MURILLO REDONDO, J.F. et alii (2010): “La almunia y el arrabal de al-Rusafa, en el Yanib al-Garbi de Madinat Qurtuba” en D. VAQUERIZO, D. y J.F. MURILLO (Eds.), El anfiteatro romano de córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.), MgAC, nº 19 vol. II, 565-614.

November 22, 2017 | Autor: G. Universidad de... | Categoría: Islamic Archaeology, Al-Andalus archaeology, Madinat Qurtuba
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Descripción

Edita: Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236)

19

19. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F. (Eds.) 2010: El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.), Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (2 vols.), Córdoba. 18. VAQUERIZO, D. (Ed.) 2010: Las Áreas Suburbanas en la ciudad histórica. Topografía, usos, función, Monografías de Arqueología Cordobesa 18, Córdoba. 17. RUIZ OSUNA, A. B. 2010: Colonia Patricia, centro difusor de modelos. Topografía y monumentalización funeraria en Baetica, Monografías de Arqueología Cordobesa 17, Córdoba. 16. RUIZ OSUNA, A. B. 2007: La monumentalización de los espacios funerarios en Colonia Patricia Corduba (ss. I a. C. - II d. C. ), Arqueología Cordobesa 16, Córdoba. 15. MORENO ROMERO, E. 2007: “Santa Rosa”. Un sector de la Necrópolis Septentrional de Colonia Patricia, Arqueología Cordobesa 15, Córdoba. 14. GUTIÉRREZ DEZA, M. I. 2007, Los opera sectilla cordobeses, Arqueología Cordobesa 14, Córdoba. 13. LEÓN PASTOR, E. 2007: La secuencia cultural de la Corduba prerromana a través de sus complejos cerámicos, Arqueología Cordobesa 13, Córdoba. 12. CASTRO DEL RÍO, E. 2005: El arrabal de época califal de la zona arqueológica de Cercadilla. La arquitectura doméstica, Arqueología Cordobesa 12, Córdoba. 11. VAQUERIZO, D.; GARRIGUET, J. A.; VARGAS, S. 2005: “La Constancia”. Una contribución al conocimiento de la topografía y los usos funerarios en la Colonia Patricia de los siglos iniciales del Imperio, Arqueología Cordobesa 11, Córdoba. 10. MONTERROSO, A. 2005: Ex teatro cordubensi. La vida del monumento y la producción de cerámicas africanas en el Valle del Baetis, Arqueología Cordobesa 10, Córdoba. 9. CASAL, M. T. 2003: Los cementerios musulmanes de Qurtuba, Arqueología Cordobesa 9, Córdoba. 8. SALINAS, E. 2003: El vidrio romano de Córdoba, Arqueología Cordobesa 8, Córdoba. 7. SÁNCHEZ RAMOS, M. I. 2003: Un sector tardorromano de la necrópolis septentrional de Corduba, Arqueología Cordobesa 7, Córdoba. 6. MARTÍN URDIROZ, I. 2002: Sarcófagos de plomo de Córdoba y provincia, Arqueología Cordobesa 6, Córdoba. 5. CÁNOVAS, A. 2002: La decoración pictórica de la villa de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba), Arqueología Cordobesa 5, Córdoba. 4. SÁNCHEZ MADRID, S. 2002: Arqueología y Humanismo. Ambrosio de Morales, Arqueología Cordobesa 4, Córdoba. 3. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; MORENO, M. F.; LEÓN, A.; LUNA, M. D.; ZAMORANO, A. M.ª 1994: El Valle Alto del Guadiato (Fuenteobejuna, Córdoba), Arqueología Cordobesa 3

Con la colaboración de

2. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; QUESADA, F. 1994: Fuente Tójar, Arqueología Cordobesa 2 1. QUESADA, F.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; CARMONA, S.; QUESADA, F. 1994: Almedinilla, Arqueología Cordobesa 1

MINISTERIO DE Ciencia e Innovación

Monografías de Arqueología Cordobesa (MgAC), que vieron la luz por primera vez en 1994, es una serie de carácter temático publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, y la Gerencia Municipal de Urbanismo de

cordobesa

esta misma ciudad, en el marco de su convenio de colaboración para la realización de actividades arqueo-

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.)

El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

19 Vol. II

lógicas, que dirigen el Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo Gil y el Dr. Juan Fco. Murillo Redondo. MgAC surgen como instrumento para dar a conocer de forma monográfica propuestas de interpretación arqueológica desarrolladas por Investigadores de dicho Convenio, que someten así de manera periódica su trabajo al juicio crítico de la comunidad científica internacional, y también temas de especial relevancia para el avance de la investigación arqueológica internacional, española y cordobesa.

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.) El Anfiteatro Romano de Córdoba

[ monografías de arqueología cordobesa ] 2010

Vol. II

monografías de arqueología

[ 2010 ]

Monografías de Arqueología Cordobesa

Imagen de portada: Vista aérea del Rectorado de la Universidad de Córdoba, con la superposición de las diversas fases documentadas arqueológicamente. Destaca entre todas ellas la inmensa mole del anfiteatro patriciense (Elaboración: R. Ortiz; © Convenio GMU-UCO).

NÚM.

19 (VOL. II)  2010

[ NUEVA ÉPOCA ]

El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.) (Vol. II)

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.)

Córdoba, 2010

NÚM.

19 (vol. II)  2010

[ NUEVA ÉPOCA ] Serie monográfica publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, y la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de esta misma ciudad, en el marco de su convenio de colaboración para la realización de actividades arqueológicas en Córdoba, entendida como yacimiento único.

Directores

Desiderio VAQUERIZO GIL Juan F. MURILLO REDONDO Secretarios

José A. Garriguet Mata Alberto León Muñoz

Foto de portada: Vista aérea del Rectorado de la Universidad de Córdoba, con la superposición de las diversas fases documentadas arqueológicamente en su parte trasera. Destaca, entre todas ellas, la inmensa mole del anfiteatro patriciense (Elaboración: Raimundo Ortiz; © Convenio GMU-UCO).

Correspondencia y pedidos Área de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras Plaza de Cardenal Salazar, 3. 14003 CÓRDOBA Tel.: 957 218 804 - Fax: 957 218 366 E-mail: [email protected] www.arqueocordoba.com D. L. CO: 1.224/2010 I.S.B.N.: 978-84-932591-8-1 Confección e impresión:

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba www.imprentasanpablo.com

La dirección de MgAC no se hace responsable de las opiniones o contenidos recogidos en los textos, que competen en todo caso a sus autores

Relación de autores Editores científicos y coordinadores: D. Vaquerizo  /  J. F. Murillo Autores: BLANCO GUZMÁN, Rafael ✉✉ [email protected]

CANO SANCHIZ, Juan Manuel ✉✉ [email protected]

CÁNOVAS UBERA, Álvaro ✉✉ [email protected]

CARMONA BERENGUER, Silvia ✉✉ [email protected]

CASAL GARCÍA, María Teresa ✉✉ [email protected]

CASTILLO PÉREZ DE SILES, Fátima ✉✉ [email protected]

CASTRO DEL RÍO, Elena ✉✉ [email protected]

DORTEZ CÁCERES, Teresa ✉✉ [email protected]

GARCÍA MATAMALA, Begoña ✉✉ [email protected]

LEÓN MUÑOZ, Alberto ✉✉ [email protected]

LEÓN PASTOR, Enrique ✉✉ [email protected]

MARTAGÓN MAESA, María ✉✉ [email protected]

MURILLO REDONDO, Juan Francisco ✉✉ [email protected]

ORTIZ URBANO, Raimundo ✉✉ [email protected]

PIZARRO BERENGENA, Guadalupe ✉✉ [email protected]

RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, María del Carmen ✉✉ [email protected]

RUIZ LARA, Dolores ✉✉ [email protected]

RUIZ OSUNA, Ana ✉✉ [email protected]

SALINAS PLEGUEZUELO, María Elena ✉✉ [email protected]

GARRIGUET MATA, José Antonio ✉✉ [email protected]

González ruiz, Antonio José ✉✉ [email protected]

GUTIÉRREZ DEZA, María Isabel ✉✉ [email protected]

HERNÁNDEZ LOZANO, Liliana ✉✉ [email protected]

SÁNCHEZ MADRID, Sebastián ✉✉ [email protected]

SORIANO CASTRO, Patricio José ✉✉ [email protected]

VAQUERIZO GIL, Desiderio ✉✉ [email protected]

VARGAS CANTOS, Sonia ✉✉ [email protected]

JURADO PÉREZ, Saray

VÁZQUEZ NAVAJAS, Belén

✉✉ [email protected]

✉✉ [email protected]

[ 357 ]

ÍNDICE

(VOL. I)

INTRODUCCIÓN (D. Vaquerizo y J. F. Murillo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

15

EL PROYECTO AMPHITHEATRO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

19

IN AMPHITHEATRO. MUNERA ET FUNUS. EL ANFITEATRO ROMANO DE CÓRDOBA Y SU ENTORNO URBANO (ss. I-XIII d.C.). FUNDAMENTACIÓN CONCEPTUAL Y PLANTEAMIENTOS METODOLÓGICOS (D. Vaquerizo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

21

EL MEDIO FÍSICO Y LAS INFRAESTRUCTURAS: RED VIARIA, ABASTECIMIENTO DE AGUA Y GESTIÓN DE RESIDUOS . . . . . . . . . . . . . . .

31

El medio físico (D. Ruiz Lara, R. Ortiz, S. Carmona, P. J. Soriano) . . . . . . . . . . . . . . . .

33

Geomorfología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Hidrología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Edafología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vegetación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otros recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

33 38 38 41 42

El Baetis (E. León Pastor) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

45

Morfología fluvial del Guadalquivir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Baetis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Infraestructuras hidráulicas en el Baetis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

45 46 47

El poblamiento prerromano de Corduba (E. León Pastor) . . . . . . . . . . . . . . . .

51

Corduba y la secuencia cultural de sus estratigrafías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Síntesis de la investigación de Colina de los Quemados, Corduba . . . . . . . . . . . . . . . . Del poblado prerromano de Corduba a la fundación de Claudio Marcelo . . . . . . . . . . . .

51 52 52

Territorio y vías de comunicación en época romana (M. C. Rodríguez) . . . . .

55

Territorio y vías de comunicación EN ÉPOCA islámica (M. Martagón) . . . . . .

66

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tipología viaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jerarquización de los ejes viarios: características estructurales y funcionalidad . . . . . . . Evolución diacrónica de los ejes viarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

66 72 77 80

La infraestructura de abastecimiento. Acueductos y qanawat– al occidente de Córdoba (G. Pizarro) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

82

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los acueductos romanos de Colonia Patricia. Agua, territorio y urbanismo a Occidente de Córdoba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

82 83 [ 359 ]

La continuidad de los sistemas hidráulicos. Los qanawa–t de época islámica . . . . . . . . . Recopilación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

92 98

EL ÁREA SUBURBANA OCCIDENTAL DE CÓRDOBA A TRAVÉS DE LAS EXCAVACIONES EN EL ANFITEATRO. UNA VISIÓN DIACRÓNICA (J. F. Murillo, M. I. Gutiérrez, M. C. Rodríguez, D. Ruiz Lara) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

99

La identificación del anfiteatro de Colonia Patricia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Las excavaciones en la antigua Facultad de Veterinaria . . . . . . . . . . . . . . . 107 Primera Campaña (2002-2004) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 Segunda Campaña (2006-2008) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 La secuencia histórica del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248 La construcción del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El abandono y expolio del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Reutilización del anfiteatro durante la Tardoantigüedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ocupación del área del anfiteatro en época islámica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Transformaciones entre los siglos XIV y XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

250 277 285 295 309

Anexo 1 Los complejos cerámicos del anfiteatro de Colonia Patricia Corduba (L. Hernández, S. Vargas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Campaña 2002-2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Campaña 2006-2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

311 311 318 324

Anexo 2 El sector noroccidental del anfiteatro de Córdoba: laS intervenciones arqueológicas en C/ Albéniz, 2 y Avda. Medina Azahara, 9 (R. Ortiz) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Encuadre histórico y antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Desarrollo de los trabajos y metodología de intervención . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Presentación e interpretación de los hallazgos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

ÍNDICE

329 329 331 333

(VOL. II)

SUBURBIUM OCCIDENTALE CORDUBENSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363 El concepto de suburbium en la ciudad romana (J. A. Garriguet) . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un problema terminológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Arqueología de las áreas suburbanas en las ciudades romanas de las provincias occidentales: una visión sintética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los suburbios de la Córdoba romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . [ 360 ]

365 365 366 369 374

VIAE SEPULCHRALES Y PAISAJE FUNERARIO (A. Ruiz Osuna) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Topografía funeraria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Evolución cronológico-tipológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

380 380 384 388 401

Aproximación a la infraestructura viaria del barrio del anfiteatro (F. Castillo, M. I. Gutiérrez, J. F. Murillo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 406 La arquitectura doméstica de la zona occidental de Colonia Patricia Corduba (A. Cánovas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415 Vicus occidentalis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 419 Domus del Sátiro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427 Instalaciones industriales y comerciales en el Suburbium Occidentale (B. García) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 439 Talleres artesanales o industriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tabernae . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Estructuras de almacenamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vertederos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

441 444 445 448 449

El vicus del Suburbium Occidental de Colonia Patricia visto a través de sus conjuntos cerámicos (S. Vargas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El vicus occidental del Paseo de la Victoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La domus del Parque Infantil de Tráfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

450 451 459 465

El anfiteatro de Colonia Patricia Corduba en el marco de la ideología imperial (J. A. Garriguet) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 466 El factor espacial: emplazamiento del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 467 El factor temporal: la cronología del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 474 Epigrafía gladiatoria cordubense (S. Sánchez, D. Vaquerizo) . . . . . . . . . . . . . . 480 El contexto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480 Anfiteatros y gladiadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 483 La familia gladiatoria cordubense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 485

LA ETAPA TARDOANTIGUA: NUEVO PAISAJE SUBURBANO . . . . . . . . . . . . 501 La transición de la civitas clásica cristianizada a la madina islámica a través de las transformaciones operadas en las áreas suburbiales (J. F. Murillo, A. León Muñoz, E. Castro, M. T. Casal, R. Ortiz, A. J. González) . . . . . . . . . . 503 Los primeros indicios de cambio en la ciudad y el suburbio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la cristianización del suburbium… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . … A la nueva civitas cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La conquista islámica y el inicio del proceso de islamización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ‘Abd al-Rahman II y la consolidación de la imagen urbana de Madinat Qurtuba . . . . . . De Madinat Qurtuba a la aglomeración urbana Madinat Qurtuba - Madinat al-Zahra Madinat al-Zahira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

504 510 518 525 535 540 [ 361 ]

LA CRISTIANIZACIÓN DE LA TOPOGRAFÍA FUNERARIA EN EL SUBURBIUM OCCIDENTAL (A. León Muñoz, S. Jurado) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547 Los primeros indicios cristianos en las necrópolis paganas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 549 La configuración de una topografía funeraria cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 553

LA ISLAMIZACIÓN DE QURTUBA Y LA APARICIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO DE ÁREA SUBURBANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 563 LOS ARRABALES DEL SECTOR SEPTENTRIONAL DEL YANIB AL-GARBI . . . . . . . . . . . . 565 La almunia y el arrabal de al-Rusafa, en el Yanib al-Garbi de Madinat Qurtuba (J. F. Murillo, F. Castillo, E. Castro, M. T. Casal, T. Dortez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565 El arrabal de Cercadilla (E. Castro) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615 Urbanismo islámico en el sector central del Yanib al-Garbi (T. Dortez) . . . 621 El sector central de los arrabales de Poniente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 621 El sector meridional del Yanib al-Garbi (D. Ruiz Lara, E. Castro, A. León Muñoz, S. Sánchez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 629 Ocupación Emiral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631 Ocupación Califal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 636 La gestión del agua en los arrabales occidentales de Madinat Qurtuba (B. Vázquez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643 El abastecimiento y almacenamiento de agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643 Los sistemas de evacuación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 648 Los cementerios de Madinat Qurtuba (A. León Muñoz, M. T. Casal) . . . . . . . . . . 651 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El proceso de islamización a través de paisaje funerario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las áreas funerarias de las comunidades dimmíes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

651 656 674 684

La industria medieval de Córdoba: el sector occidental en época islámica (J. M. Cano, E. León Pastor, M. E. Salinas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685 La industria medieval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685 Los complejos alfareros del Yanib al-Garbi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 692 La fitna y sus consecuencias. La revitalización urbana de Córdoba en época almohade (A. León Muñoz, R. Blanco) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 699 El convulso siglo XI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La etapa almorávide . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La revitalización almohade . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

700 703 705 723

Reflexión final (D. Vaquerizo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 727 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 733

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LA ISLAMIZACIÓN DE QURTUBA Y LA APARICIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO DE ÁREA SUBURBANA

LA ISLAMIZACIÓN DE QURTUBA Y LA APARICIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO DE ÁREA SUBURBANA

Los Arrabales dEl sector septentrional del Yanib al-Garbi La Almunia y el Arrabal de Al-Rusafa, en el Yanib Al-Garbi de Madinat Qurtuba La Almunia de al-Rusafa Junto con la Mezquita Aljama y el Alcázar, al-Rusafa constituyó uno de los primeros emplazamientos emblemáticos de los omeyas cordobeses, gozando de notable prestigio entre los cronistas y poetas de la Corte como consecuencia de su directa vinculación con el fundador de la dinastía y –tras su destrucción entre los años 1009 y 1010– de su nostálgica identificación con el perdido esplendor cordobés418. De lo que las fuentes árabes nos han transmitido419 pueden deducirse varios datos de interés en relación con al-Rusafa. El primero es la construcción por ‘Abd al-Rahman I (756-788) del primer palacio (kasr) y de los jardines420. Como en otros casos, la fundación no se produce ex novo, sino sobre la base de una gran propiedad comprada por el emir y que había pertenecido a Razin al-Burnusi, un jefe beréber del ejército de Tarik421. Desde este propietario anterior es difícil retrotraerse, si bien por la propia lógica histórica resulta evidente considerar que este personaje la habría obtenido de un anterior propietario hispano-visigodo –como la reciente evidencia arqueológica sugiere–, estando configurada esta gran propiedad al menos desde época romana altoimperial. Rusafa se convirtió en la residencia favorita de ‘Abd al-Rahman I, que creó en sus jardines lo que se ha considerado el primer “jardín botánico” de al-Andalus, preocupándose personalmente el emir de hacerse traer plantas exóticas, especialmente desde Siria, para su aclimatación en la Península Ibérica422. El sentido dinástico está presente en la fundación, tanto en el concepto como en el propio nombre elegido, coincidente con la al-Rusafa siria de su abuelo, el califa Hisham (724-743)423. En época del emir Muhammad (852-886), la almunia fue objeto de una importante remodelación que afectó tanto a los jardines como a las edificaciones (específicamente se habla de la construcción de nuevas puertas), destacando la edificación de un nuevo maylis, cuyas obras fueron

418  Así, y en los siglos XI y XII, la recordarán, además de Ibn Hazm, Ibn Zaydun, Qasim ibn ‘Abbud al-Riyahi y Abu-lQaasim Ibn Hisam al-Qurtubi (cfr. H. Pérès, Esplendor de al-Andalus, Madrid, 1990, pp. 135-137). 419  Cfr. M. Marín, “Al-Rusafa”, en Encyclopaedia of Islam, CD-ROM Edition v.1.1, vol. VIII, pp. 631b-632b, Leiden, 2001. 420  Ibn Hayyan, al-Muqtabis min anba’ ahl al-Andalus, ed. M. A. Makki, Beirut, 1973, p. 227. 421  La noticia es transmitida por Ibn Hayyan, quien la toma de al-Razi; cfr. al-Muktabis, ed. M. A. Makki, Beirut, 1973, p. 234. 422  Ibn Hayyan, al-Muqtabis, ed. M. A. Makki, Beirut, 1973, p. 227; al-Maqqari, Naft al-tib min gusn al-Andalus al-ratib, ed. I. ‘Abbas, Beirut, 1968. 423  Al-Maqqari, Analectes Sur l’histoire et la littérature des arabes de l’Espagne, ed. R. Dozy, vol. I, pp. 304-305, Amsterdam, 1967.

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supervisadas por su visir Hashim b. ‘Abd al-Aziz424. En los primeros años del s. X, en época de ‘Abd Allah, la almunia sirvió frecuentemente de alojamiento al anciano emir y a su nieto, el futuro ‘Abd al-Rahman III425, lo que corrobora su carácter de residencia oficial en un momento en el que el emir había iniciado la construcción de su nueva almunia de al-Na’ura y se encontraba remodelando la de Nasr426. Aún en la época de ‘Abd al-Rahman III (912-961) la almunia sirvió de alojamiento a ilustres visitantes, como es el caso de la embajada de Ayyub b. Abi Yazid al-Ifrani en 946427. El modelo de este asentamiento responde a lo que, de un modo un tanto laxo, las fuentes denominan “almunia” (munyat). Las fuentes árabes son coincidentes en cuanto a su localización a escasa distancia al Noroeste de la Medina de Córdoba. A ella conducían sendos caminos: uno que partía de la puerta septentrional y otro que discurría paralelo al arroyo que bordeaba el flanco occidental de las murallas cordobesas y que daba acceso a las dos puertas que en él se abrían428. Desde momentos relativamente tempranos se asocian topográficamente a esta almunia un cementerio429 y un arrabal430. En el arrabal de al-Rusafa se hizo construir una lujosa residencia Ibn Abi ‘Amir en torno al año 972431, y en él alojó a numerosos contingentes militares beréberes tras hacerse con el poder432. Las casas de estos militares serían objeto de las iras del populacho en 1009433, durante el primer reinado de Muhammad al-Mahdi, año en el que se produce también el saqueo de al-Rusafa, completado en 1010-1011 con la destrucción de sus jardines y edificaciones434. La historiografía ha tendido a identificar de una forma unánime al-Rusafa con el topónimo Arrizafa o Arruzafa, documentado a partir de la gran propiedad agrícola que, en el repartimiento que siguió a la conquista castellana de la ciudad en 1236, correspondió al propio rey Fernando III435. Poco después, entre 1237 y 1241, Fernando III debió de repartir o arrendar todos estos terrenos en zonas de huerta, viñas y olivares, creándose un gran número de pequeñas propiedades conocidas como los “donadíos menudos”436.

