaciones, basadas en el reconocimiento directo y en el estudio de la documentación escrita y material generada por las descripciones de los ingenieros de minas desde fines del siglo xviii, sientan la base para caracterizar el método de explotación aplicado por los romanos en este territorio de la vertiente norte de Sierra Morena. De acuerdo con el carácter y funciones específicas asignadas a los sitios identificados, dentro de esta categoría se contemplan los siguientes tipos de yacimiento: — Minas. — Complejos mineros y minero-metalúrgicos. — Centros metalúrgicos. a) Minas Se incluyen dentro de esta categoría las evidencias de explotaciones mineras que no están en el entorno inmediato a restos de habitación o que denoten la existencia de infraestructuras para la transformación de la materia prima. Uno de los ejemplos pertenecientes a esta categoría es la explotación de un filón de Pb-Zn-Ag en la mina de San José-Andrea20, localizada en el término municipal de Chillón y puesta en explotación a finales del siglo xix. Según notifica Cl. Domergue21, en el curso de esas labores se documentaron trabajos antiguos en pozos de 70 m de profundidad y galerías estrechas e irregulares. Asimismo, fue posible identificar en su interior cuñas de 10 cm de largo, recipientes de bronce, lucernas, y monedas (algunas de plata). Una parte de estos materiales se mostró en la Exposición Nacional de Minería, artes metalúrgicas, cerámica, cristalería y aguas minerales celebrada en Madrid en 1883. También aparecieron a 30 m de profundidad, un recipiente de bronce, un cántaro, una jarra y un tubo de cerámica. Una parte de estos objetos eran monedas de Medina Azahara de los siglos x y xi. Estas evidencias apuntan un beneficio altomedieval, y probablemente romano, del filón. Claude Domergue relaciona esta mina con los restos de una fundición en un lugar vecino conocido como Fuente del Charnecal, unido a la mina a través de la Senda de la Plata. A nuestro juicio, la distancia superior a 1 km entre la mina de San José-Andrea y el área que figura con el topónimo de Fuente del Charnecal y la configuración topográfica de la zona impedirían su relación. A esta observación debemos añadir que en la Fuente del Charnecal no se ha identificado indicio alguno que denote su ocupación antigua.

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Cl. Domergue, Catalogue des mines, p. 62. Cl. Domergue (Catalogue des mines, pp. 74-75) se refiere a esta mina con la denominación de Solana de Ballesteros. 21 Ibid., pp. 74-75. 20

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b) Complejos mineros y minero-metalúrgicos Esta categoría agrupa los conjuntos formados por un poblado y/o un centro de transformación o de tratamiento del mineral junto a la mina o los filones explotados. Empleamos el término de complejos mineros junto al de complejos minero-metalúrgicos acuñado en nuestro trabajo anterior22, para poder incluir con propiedad terminológica en una misma categoría los lugares relacionados con el tratamiento básico a pie de mina del cinabrio, ya que no parece que se realizaran trabajos de transformación junto a los puntos de extracción23. Dentro de los complejos mineros relacionados con las explotaciones de cinabrio hemos de mencionar el yacimiento de Guadalperal, perteneciente al TM de Almadén24, lugar de excepcional interés por manifestar evidencias materiales que asocian un poblado minero con una mina de cinabrio. Desde el punto de vista topográfico, el yacimiento puede dividirse en dos mitades, separadas por una vaguada de orientación aproximada norte-sur. La mitad oriental ocupa un cerro algo más elevado que la occidental y en ella se encuentra la mayor parte de los restos, inmediatamente al oeste de las instalaciones de la moderna Mina de Guadalperal. Los frentes norte, este y oeste del yacimiento presentan cierta sobreelevación natural respecto a los terrenos circundantes mediante escarpes rocosos, especialmente al norte. Sobre dichos escarpes existen restos de lo que parecen constituir muros perimetrales. En el flanco norte, se identifican al menos dos líneas intermitentes de muros, situadas en dos alturas diferentes sobre las rocas. Se trata de una obra de mampostería en seco o con trabazón de tierra de la que se conservan lienzos de hasta varias decenas de metros de longitud y de una altura conservada de aproximadamente 1 m, con una anchura variable en torno a 0,60 m. Estos lienzos parecen combinarse con los salientes rocosos para completar el cierre de este flanco. Los restos del muro perimetral en el lado este son exiguos y se localizan ante el desnivel en que se precipita la ladera oriental, cerca de los restos de pozos de la mina. En este punto resultan visibles los vestigios de un lienzo prácticamente arrasado, de características constructivas similares a las anteriormente descritas, que conserva tan sólo 2 m de longitud y una anchura aproximada de 1 m. También se observan en diversos puntos de la zona oeste restos de muros construidos en seco, de peor factura y con elementos más pequeños que en los casos anteriores, asentados sobre una base rocosa que constituye una especie de plataforma en la zona occidental del yacimiento. Puede tratarse del límite perimetral antiguo por este flanco, aunque no podríamos descartar aún que se trate de construcciones contemporáneas. Por su parte, todo el frente sur del yacimiento carece de estructuras perimetrales visibles, presentando los terrenos una suave caída hacia el Arroyo de Tierra Mora. El espacio nuclear del yacimiento se encuentra en la mitad oriental, en la zona más elevada, situada inmediatamente al oeste de las instalaciones de la mina y de la casa de labor contemporáneas. En esta zona, hacia el sur, se han localizado los principales restos de estructuras, en un espacio que parece aterrazarse en diversos niveles descendentes de norte a sur. Los vestigios estructurales identifican varias construcciones de planta rectangular de dimensiones comprendidas entre 50 y 70 m2 y, al menos, una de planta circular, con unos 5 m de diámetro. Los muros están realizados con mampostería y emplean como elementos constructivos piedras de mediano tamaño con trabazón de tierra y, en un caso, piedras y fragmentos de latericio con argamasa. En torno a estos restos arquitectónicos y en toda la ladera sur de esta zona del yacimiento se localiza una concentración importante de material arqueológico (abundantes restos de elementos constructivos, ánforas republicanas y altoimperiales, dolia, TSH, TSH precoz de tipo Peñaflor y hasta fragmentos de vidrio). El yacimiento da muestras de un saqueo reiterado, ya que aparecen gran cantidad de fosas de expolio, algunas de hasta 1,5 m de diámetro y una profundidad considerable. 22

C. Fernández Ochoa et alii, Arqueominería del sector central, p. 74. Tradicionalmente para sustentar esta afirmación se menciona el conocido texto de Plinio (Naturalis Historia, 33, 40) que refiere que el mineral llegaba a Roma en bruto para su procesamiento en las officinae minii. E. Rodríguez Almeida («Manufactura y logística», p. 337) precisa, tras una lectura detenida de las referencias de Plinio, que el cinabrio pudo ser objeto de un primer procesado a pie de mina en el que se realizaría una separación de la ganga y la liberación de los óxidos fértiles, siendo éste último el material que llegaría a Roma bajo el sello del Estado. 24 Cl. Domergue (Catalogue des mines, p. 65) incluye este yacimiento en el TM de Almadenejos, pero corresponde sin duda alguna al de Almadén. 23

