\" CASTRO NEMENZO \" , UNA OLVIDADA PUNTA DE LANZA Y LOS INICIOS DEL BRONCE FINAL ATLÁNTICO EN EL NOROESTE HISPÁNICO josé suárez otero

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Descripción

José Suárez Otero

“CASTRO NEMENZO”, UNA OLVIDADA PUNTA DE LANZA Y LOS INICIOS DEL BRONCE FINAl ATLÁNTICO EN EL NOROESTE HISPÁNICO

BOLETIN AVRIENSE

BOLETÍN AVRIENSE Núm. 45 (enero-diciembre 2015), págs.7-39 I.S.S.N.: 0210-8445 D.L. VG-112-1972

“CASTRO NEMENZO”, UNA OLVIDADA PUNTA DE LANZA Y LOS INICIOS DEL BRONCE FINAL ATLÁNTICO EN EL NOROESTE HISPÁNICO

josé suárez otero*

* Investigador Independiente (PhD) [email protected]

“castro nemenzo”, una olvidada punta de lanza y los inicios del bronce final atlántico en el noroeste hispánico

Resumen Una vieja fotografía inédita permite redescubrir una punta de lanza localizada a fines del siglo XIX en un yacimiento al que se identifica como “Castro Nemenzo”. Una denominación poética de Eduardo Pondal para un castro de ubicación imprecisa pero dentro del extremo noroccidental de Galicia. Una punta que, por sus dimensiones y forma, viene a enriquecer el corpus de armas asignables a los inicios del Bronce Final del Noroeste Hispánico, insistiendo en una clara y temprana filiación atlántica y vinculable a una solución específicamente británica e irlandesa, como son las puntas de lanza con hoja “en forma de estoque”. Palabras chave: metalurgia, lanza, armas, Bronce Final.

Summary An old and previously unknown photograph allows us to rediscover a missing bronze spearhead found in the late nineteenth century on a site dubbed “Castro Nemenzo”, a poetic name created by Eduardo Pondal for an Iron Age hill fort located at an unspecified site somewhere in the northwestern tip of Galicia. Its dimensions and form make this spearhead a scarce and interesting exemplar of weapons assignable to the beginning of the Late Bronze Age in northwest Iberia and also makes clear its filiation with Atlantic metallurgy, probably a specific British or Irish concept, spearheads with a rapier-shaped blade. Keywords: metallurgy, Spearhead, weapons, Late Bronze Age.

Agradecimientos: Quisiéramos agradecer las facilidades del Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense para la realización de este estudio. Importante fue también el apoyo de algunos colegas como George Greenia (William and Mary College, Virginia), Germán Delibes (Universidad de Valladolid), Dirk Brandherm y Deborah Schroeter (Queen's University Belfast), Antón Rodríguez Casal (Universidad de Santiago) o Manuel Lestón, arqueólogo de campo y buen conocedor de la arqueología de la comarca de Begantiños. Recibido/Received: 03/09/2015 Aceptado/Accepted: 09/10/2015 Boletín Avriense, núm. 45 (enero-diciembre 2015), págs. 7-39, I.S.S.N. : 0210-8445, D.L. VG-112-1972

“Rei dos castros, castro forte, Garrido castro Nemenzo” Eduardo Pondal INTRODUCCIÓN

Viejas noticias referidas a hallazgos metálicos realizados en el marco gallego a fines del siglo XIX e inicios del XX, nos informan de una serie de objetos que formaban parte de colecciones hoy desaparecidas, entre los cuales se incluyen algunos instrumentos prehistóricos realizados en cobre o bronce. Algunos de esos objetos acabaron en los fondos de los museos gallegos, otras, cabe suponer, que en los de algún museo no gallego, pero otros desaparecieron posiblemente en el mercado de antigüedades. A pesar de esas vicisitudes, las informaciones contenidas en algunos trabajos, especialmente los de Villamil y Castro, pero también Federico Maciñeira, Álvarez Carballido o el mismo Murguía, han permitido recuperar esos objetos para el corpus de la Edad Bronce en Galicia, como fue el caso de las piezas incorporadas por L. Monteagudo en su obra sobre las hachas de cobre y bronce de la Península Ibérica, dentro de la serie de los Prähistorische Bronzefunde; o los puñales de antenas de la colección Villamil y Castro, reconocidos y utilizados en toda la bibliografía que sobre ese tema se vino produciendo, prácticamente desde la misma publicación de esa colección. Sin embargo, hay algunas piezas que, por su pérdida, pasaron inadvertidas o fueron tratadas de manera errónea en los estudios sobre la Edad del Bronce en Galicia. Un ejemplo es el de una punta de lanza de la antigua colección de Eduardo Álvarez Carballido, aparentemente desaparecida desde hace bastante tiempo1,

La colección se sitúa en Melide (A Coruña), localidad en la que vivió Álvarez Carballido. Sobre los complejos avatares de la colección cf. el ejemplo del hacha de Friol que acabó en el Museo de Coruña, como regalo de la Fundación Barrié, previa compra en un anticuario de la misma ciudad (Monteagudo 1977: 221, taf. 102, 1415).

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que, a pesar de haber sido dada a conocer por el mencionado coleccionista2, apenas encontramos incluida, ni tan siquiera referida, en la ya amplia bibliografía al respecto y frente a la relativa escasez de este tipo de objeto en el conjunto de los bronces prehistóricos gallegos; o la relevancia de este tipo de arma para el estudio de la metalurgia, en particular del Bronce Final Atlántico; pero, sobre todo, por la entidad que tanto datos como fotografías otorgan a la pieza en cuestión. Nuestra intención en estas páginas es recuperar para el conocimiento de la metalurgia del bronce en el Noroeste una punta de lanza que no se presenta, simplemente, como un aporte más al corpus de lo ya conocido. Ni tampoco como posibles matizaciones cuantitativas al mismo, e incluso cualitativas, en la lectura e interpretación del papel que este tipo de objeto tuvo en la formación y evolución de la Edad del Bronce Atlántico. En realidad, consideramos que van mucho más allá y que estamos ante una pieza que abre nuevas posibilidades formales y nuevas vías interpretativas, incluso con incidencia en problemas tan importantes como es el origen y significado de lo que venimos conociendo como Bronce Atlántico. LA PUNTA DE LANZA DE LA COLECCIÓN ÁLVAREZ CARBALLIDO

Localización: Un confuso encuentro entre realidad y poesía La punta de lanza de la colección Álvarez Carballido fue hallada, según ese autor, en un supuesto “Castro Nemenzo” de la comarca de Bergantiños (A Coruña, Fig. 1a) al efectuar estudios para un proyecto ferroviario3. Una noticia que resulta confusa porque une sitios y circunstancias aparentemente contradictorias entre sí. No encontramos ningún Nemenzo en Bergantiños, referencia esta última que, por otra parte, no queda claro si remite a una localización precisa: ayuntamiento de Cabana de Bergantiños, o a la comarca de Bergantiños en general. Sí

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Álvarez Carballido, 1907.

Álvarez Carballido, 1907: 197-202. Para los lectores ajenos a la geografía gallega, la comarca de Bergantiños se sitúa el noroeste de la actual provincia de A Coruña, delimtada al norte por la costa y articulada en torno al valle del río Anllóns, incluye los actuales ayuntamientos de Cabana de Bergantiños, Carballo, Coristanco, Laxe, Laracha, Malpica y Ponteceso. De 787,97 km2, escasa altitud media y límites hacia el interior algo imprecisos, es una unidad geográfica con una significativa presencia de metalurgia de la Edad del Bronce Final, como el depósito de puntas de lanza de A Lagoa de Alcaián en Coristanco (Monteagudo 1957) o los depósitos de hachas de Lendo (Laracha), a las que swe suman hallazgos aislados de algún hacha e incluso otra punta de lanza (Rodríguez Casal 1975: 20-21); o, ya fuera de sus límites pero inmediatos, el de Bardaos o Armentón (Arteixo) (Monteagudo, 1977: 163 y 230), posiblemente vinculada a la riqueza minera de esta comarca, con presencia y explotaciones de estaño y oro.