424  Ibn Hayyan, al-Muqtabis, ed. M. A. Makki, Beirut, 1973, pp. 170-171; Ibn al Qutiyya, Tarih Iftitah al-Andalus, p. 84 del texto árabe editado por P. Gayangos (Madrid, 1868) y p. 68 de la traducción de J. Ribera, Historia de la conquista, Madrid, 1926. 425  Ibn Hayyan, al-Muqtabis III, ed. M. Martínez Antuña, Paris, 1937; trad. J. E. Guraieb, Cuadernos de Historia de España, vol. XIII (1950) a XXXI-XXXII (1960). 426  E. Lévi-Provençal, España Musulmana, HEMP, vol. IV, pp. 334 y 335; la referencia procede de Ibn Hayyan, alMuqtabis III, ed. M. Martínez Antuña, Paris, 1937, pp. 38-39. 427  Ibn Idari, al-Bayan al-Mugrib fi Ihtisar ahbar muluk al-Andalus wa l-Magrib, ed. G. S. Colin y E. Lévi-Provençal, vol. II, Leiden, 1951, p. 355. 428  Yaqut, Mu’yan-Buldan, IV, 58-61, Beirut; traducción de Gamal al-Karim, “La España musulmana en la obra de Yaqut”, Cuadernos de Historia del Islam, VI, 1974, p. 244. 429  El primer personaje conocido cuyo enterramiento está documentado en el cementerio de al-Rusafa es Ahmad b. Qarluman, muerto en 988 según Ibn al-Faradi, Ta’rij, n. 180 (citado por Manzano, 2006, p. 545, nota 24). 430  Cfr. v. gr. Ibn Hawkal, Kitab Surat al-Ard, ed. J. H. Kramers, Leiden, 1938, pp. 112-113; Ibn Hazm, Tawq alHamama, traducción de E. García Gómez, Madrid, 1952, p. 102; 431  Ibn Idari, al-Bayan al-Mugrib… II, ed. G. S. Colin y E. Lévi-Provençal, vol. II, Leiden, 1951, p. 429. De “incomparable magnificencia” es calificado el palacio construido por el futuro dictador en al-Rusafa, en el cual vivía con lujo “fastuoso y casi regio” (cfr. R. P. Dozy, Historia de los musulmanes de España, vol. III, El Califato, Madrid, 1988, p. 109); E. LéviProvençal (España Musulmana, HEMP, vol. IV, Madrid, 1950, p. 401) nos proporciona la fecha de 972 para la construcción de este palacio, tras promocionarlo al-Hakam II al desempeño de la shurta media y convertirse en uno de los altos dignatarios del Estado. 432  Ibn Idari, al-Bayan al-Mugrib… III, p. 75 de la edición del texto árabe de E. Lévi-Provençal (Paris 1930), y p. 75 de la traducción de F. Maillo, La caída del Califato de Córdoba y los reyes de taifas (al-Bayan al-Mugrib), Salamanca, 1994. 433  Ibn Idari, Bayan III, p. 99 del texto árabe y p. 92 de la traducción de F. Maillo.

Ibn Idari, Bayan III, p. 102 del texto árabe y p. 94 de la traducción de F. Maillo. García, A.; Cantelar, F.; Nieto Cumplido, M.; Catálogo de los manuscritos e incunables de la Catedral de Córdoba, Salamanca, 1976, p. 305. 436  “La Arruzafa que es del Rey arriéndase con ella todos los olivares y viñas y huertos y hazas de levar de pan que son derredor de la Villa hasta la Alhadra, a esto dicen lo menudo de los donadíos”. Cfr. Muñoz Vázquez, M.; “Notas sobre 434  435 

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A lo largo de la primera mitad del s. XV, D. Pedro González de Hoces comprará una buena parte de las tierras que ocupaban el cuadrante noroccidental del “ruedo” de la ciudad, incluyéndolas en el Señorío o Mayorazgo de La Albaida437, topónimo que desde este momento comenzará a sustituir al de Arruzafa o Arrizafa para designar a este amplio sector periurbano438. Posteriormente (1417) se fundó el convento de San Francisco de la Arruzafa439, sobre terrenos donados por los Condes de Hornachuelos, señores de La Albaida, recuperando un topónimo que, evidentemente, nunca se había perdido. El convento fue desamortizado en 1835, convirtiéndose en una casa cortijo más y en una fonda, hasta que en 1898 los terrenos fueron comprados por la Sociedad Carbonell, pasando a denominarse Huerta de la Arrizafa. Tras la Guerra Civil, la propiedad fue dividida en tres parcelas, destinándose una de ellas, la más oriental, a la construcción del Parador Nacional de La Arruzafa, quedando el resto (con la denominación de Huerta de la Arruzafa) en manos privadas hasta la actualidad440. De lo expuesto se demuestra una continuidad en la perduración del topónimo Arrizafa o Arruzafa para denominar a los terrenos que, inmediatamente después de la conquista de Córdoba por Fernando III, habían pasado directamente a engrosar el patrimonio real para experimentar, poco después, un proceso de fragmentación hasta su nueva concentración en el Señorío de La Albaida. Esta continuidad toponímica, bien conocida por la erudición cordobesa, explica que la historiografía siempre haya buscado la localización de la Rusafa omeya en las inmediaciones del emplazamiento del antiguo Convento de San Francisco de la Arruzafa441 (Fig. 266). Lejos de esta identificación topográfica, A. Arjona442 ha planteado la localización de al-Rusafa en el yacimiento arqueológico conocido como Turruñuelos (Fig. 267), estableciendo una improbable ecuación para la que, en nuestra opinión, no hay argumentos, ni documentales ni arqueológicos, capaces de sustentarla443 demostrando lo estéril que resulta, en el estado actual de la investigación, buscar para al-Rusafa una ubicación diferente a aquella en la que históricamente ha sido localizada, es decir, los terrenos que desde la conquista cristiana se han denominado de la Arrizafa o Arruzafa y que, desde el s. XV, pasaron a constituir el Monasterio de San Francisco de la Arruzafa, topónimo

el repartimiento de tierras que hizo el rey don Fernando III en Córdoba”, BRAC 71, 1954, pp. 251-270 (la cita corresponde a la p. 252). 437  Márquez de Castro se refiere en los siguientes términos al heredamiento de La Albaida: “situado cerca de una legua a Poniente de Córdoba en el alcor o falda de Sierra Morena, es una hacienda de las más poderosas de aquella comarca, pues con sus dehesas, olivares y tierras de labor produce a la casa de los condes de Hornachuelos ocho mil ducados de renta anual. Parte de ella fue donación hecha por el Santo Rey don Fernando a Juan de Funes, conquistador de Córdoba, (…) en 1238”. (Márquez de Castro, op. cit. p. 119). Sobre el proceso de formación de esta gran propiedad, cfr. L. E. Sánchez García, “Un proceso latifundista del S. XV en el Valle del Guadalquivir: el mayorazgo de la Albaida (1412-1456)”, BRAC 117, 1989, pp. 147-164. 438  “Porque la Arrizafa que conservó el rey para sí se extendía por toda aquella parte que llaman Albaida” (cfr. Márquez de Castro, op. cit. p. 119). 439  Cfr. T. Ramírez de Arellano, Paseos por Córdoba, Córdoba, 1973, p. 526; M. Gutiérrez de los Ríos, Fundaciones monásticas en la Sierra de Córdoba, Córdoba, 1909, p. 32. 440  En cuanto al resto del antiguo Señorío de La Albaida, se mantuvo inalterado hasta que en 1898, tras la muerte de D. José Ramón de Hoces y González de Canales, Conde de Hornachuelos, se procedió a su división en tres porciones: “dos que corresponden a la nombrada de Santa Ana, la otra por El Patriarca, la que se deslinda” (Registro de la Propiedad de Córdoba n.º 2, Finca 7789, Libro 279, Folio 92). 441  R. Castejón, “Córdoba califal”, BRAC 25, 1929, pp. 254-339 (cfr. p. 294). 442  A. Arjona, “La almunia de al-Rusafa en el yacimiento arqueológico de Turruñuelos”, BRAC 138, 2000, pp. 153183. A. Arjona, “Las Ruzafas de Síria y de Córdoba”, en M. J. Viguera y C. Castillo (coords.), El esplendor de los omeyas cordobeses, Córdoba, 2001, pp. 380-385. 443  Cfr. J. F. Murilllo, “La almunia de al-Rusafa en Córdoba”, Madrider Mitteilungen 50, 2009, pp. 449-482 y Tafeln 57-64, donde se discuten y rechazan los argumentos empleados por Arjona para tal identificación (interesan especialmente las pp. 452-454).

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Fig. 266. Localización de la almunia de al-Rusafa, al Noroeste de la Medina de Córdoba. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 267. Fotografía oblicua del yacimiento arqueológico de Turruñuelos (GMU, 1999). Al fondo, a la derecha, los terrenos de La Arruzafa y El Patriarca. En el recuadro, ortofoto de Turruñuelos (VALLEJO, 1995).

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LA ISLAMIZACIÓN DE QURTUBA Y LA APARICIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO DE ÁREA SUBURBANA

perpetuado sin solución de continuidad hasta la actualidad en la Huerta de la Arruzafa y en el propio Parador Nacional de la Arruzafa. Dicho esto, y por obvio que parezca, también debemos subrayar que el problema de al-Rusafa es estrictamente arqueológico, siendo necesario poner orden en la información de que disponemos y contextualizar la realidad material de un concepto complejo, e incluso ambiguo, como el de almunia (munyat) en relación con un particular proceso de configuración del entorno suburbano y periurbano de Madinat Qurtuba entre mediados del s. VIII y los albores del s. XI. Ahora bien, qué debemos entender por una almunia cuando los textos que hacen referencia a al-Rusafa aplican diversas denominaciones a determinadas partes del conjunto (v. gr. qasr o maylis), e incluso nos informan sobre la existencia en ella de una torre, puertas, jardines y huertos cercados por tapias. Según García Gómez, quien sigue a Lévi-Provençal, la palabra al-munya podría tener un origen griego, habiendo llegado al árabe por intermedio copto y siendo usada en Oriente con la vocalización minya para designar una estación, un puerto de navegación, un monasterio o un lugar de retiro espiritual. Por el contrario, en al-Andalus, y con la vocalización munya, designaba “una casa de campo, rodeada de un poco o un mucho de jardín y de tierras de labor, que servía de residencia ocasional, y era, al mismo tiempo, finca de recreo y de explotación”444. Tal acepción para el término es evidente, al menos para el período cronológico comprendido entre mediados del s. VIII y las primeras décadas del s. XI, siendo la recogida por las fuentes árabes que narran la historia de los omeyas cordobeses. A este respecto, quizá el texto más descriptivo de lo que era una de estas grandes propiedades periurbanas cordobesas sea el transmitido por Ibn Hayyan a propósito de la almunia de Guadarromán, regalada por Durri a su señor, el califa al-Hakam II445. La reiterada y contrapuesta distinción que en el texto se hace entre “dentro” y “fuera”, entre “interior” y “alrededor”, estarían indicando el carácter dual del término munyat, aplicado en primera instancia al conjunto edificado y, a partir de él, por extensión, a la totalidad de la propiedad, incluyendo jardines, campos de labor y pastos446. Igualmente, y aunque la mayor parte de las almunias cordobesas conocidas447 estaban de un modo u otro vinculadas a la familia omeya, este texto nos informa de que su creación no era privativa del príncipe, pudiendo deberse a la iniciativa de un privado, aún cuando éste normalmente fuera un personaje de alto rango. La más antigua almunia documentada es precisamente la de al-Rusafa, no aplicándose tal denominación en al-Andalus con anterioridad a ‘Abd al-Rahman I, lo que ha llevado a E. García Sánchez a considerar que “esta estructura de dominio no existía en al-Andalus hasta que los descendientes de los califas omeyas de Damasco –para quienes les era bastante familiar–, la implan-

444  E. García Gómez, “Notas sobre la topografía cordobesa en los Anales de al-Hakam II por Isà Razi”, Al-Andalus XXX, 1965, pp. 319-379 (cfr. p. 334). 445  Cfr. El Califato de Córdoba en el Muqtabis de Ibn Hayan. Anales palatinos del Califa de Córdoba al-Hakam II, por ‘Isa Ibn Ahmad al-Razi, traducción de E. García Gómez, Madrid, 1967, pp. 136-137. Sobre la identificación de esta almunia de al-Rummaniyya con la excavada por R. Velásquez Bosco (Medina Azzahra y Alamiriya, Madrid, 1912) y por él identificada con al-Amiriyya, cfr. M. Ocaña, “Las ruínas de Alamiría, un yacimiento arqueológico erróneamente denominado”, Al-Qantara, 5:1/2, 1984, pp. 367-381. 446  Como han reiterado numerosos investigadores, tal característica asimilaría conceptualmente la almunia a la villa clásica de época romana, en la que el término villa se reserva, sensu stricto, para el conjunto edificado (con su pars rustica y fructuaria y, en su caso, pars urbana) del fundus, si bien en época tardía acabará por identificar a la totalidad de la propiedad. Cfr. v. gr. J. G. Gorges, Les villas hispano-romaines, Paris, 1979; A. Ferdière, Les campagnes en Gaule Romaine, vol. 1, Les hommes et l’environnement en Gaule rurale, Paris, 1988; M. C. Fernández Castro, Villas romanas en España, Madrid, 1982; J. Percival, The roman villa, London, 1988; K. Randsborg, The first millenium a.D. in Europe and the Mediterranean, Cambridge, 1991. 447  La nómina de almunias cordobesas cuyo nombre ha llegado hasta nosotros es bastante amplia, si bien aún no se ha realizado un catálogo exhaustivo de todas ellas. Podemos destacar las siguientes: ‘Abd Allah, al-Mugira, Abu-l-Hakam, al-‘Amiriyya, al-Bunti/al-Muntali, al-Nasir, al-Naura, Nasr, al-Ramla, al-Samamat, al-‘Uqab, al-Yânna, Arha’ Nasih, Armilat, ‘Ayab, Dhat al-Wadiyain, Ya’far, al-Rummaniyya/Guadarromán, Ibn ‘Abd al-‘Aziz, Nayda, Surur, Urtaniya.

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Fig. 268. Fotograma 9202 del Vuelo de 1956 de la USAF. Se aprecia la delimitación de la Huerta de la Arruzafa con anterioridad a la construcción del Parador y la laguna existente al Sureste, así como los usos agrícolas (huertas y olivar) de la zona de El Tablero con anterioridad a la urbanización del último tercio de siglo. La construcción del Canal del Guadalmellato, en el primer tercio del s. XX, permitió la extensión del regadío en los terrenos situados más al Sur.

taron en Córdoba”448. Con independencia del origen terminológico y de la evolución semántica que el concepto almunia tuvo a lo largo del desarrollo histórico de al-Andalus, resulta evidente, a la luz de la información actualmente existente, que en su origen y durante toda la etapa omeya designa a una gran propiedad periurbana que aúna una función eminentemente residencial, recreativa y de representación, vinculada con la ocasional residencia en ella de un personaje real o de elevado rango, con una no menos importante función productiva de carácter agropecuario449. Tras la desintegración del Califato, y durante el siglo XI, los poetas andalusíes se encargarían de difundir una imagen esencialmente estereotipada de las almunias cordobesas, resaltando su faceta de lugar de recreo. En paralelo, muchos de los reyes de taifas se apresuraron a repetir el modelo en las proximidades de sus nuevas capitales, si bien habría que analizar si estas nuevas almunias respondían al viejo modelo omeya o presentan ya un carácter “evolucionado” en el que priman el palacio y el jardín sobre la gran propiedad agrícola450. Volviendo a la Rusafa cordobesa, sabemos por Ibn Hayyan que ‘Abd alRahman I adquirió la propiedad a Razin al-Burnusi, un jefe beréber del ejército de Tarik, quien a su vez la habría obtenido de un gran propietario hispano-visigodo. Esta cadena de transmisión encaja con lo que sabemos de la implantación islámica en Córdoba451 y, fundamentalmente, es corroborada por la reciente investigación arqueológica. Los terrenos históricamente conocidos por La Arruzafa, El Tablero y El Patriarca han permanecido con un uso agrícola hasta que en la segunda mitad del s. XX se inició un proceso de urbanización vinculado a un área residencial que paulatinamente ha ido sustituyendo el primitivo paisaje de huertas dispuestas en el piedemonte de la Sierra (Fig. 268). Así, y tras la construcción del Parador Nacional de La Arruzafa en los años cincuenta, se inició la urbanización de los terrenos situados inmediatamente al Norte (zona conocida como “El Brillante”). El Plan General de Ordenación Urbana de 1986 calificó como urbanizable tres porciones de 448  E. García Sánchez, “Cultivos y espacios irrigados en al-Andalus”, II Coloquio de Historia y Medio Físico. Agricultura y regadío en al-Andalus, Almería, 1996, pp. 17-37 (cfr. p. 20). 449  Esta función productiva está evidenciada tanto por los datos ya aportados para la descripción de la almunia de Durri, como por el hecho de que la munyat Ayab, fundada por una de las concubinas de al-Hakam I, estuviera destinada a sostener con sus rentas una leprosería. 450  Así, García Sánchez (1996, 22) resalta cómo a partir del s. XI bustan sustituye con frecuencia a munyat para designar a estas propiedades periurbanas. 451  J. F. Murillo et alii, “Madinat Qurtuba. Aproximación al proceso de formación de la ciudad emiral y califal a partir de la información arqueológica”, Cuadernos de Madinat al-Zahra 5, Córdoba, 2004, pp. 257-290 (cfr. pp. 260-261); E. Manzano, Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de al-Andalus, Madrid, 2006, pp. 70-72 y 248-255.

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suelo: en el denominado Tablero Bajo (al Este de la Huerta de la Arruzafa), en el Patriarca (inmediatamente al Oeste) y en el denominado Plan Parcial MA-1 (al Sureste). Por último, el vigente Plan General de Ordenación Urbana de 2001 ha calificado como urbanizables la mayor parte de los terrenos pertenecientes a las antiguas propiedades del Patriarca (Planes Parciales O-1 y O-2), Santa Ana de la Albaida (Plan Parcial O-3), Turruñuelos (Plan Parcial O-5) y Cortijo del Cura (Plan Parcial O-4), situados al Sur y Suroeste de La Arruzafa. Estas urbanizaciones han proporcionado una información arqueológica muy diversa en función de las fechas en que fueron realizadas. Así, para los terrenos situados al Norte y Noroeste de La Arruzafa apenas hay datos, dada la ausencia de todo control arqueológico en esta zona de la ciudad hasta fechas muy recientes. No obstante, contamos con informes relativos a la localización de canteras en el sector de la actual calle Cuevas de La Gran Roma, así como el hallazgo de grandes albercas en la Avenida de la Arruzafa y en la C/ Princesa Walada. De entre ellas, destaca una gran estructura de sillería, presuntamente califal, con revestimiento interior mediante mortero de cal acabado a la almagra. Ya en la década de los ochenta, la urbanización de las antiguas huertas de El Tablero deparó el hallazgo de numerosos pozos y albercas, de los que aún se conserva un gran pozo de noria. También entre las calles Luis Cernuda y poeta Valdelomar Pineda se consigna la aparición de varios frentes de cantera de reducidas dimensiones, y en una parcela recayente a la C/ Jurista Otbi, un gran muro con contrafuertes y orientación Norte-Sur452. En los años noventa, el incremento del control arqueológico deparó la realización de las primeras excavaciones arqueológicas con motivo de la urbanización y posterior edificación en los terrenos comprendidos dentro del Plan Parcial MA-1.1, exhumándose parte de un cementerio tardoantiguo al que se le superponía un arrabal y un cementerio islámicos en el sector de las actuales calles Teruel y Joaquín Sama Naharro. Por último, y desde la entrada en vigor del Plan General de Ordenación 2001, la obligación de efectuar excavaciones arqueológicas con anterioridad a la urbanización y edificación ha supuesto la realización de numerosas intervenciones en terrenos pertenecientes a los Planes Parciales MA-1.2, O-4, O-5 y SRA (San Rafael de la Albaida), así como en el Plan Especial de Reforma Interior MA-9, inmediatamente al Sur de La Arruzafa. Los trabajos arqueológicos, aún en curso, han documentado una almunia y dos sectores de arrabal separados por un área industrial destinada a la alfarería y un pequeño cementerio. Al mismo tiempo, y desde 2001, las Normas Municipales de Protección del Patrimonio Arqueológico han establecido el principio de protección preventiva, de modo que con anterioridad a la aprobación del planeamiento de desarrollo, se han efectuado estudios histórico-arqueológicos para cada uno de los ámbitos, lo que permite adaptar la ordenación urbanística y los usos del suelo a la preservación de aquellos elementos arqueológicos de mayor interés. Así, y por lo que respecta al Plan Parcial O-1, en el que se engloban los terrenos pertenecientes al antiguo Convento de San Francisco de la Arruzafa, el correspondiente Estudio HistóricoArqueológico (que incluyó una prospección arqueológica superficial y una prospección geofísica) pudo fijar que, con independencia de una débil presencia antrópica inicial encuadrada a comienzos del I milenio a.C. (Bronce Final tartésico)453, no será hasta época romana imperial cuando se constate una ocupación en el ámbito estricto del Plan Parcial O-1. Ya en la prospección arqueológica 452  A ello habría que añadir la recentísima documentación (2009) de sendos edificios, con muros de sillería y con una fábrica mixta de sillería y mampostería, en la C/ Poeta Valdelomar y en la Avenida de la Arruzafa, que demuestran, junto al ya conocido del equipamiento deportivo de la C/ Teruel esquina con la Avenida del Brillante, la existencia de palacios y almunias en el arrabal de al-Rusafa, como aquella en la que tuvo su primera morada al-Mansur. 453  De esta etapa conocemos sendas localizaciones en la Manzana 20 del Plan Parcial MA-1.1 y en las inmediaciones del Castillo de La Albaida (junto al Arroyo Rodadero de los Lobos), a menos de 1.000 m al Sureste y al Suroeste de La Arruzafa. Se corresponden con pequeños asentamientos de carácter rural dispuestos en el territorio del poblado prerromano de Corduba (Colina de los Quemados, actual Parque Cruz Conde). Cfr. J. F. Murillo, “La Cultura Tartésica en el Guadalquivir Medio”, Ariadna 13-14, Córdoba, 1994.

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Fig. 269. Interpretación de las alteraciones antrópicas detectadas a partir de la fotografía aérea de 1996. A.- Turruñuelos; B.- Caminos; C.Viales de la fallida urbanización de El Patriarca; D.- Munyat al-Rusafa; E.- Posible cerca oriental de alRusafa. © Convenio GMU-UCO.