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Por lo que respecta a la identificación de labores mineras de época romana, en 1787 se describen trabajos antiguos entre los que se encuentran algunas excavaciones desordenadas, así como una galería tallada a pico y reforzada por dos muros de piedra en seco25. A dos de los pozos romanos identificados se les otorgaron los nombres de San Pedro y San Pablo. La misma fuente se hace eco del hallazgo de objetos romanos, todos ellos actualmente desaparecidos (una moneda de Vespasiano, un dedo de bronce macizo, molinos circulares de piedra y lucernas). En el límite este del yacimiento, a extramuros de los restos del muro perimetral de la ladera oriental, hemos identificado una posible mina antigua. Se trata de un acceso frontal excavado en la roca, de tendencia rectangular, que conserva unas dimensiones de 1,20 m de anchura y apenas unos 0,60 m de altura, si bien la importante colmatación que presenta hace pensar que originariamente tuvo un tamaño mayor. En torno a este acceso es visible un rehundimiento del terreno de forma aproximadamente circular, de unos 10 m de diámetro, que evidencia la existencia de trabajos en profundidad. En la periferia norte se detecta un pequeño montículo que puede corresponder a parte de la escombrera de la mina. Unos metros al sur, se identifican asimismo restos muy arrasados de una estructura de planta circular, fabricada en mampostería de piedra. Un segundo ejemplo de complejo minero es el de la Mina de Las Cuevas, situada al noreste de Almadén. En superficie son visibles las instalaciones y restos de una mina de mercurio practicada en 1774 en el entorno de un hundimiento que había sido objeto de trabajos en época romana. Aunque el beneficio moderno y contemporáneo de la mina ha enmascarado las huellas antiguas, las descripciones de los ingenieros de minas a fines del siglo xviii indican que los romanos explotaron el mineral hasta una profundidad de unos 100 m, mediante excavaciones realizadas con puntero26. Las evidencias de beneficio romano se concretaron en varios hundimientos, un socavón revestido de mampostería, galerías repartidas en tres plantas y el hallazgo de un tornillo de desagüe27. Con posterioridad a su descubrimiento se realizaron diversas obras para su explotación, pero las dificultades técnicas provocaron su cierre en 1794, para volver a ser beneficiadas a gran escala desde 1972. El elevado grado de alteración del entorno ha ocultado las huellas de uno de los hundimientos, visible, al parecer, hasta fechas recientes. Se ha realizado una prospección muy intensa de este espacio en búsqueda de indicios que permitieran identificar restos de infraestructuras relacionadas con el tratamiento del mineral, o bien de un área de habitación asociada a la mina. Estos trabajos no han proporcionado resultados positivos, si bien el dato debe interpretarse con cierta cautela a causa de la importante transformación experimentada por el entorno. Sin embargo, algunas referencias28 aluden a la existencia de restos antiguos en el Cerro de los Ladrillos, situado a unos 800 m al noreste de la Mina de las Cuevas. En principio, la distancia que media entre ambos yacimientos nos indujo en nuestro trabajo anterior a caracterizar este yacimiento como un poblado minero y no como parte de un complejo que unifique espacialmente el poblado y la mina29. Quizás habría que replantear esta cuestión, pero hay que destacar que el rastreo sistemático de este lugar no ha permitido identificar restos de ningún tipo en superficie. Más abundantes son los ejemplos pertenecientes a la categoría de complejos minero-metalúrgicos, relacionados con la explotación de los filones de Pb-Zn-Ag existentes en la comarca. Sin duda alguna, el caso más excepcional es el complejo del Quinto del Hierro, localizado en terrenos de la Dehesa de Castilseras, al sureste de Almadén y al que dedicamos un estudio detenido en nuestro anterior trabajo30. Sírvanos recordar aquí que se trata de una gran área arqueológica en la que se han identificado dos poblados mineros —uno de ellos con su correspondiente necrópolis—, un centro de transformación de mineral y un importante filón de galenas argentíferas con rafas y hundimientos que evidencian trabajos profundos, todo ello en un radio no superior a 800 m. El poblado principal, se ubica sobre la amplia meseta superior del Cerro de las Tuercas, en el extremo noroeste de la Sierra de la Cerrata y se encuentra delimitado por una estructura muraria de notable entidad, cuyos restos son visibles en la fotografía aérea y afloran en el límite suroccidental bajo la forma de un lienzo de mampostería encajado entre afloramientos rocosos 25

Ibid., p. 65. Ibid., p. 63. 27 C. García Bueno et alii, «Minería romana en la región sisaponense», p. 79. 28 Cl. Domergue, Catalogue des mines, p. 63. 29 C. Fernández Ochoa et alii, Arqueominería del sector central, p. 74. 30 Ibid., pp. 66-71. 26

