China y su defensa: El desarrollo no es sólo económico

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CHINA Y SU DEFENSA: EL DESARROLLO NO ES SÓLO ECONÓMICO
Guillermo Lafferriere
La República Popular China suele ser noticia por su espectacular desarrollo económico, el cual empieza luego que Deng Ziao Ping toma el poder del país y a la par que mantiene un férreo control político del mismo, los hechos en Tianamen son un claro ejemplo, libera una inmensa cantidad de trabas económicas y esa acción sumada a la laboriosidad y dedicación del pueblo chino, han logrado un crecimiento y desarrollo del país que lo colocan a un paso muy corto de convertirse en la primera potencia económica global. Todo ello en un plazo en términos históricos extremadamente corto de 27 años.
Pero China no es solamente un gigante económico. Es un poder militar cada vez más relevante. Uno que desarrolla capacidades militares en un amplísimo espectro, que va desde las operaciones convencionales más complejas hasta el desarrollo de capacidades espaciales y cibernéticas de altísima complejidad. Capacidades que incluyen el empleo de tecnologías nucleares de propulsión de embarcaciones submarinas y la disposición de un arsenal nuclear comparable al de países como Francia o el Reino Unido. A todo esto debe sumársele el lento, pero progresivo avance en dirección a obtener en un futuro que va del mediano al largo plazo, las capacidades que le permitan proyectar poder militar a través de una flota que posea aptitud para hacerlo teniendo como núcleo una fuerza aeronaval embarcada. Lo mencionado coloca al Ejército Popular de Liberación muy lejos de la fuerza que estaba basada en el empleo de masas de soldados que buscaban imponerse sobre sus oponentes casi exclusivamente por la fuerza que sus números representaban. Esa ecuación ya no es el factor determinante del poder militar chino. La búsqueda de la calidad por sobre la cantidad ha comenzado a primar desde hace muchos años atrás.
No es nuestra intención hacer una suerte de repaso por los desarrollos que en términos de defensa viene haciendo China, pues ello sería no solamente engorroso, sino una tarea casi imposible, dada la vastedad del mismo. La mirada deseamos colocarla en las razones de ese esfuerzo y la conjugación que este puede tener con la política China.
Beijing es un actor emergente muy particular. Es que el empleo del término "emergente" para con China tiene una mirada muy centrada en la explosión económica que mencionamos al principio del artículo, y poco de referencia en hechos del pasado algo más distante y que consideramos debe de tenerse en cuenta. Veamos:
China es uno de los cinco países que retienen desde la creación de la ONU la condición de miembro permanente en el Consejo de Seguridad y con ese status, la capacidad de ejercer el poder de veto.
Desde mucho antes del actual boom económico global, China era un actor político relevante, más que nada por el peso que Mao impuso a la interacción del país con el mundo. Piénsese que a pocos años de haber tomado el poder, luego de una larga y durísima guerra civil, Mao interviene con fuerzas militares "voluntarias" de manera decisiva en la guerra de Corea, logrando con su intervención establecer la situación que hasta hoy rige en la península de dos estados separados.
En el año 1964, China hace su primera experiencia nuclear, convirtiéndose en el quinto país del mundo en adquirir la capacidad de emplear ese tipo de tecnologías en el campo militar.
A fines de los sesenta, China lleva adelante una guerra corta, convencional y en un ambiente operacional extremadamente difícil contra la URSS y pocos años después, a través de las gestiones de Pakistán, abre un canal de diálogo con el Secretario de Estado Henry Kissinger, que llevaría a los acuerdos con Nixon de 1973. Los que generarían de hecho en Moscú la idea de una alianza muy amenazante para sus intereses.
Con la muerte de Mao y la consolidación en el poder de Deng y el inicio de sus profundas reformas económicas, el factor ideológico fue paulatinamente perdiendo poder en la política china, aunque en modo alguno han cambiado las visiones estratégicas del país. Antes de hacer un pequeño análisis de las mismas, conviene tener muy en cuenta dos factores que consideramos críticos en cualquier aproximación a comprender a China y la manera en que su política de defensa interactúa con la gran estrategia del país. Esos factores son:
El tiempo. China es un estado que puede realizar una trazabilidad de su historia medida en milenios. Ello tiene varias repercusiones en la política china. En primer lugar que ha acumulado una casi inigualable experiencia político-institucional, que le permite atesorar un reservorio de conocimientos prácticos de la manera en que China ha ido desenvolviéndose en escenarios diferentes, complejos y en algunos casos anárquicos; y que a pesar de los mismos, el país ha mostrado una inmensa capacidad no solamente para permanecer existiendo, sino también para reinventarse a sí mismo. Esa experiencia indica que el tiempo es un factor que se emplea para la consecución de objetivos estratégicos, como también lo emplean otras naciones probablemente, pero con una mirada que hace que puedan esperarse la consecución de muy largos procesos; no pocos de ellos inconcebibles en su alcance para la mentalidad occidental.