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es cierto, sin embargo, que si hubo un proyecto de línea ferroviaria en la comarca, la conocida como de las Tres C (Coruña, Carballo y Corcubión), que uniría a la capital de la provincia con la Costa da Morte, atravesando toda la comarca de Bergantiños, y para el que se realizaron estudios en el siglo XIX y llegó a ser aprobado en 1907, pero que, a la postre, nunca se llegaría a construir. Al mismo tiempo, sí existe un Nemenzo, pero fuera de la mencionada comarca y en el entorno de Santiago, a cuyo ayuntamiento pertenece. En concreto, da nombre a dos aldeas: Nemenzo de Arriba y Nemenzo de Abaixo, ambas en la parroquia del mismo nombre: Santa Cristiña de Nemenzo, donde si encontramos una vía ferroviaria, la que une Santiago y Coruña, aunque terminada en 1943, mucho después de la noticia del hallazgo y, más aún, de este mismo, pero, de nuevo, tenemos la realización de estudios para su trazado ya en el siglo XIX, y por lo tanto, otra vez, un posible contexto para ese hallazgo (Fig. 1b)4. No obstante lo más peculiar de esa localización es que sí existe un “Castro Nemenzo”, pero no en la realidad física, sino en la geografía poética de Eduardo Pondal, con un poema dedicado expresamente a él y que aparece bajo ese título incluido en el poemario “Queixumes dos Pinos” (1886)5. Poema del que extrajimos la cita de encabezamiento de este trabajo y que unos versos más abajo sitúa es “castro” en relación al río Tambre, fuera y relativamente alejado de la comarca de Bergantiños, pero que discurre a los pies de la mencionada parroquia de Nemenzo, el norte de la comarca compostelana: “No Támara, estaba vendo, O grande castro garrido”

La identificación del “Castro Nemenzo” de Pondal, aún siendo una creación literaria, podría inspirarse en alguno de los castros existentes en el entorno de esa parroquia, en la que han sido localizado dos: “Santa Cristiña”, en el lugar de

De hecho la actual vía férrea Santiago-Coruña, sí pasa por la parroquia de Santa Cristiña de Nemenzo. No cabe obviar tampoco el hecho del hallazgo de otra punta de lanza de grandes dimensiones apenas a ca. 6 km, en dirección norte y al otro lado del río Tambre, en Deixebre (Oroso) (Meijide - Acuña, 1985: 183-185), pues no es extraña la acumulación de hallazgos de esas características en ámbitos geográficos reducidos pero muy caracterizados en relación a su entorno.

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Una fecha que podría servir termino post quem cuando menos de la adquisición por parte de Álvarez Carballido de la pieza, sino para el hallazgo en si. De nuevo para los lectores no gallegos: Eduardo Pondal (Eduardo María González-Pondal e Abente, Ponteceso, 1835- A Coruña, 1917) es uno de los más destacados poetas en lengua gallega, al que se le debe, entre otras composiciones, aquella que hoy es la letra del Himno de Galicia; y, en su condición de poeta regionalista, uno de los impulsores de la reivindicación de la identidad cultural gallega.

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Pedra, y “A Croa de Paradela”, en el de Paradela, ambos próximos al río Tambre6. Una geografía que Pondal parecía conocer bien y que reitera en su obra al dedicarle un poema al río Lengüelle, afluente del Tambre por la margen izquierda, que, además, desemboca frente al límite norte del Nemenzo compostelano, a la altura del castro de “A Croa da Paradela”. Resulta, en definitiva, problemático decidir cual de las dos opciones resultaría más creíble, pues no tenemos solución para la contradicción en la que Álvarez Carballido incurre. Por un lado, da referencias precisas para situar el hallazgo en algún punto susceptible de ser afectado por el trazado de la no realizada vía férrea Carballo- A Coruña, por otro, usa la denominación pondaliana, un topos literario que cuenta con referentes geográficos reconocibles, pero distintos a los mencionados por el coleccionista; la opción de identificar erróneamente el Castro Nemenzo, como un trasunto de un castro de la parroquia bergantiña de Nemeño, en el Ponteceso natal del propio Pondal, está descartado por resultar alejada del posible trazado ferroviario que justificaría el hallazgo7. En cualquier caso, la pieza que estudiamos proviene del noroeste de la provincia de A Coruña; bien más hacia el norte y la costa: comarca de Bergantiños; bien en su límite sur y hacia el interior: extremo norte de la comarca compostelana. En cuanto a esa contextualización castreña que se presenta más allá de su identificación concreta, tenemos que recordar que esa relación punta de lanza del Bronce Final y “castro” es un hecho ya conocido en Galicia, aunque pocas veces se han podido precisar las condiciones de esa contextualización8. Sólo las piezas recuperadas en Penalba (Campo Lameiro)9, o los fragmentos de Torroso (Mos)10,

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VV.AA., 1987: 134-137, fig. 21.22.

Esa identificación Nemenzo-Nemeño viene siendo comunmente aceptada por los investigadores (cf. Rodiguez Casal 1975: 137-139), pero sin más base que buscar en referente en la comarca de Bergantiños al “castro Nemenzo” de Pondal.

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No debemos olvidar, tampoco, que en hallazgos del siglo XIX encontramos en bastantes ocasiones una relación entre hallazgos y yacimientos, en especial castros o túmulos megalíticos, que no siempre corresponden con exactitud a la localización original del objeto en cuestión, sino a una relación espacial más laxa e imprecisa: pueden ser hallazgos que simplemente estén cerca de o en las inmediaciones y a los que automáticamente se identifica con esos yacimientos arqueológicos. En el propio artículo de Álvarez Carballido encontramos una clara expresión de esa fórmula, casi un convencionalismo, en la localización de los hallazgos arqueológicos: la práctica totalidad de las piezas que presenta las remite a un castro, al margen de las características y cronología de las mismas.

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Alvarez Núñez, 1986: 22.

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De la Peña, 1992: 27.

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parecen asociar ejemplos concretos a enclaves del Bronce Final avanzado, con las características propias de lo que un tanto genéricamente se vienen denominando castros. Pero, no son ni mucho menos los únicos casos. Desde antiguo tenemos referencias a hallazgos fortuitos relacionados con castros, aunque con rasgos que los sitúan ya en la Edad del Hierro, como los del castro de Santa Águeda en Vilamarín (Ourense)11 o, más recientemente, el del castro de San Lorenzo Pastor en Arzúa12, entre otros. Casos estos últimos que cabe entender, bien como evidencia de ocupaciones del Bronce Final en esos mismos enclaves o de un proceso de recuperación de chatarra en momentos posteriores, cuando no muy posteriores. LA PIEZA: REVISANDO VIEJAS NOTICIAS

La descripción que da Álvarez Carballido y la foto que ofrece la identifican como una hoja de punta de lanza la que falta el remate inferior, en una pieza que tampoco conservaba el tubo para el enmangue de la misma13. Lo conservado habla de una hoja esbelta, estrecha y larga, que según el mencionado autor tendría 19 cm de longitud, 4 cm de anchura máxima y un peso de 165 gr. Destaca la base tendente a romboidal de unas aletas con lados cóncavos que rematan en un caso conformando ángulo acentuado y próximo al encuentro con la parte exenta del tubo, mientras que en el otro parece observarse, a la misma altura, una evolución curvilínea continua, lo que otorga a la pieza un carácter disimétrico, al tiempo que una aparente indefinición morfológica. Morfología a la que ahora podemos acercarnos algo más, pues a pesar de estar desaparecida, contamos con un aporte gráfico de mejor calidad que los existentes en esas viejas notas: una fotografía de un panel con una serie de objetos arqueológicos de una antigua exposición para la que en este momento desconocemos fecha y ubicación14.