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naturales. Los materiales arqueológicos recuperados en superficie encuadran la actividad del sitio en tiempos republicanos y altoimperiales. El segundo poblado se encuentra al noreste del anterior, en la vega del Arroyo de la Cerrata. En él resultan visibles restos de estructuras y materiales de época romana. Asimismo, en el Cerro de las Zahúrdas, situado al sureste del Cerro de las Tuercas y separado por una pequeña vaguada del solar del poblado principal, se han localizado restos de cimentaciones de mampostería y material arqueológico atribuible a las épocas romana y contemporánea. En la ladera suroeste del cerro donde se asienta el primer poblado emerge un crestón de cuarcitas con un estrato mineralizado. Este filón fue atacado mediante rafas y labores en trancada. En otros puntos, las subsidencias del terreno evidencian minería interna. De hecho, estas labores son visibles aún hoy a lo largo de toda la afloración rocosa. En el entorno de estas explotaciones se hallan diseminados escombros que identifican las extracciones. Las actividades de este complejo se complementan con un sector dedicado a la metalurgia, que se localiza a unos 400 m al sureste del filón. Esta zona de transformación se ubica en un paraje conocido como Fuente del Hierro. Se trata de una gran extensión cubierta de escorias refundidas en época contemporánea. Entre el material de desecho se identifica cerámica común romana, TSH y fragmentos cerámicos vitrificados por su exposición al calor durante los procesos metalúrgicos. Un segundo conjunto adscribible a la modalidad de complejos minero-metalúrgicos es el relacionado con la mina y el poblado identificados en el lugar conocido como El Mesto, junto al Embalse de Castilseras, al sureste de Almadén. La mina de galena argentífera de época contemporánea se localiza en un área en la que se identifican labores romanas. Se trata de una rafa de orientación E-O, situada en la ladera sur del cerro sobre el que sitúa el yacimiento. Posee una longitud aproximada de 20-30 m, una anchura de unos 2 m y una profundidad aproximada de 0,50 m. Aunque no se han conservado en superficie evidencias de carácter estructural, el material arqueológico de época romana que se concentra en la zona central y norte y en las laderas correspondientes, denotan la existencia de un hábitat asociado a la mina. c) Centros metalúrgicos Se trata de lugares relacionados con la realización de prácticas metalúrgicas. Como ya quedara demostrado en nuestro anterior trabajo, para ubicar este tipo de instalación se buscan enclaves situados a media ladera, en zonas naturalmente bien provistas de combustible y agua31. El único yacimiento perteneciente a esta categoría documentado en la comarca es la fundición de San Pablo (Chillón). Se encuentra en la zona más elevada de un espolón que sobresale hacia el noreste de la cuerda de la Sierra de las Hoyuelas. En este lugar las construcciones relacionadas con la fundición contemporánea han debido arrasar las estructuras antiguas, aunque no puede descartarse que sus restos se encuentren bajo la actual escombrera. De la actividad metalúrgica de época romana dan fe los abundantes conjuntos de materiales existentes en el entorno que datan la actividad de estos trabajos entre los siglos ii-i a. C. y i d. C. (cerámica ibérica, campaniense B, TSI, TSG, ánforas Dressel I, un ungüentario fusiforme, etc.), así como elementos indudablemente relacionados con la metalurgia antigua (ladrillos calcinados, pequeños lingotes de plomo fundido, dos glandes de plomo facetados sin inscripción y fragmentos de toberas de cerámica)32. Yacimientos rurales con vocación agropecuaria Una de las aportaciones más interesantes del presente trabajo consiste en la identificación de un importante número de yacimientos, hasta ahora inéditos, cuyas variables de ubicación en relación a la topografía, los tipos de suelo, el grado de visibilidad o la proximidad a los recursos hídricos hace pensar en una función prioritariamente relacionada con el desarrollo de actividades agropecuarias. Es evidente que esta orientación productiva constituye una base económica que necesariamente debe coexistir con las actividades mineras, con el fin de proveer al mantenimiento de los centros relacionados con la extracción o la transformación del mineral. Más aún, como han puesto de relieve otros autores, aunque nos hallemos en un territorio de indudable riqueza minera, no parece que existiera en época romana una especialización productiva exclu31 32

Ibid., p. 75. Cl. Domergue, Catalogue des mines, p. 76.

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sivamente centrada en torno a esta actividad sin considerar su complementariedad económica global con la producción agraria33. Entrando ya a valorar las características particulares de estos yacimientos, los resultados de las prospecciones parecen mostrar una cierta diversidad en la entidad de estos lugares, atendiendo a factores tales como su ubicación, el tamaño, la visibilidad, el tipo y la cantidad de materiales que aparecen en superficie o la naturaleza de los vestigios constructivos conservados. Es obvio que todos estos items no ofrecen más que un valor de referencia relativo cuando la fuente de documentación deriva únicamente de prospecciones de superficie. Así por ejemplo, los datos sobre dimensiones de los sitios plantean graves problemas de definición, dado que el único criterio que puede manejarse es el de la dispersión de los restos arqueológicos y es evidente que en esta dispersión han podido influir agentes tan diversos como el laboreo agrícola, los procesos erosivos o, simplemente, la diferente capacidad de observación de quienes realicen la prospección. En este caso, el método de trabajo se ha orientado a definir una zona nuclear a partir de la distinción del área de máxima concentración de restos y una zona de dispersión de elementos arqueológicos, sin que sea posible establecer por este sistema un límite definitivo y totalmente cerrado del establecimiento antiguo. Estos trabajos de prospección han intensificado el análisis de estos espacios reduciendo al máximo la distancia entre prospectores, con el fin registrar cualquier traza de ocupación o frecuentación antigua. No obstante, los parámetros de las dimensiones, por más que sean aproximados, constituyen un dato necesario para caracterizar los yacimientos y comprender su dialéctica con el territorio en que se encuentran. Algo similar sucede con los valores basados en la cantidad, calidad y diversidad tipológica de los materiales o de las estructuras, ya que, como es bien sabido, la conservación de restos en superficie depende de procesos postdeposicionales de muy diversa naturaleza y hasta de otras acciones como el excesivo celo recolector de anteriores prospectores o las actividades clandestinas. Por la misma razón, las aproximaciones cronológicas deducidas de las diversas categorías de materiales deberán ser también tomadas con carácter relativo, si bien no dejan de constituir datos válidos para establecer unos márgenes amplios de funcionamiento, aún cuando no sea posible atribuir fechas exactas para el inicio y el final de la ocupación. A estos problemas de índole metodológica se añade otro de mayor relevancia para la lectura de las claves del poblamiento antiguo, cual es la dificultad para establecer la jerarquía de las formas de ocupación rural a partir de los datos de una prospección. En este sentido, ya han advertido otros autores del riesgo que supone realizar una traducción directa de las evidencias materiales en términos de situaciones jurídicas y económicas y de la perversión de sus conclusiones para el análisis de la organización económica de un territorio34. No es posible, por tanto, efectuar una asignación directa y acrítica de los establecimientos rurales identificados en prospecciones respecto a los modelos de hábitat en el medio rural romano inferidos de la documentación escrita. De este modo, el término villa —del que se ha abusado hasta límites insospechados por considerar que se trata de la única forma de poblamiento rural romano entre fines del siglo i a. C. y la Antigüedad Tardía—, sólo habría de aplicarse con propiedad si se conoce exhaustivamente la constitución física de un establecimiento y, con ella, la organización interna y las funciones de sus elementos arquitectónicos. De hecho, la intensificación de los estudios sobre el territorio rural que se vienen realizando en diversas áreas de Hispania está poniendo de manifiesto la existencia de una importante cantidad de entidades rurales de características arquitectónicas y funcionales diferentes de las tradicionalmente admitidas. Es más, el intercambio de resultados con otros equipos de investigación como el que dirige los estudios del territorio en torno a la comarca minera de Regina (Casas de Reina, Badajoz), nos permite asegurar que algunas de las categorías de asentamiento rural reconocidas en el área almadenense poseen su réplica en el ámbito rural dependiente del citado núcleo lusitano. A la hora de proponer denominaciones para estas realidades se tropieza inevitablemente con la necesidad de manejar términos inocuos desde el punto de vista historiográfico, con el fin de no contribuir a aumentar la confusión en un terreno de por sí ya bastante intrincado. Por la misma razón será preciso aquilatar de la mejor manera posible su papel con el fin de no falsear la estructura del poblamiento rural y su significado económico real. Con todas las salvedades arriba expuestas, el cruce de los diversos registros informativos que forman parte de los criterios de descripción aplicados en nuestro trabajo de campo permitiría dis33 34

A. Orejas, «La perception des mines anciennes», p. 53. V. Revilla, «El poblamiento rural en el noreste de Hispania», p. 177.