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superficial previa a la tramitación del Plan Parcial habían sido detectados numerosos vestigios pertenecientes a varias estructuras hidráulicas, además de tegulae y otros materiales cerámicos que apuntaban a la posible presencia de un asentamiento romano que, muy probablemente, habría perdurado hasta época califal a juzgar por la localización de restos de muros, cerámicas y algún fragmento de ataurique. En paralelo a estos trabajos de prospección arqueológica superficial, se realizó un estudio de localización de posibles estructuras arqueológicas soterradas tomando como base fotografías aéreas, verticales y oblicuas, pertenecientes a distintas series tomadas entre los años 1956 y 2005. En algunas fotografías aéreas obtenidas en los años ochenta y noventa se advierten diversas alteraciones en el terreno que marcan varias “alineaciones” en una amplia superficie inmediatamente al Sur de la Urbanización El Patriarca y de la Huerta de la Arruzafa. En la imagen más definitoria, correspondiente al vuelo fotogramétrico realizado para la Gerencia Municipal de Urbanismo en 1996, se aprecian dos series de anomalías. La primera está constituida por amplias franjas de color oscuro y una anchura superior a los 10 m, con orientación Noreste-Suroeste que enmarcan otras de menor entidad, transversales y oblicuas. Inmediatamente al Este de éstas, bajo la Huerta de la Arruzafa y el Parador Nacional de Turismo, se aprecia una estructura cuadrangular de c. 150 m de lado que, a diferencia de las anteriores, se distingue del terreno circundante por una coloración más clara, similar a la que muestra la muralla de cierre de Turruñuelos (Fig. 269). Estas observaciones nos llevaron a analizar otras series fotográficas en las que se pudieran rastrear estas alteraciones y “alineaciones”. En la más antigua, correspondiente al vuelo de la USAF de 1956, no se aprecia nada, si bien es cierto que en ese momento buena parte de los terrenos se encontraba cubierta por un arbolado que no sería eliminado hasta que la zona del Tablero fuera progresivamente urbanizada en el último cuarto del s. XX. Sin embargo, en fotografías tomadas a finales de los años setenta y a mediados de los ochenta ya se advertían las trazas reseñadas. En 1999 la Gerencia Municipal de Urbanismo encargó una serie de fotografías oblicuas con película infrarroja y convencional en color en la que se vuelven a marcar las “alineaciones” ya comentadas. La misma circunstancia se advierte,

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aunque con menor definición, en los fotogramas del vuelo vertical realizado en 2002. A partir de la documentación analizada hemos tratado de encontrar explicaciones para estas “alineaciones”. Por lo que respecta a la primera serie, tenemos la certeza de que se trata de la huella de las explanaciones efectuadas con motivo de un fallido intento de desarrollo del PGOU de 1956 (Plan Parcial El Patriarca), efectuado a mediados de los años setenta, y que fue explícitamente desechada por el Plan General de Ordenación Urbana de 1986. De este proceso han quedado huellas mucho más patentes en el Sistema General en Suelo no Urbanizable El Patriarca. No encontrábamos, sin embargo, explicación plausible para las alineaciones de coloración clara que marcaban, en el ángulo nororiental del Plan Parcial O-1, un gran espacio cuadrangular de c. 150 m de lado, en la tierra calma y entre las isohipsas 150 y 143 m. Este posible edificio, o recinto, muestra una orientación Noroeste-Sureste similar a la de Turruñuelos y otras grandes edificaciones omeyas cordobesas. Ante la necesidad de aquilatar las características de esta hipotética edificación soterrada, optamos por encargar la realización de una prospección geofísica454, cuyos resultados fueron concluyentes, al identificar un gran edificio cuadrangular de c. 50 por 48,50 m de lado. Por el momento, no tenemos prevista la excavación arqueológica de este edificio, cuya protección y conservación ha quedado garantizada mediante su inclusión en una zona verde dentro del Plan Parcial. No obstante, en un futuro no muy lejano sería conveniente acometer nuevas investigaciones geofísicas, así como varios sondeos que permitan aquilatar tanto su cronología como sus características edilicias y nivel de conservación. Hasta entonces, nuestro conocimiento está limitado a la interpretación de los magnetogramas actualmente disponibles. De acuerdo con ellos, estaríamos ante un edificio muy orgánico, rodeado por un recio muro probablemente dotado de contrafuertes (Fig. 270). El elemento central viene definido por un patio de c. 16 m de lado, rodeado en tres de sus lados por un pórtico de unos 3 m de ancho al que se abrirían sendas crujías de c. 6 m de anchura. Para el lado septentrional los magnetogramas se muestran poco resolutivos, si bien hay espacio suficiente para

Fig. 270. Prospección geomagnética en al-Rusafa (EASTERN ATLAS, 2004).

454  Esta investigación geofísica fue realizada por la compañía alemana Eastern Atlas en Noviembre de 2004. En estos trabajos, dirigidos por C. Meyer, se combinó una prospección geomagnética mediante el empleo de un equipo compuesto de seis gradiómetros Fluxgate (Foester Diferenz und Absolutfeldsensor 4.032), que proporciona una precisión de 0.2 nT con una distancia entre puntos de medición de 0,05 m, con otra por georadar utilizando un equipo SIR-2 de GSSI, con una frecuencia de antena de 500 MHz y una distancia entre puntos de medición de 0,02 m.

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contemplar la presencia de una cuarta crujía. Volveremos sobre el significado de este singular edificio más adelante. A todas estas evidencias debíamos unir la localización y excavación, en 2002 con motivo de las obras de construcción de la Ronda de Poniente, de un sólido muro con contrafuertes, tanto al exterior como al interior, situado a escasos 500 m al Sureste de la antigua Huerta de la Arruzafa455 (Fig. 271). Este muro, de casi un metro de anchura, presenta una peculiar técnica edilicia que combina pilares de sillería con cajas de mampostería, que en Córdoba es muy característico de la etapa islámica emiral, y en especial del reinado de ‘Abd al-Rahman II456. Su localización, por otro lado, marcaba un claro límite de separación entre los terrenos situados al Oeste y Norte del mismo, correspondientes a La Arruzafa-

Fig. 271. Cimentación de la posible tapia de cierre oriental de al-Rusafa (al fondo, a la izquierda, el Parador Nacional y la Huerta de la Arruzafa). Detalles de la fábrica mixta de sillería y cajones de mampostería, y de los contrafuertes de sillería. © Convenio GMU-UCO.

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455  La presencia de una tapia es un rasgo consustancial al concepto islámico de bustan o yania, que siempre se nos presenta cerrado, estando igualmente presente en la almunia. En realidad, y como ya hemos indicado, munyat y bustan son términos fácilmente equiparables, si bien la preferencia por el uso de uno u otro término parece denotar un perfil cronológico diferenciado (cfr. GARCÍA SÁNCHEZ, 1996, 17-22). Por otro lado, el muro con contrafuertes exteriores, aparte el sentido funcional de refuerzo, posee un profundo simbolismo, estando presente en varios “edificios singulares” cordobeses. Los contrafuertes interiores, por el contrario, se emplearían exclusivamente como refuerzo de la tapia, y como tales los tenemos documentados en varias estructuras omeyas cordobesas de este tipo. 456  El ejemplo más espectacular es sin duda el arrecife o malecón, reconstruido por ‘Abd alRahman II en el 827-828 a lo largo de toda la orilla derecha del Guadalquivir ante la Medina. Cfr. Ibn Hayyan, al-Muqtabis II-1, trad. de M. A. Makki y F. Corriente, Zaragoza, 2002, p. 172; Murillo et alii, (2004), op. cit. p. 265. Para otros ejemplos cordobeses, cfr. A. León, “Pervivencias de elementos clásicos en la Qurtuba islámica”, en D. Vaquerizo y J. F. Murillo, El concepto de lo provincial en el mundo antiguo. Homenaje a P. León Alonso, Córdoba 2006, vol. II, pp. 409-438.

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Patriarca, y los dispuestos al Este y Sur, donde los trabajos de urbanización y edificación que se vienen desarrollando en los últimos años han exhumado un arrabal y un cementerio islámicos. Con todos estos datos, tanto en el Estudio Histórico-Arqueológico previo (Junio de 2004) como en el posterior informe preceptivo para la Aprobación Inicial del Plan Parcial O-1 (Diciembre de 2004), estábamos en condiciones de plantear la hipótesis de encontrarnos ante vestigios pertenecientes a la almunia de al-Rusafa. Esta hipótesis la desarrollaremos ahora sobre la base arqueológica proporcionada por el análisis de otros tres factores que pasamos analizar. En primer lugar, la existencia de una almunia con las características que los textos árabes aplican a al-Rusafa, exigía el funcionamiento de un sistema hidráulico capaz de atender tanto al servicio de sus áreas residenciales, que incluían un hamman ya en época de ‘Abd al-Rahman I457, como de los jardines y huertas. Parte de este sistema hidráulico (Fig. 272) aún estaba en uso tras la conquista cristiana, como lo prueba un documento, fechado en 1342, en el que se hace mención expresa a una “huerta (…) con el agua que venía a la Arrizafa”458. Dicha “agua” no puede ser otra que la procedente de la captación que aún se conserva en el sótano de una de las viviendas de la urbanización “El Patriarca”, y sobre la cual aún mantienen derechos los propietarios de la Huerta de la Arruzafa. Esta surgencia fue canalizada por medio de una construcción cuadrangular con cubierta abovedada (Fig. 273), de c. 2,20 x 1,90 m de lado, en la que A. Ventura459 distingue al menos dos momentos constructivos, puesto que la parte inferior de las paredes está realizada con sillares de módulo romano mientras que la parte superior y la cubierta muestran sillares atizonados que parecen indicar que estamos ante una reforma andalusí. El agua sale por una conducción abierta en la base del ángulo Noroeste, observándose también en la misma pared una abertura cegada a una altura ligeramente superior, que podría corresponder con la salida original. En la actualidad, esta conducción lleva el agua hasta el ángulo noroccidental de la Huerta de la Arru-

Cfr. Ajbar Machmuâ, traducción de E. Lafuente, Madrid 1867, p.105. Cfr. Márquez de Castro, op. cit. p. 99. 459  Debemos buena parte de los datos relativos a esta captación a nuestro compañero A. Ventura, quien amablemente nos proporcionó los resultados de sus investigaciones para su inclusión en el Estudio Histórico-Arqueológico del Plan Parcial O-1. 457  458 

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Fig. 272. Estado actual (2004) del sistema hidráulico de la Huerta de la Arruzafa. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 273. Alzado y planta de la estructura de captación de agua en la Urbanización El Patriarca, según A. VENTURA.

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zafa, almacenándose en varias albercas y distribuyéndose por toda la finca a través de una red de acequias. No contamos aún con un estudio arqueológico completo de este sistema hidráulico, que en su configuración actual parece corresponder a la segunda mitad del s. XIX460 (Fig. 274), si bien se advierten, tanto en una de las albercas como en el gran pozo de noria y en varias canalizaciones, fábricas más antiguas, aparentemente medievales. Por tanto, y teniendo en cuenta las continuas refecciones, e incluso Fig. 274. El sistema hidráulico de La Arruzafa, El Brillante y El Tablero a comienzos del s. XX. © Convenio GMUUCO.

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460  Este sistema hidráulico de la Arruzafa no es único en esta zona de Córdoba, como lo demuestran los aún conservados en la primera mitad del siglo pasado tanto aquí como en las Huertas de El Tablero Alto y Bajo. La razón no es otra que los numerosos manantiales y veneros existentes como consecuencia del contacto entre terrenos con una naturaleza litológica tan diferente como los del piedemonte de Sierra Morena y los de la tercera terraza del Guadalquivir (Mapa Geológico de España, E. 1:50.000, Hoja 923, Madrid, 1973). Un segundo sector del entorno periurbano de Córdoba con características hidrológicas hasta cierto punto similares y en el que se localizaban numerosas almunias es el de los “cañitos” y fontanares que jalonan el contacto entre la tercera y la cuarta terrazas del Guadalquivir al Oeste de Córdoba, ya en las proximidades de la margen derecha del Guadalquivir, dando lugar a un sistema de irrigación con unas características diferenciadas a las que aquí analizamos. En este segundo sector no es desdeñable considerar la utilización de las propias aguas del río, mediante su elevación con norias, para el abastecimiento puntual de determinadas almunias, como probaría la propia denominación aplicada de al-Naura para una de ellas. Aún es posible distinguir un tercer modelo de aprovechamiento de los recursos hídricos para el aprovisionamiento de estas grandes almunias, estando presente, curiosamente, en el sector existente entre los anteriores modelos. Consiste en la perforación de grandes pozos y pozos-aljibe capaces de garantizar tanto el aprovisionamiento de la zona residencial como de jardines y huertos (cfr. J. F. Murillo et alii, “Aproximación al análisis de los espacios domésticos en la Córdoba andalusí”, en F. García Verdugo y F. Acosta (coord.), Córdoba en la Historia. La construcción de la urbe, Córdoba, 1999, pp. 129154). La extracción del agua se realizaría mediante las correspondientes norias, de las que nos queda la evidencia de numerosos canjilones. También en este sector, alejado de las zonas de manantiales ya analizadas, encontramos la canalización de pequeños arroyos localizados en el interior de estas grandes propiedades, como es el caso de la excavada en la C/ Santa Rosa (cfr. E. Ruiz, “Intervención Arqueológica de Urgencia en C/ Santa Rosa esquina con Avenida de los Almogávares (Córdoba)”, AAA ’97, vol. III, pp. 218-223) , o de la excavada en la Avda. del Tenor Pedro la Virgen, donde junto al gran muro de canalización del arroyo se localizó una alberca en la cual se almacenaría el agua extraída mediante una noria, de cuya existencia sólo nos quedaba la evidencia de los canjilones (cfr. J. F. Murillo, “Resultados de una Intervención Arqueológica de Urgencia en la Avenida del tenor Pedro La Virgen (Córdoba)”, AAA ’95, vol. III, pp. 140-148). Este sistema de aprovechamiento del caudal de pequeños arroyos canalizados, posiblemente con la incorporación de una presa, tendría un alto interés tanto para el diseño ornamental de los jardines como para el aprovisionamiento de agua para el riego de los mismos. Un precedente de este último uso lo tendríamos en el s. VI a.C. momento en el que se detecta un intenso poblamiento diseminado en el extremo suroriental del territorio de Corduba, interpretado en relación con una explotación agrícola de regadío de las tierras adyacentes al curso de los arroyos tributarios de la margen izquierda del Guadalquivir (cfr. J.F. Murillo, La Cultura Tartésica en el Guadalquivir Medio, op. cit. nota 36, pp. 444-451).

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remodelaciones más profundas, que este tipo de estructuras precisan para garantizar su funcionamiento461, consideramos demostrada su existencia ya en 1342, sobre la base de una gran propiedad islámica previa que sin duda dio nombre al lugar (Arrizafa). Ahora bien, si admitimos la hipótesis de A. Ventura relativa a una cronología romana de la captación anteriormente descrita, tendríamos que este sistema hidráulico ya estaría esbozado con anterioridad a la Rusafa de ‘Abd al-Rahman I, como parte integrante de la finca que el emir adquirió a Razin al-Burnusi y que éste debió obtener de un terrateniente hispano. Tal hipótesis nos parece más que probable, sobre todo a la luz de los resultados de la Intervención Arqueológica Preventiva realizada –tras la aprobación definitiva del Plan Parcial O-1 por parte del Ayuntamiento de Córdoba– en los terrenos afectados por el Proyecto de Urbanización462, lo que ha permitido aquilatar la información inicialmente disponible. Especial relevancia ha tenido la excavación de dos estructuras hidráulicas ya localizadas en la prospección arqueológica previa. Se trata de sendos receptáculos para el almacenamiento de agua que se localizan en el ángulo noroccidental del Plan Parcial y en el extremo meridional (Fig. 275). El primero de estos depósitos presenta una orientación prácticamente cardinal, Norte-Sur. Sus dimensiones interiores son de 76,2 x 3,62 m, y las exteriores de 77,65 x 4,95 m. Está construido con opus caementicium de buena calidad, con caementa seleccionados y abundante cal. Tanto el muro oriental como el occidental, de 0,70 m de grosor, presentan una serie de 19 contrafuertes de 1 x 0,9 m (Fig. 276). Estos contrafuertes están ausentes en el extremo septentrional de la estructura, precisamente allí donde el depósito ha sido excavado en un sustrato geológico miocénico con una consistencia muy superior a la de los coluviones cuaternarios de arrastre del glacis de Sierra Morena en los que se ha dispuesto el resto. Para la puesta en fábrica y construcción de esta gran estructura se debió comenzar por la excavación de una cubeta de unos 78 x 5 m. En el fondo, situado a una cota máxima de 146,93 m (extremo Norte) y mínima de 146,63 m (Sur), se dispuso, sobre un rudus de preparación de 0,15 m, una capa de opus caementicium de 0,30 m, a partir de la cual se elevaron los muros delimitadores. Para ello se empleó un encofrado de madera en el interior del receptáculo y el propio corte del terreno en el exterior, salvo en zonas puntuales donde, a causa del desplome del perfil, fue preciso disponer también un encofrado exterior. La altura de los tablones, cuya huella ha quedado en la cara interna, era de 0,30 m, usándose hasta ocho superpuestos para alcanzar los 2,50 m de altura de que dispuso. Las paredes carecen de un ulterior revestimiento de opus signinum, que sí se empleó, en cambio, para el fondo y para los boceles de ¼ de esfera que sellan las aristas, tanto las de contacto del fondo con las paredes, como las de éstas entre sí (Fig. 277). La conservación de la altura original del depósito en las esquinas Noreste y Noroeste, así como la disposición de la entrada de agua a una cota superior (c. 0,25 m) y la ausencia del cualquier vestigio que pudiera indicar el apoyo de una cubierta, demuestran que nos encontramos ante un depósito de almacenamiento de agua a cielo abierto. La entrada del agua se sitúa en el centro del lado Norte, cuya pared se encuentra sobreelevada 0,35 m respecto a las inmediatas Este y Oeste. Este recrecido de la pared, que originariamente era 461  Ya uno de los pioneros de la arqueología hidráulica andalusí, M. Barceló, definió como un rasgo esencial de todo sistema hidráulico la estabilidad, lo que exige, consecuentemente, el constante mantenimiento y reparación de parte de los elementos integrantes del sistema. Sin embargo, éste se mantendrá siempre y cuando se den dos requisitos básicos: la permanencia de la fuente de aprovisionamiento de agua, y una organización socio-económica interesada en hacer uso del mismo. Cfr. M. Barceló, “El diseño de espacios irrigados en al-Andalus: un enunciado de principios generales”, en El agua en las zonas áridas: Arqueología e Historia. I Coloquio de Historia y Medio Físico, vol. I, Almería 1989, pp. XV-XLIX. 462  Esta excavación arqueológica preventiva ha sido dirigida por Fátima Castillo Pérez de Siles al frente de un nutrido equipo de arqueólogos. Debemos manifestar a todos ellos el más sincero agradecimiento por poner a nuestra disposición parte de la información obtenida. Aún cuando los resultados de la intervención arqueológica son provisionales y deberán completarse con la excavación de numerosas parcelas, estamos en condiciones de reconstruir la secuencia diacrónica que ha marcado la ocupación de estos terrenos y de añadir sólidas evidencias arqueológicas a la localización de al-Rusafa.

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Fig. 275. Fotografía aérea de los terrenos de La Arruzafa-El Patriarca comprendidos en el Plan Parcial O-1; A.- Estructura hidráulica A; B.- Estructura hidráulica B; C.- Huerta de La Arruzafa; D.- Situación del edificio localizado mediante la prospección geofísica. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 276. Estructura hidráulica “A”. Fotografías: F. CASTILLO.

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superior al actualmente conservado, presenta un chaflán ligeramente cóncavo en el contacto con las esquinas, lo que le conferiría un aspecto de frontis posiblemente troncocónico. El agua llegaba mediante una canalización de cerámica, embutida en la propia masa de hormigón del muro. Su diámetro exterior era de 0,10 m y el interior de apenas 0,06 m, mostrando numerosas concreciones producidas por el tránsito del agua. Esta canalización cerámica tenía una reducida longitud, pues su origen se sitúa en una estructura cuadrangular de 2,15 x 1,85 m, con orientación N-S idéntica a la del gran depósito hidráulico y dispuesta a una distancia de 1,5 m de su Fig. 277. Cabecera de la estructura hidráulica “A”. Se aprecian las huellas del lado Norte (Fig. 278). encofrado para las cajas de la fábrica de opus caementicium, el bocel de ¼ de Está también fabricada en opus caeesfera de las aristas y la entrada del agua (en el centro de la parte superior). menticium, con muros de 0,35 m que conFotografía: F. CASTILLO. figuran un receptáculo de 1,50 x 1,20 m revestido de opus signinum y con las aristas protegidas por un bocel en ¼ de esfera. La rotura de las paredes impide tener certeza de cual era la altura original, si bien la disposición de un orificio de salida de agua (en el que se conectaba la tubería cerámica) a una altura de 0,72 m respecto al fondo, y que se corresponde con la de la propia entrada de agua, apuntan a que aquélla debía diferir en poco de la conservada.

Fig. 278. Pileta de decantación (A y B). Entrada (C y D) y salida de agua (E, primera fase; F, segunda fase) de la estructura hidráulica “A”. Fotografías: F. CASTILLO.

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Fig. 279. “Presa” de compartimentación correspondiente a la segunda fase de la estructura hidráulica “A”. Entre los contrafuertes se ha perforado el suelo de la fase original para alcanzar el nivel freático. Fotografía: F. CASTILLO.

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El agua llegaba a este receptáculo, que por sus características debe ser considerada como una pileta limaria o de decantación, a través de una canalización de pequeña mampostería caliza trabada con cal y con revestimiento interior de opus signinum. Se dispone en la esquina superior izquierda de la pileta y traía el agua desde un lugar situado al Noroeste. Sus paredes tienen una anchura de 0,25 m y la del specus es de apenas 0,10 m, estableciéndose una evidente correspondencia entre el caudal de entrada y el de salida. Por lo que respecta al desagüe original del gran depósito hidráulico, éste se sitúa en el extremo suroccidental, consistiendo en una perforación practicada en la base de la pared de caementicium que comunica con una canalización dispuesta inmediatamente al Sur, construida con pequeños nódulos calizos trabados con arena y cal. El specus tiene una anchura de 0,20 m y una altura de 0,18 m, y tanto su interior como la parte superior de las paredes muestran un sólido revestimiento de opus signinum. Con independencia de las características tipológicas y edilicias, que permiten datar estas estructuras en época imperial romana, la excavación no ha podido aportar mayores precisiones cronológicas sobre su fecha de construcción463. Sin embargo, en un determinado momento se acometió una profunda remodelación que afectó al extremo meridional del depósito hidráulico. A 9 m de distancia del lado Sur, y a la altura del cuarto par de contrafuertes, se efectuó una compartimentación del receptáculo mediante la disposición de una recia estructura de opus caementicium muy rico en cal (Fig. 279). Presenta una planta en forma de “U” invertida, de modo que el muro Norte, de 3,80 m de longitud por 1,25 m de anchura, se prolonga en su contacto con las paredes del depósito mediante dos recios “contrafuertes” de 1,60 m de longitud por 1,15 m de anchura, que generan un pequeño espacio “absidal” de 1,70 x 1,20 m. Para encastrar esta estructura y dar cierta trabazón a ambas fábricas, se efectuó una roza vertical de las paredes del depósito, que a su vez fueron utilizadas como encofrado perdido. A diferencia de lo visto para el depósito de la fase original, el receptáculo meridional resultante de esta compartimentación fue totalmente revestido con un excelente opus signinum464, aplicado también a los boceles de ¼ de esfera dispuestos en todas sus aristas. Esta reforma está acompañada de dos actuaciones en extremo significativas. En primer lugar, en el espacio “absidal” dispuesto en el lado Norte se recorta y elimina el fondo del primitivo depósito hasta alcanzar un estrato de margas im-

463  Esto se debe en buena parte a que la técnica constructiva del opus caementicium vertido directamente sobre la zanja de fundación, empleada como encofrado exterior, impide la presencia de cualquier artefacto contemporáneo en la zanja de cimentación. Sólo en los escasos puntos en los que, por desplome del terreno, fue preciso recurrir a un encofrado exterior ha sido posible excavar el ulterior relleno de la cimentación. Por desgracia, este sedimento se ha mostrado absolutamente estéril. 464  Este signinum muestra una tonalidad rosácea y un aspecto diferente al empleado en el fondo y las medias cañas de la primera fase.