Sobre la punta de lanza: López Cuevillas, 1959: 117-122; Coffyn, 1985: 48 y 391 y fig. 19. Sobre el yacimiento: Rodríguez González, 1990/1991: passim.

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Meijide - Acuña, 1985: 185.

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Álvarez Carballido, 1907: 199-201.

Por la preponderancia de piezas del Museo Arqueológico de Ourense, cabría pensar que fue en él o en esa ciudad el lugar de la exposición. En cuanto a la fecha, la presencia de alguna pieza de la que conocemos el momento de su descubrimiento, como la espada de Forcas, que nos sirve de término post quem preciso: 1905 (depósito en el Museo de Ourense recogido en el Boletín de la Comisión de Monumentos de Orense, Tomo II, nº 44, de mayo-junio de ese año); o la de piezas de antiguas colecciones privadas que como la de Eduardo Alvárez Carballido han desaparecido, nos hace pensar en un momento de principios del siglo pasado, a lo que convendría la simpleza, sino tosquedad, de la presentación de las piezas. 14

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Una imagen, conservada en el Archivo Gráfico del Museo Arqueolóxico de Ourense y de la que también desconocemos la fecha, nos muestra a esta pieza acompañando otras que hoy están en los fondos de varios museos gallegos y de algunas que, como ella, están en paradero desconocido (Fig. 2a)15. Esta foto, además de posibilitarnos el comprobar que realmente se trata de una punta de lanza de enmangue tubular, con pérdida de la parte exenta del tubo -como había sido definida originalmente por Álvarez Carballido16, nos permite también contrastar las dimensiones por comparación con las otras piezas que la acompañan en la fotografía y que todavía se conservan. La relativa calidad de ese testimonio gráfico incluso nos permite ir algo más allá y constatar que esa punta presentaba una hoja lisa con fuerte nervadura central de sección romboidal y remate superior aristado, al tiempo que confirma, también, la calidad general que Álvarez Carballido otorga a la pieza: “hermosamente aristada y pulimentada” (Fig. 2b)17. Matiza, por otra parte el carácter desigual y disimétrico de la base de los alerones, insistiendo en su carácter anguloso, pero atenuando la marcada curvatura de la base de uno de los alerones que muestra la reproducción de 1907. No podemos obviar, sin embargo, que esas diferencias de matiz en la conformación global de la pieza pueden estar provocadas, no sólo por la diferente calidad de los dos testimonios gráficos, sino también por la posición de la pieza con respecto a la cámara, vertical y con enfoque directo, en un caso, y horizontal y con una perspectiva más oblicua en el que presentamos aquí18. No pretendemos rescatar esta pieza del olvido solamente por lo escaso del corpus gallego en lo que a puntas de lanza se refiere, lo cual sería un motivo más que suficiente. También lo hacemos por su singularidad. En primer lugar de

15 Entre las piezas se distinguen algunas otras de las que sabemos formaban parte de la misma colección que la que aquí comentamos. Así, en la misma foto podemos ver la ya mencionada hacha de talón de Fríol o Palas de Rei (Lugo), hoy en el Museo do Castelo de San Antón, Coruña (vid. nota 2).

Después de Alvárez Carballido, esta pieza aparece recogida como puñal en López Cuevillas y Bouza Brey (1929: 26 y 28), identificación que vuelve a reiterar López Cuevillas posteriormente (López Cuevillas 1955: 14), y recientemente apareció definida como posible albarda (Comendador, 1990: 63). 16

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Álvarez Carballido, 1907: 200.

Tampoco sabemos si esa diferencia en la disposición de los filos en ese punto: en ángulo o curva, es la original o el resultado de desgaste o deterioro por uso en un estado de conservación desigual. De ser eso último, la anchura de la base de los alerones sería originalmente algo más de los 4 cm que menciona Álvarez Carballido. 18

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aspecto, en el que, además, de una elaboración especialmente cuidada, reflejada en la pátina, intervienen una configuración y dimensiones que la hacen particularmente grande y esbelta, en especial en lo que al marco estrictamente gallego se refiere. En lo que a las dimensiones se refiere, los 19 cm centímetros que Álvarez Carballido otorga a lo todavía conservado -en realidad 19,24 cm.- dado que estamos sólo ante la hoja y esta no se conserva en su integridad, aunque lo que falte sea apenas el arranque de las aletas, esas medidas presuponen una punta de lanza que, originalmente, tendría algo más de 20 cm de hoja, y por mucho que recortemos el tubo, no debía en ningún caso bajar de ca. 25 cm de longitud total, pudiendo acercarse incluso a los 30 cm. Sólo una de las puntas del depósito de Ribasdesil19, las grandes piezas de la laguna de Alcaián (Coristanco, A Coruña)20 y la similar de Deixebre (Oroso, A Coruña)21, o, en el norte de Portugal, las de Monte da Penha, presentan longitudes similares, mientras que la mayoría de las hasta ahora alrededor de cuarenta piezas registradas en el Noroeste suelen medir entre 15 y 20 cm.22 No podemos dejar de destacar aquí, aunque las consecuencias las valoremos con más detenimiento más adelante, la proximidad geográfica que presentan Alcaián, Deixebre y Nemenzo, sea este en Bergantiños o en la comarca compostelana, todas en el extremo noroeste de Galicia, y las dos últimas podrían incluso coincidir en el marco del curso medio del río Tambre, apareciendo muy próximas entre sí; una concentración a la que se sumaría Ribasdesil, para configurar un territorio con una significativa presencia de las grandes lanzas de tipologías antiguas, en especial si la comparamos con respecto al resto de la Península, donde salvo en el noroeste de la Meseta norte, son escasas, sino inexistentes. LA LANZA DE “CASTRO NEMENZO”: DEFINICIÓN TIPOLÓGICA

A pesar de todos los condicionantes negativos, y a la espera que una posible futura recuperación de la pieza nos facilite un conocimiento más preciso de la misma, contamos con datos suficientes para acercarnos a la identificación tipológica de la pieza y las consecuencias de la misma para el conocimiento del Bronce Final en el Noroeste hispánico. El especial interés de esta pieza, así como la confusión sobre la misma ya presente en la bibliografía arqueológica gallega, nos exigen cuando menos intentarlo.

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Almagro 1960: passim.

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Monteagudo 1957: 27-28.

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Meijide-Acuña, op.cit. (nota 12).

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Cf. Ruíz-Gálvez 1984; Suárez - Carballo 2001; Suárez Otero, 2014.

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“Castro Nemenzo y las puntas de hoja “en forma de estoque” Esa tipología antigua redunda en el mencionado interés en esta pieza, ahora motivado por una morfología bastante singular que abre nuevas vías en la definición de las puntas del Bronce Final del Noroeste y con consecuencias que van más allá de ese marco geográfico. Así, en lo formal está pieza no tiene fácil encuadre en las tipologías conocidas en el Noroeste, aun reconociendo que estas necesitan de una importante revisión. De hecho los mejores paralelos para esta pieza se encuentran fuera de esa área geográfica. En primer lugar, tenemos que citar una punta supuestamente aparecida en la provincia de Badajoz y hoy en las colecciones del British Museum, de la que se conserva, de manera muy similar a Nemenzo, sólo una hoja que también destaca por un acabado de sus superficies externas especialmente cuidado, a lo que se une una pátina de color verde oliva23. Aunque de menor tamaño, pues no alcanza los 16 cm. (15,8 cm de longitud y 3.3 cm de anchura máxima), la forma presenta evidentes analogías, con los matices de unas aletas ligeramente más altas, que originan una ruptura más acentuada entre la base y el cuerpo de la hoja, una nervadura de remate curvo, en correspondencia a una sección transversal en este caso oval, y, por último, el carácter romo del extremo distal de la pieza (Fig.3a.2). La composición metálica expresa un bronce binario con una composición equilibrada entre cobre y estaño, e impurezas poco significativas cuantitativamente24: Ese paralelo nos remite a las puntas de lanza “en forma de rapier” del sector norooccidental de la Meseta Norte, recientemente estudiadas por G. Delibes y J. Fernández-Manzano, a quienes debemos la identificación de ese tipo en la península, y materializadas en un ejemplar del valle del Cea (León)25 y otro del norte de la provincia de Palencia26. De nuevo sólo se conserva la hoja, rota en su base de una manera muy similar, tanto a Nemenzo como a la de Badajoz. Las dimensiones de lo conservado ahora son más próximas a Nemenzo, a la que sus ca 20 cm de largo la sitúan entre los 16,1 cm. de la leonesa y los 22,6 cm de la palentina, aunque más próxima esta última. En cuanto a la forma, constatamos una conformación general muy similar, con detalles incluso idénticos, como la nervadura trapezoidal con arista destacada, o el cuerpo estrecho y largo de la hoja en el caso

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Harrison - Craddock - Hughes, 1981: 148.