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tinguir dos grandes grupos de establecimientos, susceptibles cada uno de albergar diferentes tipos de asentamientos de características diferenciadas teniendo en cuenta posibles funciones y la entidad y carácter de los restos: — Unidades rurales menores I y II35. — Establecimientos agropecuarios de tipo villa. a) Unidades rurales menores I Se incluyen en esta categoría los yacimientos relacionados con unidades constructivas de pequeña entidad, muy probablemente integradas por una única construcción aislada. Los sitios que responden a esta caracterización presentan un área de dispersión de material comprendida en una media de 1,95 ha, si bien la zona nuclear es en todos los casos bastante reducida. El patrón material asociado está constituido fundamentalmente por fragmentos de tegulae y/o imbrices y fragmentos de dolia y/o ánforas. En bastantes casos aparecen restos de molinos de mano. A menudo, este tipo de yacimiento puede encontrarse en lugares estratégicamente situados, con un importante grado de visibilidad sobre el entorno circundante o en posición de privilegio respecto al trazado de los caminos antiguos. En unos casos, la presencia de dolia y grandes contenedores de cerámica común podría hacer pensar en una función de almacén de productos agrarios, mientras que en otros podríamos hallarnos ante lugares relacionados con actividades de transformación, tal y como podría deducirse de la presencia de molinos de mano, o bien, ante una instalación complementaria de una actividad pastoril que precisara de una construcción permanente o estacional. Por otra parte, nos parece destacable la distribución espacial de estos lugares, normalmente en las proximidades de uno o más sitios de la misma entidad y siempre cercanos a un establecimiento de mayor importancia, todo ello dentro de un marco de distancias comprendidas entre los 250 y 500 m. Tal sería el caso del conjunto formado por los yacimientos denominados Cerros de Calderón 1, 2, 3 y 4 (Chillón), de los cuales los dos primeros y el último corresponderían a esta categoría, en tanto que el número 3 puede clasificarse como una unidad rural menor de tipo II. El mismo patrón organizativo se advierte en el área donde se encuentran los lugares de Arroyo de las Tiesas 2 y Mayorata 1, 2 y 3 (Chillón). Sea cual fuera su función concreta, parece bastante probable que nos hallamos ante construcciones dependientes de entidades superiores de explotación agropecuaria. Este tipo de instalación encuentra paralelos en otras áreas hispanas, como el territorio de Pax Iulia (Beja, Portugal), donde reciben la denominación de pequeno sítio y se consideran puntos de apoyo para el conjunto de actividades productivas de establecimientos mayores36. También en el ámbito rural de la Cataluña romana se encuentran edificios de estas características, cuyas funciones se subordinan social y económicamente respecto a la villa sin que tal dependencia se refleje en una única fórmula arquitectónica37. b) Unidades rurales menores II Dentro de esta categoría incluimos aquellos establecimientos cuyos restos podrían hacer pensar en una explotación agropecuaria de dimensiones modestas. En principio, la entidad y dispersión de los vestigios superficiales parecen apuntar tanto a construcciones incluidas en un solo bloque edificatorio como a conjuntos constituidos por diversos módulos constructivos integrados orgánicamente dentro de una misma unidad productiva. Los sitios que responden a esta caracterización presentan un área de dispersión de material con una media de 3,4 ha, con una zona nuclear que podría oscilar entre los 2.000 y 10.000 m2. El patrón material asociado en este caso está constituido fundamentalmente por fragmentos de tegulae y/o imbrices, ladrillos, un volumen importante de piedras que pudieron formar parte de las estructuras murarias, cerámicas comunes y otras producciones de cerámicas identificadas como vajilla de mesa (TS, PPFF, etc.). Un ejemplo de este tipo es el Cerro de la Mora, ubicado en la cima y laderas sur y oeste de un cerro de situación privilegiada entre los ríos Valdeazogues y Alcudia, que domina la vega triangular 35 Agradecemos a Germán Rodríguez Martín su generoso permiso para adoptar esta terminología recogida en una investigación realizada bajo su dirección y que se halla aún inédita. 36 Mª C. Lopes, A cidade romana de Beja, pp. 248-250. 37 V. Revilla, «El poblamiento rural en el noreste», p. 192.

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de Los Lagares al oeste y el inicio de la Dehesa de Castilseras por el este. La vía 29 del Itinerario de Antonino discurre a unos 250 m y a unos 500 se encuentra el Cerro de las Monas. En la cima del cerro se observan varios alineamientos de piedras que parecen corresponder a estructuras murarias. Como acabamos de comentar al referirnos a las unidades rurales menores de tipo I, los establecimientos que ahora nos ocupan aparecen relacionados desde el punto de vista espacial con aquellos. Mucho más especulativo parece poder llegar a establecer si éstos a su vez estaban subordinados funcionalmente a unidades de poblamiento de entidad superior o si eran autónomos. En principio, esta modalidad podría ser equiparable a los casais portugueses tal y como los define M. C. Lopes38. Por su parte, Alarcâo establece una jerarquía más rígida y estratificada de los establecimientos rurales diferenciando entre casal y granja. Aplica este segundo término a propiedades situadas entre los casais, como sinónimos de pequeña propiedad, y las villae, como grandes propiedades, dado que el vocablo se empleó en los siglos xiv y xv para designar los predios rústicos que los grandes propietarios mantenían bajo su explotación directa39. c) Establecimientos agropecuarios de tipo villa Empleamos esta denominación ambigua, y acaso poco afortunada, para evitar, en la medida de lo posible, el manejo de una categoría jurídica inadecuada aplicada a una entidad de poblamiento conocida sólo a través de datos de superficie. En principio, entre los parámetros que pueden usarse para su definición se hallarían unas dimensiones superiores a las de los tipos que acabamos de comentar, una mayor riqueza y diversidad de materiales, así como ciertos elementos que denotarían cierta relevancia arquitectónica. Los yacimientos incluidos en esta categoría presentan un área de dispersión de restos con una media superior a 4 ha. Sus elencos materiales amplían notablemente los tipos representados en las anteriores modalidades de establecimiento, ya que además de cerámicas comunes se identifican TSH y TSA en mayores proporciones y metales. En el yacimiento de Arroyo de los Bonales, situado en la Dehesa de Gargantiel (Almadén), en el acceso a una pequeña explotación agropecuaria contemporánea situada dentro del área arqueológica son aún visibles dos basas toscanas talladas en roca volcánica que, lógicamente, deben proceder del establecimiento antiguo apuntando un cierto refinamiento arquitectónico. Sin embargo y por razones obvias, somos conscientes de que estos criterios no son, en modo alguno, concluyentes para sustentar esta asignación y que sería imprescindible la excavación sistemática de los sitios para clarificar la propuesta funcional que esbozamos a modo de hipótesis. En el territorio analizado sólo tres, o quizás cuatro, establecimientos podrían haber respondido a un modelo que, a partir de las descripciones de los autores antiguos, estaba constituido por dos elementos indisociables: un conjunto construido en el que se encuentran representadas una pars urbana de uso residencial, una pars rustica de uso productivo y una propiedad fundiaria. En principio, un rasgo común a estos yacimientos es su posición en terrenos llanos, aptos para el desarrollo de actividades agropecuarias. En el caso del yacimiento denominado Calabazanos (Almadén), su cierta distancia respecto a otros núcleos podría hacer pensar en un fundus de cierta entidad, en el que pudo estar incluido el pequeño sitio de Cañadandricia, identificado como una unidad rural menor de tipo I. En Calabazanos, además, se han identificado los restos de un molino de tracción animal. Aglomeraciones secundarias Aplicamos este término para designar un hábitat agrupado localizado en un ámbito rural e integrado por casas y edificios. Como rasgo general de las categorías habitacionales incluidas en este grupo ha de destacarse la ausencia o gran limitación de la función política, factor determinante para definir una ciudad. En cambio, estos núcleos sí pudieron poseer otros atributos como la función religiosa y económica o la presencia de un urbanismo material, aspectos que no son privativos de aquella. En realidad, el argumento definitivo para su definición consiste en su carácter dependiente de una ciudad, de la que reciben por delegación una parte de su poder político, circunstancia que les faculta para poseer cargos públicos propios dentro de una cierta autonomía local40. 38