La historia de ocupación extranjera entre la segunda mitad del Siglo XIX y 1949. Ese período es considerado por la elite política china como uno de humillación. Uno donde China estuvo sometida a la voluntad de actores extranjeros que tenían frente a sí a un gobierno chino débil, incapaz de controlar su propio territorio y de confrontar en una situación de superioridad con los extranjeros. Esa experiencia además, volviendo al factor tiempo, es mirada como una anomalía; en el sentido en que durante buena parte de la historia humana fue China la que estuvo a la cabeza del desarrollo en el mundo. Sin embargo una serie de errores políticos, uno de ellos no menor fue el encerrarse sobre sí misma y no entender los cambios tecnológicos que iban desarrollándose, fueron los que llevarían a China a dejar de ser un actor relevante y quedar a la merced de casi cualquier actor foráneo en capacidad de arribar a sus costas con un mínimo de capacidad militar.
Los dos factores mencionados obran entre sí a la hora de concebir la estrategia de China hacia el futuro. El país busca alcanzar el estándar de una gran potencia, pero pretende hacer en tiempos que no se miden por la vertiginosidad de los logros, sino por la constancia de diferentes pasos que le permitan alcanzar esa condición sin arriesgar en esa mirada los logros alcanzados hasta el presente. ¿Y cuáles son los objetivos estratégicos que buscaría alcanzar China? Pensamos que los más relevantes pueden mencionarse a continuación:
Buscar la consolidación de su integridad territorial resolviendo la cuestión de Taiwan. En ese sentido, su capacidad militar le otorga ventajas comparativas casi aplastantes contra las fuerzas militares taiwanesas, al tiempo que viene desarrollando una importante aptitud anti acceso, es decir la posibilidad de atacar grandes buques de superficie, portaaviones entre ellos, que pudieran concurrir en refuerzo de la defensa de Taiwan. China sabe que aplicar el poder militar de manera directa la llevaría a una guerra muy peligrosa con Estados Unidos, una donde la posibilidad de una escalada nuclear no podría descartarse. Pero aplica esas capacidades militares mencionadas en conjunción con una política de lazos económicos extremadamente interdependientes con empresas taiwanesas al tiempo que busca aislar políticamente al gobierno de Taipéi. Ese juego estratégico China está dispuesta a llevarlo adelante tanto como lo requiera; y es en si mismo una muestra de interacción de factores militares, diplomáticos y económicos en procura de un objetivo político concreto, sobre el cual el factor tiempo creará posiblemente en un futuro una situación que pueda llevar a una solución similar a la de Hong Kong para Taiwan.
Ejercer una presencia activa en el Mar de la China. Ya nos hemos referido a este tema en un trabajo anterior. En esta situación China juega sus interese estratégicos en un ámbito extremadamente complejo, pues otras naciones reclaman soberanía en ese espacio marítimo aunque en el mismo, China es claramente el que posee la capacidad militar más relevante. Sin embargo, no es la carta militar la que Beijing emplea con mayor preponderancia, sino su declamado interés por la preservación de los recursos naturales; el empleo de medios de sus diferentes guardias costeras, las que actúan como medios policiales y no militares; y finalmente una diplomacia que busca tratar bilateralmente los asuntos del Mar de la China, evitando tener que hacerlo ante grupos de naciones.
Consolidarse como una potencia regional de carácter benigno. China posee y demuestra claramente que lo tiene, un poder militar aplastante en relación a sus vecinos regionales. Sin embargo, esgrime permanentemente la diplomacia como factor de acercamiento de posiciones, colaboración económica y la participación en cuanto foro regional exista. Todo ello hace que proyecte una imagen de un poder que se auto modera en la región, mientras trabaja en la elaboración de una situación política que le permita consolidarse claramente como el líder regional.