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permeables.465 En paralelo, se abre un segundo desagüe en el ángulo suroccidental del receptáculo, 0,20 m por encima del primitivo, y se rehace la canalización de salida mediante una fábrica de mampostería trabada con barro y escasa cal, de peor factura que la precedente, que queda englobada en la nueva. El interior de la nueva conducción, que conserva unas dimensiones de 0,70 m de altura por 0,40 m de anchura, presenta un revestimiento hidráulico de escasa calidad. La compartimentación del primitivo depósito y las reformas operadas en el nuevo receptáculo definido en el extremo meridional, de 9 m de longitud por 3,80 m de anchura y 2,50 m de altura, no supusieron la anulación de la parte septentrional, como lo prueba la disposición de nuevos boceles de ¼ de esfera en las aristas y el revestimiento con opus caementicium del paramento Norte del muro de compartimentación. Además, ambos receptáculos debieron funcionar conjuntamente, como se deduce de las dos perforaciones practicadas en el muro medianero con el fin de comunicarlos. La primera, se sitúa apenas unos centímetros por encima del nivel del fondo y tiene un diámetro de 0,05 m, en tanto que la segunda, situada 0,30 m por encima de la primera, presenta un diámetro de 0,10 m. Una placa de plomo encastrada en el fondo del depósito, justo delante de los orificios, así como graves desperfectos alrededor del más alto, resultantes de la violenta extracción de algún elemento metálico, apuntarían a la presencia de un dispositivo regulador del paso del agua entre ambos receptáculos, dispuesto en el lado septentrional del muro de compartimentación. Con este proceder, se debió conseguir incrementar de un modo notable las reservas de agua (Fig. 280). Así, mientras que en la parte septentrional se continuaba almacenando parte del agua traída mediante la canalización de un pequeño manantial, en la parte meridional se forzó una surgencia artificial para aprovechar el agua subterránea que, merced a la pendiente del terreno y al contacto entre terrenos de diferente naturaleza, aquí manaba a escasa profundidad. Mientras que en la primera fase se aprecia un equilibrio entre el volumen de agua entrante (a través de una tubería cerámica de 6 cm de diámetro) y el saliente (orificio de salida de 10 cm de diámetro que desagua en una canalización con un specus de 20 cm de anchura por 18 cm de altura), en la segunda fase la capacidad de desagüe se incrementó notablemente, con un orificio de c. 20 cm y una canalización con unas dimensiones interiores de 40 cm de anchura por 70 cm de altura. En nuestra opinión, este hecho debe ponerse en relación con el incremento en el caudal de agua disponible merced a la nueva captación

465  Estas margas se encuentran inmediatamente por debajo del rudus de mampuestos calizos y arcilla que sirvió de preparación para la capa de hormigón, de 0,30 m que define la base del depósito. La rotura intencional del fondo del depósito sólo pudo estar motivada por el deseo de alcanzar el nivel freático, aquí muy superficial al aprovechar el contacto entre un estrato margoso impermeable y los colusiones cuaternarios, permeables, que se le superponen. Esta surgencia artificial aprovecharía la suave pendiente del terreno para almacenar una buena provisión de agua.

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Fig. 280. Infografía 3D de la estructura hidráulica “A” (elaboración J. L. VAQUERIZO, © Convenio GMUUCO.).

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in situ, lo que obligó a dotar al depósito de un auténtico acueducto capaz de evacuar el agua. Estas reformas parecen realizarse en un momento avanzado, tal vez de los siglos III o IV a juzgar por las características constructivas de la nueva canalización de desagüe, debiendo ponerse en relación con un incremento en las necesidades de agua del fundus, bien por la ampliación de la zona agrícola irrigada o, más probablemente, por las necesidades de aprovisionamiento del área residencial de la villa466. En este mismo sistema hidráulico se encuadraría un segundo depósito situado a 550 m al Sureste del que acabamos de analizar (Fig. 281). Tiene una planta cuadrangular y unas dimensiones notablemente inferiores: 7,55 x 7,36 m Muestra una orientación Noroeste-Sureste y sus muros, de opus caementicium presentan una serie de cuatro contrafuertes exteriores en cada uno de sus lados. El receptáculo fue provisto de boceles de ¼ de esfera en todas sus aristas y tanto el fondo como las paredes recibieron un revestimiento de opus signinum. La salida de agua se situaba en el centro del lado Sureste, evacuándose mediante una canalización de pequeños nódulos calizos trabados con cal y con revestimiento interior de opus signinum, en todo similar a las ya vistas en relación con el gran depósito hidráulico. Del punto de entrada del agua no se ha conservado ninguna evidencia dada la escasa altura que muestran los muros, si bien por lógica debió estar situada en el lado Noroeste. El fondo del depósito se sitúa a la cota de 135,20 m (11,73 m más bajo que el del otro). Esta estructura ha debido estar en uso hasta un momento relativamente avanzado, indudablemente postmedieval, si tenemos en cuenta las numerosas reparaciones que presenta y el hecho de que hasta hace pocos años, en que fue sepultado bajo una escombrera, aún se mantuviera visible en superficie467. No ocurre lo mismo con el mayor de los depósitos excavados, que se vio definitivamente amortizado y soterrado en un momento que cabe situar entre el s. VII y el VIII468. Fig. 281. Estructura hidráulica “B”. Fotografía: F. CASTILLO.

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466  Villae con una cronología similar son conocidas en el entorno inmediato de Corduba, muchas de ellas con una pars urbana que podía incluir un balneus. Su perduración durante los siglos V a VII resulta también evidente, alcanzando muchas de ellas la etapa islámica. Una de ellas, con una ocupación romana, visigoda e islámica, ha sido recientemente excavada, en el marco del Convenio GMU-UCO por S. Vargas en el Parque Tecnológico de Rabanales, 5 km al Noreste de las primitivas murallas romanas de Córdoba. 467  Estructuras de opus caementicium similares a la que nos ocupa han tenido una dilatada perduración, como lo prueba, por ejemplo la denominada “alberca califal del Cañito de María Ruiz”, depósito fabricado en opus caementicium al que en época islámica se le adosó un revestimiento de ladrillo simulando arcos entrelazados. Otro de estos grandes depósitos, localizado en la finca El Castillo, entre Córdoba y Madinat al-Zahra, aún sigue utilizándose para el almacenamiento de agua. 468  La secuencia de los depósitos acumulados en el interior de esta cisterna es del máximo interés, si bien las conclusiones extraídas son por el momento provisionales al no haberse concluido el estudio definitivo. En síntesis, cabe diferenciar dos grandes paquetes. El primero se corresponde con sedimentos arcillosos que contienen materiales cerámicos fechables en un dilatado período que

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De lo expuesto podemos concluir, con poco margen de dudas, que ya en época imperial romana existía en esta zona un fundus con un sofisticado sistema hidráulico que incluía la captación de veneros, su canalización mediante pequeños acueductos y su almacenamiento en grandes cisternas, desde las que, a su vez, se repartía hasta los terrenos de cultivo mediante una nueva red de canalizaciones. Un sistema de estas características estaba vigente a mediados del s. XIV, y aún hoy continúa funcionando en la Huerta de la Arruzafa a partir de la captación realizada en época romana. En él, la “línea de rigidez” viene definida, en primera instancia, por la cota de la captación (178 m), que lleva el agua hasta una acequia principal de distribución con traza Oste-Este y situada a una cota de c. 169,90, bajo la que se disponen dos albercas de 14 x 5,50 y 13,50 x 5,30 m, construidas sobre sendas terrazas y capaces de almacenar el agua hasta una cota de 169,70 y 168,80 m respectivamente. Un gran pozo de noria situado al Suroeste permitía incrementar el volumen de agua disponible, alimentando la red mediante una canalización cuya cabecera se sitúa a 170,72 m y que se unía a la acequia principal en el mismo punto en que desaguaba el acueducto (cota 169,90). Por debajo de la acequia principal y de las albercas, una red de acequias secundarias distribuía el agua por los bancales conformados por pequeños muros de aterrazamiento hasta el extremo meridional de la huerta, a una cota comprendida entre los 154 y los 150 m (Figs. 272 y 274). En nuestra opinión, y de acuerdo con la evidencia arqueológica e histórica disponible, este complejo representa la última pervivencia de un sistema hidráulico de mayor extensión y que originalmente incorporaba los terrenos situados más al Sur, recientemente urbanizados y donde los trabajos arqueológicos aún en curso demuestran la presencia de los mismos elementos integrantes del sistema ya desde época romana, incluyendo captaciones desde las que se conduce el agua hasta grandes depósitos de almacenamiento y de redistribución, complementados por toda una red de canalizaciones. A ellos se añadirán, ya en época omeya, nuevas acequias, muros de aterrazamiento y al menos un gran edificio residencial de 50 m de lado, además de una tapia delimitadora del recinto, elementos todos ellos definitorios de la unidad de producción agropecuaria periurbana denominada almunia469. El segundo factor a tener en consideración es la red viaria que la ligaba con la ciudad. Ya hemos indicado cómo los textos árabes sitúan al-Rusafa a escasa distancia al Noroeste de Córdoba. De ellos, quizá el más esclarecedor, desde el punto de vista topográfico, sea el de Yacub: “La mejor ciudad en todo al-Andalus es Córdoba. No hay otra ciudad semejante a ella en el Magrib por lo que a densidad de población y alta consideración se refiere. Se dice que es como uno de los dos sectores de Bagdad, y si no es así, es muy parecida a ella. Está bien defendida por una muralla de piedra. Posee dos puertas abiertas en la misma muralla de piedra en dirección al camino que conduce a la Ruzafa por el arroyo. La Ruzafa comprende viviendas que están en la parte más alta de la ciudad, que se comunican con las situadas en la parte más baja de su arrabal”470.

abarca desde el siglo II al V d.C. Entre éstos destacan dos recipientes cerámicos con varios ungüentarios de vidrio en su interior y que deben corresponder a una ofrenda cultual, práctica frecuente en este tipo de construcciones. Sobre estos depósitos se produce, en el extremo septentrional, el derrumbe de un tramo del muro oriental, al que se asocian materiales más tardíos arrastrados junto a sedimentos procedentes de la zona nororiental alrededor del depósito. Aparte de materiales cerámicos poco precisos desde el punto de vista cronológico pero tardíos, encontramos un conjunto de tegulae con las pestañas poco desarrolladas, muy características de contextos de la segunda ½ del s. VIII en el arrabal emiral de Saqunda. Con posterioridad continuó el proceso de desplome de bloques de caementicium y de colmatación definitiva de la estructura, de la que sólo quedó visible el muro de compartimentación revestido de opus signinum. 469  A este sistema hidráulico también es posible adscribir una pequeña laguna que hasta 1956 aún existía en el extremo Noreste del actual Plan Parcial O-1, y que en la cartografía topográfica de 1928 sirve de nacimiento a un arroyuelo. 470  Yaqut, Mu’yan-Buldan, IV, 58-61, Beirut; traducción de Gamal al-Karim, “La España musulmana en la obra de Yaqut”, Cuadernos de Historia del Islam, VI, 1974, p. 244.

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De este texto se deduce que la zona de al-Rusafa se encontraba bien comunicada con la Medina a través de un camino que conducía a las dos puertas que se abrían en el flanco occidental471. De la única puerta existente en época omeya en el lienzo Norte de la muralla, la Bab al-Yahud, partía un camino con dirección a la Sierra que se encuentra documentado ya en época romana472 y que desde al menos el s. XIX se ha conocido como Camino del Pretorio (Fig. 282). Este camino se ha mantenido en uso hasta mediados del siglo XX, cuando la urbanización de los terrenos de Huerta de San Rafael, Santa Rosa y Valdeolleros lo hizo desaparecer, si bien se encuentra fosilizado en el trazado de varias calles. En el primer tramo de este camino, inmediatamente frente a la Bab al-Yahud, se localizaba una necrópolis en uso desde época romana hasta el s. XIII. Avanzando hacia el Norte, el camino se bifurcaba. Hacia el Este se localizaba el gran cementerio islámico de Umm Salama y, más allá, un área industrial con numerosas alfarerías, además de algunos pequeños arrabales, posiblemente pertenecientes a la comunidad mozárabe. A Poniente en cambio debía localizarse un área escasamente urbanizada, y más allá un sector ocupado por las primeras almunias más próximas a la ciudad por este lado, ya alcanzadas por el desarrollo de los arrabales septentrionales a mediados del s. X.473 A unos 2 km de la puerta, el camino alcanzaba las primeras pendientes de la Sierra, cruzando el denominado Arroyo del Moro en un punto en el que confluían, junto a éste, otros dos caminos. A su vez, y desde este punto, el camino se bifurcaba. Uno se dirigía hacia el Noreste (Camino de Santo Domingo), otro hacia el Norte (el Camino del Pretorio), y otro hacia el Oeste (camino de la Arruzafa). Desde esta encrucijada y bajando hacia el Sur, en dirección a la Medina y al río, encontramos la traza de otro camino que discurría paralelo al Arroyo del Moro hasta su desagüe en el Guadalquivir, aguas abajo del puente y frente al ángulo suroccidental de la muralla de Córdoba474. Constituye éste el camino mencionado por Yacub y desde él se accedía a las dos puertas abiertas en el flanco occidental de la muralla, la Bab ‘Amir al Norte y la Bab al-Chawz al Sur.475 Frente a ambas puertas se disponían sendos cementerios, de los que el más antiguo e importante era el situado frente a la Bab ‘Amir, recibiendo ambos su nombre de ‘Amir al-‘Adari al-Qurasi, uno de los primeros musulmanes asentados en Qurtuba476. 471  Sobre las puertas de la Medina de Qurtuba sigue siendo fundamental el trabajo de M. Ocaña, “Las puertas de la madina de Córdoba”, Al-Andalus III, 1935, pp. 143-151. Con posterioridad sólo cabe reseñar las aportaciones realizadas por Zanón (Topografía de Córdoba almohade a través de las fuentes árabes, Madrid, 1989) y por J. Escudero, J. A. Morena, A. Vallejo y A. Ventura, “Las murallas de Córdoba. El proceso constructivo de los recintos desde la fundación romana hasta la Baja Edad Media”, en F. García Verdugo y F. Acosta (coord.), Córdoba en la Historia. La construcción de la urbe, Córdoba, 1999, pp. 201-224, quienes sólo añaden pequeñas matizaciones al análisis realizado por el gran arabista cordobés. 472  Posiblemente en su origen fuera un camino minero para el aprovechamiento de los cotos metalíferos de la Sierra, como se desprende del estudio efectuado por A. Ventura: “Susum ad Montes S(ocietatis) S(isaponensis): nueva inscripción tardorrepublicana de Corduba”, AAC 4, 1993, pp. 49-61. Para la contextualización de esta puerta en la topografía de la ciudad romana y en la ordenación del espacio suburbano inmediato, cfr. J. F. Murillo, “Topografía y evolución urbana”, en X. Dupré (ed.), Las capitales provinciales de Hispania. 1. Colonia Patricia Corduba, Roma, 2004, pp. 39-54. 473  Murillo et alii (2004a) op. cit. p. 263. 474  El arroyo del Moro fue utilizado ya en el momento de la fundación romana, en el segundo cuarto del s. II a.C. para proteger el lado occidental de la muralla, actuando como foso ante ésta. En paralelo al arroyo discurría una calzada que ha sido recientemente documentada, constituyendo el límite del suburbio existente inmediatamente al Oeste. La colmatación del foso, al que vertían cloacas tanto de la ciudad como del vicus occidental, como consecuencia de la falta de mantenimiento una vez perdida su funcionalidad defensiva en época imperial explican el progresivo desplazamiento del cauce del arroyo hacia Poniente. Así, en época islámica, cuando se configura un cementerio frente a la Bab ‘Amir, el camino se había desplazado hacia el Oeste, sobre el lugar que en época romana estuvo ocupado por dos grandes monumentos funerarios, en ese momento ya soterrados bajo varios metros de sedimento. Igualmente, sobre la traza de este camino se construyó en época bajomedieval un nuevo puente que sustituyó al romano, localizado más al Este, ante la puerta y sobre el foso (cfr. J. F. Murillo et alii, “Intervención arqueológica en el Paseo de la Victoria. Campaña 1993”, AAA ’94, vol. III, pp. 69-83). 475  Murillo et alii (2004a) op. cit. p. 264. 476  Para este personaje contamos con varias referencias en los agitados años de mediados del s. VIII que precedieron a la instauración del emirato de ‘Abd al-Rahman I (cfr. Manzano (2006), op. cit. pp. 155, 156, 162, 168 y 281). Nos interesa especialmente la noticia extraída del ‘Ajbar Machmuâ (traducción de E. Lafuente, Madrid, 1867, pp. 67-68), relativa a la

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Fig. 282. Madinat Qurtuba a finales del s. X. 1.- Aqua Vetus; 2.- Ramal de Vallehermoso; 3.- Acueducto de Santa Ana de la Albaida; 4.- Aqua Nova; A.- Camino de los Nogales; B.- Camino “Intermedio”; C.- Camino Viejo de Almodóvar; D.- Camino de El Alcaide; E.- Camino de Casillas; F.- Camino “de las Almunias”; G.- Camino de El Pretorio; H.- Camino del Arroyo del Moro; I.- Camino de La Albaida; J.- Camino de Turruñuelos; K.- Camino Viejo de Trassierra. © Convenio GMU-UCO.

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Como hemos indicado, este camino discurría paralelo al arroyo del Moro hasta su unión con el Camino del Pretorio en el punto ya descrito. Sin embargo, antes de este punto, y a unos 600 m del ángulo noroccidental de la Medina, el camino se bifurcaba hacia Poniente en dirección a Santa Ana de la Albaida, limitando por el Suroeste los terrenos de la Arruzafa. De la antigüedad de este camino tenemos una evidencia patente en la documentación arqueológica. Así, del ramal septentrional, que discurría en paralelo al Arroyo del Moro, conocemos una villa romana con posible ninfeo monumental en la Avenida del tenor Pedro La Virgen, junto al Jardín de las Moreras, un cementerio tardoantiguo-visigodo entre la C/ Teruel y la Avenida de la Arruzafilla, y un cementerio y arrabal islámicos entre la C/ Margarita Xirgú y la Avenida del Brillante. Para el ramal occidental, conocemos un arrabal islámico a lo largo del eje marcado por la carretera de Trassierra, desde la Glorieta de Las Margaritas hasta la Glorieta de Amadora, así como una almunia, un cementerio y un área alfarera recientemente excavados en los terrenos urbanizados en el PERI MA-9a y en los Planes Parciales MA-1.2 y O-4. Además, este camino discurre en paralelo al Acueducto de Santa Ana de la Albaida, también denominado como Fons Aurea, el tercer gran acueducto romano conocido para el abastecimiento de Colonia Patricia y posteriormente reutilizado en época de al-Hakam II para llevar agua a la Mezquita Aljama477. El tercer factor esencial a la hora de determinar la localización precisa de al-Rusafa lo obtendremos del análisis del contexto suburbano del cuadrante Noroccidental de Madinat Qurtuba. Ya en las páginas anteriores hemos hecho algunas referencias a la contextualización arqueotopográfica de los terrenos del Plan Parcial O-1 en los que estamos convencidos debe situarse, siguiendo por otro lado la tradición historiográfica cordobesa, al-Rusafa. Sin embargo, creemos necesario extendernos ahora sobre determinados aspectos que nos permitirán cerrar la argumentación de tipo arqueológico que sustenta la hipótesis defendida. Para ello comenzaremos con un análisis microespacial del sector más occidental del arrabal situado inmediatamente al Sur de la gran almunia omeya y correspondiente a una postrera y tardía expansión del rabat al-Rusafa, ya configurado desde época emiral a partir de un núcleo inicial localizado al Sureste de la almunia, junto al camino y arroyo de al-Rusafa (posteriormente conocido como Arroyo del Moro), y el camino de Santa Ana de la Albaida (Fig. 283). Por último, aumentaremos la escala de análisis, para definir conjuntamente el proceso histórico seguido por la almunia y el arrabal de al-Rusafa, contextualizándolo en el conjunto de las áreas suburbanas y periurbanas de Madinat Qurtuba.

Análisis urbanístico y arquitectónico del sector occidental del arrabal de al-Rusafa Tras el análisis que acabamos de efectuar de la información disponible sobre la almunia y arrabal de al-Rusafa, nos proponemos reducir la escala de nuestra investigación, centrándonos en un sector de este arrabal, situado concretamente en su extremo occidental, a escasos 1.000 m del complejo conformado por Turruñuelos-Huerta de Santa Isabel Oeste. La elección de esta parte del arrabal ha estado motivada por las peculiaridades que observamos en su trama urbana y por su cronología, de las últimas décadas del s. X y primeros años del XI, que lo convierten en un postrero desarrollo del Rabat al-Rusafa, más allá de las áreas industriales destinadas a la producción cerámica que durante la mayor parte del s. X habían marcado el límite occidental del arrabal.

fundación de una “ciudad” a Poniente de Córdoba, en el contexto del conflicto entre sirios y yemeníes del segundo ¼ del s. VIII. Más que de una ciudad, lo que ‘Amir debió hacer es fortificar una de las grandes propiedades (germen de las posteriores almunias, pues no en vano en el texto se la califica de huerta) existentes al Oeste de la Medina. El hecho de que se la denomine Qanat Amir posiblemente haga referencia a la presencia de un acueducto, que en estas fechas debía tener un origen romano, como principal elemento distintivo del antiguo fundus. 477  M. Moreno et alii, “Nuevos datos sobre el abastecimiento de agua a la Córdoba romana e islámica”, Arte y Arqueología 4, Córdoba, 1996, pp. 13-23.

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Fig. 283. Planimetría del arrabal califal de al-Rusafa. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 284. Planta del sector occidental del arrabal de al-Rusafa excavado en el Plan Parcial O-4. © Convenio GMU-UCO.

La trama del arrabal (Fig. 284) viene marcada por la presencia del camino que discurría en sentido Este-Oeste por su extremo meridional, el conocido hoy día como “carril de los toros”, que a su vez estaba fosilizando un camino romano de carácter secundario, un limes478. El ancho del camino asciende a los 10 m al menos en el tramo que se ha documentado en la mitad del plan parcial, concretamente en la manzana 19. En algún punto al Este, la orientación varía sensiblemente hacia el NE, coincidiendo con el cambio de funcionalidad en los terrenos excavados. Dicho cambio de orientación está relacionado con la conexión del camino con el que se dirigía a al-Rusafa situado un poco más al Este (calle 8). El límite oriental de este sector del arrabal coincide con el cauce de un pequeño arroyo y con la presencia de alfares y la consiguiente proliferación de hornos e infraestructuras necesarias para esta actividad479. El borde septentrional viene marcado por la presencia de un muro con igual orientación a la del arrabal, y a partir del cual no se han documentado más estructuras de hábitat. Probablemente hacia occidente el arrabal se extendía un poco más, con otra hilada de manzanas similares a las excavadas, que constituirían el cierre del arrabal por ese extremo. Más complicado se presenta el límite meridional, que en ningún caso estuvo marcado por el ya mencionado camino, por cuanto al Sur del mismo continúan las estructuras pertenecientes al arrabal, lo que coincide con las noticias relativas a la localización de un área de arrabal cuando a finales de los años sesenta del siglo pasado se construyó el barrio del Parque Figueroa. La ordenación interna se caracteriza por la presencia de un sector densamente ocupado con viviendas y configurado en varias manzanas, ninguna de ellas excavada en su totalidad, a pesar de esto se han podido restituir al menos seis con total seguridad y otras seis parcialmente480. Todas ellas presentan plantas más o menos rectangulares y su tamaño varía poco entre unas y otras, oscilando en torno a los 2000 m². La trama interna de esta parte del arrabal se configura a partir de dos viales con dirección NW-SE, los ejes vertebradores del arrabal (calles 1 y 2). El más occidental presenta una anchura de 6 m y el otro 478  Cfr. J. M. Bermúdez (1993a); “La trama viaria propia de Madinat al Zahra y su integración con la de Córdoba”, A.A.C., 4, pp. 259-254, y los trabajos de M. C. Rodríguez y M. Martagón contenidos en el primer volumen de esta monografía. 479  Cfr. la colaboración de J. M. Cano, E. León Pastor y E. Salinas en este mismo volumen. 480  Sólo se han excavado las superficies correspondientes a dos viales, a la ampliación de un tercero y a la manzana 18 (destinada a VPO) de este sector del Plan Parcial O-4 (Cortijo del Cura). En los viales las estructuras arqueológicas han sido protegidas y conservadas bajo el viario, tras modificarse sus rasantes y eliminarse las infraestructuras de saneamiento y abastecimiento que pudieran afectarles. En la manzana 18, se modificó, mediante un Estudio de Detalle, la ordenación inicialmente prevista, conservándose la mayor parte del arrabal bajo la zona libre de edificación así obtenida.