Mª C. Lopes, A cidade romana de Beja, p. 241. J. de Alarcâo, «A paisagem rural romana», p. 93. 40 P. Le Roux, «Vicus et Castellum», p. 156; F. Pérez Losada, Entre a cidade e a aldea, pp. 28-29. 39

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Desde el punto de vista de su implantación, el caso más proclive a desempeñar esta función en el territorio estudiado es el Cerro de las Monas. Preside un área de importante potencialidad agropecuaria desde una pequeña eminencia que le confiere un gran dominio visual del entorno de las vegas del Valdeazogues y el Alcudia. El lugar se encuentra, además, en las inmediaciones del trazado de la vía 29 del Itininerario de Antonino y de la vía Corduba-Sisapo, desempeñando un evidente papel en la red de comunicaciones, factor éste que suele constituir una referencia importante para la identificación de las aglomeraciones secundarias41. El sitio fue dado a conocer por P. Sillières, quien llegó a identificarlo con la antigua Sisapo42. Se trata sin duda del asentamiento más grande y rico de la zona, aunque este autor englobó bajo la denominación de Cerro de las Monas dos yacimientos, uno situado al norte —de cronología prerromana— y otro al sur —de cronología romana. En nuestro trabajo de campo hemos considerado que se deben de separar ambos hábitats, ya que en el entorno inmediato existen otros cerros en los que se localizan restos arqueológicos y que han de ser también individualizados. Según el investigador galo, el asentamiento romano tiene una extensión aproximada entre 5 y 6 ha y en él se localizan abundantes restos de tégulas y fragmentos borde de TSG y TSH, así como el afloramiento de muros en superficie. En una prospección intensa, hemos podido documentar la gran cantidad de material arqueológico que se dispersa por las laderas del cerro, sobre todo en la noreste, debido a la intensa roturación a la que ha sido sometido recientemente: cerámica común, TSH, TSHT, TSA y cerámica vidriada. Estos restos cerámicos amplían considerablemente el arco cronológico propuesto por Sillières para este yacimiento, al menos desde la etapa romana altoimperial hasta la medieval. En lo relativo a los restos murarios, hoy en día, es difícil su localización quizá debido a las labores agrícolas, aunque sí se documentan abundantes piedras, sobre todo cantos rodados de cuarcita, dispersas por todo el cerro. En paralelo a las prospecciones hemos analizado las fotografías aéreas del vuelo del año 1991 observando con claridad alineaciones murarias, sobre todo en la zona alta. Todos los datos analizados ponen de relieve que el Cerro de las Monas es un asentamiento de tamaño mediano pero materialmente muy rico. En este sentido, podría tratarse de un centro secundario dentro del hinterland de Sisapo, ubicado en una zona que controla la salida del mineral procedente de la zona de Almadén y Almadenejos así como la producción agrícola del entorno y su redistribución hacia las zonas deficitarias del territorio sisaponense. Centros principales El único lugar existente en este territorio que reúne las condiciones de centro rector desde el punto de vista político, administrativo y económico es el yacimiento de La Bienvenida-Sisapo, localizado junto a la aldea homónima, en el centro del Valle de Alcudia. No es el objeto de este trabajo insistir en el análisis arqueológico de este yacimiento, que cuenta ya con una más que notable nómina de publicaciones. Únicamente, reiteramos que los trabajos de excavación sistemática que se vienen realizando desde 1980 están sacando a la luz los restos de un núcleo antiguo que funciona casi ininterrumpidamente desde fines del siglo viii o inicios del vii a. C. hasta el siglo v d. C. Durante su primera etapa el yacimiento presenta rasgos inequívocamente relacionados con el hinterland del complejo tartésico asentado en el suroeste peninsular. Entre el siglo vii y la primera mitad del vi a. C. el lugar permanece abierto a los estímulos derivados de la simbiosis entre los elementos indígenas y los aportes de los contactos con fenicios y griegos a través del sur peninsular. A partir de mediados del siglo vi a. C. y hasta finales del siglo iii a. C. el yacimiento se constituye como un oppidum rector del poblamiento en este ámbito territorial, ocupando el lugar más extremo por el suroeste dentro de la red de los oppida oretanos, bien caracterizada desde el punto de vista espacial43. Los primeros restos que acreditan la presencia romana se remontan a la segunda mitad del siglo ii a. C.44 Una transformación urbanística importante se produjo a comienzos de nuestra era, consolidándose un nuevo trazado urbano del que se ha excavado una calle de estructura porticada en dirección N-S, a la que abren varias tiendas (tabernae) y una gran casa, conocida como la Domus de las Columnas Rojas, con un esquema constructivo de disposición prácticamente centrada en torno a un peristilo. La casa pudo abandonarse en un momento indeterminado del siglo iii y hemos 41

F. Pérez Losada, Entre a cidade e a aldea, p. 39. P. Sillières, «Sisapo: prospections», pp. 52-54. 43 L. Benítez de Lugo et alii, Protohistoria y Antigüedad. 44 M. Zarzalejos y G. Esteban, «La secuencia defensiva». 42

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Fig. 2. — Mapa de distribución del poblamiento romano en la Comarca de Almadén

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Minas Centros metalúrgicos Complejos minero-metalúrgicos / Complejos mineros Unidades rurales menores I Unidades rurales menores II Establecimientos agropecuarios tipo «Villa» Aglomeraciones secundarias

Fig. 3. — Ortoimagen de distribución del poblamiento romano en la Comarca de Almadén