Cu 89,00; Pb 0,900; Sn 10,40; Ag 0,50; Fe 0,35; Sb 0,06; Ni 0,040; Au -; Co -; As 0,05; Bi 0,05; Zn - (Harrison, R.J. - Craddock, P.T. - Hughes M.J., 1981: 157).

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25

Delibes - Fernández, 1986: 16-20; Delibes –Fernández –Miñano, 1990.

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Delibes et alii, 1999: 67.

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palentino (Fig.3a.1). Pero, también, con matizaciones importantes, como la de una base trapezoidal más marcada, tanto por una mayor anchura, en especial con respecto al cuerpo de la hoja: 4,6 cm en la leonesa y 5,4 en la palentina frente a los 4 de la de Nemenzo -aunque podría ser algo mayor (vid nota); como por la tendencia a generar unas aletas más altas y de extremo apuntado. De estas piezas también tenemos datos sobre la composición metálica, ofreciendo datos dispares tanto entre sí, como con respecto a la pieza del British Museum: la punta palentina muestra un muy bajo contenido en estaño, que no alcanza ni el 5 %, mientras que en la leonesa, sin embargo, el contenido en estaño es elevado, hasta lago más del 15 %, sin otras presencias cuantitativamente significativas en la composición27. En consecuencia, las tres piezas expresan otras tantas modalidades en las posibles composiciones de los bronces binarios, con bajo, medio y alto porcentaje de estaño, respectivamente, y añaden, así, un nuevo factor de heterogeneidad al grupo tipológico que parecen conformar. La desaparecida pieza de Castro Nemenzo podría señalar a la presencia en Galicia de las puntas de lanza “en forma de rapier”, hasta ahora exclusivas del cuadrante norooccidental de la Meseta, salvo el ejemplar, supuestamente, de Badajoz del British Museum. Los matices que parecen apartar a la punta gallega de las otras debe relativizarse, pues la heterogeneidad parece ser un rasgo propio del tipo, paradójicamente en convivencia con la escasez de sus expresiones. Algo que ocurre también en las Islas Británicas, donde el tipo fue reconocido por primera vez y definido a partir de una evidente semejanza con un arma propia de esa área durante los horizontes iniciales de transición del Bronce Medio al Bronce Final, los estoques: “spearheads with blade rapier-shaped”. Pero donde, sin embargo, volvemos a encontrar esa escasez de expresiones que constatábamos para la península Ibérica, dado que hasta el momento sólo está representado por siete ejemplares en Irlanda y tres en Gran Bretaña. Los irlandeses fueron originalmente incluidos por Greenwell y Brewis en su tipo IV28, pero carecen hasta el momento de un estudio detallado más allá del acercamiento realizado por L. N. W. Flanagan a fines de la década de los 50 del siglo pasado y en el que se fechaban en el Bronce Medio29. Hay que añadir, sin embargo, el molde incluido en el amplio depósito

Palencia: Fe 0,014; Ni 0,106; cu 94,11; Zn 0,108; As -; Ag 0,007; Sn 4,962; Sb -; Pb 0,211 (Delibes et alii, 1999: 67). Valle del Cea (León): Fe 0,040; Ni 0,309;Cu 83,66; Zn -; As -; Ag 0,060;Sn 15,43; Sb 0,037; Pb 0,048 (Delibes - Fernández, 1986: 18). 27

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Greenwell – Brewis, 1909.

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Flanaga, 1961: 288 y 290.

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de esa clase de objetos hallado en Omagh (Tyrone)30, que permite retrotraer ese tipo de punta a momentos iniciales de esa etapa en irlanda: el Omagh Horizont de Eogan31; un hallazgo que por características y cronología redunda en el papel irlandés en la aparición de ese tipo de puntas, y explica el que sea en Irlanda donde hastra ahora aparecen el mayor número de piezas, cantidad que, a su vez, permite pensar en una perduración del tipo cuando menos durante todo el Bronce Medio y quizá la transición al final32. Mientras que las tres puntas halladas fuera de Irlanda nos llevan al ámbito de la actual Inglaterra y corresponden al tipo E (Rapier-shaped blade) de Richard Davis33. Estas presentan una mayor definición formal y también mayores dimensiones que las halladas en la península, pues aunque en estos casos carecemos de los tubos, difícilmente ningún ejemplar se acercaría a los más de 43 cm de Taplow o los 48 de Clifton, máxime si atendemos a que esas dimensiones lo son para piezas con la parte exenta del tubo proporcionalmente corta o incluso muy corta. En el caso de Castro Nemenzo, serán forma y tamaño las que se apartan en mayor o menor medida de los modelos británicos, aunque, por otra parte, contamos con un paralelo muy próximo en una pieza de Mattishall (Norfolk), encuandrada por Davis en su tipo 7D (large special sidelopped spearheads), a la que ese mismo autor atribuye, sin embargo, una clara relación en la forma de la hoja con las rapier-shaped, en concreto por aquellas características que también encontramos en la pieza gallega: nervio en arista y hoja ligeramente ojival34. En consecuencia, la lanza de Castro Nemenzo, podría ser otra interpretación hispana del tipo “rapier-shaped”, para el que cabe suponer un origen y caracterización marcadamente irlandeses. Interpretación que, por otra parte, también encontramos en el propio marco británico, hecho que redundaría en la vinculación de nuestra pieza con esos modelos, a pesar o más allá de sus divergencias con los otros ejemplos de la Península Ibérica.

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Coghlan – Raftery, 1961.

31

Eogan, 1993: 94.

Sin embargo, la relativa escasez de ejemplos y su mayoritaria descontextualización juatifica que no sea tenido en cuenta en las síntesis clásicas sobre la metalurgia irlandesa de ese momento, v.gr. Eogan, 1964: 268-277. 32

33

Davis, 2012: 116-117.

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Davis, 2012: 115.