Asegurar sus actividades en África y América Latina. En ambas regiones, y con matices diferentes, China busca primordialmente obtener las materias primas que su industria masivamente demanda; al tiempo que construye una interrelación política con los países de esas regiones, ofreciendo no solamente trabajo a sus poblaciones, sino inversiones en infraestructura y también financiamiento para sostener, en ciertos casos, las propias economías de algunos países. El conjunto de esas acciones, convierten a China en un actor que ciertamente luce como diferente de otros estados o agencias internacionales que previo a la consecución de acciones económicas o el desarrollo de obras de infraestructura, requieren de los países donde se actuará que se cumplan con algunas exigencias políticas internas. China nada demanda en ese sentido. Ello puede considerarse cinismo. También puede ser visto como parte de una mirada harto realista del mundo.
Si bien el centro de las preocupaciones de China se encuentran en su región del mundo, no deja de enviar mensajes estratégicos sutiles, que indican que su mirada de muy largo plazo está colocada en los asuntos globales. Una es claramente político-económica: El BRICS es una manera de buscar alternativas a la idea del multilateralismo no solamente en la toma de decisiones políticas, sino en la manera en que se financian naciones o emprendimientos. Otros mensajes tienen a la defensa como su centro de gravedad. Ellos van desde la destrucción de un satélite chino fuera de servicio por medio del lanzamiento de un misil mar-espacio desde un buque de la Armada del Ejército Popular de Liberación; la acción de acciones cuasi permanentes en el ciberespacio, afectando sistemas estatales y no estatales en todo el mundo. Estas acciones son llevadas a cabo por "agencias" que formalmente no pueden ser ligadas al gobierno chino, pero que en los hechos pocas dudas caben que están bajo la mirada del mismo a través de su órgano de conducción militar. Y otro mensaje se lleva adelante con la presencia de una flotilla china en el Mar Mediterráneo, ejercitándose con parte de la Flota Rusa. Esta última acción muestra claramente no solamente la capacidad creciente de proyección de poder militar muy legos de su región de parte de China, sino simultáneamente, la potencialidad de avanzar en una mayor profundización de los lazos militares con Rusia, en momentos en que Moscú vive una situación tensa con Occidente en relación a la crisis en Ucrania.
China aparece como una nación dispuesta a alcanzar objetivos estratégicos relevantes y en no pocos casos que colisionan directamente con las visiones de otras potencias no menores y de varias naciones con desarrollos menos relevantes que China, pero que poseen también aliados tan poderosos como Beijing. El tiempo, ya lo mencionamos, es un factor crítico que emplea en ese camino. Lo hace también sin esconder que el suyo es un régimen autoritario, al tiempo que no pretende exportar su política interna como un insumo a aplicar por otras naciones. El partido único aparece hoy más como la herramienta política que la elite juzga como imprescindible para conducir esta etapa China, donde la gestión tiene un peso infinitamente más relevante que cualquier mirada ideológica. Esta situación interna de un partido único genera naturalmente tensiones. Es de esperar que las personas que se incorporan a las clases medias en el país puedan en un momento reclamar espacios políticos que hoy les están vedados; y que generar esos espacios sin debilitar la fuerza del partido es el desafío político interno crítico mirando al futuro. También puede decirse que ese grado de autoritarismo y libertad económica se ha mostrado como una combinación que en Asia ha tenido resultados de alcanzar el desarrollo como el caso de Singapur demuestra.
Si China logra alcanzar el estatus de gran potencia a nivel global en un escenario de mayor multilateralismo, deberá de observarse si continuará ejerciendo el mismo dentro de los parámetros de moderación que hasta ahora la han caracterizado. Asimismo en esa condición, tanto China como otros actores, no podrán eludir la demanda de atender los asuntos de seguridad internacional. Muchos de ellos puede que aparezcan presentando características de premura que irán en contra del fuerte empleo del tiempo como herramienta estratégica.
Finalmente, todo lo expresado debiera actuar en nuestra realidad como un fuerte motivador para comprender que a nivel global se están dando movimientos estratégicos de gran relevancia. Muchos de ellos suceden lejos de las fronteras nacionales, pero repercuten ya entre nosotros de diferente manera. Quedará en nosotros la decisión de como posicionarnos frente a los mismos. Algo es seguro mientras tanto, ellos seguirán desenvolviéndose y creando consecuencias a pesar que tratemos de no observarlos. Esperemos que nuestra mirada tan acentuada en nuestra cotidianeidad, poco a poco deje espacio para observar con mayor atención a ese mundo que se está transformando, de manera que no seamos en el mismo un factor irrelevante, sino alguien con quien deba al menos tenerse la consideración de ser escuchado. Eso no sería poco.



Ver "Las islas artificiales de Biejing en el Mar de la China". http://www.nuevamayoria.com/index.php?option=com_content&task=view&id=4699&Itemid=30.



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