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documentado una reocupación de época tardía que debió estar caracterizada por construcciones de carácter más efímero, como muestran algunas huellas para postes de madera que sustentarían cubiertas temporales. Asociadas a este momento se encuentran evidencias de actividades metalúrgicas a una escala prácticamente familiar. Al hilo de estos indicios, indudablemente hemos de pensar que el núcleo mantiene aún cierta actividad, quizá ligada al mantenimiento de la explotación minera, puesto que San Agustín45 refiere la importación en el Norte de África de cinabrio procedente de Hispania. Un dato de interés a este respecto consiste en la identificación de restos de cinabrio en varios molinos de piedra hallados en una instalación industrial de productos pesqueros identificada en la calle San Nicolás 3-5 de Algeciras46, si bien será necesario verificar mediante análisis si este cinabrio es originario del área almadenense. En un momento que podemos situar quizás a partir del siglo vi d. C. el núcleo se despobló con carácter definitivo. IV. — LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LOS ESTABLECIMIENTOS Y SU DIMENSIÓN CRONOLÓGICA. CLAVES PARA EL ANÁLISIS DE LA EVOLUCIÓN DEL PAISAJE MINERO ANTIGUO EN EL ÁREA ALMADENSE

La distribución de los yacimientos en el espacio objeto de análisis revela una marcada polarización en torno a dos grandes áreas geográficas de características bien perfiladas (figs. 2 y 3): — Área de Dehesa de la Pared-Cerros de Calderón-Dehesa de Castilseras. — Área del valle del Arroyo del Tamujar-Dehesa de Almadén-Dehesa de Gargantiel. Área de Dehesa de la Pared-Cerros de Calderón - Dehesa de Castilseras Esta zona comprende la gran Dehesa de Castilseras —encomienda histórica de la Orden de Calatrava cedida a la Corona en 1780 y que ocupa la mayor parte del tercio sur del TM de Almadén—, así como el área de Cerros de Calderón y la Dehesa de la Pared, ya en el TM de Chillón (fig. 4.1 y 4.2, p. 144). La mitad oriental de la zona presenta un relieve alomado con pendientes que no superan el 6% y alturas situadas entre los 400 y 600 m. El paisaje adehesado, aunque notablemente aclarado, tiene continuidad en la zona de Cerros de Calderón hasta llegar al dominio de la Sierra de la Dehesa de la Pared donde vuelve a densificarse. Esta formación imprime una orientación noroeste-sureste a los terrenos de pie de monte donde se localizan los yacimientos en este sector. Dos elementos de diferente naturaleza vertebran este amplio espacio. El primero, de carácter natural, es la confluencia y curso de los ríos Valdeazogues y Alcudia, que atraviesan de este a oeste buena parte de este territorio. El segundo eje que imprime ordenación al área es un conjunto de vías pecuarias, algunos de cuyos segmentos parecen estar fosilizando el trazado de la vía 29 del Itinerario de Antonino. La presencia de recursos hídricos y de suelos aluviales en las zonas de vega, así como la abundancia de pastos naturales constituyen, sin duda, una buena oferta del medio para complementar la explotación de los filones de plomo-zinc-plata que afloran en este espacio. En esta área se han identificado 33 yacimientos, cuya distribución sobre el terreno permite diferenciar tres conjuntos: — El primero de ellos se localiza en torno a la confluencia de los ríos Valdeazogues y Alcudia. Este conjunto está vertebrado además por un nudo viario que confluye en el yacimiento del Cerro de las Monas (Almadén), enclavado en el punto de encuentro de la vía 29 y la vía Sisapo-Corduba. Pensamos que este lugar pudo funcionar como cabeza de puente de la explotación agropecuaria que garantizó el sostenimiento económico de la actividad minera. De hecho, el territorio inmediato se encuentra estructurado en una trama de poblamiento que permite relacionar varios conjuntos constituidos por pequeñas explotaciones agropecuarias adscritas al grupo de unidades rurales menores II relacionadas con uno, dos o tres establecimientos definidos como unidades menores I. Tal y como indicamos más arriba, este modelo organizativo hace pensar que nos hallamos ante unidades de explotación agraria de dimensiones modestas con 45 46

San Agustín, Epist. 30. D. Bernal, «Algo más que garum», p. 96.

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3 Fig. 4. — Panorámicas de las áreas de poblamiento: 1. Área de Dehesa de la Pared-Cerros de CalderónDehesa de Castilseras. Vista general de la Dehesa de Castilseras desde el Puerto Palacio. 2. Área de Dehesa de la Pared-Cerros de Calderón-Dehesa de Castilseras. Vista general de los Cerros de Calderón y Dehesa de la Pared desde el Reboco del Chorrillo. 3. Área del Valle del Arroyo del Tamujar-Dehesa de Almadén-Dehesa de Gargantiel. Vista general de la zona meridional desde el Morro del Puente (cliché G. Esteban Borrajo)

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anexos diseminados para actividades complementarias o de almacenamiento. Esta densidad de pequeñas explotaciones agropecuarias podría explicarse, además, por la presencia al borde de la vía de un segundo yacimiento que parece reunir condiciones para ser considerado una aglomeración secundaria. Se trata de un asentamiento de dimensiones notables, localizado sobre un cerro amesetado y dos espolones, con abundantes restos materiales, bastante dispersos a causa del continuo laboreo de que es objeto esta zona. Este yacimiento, denominado Arroyo del Tamujar, se encuentra en una posición privilegiada que domina la vega del Valdeazogues y el Camino del Llano, relacionado con el trazado de la vía 29. El lugar controla, además, el paso del Valdeazogues entre las Sierras de Andarón y Ballesteros, antes de tributar en el Guadalmez. En relación estrecha con este conjunto se encuentra la mina de San José-Andrea. — Un segundo conjunto se localiza aguas arriba de los ríos que drenan esta área. Su distribución muestra un modelo más disperso que el del conjunto anterior. Dos sitios de funcionalidad minera parecen capitalizar la ocupación de este espacio: los centros minero-metalúrgicos de El Quinto del Hierro y El Mesto. Al primero de estos lugares ya hemos hecho referencia más arriba, por lo que nos limitaremos a destacar el excepcional interés que reviste este conjunto a causa de la fosilización de los restos pertenecientes a las actividades de extracción, transformación metalúrgica y zonas de habitación y necrópolis directamente relacionadas con una explotación minera. En su área de influencia se identifican dos lugares con rasgos que denotan su pertenencia a la categoría de unidades rurales menores I, aunque no resulta fácil en este caso establecer su función. En el caso del yacimiento denominado Cabeza del Comendador destaca su posición claramente estratégica dominando el paso del Camino de las Lomas, camino que, como después se verá, podría superponerse al trazado de la vía 29. Hacia el suroeste se encuentra el yacimiento de Calabazanos, emplazado junto al cauce del río Alcudia, en una zona bastante llana y con importantes aptitudes agropecuarias. En principio, parece defendible su identificación con una explotación de dimensiones superiores a las incluidas en la categoría de unidades rurales menores. Con todas las reservas antes apuntadas, podría tratarse de una explotación de tipo villa, acaso complementada con el sitio de Cañadandricia del que dista algo más de 1000 m. — Un último conjunto se localiza en el extremo noroeste de la zona analizada, al pie de las sierras de las Hoyuelas y de la Dehesa de la Pared, en el TM de Chillón. En posición central se encuentra la fundición de San Pablo, flanqueada al noroeste por El Vilanillo 2, un pequeño lugar caracterizado como unidad rural menor I, y al sureste por los yacimientos denominados Dehesa de la Pared de Arriba 1 y 2, valorados como unidad rural menor I y II, respectivamente. La incorporación de referencias cronológicas introduce interesantes matices a esta propuesta de zonificación. Una vez más volvemos a incidir en el problema que supone extraer parámetros temporales de exploraciones superficiales. A esta dificultad se añade que el elenco de materiales que acompaña a una parte importante de los yacimientos detectados carece de fósiles directores que posibiliten apuntar siquiera un margen amplio de funcionamiento. Aún así, no podemos dejar de comentar que los indicios de ocupación más antiguos coinciden con dos sitios de funcionalidad minera: el complejo minero-metalúrgico del Quinto del Hierro y la fundición de San Pablo. El primer lugar parece iniciar su actividad en tiempos republicanos (siglos ii-i a. C.), tal y como se infiere de la presencia de cerámicas de barniz negro itálico y ánforas Dressel 1. La misma cronología de partida cabría atribuir a la fundición de San Pablo, con conjuntos similares entre los que están presentes incluso algunos materiales de época ibérica. El único yacimiento rural con vocación agropecuaria que ha conservado restos en superficie adscribibles al período republicano es el de Raso del Rañal, lugar situado unos 500 m al sureste del Cerro de las Monas. La gran eclosión del poblamiento vinculado a la explotación agropecuaria se produce a comienzos de la etapa altoimperial. La continuidad de las labores mineras se acredita en los casos anteriormente citados, en cuyas proximidades comienzan a surgir pequeñas explotaciones agropecuarias asociadas a lugares menores seguramente complementarios de éstas. La zona de mayor densidad se localiza en el área dominada por el Cerro de las Monas y el yacimiento de Arroyo del Tamujar, dentro de la cuál se inscribe también la mina de San José-Andrea. En época tardorromana se constata un marcado descenso en el número de lugares activos. En este sentido, es de reseñar la falta de evidencias de continuidad en sitios como la fundición de San