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justo la mitad. Perpendiculares a estos, y definiendo los lados mayores de las manzanas, aparecen hasta nueve calles paralelas de similar longitud y anchura entre ellas, 3 m y que en ningún caso se prolongan por la manzana siguiente (calles 3-7/9-11). Probablemente este esquema responde a cuestiones sociales, culturales y religiosas, concretamente al concepto de privacidad y respeto a la intimidad familiar. Este tipo de urbanización reduciría el tránsito por las calles más estrechas a favor de las que discurren en sentido N-S, verdaderos ejes de comunicación interna del arrabal. Dichas manzanas están divididas en dos hiladas de casas, que comparten medianera entre ellas. La longitud de las mismas es similar, variando hasta en 8,5 metros la anchura de sus fachadas, localizándose las mayores en las esquinas de las manzanas. Para este estudio hemos seleccionado sólo aquellas donde se observan total o parcialmente varias viviendas, concretamente las denominadas manzanas 1, 2, 7 y 9. En la n.º 3 aparecen numerosas estructuras que responden a un edificio de morfología más compleja e íntimamente relacionado con el primitivo acueducto romano y la reutilización del mismo. A partir de lo expuesto anteriormente podemos establecer una tipología de calles atendiendo a la entidad de las mismas, su funcionalidad y localización dentro de la configuración del arrabal. Grupo 1. Las principales corresponden a los caminos que ponen en contacto la Medina con los arrabales y los que conectan unos con otros. La anchura de estos varía considerablemente, entre los 11 y los 4 metros. Su pavimentación suele ser de gravas de pequeño tamaño, aunque en algún caso concreto es mucho más elaborada, recurriéndose a pequeñas losas de caliza. Grupo 2. En segundo lugar aparecen aquellas calles que marcan la organización interna del arrabal con una anchura que oscila entre los seis y tres metros y una longitud que en ocasiones se prolonga bastante, en algún caso se han documentado hasta 200 m. En varios sectores del Yanib al-Garbi, éstas calles suelen discurrir N-S, modificándose en otros a otra orientación NW-SE. Generalmente, y dependiendo de las dimensiones de las manzanas, desde ellas no suele haber acceso a las viviendas. Grupo 3. Las de este grupo son perpendiculares a las anteriores y en la mayoría de ocasiones cuentan con las mismas dimensiones en anchura, sin embargo, su longitud está mucho más definida, aunque en alguna ocasión superan los 80 m siempre se encuentran delimitadas por dos de las calles que discurren en perpendicular a ellas. Su orientación es E-W o NE-SW. El acceso a las viviendas se realiza desde ellas y estas se encuentran plagadas de estructuras relacionadas con la evacuación de aguas residuales de las mismas (letrinas, canalizaciones). Grupo 4. Un último grupo sería aquel cuyas calles no superan los dos metros de ancho. Corresponde a adarves y calles de manzanas de gran tamaño y generalmente de planta cuadrada, donde el desarrollo y crecimiento de las mismas ha dejado viviendas sin acceso directo desde las calles del grupo anterior. De las once calles identificadas la 8 formaría parte del Grupo 1, la 1 y la 2 se enmarcarían dentro del Grupo 2 y las restantes lo harían en el Grupo 3. Tipología de las viviendas El análisis del arrabal se ha sistematizado a partir de la tipología que se estableció en otro trabajo anterior481 ampliando la misma y modificando la numeración de los tipos debido a la identificación de otros nuevos. Concretamente el Grupo 1 pasaría a ser el Grupo 2, y el que establecimos en 2008 como grupo 2 pasaría a ser Grupo 3.

481  Cfr. A. Cánovas, E. Castro y M. Moreno (2008), “Análisis de los espacios domésticos en un sector de los arrabales occidentales de Qurtuba”, Anejos de AAC, 1, pp. 201-220.

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Estos tipos se establecen a partir del número de crujías que componen la planta de la vivienda, contando con que todos ellos cuentan con un patio. Además en cada uno de ellos se han tenido en cuenta otros elementos como la longitud de la fachada y áreas de los diferentes espacios calculando las proporciones de las mismas dentro del conjunto de la planta del edificio. Se han tenido en cuenta otros aspectos como la presencia o no de andén perimetral en los patios; de letrina y pozo negro al exterior; evacuación de aguas desde el patio y presencia de pozos de agua. Previamente queremos indicar que algunas de las características propias de dichos grupos no se han podido corroborar en este arrabal, debido al alto grado de arrasamiento de las estructuras. Los espacios definidos han sido: patio, salón-alcoba482, zaguán, letrina, espacio auxiliar483 y crujía lateral484. Grupo 1: Se caracterizan por presentar una única crujía. En el caso del arrabal de Saqunda esta se dispone indistintamente delante o detrás del patio.485

Fig. 285. Casa del tipo 2A. © Convenio GMU-UCO.

Grupo 2: Presentan dos crujías: la de fachada y la de fondo. La planta tiene tendencia rectangular bastante alargada en la que el patio ocupa la mitad de la superficie de la casa y se ubica en el centro. El primer dato que llama la atención es la estrechez de la fachada con respecto a la profundidad del solar. Este grupo presenta, asimismo, dos subtipos. – Grupo 2A (Fig. 285). La longitud de la fachada está en torno a los 5 m. Las plantas son extremadamente alargadas, por lo que nos encontramos tan sólo con el zaguán y la letrina en la crujía de fachada y salónalcoba en la de fondo. El patio, en posición centrada, no siempre tiene andén perimetral. En cuanto a los porcentajes medios de dichos espacios dentro de la planta, destaca el patio con prácticamente el 50% de la superficie total de la planta, el salón-alcoba con un

Fig. 286. Casa del tipo 2B. © Convenio GMU-UCO.

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482  Estos dos espacios se han unificado identificándose con la crujía trasera de las viviendas ya que en gran número de ocasiones éste cumple las dos funcionalidades. En el caso de que ambos se encuentren diferenciados se ha indicado la compartimentación. 483  Con este se han identificado todos aquellos espacios que se disponen en la crujía de acceso a la vivienda, y que hoy por hoy, en la inmensa mayoría de los casos es imposible determinar una funcionalidad concreta para los mismos. 484  Este espacio se ha identificado en los grupos 3 y 4 y corresponde a las crujías dispuestas en perpendicular a las de fachada y trasera, por lo que son más estrechas que ellas y se adaptan a la presencia de las mismas. 485  Cfr. M. T. Casal (2008), “Características generales del urbanismo cordobés de la primera etapa emiral: el arrabal de Šaqunda”, Anejos de AAC, 1, pp.109-134.

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22%, el zaguán con un 11% y le letrina con 5,6 %. En cuanto a la superficie total de la planta no suele superar los 50 m². – Grupo 2B (Fig. 286). La fachada está en torno a los 6 m de longitud, lo que propicia una mayor compartimentación del espacio interno de la casa. En la crujía de fachada, junto al zaguán y la letrina, se documenta una estancia más, de difícil interpretación funcional. Por otra parte, en la crujía del fondo encontramos, en la mayoría de los casos el salón y la alcoba, separados por un estrecho muro y un vano sin puerta. Todos los patios presentan andén, generalmente perimetral, y en algún caso en sólo dos lados. Los porcentajes son similares al anterior en el caso de los patios con un 53 % y en el del salón-alcoba con un 23%, sin embargo, tanto zaguán como letrina reducen sus dimensiones considerablemente al 6% y 3,3% respectivamente, debido a la introducción de un nuevo espacio auxiliar en la crujía de acceso a la vivienda, espacio que ocupa un 9,6% del espacio total de la casa. La media de la planta es de 72 m², sin embargo, en algún caso esta llega a alcanzar los 100 m². Además, este es el grupo predominante dentro del sector analizado. Grupo 3 (Fig. 287): Las casas de este grupo tienen tres crujías. Su planta es de tendencia cuadrangular y en ellas la proporción del patio es de un tercio. La longitud de la fachada está en torno a los 10 m. La crujía de fachada cuenta con zaguán, letrina y un espacio auxiliar. La crujía del fondo siempre está compartimentada, presenta un espacio identificado como salón y otro como alcoba cuya disposición a un lado u otro de la crujía parece ser indiferente. La tercera crujía se construye en uno de los lados del patio, en posición transversal al eje de la calle desde la que se accede, desplazando el patio a un lado de la planta. Suele estar dividida en varios espacios, en general de reducidas dimensiones y de tendencia cuadrangular. Como en el grupo anterior, el patio cuenta, en ocasiones, con andén perimetral.

Fig. 287. Casa del tipo 3. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 288. Comparación de la superficie total en relación con la longitud del fondo de las viviendas. © Convenio GMU-UCO.

En cuanto al porcentaje de los espacios dentro de la vivienda (Figs. 288 y 289) se asemejan bastantes a los del grupo 2B salvo en el caso del patio que se ve reducido a un 35% del total de la superficie. El salón-alcoba ocupa el 21%, el zaguán un 5,5%, la letrina al 3% el espacio auxiliar al 6,3% y por último la crujía lateral que ocupa el 15% de la superficie total de la planta de la vivienda, y cuya construcción implica la reducción en las proporciones del pa-

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Fig. 289. Porcentaje de los principales espacios domésticos en relación con la superficie total de la vivienda. © Convenio GMU-UCO.

tio. Todas las viviendas presentan una planta superior a los 100 m² y aunque aparecen en cualquier disposición dentro de la manzana es común que lo hagan ocupando las esquinas de las mismas. Grupo 4: En este son cuatro las crujías dispuestas en torno al patio y su frecuencia es mucho menor que la de los dos grupos anteriores. Las dimensiones de los espacios son similares a los del grupo 3, variando tan sólo la longitud de su fachada y la superficie total de su planta, mayor que la de dicho grupo, precisamente por la presencia de una crujía lateral más486. Análisis de las viviendas (Figs. 290 y 291) Para su identificación se les ha asignado en primer lugar el número de la manzana, en segundo otro dígito a partir del uno (1.1.). En el caso de aquellas viviendas que se vieron modificadas en una fase posterior, generalmente con la subdivisión de su planta en dos nuevas de menor tamaño, a la numeración anterior se ha añadido un nuevo dígito a continuación de los anteriores (1.1.1/1.1.2.). MANZANA 1 Está ubicada al Norte de la calle 3 y al Oeste de la calle 2. Se han estudiado un total de siete casas, de planta rectangular y con dimensiones que oscilan entre los 59 m² y los 107 m². El nivel de arrasamiento es bastante elevado, por lo que en las n.º 1.2 y n.º 1.3 no quedan restos de la compartimentación, sólo se ha identificado su perímetro. Fase 1 En esta manzana se conservan los restos de cinco casas edificadas en un primer momento constructivo. 486  En las recientes intervenciones realizadas en el sector de Poniente de Córdoba, se han documentado ejemplos de este tipo.

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Fig. 290. Distribución de las viviendas en la Fase 1. © Convenio GMUUCO.

Fig. 291. Distribución de las viviendas en la Fase 2. © Convenio GMUUCO.

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Casa 1.1. Tiene 6,5 m de fachada. En la primera crujía contaba con zaguán (5,12 m²), letrina (1,94 m²), y espacio auxiliar (5,4 m²) por lo que pertenece al Grupo 2. Además, en ella se han identificado el patio (39 m²) y la crujía de fondo donde estaría localizado el salón-alcoba (15,3 m²), cuya separación parece estar indicada por los restos de un muro que divide la crujía en dos espacios diferentes. Cabe añadir que en el patio aparece una estructura que bien podría tratarse de la banqueta de preparación para el andén, ésta sólo aparece en el lado Norte de dicho espacio. Además en esta estancia se han hallado los restos de un pozo de agua cercanos al lado oriental. Por otro lado, se ha conservado en el espacio de la letrina parte del pavimento de ésta y restos de la estructura. Esta casa tendría una superficie total de 73 m². Se han documentado una serie de atarjeas que evacuarían desde el patio el agua residual hacia la calle 3, donde habría una canalización pública de mayor entidad. Se trata de dos canalizaciones de atanores que discurren bajo los espacios de la primera crujía dirección NO-SE. El acceso a la vivienda se realizaría desde la calle 3, pero no podemos asegurar en qué lugar del muro de fachada se abriría el vano de entrada, debido al grado de arrasamiento de las estructuras. Desde el zaguán se accedería al patio, situado a continuación de la crujía, a través de una supuesta puerta abierta en el muro de separación entre ambos. Parece que estuvo en el centro del muro pero ligeramente desplazado hacia el Oeste. A la letrina y al espacio auxiliar de la primera crujía se accedería casi con toda probabilidad desde el zaguán pero estos accesos no se han conservado. Una vez en el patio se entraría al salón-alcoba cruzando el vano localizado en el muro de separación entre el patio y la crujía de fondo, abierto en el centro de éste. La conexión entre el salón y la alcoba debió de hacerse a través de una puerta existente en un lugar indeterminado del muro que separaba ambas estancias. Casa 1.2. De ella se conservan sólo los muros perimetrales, dando una superficie total de 59 m². Quedan restos de un pozo ciego hallado en la calle 3 vinculado posiblemente a la letrina de esta casa, que se habría localizado en la primera crujía. Por su superficie y los metros de fachada que posee estaría encuadrada dentro del Grupo 2. Casa 1.3. Su área total es de 63,5 m² pero de ella quedan solamente los muros perimetrales, al igual que pasaba en la casa 1.2. Se conservan los restos de un pozo negro y de una atarjea de evacuación de aguas dirección NO-SE en la calle 3. Esta canalización se ha documentado partiendo de la línea de fachada sin que se haya conservado ningún resto de ella en el interior de la vivienda. Debido a sus características, a pesar de la falta de información, encuadramos esta casa en el Grupo 2. Casa 1.4. A pesar del nivel de arrasamiento se han podido identificar una serie de espacios con relativa claridad, el patio central487 (34,2 m²) y el salón-alcoba en la crujía de fondo (15 m²), en esta estancia no se han conservado muros de separación entre ambos espacios algo que puede deberse a su desaparición o a su ausencia física en el momento de la construcción. En la crujía de fachada se han identificado hipotéticamente dos espacios, un espacio auxiliar de funcionalidad indeterminada (3,9 m²) y el zaguán (5,3 m²) donde habría estado ubicada la letrina. De ella no han quedado ni las losas de la letrina propiamente dicha ni el pavimento de la estancia pero sí se ha conservado en la calle 3 el pozo ciego al que evacuaría. Asimismo, se ha documentado un pequeño tramo de canalización de atanores con orientación NO-SE, que evacuaría el agua residual del interior de la vivienda hacia la atarjea general de esta misma calle. Esta casa está encuadrada dentro del grupo 2. Debido a la mala conservación de las estructuras no se ha podido identificar ningún vano de acceso, aunque podemos asegurar que la entrada a esta casa se realizaría por la calle 3.

487  Es posible que contara con pozo de agua, ya que se han documentado un conjunto de mampuestos, que podrían haber formado parte de éste, cerca del muro de cierre de la primera crujía hacia el patio.

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Casa 1.5. Es la casa de mayor superficie de la manzana con un total de 131,2 m² y cierra la línea de casas por el Este. Se abre a la calle 3, a la que evacuaría el agua residual y de lluvia mediante canalizaciones de cerámica o de otro tipo, pero no han quedado restos de éstas. Está enmarcada por esta calle por el Sur y por la número 2 por su lado oriental. Se han identificado tres crujías, de fachada, de fondo y lateral, hecho por el que se incluye en el Grupo 2. En la primera crujía no se han podido determinar ni espacios y mucho menos la funcionalidad de ellos, como consecuencia del ya señalado alto grado de arrasamiento del arrabal. Por otro lado, sí se han podido identificar el patio central488 (41,6 m²), el salón-alcoba (25 m²), donde se ha conservado la separación entre ambas estancias y la crujía lateral (21 m²) ubicada al Oeste del patio. El alto grado de arrasamiento de las estructuras no nos ha permitido saber dónde estaba ubicado el acceso desde la calle a la vivienda y tampoco conocer la comunicación entre unas estancias y otras. Fase 2 Dos de las cinco casas del primer momento constructivo se dividen dando como resultado un total de siete casas. Casa 1.1. Se divide en dos mediante un muro medianero dirección SE-NO dando como resultado las casas 1.1.1. y 1.1.2. El resultado de la partición es la creación de dos viviendas de planta rectangular pero bastante alargada. La línea de fachada disminuye y esto conlleva la presencia de espacios reducidos tanto en número como en tamaño. Se aprecia además la reutilización de algunos muros del primer momento constructivo, debido a esto la división de las dos casas no está alineada. En ella se produce una mayor compartimentación; así, en el lugar en el que, en origen, se situaban un zaguán, una letrina y un espacio auxiliar, ahora se disponen dos letrinas y los respectivos zaguanes de acceso a las dos nuevas viviendas. Ambas viviendas pertenecen al Grupo 2 por su tipología. Casa 1.1.1. Cuenta con crujía de fachada donde se ubicaría el zaguán (7,9 m²), al que se entraría por la calle 3 por un lugar indeterminado; éste tendría su correspondiente letrina, de la que no ha quedado ningún resto. En el centro de la casa estaba el patio (18 m²) y en la crujía de fondo, el salón-alcoba (9,8 m²), el acceso estaría en el muro que delimitaba el patio por el Norte, que ahora quedaba en el extremo oriental del muro tras la división de la casa primigenia. En este caso el patio conservaba restos de andén en el lado Norte, algo excepcional en este sector excavado de arrabal. El área total es de 47,9 m². Como ya comentamos anteriormente (Casa 1.1.) conserva una canalización de atanores para la evacuación de aguas. Casa 1.1.2. En este caso también se han conservado las crujías de fachada y de fondo, y el patio central. La primera albergaría el zaguán (5 m²) y la letrina, pero de esta última no ha quedado nada. En el fondo de la casa estaría el salón-alcoba (4,5 m²) del que no ha quedado separación en caso de existir. Por último, y con mayor claridad por su posición central, se ha identificado el patio (18,5 m²). Esta casa cuenta con una superficie total de 37,9 m². Salón-alcoba y patio estarían comunicados por un vano que se habría abierto en el muro de separación entre ambos, pero del que no se ha conservado ningún elemento. Casa 1.5. La casa originaria queda partida en dos en un momento posterior indeterminado. Se desgaja lo que en principio fue la crujía lateral y parte del salón-alcoba formándose de esta manera dos viviendas (1.5.1 y 1.5.2). El muro medianero de separación entre ambas es el muro de cierre de esta crujía lateral hacia el patio de la primera fase, de modo que se reaprovechan las estructuras una vez más. En ninguno de los casos se han conservado indicios de los vanos de acceso, pero cabe suponer que se entraría a los zaguanes desde la calle 3 y de ahí al resto de la casa.

488  Cabe la posibilidad de que la vivienda tuviera pozo de agua ya que se han localizado en el centro del patio una acumulación de mampuestos que pudieron pertenecer al encañado de éste.