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Castro Nemenzo y el grupo de las puntas de hojas “flameantes” Antes de continuar por las posibles consecuencias e implicaciones de la identificación tipológica que acabamos de proponer, debemos valorar otros marcos formales para la lanza de Castro Nemenzo. Los propios ejemplos meseteños que usábamos para esa identificación nos ponen, a su vez, en contacto con otra posible adscripción tipológica. Lo hacen a través de sus coincidencias con otra pieza aparentemente afín, aunque ahora más alejada en lo geográfico y con importantes matices en lo formal, como es la punta de lanza del depósito del río Júcar, en Alarcón (Cuenca). En este caso no estamos ante una pieza aislada y descontextualizada, como todas las anteriores, sino que tenemos al menos una asociación con otro tipo de objeto, una hacha de apéndices laterales, y su aparición en el lecho de un río, circunstancias que puede ayudar a la contextualización metalúrgica y, en menor medida, cultural de las piezas que estamos tratando. Sin embargo, la relación entre Alarcón y las lanzas “con hoja en forma de rapier” no conlleva necesariamente a la identidad tipológica y merece un tratamiento específico, como, por otra parte ya han apuntado otros autores35. Nos referimos a la posible relación de este tipo con algunas piezas similares, pero que también lo son de un grupo más amplio y más ubicuo, como es aquel configurado por tipos que tienen o pueden tener una hoja de perfiles sinuosos que es conocida en la bibliografía hispánica como “flameante” o flamígera. En el caso citado se trata de una ejemplar completo con unas dimensiones menores, pero no muy alejadas de las que debería tener la que aquí tratamos: hoja de 18,6 cm y longitud total de 23,5 cm (Fig. 3b.1). También ofrece algunas similitudes en lo formal, como es una hoja de base trapezoidal pero con aletas poco salientes y ápices en ángulo abierto y disposición centrada, pero ahora con líneas suavizadas que atenúan el contraste entre base y punta, originando unos perfiles sinuosos pero continuos, en lo que colabora también cierto ensanchamiento en la parte superior de la hoja; diferencias a las que probablemente se sumarían los bordes biselados de la hoja y que apartan a la pieza de Alarcón del concepto de las “blade rapier-shaped” para relacionarla con piezas vinculables al más amplio y vago de las lanzas de hoja “flameante” o “flamígera”. Una relación que se puede concretar en un grupo en el que incluiríamos las piezas de Mérida y Zamora del Ashmolean Museum y dadas a conocer por L. Monteagudo (Fig. 3b.2-3)36, con una proyección hacia el sur quizá a través de

35

Delibes - Fernández-Manzano, 1986: 19.

36

Monteagudo, 1981: 381.

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la “vía de la Plata”, en la que también parece participar la punta de Badajoz del British Museum. Aunque en principio la pieza de Alarcón ha sido incluida en el grupo de las puntas tipo rapier, y como apuntábamos ofrece coincidencias formales significativas, estas otras dos propician la creación de un grupo diferenciado que se desmarca definitivamente de las puntas de hoja en forma de estoque por la suavización de la forma global de la lanza, con hojas “flameantes” o trapezoidales, y la tendencia a una reducción en el tamaño, además de la homogeneidad de forma y tamaño que presentan todas las piezas, frente a la heterogeneidad del grupo al que pertenecería Nemenzo. A este grupo podríamos añadir la pieza del Museo de la Academia de la Historia, aunque su estado de conservación impide una valoración precisa y carecemos de información sobre su origen37. Finalmente, también la distribución geográfica parece diferenciar ambos grupos, pues dentro de este último todavía cabría citar algunos ejemplos de la Meseta Norte, que lo representan o derivan de él. Es el caso de la punta del depósito de Huerta de Arriba38, pero también el del recientemente dado a conocer de Lanzahita Ávila (Fig.4A)39, que además, nos dan un posible referente cronológico por su asociación a otros objetos metálicos de evolución tipológica más definida, como las navajas de afeitar del primero o la espada de “tipo pistiliforme” del segundo. Frente al carácter norteño del grupo de Nemenzo, este otro apunta hacia el centro de la península, con la mayor concentración entre los ríos Duero y Guadiana. Por otra parte, parece clara también su correspondencia con el Bronce Final II y desde inicios del mismo, según el mencionado depósito abulense, circunstancia que podría explicar las semejanzas con tipos del horizonte anterior. Otros posibles paralelos: las puntas “de tipo parisino” del depósito de la ria de huelva

En nuestra búsqueda de un referente tipológico para Castro Nemenzo debemos recalar, por último, en un grupo de lanzas del amplio complejo -y sobradamente conocido- depósito de la Ría de Huelva. Se trata de cuatro piezas identificadas tipológicamente como de “tipo París” y con hojas descritas como “flameantes” (Fig. 4b). De hecho dos de ellas, con hojas de levemente aristado, filos biselados y fuerte nervadura circular, podrían perfectamente integrarse en el grupo AlarcónMérida, antes definido; la única salvedad es el tamaño probablemente algo mayor

37

Almagro et alii, 2004: p. 141-143

38

Fernández Manzano 1986: 52 y ss.; Fernández - Herrán Martínez - Rovira 2005.

39

Brandherm – Mederos, 2014: passim.

“castro nemenzo”, una olvidada punta de lanza y los inicios del bronce final

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de las de Huelva, con hojas de 21 cm, pero desconociendo las dimensiones de un tubo exento que ha desaparecido en ambas. Las otras dos sí conservan un tubo muy corto y embudado, lo que les otorga una longitud de de algo más de 24 y 25 cm respectivamente, no muy alejadas de los 23 de Alarcón. Sin embargo, estas últimas carecen de bisel en los filos, aunque formalmente resultan bastante próximas a las anteriores, al tiempo que la parte exenta del tubo es mucho más corta que las de las puntas del grupo Alarcón-Mérida. En conclusión, esas cuatro piezas constituyen un grupo aparte en el conjunto al que se le ha venido atribuyendo una filiación tipológica vinculada al “tipo parisino” de Mohen y una datación en el Bronce Final II40 . No obstante, las dos primeras, parecen aproximarse a una tipología más hispánica (Fig. 4B,1-2). Aquella que denominamos como “Alarcón-Mérida”, aunque prolongando la parte cóncava de los alerones y haciendo así la hoja más larga y esbelta. Mientras que de las otras dos, una sí parece derivar del modelo “parisino”, con un claro paralelo en el depósito de Alcaián, aunque de nuevo estrechando y alargando la hoja (Fig. 4B,4); no así la otra que resulta más atípica, recordando, con su carácter tendente a trapezoidal, a las puntas características del depósito, las denominadas “tipo Huelva” (Fig. 4B,3). Esa inclusión de algunas puntas del depósito onubense en el marco de tipologías características del Bronce II ibérico, estaría refrendado por la presencia en ese mismo conjunto de lanzas del “tipo Los Horcajos”, al que consideramos coetáneo y casi un alter ego de las tipo “Alarcón”41. Frente a esas piezas, Castro Nemenzo vuelve a presentar parecidas concomitancias y diferencias que respecto de las puntas de hoja flameante. Coincide ahora más en lo dimensional, en especial con la punta de “tipo parisino” y la atípica, pero sigue marcando la diferencia el nervio acusadamente aristado y la base de los alerones trapezoidal, además de la probable falta de bisel en los filos. A pesar de las diferencias, Huelva parece expresar la confluencia de soluciones para la realización de las lanzas que responden a tradiciones distintas pero coetáneas, interpretadas, a su vez, por metalurgistas locales. El papel de las lanzas “tipo París” podría, además, tener cierto interés para entender “Castro Nemenzo”, dada la proximidad de este con uno de los conjuntos claves para el conocimiento de la introducción en la Península de ese modelo, como es el depósito -omnipresente a lo largo de estas páginas- de la laguna de Alcaián.

40

Ruiz-Gálvez 1984: 273; Ruíz-Gálvez 1995: 61-62.

41

Ruíz-Gálvez 1995: 61-62.