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Pablo o la Mina San José-Andrea, si bien el hallazgo de cerámicas tardías en el Quinto del Hierro47 podría ser un indicio del mantenimiento de la actividad minero-metalúrgica, aunque, a juzgar por su escaso número, debió tratarse de trabajos a mucha menor escala que en el pasado. El ocaso de la actividad alcanza también a la mayor parte de pequeños establecimientos de vocación agropecuaria, por lo que podría deducirse su vínculo económico con la actividad minera. Tan sólo el Cerro de las Monas y algún pequeño sitio de su ámbito de influencia (Cerro de la Mora), o el establecimiento de tipo villa de Calabazanos y la unidad rural menor de tipo I posiblemente relacionada con ella, muestran testimonios superficiales de su mantenimiento en época tardía. En otro orden de cosas, la distribución del poblamiento de esta gran área podría estar ofreciendo datos para precisar los detalles del trazado de la vía 29 en este sector. La entrada en la comarca almadenense procedente de Mirobriga (Cerro del Cabezo, Capilla, Badajoz) se produciría, tal y como se ha defendido tradicionalmente, a través del Camino del Vado del Monasterio hasta el Paso de las Yuntas, donde enlazaría con el Camino de Peñalsordo y Capilla, Camino de Extremadura, Carril de la Pared y Camino del Llano, hasta alcanzar el Cerro de las Monas48. Desde este punto, en su momento propusimos a modo de hipótesis la posibilidad de que prosiguiera por el Camino de Almadén hasta Alamillo, desde donde se encaminaría a Sisapo a través de la ruta que reunía mejores condiciones topográficas para el trazado de una vía romana49. Sin embargo, los trabajos de campo que estamos dando a conocer no han arrojado hasta el momento resultados positivos en la localización de yacimientos romanos en esta zona, por lo que es probable que la ruta atravesara la Dehesa de Castilseras por donde discurre actualmente el Camino de las Lomas y la Vereda de Alcudia, posible fosilización de la vía antigua. Área del valle del Arroyo del Tamujar-Dehesa de Almadén-Dehesa de Gargantiel El segundo grupo de yacimientos se encuentra estrechamente vinculado al curso del Arroyo del Tamujar y su red de arroyada subsidiaria, hasta la desembocadura en el río Valdeazogues, junto al paso de Morro del Puente, en la Dehesa de Almadén (fig. 4.3, p. 144). En la actualidad se trata de una zona eminentemente ganadera, de paisaje accidentado y bastante poblado de vegetación, con alturas medias comprendidas entre los 400 y 500 m y escasos desniveles en los vallejos de los arroyos donde se emplazan la mayor parte de los yacimientos. Es interesante destacar que la zona de la desembocadura del Arroyo del Tamujar en el Valdeazogues constituye un espacio de ciertas aptitudes agrarias. El conjunto situado en el extremo sudoriental está presidido por el excepcional complejo minero de Guadalperal, único hasta el momento que ha proporcionado evidencias de un poblado minero junto a una de las minas del afamado cinabrio sisaponense. Dentro de su área de influencia volvemos a hallar una concentración de yacimientos de vocación agropecuaria, entre los cuales destaca, por su mayor entidad, el de Vista Bella, quizás relacionado con el pequeño sitio de Arroyo de la Pila. Destaca en esta zona el control estratégico del paso del Valdeazogues por el Morro del Puente, punto de comunicación natural entre este conjunto de yacimientos y los de la zona de la Dehesa de Castilseras. Asimismo, vuelve a repetirse el modelo identificado en la zona de Cerros de Calderón - Dehesa de Castilseras, con pequeñas explotaciones agropecuarias relacionadas con unidades rurales menores I. Por su parte, en el conjunto localizado en el extremo noroccidental de esta zona todos los lugares han sido identificados como unidades rurales menores I, destacando en algunos casos una innegable posición estratégica (Senda de los Majuelos y Camino de la Huerta de la Gorda). Un último conjunto situado en la Dehesa de Gargantiel muestra una posición ya muy periférica en relación con los anteriores. Está representado por el complejo minero de la Mina de las Cuevas y el establecimiento de explotación agropecuaria de Arroyo de los Bonales. Por lo que respecta a los ritmos de implantación de este proceso de ocupación, los yacimientos que acreditan mayor antigüedad están relacionados con la actividad minera. Así, los complejos mineros de Guadalperal y la Mina de las Cuevas han proporcionado evidencias materiales de su explotación en tiempos republicanos. Muy próximo al primer conjunto citado y activo también en época republicana es el yacimiento denominado Camino de Vallenegrillo 2, identificado como una unidad rural menor II, que destaca además por sus aptitudes estratégicas. 47