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Casa 1.5.1. La planta resultante es bastante alargada y la línea de fachada cuenta con escasos metros (2,15 m). La superficie total es de 38,8 m². Por su tipología se encuadra en el grupo tipológico 1 A. En la crujía de fachada (5,2 m²) se localizaría el zaguán y la letrina pero no se han podido identificar con total seguridad. Por otra parte, lo que originariamente fue parte de crujía lateral se convierte en esta segunda fase en el patio de la casa con una superficie de 15,2 m². En la crujía de fondo de la casa se disponía el salón-alcoba (8,4 m²), sin que se haya podido determinar si ambos espacios estaban separados. Casa 1.5.2. En este caso las dimensiones son destacables a pesar de la división del segundo momento constructivo. Cuenta con un área total de 113,1 m² y con una tipología que la colocan en el grupo 1 B. Aquí planteamos la hipótesis de que pudo existir una crujía más, detrás de la crujía septentrional, hecho que se habría dado al desgajarse la crujía lateral de la casa originaria para formar una de las nuevas viviendas. La casa podría haber crecido hacia el Norte debido a la ausencia de construcciones. La expansión de esta casa hacia una zona baldía, más allá del muro medianero, pero englobada en la reserva delimitada por el muro de cierre septentrional, podría indicar el hecho de que se trate de una urbanización bien planificada, con una reserva de suelo para la construcción de nuevas viviendas según las necesidades que pudieran surgir. MANZANA 2 Se dispone inmediatamente al Sur de la anterior y está delimitada por la calle 3 al Norte, 4 al Sur, 2 al Este y 1 al Oeste. Presenta una planta rectangular con unos lados mayores de cerca de 88 m y menores de aproximadamente 27 m. En esta primera fase se han identificado hasta 20 viviendas, pudiendo definir su planta completa en algunos casos, y en otros sólo parcialmente. Las dimensiones medias de las viviendas oscilan entre los 28 m² y 127 m². Fase 1 Casa 2.1. Se dispone en el extremo SW de la manzana y presenta una planta bastante cuadrada de unos 118 m². Aunque el nivel de arrasamiento es muy elevado, teniendo presente las estructuras conservadas y el tamaño de su planta, podemos intuir que al menos contaba con tres crujías (Norte, Sur, Este), perteneciendo por tanto al grupo 3. La crujía de fachada no se conserva en su totalidad, obteniendo unas medidas aproximadas de 10,6 m². Desde el patio (39 m²) se accedería a la crujía Sur, compartimentada por un muro que divide las estancias identificadas como salón y alcoba (26,5 m²). De la crujía lateral apenas sí conservamos el arranque del muro que la separa del patio, afectado por la construcción de una tubería de cronología contemporánea. Al exterior de la vivienda y situados en la calle 1 que discurre en dirección NW-SE, se localiza un pozo negro y una canalización, planteando la posibilidad de que la evacuación de aguas y de la letrina se realizara hacia dicha calle. Casa 2.2. Conservaba únicamente la mitad trasera, que corresponde al patio y la crujía Sur, identificada como el salón-alcoba (9,14 m2). Presenta una planta extremadamente estrecha y alargada que no supera los 50 m², incluyéndose en el grupo 2A. Casa 2.3. Presenta las mismas características que la anterior, documentando solamente la mitad trasera, que corresponde a parte del patio y la crujía Sur, en donde se localizaba el salón-alcoba (8,57 m2). Cuenta con una planta extremadamente estrecha y alargada que no supera los 40 m², perteneciendo por lo tanto al grupo 2A. Casa 2.4. Cuenta con unas dimensiones algo superiores a las dos viviendas anteriormente descritas (54,5 m2). A pesar de ser excavada parcialmente, podemos restituir su planta formada por dos crujías, una trasera y otra de acceso, y un patio, incluyendo esta vivienda dentro del grupo 2B. En el extremo NE de la crujía de fachada hemos podido identificar una pequeña estancia auxiliar con unas [ 596 ]

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dimensiones de 5,5 m2, presentando un acceso que la comunica con el patio. Junto ella se dispone el zaguán (2,9 m2), por el que discurre la canalización de desagüe del patio que vierte hacia la calle n.º 3. Probablemente la letrina (1,9 m2) quedaba situada en el espacio contiguo, esquina NW, conservando parte de su estructura. Casa 2.5. Con el mismo esquema que en la casa anterior, presenta una planta algo más alargada, perteneciendo igualmente al grupo 2B. En la crujía de fachada (5,9 m2) se localiza la letrina (2,1 m2) de la cual se conserva solo una teja a modo de desagüe. Junto a ella se dispone el zaguán (2,6 m2), por el que discurre la canalización de desagüe del patio que vierte hacia la calle n.º 3. En su límite Sur parece presentar un acceso que lo comunica con el patio. En la esquina NE se localiza la estancia auxiliar (5,5 m2), de un tamaño algo superior a la de la casa 2.4., contando igualmente con un acceso en su muro Sur que la comunica con el patio. Éste presenta unas dimensiones de 22,6 m2 y da acceso a la crujía trasera mediante un vano en el cual se conserva una quicialera. En ella se dispone el salón-alcoba (12,8 m2). Casa 2.6. Queda incluida dentro del grupo 2B, aunque debido al alto grado de arrasamiento de las estructuras la crujía trasera ha desaparecido en su totalidad. La de fachada se encuentra igualmente muy deteriorada. Cuenta con una compartimentación parcial que probablemente esté delimitando una estancia auxiliar (9,5 m2), en cuyo límite Sur encontramos un vano de acceso que la comunica con el patio. En él se conservan restos de lo que debió ser el andén perimetral del mismo. Casa 2.7. Algo más estrecha que la anterior pero con el mismo esquema, cuenta con una crujía trasera y otra de fachada (grupo 2B). En la de fachada encontramos un zaguán (4,1 m2), por el que discurre la canalización de desagüe del patio que vierte hacia la calle n.º 3. En la esquina NW se localiza la estancia auxiliar (8,5 m2), de un tamaño algo superior a la de la casa 2.4. y 2.5, contando igualmente con un acceso en su muro Sur que la comunica con el patio. En la crujía trasera se documenta el salón-alcoba (11,8 m2) al cual se accede mediante un vano dispuesto en su límite Norte. Casa 2.8. Dispuesta en la esquina NE de la manzana, cuenta con tres crujías compartimentadas. El patio (42,4 m2) se localiza en la zona interior del solar, definido por las tres crujías, perteneciendo al grupo 3. En la crujía de fachada se disponen el zaguán (3 m2) que conserva parte de la canalización de desagüe del patio que vierte hacia la calle n.º 3. La letrina que presenta su estructura con el desagüe hacia el pozo negro dispuesto en la calle. Inmediatamente al Este se disponen dos estancias auxiliares que cierran la composición de la crujía de fachada, localizando en una de ellas un acceso al patio (42,4 m2). Debido al alto grado de arrasamiento desconocemos la funcionalidad de la crujía lateral (22 m2), pudiendo situar el salón-alcoba (29 m2) en la crujía trasera. Casa 2.9. Se dispone en la esquina SE, en la primera fase esta casa presentaba tres crujías alrededor de un patio, con unas dimensiones totales que superaban los 100 m², adscribiéndola por tanto al grupo 3. La crujía de fachada estaba compuesta por un zaguán (6,8 m2), la letrina (3,7 m2) y una espacio auxiliar (13 m2). En la letrina conservábamos la canalización de desagüe del patio que discurre por la calle n.º 4 hasta desembocar en la cloaca central, y la estructura de la letrina propiamente dicha que finaliza en el pozo negro dispuesto en la calle. En este último espacio parece existir tanto un acceso en el muro Sur, que comunica la vivienda con la calle n.º 4, y un segundo acceso en el muro Norte que permite el acceso al patio de la vivienda. El patio (39,5 m2) presenta un andén perimetral. En la crujía trasera se dispone el salón-alcoba (25,7 m2) con un acceso central posiblemente de esta primera fase. Al Oeste se dispone la ultima crujía (14,5 m2), con funcionalidad desconocida para esta fase, siendo la que se seccione en la segunda fase. Casa 2.10. En esta primera fase presenta tres crujías en torno a un patio, incluyéndose en el grupo 3. La crujía de fachada se encuentra compartimentada por la letrina (3,8 m2), que conserva su estructura y la canalización de desagüe del patio hacia la cloaca situada en la parte central de la Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. II)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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calle n.º 4. Junto a ella se encuentra la estancia auxiliar (10,7 m2), presentando una compartimentación del espacio y un acceso localizado en su límite Norte que la comunica con el patio. La última estancia situada en esta crujía corresponde con el zaguán (10,5 m2), con dos accesos, uno en el muro de fachada interpretado como la entrada de la vivienda, y el segundo, comunicándolo de nuevo con el patio. Éste cuenta con un andén perimetral, que en principio parece que se extendía hasta el muro oriental. Al Oeste se presupone una crujía lateral (14,6 m2), definida por espacio restante entre el andén y el muro de cierre de la vivienda por su límite Oeste. En la crujía trasera se localiza el salón-alcoba (30,3 m2), compartimentado por un muro y con dos accesos en su límite Sur que lo comunican con el patio. Casa 2.11. Presenta una planta alargada y estrecha que no supera los 50 m2, compuesta por dos crujías, delantera y trasera, y un patio central, incluyéndose dentro del grupo 2A. En la crujía delantera identificamos la letrina (1,8 m2), muy bien conservada, con su pozo negro dispuesto en la calle n.º 4, y el zaguán (5,8 m2) que presenta la canalización de desagüe del patio. En él podemos apreciar el acceso a la vivienda y una entrada que lo comunica con el patio. El patio (25,1 m2) cuenta con un andén perimetral en tres de sus lados. Para finalizar en la crujía trasera se dispone el salón alcoba con unas dimensiones de 11,2 m2. Casa 2.12. Presenta una planta alargada y estrecha que no supera los 50 m2, compuesta por dos crujías, delantera y trasera, y un patio central, incluyéndose dentro del grupo 2A. En la crujía delantera identificamos el zaguán (6,3 m2) que presenta la canalización de desagüe del patio. En él podemos apreciar el acceso a la vivienda y una entrada que lo comunica con el patio. En la esquina Sureste se dispone la letrina con unas dimensiones muy reducidas (2,9 m2), en muy buen estado de conservación con su pozo negro dispuesto en la calle n.º 4. El patio (17,3 m2) es estrecho y alargado, documentado un acceso el su límite Norte que lo comunica con el salón-alcoba (8,6 m2) dispuesto en la crujía trasera. Casa 2.20. De esta vivienda apenas hemos podido definir su perímetro con unas dimensiones totales de 71,3 m2, encontrando un acceso en su límite Sur que la comunica con la calle n.º 4. Por sus dimensiones se incluye dentro del grupo 2B. Casa 2.19. Situada al Oeste de la anterior, presenta una planta alargada y estrecha (37 m2), en la cual podemos definir una crujía delantera y un posible patio con crujía trasera, prácticamente desaparecidas, enmarcándose dentro del grupo 2A. En la crujía de fachada hemos podido definir un pequeño zaguán (2,3 m2) con la canalización de desagüe del patio y una letrina (2,9 m2). Ésta conservaba su canalización que vertía al pozo negro situado en la calle n.º 4. Casa 2.13. Se encuentra parcialmente excavada, documentando su perímetro (66,2 m2) y parte de la crujía delantera, así como su pozo negro dispuesto al exterior del muro de fachada. Por sus dimensiones se incluye dentro del grupo 2B. Casa 2.14. Al igual que la anterior se encuentra parcialmente excavada, por lo cual apenas se ha podido definir su perímetro (68 m2) y el pozo negro situado al exterior del muro de fachada. Por sus dimensiones se incluye dentro del grupo 2B. Casa 2.15. Presenta dos crujías y un patio, enmarcándose dentro del grupo 2B. En la de fachada podemos identificar la letrina situada en la esquina SW, de planta estrecha y alargada con unas dimensiones de 2,5 m2, y el pozo negro situado en la calle n.º 4. El espacio contiguo no presenta una funcionalidad clara, con un acceso en su límite Sur que comunica la vivienda con la calle. En la crujía trasera se localiza el salón-alcoba (14,9 m2), que carece de compartimentación interna. Su límite Sur presenta un acceso que lo comunica con el patio (43,9 m2). [ 598 ]

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Casa 2.16. Presenta tres crujías en torno a un patio central, perteneciendo por tanto al grupo 3. En una segunda fase la crujía occidental pasó a ser otra entidad doméstica, quedando definidas dos casas, la 2.16.2, perteneciente al grupo 2A, y la 2.16.1, al grupo 2 B. Casa 2.17. Presenta dos crujías y un patio que la asocian al tipo 2B. En la de fachada se aprecia la estancia auxiliar (6,7 m2) con un vano de acceso hacia el patio, el zaguán (7 m2) que conserva restos de pavimento y otro acceso al patio, y un tercer espacio que suponemos funcionaría como letrina (2,7 m2). El patio (40 m2) se caracteriza por presentar restos del andén en dos de sus lados. En la crujía trasera (21,6 m2) se sitúa el salón central con un vano y dos alcobas laterales separadas por sendos muros. Casa 2.18. Aunque no pudo ser excavada en su totalidad, con los restos conservados podemos afirmar que contaría con tres crujías y un patio interior con andén perimetral, incluyéndola dentro del grupo 3. Fase 2 En esta segunda fase de las 20 casas documentadas dos de ellas se compartimentan dando lugar a 22 casas, y una de ellas sufre una pequeña transformación que pasamos a describir. Casa 2.9. En esta segunda fase la casa se divide en dos, 2.9.1 y 2.9.2, reutilizando las estructuras preexistentes. Las dos viviendas quedan con unas características muy diferentes, mientras la 2.9.1 presenta una planta muy alargada formada por dos crujías, una de fachada y otra trasera. La segunda vivienda cuenta con una planta mucho más grande conformada igualmente por un patio y dos crujías, aunque de dimensiones muy superiores. Por tanto quedan ambas incluidas dentro del grupo 2A pero con un tamaño muy diferente. Casa 2.9.1. Presenta una única estancia (6,8 m2) en la crujía de fachada que cuenta con un acceso desde la calle n.º 4 en su muro Sur y otro en el muro Norte que la comunica con el patio. En ella se conservan igualmente los atanores que desaguan el nuevo patio. En esta fase la crujía occidental se convierte en el patio (14,5 m2). En la crujía trasera queda un pequeño salón-alcoba (6,8 m2) que presenta un acceso en su límite Sur que la comunica con el patio. Casa 2.9.2. Al seccionarse la crujía occidental, esta vivienda quedará configurada con una crujía delantera conformada por la letrina y la estancia auxiliar que funcionará como zaguán, un patio que cuenta con las mismas dimensiones que en la primera fase, y una crujía trasera con un salón-alcoba (14,55 m2) que se compartimenta y se le abre un nuevo acceso para comunicar ambas estancias con el patio. Casa 2.10. En esta segunda fase la vivienda no se compartimenta creando dos unidades diferentes, como viene siendo habitual en los ejemplos comentados anteriormente. Mantiene las características definidas para la primera fase, a excepción de la anulación de parte del patio y su andén perimetral para la creación de una nueva crujía. Queda por tanto configurada como una vivienda con cuatro crujías en torno a un patio central, pasando a formar parte del grupo 4. Casa 2.16.1. En la crujía de fachada identificamos el zaguán (2,5 m2), que presenta la canalización de desagüe del patio. Al Oeste se documenta la estancia auxiliar (6 m2) que presenta sendos vanos de acceso a la vivienda y al patio. La letrina constituye la última estancia de esta crujía, presentando un buen estado de conservación, situándose el pozo negro al exterior del muro de fachada, en la calle n.º 4. El patio presenta unas dimensiones de 40,1 m2, y al fondo se localiza el salón-alcoba de 13 m2. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. II)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Casa 2.16.2. Presenta una planta en “L” invertida, invadiendo su crujía trasera parte de la casa colindante. En ella la crujía delantera no queda claramente definida aunque se halló un pozo negro al exterior del muro de fachada que nos indica la presencia, en su momento, de una posible letrina. Así pues, el patio tampoco presenta unas dimensiones claras, hallando un vano de acceso en su límite Norte desde el cual se accede al salón-alcoba (11 m2). MANZANA 7 Está encuadrada por las calles 2, por el Oeste, y 9, por el Sur. Aunque en esta manzana sólo se haya podido estudiar una casa, la 7.1, en la que sólo se ha identificado una fase constructiva (fase 1), se habría organizado como el resto de manzanas excavadas en este sector, es decir, con dos líneas de casas que habrían compartido muros medianeros. El acceso se habría realizado por el Norte, por una calle o un área no identificada, para las casas de la línea más septentrional y por el Sur, por la calle 9, para el grupo meridional. Casa 7.1. Se trata de una casa de gran tamaño (166,5 m²), del grupo 3, ya que posee tres crujías. En la crujía de fachada se han identificado tres espacios pero sin que podamos asegurar su funcionalidad, sus dimensiones son, de derecha a izquierda 7,6 m², 8,2 m² y 8,5 m². Posiblemente, se trate de zaguán, letrina y espacio auxiliar por la tipología de casa y por los metros que tiene la fachada. La crujía lateral está ubicada al Oeste del patio y tiene una superficie de 19,5 m². En el fondo de la casa estaría el salón-alcoba (17,5 m²) del que no ha quedado separación alguna. El patio, situado una vez más en posición central, tiene 61,2 m². No se han conservado ni canalizaciones de desagüe ni la letrina pero suponemos que las aguas residuales se evacuarían hacia una zona indeterminada al Norte de la vivienda. Tampoco han quedado restos de los accesos de la casa, ya que en los tramos de muros conservados no se ha localizado ningún elemento, mochetas o quicialeras, que indique la presencia de puertas. MANZANA 9 Está delimitada por la calle 10 al Norte, 2, al Oeste y 11 al Sur. Tiene planta rectangular alargada y orientación SO-NE en su eje longitudinal. Estaría, posiblemente, cerrada por el Este por otra calle de las mismas características que las calles 9, 10 y 11, hecho que no podemos confirmar al hallarse fuera de los límites de la excavación. En esta manzana se han identificado dos líneas de casas como viene siendo común en este sector de arrabal, que comparten los muros medianeros. Las casas de la línea Norte tenían el acceso por la calle 10 y las casas meridionales por la calle 11, donde se recogerían, en atarjeas comunitarias, las aguas residuales procedentes de estas viviendas489. Se han identificado y estudiado ocho unidades domésticas, cuyas dimensiones oscilan entre los 42 m² y los 107 m². Fase 1 Casa 9.1. Está ubicada en el extremo noroccidental de la manzana. Cuenta con un área total de 134 m² y es del tipo 3. Tiene tres crujías: la de fachada (24 m²), por donde se realizaría el acceso y donde estarían al menos el zaguán y la letrina490 y, por sus dimensiones de fachada, quizás un espacio auxiliar, la crujía lateral (17,2 m²), cuya funcionalidad desconocemos, y la crujía de fondo, donde está ubicado el salón-alcoba (26 m²), del que se ha conservado el muro de separación. El patio cen-

489  En el centro de la calle 10 se ha documentado un tramo de canalización de atanores en dirección NE-SO, mientras que en la calle 11 se han hallado los restos de una atarjea pública, como canalizaciones privadas, además de varios pozos negros, vinculados a las letrinas de las casas. 490  Teniendo en cuenta la presencia de un pozo ciego junto al muro de cierre de la casa por el Oeste, situado en la calle 2, podría haberse dado el caso de que la letrina se hubiera ubicado en la crujía lateral de esta vivienda.

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tral está rodeado por las tres crujías y el muro medianero que lo separa de la supuesta casa ubicada al Este. Cuenta con un área total de 36,8 m². Se entraría al zaguán de esta casa a través de la calle 10, hipótesis no confirmada por hallarse fuera de los límites de la excavación. De aquí se accedería al patio mediante una puerta abierta en el muro de cierre de la primera crujía, desplazado hacia el Oeste del eje longitudinal de la casa. Aunque desconozcamos dónde estaría ubicado el acceso desde la calle, nunca estaría enfrentado con el vano que daba paso al patio desde el zaguán. El resto de pasos de unas habitaciones a otras se ha perdido, una vez más, debido a la mala conservación de las estructuras. Casa 9.2. Cierra la manzana por el extremo suroccidental. Esta casa pertenece al grupo 2 casi con toda seguridad, ya que a pesar de no conservar una de las crujías laterales que la encuadrarían con claridad en este grupo, cabe suponer su existencia por las dimensiones que posee de fachada. Cuenta con una superficie total de 146 m². A ella se accedería por la calle 11 a través del zaguán. Éste estaría ubicado en la crujía de fachada (31,35 m²) junto a un posible espacio auxiliar, pero no podemos asegurar ni su existencia ni su localización dentro de la crujía. Sí se ha documentado parte de la letrina (3 m²), separada por un muro del resto de la crujía. Es muy probable que se entrara a este espacio por el patio en lugar de hacerlo por la crujía de fachada. Ha conservado parte del pavimento de losas, pero no sabemos si quedaban restos de la estructura propiamente dicha ya que se encontraría más allá de los límites de la zona excavada. El patio está ubicado en el centro de la casa y ocupa gran parte del total de ésta, cuenta con unas dimensiones de 60,8 m² y estaría comunicado con el zaguán mediante un vano abierto en el muro de cierre de la primera crujía, conservado en el momento de la excavación y localizado en la mitad Este de dicho muro, y con el salón-alcoba. Este último acceso se ha hallado en el extremo Oeste de la pared de la crujía de fondo. El salón y la alcoba, con una superficie de 26,5 m², aparecen separados por un muro que divide la crujía en dos estancias, ambas de dimensiones similares. La comunicación entre ellas se ha perdido pero se habría realizado a través de un vano abierto en el muro que las separaba. Casa 9.3. De ella se han identificado la crujía de fondo y la crujía de fachada, lo que la sitúan dentro del grupo 2, y el patio (48,7 m²). Éste último está ubicado en el centro de la casa y aparece enmarcado por las dos crujías. El agua residual de esta estancia se evacuaría a la calle 11 a través de dos canalizaciones de atanores dispuestas en dirección NO-SE. Parten del muro de separación entre la crujía delantera y el patio y se bifurcan bajo el posible zaguán, pero ambas evacuan hacia la misma calle. Asimismo, se ha documentado otra canalización del mismo tipo, esta vez orientada N-S, que discurre bajo otro de los espacios de la primera crujía491. Desde esta calle se entraría al zaguán por una puerta abierta en la fachada enmarcada por dos sillarejos de gran tamaño. Bajo ella pasa una de las canalizaciones. Por otra parte, se ha identificado con claridad la letrina (2,7 m²), y con ciertas dudas el posible zaguán y un supuesto espacio auxiliar. En el muro de separación entre la primera crujía y el patio se ha localizado un acceso, bajo el cual pasan las tuberías de atanores, se trata del vano de conexión entre el zaguán y el patio. En la crujía de fondo estaría localizado el salón-alcoba (21,9 m²), ambos espacios están separados por un muro que divide la crujía en dos, y que contaría con una puerta de acceso pero de la que no ha quedado ningún indicio. Sin embargo, sí se ha conservado el vano de entrada desde el patio a dicha estancia, salón-alcoba, situado en el centro del muro, desplazado hacia el Este. La superficie total de esta vivienda es de 117 m². Casa 9.4. En esta vivienda se repiten las características que venimos describiendo hasta ahora para el resto de las casas de estas manzanas. Se trata de una casa (113 m² de superficie total) formada por dos crujías, fachada y fondo (grupo 2), y por el patio central (49,2 m²), donde se ha localizado el pozo de agua cerca del límite de la crujía Sur. Además se han identificado las canalizaciones de 491  Es posible que las dos primeras canalizaciones y la otra pertenezcan a fases diferentes, ya que aparecen evacuando aguas de los dos patios resultantes tras la división de la casa 9.3 en dos, 9.3.1 y 9.3.2.

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atanores que evacuarían las aguas residuales hacia la calle (n.º 11). Los tramos conservados tienen una orientación NO-SE y verterían las aguas sucias a una atarjea pública que discurre por el centro de la calle, dirección NE-SO. En la línea de fachada se ha localizado la letrina (2,6 m²), sin pavimento conservado y vinculada a un pozo negro ubicado en la calle 11, el zaguán (6,6 m²) y un espacio sin identificar que bien podría ser una estancia auxiliar (8,3 m²). Es probable que la entrada a la letrina se hiciera por el patio, pero no se han encontrado indicios de puerta ni el muro que la separaba del zaguán ni en el de cierre de la crujía hacia el patio. Por otro lado, el salón-alcoba (22,4 m²) se localiza en la crujía de fondo y no conserva ninguna estructura de separación, pero sí el posible acceso que comunicaba este espacio con el patio de la casa. Está situado en el centro del muro de la crujía de fondo. Casa 9.5. Una vez más se repite el mismo esquema, esta casa cuenta con dos crujías, de fachada y la de fondo (Grupo 2), siendo la superficie total de ésta de 84 m². En el centro se localiza el patio (37,9 m²) y está enmarcado por las dos crujías. En la de fachada se han identificado la letrina492 (3 m²), en este espacio se ha conservado tanto el pavimento como la estructura, que está claramente vinculada con el pozo ciego hallado a continuación de la línea de fachada pero ya ubicado en la calle (n.º 11), el zaguán (4,8 m²) y un espacio auxiliar (5,9 m²) y en la de fondo, el salón-alcoba (15,8 m²). Además, se ha localizado el pozo de agua en posición central ligeramente desplazado hacia el Este. Del patio y más probablemente del pozo parte una de las canalizaciones de atanores documentadas en esta vivienda, tiene una orientación NO-SE en un de sus tramos, hasta llegar a la calle, una vez fuera de la vivienda gira en dirección NE-SO uniéndose a una canalización situada en el centro de la calle 11. Esta tubería pasaba por debajo de la posible puerta de entrada de la casa. Asimismo, se halló un tramo de otro desagüe de atanores en la crujía de fachada. Tenía la misma orientación que la anterior, NO-SE y evacuaría hacia la misma calle. Una vez dentro de la casa, se accedería al patio desde el zaguán, a través de una puerta no enfrentada con la anterior y que en este caso no está clara. El patio daría acceso al resto de habitaciones, quizás a la letrina, y con toda seguridad al salón-alcoba. Se han conservado elementos constructivos que indican la situación de la puerta de entrada hacia esta habitación, y está localizada en el muro de cierre de la crujía en posición central respecto al eje longitudinal de la casa. Casa 9.6. Se han identificado la crujía de fachada, la de fondo y el patio (37,1 m²), que está enmarcado por ambas, por lo que se incluye en el Grupo 2. Tiene un área total de 82 m². En la primera crujía se han identificado el zaguán (3,3 m²), la letrina (2,2 m²) y un espacio auxiliar (7,2 m²), pero no hemos podido hacer lo mismo con los accesos a estas estancias. En la letrina sólo se ha conservado la estructura pero no han quedado restos del pavimento y puede que se hubiera accedido a ella desde el patio. Las aguas residuales de ésta irían a parar a un pozo ciego localizado en la calle 11, fuera de la vivienda. Bajo el zaguán se documentó una conducción de atanores que evacuaba el agua sobrante del patio hacia la calle, siguiendo una orientación similar a la de las otras canalizaciones de la manzana, NO-SE. En la crujía del fondo se sitúa el salón-alcoba (16 m²), pero no tiene ningún elemento de separación entre ambos espacios. A este espacio se accedía desde el patio de la vivienda por una puerta abierta en el centro del muro. Casa 9.7. Esta casa ha sido excavada parcialmente, pero podemos encuadrarla dentro del grupo 2 por sus características. Tiene una superficie total de 65,4 m² y está formada por el patio, la crujía de fachada y la crujía de fondo. No se ha podido identificar con claridad ninguna de las estancias de la primera crujía, y tampoco se ha conservado el muro de separación entre el patio y el salón-alcoba, que estaría ubicado en la crujía de fondo de la casa. No se han conservado restos de canalizaciones de evacuación pero verterían el agua sucia a una atarjea general ubicada en la calle 11. 492 

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Cabe la posibilidad de que a ella se entrara desde el zaguán o desde el patio.