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“CASTRO NEMENZO” Y LOS INICIOS DEL BRONCE ATLÁNTICO

Problemas de contextualización cultural El marco galaico Las puntas de lanza que podemos incluir en un grupo hispánico de puntas con hoja en forma de estoque se reduce de momento a un conjunto de cuatro piezas seguras y una posible, que, a excepción del ejemplar extremeño, presenta una distribución norteña dentro del cuadrante noroccidental de la Península. Una distribución que, además, recuerda, la relación que otras puntas de lanza parecen establecer entre Galicia y el área norte de la Meseta, especialmente el noreste de la actual provincia de León, como expresarían las semejanzas entre pequeñas puntas de lanza de carácter arcaico, a las que nos referimos en un estudio anterior y para las que se plantean ya los problemas de fechación y contextualización cultural de las mismas42. Una indefinición cronológica que también es aplicable a las piezas que estamos tratando, dado que ninguna de ellas nos ofrece referencia alguna para su fechación, ni tan siquiera para la contextualización cultural de las mismas. Hemos de acudir a cuestiones intrínsecas, como sus rasgos formales, los paralelos ingleses o tipos relacionados para acercarnos a una ubicación temporal precisa dentro de la Edad del Bronce. En cuanto a los atributos formales entendemos resultan caracterizadores más en su asociación que en su definción: es la composición que deriva en unas puntas relativamente largas, pero generalmente de hoja estrecha y fuerte nervadura, y no la sección romboidal de esa última, siempre considerado un rasgo arcaizante, pero que en el Noroeste aparece en tipos diferentes que abarcarían una temporalidad que va más allá de los primeros tiempos del Bronce Final43. Es en el corpus de puntas de lanza del Noroeste en el que podemos encontrar algunas referencias a la posible fechación del grupo Nemenzo-Valle del Cea Nemenzo. Nos referimos en primer lugar a la presencia de otros tipos de grandes puntas “de parada” y de origen o inspiración británica, como Ribasdesil, aunque en este caso asociada a un un contexto inmediatamente posterior: Bronce Final II, etapa en la que volvemos a encontrar grandes puntas de lanza morfológicamente ya diferenciadas, como las del depósito de Alcaián; estas últimas nos ofrecen una posible contextualización temporal por contraposición entre formas diferenciadas, Alcaián y

42

Suárez Otero, 2014.

Esa abundante presencia lo convierte de uno de los rasgos definidores, en tanto que específicos, de las puntas de lanza del Noroeste (vid. Suárez -Carballo 2000). 43

“castro nemenzo”, una olvidada punta de lanza y los inicios del bronce final

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Ribasdesil como fecha ante quem para Nemenzo. Una contraste formal que es más evidente en relación a las otras tipologías constatadas en ámbito gallego, de contextos conocidos y datados en momentos más avanzados del Bronce Final, que parecen excluir el carácter tardío de Nemenzo44. Hay otra posible reflexión a realizar en cuanto a la relación de “Castro Nemenzo” y el conjunto de grandes puntas de lanza del Noroeste. Sería, ahora, no tanto atender a cuestiones formales y la filogénesis tipológica, como al tamaño y al papel de esta variable en la función y también la imagen de la lanza. En este nuevo marco, tanto las asociaciones de las pocas piezas conservadas, como la contextualización, e incluso la única fechación absoluto atribuible, nos sitúan en el marco del Bronce Final II, es decir el Horizonte Ribasdesil/Wilburton/St.Brieuc-des-Iffs, y por lo tanto en una cronología de ca. 1140/1100- 950/920 BC. La propia lanza del depósito de San Esteban de Ribasdesil, asociada a elementos del tecno-complejo Wilburton y con una fecha absoluta de 1130-971 BC, nos da la clave para construir esta otra posible propuesta. Importante resulta, además, el que se trate de una fórmula de origen británico, aunque en un claro episodio tardío de la misma, pues podría funcionar de nuevo como fecha ante quem para una tradición de puntas de parada de inspiración británica o irlandesa en la panoplia del Bronce Final del Noroeste. En consecuencia, “Castro Nemenzo” expresaría en su longitud, aunque menor envergadura, una fórmula anterior y quizás inicial en esa tradición. Manifestaciones que precen tener su máximo desarrollo en la transición Bronce Final I- Bronce Final II, o inicios de este último, y en la que se incluirán modelos de origen distinto, como las puntas de “tipo parisino”, sino verdaderas creaciones locales, como podrían ser la puntas “tipo Oroso”. A pesar de lo extenso de los comentarios anteriores, no hemos agotado todavía las posibilidades de las relaciones de Nemenzo con el depósito de la laguna de Alcaián (Fig.6a) o la punta de Oroso (Fig. 6b). Falta tomar en consideración otra variable: la geográfica; que va más allá de la aparente regionalización del fenómeno de las grandes puntas en el noroeste del Noroeste (Fig.1a). En primer lugar porque, como constatamos desde el principio, la posibilidad de localización del “castro Nemenzo” en la parroquia homónima del ayuntamiento de Santiago, sitúa el hallazgo muy cerca del de Oroso (en el lugar y parroquia de Deixebre), pero en orillas opuestas del río Tambre y en un punto crucial para el tránsito norte-sur cruzando el mismo: el río Lenguelle hacia el norte y la cabecera del Sar, afluente del río Ulla, al sur, definen un eje norte sur por donde discurren y discurrieron históricamente las principales vías de comunicación norte-sur del occidente gallego.

44

Suárez -Carballo 2000; Suárez 2014.

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No muy lejos, en el tan referido depósito de Alcaián y la lanza de Entrecruces, parecen configurar otra localización contrapuesta, ahora definida por la dorsal montañosa que separa los valles de los ríos Anllóns, hacia el Norte, Xallas, hacia el Oeste, y Dubra hacia el Sur. Los hallazgos definen dos núcleos de hallazgos de puntas de lanza, que destacan por su tamaño, articulados en torno puntos críticos en la comunicación pero también en la separación entre territorios diferenciados. En consecuencia, no parece desatinado hipotetizar que esos hallazgos están vinculados entre si y responden si no a un mismo momento en lo factual, sí a una misma tradición, sino época, en la concepción del territorio y su ritualización: castro Nemenzo como expresión de una tradición que perdura hasta la transición Bronce Final I-Bronce Final II, o como parte de los acontecimientos que definen esa transición, condición esa última que compartiría con otra lanza de origen británico, como la de Ribasdesil, que también responde a una tipología arcaizante. De filogénesis y morfogénesis Por lo que respecta a la filogénesis de los modelos para Castro Nemenzo” y afines, volvemos a encontrarnos con los momentos iniciales del Bronce Final, sino antes. Cronología que se le atribuye a los ejemplos ingleses, entendidos como expresión del final de las lanzas con asas en el tubo (side-looped spearheads), entre fines del Bronce Medio -Tauton Horizont- y a lo largo de Bronce Final I -Penard Horizont- en Inglaterra; con una fecha absoluta para ese tipo de lanzas, como la obtenida sobre la punta de Taplow, aunque con unos márgenes excesivamente amplios: 1390-1000 BC45. Sin embargo, y como hemos ya visto, en Irlanda están constatadas ya a inicios del Bronce Medio: Fase Omagh, y no parece otrogársele una pervivencia mucho más alla de la transición al Bronce Final, por lo que cabe no descartar una presencia ya cuando menos desde momentos muy tempranos del Bronce Final en la Península, sino en la transición al mismo. Insistiendo en esa conexión irlandesa, podría asociarse la llegada de esas puntas de lanza a la joyería de tradición irlandesa, no sólo por la probable coetaneidad, aunque solo fuese parcial, sino por la proximidad no sólo conceptual, también material -recordando de nuevo los remaches de oro de Taplow: es posible que ese carácter de piezas excepcionales permite que convivan con la tradición hispana del uso del arco y no impliquen el paso definitivo hacia el uso generalizado de la lanza que parece más propio del Bronce Final II46.

45

Davis, 2014: 116-117.