C. Fernández Ochoa et alii, Arqueominería del sector central, p. 58. P. Sillières, Les voies de communication, p. 381; M. Zarzalejos, Arqueología de la región sisaponense. 49 M. Zarzalejos, Arqueología de la región sisaponense, pp. 219-221. 48

el paisaje minero antiguo de la comarca de almadén

147

Durante la etapa altoimperial las explotaciones mineras acreditan su continuidad, al tiempo que se asiste a un incremento importante de las explotaciones agropecuarias de diferente entidad en el marco de los dos conjuntos que forman parte de esta área. No existen evidencias materiales que hagan posible defender la prosecución de las extracciones de cinabrio en esta zona, por lo que habrá que esperar a los resultados de las prospecciones de Almadenejos para poder argumentar el momento en que se produjo el cese de la explotación. Los únicos yacimientos que se mantienen activos dentro de esta área son Vista Bella y Arroyo de la Pila, ambos estrechamente relacionados entre sí, como establecimiento de tipo villa y unidad rural menor I, complementaria del primero. En el grupo situado hacia el noroeste sólo el pequeño sitio de Los Negrizales muestra vestigios tardíos. No podemos cerrar el análisis correspondiente a la zona de explotación del cinabrio sisaponense sin aludir a la ausencia absoluta de evidencias arqueológicas de época romana en la población de Almadén y su entorno. En principio habría que concluir que la Mina de Almadén no fue objeto de explotación en época romana, confirmando la suposición inicial de Cl. Domergue, quien puso de manifiesto la dificultad técnica que habría supuesto a los romanos el acceso a este yacimiento50. V. — A MODO DE RECAPITULACIÓN

A pesar de la provisionalidad y falta de datos absolutos que proporcionan los análisis basados en exploraciones superficiales, se pueden extraer algunas conclusiones que arrojan luz al conocimiento del paisaje minero antiguo en el área occidental del territorium de Sisapo. Ha sido posible identificar un patrón de dispersión cuyos ejes rectores son los yacimientos de funcionalidad minera que comienzan a aparecer en tiempos republicanos como evidencia del arranque de la explotación a gran escala de los recursos mineros del sector occidental de la vertiente norte de Sierra Morena. La mayor intensidad del beneficio debe producirse en época altoimperial, momento en que esta actividad se complementa con la creación de una red de establecimientos agropecuarios destinados a garantizar el sostén de las comunidades mineras. Asimismo, el paso de un camino de primer orden parece vertebrar el poblamiento del área, favoreciendo la aparición de aglomeraciones secundarias capaces de drenar la producción y redistribuir el excedente. La jerarquía de los yacimientos, de acuerdo con una propuesta abierta de identificación funcional, y su distribución sobre el terreno en relación con su posición relativa o por las relaciones con otros yacimientos, permiten atisbar una organización bien estructurada del espacio. El análisis minucioso de las capas que interactúan sobre este paisaje es el objetivo que nos proponemos con la prosecución de este proyecto de investigación hasta completar todo el territorio controlado por la ciudad de Sisapo.

50

Cl. Domergue, Catalogue des mines, p. 62.

Nombre

Cabeza del Comendador

Arroyo Avilero

Charca de los Carrizos

Cerro de las Monas

Cerro de Teresa

Puente de las Ovejas

Calabazanos

El Mesto

Quinto del Hierro

Era de los Barrancos

Cañadandricia

Guadalperal

Cabeza Parda

Arroyo de la Candelera

Camino de Valnegrillo 1

Número

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Término municipal

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano altoimperial

Romano republicano-altoimperial

Tardorromano-medieval

Romano indeterminado

Romano republicano-altoimperial

Romano altoimperial

Romano altoimperial-tardorromano

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano altoimperial-tardorromano

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Cronología

Área

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Yacimientos arqueológicos de las zona de estudio (la numeración corresponde a la indicada en las figs. 2 y 3).

ANEXO

Unidad rural menor I

Unidad rural menor II

Unidad rural menor I

Complejos minero-metalúrgicos/ complejos mineros

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Complejos minero-metalúrgicos/ complejos mineros

Complejo minero-metalúrgico/ complejos mineros

Establecimiento agropecuario tipo villa

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Aglomeración secundaria

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Tipo

148 m. zarzalejos – c. fernández ochoa – g. esteban – p. hevia

Nombre

Camino de Valnegrillo 2

Senda de los Majuelos

Camino de la Huerta de la Gorda

Los Negrizales

La Tejera

Arroyo de la Pila

Vista Bella

Mina de las Cuevas

Arroyo de los Bonales

Raso del Rañal

Raso de Don Juan

Camino del Llano 1

Arroyo de las Tiesas 2

Camino del Llano 2

Mayorata 1

Mayorata 2

Mayorata 3

Número

16

17

18

19

20

21

22

23

24

25

26

27

28

29

30

31

32

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Alamillo

Alamillo

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Almadén

Término municipal

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano altoimperial

Romano indeterminado

Romano republicano-altoimperial

Romano altoimperial?

Romano republicano-altoimperial

Romano altoimperial-tardorromano

Tardorromano-visigodo

Romano indeterminado

Tardorromano-visigodo

Romano indeterminado-visigodo

Romano indeterminado

Romano republicano-altoimperial

Cronología

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantiel

Área

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor II

Unidad rural menor I

Establecimiento agropecuario tipo villa

Establecimiento agropecuario tipo villa

Complejos minero-metalúrgicos/ complejos mineros

Establecimiento agropecuario tipo villa

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor II

Tipo

el paisaje minero antiguo de la comarca de almadén 149

Arroyo del Tamujar

Mayorata 4

Los Lagares 2

Cerro de la Mora

Mina San José-Andrea

Río Alcudia 2

Cerros de Calderón 1

Cerros de Calderón 2

Cerros de Calderón 3

Cerros de Calderón 4

Dehesa de la Pared de Arriba 1

Dehesa de la Pared de Arriba 2

Fundición de San Pablo

El Vilanillo 2

Manantial del Abrevadero

Arroyo de los Haberes del Chorillo

Dehesa del Campo

34

35

36

37

38

39

40

41

42

43

44

45

46

47

48

49

Nombre

33

Número

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Chillón

Término municipal

Romano altoimperial

Romano indeterminado

Romano republicano-altoimperial

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano altoimperial

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano altoimperial-tardorromano

Romano indeterminado

Romano indeterminado

Romano altoimperial

Cronología

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantgiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantgiel

Arroyo Tamujar-Dehesa AlmadénDehesa Gargantgiel

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Dehesa Pared-Cerros CalderónDehesa Castilseras

Área

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Centro metalúrgico

Unidad rural menor II

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor II

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Unidad rural menor I

Mina

Unidad rural menor II

Unidad rural menor I

Unidad rural menor II

Aglomeración secundaria

Tipo

150 m. zarzalejos – c. fernández ochoa – g. esteban – p. hevia

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