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Fase 2 Casa 9.3. La vivienda originaria quedó dividida en dos en un momento indeterminado, dando lugar a dos casas de dimensiones similares. El muro de separación entre ambas reaprovechaba la pared de separación del salón-alcoba de la casa originaria y el muro divisorio de los espacios de la primera crujía y dividía el patio primitivo por la mitad dando lugar a las casas 9.3.1 y 9.3.2. Casa 9.3.1. Cuenta con una superficie de 57,3 m², con patio central (24,7 m²) y crujías de fachada y de fondo. En la crujía de fondo se localiza el salón-alcoba (10 m²) y en la de fachada se ubicaría el zaguán y la letrina pero no se han identificado con seguridad. Esta vivienda se encuadraría dentro del grupo 2. Esta casa cuenta con un sistema de evacuación de aguas comentado anteriormente (casa 9.3), consistente en dos conducciones que vierten el agua procedente del patio hacia la calle 11, sigue una orientación NO-SE. Las conducciones pasan bajo el nivel de suelo del zaguán y se construyeron a base de atanores de cerámica. Desde la calle 11 se entraría por un lugar indeterminado, localizado seguramente fuera de los límites del solar, al zaguán de la casa y de ahí se accedería a las otras habitaciones. Se ha hallado una posible puerta en el centro del muro de separación entre el patio y la crujía de fachada, bajo el que pasan las canalizaciones anteriormente comentadas, y por la que se entraría al patio. Desde esta última estancia se accedía a la crujía de fondo por una puerta no localizada situada en el muro limítrofe del patio. Casa 9.3.2. En esta vivienda se han identificado las crujías de fachada y de fondo y el patio (Grupo 2). En la crujía de fachada se ha localizado la letrina (2,7 m²), de la que han quedado restos de la estructura y del pavimento y el pozo ciego en la calle a la que evacuaba, y lo que podría ser el zaguán, bajo éste discurre el desagüe que llegaría a la calle. El patio (21,4 m²) se encuentra en el centro de la casa y al Norte de éste se abre la crujía de fondo, donde está el salón-alcoba (10,4 m²). La superficie total de la casa es de 59,7 m². Se entraría al zaguán desde la calle 11, por una puerta que estaba ubicada en el muro de fachada desplazado hacia el Oeste del eje longitudinal. El patio servía, una vez más, de distribuidor, y desde él se accedía a la letrina y al salón-alcoba, acceso conservado en el muro situado al Norte del patio. Una vez analizadas todas las viviendas hay una serie de aspectos que nos parece interesante recalcar. Todas las viviendas en cada una de las manzanas, y excepto en la Manzana 1, de menor anchura, comparten muro medianero, y es frecuente que los muros medianeros transversales se prolonguen de calle a calle, creando plantas de similar tamaño a un lado y otro de dicha medianería que divide las manzanas longitudinalmente. Las casas dispuestas en las esquinas son siempre de mayor tamaño que la media total (87,75 m), superan en todos los casos los 100 m², sólo en una fase posterior, y como consecuencia de una reforma y compartimentación este tamaño se reduce (casa 1.5/ casa 2.9). Cuando se han producido compartimentaciones posteriores han afectado de forma distinta a la planta original, en el caso de las plantas del grupo 1.B se han dividido por la mitad generándose dos plantas del grupo 1.A, de similar longitud pero mucho más estrechas. En el caso de las viviendas pertenecientes al grupo 2, su crujía lateral ha sido transformada en una nueva casa de planta muy estrecha, perteneciente al grupo 1.A y la primitiva ha pasado a ser del tipo 1B. El acceso a todas las viviendas se realiza siempre por las calles que discurren en dirección NESW, incluso las de las esquinas493, evitando de este modo el contacto con las vías principales del arrabal y permitiendo así mantener la privacidad de sus moradores. Además, como disponía la ley fl –a, los vanos de acceso a las viviendas se repartían por las calles de manera que musulmana, la Sarı nunca se enfrentaban las de un lado de la calle con las del otro lado, preservando así la privacidad de sus moradores.494 Al menos aquellas que han sido documentadas durante la intervención. Cfr. J. P. Van Staevel (1995), “Casa, calle y vecindad en la documentación jurídica”, en J. Navarro (ed.), Casas y Palacios de al-Andalus, Barcelona, 1996, pp. 53-61. 493  494 

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Las estructuras son de mampostería, y en principio no parece haber mucha variedad en su técnica, predominando la homogeneidad. Los muros con mampuestos pequeños, se combinan a veces con otros algo mayores repartidos de forma irregular a lo largo de éste y en las zonas de los vanos. Hay que tener en cuenta que un gran número de ellos se encuentra en niveles de cimentación, las hiladas de piedra se han dispuesto algo inclinadas, cada una hacia un lado, lo que da un aspecto de espiga al paramento. El material empleado en los muros responde a lo que viene siendo habitual para otros arrabales: sin embargo en éste, junto a la calcarenita que aparece con gran frecuencia, hay un gran número de cantos, calizas, conglomerados y cuarcitas entre otras, probablemente provenientes de los coluviones de las laderas próximas al pie de Sierra. Junto a estos materiales hay una alta presencia de fragmentos de cerámica, en algunos casos hiladas completas, material que provendría de los alfares dispuestos al Este del arrabal. Esa homogeneidad podría responder a la propia configuración del arrabal, que se planifica y construye en un mismo momento, lo que, como ya hemos expuesto, no implica que con posterioridad hubiera algunas reformas y reparcelaciones. Abastecimiento y evacuación de agua La inexistencia casi total de pozos de agua, que sólo se han documentado en dos de las viviendas de la manzana 9 (9.4 y 9.5), y un pozo de noria en el edificio de la manzana 3, es algo bastante extraño para lo que viene siendo habitual en otros sectores de arrabal de la zona de Poniente495. Por otra parte en algunas de las viviendas se conservan las canalizaciones para la evacuación de agua desde los patios, y aunque con frecuencia este tipo de estructuras se relacionan con las tareas de limpieza, para las que sería necesaria agua en abundancia, también pueden tener un uso eminentemente práctico, destinándose a la recogida y evacuación del agua de lluvia. En la mayoría de ocasiones se recurre a los atanores cerámicos; en otras es una atarjea con dos paredes de mampuestos cubiertas por otras piezas de mayor tamaño. Una vez en la calle esas conducciones aumentan un poco su tamaño y su cubierta está más cuidada con losas mayores. Se han documentado en varias de las calles en distinta proporción, concretamente en la 2, 5, 6, 7, 9, y 11, en éstas apenas se han recuperado las dos paredes o sólo una, pero a un nivel de arrasamiento muy alto. Donde mejor se aprecia una de estas estructuras es en la calle 4, donde se documentó el arranque de la misma desde la casa 2.9, y a partir de aquí se dirige hacia el SW unos 20 m recogiendo a su paso las aguas de las viviendas 2.9.2, 2.10, 2.11 y 2.12. En la confluencia de las calles B y J quedan restos de la canalización proveniente de la última de ellas, y en apariencia parece que no tiene conexión con ninguna otra situada más al Norte. Parece que el sistema de recogida de aguas residuales está bien jerarquizado, desde el extremo más oriental de las calles que van en sentido NE-SW, partirían unas conducciones que discurren en esa misma dirección por mitad de la calle, recogiendo las aguas de las canalizaciones que a través de los patios vierten a ambos lados de ésta. Una vez al en el extremo SW de la calle conectarían con la conducción que discurría en sentido NW-SE por la calle de la misma orientación. Letrinas y pozos negros Su presencia viene siendo habitual en otros sectores de arrabal, en este caso no parece ser distinto. En gran número de viviendas se ha identificado esta estancia que ocupa un lugar próximo al zaguán y que presenta un pozo negro inmediatamente al otro lado de la fachada. En algunos casos este espacio es claramente visible, en otros el nivel de arrasamiento ha impedido su identificación, aunque

495  Tal vez debido al alto grado de arrasamiento sufrido por este arrabal los pozos están totalmente colmatados y se encuentran algo por debajo del nivel de excavación, tal y como se ha podido comprobar durante el desmonte de las estructuras del solar destinado para la piscina de Poniente. Durante la excavación sólo se pudieron documentar en siete de las quince casas, comprobándose luego que aparecían en todas las demás.

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la presencia de pozos negros o la configuración de la planta atendiendo a la tipología ya expuesta, prácticamente confirman su existencia en todas las viviendas excavadas. La evacuación desde las letrinas a los pozos se realiza a través de tejas invertidas.

La Almunia y el Arrabal de al-Rusafa: definición de un modelo de transformación del entorno periurbano y suburbano de Madinat Qurtuba La investigación arqueológica desarrollada en Córdoba en las dos últimas décadas ha permitido perfilar nuestro conocimiento de la que fue capital omeya sobre bases más firmes que las emanadas de la mera exégesis de los textos árabes, a veces apoyada en una aproximación muy sumaria a la realidad arqueológica. En 1997, al efectuar una primera aproximación al proceso de configuración y desarrollo de los arrabales de Madinat Qurtuba496, llamábamos la atención sobre la indefectible existencia previa de un “foco de atracción” en el origen de todo arrabal, como quedaba perfectamente explícito en el caso del rabad al-Rusafa en relación con la almunia de ‘Abd al-Rahman I o en el de Balat Mugit con la gran propiedad de igual nombre497. En la ulterior revisión y desarrollo de los planteamientos expuestos en ese texto, manifestábamos cómo con la fundación sobre un emplazamiento preexistente de al-Rusafa, ‘Abd al-Rahman I inauguró en Qurtuba un procedimiento que desde este momento será característico de toda la etapa omeya: una almunia, situada a cierta distancia de la Medina actuará como foco para la formación, en sus proximidades y junto al camino de conexión con la ciudad, de un arrabal y su correspondiente cementerio498. El mismo modelo se repetirá con su hijo Hisam I cuando funda la almunia de Dar al-Mulk en terrenos próximos a Saqunda, con su nieto al-Hakam I y su concubina ‘Ayab, que funda otra almunia en la orilla izquierda del río, aguas abajo de Córdoba, para dotar con sus rentas a una leprosería499, y con el emir ‘Abd Allah al fundar al-Naura, en la orilla derecha del Guadalquivir y a Poniente de Córdoba, bien comunicada con ésta a través de varios caminos. En este último caso podríamos encontrarnos con el objetivo añadido de poner en cultivo nuevas tierras a una distancia mayor de la Medina y a lo largo de un eje paralelo a la margen derecha del Guadalquivir, en un sector al Oeste de Qurtuba (el denominado Yanib al-Garbi) en el que desde el s. VIII ya se habían conformado diversos núcleos de arrabal sobre la base de una gran propiedad (munyat o balat), un antiguo vicus o un centro de culto cristiano. En una segunda etapa, ya a lo largo de la primera mitad del s. IX, a estos primitivos focos que sirvieron de catalizadores para la aparición de arrabales, inicialmente de población mozárabe y después musulmana500, debemos añadir la fundación de mezquitas, cementerios, baños y otros centros

Cfr. Murillo et alii (1999b), op. cit. pp. 137 ss. Un planteamiento en parte coincidente con el nuestro es el expuesto por Acién y Vallejo (op. cit. 1998, pp. 114115), quienes ven en la construcción de grandes almunias exteriores al perímetro urbano y en la fundación de cementerios y mezquitas en los arrabales un testimonio de “la dispersión urbana de la ciudad y de la creación de elementos generadores de urbanismo”. 498  Cfr. Murillo et alii (2004a), op. cit. pp. 265-266. 499  En el modo en que ‘Ayab vincula la almunia por ella fundada como “legado pío” (cfr. Ibn Hayyan, al-Muqtabis II-1, trad. de M.A. Makki y F. Corriente, Zaragoza, 2002, p. 93) para el sostenimiento de la leprosería contigua, repetido por otras princesas con cementerios y mezquitas, encontramos tanto un recurso ideológico y propagandístico del naciente Estado omeya, como una comprobación del empleo de una parte de los bienes de la familia real para el sostenimiento de las principales instituciones asistenciales islámicas. Para tal fin se hará uso del Waqf, institución conocida en Oriente desde los primeros tiempos del Islam y que comenzará a desarrollarse en al-Andalus (donde será más conocida como hubs o habus) a partir del s. IX como un síntoma más de la creciente islamización del país (cfr. A. García Sanjuán, Hasta que Dios herede la Tierra. Los bienes habices en al-Andalus. Siglos X al XV, Huelva, 2002, pp. 83-93). 500  Este tránsito, paralelo al proceso de islamización, desde un núcleo suburbano habitado por población cristiana a otro de población musulmana ha podido ser recientemente comprobado mediante las excavaciones realizadas en el solar de la antigua Residencia Sanitaria Noreña. Sobre un arrabal y cementerio anexo, de rito mozárabe, que estaban en uso durante el 496  497 

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asistenciales (como la citada leprosería) por parte de personajes vinculados a la familia omeya reinante y a la aristocracia cordobesa. Todo esto responde a un modelo, en nuestra opinión premeditado, en el que los emires cordobeses, por sí mismos o con el auxilio de su círculo familiar y gubernamental, comienzan a dotar a la periferia de Qurtuba de una incipiente ordenación urbanística capaz de responder tanto al crecimiento demográfico como a las necesidades de infraestructuras comunitarias que hicieran posible las formas de vida genuinamente musulmanas, garantizando al mismo tiempo la explotación agrícola y ganadera del territorio próximo a la ciudad con el fin de asegurar su propio abastecimiento.501 Esta función productiva de carácter agropecuario fue esencial y consustancial a la propia definición de las almunias de la Córdoba omeya, perdiendo peso frente a la residencial y propiamente lúdico-recreativa desarrollada en sus jardines, alcázares, maylis o pabellones a medida que los terrenos en los que se emplazaban acabaron siendo engullidos por el frenético desarrollo urbanístico al que Qurtuba se vio sometida a lo largo del s. X, alterando el equilibrio hasta entonces mantenido entre los ámbitos suburbano y periurbano que envolvían la ciudad. Contamos con pruebas arqueológicas de este proceso en excavaciones recientes realizadas en las zonas denominadas Naranjal de Almagro y Fontanar, junto a los caminos que comunicaban Qurtuba con al-Naura primero y con Madinat al-Zahra después. Aquí se han documentado grandes complejos residenciales pertenecientes a almunias ya en uso en el s. IX. Cada una de ellas contó con su mezquita, su hamman y su cementerio adyacente, generando un pequeño arrabal cuyo desarrollo, ya en el s. X, acabaría por transformar definitivamente los terrenos inicialmente ocupados por huertas y campos de cultivo en un espacio plenamente urbanizado502 que rompe de un modo total con el concepto de ciudad heredado de la Antigüedad clásica, cuando la Medina de Qurtuba, pese a conservar sus funciones religiosas y políticas y el simbolismo que mantienen sus murallas, acaba convirtiéndose en una parte más de una aglomeración urbana en línea con las grandes ciudades del Oriente islámico, en una megalópolis503 que en el último tercio del s. X articulará tres medinas a lo largo de un eje de más de 10 km504.

s. IX, se desarrollará, desde el tránsito del s. IX al X un arrabal islámico que alcanzará su máximo desarrollo en época califal, provocando la amortización de la necrópolis. 501  Murillo et alii (2004a), op. cit. pp. 264-266. 502  Cfr. Murillo et alii (2004a), op. cit. pp. 266-267. Idéntico proceso, aunque con diferentes ritmos y tiempos, está constatado en otros puntos del entorno periurbano de Qurtuba. Así, las almunias de ‘Abd Allah y al-Mugira, al Este de la Medina y a lo largo de la antigua via Augusta; o los grandes “edificios singulares” (complejas residencias palaciegas dotadas inicialmente de huertas y jardines`, muy probablemente almunias) excavados en el Plan Parcial RENFE (J. F. Murillo et alii, “Informe-Memoria de la Intervención Arqueológica de Urgencia en el Aparcamiento bajo el Vial Norte del Plan Parcial RENFE. Segunda Fase”, AAA 2000, vol. III, Sevilla, 2003, pp. 356-369; F. Arnold, “El edificio singular del Vial Norte del Plan Parcial RENFE. Estudio arquitectónico”, Anejos de Anales de Arqueología Cordobesa, 2, 2010, pp. 247-274), en el Plan Parcial MA1.1 (J. A. Morena, “Nuevas aportaciones sobre el Aqua Vetus Augusta y la necrópolis occidental de Colonia Patricia Corduba”, AAC 5, 1994, pp. 155-179) y en el PERI MA-9a (S. Rodero et M. Asensi, “Un sector de la expansión occidental de la Córdoba islámica: el arrabal de la Carretera de Trassierra (II). Sector central”, Romula 5, 2006, pp. 295-336; J. M. Bermúdez et alii “Elementos arquitectónicos sustentantes en la almunia del arrabal de la Carretera de Trassierra II, Córdoba”, Romula 5, 2006, pp. 337-368), al Norte y Noroeste de Qurtuba. 503  Para las grandes ciudades del Islam medieval encontramos una interesante puesta al día en la obra dirigida por J. C. Garcin, Grandes villes méditerranéennes du monde musulman medieval, Paris, 2000. Sobre el concepto de megalópolis aplicado al mundo musulmán clásico, nos parecen muy útiles y esclarecedoras las precisiones realizadas, en esa misma obra, por Th. Bianquis y J. C. Garcin: “De la notion de mégapole”, en J. C. Garcin (dir.), Grandes villes méditerranéennes du monde musulman medieval, Paris, 2000 pp. 5-11. Aún cuando los autores, y especialmente Garcin, exponen los rasgos característicos que deben definir a la megalópolis con cierto relativismo y acaban por caracterizar a ésta, fundamentalmente, por el desempeño de un “rôle” universalista que reside más en la actitud mental de sus habitantes que en la realidad física de la ciudad, lo cierto es que sin una extensión y población adecuadas, además de un carácter cosmopolita, pluralismo cultural y una organización económica, política y administrativa adecuadas, es imposible hablar de megalópolis. En nuestra opinión, todas estas características están presentes en la Qurtuba de la segunda mitad del s. X. 504  Cfr. Murillo et alii (2004a), op. cit. p. 268.

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Este proceso está perfectamente explicitado, en el cuadrante periurbano al Noroeste de Madinat Qurtuba, por al-Rusafa. De acuerdo con nuestra propuesta, la residencia favorita de ‘Abd al-Rahman I se habría configurado sobre una gran propiedad romano-visigoda que ya contaba con un depurado sistema hidráulico a mediados del s. I d.C. Este sistema, que comprendía al menos dos captaciones en la zona actualmente conocida como El Patriarca, pequeños acueductos, cisternas y una red de canalizaciones secundarias, se ha mantenido en uso hasta la actualidad, con las lógicas modificaciones y renovaciones en algunos de sus elementos. Será la preexistencia de este sistema hidráulico, sin duda el más complejo de los hasta ahora conocidos en el entorno de Qurtuba505, el que explique la elección del primer emir omeya, independientemente de sus valores paisajísticos o de la consideración de cualquier otra de las razones que los textos nos han transmitido. En efecto, sin él habría sido imposible satisfacer las necesidades tanto de los jardines, huertos y campos de cultivo, como de las residencias y pabellones de recreo, y del hamman allí existente ya en época de ‘Abd al-Rahman I506. La línea de rigidez del sistema507, situada en la parte más alta de la actual Huerta de la Arruzafa, en torno a la cota 170 m, propició la puesta en riego de una extensa superficie próxima a las 50 ha, sin que podamos descartar que este sistema se viera complementado con algún otro existente inmediatamente al Este, en la zona del Tablero508. Esta gran propiedad, la munyat al-Rusafa, se encontraba perfectamente comunicada con las puertas abiertas en los lados Norte y Oeste de la Medina a través de varios caminos cuyo origen romano es incontestable al estar flanqueados por necrópolis, por villae y por el trazado de dos acueductos: el Aqua Augusta509 y el Acueducto de Santa Ana de la Albaida, posteriormente reutilizado por al-Hakam II para llevar agua hasta la Mezquita Aljama y conocido tras la conquista cristiana como Agua de la Fábrica de la Catedral510. A lo largo de estos caminos surgirán, desde mediados del s. IX, núcleos de población que acabarán conformando lo que andando el tiempo, ya en el s. X, las fuentes árabes denominarán rabad al-Rusafa. Comenzamos a conocer tanto la extensión topográfica como la evolución diacrónica y las características urbanísticas de este arrabal gracias a las ya señaladas excavaciones realizadas desde comienzos de los años noventa (Fig. 282). Así, el camino que discurría paralelo al Arroyo del Moro y que, como hemos señalado, unía alRusafa con las puertas occidentales de la Medina, aglutinaba el extremo oriental del arrabal, donde las recientes excavaciones realizadas en una manzana destinada a equipamiento deportivo, al Este del arroyo, han puesto de nuevo en evidencia el proceso seguido: un gran edificio tipo almunia en torno al que se genera un arrabal con su correspondiente área cementerial. A la altura de la actual Glorieta de Las Margaritas se le unía otro camino, que se dirigía hacia el Noroeste, hasta su confluencia con el viejo camino romano que seguía el limes del Aqua Augusta, 505  El más complejo, hasta el momento, pero no el único, como han puesto en evidencia las excavaciones del Convenio GMU-UCO en los terrenos del Parque Tecnológico de Rabanales. bajo la dirección de nuestra compañera S. Vargas. Aquí nos encontramos de nuevo con un sistema hidráulico que comprende captaciones, canalizaciones para el transporte y distribución, y depósitos construidos en opus caementicium. Uno de estos depósitos, de 21,50 x 15,80 m, se mantuvo en uso, con diversas reparaciones y reformas, entre el s. I y el IX. El sistema en su conjunto, probablemente vinculado a la almunia conocida como Rabanalis (topónimo que indicaría claramente su origen preislámico), se ha mantenido en uso, con las necesarias reformas y adaptaciones, hasta prácticamente la actualidad. 506  Cfr. supra. De sendos baños estaban también provistas las almunias recientemente excavadas en el Naranjal de Almagro y en El Fontanar, topónimo por lo demás suficientemente explícito en relación con la cuestión que nos ocupa (cfr. Murillo et alii 2004a, op. cit. pp. 266-267). 507  Seguimos la terminología acuñada por M. Barceló, cfr. supra. 508  Estos sistemas hidráulicos aún estaban en funcionamiento en la primera mitad del siglo pasado, como se pone en evidencia tanto en los planos topográficos y catastrales de la época, como en la documentación notarial conservada en la Sección de Protocolos del Archivo Histórico Provincial, que permite retrotraer la existencia en la zona de huertas e ingenios para regarlas hasta los últimos siglos medievales. 509  A. Ventura, El abastecimiento de agua a la Córdoba romana. I. El Acueducto de Valdepuentes, Córdoba, 1993. 510  Cfr. Moreno Almenara et alii (1996), op. cit.