Una contextualización de estas piezas en la problemática del cambio de hábitos al que se han referido recientemente Colin Burguess y Brien O’Connor (2008: 45). 46

“castro nemenzo”, una olvidada punta de lanza y los inicios del bronce final

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Finalmente, tampoco los paralelos meseteños ofrecen datos sobre su contextualización y cronología. Ni tan siquiera la composición metálica de esos últimos: bronces binarios con una alta presencia de estaño, que hasta ahora se usaba como argumento para una datación antigua dentro del Bronce Final garantiza esta contextualización cultural, dado que el desarrollo de los análisis metalográficos ofrecen una realidad mucho más compleja en cuanto a la variable compositiva de los bronces47. Sólo ese marcado paralelismo con los ejemplos británicos o su aparente precedencia al grupo Alarcón-Mérida, cuyas asociaciones sitúan en los inicios del Bronce final II, permiten apuntar para “Castro Nemenzo” una adscripción al Bronce Final I. No se trata simplemente de la diferenciación tipológica entre puntas de lanza que, por otra parte, guardan evidentes similitudes, sino de la regularidad que manifiestan las piezas de ese grupo, frente a la variabilidad del grupo Nemenzo-Valle del Cea: hay una función o cuando menos un concepto distinto de la lanza como arma que no se manifiesta tanto en la diferenciación formal, como en la normativización tipológico-funcional. Así, las puntas tipo Valle del Cea varían en sus dimensiones e incluso atributos formales, adolecen de una cierta atipicidad. Atipicidad en la que insiste su aparente relación con un grupo de grandes puntas de lanza caracterizado a su vez por su diversidad y en cierta medida también un cierto carácter atípico, al menos a escala de la Península Ibérica: Ribasdesil, Alcaian, Oroso... Mientras que Alarcón, Mérida o Zamora, o su posible presencia en la Ría de Huelva, presentan unos rasgos que volvemos a encontrar en otras puntas aparentemente tipológicamente distintas. Nos referimos a unas medidas en torno a los 19-23 cm, fuerte nervadura que alcanza el extremo de la punta y hojas de bordes biselados, aunque estas últimas no siempre tengan forma flameante y la parte exenta del tubo varíe en dimensiones. Esta perspectiva amplia nos permite relacionar a ese grupo con piezas como la del depósito burgalés ya mencionado de Huerta de Arriba, pero también con el riojano de Garañón48, donde como en Lanzahita, esas puntas de lanza aparecen asociadas a espadas pistiliformes de tipología antigua; esa visión que trasciende lo tipológico nos permite situar a ese grupo de lanzas en el Bronce Final II o en los horizontes tradicionalmente asociados al mismo49. Una asociación, en fin, que también marca diferencias con las puntas tipo Valle del Cea, pues estas aparecen siempre

47

Fernández - Herrán Martínez - Rovira 2005; Delibes – Fernández – Herranz, 2007: 112-118.

48

Alonso – Jimenez, 2009: passim.

Matiz necesario, dada las recientes revisiones de la periodización de la metalurgia del Bronce Final hispano: Brandherm, 2008; Burguess – O’Connor 2009; Burguess 2012. 49

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aisladas, mientras que esas otras aparecen generalmente en conjuntos, algunos de los cuales, más allá de su condición de depósito de fundidor, parecen reflejar una panoplia de guerrero bien definida50. “Castro Nemenzo” y el horizonte isla de cheta/penard/rosnoën

del bronce

final

Una ubicación temporal que nos lleva a incluir esta pieza en el recientemente establecido Horizonte “Isla de Cheta”, como alter ego hispano de Appelby/Penard, Bishopsland o Rosnoën, y con unas fechas acordes con los mismos de ca. 1300/1200-1150/1100 BC51. Un horizonte definido por un depósito de dos de esos estoques atlánticos, con los que estas lanzas parecen estar íntimamente relacionadas, hallado en el tramo final del río Ulla, cerca del accidente geográfico que le da nombre, en el ayuntamiento de Valga (provincia de Pontevedra)52. Aunque ahí aparezcan asociados a un tipo de lanza que apunta, sin embargo, a modelos atlánticos pero continentales, en particular con modelos vinculados a Rosnoën (Fig. 5.3). Una relación que nos remite a la variabilidad formal de las puntas atribuibles a ese horizonte galaico, como expresan la punta del tipo basal-looped spearhead del depósito de Ribasdesil (Fig. 5.2) y, quizás ya las grandes puntas tipo Oroso53. Podría añadirse a esa variabilidad la punta del depósito de Valdevimbre (León)54, que, como se ha señalado reiteradamente, expresa también la expansión hacia el interior de la metalurgia del Bronce Atlántico (Fig. 5.1)55. Expansión hacia una geografía en la que, sensu lato, aparecen los paralelos de “Castro Nemenzo” y donde volvemos a encontrar la incidencia de los estoques atlánticos como evidencia el puñal de Puente Almuhey (León)56, un único caso y de tipología algo más tardía que los anteriores –grupo IV de Burguess/Gerloff en expresiones del

50

Brandherm – Mederos, 2014: 84-85.

51

Brandherm, 2008; Burguess – O’Connor, 2009: 41 y 43-47.

52

De la Peña, 1985: passim.

Diversidad que alcanza en las hachas unas dimensiones exageradas, cf. los grupos 23, 24 y 25 o la vairieda tipológica de su grupo 30 (Monteagudo 1977; Suárez 2000). 53

No podemos pasar por alto la heterogeneidad de este depósito y las diversas interpretaciones que ha suscitado, pero la última solución propuesta insiste en la adscripción al Bronce Final I, e incluso a momentos tempranos dentro del mismo (Delibes – Fernández – Herranz, 2007: 101-102). 54

55

Delibes - Fernández 1991: passim.

56

Celis, 2007: 159.

“castro nemenzo”, una olvidada punta de lanza y los inicios del bronce final

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Bronce Final I avanzado (Horizonte Penard II de Burguess: ca. 1200-1100 BC)57. Una incidencia que incluso pudo ser mayor si tenemos en cuenta la existencia en dicha área de ejemplos que parecen proyectar a una escala más reducida –pequeños puñales o cuchillos- uno de los rasgos más característicos de los estoques, como es la base en forma de lengüeta trapezoidal –la misma que caracteriza a las puntas que estamos tratando, con perforaciones o escotaduras para disponer los roblones de sujeción del mango, V.gr. ejemplos del yacimiento leonés de “El Castro” en Ardón58, de nuevo en el noroeste de la Meseta y en convivencia con piezas de remaches de tradición local. Unos puñales que no tiene clara presencia en Galicia, pues los dos ejemplos del depósito pontevedrés de Codeseda (A Estrada) presentan una deficiente conservación y parecen más vinculados a las tradiciones locales, acorde con su asociación a hachas del tipo Bujoes-Barcelos; sin olvidar que Codeseda y su relación con el depósito de Campos (Melide, A Coruña) configuran y han dado nombre a un horizonte representativo del Bronce Medio en el Noroeste: Horizonte Barcelos-Codeseda-Campos59, por lo que se situarían en un momento anterior -inmediatamente anterior en el caso de Campos60, al ahora definido como Horizonte Isla de Cheta61. En definitiva, con los datos disponibles, cabe inferir la existencia de un complejo metálico atlántico –rapier, puñal y punta de lanza, que parece afectar al centro-norte de Galicia y Noroeste de la Meseta, vinculado a los horizontes británicos mencionados, al tiempo que diferenciado de los modelos o conjuntos continentales también presentes en el mismo territorio. Un complejo que correspondería a inicios del Bronce Final I: Fase Penard/Rosnoën/Isla de Cheta (ca. 1330-1200 BC)62, y sucedería al horizonte metalúrgico del Bronce Medio, que en su fase más avanzada estaría representada por el depósito de Campos, apuntando

57

Burguess - Gerloff, 1981. Recientemente, Burguess, 2012: 132.

58

Celis, 2007: 145-146.

59

Sierra Rodríguez, 1978: 213.

Dada la especificidad de ese depósito coruñes y la presencia en el de elementos importados datables en la última etapa del Bronce Medio en la Europa atlántica, cabría diferenciar dos etapas en el Horizonte propuesto: Fase Barcelos-Codeseda y Fase Campos. 60

Se trata del Horizonte Campos de Harbison (1967), desarrollado posteriormente por Sierra Rodríguez (Op. Cit, nota 53).

61

Burgess, C. and O’Connor, B. 2008. No consideramos oportuno, dado las deficiencias de información con respecto a este grupo de puntas de lanza apurar más esa adscripción en la pretensión de adaptarla a periodizaciones cronotipológicas más precisas, ergo fragmentadas: Brandherm 2007: fig. 1; o Burguess 2012: 131-132 y Tab. 2 o B. 62

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a la preexistencia de relaciones con el exterior ya en ese momento y avalando la posibilidad que “Castro Nemenzo” y lanzas similares correspondan a un momento temprano del Bronce Final I, sino a momentos de transición al mismo, aunque tampoco deba descartarse una perduración hasta fines de esa etapa63. Un horizonte que expresa también una abigarrada realidad tipológica en la que no sólo están presentes los modelos de filiación británica, sino que encontramos referencias en el Oeste de Francia e incluso en la Europa continental. Una realidad que, por otra parte, el depósito de Campos y algunos tipos de hachas hacen comenzar ya a fines del Bronce Pleno, definiendo para los comienzos del Bronce Atlántico una prolongada y variada sucesión de conexiones entre los distintos ámbitos afectados, en la que la punta de Nemenzo insiste en la presencia británica, quizá con un especial hincapié en el papel en la misma del ámbito irlandés64. UNA APROXIMACIÓN CONCEPTUAL

Se trata de lanzas de buen tamaño, formas esbeltas y acabados cuidados, incluyendo en algunas de ellas la presencia de decoración y, en todas, una posible intencionalidad en la pátina que ostentan. Unas condiciones que refleja especialmente el ejemplar inglés de Taplow, en el que a las mencionados rasgos, hemos de sumar una ahora rica decoración y, sobre todo, la inclusión del oro en forma de pequeños remaches en la base de la hoja65. Otra característica, especialmente notable en los ejemplos peninsulares, es el de su heterogeneidad tanto en tamaño como en forma, rasgo que adquiere mayor peso si tenemos en cuenta el relativo escaso número de piezas que, ahora tanto en la Península como en las Islas Británicas, son adscribibles a este tipo. En consecuencia estamos ante un grupo de puntas de lanza de manifestaciones esporádicas, con una fuerte individualización y una elaboración especialmente cuidada que puede incluir la decoración o, incluso, la presencia de elementos realizados en oro.

Esa difícil precisión en cuanto a una inclusión en momentos iniciales o finales del Bronce Final I, la encontramos planteada recientemente también para Valdevimbre (Delibes-Fernández-Manzano 2007: 102).

63

64 Esa posibilidad de un comienzo de la implantación de modelos atlánticos o continetales, pero en cualquier caso alóctonos, ya a fines del Bronce Medio, avalaría el comienzo del proceso de transición al Bronce Final y los comienzos del Bronce Atlántico, insistiendo en la complejidad en momentos de cambio profundo en la equiparación entre los distintos territorios atlánticos; problemática bien expresada por el Zeitstufe der Schmuck-Depotfunde de A. Jockenhövel (1976: 136-140). 65

Davis, 2014: 116-117.

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Características todas que redundan en una clara preocupación en la elaboración que va más allá de lo estrictamente funcional, para adentrarse en lo estético, en consecuencia en la lanza como “imagen”: son armas para usar, pero también para mostrar/mirar. En definitiva son objetos, pero también mensaje o mensajes en claves simbólicas. Una condición que explicaría la marcada singularidad de cada una de las piezas, ostenten o no elementos decorativos o aditamentos que, como el oro, acercarían conceptualmente el objeto más a la condición de “objeto suntuario” que a la de arma. Se trata en todo caso de armas que parecen haber sido usadas, como evidencian sus bordes mellados o su rotura en el inicio del enmangue, incluso con un papel relevante frente al arma individual ofensiva/representativa por antonomasia: el estoque o la espada66. Pero, en todo caso con un papel especial, que aveces se llega a confundir con esas últimas tambien en lo representativo o simbólico; en especial con los estoques, entre los que encontramos ejemplos incluso intencionalmente afuncionales y puramente representativos o rituales67. Armas rituales o ritualización de las armas que se enmarca en un periodo de transición en la definición de la panoplia del guerrero en Europa atlántica68, y que parece ha tenido un claro reflejo en el Noroeste hispánico, insistiendo en su vinculación atlántica y especificidad dentro de la Península Ibérica. Una ritualización, en fin, que como en casos estudiados recientemente (V.gr. Dozón)69, parece estar directamente relacionada con la transición entre territorios geográficamente diferenciados, recordándonos una vez más la relación entre la punta de lanza y las áreas de frontera en las que se dirimían tanto conflictos como encuentros en un marco de intensificación de la territorialización, que en el ámbito galaico parece situarse en torno a la transición entre el Bronce Final I-Bronce final II: ca. 1150-1100 BC. Marco en la que asistimos a las primeras ocupaciones de emplazamientos en altura70 y para el que la punta de “Castro Nemenzo” representaría la existencia de una tradición que se remonta a la etapa precedente

66

Molloy 2007: 100-102.

Needham, 1990. No queremos dejar de reseñar las similitudes en la apariencia global de la punta de Cea y alguno de los estoques ceremoniales ingleses, aunque somos conscientes de que se trata de armas diferentes y del peso de la subjetividad en el concepto mismo de apariencia. 67

También en la continental, como evidencia la presencia de tipos de lanzas similares: Leshtakov – Leshtakov, 2014. 68

69

Suárez 2014: passim.

Cf. dataciones de la primera ocupación de San Juliao: San Juliao Ia, s. XII-XI BC (Bettancourt, A. M. S., 2000: 104-107). 70

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y vinculada a la formación de la metalurgia de carácter atlántico. O, como cabe interpretar Ribasdesil, la importancia de elementos arcaizantes y vinculados a esa tradición en un momento histórico concreto y de cambio, en una ecuación que uniría: pasado, identidad y territorio.

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Fig. 1. Punta de lanza de “Castro Nemenzo”. Fotografía del Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense (s/e) y punta de “Castro Nemenzo”.

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A 1

2 3

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Fig. 2. “Castro Nemenzo”. Localización geográfica. A.1. Comarca de Bergantiños; 2. Núcleo Alcaián-Entrecruces; 3. Núcleo Nemenzo-Oroso. B. Castros en Nemenzo: 21. Santa Cristiña; 23. Croa de Paradela (seg. Departamento de Prehistoria e Arqueoloxía. Universidade de Santiago).

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Fig.3. A. Grupo puntas de hoja en forma de estoque: 1. Taplow, Valle del Cea y Palencia (seg. Delibes-Fernández-Herrán 2007)); 2. “Badajoz” (seg. Harrison-Craddock-Hughes 1981). B. Puntas de hoja flamenate “tipo Alarcón”: 1. Alarcón (seg. Coffyn 1985); 2. “Mérida”; 3.“Zamora”(seg. Monteagudo 1981). Esc. 1/3.

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A

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Fig.4. A. Depósito de Lanzahita (Ávila, seg. Brandherm y Mederos 2014); B. Puntas “de tipo parisino” del depósito de la Ría de Huelva (seg. Mª L. Ruiz-Galvez ed. 1995).

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2 3 Fig.5. “Castro Nemenzo” y las lanzas del Bronce Final I en el Noroeste: 1. Valdevimbre (León, seg. Delibes-Fernández-Herrán-Rovira 2007); 2. San Esteban de Ribasdesil (Ourense, seg. Monteagudo 1957): 3. Catoira (Pontevedra, seg. De la Peña 1985).

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A

B Fig.6. Nemenzo y las grandes puntas del Bronce Final: A. Depósito de Alcaián (seg. L. Monteagudo); 2. San Esteban de Ribasdesil (seg. Monteagudo 1957); B. Oroso (seg. Meijide - Acuña 1987).

Separata do BOLETIN AVRIENSE. Ano XLV, Tomo XLV, Ourense, 2015

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