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ahora transformado en vía de comunicación entre la zona septentrional de Qurtuba y Madinat alZahra511. Ambos articulaban el sector meridional del arrabal. El límite occidental se situaba en torno a la Ronda de Poniente, más allá de la cual, las excavaciones realizadas en los terrenos del Plan Parcial O-5 muestran la ausencia de arrabal y la existencia de un amplio terreno no urbanizado hasta Turruñuelos. Por último, el límite septentrional venía marcado por los terrenos no urbanizados que rodeaban la propia almunia de al-Rusafa. Vemos de este modo cómo se cumple, también aquí, la dinámica general de configuración de los arrabales de Madinat Qurtuba que hemos señalado con anterioridad: una almunia como foco de atracción, y una red viaria, en buena medida preexistente, que articula los primeros núcleos constitutivos del arrabal, que progresivamente irá expandiéndose mediante la progresiva urbanización de nuevos sectores que articulan un viario configurado, ahora sí, ex novo. En el estado actual de la investigación arqueológica, el sector de este arrabal con una ocupación más temprana es el situado junto al camino del Arroyo del Moro, en el extremo oriental de al-Rusafa, donde se localizan contextos emirales de la segunda mitad del s. IX y de las primeras décadas del s. X, sobre unos terrenos en los que se localizaba un gran fundus romano del que formaba parte una villa512 y una gran estructura de opus caementicium excavada junto a la Avda. del Tenor Pedro La Virgen, que podría interpretarse como un posible ninfeo, bien relacionado con la villa, bien con el Aqua Augusta, que discurre inmediatamente al Norte. En esta zona, y sobre la base del fundus romano, se desarrolló una ocupación, aún poco definida, durante la Antigüedad Tardía, como evidencia un edificio dotado de un gran ábside y una necrópolis anexa513. Ya en época islámica, nos encontramos con estos terrenos integrados en una almunia, parte de cuya infraestructura hidráulica ha sido excavada en el emplazamiento del Centro Comercial La Sierra y en parcelas colindantes.514 En todo este sector, y hasta el inmediato camino que unía la parte septentrional de al-Rusafa con la Bab al-Yahud, se desarrolló un área de arrabal en el que, en determinados puntos, se ha podido constatar la existencia de una fase emiral previa al floruit alcanzado ya a mediados del s. X, momento a partir del cual los distintos arrabales comienzan a unirse, difuminándose en buena medida los límites estrictos entre unos y otros (Fig. 283). También aquí se configurará, desde época emiral, un cementerio islámico de cierta extensión y que debemos identificar con el de al-Rusafa515, localizado en el área delimitada por las actuales calles Margarita Xirgú, Dolores Ibárruri, Poeta Emilio Prados y Músico Juan del Encina. Otro sector con una ocupación posiblemente pre-califal se sitúa en la parte occidental de al-Rusafa, en la confluencia del camino de Santa Ana de La Albaida y del Carril de los toros (antiguo limes de Valdepuentes-camino del puente de Los Nogales), al Sur del Arroyo del Patriarca. Sin embargo, y a diferencia de lo visto para el extremo oriental, aquí no tenemos constancia de una presencia romana o tardoantigua previa, y la primera ocupación islámica se vincula a un área industrial dedicada a la producción alfarera, con numerosos hornos y otras instalaciones, cuya puesta en funcionamiento se remontaría a los últimos años del s. IX o a comienzos del s. X516 (Fig. 292). Similar cronología mostraría una almunia situada inmediatamente al Este de este sector artesanal,517 al otro lado del arroyo y junto a la bifurcación del camino que unía la parte occidental Se trata del denominado Camino de los Nogales, cuya traza aún es perfectamente reconocible. Contamos con testimonios orales del hallazgo de sillares y de fragmentos de mosaico con motivo de la construcción, en los años ochenta del siglo pasado, del edificio que ocupa la Plaza Patio del Poeta Gabriel Celaya. 513  Excavaciones realizadas en la prolongación de la C/ Teruel y en una parcela de uso dotacional entre las calles Joaquín Sama Naharro y Poeta Emilio Prados. 514  Cfr. Morena (1994), op. cit. 515  Sobre los cementerios de Madinat Qurtuba, cfr. M. T. Casal, Los cementerios musulmanes de Qurtuba, Córdoba, 2003. 516  Cfr. S. Rodero et J. A. Molina, “Un sector de la expansión occidental de la Córdoba islámica: el arrabal de la Carretera de Trassierra (I)”, Romula 5, 2006, pp. 219-294; Excavaciones de F. Castillo y de E. León en las manzanas 18 y 19 del Plan Parcial O-4 (Cortijo del Cura). 517  Cfr. Rodero y Asensi (2006), op. cit. p. 303. 511  512 

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de al-Rusafa con las puertas occidentales de Madinat Qurtuba. Esta almunia experimentó una importante renovación en los años centrales del s. X, con la construcción de un nuevo edificio o con la restauración de uno preexistente, como evidencia el estudio de los numerosos elementos de decoración arquitectónica recuperados518 (Fig. 293). Por estos mismos años, o poco después, cabe situar la primera fase intensiva de urbanización experimentada por este sector occidental de al-Rusafa, y que se desarrolla a levante del área industrial, junto a la almunia y a ambos lados del antiguo camino, que aún experimentará un proceso de pavimentación en el tránsito del s. X al XI519 (Fig. 294). Una segunda fase de urbanización, ya de las últimas décadas del s. X la constatamos a Poniente del área industrial, en el punto de máxima expansión del arrabal de al-Rusafa y frente al flanco oriental de Turruñuelos. Se trata de un barrio residencial surgido absolutamente ex novo y con una cuidada ordenación ortogonal que contrasta con la observada en el resto del arrabal (Fig. 295). Su avanzada cronología viene avalada tanto por el carácter evolucionado de los contextos cerámicos, como por el hecho de que para la eliminación de las aguas residuales se aproveche la propia estructura del Aqua Augusta, hecho absolutamente anómalo y explicable por la pérdida total de la primigenia funcionalidad tras su reconversión para el abastecimiento de agua a Madinat al-Zahra.

Fig. 292. Hornos cerámicos excavados en el Plan Parcial O-4. Fotografías: F. CASTILLO.

518  Cfr. J. M. Bermúdez et alii “Elementos arquitectónicos sustentantes en la almunia del arrabal de la Carretera de Trassierra II, Córdoba”, Romula 5, 2006, pp. 337-368. 519  Cfr. Rodero y Molina (2006), op. cit. p. 292. Con esta fase se relacionaría una pequeña maqbara excavada en el polígono 2 del Plan Parcial MA-1.2 (cfr. RODERO y MOLINA, 2006, op. cit. pp. 226 ss.). Es posible que esta expansión operada a partir del tercer cuarto del s. X deba ponerse en relación con la conversión de al-Rusafa en una zona cotizada de la ciudad en la que fijarán su residencia importantes personajes, y entre ellos Ibn Abi ‘Amir, el futuro almanzor (cfr. supra).

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Fig. 293. Estructuras pertenecientes a la almunia excavada en el arrabal de al-Rusafa (PERI MA-9) y elementos de la decoración arquitectónica (RODERO y ASENSI, 2006; BERMÚDEZ et alii, 2006).

Fig. 294. Interpretación de las principales áreas funcionales del sector de arrabal de al-Rusafa excavado en el Plan Parcial MA-1.2 y en el PERI MA-9. Elaborado a partir del diseño original de RODERO y MOLINA, 2006.

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Tanto su posición en el extremo occidental de al-Rusafa, en un punto más al Oeste del cual ya no se constata la presencia de áreas urbanizadas, como su cronología tardía, ya claramente amirí, y las características del trazado urbano y de la propia tipología residencial podrían apuntar a su identificación con aquellas casas habitadas por las tropas bereberes al servicio de los amiríes cuyo asalto y saqueo en 1009, por las cordobeses seguidores de Muhammad b. Hisam ‘Abd al-Yabbar al-Mahdi, dio origen al sangriento enfrentamiento que acabó con el Califato omeya520. Esta hipótesis es, por el momento, muy provisional y está sujeta a un análisis más profundo de la totalidad de la evidencia arqueológica de este sector, como la relativa a su arquitectura y urbanismo que hemos abordado en el apartado anterior, que pone de manifiesto las particularidades de este sector de arrabal: ordenación estrictamente reticular, con manzanas muy alargadas que configuran unidades domésticas muy regulares que comparten siempre un muro medianero trasero, con el acceso siempre a través de las calles secundarias, que no tienen mayor desarrollo que el de la fachada de su propia manzana y que desembocan en las calles principales de trazado Noroeste-Sureste, imbricándose en “bayoneta” con las de las manzanas dispuestas al otro lado de las mismas. Igualmente, las casas suelen corresponderse a un módulo muy homogéneo, con un patio central y una o dos crujías, en fachada y fondo. Las casas con crujía lateral, aunque existentes en la primera fase del barrio, suelen subdividirse en la segunda fase, originando viviendas más pequeñas del tipo ya descrito. Es significativa, por último, la no presencia de casas con crujía en todos los lados del patio, así como la ausencia de procesos de crecimiento de una casa mediante la agregación de la vecina o vecinas, hecho constatado en otros sectores del Yanib al-Garbi.

Fig. 295. Extremo occidental del arrabal de al-Rusafa, excavado en el Plan Parcial O-4. En el centro, manzanas de casas. En el ángulo inferior derecho, área de producción cerámica. © Convenio GMU-UCO.

520  Cfr. Ibn Idari, al-Bayan al-Mugrib… III, pp. 74 ss. de la traducción de F. Maillo, La caída del Califato de Córdoba y los reyes de taifas (al-Bayan al-Mugrib), Salamanca, 1994.

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Por último, es también reseñable la existencia de una tapia de cierre por el lado Norte, y tal vez también por el Este. En cuanto a “edificios singulares”, no se ha constatado ninguno que pudiera estar en el origen del barrio, y en cuanto a equipamientos comunitarios, sólo es factible identificar un hipotético hamman en el extremo oriental de la manzana 3, donde un edificio de tanta extensión no responde a la tipología doméstica del resto de unidades definidas, mostrando un gran pozo de noria y una infraestructura hidráulica muy superior a la del resto de edificaciones del arrabal, incluyendo desagües que vierten al Aqua Vetus o Aqua Augusta (Acueducto de Valdepuentes), para entonces ya inutilizado en su función original como consecuencia del desvío de sus aguas para abastecer a Madinat al-Zahra. No obstante, esta identificación continúa siendo provisional por cuanto no fue posible excavar el edificio en su totalidad, y especialmente su ángulo nororiental. La correlación de todas estas peculiaridades con la ya señalada noticia relativa al asalto por parte del populacho de Córdoba, en 1009, a las casas de las tropas bereberes al servicio de los amiríes, que se encontraban en el barrio de al-Rusafa, origen del conflicto civil conocido como fitna y que conduciría a la desintegración del Califato omeya andalusí, nos lleva a plantear la hipótesis de su identificación con este barrio de casas excavado en el Plan Parcial O-4. Para ello nos apoyamos también en un hecho fundamental, como es su relación directa, a través del camino del Puente de los Nogales, con Turruñuelos, inmenso y enigmático yacimiento arqueológico cuya interpretación permanece por el momento abierta pero que, tal vez habría que poner en relación con las necesidades militares del Estado andalusí, si no como emplazamiento de Fahs al-Suradiq, como ha sido recientemente propuesto,521 tal vez como arsenales, fábricas de armamento o cualquier otro complejo de edificios de funcionalidad castrense vinculados con el dictador amirí. Hipótesis que, en nuestra opinión cobra mayor fuerza tras la constatación de la conexión directa existente entre Turruñuelos, mediante el camino que parte de la puerta situada en el centro de su lado meridional, con el complejo formado por grandes patios empedrados y estrechas crujías recientemente excavado en el Plan Parcial Huerta de Santa Isabel Oeste, actualmente en fase de estudio y que, provisionalmente, podríamos identificar con unas enormes caballerizas, complementadas por las áreas de pasto circundantes y por diversas edificaciones auxiliares. Tal vez su relación con al-‘Amiriyya, la residencia almanzoreña previa a la construcción de Madinat al-Zahira y en la que sabemos se disponían fábricas y arsenales de armas, así como almacenes y cuadras para la cría de caballos, debería ser analizada a la luz de las nuevas evidencias arqueológicas522. Una vez definido el entorno urbanizado del área próxima a al-Rusafa (Fig. 296), nos queda un amplio espacio en el que la evidencia arqueológica sólo permite situar un área no urbanizada, aunque sí claramente antropizada, en la que cabe localizar la gran almunia de ‘Abd al-Rahman I (Fig. 297). Su núcleo central hay que situarlo en las inmediaciones de la actual Huerta de la Arruzafa, en la que se localiza un importante sistema hidráulico fundado en época imperial romana y en uso hasta la actualidad. Por debajo de la línea de rigidez de este sistema, se situarían los jardines y huertas susceptibles de ser regados, así como buena parte de las dependencias residenciales y de servicio de la almunia. Entre estas edificaciones debemos destacar la documentada por la investigación geofísica desarrollada en 2005, que evidencia la presencia de un edificio aislado, de unos 50 m de lado, con un gran muro probablemente dotado de grandes contrafuertes en su fachada y que encierra un área presumiblemente residencial con varias estancias dispuestas en al menos tres crujías alrededor de un gran patio. Al no haber sido aún excavado, poco podemos añadir a esta primera aproximación, no contándose por el momento con evidencias sobre su edilicia, detalles de la planta y, fundamentalmente,

Cfr. Acién et Vallejo (1998), op. cit. p. 126. La localización de al-‘Amiriyya es problemática, aunque la mayor parte de los textos árabes la sitúan a Poniente de Córdoba y en las proximidades de Madinat al-Zahra (cfr. E. Lévi-Provençal, L’Espagne Musulmane au Xe siècle, Paris, 1932, pp. 229-230, lo que llevó a Velázquez Bosco a identificarla erróneamente con la almunia de al-Rumaniyya (cfr. M. Ocaña, 1984, op. cit. en nota 28). 521  522 

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Fig. 296. Fotografía aérea de los terrenos comprendidos entre el arrabal de al-Rusafa (primer plano) y Madinat al-Zahra (al fondo). © Convenio GMU-UCO.

Fig. 297. Localización del arrabal de al-Rusafa (en primer plano) en relación con la almunia de ‘Abd al-Rahman I (al fondo). © Convenio GMU-UCO.

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encuadre cronológico. No obstante, sus características tipológicas, tal y como las revelan los magnetogramas, son sorprendentes y enormemente sugerentes dada la evidente similitud que parece mostrar con la serie de edificios omeyas localizados en las actuales Siria y Jordania y conocidos genéricamente bajo la denominación de “castillos del desierto”, término poco preciso y al mismo tiempo engañoso por cuanto oculta lo que parece configurarse como auténtica esencia de los mismos: su carácter de centro residencial de una extensa propiedad destinada simultáneamente al recreo y solaz de sus propietarios, califas y otros miembros de la familia omeya523, y a la puesta en explotación de un espacio agrícola irrigado. Aunque la comparación con edificios orientales bien conocidos como Jirbat Miniah, Qasr al-Hayr al-Sarqi o Qasr Jarana es patente, tal vez la mayor similitud, tanto en planta como en dimensiones se de con az-Zaytuna524, edificio situado a escasa distancia de la antigua Sergiopolis, la ciudad que cambió su nombre por la de Resafa Hisham cuando el califa Hisham (724-743) fijó en ella su residencia y en la que, sabemos que su nieto, el futuro ‘Abd al-Rahman I pasó largas temporadas525 (Fig. 298).

Fig. 298. Comparación del “palacio” de alRusafa con el de AzZaituna (ULBERT). © Convenio GMU-UCO.

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523  Estos singulares edificios son conocidos desde antiguo y han sido objeto de diversas aproximaciones, como las de J. Sauvaget (“Chateaux umayyades de Syrie. Contribution à l’étude de la colonisation arabe aux Ier et IIe siècles de l’Hégire”, Revue des Études Islamiques, 1967, pp. 1-52), y O. Grabar et alii (City in the Desert: Qasr al-Hayr East, 2 vols. Cambridge, Mass., 1978), aunque aún está pendiente un análisis global y pluridisciplinar de los mismos. No obstante, recientes investigaciones encuadradas en ambiciosos proyectos, como los desarrollados por el DAI en torno a Resafa o por el equipo franco-suizo dirigido por D. Genequand (“Implantations umayyades de Syrie et de Jordanie”), están poniendo de relieve la complejidad de estos edificios, enmarcados en un contexto, tanto espacial como cronológico, mucho más amplio que el inicialmente considerado y en el que, junto al carácter residencial y hedonista inicialmente considerado, cada vez toma más fuerza su vinculación con grandes obras de irrigación para la puesta en explotación de unas tierras que, en los siglos VII y VIII ofrecerían un paisaje muy diferente al actual. 524  En esta propiedad rural próxima a Resafa, que Ulbert identifica con el edificio por él excavado junto a la antigua fortaleza romana de Halul-Cholle, recibió Hisham la noticia de su ascenso al Califato. Cfr. T. Ulbert, “La residencia rural omeya de Hallul-Cholle (Siria)”, en La islamización de la Extremadura romana, Mérida, 2001, pp. 193-221. 525  Cfr. T. Ulbert, “Resafa en Siria. Una residencia califal de los últimos omeyas en Oriente”, Cuadernos de Madinat al-Zahra 5, 2004, pp. 377-390.

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LA ISLAMIZACIÓN DE QURTUBA Y LA APARICIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO DE ÁREA SUBURBANA

Años después, ‘Abd al-Rahman I fundó su residencia predilecta en las inmediaciones de su nueva capital, la vieja Corduba, sobre una gran propiedad romano-visigoda preexistente, y le aplicó el significativo nombre, cargado de un enorme contenido en la nueva simbología omeya occidental, de al-Rusafa en manifiesto recuerdo de la Rusafa siria y de su abuelo, con el que restablece la línea de legitimidad dinástica. Posiblemente en ese discurso dinástico tenga pleno sentido el traslado a al-Andalus de una tipología arquitectónica netamente identificada con su Siria natal y, muy específicamente con la Resafa Hisham en la que discurrió su infancia526. Juan F. Murillo Fátima Castillo Elena Castro M.ª Teresa Casal Teresa Dortez

El Arrabal de Cercadilla El arrabal de Cercadilla, cuyos orígenes se remontan al periodo emiral, se localiza al Noroeste de la Medina, en torno a los restos del complejo arquitectónico hasta ahora interpretado como el palatium de Maximiano Hercúleo (Fig. 299). Los primeros vestigios asociados a este periodo se localizaron en el criptopórtico, donde se produce una ocupación puntual y modesta. El material cerámico recuperado en varios basureros ha sido fundamental para establecer esta ocupación, que ha permitido identificar dos fases que van desde el s. VIII a inicios del Califato. El conjunto de materiales recuperados presenta características heredadas del periodo anterior mezcladas con otras nuevas traídas por la población recién llegada. Los primeros habitantes de este arrabal que empezaba a configurarse eran mozárabes que se habían ido agrupando en torno al centro de culto cristiano interpretado por R. Hidalgo como la basílica martirial de San Asciclo. De hecho, la presencia de este conjunto determinó sobremanera la configuración del nuevo arrabal que tendría su mayor desarrollo ya en época califal. Las construcciones de los momentos iniciales son muy escasas, reduciéndose a algunos suelos, cimentaciones y canalizaciones, lo que impide establecer rasgos generales o particulares de cómo sería el arrabal en época emiral. Sólo al Sur del yacimiento, y coincidiendo con la fachada de acceso al complejo tardorromano (HIDALGO, 2007), se identificaron los restos de un antiguo camino emiral que probablemente fosilizaba otro tardoantiguo y que podría haber conectado con el que discurre junto al acueducto en la zona Norte. A ambos lados del mismo se identificaron varias estructuras de origen emiral, las más interesantes las aparecidas al Este de dicho camino por formar parte de un hamman (FUERTES, RODERO y ARIZA, 2007, 182-184). Con la llegada de nuevos pobladores, el arrabal dejó de ser un lugar reservado para la población mozárabe y aquellas modestas construcciones de carácter doméstico fueron sustituidas por otras que se extendieron por los alrededores del primitivo complejo e incluso en algunas ocasiones sobre el mismo, aprovechando muros y pavimentos, que fueron retallados y modificados con base en las nuevas necesidades de la población.

526  Esta posibilidad ya fue sugerida por Ulbert (2004, 378), quien planteó con gran acierto la hipótesis de “si además de meros recuerdos nostálgicos no hubo influencias arquitectónicas más concretas en la planificación que hizo ‘Abd al-Rahman de su nuevo palacio y su gran mezquita de Córdoba”. Las nuevas evidencias arqueológicas de al-Rusafa podrían apuntar en esta dirección, iniciando en Qurtuba una tradición arquitectónica omeya oriental que cuenta con magníficos ejemplos en otros “edificios singulares” recientemente excavados (cfr. MURILLO et alii, 2003, 365-369).

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Con la colaboración de MINISTERIO DE Ciencia e Innovación

vio la luz en 1994, es una serie de carácter temático publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, y la Gerencia Municipal de Urbanismo de esta misma ciudad,

cordobesa

en el marco de su convenio de colaboración para la realización de actividades arqueológicas, que dirigen

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El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

19 Vol. II

el Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo Gil y el Dr. Juan Fco. Murillo Redondo. MgAC surge como instrumento para dar a conocer de forma monográfica propuestas de interpretación arqueológica desarrolladas por Investigadores de dicho Convenio, que someten así, de manera periódica, su trabajo al juicio crítico de la comunidad científica internacional, así como temas de especial relevancia para el avance de la investigación arqueológica española y cordobesa.

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.) El Anfiteatro Romano de Córdoba

[ monografías de arqueología cordobesa ] 2010

Vol. II

Monografías de Arqueología Cordobesa (MgAC), que

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Imagen de portada: Vista aérea del Rectorado de la Universidad de Córdoba, con la superposición de las diversas fases documentadas arqueológicamente. Destaca, entre todas ellas la inmensa mole del anfiteatro patriciense. (Elaboración: R. Ortiz; © Convenio GMU-UCO).

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